¿EDUCACIÓN DE CALIDAD? (Algunas reflexiones sobre el tema) Mario Astorga Gutiérrez (*) HOY ESTÁ DE MODA HABLAR sobre la “Calidad de la Educación”. Unos la consideran en función de mantener el modelo que nos rige (el que se instaló durante la dictadura) y otros, en la perspectiva de “un cambio profundo en la educación”. Unos, tomando como base de sustentación el modelo de evaluación vigente (SIMCE, PSU, etc.) que determina qué alumnos y qué escuelas o liceos son mejores, regulares o malos, sobre la base de medir la cantidad de contenidos que las alumnas(os) medidos, son capaces de retener (memorizar). Otros, señalando que la calidad no es solo expresión de los resultados de pruebas que miden “cantidad de conocimientos”, ya que esto ha llevado a que el proceso enseñanza-aprendizaje se convierta en un entrenamiento para obtener buenos resultados en estas pruebas estandarizadas. Sin restar importancia a lo que se argumenta, en un sentido o en otro, habría que decir que, a lo menos, desde donde deben surgir, las orientaciones y las propuestas de políticas, no se ha dicho nada acerca de qué vamos a entender cuando se habla de una educación de calidad, de una buena educación, de una educación de excelencia o, como quiera llamársela. Esta es la cuestión de fondo, qué significa una buena educación, cuáles son sus objetivos, hacia dónde queremos caminar, qué variables vamos a considerar en función de esos objetivos, cómo los vamos a organizar en un sistema armónico, coherente, consistente para lograr el resultado al que aspiramos. Por nuestra parte, consideramos la calidad de la educación como un concepto amplio que incluye la relevancia, expresada en objetivos que promueven valores deseables por la sociedad y que por tanto, deben ser considerados en la formación del futuro ciudadano; la eficacia entendida como el logro de los objetivos propuestos; la pertinencia que se alcanza si sus contenidos son congruentes con las aspiraciones de la sociedad a la cual se dirige; la equidad que implica la posibilidad de recibirla y beneficiarse igualitariamente de sus resultados y la eficiencia si se logra una óptima relación entre los recursos invertidos y los beneficios alcanzados. Consideramos que si no hay claridad respecto del tipo de sociedad que queremos y el tipo de ciudadano, de ser humano que queremos formar, es muy difícil que logremos una buena educación. El problema de la educación hoy, no es entregar a los alumnas(os) mucho conocimiento que, en el corto plazo, deja de tener vigencia, sino cómo preparamos a las actuales y futuras generaciones para que enfrenten, con éxito y sepan resolver los problemas que los cambios van generando, cada vez con más rapidez. La educación debe trabajar en función de una formación integral, que considere los aspectos intelectuales, físicos, valóricos, artísticos, etc. Debe apuntar a formar ciudadanos creativos, críticos, solidarios, dotados de hábitos y valores que les permitan, conjuntamente con superar la crisis valórica que hoy vivimos, recrear, plantear una vida nueva, una sociedad más justa, realmente democrática, que propicie, para todos, una sana convivencia y el bienestar y la felicidad comunes. Los llamados “expertos”, tanto de derecha, como de la Concertación (hoy N.M), así como varias autoridades del Mineduc, han indicado a los profesores como los principales responsables de no haber logrado superar el estado crítico de la educación a pesar del tiempo transcurrido, de las medidas adoptadas y de los recursos invertidos. Es verdad que el docente es un factor fundamental en el proceso educativo, sin embargo, es una más, de las variables a considerar. En cambio, insistimos, poco o nada se ha dicho respecto de hacer un estudio serio y profundo de los aspectos curriculares, empezando por definir, con claridad, el tipo de educación que requerimos, en una época caracterizada por la globalización económica y cultural; por la rapidez de los cambios del conocimiento científico y tecnológico el que se va haciendo cada vez más sofisticado y exclusivo; por un proceso de “modernización” que tiene, como factor fundamental, el libre mercado como elemento regulador de los flujos económicos; una época, en fin, marcada, fuertemente, por la competitividad, el consumismo y la preeminencia de todo lo material. Se ha producido un trastocamiento de valores y se ha debilitado el humanismo. Estamos viviendo, como señala el profesor Luis Riveros, “una educación sometida a un manejo instrumental: producir individuos productivos, acríticos, disciplinados laboralmente, carentes de un marco valórico, en donde la rentabilidad es la que determina el accionar educativo que mueve a la Sociedad”. Un currículum bien concebido y adecuadamente estructurado, debe considerar, además, el qué y el cómo: contenidos y metodologías. Los cambios que se han hecho en planes y programas, no han sido adecuadamente tratados al no considerar, como ya lo hemos señalado, que los veloces cambios que se producen en el conocimiento dejan, la más de las veces, obsoletos, aspectos y materias, antes que el estudiante termine de recorrer todo el sistema. De igual manera, no ha habido un buen manejo en la aplicación de metodologías apropiadas, tendientes a desarrollar en los(as) estudiantes “procesos intelectuales” que les permitan enfrentar, con éxito, los cambios y los retos que hoy se le plantean a la humanidad. Para mejorar la educación, para conseguir una buena educación, habría además, que considerar los siguientes aspectos: a).- una nueva institucionalidad, es decir, una nueva estructura del sistema; b).- la formación y el perfeccionamiento permanente de los profesores; c).- el mejoramiento real de las rentas y condiciones de trabajo del personal docente; d).- la reformulación de los sistemas de evaluación, tanto de los profesores, como de los alumnos, del personal directivo y, en general, del funcionamiento del sistema; e) el equipamiento y el material didáctico así como los demás aspectos referidos al apoyo técnico de los estudiantes; f) el financiamiento, mirado, tanto desde el punto de vista de los recursos asignados, como de la estructura y administración de ellos. De todos estos aspectos vamos, por ahora, a referirnos a dos que requieren una primera y urgente preocupación: la situación del profesor y la desmunicipalización y la Nueva Institucionalidad: 1).- El docente, factor fundamental en la calidad de la educación Como ya lo señalamos, algunos han centrado la causa de la crisis del sistema educativo en el profesorado, el que muestra un “bajo nivel profesional”, una formación profesional deficiente. Es efectivo que la formación que hoy se entrega no es la mejor, especialmente la que se proporciona en las universidades e institutos privados. En todo caso, lo que llama la atención es que, poniéndose tanto énfasis en la responsabilidad del profesor, no se hayan tomado, en todos estos años, las medidas conducentes a superar esta situación: Lo primero que es necesario señalar, es que, dado el carácter y la alta significación de la función docente, ésta no puede quedar expuesta al libre juego del mercado. Lo segundo, que es indispensable y urgente, es que el Estado, a través del Mineduc, entre a intervenir en el problema, fijando políticas que permitan reformular las estrategias y la malla curricular de la formación docente de manera coordinada entre las Instituciones Superiores, que estén debidamente acreditadas, con el propósito de dar un sentido nacional y unitario a este proceso de formación, determinando con claridad, el perfil del docente que los tiempos requieren. Por otra parte, en la perspectiva de lograr profesionales, de la docencia, de buen nivel, hay que considerar, además, la renta como un factor altamente incidente. Desde este punto de vista, no cabe duda que lo que hoy percibe un profesor no le garantiza en absoluto las posibilidades de un desarrollo digno, tanto personal, como profesional, más bien es un factor que actúa, negativamente, en su rendimiento y buen desempeño. La renta, es uno de los factores importantes que los jóvenes consideran a la hora de elegir una profesión. Nos parece, además, que es necesario tomar algunas medidas, tendientes a lograr un grado mayor de exigencia en el ingreso a la carrera, de modo que se incorporen aquellos egresados de enseñanza media que, además de mostrar algún grado de vocación e interés, tengan un buen nivel de rendimiento y exigencia académica. Hay que agregar, que si queremos tener buenos docentes, tiene que haber una política permanente de perfeccionamiento, el que también debe ser de alto nivel y consistente con los cambios curriculares que se propongan para mejorar la calidad de la educación. Es indispensable, para estos efectos, el restituir la autonomía y sus funciones al Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP). Es absurdo, seguir manteniendo esta institución en las condiciones actuales. En algún momento, se quiso dar impulso al perfeccionamiento y se destinaron grandes cantidades de recursos; lamentablemente, esta iniciativa y los recursos correspondientes, se perdieron ya que no hubo, un diseño de una política consistente y coherente que permitiera que las acciones a realizar, en este campo, apuntaran al cumplimiento de objetivos claros en el mejoramiento curricular, particularmente, en las áreas más críticas (lenguaje y matemática). Además, se entregaron los recursos a universidades, institutos, ONG y a cuantas organizaciones surgieron para ofrecer actividades de perfeccionamiento. Los recursos invertidos sirvieron más, para beneficio de particulares y grupos paralelos a la educación, que para mejorar la calidad profesional de los docentes. En cuanto a otros aspectos, que dicen relación con el desempeño y rendimiento del profesor, llama la atención que las autoridades solo se refieran a la capacidad y a la formación del docente, y no consideren factores que son, también, de alta incidencia a la hora de hablar de rendimiento profesional: remuneraciones; condiciones de vida y de trabajo; problemas de salud y pérdida del ascendiente social. Es difícil pensar, que un profesional, que tiene serios problemas de carácter económico; que tiene que trabajar en dos o más establecimientos para mejorar su renta, con cursos de cuarenta o más alumnos, vaya a estar en condiciones de rendir eficientemente. Agreguemos a lo anterior, las fuertes exigencias burocráticas, las evaluaciones permanentes, la falta de tiempo para planificar y preparar sus clases y auto perfeccionarse, aspectos estos que terminan tensionando fuertemente al profesor produciéndole, además, serios problemas de salud. Es de esperar, que las actuales autoridades, así como los “expertos” y “opinólogos” de la educación, consideren también estos factores a la hora de determinar el origen y características de los problemas que están afectando a nuestra educación, así como en la definición de las soluciones correspondientes. En suma, para mejorar y dignificar la profesión docente, pensamos que, además de la formación y el perfeccionamiento, deben considerarse, entre otros, los siguientes aspectos: a).- mejoramiento de las rentas y asignaciones especiales para hacerlas compatibles con las mayores exigencias en la formación y desempeño profesionales; b).- cursos de no más de 30 alumnos; c).- concentración horaria, d).- sistema que considere, en una relación 50-50 por ciento, horas destinadas a planificación de clases, evaluación, asesorías y autoperfeccionamiento; e).- reformular el sistema de evaluación del personal docente y de los alumnos(as). Todos los aspectos, aquí señalados, deben ser considerados y servir de base, según el caso, en la Carrera Profesional Docente que, desde hace algunos años, ha venido impulsando el Colegio de Profesores y que hoy, el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, estaría tratando de hacer realidad. 2).- Una Nueva Institucionalidad Desmunicipalización para una mejor educación. - Si pensamos en serio en lograr una buena educación, una educación de calidad que garantice el pleno de desarrollo económico, social y cultural del país, tenemos que considerar, necesariamente, el contexto institucional en que ésta se desenvuelve; contexto que también tiene que ver con principios, valores, objetivos, además de su estructura y sistema de funcionamiento. El sistema municipalizado, que hoy nos rige ha contribuido, en su funcionamiento, al creciente estado de deterioro en que ha devenido la educación chilena. “El Gobierno Militar”, con el argumento de que había que “modernizar” la administración de la educación, impuso el actual sistema, con un claro sentido ideológico destinado a debilitar la educación pública, como así ha ocurrido en beneficio de la educación particular. El Colegio de Profesores, en uno de sus documentos: “Base de Discusión” para el Congreso Nacional de Educación señalaba lo siguiente: “(…) para comprender el traspaso de las funciones administrativo – financieras y curriculares desde el Mineduc a las Municipalidades y entidades privadas, hay que visualizar este proceso, desde la concepción político- ideológica de un estado subsidiario, neoliberal y neocapitalista cuya finalidad fue, desde esta perspectiva, desarrollar un proceso de “Modernización” del sistema educacional”. En el marco de esta concepción modernizadora, so pretexto de descentralizar el sistema, pasó las escuelas públicas, a depender de los municipios. Esta medida, conjuntamente con debilitar el Mineduc, produjo un quiebre y una desarticulación del sistema. Este fue desintegrado en tantas partes como municipios existían en el país, cada uno de los cuales con autonomía en la gestión administrativa y financiera. La educación fue entregada a un organismo sin experiencia, ni conocimiento sobre esta importante función social. Algunos especialistas han señalado que “el sistema municipalizado ha provocado una confusión, una falta de claridad respecto de quien es el responsable de los resultados educativos ya que legalmente, el Mineduc está a cargo del ámbito pedagógico, mientras que el municipio está a cargo del ámbito administrativo educacional”; a lo anterior agregan que “los municipios tienen dificultades para administrar adecuadamente el servicio educativo”, dicho de otra manera, la municipalización simplemente fracasó. Este sistema, que para muchos era irreversible, hoy se piensa, mayoritariamente, que debe ser cambiado. Hay que desmunicipalizar hoy la educación. Se habla de una nueva Institucionalidad; es decir; establecer un nuevo sistema educativo. Concebimos éste como un sistema integrado y descentralizado con coherencia interna garantizando la relación armónica, flexible y eficiente de sus diferentes organismos, o subsistemas, con miras al cumplimiento de su misión, finalidades y objetivos. Al respecto el Colegio de Profesores de Chile (CPCH) ha expresado en reiteradas ocasiones que “(…) la educación pública se debe recuperar a través de una nueva institucionalidad, cuya misión y propósitos sean consistentes y coherentes con el principio de asegurar el derecho a una educación de excelencia para todos, con calidad integral: cognitiva, valórica, emocional, creativa, física, ciudadana y garante de igualdad de oportunidades e integración – inclusión social. Todos estos elementos deben ser parte insustituible de la misión del nuevo sistema de Educación Pública, lo mismo que su carácter laico, universal, plural, sin selección, con gratuidad y con la responsabilidad estatal como garante del derecho a la educación”. Y agrega también lo siguiente: “(…) los principios, que inspiran el nuevo sistema, propuesto por el Colegio son: laicismo; pluralismo; gratuidad; respeto a la diversidad cultural, compromiso con la democracia y la cultura cívica, transparencia; integración e inclusión; calidad integral.” Además de considerar estos principios y valores en la Nueva Institucionalidad, pensamos que el nuevo sistema, conjuntamente, con hacer efectivo el proceso de administración descentralizada, debe restituir al Ministerio de Educación y sus unidades descentralizadas, la administración de los establecimientos educacionales. Hacemos nuestra la propuesta del Colegio de Profesores en el sentido de crear, en el seno del Mineduc, un “Servicio Nacional de Educación” en el cual debe radicar la dirección del sistema cumpliendo las funciones básicas de planificación, organización, dirección y supervisión; y relacionándose con las regiones a través de organismos o servicios regionales. El Colegio ha concebido, como órgano principal del sistema, a las “Direcciones Zonales de Educación” cuya función principal sería particularizar, en sus respectivos territorios o zonas, las políticas educativas nacionales emanadas desde el Mineduc”. Estos organismos tendrán como funciones especiales la planificación, gestión y administración del proceso educativo en el área geográfica correspondiente, disponiendo de la necesaria autonomía para su buen ejercicio, junto con esto prestará asesoría y apoyo técnico-pedagógico a las escuelas de su Zona. A nivel regional o zonal se establece, además, la creación de un “Consejo Zonal”, organismo integrado por representantes de diversos sectores: económicos, sociales, culturales, académicos, políticos. Se concibe este organismo como “un órgano normativo del sistema descentralizado”. El núcleo básico de la nueva estructura es, por supuesto, el establecimiento educacional. “Este es el espacio en donde se desarrollan, de manera integral, los procesos de formación”. Aquí es donde se hace realidad el sentido y significado de la educación como función básica y trascendente de la sociedad. A nivel de la escuela, se propone, como “instancia fundamental en el desarrollo e implementación de las políticas educativas”, la creación del Consejo escolar” integrado por representantes de los distintos sectores de la comunidad educativa. A diferencia de la “Municipalización”, esta reformulación de la descentralización, incorpora a la educación, como factor fundamental en el desarrollo socio-económico y cultural de la región haciendo participar a los diferentes sectores ciudadanos, en la fijación de políticas, planes y proyectos para una educación que, además de considerar los fines y objetivos generales que le dan sentido a la nacionalidad y al proyecto país, definan aquellos que consideren la realidad regional y local. El actual gobierno tiene la oportunidad histórica de hacer realidad, las aspiraciones, tanto del Magisterio, como de una gran mayoría ciudadana, en el sentido de configurar un sistema educativo que, efectivamente , garantice el derecho a una educación de calidad, que nos permita logar, en un plazo prudente, un desarrollo integral, tanto individual como colectivo. Esto pasa necesariamente por fortalecer la Educación Pública. (*).- Profesor y Ex Ministro de Educación del gobierno del doctor Salvador Allende Gossens