la diaria | FOTO: VICTORIA RODRÍGUEZ | ladiaria@ladiaria.com.uy www.ladiaria.com.uy La manera como se escucha, difunde, almacena y distribuye música ha experimentado un cambio radical en estos últimos diez años, con ramificaciones y consecuencias aún imprevisibles. La década del mp3 MONTEVIDEO URUGUAY 27 11 09 26 UN DISCO POR MES 27 11 09 Haih... or amortecedor: Os Mutantes versión 2009 Pa saron 34 años desde el último disco de estudio de la banda, Tudo foi feito pelo sol, y hasta hace un par de años este regreso era apenas una loca idea en la cabeza de los fanáticos que, en el mundo, le otorgaron a Os Mutantes el estatus de banda “de culto”. En 2006, un festival-homenaje al movimiento tropicalista en Londres los puso de nuevo en los escenarios de la mano de dos de sus miembros fundadores, los hermanos Arnaldo Baptista y Sergio Dias (Rita Lee, vocalista original, no quiso ser de la partida) y sus seguidores-discípulos más renombrados (Beck, Devendra Banhart, Sean Lennon, Mike Patton, de Faith No More) vieron cumplido su sueño: Os Mutantes estaban de regreso. Un año después, Sergio Dias contaba a desde São Paulo (ver suple Nº9, noviembre de 2007) cómo, tras esa serie de conciertos, la banda se aprontaba a grabar un nuevo disco, que sería compuesto a medias entre Dias y Tom Zé, socio ideal para volver a la senda primigenia del movimiento tropicalista, irreverente y rupturista. El resultado pudo verse recién en setiembre de este año. Este llamativo delay en el lanzamiento tiene como una de sus razones el desinterés del sello Sony/BMG (que había editado CD y DVD del impresionante recital de Os Mutantes en el Barbican Theatre de Londres) en editar un disco de material nuevo. Haih...or amortecedor fue lanzado por el sello independiente estadounidense Anti y no hay nada de azaroso en el accionar. Desde que su música comenzó a circular entre los circuitos de universitarios y músicos como David Byrne (Talking Heads) repararon en lo original del material (fundamentalmente sus tres primeros discos: Os Mutantes, de 1968, Mutantes, de 1969, y A Divina Comedia ou ando meio desligado, de 1970... una obra maestra tras otra) la música “mutante”, aunque innegable hija del movimiento tropicalista brasileño, no llegó a profetizar en su tierra y se metió en el mundo afortunadamente sin entrar en el deleznable y arbitrario bolillero de la “world music”. La buena noticia es que, con cambios en la banda y a pesar del paso del tiempo, este disco perfectamente podría haber sido un continuador de los antes mencionados. La portada (una foto con un cuervo en primer plano mirando implacable al fotógrafo –el mismo Sergio Dias– cual si fuera la carroña que está encabezando una lista de espera) es llamativa pero devela –a medias– la incógnita del nombre del disco. “Haih” significa “cuervo” en la lengua de los indios Shoshone, nativos (norte) americanos originales de Nevada, y la provocadora mirada del ave musa de Edgar Allan Poe pareciera una síntesis de lo que Os Mutantes tienen para ofrecer en su nueva encarnación (“amortecedor” significa “amortiguador” en portugués; Dias no explica al respecto, como si hiciese falta). Tras “Hymns Of The World Pt.1”, una intro de 33 segundos con un discurso en vaya uno a saber qué lengua (pero que termina en un “hurra” vivado por una multitud), la banda arremete con “Querida Querida”. Primera seña del retorno “mutante”: el estribillo abre el tema, potente, cantado en forma tribal y con las primeras y esperadas pinceladas de acidez e ironía en la letra (“el pueblo/querida querida/ va a sobrevivir a sus defensores/a sus canciones de protesta/y a nuestra caridad”) para luego dar lugar a quiebres, climas creados en base a sobrecargar la instrumentación y a un colchón de voces que primero parecen celestiales y segundos después, durante el crescendo del tema, parece que pidiesen socorro. Para esa altura la voz de Dias ya habrá cedido paso a la de la vocalista Bia Mendes, que culmina una segunda melodía aullando “Porra!” (“maldición”). El comienzo no podía ser más alentador. Si “Teclar” es una buena forma de evocar la influencia beatle, “2000 e Agarrum” es un forró desquiciado (buena puerta a la música del coautor Zé), devenido bolero previo pasaje por música circense y el clima de parodia que gana terreno sin perder un ápice de nivel en la ejecución (todos estupendos instrumentistas, destácandose Dias, un guitarrista sorprendente, y Dinho Leme, baterista original de la banda, siempre detrás de la tríada Lee-Baptista-Dias). Todo suena diferente y coherente. No hay nada que una a “Baghdad Blues” y su aire de vodevil a la perla pop “O Mensageiro” (si hubiese un track “radiable” sería éste, sin duda) y mucho menos a “Samba do Fidel” evocando a la maravillosa “El justiciero” de los 70. La mención a Fidel es engañosa, la canción es una mirada despiadada a los autócratas y demagogos del mundo y a los primeros a los que no perdona es a los mismos brasileños (“somos siempre los grandes pelotudos/a pelota pilota el pais” canta Dias, entre castellano y portugués. En los 13 temas del disco no queda género por recorrer y hay guiños y referencias no sólo a los primeros Mutantes sino a buena parte del mapa musical mundial... de los últimos 40 años. Las bases del Tropicalismo siguen allí: fagocitar todo para regurgitar algo nuevo. Haih... or amortecedor es la prueba de que la capacidad de sorpresa tampoco tiene fin. Christian Font la diaria | | ladiaria@ladiaria.com.uy www.ladiaria.com.uy MONTEVIDEO URUGUAY INVENTARIO 2 1 Aquí está su disco El Festival All Tomorrow Parties, que tiene ediciones en Gran Bretaña y Estados Unidos, cuenta con una interesante sección llamada Don’t Look Back donde una banda toca un disco propio en forma completa. En la próxima edición estadouniden- 2 Campos magnéticos Magnetic Fields, el grupo de Stephen Merritt, anunció la edición de un nuevo disco llamado Realism, que se editará a fines de enero 2010. Según se ha dicho el álbum será bastante distinto a Distortion, su anterior trabajo, de 2008, con un sonido basado en “el pop psicodélico orquestal de fines de los 60 y principios de los 70”. El disco grabado con instrumentos acústicos cuenta entre sus colaboradores al escritor se se ha anunciado, con mucha anticipación, que los invitados serán nada menos que The Stooges –que han vuelto una vez más al ruedo de la mano de Iggy pop–, que ejecutarán en forma integra su disco Raw Power, editado originalmente en 1973. Para verlos (además de estar en Nueva York) habrá que esperar hasta el 3 de setiembre de 2010. Daniel Handler (no confundir con el actor uruguayo) más conocido como Lemony Snicket en acordeón, Johnny Blood en tuba, e Ida Pearle en violín. 3 4 Música en raspadita La crisis –¿terminal?– del formato CD y del soporte físico de la música en general ha obligado a las compañías a pensar en nuevos medios de difusión de la música. Uno de ellos es una tarjeta de música digital que acaba de entrar en el mercado latinoamericano con un catálogo de artistas de la región encabezados por Gustavo Cerati, Shakira y Calle 13, llamada musicpass. Con el mismo tamaño de una tarjeta de crédito, y un costo aproximado de 4 dólares, es básicamente una raspadita con un número de serie y otro de clave que, cargándolos en el sitio musicpassla.com, habilitan la descarga del disco completo que indica el pase (desde Britney Spears hasta Calle 13 y Smitten), en formato mp3 de alta calidad. Más recitales En el suple pasado dimos cuenta de la enorme cantidad de recitales que se venían en los últimos meses del año. Pero además de dar erróneamente como confirmado el recital de Charly García el 14 de noviembre en el Velódromo, cosa que no ocurrió, 5 Vuelve REM Michael Stipe, líder de la banda REM, subió algunos videos caseros a la página de su banda, donde muestra a sus integrantes trabajando en su nuevo álbum, el sucesor de Accelerate editado en 2007. El nuevo álbum, al igual que Accelerate, será producido por Jacknife Lee. Hace unos días la banda editó un CD doble grabado en vivo en el Teatro Olympia de París. Coordinador del suplemento: Andrés Torrón / Fotografía: Sandro Pereyra / Corrección: Cecilia Blezio / Armado: Diego García otras fechas quedaron en el tintero. Por ejemplo, la vuelta de Los Traidores, la mítica banda del rock pos dictadura, que junto a La Vela Puerca y a Santullo, estará presentándose en el Teatro de Verano el próximo 12 de diciembre. Unos días antes Supervielle dará fin al ciclo MOV en al Sala Zavala Muniz, presentándose en formato acústico el 7, 8 9 y 10 de diciembre. DIEZ AÑOS DE MÚSICA POR INTERNET La década del mp3 27 11 Es “Una vez más nos dicen que las copias caseras están matando a la música. Pero no es verdad: existen simplemente como un gesto del verdadero amor que significa compartir música con amigos y amantes. Tratar de controlar el intercambio de música cerrando los blogs de mp3, los sitios P2P o BitTorrent o cualquier otra tecnología que surja es como tratar de controlar un asunto del corazón. Nada va a detenerlo”. (Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth) Los archivos mp3 comenzaron a difundirse en la segunda mitad de la década de 1990. La popularización de las computadoras con capacidades multimedia, que hicieron que imagen y sonido fueran algo común en cualquier PC hogareño y las grandes posibilidades del hipertexto (la combinación de imágenes, sonido, texto y diversos vínculos) fueron muy explotadas en internet. Pero el sonido quedaba siempre restringido por un problema de espacio. Los archivos de sonido ocupaban demasiado volumen. Todo comenzó a cambiar con la aparición del nuevo tipo de archivo. La sigla es una abreviación de Motion Picture Experts Group, Audio Layer III file format. Es una institución (también conocida como MPEG) que trabaja para definir estándares internacionales para almacenar y transmitir audio y video, y es parte de la Organización Mundial para la Estandarización (ISO, por su sigla en inglés). La gran revolución de los archivos mp3 fue que tenían un sonido en principio comparable en calidad al de la información digital contenida en un disco compacto, pero ocupaban un espacio diez veces menor. pagas se mantienen y su público ha crecido, es el tráfico gratuito e “ilegal” de música el que ha definido los tiempos que corren. Cambios En estos diez años internet ha pasado a ser el medio principal por el cual se descubre nueva música, se hacen éxitos y se crean tendencias. Los consumidores de música son quienes han tomado el liderazgo en estas cuestiones desde foros, blogs y sitios de intercambio de archivos, multiplicando por millones la cultura de compartir e intercambiar música entre pares surgida con el advenimiento del casete. Por primera vez, desde que existe el sonido grabado, la industria discográfica parece haber quedado por fuera de estos cambios, y es casi seguro que en esta próxima década esta industria o deje de existir o cambie de manera radical. Nunca se ha escuchado tanta música como ahora, nunca ha habido tantas propuestas diferentes accesibles para cualquiera con un mínimo de inquietud y, aunque el flujo de información sigue dándose mucho más en un sentido, como nunca antes es posible conocer y también dar a conocer música de y desde cualquier parte del mundo. En lo artístico es palpable una expansión mucho mayor de las colaboraciones entre músicos y un gran intercambio de información entre propuestas en principio muy diferentes. El hecho de que gran parte de la música no pase hoy por los carriles antes tradicionales (hay mucha música que sí sigue dependiendo de esos medios) permite que grupos y propuestas no sean tan rígidos, haciendo florecer “proyectos paralelos” discos y recitales en colaboración o giras compartidas. Pero, por otro lado, ya hay una generación de oyentes acostumbrada a obtener música gratis con sólo un clic del mouse. También una vuelta a la cultura del simple, a no tener el álbum de un artista como obra referente sino colecciones de canciones preferidas de distintos músicos, la mayor parte de las veces sin saber a quién pertenece cada tema. Hay también, como siempre sucede, movimientos a contracorriente, como el resurgimiento de los discos de vinilo, que plantean una cultura casi opuesta a la del mp3. Si bien el disco nunca fue un negocio para los aristas –a no ser que fueran muy exitosos–, la falta de una cadena comercial que apoye ese soporte ha hecho que el álbum sea cada vez más una carta de presentación para las bandas que vuelven a tener en sus actuaciones en vivo su modo de sustento y su carta de credibilidad. El problema es que esta enorme revolución sigue basándose en el sonido grabado y las grabaciones son gratis para los oyentes pero no para los músicos, que tienen que buscar, ahora, cuando casi no hay sellos que apuesten por una nueva propuesta, nuevos métodos de financiamiento. Y los derechos de autor tal cual están planteados son totalmente inviables. Es tanto lo que ha cambiado en estos diez años, que es casi imposible saber dónde van a terminar esos cambios y cómo van a resolverse, si es que se resuelven, los desajustes provocados. Como no podemos predecir el futuro, por ahora, bajemos música, compremos discos, veamos recitales, aprovechando el gran florecimiento musical que vivimos. Andrés Torrón MONTEVIDEO URUGUAY Breve historia Si bien esta manera de almacenar y reproducir el sonido no fue pensada exclusivamente para la red internet, fue enseguida notorio que resultaba la manera ideal de transmitirlo a través de ella. Todo esto se multiplicó por mil cuando, en 1998, un joven estadounidense de 17 años, llamado Shawn Fanning, comenzó a idear un programa que solucionara el problema de sus compañeros de cuarto, fanáticos del mp3, que se quejaban de lo difícil que era encontrar canciones en internet. Al joven aspirante a programador se le ocurrió combinar la tecnología de los motores de búsqueda de internet con la interacción de las comunidades electrónicas. Así nació Napster. El programa no sólo permitía encontrar las canciones más rápido, escribiendo en la pantalla el título o el autor buscado, sino que creaba una comunidad virtual de usuarios y proveedores de música. Napster cedió muy pronto a las presiones de la industria discográfica, que vieron amenazado su liderazgo, pero plantó la semilla de los programas de intercambio de archivos, que se hicieron cada vez más populares y sofisticados. En octubre de 2001 salió a la venta el primer Ipod de Apple, un aparato del tamaño de una caja de cigarrillos, que no sólo permitía escuchar música en formato mp3 (y en otros tipos de archivos de música digital) a la manera de un walkman, sino almacenar miles y miles de canciones en su mini disco duro, en un principio de 5 Gigas, hoy de hasta 160. Surgieron los sitios de descarga paga de música en internet para alimentar esas discotecas virtuales. Pero, si bien en el primer mundo Itunes y otros sitios de descargas www.ladiaria.com.uy pilaciones. Y la filosofía del “hazlo tú mismo” de la cultura del casete tuvo sus derivaciones musicales en el punk y el hardcore. La cultura del mp3 y la utilización de internet como una casi infinita discoteca virtual al alcance de todos, que se fue delineando en los primeros años de este siglo, tiene elementos de todos estos cambios que se dieron en el siglo XX. Pero los cambios parecen ser aun más radicales. | ladiaria@ladiaria.com.uy Verdadero amor 09 la diaria | muy probable que esta década que termina sea recordada en materia musical no tanto por sus aportes artísticos –que los hubo– sino por los enormes cambios sufridos en la forma en que se escucha, distribuye y comparte la música; cambios tan grandes que aún es difícil avizorar hacia dónde nos llevarán. No sería nada novedoso hablar de estos 10 años como la década del mp3 (ya lo han hecho varios), ya que ese formato de audio digital, aunado a la popularización de internet, ha sido el responsable principal de estos cambios. Pero la música popular ha estado marcada siempre por los avances tecnológicos. El primero de ellos fue, obviamente, el sonido grabado. Con esa invención la música pasó a ser un objeto, que podía ser duplicado y reproducido infinidad de veces, cambiando la percepción que se tenía de ella. La radio no sólo llevó la música a sitios distantes al mismo tiempo, dando a conocer artistas y géneros e influyendo en gustos y tendencias; también contribuyó a la evolución tecnológica del disco y los estudios de grabación. La invención de los discos de 45 RPM con un tema de cada lado, que economizó mucho el proceso de duplicación de discos, fue pensada para la rápida difusión radial de nuevos artistas y fue una de las razones de la popularización del rock and roll. Y hablando de formatos, los LP o discos larga duración crearon el concepto del “álbum” desde In the Wee Small Hours of The Day, de Frank Sinatra, a Sergeant Pepper´s Lonely Heart Club Band, de los Beatles, pasando por Blonde on Blonde, de Bob Dylan, o Dark Side of the Moon, de Pink Floyd; es probable que estas obras no hubieran existido sin la invención de ese formato. El casete trajo también su revolución propia, posibilitando que cada uno grabara su música preferida de la radio (o de discos de amigos) haciendo sus propias com- 3 DOCE DISCOS EN UNA DÉCADA 27 11 la diaria | | ladiaria@ladiaria.com.uy www.ladiaria.com.uy MONTEVIDEO URUGUAY 09 4 Rock around Google Co mo no podía ser de otra manera, en la década de Google y la fragmentación el foco de atención sobre géneros y tendencias en el rock y el pop de estos diez años cambió muchas veces y muy rápidamente. Comenzamos la década con una vuelta del rock puro y duro, casi igual que los 90. Aunque esta mirada de nuevo siglo apareció en lo previo mucho más nostálgica del pasado que su predecesora, casi calcando sonidos y posturas que eran totalmente novedosas en la década del 70 y 80 pero no 40 años después. Igualmente, quedaron algunos discos y artistas a los que vale la pena prestar atención (candidatos: Strokes, White Stripes, Franz Ferdinand). El electroclash, que unió el pop y el rock con la música electrónica, de la mano de Peaches, Miss Kittin y Fisherpooner entre muchos otros, también tenía sus grandes deudas con los 80. Y por más que hubo mucho de frescura y novedad en ella, la movida de los cantautores acústicos (Devendra Banhart, José González, etcétera) también tiene sus deudas con los años 60 y 70. De Suecia llegó una cantidad de propuestas que tenían mucho que ver con los sonidos de décadas pasadas pero con una mezcla muy tamizada que las convirtió en cosas frescas y nuevas, desde el sonido electro de The Knife al pop rock de Peter, Bjorn and John pasando por el pop adolescente de Lykke Li o la apuesta a la canción de Jans Leckman. Y la escena roquera internacional también jugó a la globalización, con espacio para propuestas de este lado el mundo, como el funk carioca de Bonde do Rolé o la vena mateística de Juana Molina. Terminando la década, comenzaron a hacerse populares propuestas bien distintas, que, a falta de una denominación mejor, se englobó en el vacío título de música indie (por independiente). Tal vez puedan explicar su entrada a la fama por la puerta trasera por los enormes cambios en la manera como se escucha y distribuye música. Porque no deja de ser raro que artistas tan disímiles pero a la vez tan personales como Iron & Wine, Animal Collective, Dirty Projectors o Grizzly Bear sean enormemente populares. Lo mejor de todo es que al terminar la primera déca- da del siglo hay mucha música, muy buena, que es escuchada por mucha gente. Resumir todo esto eligiendo unos pocos discos es algo bastante irresponsable y peligroso. Por eso no lo hicimos, limitándonos a señalar una docena de álbumes que, por algún motivo (generalmente subjetivo), nos parecieron relevantes. Feist – Let it Die (2004) La canadiense Leslie Feist integró el supergrupo Broken Social Scene, cantó con Peaches y sacó un disco solista que casi nadie escuchó antes de irse a vivir a París. Allí, ayudada por Renaud Leutang (el colaborador de Manu Chao en Clandestino) y Chilly Gonzalez, hizo este disco lleno de bellas canciones intimistas, propias y ajenas, con excelentes arreglos, balanceándose entre sonidos acústicos y electrónicos. Pero además de todo el disco resume muy bien cierto espíritu de música indie cosmopolita que ha marcado esta década. Andrés Torrón The Mountain Goats – The Sunset Tree (2005) El segundo de los discos más o menos autobiográficos (y el tercero grabado en condiciones profesionales) de John Darnielle es también su obra más emotiva y punzante. La figura de un padrastro abusivo flota sobre una serie de canciones de juventud, dolor y cuentas no saldadas, estremecedoras, líricamente violentas e inesperadamente espirituales que muestran a uno de los mejores letristas de la actualidad en su cenit expresivo. Gonzalo Curbelo N.E.R.D. – In Search Of (2002) Pharrell Williams y Chad Hugo, más conocidos como The Neptunes, son, junto a Timbaland, los productores de pop y hip-hop más famosos e influyentes de la década, haciendo que en muchos discos su nombre sea más importante que el de los artistas que figuran en la tapa. Bajo el nombre de N.E.R.D. han desarrollado, además, su propia música. Este disco, de 2002, es una sorprendente muestra de rock, funk y hip-hop (es una versión “tocada” con instrumentos “de verdad” de canciones que tienen también su versión electrónica), con una energía y actitud que hacen palidecer al más “real” de los roqueros. AT Godspeed You Black Emperor! – Lift Your Skinny F ists Like Antennas To Heaven (2000) Una banda esencialmente instrumental y sin embargo muy comprometida en lo político, estos canadienses fusionaron timbres de música clásica con noise y ambient, generando los impactantes crescendos de las cuatro extensas composiciones que componen este disco capaz de dejar en silencio hipnotizado la fiesta más ruidosa. GC The Strokes – Is this it (2001) No me parece un graaan disco musicalmente (de hecho, el siguiente de la banda, Room on Fire de 2003, es mejor), pero fue el álbum que hizo posible que durante toda la década aparecieran bandas de guitarras, bajo y batería. Cada tanto el rock precisa que se le recuerden estas cosas y ya habían pasado diez años desde Nevermind. Gabo Rochinotti Joe Strummer & Mescaleros – Global a Go-Go (2001) El último disco editado en vida por este gran roquero es una muestra de libertad compositiva, variedad No sería descabellado nombrar a la de estos diez últimos años una “década rock”, donde la música de raíz roquera, casi siempre marginal en Uruguay, se volvió mainstream, llenó estadios y dio a luz a fenómenos de popularidad (muchos venían de antes pero se asentaron en ese tiempo) como hace años no se veía en el país. El fenómeno se ha desinflado un poco pero sigue vigente, al menos en el imaginario popular. La década tuvo muchos discos de rock uruguayo. Éstos son algunos de los que, por algún motivo, nos parecieron relevantes. en la áspera y casi desafinada garganta del vocalista Pedro Dalton. Después de tres excelentes aunque poco difundidos trabajos –Nunca fui yo (1996), Aire Rico (1999) y Dendritas contra el bicho feo (2001)– Amanecer búho confirmó su maduración artística, su público creció y Buenos Muchachos encontró su lugar entre las bandas diferentes de la movida local, al margen del posterior boom del rock nacional. Ese disco resume la esencia artística del grupo y abre un camino que luego profundizaría sin traicionarse a sí mismo. Lorena Bello Dani Umpi – Perfecto (2005) Todo empezó como un chiste o, para decirlo de manera más cool, como una performance multimediática. Lo cierto es que la música de Dani Umpi y, más importante aun, su estética sirvieron para abrir la puerta a una cantidad de música que se hacía en Uruguay pero no tenía ningún espacio. Y que es la que ahora aparece como la veta más interesante de la escena local, con cosas tan distintas como Closet, Santé Les Amis o Dormidos al Volante. AT 27 11 09 La Vela Puerca – De bichos y flores (2001) Resulta extraño hoy ver que De bichos y flores, el disco emblemático de La Vela Puerca y que pareció marcar al rock uruguayo de los grandes festivales, salió hace tanto tiempo, un par de años antes de que el boom del rock uruguayo explotara. Y eso muestra cómo el fenómeno de la banda fue totalmente independiente de ese boom. El disco fue el mejor resumen de la época de “agite y compromiso” del grupo, antes de internarse en los capítulos más oscuros e introspectivos de A contraluz y El impulso. AT M.I.A. – Kala (2007) Tal vez todo el ruido generado sobre esta artista británica con ascendencia de Sri Lanka haya sido excesivo. Pero, más allá de las cosas muy disfrutables que tiene este álbum, su música hizo luz sobre una cantidad de movidas artísticas de reciclaje y collage musical que de lo vanguardista y marginal pasaron a la masividad. También ayudó a darle un toque tercermundista (pero dentro el primer mundo) a la música pop bailable. AT José González – Veneer (2003) La clásica figura del cantautor que se acompaña con su guitarra española, a la que estamos tan acostumbrados en este lado del mundo, tuvo de la mano de este sueco hijo de argentinos un inesperado revival que se volvió muy popular en el Primer Mundo. Más allá de las buenas canciones de González y de sus –a veces– aun mejores versiones, su música fue una de las caras más visibles de la vuelta de los solistas acústicos que también marcó esta década y una muestra de la muy saludable y muy exportada escena musical sueca. AT La Teja Pride – Filosofías de insomnios (2003) El disco debut de La Teja Pride, una banda que ya en aquel momento tenía una larga trayectoria, mostró una mera distinta de hacer hip-hop en Uruguay. Es un disco nocturno, con bases bastante hipnóticas y colgadas, pero que a la vez nunca pierde la actitud contestaria de la banda. Fiel a su género pero abierto a influencias y con un toque uruguayo, sin gritárselo a nadie en la cara. AT System Of A Down – Toxicity (2001) Cuando aún existía MTV y los videoclips todavía se veían en televisión, la aparición del video de la canción “Chop Suey”, de System of a Down, causó una enorme sorpresa. Era una banda de metal que combinaba arreglos vocales que hacían acordar a Queen, cambios de tiempo a la King Crimson y un humor (y complejidad instrumental) con reminiscencias de Frank Zappa. Este grupo de politizados estadounidensesarmenios abrió toda una nueva faceta para el metal, que estaba demasiado encajonada en el Nü metal. Luego de ellos vinieron The Mars Volta, con igual complejidad y riqueza musical pero, lamentablemente, tomándose todo mucho más en serio. AT Buenos Muchachos – Amanecer búho (2003) Este disco marcó el despegue del grupo, que recorrió la década de los 90 a la sombra del casi inexistente mercado local, con canciones que jugaban a ir de la calma al estallido, desbordadas Cuarteto De Nos – Raro (2007) ¿Quién podía pensar que el Cuarteto de Nos, un clásico uruguayo de lo diferente y del humor freak desde fines de los 80, se iba a convertir en la segunda mitad de esta década en un fenómeno internacional? Y que lo hiciera, además, Alberto Wolf y los Terapeutas – Hay cosas que no importan (2006) Resulta difícil elegir un disco de Alberto Wolf y Los Terapeutas en lo que fue la mejor década de una banda (sus tres mejores discos son de estos dosmiles) que hasta hace poco no dejaba de sentirse “mestizo en todos lados”, como decía su álbum debut editado en el lejano 1987. Con este disco, el grupo hizo más explícitas sus influencias roqueras sin dejar de lado su personalidad única, que ha marcado al rock uruguayo bien entendido, desde hace bastante más de diez años. AT www.ladiaria.com.uy Astroboy – Automática (2005) En pleno momento de reafirmación nacionalista y de rock comprometido y humildemente uruguayo, apareció la propuesta de Astroboy cantada en gran parte en inglés, con acento en el hedonismo y con actitud arrogante. Más allá de todo el ruido que hicieron, dando empuje, además, a toda una movida de grupos “brit-yoruguas”, también tenían buenas canciones, como lo demostraron en este disco. AT MONTEVIDEO URUGUAY Vieja Historia – Doméstico (2009) Más allá de los temas, son varios gestos: producir de manera casera y sonar bien, probar con la distribución gratuita y tener respuesta, transplantar con salud instrumentos de raíces confederadas, cantar en español y conseguir buenas melodías. Gabo Rochinotti The New Pornographers – Challengers (2007) Hasta ahora la última producción de este colectivo de artistas, Challengers es, tal vez, su disco menos impresionante a primera escucha, pero también el más maduro y balanceado. Tanto AC Newman como Neko Case y Dan Bejar están más sintonizados que nunca y la mitad de las canciones presentes se pueden considerar como simplemente perfectas. GC Bob Dylan – Love and Theft (2001) Tal vez éste no sea el mejor álbum del Dylan “maduro”, el candidato a ese título es el estupendo Time Out Of Mind, editado en 1997. Pero sí es el disco que terminó de volcar las opiniones hasta llegar a la casi unanimidad actual de considerarlo como uno de los autores más importantes del siglo XX. AT con su disco más roquero, un trabajo perfecto en el que no sobra ni falta casi nada. AT | ladiaria@ladiaria.com.uy Amy Winehouse – Back to black (2006) Con apenas 26 años, esta inglesa llama la atención por sus excesos, aunque su talento vale mucho más. Éste es su segundo disco –el primero se llamó Frank (2003)–, y la consagró internacionalmente, con lluvia de platinos y premios. Es uno de los pocos casos de la industria musical donde el éxito se corresponde con la calidad artística de una obra. Compositora de la mayor parte de su obra y dueña de una voz grave y exquisita, Winehouse rompió con los prejuicios de géneros musicales olvidados, imponiendo una actitud personal muy punk para el soul y el jazz de sus canciones. Mediante letras autobiográficas en las que relata sus excesos de drogas y sexo –la más popular es “Rehab”, donde cuenta su negación a ser internada para desintoxicarse– logró poner nerviosos a los puristas del género. Lorena Bello El capítulo uruguayo la diaria | rítmica y maestría instrumental que nada tiene que envidiarle a los días de gloria de Sandinista! (1980). La muerte de Strummer un año después de editarlo le da un particular toque melancólico a la profunda humanidad de estas canciones, entre las que se dan el lujo de hacer una versión instrumental de “Ministrel Boy” durante 18 minutos y convencer al oyente de que no le sobra ni un segundo. GC THE HANDSOME FAMILY Y EL COUNTRY ALTERNATIVO 27 11 la diaria | | ladiaria@ladiaria.com.uy www.ladiaria.com.uy MONTEVIDEO URUGUAY 09 6 La familia oscura Al escuchar música country, un uruguayo tiende a hacerse la idea un poco caricaturesca de un hombre con sombrero de cowboy cantando sobre caballos, cobardes del condado y mujeres infieles. Sin embargo, en una cultura tan móvil como la estadounidense, ningún género se estabiliza en una forma definitiva y el country es, hoy en día (en realidad siempre lo fue), mucho más que Kenny Rogers y los innumerables imitadores de Hank Williams. Por lo pronto existe un dúo surgido de la industrial Chicago, que hace canciones de puro cuño tradicional pero que tratan de caníbales, de freaks de la naturaleza, de inventores como Einstein o Tesla, de ciudades rusas, tijeras, literatura y locura contemporánea que integra la que posiblemente sea la mejor letrista de la actualidad. Con ustedes, The Handsome Family. De todas las exportaciones musicales de Estados Unidos (blues, rock, jazz, hip-hop, etcétera), tal vez la más intransferible y menos popular fuera de sus fronteras pero, para los estadounidenses blancos al menos, la más propia es posiblemente el country & western. También, como suele suceder con los géneros folclóricos rurales, es el que tiene una mayor tendencia a lo conservador o directamente reaccionario, siendo incapaz de dar la imagen de modernidad e inconformismo que ha hecho popular en otros países a otros géneros. Sin embargo algunas de sus principales figuras –como el gigantesco Johnny Cash o Willie Nelson– supieron darle una impronta propia y fusionarlo con otros géneros, haciéndolo más cosmopolita y global, y siempre hay que recordar que fue el country el condimento que Elvis Presley le agregó al rhytm & blues para convertirlo en el rock’n’roll tal y como lo conocemos hoy. De hecho, varias composiciones de corte netamente country pueden encontrarse en discos de The Rolling Stones, Bob Dylan, The Byrds o The Eagles, y no es raro encontrar canciones con distintivas progresiones rápidas de acordes y slide guitars en formaciones de rock surgidas en sitios tan alejados del Estados Unidos rural como Dublín o Buenos Aires. Pero a principios de los años 90, comenzó a surgir un subgénero conocido como alt-country o country alternativo (también se lo suele llamar, algo erróneamente, "americana", término que en realidad engloba otros géneros musicales), producido por músicos jóvenes crecidos en los grandes centros urbanos y que estaban fuertemente influenciados por el espíritu del punk, pero que al mismo tiempo se conmovían nativo que combinaba temas del más furioso punk con canciones acústicas del más puro estilo rural. Alrededor de la revista No Depression se fue gestando un grupo creciente de bandas y artistas como Whiskeytown, Lucinda Williams, Son Volt, Wilco y Alejandro Escovedo, mientras que simultáneamente se reivindicaban los logros musicales de los pioneros como Gram Parsons, Steve Earle y Merle Haggard. La revista dejó de editarse en el 2008, pero su sitio web (http://www.nodepression.com/) sigue sirviendo como nexo de encuentro e información para ya numerosísimos cultores del género, y sus responsables suelen organizar giras y festivales de lo que ya tiene un lugar propio dentro del variadísimo espectro de la música estadounidense. Pero al igual que su pariente más convencional, el country alternativo no es un estilo particularmente popular o atractivo fuera de las fronteras de Estados Unidos, siendo la mayoría de sus cultores de estricto consumo interno. Una excepción –y una rareza ya no dentro del panorama country sino de la música estadounidense en general– es The Handsome Family. Una linda pareja FOTO: MARK OWEN, DIFUSIÓN por los discos de Johnny Cash (un auténtico pionero punk en muchos aspectos), Gram Parsons o Steve Earle. Paradójicamente, los más claros pioneros en esta curiosa yuxtaposición musical fueron un grupo de ingleses intelectuales surgidos del experimentalismo after-punk y de ideología izquierdista llamado The Mekons. Una banda de Leeds tan extremista que su primer simple (Never Been in a Riot) era una tomadura de pelo al compromiso político para ellos suave de The Clash, pero con una gran amplitud de intereses musicales que los llevó a publicar en 1984 el disco Fear & Whiskey, en el que no sólo hacían un cover de Hank Williams (cantado con un distintivo acento británico), sino que tomaban al country como base melódica de casi todas sus canciones, aderezándolas con guitarras disonantes y distorsionadas e imprimiendo una temática social (aunque elíptica y de buena calidad poética) en las letras. El disco no fue un gran éxito –ninguno de los de The Mekons lo fue, a pesar de que contienen más hits potenciales que toda la discografía de Oasis–, pero fue escuchado con mucha atención por los universitarios del otro lado del Atlántico, que los tomaron como inspiración o como compañeros de ruta de caminos musicales que ya estaban desarrollando por su cuenta (vale la pena señalar que el primer tema editado por el maravilloso Will Oldham, hoy en día tal vez el principal compositor folk de Estados Unidos, se llamaba “For the Mekons et al”). Mientras tanto, en el país de origen del country algunas bandas relacionadas con la escena punk, como Jason & The Scorchers, The Violent Femmes y The Meat Pup- pets, habían encontrado en su velocidad general y su ocasional temática oscura complementos ideales para sus canciones urgentes y hostiles, produciendo temas que no habrían desentonado en un bar de cowboys de Texas, a no ser por sus estallidos eléctricos y sus líricas de confusión sexual, exploraciones lisérgicas y hostilidad antigubernamental. Pero, como mencionábamos antes, fue recién a inicios de los años 90 que esto comenzó a convertirse en un subgénero más o menos definido y una escena propia, sobre todo a partir de la aparición de la revista bimensual No Depression, que tomaba su nombre simultáneamente de una conocida canción de The Carter Family y del disco debut de 1990 de la banda Uncle Tupelo –en la que militaba Jeff Tweedy, futuro líder de Wilco-, un ejemplo claro de country alter- No debe haber formación menos roquera que la de The Handsome Family, y cada una de sus fotos promocionales –en las que parecen dedicados a imitar el conocidísimo cuadro American Gothic, de Grant Wood– es una prueba gráfica. Sin embargo, nada –desde el nombre del dúo hasta su aspecto campechano– es lo que parece con el matrimonio Sparks y su música. Brett Sparks, un músico de Texas aficionado tanto a las bandas inglesas posteriores a los Sex Pistols como a la música tradicional de su estado natal, conoció a su esposa Rennie (una aspirante a escritora que provenía de Long Island) en la industrializada ciudad de Chicago, donde, en compañía de un baterista, decidieron en 1993 hacer un proyecto musical en el que Rennie escribiría las letras –haciendo coros ocasionales y algún arreglo rústico de bajo o banjo– y Brett se encargaría de musicalizar los textos, tocar la guitarra y cantar. El más bien ridículo nombre elegido (“la familia apuesta”) provino de un baterista particularmente incordiante, que se había agarrado la costumbre de decirle a Brett el sobrenombre irónico de handsome (apuesto o buen mozo). The Handsome Family comenzó siguiendo los pasos más o menos definidos por The Mekons, y combinando melodías de sabor country con guitarras distorsionadas y una producción sonora ruidosa al borde de lo profesio- buena cantidad de sus ejemplos más conocidos sino que directamente tituló uno de sus discos –cuyas canciones todas giran alrededor de la parca– como Murder Ballads (1996). Convencido de que sus brazos estaban quemándose con electricidad del paraíso Te acordás cómo te dijo que los agujeros negros eran como Jesús Y que el crucifijo era una batería que llenaba el aire de fuego. Galopó alrededor hasta que lo chocó un auto Lago Geneva Estás agazapada frente al fuego En un parque estatal junto a la carretera Y a través de los pesados pinos los camiones pasan gruñiendo Como los aullidos de tu tía Barbara Que se volvió loca en los 70 Le escribió poemas a Jimmy Carter Pero se olvidó de alimentar a sus hijos Pero es la primera vez que estan juntos Desde que él salió del hospital Mapaches en la oscuridad se llevan los panes de tus hot dogs Pero estás feliz de tan sólo estar acostada ahí En una tienda de plástico de Wal Mart Con palos y hojas muertas caídas Para alimentar el fuego del mundo Porque, ¿qué es más importante? ¿Consolar a una anciana o ver visiones de los cielos en los troncos de los árboles caídos? Albert Einstein se estremeció cuando vio que el tiempo era agua Filtrándose a través de las vigas para apagar este mundo ardiente A la mañana siguiente estás en la casa de los waffles Tostadas y huevos y brownies de hash Los camioneros fuman Camels de corrido sobre vasos de jugo de plástico Y te acordás cómo él lloró cuando lo ataron a la camilla (“Lake Geneva”, Milk & Scissors, 1996) Tanto vino No tenía nada que decir el día de Navidad Cuando arrojaste todas tus ropas en la nieve Cuando te quemaste el pelo, derribaste sillas a las patadas Yo tan sólo traté de mantenerme fuera de tu camino Pero cuando te quedaste dormida con sangre en los dientes Me metí en mi auto y me fui manejando Escuchame, mariposa Hay sólo tanto vino como se puede beber en una vida Y nunca va a ser suficiente para salvarte Del fondo de tu vaso Donde comienza la carretera estatal Detuve mi auto Salí y contemplé las estrellas Mientras los meteoros morían, disparados a través del cielo Pensé en tus tristes, brillantes ojos Volví por mis ropas cuando el sol finalmente se levantó Pero vos seguías desmayada en el suelo. (“So Much Wine”, In the Air, 2000) Borracho al mediodía Una vez hubo un caniche que pensó que era un cowboy Pero vivía en una jaula del tamaño de su pulgar Y, aunque su caballo blanco era una caja de palillos de dientes, A veces yo agito mis brazos como un colibrí Tan sólo para recordarme que nunca voy a volar A veces me quemo los brazos con cigarrillos Tan sólo para fingir que no voy a gritar cuando me muera Si mi vida fuera tan larga como la de luna Igual estaría celoso del sol Si mi vida durara tan sólo un día Igual estaría borracho al mediodía A veces no puedo esperar a caer enfermo de cáncer Al menos podría ver televisión todo el día Y en mi lecho de muerte tendría todas las respuestas Incluso si todas mis preguntas me fueron quitadas Si mi vida fuera tan larga como la de luna Igual estaría celoso del sol Si mi vida durara tan sólo un día Igual estaría borracho al mediodía (“Drunk by Noon”, Milk & Scissors, 1996) Ingrávido otra vez Paramos a tomar café en el bosque de Redwood Hojas gigantes goteando, cucharadas de crema en polvo Quería besarte, pero no estaba seguro cómo Al igual que esos indios perdidos en la selva Forzados a arrastrar madera en llamas a dondequiera que fueran Todos habían olvidado cómo encender un fuego Por eso la gente tiene sobredosis de pastillas Y salta del puente del Golden Gate Cualquier cosa para sentirse ingrávido otra vez Esos pobres indios perdidos cálido, rural y celebratorio, desde el título, del matrimonio y la vida en pareja, y en el cual los misterios y las pesadillas están casi ausentes, haciéndose más evidente el sentido del humor de Rennie Sparks, no siempre perceptible debajo de los paisajes melancólicos y desolados que suele describir. Cultores de una variable impopular de un género popular, Brett y Rennie Sparks han generado en su década larga de carrera una serie de pequeños clásicos que se seguirán escuchando durante muchos años, y a los que cualquier melómano curioso y sentimental debería acercarse, particularmente si domina el inglés y tiene la capacidad de descubrir a una de las poetas más personales y llenas de matices que haya dado la música estadounidense desde los ya lejanos días de gloria de Joni Mitchell. Rennie Sparks ha descubierto una forma de trabajar con material del infierno y convertirlo en apacibles canciones de amor entre gente rara pero, en ocasiones, extrañamente feliz. 27 11 09 Gonzalo Curbelo Cuando los hombres blancos los encontraron La mayoría murió de tuberculosis, el resto se volvió loco En nuestro cuarto de motel estás bebiendo gin con limón Leyendo Moby Dick en la otra cama ¿Te acordás de la primera vez que dormimos juntos? Dijiste que se sentía cómo cuando aprendiste a flotar. (“Weightless Again”, Through the Trees, 1998) Mi amigo Juro que escuché a un pájaro en lo alto de los castaños El sol estaba tan brillante que no podía ver a ese pájaro No importa dónde me parara no podía ver pico o ala Tan sólo ardientes, cegadoras hojas, árboles quietos y silenciosos ¿Estabas conmigo entonces, mi amigo? ¿Estás conmigo ahora? Cuando ese camión de cemento, con la mezcladora girando lento Pasó a mi lado goteando el camino Con ese cuerpo hinchado dando vueltas en círculos Me detuve y lo miré girar, girar y gruñir ¿Estabas conmigo entonces, mi amigo? ¿Estás conmigo ahora? Cuando nadé a solas esa noche, al tardío crepúsculo estival El aire tan cálido y quieto, el agua amplia y oscura Algo se refregó contra mí, chapotée y paté con miedo Unas manos tan frías sobre mí, enredaderas submarinas ¿Estabas conmigo entonces, mi amigo? ¿Estás conmigo ahora? (“My Friend”, Honey 2009) MONTEVIDEO URUGUAY Pero en Singing Bones (2003) el dúo comenzó a dar algunas señales de repetición y agotamiento. Aunque había varias buenas canciones, las melodías de Brett parecían un poco similares a las ya presentadas en sus obras anteriores e incluso la siempre original pluma de Rennie parecía caer en algunos recursos ya empleados. Esta tendencia se agravó en Last Days of Wonder (2006), que a pesar de contener un puñado de temas perfectos como “Your Great Journey”, “Tesla’s Hotel Room” y la inquietante “After We Shot the Grizzly” –tal vez el único ejemplo de canción romántica que incluye el canibalismo–, daba más que nada una sensación general de ya visto y no agregaba gran cosa a sus formidables trabajos de principios de la década. Tal vez por eso se tomaron tres años de descanso antes de volver con Honey Moon (2009), un disco que, sin presentar realmente nada revolucionario en el ya definido estilo de los Sparks, introducía algunos timbres sonoros novedosos y una temática bastante más luminosa que lo habitual. Un disco www.ladiaria.com.uy Muchas de las canciones de The Handsome Family, banda particularmente obsesionada con la muerte, se pueden enmarcar dentro de una categoría muy particular del folclore estadounidense al que se denominan las murder ballads (baladas de asesinato), y que cuentan –muchas veces basadas en historias verídicas– tremebundos relatos que inevitablemente narran la muerte violenta de algún personaje, la huida de quien cometió el crimen y, generalmente, también culminan con el ajusticiamiento del homicida. Las murder ballads son muy propias de la cultura anglosajona y se pueden rastrear ejemplos en las culturas escocesa, escandinava e inglesa. No toda canción que narre una muerte es una murder ballad; éstas se caracterizan por estar siempre estructuradas de la misma forma y por llevar en casi todas las ocasiones el nombre de la víctima o del victimario como título. Entre las más conocidas en tiempos contemporáneos se cuentan “Stagger Lee” –versionada por infinidad de artistas desde Woody Guthrie hasta Nick Cave–, “Pretty Polly” y la popular composición de Billy Roberts “Hey Joe”. Bob Dylan realizó una interesante incursión en el género con la siniestra “The Ballad of Hollis Brown” (1964), perteneciente a su etapa de cantante de protesta pero claramente diferenciada de sus otras canciones sobre mártires de los derechos civiles. Los Violent Femmes también hicieron un ejercicio de composición –casi una demostración práctica de las características propias de estas baladas– con “Country Death Song” (1984), basada en la tremebunda historia –real– de un padre que por no tener con qué alimentar a su hija terminó arrojándola a un pozo y luego suicidándose. El a veces lúgubre Nick Cave es posiblemente el mayor cultor de esta clase de canciones, habiendo no sólo grabado una Brett como arreglador, mientras que las letras de su mujer eran más íntimas y personales que en sus obras anteriores. El disco fue elegido como el mejor del género country & western por la prestigiosa revista UNCUT, y les concedió a los Sparks una popularidad –incluso del otro lado del Atlántico– que les permitió dejar sus trabajos y dedicarse por completo a la música. Luego de este razonable éxito llegó In the Air (2000), un disco similar al anterior y de la misma calidad, que contenía “So Much Wine”, un pequeño clásico que mereció varias versiones de artistas del género, incluyendo a la inglesa Sally Timms, la formidable cantante de The Mekons. The Handsome Family culminaría este período brillante con Twilight, de carácter bastante más sombrío que los anteriores pero no menos impactante. Rennie Sparks comenzó en este tiempo a escribir en varios formatos –incluyendo un divertidísimo consultorio sentimental online–, y a pintar cuadros que vende desde el sitio web de la banda. | ladiaria@ladiaria.com.uy Las baladas de la muerte enciclopédica sobre fenómenos de la naturaleza y personajes históricos que son evocados, a veces sin causa evidente, por el narrador de la canción, generalmente un personaje en movimiento y más bien perdido vitalmente. Luego de la edición de Milk and Scissors, Brett Sparks sufrió una crisis depresiva que lo obligó a internarse, experiencia que se vería reflejada en el siguiente disco de los ahora dúo (se habían deshecho del baterista luego de Odessa), llamado Through the Trees (1998). Este tercer disco definiría el sonido del matrimonio Sparks; ya habían desaparecido las distorsiones y el sonido lo fi (lo habían grabado en un estudio móvil prestado por su notorio fan Jeff Tweedy), aproximándose más a un sonido country puro, sin más particularidades que la exquisita calidad de las canciones, entre las que había futuros clásicos de la banda como “My Sister’s Tiny Hands”, “Weightless Again” y “The Woman Downstairs”. Through the Trees, eliminando el ruido, descubría una nueva gama de sutilezas de la diaria | nal. Su primer disco, Odessa (1995), pasó bastante desapercibido pero el segundo –Milk and Scissors (1996)– se consiguió un selecto grupo de seguidores maravillados por temas con olor a clásico como “Drunk by Noon”, “Lake Geneva” y “Amelia Earhart vs. the Dancing Bear”). Entre estos fans estaba el ya mencionado Jeff Tweedy (Wilco), quien se encargó de decirle a cuanto periodista se le cruzara que Rennie Sparks era la mejor letrista de Estados Unidos. No era una apreciación muy exagerada; los textos de Sparks tenían una cualidad literaria fuera de lo común y yuxtaponían el estilo narrativo clásico del country con una imaginería totalmente novedosa, llena de referencias científicas y biológicas, y en la que primaba una profunda negatividad –con muchas referencias a la muerte, la enfermedad, el alcoholismo y la locura–, pero extrañamente desdramatizada y distanciada. La temática de sus canciones, entonadas por la voz de barítono algo extraviado de Brett, era en ocasiones muy violenta, pero más que nada con una curiosidad Moon, (Traducciones: GC) 7 30 ANIVERSARIO DE LONDON CALLING, DE THE CLASH 27 11 09 God save the punk la diaria | | ladiaria@ladiaria.com.uy www.ladiaria.com.uy MONTEVIDEO URUGUAY En 1977, el movimiento punk alcanzaba su cúspide en Inglaterra con el lanzamiento del disco más paradigmático del género el Nevermind the Bollocks (Here´s the Sex Pistols). El punk, trajo consigo un claro y directo mensaje con la autogestión en el “do it yourself” (hazlo tú mismo), una patada a todo lo musicalmente ordenado. A la vez que mostraba cómo no era necesario ser virtuoso para hacer música, ya que bastaban unos pocos acordes y algo que decir. Nacido en Estados Unidos a principios de los 70, con el antecedente de Iggy Pop y The Stooges y la escena neoyorquina del club CBGB a mediados de la década, rápidamente cruzó a Europa y se instaló en una juventud inglesa disconforme y contestataria. El punk era el estilo y filosofía de vida de una legión de jóvenes que no cuadraban dentro de la moral burguesa y querían un cambio radical del que el rock fue parte importante. Diversas bandas, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, llevaron adelante un sonido y una estética punk, con algunas diferencias a ambos lados del océano, pero conservando el mismo espíritu, escupiendo el enojo y el No Future a los cuatro vientos y oficiando de portavoces de toda una generación. Sentían que era necesario utilizar al rock como instrumento de cambio, de denuncia contra las injusticias, los malos gobiernos, la represión. La música punk fue un instrumento en tal sentido. Las letras criticaban de manera directa y sin eufemismos las instituciones y sistemas establecidos que imponían sus dogmas, los estereotipos, las modas, la hipocresía que resultaba de una sociedad repleta de clichés. El punk despreciaba el establishment, a la vez que se abría paso en un camino propio y outsider, desarrollando una concepción alternativa de la vida, el arte y el rock. Nacida en Londres en 1976, The Clash formó parte de esa primera oleada punk. Sin embargo, no se encasilló musicalmente y para fines de 1979 editaba lo que luego sería considerado uno de los mejores discos de toda la historia del rock: London Calling. Integrada en ese momento por Joe Strummer en voz y guitarra, Mick Jones en guitarra y coros, Paul Simonon en bajo y Topper Headon en batería, London Calling resultó ser una explosiva mezcla de música, actitud y, sobre todo, mensaje. Esto es Londres llamando Si, comparando con los Beatles, muchas bandas tienen su Álbum Blanco, el de The Clash es sin dudas London Calling, que, además, es doble y con un sonido en constante mutación a lo largo de sus 19 canciones. Luego de sus dos discos anteriores –The Clash (1977) y Give´em Enough Rope (1978)–, existía la idea de lanzarla en flexi-disc con una revista pero Jones, su autor, consideró la canción demasiado buena como para quedar afuera, lo que provocó que el tema, si bien estaba incluido en el disco, no figurara en la contratapa, quedando como un “track oculto”. Fue bautizado espontáneamente por los fans como “Stand by Me”, por un fragmento del estribillo. Más tarde, “Train in Vain” llegó a posicionarse entre las 30 principales en los Estados Unidos, para lo cual se reeditó el álbum con la canción con su verdadero nombre impreso en el listado, aunque con “Stand by Me” entre paréntesis. En 2004, con motivo de su 25 aniversario, London Calling fue reeditado nuevamente con un disco extra llamado The Vanilla Tapes, una recopilación de demos de la banda, que se consideraban extraviados y que son un conjunto de joyitas para cualquier fanático. Influencia y legado su tercer trabajo en estudio, elaborado durante gran parte de 1979, fue el que los catapultó de manera definitiva a la popularidad y que los instaló definitivamente dentro de un estrellato del que siempre rehuyeron y del cual nunca hicieron alarde. Durante la Segunda Guerra Mundial, la BBC, utilizaba una frase en sus emisiones: This is London Calling (Esto es Londres llamando), motivo de la designación de la nueva obra de la banda. La portada también es de las más icónicas del rock y una postal de la actitud punk: en ella se puede ver a Simonon rompiendo su bajo contra el suelo en el Palladium de New York. La fotógrafa Pennie Smith, que tomó esa fotografía, así como Simonon, consideraban descartar su inclusión, ya que no la creían técnicamente buena, pero Strummer los hizo cambiar de idea y hoy es considerada como una de las mejores portadas de la historia del rock. Asimismo, la tipografía usada para escribir el nombre de la obra es la misma que la utilizada en el primer álbum de Elvis Presley. Con una impresionante mezcla de géneros musicales, London Calling no es, en el sentido dogmático, un disco totalmente punk. La ensalada incluye desde el punk rock más típico, reggae (“The Guns of Brixton”), rockabilly (“Brand New Cadillac”), ska (“Wrong´em Boyo”), blues y jazz, incorporando también teclados y una sección de vientos. Indudablemente habían elevado musicalmente al punk mucho más allá de cualquier frontera sonora, en las antípodas de los tres acordes típicos del género. Grabado en los estudios Wessex de Londres, Guy Stevens, productor del disco, no pudo saborear por mucho tiempo las mieles del éxito devenidas de su trabajo, ya que murió algunos meses después. Enarbolando la buena relación y proximidad con sus fans, el grupo logró vender ese disco doble a precio de uno, cosa que repetirían con Sandinista!, editado un año más tarde, en este caso un álbum triple. Lo político aparece como uno de los principales tópicos (“The Guns of Brixton”, “Spanish Bombs”, que trata sobre la Guerra Civil Española, y el tema “London Calling”), la sociedad de consumo y la frivolidad (“Lost in the Supermarket”, “Koka Kola”), una crítica al fascismo (“Clampdown”) o la soledad y la pérdida por el uso abusivo de drogas (“Hateful”). El álbum excede por cinco minutos la hora de duración, lo cual era demasiado para un disco punk, principal crítica de los adeptos más conservadores del género. Mención especial merece la inclusión del tema “Train in Vain”, ya que Muy conocidos fueron el activismo político de The Clash, su vinculación con causas sociales latinoamericanas, su discurso opositor al racismo y a los gobiernos dictatoriales, y su apoyo a eventos humanitarios. Numerosas personalidades de la primera línea en el rock han confesado haber sido influidos por Strummer y sus muchachos, entre los cuales se encuentran U2, Pearl Jam, Rage Against The Machine, Public Enemy, Green Day, entre muchos otros. Artistas de otras disciplinas también han expresado su admiración, tales los casos del director de cine Danny Boyle y los escritores Irvine Welsh (autor de Trainspotting) y Nick Hornby. La influencia, no sólo del London Calling como una obra de marcado corte conceptual sino toda la carrera de la banda, ha sido tomada como modelo ha seguir por muchos músicos posteriores que admiten la impronta de The Clash en algún aspecto. London Calling es un recorrido por todas las temáticas abordadas por la banda durante toda su trayectoria, haciéndolo no sólo heterogéneo sino un perfecto manual de “cómo no transar” con aquello con lo que no estás de acuerdo. Es, sin dudas, la cumbre creativa de la banda londinense, que sufrió una pérdida irreparable cuando en vísperas de Navidad de 2002 Joe Strummer murió víctima de una falla cardíaca. Un año después, The Clash ingresaba al Rock & Roll Hall of Fame. La música, la estética y, sobre todo, el mensaje desarrollados en London Calling lo hacen una obra de indiscutible trascendencia y vigencia, y un motivo de consulta frecuente para nuevos músicos, que toman apuntes y agradecen, antes de siquiera ensayar un acorde. Paulo Roddel