LA TRANSICIÓN HACIA LA ENERGÍA VERDE: IMPULSOS Y RESISTENCIAS. Jorge Eduardo Navarrete En los últimos años han convivido, en los estudios globales de energía, cada vez más imbricados con los ambientales, dos visiones de la transición energética. La convencional encuentra su impulso central en la modernización de los procesos productivos, incluyendo los del propio sector energético, y considera las consecuencias ambientales de esa modernización como una de sus restricciones. La otra visión halla ese incentivo básico en el imperativo de detener el deterioro ambiental, en especial el calentamiento global, y considera como restricciones a los costos, de operación e inversión, y las insuficiencias tecnológicas. La transición hacia la energía verde encuentra también impulsos y resistencias económicos, sociales y políticos. Convivencia de dos visiones de la transición energética No es todavía universal la aceptación de la segunda de estas visiones de la transición energética. Aun en trabajos muy recientes, las cuestiones ambientales siguen viéndose como una restricción o un obstáculo. Tal es el caso del estudio Resource Revolution: Meeting the world’s energy, materials, food and water needs, publicado en noviembre de 2011 por McKinsey. 1 Este estudio examina tres dimensiones básicas de la “revolución de los recursos”: nivel y volatilidad de los precios, rápido crecimiento de la demanda y creciente interconexión de los mercados. Examina también dos restricciones: los factores ambientales y la amplia proporción de la población mundial que no tiene cubiertas sus necesidades básicas de energía, agua y alimentos. NOTA: El autor, economista y diplomático mexicano, es coordinador del programa Prospectiva global: Estudio de futuros” en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM. 1 Richard Dobbs et al, Resorce Revolution: Meeting the world’s energy, materials, food and water needs, McKinsey Global Institute and McKinsey Sustainability & Resource Productivity Practice, November 2011. 1 Sobre estos supuestos se presentan dos escenarios para atender las rápidamente crecientes demandas de recursos, entre ellas la de energía, en el horizonte de 2030. Un escenario de expansión de suministros, en el cual las nuevas demandas se satisfacen sobre todo mediante mayor producción, es decir, a través del aumento de la oferta. En el escenario alternativo, son los avances de la productividad los que satisfacen en parte las nuevas demandas, con menor presión sobre las reservas de recursos, en especial los no renovables. Estos avances permitirían, por ejemplo, dar cuenta de algo más de la quinta parte del crecimiento de la demanda de energía esperado para 2030. Las mejoras en la productividad demandan ingentes volúmenes de inversión y sobre todo nuevas actitudes sociales y políticas frente a los cambios culturales e institucionales. Al estudiar los derroteros para la transición en éste y el sigiuiente decenios y los obstáculos que enfrentara, el estudio subraya: La demanda total de energía primaria en 2030 excederá en 33% a la correspondiente a 2010. Sólo la quinta parte (22%) de ese aumento podrá ser satisfecho por avances en la productividad, en tanto que el 78% restante deberá ser cubierto por incrementos de la oferta. Los proyectos petroleros factibles hasta 2030 son, en su mayoría, más pequeños de lo que fueron en el pasado y más costosos. “El costo real promedio por pozo se ha duplicado en el último decenio.” 2 Gran parte del crecimiento provendrá, entonces, del rápido desarrollo de abastos nuevos o no convencionales, impulsados sobre todo por la innovación orientada a descubrir o generar nuevas fuentes de suministro. El gas de esquistos (shale gas) es un ejemplo. En cuanto a las energías renovables, el avance tecnológico de la eólica, la solar y la geotérmica darán lugar a reducciones significativas en los costos medios de generación. En suma, el estudio de McKinsey considera que los factores determinantes de la revolución de los recursos, incluyendo la transición energética, se relacionan, de manera sustantiva, con la búsqueda de la eficiencia económica y la rentabilidad de las operaciones productivas y sólo de manera adjetiva con las preocupaciones ambientales o de equidad 2 Dobbs et al, op cit, p 6. 2 distributiva. El estudio no desarrolla la cuestión de las restricciones socio-políticas a la revolución de los recursos. Es muy diferente la visión de la transición energética que ofrecen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y su filial, la Agencia Internacional de Energía. En un documento reciente discuten diversas alternativas para la transición energética en la primera mitad del siglo, con énfasis en los próximos 25 años, hasta 2035.3 De entrada, la transición se conceptualiza como “transición hacia un sector energético bajo en carbono” (p 5) y, por tanto, no se considera viable la transición convencional a la luz de las consecuencias a que daría lugar. La transición hacia la energía verde no sólo se orienta a poner coto al calentamiento global, sino también a enfrentar otros impactos sobre el medio de los actuales patrones energéticos: pérdida de biodiversidad, consumo excesivo de agua y otros deterioros del habitat. La transición convencional se ilustra en el primero de tres escenarios, denominado “Continuidad de políticas”, cuyas tendencias principales se resumen como sigue: el crecimiento de la demanda total de energía primaria se mantendría hasta 2035 en una tasa (1.46%pa) inferior a la observada en el primer decenio del siglo (2.03%); la participación de los combustibles fósiles en la mezcla de energéticos primarios prácticamente no se alteraría (80% en 2035 frente a 81% en 2009); la intensidad energética se abatiría a un ritmo medio anual de 1.4%, y las emisiones de CO2 derivadas de la quema de combustibles se incrementarían a un ritmo tal (1.6%pa) que darían lugar a una elevación de la temperatura global promedio (6ºC) tres veces superior al objetivo de no más de 2ºC respecto de los niveles preindustriales. El segundo de los escenarios, “Nuevas políticas”, asume la puesta en práctica de las medidas de política –energéticas y ambientales–anunciadas hasta 2009. Respecto del primero, se moderaría muy ligeramente el crecimiento medio de la demanda de energía, al tiempo que se produciría una reducción apreciable en el peso de los combustibles fósiles en la mezcla energética. Se daría un avance importante –de 7% en 2009 a 14% en 2035– en la participación en la demanda de energía primaria de las energías renovables avanzadas [hidro, eólica, solar, geotérmica, biomasa y marina]. La proporción de la nucleoelectícidad 3 OECD / IEA, OECD Green Growth Studies: Energy, Preliminary version, November 2011 (portal de internet de la AIE: www.iea.org) 3 se elevaría en un punto, de 6 a 7 por ciento, entre los mismos años. La intensidad energética disminuiría más rapidamente que en el primer escenario, lo que abatiría en 0.7 puntos porcentuales el incremento medio anual de las emisiones y limitaría a 3.5ºC el aumento medio de la temperatura global. Finalmente, el escenario virtuoso, llamado “450ppm”, apunta a una probabilidad de 50% de alcanzar el objetivo de limitar a 2ºC el aumento medio de la temperatura global respecto de los niveles preindustriales. Lo anterior supondría mantener limitada a alrededor de 450pm de CO2 equivalente la concentración a largo plazo de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Supondría una reducción muy apreciable de la demanda de energía primaria; un drástico abatimiento de la participación de los combustibles fósiles en la mezcla de energía; una caída acelerada y sostenida de la intensidad energética, del orden de más del 2%pa; un decrecimiento también sostenido de las emisiones de CO 2, y, por tanto, una elevación media de la temperatura global de no más de 2ºC para 2030. Exigiría que, a partir de 2020, los países de la OECD y otras grandes economías aceptaran compromisos amplios de reducción de emisiones, suficientes para mantener acotada dentro del límite establecido la concentración de GEI en la atmósfera. Las acciones adicionales de política energética y ambiental exigidas para alcanzar los objetivos del escenario virtuoso, así como las demandas de inversión asociadas a esas acciones, plantean desafíos y alcanzan magnitudes sin precedente. Las transformaciones de política más importantes se presentan en el estudio en función de su contribución a la reducción de las emisiones totales de GEI. Se trata de las siguientes: Mejoramiento sostenido de la eficiencia energética – contribuiría con casi dos quintos (38%) de la reducción total de emisiones. Introducción generalizada de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono – contribuiría con otra quinta parte (19%) de esa reducción. Recurso creciente y acelerado a las energías renovables – contribuiría también a otra quinta parte de la reducción global de emisiones. Cambio acelerado de la mezcla de combustibles - Buena parte de la reducción de emisiones se originará en un incremento en la participación de la energía nuclear. “Se requeriría construir, cada año entre 2010 y 2050, alrededor de 30 plantas nucleares de 4 1,000MW. En la actualidad, se construyen 65 reactores que añadirán 60GW hacia 2015. El daño causado recientemente por el terromoto y el tsunami a instalaciones nucleares en Japón probablemente frenará los planes de expansión, al menos en el corto plazo.” 4 Estímulo suficiente a la innovación científica y tecnológica – establecer vinculaciones robustas entre la investigación en ciencias básicas y energía aplicada para maximizar los resultados. Incentivos y restricciones para la transición a la energía verde Los dos estudios en que se basa la primera parte de este texto, aunque exponen visiones diversas de la transición energética, coinciden en que demorarla implicaría costos adicionales formidables y tornaría mucho más difícil la consecución de sus objetivos. “El mensaje es claro. Un enfoque de continuidad de la política energética colocará en riesgo el crecimiento económico, la seguridad y el bienestar de los habitantes del planeta. Es preciso transformar a fondo la manera en que se produce, distribuye y consume la energía.”5 Impacto de la Gran Recesión y sus secuelas. La Gran Recesión, es decir, la serie de descalabros que afectan a la economía y las finanzas globales desde 2008, no frenó el ascenso sostenido de demanda de energía. En 2010, el año de la recuperación débil y el alto desempleo, la demanda mundial de energía primaria repuntó en 5%. Sin embargo –indica la AIE– “las preocupaciones sobre la crisis económica y financiera internacional desviaron la atención de los gobiernos de la política energética y limitaron su capacidad de intervención, lo que es un mal augurio para los objetivos acordados en materia de cambio climático.” 6 En petróleo y gas, las reducciones en el gasto de inversión y la cancelación o diferición de proyectos dieron lugar a una caída de 21% en 2009 en las inversiones totales, sobre todo en los países no-OPEP. En el subsector eléctrico, también en 2009, junto con la primera reducción del consumo global desde la II Guerra Mundial (-3.5%), se resintieron serias 4 OECD/IEA, op cit, pp 29-30. 5 OECD/IEA, op cit, p 20. 6 AIE, Perspectivas de la energía en el mundo: 2011, Resumen ejecutivo, p.3 (www.worldenergyoutlook.org/docs/weo2011/es_spanish.pdf). 5 dificultades financieras, sobre todo en las opciones de generación más intensivas de capital. En energías renovables, la caída en la inversión se cifró en 38% en ese año. La crisis afectó las inversiones en investigación, desarrollo y comercialización de equipos ante la incertidumbre respecto del apoyo financiero oficial a las mismas. Un factor limitado de compensación se derivó de que algunos de los programas de gasto anticíclico incluyeron el financiamiento de proyectos de eficiencia energética y energías limpias. 7 La AIE espera que las dificultades del sector global de la energía asociadas a la crisis constituyan una desviación temporal que no afectará las tendencias de largo plazo de sus diversos escenarios. Esta visión, expresada tanto en 2009 como en 2010, parece un tanto complaciente, a la luz de la recaída de 2011 y de la poco promisoria perspectiva del año que se inicia y del resto del decenio. Sobre todo si se miden en términos del tiempo disponible para poner coto al calentamiento global, las oportunidades de inversión en energías limpias sacrificadas por la crisis quizá no podrán ser plenamente recuperadas. Concentración de la demanda adicional de energía. Se coincide en esperar una marcada concentración de la demanda adicional de energía: dos naciones, China e India, absorberán casi la mitad (30 y 16 por ciento) de esa demanda entre 2009 y 2035, de acuerdo con el segundo de los escenarios de la AIE. El crecimiento esperado de sus importaciones de crudo, en especial el de China, es también muy impresionante: las importaciones netas de petróleo de China rebasarán a las de Estados Unidos alrededor de 2020 y en 2035 se acercarán a los 13 mbd; las de India, que en 2035 serán de casi 7 mbd, también superarán en ese año a las de EUA, proyectadas ligeramente por encima de los 6 mbd. Es difícil suponer que un traslado tan drástico del uso de los recursos mundiales de hidrocarburos pueda producirse sin severas tensiones políticas internacionales. Lo que podría evitarlas –una gran expansión de la oferta que acomode las demandas adicionales– no parece factible. 7 Véase IEA, Launching an energy revolution in a time of economic crisis (www.iea.org /G8/docs/Energy_Revolution_g8july09.pdf), pp 6-7. 6 Hay también insuficiencias institucionales para manejar a los actores que están ganando peso muy rápidamente. China e India, del lado de los importadores, y Rusia, entre los exportadores, no forman parte de la OPEP o de la AIE. Están fuera del diálogo internacional. Impulsados por la crisis, más prolongada y severa de lo convencionalmente supuesto, pueden surgir nuevos arreglos institucionales en el sector de la energía, que atiendan también a las consecuencias ambientales de los nuevos patrones de distribución geopolítica de la producción, comercio y consumo de hidrocarburos y otras formas de energía primaria. Resistencias al desarrollo de nuevas energías. A pesar de que el aumento de su participación en el balance global de energía será muy moderado, se manifiestan muy diversas resistencias al desarrollo de las nuevas energías. Es común, por ejemplo, que se acuda a los argumentos de mercado para señalar que el impulso a energías no convencionales y, por lo general, menos emisoras de carbono y otros contaminantes, representa un uso subóptimo de recursos financieros escasos. Suele señalarse que es muy difícil y, en todo caso, tomará mucho tiempo y recursos para que esas energías resulten comercialmente competitivas. Es un tipo de argumentación circular: las energías renovables no son competitivas por insuficiencias tecnológicas cuya superación reclama recursos que los inversionistas privados no están dispuestos a aportar, al tiempo que se considera subóptima la inversión de fondos públicos en el desarrollo de las tecnologías que las tornarían competitivas. Como muestra el caso de Solyndra, ampliamente comentado a lo largo del año, a menudo se echa mano de una experiencia negativa aislada para censurar el conjunto de una política de fomento de la innovación en busca de la competitividad en el mercado. Con mucha frecuencia se encuentran nuevos ejemplos de las presiones ejercidas por los grupos de interés asociados a las energías convencionales, que han hecho del cabildeo (lobby) uno de sus instrumentos más socorridos y efectivos. El correspondiente a la última semana de diciembre lo encontré el día ultimo del año en la edición electrónica del FT. Alude a “la decisión de una corte de apelaciones estadounidense que ordena a la Agencia de Protección Ambiental diferir la implementación de nuevas regulaciones destinadas a limitar la contaminación atmosférica interestatal 7 [mediante emisiones de bióxido de azufre y óxido de nitrógeno], que debían entrar en vigor el 1 de enero, en respaldo de la posición de las empresas eléctricas opuestas a las regulaciones”.8 Las empresas prefieren por lo general moverse en un escenario de “business as usual” aunque muchas de ellas dediquen importantes recursos a investigar, construir y divulgar escenarios alternativos y tengan al verde como color favorito de su publicidad. Resistencias a la generación nucleoeléctrica. La AIE, como antes se señaló, considera que la nucleoelectricidad deberá jugar un papel importante en la transición energética y que el efecto del accidente de Fukushima simplemente frenará los planes de expansión anunciados con anterioridad. Parece que es una seria subestimación de las resistencias al empleo de la energía nuclear que ahora se manifiestan. Más allá de las decisiones de Alemania (que adelantó de 2034 a 2020 la fecha de abandono de esta fuente de energía) y Suiza (que instauró una moratoria a la construcción de nuevas plantas), se gesta un movimiento político y de opinión pública de gran amplitud contrario a la expansión e incluso al funcionamiento de la capacidad instalada. En su reunión de 2011, la Internacional Socialista adoptó una resolución que sostiene que “la energía nuclear no representa una solución de mediano y largo plazo, por cuanto tiene los problemas de los residuos, la seguridad para la vida humana y los riesgos ambientales”.9 No puede descartarse que otros movimientos políticos, atentos a los giros de la opinión pública, adopten actitudes similares, como las bien conocidas de las mayores ONG ambientalistas de alcance global. Por otro lado, algunos países han anunciado que llevarán adelante sus programas nucleares tal y como están diseñados, como declaró el Reino Unido, o tras un proceso de revisión de seguridad, como China, que tiene el más ambicioso (27 plantas en construcción y 51 más planeadas). Además, se ha iniciado en Finlandia y Francia la 8 Jeremy Lerner, “US court blocks new emissions rules”, Financial Times, edición electrónica, 31Dic11. Internacional Socialista, “Resolución sobre las lecciones de Fukushima y el provenir de la energía nuclear”, Consejo de Atenas, 1-2 de julio de 2011 (www.internacional socialista.org/viewArticle,cfmArticlePageID=1603&LanguageID=3). 9 8 construcción de reactores de tercera generación, como los fabricados por Areva, con nuevas características de seguridad. Un posible balance de estas fuerzas contrapuestas se encuentra en una nota reciente del Financial Times: “El impulso de las fuentes de energía limplia no-nuclear continurá manifestándose, pero probablemente se requieran nuevos grandes avances tecnológicos antes de que la energía nuclear quede relegada a los libros de historia.” 10 Ciudad Universitaria, 3 de enero de 2012 10 “Lex column: Nuclear energy”, Financial Times, edición electrónica, 29Dic11. 9