BASES TECNICAS PARA CONCURSO DE PROYECTOS

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BASES TECNICAS PARA CONCURSO DE PROYECTOS
Línea Programas de Protección Especializada
Modalidad Programas Integrales de Protección Especializada (PIE)
Región Metropolitana
Programa Vida Nueva
ENERO 2012
Elaborado Por:
Andrés Echeverría
Revisado Por:
Erica Ponce, Ana
Cáceres, Gloria
Gaete
Autorizado por:
Angélica Marín
Edición Nº 5
Fecha: 27/12/11
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
ÍNDICE
I. PRESENTACIÓN.................................................................................................................................... 2 II. OBJETIVOS ........................................................................................................................................... 4 2.1. OBJETIVO GENERAL......................................................................................................................... 4 2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS. .............................................................................................................. 4 2.3. RESULTADOS ESPERADOS............................................................................................................... 4 2.4. INDICADORES ................................................................................................................................... 5 III. ORIENTACIONES TÉCNICAS ESPECÍFICAS. .................................................................... 5 3.1. SUJETO DE ATENCIÓN. ................................................................................................................... 5 3.2. VÍAS DE INGRESO ............................................................................................................................ 7 3.3. COBERTURA Y FOCALIZACIÓN TERRITORIAL ............................................................................ 7 3.4. MARCO GENERAL PARA EL DESARROLLO DEL PROYECTO. ....................................................... 8 3.4.1 CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO: MARCOS NORMATIVOS SOBRE
PREVENCIÓN DE LAS VIOLENCIAS Y EL DELITO. ................................................................................. 8 3.4.2 ENFOQUES PARA LA INTERVENCIÓN ..................................................................................... 10 A) INTEGRALIDAD: .............................................................................................................................. 10 B) DESARROLLO EVOLUTIVO: ........................................................................................................... 12 C) INTERVENCIÓN CON FAMILIAS: .................................................................................................. 12 D) GÉNERO: ........................................................................................................................................... 13 E) AUTOCUIDADO DE EQUIPOS: ....................................................................................................... 13 3.5. MARCO METODOLÓGICO ............................................................................................................... 14 3.5.1. SISTEMA TUTORIAL .................................................................................................................. 14 3.5.2. FASES DE LA INTERVENCIÓN .................................................................................................. 17 3.5.3. CONSIDERACIONES ESPECÍFICAS PARA LA INTERVENCIÓN CON MENORES DE 14
...................................................................................................................................................... 21 AÑOS
3.5.4. PLAZOS........................................................................................................................................ 22 IV. CONFORMACIÓN DEL EQUIPO DE TRABAJO Y DESCRIPCIÓN DE
FUNCIONES ............................................................................................................................................... 23 V. SOBRE EL PRESUPUESTO ............................................................................................................ 25 VI. SOBRE LOS RECURSOS MATERIALES ................................................................................. 25 6.1. RESPECTO DEL INMUEBLE DE FUNCIONAMIENTO. .................................................................. 25 6.2. RESPECTO DEL EQUIPAMIENTO. ................................................................................................. 25 Servicio Nacional de Menores
1
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
I. Presentación
El Programa Vida Nueva comenzó su ejecución el año 2010 como una iniciativa que
tiene como objetivo general contribuir a la superación de las situaciones de vulneración
y/o a la interrupción de conductas transgresoras 1 en niños, niñas y adolescentes
derivados del Programa de Seguridad Integrada 24 Horas en ocho comunas de la
Región Metropolitana (La Pintana, La Granja, La Florida, Lo Espejo, Recoleta,
Peñalolén, Puente Alto y Pudahuel). A la fecha, forma parte del Plan de Seguridad
Pública 2010-2014 “Chile Seguro”.
Para la consecución de los logros propuestos, una de las estrategias utilizadas ha sido
el ir sumando a distintos actores, públicos y privados, que se vinculan al quehacer del
Sename, y que se constituyen en garantes de derechos de los niños, niñas y
adolescentes que residen en cada una de las comunas donde se ejecuta el Programa.
Es así como en esta iniciativa intersectorial participan, desde el Estado, el Ministerio de
Justicia, la Dirección de Protección Policial a la Familia de Carabineros de Chile
(Diprofam), el Ministerio del Interior y Seguridad Pública, el Servicio Nacional para la
Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol, el Ministerio de Salud, a
través de sus dos Subsecretarías, y el Servicio Nacional de Menores. Desde el
territorio, los 8 gobiernos locales a través de sus Direcciones de Desarrollo Comunitario
y/o de las Unidades o Departamentos de Seguridad Pública. Finalmente, se suman los
organismos colaboradores de Sename, que en los últimos dos años, han ejecutado las
iniciativas en el territorio.
Un segundo foco de este Programa, y no menos importante, es la conformación de un
sistema de atención que busca la articulación operativa y oportuna de respuestas de la
oferta de protección especial a nivel local para niños, niñas y adolescentes detectados
a través de la información de Carabineros de Chile, y sus familias 2 y es aquí donde
cobra relevancia el trabajo intersectorial.
La presente licitación responde a una de las áreas de trabajo de este Programa y se
orienta a dar respuesta al problema de presencia de población infantoadolescente que presenta situaciones de vulneración de derechos, y en
especial aquellas asociadas al desarrollo y persistencia de conductas
transgresoras. En el caso de la presencia de conductas transgresoras, se
considerarán aquellas que quedan fuera del ámbito de acción de la Ley de
Responsabilidad Penal Adolescente, lo que incluye a población entre 14 y 16 años que
ha cometido faltas y a niños y niñas menores de 14 años que resultan inimputables
ante la ley por la comisión de un acto ilícito.
De este modo, se ha establecido la implementación de un proyecto en la línea de
protección especializada que, enmarcada en un enfoque de derechos humanos y de la
infancia, apunte a la prevención de la violencia y el delito (este punto se desarrolla
más adelante en el presente documento, en el apartado 3.4.a. “Enfoque de Derechos y
Prevención de las Violencias y el Delito”). Los proyectos se implementarán en focos de
vulnerabilidad ya identificados, de acuerdo a la información otorgada por las listas del
PSI (ver Anexo Nº1 de las Bases Administrativas denominado “Plazas a Licitar y
Focalización Territorial”). 3 Los proyectos se orientan a otorgar especial atención a
aquellos menores de edad en situaciones de alta complejidad 4 , particularmente a
1
Optamos por referirnos a conductas transgresoras como un concepto más amplio que el de infracción, en la
medida que permite incorporar ilícitos cometidos por menores de 14 años, así como otras prácticas que sin
caer en una categoría de infracción en lo legal, si resultan contrarias a normas sociales de convivencia,
trasgrediendo o vulnerando los derechos de otros.
2
Para mayor información, se sugiere revisar el libro “Programa Vida Nueva 2010. Sistema de Gestión
Territorial para la Intervención con Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Vulnerabilidad Social”,
disponible en http://www.sename.cl/wsename/otros/proteccion/LIBRO-Sename-Programa-Vida-Nueva.pdf
3
Se entiende como focos de vulnerabilidad sectores específicos al interior de la comuna donde tiende a
concentrarse mayoritariamente la residencia de los niños/as y adolescentes ingresados a Unidades Policiales
por vulneración de derechos y/o infracción de normas.
4
La noción de Complejidad se entenderá como una manera de ordenar y categorizar las situaciones de
vulneración de derechos que afectan a niños/as y adolescentes y al nivel de especialización que se requiere
para abordarlas. Se ha establecido una clasificación en tres niveles de complejidad, a saber:
Servicio Nacional de Menores
2
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
quienes se han involucrado en prácticas trasgresoras 5 , por lo que han sido ingresados
a Unidades Policiales, y que forman parte de las listas emitidas a través del “Programa
de Seguridad Integrada: 24 Horas”, por Carabineros de Chile.
Los lineamientos metodológicos generales del proyecto se basan en los Programas de
Intervención Integral Especializada (PIE), que SENAME, a través del Departamento de
Protección de Derechos, instala como parte de la oferta especializada frente a graves
vulneraciones de derechos, desde el año 2007. Del mismo modo, recoge los
lineamientos de los proyectos “PIE 24 Horas” implementados en 5 comunas del país
entre 2007 y 2008 hasta diciembre de 2010, en el marco del Convenio de Colaboración
Financiera entre el Ministerio del Interior y el Servicio Nacional de Menores dentro del
Programa de Seguridad y Participación Ciudadana, para la implementación progresiva
del “Programa de Atención Integral para Niños, Niñas y Adolescentes provenientes del
Programa de Seguridad Integrada: 24 Horas” (Resolución Exenta Nº 595/B del 4 de
marzo de 2009). Esta modalidad constituye una oferta de carácter ambulatorio y
mixto, que dirige su atención a la interrupción de diversas situaciones que han sido
conceptualizadas como de alta complejidad, la restitución de derechos vulnerados y la
reparación de daños asociados a dichas vulneraciones. Por último, recoge la
experiencia de implementación y asesoría técnica a los proyectos PIE en marcha desde
2010 hasta la fecha en el marco del Programa Vida Nueva.
El abordaje propuesto para esta modalidad es de tipo multidisciplinario, con una
orientación principalmente psico y socioeducativa, además de psicoterapéutica,
sostenida en una metodología de sistema de tutorías. Para el caso de la modalidad en
el marco del Programa Vida Nueva, cobra particular relevancia el componente de
trabajo en redes y de gestión intersectorial.
Cuatro elementos distinguen el proyecto objeto de la presente licitación, del resto de la
modalidad PIE de la oferta regular del Servicio Nacional de Menores:
1. Vía de Ingreso. Se contempla una coordinación preferente 6 -en términos de
vías de ingreso- con el “Programa de Seguridad Integrada para Niños, Niñas y
Adolescentes: 24 Horas”, de Carabineros de Chile.
2. Focalización Barrial. Su focalización territorial se centra de manera exclusiva
en un sector específico de la comuna, de acuerdo a la concentración de ingresos
a Unidades de Carabineros por vulneración de derechos o transgresión de
normas, lo que incide en la posibilidad de adecuaciones metodológicas
relevantes en términos de inserción en el territorio y de intervención en redes.
3. Asesoría Técnica y control de gestión. Su incorporación como parte de un
conjunto de proyectos asociados a la implementación de un proceso específico
de asesoría técnica y control de gestión encabezado directamente por un equipo
de la Dirección Nacional de Sename 7 .
4. Articulación
con
otros
proyectos
y
servicios
implementados
especialmente en el marco del programa. Como parte del Programa se
incluye la implementación de proyectos comunales de intervención
especializada en niños/as y adolescentes con consumo problemático de drogas
Nivel de Baja Complejidad: Presencia de situaciones que se constituyen en señales de alerta a considerar,
pero que no provocan un daño evidente en niños/as y adolescentes en lo que al ejercicio de sus derechos se
refiere.
Nivel de Mediana Complejidad: Presencia de situaciones que se constituyen en evidentes señales de alerta
de cronificación de vulneraciones de derechos ya presentes, que provocan daño y/o amenazan los derechos
de niños/as y adolescentes y que se manifiestan en diversos ámbitos de la vida de éstos ya sea a nivel
personal, familiar y/o socio-comunitario.
Nivel de Alta Complejidad: Por alta complejidad se entiende la presencia de situaciones que se constituyen
en evidente riesgo o daño, a nivel individual, familiar y social, entre las que cuentan consumo problemático
de drogas, desescolarización o deserción escolar, trastornos emocionales o conductuales, situación de calle,
peores formas de trabajo infantil, vinculación a conflictos con la justicia dentro de sus trayectorias de vida o
por las que resultan inimputables ante la ley, vida en contextos de violencia y riesgo vital. Todas ellas,
situaciones que pueden darse además simultáneamente en la población atendida. (Documento del Área de
Gestión programática, 2009)
5
Se opta por el uso del término prácticas transgresoras como aquellas que, más allá de constituirse o no en
delitos, transgreden normas sociales y/o vulneran los derechos de otros/as. Entenderemos, a su vez, que
dichas prácticas constituyen asimismo, y de manera habitual, situaciones de vulneración de derechos.
6
Se entenderá como preferente la atención simultánea de 25 casos provenientes del PSI 24 horas,
equivalentes al 50% de su cobertura.
7
Se tendrá especial atención, en conjunto con la supervisión técnica, que el sujeto de atención sea el que
corresponde a la modalidad en favor de la eficiencia de los recursos entregados por el Estado.
Servicio Nacional de Menores
3
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
(PDC), al igual que proyectos de reinserción educativa en caso de
desescolarización (PDE). Estos proyectos son complementarios a la
intervención de PIE y constituyen un recurso exclusivo para procesos
de derivación e intervención conjunta. Es decir, que cada uno de estos
proyectos, estará destinado a los/as niños/as y adolescentes que lo requieran
entre aquellos identificados y atendidos por el PIE implementado por el
Programa Vida Nueva, por lo que resulta fundamental el desarrollo de procesos
de intervención de manera permanente y fluida entre estos proyectos, los que
deben traducirse, necesariamente, en el diseño e implementación de planes de
intervención conjuntos entre estos distintos proyectos para cada usuario/a
atendido/a.
5. Articulación con programas ambulatorios de salud mental. Corresponde a
una modalidad de atención dispuesta desde el Ministerio de Salud para la
atención preferente de niños, niñas y adolescentes derivados desde los
proyectos implementados como parte del Programa Vida Nueva.
II. Objetivos
2.1. Objetivo general.
Contribuir a la interrupción de situaciones de vulneración de derechos y prácticas
transgresoras de niños, niñas y adolescentes (NNA) en situaciones de alta complejidad
provenientes preferentemente del PSI: 24 Horas.
2.2. Objetivos específicos.
1. Desarrollar procesos de intervención a nivel individual y familiar para la
interrupción de vulneraciones de derechos y la reparación de daños asociados a
dichas vulneraciones.
2. Desarrollar procesos de intervención orientados al desarrollo de habilidades
cognitivas, emocionales 8 y conductuales en los niños/as y adolescentes atendidos
por el proyecto.
3. Desarrollar procesos de intervención orientados al fortalecimiento de las funciones
parentales normativas y de cuidado, en las familias o referentes adultos de los
niños, niñas o adolescentes atendidos por el proyecto.
4. Desarrollar acciones de coordinación y colaboración permanente con dispositivos de
intervención complementarios al PIE u otros que forman parte del Programa Vida
Nueva o de la red local de atención, en aquellos casos de niños, niñas o
adolescentes y/o las familias que lo requieran.
2.3. Resultados esperados
1. Interrupción de situaciones de vulneración de derechos y reparación de los daños
asociados.
2. Desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y conductuales necesarias para
una adecuada integración social, en niños/as y adolescentes atendidos por el
proyecto.
3. Desarrollo de habilidades parentales necesarias para ejercer una parentalidad bien
tratante.
4. Incorporación de dispositivos de intervención complementarios al PIE en aquellos
casos que lo requieran, en particular proyectos de reinserción educativa (PDE), de
tratamiento por consumo problemático de alcohol y otras drogas (PDC) y
dispositivos ambulatorios de salud mental implementados desde los servicios de
salud.
8
Las habilidades emocionales incluyen el reconocimiento de emociones, su denominación, la modulación de
afectos, la distinción entre conducta y emoción, el reconocimiento de las emociones del otro, la expresión de
afectos, entre otras.
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4
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
2.4. Indicadores
Se espera que al presentar los indicadores al menos se consideren los aspectos que se
presenten a continuación, para el establecimiento de las fórmulas de cálculo
correspondientes:
1. Al menos un 55% de los niños, niñas y adolescentes que ingresan al programa
presentan egresos exitosos. 9
2. Al menos un 55% de los niños, niñas y adolescentes desarrollan habilidades
cognitivas, emocionales y conductuales.
3. Al menos un 55% de las familias incorporadas a los procesos de intervención
modifican patrones de interacción, orientándose a un mejor desarrollo de las
funciones normativas y de cuidado.
4. Coordinación con proyectos de reinserción educativa (PDE) para la atención
complementaria del 100% de casos que lo requieran.
5. Coordinación con proyectos de tratamiento del consumo problemático de alcohol y
otras drogas (PDC) para la atención complementaria del 100% de casos que lo
requieran 10 .
6. Coordinación con proyectos de atención ambulatoria en salud mental para la
atención complementaria del 100% de casos que lo requieran.
7. Diseño e implementación de planes de intervención conjuntos con oferta
complementaria en el 100% de casos en que corresponda11 .
III. Orientaciones técnicas específicas.
3.1. Sujeto de Atención.
La intervención especializada de este proyecto está dirigida a niños, niñas y
adolescentes, preferentemente entre 12 y 16 años, en
situaciones de alta
complejidad, preferentemente derivados desde los organismos comunales encargados
de la administración del Programa 24 Horas en el sector indicado en el Anexo 1, los
que para el caso del Programa Vida Nueva podrán ser la Dupla de evaluación de riesgo
socio-delictual 12 o la Oficina de Protección de Derechos (OPD) de la comuna respectiva.
De acuerdo a la información inicial que puede aportar el PSI, los/as sujetos de atención
corresponderán principalmente a niños/as y adolescentes menores de 14 años que
comete ilícitos por los que resultan inimputables ante la ley; población de niños/as y
adolescentes que presentan reingresos alternantes entre vulneración de derechos e
infracción de norma (cuando éstas no constituyen delitos que ameriten sanción); y
población que presenta reingresos por infracción de normas, al tratarse de faltas entre
los 14 y 16 años (ver Ley 20.084 y 19.968).
También podrán atenderse niños/as y adolescentes que correspondan a un perfil de
alta complejidad, identificado desde otros actores comunales vinculados a la atención
de población proveniente del PSI: 24 Horas, por ejemplo, proyectos PIB u otros que
reciben derivaciones desde el Programa 24 Horas.
A partir del proceso de sistematización de la modalidad PIE (2007-2010), así como
desde el proceso de sistematización y asesoría a la modalidad en el marco de la
implementación del Programa Vida Nueva (2010-2011) y la revisión de literatura,
9
Se entenderá como egreso exitoso aquel que, de acuerdo a la evaluación del equipo de intervención,
presenta un cumplimiento parcial o total de los objetivos establecidos en el Plan de Intervención Individual.
Como referencia para la estimación de resultados, a septiembre de 2011 un 69% de la población infantoadolescente ingresada a los proyectos PIE que forman parte del Programa Vida Nueva presentan egresos
exitosos asociadas a la intervención.
10
De acuerdo a las plazas disponibles de los proyectos complementarios.
11
Es decir, de aquellos casos incorporados a los proyectos complementarios.
12
Las duplas de evaluación de riesgo socio-delictual corresponden a equipos psicosociales financiados y bajo
responsabilidad técnica del Ministerio del Interior y Seguridad Pública e instalados en el municipio, que
asumen la gestión de las listas del PSI 24 Horas, en especial de aquellos casos que ingresan indicando como
motivo la Infracción, con el objeto de determinar perfiles abreviados de riesgo socio–delictual y basar la
toma de decisiones de derivación de casos en función de estos perfiles.
Servicio Nacional de Menores
5
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
pueden señalarse algunas hipótesis generales y premisas sobre el perfil del sujeto de
atención que resultarán relevantes para el desarrollo de los procesos de intervención:
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
vii.
viii.
El perfil de atención de la modalidad presenta de manera recurrente situaciones
de vulneración de derechos en sus historias de vida, especialmente aquellas
asociadas a malos tratos, negligencia y abandono.
Sobre estas situaciones de vulneración presentes en las historias de vida,
comienza a darse en el sujeto de atención la presencia de conductas
transgresoras, ya sea durante la adolescencia temprana o tardía, etapa
asociada a su vez a una mayor autonomía del sujeto respecto de las familias y
escuelas como agentes socializadores. Estas conductas generalmente, a su vez,
constituyen formas de vulneración; sin embargo, la participación del sujeto en
dichas situaciones suele ser significada como una transgresión. Tal es el caso
del consumo de drogas, la desvinculación del sistema escolar, la utilización de
los niños/as o adolescentes por mayores para la comisión de ilícitos u otras
formas de explotación.
La presencia de conductas transgresoras durante la adolescencia puede
considerarse una situación esperable, ya que habitualmente éstas no resultarán
persistentes durante la vida adulta.
La presencia de conductas transgresoras no puede ser explicada
deterministamente por la presencia de vulneraciones de derechos. No obstante,
la presencia de ciertas vulneraciones de derecho aumentan el riesgo de que
estas conductas transgresoras sí se vuelvan persistentes. Entre estas
situaciones se encuentra la deserción escolar, el consumo de drogas, la
presencia de dinámicas familiares violentas o en que se valida la violencia o la
comisión de delitos o la utilización de niños y niñas para la comisión de ilícitos.
También se encuentran dentro de las situaciones de riesgo la vinculación a
grupos de pares asociados a prácticas transgresoras y actitudes favorables
hacia la violencia y transgresión.
Se ha observado además, a partir de las trayectorias de ingresos de niños y
niñas a la red de protección, la presencia de algunos indicadores que
permitirían predecir mayor riesgo de reingreso de niños, niñas y adolescentes a
la red de atención de protección y de justicia juvenil. Estos indicadores señalan
que a menor edad de un primer ingreso a la red, a mayor número de ingresos y
a mayor presencia de primer ingreso a la red residencial, las posibilidades de
reingresos aumentan. Esta información resulta relevante al momento de definir
los objetivos de intervención y diseñar las estrategias de atención para cada
caso, entendiendo no obstante, que dichas situaciones históricas no podrán ser
modificadas por la intervención.
El abordaje de las situaciones de vulneración, por sí solas, no necesariamente
conllevaría a la disminución de la presencia de comportamientos transgresores.
Ante ello, se requiere considerar en el diseño de la intervención estrategias que
aborden las situaciones de vulneración –y en especial aquellas mayormente
asociadas al riesgo de persistencia de las conductas transgresoras- y también
estrategias orientadas a la interrupción de dichas prácticas.
A nivel familiar, se presentará de manera recurrente familias con situaciones
multiproblemáticas. En ellas, en relación a los estilos de crianza de la población
infanto-adolescente a atender, tiende a presentarse un patrón de interacción
marcado por una escisión entre las funciones normativa y nutricia. De este
modo, la función normativa resulta inconsistente y habitualmente marcada por
malos tratos o violencia y desprovista de una dimensión afectiva; al mismo
tiempo, la función nutricia se ejerce de manera desproporcionada, y por tanto
desprovista de límites.
La distinción del sujeto de atención referida en el punto anterior reconoce la
necesidad de situar en el abordaje los tipos de dinámicas familiares y su
evolución a través del desarrollo de niños/as y adolescentes, especialmente
aquellas asociadas a prácticas transgresoras o de violencia. Éstas, a su vez,
pueden encontrarse sostenidas como patrones de interacción transgeneracional
insertos en un contexto socio-comunitario y cultural en que, por ejemplo, se
valida (o al menos se presenta ambivalencia frente a) la violencia en la
resolución de conflictos –en especial para la población de sexo masculino-, la
comisión de ilícitos como estrategia de sobrevivencia o de acceso a bienes de
consumo, las presencia de violencia en las relaciones de pareja (pololeos o
Servicio Nacional de Menores
6
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
ix.
x.
relaciones de convivencia). Del mismo modo, se pueden presentar
representaciones particulares respecto de temáticas como el embarazo, la
sexualidad o el consumo de drogas, entre otras.
Tiende a observarse un mayor ingreso de población masculina por prácticas de
violencia –superior al 70%- así como un mayor ingreso de mujeres por
situaciones de vulneración; la prevalencia de las prácticas de violencia entre
población masculina, así como las consiguientes particularidades de las mujeres
que de manera aparentemente minoritaria participan en dichas prácticas, hacen
necesario profundizar entre las nociones de violencia, adolescencia y género,
así como en su traducción en estrategias de acercamiento e intervención.
Tiende a presentarse un perfil de niños/as y adolescentes –así como de
familias- caracterizado por trayectorias de ingresos a programas de atención de
la red de protección social y de infancia, con resultados muchas veces
insatisfactorios. Ello suele conllevar importantes grados de desconfianza en los
programas sociales, que implican la necesidad de diseñar estrategias orientadas
a favorecer la adherencia a los procesos de intervención de manera transversal,
y especialmente durante los primeros meses de atención.
Estas hipótesis y premisas generales resultan fundamentales para considerar desde un
inicio diseños de intervención claramente ajustados a distinciones de desarrollo
evolutivo (entre infancia, adolescencia temprana y adolescencia tardía), patrones de
funcionalidad familiar y género. Sobre estas distinciones podrán establecerse otras, de
acuerdo a lo que se genere dentro de un proceso diagnóstico.
3.2. Vías de Ingreso
Se consideran como vías de ingreso:
a. Derivaciones desde la dupla de evaluación de riesgo socio-delictual.
b. Derivaciones desde la Oficina de Protección de Derechos. En el caso de la
Oficina de Protección de Derechos, está administrará la información relativa a
“Vulneración de Derechos” como motivo de ingreso que señala el PSI 24 Horas.
Ambas entidades –Oficinas de Protección de Derechos y dupla de evaluación de
riesgo socio-delictual- están encargadas de la administración de las listas del
Programa 24 Horas, de niños/as y adolescentes provenientes del sector
focalizado de acuerdo al Anexo 1 de las Bases Administrativas.
Se entenderá operacionalmente como atención preferente que el
proyecto asegure al menos la atención simultánea de 25 casos
provenientes del PSI 24 Horas, correspondientes al 50% de su
cobertura.
c. Derivaciones de otros actores comunitarios, como pueden ser escuelas,
consultorios, municipio, organizaciones comunitarias, entre otras,; dichas
derivaciones deberán corresponder siempre a población del territorio
focalizado del proyecto y al perfil de atención de la modalidad, descrito
en el acápite 3.1, referido a sujeto de atención.
d. Detección directa por parte de los equipos en los territorios, considerando que
los proyectos se focalizan en sectores de la comuna, con altos índices de
vulnerabilidad.
3.3. Cobertura y Focalización Territorial
a. Cobertura 13
Se proyecta una cobertura de 50 plazas.
13
Por cobertura se entenderá el número de niños/as y adolescentes factibles de ser atendidos
simultáneamente por el proyecto.
Servicio Nacional de Menores
7
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
b. Focalización Territorial
Los proyectos contemplan la atención de población menor de edad correspondiente al
sector indicado en el Anexo 1, donde se instala el proyecto, y que de manera
preferente ha ingresado a alguna Unidad Policial de Carabineros de Chile, por
vulneración de derechos o infracción de norma y por ello, forma parte de las listas
emitidas al respectivo Municipio para su correspondiente atención, en el marco del PSI:
24 Horas.
Lo anterior implica la necesidad de relevar, dentro del proceso de instalación del
proyecto en el territorio, una estrecha articulación con el Municipio, y especialmente
con la dupla de evaluación de riesgo socio–delictual y la Oficina de Protección de
Derechos, como instancias vinculadas al contacto, atención y/o seguimiento de los
casos registrados en las listas de Carabineros. Dicha articulación es esencial para
favorecer procesos de derivación expeditos y atingentes al perfil del proyecto, del
mismo modo que acciones complementarias y colaborativas en aquellos casos que
corresponda, tanto con el Municipio como con otras organizaciones de la comunidad
local.
El lugar del Municipio no sólo resulta clave en tanto en él se instalan los equipos
encargados de los procesos de derivación, sino que resulta un actor fundamental como
gobierno local y responsable del convenio con Carabineros que establece los
compromisos locales que forman parte del Programa de Seguridad Integrada 24 Horas.
En este escenario, los proyectos que se implementan como parte del Programa Vida
Nueva se constituyen en el recurso local para el desarrollo del convenio con
Carabineros. Del mismo modo, cuenta con un conjunto de servicios cuya disponibilidad
favorece los procesos de integración social de los niños/as y adolescentes atendidos y
sus familias.
Por otra parte, el organismo oferente debe asegurar que el proyecto esté ubicado en el
sector específico desde donde proviene la población objetivo, lo que facilite procesos
de derivación desde otros actores locales e ingresos por detección directa y demanda
espontánea, y favorezca las condiciones de acceso de la población atendida, la
congruencia con las necesidades de los/as usuarios/as y la intensidad de la
intervención.
3.4. Marco general para el desarrollo del proyecto.
Se espera, en la formulación de la propuesta, especial consideración a las siguientes
orientaciones como definiciones básicas que orientan el quehacer del proyecto:
3.4.1
Convención de los derechos del Niño: Marcos Normativos sobre
prevención de las violencias y el delito.
Con la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (1990), se instala un
marco normativo, que define los derechos como el eje central para la acción de los
estados en materia de infancia. Desde este enfoque, niños, niñas y adolescentes son
reconocidos, no como objetos de atención, sino como sujetos de derechos, y se deben
realizar esfuerzos para que dichos derechos sean ejercidos, defendidos y exigidos. Una
cuestión central resulta, por tanto, promover el bienestar de niños, niñas y
adolescentes, en torno a cuatro principios básicos: no discriminación, el interés
superior del niño, el derecho a la supervivencia y el desarrollo, y el derecho a ser
escuchado.
En materia de prevención de las violencias, se puede destacar lo señalado en los
artículos 32 al 36, relativo a las acciones que a los estados partes corresponden para la
protección de los niños y niñas contra las distintas formas de maltrato y explotación. A
su vez, en su Artículo 39 señala que:
“…los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para promover la recuperación
física y psicológica y la reintegración social de todo niño víctima de: cualquier forma de
Servicio Nacional de Menores
8
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
abandono, explotación o abuso; tortura u otra forma de tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes; o conflictos armados. Esa recuperación y reintegración se llevarán a cabo en un
ambiente que fomente la salud, el respeto de sí mismo y la dignidad del niño.”
Para el caso de niños/as o adolescentes que participan en situaciones de violencia o
delictivas, el artículo 41, punto 3 indica que:
“Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento
de leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se
alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables de haber
infringido esas leyes, y en particular:
a.
b.
El establecimiento de una edad mínima antes de la cual se presumirá que los niños no
tienen capacidad para infringir las leyes penales;
Siempre que sea apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños
sin recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respetarán
plenamente los derechos humanos y las garantías legales.”
De lo anterior, cabe destacar la relevancia en el desarrollo de acciones preventivas,
que por una parte promuevan el bienestar de niños, niñas y adolescentes y respondan
a la provisión de servicios de protección, restitución de derechos y reparación de daños
asociados a vulneraciones de derecho, y que por otra promuevan la generación de
respuestas que no recurran al ámbito judicial, asegurando al mismo tiempo que dichas
respuestas estarán ajustadas a un enfoque de derechos.
Estos principios centrales también son planteados en Reglas mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de la Justicia de Menores o Reglas de Beijing (1985) y
en las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil,
o Directrices de Riad (1990).
Las Reglas de Beijing (1985), en sus orientaciones generales apuntan al rol de los
estados miembros para que, en el desarrollo de una política social, se procure
promover el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, la generación de condiciones
para el desarrollo que mantenga a éstos al margen de la exposición al delito y la
delincuencia y la articulación de diversos recursos disponibles para el desarrollo de
intervenciones para población en problemas con la justicia que reduzcan la
intervención desde el ámbito jurídico, incluyendo de este modo de manera prioritaria a
la familia, la escuela y organismos comunitarios.
Es importante destacar que estas reglas se consideran extensibles a todos los niños,
niñas y adolescentes en lo referido a los procedimientos relativos a la atención y a su
bienestar (Regla 3.2), y no sólo a aquellos involucrados en situaciones de violencia o
delitos.
Por su parte, las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la
Delincuencia Juvenil, o Directrices de Riad (1990), declara que el desarrollo de una
política y medidas de prevención deben incluir un especial énfasis en el otorgamiento
de un soporte para el adecuado desarrollo y la atención de las diversas necesidades de
los y las jóvenes, en particular para quienes están en situaciones de mayor riesgo o
vulnerabilidad y requieren “de cuidados y protección especiales” (Principio 1.5.a).
Tanto la Convención sobre los Derechos del Niño, como las Directrices de Riad y las
Reglas de Beijing, indican la necesidad de favorecer el desarrollo de acciones que
eviten el ingreso de los niños/as y/o adolescentes al sistema judicial, al menos frente a
prácticas transgresoras que no constituyan delitos o bien frente a delitos de menor
gravedad. Así, el documento de trabajo “Los Niños, los Jóvenes y la Delincuencia” del
12º Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Justicia Penal
(Salvador, 2010) señala en su punto 32 que:
“…muchos programas elaborados completamente al margen del sistema de justicia penal, en
las escuelas o en la comunidad, pueden brindar a la comunidad una oportunidad de dar una
respuesta educativa apropiada a los delitos leves y otros conflictos, sin tachar oficialmente de
delictivo un determinado comportamiento o a una determinada persona”.
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En resumen, a partir de lo indicado en los párrafos anteriores, es posible establecer
algunos criterios fundamentales para el desarrollo de acciones desde un enfoque de
derechos frente a población infanto-adolescente que presenta conductas transgresoras,
y que dicen relación con:
1) relevar el marco de acción en torno a la protección de los derechos y la
promoción del bienestar y el ejercicio de derechos de los niños, niñas y
adolescente, en base al respeto a los principios de la Convención;
2) el énfasis promocional y en la integración en lugar de la socialización y el
control;
3) el lugar clave de la familia en el desarrollo de cualquier acción preventiva y
promocional;
4) el acercamiento a la presencia de conductas transgresoras como prácticas
frecuentes propias del desarrollo evolutivo y que en forma minoritaria resulta
persistente en la vida adulta;
5) el desarrollo de acciones que sólo recurran al ámbito judicial en casos
estrictamente necesarios, evitando la estigmatización;
6) la articulación a nivel comunitario con otros actores que favorezcan procesos
de integración y provisión de servicios que apunten a la satisfacción de las
distintas necesidades de los niños/as y adolescentes y sus familias y;
7) el lugar clave de la participación de los niños, niñas y adolescentes, tanto
como derecho a restituir y promover, como una estrategia efectiva para la
prevención.
3.4.2
a)
Enfoques para la intervención
Integralidad:
Del marco normativo señalado en el punto anterior, la simultaneidad de las situaciones
de vulneración, así como de prácticas transgresoras, obligan al desarrollo de
alternativas de análisis y abordaje que permitan la integración de temáticas
generalmente atendidas y comprendidas de manera lineal o fragmentada. Para ello,
una alternativa es la identificación de aquellas dimensiones que pudiesen resultar
transversales a ellas –por ejemplo, la presencia de la violencia como modo de relacióna partir de las cuales se puedan diseñar e implementar dispositivos de intervención (a
nivel individual, familiar y/o comunitario) que se traduzcan en efectos a distintos
niveles. Es aquí donde se instala la coherencia de un enfoque socioeducativo de
intervención.
Lo anterior puede traducirse en la planificación y desarrollo de procesos de
intervención en base a una priorización de las dimensiones identificadas, y la
subsecuente secuencialización de la intervención en torno a dichas prioridades y sus
posibilidades de abordaje, estableciendo además procedimientos de monitoreo
periódicos de los avances en cada ámbito de intervención definido. Ello permite
ordenar la intervención, a través de la formulación de hipótesis de trabajo
aglutinadoras que favorezcan la focalización de respuestas.
Este ordenamiento de la intervención puede aparecer, de este modo, como el diseño
de procesos de intervención “a la medida de los/as usuarios”, en base a un criterio de
integralidad.
Coherentemente este abordaje considera la planificación de los diversos
requerimientos de atención que el niño, niña o adolescente y su familia necesiten a su
vez desde otros sectores u organismos públicos que operan en el territorio. El criterio
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de integralidad no implica asumir directamente la responsabilidad por la totalidad de
los factores asociados al problema, sino más bien focalizarse en aquellos ámbitos y
prioridades definidas, y generar las coordinaciones necesarias con otros actores para
favorecer las respuestas que desde dichos ámbitos se requiere. El fin es lograr la
complementariedad de las intervenciones, coordinando a los equipos que desde salud,
educación, u otros que conforman el sistema de protección social, puedan confluir en la
intervención con el sujeto y su familia. Esto posibilita el logro de objetivos comunes,
promueve la intersectorialidad y el trabajo en red.
La implementación de proyectos complementarios –PDE, PDC y equipos ambulatorios
de salud mental- responde a este principio de integralidad y complementariedad. Sin
embargo, a partir de la sistematización y asesoría del Programa Vida Nueva, se ha
observado que un trabajo complementario e integral con otros actores debe considerar
al menos los siguientes requisitos:
-
Diferenciación: la posibilidad de generar un abordaje integral articulado con
otros requiere de claras definiciones de los objetivos y metodologías de cada
proyecto vinculado a la intervención del usuario/a y su familia. Estas
definiciones deben establecer con claridad los alcances y limitaciones de la
intervención de cada proyecto, lo que reduce los riesgos de duplicidad de
funciones y objetivos, y la consiguiente confusión de los usuarios. El desafío de
la diferenciación se ha observado como uno de los más recurrentes, en la
medida que implica la operacionalización de las prácticas del proyecto, y la clara
explicitación de ámbitos que quedan fuera de su experticia.
-
Coordinación permanente: un requerimiento para la adecuada gestión de la
intervención del proyecto es la coordinación constante con los proyectos
complementarios. Ello no sólo contribuye a optimizar los recursos para la
intervención, sino que especialmente apunta a la operacionalización de las
prácticas y procedimientos en torno a los casos, de un modo tal que permita un
ejercicio de la intervención como si fueran un solo proyecto. Este tal vez
resulte uno de los mayores desafíos, no sólo por una alta inversión de tiempo,
sino principalmente en tanto implica gestionar el proyecto como una iniciativa
que se expone en una relación con otros.
-
Orientación a la tarea de intervención: la demanda de coordinación para la
intervención complementaria requiere establecer con claridad los objetivos,
actividades e indicadores de dicha articulación, en tanto es el niño/a o
adolescente y su familia quienes en definitiva se verán afectados por las
dificultades que se presenten en la relación entre equipos.
-
Generación de procedimientos y protocolos: resulta fundamental para una
coordinación efectiva que cada una de las partes tenga un conocimiento
anterior de lo esperable de la articulación con sus proyectos complementarios.
Una buena estrategia es la generación de protocolos de acción u otros
procedimientos estructurados que predefinan cursos de acción entre equipos
tanto frente a situaciones o procesos cotidianos (derivación, diagnóstico, diseño
e implementación de planes de intervención, evaluación de egreso,
seguimiento), como frente a situaciones excepcionales pero esperables
(recaídas en el proceso, eventos inesperados, situaciones de crisis, etc.).
-
Confianza: si bien no puede plantearse en rigor como un requisito a trabajar –
sino más bien como una consecuencia de un trabajo articulado- la generación
de climas de confianza resulta clave, por lo que es altamente esperable el
desarrollo de acciones orientadas a dicho fin, en términos de una disposición
genuina al trabajo con otros en la medida que un buen trabajo redundará en
una mejor intervención con los niños/as y adolescentes.
Por otra parte, más allá de la articulación directa con los proyectos complementarios
PDE, PDC y programas ambulatorios de salud mental, se espera la participación
permanente de representantes del proyecto en las Mesas Comunales de Gestión de
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11
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Casos 14 , que son instancias de coordinación quincenal o mensual entre representantes
de la totalidad de los proyectos involucrados directamente en la implementación del
Programa Vida Nueva a nivel local.
b)
Desarrollo Evolutivo:
Las personas nos vamos construyendo a través de la vida producto de la continua
interacción de distintos componentes, sean éstos biológicos, ambientales y culturales,
por ejemplo. A lo largo de este proceso vamos adquiriendo una identidad biológica,
psicológica y social, que intenta equilibrar las propias necesidades con las del contexto
en que cada persona se desenvuelve. Los niños, niñas y adolescentes se encuentran en
proceso de desarrollo y sus necesidades, habilidades y recursos van cambiando de
acuerdo a las distintas etapas del ciclo vital.
En este sentido la perspectiva evolutiva es un enfoque esencial que orienta el
diagnóstico y también la intervención; permite conocer no sólo lo que es esperable en
relación a cada etapa sino que reconocer que es lo que se considera una desviación en
el desarrollo. Del mismo modo, nos permite tener presentes los factores que pueden
afectarlo tanto a nivel individual, familiar, ambiente más cercano, como los contextos
más amplios.
Conocer y profundizar en la perspectiva evolutiva además orienta e incluye en la
intervención las características propias del desarrollo con la finalidad de implementar
metodologías de intervención que acompañen respetuosamente las singulares
necesidades y desafíos que los niños, niñas y adolescentes enfrentan en cada etapa. La
sensibilidad respecto de los desafíos, inquietudes y anhelos de las distintas etapas del
ciclo evolutivo de alguna manera ayuda a moderar las expectativas y exigencias por
parte del mundo adulto hacia ellos/as.
c)
Intervención con Familias:
Resulta fundamental para la intervención con niños/as y adolescentes incorporar a la
familia en este proceso dada la importancia que tienen en su desarrollo. La familia es
un sistema inmerso en un sistema social, tanto sus orígenes como sus pautas de
relación se encuentran interrelacionados con los cambios de la sociedad a la cual
pertenece. Estos factores contextuales deberán ser atendidos a la hora de entrar en
relación con cada familia en particular, explicitándolos en los diagnósticos y también
durante el proceso interventivo.
La complejidad de los fenómenos abordados, además de su multicausalidad y
diversidad de dominios de existencia, que conviven al mismo tiempo, demandan un
actuar interdisciplinario. De este modo, se espera que se tengan a la vista en todo el
proceso elementos del ámbito biopsicosocial, cultural y sistema de creencias
dominantes. La familia vista como un sistema abierto está compuesta por subsistemas
(parental, conyugal, fraterno) que- a su vez-contienen otros subsistemas individuales
en interacción no sólo entre sí, sino que también con otros sistemas sociales.
Al comprender a la familia como un sistema integral y dinámico será posible visibilizar
a sus miembros en permanente y mutua influencia. La interacción significativa entre
subsistemas invita a pensar que un cambio en la forma de relacionarse podría
comenzar por cualquier integrante, incidiendo en la atmósfera colectiva en donde ésta
se desenvuelve, promoviendo cambios en los demás integrantes.
Por otra parte, la familia es la encargada de satisfacer las necesidades biológicas y
afectivas de las personas. Influye en el desarrollo integral de sus miembros y también
prepara la inserción de éstos en la cultura, socializando, modelando, promoviendo
premisas, valores y modos de actuar que se van consolidando con el tiempo. Es así
como temas relacionados con las jerarquías, límites (fronteras entre subsistemas),
14
Las Mesas Comunales de Gestión de Casos, corresponden a una instancia de coordinación periódica entre
representantes de los proyectos implementados como parte del Programa. Estas reuniones –realizadas de
manera quincenal o mensual- se orientan a favorecer el adecuado desarrollo y mejoramiento continuo del
sistema de atención a través del análisis de los procesos de ingreso, derivación, intervención y egreso de
casos generados e implementados por los mismos proyectos a nivel local.
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12
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estrategias para resolver conflictos, modos de expresar afecto o construcción de
hábitos, por ejemplo, atraviesan distintas generaciones y tienden a replicarse.
La habilidad de los equipos interventores para participar en la generación de cambios
favorables y beneficiosos para la familia es esencial. Diagnósticos que consideren
aspectos de la historia particular, su idiosincrasia, seguramente incrementará las
probabilidades de promover cambios en los patrones interaccionales actuales que
aparecen perjudiciales y obstaculizadores de un desarrollo integral de sus miembros. El
foco puesto en factores familiares de tipo estructural, relacionales y vinculados con el
ciclo evolutivo colectivo muchas veces abre oportunidades de cambio en los diferentes
subsistemas, incluyendo al sistema que interviene.
d)
Género:
Se espera que la metodología incluya la perspectiva de género tanto como un enfoque
transversal a la intervención, como a la gestión del proyecto. Constituye de este modo
una dimensión relevante en procesos de toma de decisión, dado que incluye los
propios sentidos y significaciones de los equipos de intervención y sus implicancias en
procesos de intervención individual y familiar, organización de equipos de trabajo,
coordinaciones intersectoriales, etc.
Es importante destacar que el enfoque de género no es hacer referencia a lo femenino,
sino a las relaciones establecidas entre hombres y mujeres a partir de definiciones,
sentidos y significados otorgados al ser hombre o mujer.
Este tipo de modalidad de atención se orienta a población mixta 15 , por lo que se debe
consignar en la propuesta la información desagregada por sexo, tanto en el diagnóstico
del proyecto como en la experiencia anterior de trabajo -si ésta es pertinente a la
actual presentación-, con un breve análisis que considere las similitudes y diferencias
tanto de las prácticas transgresoras observadas, sus sentidos y motivaciones, la
situación de vulneración de derechos que afectan a niños y niñas, y los tiempos de
permanencia. Al mismo tiempo, deben incluir en el proceso de intervención con los
niños/as y las familias las distinciones de género necesarias, de modo que las
intervenciones sean adecuadas a cada niño, niña o adolescente varón o mujer (ello
implica, por ejemplo, reconocer las implicancias del desarrollo de procesos de
intervención por integrantes masculinos o femeninos del equipo de atención, de
acuerdo a las vulneraciones identificadas; el desarrollo de la identidad sexual y de
género durante la infancia y adolescencia; diferencias en patrones de crianza en las
familias de acuerdo al sexo del niño/a; roles familiares asignados a integrantes de la
familia de acuerdo al sexo, etc.).
De igual manera, deben considerar la incorporación de este enfoque en los procesos de
monitoreo y evaluación final del período de ejecución del proyecto, que permita dar
cuenta de la relación entre el tipo de situaciones que motivan el ingreso al programa,
la gravedad del daño y el sexo de las personas afectadas, así como evidenciar los
diversos cambios experimentados.
Se debe contar en el equipo de trabajo, con profesionales que tengan formación en
enfoque de género, ya sea por su propia experiencia, o por estudios acreditados.
Además se debe considerar la realización de iniciativas de formación en la perspectiva
de género.
e)
Autocuidado de equipos:
Trabajar en un contexto como la atención a niños, niñas y adolescentes que viven
situaciones de vida de alta complejidad, donde la violencia social e intrafamiliar son
parte de sus experiencias de vida, implica para los equipos interdisciplinarios que
intervienen con estas familias una alta carga emocional. Esta se puede ver reflejada
tanto a nivel individual como del trabajo y convivencia del equipo, impactando la
intervención con el sujeto de atención.
15
Si bien se ha observado el ingreso mayoritario de población masculina.
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13
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De esta forma la violencia social de la cual son testigos debe considerarse a la hora de
intervenir, con el propósito de asegurar la atención y protección de los niños, niñas y
adolescentes. Por ello, resulta imprescindible que se desarrollen diversas estrategias
que permitan hacerse cargo de que para cuidar a otros es necesario reconocer el
impacto que la violencia genera en los equipos y en los profesionales que trabajan.
La permanente exposición a situaciones de alta vulnerabilidad y marginalidad que
involucran también a niños, niñas y adolescentes hace probable un nivel importante de
desgaste profesional. Las consecuencias pueden apreciarse por ejemplo en la alta
rotación de integrantes de un equipo, convivencia que pierde el componente
contenedor, empobrecimiento en las discusiones técnicas y baja calidad en el servicio
ofrecido.
Por lo anterior resulta prioritario que los equipos desarrollen estrategias de
autocuidado. Se estima necesario que los equipos construyan en conjunto acciones de
afrontamiento que eventualmente podrían aplicarse de manera individual o bien como
equipo de trabajo. Esta relevancia en el cuidado de cada miembro del equipo, posterior
debate y consenso respecto a medidas para aplicar, tiene como propósito principal
prevenir los déficit y promover el fortalecimiento del bienestar en los niveles físicos,
emocionales y relacionales.
Preocuparse por el cuidado del equipo implica también hacerse responsable del propio
mirar como interventor social, el cual siempre participa activamente de lo que ve,
poniendo en juego sus estados emocionales, premisas y valores en la relación con
otro. Un equipo que disminuya su capacidad de dialogar, de intercambiar puntos de
vista, perdiendo fuerzas para integrarlos hacia una intervención pertinente y oportuna,
corre el riesgo de que su servicio no sea de una calidad óptima. Por su parte, un
equipo que levante estrategias de cuidado, incrementará su campo relacional,
haciendo posible una dinamización de la conversación, ampliando su mirada y estando
disponible para la escucha y la co-construcción junto con el sujeto de atención.
3.5. Marco Metodológico
3.5.1.
Sistema tutorial
La propuesta de intervención de la modalidad se funda en un sistema de tutorías, que
apunta al acompañamiento regular y planificado de cada usuario/a ingresado por
figuras adultas, y de manera particular en el espacio donde el niño/a o adolescente se
desenvuelve. Este acompañamiento se sostiene sobre la construcción de un vínculo
que sirve de soporte para el desarrollo paulatino de un proceso reflexivo, entendido
como la posibilidad de que el niño/a o adolescente pueda aproximarse a una
problematización de su vida cotidiana desde un lugar distinto –en el sentido de
alteridad-, que permita orientar alternativas de acción y de construcción de futuro.
Al hacer referencia a un sistema de tutorías, es importante aclarar que no hace
referencia al rol del tutor, sino a la organización de la intervención de un
equipo multidisciplinario en torno a un foco fundamental de acompañamiento
continuo de los niños, niñas y adolescentes y sus familias que favorezca el
desarrollo de procesos reflexivos en torno a la cotidianeidad. 16
Este sistema debe responder al menos a tres siguientes niveles de intervención: con el
niño/a o adolescente, con la familia y con la comunidad.
i.
16
Intervención con el niño/a: la intervención con el niño/a y adolescente
supone la generación del vínculo en un lugar central y transversal, orientado, en
primer término, a la protección de sus derechos y la restitución de aquellos que
han sido vulnerados, la reelaboración de las experiencias de vulneración y el
abordaje de los daños asociados a dichas experiencias, y el desarrollo de
Ver distribución de funciones del equipo, pág. 24.
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14
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procesos reflexivos en torno a la cotidianeidad, y focalizados en especial hacia
el fortalecimiento de habilidades cognitivas, emocionales y socio-conductuales
que apunten a una revisión de las pautas que afectan su desarrollo vital.
Es fundamental en la intervención con el niño/a o adolescente –así como en la
intervención familiar- poner especial énfasis en los recursos personales,
familiares y comunitarios que pueden disponerse para el desarrollo de los
procesos de atención. Ello implica un ejercicio permanente y fundamental de los
equipos de intervención que logre identificar factores protectores a nivel
individual, familiar o comunitario, pero especialmente un análisis de las
situaciones problemáticas que logre resignificar aspectos de ellas que puedan
constituirse en un recurso para la intervención.
ii.
Intervención con la familia: en este nivel, la intervención deberá orientarse
de manera prioritaria a promover la responsabilización y empoderamiento de la
familia como garante y figura protectora, y fortalecer los roles normativos y de
cuidado hacia los/as niños/as y adolescentes. En este sentido, cobra particular
relevancia la identificación de recursos familiares –en términos de prácticas que
den cuenta de buenos tratos en la historia familiar- que puedan ser rescatados
y potenciados tanto a través de una intervención psicológica, como mediante el
acompañamiento y la intervención psico y socioeducativa. No obstante, dada la
posibilidad de que sea el mismo contexto familiar un espacio vulnerador o
amenazante –por ejemplo, frente a situaciones de grave abandono, negligencia,
o frente a casos de explotación tales como la utilización de niños/as o
adolescentes en la comisión de actos ilícitos- podría requerirse del uso de
medidas judiciales. Éstas, dado el impacto que generan a nivel familiar y en el
vínculo del niño/a o adolescente con el equipo de intervención del proyecto,
deberán ser diseñadas e implementadas como estrategias que asuman y
mitiguen dicho impacto.
Desde la experiencia de implementación del programa, será altamente probable
que en el proceso de intervención familiar surjan situaciones de vulneración no
resueltas en las historias de vida de las propias madres, padres o referentes
significativos, que inciden directamente en las dinámicas familiares actuales y
en sus posibilidades de resolución. Ante esta situación, si bien puede
considerarse que la intervención que se ofrezca a este nivel tendrá un efecto
reparador, resultará conveniente favorecer procesos de derivación asistida y
coordinación con la oferta ambulatoria de salud mental existente en el territorio.
Dicha articulación no solamente constituye un ejercicio de focalización de la
respuesta del PIE, sino que es en sí misma una intervención que favorecerá la
adecuada utilización del conjunto de servicios existentes a nivel local,
contribuyendo de este modo a la integración social de las familias.
iii. Intervención con la comunidad y redes: orientada a reconocer, activar y
fortalecer los soportes comunitarios y sectoriales para la protección, al menos,
de los/as usuarios/as del programa y sus familias. En este nivel se incluye la
coordinación con los equipos complementarios (PDE, PDC y proyectos
ambulatorios de salud mental) y con la Mesa Comunal de Gestión de Casos,
como soportes básicos del Programa.
Desde el principio de integralidad, es fundamental considerar a cada uno de
estos equipos como parte de una única oferta multiprogramática al servicio de
los niños/as y adolescentes en situaciones de alta complejidad ingresados a
través del PIE, desde el proceso diagnóstico, la elaboración y ejecución de los
planes de intervención, y la evaluación del egreso. Así, el PIE constituye una
puerta de entrada, un articulador y un recurso –desde un enfoque psicosocial y
socioeducativopara
la
incorporación
de
dispositivos
diversos
y
complementarios, ajustados a cada caso.
A nivel intersectorial, se espera el desarrollo de acciones orientadas a la
articulación de diversos sectores a nivel comunal, incluso regional en algunas
materias, en que el foco está puesto en posibilitar el acceso a diversos servicios
y ofertas sectoriales para la satisfacción de necesidades prácticas de los/as
usuarios/as. En este nivel, las acciones que se realicen en el marco de las
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15
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mesas comunales de gestión de casos puede constituir una importante
oportunidad.
El otro ámbito, dice relación con necesidades estratégicas que se vinculan con
la visibilización de la población infanto-juvenil sujeto de atención y la necesaria
sensibilización de los sectores respecto de conceptualizar a niños, niñas y
adolescentes como sujetos/as de derechos, a partir de los procesos de
intervención desarrollados. Con ello se apunta a favorecer el desarrollo de
soportes comunales sustentables a mediano y largo plazo, que promuevan el
desarrollo y protección de los usuarios/as del proyecto (niños/as, adolescentes
y sus familias) y permitan en su conjunto, contribuir al desarrollo de sistemas
locales de protección de derechos infanto-adolescentes, transversalizando la
responsabilidad de la atención de los niños/as y adolescentes de un sector o
comuna. Este ámbito, si bien se considera ideal, se asume como un eje de
menor impacto dentro de las posibilidades de acción del PIE.
Entre los sectores a considerar, destaca:
-
-
-
-
Salud: implica en primer lugar la coordinación con los centros
ambulatorios de atención en salud mental, fortalecidos desde el
Ministerio de Salud para la atención preferente de población proveniente
del Programa Vida Nueva. Además, puede implicar coordinaciones
tendientes, por ejemplo a la inscripción en Centro de Salud, acciones
para la prevención de ITS, vinculación a Espacios Amigables,
coordinación con el programa Chile Crece Contigo, entre otros.
Educación: coordinaciones para favorecer la retención de niños/as y
adolescentes en el sistema educativo y la reinserción educativa, cuando
corresponda, en este último caso en coordinación con los proyectos
especializados (PDE). En este ámbito, es relevante tanto el trabajo
conjunto con las instancias municipales vinculadas a la educación, como
el trabajo directo con los establecimientos educativos, para articular
acciones específicas en el marco del plan de intervención con los/as
usuarios y para avanzar en la sensibilización del sistema educativo que
promueva escuelas más inclusivas. Este trabajo debe estar coordinado
con el proyecto de reinserción educativa (PDE) que se implementa en la
comuna.
Sistema de Protección Social: coordinación con las instancias
municipales pertinentes para facilitar la aplicación de la Ficha de
Protección Social y el acceso a las prestaciones del Sistema de
Protección Social que correspondan.
Tribunales de Familia y Fiscalías: para la denuncia e interposición de
medidas frente a vulneraciones de derechos que requieran la protección
de las víctimas, así como la investigación y búsqueda de sanción penal
para quienes sean responsables de vulneraciones constitutivas de
delitos.
Será fundamental además, desarrollar gestiones asociadas, así como procesos
de derivación asistida a otros programas de la red de Sename u otros, en
aquellos casos que lo requieran una vez que se contemple el egreso de niño/a o
adolescente atendido/a.
Así como se identifican tres niveles de intervención, a su vez pueden señalarse dos
espacios principales en que la intervención se lleva a cabo y que, de modo variable,
responden a los distintos niveles: intervención en territorio e intervención focalizada.
i.
Intervención en territorio: corresponde al desarrollo de procesos de
acompañamiento sistemático –modelaje y monitoreo- al niño/a en el espacio
cotidiano donde se desenvuelve (la calle, la casa, entre otros), así como a la
intervención en el espacio local inmediato que favorezca el desarrollo de los
procesos de atención e integración social; ello implica, entre otros, identificar
factores protectores de la comunidad cercana facilitando su interrelación. A
partir de este acercamiento se hace posible analizar y contribuir a la
modificación de su vida diaria desde lo cotidiano.
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16
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
Así, si la intervención con la comunidad y redes está focalizada en la
articulación de soportes comunitarios y sectoriales para los/as usuarios/as del
programa, el foco de intervención en territorio se centra en fortalecer la relación
de los niños/as o adolescentes y sus familias o referentes de apoyo con dichos
soportes. La intervención en este nivel puede focalizarse en los siguientes ejes:
o
o
o
ii.
Patrones característicos de interacción del niño/a con su entorno
(familia, pares, comunidad), y su modificación en el proceso de
intervención;
Habilidades cognitivas, emocionales y conductuales en la interacción con
el entorno, y su evolución en los procesos de intervención;
Articulación entre familias y actores locales clave, tanto para el
acercamiento al usuario, el desarrollo de los procesos de atención y la
conformación de soportes locales inmediatos al usuario, que favorezcan
la continuidad de los logros alcanzados.
Intervención en encuadres estructurados: consiste en el desarrollo de
estrategias de atención individual y grupal, con niños/as y familias,
diferenciadas a las generadas en el territorio, en términos de la provisión de un
encuadre más controlado del espacio de intervención, y de una predefinición de
sesiones, en términos de secuencias de contenidos, metodología y duración. .
Ello lo diferencia de la intervención territorial, la que aparece más vinculada a lo
contingente.
Este espacio de intervención, por tanto, tiene la posibilidad de profundizar en
elementos de los contenidos emergentes en la intervención territorial, así como
favorecer el desarrollo de repertorios conductuales, emocionales y cognitivos
que puedan ser puestos en práctica en el espacio de la vida cotidiana, y
acompañados a través de la intervención en el territorio. Una intervención con
estas características supone, por tanto, un alto nivel de coordinación y
comunicación entre los integrantes del equipo que asumen los dos espacios de
intervención.
3.5.2. Fases de la intervención
Se propone una metodología de atención ambulatoria que aborde al niño, niña o
adolescente desde una perspectiva integral y comprensiva, en el sentido de relevar las
significaciones de las prácticas infanto-adolescentes en el contexto social y cultural en
el que se desarrollan.
Las particularidades del sujeto de atención requieren del desarrollo de una metodología
flexible, pero altamente estructurada e intensiva.
Con flexible, se hace referencia a las posibilidades de ajuste de la intervención a los
requerimientos de los/as usuarios y sus familias, en la medida que se conserva la
orientación hacia los objetivos del programa. La estructuración, en tanto, hace
referencia al nivel de planificación de la intervención, en términos no sólo de la
frecuencia de las acciones a desarrollar (lo que se podría entender como
calendarización), sino de la secuencia de contenidos de la intervención, las técnicas
para desarrollar dichos contenidos, y la predefinición de cursos de acción frente a
situaciones contingentes 17 . Por último, la intensidad apunta a la necesidad de generar
encuentros con una alta frecuencia con el/la usuario/a y su familia, que favorezcan que
el equipo de intervención se instale como parte de lo cotidiano, desde una función
protectora que al mismo tiempo ayuda a prevenir el involucramiento del niño/a o
adolescente en situaciones de violencia y transgresión. La intensidad de la intervención
claramente se ve favorecida en aquellos casos en que la intervención se encuentra
articulada con otros proyectos, especialmente PDE, PDC y equipos ambulatorios de
salud mental.
17
Consideramos que esta dimensión de la intervención resulta clave, pues puede reducir de manera
significativa la contingencia de la intervención, estableciendo procesos de toma de decisión claramente
definidos y consensuados como equipo frente a situaciones que si bien pueden ser emergentes, tienden a ser
usuales dado el perfil de atención.
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Este proceso deberá incorporar dispositivos 18 de intervención individual, grupal,
familiar y de redes orientados a niños/as, familias y la comunidad, en la forma de una
malla programática que, de acuerdo a los procesos de planificación de la intervención,
se pueda ajustar a la medida de cada niño, niña y/o adolescente. Se espera además,
que las propuestas integren mecanismos para favorecer la participación de usuarios/as
niñas, sus familias y comunidad, en los distintos procesos de intervención del proyecto.
Por último, y desde un criterio de calidad, los procesos de intervención deberán
considerar estrategias que disminuyan al máximo su duración. Ello implica la definición
clara y acotada de objetivos, así como el desarrollo de dispositivos que faciliten su
consecución en el menor tiempo posible. La prolongación de la permanencia en el
programa conlleva el riesgo de saturar dicho proceso y generar efectos iatrogénicos 19 .
A partir de la experiencia de implementación del Programa Vida Nueva desde 2010, y
de los procesos de asesoría técnica a los equipos de las 8 comunas que forman parte
del Programa, es posible describir algunas ideas centrales a considerar en el diseño de
las fases de intervención:
1. Fase de ingreso
Como se señalara en un punto anterior (ver punto 3.2. “Vías de Ingreso”), se
establecen algunas vías de ingreso fundamentales: la derivación de población
detectada a través de las listas del PSI 24 Horas por la dupla de evaluación de riesgo
socio-delictual; la derivación de casos de las listas del PSI desde la Oficina de
Protección de Derechos de la comuna; y la derivación por parte de otros actores
locales o bien el ingreso por detección directa del proyecto o por demanda espontánea.
La pertinencia de estas últimas vías de ingreso –detección directa, demanda
espontánea y derivación desde otros actores locales- responden al hecho que las listas
del PSI 24 Horas no sólo entregan información referida a niños, niñas y adolescentes,
sino también sobre territorios vulnerables desde donde proviene el mayor número de
niños, niñas y adolescentes ingresados a las listas y donde, con toda probabilidad, se
encontrará un número importante de niños, niñas y adolescentes que, si bien
corresponden al perfil de atención de la modalidad, aún no ingresan a una Unidad
Policial (o no lo han hecho de manera reciente).
Para el caso de derivaciones provenientes de las listas del PSI 24 Horas, deberá
acordarse algunos indicadores básicos que, en base a la información que entregan las
listas y de su cruce con otras bases de datos (Senainfo u otras disponibles a nivel
local) favorezcan derivaciones en un corto tiempo y con el mínimo de intervención
directa desde la OPD o la dupla de evaluación de riesgo socio-delictual. Así, entre estos
indicadores podrán considerarse:
-
Ingresos a las listas del PSI como inimputable.
Presencia de reingresos al PSI por vulneración de derechos.
Ingresos por infracción en caso que corresponda a faltas en población
entre 14 y 16 años.
Ingresos alternantes entre vulneración e infracción, en caso que estas
últimas correspondan a faltas en adolescentes menores de 16 años.
Presencia de trayectorias de ingresos a la red de protección.
Se considera que estos indicadores pueden establecer información mínima suficiente
para generar el proceso de derivación a PIE con un bajo riesgo de error sobre la
pertinencia de la derivación, e iniciar la fase de profundización diagnóstica.
2. Profundización diagnóstica y coordinación con equipos complementarios
18
Por dispositivo se entenderá el conjunto organizado de acciones o procedimientos complementarios
orientados a la consecución de los objetivos de intervención propuestos.
19
Se pueden considerar aquí efectos tales como el abandono de los procesos de intervención con un
insuficiente reconocimiento de los logros alcanzados; la generación de dependencia con el equipo del
proyecto; la apertura de temas no abordables por el proyecto, entre otros.
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18
Bases Técnicas Proyecto de Intervención Integral Especializada (PIE) Programa Vida Nueva
Esta segunda fase supone el inicio de un proceso de encuentro directo del equipo de
intervención con el niño/a o adolescente y su familia, orientado a favorecer la
generación de un vínculo de confianza que permita desarrollar un proceso de atención,
e identificar antecedentes relevantes que justifiquen la incorporación al proyecto y
orienten el diseño del Plan de Intervención Individual.
Es importante relevar que el proceso de profundización diagnóstica debe considerar
como su foco principal la indagación en profundidad de antecedentes vinculados a la
posibilidad de desarrollo de conductas transgresoras persistentes, que orienten de este
modo el desarrollo de procesos de intervención focalizados. Es aquí donde descansa la
experticia del proyecto y por tanto del equipo de intervención. Dentro de estos
antecedentes a considerar, resultará fundamental la generación de información mínima
que permita levantar sospechas diagnósticas sobre consumo problemático de drogas
y/o deserción escolar, de modo tal de favorecer la incorporación de los proyectos
complementarios –PDE, PDC y equipos ambulatorios de salud mental- dentro de la
fase diagnóstica y no con posterioridad a ella. De este modo, no es
responsabilidad del PIE desarrollar un diagnóstico clínico sobre el uso de sustancias o
un diagnóstico psicopedagógico para visualizar alternativas de acción orientadas a la
reinserción educativa. Dichos aspectos forman parte de la experticia de los proyectos
complementarios, por lo que se espera que sean éstos quienes aporten dichos
antecedentes al diagnóstico del niño/a o adolescente ingresado.
De este punto se desprende además la necesidad de generar desde el primer
encuentro con el niño/a o adolescente y su familia, un encuadre que explicite el lugar
del PIE como un programa de protección de los derechos del niño y prevención de las
violencias, y la existencia de proyectos complementarios que operarán como un solo
equipo multidisciplinario para abordar las distintas necesidades que se observen
como requeridas de atender. Dicho encuadre deberá ser acordado y producido de
manera conjunta con los proyectos complementarios, con independencia de una
eventual incorporación posterior de dichos proyectos a la intervención de cada caso
específico. Ello es importante, dado que una presentación del programa y del quehacer
de los equipos complementarios que no se corresponda con lo que ellos efectivamente
realizan, podría generar expectativas en los usuarios que no se cumplen, o incluso, el
rechazo a una propuesta de intervención mal presentada.
El diagnóstico que se genere debe ser entendido como diagnóstico del niño/a y no
como el diagnóstico del PIE. Por tanto, en caso de incorporación a la fase
diagnóstica de los proyectos complementarios, el informe diagnóstico debe ser
elaborado como un diagnóstico único y complementario, y deberá estar disponible para
cada proyecto involucrado en la intervención.
Por último, resulta fundamental incorporar dentro del informe diagnóstico las hipótesis
explicativas, que a partir de la descripción y análisis de los antecedentes generados,
defina de manera fundada relaciones entre dichos antecedentes y oriente cursos de
acción. Dichas hipótesis serán un soporte clave para el diseño de Plan de Intervención
Individual, y deberán estar sujetas a constantes procesos de revisión por parte de los
equipos involucrados en el proceso de intervención.
3. Elaboración del PII
En base a los antecedentes e hipótesis diagnósticas, se espera la elaboración de Planes
de Intervención Individual. En aquellos casos en que corresponda la intervención
complementaria con proyectos PDE, PDC y/o equipos ambulatorios de salud mental,
deberá contarse con la participación de representantes de dichos proyectos
en la elaboración conjunta del Plan de Intervención, dado que constituirá un
Plan de Intervención Único para el niño/a o adolescente atendido.
Dicho plan deberá contener una síntesis de la profundización diagnóstica, con especial
énfasis en las hipótesis explicativas, la definición de los objetivos de intervención,
acciones centrales a desarrollar, plazos de realización, resultados esperados y loa/as
responsables de su ejecución. En el caso de intervenciones complementarias con
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19
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proyectos PDE y/o PDC, se espera la generación de unidades de intervención
conformadas por al menos un representante de cada modalidad que esté involucrado
directamente en el proceso de intervención. Esta unidad –dupla o tríada- será
comprendida como el equipo responsable del diseño y desarrollo del plan de
intervención del caso específico –incluyendo la formulación de objetivos comunes-,
información que deberá ser de conocimiento de los distintos proyectos y especialmente
del niño/a o adolescente atendido y su familia. Deberá indicarse a su vez la figura
de un responsable de caso, que cumplirá las funciones de articulación con el resto
del equipo de intervención. Dicho responsable de caso deberá ser definido de acuerdo
a las necesidades de intervención del niño/a y/o su familia; por tanto, no
necesariamente deberá corresponder a un integrante del equipo PIE, sino que
si el caso lo amerita, el rol podría ser asumido por un integrante del equipo PDC en
aquellos casos en que el consumo de drogas resulte un tema prioritario, o por un
integrante del PDE en casos en que la reinserción escolar sea el foco principal de
atención.
Del mismo modo, en distintos momentos del proceso de intervención podrá resolverse
una modificación del responsable del caso, a partir del mayor o menor énfasis de
ciertos requerimientos de intervención frente a otros. Este punto resulta relevante,
pues permite aclarar que el diseño del plan de intervención no supone necesariamente
la intervención simultánea desde los distintos dispositivos, sino que abre la posibilidad
de una intervención sucesiva, en aquellos casos en que se estime pertinente (por
ejemplo, casos que de acuerdo al diagnóstico presenten un nivel de consumo de
drogas que no favorezca el desarrollo de una intervención orientada a la reinserción
educativa).
Es importante señalar que el Plan de Intervención Individual es el instrumento en que
espera verse reflejada la orientación hacia una intervención estructurada, intensiva,
flexible y ajustada a las posibilidades de respuesta del usuario. Corresponde a la carta
de navegación de la intervención, por lo que la rigurosidad y precisión en su diseño
favorecerá su ejecución y evaluación, tanto desde el equipo de intervención como
desde los propios usuarios/as.
Se espera que el Plan de Intervención Individual sea acordado con el niño/a o
adolescente y su familia, de modo de favorecer que todos/as los involucrados/as en el
desarrollo de dicho plan (usuarios/as y equipo de intervención) comparten los
objetivos que se espera cumplir. Es claro que cuando los/as usuarios/as participan en
el diseño de la intervención es más altamente probable que se involucren en el logro
de ésta. Metas compartidas y realistas con distintos plazos pueden ayudar a que el
niño/a o adolescente y la familia fortalezcan la sensación de logro.
4. Ejecución del PII
Corresponde al desarrollo de las acciones planificadas en el Plan de Intervención
Individual. Aquí se pone en juego los procesos de coordinación de la unidad de
intervención, para articular la intervención con el niño/a, la familia y la comunidad, así
como la articulación entre la intervención territorial y la atención focalizada (ver punto
3.4.c. “Sistema de Tutorías”).
La ejecución del Plan de Intervención demanda un alto nivel de planificación, en
términos de la organización secuencial de acciones –traducidas en estrategias o
técnicas que se consideran tendrán mejor capacidad de respuesta desde el usuario/a y
su familia, a partir de la información diagnóstica- contempladas en el diseño del Plan.
En este sentido, la planificación supera la mera organización de los tiempos de la
intervención –la calendarización de sesiones y visitas- cuestión en todo caso altamente
demandante, en especial en aquellos casos cuya intervención incluye el abordaje del
consumo problemático de drogas y/o la reinserción educativa.
Se espera que, como parte de la ejecución del Plan de Intervención, la unidad de
intervención cuente formalmente con al menos con una reunión quincenal de análisis
del proceso de intervención y la coordinación de acciones, y se genere de manera
periódica –bimensual o trimestralmente- una instancia de evaluación del desarrollo del
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20
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plan de intervención con el niño/a o adolescente y su familia, que permita realizar
ajustes a dicho plan si corresponde.
5. Egreso
Se entenderá el desarrollo de un proceso de egreso, en primer lugar, en la medida que
se observe el cumplimiento de lo establecido en el plan de intervención. Es importante
señalar que, para el caso de población atendida de manera complementaria por
proyectos PDE, PDC y/o equipos ambulatorios de salud mental, el egreso deberá
realizarse una vez que se cumplan los objetivos asociados al plan de intervención y
que correspondan a los ámbitos de experticia de dichas modalidades. Por tanto, el
egreso será determinado en dichos casos por la unidad de intervención. Es importante
subrayar este punto dado que en el sistema de registro de intervención para los
proyectos complementarios, una vez que el niño/a se registra como egresado de PIE,
será automáticamente egresado de las modalidades complementarias. Por ello, en caso
que la unidad de intervención determine que desde el ámbito de acción del PIE no
corresponde mantener la atención, podrá registrarse continuidad de atención en los
proyectos complementarios; de este modo, quedará registro de dicha decisión, y podrá
generarse una vacante para un nuevo ingreso a PIE sin interrumpir la intervención de
PDC y/o PDE.
En caso de egresos no asociados a la intervención, particularmente aquellos asociados
a ingresos al sistema de responsabilidad penal adolescente, deberá procurarse de
cualquier modo el desarrollo de un proceso de egreso fundado en criterios técnicos,
que considere por ejemplo una desvinculación paulatina; una evaluación del proceso;
la entrega de información al programa de cumplimiento de sanción en caso de
observarse pertinente. De este modo, se releva la dimensión técnica por sobre los
criterios administrativos para la separación del niño/a o adolescente y su familia del
programa.
3.5.3. Consideraciones específicas para la intervención con menores de 14 años
Dentro de los planteamientos presentados hasta ahora, resulta de particular
relevancia su ajuste tanto a las situaciones de vulneración –y en especial
aquellas que tienden a asociarse en mayor medida a la posibilidad de desarrollo
y persistencia de conductas transgresoras, dentro de las que se encuentran la
deserción escolar, el consumo de drogas, la exposición a grupos que presentan
conductas violentas o delictivas, relaciones familiares conflictivas o violentas,
entre otras- como a las capacidades y características de los niños, niñas y
adolescentes y sus familias o referentes adultos de apoyo, para responder a
distintas alternativas de intervención.
Dentro de este último aspecto, cabe considerar distinciones en la intervención
entre población adolescente (sobre los 14 años) y aquella que resulta
inimputable ante la ley por su edad (menores de 14), dado que esta
modalidad se presenta como una alternativa de intervención en
prevención de violencia para población inimputable. Así, en este caso,
deberá cobrar particular atención:
-
-
El desarrollo de acciones iniciales tendientes a garantizar la protección
de los derechos de los niños/as atendidos, en el entendido que tras las
prácticas de transgresión con toda probabilidad se encontrarán
situaciones de desprotección o incluso explotación (en este último caso,
en términos de ambivalencia de las figuras protectoras frente a
situaciones como robos o hurtos y las ganancias obtenidas, o la
participación en redes más amplias con la presencia de adolescentes y/o
adultos que se encuentren utilizando a los niños/as para la comisión de
ilícitos).
Generar una intervención de mayor intensidad y estructuración, dado el
mayor riesgo de persistencia de las conductas transgresoras asociadas a
un inicio más temprano. Ello se traduce, en primer lugar, en una mayor
presencia temporal del equipo de intervención en la vida del niño/a, y en
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21
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-
-
el desarrollo de procesos de intervención con una alta planificación de
contenidos y metodologías.
Un fuerte énfasis en la intervención familiar, que promueva su ejercicio
de garantes de los derechos de los/as niños/as, y favorezca la
modificación de patrones relacionales hacia el fortalecimiento de las
funciones nutricia y normativa de manera diferenciada al caso de
población adolescente. Ello implica tanto la intervención a través de
sesiones familiares individuales y grupales en el encuadre del propio
proyecto, como a través de procesos de acompañamiento territorial y
visitas domiciliarias.
Un ajuste de la intervención individual y familiar a la etapa de desarrollo
evolutivo del niño/a, considerando al menos aspectos del desarrollo
cognitivo, emocional y moral. En el caso de la intervención con niños/as,
en especial aquellos que presenten un repertorio de lenguaje más
limitado, deberá considerarse la alternativa de técnicas con un fuerte
énfasis cognitivo conductual; orientado por tanto a un entrenamiento de
competencias sociales que amplíe el repertorio cognitivo, conductual y
emocional, y que impacte en las prácticas y relaciones interpersonales,
tanto para el/la niño/a como sus referentes de apoyo, en coherencia a
un foco formativo de la intervención tutorial.
3.5.4. Plazos
Tan deseable como lograr una buena adherencia de los casos ingresados al programa
de atención, resulta el desarrollo de procesos de intervención intensivos que permitan
observar logros en los plazos más breves posibles, que favorezcan de este modo el
pronto egreso. Ello no sólo se funda en la posibilidad de aumentar un flujo permanente
de ingreso y egreso de casos en un territorio con alta demanda de atención, sino que
además, obedece a ajustar los tiempos de intervención y la observancia de logros a las
expectativas y características del sujeto de atención, principalmente aquel que muestra
mayor autonomía.
De este modo, se espera la estructuración de los procesos de intervención –sin
considerar un período de seguimiento- en un tiempo aproximado de doce meses. En
este período de tiempo, dadas las características de la población objetivo, resulta
deseable
establecer
procedimientos altamente intensivos y estructurados,
especialmente durante los primeros seis meses, de modo tal de favorecer la
adherencia a la intervención y habiéndose observado que períodos de intervención más
prolongados conllevan riesgo de abandono, de pérdida de novedad de los procesos de
atención, y de pérdida de reconocimiento de los logros alcanzados.
No obstante, siempre podrán existir casos excepcionales que impliquen un mayor
tiempo de atención. Dichas situaciones deberán ser debidamente fundamentadas.
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IV. Conformación del Equipo de Trabajo y Descripción de
Funciones
Al hacer referencia a la tutoría como sistema, e identificando los distintos niveles de la
intervención, se requiere un modo de organización del equipo de intervención a partir
de formaciones y competencias, con un importante nivel de articulación interna (entre
lo individual, lo grupal, lo territorial, lo intersectorial) que permita la optimización de
recursos y competencias en pos de la atención de cada caso ingresado.
Bajo esta forma de organización, se favorece la conformación de equipos
multidisciplinarios, a la vez que se promueve un trabajo equitativo, ajustado a los
recursos del proyecto, y con mayor capacidad de instalación en los espacios cotidianos
de cada niño/a y adolescente atendido. Las formas en que el equipo se organice y se
gestione el proyecto, deben ser consideradas a su vez como importantes estrategias
que favorecen el autocuidado de los equipos, que contribuyen a prevenir la ocurrencia
de procesos de burn-out y rotación de personal.
Se debe considerar la incorporación de profesionales del área social, técnicos y
personal de apoyo administrativo. La constitución de este equipo debe velar por una
conformación multidisciplinaria, con formación técnica o profesional acreditada, que
favorezca una perspectiva comprensiva e integral de análisis e intervención.
El equipo de profesionales debe contar con título profesional o técnico en el área de las
ciencias sociales; en educación social, psicoeducación o profesiones afines; así como
con formación y/o experiencia en intervención clínico-comunitaria con niños, niñas y
adolescentes; intervención familiar y/o de trabajo en redes.
La totalidad del equipo debe contar con motivación para el trabajo con niños, niñas y/o
adolescentes y sus familias; condiciones para el trabajo en equipo inter y
transdisciplinario; competencias (en tanto conocimientos, habilidades y destrezas)
para desarrollar relaciones igualitarias en el trabajo individual y grupal tanto con
niños/as y familias, así como para intervenir en los distintos niveles de que contempla
el programa; disposición al trabajo en terreno, todo lo anterior sobre la base de un
accionar centrado en las orientaciones de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Particular atención deberá prestarse en la selección del coordinador/a del proyecto y
el/la responsable de redes, dada la particularidad del énfasis de esta modalidad como
parte de un sistema de atención que se pone en juego en las interacciones con otros
proyectos, y las implicancias que ello conlleva a la distribución de funciones al interior
del equipo y la gestión de adecuados procesos de coordinación con otros proyectos.
Es indispensable que este equipo sea seleccionado en un proceso que permita asegurar
su idoneidad –acreditación técnica o profesional, evaluación de competencias- y con
sus antecedentes al día. En caso de adjudicación, la conformación definitiva del equipo
deberá considerar además un proceso de evaluación psicolaboral de sus integrantes.
La tabla siguiente describe la conformación de equipo para la adecuada
implementación del proyecto. Es necesario indicar que la conformación del equipo
considera para cada uno de sus cargos jornadas completas de trabajo de hasta 44
horas semanales.
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Tabla Nº 2. Conformación del equipo de intervención
Formación y
Cargo
Número
Funciones
Experiencia
Responsabilidad
técnica
y
administrativa general del
proyecto.
Profesional
de
las
Coordinación del equipo de
Ciencias Sociales.
trabajo.
Formación
y
Coordinación de reuniones
experiencia
en
Director/a
1
técnicas y clínicas.
coordinación
de
Articulación
con
equipos,
intervención
representantes
de
clínico comunitaria e
organizaciones de base y
intervención en redes.
gobierno local, así como con
los
equipos
de
Asesoría
Técnica y Control de Gestión.
Articulación
de
soportes
Profesional
de
las
intersectoriales
a
nivel
Ciencias
Sociales
comunal/regional,
para
el
Coordinador/a
(Trabajador/a Social).
1
desarrollo y protección de
de Redes
Formación
y/o
los/as
usuarios
y
las
experiencia
en
comunidades donde ellos/as
intervención en redes.
se insertan.
Coordinación de los procesos
de intervención de tutorías.
Responsable de diseño e
implementación
de
dispositivos individuales y
Psicólogo/a
grupales de intervención en
Responsable
Formación
y/o
encuadres estructurados con
de Procesos
experiencia
en
2
niños/as y familias.
de
intervención clínica y
Apoyo en la planificación y
Intervención
comunitaria
infantoejecución
de
intervención
adolescente.
territorial.
Coordinación con equipo de
apoyo
en
salud
mental,
reinserción
educativa
y
consumo de drogas.
Responsable
de
la
Profesionales de las planificación y ejecución de la
ciencias
sociales, intervención territorial con
terapeutas
niños/as, familias y actores
Responsable
Al menos ocupacionales,
o locales
o
comunitarios
de Procesos
4
formación
técnica relevantes, en coordinación
de Tutoría
tutores/as completa
en con Responsables de Procesos
intervención social.
de Intervención.
Experiencia
en Planificación y ejecución de
intervención en calle.
dispositivos de intervención
territorial.
Formación
y/o Apoyo
en
la
gestión
experiencia en apoyo administrativa y financiera del
Secretario/a
1
administrativo
y proyecto.
atención de público
Atención general de público.
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V. Sobre el Presupuesto
El proyecto tendrá una duración de un año desde la fecha de firma del convenio. Será
licitado en el marco de la Ley 20.032 y considerará el financiamiento para la atención
simultánea de 50 niños/as y adolescentes, con un costo mensual de 9,3 USS por cada
niño/a o adolescente atendido/a.
VI. Sobre los Recursos materiales
6.1. Respecto del inmueble de funcionamiento.
Considerar:
• Local adecuado a las necesidades del proyecto: número de oficinas o salas
pertinentes, servicios higiénicos para el personal y para público, accesibles a niños,
sala de recepción, sala de reuniones y en lo posible patio.
• Sala de terapia.
• Salas para realización de actividades grupales.
• Debe estar emplazado en un lugar de fácil acceso, en el territorio a abordar.
• Estándares mínimos de higiene y seguridad.
Se tendrá considerado, no obstante, que las condiciones de infraestructura disponibles
en los territorios en que se focalizarán los proyectos, no siempre serán las más
adecuadas en relación a las condiciones ideales requeridas. En tal caso, sería
conveniente contemplar el establecimiento de acuerdos para la disponibilidad de
espacios complementarios a nivel local –por ejemplo con unidades vecinales, escuelas,
u otros programas de atención u organizaciones locales- para el desarrollo de acciones
específicas dentro del quehacer del proyecto.
6.2. Respecto del equipamiento.
Se requiere como mínimo, tres computadores con las siguientes características
técnicas:
• Procesador Intel Pentium IV 2.8 MHZ, o equivalente, capacidad de disco duro no
inferior a 40 GB, memoria RAM mínimo de 512 MB, unidades de disco de 3 ½
pulgada de alta densidad y unidad de CD Rom (deseable Grabador de CD),
(opciones de multimedia son deseables por las características del software actual),
deseable tarjeta de Red Fast Ethernet 10/100 Mbps, tarjeta fax-modem, Puertos
USB 1.1 como mínimo.
• Impresora.
• Sistema operativo Windows 2000 o superior, programas Office 2000 Profesional
(Access incluido). Navegador Internet Explorer 6.0 o superior, Solución Antivirus,
Visualizador de archivos PDF.
• Conexión a Internet: ADSL mínima de 512 Kbps.
• Importante: Todo el Software instalado en el equipo deberá estar debidamente
licenciado y contar además con todas las actualizaciones críticas y recomendadas
por el fabricante.
Los requerimientos de computadores son necesarios para el ingreso de información al
sistema de registro computacional de Sename (Senainfo).
Además, se requerirá de teléfono, fax y correo electrónico.
Será importante considerar, dentro de las condiciones de infraestructura y
equipamiento, que éstas puedan constituirse además en un aporte para los procesos
de intervención complementarios a desarrollar en conjunto con los equipos de los
proyectos de reinserción educativa e intervención clínica por consumo problemático de
drogas, en aquellos casos que lo requieran.
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