La importancia del dibujo en terapia cognitiva con niños 8/3/2007 - Por: Eduardo Bunge y Javier Mandil, Martín Gomar Introducción: Influencia del dibujo en la terapia: El uso de dibujos e historietas son un excelente medio para fortalecer la alianza terapéutica con niños en la segunda infancia (8 a 10 años) y para vehiculizar la evaluación e intervención cognitiva. En investigaciones recientes en psicoterapia se realizaron ciertos hallazgos que pueden relacionarse con el uso del dibujo en la terapia con niños. En primer lugar que la calidad de la alianza terapéutica influye significativamente en los resultados positivos del tratamiento (Lambert y cols, 1986). Por otro lado que diversas técnicas como el automonitoreo y reestructuración de pensamientos automáticos disfuncionales, autoverbalizaciones e imágenes mentales negativas contribuye positivamente al tratamiento de trastornos internalizantes en niños (P Kendall y cols, 2000 ). Finalmente en relación al procesamiento emocional: la exposición repetida en una situación segura basada en la producción gráfica favorece el reprocesamiento emocional de recuerdos traumáticos y/o situaciones vividas en manera amenazante (S Knell, 1999). La manera en la que estos aportes de la investigación se pueden relacionar con la utilización de los gráficos e historietas se detalla a continuación. Respecto a la alianza terapéutica, cabe señalar que los niños suelen disfrutar de la realización de los dibujos. Trabajar con sus intereses fortalece el vínculo y la sensación de sentirse comprendido por el terapeuta. Al mismo tiempo esta herramienta puede influir positivamente en los resultados del tratamiento debido a que aquellos niños situados evolutivamente en etapas pre-operatorias y operatorias concretas, toman al dibujo como una actividad natural con funciones lúdicas pero también organizacionales respecto al entorno. Se trata de una modalidad de procesamiento y jerarquización de la información a predominio asimilativo (Piaget J, Inhelder B, 1966) En cuanto a las técnicas, se debe destacar que los registros estructurados y verbales son un medio idóneo para favorecer el auto-distanciamiento y la revisión de las relaciones entre situación, pensamiento, emoción y conducta en los adultos. En cambio en los niños pueden resultar más útiles a este fín los ''monos'' o personajes de historietas. Estos, pueden aportar todas las variables, de manera discriminada, que ofrece un registro de cuatro columnas, por ejemplo: • Un decorado simple y otros personajes interactuando grafican la situación. • Un texto o imagen ubicada en un globo de pensamiento daría cuenta de la cognición contingente. • Las expresiones y posturas de las emociones. • La posibilidad de ilustrar movimientos en relación a objetos u otros personajes las conductas. En relación al reprocesamiento emocional a partir de la producción gráfica, se cuenta con evidencia de que la exposición repetida ante estímulos activantes de la emoción displacentera es uno de los factores de cambio psicológico más potentes. Toda psicoterapia efectiva aporta las condiciones de contención y seguridad para que este desafío sea asimilable. En el caso de los niños, la distancia y los límites que la situación lúdica y gráfica proveen, optimizan estos factores que regulan la tolerancia a las novedosas situaciones de afrontamiento. En suma, autores como R. Friedberg (2002) y M. Stern (2002) coinciden en que los dibujos y registros simples pero significativos, divertidos a la par que trascendentes, optimizan la participación activa del pequeño haciendo de la terapia una ''experiencia amigable''. Para lograr esto se deben tener en cuenta tres principios metodológicos clave: a) definir de manera constructiva el rol de los participantes; b) abrir y cerrar el foco de los dibujos; y c) hacerlo simple, rápido, participativo y que signifique A). Definir de manera constructiva el rol de los participantes El rol del paciente: se recomienda que el terapeuta le explique al paciente que él puede ser su propio “doctor de los miedos” o el “maestro de los problemas”, que la idea es que él se vuelva un especialista en resolver aquello por lo que consulta. Se apunta de este modo a fomentar la participación activa del pequeño consultante. Para ello puede intentar poner en práctica ciertas estrategias o técnicas (dibujos, registros, ejercicios, experimentos conductuales). Podemos, por ejemplo, explicar a nuestro “compañerito de aventuras” que hay dibujos, juegos e investigaciones de científicos y detectives que nos ayudan a entender como enfrentar ''estos miedos del demonio'' o ''esta tristeza traidora''. Una posible estrategia inicial puede ser la de pedirle al propio niño que se dibuje a sí mismo con el rol que haya elegido para afrontar sus problemas. Por ejemplo, se podría dibujar como un gigante que aplasta los miedos. Cuando se encomiendan este tipo de indicaciones es aconsejable evitar el término ''tareas'' por la desagradable sensación que les genera al asociarlo a las tareas escolares. Rol del terapeuta: P. Kendall afirma que el terapeuta infanto-juvenil cumple la triple función de educador, entrenador y consultor. El desafío consiste en pensar cómo podemos transmitir la complejidad de este rol en forma sencilla, intrigante y divertida. "Entrenadores en valentía'', ''Doctores anti-miedo'' son nominaciones que permiten al niño comenzar a representarse a la situación clínica, su interlocutor y objetivo aún antes de la primer entrevista. Los aportes constructivistas de M. White, D. Epston y otros nos orientan al dar forma a un lenguaje lúdico cercano a la conceptualización usual de la realidad cotidiana por parte del niño. A partir del mismo, los problemas se externalizan y los recursos se incorporan a la identidad del pequeño consultante como afrontador activo. Veamos el siguiente ejemplo: Una madre preguntó al finalizar la primera entrevista en la que pautamos que la próxima sesión sería con su hijita de 8 años: “-¿Qué le digo a Cami? ¿Qué vamos a ver un amigo, a un psicólogo?” “-¿Podría decirle que va a ver un Dr. especialista en pelear contra los miedos, que va a conversar con ella para ver si tiene alguno y si es así, van a ver juntos formas divertidas para combatirlo” Debido a que los niños no siempre conceptualizan de manera clara sus dificultades, la externalización del problema puede ser una estrategia eficaz para lograr una definición concreta, precisa y motivante del mismo. Esto puede lograrse apoyándose en un dibujo. En este puede graficarse al pequeño luchando contra su enemigo el problema (Freeman J, Epston D, Lobovits D, 2001), ponerle un nombre y describir las dificultades que le ocasiona. VER FIGURA 1 EN ARCHIVO ADJUNTO Y luego explicarle que el terapeuta puede ser un aliado para ayudarlo a lograr que la situación se invierta de la siguiente manera: VER FIGURA 2 EN ARCHIVO ADJUNTO Rol de los padres: puede explicársele al niño que tanto sus padres como otros familiares y allegados, forman parte de un poderoso equipo de aliados dispuestos a atrapar y enfrentar a los problemas en los contextos usuales donde estos se hacen presentes. De acuerdo a Friedberg y cols (2002), las figuras significativas del niño son para la metodología cognitiva “Co-capitanes del equipo terapéutico”, en tanto aseguran la continuidad del tratamiento y fortalecen la adherencia a las intervenciones. B). Abrir y cerrar el foco del juego y el dibujo: Alternar estratégicamente entre los gradientes del Dibujo o juego libre y dibujo o juego focalizado puede ser de suma utilidad para resolver la dinámica entre vínculo y técnica en las terapias focales. Muchas veces, los niños presentan inquietudes que se apartan de los objetivos de trabajo pactados. La escucha empática, la sutileza y el “timing” en la reconducción hacia el foco inicial es una pericia fundamental que enriquece la alianza. Más aún cuando tenemos la oportunidad de relacionar estos ''temas satélite'' con los factores que rodean y mantienen el motivo de consulta. En terapia infantil, la interacción entre el dibujo-juego libre y el dibujo-juego focal tiene una importancia crucial. En la clínica con niños puede observarse que: VER GRAFICO EN ARCHIVO ADJUNTO Abrir y cerrar estrtégicamente el foco en la interacción con el paciente puede contribuir en diversos aspectos de la terapia, por ejemplo: en la Evaluación Diagnóstica, la Conceptualización y la Psicoeducación. Con respecto a la evaluación diagnóstica se puede afirmar que en muchos casos: ''El terapeuta propone y el niño dispone''. Cuando planteamos temas, ejercicios y juegos, debemos atender a las respuestas verbales y no verbales del pequeño como indicadores de su motivación, interés y participación en la propuesta interactiva. En los comienzos del tratamiento, es aconsejable, acoplarse más a las temáticas libremente aportadas por el chico a la manera de un ''participante secundario''. De esta forma ayudamos, por una parte, a establecer el vínculo incipiente y por otra a indagar acerca de los intereses, inquietudes y estilo cultural del niño. A su vez, estos dibujos-juegos libres iniciales suelen aportarnos datos que, en el seno de la interacción paciente-dibujo-terapeuta, complementan el diagnóstico: ¿expone el niño sus producciones sin demasiados reparos y se expresa con soltura? ¿Es excesivamente expansivo y deja escaso margen para los aportes del terapeuta a la producción? ¿Observa las convenciones usuales en su cultura?, ¿es buen lector de claves sociales? ¿tiene cierto manejo de sus impulsos y emociones? A medida que el terapeuta propone algún cambio de reglas o de temática, ¿puede el niño acoplarse con cierta flexibilidad? Con respecto a la conceptualización del caso: es importante tener en cuenta que las producciones libres no se dan en el vacío. Como destacó Piaget, entre otros, el juego y los dibujos son actividades asimilativas que el niño utiliza para entender y organizar su universo de experiencia. En el material pueden evidenciarse: esquemas referentes a la definición del sí mismo y las relaciones con los otros, expectativas, temores y muestras de su estilo perceptivo y modalidad de procesamiento de la información. En la medida en que se genera confianza mutua, lentamente podemos encausar las producciones hacia temáticas acordes al motivo de consulta: podemos dibujar conjuntamente acerca de las relaciones con compañeros de colegio, los familiares, la hora de dormir, o los momentos en que se encuentra más triste o ansioso. El terapeuta puede ayudar en una co-producción de estos dibujos haciendo preguntas acerca de los rasgos expresivos que demuestran las emociones acordes a las circunstancias y agregando ''globitos de pensamiento'' sobre cuyo contenido el niño puede ser consultado. Por ejemplo: se le puede graficar la situación en la que el niño se sintió desanimado y pedirle que complete el “globito del pensamiento” para identificar en este caso creencias de tipo perfeccionistas. (Ver figura 3). VER FIGURA 3 EN ARCHIVO ADJUNTO A medida que acepta nuestra propuesta, encausamos cada vez más nuestras producciones conjuntas hacia ''dibujos focales'' que vehiculizan las intervenciones características de la terapia cognitiva. El rol del dibujo en la psicoeducación es crucial. Informamos lúdicamente respecto a la relación pensamientos-emociones y conductas en el mantenimiento de los problemas y cómo, ante determinadas situaciones podemos pensar de diversas maneras (ver figura 4). VER FIGURA 4 EN ARCHIVO ADJUNTO Buscamos planes estratégicos conjuntos para actuar sobre los mismos (es típico el interés de los varones de 8 a 10 años acerca de los planos tácticos para ganar la batalla contra un problema). Monitoreamos los ''globitos'' que nos generan ansiedad, enojo y tristeza. Investigamos las pruebas que tenemos acerca de la veracidad de los mismos y buscamos alternativas más realistas y beneficiosas. Si logramos interesar al niño en estas prácticas, podemos incluso proponerle juegos o investigaciones para continuar en la semana. Por ejemplo, viñetas con ''globitos'' vacíos para completar con los pensamientos que tiene cada vez que está ansioso. Habrá momentos en que el paciente se acoplará a estas producciones gráficas focales y momentos en que deseará dibujar o jugar a otras cosas. Podemos acompañarlo en esta reapertura del foco entendiéndola como una situación propicia para enriquecer la alianza y complejizar nuestra conceptualización diagnóstica a partir de los nuevos aportes. No faltarán oportunidades para proponer, con tacto y ritmo, una refocalización orientada a resolver problemas. La alternativa dibujo libre-dibujo focal puede abrirse y cerrarse en diferentes grados, acorde a los distintos estados de un proceso en desarrollo. C). Hacerlo simple, rápido, participativo y que signifique. ¿Debe el terapeuta poseer habilidades o entrenamiento artístico formal para participar en este tipo de actividad? No creemos que sea necesario. En nuestro trabajo, hemos recurrido a todo tipo de variantes de producciones gráficas como medio para implementar intervenciones cognitivas: historietas ya impresas en diarios y revistas, auto-registros gráficos prediseñados por dibujantes profesionales, hasta llegar, a menudo, a involucrarnos junto al niño en la realización espontánea y desprolija de viñetas e historietas durante la misma entrevista. Probablemente la calidad de los dibujos más estilizados ejerza un primer impacto fascinante en el niño. Pero este efecto dura poco. La motivación sostenida se suscita a partir de la co-producción interactiva donde la profesionalidad del dibujo poco importa. Lo que mantiene el interés del niño es la sensación de auto-eficacia que genera el poder transmitir al terapeuta temáticas que lo perturban en una forma simple y clara, apta para describir contenidos y situaciones que los recursos verbales en su actual nivel evolutivo no abarcarían. El humor y el entretenimiento espontáneo capturan su atención, le quitan dramatismo a la situación y disminuyen la sensación que muchos niños experimentan en terapia de ser evaluado por un adulto. Veamos el siguiente ejemplo: La familia de Pablo, de 10 años, presentaba entre sus motivos de consulta la tristeza y la ansiedad generadas en el niño ante las constantes peleas con Federico, pareja de la madre. Este, cuidaba a su “hijo del corazón” la mayor parte del día con especial interés, pero tendía a irritarse, gritar y amenazarlo ante sus faltas disciplinarias. A partir de la reflexión y el entrenamiento trabajado en terapia, las habilidades de Federico para manejar los conflictos con Pablo comenzaron a mejorar en forma progresiva. Pero, como era de esperarse, cada tanto las fuertes discusiones continuaban. A partir de las viñetas e historietas que realizábamos junto a Pablo, en forma natural y poco prolija en sesión, comenzamos a entender que sus temores estaban fuertemente determinados por los “globitos de pensamiento” que se le aparecían en las situaciones de conflicto: “ahora si me va a pegar”, “va a volverse loco conmigo”. Paulatinamente, empezamos a cuestionar estos “globitos paralizantes” y Pablo pudo afrontar más tranquilo los decrecientes enojos de Federico. Al día de la fecha, comenzamos a comprender junto a Pablo que “globitos” similares lo atemorizan cuando compañeros más grandes del colegio lo cargan y lo amenazan. Seguir cuestionando “estos globitos que me hacen actuar como un gallina”, probablemente posibilite un afrontamiento más firme, asertivo y diplomático del bullying escolar. Consideraciones finales No podemos dejar de destacar en un último apartado el inmenso valor de otros medios aptos para vehiculizar intervenciones en terapia cognitiva con niños. Se trata de una amplia variedad: juegos, role playings, dramatizaciones con marionetas y muñecos parlantes, acertijos, e incluso intercambios verbales fluidos y animados. Cuanta más amplia sea la cantidad de recursos disponibles y flexibilidad que tenga el terapeuta para alternar entre los mismos, más oportunidades tendrá de operar eficazmente. Sin embargo, decidimos hacer énfasis en los dibujos e historietas en este artículo debido a su formato coherente con los principios activos más eficaces de la TCC: permiten el autodistanciamiento, reflexión y auto-monitoreo, proveyendo una muestra simple de procesos mentales complejos. Así mismo, en la medida en que el niño lleva sus dibujos consigo, puede transportar los significados y patrones alternativos del setting terapéutico a la situación problemática. Se trata de funciones análogas a las que el modelo cognitivo otorgó originariamente a los autorregistros y otros autores a las “power cards o tarjetas recordatorias”. (Young y cols, 2001. Semerari y cols, 2002) ¿Puede un niño con trastornos internalizantes generar paulatinamente esas habilidades autoterapéuticas que potencian la generalización y mantenimiento de los cambios? El estado del arte en la literatura y los reportes clínicos parecen indicar que estos ''medios amigables'' implementados en psicoterapia hacen posible este ideal. Ilustraciones: Pablo Sapia Ver en archivo adjunto biografías de Martín Gomar y Javier Mandil Gráfico Figuras 1, 2, 3 y 4 Biografías de Javier Mandil y Martín Gomar - Beck A., Clark D. (1997): El Estado de la Cuestión en la Teoría y la Terapia Cognitiva. En Caro I (Comp): Manual de Psicoterapias Cognitivas, Barcelona, Paidos Caballo V. y Simón M.A., (2002). Manual de Psicología clínica Infantil y del adolescente. Ediciones Piramide Caputto, I. (2001): Mis miedos y yo, Buenos Aires, Grupo Editorial Lumen Freeman J., Epston D., Lobovits D. (2001): Terapia Narrativa para Niños, Paidós, Barcelona Friedberg, R., McClure, J. 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