A CIENCIA CIERTA MICROS RADIALES VIDA Y MUERTE DE UNA ESTRELLA Nadie puede eludir el encanto del cielo nocturno. Alrededor de 2000 estrellas visibles a simple vista nos cautivan. Los telescopios modernos nos revelan que sólo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay más de 200 mil millones estrellas. Un número similar hay en cada una de las cien mil millones de galaxias que hay en el universo observable. Números tan grandes, aterran: hay más estrellas en el cielo que granitos de arena en todas las playas de nuestro planeta. De todas ellas destaca el Sol, nuestra estrella privada, simplemente porque está más cerca. En tiempos recientes hemos logrado conocer a ciencia cierta muchos aspectos del nacimiento, vida y muerte de las estrellas. Las estrellas se forman por atracción gravitacional de grandes nubes de gas, principalmente hidrógeno. La fuerza de gravedad la comprime hasta que las altas temperaturas encienden reacciones termonucleares en su centro: miles de bombas de hidrógeno que estallan continuamente transformando hidrógeno en helio y luego en elementos más pesados. La radiación resultante detiene y equilibra el colapso. Durante cientos de millones de años, la vida de una estrella es la batalla entre la gravedad y la radiación. En algún momento el combustible nuclear se agota, la gravedad ganará la batalla y sobreviene la fase final de la evolución de la estrella. Su destino depende crucialmente de su masa. Las más livianas, como nuestro sol, luego 2007 Héctor Rago, José Domingo Mujica, Ileana Iribarren 1 A CIENCIA CIERTA MICROS RADIALES de pasar por varias etapas, colapsan dejando un remanente llamado enana blanca, una estrella del tamaño aproximado de la Tierra pero mucho más densa. Si la masa es mayor, la estrella se transforma en una supernova, estalla en una explosión que dispersa al medio interestelar los elementos pesados como carbono, oxígeno, calcio y nitrógeno, que se han formado en su interior. Estos elementos se reagruparán en nuevas estrellas y planetas que contienen los elementos primordiales de la vida. Cada uno de nuestros átomos fue cocinado alguna vez en los hornos de estrellas ya desaparecidas. El remanente de la supernova es una estrella de neutrones, de apenas 10 kilómetros de radio, pero una cucharadita de ella pesa más que todas las personas del planeta. Si la masa es mayor todavía, se piensa que su destino es aun más exótico: terminará como un agujero negro. Conocemos mucho de las estrellas porque sus altas temperaturas las convierten en objetos relativamente simples. Sabemos más de las estrellas, que de las fluctuantes economías de nuestros países. 2007 Héctor Rago, José Domingo Mujica, Ileana Iribarren 2