EL IMPACTO DE LAS TIC´S EN LA EVALUACIÓN Mariella Leles da Silva Prof. Adj. Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos Articuladora Eva (Abogacía-Notariado) La evaluación ha estado tradicionalmente asociada a actos concretos donde un alumno rinde muestra de sus saberes ante el cuerpo docente, mediante pruebas escritas u orales, periódicas o incluso únicas. Pasado el concreto momento de exposición y certificación del resultado, el mundo sigue su curso: los profesores con sus aulas, y los alumnos se enfocan hacia el siguiente desafío. Sin embargo la realidad no es tan simple como se acaba de describir. Todos sabemos que para los docentes la evaluación representa extensas jornadas de trabajo, y para los alumnos (y sus familias) la inversión de una carga de tiempo y esfuerzos –variable según los intereses personales- no siempre exitosa. Al finalizar cada período de evaluación ambos acaban con un sabor amargo al tenor de la tasa de aprobación de exámenes y cursos (que escasamente se sitúa en torno al 30%). Forzoso es entonces indagar el por qué de tan magros resultados; qué es lo que está fallando. La enseñanza no puede estar disociada de la realidad; como tampoco la evaluación, en tanto está indisolublemente unida a aquélla. Debemos por comenzar, pues, por preguntarnos –en el siguiente orden-: ¿Quiénes son nuestros alumnos? ¿Para qué realidad los estamos preparando? ¿Cuáles son las enseñanzas que debemos impartir? ¿Cómo evaluaremos sus aprendizajes? Tenemos que asumir los cambios derivados de la incorporación de las nuevas TIC´s, y su repercusión en la vida de las naciones y las personas, dividiendo al mundo entre nativos digitales e inmigrantes digitales (la gran mayoría de los docentes, por no decir todos, pertenecemos a éste último grupo). Desconocer la existencia de la división, supone desconocer la existencia de capacidades, intereses, manejo de la tecnología y valoración de la formación y de la información totalmente distinta a las preexistentes “Los estudiantes de hoy (…) han cambiado de forma radical y no son los sujetos para los cuales el sistema educativo fue diseñado durante siglos…”. Ellos aman la velocidad, hacen varias cosas al mismo tiempo y son multitasking, prefieren el universo gráfico al textual, y prefieren el acceso aleatorio e hipertextual al lineal. Funcionan mejor cuando operan en red, y lo que más aprecian es la gratificación constante. Prefieren el juego al trabajo serio. Los docentes (inmigrantes digitales) deberemos saber reconocer que formas y contenidos están unidos (y no separarlos como solemos hacer), y “que si bien el buen sentido y las habilidades lógicas no están en cuestión, lo que sí lo está es que estas no pueden plantearse en contraposición (y exclusión) de la aceleración, el paralelismo, la aleatoriedad, y la atribución diversificada del sentido”. (PISCITELLI, 2009:72-75)i. Tales derivaciones dejan de ser banales cuando consideramos las implicancias neurológicas; fundamentalmente el desarrollo y uso de los diferentes hemisferios cerebrales según el tipo de actividad. En materia pedagógica ya se habla del “conectivismo” (SIEMENS 2005), especie dentro del constructivismo (quedando atrás al conductismo y el cognitivismo) que pone el énfasis no sólo en el aprendizaje construido dentro y por la persona, sino también en el construido en grupos y organizaciones, en red. El aprendizaje construido/creado en comunidad y el conocimiento, como resultado de la construcción conjunta de expertos (maestros) y aprendices, y donde interactúan pedagogía y tecnología (MARTÍN 2009:79)ii. “…Si el conocimiento es el motor de las nuevas economías, su combustible es el aprendizaje. Por eso, el aprendizaje a lo largo de la vida surge como el mayor reto formativo presentado a las personas y a las organizaciones en el nuevo siglo. La apuesta en las personas, en la capacidad de gestionarlas y motivarlas, establecerá la diferencia entre naciones, entre economías y entre instituciones educativas… En el plano de las organización, las estructuras organizacionales tenderán cada vez más a simplificarse (modelos “planos” y reducción de niveles jerárquicos), los puestos de trabajo propenderán paralelamente a la complejidad (desempeños basados en talentos y apelo a la constante innovación). La plusvalía de los conocimientos y de las multicompetencias vendrá, pues, a acentuarse. Organizaciones hechas de personas que aprenden continuamente y que gestionan eficazmente el conocimiento con el objeto de crear valor para otras personas (…) son la fórmula de éxito para el presente y para la supervivencia de un futuro marcado por la única certeza de una mutación continua, sin tregua y a un ritmo cada vez más acelerado.” (CARNEIRO: 2009:14-15)iii. El reto en materia educativa, viabilizado por el uso de las TIC´s consiste en el cambio de algunos paradigmas: 1) De la “educación como industria” a la “educación como servicio” (ayudando a las personas a realizar su potencial máximo, poniendo al educando en el eje central de la preocupación y razón de ser de las instituciones educativas); 2) “Escuelas que aprenden” (en 1996 la Comisión Internacional para la Educación en el S. XXI presentó a la UNESCO un informe que proponía cuatro aprendizajes para el futuro: aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, sin “olvidar lo simple y lo obvio: que, al final, educamos a las personas con el objeto de hacerlas más felices, de ayudarlas a saborear la magia de la vida, de llevarlas a descubrir también el tesoro que existe en el misterio de todas las otras personas que están al alcance de un abrazo, y que no hay camino de educación sin correlativa humanización”); 3) “La construcción de los aprendizajes (una especie de segunda Ilustración, donde el conocimiento se produce por participación y no por control y donde la inteligencia emocional y las competencias sociales tienen un lugar preponderante) (CARNEIRO 2009:16-20). En un mundo altamente tecnológico deberíamos, pues, preparar a nuestros alumnos en seis competencias: 1) acceder, es decir, saber obtener y recuperar información; 2) gestionar, es decir, saber organizar, clasificar y categorizar información; 3) incorporar, es decir, saber interpretar, sintetizar, comparar y contrastar la información; 4) evaluar, es decir, saber valorar la calidad, pertinencia, utilidad y eficiencia de la información; 5) construir, es decir, ser capaz de realizar las operaciones necesarias para producir nuevos conocimientos e informaciones a partir de las informaciones encontradas, 6) comunicar, es decir, saber divulgar y compartir información y conocimientos con otros (PADILHA 2009:46)iv. ¿Se compadecen los aprendizajes memorísticos con tales competencias? ¿Es adecuado que sigamos pidiendo a nuestros alumnos que reciten de memoria el repartido del docente de turno, so riesgo de perder el examen? ¿Contribuye el actual sistema de evaluaciones que a cotidiano vemos en nuestra Facultad a la mejor formación del futuro profesional? Como claramente consigna CELMAN (2008), la evaluación no es ni puede ser un apéndice de la enseñanza ni del aprendizaje: es parte de ambos. Si pretendemos formar personas con sentido crítico, tenemos que hacer de la evaluación un acto de aprendizaje. “La mejora de los exámenes comienza mucho antes, cuando me pregunto ¿”qué enseño? ¿por qué enseño eso y no otras cosas? ¿De qué modo lo enseño? ¿Pueden aprenderlo mis alumnos? ¿Qué hago para contribuir a un aprendizaje significativo? ¿Qué sentido tiene ese aprendizaje? ¿qué otras cosas dejan de aprender? ¿Por qué? CELMAN (1998:63)v- Y trasmitirlo. Por eso, evaluar la mera enunciación de contenidos es casi un contrasentido, en épocas en que a cambio de una búsqueda de veinte caracteres la web nos devuelve millones de documentos en fracciones de segundo. Es desperdiciar un precioso tiempo de la vida de las personas (con el costo que ello supone para ellas y sus familias), que podría haber sido destinado a la enseñanza/evaluación de competencias y habilidades que sí requerirá en su futuro. Y aún cuando los cambios que debamos implementar en pos de la buena docencia signifiquen mucho esfuerzo y sacrificio (no lo ignoramos), no hay otro camino a seguir. La revisión de las prácticas docentes, así como el sistema de evaluación se impone como la única vía posible si queremos formar seres capaces de integrarse al mundo del mañana. Ya hemos experimentado la necesidad de tener que transformarnos en autodidactas en materias que ni siquiera existían en nuestra época de estudiantes. Es muy posible que nuestros alumnos tengan que incursionar, ya no sólo en dominios académicamente novedosos, sino también en rubros y áreas del mundo laboral que hoy desconocemos. No podemos pues dejar de lado el deber ineludible de capacitarlos para asumir todos dichos desafíos, por más dificultoso que ello resulte. PISCITELLI, Alejandro (2009) Nativos e inmigrantes digitales: una dialéctica intrincada pero indispensable, en “Los desafíos de las TIC para el cambio educativo”, Colección METAS EDUCATIVAS 2021, OEI, Madrid i MARTIN, Obdulio (2009) Educar en comunidad: promesas y realidades de la Web 2.0 para la innovación pedagógica, en “Los desafíos de las TIC para el cambio educativo”, Colección METAS EDUCATIVAS 2021, OEI, Madrid ii CARNEIRO, Roberto (2009) Las TIC y los nuevos paradigmas educativos: la transformación de la escuela en una sociedad que se transforma, en “Los desafíos de las TIC para el cambio educativo”, Colección METAS EDUCATIVAS 2021, OEI, Madrid iii PADILHA, Marcia (2009), Tipos de indicadores: una mirada reflexiva, en “Los desafíos de las TIC para el cambio educativo”, Colección METAS EDUCATIVAS 2021, OEI, Madrid iv CELMAN, Susana (1998) ¿Es posible mejorar la evaluación y transformarla en herramienta del conocimiento? En CAMILLONI, Alicia et alt. La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo, consultado el 31/5/13 y disponible en http://www.farq.edu.uy/estructura/unidades_de_gestion/uap/matevalaprend/Ed ith%20Litwin%20y%20Susana%20Celman.pdf v