movimiento 12 / El Viejo Topo 302 / marzo 2013 movimiento ¿Por qué partidos y sindicatos no conectan con las personas jóvenes y precarias? por Daniel Mari Ripa V ivimos épocas de cambios, y éstos afectan también a las formas de socializarse, a las formas de participación, a cómo se canalizan la protesta y la rebeldía. No hay que despreciar formas clásicas de lucha, pero hay que entender que, en la sociedad líquida contemporánea, las cosas van, mayoritariamente, por otros caminos. 29 años, mujer, asturiana, licenciada universitaria. Eternos cursos de formación se intercalan en una montaña de becas y contratos temporales, públicos y privados, muchos sin relación con aquello que estudió. Su padre vivió uno de los grandes conflictos sindicales que recorrieron Asturies en la década de los 90. Barricadas, movilizaciones, encierros… Lloró y luchó, desde niña, por el futuro de su familia y de su territorio. Ahora trabaja en una empresa de telemarketing. Horas extras no pa gadas, sueldos –en la práctica– inferiores al salario mínimo, nula valoración en la empresa, observación permanente… Si intenta cambiar su situación descubrirá que su empresa carecerá de sindicatos, que no conocerá a la mayoría de sus compañeros y que los intentos por fundar una sección sindical se saldarán con despidos repentinos. Cuenta con la memoria y la convicción de la lucha colectiva, pero, ¿cómo organizarse y llevar a cabo movilizaciones? Finalmente, si no es despedida, no tardará en abandonar, ‘quemada’, y esperando que la siguiente experiencia laboral sea mejor. Al marcharse, habrá conocido a decenas de personas entrando y saliendo de ese empleo pero apenas habrá hecho amistad con un par de ellas. En el silencio de esta precariedad, el trabajo no le aportará cohesión ni satisfacción. Tampoco las amistades generadas en éste. ¿Nos parece extraño que no participe en sindicatos o partidos políticos? ¿Podíamos esperar que ‘militara’ como lo hacía su padre? La confluencia incompleta ‘Indignados’, ‘mareas’ y militantes de partidos y sindicatos críticos confluyen en las movilizaciones. Y sin embargo eso no se traslada en más afiliación ni en nuevas secciones sindicales. Tiene lógica. El sindicalismo combativo (pero también algunos partidos de la izquierda) recibe simpatías por su discurso anticapitalista y desobediente y por su independencia de financiación pública, características que comparte con el 15-M, recuerda el sociólogo Carlos Delclós. Pero ello no lleva por sí solo a representar a la precariedad. Sin trabajo estable, la llegada de afiliación desde los centros de trabajo se reduce y sólo el El Viejo Topo 302 / marzo 2013 / 13 movimiento 20% de ésta es menor de 35 años (Köhler y Calleja, 2009), lo que lo aleja de jóvenes y precarios. Su lugar lo ocupan los trabajadores de modelos clásicos, sobre-representados en los órganos de decisión. Hay más ejecutivas que asambleas abiertas, los horarios de las asambleas dificultan la participación de precarios y el uso de Internet en la toma de decisiones no se corresponde con el que los jóvenes hacen de la red. Como consecuencia, la brecha es profunda: el precariado es minoritario en partidos y sindicatos y las mayorías sociales que están en las calles apenas participan dentro de estos. Así, sin espacio para participar y mientras las estructuras sindicales y políticas no reflejen la diversidad de la sociedad precaria, difícilmente habrá confluencia entre las protestas populares y las organizaciones tradicionales. Pero, ¿en qué ha cambiado esta sociedad? explica el sindicalista José Luis Carretero. Peor aún, hemos normalizado la precariedad y hasta los dibujos animados ‘nos preparan’ para ella: Bob Esponja es un “trabajador indefenso de una empresa de comida rápida que vive feliz en una precarización brutal (gana menos de 20 centavos). No tiene estudios, no asciende, no disfruta de ningún derecho sindical y trabaja para un empresario (Señor Cangrejo) brutal y rácano”, apunta el periodista Antonio Baños. Una sociedad más líquida Si el trabajo sólo aporta precariedad, necesitaremos otros lugares donde construir nuestra identidad (consumo, ocio, amigos). El sociólogo Zigmunt Bauman lo llama ‘sociedad líquida’: Cambiamos de ciudad frecuentemente, tenemos decenas de trabajos en nuestra vida, nuestros amigos o pareja Del fordismo a Bob Esponja no son para siempre, la ropa dura menos de una temporada, Aunque parezca lejano, hubo un tiempo, en la era industrial escuchar un mismo disco tres veces nos agota. Es más, la idea o fordista, donde nos definíamos como trabajadores de ‘x’ emde una pareja o trabajo para toda la vida nos espanta. No quepresa o como militantes de ‘x’ sinremos ‘ser’ sino ‘estar’: Hoy puede dicato. Nos sentíamos ‘ligados’ a ser ‘el 15-M’, mañana otra cosa. ¿Fin No queremos ‘ser’ sino ‘estar’: dónde trabajábamos pero también de la Historia? Para nada. Marx o Hoy puede ser ‘el 15-M’, a la utopía que construíamos coBourdieu están de actualidad: Las mañana otra cosa. lectivamente dentro de sindicatos posiciones sociales y económicas de y partidos. La reestructuración ca las clases sociales se reproducen gepitalista, desde finales de los 70, neración tras generación. Por ello, destruye ese panorama. Los empleados con estabilidad, sindifrente al aislamiento, seguimos necesitando de identidades cación y condiciones dignas van declinando. Serán sustituidos colectivas, sentirnos parte de algo ‘en común’. El ‘boom de las por una base periférica de la plantilla, parcial o totalmente desONGs’ a principios del siglo XXI fracasó y los jóvenes descuvinculada de la compañía y de estos trabajadores estables. En brieron que también estaban cansados de la ‘sociedad líquida’: algunos sectores –como el de servicios– el cambio es radical: ya “Está muy bien tener menos sujeciones, pero necesitamos no existirá el trabajo como antes se conocía. Será la norma la armas colectivas sobre las que rehacer solidaridades”, resume falta de contacto entre trabajadores, la alta rotación, la exterel Catedrático de Ciencias Políticas de la UAB Joan Subirats (El nalización de contratos o la ausencia de sindicatos. Para muPaís, 29 Mayo, 2011). chos, no habrá lugar para relacio narse y organizarse colectivamente, El vacío líquido El precariado es minoritario en partidos por lo que la combatividad en el traY es que, en este ‘vacío líquido’, y sindicatos y las mayorías sociales que bajo descenderá. seguimos teniendo la necesidad de están en las calles apenas participan El neoliberalismo buscaba desinconstruir relaciones con otras persodentro de estos. tegrar al sindicalismo y en algunos nas, que ya no se harán en el trabajo sectores lo ha conseguido. La precasino por medio de nuestro entorno riedad se cebará en jóvenes (y no tan jóvenes) y mujeres, que cercano (tendremos más interés por viajar, salir de fiesta, conoun día se descubrirán a años luz de partidos políticos y sindicer gente… que nuestros ancestros) y de las redes sociales digicatos. En ellos, el discurso neoliberal hegemónico ha entrado tales (Facebook, Twitter, Tuenti, etc.). Sin esas relaciones, aunhasta el fondo: Los despidos serán ‘oportunidades para el camque sean temporales, no podemos vivir. En estas redes, nos bio’ y el ‘éxito’ requiere ‘identificación con la empresa’. ¿El socializaremos e iremos construyendo una identidad colectiva resultado? “Puedes ser muy radical y extremista en la calle, informal. Evolucionamos en función del ‘refuerzo diferencial’ y pero en el centro de trabajo eres muy dócil y no tienes que sinel ‘moldeamiento’ que nuestras redes de ‘amigos’ nos hacen. En dicarte, porque crees que sólo vas a estar una temporadita”, Facebook, por ejemplo, los ‘me gusta’ (y los silencios) o lo que 14 / El Viejo Topo 302 / marzo 2013 movimiento vemos en nuestros ‘muros’ –según quienes son nuestros ‘amigos’–, generan una norma social de aquello que es adecuado o correcto, de lo normal entre tu entorno social. Un militante de una or ganización política que use habitualmente Facebook construirá una visión del mundo –y de sí mismo– diferente a la de un músico de un grupo de rock. Sus ‘amigos’ on-line serán diferentes, recibirán diferentes ‘noticias’ en su muro o ‘comentarios’ ante lo que ellos cuelguen. También no sotros fingiremos ser de una determinada manera en las redes sociales (¿somos totalmente sinceros?). Nuestros ‘amigos’ o seguidores online nos darán feedback ante lo que mostremos (‘fungirán’ ante nosotros). En esa interacción –como antes sucedía de manera física– se forjará, transformará y evolucionará nuestra identidad y personalidad. Todo sucederá de manera más rápida y en interacción con un número mayor de personas. Las primaveras árabes, el movimiento 15-M, los movimientos estudiantiles en Quebec y en México (Yosoy132)… todos comparten (además del uso intensivo de redes sociales y de la crítica al sistema democrático y a la censura de los medios de comunicación) una necesidad de traslación a lo colectivo. Por ejemplo, el 15-M, ante el malestar generado por una crisis que individualizaba problemas colectivos (creando estrés económico) organizó la solidaridad y el apoyo social (micrófono abierto, generación de relaciones), mitigando el dolor y visibilizando voces que no estaban siendo escuchadas en las organizaciones clásicas. Como me decía un integrante del 15-M, “ve nir a la plaza me quitó la indignación”. El crecimiento de las organizaciones en la sociedad postindustrial Buscamos y necesitamos una identidad colectiva, pero ésta ‘se desgasta’ y tenemos que cambiarla. Participaremos en una acción política, por ejemplo contra una línea de alta tensión que cruza nuestro municipio, pero si la condición previa es el hacerlo organizadamente con o ingresar en un colectivo determinado (partido político, sindicato o asociación de vecinos) tendremos más reparos. Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, escribía la siguiente anécdota: En una reunión de partido con jóvenes interesados, después de las presentaciones de los recién llegados, que repetían la fórmula, “soy simpatizante pero no militante, soy simpatizante pero no militante”, “soy simpatizante pero no militante”, un viejo afiliado (…) espetó: “Pues miren ustedes por dónde, yo soy militante pero no simpatizante”. ¿Quién es su sano juicio puede aguantar de primerizo o primeriza una reunión de partido? (…) Que necesitamos nuevas formas de socialización política es evidente. (Sin Permiso, 1 Agosto, 2011). Sin embargo, la praxis de las organizaciones políticas cuando querían extender una lucha determinada (o extenderse ellas mismas) sería la siguiente: contar con militantes comprometidos de esa zona, realizar difusión de su presencia (carteles, anuncios o presencia en redes sociales) y convocar actividades, charlas o reuniones donde se intentaría acercar a nuevas personas a la organización hasta conseguir su afiliación al colectivo. Desafortunadamente, esto provocará el rechazo de la mayoría. Paradójicamente, el crecimiento de la idea que defiende El Viejo Topo 302 / marzo 2013 / 15 movimiento esa organización y de la propia organización pueden llegar a ser incompatibles. La idea crecerá más si es defendida por personas al margen de esa organización, si se preserva la autonomía de los participantes, si no se requiere asumir una identidad, y si a pesar de ello se conserva la capacidad de decidir sobre el conjunto de ese proceso. Resumamos: Trabajar por rechazar la línea de alta tensión, sí. Afiliarme a una organización para movilizarme ante ello, no. En la última década, como decía, se ha producido un creciente alejamiento de las nuevas generaciones ‘líquidas’ ante las organizaciones clásicas (partidos o sindicatos), que en su lugar nutrían al asociacionismo juvenil o a los movimientos so ciales post-antiglobalización (aunque la respuesta mayoritaria de los jóvenes ha sido el desinterés político). Pero ello no se plasmaba en el desarrollo de movilizaciones alternativas a partidos y sindicatos. Y es que era extremadamente complicado unir a alguien de Huesca con alguien de Sevilla para una movilización conjunta. Se requería la mediación de una organiza- 16 / El Viejo Topo 302 / marzo 2013 ción (o de un medio de comunicación). Éstas tenían el monopolio de la comunicación entre personas de diferentes territorios y fondos económicos para su difusión. Sus nodos locales y sectoriales eran imprescindibles. Ahora, la comunicación se ha convertido en un acompañante constante de nuestra vida diaria, donde los ‘smartphones’ son ya prolongaciones de nuestro cuerpo. Como consecuencia, la sociedad 2.0 altera, inesperadamente, el funcionamiento de las organizaciones. Nada volverá a ser lo mismo. Internet, primero, y las redes sociales, después, han facilitado y abaratado la acción colectiva y la difusión sin mediación. Partidos y sindicatos dejan de ser imprescindibles: es posible organizarse colectivamente sin una ‘organización’. Ya no se necesita una ‘inteligencia central’. Hay un ‘ejército anónimo’ de mentes pensantes, que se auto-organizan, que piensan e innovan, que construyen un entramado ‘creative commons’. Las organizaciones clásicas (partidos e instituciones), explica Joan Subirats (El País, 2 Agosto, 2011), están sufriendo para entenderlo: creen que Internet es un martillo “con el que seguir haciendo lo de siempre, pero de manera más cómoda o más rápida”. Pero para él, “es otra forma de relacionarse y de vivir. Es otro país”, donde se cuestionan las funciones (casi monopolísticas) de instituciones y partidos de “intermediación y control”, de representación de ideales e intereses, de lealtad y límites a la libertad de expresión. En ese contexto triunfó el 15-M: identidad individual (pero de la que surgió, a partir de la interacción, un significado compartido y una identidad colectiva –mutable y temporal–), organización difusa y acción simultánea en infinidad de lugares de un movimiento que parecía dormido hasta entonces. Frente a las viejas formas de “liderazgos individuales (narcisistas) y (…) las organizaciones jerárquicas (piramidales)” y centralizadas, surge otro tipo de liderazgo (anónimo) y otro tipo de organización (en red)”, como un ‘enjambre de abejas’, sugiere el profesor de Ciencias Políticas de la Universitat de Girona Raimundo Viejo (Rebelión, 3 Julio, 2011). El 15-M, por tanto, recogía a cientos de miles de jóvenes precarios, parados o trabajadores sin sindicación. Hasta entonces desconectados y sin voz en las organizaciones clásicas, juntos, construyeron una movilización sin mediación, en red. Su foco de lucha no fue el ámbito laboral porque por eso son precisamente ‘precarios’ (temporalidad, debilidad de negociación de sus condiciones laborales, cambio constante de trabajo y sector, o falta de lazos con otros compañeros). Pero la fragmentación laboral y el ‘desinterés’ político se romperá en las plazas y movimientos sociales, que se convertirán en potenciales escuelas de organización de ‘precarios’, hasta entonces divididos. La experiencia del 15-M pasará a los centros de trabajo, donde las Asambleas de las ‘Mareas’ movimiento servirán como instrumento de socialización política a médiñas de publicidad que revelarían otros valores y otra forma de cos, profesores, investigadores o abogados. Las Mareas aparevivir. En este caso, no nos parecería todo ‘viejo, de repente’, sino cen y desaparecen, pero en sus picos la participación es masi‘extraño, de repente’. Ese sentimiento nos inmovilizaría duranva e implica a personas que no parte un tiempo, no sabríamos reaccioticipaban en el ámbito sindical. ¿Un nar, no tendríamos claro qué ha Un militante de una organización nuevo modelo de sindicalismo? Eso cambiado en el mundo, o directasugiere el editorial del colectivo mente rechazaríamos el ‘nuevo política que use habitualmente Madrilonia (10 Enero, 2013). Según mundo’ y repetiríamos sin parar que Facebook construirá una visión del ellos, las Mareas se distinguen por ‘antes todo era mejor’. mundo –y de sí mismo– diferente su confluencia entre los ámbitos Estos dos ejemplos reflejan cómo a la de un músico de un político, sindical y social. Así, rechala fase post-15-M ha sido percibida grupo de rock. zan “la defensa de los servicios púpor diferentes grupos de la poblablicos como conflictos corporativos ción. Para unas personas, jóvenes o que se vinculan de forma exclusiva a las reclamaciones salariarecién llegadas a la política de los movimientos sociales, lo les inmediatas de los y las profesionales”, rompiendo la fronteanterior recordaba a otra forma de pensar con la que no se senra entre usuarios de un servicio y tían identificadas, sonaba a ‘antiprofesionales del mismo. El éxito de guo’ a ‘estrategias del pasado’ o a Partidos y sindicatos dejan de ser la estrategia ha permitido construir ‘mensajes de otro tiempo’. Para imprescindibles: es posible organizarse una complicidad social bajo la cual otras, luchadoras históricas con colectivamente sin una ‘organización’. la sociedad ha participado en la creaños de batallas a las espaldas (pero Ya no se necesita una ación de cuentas en redes sociales, también jóvenes ‘socializados’ en la ‘inteligencia central’. elaboración de carteles, desarrollo izquierda), el 15-M y sus ramificade iniciativas por la red o reivindicaciones posteriores representaba ciones que trascienden los centros una forma de actuar y pensar inde trabajo y buscan ‘bloquear’ la ciudad. Para Madrilonia, eso comprensible, que genera sospechas y reactancias. El uso laxo no habría sucedido en igual medida en otros conflictos laborapor los recién llegados de términos que representan el centro les más monopolizados por organizaciones clásicas como la de su acción política durante años (‘los de abajo’ en vez de ‘la huelga de Metro o el conflicto de Telemadrid. izquierda’, por ejemplo) les generaba malestar a los históricos (aunque no a todos ellos). El uso repetitivo de esos términos Viejos de repente, extraños de repente (izquierda, clase obrera) por parte de estos recordaba a ‘los Imaginaros que alguien retirara la ropa de nuestro armario, nuevos’ reiteradamente al pasado. La huelga general del 29-M, la música más actual que escuchamos y la decoración de nueslas críticas al 15-M durante las huelgas mineras (la lucha entre tro salón y la sustituyera por ropa, música y decoración de ‘flores y barricadas’) o el Rodeo al Congreso el 25-S volvieron a nuestra infancia. Observaríamos con detenimiento unas prenmostrar que el conflicto sigue sin cerrarse y que sólo puede das que veríamos desfasadas y un sentimiento de vergüenza superarse cuando estas dos visiones de la movilización social nos recorrería al pensar en vestirlas de nuevo (al igual que cuando alguien comparte una foto nuestra en las redes sociales de hace 10 o 15 años y re-descubrimos cómo vestíamos en tonces). La música seguramente nos traería una sonrisa, vinculada como está a sensaciones y experiencias tenidas mucho tiempo atrás. Mirar el salón de nuevo nos produciría una sensación de volver a la casa de nuestros abuelos. Todo, en definitiva, nos parecería viejo, de repente. Si, por el contrario, nos encerraran en una habitación durante dos décadas sólo acompañados con grabaciones de la música y películas de actualidad o pósteres de anuncios de las últimas campañas de publicidad, el día que saliéramos todo nos parecería extraño. Música muy diferente, gente vestida con ropas inimaginables, campa- El Viejo Topo 302 / marzo 2013 / 17 movimiento aprendan mutuamente. Debemos evitar cerrar en falso este sufre la misma crisis de militancia que partidos y sindicatos. conflicto: buena parte de militancia y direcciones de la izquierIncluso en lo más ‘nuevo’ se repiten errores históricos: El 15-M da política y sindical creen que del clima de protestas iniciado a veces ha reproducido la forma clásica de organización, patoen Mayo de 2010 derivará una entrada masiva de afiliación a logizándose. Ha sacralizado sus propios métodos, sus normas, sus organizaciones. De hecho, el activista del 15M y de la su ideología… creyendo que sus problemas internos eran los Corriente Sindical de Izquierdas, Emilio León, sostiene que de toda la ciudadanía. Muchas Asambleas del 15-M rechazaron “mientras la militancia con ganas de abrir esas organizaciones (paradójicamente para un movimiento que surgió por In se ha aproximado al 15M y han dedicado su esfuerzo a las ternet) la participación no presencial (“la gente no se implica” asambleas, los sectores más tradicionales se han mantenido o “prefiere estar en el sofá”). Ello primaba a quienes acudían donde estaban sin apenas modificar su concepción y práctifísicamente a las asambleas y creaba una diferencia endogrucas”. Estos sectores sostienen con vehemencia que las protespo-exogrupo. Junto a ello, otros clásicos: luchas de egos, una tas populares no habrían conse‘burbuja asamblearia’ (frente al guido su objetivo por su falta de arisco “exterior”) o discursos en ‘organización’, en el sentido clánombre del “Pueblo”, sin escuchar Las Mareas aparecen y sico. qué es lo que éste quiere en realidesaparecen, pero en sus picos Pero, ¿es realmente posible dad. El 15-M ha olvidado a veces la la participación es masiva e volver sin más a los modelos clácausa de su éxito: No era una orgaimplican a personas que no sicos de organización y esperar ni zación clásica –con normas, participaban en el ámbito sindical. adhesiones masivas de la poblaidentidad y autoreferencialidad. Su ción? No lo parece. El 15-M, sorénfasis era hacia afuera (el mundo prendentemente, consiguió vende precariedad y crisis que era real cer en las primeras semanas de las Acampadas: La mayoría de para sus participantes, reflejado en recortes sociales y reformas la población asumió e internalizó sus demandas y metodologílaborales), sus métodos eran difusos y abiertos a la innovación, as, incluso entre quienes se desmarcaron posteriormente de y su identidad colectiva estaba en continuo cambio. sus acciones e iniciativas. Como una flor, este movimiento Afortunadamente, cada intento del 15-M de constituirse en polinizó otras flores de su entorno, algunas cercanas, otras muy organización es ‘puenteado’. Como una aguja que tira de un lejanas. Por ello, aunque los estudiantes del IES Luis Vives de hilo, surgen iniciativas descentralizadas, apoyadas en las redes Valencia no hubieran participado en el 15-M y ni siquiera recosociales, que han obligado a las protestas populares a fluir nozcan su influencia, cuando salieron a las calles y comenzahacia delante, con otros nombres, pero con idénticos modelos. ron la llamada Primavera Valenciana, consideraron ‘normal’ el Convocatorias globales como el 15-O en 2011 o el 12-15M en no pedir permisos en sus manifestaciones, utilizar las redes 2012 traspasaron a las asambleas del 15-M. El Rodeo al Consociales o criticar que el dinero se usara para privilegios polítigreso del 25-S salió adelante a pesar del rechazo de una parte cos y no para gasto público. Cuando las Mareas impulsaron un de las asambleas ‘indignadas’. Las mareas verdes de educación modelo de organización, les parecían lógicas las asambleas de o rojas de parados explotaban con o sin el 15-M. Pero también centro o la coordinación en grupos de Facebook. Cuando los el propio 25-S fue hackeado con propuestas que surgían al jueces y abogados salieron a manifestarse en las calles de margen de sus Asambleas (como la de bloquear los registros Oviedo, no les pareció extraño el hacer una convocatoria ‘aledel Congreso). Es lo esperable en las sociedades de redes digigal’, sin notificar a las autoridades. La influencia del 15-M, tales, que comparten características como la Horizontalidad como ‘clima’ o ‘sentido común’, no se ve pero existe, y lo hace (‘todos somos iguales’), el Creative Commons (lo que se hace es hasta en sectores muy alejados a ese movimiento. propiedad colectiva y está abierto a la modificación constante) y la Inteligencia colectiva (‘diez cabezas piensan mejor que Caminando hacia adelante una’). Está claro: El ‘universo 15-M’ no puede reducirse a una Creer que ‘todo lo viejo no está adaptado para la situación ‘organización’. actual’ o que ‘todo lo nuevo lo hace perfectamente’ sería un La rapidez de estas mutaciones rompe con los paradigmas error. Ambos enfoques son necesarios. Estamos en un cambio clásicos. Hay identidad, pero muta rápidamente y permite evode ciclo, pero eso no significa que ya lo hayamos hecho o que lución y aprendizaje (la normalización en el uso de palabras sepamos cómo hacerlo. Por ejemplo, el asociacionismo ‘forcomo ‘lucha de clases’ o ‘república’ en el 15-M es un ejemplo). mal’ juvenil (como el integrado en los Consejos de la Juventud) No hay organizaciones estables, pero sí organización temporal. 18 / El Viejo Topo 302 / marzo 2013 movimiento No hay normas y estatutos, pero la memoria avanza con los movimientos. No hay militancia, pero hay activistas que mutan entre proyectos e iniciativas. La sociedad ‘líquida’ ha llegado, pero no para fragmentarnos y terminar con la contestación social, sino para articular y dotar de identidad a quienes parecían sumidos en el individualismo del consumo. Es posible desarrollar movimientos masivos y populares, es posible que la consciencia como clase social aumente colectivamente, pero este proceso masivo no sucederá sólo por los medios y formatos clásicos. Necesitamos lo colectivo, pero necesitamos una organización colectiva que refleje cómo somos hoy en día y en qué tipo de sociedad estamos. Será crucial reducir la distancia entre organizaciones y movimientos, adaptándose a la diversidad de una sociedad donde muchos segmentos sociales no están representados en las or - ganizaciones actuales. Frente a las ‘ásperas vidas organizativas internas’, cada vez valoramos más la autonomía y la creatividad y tenemos “una alergia profunda al seguidismo acrítico”, sugiere el analista Antonio Gutiérrez-Rubí en su página web. Preferimos unirnos a ‘causas’ que a ‘casas’, ‘estar’ en las acciones pero sin necesidad de ‘ser’ militantes. Aún con todo, estos activistas deben poder decidir sobre la estrategia de las organizaciones (‘quien está en la calle contigo, ha de tener voz sobre el proyecto sindical o político). Los liderazgos serán más colectivos, en red y horizontales, apoyados en un trabajo en red abierto a quien esté interesado en colaborar. La lealtad viene por los fines (la lucha con la que el ‘ejército anónimo’ se identifica), mientras que la ética, la austeridad y la transparencia han de estar en un primer plano. La comunicación ha de alejarse de las ‘líneas oficiales’ y debiera confluir con las redes de comunicación desarrolladas por los movimientos de protesta, lo que requiere frescura, creatividad, innovación y ‘licencia abierta’. Es decir, ha de permitirse la apropiación y modificación del mensaje por los no militantes. En cuanto a las acciones, habrá que normalizar formas clásicas de lucha sindical y política entre los más jóvenes, como sucedió en Asturies tras una huelga minera que desencadenó huelgas indefinidas y mimetizaciones en cadena. Pero más allá, las y los más jóvenes tendrán que re-apropiarse de acciones como las huelgas generales, aumentando su efectividad, sacándolas de las fábricas y dirigiéndolas a bloquear el consumo, las ciudades y el sector servicios. En definitiva, la izquierda política y sindical debería acercarse urgentemente a jóvenes y movimientos de protesta, innovando, renovando sus estructuras y entendiendo la diversidad actual de la sociedad, mientras los segundos no deberían menospreciar la importancia de la lucha en los ámbitos político y sindical. Hay que superar la etapa de ser ‘viejos, de repente’ y la de ‘extraño, de repente’, emprendiendo medidas que reformulen los métodos de funcionamiento de las organizaciones: seguir actuando como si nada hubiera cambiado en la sociedad sería un grave error ■ Daniel Mari Ripa es Investigador Severo Ochoa-FICYT en Psicología Social de la Universidad de Oviedo El Viejo Topo 302 / marzo 2013 / 19