CONTEXTO HISTÓRICO FILOSÓFICO

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CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
René Descartes (1596-1650) es considerado en primer gran filósofo de una nueva
etapa de la Historia de la Filosofía: la Filosofía Moderna.
Se suele situar la Edad Moderna entre los años 1453 y 1789, es decir, entre la caída
de Constantinopla y la Revolución francesa. Durante este período la Europa cristiana y
medieval se fragmenta en diversos Estados nacionales, imponiéndose en ellos como
sistema de gobierno la monarquía absoluta que ejerce un férreo poder centralizado.
Durante los siglos XV, XVI y XVII se producen profundas transformaciones sociales
y económicas. El desarrollo de las ciudades, del comercio (con la apertura de nuevas
rutas) y de la artesanía, dieron lugar a un nuevo sistema económico: el capitalismo y a
un nuevo tipo de sociedad en la que la fuente de riqueza ya no va a ser exclusivamente
la posesión de tierras: la agricultura y la ganadería sino que a partir de ahora esa nobleza
terrateniente será paulatinamente sustituida por una burguesía comercial y artesana. El
descubrimiento de América supondrá, en este sentido la llegada a Europa de enormes
cantidades de oro y plata que también van a favorecer el comercio y la acumulación de
capital. La teoría económica preponderante durante el siglo XVII es el mercantilismo.
Dicha teoría sostiene que la riqueza de las naciones viene dada por la cantidad de oro y
plata que posea el estado con lo que se fomenta las exportaciones. La forma política
característica del siglo XVII será el absolutismo monárquico.
Se mejoraron las técnicas de producción agraria y se generalizó el uso del dinero.
Entre los avances técnicos podemos destacar la canalización de las aguas en las
ciudades, las grandes obras civiles: diques, puertos, puentes, etc. En el campo militar el
uso de la pólvora transformó los sistemas de defensa y de ataque. Las nuevas rutas
marítimas (América y la India) son posibles gracias a la invención de la brújula, el
catalejo y el astrolabio, así como a la mejora de las cartas marinas. Se crean los
primeros relojes mecánicos y los autómatas. Pero sin duda alguna el avance técnico que
más contribuyó a la expansión del saber y, por ende, al desarrollo científico fue sin
lugar a dudas la invención de la imprenta.
La crisis religiosa que venía gestándose desde el siglo XIV desembocó en la reforma
protestante. Europa queda definitivamente dividida en diversas Iglesias: anglicana,
luterana y calvinista, es la Europa protestante. Frente a ella el Concilio de Trento y la
Europa católica. Las guerras de religión entre católicos y protestantes marcarán gran
parte del período y en ellas participó Descartes. Poco antes del nacimiento de nuestro
autor Francia ha vivido terribles momentos: la noche de San Bartolomé (1572), una
guerra civil; en 1610 el rey es asesinado y la regencia que dará paso al reinado de Luis
XIII (1614) y su compromiso con la Contrarreforma hacen de Francia un país peligroso
para la política y para las nuevas ideas en general. Recuérdese la constante cautela que
podemos apreciar en el Discurso del método. Descartes insiste una y otra vez en que él
es no es un reformador ni político, ni religioso. Lo único que pretende reformar son sus
propios pensamientos. La guerra en la que participa Descartes y a la que hace referencia
en el Discurso es la Guerra de los Treinta años, que empezó con un marcado carácter
religioso y se convirtió en un enfrentamiento entre los Austrias y la monarquía francesa
por la hegemonía en Europa. Esta guerra sumió a Europa en una profunda crisis
económica y demográfica.
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Durante estos siglos se producen importantes avances científicos, la llamada
«revolución científica» de la que Descartes es parte importante. Dicha revolución
supone una nueva concepción del saber, del universo y de los métodos e instrumentos
empleados en la ciencia. Algunas de los descubrimientos más importantes son: la teoría
heliocéntrica de Copérnico (1473-1543), las leyes sobre el movimiento de los planetas
de Kepler (1571-1630) y el gran Galileo Galilei (1564-1642) que criticó la concepción
aristotélica del movimiento, la división del universo en dos mundos (sublunar y
supralunar) y defendió el sistema heliocéntrico propuesto por Copérnico.
La Iglesia se enfrentó a esta nueva ciencia y a esta nueva concepción del universo y
dado que tenía un gran control sobre las universidades este nuevo saber se desarrolló en
las sociedades científicas y en las Academias que empezaron a surgir en Europa, como
la Royal Society y la Academia de París. En 1542 el Papa Paulo III creó la «Sagrada,
Romana y Universal Inquisición», más conocida por el «Santo Oficio», con el fin de
combatir a luteranos y calvinistas. Esta institución ejercerá un efecto nefasto sobre el
pensamiento, condenando a Galileo y la nueva astronomía, mandando a la hoguera a
Giordano Bruno y atemorizando a todos los pensadores de la época, incluido el mismo
Descartes, cuyas obras, ya muerto, fueron incluidas en el «Índice de libros prohibidos».
En este ambiente intelectual el pensamiento de Descartes, muy crítico con la filosofía
escolástica fue mal recibido. También fue una de las razones por las que trasladó su
residencia a Holanda, el país de mayor libertad intelectual de la época.
Desde el punto de vista cultural la época de Descartes es el Barroco. En general en el
periodo vamos a encontrar un aumento del interés por el aquí y ahora más que por el
más allá, más por este mundo, la naturaleza y las leyes que lo determinan que por el
otro. Este período supone la búsqueda de una nueva sensibilidad artística. Dicha
sensibilidad intenta expresar la fugacidad, el desorden, el desengaño, el sufrimiento, el
pesimismo. Todo es apariencia, la esencia queda oculta, todo es vacuidad y cambio
Podemos destacar autores como Moliere, Calderón del la Barca, Quevedo, Rembrandt,
Velázquez, Caravaggio, Bernini, Borromini, Vivaldi, Bach, etc.
CONTEXTO FILOSÓFICO
Los nuevos descubrimientos técnicos y científicos y la crisis del sistema escolástico
platean la necesidad de la búsqueda de nuevos fundamentos para el saber. En este
contexto se inscribe la obra que aquí analizamos, el Discurso del método que pretende
fundamentar de un modo sólido y definitivo el conocimiento humano basando todo su
potencial en el uso de la razón.
Con Descartes se inicia la filosofía moderna, filosofía que nace con un marcado
carácter epistemológico. Esto se debe básicamente a:
1. La crisis del sistema escolástico. Hasta el siglo XIV, aproximadamente, la
escolástica nos ofrece una imagen coherente y completa de la realidad donde
religión cristiana tiene un papel preponderante. Pero la crítica de Ockham al sistema
filosófico-cristiano es tan contundente y demoledora que permite a la filosofía
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independizarse de la «tutela» teológica y adquirir cierta autonomía, ocasionando
también la desaparición de toda una cosmovisión: la aristotélico-tomista.
Cosmovisión que además entra directamente en conflicto con los nuevos
descubrimientos científicos lo que va a generar una sería crisis del saber.
2. La nueva imagen del universo: el heliocentrismo, el movimiento de la Tierra,
las leyes de Kepler, la homogeneización del universo frente a los dos mundos
postulados por Aristóteles, etc., nos hacen dudar de muchas de las verdades hasta
ahora incuestionables. Sin duda la Revolución científica que tiene lugar en este
periodo a la que contribuyen autores como Copérnico, Galileo, Giordano Bruno,
Bacon, Kepler, etc. no solo supuso una nueva concepción del Universo y de la física
sino que generan también una nueva concepción del saber. Tanto Bacon, como
Galileo y el propio Descartes insistirán que el saber no puede reducirse a un mero
comentario de libros, tal y como venía haciendo la escolástica y que había que
acabar definitivamente con el argumento de autoridad. La validez de una verdad no
depende de quién la defienda sino de las pruebas que avalen su verdad. Bacon
apostará por el método inductivo para hacer avanzar a la ciencia, Galileo por el
llamado método resolutivo-compositivo, donde tiene mucha importancia la
experimentación y las matemáticas. Descartes defenderá un método completamente
racional teniendo como modelo del saber el método deductivo de las matemáticas.
Dado la importancia de los descubrimientos científicos de los últimos tiempos y de
su influencia en la vida cotidiana de los seres humanos se genera en toda la filosofía
moderna un declarado interés por el saber. En todos los filósofos y científicos de este
periodo vamos a encontrar una clara inquietud por analizar el saber, sus fundamentos,
su validez y alcance y el método más adecuado para alcanzarlo.
Además de todo esto el Renacimiento había sido una época optimista pero muy
compleja donde confluyeron multitud de corrientes filosóficas: platonismo (en muchos
casos como reacción contra la autoridad de Aristóteles), aristotelismo, escolástica,
nominalismo, escepticismo, estoicismo, epicureismo, esoterismo, alquimia... El
escepticismo tuvo en un francés a uno de sus mejores representantes: Michel de
Montaigne. Todo esto trajo como consecuencia una necesidad imperante de verdad, de
certeza. ¿Podemos estar seguros de algo?, ¿podemos fiarnos de nuestro saber? De ahí la
necesidad de una método que guíe nuestro saber y que garantice la verdad de nuestras
afirmaciones. Esta reflexión acerca del saber y del papel que representa el hombre en el
conocimiento dará lugar a una nueva concepción de la ciencia y de la filosofía, nueva
concepción que debemos en gran parte a Descartes. La idea central del pensamiento
cartesiano es que hasta ahora no hemos alcanzado la sabiduría porque no hemos usado
adecuadamente la razón. Por ello nos propone un método de fácil aplicación para que
podamos distinguir con facilidad lo verdadero de lo falso.
Como ya hemos dicho Descartes marca el nacimiento de la Filosofía Moderna, una
nueva etapa se abre con él, etapa que perdurará, según algunos, hasta Nietzsche, según
otros, hasta nuestros días. Esta nueva filosofía moderna tiene como característica
general un giro de la reflexión filosófica desde el mundo hacia la conciencia. Hasta
ahora el punto de partida de la reflexión era la realidad circundante, eso que
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denominamos «mundo» (recuérdese que Platón, por ejemplo, se preguntaba por el ser
de las cosas, por qué es aquello que hace que las cosas sean lo que son). Con la
modernidad se descubre el sujeto, la subjetividad. La filosofía reconoce que, en
realidad, el mundo no es algo inmediato para el sujeto, sino que lo que es inmediato
para el sujeto es su visión del mundo, las ideas que tiene acerca de qué y como es el
mundo. Lo inmediato para el sujeto es la conciencia. El problema a partir de ahora será
determinar:
b) Si las ideas que yo tengo del mundo se corresponden con cómo es el mundo, es
decir, si mis ideas son un reflejo fiel de la realidad (problema de la verdad).
c) Cuál es el origen de dichas ideas, es decir, de donde surgen dichas ideas. Estas
pueden provenir de la razón o de la experiencia sensible, de los sentidos
Si el punto de partida de la Filosofía Moderna va a ser la conciencia, el «yo», el final de
la misma se producirá cuando se dude de ella, cuando se empiecen a plantear la
posibilidad de que la conciencia pueda estar engañada, manipulada o determinada por
ese poder oculto que Freud denominó el inconsciente, por la estructura económica como
dirá Marx o por la falsa conciencia como sostendrá Nietzsche.
Como resultado de todo lo dicho, el pensamiento moderno dará lugar a una nueva
concepción del saber, es decir, una nueva concepción de la ciencia y de la filosofía que
a partir de ahora seguirán caminos separados. La ciencia se gestará como un saber
encaminado a mejorar la vida de los hombres, por lo que ciencia y tecnología formarán
una unidad indisoluble. La ciencia deja de ser un saber contemplativo para interesarse
por observar la realidad y diseñar experimentos para probar la veracidad de nuestras
hipótesis. Ya no se aceptará la revelación como fuente de conocimiento y el argumento
de autoridad será desechado tanto de la ciencia como de la filosofía. Además, a partir de
Galileo y Descartes se entiende que el lenguaje de la ciencia es el lenguaje matemático
de modo que sólo aquello que pueda ser medido, pesado, en definitiva cuantificado,
tiene interés para la ciencia. Este conjunto de características (básicamente la
experimentación y la matematización) de la ciencia moderna la separarán, al final de la
Era Moderna de la filosofía y ya en el siglo XIX y XX se llegará a afirmar que solo la
ciencia es saber, de modo que la filosofía deja de ser episteme.
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