Artículo publicado en El Periódico de Cataluña el día 31 de mayo de 2011 LA TV DEL FUTURO Y LOS DERECHOS DE LOS USUARIOS En los últimos años, hemos asistido a un proceso en el que las telecomunicaciones, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el audiovisual han vivido un proceso de convergencia y concentración como consecuencia de la digitalización. Los cambios tecnológicos han afectado directamente a la elaboración y la distribución de contenidos audiovisuales. En este sentido, la cadena de valor tradicional, formada por los productores de contenidos y los difusores, se ha visto ampliada y alterada. En un futuro muy cercano, por ejemplo, gracias a la ampliación del ancho de banda, así como a la mejora de las capacidades tecnológicas de los receptores, será habitual acceder cómodamente, a través de nuestro aparato de TV, no solo a canales de televisión tradicionales o a servicios a la carta, sino a cualquier contenido audiovisual accesible a través de internet. Y más si tenemos en cuenta que, según los fabricantes, la mitad de los aparatos de televisión estarán conectados a la red en los próximos dos años. La televisión será un aparato híbrido y esto cambiará necesariamente las pautas de consumo televisivo tal como las conocemos hoy. Este panorama plantea, como es lógico, muchos interrogantes. Como comprenderán, como miembro de un organismo regulador, la cuestión principal es cómo garantizamos los derechos de las personas usuarias en este nuevo contexto. Con este mismo objetivo, durante los años 90 se generalizó en toda Europa la creación de organismos independientes de regulación. El Consell de l'Audiovisual de Catalunya (CAC), con más de 11 años de trayectoria, fue pionero en el Estado español, donde todavía hoy se espera que se cree una autoridad de regulación. La función de estos organismos es garantizar el cumplimiento de la legislación aplicable a los prestadores de servicios de comunicación, tanto públicos como privados, y velar por los derechos de los usuarios. Al cabo de unos años, y ante este nuevo panorama, ¿tiene sentido seguir apostando por la regulación cuando se puede acceder a contenidos audiovisuales fuera de la TV convencional? Rotundamente, sí. Pero adaptándola al nuevo escenario, apostando por nuevos procedimientos de actuación concertada y flexible entre el sector, la ciudadanía y la autoridad independiente. Me refiero a promover también la autorregulación y la corregulación. 1 Internet es, y será, un espacio de libertad y de democratización, pero tenemos el deber de garantizar en el futuro aquellos derechos conseguidos hasta ahora. El objetivo hoy sigue siendo el mismo: garantizar los derechos de los usuarios en el nuevo entorno multiplataforma. Los nuevos servicios audiovisuales, por ejemplo, ponen en crisis la regulación horaria de protección a la infancia. No a corto plazo, puesto que la TV convencional todavía es la gran protagonista en los hogares, pero sí muy pronto. Las nuevas generaciones de jóvenes están adquiriendo nuevos hábitos de consumo televisivo, mucho más individualizados y menos dependientes de programaciones rígidas y sujetas a un horario determinado. La evolución tecnológica resuelve en parte este problema en la medida en que las plataformas de vídeo bajo demanda hacen posible el acceso condicionado a través de las guías electrónicas de programación (EPG) o la codificación de los contenidos, entre otros. En este sentido, la expansión de los nuevos servicios otorga todavía más valor a la señalización que efectúa el organismo regulador. Pero también habrá que impulsar políticas complementarias, como la educación en comunicación. Por otro lado, las innovaciones tecnológicas implicarán una práctica liberalización de nuevos prestadores de servicios audiovisuales. Este hecho, que puede representar una apertura democratizadora para sectores de la sociedad que hasta ahora no disponían de canales de difusión, ¿no puede poner en cuestión el pluralismo? ¿Cuál tendrá que ser el alcance de las normas de defensa de la competencia y los límites a la propiedad de medios? ¿La existencia de una amplia oferta será garantía del cumplimiento de los objetivos de servicio público? Los cambios tecnológicos no modifican la necesidad de garantizar una esfera pública y democrática. Valores y principios como por ejemplo la dignidad de la persona, la honestidad informativa, la defensa del pluralismo y la protección de los más necesitados no son analógicos ni digitales. Son pilares fundamentales de nuestros sistemas políticos y tienen que ser preservados sea cuál sea el grado de desarrollo tecnológico. Por este motivo, habrá que llevar a cabo una actuación transnacional de entidades reguladoras y de proveedores de los servicios. Desde el CAC somos conscientes de este reto y asumimos esta responsabilidad, que, a la vez, es compartida. Porque juntos tendremos que encontrar los mecanismos más idóneos en cada momento para garantizar una intervención mínima y proporcional en una de las modalidades más preciadas de la libertad: la libertad de expresión. Josep Pont Vicepresident del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) 2