///ta Fe, 29 de marzo de 2010. VISTOS: Estos caratulados “A., J. M.

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///ta Fe, 29 de marzo de 2010.
VISTOS: Estos caratulados “A., J. M. -amenazas calificadas- S/
RECURSO APELACIÓN PROCESAMIENTO” (Expte. Nº 41 - Año 2010); de
los que,
RESULTA: Contra el procesamiento dictado por el doctor Orlado
Pascua, a cargo del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Penal
Correccional de la Primera Nominación de esta ciudad, en feria, el 12 de enero de
2010, a J.M.A por el delito de Amenazas Calificadas (art. 149 bis del Código
Penal); interpone revocatoria y apelación el doctor Pedro Norberto Guevara,
defensor particular del imputado.
Rechazada la primera y concedido el recurso, a fojas 24 expresa
agravios el recurrente y plantea la falta de prueba que acredite suficientemente la
autoría de su defendido en cuanto a las amenazas que le propinara a la denunciante.
Afirma que el único elemento de prueba del que se valió el “a quo” fue la
declaración brindada por el menor. Por tanto, solicita la revocación del
procesamiento.
A fojas 27 contesta el señor Fiscal de Cámaras, propiciando el rechazo
de los agravios de la defensa. Sostiene que el procesamiento ha sido dictado de
conformidad a lo normado por el artículo 498 del Código Procesal Penal y que la
vía recursiva se agotó con la reposición interpuesta, resultando, afirma,
erróneamente concedida la apelación, lo que solicita así se declare. Y,
CONSIDERANDO: En primer lugar, respecto al planteo del señor
Fiscal de Cámaras, acerca de la viabilidad de la apelación deducida ante esta
Alzada, debe recordarse que la ley 8774 modificatoria del Código Procesal Penal,
eliminó del texto del artículo 498, como requisito para la procedencia de la
apelación que conjuntamente con el procesamiento correccional se decretara la
prisión preventiva del imputado.
El sentido de la modificación mencionada permite considerar apelable
sin restricciones el auto de procesamiento dictado en sede correccional, en tanto el
supuesto del artículo 498 del Código Procesal Penal puede ser estimado un “caso
especial” a los que alude la primera parte del artículo 420 del cuerpo legal citado.Por otra parte, el obstáculo que podría resultar de un estricto ajuste
literal a los términos de la última parte del artículo 419, bien se supera mediante
una interpretación sistemática que permite evitar la desigualdad en que el sistema
colocaría a las partes, dado que la restricción operaría sólo contra el imputado (art.
498, último párrafo) y no contra el Ministerio Público Fiscal (art. 405 del mismo
código).Asimismo, debe advertirse que la impugnabilidad del auto de
procesamiento dispuesto en competencia material de instrucción no impone a las
partes la exigencia del artículo 420, inciso 2 -en relación al gravamen irreparable(art. 328), de donde emerge otro factor de desigualdad.También la irreparabilidad del agravio que puede sufrir el imputado no
es fácil de mensurar cuando su situación jurídica se encuentra en un contexto
donde, aunque no se haya decretado conjuntamente la prisión preventiva, la libertad
mantiene ciertas limitaciones (arts. 341 y 347 del Código Procesal Penal), entre
otros bienes afectables.
En realidad, en una organización racional del sistema recursivo, tiene
razón Binder cuando concluye que la sola posibilidad de que exista agravio es
suficiente para plantear un recurso por el imputado en el marco del Pacto de San
José de Costa Rica (BINDER, Alberto M.; “Introducción al Derecho Procesal
Penal”, 2da. edición actualizada y ampliada, 2da. reimpresión, Ad Hoc, Bs.As.,
2002, pág. 287/288).-
Además, un punto de vista que amplíe el poder de impugnar del
imputado tendría mayor coherencia con el principio del artículo 406 del Código
Procesal Penal, que consagra tal derecho contra cualquier resolución contraria a su
interés.En consecuencia, el recurso ha sido bien concedido, por lo que
corresponde ingresar a la consideración de los agravios vertidos por la defensa.
En esa inteligencia, se observa que la conducta desplegada por J.M.A
habría consistido en haberle dicho a su hijo menor de edad, portando un arma en su
mano, que cuando la viera a su madre la iba a matar. El convencimiento de que ese
hecho existió surge de la denuncia de fojas 1, donde también consta que el sobrino
de A. y su madre amenazaban a la denunciante. Asimismo, en su declaración,
Natalia Galanti expresa que A. le dijo a su hijo menor que cuando la viera la
mataría (fs. 2). Agrega que antes no dijo nada respecto del arma porque sabía que
cuando llegara la policía A. la haría desaparecer (fs. 8). En el mismo sentido, de la
declaración informativa del menor Marcos Andrés A., de fojas 10, surge la
descripción del arma que el imputado portaba cuando le dijo que mataría a su
madre. El niño la describe como “una pistola negra”, indicación suficiente
considerando su edad, sindicando a quien fuera el protagonista de la amenaza y,
fundamentalmente, la destinataria de la misma. Finalmente, el imputado J.M.A (fs.
6) se limita a negar el hecho que se le atribuye, pero reconoce la existencia de una
mala relación con su ex mujer.
Las circunstancias apuntadas no permiten a esta altura de la
investigación desechar la existencia del hecho con las características apuntadas, así
como la probable responsabilidad del imputado en el mismo, lo que aconseja el
mantenimiento del pronunciamiento resistido.
Por otra parte, en principio y con la provisoriedad ínsita en este tipo de
pronunciamiento, la conducta endilgada sería configurativa del delito de Amenazas
calificadas por el uso de armas (art. 149 bis, 1er. párrafo, 2da. parte, del Código
Penal), por lo que la resolución es justa y merece respaldo.Por todo lo expuesto, la Sala Tercera de la Cámara de
“A., Juan Marcos
-amenazas calificadasS/ REC. APEL. PROCESAMIENTO”
(Expte. Nº 41 - Año 2010)
Apelación en lo Penal,
RESUELVE: Confirmar el procesamiento recurrido.Insértese el original, agréguese el duplicado, hágase saber y
oportunamente, bajen.
SUÁREZ
RONDINA
GEMIGNANI
Fuentes
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