ASTRONOMÍA Y ASTROLOGÍA EN EL MEDIEVO OCCIDENTAL

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Luis Alonso
ASTRONOMÍA Y ASTROLOGÍA
EN EL MEDIEVO OCCIDENTAL
i la caida del Imperio Romano en
el año 476, marca el comienzo
de la Edad Media, a finales del
siglo XII se producirá un cambio en
torno a las ideas y al pensamiento científico a causa de las influencias escolástica y árabe.
Durante mil años la iglesia cristiana dominó la cultura y la enseñanza,
que aun conservando el pensamiento
de los griegos clásicos, los reforzó de
aspectos místicos en una mezcla entre
ciencia y creencia trazando un puente
hacia la vida cotidiana.
Seguramente la Edad Media es el
periodo de tiempo más oscuro que
sufrieron las ciencias y las artes en la
historia de la humanidad. Durante este
espacio y en una sociedad que giraba
en torno al hombre y la Tierra como
pilares de la creación de Dios, las ideas
de Ptolomeo perduraron bajo el manto
protector de la Iglesia.
Este periodo que abarca desde los
años 500 al 1450 de nuestra era, fue
estéril en aportaciones científicas de
importancia, dominando las teorías
geocentristas hasta que en el siglo XV
comienzan a surgir dudas sobre la posición central e inmovilidad de la Tierra.
La información utilizada durante la
Edad Media era básicamente aquella
que se obtenía de los Compendios que
trataban de reunir el conocimiento
aportado por los griegos a modo de
obras enciclopédicas aunque de bastante menor calidad que los textos originales, siendo en ocasiones confusos
y contradictorios. Autores latinos
como Macrobio situaban a la Luna y al
Sol alrededor de la Tierra, después se
encontraban Venus y Mercurio y más
S
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Neomenia
allá Marte, Júpiter y Saturno. Calcidio
en cambio apostaba por una Luna que
describía una trayectoria circular en
torno a la Tierra, después Mercurio y
Venus, luego el Sol, Marte, Júpiter,
Saturno y la esfera de las estrellas
fijas.
La astrología en cambio, aglutinaba
un amplio grupo de creencias y prácticas de la sociedad medieval, desde la
cosmología a la alquimia pasando por
la medicina o la agricultura. La Tierra
anidaba en un mundo dentro de una
serie concéntrica de esferas que estaba
dividido en dos ámbitos distintos. Bajo
la luna y hasta el centro de la Tierra, las
esferas de los cuatro elementos en
donde todos los cuerpos por ellos integrados eran corruptibles y cambiantes.
Por encima estaban las siete esferas
planetarias en la región del cielo incorruptible, la esfera de las estrellas fijas
(octavo cielo), el noveno y el décimo
cielo que iniciaba los movimientos de
las demás. Más allá se encuentra una
esfera inmóvil o cielo empíreo que
contenía al mundo dentro de ella y era
la morada de Dios, los ángeles y los
bienaventurados.
Aristóteles había defendido que las
razones de decadencia de la Tierra eran
causadas por cambios en los cielos;
esto unido a algo evidente como la
influencia del sol sobre las estaciones o
la luna sobre las mareas, suponía un
respaldo al lugar de la astrología dentro
de la cosmología y la física aristotélica.
La influencia de los planetas sobre el
hombre era causa de cierto malestar en
la Edad Media, pues los errores y
aciertos de ellos parecían situarse bajo
el dominio de las estrellas, mientras
que el hombre luchaba por la independencia de sus actos como individuo.
Los teólogos debatían acerca del
papel de la astrología en el esquema
cosmológico y circulaban textos que
indicaban la relación entre los objetos
celestiales y los cuerpos sublunares.
Pero volvamos atrás en el tiempo.
San Agustín (354-430 d.C.), por ejemplo, aun no tratando a la ciencia griega
con desprecio, sostiene que por encima
del firmamento hay agua en forma de
vapor de agua tal como dice el Génesis. A pesar de la labor de los compiladores latinos, entre los siglos V y X la
ciencia en Europa llega a sus niveles
más bajos y el interés por el estudio del
Universo es prácticamente nulo.
En el siglo VI, el Monje Cosmas
nativo de Alejandría y comerciante
durante una parte de su vida, escribe su
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libro Topografía Cristiana dedicando
uno de los libros de su obra a atacar la
idea de aquellos que piensan que el
cielo es esférico. Cuestiona, como una
Tierra esférica en el centro del Universo podría haber emergido de las aguas
el tercer día de la Creación. Opina además, que es imposible que la Tierra sea
el centro, ya que con su gran peso solo
puede permanecer en reposo si esta en
la parte más baja de él. Para él, el
mundo es rectangular (dos veces más
largo que ancho), con una Tierra plana
rodeada de agua con una segunda Tierra donde esta el Paraíso. El Universo
esta rodeado de grandes paredes verticales y techo abovedado. Para Cosmas,
el Sol, la Luna y las estrellas son movidos por los ángeles y la Tierra tiene
más elevación en sentido Norte y
Oeste, siendo por tal motivo por el que
los barcos que navegan en esas direcciones tardan más que si navegan en
dirección contraria. No se le puede,
desde luego, negar originalidad a sus
afirmaciones aunque sean del todo
absurdas.
Como había dicho antes, la ciencia
y el interés por la astronomía fueron
escasos durante muchos siglos, pero
los trabajos de San Isidoro de Sevilla
(aprox. 560-636) fueron tal vez una
excepción en este desierto. Entre sus
obras redactó una enciclopedia de
veinte tomos a la que llamó Etimologías. En el tercer libro, escribió sobre
aritmética, música, geometría y astronomía (“que estudia las leyes de los
astros”). En este texto, la ciencia astronómica es la más extensa.
Escribe sobre el mundo, la esfera
celeste, los planetas, sus movimientos,
el zodiaco y las estrellas. Diferencia
entre astronomía y astrología, considerando a la primera como ciencia y a la
segunda como superstición. Cree que
el Sol esta hecho de fuego, que es más
grande que la Tierra y que la Luna. Los
planetas tienen su movimiento propio a
través de sus correspondientes esferas
girando en sentido contrario a la esfera
de las estrellas fijas, llamando a la Vía
Láctea “circulo cándido”.
El Universo tiene para él una
dimensión espacial limitada y después
de la ultima esfera esta el cielo superior, el más allá. No aportaba ideas
nuevas y solamente describía fenómeN. º 3 2 ( 3 / 1 0 )
nos celestes evidentes, pero su obra
mantuvo con latido el casi nulo pensamiento de occidente.
Durante esta primera etapa de la
Edad Media se asentó en el pensamiento europeo una estructura del Universo
basada en una interpretación literal de
la Biblia. La inmovilidad terrestre
implicaba que el Sol se movía en torno
a la Tierra, además de dar por ciertos
dogmas como que la Tierra era plana y
que el océano que rodeaba la misma
terminaba en un abismo sin límite.
A parte de San Isidoro de Sevilla
pocos fueron los que tuvieron curiosidad durante la baja Edad Media por la
estructura del Universo, con contadas
excepciones como Casiodoro o el
Venerable Beda. Este ultimo, Beda el
Venerable (673-735), nació en el norte
de Inglaterra y su Universo consta de
causas y efectos que se puedan identificar. Su cielo es esférico y la Tierra es
estática. Esta dividida en cinco zonas,
dos de ellas templadas que son habitables. Alrededor de la Tierra se encuentran los siete cielos: el aire, el éter, el
olimpo, el espacio ígneo, el firmamento con los cuerpos celestes, el cielo de
los ángeles y el cielo de la Trinidad. El
mundo material esta formado por los
cuatro elementos de la tradición griega: tierra, agua, aire y fuego, que junto
con el alma de los hombres y la luz
fueron creados por Dios de la nada.
Las estrellas giran alrededor de la Tierra, pero interpreta bien que las causas
de las mareas son debidas a las fases de
la Luna y a la atracción de ésta sobre el
agua del mar.
Los horóscopos más antiguos con
predicciones para la vida de una persona se remontan a la Babilonia y el antiguo Egipto. Tras el fin del mundo
romano y la llegada del cristianismo a
la Europa occidental, la astrología
llega por un lado con libros poco sofisticados y popularmente con la adivinación a pesar de las condenas de la Iglesia. A principios de la Edad Media eran
frecuentes las doctrinas astrológicas
relacionadas con la influencia de los
planetas y los signos del zodiaco que
se plasmaron en obras de astronomía,
filosofía natural y cosmología. Los
escritores empleaban indistintamente
“astronomía” y “astrología”. El interés
por la astronomía estaba localizado en
centros monásticos en donde se confeccionaban medidas de tiempo y
calendarios cristianos. Como no existían tablas ni instrumentos de precisión
para la confección de horóscopos, se
extendieron formas más sencillas de
adivinación que se basaban en los
treinta días del ciclo lunar y en las
posiciones del Sol y la Luna en el
zodiaco.
Un tipo de adivinación se denominaba “esfera de la vida y de la muerte”,
llamada así por su forma circular. La
usaban indistintamente médicos o
curas para conocer el desenlace de una
enfermedad. El valor numérico total de
las letras de un paciente (la a vale 1, la
b vale 2, etc) se sumaba al número del
día lunar en que cayó enfermo. El total
se dividía entonces entre treinta y si el
resultado se encontraba en la parte de
la tabla regida por la figura Cristo-Vida
el paciente viviría. Si estaba en la parte
Satán-Muerte el paciente moriría.
También se prestaba atención a la
Luna (creciente o menguante). Así,
para curar de epilepsia con asterion se
indica que hay que masticar el fruto
mientras la Luna este decreciendo y se
encuentre en el signo de Virgo.
Neomenia
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Aunque el objeto de este artículo es
el medievo occidental, no se puede
pasar por alto la contribución árabe a la
astronomía. Ellos continuaron los trabajos de observación iniciados por los
griegos intentando establecer las
dimensiones y estructura del cosmos
además de anotar sus observaciones
durante un periodo de más de 900 años
plasmados por ejemplo en las tablas
toledanas, que fueron aprovechadas
por los astrónomos del Renacimiento
para con sus descubrimientos cambiar
nuestra visión del Universo. Perfeccionaron el astrolabio e incorporaron a
nuestro lenguaje términos como cenit,
Astrónomos en Monte Athos
Astrolabio
almanaque o el nombre de estrellas brillantes como Albireo, Aldebarán,
Altair. Mizar, el Nath, etc.
Los astrónomos árabes realizaron
nuevos catálogos de estrellas en los
siglos IX y X que fueron recopilados
en las Tablas Toledanas siendo el astrónomo árabe Azarquiel la máxima figura de aquella escuela astronómica del
siglo XI responsable de las mismas. En
el año 1085 con la conquista de la ciudad de Toledo por el rey Alfonso VI se
comenzó la traducción del árabe al
latín de estos textos, despertando en
toda Europa el interés por las ciencias
y la astronomía. En 1272 se elaboran
las tablas alfonsíes bajo la tutela de
Alfonso X el Sabio sustituyendo a las
de Azarquiel en los centros científicos
europeos. Se realizan correcciones
basadas en las observaciones realizadas en Toledo entre los años 1262 y
1272. Alfonso X el Sabio detectó fallos
e inconsistencia en el modelo tolemaico en donde la situación central de la
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Neomenia
Tierra no coincidía con los datos que el
manejaba; pero la tradición, las creencias y el miedo vencieron a la razón y
a la observación. A pesar de todo se
atrevió a comentar: “si yo hubiera estado presente en la creación, le hubiera
dado algunas sugerencias al Creador
para que el Universo estuviese mejor
concebido”.
Los trabajos de investigación y traducción de esta escuela hicieron posible que obras fundamentales de la cultura griega fueran rescatadas del olvido. España transmitió a Europa
conocimientos en áreas tan diversas
como la geografía, la filosofía, la
medicina, la botánica o la astronomía.
Hasta que en siglo XII empiezan a
llegar las traducciones de las obras
griegas y árabes, una de las recopilaciones que sobreviven durante los primeros siglos de la Edad Media es la
Historia Natural de Plinio. Asimismo,
la matemática y la lógica de occidente
se basaban en la obra de Boecio del
siglo VI que hizo una recopilación
similar a la de Plinio con tratados de
geometría, astronomía y música.
Así pues, la traducción al latín de
los textos griegos que se habían conservado en obras árabes fueron aprovechados por eruditos de toda Europa
para recopilar numerosos conocimientos científicos, astrológicos y mágicos.
Con la transmisión del Almagesto y de
las tablas árabes, los astrólogos pudieron producir horóscopos más precisos
y una nueva visión para la interpretación de las configuraciones celestiales.
Ya con anterioridad incluso Guillermo el Conquistador encargó a su
propio astrólogo que estableciese el
momento de su coronación (navidad de
1066), fecha de nacimiento para
muchos de Inglaterra. La astrología se
difundió tanto en el ámbito del horóscopo personal como en el de las predicciones generales. Uno de los primeros eruditos en introducir en occidente
tablas astronómicas precisas fue Adelardo de Bath. Elaboró horóscopos
políticos y relacionados con acciones
de diferentes contendientes en la guerra civil que surgió a la muerte del rey
Enrique I, reflejando la asociación de
la astrología y la cultura cortesana.
Escribió también un tratado sobre el
astrolabio. Pero el primer astrólogo
importante del siglo XII en la Corte fue
Miguel Escoto, que falleció en 1230.
Investigó entre otras cosas la influencia
de la Luna en la menstruación o su
influencia en el momento de la concepción. Así, por ejemplo, la hermana del
rey Enrique III de Inglaterra se negó a
consumar el matrimonio hasta que no
llegara “la hora adecuada” que había
calculado Escoto.
Pero el más grande astrólogo de la
Corte fue Guido Bonatti. Profesor de la
Tercer t r i mest re 201 0
Horóscopo atribuido a Adelardo de Bath
Universidad de Bolonia asesoraba a
numerosos Príncipes de Europa. Falto
completamente de toda modestia aseguraba que “el astrólogo conoce todas
las cosas: lo que ha sucedido en el
pasado y todo lo que sucederá en el
futuro; todo le es revelado pues conoce
la influencia de los movimientos celestes que han sido, que son y que serán,
y sabe en que momento actuarán y qué
efectos producirán”.
En septiembre de 1186 se produce
una conjunción de todos los planetas
en el signo de Libra. La aparición de
los planetas en el mismo grado de longitud eran indicios y causas de los
grandes acontecimientos históricos. Se
creía que las conjunciones de Júpiter,
Saturno y Marte eran muy importantes,
pero esta lo fue especialmente por el
número de planetas implicados. Se presagiaron muchos males, como el estallido de una tormenta violenta de vapores venenosos, pero a pesar del pánico
generalizado que vivió Inglaterra
mientras se aproximaba la fecha lo más
violento que ocurrió según las crónicas
fue una granizada en Kent y alguna
inundación en Gales.
El futuro astrólogo de finales de la
Edad Media tenía que dominar diversas técnicas como la astronomía o las
matemáticas. También tenia que dominar un complicado número de reglas
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para la interpretación de las configuraciones celestiales. Después del siglo
XII los estudiantes adquirían las técnicas astronómicas estudiando el quadrivium, las matemáticas y estudios universitarios de humanidades.
Resulta curioso comprobar que las
técnicas astrológicas eran esenciales
para los estudiantes de medicina y
parte destacada del currículo (en el
siglo XV la Universidad de Bolonia
tenia su propio profesor de astrología
que impartía un curso de cuatro años
de duración).
El astrólogo tenía como base principal el horóscopo o carta astral o un
mapa de los cielos en un momento y
lugar determinados. En este dibujo se
trazaba la posición de los siete planetas
conocidos (la Luna, Mercurio, Venus,
el Sol, Marte, Júpiter y Saturno) según
aparecían en el zodiaco (en la zona
centrada según la eclíptica). El zodiaco
quedaba dividido en doce partes iguales de treinta grados que recibían el
nombre de las Constelaciones (Aries,
Tauro, Géminis, etc). Se denominaba
normalmente división en casas o espacios y el método más común para calcular esta división comenzaba con el
grado donde la eclíptica se cruzaba con
el horizonte, llamado “ascendente”. El
astrólogo construía las seis divisiones o
casas bajo el horizonte siguiendo el
orden de la salida de cada signo y las
casas sobre el horizonte ordenadas de
oriente a occidente, en dirección al
ocaso.
Los astrolabios y cuadrantes servían para calcular la posición y distancia
de los planetas. Estos instrumentos se
enfocaban al Sol durante el día y a una
estrella importante durante la noche,
para así poder interpretar el año en
curso.
Las “doce casas” se encuentran en
sentido contrario al de las agujas del
reloj desde la izquierda y se indican los
limites de cada casa en cuanto al grado
del signo del zodiaco, así como las posiciones de todos los planetas y de
“caput” y “cauda draconis” (puntos
donde la Luna se cruza con la eclíptica).
En un cuadrado central de la figura
se usaba frecuentemente para escribir
la fecha, el nombre del cliente y la pregunta que necesitaba ser contestada.
Cada planeta del horóscopo tenia propiedades naturales, siendo masculino o
femenino, diurno o nocturno, seco o
húmedo, cálido o frío, benéfico o
maléfico, etc.
Predicciones sobre la conjunción
en libra en 1186
Neomenia
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devastó Eurasia matando a millones de
personas, el monarca Felipe VI pidió a
la Universidad de Paris que diera su
opinión sobre los motivos de la misma.
Aunque numerosos astrólogos culpaban al eclipse lunar total del 18 de
marzo de 1347, la facultad opinó que la
triple conjunción de Marte, Júpiter y
Saturno en Acuario en marzo de 1345
era la responsable de “la perniciosa
corrupción del aire”.
Existía una típica descripción de
los asuntos que trata cada casa:
I.
Piscis. Siglo XI
Los signos del zodiaco se clasifican
según los sexos, estaciones, elementos
(fuego, tierra, aire o agua) y los signos
cardinales (fijos y mutables). Todos los
planetas gobiernan sobre dos signos
(sus casas), excepto el Sol y la Luna
que gobiernan solo uno. Cuando un
planeta estaba presente en un signo
sobre el que gobernaba, su influencia
era más poderosa, pero si se encontraba en los signos opuestos en el horóscopo su influencia era más débil. La
influencia de un planeta en el horóscopo dependía de las “dignidades” que
adquiría al ser situado en su propia
casa: exaltación, triplicidad, cara o término. El número de puntos que cada
dignidad otorgaba queda reflejado
encima de un práctico diagrama. En la
parte superior del diagrama se aprecian
las propiedades de cada signo. Piscis,
por ejemplo, pertenece al grupo de los
signos clasificados como de agua,
fríos, húmedos, septentrionales y
femeninos. Así por ejemplo la conjunción de planetas de 1186 de la que he
hablado anteriormente situados en
Libra (signo del aire) despertó el temor
a terribles vientos y la de 1524 en el
signo de Piscis (signo de agua) motivó
predicciones de inundaciones. Otro
caso curioso se produjo cuando la
peste de mediados del siglo XIV
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Neomenia
La forma y figura de la persona (nativo) y las cualidades de
su alma.
II. Posesiones
III. Hermanos
IV Padres
V. Hijos
VI. Enfermedades
VII. Matrimonio
VIII. Muerte
IX. Viajes y fe religiosa
X. Amistad
XI. Amigos
XII. Enemigos
Las casas primera, cuarta, séptima
y décima se denominaban casas cardinales o angulares; la segunda, quinta,
octava y undécima sucedentes; y la tercera, sexta, novena y duodécima,
cadentes. Los planetas situados en el
primer grupo tenían una influencia elevada y los situados en el ultimo su
influencia era reducida. En principio,
lo más importante en la predicción
astrológica dependía de la posición de
los planetas unos respecto a los otros;
lo más importante eran las relaciones
angulares entre planetas (aspectos).
Una conjunción tenía lugar cuando los
planetas parecían ocupar el mismo
espacio en el cielo (0º), en oposición
estaban separados (180º), en cuadratura (90º), en sextil (60º) y en trino
(120º). Cada aspecto tiene un significado concreto negativo o positivo dentro del horóscopo y destacaban especialmente las conjunciones y oposiciones entre planetas.
También eran importantes las relaciones entre el Sol y los planetas. Si un
planeta se encontraba a menos de 17
minutos del Sol (cada grado del horóscopo tenia 60 minutos), estaba en el
“corazón”. A menos de 8,5º estaba en
“combusto” y a menos de 17º “bajo los
rayos” y todos tenían un significado
diferente.
Los trabajos y estudios de Aristóteles comienzan a ser conocidos por los
europeos durante los siglos XII y XIII.
Gerardo de Cramona (1114-1187), fue
un estudioso que tradujo cerca de 70
libros, entre ellos el Almagesto de Ptolomeo y muchas obras de Aristóteles
desconocidas hasta entonces. La visión
de Aristóteles era la de un mundo ordenado y claramente diferenciado en partes, una región sublunar cambiante y
corruptible y una región celeste inmutable. Para Aristóteles el mundo era
eterno, como no había principio no
podía tener fin. Esto suponía un
enfrentamiento teológico en cuanto a
la creación del mundo, ya fuese la
visión cristiana o musulmana. Por ello
Santo Tomas de Aquino (1225-1274) o
Maimónides (1135-1204) resolvieron
esta situación rechazando este postulado bajo la base de la fe.
Durante gran parte de la Edad
Media el Universo estaba configurado
por esferas sólidas y cristalinas que
transportaban a los cuerpos celestes,
ocupando el lugar natural que le
correspondía ya que según el modelo
aristotélico no podían estar en otro
sitio. En el siglo XIII, para muchos
existían tres esferas exteriores a las que
ocupaban los planetas. La externa era
Representación del Universo
en la Edad Media
Tercer t r i mest re 201 0
invisible e inmóvil morada de los ángeles y bienaventurados, la esfera central
era transparente y cristalina (llamada
primium mobile y origen de todos los
movimientos del Universo y motor de
todas las demás esferas), mientras que
la tercera que era la más interna era
considerada como el firmamento
donde se situaban las estrellas fijas.
Los ajustes efectuados sobre el
modelo de Aristóteles para adaptarlo a
los preceptos de la fe permitió un largo
reinado de estas ideas geocentricas a lo
largo de este periodo.
Ya desde mediados del siglo XII,
las escuelas del norte de Francia junto
con las escuelas de traductores de Toledo y del sur de Italia, proyectan estas
ideas conjuntamente con la astronomía
de Ptolomeo. El sistema de Ptolomeo
resultaba complejo y hasta inverosímil
es cierto; pero era esta misma dificultad lo que para muchos resultaba
“garantía de veracidad”. El artificio
geométrico creado por el, resultaba
conveniente para explicar las observaciones, pero poseía dos problemas de
importancia. El primero era que el sistema de los epiciclos y deferentes estaban en contradicción con el principio
aristotélico según el cual, todo movimiento circular exige un centro fijo
sólido alrededor del cual girar. El
segundo problema era la explicación
que ofrecía Ptolomeo al tema de la precesión, que requería que la esfera de
estrellas estuviera animada por dos
movimientos diferentes al mismo tiempo, cosa no permitida por el esquema
de Aristóteles quien argumentaba que
“dos atributos contradictorios no pueden pertenecer a la misma sustancia a
la vez”. A pesar de todo, el sistema de
Ptolomeo era más preciso a la hora de
predecir observaciones, lo que supuso
un distanciamiento del sistema de esferas concéntricas.
Además de todo esto y como ya he
comentado en páginas anteriores, en
1252 Alfonso X el Sabio ordena elaborar a astrónomos árabes, hebreos y
cristianos en Toledo, las que serian las
cartas estelares más precisas de su
tiempo difundiéndose por toda Europa
con gran rapidez.
Pero volvamos a la astrología. El
arte de la astrología estaba dividido en
dos ramas principales: la mundana y la
N. º 3 2 ( 3 / 1 0 )
judicial. La primera se ocupaba de las
influencias celestes sobre acontecimientos naturales (clima, horóscopos
determinados, conjunciones, eclipses y
oposiciones). En muchas Cortes de la
Europa Medieval, los gobernantes recibían consejo astrológico de los médicos y los clérigos. Esta practica solía
ser condenada por gran parte de los
cortesanos y teólogos, pero solía ser
una practica generalizada. Aun se conservan numerosos documentos exquisitamente decorados de la época. Es
una realidad evidente, que la astrología
se impregna en todas las clases sociales, aventurando desde la muerte del
rey o una guerra o vaticinando epidemias o cualquier otro desastre.
Por otro lado, la astrología judicial
se centraba en el individuo y proporcionaba datos sobre la vida de una persona. Esto era una clara amenaza al
concepto de libertad individual, pero
los astrólogos argumentaban que el
“conocimiento de antemano de aquello
que iba a ocurrir mitigaba su impacto y
permitía a los hombres prepararse para
el desastre”.
Se daban datos sobre el transcurso
de su vida y lo más terrible, el momento y forma de su muerte. En cada apartado de la vida del nativo destaca un
planeta diferente. Por ejemplo, en el
matrimonio destaca Venus mientras
que sobre la fe hay que observar a Mercurio. Sobre los descendentes, el astrólogo era capaz de predecir el número,
sexo y fallecimiento.
Horóscopo de Thomas Norton. Siglo XV
Texto astrológico
para el rey Enrique VII
Aunque practicar astrología no era
un delito, a veces esta se relacionaba
con la magia (como la necromancia
que implica a espíritus o demonios).
Otra práctica peligrosa era predecir la
muerte de un Rey, pues no debía conocerse ni la fecha ni la forma de la
misma. Por ejemplo, la duquesa de
Gloucester junto a otros dos clérigos
fueron acusados de conspiración por
usar la astrología con el fin de provocar
la muerte del monarca. Thomas Southwell, uno de los clérigos, murió en prisión. El otro, Roger Bolingbroke, fue
ejecutado. La duquesa fue condenada a
cadena perpetua.
Pero volvamos al aspecto astronómico. Muchos fueron los pensadores y
las ideas que se divulgaron en el siglo
XIII. Roger Bacon (aprox. 1214-1294),
se revela contra los pensamientos establecidos y contra Aristóteles, defendiendo la necesidad de experimentar y
de aplicar razonamientos matemáticos
para cuestiones científicas. Coincide
en su visión sobre el Universo, pero
aporta algo diferente: “la Tierra es un
punto insignificante en el centro de un
vasto cielo”. Basándose en el astrónomo árabe Al-Fargani (siglo IX), afirma
que la estrella más pequeña es mayor
que la Tierra, relacionando su tamaño
con su magnitud.
En este mismo siglo, Pietro d’Abano (1250-1316), propone que las estre-
Neomenia
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llas no están sujetas a una esfera sino
“que vagan libremente por el espacio”.
El hecho de que personas cultas de
la época conociesen las ideas de Ptolomeo, no significa en absoluto, que personas con cierta influencia las conocieran. Por ejemplo Dante Alighieri
(1265-1321), describe en la Divina
Comedia la visión del mundo que
imperaba en la época. El infierno es
una cavidad cónica que llega al centro
de la Tierra, el purgatorio en una gran
montaña que sale del océano en un
punto opuesto a Jerusalén (centro de la
tierra sólida) o que hay diez esferas
desde la Luna hasta el “empireo inmobile”, morada de la divinidad.
Pero surgen otras ideas interesantes
en el siglo XIV, impulsadas por Jean
Buridian (1300-1358) y Nicolás de
Oresme (1323-1382), que sugieren la
posibilidad de la rotación de la Tierra
alrededor de su eje como contrapartida
a la rotación de la esfera de estrellas
fijas; aunque para ser justos las primeras referencias a esta posibilidad aparecen a finales del siglo XIII de la mano
del franciscano Francisco de Meyronnes. De todas formas, Buridian afirma
que “las observaciones directas al cielo
no pueden servir para saber si son los
cielos los que se mueven o es la Tierra
la que rota”. Su fe hizo (así se lo exigía) que ambos, a pesar de todo, sostuvieran la inmovilidad de la Tierra. Pero
fue una pena, pues su razonamiento
planteaba un Universo más armonioso
y evitaba la esfera exterior de las estrellas. Buridian argumenta que una flecha lanzada hacia arriba cae en el
mismo lugar, aunque los múltiples
cambios que se producen en la Tierra
hacen variar el centro de gravedad
terrestre. Como ese centro debe coincidir con el del Universo, eso no es posible “si la Tierra es capaz de moverse”.
Oresme, discípulo de Buridian y
obispo de Lisieux, explica que el equilibrio y movimiento de las esferas es
debido al impulso inicial que Dios
comunicó a las mismas. Defiende que
es imposible argumentar que no sea la
Tierra la que gire solamente por la
observación (pero si girase de Oeste a
Este ¿no debería existir un fuerte viento en sentido contrario?). Oresme propone la idea “que tanto el aire como el
agua son arrastrados en la rotación de
36
Neomenia
Representación de Saturno
la Tierra”. Estos argumentos racionales
a favor de la rotación terrestre serian
utilizados más tarde por Tycho Brahe
contra Copérnico, según el cual “un
cuerpo material puede tener únicamente un movimiento, que para la Tierra es
rectilíneo y hacia abajo”.
La idea de rotación terrestre tenía
la ventaja de la sencillez, del movimiento celeste de este a oeste y permitía eliminar la novena esfera; pero
Oresme vuelve como ya he comentado
antes, de forma sorprendente a la cosmología geocéntrica, pues ante todo es
obispo. Oresme defiende su rechazo a
la rotación terrestre pues piensa que
“sus razonamientos no prueban su
movimiento sino que demuestran que
es imposible probar lo contrario”.
Y mientras vemos sorprendentemente un aparente estancamiento en la
astronomía, la astrología aumenta su
popularidad gracias a las cartas natales, llegando hasta nuestros días distintos tipos de horóscopos, como las cartas horarias. Las cartas horarias alcanzaron gran popularidad entre los
astrólogos árabes, los cuales se inspiraron en fuentes hindúes.
Este tipo de astrología se basaba en
dar respuestas a preguntas concretas.
Para ello se trazaba una figura para el
momento en que la pregunta era formulada. Otro tipo de astrología era la
electiva, mediante la cual se analizaban
y estudiaban las posiciones planetarias
y se determinaba el momento propicio
y adecuado para emprender una actividad o tomar una decisión.
Los clientes visitaban al astrólogo
en su casa, en donde se sinceraban con
el. Sus problemas, sus dudas, sus operaciones comerciales, la búsqueda de
Los planetas gobiernan los días de la semana. Siglo XIV
Tercer t r i mest re 201 0
algún objeto valioso o sus temores ante
alguna guerra, eran representados en
los cielos de donde el astrólogo extraía
su respuesta.
Un excelente ejemplo de lo anteriormente expuesto sería Richard Trewythian. Era médico y prestamista además
de astrólogo, teniendo entre sus clientes
a numerosos artesanos y hasta a un abad.
Por ejemplo predijo para el año 1448
sangre, guerra, peste, muerte y terror, lo
cual no causó mucha sorpresa en el turbulento siglo XV. Construyó igualmente
un horóscopo para un eclipse y lo que
ocurriría antes de que el Sol entrara en
Aries. Como podéis imaginar las crónicas medievales solían presagiar catástrofes ante estos acontecimientos o la llegada de cometas. Pero dos horóscopos
encontrados, construidos para un Abad,
llaman especialmente la atención. Estos
horóscopos estaban relacionados con un
robo de una capa de oro. Por increíble
que parezca Trewythian fue capaz de
describir las características físicas del
ladrón: “es de complexión rolliza, con
pelo castaño y grasiento y a menudo
tiene granos en la cara. Tiene la barba
rala y los ojos pequeños; su cuerpo es
tosco y encorvado. Es un sembrador de
malas hierbas y de discordia entre los
hombres”. Por supuesto el astrólogo no
confía en que la pieza se recupere. Y así
será, a pesar de su sorprendente “cámara de vigilancia medieval”.
Los herbarios y lapidarios astrológicos describían plantas y piedras que
recibían su forma y su naturaleza de
los planetas, de los signos zodiacales y
a veces de estrellas fijas. Tanto las piedras como las plantas deben ser usadas
en momentos precisos para intensificar
su poder natural, coincidiendo con la
influencia de un planeta o una constelación.
La astrología natural y otras artes
ocultistas tuvieron una gran difusión a
través del popular e influyente Secretum Secretorum, texto que pretendía
ser una carta del filosofo Aristóteles a
Alejandro Magno y que abogaba por
ser una astrología erudita. Las plantas
que carecen de luz son gobernadas por
Saturno, pero aquellas que florecen
pero que no dan fruto están dominadas
por Marte; también existían formulas
para vencer la voluntad de las personas
(con semillas de androsman).
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Signos del zodiaco
Los practicantes de medicina se
vieron atraídos por el prestigio de unir
su profesión al estudio de los cielos. El
hombre se componía de cuatro cualidades: caliente, frío, húmedo y seco que
se combinaban con los cuatro elementos primarios: aire, tierra, fuego y agua.
Estos dotaban al carácter de un temperamento sanguíneo, colérico, flemático
o melancólico.
La salud dependía del equilibrio de
los humores y la enfermedad era el
resultado de la diferencia de uno de
ellos. Como todos conocemos, uno de
los métodos que se usaba para cualquier trastorno en el equilibrio de los
humores era la sangría, para la que se
aconsejaban ciertos días lunares. La
Luna también tiene influencia en las
plantas, la labranza y el clima.
En este oscuro mundo de extraña
mezcla entre lo esotérico y la siembra
de las primeras semillas astronómicas,
el filosofo Nicolás de Cusa (14011464), asegura que cada estrella del
firmamento tiene sus habitantes como
los tiene la Tierra. Asegura que el Universo sin ser infinito no tiene fronteras
y al ser así, ningún cuerpo puede ser el
centro.
Este fue seguramente, el principio
del fin. Otros llagarían más tarde,
como Copernico, que dotaría a la Tierra y a los planetas movimientos de
traslación alrededor del Sol en movimientos circulares, que Kepler transformó en elípticos gracias a las anotaciones del excéntrico Tycho, mientras
Galileo observaba impaciente a través
de su telescopio, quien sabe si tal vez,
lo que siglos más tarde acaecería. Pero
esa fue otra historia y este no es el
momento de contarla.
Bibliografía:
— Historias del Universo. Telmo Fernández de Castro.
— Astrología Medieval. Sophie Page.
— Astronomía y tradición medieval.
George Saliba.
— ¿Qué sabemos del Universo? Juan
Pérez Mercader.
— Horóscopos e historia. J. North.
— Astrología, ciencia y sociedad.
P. Curry.
— Guía visual de astrología. Varios
autores. País Aguilar.
Visión medieval del mundo. Biblioteca
digital ILCE.
Neomenia
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