Autor Silvio Feldman Artículo Trabajo infantil en el ámbito urbano en la Argentina TRABAJO INFANTIL EN El ÁMBITO URBANO EN LA ARGENTINA Silvio Feldman* ** * Con la colaboración de Claudia Giacometti, en la sistematización y procesamiento de información, y de Marina Luz García y Carolina Felloni en las diversas indaga ciones realizadas a los niños de tres escuelas del Conurbano Bonaerense. ** En este trabajo se presentan los principales resultados de un estudio realizado para UNICEF 2 TRABAJO INFANTIL EN El ÁMBITO URBANO EN ARGENTINA* ** 1. “Los niños primero” “Los niños primero”, “los únicos privilegiados son los niños”, son expresiones familiares entre nosotros. De origen diferente y difundida aceptación, expresan la intención de brindarles a los niños condiciones apropiadas para su desarrollo, al alcance de lo socialmente posible en la actualidad. Apelan al compromiso de quienes somos mayores, de quienes asumimos cierta responsabilidad por las condiciones que se les ofrecen a los niños en etapas tempranas de su desarrollo, en las que todavía son especialmente vulnerables, es decir, decisivas para ese desarrollo en tanto infantes, por permitirles acceder a las oportunidades que la sociedad de hoy está en condiciones de ofrecerles. Pero los de hoy son tiempos extraños, de fuertes paradojas, para acercarnos a pensar sobre el trabajo infantil en sociedades como la Argentina. En especial, compartimos tiempos extraños para tomar en cuenta las posibilidades existentes en Argentina en el presente, y considerar las condiciones reales que les brindamos a los niños. Se discute sobre el progreso técnico y sus relaciones con el fin del trabajo, pero al mismo tiempo, el desempleo abierto y otras expresiones de los problemas de trabajo, y la pobreza e indigencia alcanzan niveles muy altos, elevadísimos, en términos de la experiencia histórica del país. Se reconoce la creciente y decisiva importancia de la educación, de una formación sistemática sólida, del desarrollo de las posibilidades o capacidad de comunicación y para la interacción con los otros, para poder acceder a trabajos productivos y bien remunerados, así como para participar más plenamente de las posibilidades que la sociedad hoy ofrece en las más diversas facetas de la vida de posibilidades de desarrollo –sus logros en la escuela, en el enriquecimiento del dominio del lenguaje– y sus oportunidades en el futuro. Con estas preocupaciones nos acercamos a analizar la difusión que tiene el trabajo infantil en la Argentina de nuestros días y algunas de sus características. Nos interesa considerar los trabajos y actividades que se ven obligados a realizar los niños y niñas, ciertos factores que intervienen en ello, y algunos de los efectos que afectan su presente y futuro. ------------------------* En este trabajo se presentan los principales resultados de un estudio realizado para UNICEF. ** Agradecemos muy especialmente a los niños, a los padres, y a los docentes y personal directivo de las escuelas en las que se trabajo para el desarrollo de este estudio, por su valiosa colaboración. Gracias a su buena disposición y a su ayuda el estudio pudo realizarse. 3 La incidencia de los trabajos y actividades son muy diferentes según las edades, por ello nos importa destacar que vamos a considerar aquí el trabajo de los niños de hasta 14 años. Además, en el entendimiento que al interior de este amplio grupo etáreo se incluyen edades que suponen condiciones, necesidades y posibilidades muy diferentes, nos interesa distinguir en el análisis diversos tramos de edad. Ocurre que determinadas actividades tienen una significación y tienden a incidir en modos bien distintos en chicos de ocho o nueve años, que en niños de 12, o en chicos de 14, o en adolescentes algo más grandes. El límite de 14 años se toma atendiendo a que es la edad aproximada en la que se completan los estudios básicos obligatorios, en tanto la legislación internacional (Convenio 138 sobre la edad mínima de la OIT) establece que el ingreso al empleo no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar y, en todo caso, no antes de los quince años.1 En este trabajo consideraremos el trabajo infantil en el ámbito urbano y semi urbano. Presentaremos información cuantitativa actualizada para el conjunto urbano del país, y los resultados de un estudio con abordajes diversos realizado con chicos, docentes y otras personas de tres escuelas en el Gran Buenos Aires, y padres de un grupo limitado de niños (veintiuno), en zonas que registran una relativamente elevada aunque diversa proporción relativa de hogares pobres.2 2. Extensión del trabajo infantil Hacia 1995 en una estimación de mínima, se calculó en 252.000 los niños y niñas de hasta 14 años que trabajaban en la Argentina. Contabilizando sólo a los de 6 a 13 años, se estimó que se encontraban en esta situación unos 162.000 niños.3 1 El Convenio 138, sobre la edad mínima, de 1973, establece como principio general que la edad mínima de admisión al empleo no deberá ser inferior a la edad en la que cesa la obligación escolar o, en todo caso, a los quince años. No obstante, el Convenio establece la opción para que los países miembros “cuya economía y medios de educación estén insuficientemente des arrollados” para que especifiquen inicialmente una edad mínima de 14 años. La República Argentina al ratificar el Convenio 138 (por ley 24.650) hizo uso de dicha opción. Atendiendo a ello, siempre que nos ha sido posible, presentamos en este estudio información desagregada para los niños de 14 años. 2 La presentación sistemática de la metodología de investigación desarrollada con base en las escuelas puede ser consultada en UNICEF, esta incluida la presentación de los resultados del estudio, que será publicado próximamente. Se trata de una metodología orientada a la investigación-acción, pensada para su desarrollo a nivel local, apta para ámbitos de pequeña escala, y a implementarse con pocos recursos, sin que suponga o exija en forma imprescindible ser realizada por profesionales especializados. 3 S. Feldman, “Los niños que trabajan en la Argentina”, pág. 14, en S. Feldman, E. García Méndez y H. Araldsen, “Los niños que trabajan”, Cuadernos de UNICEF, UNICEF Argentina, Buenos Aires, 1997. 4 La proporción de niños y niñas de este tramo de edades que trabajaban era muy superior en el ámbito rural que en el ámbito urbano. Pese a que el porcentaje de niños de dicho grupo etáreo que vivían en el ámbito rural era algo menos que el 17 por ciento, los que de ellos trabajaban representaban, en el año 1995, casi el 27 por ciento del total de los niños de ese tramo de edades de acuerdo a esa estimación. No conocemos la existencia de cálculos más actualizados para el total del país, con el grado de especificación de esa estimación de mínima. La proporción de niños que trabaja en Argentina de acuerdo con dicha estimación es bastante menor que el promedio de América Latina, que se estimaba en torno del 15 por ciento considerando a los niños y niñas de 10 a 14 años, pero es sensiblemente superior a la que se registra en varios países, entre ellos Chile y Uruguay (IPEC-OIT, 1997). 3. En el ámbito urbano Datos más recientes pero referidos exclusivamente al ámbito urbano, incluyendo localidades con 5000 habitantes y más –que se presentan en el Cuadro 1–, permiten estimar que la proporción de niños y niñas de entre 10 y 13 años que trabajaban habitualmente en 1997 representaban alrededor del seis por ciento de ese grupo etáreo; y cuando se considera al total de los niños de 10 a 14 años el porcentaje se ubicaba en torno del siete por ciento. Nos parece importante destacar que en ambos casos se trata de valores indicativos4 superiores a los estimados para 1994, sobre la base de datos del Módulo para el Monitoreo de las Metas Sociales. Si se utilizan los porcentajes que corresponden al año 1997, para estimar el número de niños que trabajan en el ámbito urbano total del país, éste podría calcularse en forma indicativa, para el tramo etáreo de entre 10 y 14 años, en por lo menos 207.000 (frente a 183.500 estimados para el mismo ámbito urbano y un tramo de edad bastante más amplio, 6 a 14 años, para 1995 [S. Feldman, 1997])5. En otras palabras: las estimaciones para 1997 muestran que el cálculo de 252.000 niños que trabajaban en 1995 debe ser considerado, tal como también fue planteado en su momento, como una estimación de mínima. Aunque, sin duda, no es esa confirmación lo más relevante que interesa considerar en base a los cálculos para 1997. 4 Se los considera sólo como valores indicativos atendiendo a los elevados niveles de los coeficientes de variación de dichas estimaciones. 5 En la estimación para 1995 se cálculo en 68.500 el número de niños de entre 6 y 14 años trabajaban en el ámbito rural. 5 Cuadro 1. Trabajo infantil en el ámbito urbano En porcentajes sobre el total de niños de cada edad. Valores indicativos Tramos de edad 1,2 Sin inf. 10 a 13 años 4,0 6,3 10,0 9,6 5,2 7,0 Total 10 a 14 años ** 1997** niños que trabajan habitualmente 6 a 9 años 14 años * 1994* Se consideran los siguientes centros urbanos: Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Mendoza, Neuquén, Paraná, Río Gallegos y Salta. Ambito urbano, cobertura nacional de localidades de 5.000 habitantes y más, lo que representa una cobertura del 96 % de la población urbana. Fuentes: ž ž 1994: S. Feldman 1997, sobre la base del Módulo para el Monitoreo de las Metas Sociales, aplicado a niños de 6 a 14 años 1997: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales–, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. 4. Edades tempranas Uno de los aspectos que nos importa destacar es que los datos para el ámbito urbano muestran en 1997 porcentajes más altos de trabajo en el tramo de 10 a 13 años que los estimados para 1994 para ese mismo tramo etáreo. En cambio, los valores no son superiores cuando se consideran sólo los niños de 14 años. Nos ni teresa subrayar que es en los tramos de edades más tempranas para los que tenemos datos para ambos años, donde se estiman para 1997 valores más altos de trabajo infantil. 6 El examen de los datos para 1994 y 1997 nos brinda indicios para conjeturar que la extensión del trabajo infantil no sólo se ha sostenido, sino que ha tendido a incrementarse. Dos razones principales nos llevan a otorgarle importancia a la nueva información sobre el trabajo infantil en 1997 en el ámbito urbano y a las diferencias que presentan respecto de la previa. Si bien en este trabajo evitamos presentar 6 La EDS de 1997 indagó sobre trabajo infantil a partir de los 10 años. Véase cuadro 1. 6 cuestiones metodológicas, nos importa mencionar estas dos razones principales en virtud de que desde el inicio subrayamos las limitaciones de la información estadística sobre el trabajo infantil y el cuidado con la que se debe manejar la información al respecto, al tiempo que indicamos que los datos de 1994 no son estrictamente comparables a los de 1997. La primera de las razones, es el modo en que se cálculo el dato para 1997 sobre la base de los resultados de la EDS, en base a un criterio muy restrictivo. La segunda, es que se inscriben en una dirección coincidente con información adicional originada en otras fuentes y análisis sobre la dinámica del mercado de trabajo y ciertas tendencias en el comportamiento de las familias en el actual contexto. La primera de las razones se refiere a que en los cálculos que realizamos para este estudio, sólo consideramos como niños que trabajaban a aquellos que respondieron que lo hicieron en forma habitual en el año de referencia.7 La EDS indagaba sobre la frecuencia en la que eran realizadas las actividades en cuestión por quienes afirmaron realizarlas, distinguiendo si habían sido realizadas habitualmente durante el periodo de los doce meses previos, u ocasionalmente. De acuerdo con nuestra elaboración de los datos, los niños de 10 a 13 años que realizaban algún tipo de trabajo infantil en forma habitual representaban el 7,0 por ciento, mientras que los datos de la EDS muestran que otro 13,3 por ciento de los niños respondió que realizó ocasionalmente algún tipo de trabajo.8 Al igual que frente a otras disyuntivas de cálculo, en los nuestros siempre hemos optado por adoptar los criterios más rigurosos y restrictivos. Tengamos presente, además, que el periodo de referencia en EDS era de 12 meses y en el “Módulo para el Monitoreo de Metas Sociales” de 1994 era de un mes. La segunda de las razones que tomamos en cuenta al otorgarle relevancia a los resultados de esta fuente (en su contraste con los datos previos), es que los mismos pueden inscribirse en una dirección congruente con los de otras fuentes correspondientes a universos mucho más acotados.9 Uno de esas fuentes que vamos a utilizar en diversos momentos de esta presentación, es la ya mencionada indagación 7 En la EDS se les preguntó a los niños de 10 a 14 años si ¿En los últimos 12 meses ha realizado el niño/a alguna de las siguientes actividades...... 1) Hacer las compras?; 2) Atender la casa, preparar la comida, cuidar a sus hermanos cuando los mayores salen a trabajar?, 3) Ayudar a sus padres, familiares o vecinos en su trabajo?; 4) Ganar propina, abriendo puertas de autos, limpiando parabrisas, etc.?; 5) Trabajar fuera de la casa, en algún negocio, taller, oficina, etc.?. Cuando se respondía afirmativamente en alguna de las actividades se indagaba si esa tarea la ha realizado ocasionalmente? o habitualmente?. En los cálculos sobre el trabajo infantil se consideró a las actividades contempladas en los numerales 3); 4) y 5). En cambio, en el Módulo para el Monitoreo de Metas Sociales, de 1994, se preguntó: ¿Hace alguna tarea o le ayuda a alguien entregando mercadería, vendiendo por la calle, cuidando autos, limpiando algún negocio, lavando coches, etc? (en el último mes). 8 La información sobre trabajos ocasionales se origina en procesamientos Ester Rosas, SIEMPRO. 9 Entre ellos, por ejemplo, Lilibeth Yáñez, “Los niños que trabajan: un intento de medición”, UNICEF – Oficina de los Derechos del Niño y del Adolescente de la Municipalidad de Guaymallén, mimeo, Mendoza, nov. 1997. de la EDS elaborados por María 7 que realizamos en 1998 a poco más de mil niños que estudiaban en tres escuelas del Gran Buenos Aires, sobre el uso del tiempo. 10 5. Pobreza y deterioro del empleo Es bien sabido que la pobreza es el principal factor que impulsa a las familia s a la utilización del trabajo de los niños y niñas en sus esfuerzos dirigidos a acceder a los recursos económicos para mantener sus condiciones de existencia.11 Es el principal factor que empuja en esa dirección, pero no es el único factor que interviene. De hecho, una proporción mayoritaria de familias pobres no utiliza el trabajo muy temprano de sus niños y niñas, al tiempo que hacen enormes esfuerzos para que concurran a la escuela y para facilitar o estimular la formación que desarrollan en ella. Desde fines del decenio de los años ochenta, con saltos en los picos hiperinflacionarios y en buena parte de los años noventa se alcanzaron niveles de extensión de la indigencia y de la pobreza muy elevados para la experiencia histórica de la Argentina de posguerra. Dicho proceso se conecta con el fuerte deterioro de la situación del empleo. Una de sus expresiones esta dada por el aumento muy significativo del desempleo estructural –el desempleo abierto urbano trepa en los noventa desde alrededor del 6,5 por ciento a valores en torno del 14 por ciento, con un pico del 17 por ciento en 1996, así como de la precariedad del empleo. En el transcurso de los años noventa continuó aumentando la desigualdad del ingreso familiar total y en mayor medida aún la del ingreso personal (Altimir y Beccaria, 1999, págs. 9 a 13). A partir de 1994 se profundiza la desigualdad de los ingresos personales, alcanzándose niveles de desigualdad en los ingresos laborales y personales totales de los asalariados. La caída de los ingresos reales es especialmente marcada para quienes tienen un menor nivel educativo (primaria o básica incompleta, primaria o básica completa y secundaria incompleta), y en varias de las ocupaciones menos calificadas, en particular en la construcción y de cuenta propias no profesionales (Op. cit. pág. 45). 10 El estudio fue realizado en tres escuelas estatales del noroeste del Conurbano Bonaerense, en una zona con índices de pobreza mayores que el promedio del Conurbano Bonaerense. Las escuelas fueron seleccionadas atendiendo al medio del que provienen los niños que cursan en ellas y su situación más o menos desfavorable (según las categorías asignadas en la Prov. de Bs. As., a los efectos del pago de adicionales a los docentes que trabajan en las que registran condiciones desfavorables). Por ello no se le asigna a sus resultados una representatividad mayor que la correspondiente al tipo de situación y ámbito estudiado. Digamos entonces que en el caso de esas escuelas el porcentaje de niños que trabajaban a edades muy tempranas era bastante cercano al que se registraba en edades algo mayores: 22,3 por ciento en el grupo etáreo de 8 y 9 años, 23,7 por ciento en el tramo de 10 a 13 años inclusive, y del 24,4 por ciento en el tramo de 14 y 15 años. Información adicional por escuela se presenta en el Cuadro 3, inserto más adelante. 11 OIT– UNICEF–MTSS “El trabajo infantil en Argentina. Propuesta para un Programa Nacional de Acción”, Ginebra 1994; UNICEF/INDEC/SIGLO XXI Editores, “Infancia y pobreza en la Argentina”, Buenos Aires, 1990. 8 En este contexto de deterioro en el empleo y en los ingresos de los hogares más pobres, estos tendieron a incrementar la participación económica de cónyuges e hijos de todas las edades, así como también de los jefes de más de sesenta años. En contraste, las tasas especificas de los hijos del quintil de hogares de mayores ingresos no aumentaron, y la de los cónyuges se incrementaron en menor nivel que la del primer quintil (Beccaria, 1997). Como muestra el estudio de Beccaria, el incremento de la participación económica de los miembros de los hogares más pobres potencia el impacto global de las brechas de bienestar presentes y futuras. Estas brechas se subestiman cuando se consideran sólo las diferencias en los niveles de ingresos. Sucede que hay que tener presente los efectos potencialmente perjudiciales sobre el bienestar –puntualiza Beccaria–, al menos para algunos hogares, respecto al menor cuidado o desatención de los niños, resultantes de la intensificación de las tareas de los cónyuges, situación que puede estar asociada a la asignación a otros niños de responsabilidades en ese campo. Este tipo de asignación de responsabilidades, al igual que el aumento de la tasa de actividad de los hijos tiene potencialmente el efecto de reducir la dedicación al estudio, como veremos más adelante. Por otra parte, las brechas de bienestar se han incrementado como resultado del comportamiento diferencial del peso de los empleos que tienden a tener un reducido grado de estabilidad y un mayor peso de los empleos no registrados o en negro. Estos últimos no habilitan para acceder a las coberturas de la seguridad social. Ambos tipos de empleos se han incrementado entre los miembros de hogares del primer quintil. Por lo pronto, nos interesa indicar que por lo menos cuatro de cada cinco niños de entre diez y catorce años que trabajaban habitualmente en el medio urbano, en 1997, pertenecían a hogares del primer o segundo quintil. Además, hay que tener presente que por la variabilidad de los ingresos del hogar, especialmente en los quintiles más bajos, algunos hogares que se ubican en esta medición en el segundo y aún en el tercer quintil pueden haber tenido experiencias prolongadas y aun cercanas de pobreza12. Los resultados de la investigación en tres escuelas de zonas con relativamente elevados índices de pobreza, se orientan en la misma dirección. La indagación sobre uso del tiempo a niños de las tres escuelas mostró que el porcentaje de niños que trabajaban era mayor cuanto más difundida era la situación de pobreza y otras carencias en los hogares de los niños que concurren preponderantemente a dichas escuelas. Y lo propio se registraba respecto al peso de las actividades domésticas. Un aspecto que nos interesa destacar es que las diferencias en la proporción de niños que trabajaban en cada escuela era mayor para las edades más tempranas que en los tramos de edades siguientes. Conectado con lo anterior es relevante indicar otro aspecto ya anticipado. Se trata de la incorporación muy temprana de los niños al trabajo, en proporciones no muy 12 En Feldman (1997) se considera la incidencia de la variabilidad de los ingresos y de allí el interés de pensar más en bandas próximas a la línea de pobreza, que en la delimitación de una línea. 9 alejadas a las que se encuentra en los tramos de edad subsiguientes, tal como puede apreciarse en el cuadro 2. Al mismo tiempo, importa subrayar que la proporción de niños que realizan estas actividades, según la indagación a los niños sobre el uso del tiempo, es mucho más alta en estas escuelas que el porcentaje calculado para el total urbano del país. Si bien se puede conjeturar que en las diferencias en las proporciones intervienen también otros factores, nos interesa destacar dos de ellos. Por un lado, con relación al diferente universo de niños considerado en cada caso. Por otro lado, que los resultados de la indagación de uso del tiempo seguramente está en parte contabilizando entre los niños que las realizan a una proporción significativa de los niños que en la EDS son captados haciendo dichas tareas o actividades en forma no habitual. Cuadro 2. Proporción de niños que trabajan en actividades productivas o de servicios no destinadas al consumo del hogar((11)) , entre los que cursan de tercero a octavo año del primer ciclo en tres escuelas estatales del segundo cordón del Conurbano Bonaerense, según edad y tipo de escuela ((22)) . Segundo semestre de 1998 Tipo de escuela Edad Ruralidad 2 Ruralidad 1 Urbana 8 a 9 años 32,7 23,1 15,6 10 a 13 años 30,4 23,8 19,3 14 y 15 años 28,6 25,0 17,4 Total cursantes 3º a 8º año ((33)) 30,3 23,4 18,0 (1) En esta categoría se incluye a niños que ayudan en sus trabajos a familiares o vecinos o realizan otras actividades para obtener ingresos. (2) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran, atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y al medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a la escuela que se encuentra clasificada en la categoría de las que tienen condiciones más desfavorables, y como “urbana” a la clasificada en la categoría de las que tienen condiciones menos desfavorables. (3) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, incluyendo a los de más edad. En total se cuenta con información de 1003 niños. Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo. 10 En cuanto al tipo de universo considerado en cada caso, incide sobre los resultados la mucho mayor proporción relativa en las escuelas seleccionadas de hogares indigentes y de hogares pobres que presentan adicionalmente otros rasgos de vulnerabilidad social. En relación con el otro tipo de factores nos importa destacar dos, en función de la importancia que le asignamos a sus efectos. En primer término, que en la indagación en las escuelas se obtiene en todos los casos la respuesta directa y en buena medida espontánea de cada niño, sin familiares de por medio. Es sabido que una de las dificultades de captación del trabajo infantil es que muchos padres tienden a ocultarlo o minimizarlo. Un segundo factor, directamente conectado con el anterior, que a nuestro juicio tiene considerable incidencia en los resultados, es que la significación que le dan los niños a su dedicación, responsabilidades, carga, o esfuerzo para el desarrollo de ciertas tareas suele ser muy superior a la que tienden a otorgarle y más aún a explicitar o transmitir sus padres. Por ello y por el diferente modo de identificar la regularidad y relevancia de las actividades, nos inclinamos a pensar, según anticipamos, que el resultado de la indagación en las escuelas tiende a incluir entre los niños que realizan actividades dadas, una proporción significativa de los que en la EDS son captados realizando dichas actividades en forma no habitual. En todo caso, importa comentar que tuvimos diversas experiencias ilustrativas de la desigual respuesta de los niños, por un lado, y de sus padres u otros familiares, sobre la situación de trabajo, en una indagación complementaria, en profundidad, a un subconjunto de veintiún niños de esas tres escuelas, así como a sus padres y maestros. Por un lado, situaciones en las que los familiares negaban o minimizaban –hasta el punto de prácticamente negar– que el niño realizaba determinadas actividades o trabajos, actividades que quienes estaban haciendo las entrevistas pudieron verificar por observación directa en las visitas a los hogares y/o por los relatos de los propios niños o por entrevistas con los maestros y otras personas. Por otro lado, situaciones en las que los familiares y los niños valoraban la frecuencia y carga de ciertas tareas de manera muy diferente. A continuación el relato de algunos de estos casos: 13 A. Ernesto nos cuenta en la entrevista que vende pan casero que prepara su madre. Sale todas las tardes en su bicicleta a vender. Sus relatos y respuestas en la entrevista muestran que conoce bastante del tema. Además, Ernesto, que tiene diez años, ayuda a su padre en tareas de albañilería, y cuida los animales domésticos y la quinta, en la que siembra y cosecha las verduras. La mamá de Ernesto no cuenta nada sobre esta situación en ningún momento de la entrevista con ella. En cambio, nos dice que no le gusta que sus hijos “anden en la calle”, que siempre trata que estén jugando en su terreno. 13 Los nombres con los que se presentan los niños indagados en las entrevistas en profundidad no son los verdaderos. 11 B. Claudio tiene 11 años. Vende botellas y vidrios que recolecta junto a un amigo, en un carro tirado por ellos. Las botellas las juntan en un basural, no muy cerca de su casa. Claudio nos cuenta durante la entrevista cómo es la tarea, los precios que le pagan, que a veces las junta en su casa hasta tener una cantidad suficiente y luego las vende. En la entrevista a su madre, ésta desconoció absolutamente esta actividad, la negó cuando se exploró directamente al respecto, y en un momento dijo que sólo a veces acompañaba a su hermano mayor a vender las botellas. Según los resultados de nuestro conjunto de entrevistas en profundidad la tendencia de los padres a no mencionar o negar el trabajo o ciertas actividades parecería acentuarse frente a actividades de venta por la calle o conectadas con el cirujeo o juntar ciertos elementos de los residuos o elementos descartados y su venta. 6. Actividades domésticas Además de las actividades incluidas hasta aquí entre los trabajos que realizan los niños, directamente ligadas a la generación de ingresos, o ayudando a familiares o vecinos en sus trabajos, como ya anticipamos, muchos niños tienen también con frecuencia tareas y responsabilidades muy considerables en la atención de las actividades domésticas de sus hogares. En particular, en el cuidado y atención de familiares (hermanos menores, familiares enfermos o mayores, con capacidad limitada de autovalerse) y en la realización de diversas tareas de limpieza y cuidado del hogar, lavado de ropa y vajilla, preparación de comida, etc. La marcada tendencia de los hogares pobres al incremento de la participación económica de cónyuges, hijos y personas de edades más avanzadas ya examinada, empuja a las familias a asignar a los niños en edades muy tempranas tareas de atención del hogar, de cuidado de hermanos y familiares, de preparación de las comidas, que con bastante frecuencia constituyen una muy considerable carga de tareas y responsabilidades para ellos, y al mismo tiempo suponen no estar acompañados por personas mayores durante mucho tiempo. La difusión que está alcanzando la asignación de una fuerte carga de este tipo de actividades y responsabilidades a niños en edades muy tempranas constituye sin duda uno de los resultados de nuestro estudio que más nos sorprendió. Al considerarlas, hay que tener presente que las condiciones de la vivienda y del medio de los hogares pobres hacen que muchas de estas tareas sean bastante más arduas, pesadas y en ocasiones más riesgosas que cuando se desarrollan en otros contextos más favorables. Inciden muchas veces en tal sentido: el tipo de vivienda, las condiciones de hacinamiento, la procedencia del agua y su no disponibilidad dentro de la vivienda, los medios disponibles para cocinar, el medio urbano deficitario, las calles de tierra sin veredas ni desagües, la distancia a los 12 comercios, al teléfono, a la escuela, a los medios de transporte. Al iniciar el estudio esperábamos encontrar una considerable carga de tareas domésticas bastante más distribuidas con los niños de edades algo mayores. Pero las indagaciones en el uso del tiempo nos mostró una realidad diferente. Varios factores impulsan en los hogares más pobres a asignar las tareas de atención del hogar a niños en edades muy tempranas. Es evidente que cuando los niños de edades muy tempranas son sus hijos mayores, con mucha frecuencia muy precozmente los padres se ven impulsados a asignarles tareas y responsabilidades, sobre todo si no disponen de redes de familiares y de vecinos a los que recurrir, y si no hay un desarrollo de servicios institucionales (jardines maternales, ámbitos a los que puedan concurrir los niños fuera de su horario escolar, alguna asistencia frente a situaciones de enfermedad o a la gente de edad avanzada). Pero también ocurre que cuando existen hermanos mayores, los padres suelen asignar precozmente a sus hijos algo menores tareas muy considerables. Es que en los hogares más pobres la niñez suele dar lugar rápidamente a responsabilidades propias. Por un lado, una proporción significativa, en particular de los varones, se incorpora a la actividad económica. Por otro lado, algunos niñas y niños tienen hijos. En esos casos los hermanos menores habitualmente los ayudan. Es lo que ocurre con dos de las niñas entrevistadas en profundidad (de una veintena de niños). En general, por diversas razones, cuando los niños tienen un poco más de edad son vistos por sus padres como mucho menos disponibles. En contraste, a edades más tempranas, como veremos más adelante, los padres suelen encontrar una enorme disposición de las niñas y niños para realizar las tareas que les asignan. Tanto la EDS como la indagación sobre uso del tiempo en tres escuelas del Conurbano Bonaerense muestran la importante difusión a edades tempranas de considerables tareas de atención del hogar. La información presentada en el Cuadro 3 muestra que éstas constituyen actividades habituales para un porcentaje significativo de niños en el muy amplio universo cubierto por la EDS. En el cálculo no se incluyó a la realización de compras en forma habitual como una actividad relevante de atención del hogar por considerarla como una actividad en general relativamente muy liviana. En la EDS se pregunta por dicha actividad por separado y ello nos permitió no tomarla en cuenta para calcular el porcentaje de niños que realizan actividades de atención del hogar. En cualquier caso, hay que tener presente que una proporción bien considerable de los niños que desarrollan actividades de atención del hogar en forma habitual, también hacen las compras o mandados en forma habitual y un grupo no menor de ellos trabaja ocasionalmente. Es decir, que acumulan varias actividades. Por otra parte, como se indicó anteriormente, casi dos tercios de los niños que trabajan –en forma habitual– también realiza habitualmente tareas de atención del hogar. Puede apreciarse una importante carga de atención del hogar a los 10 y 11 años, es decir, desde las edades menores para las que estas cuestiones son indagadas por la EDS. En realidad, la proporción de niños que realizan actividades de atención del hogar en forma habitual crece sistemáticamente, pero en forma acotada a medida que se consideran los tramos siguientes de edades. 13 Cuadro 3 Trabajos y actividades de atención del hogar realizadas habitualmente por los niños de 10 a 14 años en el ámbito urbano total del país, por tramos de edades. 1997. Valores indicativos. En porcentajes del total de niños de cada grupo etáreo. Actividades realizadas habitualmente por los niños 10 y 11 años 12 y 13 años 14 años Total 10 a 14 años 1. Trabajan 3,1 3,9 5,7 3,9 2. Trabajan y realizan actividades de atención del hogar 2,1 3,7 3,9 3,1 5,2 7,6 9,6 7,0 16,1 19,6 23,0 18,9 18,2 23,3 26,9 22,0 21,3 27,2 32,6 25,9 3. Subtotal trabajan (1+2) 4.Actividades hogar de atención 5.Subtotal de Actividades atención del hogar (4+2) del de 6. Total (1+2+4) Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales –, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. La indagación sobre uso del tiempo en las tres escuelas también muestra una muy considerable carga de tareas de atención del hogar desde edades muy tempranas. Muestra también que para muchos niños estas tareas se suman al trabajo. Pero en este caso se aprecian resultados diferentes, al menos, en dos aspectos muy sustantivos. Por un lado, como ya se subrayó, las proporciones son mucho más elevadas que las observadas en la EDS. Ya comentamos los aspectos que hay que tener en cuenta a ese respecto. Al mismo tiempo, en tanto que la indagación en las escuelas del Conurbano Bonaerense incluyó a niños de 8 y 9 años, permitió verificar que, al menos para los niños que concurren a ellas, la asignación de tareas muy considerables y responsabilidades estaba muy difundida también a estas edades aún más tempranas. En rigor, en la escuela a la que concurren una mayor proporción de niños de hogares más pobres y con acentuadas condiciones de vulnerabilidad social (ruralidad 2), la difusión de estas actividades en las edades más tempranas alcanza niveles sustancialmente mayores que en las edades siguientes. Esto constituye una segunda particularidad sustantiva respecto a los resultados de la EDS para el total urbano del país. Al mismo tiempo, se verifica que en todos los tramos de edades este tipo de tareas y responsabilidades está más difundida en las escuelas con una mayor presencia de niños de hogares pobres y más vulnerables. 14 Cuadro 4 Proporción de niños con fuerte carga de actividades de atención del hogar y/o que trabajan(1) entre los que cursan de tercero a octavo año del primer ciclo en tres escuelas estatales del segundo cordón del Conurbano Bonaerense, según edad y tipo de escuela(2). Segundo semestre de 1998 Edad Tipo de escuela Ruralidad 2 Ruralidad 1 Urbana 8 a 9 años 89,1 42,3 34,4 10 a 13 años 51,1 49,5 36,4 14 y 15 años 57,1 53,6 26,1 Total cursantes 3º a 8º año ((33)) 58,8 48,0 34,8 (1) En esta categoría se incluye a los niños que realizan: a) tareas relativamente muy considerables de atención del hogar; b) actividades para la producción de autoconsumo del hogar; y c) trabajos para afuera de la unidad doméstica. (2) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran, atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y al medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a la escuela que se encuentra clasificada en la categoría de las que registran condiciones más desfavorables, y como “urbana” a la que está clasificada en la categoría de las que registran condiciones menos desfavorables. (3) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, entre ellos a los de más edad. Total de niños para los que se dispone de información: 1003 niños Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo 7. Niñas y niños La incorporación temprana al trabajo y las actividades del hogar se da tanto en el caso de las niñas como de los niños. Información para 1994 registraba alguna mayor propensión de los hogares en utilizar menos precozmente el trabajo de las niñas que el de los niños, en lo que podría interpretarse como una búsqueda de proteger más a las niñas. Pero en los últimos años la incorporación de las niñas al trabajo a edades más tempranas parece haber tendido a aproximar la proporción de las niñas y de los niños que trabajan en dichas edades (Cuadro 5). En las siguientes, las diferencias entre géneros han tendido a reducirse, pero todavía son significativas. Sin embargo, al menos en ciertos ámbitos lo anterior parece ser una práctica 15 especialmente presente en los hogares más pobres y en condiciones de mayor Cuadro 5. Trabajo infantil en el ámbito urbano, según género En porcentajes sobre el total de niños de cada edad. Valores indicativos 1997** niños que trabajan habitualmente 1994* Tramos de edad Niños Niñas Niños Niñas 6 a 9 años 1,6 0,9 *** *** 10 a 13 años 5,0 3,0 5,8 6,8 14,4 6,1 10,5 8,5 4,4 2,4 6,8 7,2 14 años Total**** * Se consideran los siguientes centros urbanos: Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Mendoza, Neuquén, Paraná, Río Gallegos y Salta. ** Ambito urbano, cobertura nacional de localidades de 5.000 habitantes y más habitantes, lo que representa una cobertura del 96 % de la población urbana. *** No se dispone de información. **** El total de cada año corresponde al conjunto de tramo de edades para los que se presenta información en ese año. Fuentes: ž ž 1994: S. Feldman 1997, sobre la base de Módulo para Sociales, aplicado a niños de 6 a 14 años 1997: elaboración propia sobre la base de información Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Evaluación de Programas Sociales–, Ministerio de Ambiente. el Monitoreo de las Metas de la Primera Encuesta de Información, Monitoreo y Desarrollo Social y Medio vulnerabilidad. En cambio, cuando tienen más peso o predominan condiciones sociales relativamente mejores, se sigue verificando una tendencia al ingreso de las niñas al trabajo (no a las actividades domésticas de sus hogares) menos temprano que el de los niños. Por ello el resultado agregado puede resultar de tendencias diferentes en diversos segmentos sociales. En efecto, en la indagación sobre el uso del tiempo en las tres escuelas del Conurbano Bonaerense se constataron comportamientos bien diferentes respecto al trabajo de las niñas y de los niños, según las escuelas (que fueron elegidas por sus características sociales diferenciales). En la que concurren niños de un medio más pobre y con condiciones de mayor vulnerabilidad social (ruralidad 2), es en las edades más tempranas, a los 8 y 9 años, donde se registra una mayor proporción de niñas que trabajan, tanto con relación a la de varones como respecto a las niñas de edades siguientes (Cuadro 6). En contraste la incorporación de las niñas al trabajo muy tempranamente es bastante menor a medida que se consideran 16 escuelas a las que concurren niños de un medio social menos pobre y menos vulnerable. Cuadro 6 Proporción de niñas y niños que trabajan, entre los que cursan de tercero a octavo año del primer ciclo e n tres escuelas estatales del segundo cordón del Conurbano Bonaerense, según sexo, edad y tipo de escuela ((11)) . Segundo semestre de 1998 Sexo Tipo de escuela Edad Ruralidad 2 Niñas 8 a 9 años 10 a 13 años Total cursantes 3º a 8º año Niños (2) 8 a 9 años 10 a 13 años Total cursantes 3º a 8º año (2) Ruralidad 1 Urbana 36,4 16,2 0,0 20,7 21,3 9,4 23,4 19,3 7,1 27,3 29,3 28,3 40,2 27,3 29,1 37,5 28,3 28,5 (1) Se trata de una clasificación de las escuelas de la Prov. de Bs. As. –que es utilizada para el pago de adicionales a los docentes–, según las condiciones más o menos desfavorables que registran, atendiendo a la ubicación de la escuela, a las condiciones en las que desarrollan sus actividades, y al medio del que provienen los niños que concurren a ella. Se identifica aquí como de “ruralidad 2” a la escuela clasificada en la categoría de las que registran condiciones más desfavorables, y como “urbana” a la clasificada en la categoría de las que registran condiciones menos desfavorables. (2) Incluye a todos los niños de los cursos considerados, incluyendo a los de más edad. (1003 niños). Fuente: indagación realizada para este estudio. Metodología en Anexo. En cuanto a los niños la proporción de los que trabajan desde edades más tempranas tiende a ser mucho más próxima en las tres escuelas. El comportamiento es marcadamente más diferencial según género en la escuela de un medio menos pobre y socialmente menos vulnerable. La incorporación temprana de las niñas al trabajo, en proporciones próximas a las de los niños, en el ámbito urbano del país, resulta en una proporción mayor de niñas con actividades y tareas laborales, y con algunos indicios de una mayor carga, cuando se consideran también las actividades de atención del hogar. Es mayor la proporción de niñas que de niños que trabajan y también tienen responsabilidades y tareas de atención del hogar entre los 10 y 14 años, en todos los tramos de edad. Es sensiblemente mayor la proporción de niñas que la de niños que tienen responsabilidades y tareas habituales de atención del hogar. Globalmente, es bastante mayor la proporción de niñas que la de niños que habitualmente trabajan y/o que atienden al hogar (Cuadro 7). 17 Cuadro 7 Trabajos y actividades de atención del hogar realizadas habitualmente por los niños de 10 a 14 años en el ámbito urbano total del país por sexos, según tramos de edades, 1997. Valores indicativos. En porcentajes del total de niños de cada grupo etáreo. Actividades realizadas habitualmente por los niños 10 y 11 años 12 y 13 años 14 años Total 10 a 14 años Niños 1. Trabajan 2. Trabajan y actividades de atención hogar 3. Subtotal trabajan (1+2) 4.Actividades de atención del hogar 5.Subtotal de hogar (4+2) Act. de atención 3,5 4,3 8,1 4,8 0,8 2,9 2,4 2,0 4,3 7,2 10,5 6,8 13,1 14,1 13,7 13,6 del 13,9 17,0 16,1 15,6 17,4 21,3 24,2 20,4 2,6 3,3 3,2 3,0 3,3 4,6 5,3 4,2 5,9 7,9 8,5 7,2 19,1 25,4 32,3 24,2 5.Subtotal de Act.de atención del hogar (4+2) 22,4 30,0 37,6 28,4 6. Total (1+2+4) 25,0 33,3 40,8 31,4 6. Total (1+2+4) Niñas 1. Trabajan 2. Trabajan y actividades de atención hogar 3. Subtotal trabajan (1+2) 4.Actividades de atención del hogar Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales –, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. 8. Formas de inserción de los niños en el trabajo y actividades que realizan14 Los niños de hasta 13 años que trabajan lo hacen en forma predominante junto a familiares. Esas proporciones se revierten a partir de los 14 años. Tres de cada cuatro 14 No se están considerando en esta sección las actividades de atención del hogar y de producción para el autoconsumo. 18 niños y niñas que trabajan lo hacen junto a un miembro de su familia. A los 14 años, trabaja de este modo uno de cada dos niños y niñas. 15 A partir de los 15 años la forma de inserción mayoritaria es como asalariado.16 El trabajo con miembros de la familia puede implicar actividades muy diferentes, como colaborar en la selección y recolección de residuos (de la basura), en la elaboración y luego –también como actividad en si misma– en la venta de pan, rosquitas, helados y otros alimentos en los espacios públicos, especialmente en la calle, en el trabajo a domicilio en la confección, el calzado, la bijouterie, en talleres y comercios, y si se consideran zonas semi rurales o en pueblos rurales en explotaciones agropecuarias. Se trata tanto de actividades que esos familiares realizan por su cuenta, como de aquellas que realizan bajo una forma dependiente o asalariada, muchas veces remunerada por producción o a destajo, para las que cuentan con ayuda familiar, incluida la de hijos a edades tempranas. Puede ser ilustrativo de algunos tipos de actividades desarrolladas por los niños, las que son realizadas por los 21 niños que entrevistamos en profundidad, que cursan en las escuelas en las que se realizaron las indagaciones que venimos refiriendo, –incluyendo entrevistas con sus padres–: quince de ellos realizaban algún trabajo, y uno está tratando de conseguirlo, más allá de las actividades de atención del hogar o para el autoconsumo (cría de animales, huerta y frutales, autoconstrucción o ampliación de la vivienda e instalaciones complementarias).17 Cinco varones de 8, 10 (dos), 12 y 13 años trabajaban ayudando a sus padres que se desempeñan como albañiles y en otras tareas de la construcción. Uno de ellos, Lorenzo, de 13 años, trabaja durante las vacaciones con su padre para un contratista, recibiendo una paga diferenciada por su trabajo, y en el resto del año ayuda en la construcción de su casa El mismo niño ha trabajado en diversas ocasiones ayudando a vecinos a entrar materiales o en otras tareas propias de la construcción de sus casas. Rubén, el niño de 12 años, además de ayudar a su padre albañil, ayudó a un hermano bastante mayor, en la construcción de las instalaciones de un local comercial, muy amplio, que fue levantando. Luis, además de ayudar a su padre albañil, también le ayuda a vecinos. Ernesto, uno de los niños de 10 años, también realiza la actividad de elaboración y venta que se comenta a continuación Cuatro niños trabajan junto a sus madres, en la elaboración y venta de pan o rosquitas. Son ellos los que salen a venderlas, además de colaborar en la 15 S. Feldman, 1997, págs. 17 a 21. 16 S. Feldman, 1996, págs. 65 a 68. 17 Cinco niños y niñas entrevistados, de 8, 9 (dos), 10 y 11 años desarrollaban sólo tareas de atención del hogar y o de autoconsumo. Buena parte de los niños que trabajaban también realizaban alguna o algunas actividades de esos tipos. 19 elaboración, y en la compra u obtención de insumos. Se trata de cuatro varones, de 9, 10 11 y 13 años. Jorge, el de 13 años, también trabaja cuidando al hijo de su madrina. Nora, de 13 años, ayuda en el almacén de su padre. También limpia en un taller de confección, en el que trabaja su madre. Tres niñas no trabajan directamente con sus padres o miembros de su hogar, aunque las tres lo hacen con familiares. Verónica, de 11 años, trabaja todas las mañanas, hasta ir a la escuela, en el pequeño almacén que la tía tiene en su casa. Verónica lo atiende a la mañana, cuando su tía no está, y la tía por las tardes. Otras dos niñas, de 9 y de 13 años, trabajan en tareas domésticas y/o de cuidado de niños para familiares: una con una hermana que tiene dos hijos, y otra limpiando la casa de la abuela. Por otra parte, un niño trabaja para no familiares, como dependiente. Esteban, de 12 años, los días de semana después de la escuela, desde las 15 a las 20 horas, ayuda a un zapatero vecino en la compostura de calzado y en el reparto de los trabajos. Cada sábado le paga por el trabajo de la semana. Los fines de semana trabaja ayudando a su hermano en la verdulería Otros dos niños realizan actividades por su cuenta o en relación con terceros. Conrado, de 12 años, se dedica hace mucho tiempo a la venta callejera, a lavar veredas y vidrieras y también lava autos. Claudio, de 11 años, junta botellas con un amigo, en un carro que arrastran ellos, y las venden a los acopiadores. Ignacio tiene 9 años. Sus padres tienen SIDA y tienen muchas dificultades para conseguir trabajo. Se ha ofrecido por los negocios pidiendo trabajo. Hace un tiempo le ofrecieron ir a ayudar a un quiosco, pero finalmente tomaron a otro niño. 9. Los padres y la incorporación de los niños al trabajo. Las entrevistas con los padres del grupo de veintiún niños indagados en profundidad, y con los propios niños, nos permitió explorar sus actitudes y opiniones acerca de la incorporación muy temprana de éstos al trabajo, así como a las actividades de atención del hogar. Al presentar algunos de sus resultados parece pertinente recordar: i) las características del universo considerado y el tramo de edades incluidas (8 a 13 años); ii) los diversos tipos de actividades que realizan los niños y las diferentes cargas de tareas; y iii) la negación o minimización de los trabajos y tareas que desarrollaban los chicos por una proporción considerable de los padres, que supone reservas, ocultamientos o sesgos en otro tipo de información y opiniones conectadas. Aunque hay que decir, también, que con el desarrollo de las entrevistas 20 varios de los padres fueron haciendo comentarios, relatos y dando opiniones en direcciones diferentes. Como es de esperar, en las edades tempranas son en general los padres los que han tenido la iniciativa de incorporar a los niños al trabajo, y a tareas y responsabilidades considerables de atención del hogar. Unas pocas experiencias que, al parecer, van en contrario de esa pauta, se dan en situaciones en las que los niños se encuentran y/o se sienten más desatendidos, menos queridos o considerados: un niño que vive con su padre y hermanos, y cuya madre habría abandonado el hogar; otro niño en el que ambos padres están enfermos, con muchos problemas laborales y donde una hermana (por parte de padre, pero con otra madre), se escapó por un tiempo con la ayuda del niño; otro que está siempre fuera de la casa y en ella saben o parecen saber muy poco sobre dónde ubicarlo. Pero, justamente, en algunos de estos casos la información a la que hemos accedido sobre la participación y criterios de los padres es más limitada o menos clara. Con palabras y con énfasis diferentes, en general los padres expresan que al incorporar a los niños al trabajo, o encomendarles tareas y responsabilidades, tratan de formarlos “para que puedan desenvolverse en la vida”, “que sepan trabajar” y/o para “hacer las cosas”, sobre todo cosas básicas para su vida cotidiana (por ejemplo, en cuanto a las tareas domésticas, hacer las camas, limpiar, preparar comida, cocinar, lavar la ropa, cuidar hermanitos). Por otro lado, destacan con alguna frecuencia que “así es cómo aprendí yo”, “a mí me criaron así”. Al mismo tiempo suelen subrayar que los chicos “quieren hacerlo”. Sin embargo, esta orientación general de los comentarios de los padres suele encerrar realidades y actitudes muy diversas. Cuando se trata de niños a edades muy tempranas, de 8, 9, 10 años, y de una gran carga relativa de trabajo o de responsabilidades muy grandes para su edad, lo que generalmente aparece en los relatos y comentarios de los padres es que las condiciones, la necesidad, los empuja a que los chicos trabajen o a darles esas tareas o responsabilidades A veces es dicho por los padres de manera muy explícita y directa, pero con frecuencia surge una y otra vez de los relatos y descripciones. Y esto es importante: son generalmente los relatos y las descripciones, así como comentarios y opiniones sobre aspectos puntuale s de esas experiencias, lo que nos ha permitido acercarnos a un mejor conocimiento de las actitudes e incluso opiniones; en especial cuando con frecuencia la real carga de trabajo y de responsabilidades a cargo de los niños tiende a no ser comentada en forma directa, es aminorada o directamente ocultada. Pero tanto lo que no se dice, o se aminora, como lo que se relata o describe, muestra que también ellos piensan que muchos de los trabajos y responsabilidades no son actividades para niños de edades tempranas. Y muestran también que en ciertos casos no se trata de criterios o convicciones tan claros y compartidos por el padre y la madre. En palabras de una madre de uno de los niños de 9 años: “... a mi me gusta enseñarle a mis chicos que para tener algo hay que trabajar..” Pero es ilustrativo que al buscar la forma de caracterizar las actividades, los trabajos que hacían sus hijos, diga que hacían “... de todo.... 21 todo..... cosas de grande”; .... “yo trabajé mucho ... y mis hijos también. Muchas privaciones ..... trabajábamos todos, hacíamos de todo, construcción, atender el negocio... lijar, pintar, limpiar el negocio, sacar, guardar, recibir la mercadería, atender a la gente, ayudábamos no... Todos hacíamos casi lo mismo”..... “... Ahora estoy más ubicada dentro de la vida, de la responsabilidad, no, de ser mamá... Porque antes era, vió, como esas personas que todo dice sí, porque le dicen que diga si. Y porque usted piensa y le dicen no, vos no pensés, pienso yo”.... Pero el paisaje duro y diverso de carencias y necesidades insatisfechas, algunas de cuyas expresiones se perciben en algunos casos a simple vista cuando uno se aproxima a las viviendas y más aún en las viviendas mismas, es también variado en cuanto a la forma en que las familias incorporan a sus hijos al trabajo o a las actividades de atención del hogar y se ocupan de su cuidado y educación. Nos interesa destacar que encontramos que esas diferencias se expresan al menos en tres planos muy relevantes, y que ilustran sobre ese variado espectro. Por un lado, son diferentes los criterios y los esfuerzos de los padres por acotar el tipo y la carga de tareas y responsabilidades a cargo de los niños, con relación a su edad y su cuidado. En segundo lugar, son muy desiguales las condiciones y problemas que enfrentan y los esfuerzos que dedican para apoyar, acompañar o estimular dentro de sus posibilidades la concurrencia a la escuela, la realización de las tareas escolares y el proceso de aprendizaje. En tercer lugar, suele haber diferencias muy considerables en el grado de atención y de presencia en general de los padres en relación con los niños que trabajan o con fuerte carga de atención del hogar. En algunos casos encontramos niños con padres golpeadores, niños que están expuestos a recibir fuertes golpizas. Por eso, queremos destacar aquí que al tiempo que la indigencia y la pobreza tienden a empujar a las familias a utilizar a los niños a edades muy tempranas para realizar una importante carga de tareas y responsabilidades laborales y domésticas, existen otros elementos y factores que inciden sobre el cuidado de los niños, su incorporación al trabajo y sus logros en la escuela. 10. Imagen de los niños sobre las tareas que hacen y sobre su significación Las entrevistas muestran que con bastante frecuencia los niños de edades tempranas tienden a ser muy colaboradores y dispuestos a acompañar, compartir y brindar alguna ayuda a los padres en las cosas que hacen, en sus actividades, sus trabajos. Esta actitud parece potenciarse, por un lado, como un espacio o forma de autoafirmación, de poner en juego, de desplegar y expresar el 22 crecimiento o desarrollo de capacidades, así como para promover que se lo reconozca, de poder ir entrando al mundo de los más grandes, por curiosidad, por ir abriendo nuevas relaciones y accediendo a conocer otros ámbitos y gentes. También parece potenciarse en situaciones en la que los chicos sienten que pueden o que es necesario ayudar a los padres, como a sus hermanos y otros familiares. En particular, en situaciones de carencias, de privaciones y fuertes esfuerzos familiares ello parece reforzarse por el afán de los niños en ayudar a sus padres o hermanos, a quienes ven y sienten realizar esfuerzos por la familia, es decir, también por el cuidado de ellos, o en el caso de los hermanos para protegerlos. Sin embargo, dicha disposición e interés, que la curiosidad estimula, no es universal ni sostenida. Por un lado, los niños suelen estar interesados o encuentran estímulos en otras cosas y relaciones, en particular por juegos o esparcimientos. Con alguna frecuencia, y en particular en contextos de muchas carencias, los niños también buscan en las tareas y ayudas a los familiares y otras personas, algunos espacios para desplegar estos intereses y encontrar al menos alguna gratificación para dichos estímulos. Mientras los padres comentan que los niños quieren hacer los trabajos o las tareas de atención del hogar, es muy desigual la disposición, receptividad o interés que encontramos en los niños entrevistados, del mismo modo que también son diferentes esos trabajos o tareas, el tiempo que les demandan, las dificultades, los esfuerzos, responsabilidades que implican, los intereses o estímulos de otro tipo cuya satisfacción ellas facilitan, y las condiciones de vida y atención y afecto que reciben o sienten. Con relación a dicha disposición o interés en relación al trabajo encontrado en los niños entrevistados nos parece apropiado distinguir tres tipos básicos, que llamaremos de. “interés”, de “resignación”, y de “reactividad o resistencia”. Denominamos “interés” a que los niños encuentren atractivos o interés en ayudar con los trabajos o tareas que desarrollan, cualquiera sean los factores o el conjunto de factores que llevan a ello, sean vinculados con la tarea misma, o con otras satisfacciones a las que realizarlas o participar de ellas les da acceso. En las entrevistas ello se expresa en que los niños cuentan con facilidad, y en ocasiones con entusiasmo, los trabajos o tareas que hacen, o el interés que les despierta. Aunque queremos destacar, ello no obsta a que también puedan comentar que determinadas actividades o tareas les molesten, y que como suele ocurrir, también puedan expresar que los cansan los trabajos frente a los que tienen buena disposición o interés. En un par de los hogares de los niños incluidos, los padres o alguno de ellos son muy “duros” en sus exigencias a los niños. A continuación algunos comentarios de los niños que incluimos entre los que de algún modo expresan “interés”: “....cuando voy a trabajar con mi papá, debajo de la obra hay un kiosco y el dueño me regala golosinas ... me gusta trabajar porque cuando sea grande ya voy a saber trabajar”.... Ernesto, 10 años. “.....yo me dedico a trabajar, lo que más hago es trabajar, ayudo en casa a 23 mamá, cuido a mi hermanita, me gusta trabajar”. Omar de 9 años “....me gusta porque me voy con mi papá hasta el centro, tomamos el tren y paseo”... .Pero también cuenta que en su casa hace las compras aunque no le gusta hacerlas porque su mamá sino.... “agarra el cinto y entonces yo digo sí voy, sí voy.” .. Leandro, 10 años. 18 Hablamos de “resignación” cuando los niños se muestran receptivos y desarrollan los trabajos o tareas dados, pero denotando muy poco interés o entusiasmo respecto a cualquier aspecto de los mismos en las entrevistas, y de manera muy escueta pese a que se indague de diversos modos al respecto. Nos cuentan sobre sus trabajos con expresiones como éstas: “...atiendo el almacén de mi tía porque mi tía a la mañana no está, viene cuando yo me voy a la escuela, a la tarde lo atiende ella”. Viviana, 11 años. “...trabajo porque así me compro ropa y le compro ropa a mis hermanos y a mi mamá” Lorenzo, 13 años. “...barro toda la casa. Mi papá siempre me manda. Andá a barrer y voy. Barro toda la casa y hago las camas, son 3 camas las de mis hermanos”. Ignacio (9 años). Denominamos de “resistencia” o “reactivas” a las actitudes de los niños que se sienten y muestran expresamente molestos y resistentes a la realización de diversas tareas domésticas y de otro tipo. En algunos de estos casos se trataba de niños de edades muy tempranas y en situaciones en las que los niños se encuentran y/o se sienten no queridos, desconsiderados, o desatendidos. “...No me gusta hacer las cosas de la casa, el año que viene quiero que me anoten a la mañana en la escuela así no tengo que hacer nada” María 9 años. ... “No me gusta limpiar porque no me queda tiempo para jugar. Lo hago porque sí, porque la tengo que ayudar a mi prima. Mi mamá me pide que la ayude a mi prima, lavamos la ropa, limpiamos la casa, la cocina, el comedor todo. Yo me canso, me duelen las manos”. Susana, 8 años. La madre cuenta que a su hija “... le toca llenar las botellas para tener el agua fresquita, traemos el agua de los vecinos nos dan agua con una manguera. 18 En casos como el citado, en que se expresa algún interés en ayudar en algún trabajo a un familiar y “resignación” en relación a otras actividades, para este punto privilegiamos lo primero. 24 También ayuda a levantar la mesa. A ella no le gusta hacer las cosas, yo les junto las zapatillas y ellas las lava, pero muy raro, si no le digo no lo hace. A mi hija hacer las cosas de la casa no le gusta pero siempre tratamos de repartir el trabajo, mandala a estudiar y eso si lo hace”. 11. Actividades que afectan la salud, riesgosas o degradantes. El cansancio. Dolores. En los hogares pobres, los trabajos de los niños suelen potenciar la vulnerabilidad y los padecimientos que les imponen las condiciones en las que viven. Diversos trabajos que suelen realizar los niños los exponen a condiciones y tareas que pueden afectar su salud o colocarlos en situaciones de riesgo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la selección y recolección de residuos hurgando y manipulando basura, en el trabajo en la confección y el calzado cuando se desarrolla en ambientes pequeños y prácticamente sin ventilación, que expone a los niños al polvillo que se genera en la actividad y/o a gases de pegamentos y otros productos químicos, o en el trabajo a la intemperie, en todo tipo de condiciones climáticas, muchas veces en la calle o en otros ámbitos públicos. Hay ciertas tareas que también suelen dar lugar en diversos trabajos a que los niños se encuentren en condiciones directamente perjudiciales o de riesgo: es el caso de la manipulación de cargas pesadas para su edad y condiciones, el trabajo persistente cerca de fuentes de intenso calor, o el encendido y uso del fuego a edades muy tempranas.19 En otro orden, la carga intensa de trabajo, o por tiempos considerables, suele cansar mucho a los niños, lo que se proyecta sobre sus posibilidades y disponibilidad en el desarrollo de otras actividades. En las entrevistas con los niños y sus padres se comentaron diversas experiencias sobre accidentes u otros peligros experimentados por los niños en la realización de trabajos o tareas, y las actitudes o cuidados de los padres en relación con ellos. La presentación de algunos de esos comentarios ilustra acerca de algunos tipos de riesgos y de lo que hacen al respecto padres y niños. ... “Nosotros lo ayudamos a mi padrino, y nos lastimamos con los clavos cuando desarmamos los cajones. Si me lastimo yo me pongo un poquito de azúcar y para de salir sangre o me pongo papel higiénico, mi mamá me enseñó, así se me cura con el azúcar”... comenta Susana, de 8 años. 19 Los niños de ámbitos semi rurales o próximos a zonas rurales que trabajan en diversas actividades agrícolas, como les ocurre a los que viven directamente en las zonas rurales, suelen estar expuestos al contacto con agroquímicos muy tóxicos, y con cierta frecuencia trabajando directamente en su aplicación. 25 “...Mi papá me compró un guante chico para que cuando levante los baldes con material con la soga no me quemara la mano”..., comenta Ernesto, de 10 años. “...A él le gusta laburar con los zapatos. Con las máquinas no hay problema porque la única que usa es la que lustra, la que cose sólo la usa el zapatero porque es peligrosa y la vez pasada se enganchó un dedo” comenta el papá de Esteban, de 12 años. La madre de Ricardo, de 12 años, nos cuenta que ... “Yo no quiero Rubén salga a vender porque tuve una mala experiencia con uno de hijos más grandes, que estaba vendiendo y lo golpearon”.... Dice prefiere que lo haga una hermana de Ricardo de nueve años, pensando al tratarse de una nena y más chica no le pegarán. que mis que que Leandro, de 10 años acompaña a su papá, albañil, a trabajar a las obras, y le ayuda alcanzando baldes de material, llenándolos y vaciándolos, y alcanzando ladrillos a su papa. Al describir cómo le ayudaba, cuando su papá trabajó en la casa de enfrente a la suya, cuenta cómo le alcanzaba ladrillos en la carretilla desde su casa a la otra, cruzando la calle asfaltada por donde transitan autos y colectivos. Por otro lado comenta que se prepara solo el desayuno y merienda. Cuenta que enciende el fuego de la cocina con un encendedor y que muchas veces se quema la mano, porque tarda en encender y cuando logra hacerlo la llamarada es muy grande. Cocinar para las niñas y niños pequeños suele ser riesgoso. Suelen quemarse o cortarse con el cuchillo. “...A mí me gusta cocinar pero mi mamá tiene miedo que me queme, mi hermanita más chiquita ya se quemó por tocar...” nos dice Omar, de 9 años. “...Mi mamá ya me enseñó a usar el cuchillo para no cortarme”. El cansancio es con frecuencia lo que los niños perciben o al menos expresan con relación a la carga de trabajo. En muchas entrevistas es mencionado espontáneamente: ... “Me duele la espalda, entonces mi papá me dice que descanse un rato y luego siga” ... cuenta Joaquín de 8 años. Comenta que cuando sale a trabajar con su papa hace la mezcla, le alcanza los baldes y los ladrillos a su padre y eso le cansa. Joaquín también cuenta de su cansancio y dolor de 26 espalda cuando llega a su casa. Leandro, de 10 años acompaña a su papá, albañil, a trabajar a las obras. La maestra recuerda que lo notaba en una actitud de cansancio, y que Leandro siempre le decía que no podía caminar, que le dolían los pies, pero que era por jugar a la pelota. En todo caso, el juego puede contribuir a su cansancio, porque suele jugar con sus amigos en una canchita que hay en la esquina de su casa. Susana, tiene 8 años y realiza muy diversas tareas de la casa, entre ellas limpiar, lavar los platos y ordenar la mesa, lavar la ropa y cuidar hermanos. Tiene tres hermanos menores. ... “Mi mamá me pide que la ayude a mi prima, lavamos la ropa, limpiamos la casa, la cocina, el comedor todo. Yo me canso, me duelen las manos”.... Dice que se cansa cuando tiene que lavar, que sí le dice a la madre que se cansa “las manos”, entonces la madre le dice que le falta poco, pero que termine toda la ropa que sea de ella (de la nena) porque lo de ella se lo tiene que lavar. Como no tienen canilla allí, Susana lava en un tacho, y tiene que traer el agua de la canilla de atrás, para lo cual suelen ayudarla la prima o la mamá. El cuidado efectivo de los padres respecto de los riesgos a los que se exponen los niños en la realización de tareas dadas, de las condiciones mismas en las que las realizan, así como respecto al cansancio o agotamiento de los mismos, aparece bastante condicionado por el grado de control que ellos realmente tienen sobre las mismas, así como sobre la posibilidad de imaginar que otra cosa es posible, que está a su alcance. Depende de que esas condiciones de vida y de trabajo, en las que se encuentran, no estén naturalizadas, no se vivan o asuman con resignación. Depende de las condiciones y recursos que pueden movilizar o a los que pueden acceder, para evitar incorporar de un modo precoz a sus hijos o hijas al trabajo, o exponerlos en la realización de tareas, o en condiciones, riesgosas, peligrosas o que los cansen en demasía. 12. Trabajo y escuela La relación entre trabajo y escuela es una relación compleja. La mayor parte de los niños que trabaja concurre a la escuela. Sin embargo, mientras en el ámbito urbano un porcentaje considerable de los niños que trabaja no estudia –estimado en alrededor del 12 por ciento de los que trabajaban en 1997–, la proporción de los niños que a edades tempranas no trabajan y no estudian es poco significativa. Al mismo tiempo, los niños y niñas que trabajan registran sobreedad en la escuela en una proporción sensiblemente mayor (Cuadro 9). Información correspondiente a varios aglomerados urbanos para 1994 muestra una proporción aún más alta de niños que trabajaban y no 27 estudiaban o registraban sobreedad (Feldman, 1997, pág. 26-27). De cualquier modo, las tensiones entre el trabajo y la escuela, las dificultades y diferencias en los logros en la escuela entre quienes trabajan y quienes no lo hacen, suelen ser mayores de lo que estas cifras sugieren. Sucede que, en diversas jurisdicciones y especialmente en los primeros cursos, existe la orientación a no hacer repetir los años. En otras palabras: a que las dificultades en los avances en la escuela o en lograr una educación de calidad no se expresen plenamente como sobreedad. Cuadro 9 Trabajo y escuela. Condición de asistencia y sobreedad* escolar de niños de 10 a 14 años en el ámbito urbano**. Total del país, 1997. Valores indicativos En porcentajes del t otal de niños que desarrollan cada tipo de actividad Niños que trabajan Condición de asistencia y sobreedad (se incluye a los niños que trabajan y ayudan en la atención del hogar) Niños que en forma habitual ayudan en la atención del hogar*** Niños que no trabajan ni ayudan en la atención del hogar Total de niños Niños que asisten a la escuela y no registran sobreedad 72,5 76,4 84,2 81,7 Niños que asisten y registran sobreedad de un año 8,8 17,5 8,4 9,6 Niños que asisten y registran sobreedad de dos o más años. 6,1 7,4 5,3 5,1 12,5 6,1 2,0 3,6 0,1 0,0 0,1 0,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Niños que asistieron no asisten Niños que nunca asistieron Total de niños pero * Se considera sobreedad al tiempo que media entre el curso en el que tendría que estar el niño, según la pauta que surge de su ingreso a la escuela a la edad prevista y seguir sin tropiezos la secuencia de los cursos o años, y el año que está cursando. ** Cobertura nacional de localidades de 5000 o más habitantes . *** Se incluye a los niños que habitualmente ayudan en la atención del hogar y también habitualmente trabajan, ya que se incluyen en la columna de habitualmente trabajan. Fuente: elaboración propia sobre la base de información de la Primera Encuesta de Desarrollo Social, (EDS) SIEMPRO –Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales –, Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. 28 Nuestras indagaciones sobre uso del tiempo en tres escuelas y, en especial, las indagaciones en profundidad a un grupo de niños, sus padres y maestros, nos permitieron explorar y analizar diversas aspectos de las relaciones y tensiones entre el trabajo de los niños, o las muy considerables cargas y responsabilidades de atención del hogar, con la concurrencia a la escuela, y el desempeño y los logros en ella. Nos interesa comentar aquí algunos aspectos de esas relaciones y factores intervinientes. La asistencia a la escuela, y la llegada en buenas condiciones constituye un aspecto relevante y en tensión. Los trabajos, así como las necesidades de atención del hogar (especialmente cuidado y alimentación de hermanos u otros familiares), suelen estimular mucho el ausentismo de los niños. Cuando en el hogar la valoración del estudio es menos destacada, o cuando hay una menor dedicación o preocupación por la atención de los niños y niñas, la asistencia en particular, y el deterioro de los logros en la escuela en general, tienden a acentuarse. 20 Pero incluso en hogares donde hay una considerable valoración escolar y preocupación por la atención de los niños, cuando existen necesidades que empujan a los padres a encomendar a los niños la atención del hogar y en especial el cuidado de hermanos menores, la asistencia escolar tiende a resentirse mucho. Ello ocurre en particular cuando hay algún niño o familiar enfermo y en especial con alguna enfermedad crónica o que requiera la concurrencia recurrente a centros hospitalarios y ocasionales internaciones. Si los hogares de estos niños están en cuadras de tierra y a muchas cuadras del asfalto y de los medios de transporte, de acceso a teléfonos públicos, y alejados de los centros hospitalarios, todo ello se hace aún más complicado. En especial, con frecuencia ello da lugar a situaciones todavía más problemáticas cuando no hay o no se tiene acceso a jardines maternales, o servicios preescolares para los niños más chicos; ni hay, o no se puede acceder a servicios o instituciones que brinden un ámbito para tareas recreativas, para realizar las tareas escolares o que brinden apoyo escolar, o tareas artísticas, etcétera, en contraturno, a los niños ya escolarizados. Dos de los 21 niños indagados se encontraban en situaciones de éste tipo. Pero también encontramos otros dos niños, hermanos, con la necesidad relativamente frecuente de faltar, para cuidar hermanitos menores, cuando su madre, separada, tenía que salir. 20 La experiencia de Leandro, al que ya hicimos varias referencias, se inscribe en este tipo de situación y, al mismo tiempo, muestra como la escuela contribuyó a mejorar parcialmente la situación. Leandro, tiene 10 años ayuda a su papa albañil, y realiza algunas tareas de atención del hogar. Se prepara solo el desayuno y la merienda, y a veces va a la escuela solo porque sus hermanos se duermen. La maestra recuerda que lo notaba en una actitud de cansancio, y que Leandro siempre le decía que no podía caminar, que le dolían los pies, pero que era por jugar a la pelota. Por otra parte, la maestra cuenta que al principio Leandro faltaba mucho, que llamó a sus padres, y que aunque no vinieron ellos concurrió un hermano mayor, con quien conversó al respecto, y que desde entonces disminuyó su ausentismo. 29 Hay que tener presente, además, que en zonas donde la mayor parte, o prácticamente casi todas las calles son de tierra, como ocurre en la zona donde esta una de las escuelas estudiadas (la identificada como R2), en los días de lluvia, de por sí el ausentismo es altísimo, porque a los niños les muy difícil llegar, o mojan sus zapatillas y se quedan sin tener calzado en condiciones de utilizar. Ello ya disminuye los días de asistencia. En escuelas en condiciones como las indicadas, ese tipo de ausencias generalizadas suelen no dejarse registradas, por considerarse que se trata de razones de fuerza mayor. Ese tipo de tensiones o factores se expresan también en reiteradas llegadas considerablemente tarde. Un segundo factor de tensión tiene que ver con el cansancio de los niños que trabajan o que tienen fuertes responsabilidades familiares. Cansancio al tiempo de hacer las tareas y cansancio en la escuela. Como el tema del cansancio de los niños y niñas que trabajan se ha tratado antes en forma particularizada, alcanza con recordarlo aquí. Un tercer aspecto de tensión se da entre el tiempo de dedicación al trabajo y la dedicación a las tareas escolares. Respecto a algunas niñas entrevistadas ello aparece explícitamente en tensión. Baste recordar lo anteriormente comentado con relación a Susana, de 8 años, a propósito de la actitud de los niños en relación con el trabajo 21, o de María, de 9 años. Un cuarto aspecto está conectado con las dificultades de los padres para acompañar o seguir las tareas de los niños, en particular cuando tienen muy bajo nivel educativo. Algunos padres lo han comentado en las entrevistas. Pero también es destacable que dos madres habían completado sus estudios primarios ya mayores, una de ellas recientemente. Sin duda el clima educativo del hogar incide considerablemente.22 Pero también son procesos destacables los de los padres que hacen el esfuerzo de avanzar ellos con sus estudios de mayores, aunque el nivel de partida sea muy bajo y el que alcanzan limitado. Y, por otro lado, la experiencia de la escolaridad de los propios hijos y nietos, cuando los padres perciben los avances o logros, puede constituir un proceso de cambio en las propias actitudes y opiniones.23 En 21 “...A mi hija hacer las cosas de la casa no le gusta pero siempre tratamos de repartir el trabajo, mandarla a estudiar y eso si lo hace”.... comenta la mamá de Susana. 22 En el “Informe de situación social Nº 3, del SIEMPRO, “La situación de la infancia: Análisis de los últimos 10 años” se indica que “El nivel educativo de la madre es un factor que incide en buena medida en las probabilidades de éxito escolar de los hijos. Según la EDS, en 1997 el 67,7% de las mujeres con hijos menores de 14 años no tenía el secundario completo. Pero entre las más pobres (primer quintil de ingresos) este porcentaje subía al 86,4% mientras que entre las de mayores ingresos (quinto quintil) solo el 11,5 no había completado el nivel medio”. En dicho Informe se señala que el rezago escolar adquiere proporciones significativas, afectando al 21 por ciento de la población que asiste a la escuela primaria, pero que afecta en una proporción tres veces mayor a los niños de hogares pertenecientes al primer quintil de ingresos (más pobres), que a los del ultimo (más ricos). 30,5 % y 9,5 respectivamente. 23 La mamá de Emilia (13 años) expresa su cambio de opinión sobre el papel de la educación y en particular del jardín de infantes. Ella misma terminó la primaria cuando ya tenia hijos. “Ahora que tengo a mi nieto en el jardín veo lo que les hice perder a nuestros hijos”. 30 cualquier caso, el acompañamiento o el interés por los avances y logros de los hijos en la escuela, y en que hagan sus tareas para la escuela, tienen valor por sí, más allá de que los padres no entiendan o puedan ayudar a los hijos en sus dificultades con las tareas. Sin duda, los aspectos que hemos presentado se conectan y proyectan con otros también relevantes, según apreciamos en las entrevistas y en el análisis del interesante material que surgió de ellas. Un campo de cuestiones al que asignamos importancia es el referido a las relaciones, desafíos y retroalimentaciones que se establecen en diversos planos entre las proyecciones de los impactos negativos del trabajo de los niños sobre la escolaridad, con la dinámica de funcionamiento de la escuela, y con la dinámica del proceso formativo de los niños en ella. Para citar sólo algunos aspectos, de los más inmediatos y visibles: la considerablemente mayor concentración de niños que se encuentran en esta situación en determinadas escuelas y zonas, su especial concentración en turnos determinados, las problemáticas y situaciones a que da lugar el que un grupo de niños tenga edades superiores a las de la mayor parte de los niños del curso, en razón de que en esos niños los efectos antes referidos se resuelven y acumulan en forma de repitencia y o de discontinuidades en la escolarización, que en ocasiones se suman a ingresos más tardíos. Y, al mismo tiempo, en la incidencia de la forma en que la escuela opera en relación con esas situaciones y desafíos. Pero una consideración sistemática de estas cuestiones escapa a los limites de este trabajo. 13. Consideraciones finales La información para los últimos años del decenio de los noventa muestra que el trabajo infantil tiene todavía una considerable extensión en el ámbito urbano de la Argentina. En el segundo quinquenio de los años noventa se habría sostenido, y hay diversos indicios de que alcanzaría una presencia mayor que la calculada previamente. Interesa destacar que es en niños de edades más tempranas en donde se aprecia esa mayor presencia. También se aprecia que la difusión del trabajo de las niñas estaría más cercano al de los niños que el que se estimaba previamente, en particular en los hogares más pobres y en las edades más tempranas. La incorporación precoz de los niños y niñas a las actividades de atención del hogar alcanza una considerable difusión, en particular en niños de hogares pobres. Más específicamente, una proporción importante de los niños que trabajan a edades muy tempranas también realizan habitualmente tareas de atención del hogar. Esta última constatación es importante como indicio de las responsabilidades y cargas de tareas que se les asignan y tienen que asumir esos niños desde muy chiquitos, pero también abre el interrogante acerca del tipo de atención que podrían estar recibiendo de sus padres y de las implicancias de todo ello en los vínculos y roles familiares. En cualquier caso, cuando se consideran conjuntamente las actividades propiamente laborales y las actividades habituales de atención del hogar, se aprecia que su incidencia es mayor entre las niñas que entre los niños. 31 El estudio de un conjunto de algo más de mil niños, en tres escuelas estatales en el noroeste del Conurbano Bonaerense, mostró que las actividades de atención del hogar con cargas y responsabilidades bien considerables alcanza, entre los niños de ocho y nueve años, una difusión elevada en los hogares pobres, y muy elevada cuando se encuentran en situaciones acentuadas de vulnerabilidad. Alrededor de tres de cada cuatro niños de edades tempranas que son incorporados a la actividad económica en el ámbito urbano del país ayudan a sus padres u otros familiares en sus trabajos. Contemplando también las actividades de atención del hogar, cuando estas son especialmente considerables, los niños trabajan ayudando a sus padres y otros familiares en altísimas proporciones. Que los niños trabajen ayudando a sus padres o familiares no supone, sin embargo, que ello asegure que sean incorporados en tareas con intensidades, responsabilidades, y en condiciones y tipo de actividades compatibles o aceptables para su edad. Tampoco supone que ello asegure que no estén expuestos a riesgos y peligros, o que estén muy poco expuestos a ellos. Que se esté cuidando, o asegurando, que no afecte su escolaridad. El cuidado efectivo de los padres respecto de las condiciones mismas en las que los niños y niñas desarrollan sus trabajos y/o actividades de atención del hogar, así como respecto al cansancio o agotamiento de los mismos, o su incidencia sobre la escolaridad, aparece bastante condicionado por el grado de control que ellos realmente tienen sobre las actividades que ellos mismos se ven empujados a realizar, y sobre las condiciones en las que tienen que hacerlas o en las que viven, así como sobre la posibilidad de imaginar que otra cosa es posible, que estaría socialmente a su alcance. Depende de que esas condiciones de vida y de trabajo, en las que se encuentran, no estén naturalizadas, no se les impongan, vivan o asuman con resignación, como su único mundo posible. Depende de las condiciones y recursos que pueden movilizar o a los que pueden acceder, para evitar incorporar de un modo precoz a sus hijos o hijas al trabajo, o exponerlos en la realización de tareas, o en condiciones riesgosas, peligrosas, o que los cansen en demasía, o que afecten su escolaridad y logros en la escuela. Referencias bibliográficas ž Altimir, O. Y Beccaria, L. 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