La reposesión de Álvaro Uribe Vélez

Anuncio
La reposesión de Álvaro Uribe Vélez
Gabriel Bustamante Peña
El pasado 7 de agosto, Álvaro Uribe Vélez, a cuenta de la reelección inmediata
que él mismo impulsó, terminó su primer período presidencial y comenzó el
segundo, y quién sabe si el último; ya que, su discurso de posesión por lo menos,
hace sospechar la intención de atornillarse a la silla presidencial hasta el 2019.
“En julio de 2019, cuando concluya el gobierno que se inicia, evaluaremos las
metas parciales que proponemos alcanzar” dijo sin sonrojarse en su
intervención.
Sea o no está su intención, la pregunta que se hacen muchos en Colombia es si
Uribe logrará mantener su enorme capital político en este segundo mandato, o si
por el contrario, su desgaste y declive lo llevarán a repetir la historia de
presidentes populares que terminaron saliendo por la puerta de atrás a costas de
su propia reelección.
Lo anterior sólo el tiempo lo dirá, pero sin embargo, su período que comienza si
está marcado por nuevas circunstancias que definirán la suerte de su proyecto
político, del cual él es su propio sucesor.
Por un lado, el ambiente internacional no es el mismo de hace cuatro años. Uribe
es el principal aliado del gobierno Bush en América Latina y eso le dio fortalezas
a su proyecto bélico más no triunfos considerables, y esto, sin contar con el
fracaso rotundo de la política antidrogas. Política que invirtiendo miles de
millones y afectando la salud de las comunidades, el medio ambiente y la
seguridad alimentaria campesina, no sólo no logró la disminución de los cultivos
de uso ilícito, sino que por el contrario estos terminaron mostrando un
considerable y preocupante aumento. Esto, junto a la violación de derechos
humanos cometida dentro de las políticas de seguridad democrática, el irregular
proceso con los paramilitares y otras piedras en el zapato a la cooperación
gringa, han causado que sectores políticos norteamericanos puedan dar la
espalda a Uribe y que otros lo utilicen para atacar a Bush en las elecciones
legislativas de noviembre de este año y en las presidenciales de 2008.
Además, ser en Latinoamérica el principal aliado de Bush después de lo sucedido
en la guerra de Irak, que Uribe apoyo incondicionalmente, hoy no es tan
ventajoso como lo fue hace cuatro años. Bush cuenta con enemigos tanto a lo
largo y ancho del planeta como al interior de su propio país y de su propio
partido. Las próximas elecciones legislativas en EEUU parecen que le van a
cobrar a Bush y a los republicanos los garrafales errores bélicos, entre ellos la
reciente masacre del pueblo palestino a manos de su aliado Israel, terrorismo de
Estado promovido, financiado e impulsado dentro de las guerras preventivas que
1
Bush puso a la orden del día en el mundo. Y con un aumento de la presencia
demócrata en el congreso estadounidense, la agenda de apoyos militares,
incluido el Plan Colombia, no será al mismo precio.
Por otro lado, el giro de América latina hacia la izquierda y su consolidación en
las últimas elecciones, hacen de Colombia un lunar de la derecha en la región.
Lunar tratado diplomáticamente por los gobiernos de Chávez, Lula, Evo y
Kirchner, pero con el cual guardan el mayor recelo. No es casualidad que ninguno
de ellos asistiera al acto de posesión de Uribe, y que este, tuviera que buscar
para la foto a la presidenta chilena Michelle Bachelet para huir del incomodo
acompañamiento del desprestigiado Alan García.
Sumado a esto, están las espinosas relaciones con los países fronterizos,
conflictos generados nuevamente por desmanes de su seguridad democrática en
las fronteras como el reciente caso del Ecuador, donde el hermano del
comandante del Ejército ecuatoriano fue muerto a manos de la Fuerza Pública
colombiana, o las acciones interpuestas por ese país contra Colombia por la
contaminación y problemas de salud que les han causado las fumigaciones. O
problemas como las denuncias contra funcionarios del DAS y paramilitares
colombianos, que aseguran la concertación de un plan para asesinar a Chávez.
Conflictos que Uribe parece subestimar, al colocar al frente de los mismos a una
novata del perfil de la niña Araujo.
Pero si afuera llueve adentro no escampa. La carta de popularidad de Uribe se
llama seguridad, y esta tiene unos costos que ya se ha demostrado son
insostenibles. Hasta cuándo aguantará el presupuesto para pagar más armas, más
soldados, policías e informantes, y más cuando los impuestos se están cargando
sobre los sectores menos favorecidos de la población y Uribe ya vendió la
mayoría de activos estatales que quedaban. El presidente en el 2002, a través de
su ministra de defensa, hoy senadora, Marta Lucía Ramírez prometió acabar la
guerrilla en 18 meses, y esta promesa por la vía armada ni aún con 18
reelecciones más parece que se cumpliría. Por esto, en el segundo período la
gente empezará a contentarse con más que policías en las carreteras y
paulatinamente se inclinará hacia exigir más políticas de paz. Sin embargo la
posición de Uribe por aferrarse a su bandera de seguridad se ve reflejada cuando
expresó el 7 de agosto: “En medio de la violencia, el diálogo se desgasta y la
búsqueda de la paz desmotiva la tarea de la institución armada legítima.”
La otra carta de Uribe fue su posición antipartido y anticorrupción, que aunque
abandonó una vez en el gobierno, supo disimular muy bien ante la opinión
pública. Pero este segundo período las cosas no le están saliendo bien, los
partidos uribistas lo exhiben a diario en medio de corruptelas, clientelismo y una
repartición descarada de puestos y contratos. Como lo expresó el congresista de
la U Benedetti: “Los acuerdos políticos se negocian por cargos y contratos,
inclusive antes era peor, porque los arreglos eran personales, individuales y
ahora el trabajo se hace en equipo”. Además, el patético pasaje de Ernesto
2
Samper, dejó en claro que la ciudadanía pueda que siga apoyando
mayoritariamente al Presidente, pero no está dispuesta a permitir por esto que
haga lo que se le venga en gana.
Si a esto se le anexa: un proceso paramilitar que está mutando hacia formas tan
espeluznantes como inesperadas, una fortalecida izquierda en el país
configurándose como verdadera oposición, un resurgir de la protesta y de los
movimientos sociales, asociaciones de víctimas reclamando con mayor apoyo el
acuerdo humanitario, sectores empresariales regionales en contra del TLC, un
consenso ciudadano contra las reformas tributarias y una guerrilla replegada y
tendiente a focalizar sus actos terroristas, pues lo que se concluye es que las
cosas no empezaron bien para el Presidente reelecto, que además, tuvo que
aguantar que la representante de la unidad del uribismo, la presidenta del
senado, Dilian Francisca Toro, inaugurara su segundo mandato colocándole la
banda presidencial al revés, una anécdota muy diciente de como entregó y
recibió el país el Presidente. Error que fácilmente uno pasaría de largo sino fuera
por el apunte de Dilian Francisca, con el que remató la metida de pata:
“tranquilo Presidente que uno se pone los panties al revés para la buena suerte”.
3
Descargar