Barranco, C. y Cáceres, C. (2001). Trabajo Social con las personas con discapacidad auditiva. En D. Colom y M. Miranda (Dirs.). Poblaciones y bienestar II. Zaragoza: Mira. “La sordera significa la pérdida del estímulo más vital: el sonido de la voz que articula el lenguaje, que despierta el pensar y que nos mantiene en contacto con la compañía humana” Helen Keller RESUMEN TEXTO PUBLICADO El texto que se expone recoge algunos de los aspectos que conforman el capítulo del libro referenciado. En dicho capítulo se aborda la sordera y los aspectos vinculados a la intervención de los trabajadores sociales. Así, en las consideraciones generales se expone como en nuestro mundo de oyentes, a menudo, pasamos por alto lo que significa y lo que implica no poder oír o tener dificultades para poder comunicarse a través de la lengua oral. Las personas que tienen una discapacidad auditiva sí que conocen el significado al vivir a diario las múltiples implicaciones que dicha discapacidad les supone al precisar rehabilitación, educación, apoyos técnicos y humanos para poder llegar a comunicarse, de forma completa y con calidad. También, se hace referencia a los enfoques y abordajes de las trabajadoras sociales con este colectivo y con sus familiares y a los cambios que se van impulsando auspiciados por las propias personas con deficiencia auditiva, familiares, movimientos asociativos, organizaciones (públicas, privadas, ONGs), políticos, profesionales de las distintas disciplinas. Cambios orientados hacia la transformación de las actitudes sociales y de las condiciones de vida del colectivo. Todo ello en un intento por ir descontruyendo y construyendo la realidad social; en un intento por aproximar los dos mundos: el de los oyentes y no oyentes; en un intento por aceptar que las necesidades de cada ser humano son diferentes; en un intento por detectar y satisfacer las necesidades específicas del sector. En el apartado de las características generales de la población con discapacidad auditiva y de sus entornos familiares y sociales, se introduce al mundo de la sordera y al de las familias. Se enfatiza como a medida que vamos entrando nos damos cuenta que una pérdida auditiva no sólo implica no poder oír, sino que supone la pérdida de un canal de información básico el cual genera múltiples vacíos en la experiencia y desarrollo integral de la persona. Desde la perspectiva profesional, los trabajadores sociales, se comprueba que cada persona es única y que en este colectivo (igual que en cualquier otro), a la hora de acercarnos al mismo, tenemos que asumir que la realidad social es construida y que tenemos que desconstruir y construir conjuntamente con ellos y con cuantas personas trabajan en la misma. Por tanto, hay que tener en cuenta que sólo el análisis detallado y pormenorizado de cada situación nos permitirá el diagnóstico para juntos, modificar y construir la realidad soñada, la que nos aproxime a la utopía posible de la integración social. Desde el punto de vista fisiológico, la perdida auditiva ha sido ampliamente estudiada, lo que ha dado como resultado una clasificación de acuerdo a distintos parámetros, generalmente aceptada. En este caso, teniendo en cuenta las repercusiones en el desarrollo cognitivo y socio-afectivo de la persona que la padece, se exponen sólo dos: según el momento de aparición y el grado de pérdida González (1997). 2 En función de la edad de aparición: a) Sordera prelocutiva o prelingüística: la cual aparece antes de que se haya desarrollado el lenguaje, generalmente se sitúa entre los dos o tres primeros años de vida. b) Sordera postlocutiva o postlingüística: aparece después de un proceso de adquisición del Lenguaje, generalmente situada entre los tres o cuatro años, aunque puede presentarse en cualquier otra etapa de la vida. Este tipo de sordera ofrece un mejor pronóstico en el desarrollo de aspectos fonéticos, lexicales y morfisintácticos. En función del grado de pérdida: a) Hipoacusias ligeras, (de 20 a 40 dB de pérdida), surgen dislalias por insuficiente discriminación de algunos rasgos fonéticos, problemas de atención y dificultad para comprender la voz de baja intensidad. b) Hipoacusias medias (de 40 a 70 dB de perdida), el lenguaje se desarrolla de manera natural, pero con retrasos y dificultades: pobre comprensión en ambientes ruidosos o en intercambios múltiples (grupos de conversación). c) Hipoacusias severas, (de 70 a 90 dB de pérdida), no hay desarrollo espontáneo del lenguaje, la audición residual no es funcional aunque esté amplificada. El aprendizaje del lenguaje oral es lento y muy limitado. La voz y la articulación rayan lo ininteligible. d) Sordera profundas, (más de 90 dB de pérdida), la adquisición del lenguaje, particularmente difícil. Voz y pronunciación muy alteradas. Toda la comprensión verbal depende de la lectura labial. Teniendo en cuenta, estas tipologías (González, 1997), concluye, que desde el punto vista pedagógico-educativo, se considera: a) Sordo: es aquel presenta una elevación del umbral de percepción de los sonidos. Oye ruidos que sólo podrán tener significado, tras un largo proceso de aprendizaje. Individuos cuya deficiencia de oído es tan severa que no puede defenderse con amplificación, por lo tanto el sentido de la audición no les es funcional, para los propósitos de la vida diaria, siendo su principal medio de captación de la información la visión y el tacto, siendo auxiliar la audición. b) Hipoacúsico: percibe la palabra por vía auditiva pero carece de la agudeza suficiente para captar la forma (ej.: mesa/pesa/besa). La audición si bien es defectuosa es funcional y puede defenderse con prótesis (audífonos). A nivel general y en función de la pérdida auditiva, se puede decir que algunas de las deficiencias auditivas se pueden prevenir, otras con tratamientos adecuados se pueden rehabilitar, otras atender para evitar que vayan a más y otras, como las 3 profundas, tratar precozmente para intentar aminorar sus consecuencias. De ahí que una persona que tenga una deficiencia de tipo profundo prelocutiva en los dos oídos no podrá oír con prótesis auditiva, tal vez, si, en caso de poder realizarse un implante coclear, por lo que inicialmente no podrá comunicarse mediante la lengua oral y si a través de la lengua de signos. Las de tipo moderada y ligera con entrenamiento de logopeda y prótesis pueden llegar a oír y a comunicarse con la lengua oral. En cualquier caso, cada persona es única y el tratamiento para ella, será igualmente único, compuesto a partir de las distintas posibilidades de intervención que están disponibles en los distintos ámbitos de la vida. Además, en el capítulo del libro se recogen otros factores relativos a las implicaciones de la sordera; la familia, la comunidad sorda y la sociedad, enfatizándose que la discapacidad ha de ser tratada en sus múltiples vertientes. Al mismo tiempo se resalta que las personas sordas puedan llegar a participar activamente en la sociedad, en la medida en que se lleven a cabo acciones dirigidas a eliminar las Barreras de la Comunicación, que se pueden resumir en: desarrollo normativo especifico que contemple las dificultades derivadas de la sordera; señalización visual de recintos públicos; garantizar el acceso a los medios de comunicación de masas (ej.: subtítulos en TV) y a las nuevas tecnologías (ej.: popularización de la videoconferencia); y creación de plazas de interpretes de Lengua de Signos, en los sitios pertinentes (ej.: hospitales, centros de formación). Asimismo, se describe la intervención de los trabajadores sociales en el campo de la discapacidad auditiva, desde los enfoques propios de la disciplina de Trabajo Social, centrado con las personas sordas y con el medio social. La importancia de las políticas sociales integrales activas y de protección, las cuales se han de consolidar en programas que articulen lo privado y lo publico, la solidaridad social con la administrativa, lo individual con lo colectivo (Barranco, 1996). La intervención del trabajador social con las personas sordas, con la familia y con las distintas organizaciones de la sociedad, se basa en la comprensión de la situación de la persona y del medio, así como en la acción (Richmond, 1982). Comprender y actuar sobre las crisis personales y familiares que se generan a lo largo del desarrollo evolutivo; facilitar información y formación a la población oyente para poder interactuar con los no oyentes; investigar y actuar en los espacios de salud, educativos y laborales de la comunidad con la participación e implicación de la población. Se describen los espacios de intervención del trabajador social, tales como salud, educación y empleo. Se exponen los objetivos del trabajo social, los cuales están orientados hacia la ayuda de las personas, grupos o comunidades para promover cambios. Cambios que lleven a superar las situaciones problema, así como a la satisfacción de las necesidades, el incremento de bienestar social y de la calidad de vida de la ciudadanía. El tipo de cambio estará supeditado a las situaciones de 4 las personas y a las condiciones del medio social, así como a los modelos que aplique, lo que da lugar a los distintos enfoques y procesos. Se expone la descripción de algunas de las actividades más relevantes y se incluye una relación de las principales organizaciones del sector que nos ocupa. De entre ellas citar: Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE) C/ Alcalá 160, 1ºF. 28028 MADRID . Tel.: 91 356 58 32 y 91 356 57 76. Fax: 91 355 43 36 E-mail: cnse@cnse.es. Sitio Internet: http//www.cnse.es Federación Española de Asociaciones de Padres y Amigos de los Sordos (FIAPAS). c./ Nuñez de Balboa, 3, 1º. 28001 Madrid. Tlfno. : 91 576 51 49. Fax ...: 91 576 84 46. Vtx/Dts: 91 577 12 30. E-mail : fiapas@jet.es Sitio Internet: http//www.fiapas.es BIBLIOGRAFÍA BARRANCO, C (1996): Proyecto Docente. Tenerife, Universidad de la Laguna, sin editar. - (1998): “Derechos Humanos y Discapacidad: realidades y quimeras”. Madrid. Entorno Profesional, edición digital nº 6. -(1999): Estudio de los CAMPs de Tenerife. 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