Tema 10, La Edad Media

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Copyright © RAFAEL MONTES GUTIÉRREZ 2013
Tema 10
La Edad Media
Rafael Montes Gutiérrez
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PROFESOR DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
www.rafaelmontes.net
Copyright © RAFAEL MONTES GUTIÉRREZ 2013
TEMA 10: La Edad Media
ORÍGENES DEL FEUDALISMO
Existen dos teorías contrapuestas en torno a los orígenes del feudalismo: El
feudalismo desde abajo, fenómeno que se relaciona con el proceso de ruralización
del Bajo Imperio Romano; El feudalismo desde arriba, que tiene que ver con el
clientelismo político iniciado por los merovingios y continuado por los carolingios.
• El feudalismo desde arriba. Una de las tesis más sugestivas que tratan
sobre las causas que dan lugar al origen del feudalismo pertenece al
historiador Pirenne. Este autor sostiene que la situación que propició el
feudalismo se había generado en la época carolingia porque la unidad del
mundo romano se habría mantenido durante el período merovingio, y sería
la expansión musulmana la que supusiera el retroceso de la unidad romana
y la posterior aparición de clientelas políticas feudales.
• El feudalismo desde abajo. A pesar de lo sugestivo de la tesis anterior, los
nuevos estudios retrotraen el proceso a la época del Bajo Imperio Romano
durante los siglos III, IV y V cuando Roma inicia su decadencia, coincidiendo
con la crisis económica, el auge del poder militar, los conflictos civiles y las
invasiones. Es en esta época donde comienzan a darse las condiciones que
preparan el camino hacia el feudalismo. A partir de los siglos IV y V la vida
urbana decae, con la decadencia de la ciudad también decae la economía
monetaria y con esta el comercio. La vida se ruraliza y se centra en el
latifundio que tiende a la autosuficiencia económica, el latifundio es el
antecesor directo del señorío, y éste a su vez, es la célula de la sociedad
feudal. La sociedad comienza a cambiar, los esclavos van disminuyendo
porque eran poco productivos y además había que alimentarlos, era más
rentable la figura social del liberto vinculado a la tierra, jurídicamente libre
pero sin libertad de movimiento, su productividad era mayor a la de los
esclavos, los libertos pasaron a convertirse en colonos, el colono es el
antecesor del siervo feudal. También comienza a extenderse el vínculo de
dependencia entre personas ante la inseguridad general del periodo
provocada por las guerras civiles, las invasiones y la incapacidad del poder
público para controlarlas.
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AGRICULTURA
La célula económica básica de la Edad Media es el señorío, que tiende a ser
autosuficiente, se autoabastece tanto en el aspecto alimenticio como en el artesanal,
sin embargo, su rendimiento económico es muy bajo. Como dice Maurice Dobb la
economía señorial tiene una base agrícola de baja productividad debido al bajo nivel
de desarrollo técnico y la poca división y especialización del trabajo. Estas son las
características de la agricultura feudal: baja productividad por hectárea; empleo de
utillaje rudimentario (arado sin vertedera ni ruedas tirado por el hombre); inversión
de nulo capital; escaso empleo de abonos biológicos exclusivamente en las huertas;
producción dirigida al autoconsumo; cultivos de carácter alimenticio de base
cerealística como el trigo y la cebada.
El señorío estaba dividido en las siguientes partes: a) La tierra dominicata, es la
tierra explotada directamente para el señor, en ella se encuentran la residencia del
señor y los establecimientos principales del dominio como eran la cocina, la fragua, el
horno, el molino, los establos, los telares etc. por cuyo uso habían de pagar un canon.
b) La tierra indominicata, el resto del señorío estaba dividido en mansos,
etimológicamente el término viene del latín manere, que significa habitar, era el lugar
donde habitaba y trabajaba el siervo, en teoría de suficiente extensión para
alimentarle a él y a su familia. c) Debemos incluir dentro del señorío las tierras
comunales, prados y bosques, de ellas se obtienen la madera y el alimento para el
ganado, a partir del siglo XIII el señor comenzó a apropiarse de las tierras comunes en
su beneficio.
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A partir del siglo XI Europa
vive un renacimiento económico
que dura hasta la crisis
demográfica de la peste negra
del siglo XIV. Este período está
marcado por tres grandes
desarrollos
tecnológicos
aplicados a la producción
agrícola: 1) La utilización técnica
del agua y del viento con el uso
del molino; 2) El empleo de
animales de tiro como el caballo
y el buey, que sustituyen al
hombre como fuerza de trabajo;
3) La generalización del arado con ruedas y vertederas que favorecerá las enormes
roturaciones de los siglos XII y XIII
COMERCIO
El comercio durante la Edad Media se caracteriza por el escaso volumen de
productos a comerciar, además los productos eran de pequeño tamaño y de elevado
valor, tales como minerales, metales, especias, armas, productos manufacturados y
de lujo. Esto se debía a la escasez de infraestructuras (caminos de tierra y puentes), y
de medios de transporte primitivos como los carros tirados por animales de carga y
galeras en el Mediterráneo. El comercio interior estaba integrado por los mercados
que se reunían con una regularidad semanal o quincenal. El comercio exterior se
organizaba mediante ferias medievales donde llegaban productos de largas
distancias, a Europa llegaban productos de Oriente, sólo había dos centros de gran
importancia comercial, en el Mediterráneo estaba Venecia volcada hacia el comercio
con el Imperio Bizantino, y en el Atlántico debemos mencionar el protagonismo de
Flandes.
Existen varias causas que explican el renacimiento comercial que tuvo lugar en
Europa durante el siglo XII. Para empezar el importante aumento de la población
consecuencia, a su vez, de un aumento de la producción agraria, esto posibilitó que
un número creciente de trabajadores pudieran abandonar las labores agrícolas para
dedicarse a la artesanía. Otro fenómeno relacionado es el renacimiento de las
ciudades y de la vida monetaria que va cobrando poco a poco mayor importancia, los
metales preciosos que habían quedado destinados a la orfebrería, fueron puestos en
circulación. También cabe mencionar la mejoría de las infraestructuras, en un primer
momento producto de las peregrinaciones a los santos lugares.
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La actividad mercantil estableció un importante circuito económico con dos
núcleos principales, en el Norte Flandes y la Hansa, y en el Mediterráneo Italia, entre
ellos un centro regulador, las ferias de Champaña. El fundamento de la prosperidad
de Flandes hay que buscarlo en la fabricación de paños en ciudades como Arras,
Amiens y Cambrai, la fabricación medieval consiste en un sistema de trabajo
doméstico realizado en el campo o en la ciudad por gentes con poca preparación y
cuyo trabajo era recogido por el comerciante que era dueño de la materia prima y
que a cambio de su trabajo les pagaba un salario. La producción estaba destinada al
comercio lejano, se proveían de lanas de Inglaterra, colorantes de Normandía y
alumbre de las costas orientales del Mediterráneo. El centro de este comercio se fijó
lentamente en Brujas. La Hansa nació de la penetración alemana en el Báltico con la
fundación de ciudades nuevas en la segunda mitad del siglo XII, a principios del siglo
XIII los traficantes de Lubeck, preocupados por encontrar nuevos mercados, firmaron
un tratado de amistad con los de Hamburgo, a mediados del XIII la Hansa se había
convertido en una asociación de ciudades cuyos mercaderes monopolizaron el
Báltico.
La actividad económica de Italia era mucho más compleja, se concentró en
Venecia y Génova y su comercio se orientó hacia Oriente. Estas ciudades supieron
aprovechar las expediciones de cruzada en su beneficio, de manera que a principios
del siglo XIII se les abrió el Mar Negro, hasta entonces reservado al comercio
bizantino. Se especializaron en artículos de lujo y especias. Hasta el año 1300 la
relación entre el grupo italiano y el del Mar del Norte se realizó en la Meseta de
Champaña en Francia, su decadencia llegaría por el progreso de la vida urbana y por
el establecimiento de los comerciantes italianos en Brujas.
PIRÁMIDE SOCIAL
En la cúspide de la pirámide feudal está el rey. Aunque de derecho es la
autoridad máxima, de hecho sólo es autoridad en sus dominios, es decir, en los
señoríos reales. A él, mediante los lazos de vasallaje, se le vinculan todos los
habitantes del reino, pero en calidad de vasallos y no como súbditos, directamente se
sitúan los grandes magnates, e indirectamente los demás.
Las clases dominantes de la sociedad feudal tenían como principal ocupación
la guerra, su mantenimiento económico lo obtenían de la explotación de sus señoríos
con mano de obra servil. El siguiente escalón tras el rey lo componen los grandes
magnates: Duques, marqueses, condes, vizcondes, magnates, optimates, próceres,
seniores y barones (Vanneret), ellos poseen los "feudos de dignidad" y correspondían
"a los antiguos distritos del Imperio Carolingio" directamente concedidos por el rey.
Inmediatamente detrás aparecen los feudos militares, al igual que el rey los grandes
magnates dividían sus territorios y los entregaban a sus vasallos directos
constituyendo los “feudos militares”, este señorío era el "castillo" o castellanía. Este,
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a su vez, se subinfeudaba en los llamados "feudos de caballería o de caballero",
aquellos cotos territoriales cuyo rendimiento económico era suficiente para sustentar
a un caballero que prestase a su señor el servicio militar de caballería. Estos señores
no sólo eran los grandes propietarios sino que habían adquirido auténticos poderes
que afectaban a los principales aspectos de la sociedad; desde sus señoríos
controlaban, sobre todo desde época carolingia, la vida de todas las tierras y
personas que había bajo sus dominios. Debido a la debilidad del poder monárquico y
a la fragmentación del mismo, los señores feudales habían adquirido la delegación
del mando fiscal, judicial, monetario -algunos llegaron a acuñar moneda-,
monopolios, derechos de peaje, pontaje, junto a los derechos económicos de todo
tipo de tributos, impuestos, rentas, etc. que se derivaban de la posesión de sus
tierras. El señorío se había convertido en una unidad de poder y el conjunto de
derechos del señor era el llamado ban o bannus.
La Iglesia, como el otro orden incluido en la misma clase gobernante, también
estaba sometida a esta feudalización de la sociedad. Por una parte, tenía similares
capacidades a las de los señores laicos, al poder administrar justicia o cobrar
impuestos y rentas, pero, por otra, estos señores solían intervenir y hacer valer su
poder a la hora de nombrar cargos eclesiásticos. Esto originó diversas controversias,
sobre todo a partir de la reforma gregoriana.
En
la
clases
bajas
encontramos los siguientes grupos
sociales: Esclavos, ya muy poco
numerosos, estaban privados de
cualquier derecho; Hombres libres,
son los pequeños propietarios
alodiales (alodio es un término
que alude a una pequeña
propiedad), en Castilla eran
llamados hombres de behetría, se
trata de una clase social en
retroceso,
algunos
voluntariamente
se
encomendaban
a
un
gran
propietario ante la necesidad de protección, otros sufrían la violencia de los grandes
señores hasta perder su propiedad y entrar en servidumbre, otras veces las deudas
eran las responsables de la pérdida de sus tierras; Hombres semilibres, son los
siervos, aunque algunos autores sostienen que los siervos eran realmente los
esclavos, existían siervos de distinto tipo que recibían nombres diferentes según el
territorio, eran llamados vasallos en Castilla y León, conmanentes en Cataluña,
mezquinos en Aragón y Navarra. El origen de los siervos se sitúa en los colonos del
Bajo Imperio, una de sus variantes era el denominado siervo de la gleba el cual
estaba adscrito a la tierra aunque esta cambiase de señor. En líneas generales los
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siervos, a cambio de la concesión de un manso y de protección por parte del señor, se
comprometían a pagar en forma de prestaciones o de un canon, en ocasiones las dos
cosas. Las prestaciones, denominadas corveas, jeras o sernas, consistían en trabajos
que tenían que hacer en las tierras dominicatas del señor, aunque no siempre eran
de contenido agrícola, en ocasiones eran de mantenimiento, eran bastante gravosas
porque coincidían en tiempo de labranza, siembra o recolección, cuando más
necesidad tenían de trabajar en sus respectivos mansos, su duración variaba mucho,
era habitual entre 3 y 6 semanas al año. El pago de un canon, denominado la talla,
podía ser en dinero o en especie, a partir del siglo XII con el renacimiento urbano el
señor preferirá en dinero.
EXPANSIÓN DEL FEUDALISMO
Con el comienzo del milenio se llegó a la consolidación tanto del régimen
feudal propiamente dicho como del señorío. Como se ha indicado, el fundamento de
las relaciones feudovasalláticas era la prestación de servicio y ayuda militar por parte
del vasallo a cambio de un beneficio, el feudo. De ser una recompensa gratuita, como
lo había sido en el Bajo Imperio romano, había pasado hacía tiempo, sobre todo en
época carolingia, a convertirse en la condición sin la cual no se conseguían vasallos. A
continuación tenía lugar la investidura: el señor, que se había comprometido a
ofrecer protección al vasallo, le entregaba el feudo, generalmente tierras, pero, ya en
esta época, también cargos, castillos, o incluso dinero. Esto se simbolizaba con algún
objeto: flores, un puñado de tierra, vara del castillo, monedas, etc. En algunas
ocasiones, aunque no es frecuente, había un contrato escrito.
En estos siglos muchas personas presentaban vasallaje a diversos señores;
esto daba lugar a situaciones conflictivas, al deber fidelidad a varios señores que
podían estar enfrentados entre sí. Se formó así el llamado homenaje ligio, el principal
de todos y el que había de prevalecer en caso de conflicto. Faltar a los compromisos
del vasallaje, por parte del señor o del vasallo, se denominaba felonía y traía como
consecuencia la disolución del mismo y, en el caso del vasallo, la pérdida del feudo.
Estos se hicieron hereditarios, aunque los herederos debían renovar el vasallaje y
pagar normalmente las rentas de un año al señor. Si el que moría era el señor, los
vasallos también se presentaban ante el sucesor, que volvía a adquirir con ellos el
mismo compromiso.
El vasallo adquiría deberes para con el señor: consejo, ayuda, sobre todo
militar, servicios de corte (es decir, acompañarlo en fiestas), servicios domésticos,
labores administrativas, intervención en los tribunales, cuya jurisdicción pertenecía al
señor, ayuda económica, además de todo tipo de servicios, muchas veces casi
irrisorios. El señor adquiría deberes a su vez: no perjudicar en ningún aspecto al
vasallo, protegerlo y darle garantías de seguridad, ayuda material y proporcionarle
medios de subsistencia -que en primera instancia hacía al otorgar el feudo-.
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El principal símbolo del poder del señor era el castillo, o, en el caso de la
Iglesia, los monasterios, catedrales y edificios eclesiásticos. Al principio, el permiso
para la construcción del castillo lo otorgaba el rey, pero poco a poco llegaron a
edificarse por la simple voluntad del señor. Estos castillos eran el símbolo del poder y,
a la vez, centros de administración de justicia, de recogida de tributos y rentas,
almacenes de víveres, residencia de los señores, refugios para los habitantes de la
zona, lugar de prestación de homenajes... Se convirtieron así en los centros
neurálgicos de la vida de extensiones territoriales considerables.
CRISIS DEL FEUDALISMO
Al igual que la formación del feudalismo se gestó durante siglos, su crisis y
desaparición fue también larga y prolongada; incluso ciertas relaciones de
dependencia económica se mantuvieron tanto tiempo que, como sostienen algunos
autores, su desaparición no se consumó hasta finales del siglo XVIII o principios del
XIX. Sin embargo, puede considerarse que el sistema feudal, entendido globalmente,
desapareció en torno a los siglos XIV y XV.
Los factores fueron múltiples y debe hablarse de la transformación completa
de la sociedad. En primer lugar, las monarquías se fueron fortaleciendo debido a una
progresiva concentración de poder económico y, sobre todo, judicial y militar en
manos de los reyes. A ello contribuyeron decisivamente las crisis y guerras de estos
siglos, que fomentaron la necesidad de formar ejércitos numerosos, nutridos cada
vez más por masas populares y mercenarios. Las luchas bélicas, por otra parte,
dejaron de ser cuerpo a cuerpo entre caballeros para dar paso a los armamentos
pesados. En este sentido, la Guerra de los Cien Años fue decisiva. Además, las guerras
se convirtieron en un instrumento de primer orden para recaudar impuestos que
terminaron por considerarse fijos y permanentes, con lo que se consolidó y amplió la
idea de un sistema fiscal público que favoreció el desarrollo de un aparato estatal
organizado y fuerte. Paralelamente, este fortalecimiento de la monarquía, que fue
concentrando poco a poco poderes públicos tan fragmentados en los siglos
anteriores, hizo que terminase por surgir una primitiva idea de Estado y,
consecuentemente, una pérdida de protagonismo de los señores feudales en este
terreno. Por otra parte, la relación de señoríos y campesinado dejó de ser la casi
única existente, debido al creciente desarrollo de las ciudades y a la aparición de
grandes fortunas en ellas, como familias de banqueros o comerciantes, no
necesariamente poseedores de señoríos. Esta idea naciente de colectividad se vio
afianzada con las guerras: unos pueblos se enfrentaron a otros y surgió la conciencia
de grupos de población unidos en territorios cada vez más precisamente definidos y
bajo un poder monárquico, al que, además, se consideraba el puntal de la justicia,
por encima de las decisiones particulares y arbitrarias de los señores.
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El rey ya no era el primer señor feudal, sino alguien que estaba muy por
encima de todos los demás. Incluso las crisis sociales y revueltas de labradores de
estos siglos, debidas a un aumento de la conciencia de poder organizarse frente a los
señores feudales, debilitó a estos y fortaleció a la monarquía, ya que, como señala
Julio Valdeón “el realengo era, al menos desde la mentalidad popular, tierra más
propicia a la libertad, en tanto que los dominios de la nobleza se equiparaban a
tierras de servidumbre”. Los mismos señores feudales se vieron abocados a acercarse
cada vez más a las cortes reales existentes y pujantes y terminaron por transformarse
ellos mismos en cortesanos.
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