Silvio Feldman Trabajo infantil en el ámbito urbano en la Argentina

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Autor
Silvio Feldman
Artículo
Trabajo infantil en el ámbito urbano
en la Argentina
TRABAJO INFANTIL EN El ÁMBITO URBANO
EN LA ARGENTINA
Silvio Feldman* **
*
Con la colaboración de Claudia Giacometti, en la sistematización y procesamiento de información, y
de Marina Luz García y Carolina Felloni en las diversas indaga ciones realizadas a los niños de tres
escuelas del Conurbano Bonaerense.
** En este trabajo se presentan los principales resultados de un estudio realizado para UNICEF
2
TRABAJO INFANTIL EN El ÁMBITO URBANO EN ARGENTINA* **
1. “Los niños primero”
“Los niños primero”, “los únicos privilegiados son los niños”, son expresiones
familiares entre nosotros. De origen diferente y difundida aceptación, expresan la
intención de brindarles a los niños condiciones apropiadas para su desarrollo, al alcance
de lo socialmente posible en la actualidad. Apelan al compromiso de quienes somos
mayores, de quienes asumimos cierta responsabilidad por las condiciones que se les
ofrecen a los niños en etapas tempranas de su desarrollo, en las que todavía son
especialmente vulnerables, es decir, decisivas para ese desarrollo en tanto infantes, por
permitirles acceder a las oportunidades que la sociedad de hoy está en condiciones de
ofrecerles.
Pero los de hoy son tiempos extraños, de fuertes paradojas, para acercarnos a pensar
sobre el trabajo infantil en sociedades como la Argentina. En especial, compartimos
tiempos extraños para tomar en cuenta las posibilidades existentes en Argentina en el
presente, y considerar las condiciones reales que les brindamos a los niños. Se discute
sobre el progreso técnico y sus relaciones con el fin del trabajo, pero al mismo tiempo,
el desempleo abierto y otras expresiones de los problemas de trabajo, y la pobreza e
indigencia alcanzan niveles muy altos, elevadísimos, en términos de la experiencia
histórica del país. Se reconoce la creciente y decisiva importancia de la educación, de
una formación sistemática sólida, del desarrollo de las posibilidades o capacidad de
comunicación y para la interacción con los otros, para poder acceder a trabajos
productivos y bien remunerados, así como para participar más plenamente de las
posibilidades que la sociedad hoy ofrece en las más diversas facetas de la vida de
posibilidades de desarrollo –sus logros en la escuela, en el enriquecimiento del dominio
del lenguaje– y sus oportunidades en el futuro.
Con estas preocupaciones nos acercamos a analizar la difusión que tiene el
trabajo infantil en la Argentina de nuestros días y algunas de sus características. Nos
interesa considerar los trabajos y actividades que se ven obligados a realizar los niños y
niñas, ciertos factores que intervienen en ello, y algunos de los efectos que afectan su
presente y futuro.
------------------------* En este trabajo se presentan los principales resultados de un estudio realizado para UNICEF.
** Agradecemos muy especialmente a los niños, a los padres, y a los docentes y personal directivo de las
escuelas en las que se trabajo para el desarrollo de este estudio, por su valiosa colaboración. Gracias a su buena
disposición y a su ayuda el estudio pudo realizarse.
3
La incidencia de los trabajos y actividades son muy diferentes según las edades,
por ello nos importa destacar que vamos a considerar aquí el trabajo de los niños de
hasta 14 años. Además, en el entendimiento que al interior de este amplio grupo etáreo
se incluyen edades que suponen condiciones, necesidades y posibilidades muy
diferentes, nos interesa distinguir en el análisis diversos tramos de edad. Ocurre que
determinadas actividades tienen una significación y tienden a incidir en modos bien
distintos en chicos de ocho o nueve años, que en niños de 12, o en chicos de 14, o en
adolescentes algo más grandes. El límite de 14 años se toma atendiendo a que es la
edad aproximada en la que se completan los estudios básicos obligatorios, en tanto la
legislación internacional (Convenio 138 sobre la edad mínima de la OIT) establece que
el ingreso al empleo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar y,
en todo caso, no antes de los quince años.1
En este trabajo consideraremos el trabajo infantil en el ámbito urbano y semi
urbano. Presentaremos información cuantitativa actualizada para el conjunto urbano
del país, y los resultados de un estudio con abordajes diversos realizado con chicos,
docentes y otras personas de tres escuelas en el Gran Buenos Aires, y padres de un
grupo limitado de niños (veintiuno), en zonas que registran una relativamente elevada
aunque diversa proporción relativa de hogares pobres.2
2. Extensión del trabajo infantil
Hacia 1995 en una estimación de mínima, se calculó en 252.000 los niños y
niñas de hasta 14 años que trabajaban en la Argentina. Contabilizando sólo a los de 6 a
13 años, se estimó que se encontraban en esta situación unos 162.000 niños.3
1
El Convenio 138, sobre la edad mínima, de 1973, establece como principio general que la edad mínima de
admisión al empleo no deberá ser inferior a la edad en la que cesa la obligación escolar o, en todo caso, a los
quince años. No obstante, el Convenio establece la opción para que los países miembros “cuya economía y
medios de educación estén insuficientemente des arrollados” para que especifiquen inicialmente una edad
mínima de 14 años. La República Argentina al ratificar el Convenio 138 (por ley 24.650) hizo uso de dicha
opción. Atendiendo a ello, siempre que nos ha sido posible, presentamos en este estudio información
desagregada para los niños de 14 años.
2
La presentación sistemática de la metodología de investigación desarrollada con base en las escuelas
puede ser consultada en UNICEF, esta incluida la presentación de los resultados del estudio, que será
publicado próximamente. Se trata de una metodología orientada a la investigación-acción, pensada para su
desarrollo a nivel local, apta para ámbitos de pequeña escala, y a implementarse con pocos recursos, sin que
suponga o exija en forma imprescindible ser realizada por profesionales especializados.
3
S. Feldman, “Los niños que trabajan en la Argentina”, pág. 14, en S. Feldman, E. García Méndez y H.
Araldsen, “Los niños que trabajan”, Cuadernos de UNICEF, UNICEF Argentina, Buenos Aires, 1997.
4
La proporción de niños y niñas de este tramo de edades que trabajaban era muy
superior en el ámbito rural que en el ámbito urbano. Pese a que el porcentaje de niños
de dicho grupo etáreo que vivían en el ámbito rural era algo menos que el 17 por
ciento, los que de ellos trabajaban representaban, en el año 1995, casi el 27 por ciento
del total de los niños de ese tramo de edades de acuerdo a esa estimación.
No conocemos la existencia de cálculos más actualizados para el total del país,
con el grado de especificación de esa estimación de mínima.
La proporción de niños que trabaja en Argentina de acuerdo con dicha
estimación es bastante menor que el promedio de América Latina, que se estimaba en
torno del 15 por ciento considerando a los niños y niñas de 10 a 14 años, pero es
sensiblemente superior a la que se registra en varios países, entre ellos Chile y Uruguay
(IPEC-OIT, 1997).
3. En el ámbito urbano
Datos más recientes pero referidos exclusivamente al ámbito urbano,
incluyendo localidades con 5000 habitantes y más –que se presentan en el Cuadro 1–,
permiten estimar que la proporción de niños y niñas de entre 10 y 13 años que
trabajaban habitualmente en 1997 representaban alrededor del seis por ciento de ese
grupo etáreo; y cuando se considera al total de los niños de 10 a 14 años el porcentaje
se ubicaba en torno del siete por ciento. Nos parece importante destacar que en ambos
casos se trata de valores indicativos4 superiores a los estimados para 1994, sobre la base
de datos del Módulo para el Monitoreo de las Metas Sociales.
Si se utilizan los porcentajes que corresponden al año 1997, para estimar el
número de niños que trabajan en el ámbito urbano total del país, éste podría calcularse
en forma indicativa, para el tramo etáreo de entre 10 y 14 años, en por lo menos
207.000 (frente a 183.500 estimados para el mismo ámbito urbano y un tramo de edad
bastante más amplio, 6 a 14 años, para 1995 [S. Feldman, 1997])5. En otras palabras:
las estimaciones para 1997 muestran que el cálculo de 252.000 niños que trabajaban en
1995 debe ser considerado, tal como también fue planteado en su momento, como una
estimación de mínima. Aunque, sin duda, no es esa confirmación lo más relevante que
interesa considerar en base a los cálculos para 1997.
4
Se los considera sólo como valores indicativos atendiendo a los elevados niveles de los coeficientes de
variación de dichas estimaciones.
5
En la estimación para 1995 se cálculo en 68.500 el número de niños de entre 6 y 14 años trabajaban en el
ámbito rural.
5
Cuadro 1. Trabajo infantil en el ámbito urbano
En porcentajes sobre el total de niños de cada edad. Valores indicativos
Tramos de edad
1,2
Sin inf.
10 a 13 años
4,0
6,3
10,0
9,6
5,2
7,0
Total 10 a 14 años
**
1997**
niños que trabajan
habitualmente
6 a 9 años
14 años
*
1994*
Se consideran los siguientes centros urbanos: Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Mendoza, Neuquén,
Paraná, Río Gallegos y Salta.
Ambito urbano, cobertura nacional de localidades de 5.000 habitantes y más, lo que representa una
cobertura del 96 % de la población urbana.
Fuentes:
ž
ž
1994: S. Feldman 1997, sobre la base del Módulo para el Monitoreo de las Metas
Sociales, aplicado a niños de 6 a 14 años
1997: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de
Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y
Evaluación de Programas Sociales–, Ministerio de Desarrollo Social y Medio
Ambiente.
4. Edades tempranas
Uno de los aspectos que nos importa destacar es que los datos para el ámbito
urbano muestran en 1997 porcentajes más altos de trabajo en el tramo de 10 a 13 años
que los estimados para 1994 para ese mismo tramo etáreo. En cambio, los valores no
son superiores cuando se consideran sólo los niños de 14 años. Nos ni teresa subrayar
que es en los tramos de edades más tempranas para los que tenemos datos para ambos
años, donde se estiman para 1997 valores más altos de trabajo infantil. 6
El examen de los datos para 1994 y 1997 nos brinda indicios para conjeturar
que la extensión del trabajo infantil no sólo se ha sostenido, sino que ha tendido a
incrementarse.
Dos razones principales nos llevan a otorgarle importancia a la nueva
información sobre el trabajo infantil en 1997 en el ámbito urbano y a las diferencias
que presentan respecto de la previa. Si bien en este trabajo evitamos presentar
6
La EDS de 1997 indagó sobre trabajo infantil a partir de los 10 años. Véase cuadro 1.
6
cuestiones metodológicas, nos importa mencionar estas dos razones principales en
virtud de que desde el inicio subrayamos las limitaciones de la información estadística
sobre el trabajo infantil y el cuidado con la que se debe manejar la información al
respecto, al tiempo que indicamos que los datos de 1994 no son estrictamente
comparables a los de 1997. La primera de las razones, es el modo en que se cálculo el
dato para 1997 sobre la base de los resultados de la EDS, en base a un criterio muy
restrictivo. La segunda, es que se inscriben en una dirección coincidente con
información adicional originada en otras fuentes y análisis sobre la dinámica del
mercado de trabajo y ciertas tendencias en el comportamiento de las familias en el
actual contexto.
La primera de las razones se refiere a que en los cálculos que realizamos para
este estudio, sólo consideramos como niños que trabajaban a aquellos que respondieron
que lo hicieron en forma habitual en el año de referencia.7 La EDS indagaba sobre la
frecuencia en la que eran realizadas las actividades en cuestión por quienes afirmaron
realizarlas, distinguiendo si habían sido realizadas habitualmente durante el periodo de
los doce meses previos, u ocasionalmente. De acuerdo con nuestra elaboración de los
datos, los niños de 10 a 13 años que realizaban algún tipo de trabajo infantil en forma
habitual representaban el 7,0 por ciento, mientras que los datos de la EDS muestran que
otro 13,3 por ciento de los niños respondió que realizó ocasionalmente algún tipo de
trabajo.8 Al igual que frente a otras disyuntivas de cálculo, en los nuestros siempre
hemos optado por adoptar los criterios más rigurosos y restrictivos. Tengamos presente,
además, que el periodo de referencia en EDS era de 12 meses y en el “Módulo para el
Monitoreo de Metas Sociales” de 1994 era de un mes.
La segunda de las razones que tomamos en cuenta al otorgarle relevancia a los
resultados de esta fuente (en su contraste con los datos previos), es que los mismos
pueden inscribirse en una dirección congruente con los de otras fuentes
correspondientes a universos mucho más acotados.9 Uno de esas fuentes que vamos a
utilizar en diversos momentos de esta presentación, es la ya mencionada indagación
7
En la EDS se les preguntó a los niños de 10 a 14 años si ¿En los últimos 12 meses ha realizado el niño/a
alguna de las siguientes actividades...... 1) Hacer las compras?; 2) Atender la casa, preparar la comida, cuidar
a sus hermanos cuando los mayores salen a trabajar?, 3) Ayudar a sus padres, familiares o vecinos en su
trabajo?; 4) Ganar propina, abriendo puertas de autos, limpiando parabrisas, etc.?; 5) Trabajar fuera de la
casa, en algún negocio, taller, oficina, etc.?. Cuando se respondía afirmativamente en alguna de las
actividades se indagaba si esa tarea la ha realizado ocasionalmente? o habitualmente?. En los cálculos sobre
el trabajo infantil se consideró a las actividades contempladas en los numerales 3); 4) y 5).
En cambio, en el Módulo para el Monitoreo de Metas Sociales, de 1994, se preguntó: ¿Hace alguna tarea o le
ayuda a alguien entregando mercadería, vendiendo por la calle, cuidando autos, limpiando algún negocio,
lavando coches, etc? (en el último mes).
8
La información sobre trabajos ocasionales se origina en procesamientos
Ester Rosas, SIEMPRO.
9
Entre ellos, por ejemplo, Lilibeth Yáñez, “Los niños que trabajan: un intento de medición”, UNICEF – Oficina de
los Derechos del Niño y del Adolescente de la Municipalidad de Guaymallén, mimeo, Mendoza, nov. 1997.
de la EDS elaborados por María
7
que realizamos en 1998 a poco más de mil niños que estudiaban en tres escuelas del
Gran Buenos Aires, sobre el uso del tiempo. 10
5. Pobreza y deterioro del empleo
Es bien sabido que la pobreza es el principal factor que impulsa a las familia s a
la utilización del trabajo de los niños y niñas en sus esfuerzos dirigidos a acceder a los
recursos económicos para mantener sus condiciones de existencia.11 Es el principal
factor que empuja en esa dirección, pero no es el único factor que interviene. De hecho,
una proporción mayoritaria de familias pobres no utiliza el trabajo muy temprano de
sus niños y niñas, al tiempo que hacen enormes esfuerzos para que concurran a la
escuela y para facilitar o estimular la formación que desarrollan en ella.
Desde fines del decenio de los años ochenta, con saltos en los picos
hiperinflacionarios y en buena parte de los años noventa se alcanzaron niveles de
extensión de la indigencia y de la pobreza muy elevados para la experiencia histórica
de la Argentina de posguerra. Dicho proceso se conecta con el fuerte deterioro de la
situación del empleo. Una de sus expresiones esta dada por el aumento muy
significativo del desempleo estructural –el desempleo abierto urbano trepa en los
noventa desde alrededor del 6,5 por ciento a valores en torno del 14 por ciento, con un
pico del 17 por ciento en 1996, así como de la precariedad del empleo. En el transcurso
de los años noventa continuó aumentando la desigualdad del ingreso familiar total y en
mayor medida aún la del ingreso personal (Altimir y Beccaria, 1999, págs. 9 a 13). A
partir de 1994 se profundiza la desigualdad de los ingresos personales, alcanzándose
niveles de desigualdad en los ingresos laborales y personales totales de los asalariados.
La caída de los ingresos reales es especialmente marcada para quienes tienen un menor
nivel educativo (primaria o básica incompleta, primaria o básica completa y secundaria
incompleta), y en varias de las ocupaciones menos calificadas, en particular en la
construcción y de cuenta propias no profesionales (Op. cit. pág. 45).
10
El estudio fue realizado en tres escuelas estatales del noroeste del Conurbano Bonaerense, en una zona con
índices de pobreza mayores que el promedio del Conurbano Bonaerense. Las escuelas fueron seleccionadas
atendiendo al medio del que provienen los niños que cursan en ellas y su situación más o menos desfavorable
(según las categorías asignadas en la Prov. de Bs. As., a los efectos del pago de adicionales a los docentes
que trabajan en las que registran condiciones desfavorables). Por ello no se le asigna a sus resultados una
representatividad mayor que la correspondiente al tipo de situación y ámbito estudiado. Digamos entonces que
en el caso de esas escuelas el porcentaje de niños que trabajaban a edades muy tempranas era bastante
cercano al que se registraba en edades algo mayores: 22,3 por ciento en el grupo etáreo de 8 y 9 años, 23,7
por ciento en el tramo de 10 a 13 años inclusive, y del 24,4 por ciento en el tramo de 14 y 15 años. Información
adicional por escuela se presenta en el Cuadro 3, inserto más adelante.
11
OIT– UNICEF–MTSS “El trabajo infantil en Argentina. Propuesta para un Programa Nacional de Acción”,
Ginebra 1994; UNICEF/INDEC/SIGLO XXI Editores, “Infancia y pobreza en la Argentina”, Buenos Aires, 1990.
8
En este contexto de deterioro en el empleo y en los ingresos de los hogares más
pobres, estos tendieron a incrementar la participación económica de cónyuges e hijos
de todas las edades, así como también de los jefes de más de sesenta años. En contraste,
las tasas especificas de los hijos del quintil de hogares de mayores ingresos no
aumentaron, y la de los cónyuges se incrementaron en menor nivel que la del primer
quintil (Beccaria, 1997). Como muestra el estudio de Beccaria, el incremento de la
participación económica de los miembros de los hogares más pobres potencia el
impacto global de las brechas de bienestar presentes y futuras.
Estas brechas se subestiman cuando se consideran sólo las diferencias en los
niveles de ingresos. Sucede que hay que tener presente los efectos potencialmente
perjudiciales sobre el bienestar –puntualiza Beccaria–, al menos para algunos hogares,
respecto al menor cuidado o desatención de los niños, resultantes de la intensificación
de las tareas de los cónyuges, situación que puede estar asociada a la asignación a otros
niños de responsabilidades en ese campo. Este tipo de asignación de responsabilidades,
al igual que el aumento de la tasa de actividad de los hijos tiene potencialmente el
efecto de reducir la dedicación al estudio, como veremos más adelante. Por otra parte,
las brechas de bienestar se han incrementado como resultado del comportamiento
diferencial del peso de los empleos que tienden a tener un reducido grado de estabilidad
y un mayor peso de los empleos no registrados o en negro. Estos últimos no habilitan
para acceder a las coberturas de la seguridad social. Ambos tipos de empleos se han
incrementado entre los miembros de hogares del primer quintil.
Por lo pronto, nos interesa indicar que por lo menos cuatro de cada cinco niños
de entre diez y catorce años que trabajaban habitualmente en el medio urbano, en 1997,
pertenecían a hogares del primer o segundo quintil. Además, hay que tener presente que
por la variabilidad de los ingresos del hogar, especialmente en los quintiles más bajos,
algunos hogares que se ubican en esta medición en el segundo y aún en el tercer quintil
pueden haber tenido experiencias prolongadas y aun cercanas de pobreza12.
Los resultados de la investigación en tres escuelas de zonas con relativamente
elevados índices de pobreza, se orientan en la misma dirección. La indagación sobre
uso del tiempo a niños de las tres escuelas mostró que el porcentaje de niños que
trabajaban era mayor cuanto más difundida era la situación de pobreza y otras carencias
en los hogares de los niños que concurren preponderantemente a dichas escuelas. Y lo
propio se registraba respecto al peso de las actividades domésticas. Un aspecto que nos
interesa destacar es que las diferencias en la proporción de niños que trabajaban en
cada escuela era mayor para las edades más tempranas que en los tramos de edades
siguientes.
Conectado con lo anterior es relevante indicar otro aspecto ya anticipado. Se
trata de la incorporación muy temprana de los niños al trabajo, en proporciones no muy
12
En Feldman (1997) se considera la incidencia de la variabilidad de los ingresos y de allí el interés de pensar
más en bandas próximas a la línea de pobreza, que en la delimitación de una línea.
9
alejadas a las que se encuentra en los tramos de edad subsiguientes, tal como puede
apreciarse en el cuadro 2.
Al mismo tiempo, importa subrayar que la proporción de niños que realizan estas
actividades, según la indagación a los niños sobre el uso del tiempo, es mucho más alta
en estas escuelas que el porcentaje calculado para el total urbano del país. Si bien se
puede conjeturar que en las diferencias en las proporciones intervienen también otros
factores, nos interesa destacar dos de ellos. Por un lado, con relación al diferente
universo de niños considerado en cada caso. Por otro lado, que los resultados de la
indagación de uso del tiempo seguramente está en parte contabilizando entre los niños
que las realizan a una proporción significativa de los niños que en la EDS son captados
haciendo dichas tareas o actividades en forma no habitual.
Cuadro 2.
Proporción de niños que trabajan en actividades productivas o de servicios no
destinadas al consumo del hogar((11)) , entre los que cursan de tercero a octavo año del
primer ciclo en tres escuelas estatales del segundo cordón del Conurbano Bonaerense,
según edad y tipo de escuela ((22)) .
Segundo semestre de 1998
Tipo de escuela
Edad
Ruralidad 2
Ruralidad 1
Urbana
8 a 9 años
32,7
23,1
15,6
10 a 13 años
30,4
23,8
19,3
14 y 15 años
28,6
25,0
17,4
Total cursantes 3º a 8º año ((33))
30,3
23,4
18,0
(1) En esta categoría se incluye a niños que ayudan en sus trabajos a familiares o vecinos o realizan
otras actividades para obtener ingresos.
(2) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de
adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran,
atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y
al medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a
la escuela que se encuentra clasificada en la categoría de las que tienen condiciones más
desfavorables, y como “urbana” a la clasificada en la categoría de las que tienen condiciones menos
desfavorables.
(3) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, incluyendo a los de más edad. En total se
cuenta con información de 1003 niños.
Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo.
10
En cuanto al tipo de universo considerado en cada caso, incide sobre los
resultados la mucho mayor proporción relativa en las escuelas seleccionadas de hogares
indigentes y de hogares pobres que presentan adicionalmente otros rasgos de
vulnerabilidad social.
En relación con el otro tipo de factores nos importa destacar dos, en función de
la importancia que le asignamos a sus efectos. En primer término, que en la indagación
en las escuelas se obtiene en todos los casos la respuesta directa y en buena medida
espontánea de cada niño, sin familiares de por medio. Es sabido que una de las
dificultades de captación del trabajo infantil es que muchos padres tienden a ocultarlo o
minimizarlo. Un segundo factor, directamente conectado con el anterior, que a nuestro
juicio tiene considerable incidencia en los resultados, es que la significación que le dan
los niños a su dedicación, responsabilidades, carga, o esfuerzo para el desarrollo de
ciertas tareas suele ser muy superior a la que tienden a otorgarle y más aún a explicitar
o transmitir sus padres. Por ello y por el diferente modo de identificar la regularidad y
relevancia de las actividades, nos inclinamos a pensar, según anticipamos, que el
resultado de la indagación en las escuelas tiende a incluir entre los niños que realizan
actividades dadas, una proporción significativa de los que en la EDS son captados
realizando dichas actividades en forma no habitual.
En todo caso, importa comentar que tuvimos diversas experiencias ilustrativas
de la desigual respuesta de los niños, por un lado, y de sus padres u otros familiares,
sobre la situación de trabajo, en una indagación complementaria, en profundidad, a un
subconjunto de veintiún niños de esas tres escuelas, así como a sus padres y maestros.
Por un lado, situaciones en las que los familiares negaban o minimizaban –hasta el
punto de prácticamente negar– que el niño realizaba determinadas actividades o
trabajos, actividades que quienes estaban haciendo las entrevistas pudieron verificar por
observación directa en las visitas a los hogares y/o por los relatos de los propios niños o
por entrevistas con los maestros y otras personas. Por otro lado, situaciones en las que
los familiares y los niños valoraban la frecuencia y carga de ciertas tareas de manera
muy diferente. A continuación el relato de algunos de estos casos: 13
A. Ernesto nos cuenta en la entrevista que vende pan casero que prepara su
madre. Sale todas las tardes en su bicicleta a vender. Sus relatos y respuestas
en la entrevista muestran que conoce bastante del tema. Además, Ernesto,
que tiene diez años, ayuda a su padre en tareas de albañilería, y cuida los
animales domésticos y la quinta, en la que siembra y cosecha las verduras. La
mamá de Ernesto no cuenta nada sobre esta situación en ningún momento de
la entrevista con ella. En cambio, nos dice que no le gusta que sus hijos
“anden en la calle”, que siempre trata que estén jugando en su terreno.
13
Los nombres con los que se presentan los niños indagados en las entrevistas en profundidad no son los
verdaderos.
11
B. Claudio tiene 11 años. Vende botellas y vidrios que recolecta junto a un
amigo, en un carro tirado por ellos. Las botellas las juntan en un basural, no
muy cerca de su casa. Claudio nos cuenta durante la entrevista cómo es la
tarea, los precios que le pagan, que a veces las junta en su casa hasta tener
una cantidad suficiente y luego las vende. En la entrevista a su madre, ésta
desconoció absolutamente esta actividad, la negó cuando se exploró
directamente al respecto, y en un momento dijo que sólo a veces
acompañaba a su hermano mayor a vender las botellas.
Según los resultados de nuestro conjunto de entrevistas en profundidad la
tendencia de los padres a no mencionar o negar el trabajo o ciertas actividades
parecería acentuarse frente a actividades de venta por la calle o conectadas con el
cirujeo o juntar ciertos elementos de los residuos o elementos descartados y su
venta.
6. Actividades domésticas
Además de las actividades incluidas hasta aquí entre los trabajos que realizan
los niños, directamente ligadas a la generación de ingresos, o ayudando a familiares o
vecinos en sus trabajos, como ya anticipamos, muchos niños tienen también con
frecuencia tareas y responsabilidades muy considerables en la atención de las
actividades domésticas de sus hogares. En particular, en el cuidado y atención de
familiares (hermanos menores, familiares enfermos o mayores, con capacidad limitada
de autovalerse) y en la realización de diversas tareas de limpieza y cuidado del hogar,
lavado de ropa y vajilla, preparación de comida, etc.
La marcada tendencia de los hogares pobres al incremento de la participación
económica de cónyuges, hijos y personas de edades más avanzadas ya examinada,
empuja a las familias a asignar a los niños en edades muy tempranas tareas de atención
del hogar, de cuidado de hermanos y familiares, de preparación de las comidas, que con
bastante frecuencia constituyen una muy considerable carga de tareas y
responsabilidades para ellos, y al mismo tiempo suponen no estar acompañados por
personas mayores durante mucho tiempo. La difusión que está alcanzando la
asignación de una fuerte carga de este tipo de actividades y responsabilidades a niños
en edades muy tempranas constituye sin duda uno de los resultados de nuestro estudio
que más nos sorprendió. Al considerarlas, hay que tener presente que las condiciones
de la vivienda y del medio de los hogares pobres hacen que muchas de estas tareas sean
bastante más arduas, pesadas y en ocasiones más riesgosas que cuando se desarrollan
en otros contextos más favorables. Inciden muchas veces en tal sentido: el tipo de
vivienda, las condiciones de hacinamiento, la procedencia del agua y su no
disponibilidad dentro de la vivienda, los medios disponibles para cocinar, el medio
urbano deficitario, las calles de tierra sin veredas ni desagües, la distancia a los
12
comercios, al teléfono, a la escuela, a los medios de transporte.
Al iniciar el estudio esperábamos encontrar una considerable carga de tareas
domésticas bastante más distribuidas con los niños de edades algo mayores. Pero las
indagaciones en el uso del tiempo nos mostró una realidad diferente.
Varios factores impulsan en los hogares más pobres a asignar las tareas de atención
del hogar a niños en edades muy tempranas. Es evidente que cuando los niños de edades
muy tempranas son sus hijos mayores, con mucha frecuencia muy precozmente los padres
se ven impulsados a asignarles tareas y responsabilidades, sobre todo si no disponen de
redes de familiares y de vecinos a los que recurrir, y si no hay un desarrollo de servicios
institucionales (jardines maternales, ámbitos a los que puedan concurrir los niños fuera de
su horario escolar, alguna asistencia frente a situaciones de enfermedad o a la gente de edad
avanzada). Pero también ocurre que cuando existen hermanos mayores, los padres suelen
asignar precozmente a sus hijos algo menores tareas muy considerables. Es que en los
hogares más pobres la niñez suele dar lugar rápidamente a responsabilidades propias. Por
un lado, una proporción significativa, en particular de los varones, se incorpora a la
actividad económica. Por otro lado, algunos niñas y niños tienen hijos. En esos casos los
hermanos menores habitualmente los ayudan. Es lo que ocurre con dos de las niñas
entrevistadas en profundidad (de una veintena de niños). En general, por diversas razones,
cuando los niños tienen un poco más de edad son vistos por sus padres como mucho menos
disponibles. En contraste, a edades más tempranas, como veremos más adelante, los padres
suelen encontrar una enorme disposición de las niñas y niños para realizar las tareas que les
asignan.
Tanto la EDS como la indagación sobre uso del tiempo en tres escuelas del
Conurbano Bonaerense muestran la importante difusión a edades tempranas de
considerables tareas de atención del hogar. La información presentada en el Cuadro 3
muestra que éstas constituyen actividades habituales para un porcentaje significativo de
niños en el muy amplio universo cubierto por la EDS. En el cálculo no se incluyó a la
realización de compras en forma habitual como una actividad relevante de atención del
hogar por considerarla como una actividad en general relativamente muy liviana. En la
EDS se pregunta por dicha actividad por separado y ello nos permitió no tomarla en
cuenta para calcular el porcentaje de niños que realizan actividades de atención del
hogar. En cualquier caso, hay que tener presente que una proporción bien considerable
de los niños que desarrollan actividades de atención del hogar en forma habitual,
también hacen las compras o mandados en forma habitual y un grupo no menor de ellos
trabaja ocasionalmente. Es decir, que acumulan varias actividades.
Por otra parte, como se indicó anteriormente, casi dos tercios de los niños que
trabajan –en forma habitual– también realiza habitualmente tareas de atención del
hogar. Puede apreciarse una importante carga de atención del hogar a los 10 y 11 años,
es decir, desde las edades menores para las que estas cuestiones son indagadas por la
EDS. En realidad, la proporción de niños que realizan actividades de atención del hogar
en forma habitual crece sistemáticamente, pero en forma acotada a medida que se
consideran los tramos siguientes de edades.
13
Cuadro 3
Trabajos y actividades de atención del hogar realizadas habitualmente por los niños de
10 a 14 años en el ámbito urbano total del país, por tramos de edades. 1997.
Valores indicativos. En porcentajes del total de niños de cada grupo etáreo.
Actividades realizadas
habitualmente por los niños
10 y 11 años
12 y 13 años
14 años
Total
10 a 14 años
1. Trabajan
3,1
3,9
5,7
3,9
2. Trabajan y realizan actividades
de atención del hogar
2,1
3,7
3,9
3,1
5,2
7,6
9,6
7,0
16,1
19,6
23,0
18,9
18,2
23,3
26,9
22,0
21,3
27,2
32,6
25,9
3. Subtotal trabajan
(1+2)
4.Actividades
hogar
de
atención
5.Subtotal de Actividades
atención del hogar (4+2)
del
de
6. Total
(1+2+4)
Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo
Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas
Sociales –, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente.
La indagación sobre uso del tiempo en las tres escuelas también muestra una
muy considerable carga de tareas de atención del hogar desde edades muy tempranas.
Muestra también que para muchos niños estas tareas se suman al trabajo. Pero en este
caso se aprecian resultados diferentes, al menos, en dos aspectos muy sustantivos. Por
un lado, como ya se subrayó, las proporciones son mucho más elevadas que las
observadas en la EDS. Ya comentamos los aspectos que hay que tener en cuenta a ese
respecto. Al mismo tiempo, en tanto que la indagación en las escuelas del Conurbano
Bonaerense incluyó a niños de 8 y 9 años, permitió verificar que, al menos para los
niños que concurren a ellas, la asignación de tareas muy considerables y
responsabilidades estaba muy difundida también a estas edades aún más tempranas.
En rigor, en la escuela a la que concurren una mayor proporción de niños de
hogares más pobres y con acentuadas condiciones de vulnerabilidad social (ruralidad
2), la difusión de estas actividades en las edades más tempranas alcanza niveles
sustancialmente mayores que en las edades siguientes. Esto constituye una segunda
particularidad sustantiva respecto a los resultados de la EDS para el total urbano del
país. Al mismo tiempo, se verifica que en todos los tramos de edades este tipo de tareas
y responsabilidades está más difundida en las escuelas con una mayor presencia de
niños de hogares pobres y más vulnerables.
14
Cuadro 4
Proporción de niños con fuerte carga de actividades de atención del hogar y/o que
trabajan(1) entre los que cursan de tercero a octavo año del primer ciclo en tres escuelas
estatales del segundo cordón del Conurbano Bonaerense, según edad y tipo de
escuela(2).
Segundo semestre de 1998
Edad
Tipo de escuela
Ruralidad 2
Ruralidad 1
Urbana
8 a 9 años
89,1
42,3
34,4
10 a 13 años
51,1
49,5
36,4
14 y 15 años
57,1
53,6
26,1
Total cursantes 3º a 8º año ((33))
58,8
48,0
34,8
(1)
En esta categoría se incluye a los niños que realizan: a) tareas relativamente muy considerables de
atención del hogar; b) actividades para la producción de autoconsumo del hogar; y c) trabajos para
afuera de la unidad doméstica.
(2) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de
adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran,
atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y
al medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a
la escuela que se encuentra clasificada en la categoría de las que registran condiciones más
desfavorables, y como “urbana” a la que está clasificada en la categoría de las que registran
condiciones menos desfavorables.
(3) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, entre ellos a los de más edad. Total de niños
para los que se dispone de información: 1003 niños
Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo
7. Niñas y niños
La incorporación temprana al trabajo y las actividades del hogar se da tanto en
el caso de las niñas como de los niños. Información para 1994 registraba alguna mayor
propensión de los hogares en utilizar menos precozmente el trabajo de las niñas que el
de los niños, en lo que podría interpretarse como una búsqueda de proteger más a las
niñas. Pero en los últimos años la incorporación de las niñas al trabajo a edades más
tempranas parece haber tendido a aproximar la proporción de las niñas y de los niños
que trabajan en dichas edades (Cuadro 5). En las siguientes, las diferencias entre
géneros han tendido a reducirse, pero todavía son significativas.
Sin embargo, al menos en ciertos ámbitos lo anterior parece ser una práctica
15
especialmente presente en los hogares más pobres y en condiciones de mayor
Cuadro 5.
Trabajo infantil en el ámbito urbano, según género
En porcentajes sobre el total de niños de cada edad. Valores indicativos
1997**
niños que trabajan
habitualmente
1994*
Tramos de edad
Niños
Niñas
Niños
Niñas
6 a 9 años
1,6
0,9
***
***
10 a 13 años
5,0
3,0
5,8
6,8
14,4
6,1
10,5
8,5
4,4
2,4
6,8
7,2
14 años
Total****
*
Se consideran los siguientes centros urbanos: Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Mendoza,
Neuquén, Paraná, Río Gallegos y Salta.
** Ambito urbano, cobertura nacional de localidades de 5.000 habitantes y más habitantes, lo que
representa una cobertura del 96 % de la población urbana.
*** No se dispone de información.
**** El total de cada año corresponde al conjunto de tramo de edades para los que se presenta
información en ese año.
Fuentes:
ž
ž
1994: S. Feldman 1997, sobre la base de Módulo para
Sociales, aplicado a niños de 6 a 14 años
1997: elaboración propia sobre la base de información
Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de
Evaluación de Programas Sociales–, Ministerio de
Ambiente.
el Monitoreo de las Metas
de la Primera Encuesta de
Información, Monitoreo y
Desarrollo Social y Medio
vulnerabilidad. En cambio, cuando tienen más peso o predominan condiciones sociales
relativamente mejores, se sigue verificando una tendencia al ingreso de las niñas al
trabajo (no a las actividades domésticas de sus hogares) menos temprano que el de los
niños. Por ello el resultado agregado puede resultar de tendencias diferentes en diversos
segmentos sociales. En efecto, en la indagación sobre el uso del tiempo en las tres
escuelas del Conurbano Bonaerense se constataron comportamientos bien diferentes
respecto al trabajo de las niñas y de los niños, según las escuelas (que fueron elegidas
por sus características sociales diferenciales). En la que concurren niños de un medio
más pobre y con condiciones de mayor vulnerabilidad social (ruralidad 2), es en las
edades más tempranas, a los 8 y 9 años, donde se registra una mayor proporción de
niñas que trabajan, tanto con relación a la de varones como respecto a las niñas de
edades siguientes (Cuadro 6). En contraste la incorporación de las niñas al trabajo muy
tempranamente es bastante menor a
medida
que
se
consideran
16
escuelas a las que concurren niños de un medio social menos pobre y menos
vulnerable.
Cuadro 6
Proporción de niñas y niños que trabajan, entre los que cursan de tercero a octavo año
del primer ciclo e n tres escuelas estatales del segundo cordón del Conurbano
Bonaerense, según sexo, edad y tipo de escuela ((11)) .
Segundo semestre de 1998
Sexo
Tipo de escuela
Edad
Ruralidad 2
Niñas
8 a 9 años
10 a 13 años
Total cursantes 3º a 8º año
Niños
(2)
8 a 9 años
10 a 13 años
Total cursantes 3º a 8º año
(2)
Ruralidad 1
Urbana
36,4
16,2
0,0
20,7
21,3
9,4
23,4
19,3
7,1
27,3
29,3
28,3
40,2
27,3
29,1
37,5
28,3
28,5
(1) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de
adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran,
atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y al
medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a la
escuela clasificada en la categoría de las que registran condiciones más desfavorables, y como
“urbana” a la clasificada en la categoría de las que registran condiciones menos desfavorables.
(2) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, incluyendo a los de más edad. (1003 niños).
Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo.
En cuanto a los niños la proporción de los que trabajan desde edades más
tempranas tiende a ser mucho más próxima en las tres escuelas. El comportamiento es
marcadamente más diferencial según género en la escuela de un medio menos pobre y
socialmente menos vulnerable.
La incorporación temprana de las niñas al trabajo, en proporciones próximas a
las de los niños, en el ámbito urbano del país, resulta en una proporción mayor de niñas
con actividades y tareas laborales, y con algunos indicios de una mayor carga, cuando
se consideran también las actividades de atención del hogar. Es mayor la proporción de
niñas que de niños que trabajan y también tienen responsabilidades y tareas de atención
del hogar entre los 10 y 14 años, en todos los tramos de edad. Es sensiblemente mayor
la proporción de niñas que la de niños que tienen responsabilidades y tareas habituales
de atención del hogar. Globalmente, es bastante mayor la proporción de niñas que la de
niños que habitualmente trabajan y/o que atienden al hogar (Cuadro 7).
17
Cuadro 7
Trabajos y actividades de atención del hogar realizadas habitualmente por los niños de 10 a
14 años en el ámbito urbano total del país por sexos, según tramos de edades, 1997.
Valores indicativos. En porcentajes del total de niños de cada grupo etáreo.
Actividades realizadas
habitualmente por los niños
10 y 11 años
12 y 13 años
14 años
Total
10 a 14 años
Niños
1. Trabajan
2. Trabajan y actividades de atención
hogar
3. Subtotal trabajan
(1+2)
4.Actividades de atención del hogar
5.Subtotal de
hogar (4+2)
Act.
de
atención
3,5
4,3
8,1
4,8
0,8
2,9
2,4
2,0
4,3
7,2
10,5
6,8
13,1
14,1
13,7
13,6
del
13,9
17,0
16,1
15,6
17,4
21,3
24,2
20,4
2,6
3,3
3,2
3,0
3,3
4,6
5,3
4,2
5,9
7,9
8,5
7,2
19,1
25,4
32,3
24,2
5.Subtotal de
Act.de atención del hogar (4+2)
22,4
30,0
37,6
28,4
6. Total (1+2+4)
25,0
33,3
40,8
31,4
6. Total (1+2+4)
Niñas
1. Trabajan
2. Trabajan y actividades de atención
hogar
3. Subtotal trabajan
(1+2)
4.Actividades de atención del hogar
Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo
Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas
Sociales –, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente.
8. Formas de inserción de los niños en el trabajo y actividades que
realizan14
Los niños de hasta 13 años que trabajan lo hacen en forma predominante junto a
familiares. Esas proporciones se revierten a partir de los 14 años. Tres de cada cuatro
14
No se están considerando en esta sección las actividades de atención del hogar y de producción para el
autoconsumo.
18
niños y niñas que trabajan lo hacen junto a un miembro de su familia. A los 14 años,
trabaja de este modo uno de cada dos niños y niñas. 15 A partir de los 15 años la forma
de inserción mayoritaria es como asalariado.16
El trabajo con miembros de la familia puede implicar actividades muy
diferentes, como colaborar en la selección y recolección de residuos (de la basura), en
la elaboración y luego –también como actividad en si misma– en la venta de pan,
rosquitas, helados y otros alimentos en los espacios públicos, especialmente en la calle,
en el trabajo a domicilio en la confección, el calzado, la bijouterie, en talleres y
comercios, y si se consideran zonas semi rurales o en pueblos rurales en explotaciones
agropecuarias. Se trata tanto de actividades que esos familiares realizan por su cuenta,
como de aquellas que realizan bajo una forma dependiente o asalariada, muchas veces
remunerada por producción o a destajo, para las que cuentan con ayuda familiar,
incluida la de hijos a edades tempranas.
Puede ser ilustrativo de algunos tipos de actividades desarrolladas por los
niños, las que son realizadas por los 21 niños que entrevistamos en profundidad, que
cursan en las escuelas en las que se realizaron las indagaciones que venimos refiriendo,
–incluyendo entrevistas con sus padres–: quince de ellos realizaban algún trabajo, y
uno está tratando de conseguirlo, más allá de las actividades de atención del hogar o
para el autoconsumo (cría de animales, huerta y frutales, autoconstrucción o ampliación
de la vivienda e instalaciones complementarias).17
Cinco varones de 8, 10 (dos), 12 y 13 años trabajaban ayudando a sus
padres que se desempeñan como albañiles y en otras tareas de la
construcción. Uno de ellos, Lorenzo, de 13 años, trabaja durante las
vacaciones con su padre para un contratista, recibiendo una paga
diferenciada por su trabajo, y en el resto del año ayuda en la construcción
de su casa El mismo niño ha trabajado en diversas ocasiones ayudando a
vecinos a entrar materiales o en otras tareas propias de la construcción de
sus casas. Rubén, el niño de 12 años, además de ayudar a su padre albañil,
ayudó a un hermano bastante mayor, en la construcción de las instalaciones
de un local comercial, muy amplio, que fue levantando. Luis, además de
ayudar a su padre albañil, también le ayuda a vecinos. Ernesto, uno de los
niños de 10 años, también realiza la actividad de elaboración y venta que se
comenta a continuación
Cuatro niños trabajan junto a sus madres, en la elaboración y venta de pan o
rosquitas. Son ellos los que salen a venderlas, además de colaborar en la
15
S. Feldman, 1997, págs. 17 a 21.
16
S. Feldman, 1996, págs. 65 a 68.
17
Cinco niños y niñas entrevistados, de 8, 9 (dos), 10 y 11 años desarrollaban sólo tareas de atención del hogar
y o de autoconsumo. Buena parte de los niños que trabajaban también realizaban alguna o algunas
actividades de esos tipos.
19
elaboración, y en la compra u obtención de insumos. Se trata de cuatro
varones, de 9, 10 11 y 13 años. Jorge, el de 13 años, también trabaja
cuidando al hijo de su madrina.
Nora, de 13 años, ayuda en el almacén de su padre. También limpia en un
taller de confección, en el que trabaja su madre.
Tres niñas no trabajan directamente con sus padres o miembros de su hogar,
aunque las tres lo hacen con familiares. Verónica, de 11 años, trabaja todas
las mañanas, hasta ir a la escuela, en el pequeño almacén que la tía tiene en
su casa. Verónica lo atiende a la mañana, cuando su tía no está, y la tía por
las tardes. Otras dos niñas, de 9 y de 13 años, trabajan en tareas domésticas
y/o de cuidado de niños para familiares: una con una hermana que tiene dos
hijos, y otra limpiando la casa de la abuela.
Por otra parte, un niño trabaja para no familiares, como dependiente.
Esteban, de 12 años, los días de semana después de la escuela, desde las 15
a las 20 horas, ayuda a un zapatero vecino en la compostura de calzado y en
el reparto de los trabajos. Cada sábado le paga por el trabajo de la semana.
Los fines de semana trabaja ayudando a su hermano en la verdulería
Otros dos niños realizan actividades por su cuenta o en relación con
terceros. Conrado, de 12 años, se dedica hace mucho tiempo a la venta
callejera, a lavar veredas y vidrieras y también lava autos. Claudio, de 11
años, junta botellas con un amigo, en un carro que arrastran ellos, y las
venden a los acopiadores.
Ignacio tiene 9 años. Sus padres tienen SIDA y tienen muchas dificultades
para conseguir trabajo. Se ha ofrecido por los negocios pidiendo trabajo.
Hace un tiempo le ofrecieron ir a ayudar a un quiosco, pero finalmente
tomaron a otro niño.
9. Los padres y la incorporación de los niños al trabajo.
Las entrevistas con los padres del grupo de veintiún niños indagados en
profundidad, y con los propios niños, nos permitió explorar sus actitudes y opiniones
acerca de la incorporación muy temprana de éstos al trabajo, así como a las actividades
de atención del hogar. Al presentar algunos de sus resultados parece pertinente
recordar: i) las características del universo considerado y el tramo de edades incluidas
(8 a 13 años); ii) los diversos tipos de actividades que realizan los niños y las diferentes
cargas de tareas; y iii) la negación o minimización de los trabajos y tareas que
desarrollaban los chicos por una proporción considerable de los padres, que supone
reservas, ocultamientos o sesgos en otro tipo de información y opiniones conectadas.
Aunque hay que decir, también, que con
el desarrollo de las entrevistas
20
varios de los padres fueron haciendo comentarios, relatos y dando opiniones en
direcciones diferentes.
Como es de esperar, en las edades tempranas son en general los padres los que
han tenido la iniciativa de incorporar a los niños al trabajo, y a tareas y
responsabilidades considerables de atención del hogar. Unas pocas experiencias que, al
parecer, van en contrario de esa pauta, se dan en situaciones en las que los niños se
encuentran y/o se sienten más desatendidos, menos queridos o considerados: un niño
que vive con su padre y hermanos, y cuya madre habría abandonado el hogar; otro niño
en el que ambos padres están enfermos, con muchos problemas laborales y donde una
hermana (por parte de padre, pero con otra madre), se escapó por un tiempo con la
ayuda del niño; otro que está siempre fuera de la casa y en ella saben o parecen saber
muy poco sobre dónde ubicarlo. Pero, justamente, en algunos de estos casos la
información a la que hemos accedido sobre la participación y criterios de los padres es
más limitada o menos clara.
Con palabras y con énfasis diferentes, en general los padres expresan que al
incorporar a los niños al trabajo, o encomendarles tareas y responsabilidades, tratan de
formarlos “para que puedan desenvolverse en la vida”, “que sepan trabajar” y/o para
“hacer las cosas”, sobre todo cosas básicas para su vida cotidiana (por ejemplo, en
cuanto a las tareas domésticas, hacer las camas, limpiar, preparar comida, cocinar, lavar
la ropa, cuidar hermanitos). Por otro lado, destacan con alguna frecuencia que “así es
cómo aprendí yo”, “a mí me criaron así”. Al mismo tiempo suelen subrayar que los
chicos “quieren hacerlo”. Sin embargo, esta orientación general de los comentarios de
los padres suele encerrar realidades y actitudes muy diversas.
Cuando se trata de niños a edades muy tempranas, de 8, 9, 10 años, y de una
gran carga relativa de trabajo o de responsabilidades muy grandes para su edad, lo que
generalmente aparece en los relatos y comentarios de los padres es que las condiciones,
la necesidad, los empuja a que los chicos trabajen o a darles esas tareas o
responsabilidades A veces es dicho por los padres de manera muy explícita y directa,
pero con frecuencia surge una y otra vez de los relatos y descripciones. Y esto es
importante: son generalmente los relatos y las descripciones, así como comentarios y
opiniones sobre aspectos puntuale s de esas experiencias, lo que nos ha permitido
acercarnos a un mejor conocimiento de las actitudes e incluso opiniones; en especial
cuando con frecuencia la real carga de trabajo y de responsabilidades a cargo de los
niños tiende a no ser comentada en forma directa, es aminorada o directamente
ocultada. Pero tanto lo que no se dice, o se aminora, como lo que se relata o describe,
muestra que también ellos piensan que muchos de los trabajos y responsabilidades no
son actividades para niños de edades tempranas. Y muestran también que en ciertos
casos no se trata de criterios o convicciones tan claros y compartidos por el padre y la
madre.
En palabras de una madre de uno de los niños de 9 años: “... a mi me gusta
enseñarle a mis chicos que para tener algo hay que trabajar..” Pero es
ilustrativo que al buscar la forma de caracterizar las actividades, los
trabajos que hacían sus hijos, diga
que hacían “... de todo....
21
todo..... cosas de grande”; .... “yo trabajé mucho ... y mis hijos también.
Muchas privaciones ..... trabajábamos todos, hacíamos de todo,
construcción, atender el negocio... lijar, pintar, limpiar el negocio, sacar,
guardar, recibir la mercadería, atender a la gente, ayudábamos no... Todos
hacíamos casi lo mismo”.....
“... Ahora estoy más ubicada dentro de la vida, de la responsabilidad, no, de
ser mamá... Porque antes era, vió, como esas personas que todo dice sí,
porque le dicen que diga si. Y porque usted piensa y le dicen no, vos no
pensés, pienso yo”....
Pero el paisaje duro y diverso de carencias y necesidades insatisfechas, algunas
de cuyas expresiones se perciben en algunos casos a simple vista cuando uno se
aproxima a las viviendas y más aún en las viviendas mismas, es también variado en
cuanto a la forma en que las familias incorporan a sus hijos al trabajo o a las
actividades de atención del hogar y se ocupan de su cuidado y educación.
Nos interesa destacar que encontramos que esas diferencias se expresan al
menos en tres planos muy relevantes, y que ilustran sobre ese variado espectro. Por un
lado, son diferentes los criterios y los esfuerzos de los padres por acotar el tipo y la
carga de tareas y responsabilidades a cargo de los niños, con relación a su edad y su
cuidado. En segundo lugar, son muy desiguales las condiciones y problemas que
enfrentan y los esfuerzos que dedican para apoyar, acompañar o estimular dentro de sus
posibilidades la concurrencia a la escuela, la realización de las tareas escolares y el
proceso de aprendizaje. En tercer lugar, suele haber diferencias muy considerables en el
grado de atención y de presencia en general de los padres en relación con los niños que
trabajan o con fuerte carga de atención del hogar. En algunos casos encontramos niños
con padres golpeadores, niños que están expuestos a recibir fuertes golpizas.
Por eso, queremos destacar aquí que al tiempo que la indigencia y la pobreza
tienden a empujar a las familias a utilizar a los niños a edades muy tempranas para
realizar una importante carga de tareas y responsabilidades laborales y domésticas,
existen otros elementos y factores que inciden sobre el cuidado de los niños, su
incorporación al trabajo y sus logros en la escuela.
10. Imagen de los niños sobre las tareas que hacen y sobre su significación
Las entrevistas muestran que con bastante frecuencia los niños de edades
tempranas tienden a ser muy colaboradores y dispuestos a acompañar, compartir y
brindar alguna ayuda a los padres en las cosas que hacen, en sus actividades, sus
trabajos. Esta actitud parece potenciarse, por un lado, como un espacio o forma de
autoafirmación, de poner en juego, de
desplegar
y
expresar
el
22
crecimiento o desarrollo de capacidades, así como para promover que se lo reconozca,
de poder ir entrando al mundo de los más grandes, por curiosidad, por ir abriendo
nuevas relaciones y accediendo a conocer otros ámbitos y gentes. También parece
potenciarse en situaciones en la que los chicos sienten que pueden o que es necesario
ayudar a los padres, como a sus hermanos y otros familiares. En particular, en
situaciones de carencias, de privaciones y fuertes esfuerzos familiares ello parece
reforzarse por el afán de los niños en ayudar a sus padres o hermanos, a quienes ven y
sienten realizar esfuerzos por la familia, es decir, también por el cuidado de ellos, o en
el caso de los hermanos para protegerlos.
Sin embargo, dicha disposición e interés, que la curiosidad estimula, no es
universal ni sostenida. Por un lado, los niños suelen estar interesados o encuentran
estímulos en otras cosas y relaciones, en particular por juegos o esparcimientos. Con
alguna frecuencia, y en particular en contextos de muchas carencias, los niños también
buscan en las tareas y ayudas a los familiares y otras personas, algunos espacios para
desplegar estos intereses y encontrar al menos alguna gratificación para dichos
estímulos.
Mientras los padres comentan que los niños quieren hacer los trabajos o las
tareas de atención del hogar, es muy desigual la disposición, receptividad o interés que
encontramos en los niños entrevistados, del mismo modo que también son diferentes
esos trabajos o tareas, el tiempo que les demandan, las dificultades, los esfuerzos,
responsabilidades que implican, los intereses o estímulos de otro tipo cuya satisfacción
ellas facilitan, y las condiciones de vida y atención y afecto que reciben o sienten. Con
relación a dicha disposición o interés en relación al trabajo encontrado en los niños
entrevistados nos parece apropiado distinguir tres tipos básicos, que llamaremos de.
“interés”, de “resignación”, y de “reactividad o resistencia”.
Denominamos “interés” a que los niños encuentren atractivos o interés en
ayudar con los trabajos o tareas que desarrollan, cualquiera sean los factores o el
conjunto de factores que llevan a ello, sean vinculados con la tarea misma, o con otras
satisfacciones a las que realizarlas o participar de ellas les da acceso. En las entrevistas
ello se expresa en que los niños cuentan con facilidad, y en ocasiones con entusiasmo,
los trabajos o tareas que hacen, o el interés que les despierta. Aunque queremos
destacar, ello no obsta a que también puedan comentar que determinadas actividades o
tareas les molesten, y que como suele ocurrir, también puedan expresar que los cansan
los trabajos frente a los que tienen buena disposición o interés. En un par de los hogares
de los niños incluidos, los padres o alguno de ellos son muy “duros” en sus exigencias a
los niños. A continuación algunos comentarios de los niños que incluimos entre los que
de algún modo expresan “interés”:
“....cuando voy a trabajar con mi papá, debajo de la obra hay un kiosco y el
dueño me regala golosinas ... me gusta trabajar porque cuando sea grande
ya voy a saber trabajar”.... Ernesto, 10 años.
“.....yo me dedico a trabajar, lo que más hago es trabajar, ayudo en casa a
23
mamá, cuido a mi hermanita, me gusta trabajar”. Omar de 9 años
“....me gusta porque me voy con mi papá hasta el centro, tomamos el tren y
paseo”... .Pero también cuenta que en su casa hace las compras aunque no
le gusta hacerlas porque su mamá sino.... “agarra el cinto y entonces yo
digo sí voy, sí voy.” .. Leandro, 10 años. 18
Hablamos de “resignación” cuando los niños se muestran receptivos y
desarrollan los trabajos o tareas dados, pero denotando muy poco interés o entusiasmo
respecto a cualquier aspecto de los mismos en las entrevistas, y de manera muy escueta
pese a que se indague de diversos modos al respecto. Nos cuentan sobre sus trabajos
con expresiones como éstas:
“...atiendo el almacén de mi tía porque mi tía a la mañana no está, viene
cuando yo me voy a la escuela, a la tarde lo atiende ella”. Viviana, 11 años.
“...trabajo porque así me compro ropa y le compro ropa a mis hermanos y a
mi mamá” Lorenzo, 13 años.
“...barro toda la casa. Mi papá siempre me manda. Andá a barrer y voy.
Barro toda la casa y hago las camas, son 3 camas las de mis hermanos”.
Ignacio (9 años).
Denominamos de “resistencia” o “reactivas” a las actitudes de los niños que se
sienten y muestran expresamente molestos y resistentes a la realización de diversas
tareas domésticas y de otro tipo. En algunos de estos casos se trataba de niños de
edades muy tempranas y en situaciones en las que los niños se encuentran y/o se
sienten no queridos, desconsiderados, o desatendidos.
“...No me gusta hacer las cosas de la casa, el año que viene quiero que me
anoten a la mañana en la escuela así no tengo que hacer nada” María 9
años.
... “No me gusta limpiar porque no me queda tiempo para jugar. Lo hago
porque sí, porque la tengo que ayudar a mi prima. Mi mamá me pide que la
ayude a mi prima, lavamos la ropa, limpiamos la casa, la cocina, el
comedor todo. Yo me canso, me duelen las manos”. Susana, 8 años. La
madre cuenta que a su hija “... le toca llenar las botellas para tener el agua
fresquita, traemos el agua de los vecinos nos dan agua con una manguera.
18
En casos como el citado, en que se expresa algún interés en ayudar en algún trabajo a un familiar y
“resignación” en relación a otras actividades, para este punto privilegiamos lo primero.
24
También ayuda a levantar la mesa. A ella no le gusta hacer las cosas, yo les
junto las zapatillas y ellas las lava, pero muy raro, si no le digo no lo hace.
A mi hija hacer las cosas de la casa no le gusta pero siempre tratamos de
repartir el trabajo, mandala a estudiar y eso si lo hace”.
11. Actividades que afectan la salud, riesgosas o degradantes. El cansancio.
Dolores.
En los hogares pobres, los trabajos de los niños suelen potenciar la
vulnerabilidad y los padecimientos que les imponen las condiciones en las que viven.
Diversos trabajos que suelen realizar los niños los exponen a condiciones y tareas que
pueden afectar su salud o colocarlos en situaciones de riesgo. Es lo que ocurre, por
ejemplo, con la selección y recolección de residuos hurgando y manipulando basura, en
el trabajo en la confección y el calzado cuando se desarrolla en ambientes pequeños y
prácticamente sin ventilación, que expone a los niños al polvillo que se genera en la
actividad y/o a gases de pegamentos y otros productos químicos, o en el trabajo a la
intemperie, en todo tipo de condiciones climáticas, muchas veces en la calle o en otros
ámbitos públicos. Hay ciertas tareas que también suelen dar lugar en diversos trabajos
a que los niños se encuentren en condiciones directamente perjudiciales o de riesgo: es
el caso de la manipulación de cargas pesadas para su edad y condiciones, el trabajo
persistente cerca de fuentes de intenso calor, o el encendido y uso del fuego a edades
muy tempranas.19
En otro orden, la carga intensa de trabajo, o por tiempos considerables, suele
cansar mucho a los niños, lo que se proyecta sobre sus posibilidades y disponibilidad en
el desarrollo de otras actividades.
En las entrevistas con los niños y sus padres se comentaron diversas
experiencias sobre accidentes u otros peligros experimentados por los niños en la
realización de trabajos o tareas, y las actitudes o cuidados de los padres en relación con
ellos. La presentación de algunos de esos comentarios ilustra acerca de algunos tipos de
riesgos y de lo que hacen al respecto padres y niños.
... “Nosotros lo ayudamos a mi padrino, y nos lastimamos con los clavos
cuando desarmamos los cajones. Si me lastimo yo me pongo un poquito de
azúcar y para de salir sangre o me pongo papel higiénico, mi mamá me
enseñó, así se me cura con el azúcar”... comenta Susana, de 8 años.
19
Los niños de ámbitos semi rurales o próximos a zonas rurales que trabajan en diversas actividades agrícolas,
como les ocurre a los que viven directamente en las zonas rurales, suelen estar expuestos al contacto con
agroquímicos muy tóxicos, y con cierta frecuencia trabajando directamente en su aplicación.
25
“...Mi papá me compró un guante chico para que cuando levante los baldes
con material con la soga no me quemara la mano”..., comenta Ernesto, de
10 años.
“...A él le gusta laburar con los zapatos. Con las máquinas no hay problema
porque la única que usa es la que lustra, la que cose sólo la usa el zapatero
porque es peligrosa y la vez pasada se enganchó un dedo” comenta el papá
de Esteban, de 12 años.
La madre de Ricardo, de 12 años, nos cuenta que ... “Yo no quiero
Rubén salga a vender porque tuve una mala experiencia con uno de
hijos más grandes, que estaba vendiendo y lo golpearon”.... Dice
prefiere que lo haga una hermana de Ricardo de nueve años, pensando
al tratarse de una nena y más chica no le pegarán.
que
mis
que
que
Leandro, de 10 años acompaña a su papá, albañil, a trabajar a las obras, y le
ayuda alcanzando baldes de material, llenándolos y vaciándolos, y
alcanzando ladrillos a su papa. Al describir cómo le ayudaba, cuando su
papá trabajó en la casa de enfrente a la suya, cuenta cómo le alcanzaba
ladrillos en la carretilla desde su casa a la otra, cruzando la calle asfaltada
por donde transitan autos y colectivos. Por otro lado comenta que se
prepara solo el desayuno y merienda. Cuenta que enciende el fuego de la
cocina con un encendedor y que muchas veces se quema la mano, porque
tarda en encender y cuando logra hacerlo la llamarada es muy grande.
Cocinar para las niñas y niños pequeños suele ser riesgoso. Suelen quemarse o
cortarse con el cuchillo.
“...A mí me gusta cocinar pero mi mamá tiene miedo que me queme, mi
hermanita más chiquita ya se quemó por tocar...” nos dice Omar, de 9 años.
“...Mi mamá ya me enseñó a usar el cuchillo para no cortarme”.
El cansancio es con frecuencia lo que los niños perciben o al menos
expresan con relación a la carga de trabajo. En muchas entrevistas es mencionado
espontáneamente:
... “Me duele la espalda, entonces mi papá me dice que descanse un rato y
luego siga” ... cuenta Joaquín de 8 años. Comenta que cuando sale a
trabajar con su papa hace la mezcla, le alcanza los baldes y los ladrillos a
su padre y eso le cansa. Joaquín también cuenta de su cansancio y dolor de
26
espalda cuando llega a su casa.
Leandro, de 10 años acompaña a su papá, albañil, a trabajar a las obras. La
maestra recuerda que lo notaba en una actitud de cansancio, y que Leandro
siempre le decía que no podía caminar, que le dolían los pies, pero que era
por jugar a la pelota. En todo caso, el juego puede contribuir a su
cansancio, porque suele jugar con sus amigos en una canchita que hay en la
esquina de su casa.
Susana, tiene 8 años y realiza muy diversas tareas de la casa, entre ellas
limpiar, lavar los platos y ordenar la mesa, lavar la ropa y cuidar hermanos.
Tiene tres hermanos menores. ... “Mi mamá me pide que la ayude a mi
prima, lavamos la ropa, limpiamos la casa, la cocina, el comedor todo. Yo
me canso, me duelen las manos”.... Dice que se cansa cuando tiene que
lavar, que sí le dice a la madre que se cansa “las manos”, entonces la madre
le dice que le falta poco, pero que termine toda la ropa que sea de ella (de la
nena) porque lo de ella se lo tiene que lavar. Como no tienen canilla allí,
Susana lava en un tacho, y tiene que traer el agua de la canilla de atrás, para
lo cual suelen ayudarla la prima o la mamá.
El cuidado efectivo de los padres respecto de los riesgos a los que se exponen
los niños en la realización de tareas dadas, de las condiciones mismas en las que las
realizan, así como respecto al cansancio o agotamiento de los mismos, aparece bastante
condicionado por el grado de control que ellos realmente tienen sobre las mismas, así
como sobre la posibilidad de imaginar que otra cosa es posible, que está a su alcance.
Depende de que esas condiciones de vida y de trabajo, en las que se encuentran, no
estén naturalizadas, no se vivan o asuman con resignación. Depende de las condiciones
y recursos que pueden movilizar o a los que pueden acceder, para evitar incorporar de
un modo precoz a sus hijos o hijas al trabajo, o exponerlos en la realización de tareas, o
en condiciones, riesgosas, peligrosas o que los cansen en demasía.
12. Trabajo y escuela
La relación entre trabajo y escuela es una relación compleja. La mayor parte de
los niños que trabaja concurre a la escuela. Sin embargo, mientras en el ámbito urbano
un porcentaje considerable de los niños que trabaja no estudia –estimado en alrededor
del 12 por ciento de los que trabajaban en 1997–, la proporción de los niños que a
edades tempranas no trabajan y no estudian es poco significativa. Al mismo tiempo, los
niños y niñas que trabajan registran sobreedad en la escuela en una proporción
sensiblemente mayor (Cuadro 9). Información correspondiente a varios aglomerados
urbanos para 1994 muestra una proporción aún más alta de niños que trabajaban y no
27
estudiaban o registraban sobreedad (Feldman, 1997, pág. 26-27).
De cualquier modo, las tensiones entre el trabajo y la escuela, las dificultades y
diferencias en los logros en la escuela entre quienes trabajan y quienes no lo hacen,
suelen ser mayores de lo que estas cifras sugieren. Sucede que, en diversas
jurisdicciones y especialmente en los primeros cursos, existe la orientación a no hacer
repetir los años. En otras palabras: a que las dificultades en los avances en la escuela o
en lograr una educación de calidad no se expresen plenamente como sobreedad.
Cuadro 9
Trabajo y escuela. Condición de asistencia y sobreedad* escolar de niños de 10 a 14
años en el ámbito urbano**. Total del país, 1997. Valores indicativos
En porcentajes del t otal de niños que desarrollan cada tipo de actividad
Niños que
trabajan
Condición de asistencia y
sobreedad
(se incluye a los
niños que
trabajan y
ayudan en la
atención del
hogar)
Niños que en
forma habitual
ayudan en la
atención del
hogar***
Niños que no
trabajan ni
ayudan en la
atención del
hogar
Total
de niños
Niños que asisten a la escuela y
no registran sobreedad
72,5
76,4
84,2
81,7
Niños que asisten y registran
sobreedad de un año
8,8
17,5
8,4
9,6
Niños que asisten y registran
sobreedad de dos o más años.
6,1
7,4
5,3
5,1
12,5
6,1
2,0
3,6
0,1
0,0
0,1
0,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Niños que
asistieron
no
asisten
Niños que nunca asistieron
Total de niños
pero
*
Se considera sobreedad al tiempo que media entre el curso en el que tendría que estar el niño,
según la pauta que surge de su ingreso a la escuela a la edad prevista y seguir sin tropiezos la
secuencia de los cursos o años, y el año que está cursando.
** Cobertura nacional de localidades de 5000 o más habitantes .
*** Se incluye a los niños que habitualmente ayudan en la atención del hogar y también habitualmente
trabajan, ya que se incluyen en la columna de habitualmente trabajan.
Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta
de Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación
de Programas Sociales –, Ministerio de
Desarrollo Social y Medio Ambiente.
28
Nuestras indagaciones sobre uso del tiempo en tres escuelas y, en especial, las
indagaciones en profundidad a un grupo de niños, sus padres y maestros, nos
permitieron explorar y analizar diversas aspectos de las relaciones y tensiones entre el
trabajo de los niños, o las muy considerables cargas y responsabilidades de atención del
hogar, con la concurrencia a la escuela, y el desempeño y los logros en ella. Nos
interesa comentar aquí algunos aspectos de esas relaciones y factores intervinientes.
La asistencia a la escuela, y la llegada en buenas condiciones constituye un
aspecto relevante y en tensión. Los trabajos, así como las necesidades de atención del
hogar (especialmente cuidado y alimentación de hermanos u otros familiares), suelen
estimular mucho el ausentismo de los niños. Cuando en el hogar la valoración del
estudio es menos destacada, o cuando hay una menor dedicación o preocupación por la
atención de los niños y niñas, la asistencia en particular, y el deterioro de los logros en
la escuela en general, tienden a acentuarse. 20
Pero incluso en hogares donde hay una considerable valoración escolar y
preocupación por la atención de los niños, cuando existen necesidades que empujan a
los padres a encomendar a los niños la atención del hogar y en especial el cuidado de
hermanos menores, la asistencia escolar tiende a resentirse mucho. Ello ocurre en
particular cuando hay algún niño o familiar enfermo y en especial con alguna
enfermedad crónica o que requiera la concurrencia recurrente a centros hospitalarios y
ocasionales internaciones. Si los hogares de estos niños están en cuadras de tierra y a
muchas cuadras del asfalto y de los medios de transporte, de acceso a teléfonos
públicos, y alejados de los centros hospitalarios, todo ello se hace aún más complicado.
En especial, con frecuencia ello da lugar a situaciones todavía más problemáticas
cuando no hay o no se tiene acceso a jardines maternales, o servicios preescolares para
los niños más chicos; ni hay, o no se puede acceder a servicios o instituciones que
brinden un ámbito para tareas recreativas, para realizar las tareas escolares o que
brinden apoyo escolar, o tareas artísticas, etcétera, en contraturno, a los niños ya
escolarizados. Dos de los 21 niños indagados se encontraban en situaciones de éste
tipo. Pero también encontramos otros dos niños, hermanos, con la necesidad
relativamente frecuente de faltar, para cuidar hermanitos menores, cuando su madre,
separada, tenía que salir.
20
La experiencia de Leandro, al que ya hicimos varias referencias, se inscribe en este tipo de situación y, al
mismo tiempo, muestra como la escuela contribuyó a mejorar parcialmente la situación. Leandro, tiene 10 años
ayuda a su papa albañil, y realiza algunas tareas de atención del hogar. Se prepara solo el desayuno y la
merienda, y a veces va a la escuela solo porque sus hermanos se duermen. La maestra recuerda que lo
notaba en una actitud de cansancio, y que Leandro siempre le decía que no podía caminar, que le dolían los
pies, pero que era por jugar a la pelota. Por otra parte, la maestra cuenta que al principio Leandro faltaba
mucho, que llamó a sus padres, y que aunque no vinieron ellos concurrió un hermano mayor, con quien
conversó al respecto, y que desde entonces disminuyó su ausentismo.
29
Hay que tener presente, además, que en zonas donde la mayor parte, o
prácticamente casi todas las calles son de tierra, como ocurre en la zona donde esta una
de las escuelas estudiadas (la identificada como R2), en los días de lluvia, de por sí el
ausentismo es altísimo, porque a los niños les muy difícil llegar, o mojan sus zapatillas
y se quedan sin tener calzado en condiciones de utilizar. Ello ya disminuye los días de
asistencia. En escuelas en condiciones como las indicadas, ese tipo de ausencias
generalizadas suelen no dejarse registradas, por considerarse que se trata de razones de
fuerza mayor. Ese tipo de tensiones o factores se expresan también en reiteradas
llegadas considerablemente tarde.
Un segundo factor de tensión tiene que ver con el cansancio de los niños que
trabajan o que tienen fuertes responsabilidades familiares. Cansancio al tiempo de
hacer las tareas y cansancio en la escuela. Como el tema del cansancio de los niños y
niñas que trabajan se ha tratado antes en forma particularizada, alcanza con recordarlo
aquí.
Un tercer aspecto de tensión se da entre el tiempo de dedicación al trabajo y la
dedicación a las tareas escolares. Respecto a algunas niñas entrevistadas ello aparece
explícitamente en tensión. Baste recordar lo anteriormente comentado con relación a
Susana, de 8 años, a propósito de la actitud de los niños en relación con el trabajo 21, o
de María, de 9 años.
Un cuarto aspecto está conectado con las dificultades de los padres para
acompañar o seguir las tareas de los niños, en particular cuando tienen muy bajo nivel
educativo. Algunos padres lo han comentado en las entrevistas. Pero también es
destacable que dos madres habían completado sus estudios primarios ya mayores, una
de ellas recientemente. Sin duda el clima educativo del hogar incide
considerablemente.22 Pero también son procesos destacables los de los padres que
hacen el esfuerzo de avanzar ellos con sus estudios de mayores, aunque el nivel de
partida sea muy bajo y el que alcanzan limitado. Y, por otro lado, la experiencia de la
escolaridad de los propios hijos y nietos, cuando los padres perciben los avances o
logros, puede constituir un proceso de cambio en las propias actitudes y opiniones.23 En
21
“...A mi hija hacer las cosas de la casa no le gusta pero siempre tratamos de repartir el trabajo, mandarla a
estudiar y eso si lo hace”.... comenta la mamá de Susana.
22
En el “Informe de situación social Nº 3, del SIEMPRO, “La situación de la infancia: Análisis de los últimos 10
años” se indica que “El nivel educativo de la madre es un factor que incide en buena medida en las
probabilidades de éxito escolar de los hijos. Según la EDS, en 1997 el 67,7% de las mujeres con hijos menores
de 14 años no tenía el secundario completo. Pero entre las más pobres (primer quintil de ingresos) este
porcentaje subía al 86,4% mientras que entre las de mayores ingresos (quinto quintil) solo el 11,5 no había
completado el nivel medio”. En dicho Informe se señala que
el rezago escolar adquiere proporciones
significativas, afectando al 21 por ciento de la población que asiste a la escuela primaria, pero que afecta en
una proporción tres veces mayor a los niños de hogares pertenecientes al primer quintil de ingresos (más
pobres), que a los del ultimo (más ricos). 30,5 % y 9,5 respectivamente.
23
La mamá de Emilia (13 años) expresa su cambio de opinión sobre el papel de la educación y en particular del
jardín de infantes. Ella misma terminó la primaria cuando ya tenia hijos. “Ahora que tengo a mi nieto en el
jardín veo lo que les hice perder a nuestros hijos”.
30
cualquier caso, el acompañamiento o el interés por los avances y logros de los hijos en
la escuela, y en que hagan sus tareas para la escuela, tienen valor por sí, más allá de que
los padres no entiendan o puedan ayudar a los hijos en sus dificultades con las tareas.
Sin duda, los aspectos que hemos presentado se conectan y proyectan con otros
también relevantes, según apreciamos en las entrevistas y en el análisis del interesante
material que surgió de ellas. Un campo de cuestiones al que asignamos importancia es
el referido a las relaciones, desafíos y retroalimentaciones que se establecen en diversos
planos entre las proyecciones de los impactos negativos del trabajo de los niños sobre
la escolaridad, con la dinámica de funcionamiento de la escuela, y con la dinámica del
proceso formativo de los niños en ella. Para citar sólo algunos aspectos, de los más
inmediatos y visibles: la considerablemente mayor concentración de niños que se
encuentran en esta situación en determinadas escuelas y zonas, su especial
concentración en turnos determinados, las problemáticas y situaciones a que da lugar el
que un grupo de niños tenga edades superiores a las de la mayor parte de los niños del
curso, en razón de que en esos niños los efectos antes referidos se resuelven y
acumulan en forma de repitencia y o de discontinuidades en la escolarización, que en
ocasiones se suman a ingresos más tardíos. Y, al mismo tiempo, en la incidencia de la
forma en que la escuela opera en relación con esas situaciones y desafíos. Pero una
consideración sistemática de estas cuestiones escapa a los limites de este trabajo.
13. Consideraciones finales
La información para los últimos años del decenio de los noventa muestra que el
trabajo infantil tiene todavía una considerable extensión en el ámbito urbano de la
Argentina. En el segundo quinquenio de los años noventa se habría sostenido, y hay
diversos indicios de que alcanzaría una presencia mayor que la calculada previamente.
Interesa destacar que es en niños de edades más tempranas en donde se aprecia esa mayor
presencia. También se aprecia que la difusión del trabajo de las niñas estaría más cercano
al de los niños que el que se estimaba previamente, en particular en los hogares más
pobres y en las edades más tempranas.
La incorporación precoz de los niños y niñas a las actividades de atención del hogar
alcanza una considerable difusión, en particular en niños de hogares pobres. Más
específicamente, una proporción importante de los niños que trabajan a edades muy
tempranas también realizan habitualmente tareas de atención del hogar. Esta última
constatación es importante como indicio de las responsabilidades y cargas de tareas que
se les asignan y tienen que asumir esos niños desde muy chiquitos, pero también abre
el interrogante acerca del tipo de atención que podrían estar recibiendo de sus padres y
de las implicancias de todo ello en los vínculos y roles familiares. En cualquier caso,
cuando se consideran conjuntamente las actividades propiamente laborales y las
actividades habituales de atención del hogar, se aprecia que su incidencia es mayor
entre las niñas que entre los niños.
31
El estudio de un conjunto de algo más de mil niños, en tres escuelas estatales
en el noroeste del Conurbano Bonaerense, mostró que las actividades de atención del
hogar con cargas y responsabilidades bien considerables alcanza, entre los niños de
ocho y nueve años, una difusión elevada en los hogares pobres, y muy elevada cuando
se encuentran en situaciones acentuadas de vulnerabilidad.
Alrededor de tres de cada cuatro niños de edades tempranas que son
incorporados a la actividad económica en el ámbito urbano del país ayudan a sus padres
u otros familiares en sus trabajos. Contemplando también las actividades de atención
del hogar, cuando estas son especialmente considerables, los niños trabajan ayudando a
sus padres y otros familiares en altísimas proporciones.
Que los niños trabajen ayudando a sus padres o familiares no supone, sin
embargo, que ello asegure que sean incorporados en tareas con intensidades,
responsabilidades, y en condiciones y tipo de actividades compatibles o aceptables para
su edad. Tampoco supone que ello asegure que no estén expuestos a riesgos y peligros, o
que estén muy poco expuestos a ellos. Que se esté cuidando, o asegurando, que no afecte
su escolaridad. El cuidado efectivo de los padres respecto de las condiciones mismas en
las que los niños y niñas desarrollan sus trabajos y/o actividades de atención del hogar,
así como respecto al cansancio o agotamiento de los mismos, o su incidencia sobre la
escolaridad, aparece bastante condicionado por el grado de control que ellos realmente
tienen sobre las actividades que ellos mismos se ven empujados a realizar, y sobre las
condiciones en las que tienen que hacerlas o en las que viven, así como sobre la
posibilidad de imaginar que otra cosa es posible, que estaría socialmente a su alcance.
Depende de que esas condiciones de vida y de trabajo, en las que se encuentran, no estén
naturalizadas, no se les impongan, vivan o asuman con resignación, como su único mundo
posible. Depende de las condiciones y recursos que pueden movilizar o a los que pueden
acceder, para evitar incorporar de un modo precoz a sus hijos o hijas al trabajo, o
exponerlos en la realización de tareas, o en condiciones riesgosas, peligrosas, o que los
cansen en demasía, o que afecten su escolaridad y logros en la escuela.
Referencias bibliográficas
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Reformas Económicas 40, CEPAL, Naciones Unidas, Santiago de Chile.
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presentado a la reunión de la Red de Economía Social de Montevideo, diciembre de
1997.
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ž OIT-Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil-IPEC (1997)
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la
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-Oficina de los Derechos del Niño y del Adolescente de la Municipalidad de
Guaymallén, mímeo, Mendoza.
33
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