Página 1 VOLUMEN 1, No. 2 FECHA DEL BOLETÍN: AGOSTO 2011 Boletín bimensual de Derecho y Política Contenido: Ab. Salim Zaidán Los principios de aplicación de los Derechos en la Constitución de 2008: una mirada distinta a la "neoconstitucionalista" » p. 2 Dr. Ernesto Vásconez La eticidad como elemento legitimador de las normas jurídicas » p. 4 Entrevista Dr. Hernán Salgado » p. 6-7 Cartas al editor » p. 8 Auspiciado por: www.fhs.ec PRINCIPIOS Y GARANTÍAS CONSTITUCIONALES Hiper presidencialismo La Constitución (CRE) en el art. 168 en su numeral primero y segundo prescribe que los órganos de la Función Judicial gozarán de independencia interna y externa, autonomía administrativa, económica y financiera, la pregunta que surge con respecto a estas disposiciones es: ¿existe tal independencia y autonomía? Después de haberse publicado los resultados de referéndum y consulta popular (R.O. No. 490 13-07-2011) nos damos cuenta que no, se presupone que el órgano nominador de los miembros del Consejo de la judicatura es el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, pero ahora se ha delegado esta potestad a otras funciones del Estado como son el Ejecutivo y Legislativo. El justificativo de esto es la declaración de voluntad que el pueblo a través de las urnas ha legitimado para que se de esta transformación del órgano administrativo de la función judicial con la conocida democracia plebiscitaria. En la conferencia dictada por el profesor italiano Luigi Ferrajoli en la Universidad Simón Bolívar el 28 de Junio del presente año, él manifestó que hay que diferenciar entre la Democracia Constitucional y lo que se conoce como Democracia Plebiscitaria populista, ya que la segunda puede estar viciada de inconstitucionalidades que violentan los derechos fundamentales y resquebrajan instituciones protegidas por la constitución, es decir, la legitimidad casi nunca es la legalidad y mucho menos la constitucionalidad. Siempre la politización de la Justicia, como la judicialización de la política traen consecuencias bastante graves, los únicos que pierden son los ciudadanos, ciudadanos que pretendemos que se dé un cambio en la Función Judicial para que se cumpla lo que dispone el art. 75 de la CRE que es el tener un acceso gratuito a la administración de justicia en el que exista la tutela efectiva, imparcial y expedita. André Benavides Principios y garantías constitucionales Página 2 Los principios de aplicación de los Derechos en la Constitución de 2008: una mirada distinta a la “neoconstitucionalista” Salim Zaidán 1 Notas introductorias sobre el neoconstitucionalismo a la ecuatoriana La forma como el neoconstitucionalismo se ha insertado en nuestro ordenamiento y en nuestro pensamiento jurídico está marcado por claras distopías. La realidad del derecho constitucional ecuatoriano transcurre en sentido opuesto al rumbo de ese Estado y sociedad ideales descritos en libros y normas. Y es que algunos neoconstitucionalistas nos presentan a un Estado y a una sociedad ficticia , una fachada de progresismo. Los cambios se anuncian pero no se ven. Algunos cambios tardan en producirse, otros simplemente jamás se darán, sino cambiamos lo sustancial: la cultura ciudadana y a quienes ostentan el poder político y el poder económico. Es evidente que algunos neoconstitucionalistas del medio han propiciado un masivo adoctrinamiento, sus pensamientos tienen una gran incidencia y controlan buena parte del pensamiento doctrinal en el nuevo derecho constitucional. Algunos se han sumado a pensamientos de académicos idolatrados sin llegar a comprenderlos. Y claro hay que reconocerlo, otros lo han hecho con mucho talento y buenas intenciones, pero con falta de sensatez. Luego de leer artículos como “Los principios de aplicación de los derechos” de Ramiro Ávila (del libro del Ministerio de Justicia “La Constitución del 2008 en el contexto andino”2) da la apariencia de que en tres años hemos transitado de las teorías y prácticas “caducas” y “retrógadas” en el derecho al progresismo pleno con la sola vigencia de la Constitución de Montecristi. Sin dejar de reconocer su admirable inteligencia y amplia formación, pongo reparos al idealismo de Ramiro para abordar muchos temas del constitucionalismo contemporáneo, como lo ha dado en llamar (temas particularmente relacionados con la caracterización del nuevo Estado ecuatoriano 3 y los principios de aplicación de los derechos). Quienes redactaron la parte dogmática de la Constitución de la República fueron influenciados por académicos “neoconstitucionalistas”, pero otro rumbo tomaron los asambleístas que integraron las Mesas de la Asamblea Constituyente a cargo de la preparación de los artículos de la parte orgánica de la Constitución, que prefirieron seguir en la escuela exegética y continuaron defendiendo lo que tanto criticaron del pasado : la interpretación literal de las disposiciones constitucionales. El artículo 427 de la Constitución es un claro ejemplo, pues este artículo de la parte orgánica privilegia la interpretación literal de la norma que tanto se margina en la sección de los principios de la parte dogmática . El artículo 427 refiere que las normas constitucionales deben interpretarse por el tenor literal que más se ajuste a la Constitución en su integralidad. El problema es que la integralidad de la Constitución es confusa, contradictoria, hecha al apuro. En todo caso, para no dar una apariencia de teoría clásica los asambleístas agregaron al artículo una referencia tibia al principio pro ser humano, para insinuar que la jerarquía normativa ha sido desplazada por este principio y la jerarquía mayor la ostenta la norma más favorable a los derechos, pero aún así no lograron cambiar la orientación de la disposición constitucional . Nota introductoria sobre los principios de aplicación de los derechos La Constitución Política de 1998 en su parte dogmática incorporó una serie de principios que han sido acogidos por la Constitución de 2008. Algunos de ellos demostraron ser letra muerta y sin embargo el constituyente persistió en conservarlos en el nuevo esquema constitucional. El neoconstitucionalismo a la ecuatoriana le apuesta a los “máximos” dogmáticos pero no los complementa con mínimos estructurales. La Constitución de 1998 en su artículo 18 y la vigente en su artículo 11 (3) contemplan que los derechos humanos son de directa e inmediata aplicación, que se estará a la interpretación que más favorezca a la vigencia de los derechos humanos y que no se podrá exigir requisitos o condiciones no establecidos en la Constitución y la ley para su ejercicio. El artículo 19 de la Constitución de Sangolquí y el artículo 11 (7) de la Constitución de Montecristi reco gen la denominada cláusula abierta, con escasas diferencias (el pri- mer catálogo está abierto en función de la naturaleza de la persona y la necesidad de facilitamiento para su pleno desenvolvimiento moral y material, mientras el catálogo normativo vigente puede ampliarse en función de las demandas de protección de la dignidad necesarios para el pleno desenvolvimiento de la persona). Tanto la Constitución de 1998 en su artículo 16 y la Constitución de 2008 en su artículo 11 (9) reconocen que el más alto deber del Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos. Los asambleístas que prepararon la Constitución del 2008 recogieron todos los principios de la Constitución que le precedió e incluyeron algunos más. Le pregunto al lector ¿los artículos 10 y 11 de nuestra Constitución reflejan un cambio radical en el esquema de principios que trascienda lo formal? Para que lo respondan, aporto con algunas reflexiones sobre algunos principios. 1. Catedrático de “Técnicas de litigio en derechos humanos ” y “Fundamentos de los Derechos Humanos ” en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Profesor de “Modernización del Estado” y “ Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional ” en la Universidad Internacional SEK . Fue docente de “Derechos humanos” en la Universidad de las Américas. Fue docente de Teoría Política y Constitucional de la Universidad R egional Autónoma de los Andes. Ex agente del Estado ecuatoria no ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (obser vaciones al artículo al correo electrónico : szaidan2009@hotmail.com). 2. Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, La Constitución del 2008 en el contexto andino: Análisis desde la doctrina y el derecho comparado, Quito, Serie Justicia y Derechos Humanos, 2008. 3. Ávila, Ramiro, El neoconstitucionalismo transformador: el estado y el derecho en la Constitución de 2008, Quito, Ediciones Abya Yala, 2011, páginas 107 y ss. Ver descripción del tránsito del estado legal al constitucional, del estado excluyente al estado de justicia, del estado subordinado al estado soberano e independiente. Página 3 1. La legitimación activa para la justiciabilidad Ramiro Ávila propone una clasificación ciertamente interesante de los tipos de legitimación activa para hacer valer los derechos ante la justicia constitucional: la subjetiva, colectiva restringida y acción popular. La Constitución de la República, en las disposiciones comunes sobre las garantías jurisdiccionales, específicamente en el artículo 86 (1) establece que “cualquier persona, grupo de personas, comunidad, pueblo y nacionalidad podrá proponer las acciones previstas en la Constitución”. El artículo 9 literal a) de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional, al regular la legitimación activa, señala que “las acciones para hacer efectivas las garantías jurisdiccionales previstas en la Constitución y esta ley, podrán ser ejercidas por cualquier persona, comunidad, pueblo, nacionalidad o colectivo, vulnerada o amenazada en uno o más de sus derechos constitucionales, quien actuará por sí misma o a través de representante o apoderado (…) Se consideran personas afectadas quienes sean víctimas directas o indirectas de la violación de derechos que puedan demostrar daño. Se entenderá por daño la consecuencia o afectación que la violación al derecho produce”. El problema está en que la Constitución vigente consagra una legitimación activa de acción popular que permite a cualquier persona proponer acciones sin necesidad de acreditar su condición de víctima, pero la Ley Orgánica no. La Ley presenta una combinación de la legitimación activa subjetiva y colectiva restringida. La superación de la teoría del derecho subjetivo, de la que habla Ramiro, es ilusoria en la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional. 2. “Los derechos y las garantías son directamente aplicables” El principio de aplicabilidad directa e inmediata de derechos y garantías de fuente normativa constitucional e internacional constante en el artículo 11 (3) de la Constitución de la República enuncia que “los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos serán de directa e inmediata aplicación por y ante cualquier servidora o servidor público, administrativo o judicial, de oficio o a petición de parte”. El artículo 426 de la Constitución dice que: “todas las personas, autoridades e instituciones están sujetas a la Constitución. Las juezas y jueces, autoridades administrativas y servidoras y servidores públicos, aplicarán directamente las normas constitucionales y las previstas en los instrumentos internacionales de derechos humanos siempre que sean más favorables a las establecidas en la Constitución, aunque las partes no las invoquen expresamente. Los derechos consagrados en la Constitución y los instrumentos internacionales de derechos humanos serán de inmediato cumplimiento y aplicación. No podrá alegarse falta de ley o desconocimiento de las normas para justificar la vulneración de los derechos y garantías establecidos en la Constitución, para desechar la acción interpuesta en su defensa, ni para negar el reconocimiento de tales derechos”. La reproducción de la norma constitucional la encontramos en el artículo 5 del Código Orgánico de la Función Judicial. Estos artículos que desarrollan el principio han sido interpretados por la Corte Constitucional: “los artículos: 11, numerales 3 y 5; 424 y 426 de la Constitución de la República, establecen los principios de eficacia normativa, aplicación directa e inmediata y de favorabilidad para la efectiva vigencia de los derechos y las normas de la Constitución, principalmente aquellas referidas a las garantías de los derechos, sin que pueda alegarse inexistencia de normativa secundaria para inaplicar los derechos, justificar su violación o desconocimiento, negar su reconocimiento o desechar las acciones provenientes de su ejercicio. (…) La aplicación y eficacia directa de la Constitución implica que todas las normas y los actos del poder público deben mantener conformidad con las disposiciones constitucionales; por lo tanto, legisladores, jueces y demás servidores públicos, así como los particulares, habrán de tomar a la Constitución como una norma de decisión, con las siguientes consecuencias: a) habrá de examinarse y compararse todas las normas con las disposiciones constitucionales para determinar, de forma legítima, si hacen parte o no del ordenamiento jurídico; b) en la solución concreta de conflictos jurídicos provocados por ausencia de ley o por evidentes contradicciones respecto de la Constitución, habrá de aplicarse directamente la Carta fundamental; y c) habrá de interpretarse todo el ordenamiento conforme a la Constitución”4. 4. Ver: Corte Constitucional del Ecuador, Sentencia No. 00l-10-SIN-CC, casos acumulados No. 0005-09-IN y 0011-09-IN, al plantear y resolver el problema jurídico : ¿Cómo debe entenderse el principio de aplicación directa de la Constitución? Con las normas constitucionales de remisión a la ley que abundan en nuestra Carta Magna es razonable pensar que difícilmente serán normas de directa e inmediata aplicación, sino que algún neoconstitucionalista me explique cómo otorgo carácter autoejecutable a ciertas normas que reconocen derechos y garantías, como las que transcribo a continuación: “Art. 98.- Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público o de las personas naturales o jurídicas no estatales que vulneren o puedan vulnerar sus derechos constitucionales, y demandar el reconocimiento de nuevos derechos. Art. 99.- La acción ciudadana se ejercerá en forma individual o en representación de la colectividad, cuando se produzca la violación de un derecho o la amenaza de su afectación; será presentada ante autoridad competente de acuerdo con la ley. El ejercicio de esta acción no impedirá las demás acciones garantizadas en la Constitución y la ley” (negrilla me pertenece). 3. El principio “pro ser humano” El artículo 11 (5) de la Constitución, consagra una pauta de interpretación a mi modo de ver muy subjetiva. Se trata del principio pro ser humano, que dice que “en materia de derechos y garantías constitucionales, las servidoras y servidores públicos, administrativos o judiciales, deberán aplicar la norma y la interpretación que más favorezcan su efectiva vigencia”. De la norma transcrita se desprende una clara excepción al criterio de preferencia normativa en función de la jerarquía enunciada en el artículo 424, que trata de privilegiar el principio pro ser humano. El problema radica en que aquello propicia una liberalidad interpretativa. La dinámica del juez del anterior sistema constitucional era sin duda perjudicial pero aquello no creo que deba ser la excusa para que los actores con incidencia en los actuales procesos normativos hayan ido al otro extremo convirtiendo al nuevo juez en actor político y legislativo y busquen incluso el desplazamiento del legislador por el juez. El contenido normativo de los derechos muchas veces es claro y los jueces terminan interpretándolos de manera totalmente distinta al resolver un caso, fuera de los límites y alcances preestablecidos, en nombre de métodos como el de la ponderación. 4. La “cláusula abierta”.La cláusula abierta consiste en ir más allá de la fuente normativa y proclama que no Principios y garantías constitucionales Página 4 se puede supeditar la exigibilidad y justiciabilidad de un derecho a su reconocimiento normativo. Este principio se encuentra en el artículo 11 (7) de la Constitución que dice que “el reconocimiento de los derechos y garantías establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos humanos, no excluirá los demás derechos derivados de la dignidad de las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades, que sean necesarios para su pleno desenvolvimiento”. Esta norma de ninguna manera puede interpretarse como la posibilidad del juez para crear nuevos derechos. Su lectura correcta debería ser que de acuerdo a la evolución de la sociedad y las necesidades de protección, el asambleísta podrá incorporar nuevos derechos a los catálogos vigentes. El juez no puede reemplazarlo en esta tarea. Para concluir.El neoconstitucionalismo considera que “si bien la principialística neoconstitucional ha hecho al derecho menos cierto desde la concepción tradicional del sistema jurídico, lo importante es que al poderse interpretar las normas de modos distintos, adquiere particular interés tanto la teoría política que se ponga tras de ellas, como las herramientas que se adopten para interpretar las normas del caso”5. Como acertadamente lo afirma Juan Antonio García Amado “en el neoconstitucionalismo se confunde lo que la Constitución dice con aquello que los intérpretes dicen que la Constitución dice”6. Debemos reasignar la importancia que tiene la seguridad jurídica en el derecho y no caer en un imperio judicial sin límites que tienda a la liberalidad interpretativa. Pero también debemos tomar conciencia que el reconocimiento de principios y derechos no es nada sin una adecuada ingeniería del poder y verdaderos contrapesos. Estamos viviendo un “progresismo normativo”, que ojalá algún día se transforme en un progresismo cultural y práctico. Aterricemos a la realidad tanto progresismo retórico. Que los neoconstitucionalistas del medio no solamente hagan diagnósticos teóricos, sino que contribuyan con instrumentos prácticos para trasladar a la práctica los abundantes postulados progresistas que supuestamente hay en la doctrina y normativa vigente. La eticidad como elemento legitimador de las normas jurídicas Dr. Ernesto Vásconez* Introducción El último fundamento de las reflexiones que siguen está en mi propia experiencia personal como docente e investigador de la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE. Me explico. Llevo algo más de 16 años trabajando como profesor, tiempo durante el cual he tenido a mi cargo las cátedras de Introducción al Derecho y Deontología Jurídica, y, a partir del Plan de Estudios 2008, inauguré la asignatura de Fundamentos de Ciencias Sociales. Pese a la diversidad de cada uno de estos cursos, adentrándome en ellos, ha ido surgiendo para mí -cada vez con más claridad y evidencia- la siguiente constatación: he disfrutado del privilegio de aportar en la formación de nuestros futuros profesionales en los tres pilares que sostienen la ciencia del Derecho: sus dimensiones fáctica, normativa y valorativa; pudiendo constatar además, su mutua interdependencia. Por otra parte, durante mi desempeño como decano, gestioné y conseguí que el Consejo de Facultad aprobara la creación del Centro de Estudios de Ética y Derecho, CEDE, cuyo objetivo fundamental es desarrollar proyectos de investigación en el campo de las relaciones entre la Ética y el Derecho. El primer proyecto con el cual se puso marcha el CEDE se denomina: “Líneas Éticas presentes en la Nueva Constitución del Estado Ecuatoriano”, el mismo que se encuentra en pleno proceso de elaboración. No es el propósito de esta exposición el reseñar el contenido, metodología y avances de la referida investigación, se trata más bien de presentar unas breves reflexiones sobre las relaciones existentes entre eticidad y juridicidad conectándolas a través de dos elementos presentes tanto en una como otra: la facticidad de la conducta humana social, por una parte, y la regulación de tales conductas a través de las normas que forman parte de un ordenamiento jurídico, estatal o supra estatal, por otra. La convivencia: realización cotidiana de la intersubjetividad Aristóteles caracterizó en su momento a la persona humana como zoom politikón, haciéndonos en dicha expresión su natural sociabilidad, que traducida a términos modernos quiere decir que las personas somos lo que somos o alcanzaremos lo que estamos llamados a ser en cuanto nos entendamos , sintamos y vivamos como sujetos con los demás y para los demás. Entendida así nuestra humanidad resulta impensable e impracticable la persona separada de los demás, aislada de los otros, centrada sobre sí misma. En consecuencia, es esencial a nuestro ser personal el reconocernos como miembros de la sociedad, el sentirnos responsables de que ella esté en condiciones de atender las necesidades y requerimientos de cada uno de sus miembros, y el convertirnos en partícipes directos del bien común, la paz social, la seguridad y la certeza jurídica y la justicia. 5. García Jaramillo, Leonardo, Carbonell, Miguel y García, Leonardo, editores, El canon neoconstitucional, Madrid, Editorial Trotta e Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, p. 241. 6. Bernal Pulido, Carlos, El neoconstitucionalismo a debate, Instituto de Estudios Constitucionales Carlos R estrepo Piedrahita, Bogotá, p. 14. * Dr. Ernesto Vásconez R., S.J. Doctor en Jurisprudencia, Magister en Docencia Superior e Investigación Educativa y Bachelor en teología . Profesor en la Facultad de Jurisprudencia desde 1996 en las cátedras de Introducción al Derecho . Deontología Jurídica, Fundamentos de las Ciencias Sociales, Metodología de investigación Jurídica y Proyecto Integrado I. Director del Centro de Estudios de Ética y Derecho , CEDE, desde el 2008. Página 5 Adela Cortina sostiene que lo “justo” es el núcleo del quehacer ciudadano y político 1, agregando a renglón seguido que: “la sabiduría práctica se encamina ahora hacia la justicia como su lugar natural. Tal vez porque lo bueno, por decirlo con una tradición muy nuestra, lo mejor, es cosa de invitación o de consejo, apuesta personal a la que atienden los prudentes, mientras que lo justo es condición de legitimidad, exigencia ineludible para las actividades de las que se ocupan las ciencias morales y políticas, que aquí se traducen en filosofía, economía, política, DERECHO y ciencias sociales” (las negrillas y mayúsculas son mías).2 Queda claro entonces que las acciones humanas tanto personales como colectivas son saberes prácticos. Precisando todavía más sabemos que el objeto de la Ética y del Derecho es la conducta humana normativizada, con la sustancial y decisiva diferencia de que mientras la primera se orienta a inspirar las motivaciones e intenciones de las conductas, sean éstas individuales o colectivas; las segundas se ocupan de ellas pero en su exterioridad en cuanto se traducen en actos perceptibles por las demás personas a través de sus sentidos, y respecto de las cuales ejerce su poder coactivo bien sea como elemento disuasivo o bien sea como elemento sancionador. Trabajando con más finura los conceptos éticos Cortina precisa que lo bueno es una opción personal y grupal particular o privado, en tanto que lo justo es lo socialmente exigible, es decir aquello que se puede racionalmente universalizar y exigir a todos los integrantes del conglomerado social. Es tan significativa esta situación que la lleva a afirmar que aquí está “el corazón ético que late en la buena economía, la buena política, la buena actividad social, el buen derecho”3. En la línea de nuestra argumentación, cabe señalar que una convivencia ciudadana orientada hacia lo bueno y lo justo –con los alcances antes expuestos– ha de construirse cotidianamente desde la razón compasiva o cordial4. ¿Por qué incluir estos componentes afectivos en nuestro análisis de la relación entre Ética y Derecho? Una primera respuesta a este cuestionamiento la encontramos en el hecho de que lo que requerimos para apreciarla en su verdadera medida no es una mera comprensión intelectual-racional abstracta de unos conceptos sino que hemos de encaminarnos hacia la aprehensión de una realidad que no solo tiene que ser conocida sino sobre todo construida –esto es hecha o realizada– y sentida, anhelada o buscada con apasionamiento hasta el punto de jugarnos la vida por una convivencia social respaldada en un orden normativo legítimo. Y una segunda razón que justifica nuestra inquietud, es que únicamente nos comprometeremos con la suerte de los demás cuando seamos conscientes de que para alcanzar nuestra propia plenitud personal y colectiva debemos contribuir al logro de la de los otros, con la misma intensidad y pasión con la que buscamos la nuestra. La regularidad: instrumento de reconocimiento recíproco Dentro de la sociedad, no basta con sabernos presentes unos juntos a otros ni es suficiente el deseo o interés de permanecer unidos, se vuelve indispensable contar con instrumentos objetivos –generalmente obedecidos– de cohesión intersubjetiva que la posibiliten, la ordenen y la garanticen. Esta es la razón de ser de las normas: sean éstas sociales, religiosas, éticas o jurídicas. Para lograr estos propósitos, las normas ante todo han de ser entendidas como espacios de reconocimiento mutuo entre unas personas y otras. En efecto: mientras los sujetos sociales no se percaten de su mutua presencia se estarán moviendo como ausentes o desconocidos, como realidades inexistentes entre sí; cada persona asumirá su vida desde el aislamiento y la prescindencia y en tal situación la regulación colectiva de conductas carece de significado. 1. 2. 3. 4. Adela Cortina, Justicia Cordial, Madrid - España: Editorial Trotta S.A., 2010, p. 8. Ibid. p. 11. Ibid. p. 12. Son palabras de Ortega y Gasset y Cortina , en su orden. No obstante, esta posibilidad teórica no es la que podemos constatar fenomenológicamente. Lo que los hechos nos muestran a lo largo de la historia es un progresivo e indetenible desarrollo humano en sociedad. A cada paso toda colectividad y cultura, pese a sus innegables diferencias, han ido reconociendo, profundizando y sistematizando cada vez más la natural tendencia humana hacia la sociabilidad, y lo han hecho poniendo al servicio de este propósito instrumentos cada vez más idóneos y completos. Los ejemplos más claros que aquí podríamos exponer son las sucesivas innovaciones constitucionales de los Estados y las reta doras declaraciones de Derechos Humanos. Desde la perspectiva de una ética discursiva se distingue los valores de las normas, pues se considera que los primeros son esencialmente subjetivos y por tanto particulares e individuales, en tanto que las segundas son de naturaleza objetiva y por lo mismo generales y susceptibles de universalizarse. En mi criterio esta distinción es válida pero incompleta; pues tantos unos como otros pueden ser vistos desde la otra distinción. Lo afirmo porque se trata de realidades complejas y dinámicas que nacen, se desenvuelven y evalúan tanto en el fuero interno y externo de las personas y de los grupos. Esta constatación le permite afirmar a Cortina lo siguiente: “sin capacidad para estimar el valor de la justicia ni siquiera importa que una norma sea justa, sin capacidad de estimar a los demás interlocutores como valiosos, la justicia de las normas que deberán estar a su servicio es irrelevante,… si no se aceptara como inexcusable parte suya la necesidad de estimar lo valioso en el otro y en sí mismo. Quien carece de la capacidad para apreciar los valores, que permiten acondicionar la vida de los otros y la propia, es incompetente para la vida moral”5. Y de nuestra parte añadimos que una persona que no posea estas capacidades es igualmente incompetente para la vida jurídica, ya que no puede reconocerse a sí mismo como llamado a vivir con los otros y de saberse aceptado por ellos. Tales personas no aprehenderían el conjunto de facultades y obligaciones contenidas en las normas jurídicas que tendrán la obligación de cumplir, pero que para ella serían no significativas, incluso aunque coactivamente se le obligara a obedecerlas, ya que su proceder sería puramente mecánico determinístico y no una conducta consciente y voluntaria. Insistimos en el hecho de que tanto la Ética como el Derecho son ciencias prácticas, es decir centradas no tanto en saber sino más bien en el hacer u obrar, la cuestión no se queda en el pensar o sentir sino que van hacia el actuar. En tal sentido, “es verdad que los derechos humanos no son sino protecciones de la sociedad para el ejercicio de ciertas capacidades que valoramos como indispensables para llevar adelante una vida digna”6 Eticidad y juridicidad: ejes articuladores de la pluralidad social La experiencia humana en sociedad constituye una vivencia múltiple y compleja, que si no es bien entendida y conducida puede derivar en la destrucción de sus estructuras y de sus integrantes. Enfrentar esta amenaza exige poner a disposición de las personas unos ejes articuladores que cohesionen y unifiquen las plurales fuerzas sociales que actúan en su interior. Las personas a través de sus pautas de comportamiento son al mismo tiempo agentes y destinatarios de los fenómenos sociales. Éstos son asumidos por la ética en cuanto los orienta mediante los valores mientras que el derecho les da la categoría de derechos y deberes establecidos en una norma coactivamente exigible. En consecuencia, en tanto que la Ética cumple una función apreciativa orientadora del comportamiento social; el Derecho por su parte tiene una función prescriptiva exigitiva del actuar social. Precisando más aún, desde la óptica del iusnaturalismo las normas jurídicas aparecen como un “sistema de legitimidad de la legalidad, [pues] tanto puede avalar como criticar al derecho 5. Ibíd., p. 17. 6. Adela Cortina, Las fronteras de la persona: el valor de los animales , la dignidad de los humanos; Madrid – España: Taurus, 2009, p. 209. Página 6 vigente o las instituciones políticas”7; en tanto que desde perspectiva iuspositivista se señala que “el lugar propio para la producción [de las normas] es el de un sistema democrático de derecho, en sentido institucional y sociológico, lo cual supone una ética del discurso de los legisladores que hacen el derecho y una ética del discurso de la sociedad civil, que valora críticamente y orienta la labor legislativa”8. La Constitución, como norma jurídica fundamental de un Estado, “no es el dogma a seguirse, ni en si mism[a] un fin, sino es también parte de un profundo debate que incluye a todos porque es consustancial al proyecto de vida de un país”9 La referencia citada nos permite insistir en que la regla jurídica, legitima su instrumentalidad ordenadora de la vida social en la medida en que es el fruto no de una imposición de la autoridad política sino si es producto consensuado de la experiencia vivida y el consenso entre los miembros de la sociedad. En otros términos es el esfuerzo conjunto y armónico entre una ética marcadora de sentido y un Derecho que objetiva regulativamente el desenvolvimiento social. El filósofo español Fernando Savater afirma que “la herramienta fundamental de los humanos para defender y mejorar su vida es la sociedad… La sociedad es la casa de los humanos, el hogar en que podemos encontrarnos razonablemente seguros”10. La responsabilidad de formar a las personas para enfrentar su vivencia como miembros de una colectividad cualquiera que esta sea (familia, barrio, ciudad, estado, aldea global) corresponde a la sociedad entera. Y se lo puede hacer desde diversas perspectivas entre las cuales están desde luego la ética y la jurídica. Una y otra contribuyen desarrollan en los individuos y en los grupos la capacidad de estar disponibles tanto para satisfacer sus propios intereses y necesidades como la de la comunidad a la que se pertenece; pero también le sirve para calcular –digamos medir o valorar– lo que está bien o mal, es conveniente o inconveniente, legal o ilegal, justo o injusto hacer. Resulta, entonces, que la eticidad y la juridicidad son referentes indispensables de un ejercicio responsable de la libertad humana. Concluyamos con Ortega y Gasset que “la realidad primordial, el hecho de todos los hechos, … lo que me es dado es mi vida”, pero precisa Savater “no mi yo solo, ni mi conciencia hermética … me es dada mi vida y mi vida es hallarme yo en el mundo” 11, esto es un ser situado junto a los otros (sociedad) y lo otro (naturaleza); siendo este compartir estrechamente unido a la individualidad el que marca total y definitivamente el que debamos asentarnos en los aportes de la Ética y el derecho para percibir, elegir, ejecutar y valorar nuestros comportamientos. Conclusión: “Si se probara que la tesis de que el derecho necesariamente eleva una pretensión de corrección es incorrecta, sería difícil controvertir la tesis positivista acerca de la posibilidad de separar el derecho y la moral”12 Recordemos para entender esta frase que al derecho le interesa establecer la legalidad de sus normas mientras que es preocupación de la ética dar con la legitimidad, bondad o corrección de una norma. Esta diversidad de naturaleza e intereses entre derecho y ética es lo que posibilita que los filósofos del derecho asuman tres posiciones en referencia a la relación entre estos dos campos: la separación, la separabilidad y la interdependencia. La corriente de la interdependencia nos aporta –como lo hemos planteado a lo largo de esta exposición– criterios objetivos y de validez 7. Soriano, Sociología del Derecho. p. 186. 8. Ibid., p. 191. 9. Hernán Ibarra, Visión histórico política de la Constitución 2008, Quito – Ecuador: Centro de Acción Popular, 2010, pp. 9-10. 10. Fernando Savater, La vida eterna, Madrid – España: Editorial Ariel , 2007, p. 79. 11. Ibíd. p. 171. 12. Robert Alexy, El concepto y la naturaleza del derecho , Madrid – España: Marcial Pons Ediciones Sociales y Jurídicas S.A., 2008, p. 47. En lo que viene a continuación seguiremos la exposición de este autor pp . 47-49. Principios y garantías constitucionales general para comprender, justificar y evaluar los comportamientos de naturaleza jurídica en sus niveles de gestación, límites, ejecución y seguimiento y las normas que los regulan. Para los impulsores de la separabilidad, la clave está en el hecho que si bien son dos campos relacionados entre sí, existen campos comunes pero que han de examinarse desde la naturaleza y especificidad tanto de la ética como el derecho. La dificultad práctica está en fijar con claridad lo que es propio de uno y otro ámbito y los límites de sus cone xiones mutuas. Un ejemplo del problema lo tenemos en el caso de la búsqueda que hace el derecho de la llamada certeza jurídica o de los derechos fundamentales; en efecto, aquella y estos son conceptos de una clara base ética no solo en el orden de lo teórico sino sobre todo de lo práctico. Por último, la postura de la separabilidad –de claro corte positivistarecalca las distinciones que hay entre uno y otro, así como la necesidad de reconocerle su autonomía. Las razones morales se mueven en el campo de la conciencia personal y colectiva, generando, por tanto reglas orientativas autónomas, unilaterales, interiores y no coactivas. Por su parte las razones jurídicas, objetivadas en sus reglas son de carácter exclusivamente social, y caracterizadas por su heteronomía, bilateralidad, exterioridad y coactividad. Las dificultades de este planeamiento se encuentran en los casos de extrema injusticia provocadas por normas formalmente válidas pero materialmente contrarias a las exigencias éticas y, por lo mismo ilegítimas. A favor de los sustentadores ha de presentarse la frecuente amplitud e incertidumbre de los debates morales y la objetividad y precisión de los jurídicos, que se respaldan además en su institucionalidad y procedimentalidad. Todos estos aportes bien podrían formar parte de las otras dos posturas. Sin duda, estas breves reflexiones han buscado responderse a estas preguntas que deberían estar en el centro de nuestras personales y sociales: si quiero o queremos descubrir realizar el sentido de nuestras vidas, qué debemos hacer?, ¿qué es lo mejor?, ¿qué es lo más justo? Entrevista al Dr. Hernán Salgado por Carolina Madrid Se dice que la Constitución actual es garantista ¿Cree que el Estado respeta los derechos fundamentales que ha reconocido? La Constitución 2008 que tiene el Ecuador es muy avanzada, muy garantista, tiene un nivel de garantías muy elevado en comparación con las demás constituciones, el problema que se da cuando una Constitución tiene demasiadas garantías, demasiados derechos es que no se los va a poder poner en práctica menos en un país como el nuestro que sigue en subdesarrollo, en este medio es imposible, ese es el gran reto que tiene el Ecuador y todos los gobiernos de turno, estamos muy lejos de seguir el camino que la Constitución da, se están violando derechos por todas partes, se viola el derecho a la libertad permanentemente, no hay presunción de inocencia, los jueces no son independientes e imparciales como la Convención Americana lo señala, ¿Qué justicia va haber en el país? Realmente estamos en cero. Los derechos valen lo que las garantías valen, ¿cuál es la finalidad de las garantías? La primera es dar cumplimiento, no es solo las garantías jurisdiccionales, que todas las constituciones traen, la nuestra también tiene desde la acción de protección hasta la extraordinaria de protección, pero no es solo eso, sino que el Estado debe tener muy clara la obligación de respetar los derechos de todos los que viven en su jurisdicción, y la segun- Página 7 da, si existe la violación de un derecho debe tratar inmediatamente de remediar esa vulneración, lo que se observa en Ecuador es que no se aplica, no existe la efectividad de la norma jurídica, la eficacia de la que habla Bobbio, sino quedará en letra muerta, a esos estamos acostumbrados en el Ecuador así lo hemos vivido en el constitucionalismo, nuestras cartas han sido letras muertas. ¿Cuál es el papel de la Corte Constitucional después de la expedición de la Constitución del 2008? Las atribuciones que la Constitución otorga a la Corte Constitucional son mayores, son más complejas que antes, así mismo traen problemas, por ejemplo la acción extraordinaria de protección contra sentencias y autos definitivos, tratar de resolver todo aquello es enorme, ya con la acción de protección o amparo ya se tiene bastante, y hay otra acción que me parece compleja que es la acción de incumplimiento y que la actual Corte Constitucional de transición no ha podido señalar el camino, se ha contradicho en sus sentencias bastante, esa ha sido la tónica que ha dado la Corte, no atinan, no aciertan por dónde ir. Como ex presidente de la CIDH explíquenos ¿cuál es la finalidad de este organismo y del sistema interamericano de protección de DDHH? Como dice el preámbulo de la Convención Americana sobre DDHH los dos organismos que hay son la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana, son organismos coadyuvantes, complementarios, es decir, lo que se espera es que la justicia de cada país respete y aplique los derechos, si eso no logra suceder, se da la posibilidad que el ciudadano de los Estados Parte puedan acudir a interponer su demanda ante la Comisión Interamericana y después la Corte Interamericana la resolverá, se da esa protección al máximo nivel, una vez que la justicia del país ha fracasado, no se ha podido satisfacer ese deseo de reparación del derecho puede ir a los organismos interamericanos. ¿Cómo la CIDH verifica el cumplimiento de las sentencias? Constantemente al terminar el periodo que le da para el cumplimiento de sentencia se hace un análisis para verificar si el Estado ha cumplido, generalmente se da un tiempo de 6 meses para que los Estados cumplan con la sentencia que da la CIDH, hay casos en los que se puede prolongar el tiempo y darle un año e incluso un tiempo mayor, cuando a Chile se le pidió que modificara la Constitución porque tenía un precepto que violaba la Convención Americana, este precepto indicaba el control previo a los espectáculos públicos, se tomó como violación de la libertad de expresión, el presidente de esa época pidió un plazo de un año y medio para poder hacer todos los cambios de la Constitución. Cuando se trata de cumplir con las indemnizaciones, es decir, de las reparaciones compensatorias se les otorgó un plazo de 6 meses, los Estados por lo general si cumplen aquello pero algunos se demoran más, en Ecuador por ejemplo el caso Tibi, un señor que se le violentó su derecho a la libertad, esa indemnización demoro un poco, la indemnización fue alrededor de 450.000, hay otras reparaciones que se complican, se debía hacer una publicación en un periódico francés del extracto de la sentencia declarando que la persona era inocente. Puedo decir que el fundamento de las reparaciones con respecto indemnizaciones por parte de la CIDH es simbólico, no es principal el obtener dinero porque no va resarcir el derecho violentado, la vida, la libertad humana, no tienen precio. Lo importante es buscar a los responsables y sancionarlos. ¿Cuál es la posición de la CIDH con respecto a la libertad de expresión? considerando la violación que se da diariamente en varios gobiernos sudamericanos Fotografías: Arriba: Entrevistado, Dr. Hernán Salgado. Abajo: Como Vice-Presidente de la CIDH (1997). Suele decirse que cuando los Estados son democráticos los DDHH son respetados, por eso existe una vinculación estrecha entre DDHH y democracia, traigo a colación porque en Venezuela no se ha cumplido, tiene al menos dos casos en donde la CIDH ya dio su sentencia señalando que el Estado de Venezuela había violado los derechos de informar, esa libertad que tiene la prensa y otros aspectos relativos a estos, y entonces el Estado de Venezuela se ha mostrado reticente en el cumplimiento de las sentencias, han tomado un juego político inadecuado, que es que la sentencia pase al órgano de justicia, sabemos que en Venezuela no hay órgano de justicia independiente, está subordinado al gobierno de turno, busca que vaya al órgano de justicia y se declare que es inejecutable, es absurdo en materia de derecho y más aun en materia de DDHH, esos son Estados que no tienen democracia, a diferencia de los demás Estados que si las cumplen. ¿Cuáles son los Derechos que el Estado ecuatoriano ha violentado en estos últimos años? A Ecuador se lo podría llevar ante los órganos interamericanos en casos concretos y sería condenado primero por la Comisión Interamericana y luego en vía judicial por la CIDH este gran peso que no tenemos una justicia independiente, no se puede dar sentencias condenatorias si no hay jueces independientes. Cuál es su análisis del Consejo de la Judicatura que se ha posesionado hace pocas semanas, tomando en cuenta que el art. 75 de la CRE prescribe que habrá una justicia independiente e imparcial, considerando que este órgano es designado por otros órganos del Estado Significa un retroceso, siempre se quiso que los órganos de justicia sean lo más independientes posibles y se buscó diferentes mecanismos para lograrlos, se llegó incluso a la cooptación, que desde el año 98 se buscó que ese sea el camino, no es solo una violación a la CRE sino también la Convención Americana de Derechos Humanos, como los casos de los señores policías que están siendo juzgados, si ellos van a la CIDH les van a dar la razón, considerando que fueron juzgados antes de la publicación de los resultados de la Consulta Popular, después de la consulta peor todavía, van a depender de los tres miembros del Consejo de la Judicatura que van a hacer la selección de jueces, no hay jueces independientes ni imparciales, esa es la primera regla del debido proceso que el art. 8 de la Convención Americana señala. Principios y garantías constitucionales Página 8 Cartas al editor novedades El ser y lo que debería ser 978-9978-392-20-1 978-9978-392-06-5 978-9978-392-01-0 www.cevalloslibrerias.com cevalloslibreria@gmail.com direcciones Director » André Benavides Consejo Editorial » Christian Gallo, Carolina Madrid, Ximena Ruiz., Felipe Rivadeneira, Michell Barragán, Andrea Barragán, Jaime Salazar, Christian Abarca, Renata Medina, Angie Zambrano, Andrea Balseca, Estefanía Ríos. Diseño editorial » Cevallos® editora jurídica Ing. Roberto Cevallos Añasco cevallosluisroberto@hotmail.com Contactos » ratio-decidendi2011@hotmail.com 098 347 259 Búscanos en Facebook: ratio decidendi Búscanos en Twitter: @RDecidendi Todos hemos leído el decálogo del abogado, y la pregunta es, ¿hoy en día se cumple?, ¿en el pasar de los años se ha cumplido?, o solo se convirtieron en profundas palabras que movieron unos cuantos segundos los corazones y luego volvieron a pasar desapercibidas. Hoy en día el "Estudia", la primera palabra que consta en el decálogo, para muchos sujetos importantes para la administración de justicia se ha quedado en el olvido, porque si bien en la actualidad se nos exige por motivos de competencia profesional, prepararnos cada vez más, se siguen viendo prácticas anacrónicas, inconsistentes y poco éticas. Existen prácticas legalistas, con poca observancia a lo que prevé la Constitución frente a las garantías y derechos que tenemos como persona, y sus comportamientos son aferrados a normas de jerarquía inferior para tomar providen cias apegadas a su esquema mental, y en consecuencia tampoco aplican el segundo mandamiento, el: "Piensa, el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando." El "Trabaja" es un ejercicio constante, una actitud frente a la vida, una motivación profesional, porque recordemos que los miembros que conforman esa noble Institución que imparte justicia,tienen como fin, lograr conseguirla de manera oportuna y sin dilaciones. Con los antecedentes mencionados, Hoy quiero cumplir el cuarto mandamiento: "lucha", es mi obligación y del colectivo, luchar por la vigencia del Derecho y la justicia. Y ser "Leal", con nuestros valores y principios Porque por más negro que se vea el día, sé que si me mantengo firme a los valores que mi maravillosa familia de abogados, me inculcaron desde que era una niña, tendré la satisfacción del deber cumplido, de aplicar el derecho para lo que fue creado, como un servicio social y no para fines económicos, pues para ello están las finanzas. Otro valor maravilloso es el "Tolera", y es un deber hacerlo, pero también es nuestra obligación denunciar lo que no está bien. Para muchos el bien y el mal es una cuestión de percepción, eminentemente subjetiva, sin embargo, hay muchas cosas que objetivamente caen en el plano del error. La "Paciencia", nos permite ser más analíticos porque ella nos enseña a pensar y perdonar y sobre todo esta virtud nunca descansa, porque ella sabe compensar lo que está bien y lo que está mal, como el Principio del Ritmo: la medida de movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento a la izquierda; el ritmo es la compensación" Kybalion. La convicción de saber que las cosas mejorarán es "Tener fe", y saber "Olvidar", porque no hay nada más amargo que un corazón envenenado de derrotas y nada más desagradable que un alma prepotente por falsas victorias. Y si se preguntan ¿qué hago estudiando Derecho, si a la final existe tanta ignorancia y manipulación?, regresen a ser los adolescentes con hambre de justicia y conocimiento, a los que el amor a la virtud los mantenían en pie, porque esos jóvenes soñadores harán que tengamos un poquito más de esperanza y amor por la vida, porque si bien un abogado está en medio siempre del conflicto, créanme futuros colegas, que ese amor y pasión será la mejor cura para tanta discordia en el mundo que vivimos. Recordemos que los jueces antes de ser jueces, deben ser abogados probos y antes de ser abogados ser ciudadanos ejemplares, comprensivos y solidarios. Niurka Jácome González Estudiante de la Facultad de Jurisprudencia » PUCE ¿Democracia participativa? Nuestra Constitución reconoce diversas formas de participación, que, dejando de ser considerada como un derecho, resultó ser también una obligación. Pero, ¿nos sentimos obligados a ejercer este derecho?, ¿nos sentimos responsables de la forma en la que ejercemos este derecho?. Cada quién podrá responder por sí mismo, pero usaré las peligrosas generalidades. La mayoría de la población ecuatoriana se interesa más por un partido de fútbol que por el futuro de la democracia en el país, muchos ecuatorianos no saben ni los nombres de quienes nos representan en el Consejo de Participación Ciudadana, algunos de los habitantes de nuestro país dejaron de creer en la democracia como niños que ya no confían en el "mañana si…" de sus padres. Y todas estas generalidades las podemos obtener de una fácil y nada profunda observación a nuestra sociedad. Lo que nos lleva a concluir que si una gran parte de nuestros conciudadanos no se interesan por la actualidad del país, y tampoco les interesa interesarse, lo más probable es que no ocurra ningún cambio. No nos hacemos responsables del futuro del país (¿no somos los jóvenes el futuro del país?), y sabe mos que a nivel nacional son demasiadas las cosas que necesitan ser reestructuradas para vivir en una ciudad organizada. Entonces, ¿qué debemos hacer?: participar en nuestro medio para cambiar lo que sí podemos. Andrea Balseca