UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS FÍSICAS Y MATEMÁTICAS DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA MODELO ESTRUCTURAL A LO LARGO DE LOS 33°45’S RESTRINGIDO POR MÉTODOS GEOFÍSICOS MEMORIA PARA OPTAR AL TÍTULO DE GEÓLOGO LUIS ALFREDO LÓPEZ VERGARA PROFESOR GUÍA ANDRÉS TASSARA ODDO MIEMBROS DE LA COMISIÓN GONZALO YAÑEZ CARRIZO REYNALDO CHARRIER GONZÁLEZ SANTIAGO-CHILE 2008 UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS FÍSICAS Y MATEMÁTICAS DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA MODELO ESTRUCTURAL A LO LARGO DE LOS 33°45’S RESTRINGIDO POR MÉTODOS GEOFÍSICOS MEMORIA PARA OPTAR AL TÍTULO DE GEÓLOGO LUIS ALFREDO LÓPEZ VERGARA PROFESOR GUÍA ANDRÉS TASSARA ODDO MIEMBROS DE LA COMISIÓN GONZALO YAÑEZ CARRIZO REYNALDO CHARRIER GONZÁLEZ SANTIAGO-CHILE Octubre 2008 Resumen Las estructuras que alzan la Cordillera de los Andes son las que acomodan el acortamiento y la deformación en fajas plegadas y corridas. Sin embargo, la continuación en profundidad de las estructuras reconocibles en superficie no está del todo clara, principalmente por la falta de datos en el lado chileno de la cordillera. Este trabajo nace porque es necesario llevar a cabo una integración de datos para poder lograr entender la estructura de la corteza a lo largo de los 33°45’S, y la manera propuesta es desarrollar un modelo estructural a partir de un perfil gravimétrico, usando información geológica y geofísica para restringirlo. Se construye una sección de la corteza en la que es posible reconocer una cuenca de alrededor de 18 Km en la que se encuentran rocas asignadas al Mesozoico y al Cenozoico. Las rocas Mesozoicas de la Cordillera de la Costa yacen sobre granodioritas Paleozoico y Jurásico – Cretácico que constituyen el Batolito Costero o sobre cuerpos gabroicos en profundidad. Las rocas Mesozoicas de la Cordillera Principal muestran un nivel de despegue cercano a los 15 Km de profundidad, mostrando una estructura de rampa-flat con vergencia hacia el este, que acomoda la deformación de las secuencias mesozoicas en una faja plegada y corrida de piel delgada. Espesores de alrededor de 10 Km para las secuencias cenozoicas en la Cordillera Principal, que muestran un estilo de deformación diferente a la mostrada por los depósitos mesozoicos. Estos espesores pueden verse duplicados por cuerpos intrusivos de composición granítica. La ubicación de estos intrusivos esta controlada por las mismas estructuras que controlan la deformación de la cubierta cenozoica. Los cuerpos granodioríticos ubicados en el borde oeste de la Cordillera Principal se asocian con la granodiorita La Obra, lo que le da una continuación en profundidad de unos 10 a 15 Km. El cuerpo granítico ubicado en el borde este de la Cordillera de la Costa corresponde a una cámara magmática relicta del arco volcánico Jurásico Superior – Cretácico Inferior. No se observa desplazamiento en profundidad de la Falla San Ramón, aunque es posible asociarla con sismos ubicados en la base de la cuenca. Índice General 1 2 Introducción.......................................................................................................... 2 1.1 Formulación del Problema............................................................................. 2 1.2 Hipótesis de Trabajo...................................................................................... 4 1.3 Objetivo General ........................................................................................... 4 1.4 Objetivos Específicos .................................................................................... 5 1.5 Metodología .................................................................................................. 5 Marco Geológico y Evolución Tectónica de la zona de estudio ............................. 6 2.1 Evolución Geotectónica................................................................................. 6 2.2 Segmentación Morfoestructural Andina......................................................... 8 2.2.1 Cordillera de la Costa ............................................................................. 9 2.2.2 Depresión Central ................................................................................. 10 2.2.3 Cordillera Principal............................................................................... 11 2.2.4 Cordillera Frontal ................................................................................. 12 2.2.5 Antepaís Andino ................................................................................... 12 2.3 3 4 5 Estructuras .......................................................................................................... 30 3.1 Cordillera de la Costa .................................................................................. 30 3.2 Depresión Central........................................................................................ 32 3.3 Cordillera de los Andes ............................................................................... 33 Atracción Gravitacional, Potencial y Anomalía de Gravedad............................... 35 4.1 Definiciones ................................................................................................ 35 4.2 Anomalías de Gravedad............................................................................... 42 Forward Modelling ............................................................................................. 49 5.1 6 Evolución Geológica ................................................................................... 13 Modelos Gravimétricos ............................................................................... 49 Discusión ............................................................................................................ 53 6.1 Modelo 1: Modelo de Corteza Superior ....................................................... 53 6.2 Modelo 2: Modelo de Corteza ..................................................................... 58 7 Conclusiones....................................................................................................... 64 8 Recomendaciones ............................................................................................... 66 9 Referencias ......................................................................................................... 67 Índice de Tablas Tabla 4-1. Parámetros de varios sistemas de referencia geodésicos............................ 41 Tabla 6-1. Densidad de las unidades litoestratigráficas de la Figura 6.2 .................... 54 Tabla 6-2. Densidad de las unidades litoestratigráficas de la Figura 6.5 .................... 59 Índice de Figuras Figura 2.1. Reconstrucción del camino recorrido por el Ridge de Juan Fernández a través del borde de Sudamérica desde el Mioceno................................................. 8 Figura 2.2. Mapa geológico simplificado de los Andes de Chile Central y Argentina Centro-Oeste......................................................................................................... 9 Figura 2.3. Ubicación de las unidades metamórficas en la zona de estudio................. 14 Figura 2.4. Ubicación de rocas intrusivas correspondientes al Batolito Costero......... 14 Figura 2.5. Sección paleogeográfica esquemática en el Carbonífero Tardío-Pérmico Temprano al norte de los 33°S. ........................................................................... 16 Figura 2.6. Ubicación de afloramientos asignados a la primera etapa del Ciclo Andino ........................................................................................................................... 18 Figura 2.7. Distribución paleogeográfica de las cuencas de antearco y de trasarco, separadas por el arco.......................................................................................... 19 Figura 2.8. Ubicación de los afloramientos asignados a la segunda etapa del Ciclo Andino ................................................................................................................ 21 Figura 2.9. Ubicación de los depósitos neogenos en la región de estudio.................... 25 Figura 2.10. Supuesta ubicación de la cuenca de Abanico en la Cordillera Principal. 26 Figura 2.11. Distribución de los afloramientos de intrusivos cenozoico tardío............ 28 Figura 3.1. Ubicación de las estructuras principales en la región de estudio .............. 30 Figura 4.1. Masas M y m experimentando una fuerza gravitacional mutua, la que es proporcional a M, m y r2. .................................................................................... 36 Figura 4.2. Atracción Gravitacional en un punto P debido a una distribución de densidad ρ ......................................................................................................... 37 Figura 4.3. Parámetros que describen el elipsoide de referencia. ............................. 38 Figura 4.4. Sección de la litósfera que grafica el modelo usado para explicar las correcciones a la gravedad observada ................................................................ 43 Figura 4.5. Sección de la litósfera que muestra la sustracción de la gravedad teórica a la gravedad observada. ....................................................................................... 44 Figura 4.6. Sección de la litósfera después de la corrección de aire libre. .................. 45 Figura 4.7. Anomalías de Bouguer simple y completa sobre la sección de litósfera .... 47 Figura 5.1. Un cuerpo tridimensional con densidad ρ ( x' , y ' , z ') y de forma arbitraria observado en el punto P( x, y, z ) .......................................................................... 50 Figura 5.2 Modelo Estructural Inicial a los 33°45’S................................................... 52 Figura 6.1. ARC a los 33°45’S.................................................................................... 53 Figura 6.2. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2 ....................................................................................................... 54 Figura 6.3. Leyenda de figuras 6.2, 6.4, 6.5, 6.6 y 6.7. ................................................ 55 Figura 6.4. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2 ....................................................................................................... 56 Figura 6.5. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. . .................................................................................................... 60 Figura 6.6. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2.. ..................................................................................................... 61 Figura 6.7. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. ...................................................................................................... 61 Figura 6.8. Sección paleogeográfica entre los 32°S y los 33°S correspondiente a la evolución de los Andes en el Jurásico Superior - Cretácico Inferior................... 63 Figura 7.1. Sección esquemática de la corteza a los 33°45’S. ..................................... 64 Agradecimientos En primer lugar, quiero agradecer al proyecto Anillo ACT-18 por el financiamiento de este trabajo. A mi madre, que me hizo la persona que soy. A mi padre, que me enseñó que las cosas son más simples de lo que parecen. A mis hermanos, que aguantaron que no estuviera con ellos y me aguantaron cuando estuve con ellos. Al montón de gente que conocí en este montón de años que pululé en la Facultad, entre los que me acuerdo y ordenados casi aleatoriamente: Kata, Oso, Negro, Beto, Guille, Chico, Ferchico, Cata, Loco, Patilo, Chumy, Valentinfla, Adrián, Pelao Mayo, PeLeo y Mariana, Feña López, Seba Nuñez, Javier Fernández, Mariada, Carolinda, James Bong, Pajarita, Pape, Melu, Paulas, etc… A la pandilla del F (Chica, Sergio, Daniel, Sebastiano Martinica) y la oficiiiiiinaaaaaa (Andrea, Jose, Manu) por sufrir lo insufrible junto a mí, por esas horas de sueño perdido y por todo el esfuerZO compartido. A Pancho Hervé, Mario Pardo, Diana Comte, Gonzalo Yañez, Reynaldo Charrier por enseñarme a amar la ciencia. Al Tassa, por dejarme ser… su primer alumno memorista (y no memorión) y por enseñarme que al igual que las máquinas, uno también debe inicializarse. A Valdivia por ser la ciudad más linda de Chile. A la baby araucaria del jardín botánico, por permitirme verla crecer, por ser mi lugar especial en el mundo mundial y dejarme ir a cada rato a través de mi mente. A la Cordillera por ser y estar. A Grant Morrison, Peter David, Alan Moore y Neil Gaiman por entretenerme, hacerme pensar y obligarme a soñar. Al Juato y al Jimmy, espero que no vuelvan a hacer lo que hicieron. Por último, para alguien que ya no está y para alguien que nunca estuvo, los recordaré, veré e imaginaré cuando pueda. 1 Introducción 1.1 Formulación del Problema Es conocida la relación que existe entre las estructuras que alzan la Cordillera de los Andes y la convergencia de las placas de Nazca y Sudamericana, ya que estas estructuras son las que acomodan el acortamiento y la deformación en fajas plegadas y corridas (McQuarrie (2002); Cristallini y Ramos (2000); Giambiagi y Ramos (2002); Giambiagi et al., (2003); Vergés et al., (2007)). Sin embargo, la continuación en profundidad de las estructuras reconocibles en superficie no está del todo clara, principalmente por la falta de datos en el lado chileno de la cordillera. Giambiagi et al. 2003a, 2003b han realizado perfiles estructurales que alcanzan profundidades de alrededor de 20 Km, pero éstos están controlados por la sismicidad registrada por estaciones sismológicas instaladas en el lado argentino del macizo cordillerano. El Proyecto Anillo ACT-18 “CONTROL TECTONO-MAGMÁTICO DE GRANDES YACIMIENTOS MINERALES EN LA ALTA CORDILLERA DE LOS ANDES CENTRALES (32°-36°S) ASOCIADO AL PROCESO DE SUBDUCCIÓN: UN ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO” ha recopilado gran cantidad de información geológica y geofísica, pero ésta no ha sido lo suficientemente integrada como para lograr formular modelos estructurales que sean verificables y aceptados válidos. Ebbing (2004), Ebbing et al., (2001), (2006) han trabajado integrando datos sísmicos y gravimétricos para modelar las estructuras corticales en los Alpes, cadena montañosa que, de manera similar a los Andes, a sufrido regímenes extensivos y compresivos, subducción de corteza oceánica y colisión de bloques continentales debido a movimiento de placas (Frisch, 1979). Chapín et al. (2005) han modelado la estructura de Andes de Venezuela con datos gravimétricos, Folguera et al. (2007) han hecho lo mismo en los Andes del Sur (38° 39°30’S), mostrando la estructura de la cordillera en profundidad. Brasse y Soyer 1 (2001), realizaron un estudio de magnetotelúrica en la zona comprendida entre Temuco y Valdivia, mostrando cuerpos conductores en profundidad dentro de la corteza. Yañez et al. (1998) muestran la estructura cortical en el sector de la Cordillera de la Costa en Chile Central a partir de la interpretación de datos gravimétricos, Flueh et al. (1998) proponen una estructura del borde costero de Chile Central interpretando datos sismológicos. Fock (2005) realizó perfiles estructurales en los sectores de la Cuesta de Chacabuco, Angostura de Paine, en los alrededores de los cerros San Ramón y Provincia y del Río Olivares y en el valle del río Volcán, basándose principalmente en la geología superficial. Farias et al. (2007) formulan uno de los primeros modelos de la estructura de la corteza superior para la zona comprendida entre la Depresión Central y la Cordillera de los Andes a la latitud del Río Volcán, pero éste esta realizado sólo con datos sismológicos que se correlacionan con la geología superficial, por lo que falta ver como se comporta el modelo al compararlo con modelos generados con otro tipo de datos, por ejemplo gravimétricos o de magneto telúrica. La idea de esta memoria nace porque es necesario llevar a cabo una integración de datos para poder lograr entender la estructura de la corteza a lo largo de los 33°45’S, y la manera propuesta es desarrollar un modelo estructural a partir de un perfil gravimétrico, usando información geológica y geofísica para restringirlo. Este modelo debe explicar de forma fehaciente todos los datos de los que se dispone. La información geológica disponible consta principalmente de mapeos estructurales y litológicos en superficie. La información geofísica consta de datos gravimétricos, perfiles de magnetotelúrica y datos sísmicos (velocidades de ondas y localización de hipocentros). La zona de estudio se encuentra en Chile Central, entre los 33°30’S y los 34°S, dentro de un cuadrángulo limitado por las coordenadas UTM 232700 E / 6234100 N; 255800 E / 6274500 N; 418500 E / 6292000 N; 418700 E / 6236000 N. 2 El capítulo 2 de este trabajo nos muestra el marco geológico y evolución tectónica de la zona de estudio, donde además se presenta una discusión de trabajos anteriores. El capítulo 3 hace un resumen de las principales estructuras que se encuentran en la zona de estudio. El capítulo 4 nos presenta un marco teórico donde se explica atracción gravitacional, la teoría de potencial y se explica que significa una anomalía de gravedad, parte fundamental del trabajo desarrollado en esta memoria. El capítulo 5 nos explica los conceptos básicos de la técnica llamada forward modelling, la que será utilizada para realizar el modelamiento de la estructura de la corteza. En el capítulo 6 se presenta una discusión de los modelos generados. En el capítulo 7 nos entrega las conclusiones de este trabajo. Por último, el capítulo 8 señala algunas recomendaciones a futuro para mejorar el trabajo. 1.2 Hipótesis de Trabajo En los 33°45’S, existe una geometría única que controla la construcción de los Andes en esta zona. Si se acepta que los sismos recientes son producto de la reactivación de fallas preexistentes, y considerando que la modelación gravimétrica nos puede entregar una continuación en profundidad de la geología superficial, limitando cuerpos de distintas características físicas, es posible que a partir de modelos gravimétricos se pueda encontrar una estructura que responda satisfactoriamente a todos los datos recopilados para la zona de estudio, ya sean geológicos de superficie o geofísicos. 1.3 Objetivo General Entender la organización y evolución estructural a los 33°45’S a partir de un modelo geométrico y petrofísico de la estructura de la corteza superior en los 33°45’S. 3 1.4 • Objetivos Específicos Entender la prolongación en profundidad de la reconocidas en superficie a los 33°45’S. • Analizar la influencia de la litología en el comportamiento cinemático dentro de la evolución de la zona de estudio. 1.5 • Metodología Para entender la prolongación en profundidad de las estructuras que son reconocidas en superficie en la zona de estudio se realizará un mapa litoestratigráfico a partir de la recopilación de información geológica publicada (e.g. Wall et al., 1996; Sellés y Gana, 2001; Thiele, 1980) y no publicada (Fock, 2005 e información de mapeos geológicos de CODELCO), que permitirá generar una base de datos en formato GIS para el uso dentro de la memoria. A partir de este mapa, se construirá un perfil estructural. • Para analizar la influencia de la litología en el comportamiento cinemático dentro de la evolución de la zona de estudio, se realizará modelo petrofísico con el software de modelamiento de campos potenciales ENCOM ModelVision Pro V7.0., que representará un perfil de anomalía gravimétrica a partir de datos adquiridos en campañas de terreno realizadas durante los meses de Enero y Febrero de los años 2006, 2007 y 2008 con un gravímetro Scintrex CG-5 Autograv. Los datos gravimétricos serán corregidos por los métodos de Aire Libre y Bouguer (Blakely, 1995) para obtener la anomalía gravimétrica. 4 2 Marco Geológico y Evolución Tectónica de la zona de estudio En este capítulo se muestra la evolución tectónica de la región de estudio y se la relaciona con los depósitos y eventos magmáticos representados por las litologías presentes, lo que permite presentar un marco geológico, haciendo una discusión de trabajos anteriores. 2.1 Evolución Geotectónica En la actualidad, la configuración tectónica en la que está enmarcado el borde occidental de Sudamérica se puede dividir en tres segmentos: al norte de los 33° S ocurre una subducción plana, con ausencia de volcanismo a lo largo del orógeno desde el Mioceno Medio (Kay et al., 1991). Entre los 33° S y 34° S se aprecia una zona de transición, reapareciendo el volcanismo en el Volcán Tupungato (33° 20’ S), que además, marca el inicio del arco volcánico Holoceno, correspondiente a la zona volcánica sur de los Andes. Al sur de los 34° S, la subducción ya presenta las características típicas de una subducción tipo chilena (sensu Uyeda y Kanamori (1979) y Uyeda (1987)). Reconstrucciones de la convergencia entre las placas de Nazca (Farallón) y Sudamericana han sido propuestas por Pilger (1984), Pardo-Casas y Molnar (1987) y Somoza (1998) para la región al norte de los 32°, pero Jordan et al., 2001 indicaron que los parámetros de convergencia de Somoza (1998) pueden ser asignados al área entre los 30°S a los 40°S. En el Cretácico Tardío temprano-Paleogeno Temprano ocurrió un cambio mayor en la interacción de placas en el margen sur de Sudamerica que puede estar relacionado con una fase de rápida producción de corteza oceánica en el Océano Pacífico (Larson, 1991) y probablemente esté unido a la reducción del ángulo de subducción bajo Sudamerica (subducción tipo chilena) (Charrier et al., 2007). 5 Entre los 38 a 28 Ma, la convergencia entre las placas era de unos 6 cm/año con 55° de oblicuidad relativo al margen Sudamericano. Alrededor de los 28 Ma la tasa de convergencia se incrementa a unos 9 cm/año y cerca de los 26 Ma fue aún mayor (15 cm/año), con el ángulo de oblicuidad cayendo a unos 10° (Somoza, 1998). El cambio en la convergencia se debería al incremento de la tasa de movimiento de la placa subductante causado por el quiebre de la Placa Farallón (Pardo-Casas y Molnar, 1987). Como consecuencia de lo anterior, no hubo cambio en edad ni en la flotabilidad de la litósfera oceánica entre los 28-26 Ma. Este periodo de convergencia casi ortogonal fue continuo hasta alrededor de los 20 Ma (Pardo-Casas y Molnar, 1987; Somoza, 1998; Figura 2.1). El periodo entre aproximadamente 20 Ma y 16 Ma, existen distintos modelos de convergencia, que difieren por la incertidumbre en la historia de expansión del piso oceánico. 3 modelos han sido propuestos: (1) la tasa de convergencia se incremente desde 15 a cerca de 18 cm/año y sólo tiene un pequeño aumento en la oblicuidad (Pardo-Casas y Molnar, 1987); (2) la tasa de convergencia decrece de 15 a 13 cm/año y el grado de oblicuidad aumenta de unos 10° a cerca de 30° relativo al margen de placas (Somoza, 1998); (3) la oblicuidad dextral de la convergencia decrece moderadamente (Cande y Leslie, 1986; Kay y Mpodozis, 2002). El cambio de los parámetros de convergencia alrededor de los 20 Ma marca el inicio del periodo compresivo y de inversión tectónica en el Mioceno a lo largo del segmento de flat slab (Kay y Mpodozis, 2002). A los 14 Ma (Figura 2.1), el Ridge de Juan Fernández choca con el continente y el periodo siguiente (14-9 Ma, Figura 2.1) está caracterizado por thrusting relacionado a acortamiento compresivo y a volcanismo de arco andesítico a lo largo de todo el segmento de flan slab. Todos los modelos de convergencia indican tasas de convergencia mayores a 10 cm/año y un grado de oblicuidad cercano a 12°. Acortamiento y engrosamiento cortical ha sido asociado con un régimen compresional que se extiende más allá de la región afectada por la subducción del Ridge de Juan Fernández (Kay y Mpodozis 2002). 6 Figura 2.1. Reconstrucción del camino recorrido por el Ridge de Juan Fernández a través del borde de Sudamérica desde el Mioceno (línea negra gruesa). La ubicación del hotspot está indicada por una estrella negra. El margen de Sudamérica (línea negra fina) se mueve hacia el oeste mientras que la ubicación del hotspot se mantiene fija. Se indican lineaciones magnéticas del piso oceánico con sus respectivos números. (Modificado de Yañez et al., 2002). A los 10 Ma (Figura 2.1), la subducción del Ridge de Juan Fernández cambia de una sección de rumbo NE, a un segmento de rumbo E-W, y el frente del arco volcánico migra al este a los 7 Ma, coincidiendo con un evento mayor de deformación (Kurtz et al., 1997; Godoy et al., 1999). 2.2 Segmentación Morfoestructural Andina Los Andes, entre los 32° S y los 35° S, muestran 5 unidades morfoestructurales principales, dispuestas en franjas de orientación norte – sur. A continuación se describirá cada una de estas unidades, presentándolas de oeste a este: 7 Figura 2.2. Mapa geológico simplificado de los Andes de Chile Central y Argentina Centro-Oeste. (Modificado de Farías (2007)). 2.2.1 Cordillera de la Costa (Figura 2.2) Está compuesta por cerros que rara vez sobrepasan los 2000 m s.n.m. Es posible dividir la Cordillera de la Costa en 2 flancos: uno occidental y otro oriental. El flanco occidental está formado, principalmente, por rocas intrusivas y metamórficas del Paleozoico Superior, que constituyen su basamento en el sector más occidental o costero, mientras que hacia el este afloran rocas intrusivas cristalinas mesozoicas (Figura 2.2). Se caracteriza por sus suaves relieves levemente 8 incididos que han sido interpretados como terrazas de abrasión y acumulación marina de edad plio-pleistocena (Wall et al., 1996). En este flanco, la altura no sobrepasa los 500 m s.n.m. Cerca de la actual línea de costa, se presentan depósitos neógenos apoyados en discordancia con las unidades del basamento (Thomas, 1958), El flanco oriental está formado por secuencias volcánicas y sedimentarias Mesozoicas en (Thomas, 1958; Wall et al., 1999; Sellés y Gana, 2001; SERNAGEOMIN, 2003) dispuestas en forma homoclinal con inclinaciones al este con suaves cambios de manteo que no modifican su disposición. Su altura supera los 2000 m s.n.m. en las cercanías de Santiago, disminuyendo su altura hacia el sur. Intrusivos del Cretácico Superior limitan el borde oriental de la Cordillera de la Costa. 2.2.2 Depresión Central (Figura 2.2) Se extiende entre los 33°S hasta los 40°S y corresponde a una cuenca rellena principalmente por depósitos aluviales Pleistocenos a Holocenos, que localmente superan los 500 m de espesor (Thiele, 1980, Araneda et al., 2000, Rauld, 2002). Es posible encontrar algunos “cerros islas”, con cumbres de entre 650 y 480 m s.n.m. decrecientes de este a oeste. Al sur de los 33° S, el límite oriental de la Depresión Central es abrupto y marcado, limitado por la Cordillera Principal. Al norte de los 33° S, la Depresión Central desaparece, dando paso a una serie de cordones montañosos de baja altitud separados por valles que conectan la Cordillera de la Costa con la Cordillera Principal. La Depresión Central limita con la Cordillera Principal por medio de un sistema de fallas inversas de vergencia oeste (Falla San Ramón-Pocuro en Santiago (Rauld, 2002; Charrier et al., 2005; Fock, 2005)). En la zona oeste, el basamento de los depósitos aluviales está constituido por unidades estratificadas cretácicas de la Cordillera de la Costa oriental. En el centro de la Depresión Central, estas secuencias se ponen en contacto con rocas asignadas a los niveles basales de la Formación Abanico (e.g., Estratos del Cordón de los Ratones, al sur de Santiago) por medio de fallas invertidas de vergencia oeste (Falla Los Ángeles en el valle del río Aconcagua 9 de acuerdo con Carter y Aguirre (1965), Falla Infiernillo de acuerdo con Fock et al. (2006)), y por discordancias de erosión (Gana y Wall, 1997; Sellés y Gana, 2001; Fock, 2005). 2.2.3 Cordillera Principal (Fig. 2.2) Puede ser subdividida en tres franjas (occidental, central, y oriental) de acuerdo con sus rasgos estructurales y litológicos. La franja occidental de la Cordillera Principal, está formada por rocas cenozoicas asignadas a las formaciones Abanico (Eoceno Superior?-Mioceno Inferior) y Farellones (Mioceno Inferior-Mioceno Superior) (Figura 2.2). Las rocas de la Formación Abanico presentan localmente intensa deformación como se observa frente cordillerano, mientras que existen sectores en los cuales su deformación es relativamente suave. La Formación Farellones, en cambio, está débilmente deformada, salvo sus niveles inferiores donde se han observado estructuras de crecimiento (Fock et al., 2006). Ambas formaciones se encuentran intruidas por distintos cuerpos plutónicos. Intrusivos del Mioceno Superior – Plioceno Inferior, ubicados en una posición bastante occidental de esta franja presentan en algunos casos mineralización de cobre, conformando la franja de pórfidos cupríferos de Chile Central (constituido por El Teniente y Río Blanco-Los Bronces). La franja occidental de la Cordillera Principal está limitada hacia el este por un amplio cordón de intrusivos de edad 12-7 Ma (conformado por los intrusivos La Gloria, San Gabriel, Cortaedral, entre otros; Ver Anexo A). Al este de este cordón de intrusivos comienza la franja central de la Cordillera Principal. En este sector, aflora la Formación Farellones que sobreyace discordante sobre la deformada (por pliegues y fallas) Formación Abanico oriental. Hacia el este, la Formación Abanico se pone en contacto con las sucesiones del Mesozoico por medio de un sistema de fallas de vergencia al este y retrocorrimientos. Este sistema de fallas delimita orientalmente esta franja. 10 La franja oriental de la Cordillera Principal, está constituida por unidades mesozoicas (Jurásico-Cretácico medio), principalmente sedimentarias, organizadas de más antigua a más joven hacia el este, aún cuando los desplazamientos tectónicos pueden invertir esta secuencia (Figura 2.2). 2.2.4 Cordillera Frontal (Figura 2.2) Bloque que conforma el frente cordillerano argentino a esta latitud. Está compuesto por varios segmentos de basamentos alzados hacia el este de la faja plegada y corrida de Aconcagua. Morfológicamente, la Cordillera Frontal está constituida por numerosos cordones yuxtapuestos a la Cordillera Principal cuyas alturas pueden superar los 6.000 m de altitud. Su distinción con respecto a las zonas más occidentales está dada fundamentalmente por su constitución litológica (rocas del basamento pre-Jurásico). Fue alzada por un sistema de fallas de basamento doblemente vergente durante el Mioceno Superior, mientras ocurría la fase final de deformación estilo escama delgada de la Cordillera Principal en el oeste (Allmendinger et al. 1990; Cristallini y Ramos, 2000; Ramos et al. 2002). Esta unidad limita al este con la Precordillera argentina. Se requiere un nivel de despegue a nivel cortical para propagar el acortamiento dentro de la Cordillera Frontal, que podría estar asociado a una zona de transición frágil-ductil o a zonas de debilidad asociadas a estructura corticales preexistentes (Giambiagi et al., 2003). 2.2.5 Antepaís Andino (Figura 2.2) Se presenta como el piedemonte oriental de la Cordillera de los Andes en esta región. Su elevación fluctúa entre los 900 a 1000 m s.n.m. a los 33ºS aumentando a 13001500 m s.n.m. a los 36ºS. Hacia el este, las elevaciones aumentan, formando lo que podría ser un bulbo periférico de la cuenca de antepaís (Giambiagi et al., 2003). El 11 Antepaís Andino esta cubierto por depósitos sedimentarios y cineríticos syn- y postorogénicos Neógenos depositados sobre rocas sedimentarias y volcánicas del Jurásico al Paleógeno, que, a su vez, se encuentran discordantes sobre el basamento pre-Jurásico. Al sur de los 33° S, se produce una notable reducción del ancho del orógeno, comparándolo al que presenta al norte de esta latitud. 2.3 Evolución Geológica La evolución del margen occidental de Sudamerica se inicia con la acreción de 3 terrenos alóctonos en franjas NNW-SSE, con los acrecionados más recientemente ubicados hacia el oeste (e.g., Mpodozis y Ramos, (1989); Charrier et al., (2007)), cada una de las cuales produjo eventos contraccionales-orogénicos en Argentina. El primer terreno en acrecionarse en la latitud de Chile Central sería Sierras Pampeanas (ó Pampia) durante el Proterozoico Superior (Ramos, 1988). A fines del Ordovícico colisiona contra el continente el terreno Cuyania-Precordillera (Thomas y Astini, 2003). Durante el Devónico Inferior, se acreciona el terreno de Chilenia, causando un sistema de subducción desde el Carbonífero Superior al Pérmico Inferior. No es posible reconocer en Chile afloramientos que se correlacionen con Sierras Pampeanas o con Cuyania-Precordillera. Es posible suponer que Chilenia fue la litósfera continental a partir del cual evolucionó el margen de Chile Central, ya que se puede asociar a la colisión de este terreno la evolución de prismas de acreción y cuencas de antearco ubicados cerca de la actual línea de costa (Rebolledo y Charrier, 1994). La acreción de estos terrenos, además, controlarían la composición de la corteza, así mismo, las suturas y la orientación de estos cuerpos habrían determinado la morfoestructura y la posterior evolución del margen. Litológicamente, en la región de estudio es posible encontrar complejos metamórficos e intrusivos que representan la evolución antes explicada (Figura 2.3). 12 El complejo metamórfico consiste en 2 cinturones pareados: la serie este y la serie oeste (Godoy 1970; Aguirre et al., 1972; Hervé 1974, 1988). Figura 2.3. Ubicación de las unidades metamórficas en la zona de estudio. (Modificado de Charrier et al., 2007). La serie este consiste principalmente metaturbiditas deformadas y lentes de rocas calcosilicatadas, probablemente depositadas en una cuenca de antearco. La serie oeste esta formado por sedimentos clásticos (areniscas y pelitas) metamorfoseados, metacherts, metabasitas y serpentinitas (Godoy 1970; Aguirre et al,. 1972; Hervé, 1974; 1988; Gana y Hervé, 1983; Duhart et al., 2001). Es posible reconocer estructuras pillows en las metabasitas y los cuerpos ultramáficos serpentinizados aparentemente se emplazaron tectónicamente (Godoy y Kato, 1990; Kato y Godoy, 1995). La serie oeste ha sido interpretada como una transición este a oeste de depósitos de una cuenca de antearco a un prisma de acreción (Kato, 1985; Hervé, 1988; Martin et al., 1999b; Willner et al., 2000). Figura 2.4. Ubicación de rocas intrusivas correspondientes al Batolito Costero. (Modificado de Parada et al., 2007). 13 Edades determinadas por Hervé et al., (1984) en la serie este entregan edades (87Rb– 86 Sr en roca total) de 368+42 Ma, cerca del Batolito Costero (Figura 2.4), y de 347+32 Ma más al oeste, lejos del batolito. Por lo tanto, la edad del metamorfismo está acotada a edades entre Carbonífero Temprano tardío y Pérmico Tardío (Munizaga et al., 1973). Durante el Paleozoico Tardío, las rocas intrusivas que forman el actual Batolito de la Costa (Complejo Santo Domingo, Figura 2.4) son expuestas en la Cordillera de la Costa, en afloramientos ubicados al este del complejo metamórfico. Esta unidad incluye granodioritas de hornblenda-biotita y tonalitas de grano grueso con granitos subordinados con megacristales de microclina. Datos geobarométricos obtenidos a partir de una tonalita de Santo Domingo entregan una profundidad de emplazamiento de equivalente a una presión de 4.5 kbar (Sial et al., 1999). Este complejo está intruido por enjambres de diques máficos Mesozoicos. Isocronas Rb–Sr entregan edades entre 292+2 y 308+15 Ma (Hervé et al. 1988). Estas edades son concordantes con edades U-Pb en zircón de 309 y 209 Ma (Godoy y Loske, 1988). Es posible asociar, espacial y temporalmente, el crecimiento del complejo acrecionario mientras ocurre el emplazamiento del batolito Paleozoico Tardío en las etapas finales de su evolución (Charrier et al., 2007), por lo que se puede asumir una organización paleogeográfica muy parecida a la mostrada en la Figura 2.5, que corresponde a una sección al norte de los 33°S, pero se diferencia de ésta por la ausencia depósitos Pérmico Temprano tardío a Medio-Tardío? y una localización más al oeste del Batolito de la Costa (Charrier et al., 2007). 14 Figura 2.5. Sección paleogeográfica esquemática en el Carbonífero Tardío-Pérmico Temprano al norte de los 33°S. A, prisma de acrección; B, depósitos turbidíticos en la parte oeste de una cuenca de antearco; C, depósitos de plataforma y pocos componentes volcánicos en el este de la cuenca de antearco; D, depósitos volcánicos y volcanoclásticos del arco; E, arco, parcialmente ubicado en el oeste de Argentina; F, cuenca de trasarco en Argentina. (Tomado de Charrier et al., 2007). La ausencia de depósitos Pérmicos probablemente se debe a la erosión más profunda en el sur que en el norte del área de estudio y la posición más al oeste del Batolito Costero puede estar controlada por efectos tectónicos durante el Paleozoico Tardío y/o por etapas evolucionarias más tardías (Charrier et al., 2007). El llamado Ciclo Tectónico Pre-Andino (Charrier et al., 2007) ocurre después de la fase constructiva descrita anteriormente (Ciclo Gondwánico). Este periodo se caracteriza por una pausa de la deriva continental, de acuerdo a datos paleomagnéticos (Vilas y Valencio, 1978). Estas condiciones y los relieves formados durante el periodo compresivo habrían gatillado el desarrollo en el Pérmico Superior hasta el Jurásico más inferior (Charrier et al., 2007) de cuencas extensionales de orientación NNW-SSE (Charrier, 1979; Mpodozis y Ramos, 1989; Mpodozis y Kay, 1990). El Ciclo Tectónico Andino, que comprende entre el Jurásico Temprano hasta el Presente, comienza cuando el periodo de quietud descrito anteriormente termina y se renueva la actividad de la subducción (Vilas y Valencio, 1978). La evolución temprana de este ciclo está caracterizada por el desarrollo de un arco magmático paralelo al margen oeste de Gondwana con una cuenca de trasarco en su lado este. A partir de Cretácico Tardío y durante el Cenozoico, la posición del arco cambia gradualmente moviéndose hacia el este, y comienza el desarrollo de cuencas de antearco en el lado este del arco. En la Figura 2.6 se muestra la ubicación de los 15 afloramientos asignados (tanto a la primera subetapa como a la segunda subetapa) a la primera etapa de Ciclo Andino. En esta región, la cuenca de trasarco es conocida como la Cuenca de MendozaNeuquén (Charrier et a., 2007) que es el depocentro que se extiende hasta Argentina. Es posible reconocer al oeste del arco (i.e. en la actual Cordillera de la Costa) otro depocentro, la Cuenca de Lo Prado, ubicada en una posición de antearco (Charrier et al., 2007, Figura 2.7). En la región de estudio, la evolución del arco está representada por la Formación Horqueta (Piracés, 1977; Anexo A) de unos 1600-1700 m de sucesión continental de andesitas y rocas volcanoclásticas (Thomas, 1958; Piracés, 1977; Vergara et al., 1995). Representa alzamiento o incremento de actividad magmática que permitieron depositación bajo condiciones subaérea. Sobreyace a la Formación Cerro Calera y yace bajo la Formación Lo Prado (Thomas, 1958; Piracés, 1977; Vergara et al., 1995) del Cretácico Inferior. La actividad volcánica de Horqueta es contemporánea con un pulso plutónico en la Cordillera de la Costa al oeste de Santiago (Gana y Tosdal, 1996). Estas rocas intrusivas forman un gran batolito compuestos por unidades de dioritas calcoalcalinas, tonalitas, granodioritas y granitos (Gana y Tosdal, 1996; Godoy y Loske, 1988; Anexo A). La intrusión de estas unidades ocurrió entre 162 Ma y 156 Ma (Gana y Tosdal, 1996; Godoy y Loske, 1988). 16 Figura 2.6. Ubicación de afloramientos asignados a la primera etapa del Ciclo Andino. (Modificado de Charrier et al., 2007). En la cuenca de trasarco, un primer ciclo de transgresión-regresión queda registrado en la Formación Río Colina (Thiele, 1980; Anexo A) y la Formación Nieves Negras (Álvarez et al., 1997; Charrier et al., 2002ª; Anexo A) (anteriormente Formación Leñas–Espinoza, definida por Klohn, (1960) y redefinida por Charrier, (1982)) que afloran en la Cordillera Principal. Estas formaciones son parcialmente equivalentes a la Formación Cerro Calera en la Cordillera de la Costa. La Formación Río Damas (Klohn, 1960; Anexo A) sobreyace a una unidad de yeso (Yeso Principal o Yeso Oxfordiano; Charrier et al., 2007) equivalente al miembro medio de la Formación Lagunilla (Aguirre, 1960) que representaría la etapa final de un ciclo de transgresión-regresión. La Formación Río Damas está constituida por una sucesión de detritos continentales de color rojo con un espesor cercana a los 3000 m, con intercalaciones de lavas andesíticas y brechas. Fue depositada en una cuenca extensional con intenso volcanismo local (Charrier et al., 2007). Los depósitos de trasarco son cubiertos concordantemente por los depósitos marinos correspondientes a un segundo ciclo de transgresión-regresión. Estos depósitos han sido interpretados como resultado de una fase compresiva (fase orogénica Araucaniana o Kimmeridgiana; Charrier y Vicente, 1972; Aubouin et al., 1973b). 17 Los depósitos marinos de este segundo ciclo tienen 2 depocentros claramente diferenciados: uno en la parte este de la Cordillera de la Costa y otro en la Cordillera Principal, mayoritariamente en su lado este (Charrier, 1984; Charrier y Muñoz 1994, Figura 2.7). Figura 2.7. Distribución paleogeográfica de las cuencas de antearco y de trasarco, separadas por el arco. A, cuenca de antearco de Lo Prado; B, arco volcánico Lo Prado-Pelambres; C, Cuenca de Mendoza-Neuquén. (Modificado de Charrier et al., 2007). Los depósitos de la cuenca de antearco de Lo Prado (Figura 2.7) están representados por la Formación Lo Prado (Thomas, 1958; enmend. Piracés, 1976; Anexo A) de edad Jurásico Tardío a Neocomiano Tardío. Sobreyace, ya sea discordante (Piracés, 1976) o concordante (Rivano, 1996), a la Formación Horqueta y unidades más antiguas y subyace concordantemente a la Formación Veta Negra (Piracés, 1976; Nasi y Thiele, 1982; Vergara et al., 1995; Anexo A). La Formación Lo Prado consiste principalmente en areniscas marinas (algunas de ellas turbiditas), brechas, conglomerados y depósitos calcáreos en la porción inferior, y una alternancia de de rocas sedimentarias marinas y continentales con gruesas intercalaciones volcánicas bimodales en la porción superior. Por su contenido fósil, se le asigna edad Cretácico Inferior (Neocomiano) (Vergara, 1969; Piracés, 1977; 18 Nasi y Thiele, 1982; Bravo, 2001) y más exactamente, Berriasiano a Valanginiano (Rivano, 1996). Las lavas de Lo Prado presentan alto Al2O3, bajo MgO, alto K a shoshoníticas con baja razón inicial de Sr, indicando la existencia de extensión en el antearco en esos tiempos (Morata y Aguirre, 2003; Parada et al., 2005a). La Formación Las Chilcas (Thomas, 1958; Anexo A) consiste en una sucesión de 3500 m de espesor de depósitos aluvionales y volcanoclásticos con una gruesa intercalación calcárea (Rivano, 1996). Yace concordantemente sobre la Formación Veta Negra (Rivano, 1996) y en discordancia angular sobre la Formación Veta Negra en la loma El Cepillo y ladera norte del Cerro Horcón de Piedra (Sellés y Gana, 2001). El contacto con la Formación Lo Valle (Thomas, 1958; Anexo A; Figura 2.8) que la sobreyace, ha sido reportado como concordante, discordante e interdigitado. Según Gana y Wall (1997) es discordante y la disconformidad representa un hiatus de 20 Ma. Nasi y Thiele (1982) indican que el miembro inferior de la Formación Lo Valle interdigita con la Formación Las Chilcas y que su miembro superior descansa directamente sobre la Formación Veta Negra. Estas observaciones reafirman el desarrollo de una cuenca extencional, donde la Formación Las Chilcas se deposita y la existencia contínua de ésta durante la depositación del miembro inferior de la Formación Lo Valle (Charrier et al., 2007). Bajo este mismo contexto, la depositación del miembro superior de la Formación Lo Valle sobre la Formación Veta Negra indicaría que el relieve que forma la cuenca estaría completamente lleno, ya que la depositación sobrepasa sus márgenes (Charrier et al., 2007). 19 Figura 2.8. Ubicación de los afloramientos asignados a la segunda etapa del Ciclo Andino. (Modificado de Charrier et al., 2007). En la figura, LV, corresponde a la Formación Lo Valle; Gk, abreviación de la edad de los intrusivos del Cretácico Tardío. La edad de las formaciones Veta Negra y Las Chilcas está acotada por las relaciones de contacto con la Formación Lo Prado (Neocomiano; Rivano, 1996) y el miembro inferior de la Formación Lo Valle (Campaniano a Maastrichtiano; Gana y Wall, 1997), entregando una edad Cretácico Temprano tardío a Cretácico Tardío temprano. El volcanismo del arco está representado por intercalaciones volcánicas en los depósitos continentales y marinos de la Formación Lo Prado (Thomas, 1958; Anexo A) de edad Jurásico Tardío-Cretácico Temprano y por las intercalaciones volcánicas en la Formación Lo Valdés (González, 1963; Biro-Bagoczky, 1964; Anexo A). En estas formaciones, las intercalaciones volcánicas desaparecen hacia el este, indicando que la fuente de las lavas y sedimentos volcanoclásticos estaba localizado en el oeste (Charrier et al., 2007). El arco que originó estos depósitos estaría ubicado al oeste de la actual de la Depresión Central, cerca del flanco este de la Cordillera de la Costa, lo que queda en evidencia por la localización de un cinturón de intrusivos Cretácicos (Gana y Tosdal, 1996; Gana et al., 1996). En la latitud de Santiago, los granitoides Cretácico Temprano en la Cordillera de la Costa que intruyen rocas Paleozoicas y Jurásicas afloran en la parte este de la Cordillera de la Costa. 20 En la parte oeste de la cuenca Mendoza-Neuquén, el ciclo transgresión-regresión queda en evidencia por la depositación de una secuencia sedimentaria nerítica a marina somera, predominantemente calcárea de la Formación Lo Valdés (González, 1963; Hallam et al., 1986; Anexo A). La regresión final llevó a la depositación de una segunda capa de yeso (Yeso Secundario o Yeso Barremiano) en la base de la Formación Colimapu (Klohn, 1960; González y Vergara, 1962; González, 1963; Charrier, 1981; Anexo A) que corresponden a depósitos continentales con intercalaciones calcáreas que contienen fósiles que son más jóvenes que la regresión en el final del Neocomiano y se le puede asignar una edad Aptiano-Albiano (Martínez-Pardo & Osorio 1963). Como se puede observar, condiciones extencionales prevalecieron en la región en esta etapa del Ciclo Andino, mostrando evidenciadas entregadas por datos geoquímicos y por los grandes espesores de las rocas volcánicas del arco y de los depósitos sedimentarios de trasarco y de antearco. Deformación syn-subducción ocurre en el arco magmático y en el trasarco. La primera etapa del Ciclo Andino termina con un pulso de deformación compresiva en el Cretácico Tardío que invirtió la antigua cuenca de trasarco (Charrier et al., 2007). Los depósitos Jurásico Temprano a Cretácico Temprano tardío fueron deformados (plegados y fallados), alzados y erodados. Este episodio corresponde al Fase Subhercyniana o Peruana (Steinmann, 1929; Groeber, 1951; Charrier y Vicente, 1972; Vicente et al., 1973; Reutter, 2001). Además, se puede correlacionar con la reorganización de las placas que causó el desplazamiento hacia el norte de la Placa Farallón y una convergencia dextral oblicua entre la placa oceánica y la Sudaméricana. A partir de este momento, movimientos horizontales en fallas orientadas N-S muestran desplazamientos dextrales. El relleno del trasarco fue invertido formando un sistema plegado y fallado con vergencia hacia el este (Charrier et al., 2007). Como resultado de este episodio de inversión, una discordancia regional separa estos depósitos de los sobreyacentes del Cretácico Tardío, que sería la discordancia que separa el Periodo de Evolución Andina Temprano y el Tardío de Coria et al., (1982). 21 Después de lo anterior, la organización paleogeográfica cambia, el arco magmático se mueve hacia el este, una cuenca de antepaís continental se forma al este del arco en vez de una cuenca de trasarco (en la que se desarrolla el Rift de Salta) y se forma una amplia región de antearco debido a la migración del arco (Charrier et al., 2007). En el Cretácico Tardío- Cenozoico temprano ocurre un alza en el nivel del mar que se manifiesta principalmente en el borde oeste de la Cordillera de la Costa y tiene poco efecto en el este de Chile, aunque en el flanco este de la Cordillera Principal se desarrollan las formaciones Saldeño y Malargüe (Bertels, 1969, 1970; Tunik, 2003). Esta etapa evolutiva de los Andes se caracteriza por episodios compresionales asociados con intensa actividad magmática, representada por la abundancia de plutones y depósitos volcánicos de naturaleza andesítica y dacítica-riolítica, asociados a calderas (Charrier et al., 2007). En el flanco este de la Cordillera de la Costa, los depósitos del Cretácico Tardío están representados por la Formación Lo Valle (Thomas, 1958; Godoy, 1982; Moscoso et al., 1982b; Rivano, 1996; Gana y Wall, 1997; Bravo, 2001; Anexo A) de entre 700 a 1800 m de espesor (en la zona de estudio), compuesta de depósitos piroclásticos con intercalaciones de lavas y sedimentos continentales, que corresponderían a los depósitos de una fase tardía de un episodio extensional (Charrier et al., 2007). Se han obtenido edades K-Ar de 70.5+2.5 Ma y 64.6+5Ma (Vergara y Drake, 1978; Drake et al., 1976), y edades 40Ar/39Ar entre 72.4+1.4 Ma y 71.4+1.4 Ma (Gana y Wall, 1997). Esta formación representa los depósitos del arco volcánico que se habría desarrollado en el Cretácico Tardío. El antearco aparentemente formaba un relieve positivo que impidía el ingreso marino hacia el este durante el Cretácico Tardío y Cenozoico Temprano. Trazas de fisión en apatito entregan edades Cretácico Tardío en la Cordillera de la Costa, obtenida de rocas plutónicas y metamórficas Paleozoico Tardía y Triasico Tardío (106+8.6 Ma, 106+7.4 Ma y 98+10 Ma) y del plutón Careu del Cretácico Temprano-Tardío (91+3.2 Ma (Gana y Zentilli, 2000), y entre 95.5+5.4 Ma y 82.0+5.6 Ma (Parada et al., 2005a)) sugieren que el antearco estaba elevado y formaba una barrera topográfica. 22 Un tercer evento compresivo ocurre principalmente en el Eoceno cuando la actividad magmática del ar co o del intraarco termina. Esto ocurrió cerca de los 44 Ma (Tomlinson y Blanco, 1997a), a los 38.5 Ma (Hammerschmidt et al., 1992) o antes a estas edades (Maksaev y Zentilli, 1999). Este evento muestra acortamiento longitudinal y movimientos de rumbo, causado por la inversión tectónica generalizada del arco (o intraarco), el desarrollo de cuencas extensionales durante el Paleógeno y la deformación del relleno. La inversión del arco causó alzamiento de bloques de rocas Paleozoicas que se cabalgan sobre depósitos Mesozoicos y Paleogenos Temprano (Charrier et al., 2007). Este episodio de deformación corresponde a la fase Incaica de la evolución andina (Steinmann, 1929; Charrier y Vicente, 1972; Charrier y Malumian, 1975; Maksaev, 1978; Cornejo et al., 2003; Reutter, 2001), que coincide con el peak de convergencia asociado con la disminución de la oblicuidad de la convergencia hace unos 45 Ma (Pilger, 1984; Pardo-Casas y Molnar, 1987; Somoza, 1998; Reutter, 2001). Entre el Paleogeno Tardío y el Presente se desarrolla la última fase de desarrollo de los Andes y donde éstos alcanzan su presente configuración. Durante esta etapa, ocurre le alzamiento andino, se desarrollan las unidades morfoestructurales presentadas en la sección 2.2 de este trabajo, el arco volcánico se ubica en su posición actual y los depósitos de pórfidos cupríferos post-Incáicos se emplazan (Charrier et al., 2007). Las modificaciones en la cinemática y en las tasas de convergencia de las placas ocurridas en este periodo, causaron variaciones en el régimen tectónico del margen continental, expresado en el antearco por alzamiento y deformación syncrónica extensional, compresiva y de rumbo (Hartley et al., 2000). La paleogeografía estaba caracterizada por el Orógeno Incaico, que se formó durante la inversión del arco magmático o del trasarco ocurrida en el Paleógeno Temprano. La inversión y alzamiento del Orógeno Incaico en el Eoceno Medio a Tardío estuvo controlado por una serie de fallas de tendencia NNE-SSW con vergencia al este y al oeste. Se desarrollaron cuencas al este y al oeste de los bloques alzados que recibían 23 sedimentos de la erosión de las áreas elevadas, dejando depósitos que afloran en todas las unidades morfoestructurales, aunque éstos no afloran de forma continua en la Depresión Central como consecuencia del mayor alzamiento provocado por la actual subducción del Ridge de Juan Fernández (Charrier et al., 2007). La Formación Navidad (Darwin, 1846; Tavera, 1979b; Encinas et al., 2003; Finger et al., 2003; Anexo A; Figura 2.10) aflora en la parte oeste de la Cordillera de la Costa. Estos sedimentos marinos de edad Mioceno Tardío, depositados en una cuenca de rápida subsidencia que habría alcanzado profundidades de 1500 m cuando su miembro basal fue depositado (Encinas et al., 2003). Al norte de la Formación Navidad, afloran las lavas andesíticas de la Formación La Patagua (Wall et al., 1996) de edad Mioceno. Podrían ser asociadas con un lineamiento de orientación NW-SE que ha sido interpretado como una falla de acomodo relacionada con el desarrollo de una cuenca extensional en la Cordillera Principal (Rivera y Cembrano, 2000). Figura 2.9. Ubicación de los depósitos neogenos en la región de estudio. (Modificado de Charrier et al., 2007) En la Depresión Central se pueden encontrar depósitos aluviales derivados de la Cordillera Principal, especialmente bien desarrollados en las bocas de valles de los ríos. En la zona de estudio, grandes extensiones de tobas de ceniza (Ignimbrita Pudahuel, Wall et al., 1996; Anexo A) que se asocian a la Caldera Maipo cubren la Depresión Central (Stern et al., 1984a). Estos amplios depósitos sugieren que estos flujos piroclásticos cubrieron la parte de la Depresión Central, incluida la cuenca de Santiago. 24 En la Cordillera Principal, en una cuenca extensional se depositan la Formación Abanico (Aguirre, 1960; Anexo A), predominantemente volcánica de edad Eoceno Medio?-Tardío a Mioceno Temprano y la Formación Farellones (Klohn, 1960; Anexo A) de edad Mioceno Temprano-Tardío. La Formación Abanico consiste en una sucesión fuertemente plegada de forma local, de cerca de 2000 m de rocas volcánicas, piroclásticas, volcanoclásticas y sedimentarias, intruidas por intrusivos subvolcánicos de la misma edad (Vergara et al., 2004). Aflora en 2 cinturones de orientación norte-sur separados por la Formación Farellones. En su parte oeste, los depósitos basales de edad 34.3+2.2 Ma sobreyacen discordantes sobre la Formación Lo Valle del Cretácico Tardío (72.4+1.4 y 71.4+1.4 Ma; Gana y Wall, 1997), formándose entre ellas un hiatus de 37 Ma. La Formación Farellones es una unidad casi completamente volcánica, poco plegada, que aflora con una tendencia norte-sur aproximadamente entre los 32°S a 35°S (Vergara et al., 1988). Figura 2.10. En gris, la supuesta ubicación de la cuenca de Abanico en la Cordillera Principal. Además, se presenta la traza de las fallas mayores que controlarían el desarrollo de la cuenca y la inversión tectónica. (Modificado de Charrier et al., 2007). La Formación Abanico parece haberse depositado en una cuenca extensional que sufrió una inversión posterior. Composición geoquímica y datos de madurez termal que indican una corteza relativamente delgada durante el desarrollo temprano de la cuenca y un alto flujo de calor durante el enterramiento apoyan un evento extensional en la corteza. Esta cuenca habría comenzado a formarse hace unos 36 Ma, con una corteza relativamente delgada que continuó hasta el Oligoceno-Mioceno Temprano. La contracción habría ocurrido durante y después de la última etapa de depositación de la Formación Abanico, comenzando antes de los 21 Ma y terminando cerca de los 16 Ma (Charrier et al., 2007), y estuvo controlada por la inversión de las fallas extensivas asociadas con el desarrollo de la cuenca. Volcanismo y sedimentación 25 ocurrió a lo largo de la cuenca, depositando la Formación Farellones, mientras que en los bordes este y oeste de la cuenca, inversión y exhumación llevan a la erosión de la Formación Abanico. Las edades más antiguas (25 y 21 Ma) de la Formación Farellones se encuentran en la zona norte de la región de estudio, mientras que las edades más jóvenes para la base de la Formación Abanico (16.1 Ma) están en el sur, lo que implicaría un progresión norte-sur del magmatismo y, posiblemente, de la deformación, asociado con el movimiento hacia el sur del Ridge de Juan Fernández a lo largo del margen continental. La cinemática de las fallas que limitan los depósitos de Abanico son consistentes con la propuesta inversión de una cuenca extensional con desplazamientos verticales de unos 1000 a más de 200 m. Lo anterior, sumado con la sismicidad superficial bajo la Cordillera Principal, sugiere que estas fallas contribuyeron significativamente al alzamiento Andino y estarían involucradas en acomodamientos corticales. Para la zona de estudio, es posible distinguir las trazas de fallas mayores, la San Ramón, Chacayes-Yesillo y El Diablo (ver Capítulo 3), ordenadas de este a oeste. Los depósitos de la Formación Farellones, típicamente cubren a la Formación Abanico, pero su contacto a sido reportado con discordante (Aguirre, 1960; Klohn, 1960; Charrier, 1973b, 1981b; Thiele 1980; Moscoso et al., 1982b), mientras que Godoy (1988, 1991), Godoy y Lara (1994) y Godoy et al. (1999) lo reportan como concordante o pseudoconcordante. La edad de depositación de la Formación Abanico está restringida a Eoceno Tardío (Charrier et al., 2002b), por encontrarse restos mamíferos fósiles en las termas del Flaco, al sur de la zona de estudio (Wyss et al., 1994). La edad de los depósitos basales de la Formación Farellones corresponde al Mioceno tardío, aunque edades miocenas tambien han sido reportadas para la parte superior de la Formación Abanico. La deformación del relleno de la cuenca produjo depósitos syntectónicos y disconformidades progresivas, pero estos eventos no suceden en toda la cuenca al 26 mismo tiempo, mientras que el volcanismo y el depósito de sedimentos puede continuar en la cuenca durante la contracción, por lo que es posible que esta sea una causa de este traslape de edades entre las formaciones Abanico y Farellones en algunas áreas (Charrier et al., 2007). La deformación ocurrió entre los 25.2+0.2 Ma y 16.1+0.5 Ma (Charrier et al., 2002c). En el Mioceno, durante la inversión de la Cuenca Extensional de Abanico, movimientos de la Falla San Ramón que constituye el límite entre la Depresión Central y la Cordillera Principal, provocó cabalgamientos con vergencia hacia el oeste de la Formación Abanico sobre los depósitos de la Depresión Central. Plutones miocenos se encuentran esparcidos a lo largo de la Cordillera Principal (Aguirre, 1960; González y Vergara, 1962; Thiele, 1980; Charrier, 1981b; Kurtz et al., 1997; Maksaev et al., 2003; Figura 2.11), asociados a pórfidos supergigantes de Cu-Mo como mena como Río Blanco–Los Bronces y El Teniente, de edad Mioceno Tardío a Plioceno. La mineralización de estos cuerpos está asociada a zonas de alteración hidrotermal ligadas a stocks multifase, pipas brechosas y estructuras de diatremas en rocas de la Formación Abanico (Camus, 1975, 2003; Cuadra, 1986; Serrano et al., 1996; Vivallo et al., 1999; Skewes et al., 2002; Maksaev et al., 2004). Figura 2.11. Distribución de los afloramientos de intrusivos cenozoico tardío. (Modificado de Charrier et al., 2007). 27 El arco volcánico actual yace sobre la parte este de la sector oriental de los afloramientos de la Formación Abanico, cubriendo las unidades Mesozoicas y formando la parte norte de la Zona Volcánica Sur (López-Escobar et al., 1995a). 28 3 Estructuras Como se analizó en el capítulo anterior, en la región de estudio se reconocen 3 grandes dominios morfoestructurales mayores (la Cordillera de la Costa, la Depresión Central y la Cordillera de los Andes), cada uno con particulares características estructurales, las que serán detalladas a continuación. 3.1 Cordillera de la Costa Fallas normales afectan al conjunto de rocas volcánicas de la Cordillera de la Costa y a los intrusivos del Cretácico Superior que las intruyen. Presentan una orientación general NW a NE y manteos al este y oeste, generan un desplazamiento relativo ca. 400 m. Se reconoce, además, numerosos lineamientos y fallas de dirección NW-SE, de gran extensión, en parte coincidentes con los bordes de la depresión de la laguna de Aculeo (ver mapa fuera de texto). Estas estructuras pertenecen a un conjunto de lineamientos y fallas de orientación NW a WNW que se extiende hasta la costa, del cual forma parte la Falla Melipilla (Wall et al., 1996, Yañez et al., 1998). Figura 3.1. Ubicación de las estructuras principales en la región de estudio. 29 Se identifican 3 grandes fallas de importancia regional que coinciden en el curso inferior del Río Maipo: La Falla Melipilla (Figura 3.1), que presenta un rumbo WNW y manteo subvertical a lo largo del valle del Río Maipo, donde se encuentra cubierta por depósitos cuaternarios. Esta estructura coincide con una anomalía magnética y gravimétrica ubicada en niveles intermedios de la corteza superior, la Anomalía Melipilla (Gana et al., 1994; Yañez et al., 1998). La Falla Melipilla ha sido interpretada como una falla de rumbo dextral y transpresional, que desplaza parte de la sucesión estratificada mesozoica e intrusivos paleozoicos y jurásicos (Gana et al., 1996). La interpretación de los datos geofísicos indica que la Falla Melipilla correspondería a un plano de despegue que acomodaría la compresión norte-sur que afecta a los plutones jurásicos al norte de estas fallas contra un bloque rígido reconocido al sur. Esta compresión de sentido norte-sur estaría condicionada por una tectónica de placas con un estilo de convergencia oblicua de sentido siniestral durante el Mesozoico (Yañez et al., 1998). Se reconocen, además, una serie de otras fallas de orientación similar a la Falla Melipilla y que pertenecen al mismo set estructural. Estas corresponden a las fallas Marga Marga y Valparaíso – Curacaví (Fig. 3.1). Estas fallas afectan al basamento paleozoico-jurásico y parte del basamento cretácico, presentan rumbo NW, son subverticales y también coinciden con anomalías geofísicas (Yañez et al., 1998). Existen evidencias que indican que las estructuras NNW-SSE tendrían una historia compleja desde el Triásico Superior y/o Jurásico (Gana et al., 1996). La Falla Melipilla correspondería al eje de simetría del minioroclino del Río Maipo (Yáñez et al., 2002) que se relaciona a un cambio en la orientación del borde continental desde N-S, al norte de los 33º S, a NNE, al sur de los 33º S. La Falla Río Maipo (Figura 3.1) presenta rumbo NNW y se observa controlando el curso inferior del río homónimo. Presenta un movimiento normal de edad postpliocena (Gana et al., 1996). A partir de este movimiento, se reconoce un bloque colgante al suroeste, formado por rocas sedimentarias de la Formación Navidad, y un bloque yaciente al noreste, formado por rocas intrusivas triásico-jurásicas. 30 La Falla Puangue (Figura 3.1) se extiende con rumbo NNE desde Cerro Minillas, hasta el sector de cuesta Lo Encañado, donde es interrumpida por la Falla Río Maipo. Presenta movimiento normal de edad post-pliocena (Gana et al., 1996). A partir de este movimiento se reconoce un bloque colgante y un bloque yaciente formado por rocas intrusivas paleozoicas y triásicojurásicas. 3.2 Depresión Central La Falla Infiernillo, también conocida como falla Los Ángeles (Figura 3.1), pone en contacto a la Formación Lo Valle con la Formación Abanico y tiene un rumbo y manteo aproximado N10º E / 80º E (Fock, 2005). La Falla Infiernillo fue descrita anteriormente como una falla normal (Aguirre, 1957; Fuentes et al., 2002), que controlaría el límite occidental de la Depresión Central (Aguirre, 1957; Aguirre, 1960; Delucchi, 1973; Padilla, 1981). La Falla Infiernillo podría ser la prolongación hacia el norte de la Falla de Cerro Renca, la cual se ubica al oeste de la ciudad de Santiago (Figura 3.1), que pone en contacto la Formación Lo Valle con la Formación Abanico. Sellés (1999) la interpreta como una falla normal invertida, y correspondería al límite occidental de la cuenca donde fue depositada la Formación Abanico. Pone en contacto a la Formación Lo Valle con la Formación Abanico (Fock, 2005). Al igual que la Falla Infiernillo, esta falla ha sido descrita como una falla normal (Aguirre, 1957, 1960; Fuentes et al., 2002), que controlaría el límite occidental de la Depresión Central (Aguirre, 1957; Aguirre, 1960), pero trabajos más recientes indican que correspondería a una falla normal que posteriormente habría sido invertida en uno o más eventos deformativos durante el Oligoceno Superior – Mioceno Inferior y que presenta vergencia al W (Fock, 2005). La Falla Portezuelo de Chada (Fock, 2005) correspondería a una falla inversa de vergencia al oeste que monta la Unidad Estratos del Cordón de los Ratones, sobre la Formación Abanico. Sellés y Gana (2001), dedujeron un movimiento normal para esta falla. La Falla San Ramón es considerada el límite entre la Cordillera Principal y la Depresión Central. Rauld (2002) identificó que la traza correspondería a una falla 31 inversa de vergencia al oeste, reconociendo evidencias geomorfológicas (como escarpes), además de pliegues asociados al desarrollo de la falla. Sellés y Gana (2001) reconocen un lineamiento rectilíneo de orientación NS, que ha sido interpretado como la traza de la Falla Pocuro (Carter y Aguirre, 1965). Trabajos más recientes indican que correspondería a una falla normal que posteriormente habría sido invertida en uno o más eventos deformativos durante el Oligoceno Superior – Mioceno Inferior y que presenta vergencia al W (Charrier et al., 2005; Fock, 2005). En este lineamiento se han reconocido sedimentos cuaternarios fallados y surgencias de aguas termales alineadas a lo largo de la traza de la falla (Wall et al., 1999). 3.3 Cordillera de los Andes Las estructuras mayores tienen un rumbo general aproximado NS, pero presentan fuertes variaciones en el estilo de deformación y vergencia. Corresponden principalmente a pliegues asimétricos con ejes de rumbo N – NE y a fallas inversas de orientación N – NE y con vergencia tanto al este como al oeste, (González, 1963; Thiele, 1980; Thiele et al., 1991; Charrier et al., 2002, 2005; Fuentes et al., 2002; Rauld, 2002). La Falla Laguna Negra (Figura 3.1) descrita por Fock (2005), continua hacia el norte con el nombre de Falla El Coironal (Ramos et al., 2001). Corresponde a una falla inversa de vergencia oeste, que corta la Formación Abanico y a filones manto asociados al Plutón La Gloria (Cornejo y Mahood, 1997). La Falla Chacales-Yesillo (Figura 3.1) correspondería a una falla inversa de alto ángulo de vergencia al oeste, con un rumbo de N20°W y un manteo aproximado de 80°E (Fock, 2005). Pone en contacto las formaciones Colimapu y Abanico. A esta falla se le asocia un pliegue sinclinal por propagación de falla con un flanco oriental volcado hacia el este (Fock, 2005). Se la puede interpretar como un backthrust asociado a la Falla El Diablo. La Falla El Diablo (Figura 3.1), es descrita por Fock (2005) como un corrimiento inverso de orientación NNE-SSW de vergencia al este de carácter regional, que pone 32 en contacto a la Formación Colimapu con la Formación Lo Valdés y sobre ella misma. Esta falla pone en contacto rocas mesozoicas con rocas cenozoicas, siendo una estructura de carácter regional, que sería la continuación hacia el norte del Corrimiento El Fierro (Davidson, 1971; Godoy, 1991) al sur de los 34°S, y propagado hasta las nacientes del río Maipo (Palma, 1991; Godoy y Palma, 1990b; Charrier et al., 2005). En la parte más oriental de la región de estudio, al este de la Falla El Diablo, se puede observar una secuencia de fallas, anticlinales y sinclinales de rumbo N-NW, apretados y volcados con vergencia de preferencia al este, que constituyen la Faja Plegada y Corrida del Aconcagua, que afecta principalmente a las rocas Mesozoicas (Thiele, 1980; Ramos et al., 1991; Giambiagi, 2003; Giambiagi et al., 2002a, 2003b). 33 4 Atracción Gravitacional, Potencial y Anomalía de Gravedad 4.1 Definiciones La Ley de Gravitación Universal presentada por Newton en Philosophie Naturalis Matematica nos dice que la magnitud de la fuerza de gravedad entre 2 masas es proporcional a cada masa e inversamente proporcional al cuadrado de su separación. En coordenadas cartesianas (Figura 4.1), la fuerza mutua entre una partícula de masa m centrada en el punto Q = (x’,y’,z’) y una partícula de masa M en P = (x, y, z) está dada por: F= GMm , r2 donde: G = 6.67 x 10-11 N m2 Kg-2 = Constante de Gravitación Universal; r = [(x - x’)2 + (y – y’)2 + (z – z’)2]. Si consideramos m = 1, hablaremos del campo gravitacional ejercido por la masa M y en el caso de la tierra corresponderá a “g” = Atracción de Gravedad. Para este caso, M = Masa de la Tierra; r = Radio de la Tierra. Entonces, g = M . r2 34 Figura 4.1. Masas M y m experimentando una fuerza gravitacional mutua, la que es proporcional a ∧ M, m y r2. Por convención r apunta desde la fuente gravitacional hacia al punto de observación, que en este caso está localizado en M. Como ∇g = 0 , estamos en presencia de un campo conservativo, por lo que puede ser representado por el gradiente de un potencial escalar. g ( P ) = ∇U ( P ), donde U ( P ) = G m = Potencial Gravitacional. r De esta manera, es posible definir el potencial gravimétrico U como el trabajo realizado por el campo de gravedad sobre un cuerpo. Para una distribución de masas como la de la Figura 4.2, el valor de U(P) viene dado por: U ( P) = G ∫ dm = G ∫ r ρ ( x' , y ' , z ' )dV r V , por lo tanto ∧ g ( P ) = −∇U ( P ) = G ∫ V ρ ( x' , y ' , z ' ) r r 2 dV . 35 Figura 4.2. Atracción Gravitacional en un punto P debido a una distribución de densidad ρ. Como la fuerza de gravedad varía dependiendo del lugar de la tierra (ya que el radio de la Tierra no es constante, como tampoco lo es la distribución de masas), superficies equipotenciales son suaves, pero irregulares. Una superficie equipotencial de interés es el Geoide, superficie equipotencial descrita por el nivel del mar sin el efecto de las corrientes marinas, clima y mareas. La forma del geoide está influenciada por las masas bajo la superficie. Está inflado sobre los excesos de masa (e.g., montañas o cuerpos enterrados de alta densidad) y está deprimido sobre déficit de masas (e.g., valles o cuerpos enterrados de baja densidad). Debido a las complejas variaciones internas de la densidad, es necesario referir el geoide a una superficie más suave y simple. Por acuerdo internacional, esa superficie equipotencial es una superficie esferoidal ligada a una tierra uniformemente densa. Diferencias de altura entre este esferoide y el geoide son generalmente de menos de 50 m y reflejan variaciones laterales del modelo de densidad uniforme. Este esferoide tiene una forma muy cercana a una elipse de revolución, y por consecuencia, es llamado elipsoide de referencia. Su forma está descrita por 2 parámetros, el radio ecuatorial a y el radio polar c (Figura 4.3), y frecuentemente está expresado en términos de achatamiento (f): f = a−c a La Tierra es casi esférica, con achatamiento de 1/298.257. 36 Figura 4.3. Parámetros que describen el elipsoide de referencia. a es el radio ecuatorial y c, el radio polar La fuerza de gravedad de la Tierra es debida a la masa de ésta y a la fuerza centrífuga causada por la rotación del planeta. El potencial total del esferoide, entonces, es la suma de su potencial gravitatorio Ug y a su potencial rotacional Ur, U = U g + Ur donde 1 U r = ω 2 r 2 cos 2 λ , 2 ecuación en la cual ω es la velocidad angular y λ es la latitud (Blakely, 1995). El potencial de gravedad Ug es armónico fuera del esferoide y es determinado afuera de éste únicamente por sus valores en la superficie. Ug en la superficie es determinado completamente por f, a y la masa total de la Tierra. De ahí, sólo estos 3 parámetros más ω son suficientes para encontrar el potencial total U del esferoide en o sobre su superficie. Ug viene dado por ∞ γM ∞ ⎛a⎞ U g = ∑ n +1 S n (θ ,φ ) = ⎜ ⎟ ∑ r n=0 ⎝ r ⎠ n=0 r 1 n ∞ ∑ (α m=0 m n ) cos mφ + β nm sin mφ Pnm (θ ) , (Ecuación 4.1) 37 donde M es la masa total, a es el radio ecuatorial, φ es la longitud y θ es la colatitud. En esta ecuación, los variados términos describen el potencial gravitacional en términos de un set masas idealizadas (monopolar, bipolar, etcétera) centradas en el origen, mientras que los coeficientes α nm y β nm , describen la importancia relativa de cada masa. Usando elementos de simetría (como la no dependencia de φ , eliminando los términos con m=0), la ecuación (4.1) se reduce a Ug = = 2 ⎡ ⎤ a ⎛a⎞ M ⎢α 00 P00 (θ ) + α10 P10 (θ ) + α 20 ⎜ ⎟ P20 (θ )⎥ r ⎢⎣ r ⎝r⎠ ⎥⎦ γ 2 ⎡ ⎤ a ⎛a⎞ 1 M ⎢α 00 + α10 cosθ + α 20 ⎜ ⎟ (3 cos 2θ + 1) + ...⎥ (Ecuación 4.2). r ⎢⎣ r ⎝r⎠ 4 ⎥⎦ γ El primer término de la ecuación (4.2) es el término monopolar, el cual debe igualar a γ r M . De ahí, α 00 = 0 . El segundo término, el bipolar, debe ser cero, porque su origen está en el centro de masa. Por lo tanto, α10 = 0 y todos los coeficientes de grado par deben ser cero por la misma razón. En consecuencia, el tercer término es el menor término en la serie que describe la salida del esferoide desde una esfera. El coeficiente α 20 es generalmente expresado en términos del coeficiente de elipcicidad J2, donde α 20 = − J2. La relación entre J2 con el achatamiento f del esferoide viene dado por J 2 = 2f −m = 1.082626 x 10-3 (Blakely, 1995), donde m es el radio de la 3 fuerza gravitacional en el ecuador, dado por m= ω 2a3 =3.46775 x 10-3. γM Dejando de lado los términos de alto grado de la ecuación 4.2, cambiando la colatitud a latitud, y sustituyendo Ug en la ecuación U = U g + U r , llegamos al potencial gravitacional total. 38 U= Mγ Mγa 2 J 2 1 − 3 sin 2 (λ ) − 1 + ω 3r 2 cos 2 (λ ) (Ecuación 4.3) 3 r 2r 2 ( ) Si el esferoide es aproximadamente esférico, cualquier normal al esferoide será muy cercanamente paralela a r. Entonces, la gravedad total, normal al esferoide y dirigida hacia adentro de éste, viene dada aproximadamente por g0 = ∂U ∂r Mγ 3 Mγa 2 J 2 = 2 − 3 sin 2 (λ ) − 1 + ω 3r cos 2 (λ ) (Ecuación 4.4) 4 r 2 r ( ) donde g0 es usado para denotar la gravedad total del esferoide. La ecuación 4.4 describe la gravedad total del esferoide en cualquier lugar sobre o fuera del elipsoide en un marco de referencia que se mueve con la rotación de la Tierra. Es posible expresar r en términos de de a, λ y f, por lo que la ecuación 4.4 se transforma en g0 = Mγ a2 ⎡⎛ 3 9 ⎞ ⎛ ⎞ 2 ⎤ ⎢⎜1 + 2 J 2 − m ⎟ + ⎜ 2 f − 2 J 2 + m ⎟ sin (λ )⎥ (Ecuación 4.5) ⎠ ⎠ ⎝ ⎣⎝ ⎦ En el Ecuador, la ecuación 4.5 queda expresada como gE = Mγ ⎛ 3 ⎞ 1 + J2 − m⎟ . 2 ⎜ a ⎝ 2 ⎠ A partir de gE, sustituyendo su valor en la ecuación 4.5 y reagrupando términos, es posible llevar g0 a la forma g 0 = g E (1 + α sin 2 (λ ) + β sin 2 (2λ )) (Ecuación 4.6) donde, gE es la atracción de gravedad del esferoide en el Ecuador, α y β dependen de M, f, ω y a. 39 En la Tabla 4.1, se pueden encontrar los valores para los parámetros f, ω, a y J2. El parámetro Mγ puede ser determinado de manera mucho más precisa que calcular M y γ por separado. Tabla 4-1. Parámetros de varios sistemas de referencia geodésicos. Tomado de Chovitz, 1981. J2 Mγ gE Sistema a, [km] f 1924-190 6378,388 1/297,0 0,0010920 3,98633x 1014 9,780490 1967 6378,160 1/298,247 0,0010827 3,98603x 1014 9,780318 1980 6378,137 1/298,257 0,00108263 3,9886005x 1014 9,780327 El primer elipsoide de referencia aceptado internacionalmente fue el establecido en 1930 y sus parámetros asociados entregan la siguiente fórmula ( ) g 0 = 9.78049 1 + 0.00528814 sin 2 (λ ) − 0.0000059 sin 2 (2λ ) , conocida como la Fórmula Internacional de Gravedad de 1930, donde g0 está en m/seg2. Con la llegada de la tecnología satelital, en 1967 un nuevo elipsoide fue aceptado, el llamado Sistema de Referencia Geodésico 1967, el cual produjo la Fórmula de Gravedad Internacional 1967, g 0 = 9.78031846 (1 + 0.0053024 sin 2 (λ ) − 0.0000058 sin 2 (2λ )) . Recientemente la Asociación Internacional de Geodesia ha adoptado el Sistema de Referencia Geodésico 1980, el que lleva al actual campo de referencia, el World Geodesia System 1984, cuya fórmula esta dada por g 0 = 9.7803267714 1 + 0.00193185138639 sin 2 (λ ) 1 − 0.00669437999013 sin 2 (λ ) . g0 en todas sus representaciones es comúnmente llamada gravedad teórica o gravedad normal. 40 4.2 Anomalías de Gravedad La señal gravimétrica observada en cualquier punto del planeta, está compuesta por numerosos efectos que enmascaran su efecto y que están determinados por las variaciones de densidad de la Corteza y el Manto. De hecho, la aceleración de gravedad en la superficie de la Tierra es de aproximadamente 9.8 m/seg2 (980 Gal), mientras que las anomalías causadas por variaciones de densidad en la corteza y el manto superior, son típicamente menores a 10-3 m/seg2 (100 mGal), menos de 0.01 % de la gravedad observada. Por lo tanto, es posible “descomponer” la señal de gravedad observada como: Gravedad observada = Atracción del Elipsoide de referencia + Efecto de la elevación sobre el nivel del mar + Efecto de la masa “normal” sobre el nivel del mar + Variaciones temporales (mareas y deriva instrumental) + Efecto de masas que soportan cargas isostáticas +Efectos de variaciones de densidad de la Corteza y el Manto superior (Ecuación 4.7). El objetivo de descomponer la gravedad observada, es tratar de aislar el último término de la ecuación, ya que contiene la información geológica que nos interesa. Para lograr esto, es necesario introducir a la gravedad observada en cada punto una serie de correcciones, las que serán descritas a continuación. 41 Figura 4.4. Sección de la litósfera que grafica el modelo usado para explicar las correcciones a la gravedad observada. La corteza y el manto tienen densidades de 2670 y 3070 Kg/m3, respectivamente. La montaña está isostáticamente compensada por una raíz cortical. Una masa de sección cuadrada y de densidad 2970 kg/m3 representa una variación en la densidad debido a la geología de la corteza superior. Para ilustrar las contribuciones en la gravedad observada, se utilizará un modelo simple de litósfera como el mostrado en la Figura 4.4. Este modelo incluye varios ejemplos de variaciones laterales en densidad: un edificio topográfico, una raíz de baja densidad que soporta isostáticamente la topografía y un cuerpo denso en la corteza superior que se extiende sobre y bajo el nivel del mar. La gravedad es observada en la superficie topográfica a lo largo de un perfil EW y la meta es aislar la anomalía causada por el cuerpo de alta densidad en al corteza superior. La primera corrección a la ecuación 4.7 viene dada por la sustracción del efecto de la gravedad teórica, que corresponde a la atracción gravitacional normal de una Tierra hipotética que no contiene inhomogeneidades laterales de densidad, dejando un residuo que refleja variaciones de densidad en la corteza y el manto, efectos de la altitud, mareas, etcétera (Figura 4.5). 42 Figura 4.5. Sección de la litósfera que muestra la sustracción de la gravedad teórica a la gravedad observada. El perfil de gravedad resultante está dominado por una gran anomalía negativa causada principalmente por el incremento de la altitud del gravímetro mientras el perfil pasa sobre el edificio topográfico. Esta contribución no está relacionada directamente a fuentes corticales o mantélicas, sólo reflejan cambios de distancia entre el gravímetro y el centro de la Tierra. Las mediciones gravimétricas tomadas a nivel del mar, pueden ser compensadas directamente con el campo de referencia g0, ya que corresponde al nivel del mar. En cambio, las mediciones sobre tierra deben ser ajustadas por la elevación por sobre el nivel del mar. Si g (r ) representa la atracción gravitacional en el geoide, el valor de la gravedad a una pequeña distancia h sobre el geoide está dada por la expansión de en series de Taylor g (r + h ) = g (r ) + h ∂ g (r ) + ... ∂r Eliminando los términos de mayor orden y reagrupando los términos, se obtiene 43 g (r ) = g (r + h ) − h ∂ g (r ) . ∂r Si se asume que la tierra es uniforme y esférica, entonces g (r ) = − M γ r2 y la ecuación anterior se transforma a g (r ) = g (r + h ) − 2 g (r ) h . (Ecuación 4.8) r El último término de la ecuación 4.8 muestra la diferencia en elevación entre g (r ) y g ( r + h) , que es conocido como la corrección de aire libre g fa , porque es sólo un ajuste de elevación requerido si no hubieran masas entre el punto de observación y el nivel del mar. Usando los valores de g y r al nivel del mar g fa = −0.3086 x 10-5h (4.9) donde h es la elevación sobre el nivel del mar. Entonces, aplicando la corrección de aire libre, se obtiene la anomalía de aire libre dada por Δg fa = g obs − g fa − g 0 , donde g obs es la gravedad observada. Figura 4.6. Sección de la litósfera después de la corrección de aire libre. 44 La gran anomalía negativa de la Figura 4.2 es causada por el incremento de la altura del gravímetro sobre el alto topográfico. Sobre este tipo de áreas, la anomalía de aire libre tiende a alzarse hacia grandes valores, los que causan una frecuente correlación entre la topografía y la gravedad, como se observa en la Figura 4.6 donde, aunque la corrección de aire libre ha considerado la elevación del instrumento, no ha considerado la masa adicional representada por el edificio topográfico. Cabe destacar que la raíz en la Figura 4.6, que soporta isostáticamente el edificio topográfico, también produce una componente de la anomalía de aire libre de corta longitud de onda y de relativa baja amplitud. Tendiendo en cuenta que las mareas causadas por el sol y la luna tienen la suficiente amplitud para ser detectadas por un gravímetro como gravedad que varía en el tiempo. El efecto de las mareas depende del tiempo y de la latitud, es mayor a bajas latitudes y tiene una componente periódica con período del orden de 12 horas. El efecto de la marea nunca excede los 3 x 10-6 m/seg2 (0.3 mGal), que es una pequeña corrección considerando las otras correcciones a la gravedad observada. Para los efectos de esta memoria, la corrección por mareas la realiza el gravímetro Scintrex CG-5 Autograv dentro de la captura de datos, por lo tanto, cuando el instrumento entrega la gravedad observada, esta medida ya viene corregida. Las correcciones de aire libre y de gravedad teórica ignoran las masas que se existan entre el nivel de observación y el nivel del mar, pero la corrección de Bouguer si las toma. La corrección de Bouguer simple (Figura 4.7) aproxima toda masa sobre el nivel del mar como una placa homogénea de extensión infinita de espesor igual a la altura del punto de observación sobre el nivel del mar. La atracción de gravedad de una placa infinita viene dada por g sb = 2πρh donde h es el espesor de la placa. Por lo tanto, obviando la corrección por mareas, la anomalía simple de Bouguer viene dada por Δg sb = g obs − g fa − g sb − g 0 . 45 Figura 4.7. Anomalías de Bouguer simple y completa sobre la sección de litósfera. La anomalía de Bouguer típicamente muestra una correlación inversa con la topografía de gran longitud de onda. Cabe notar que la anomalía, hasta este momento, refleja el contraste de densidad de las masas anómalas, con respecto a la densidad “normal”, en vez de las densidades totales. La anomalía de Bouguer simple ignora la forma de la topografía, las montañas que se alzan sobre el nivel de observación “elevan” la medición del gravímetro, pero no son consideradas por la aproximación de placa infinita, como tampoco lo son los valles que yacen bajo el nivel de observación, ya que éstos forman “cavidades” dentro de la placa. Sea cual sea el caso, una corrección simple de Bouguer tiende a sobrecompensar las mediciones hechas cerca de características topográficas. La corrección de terreno gt ajusta esta sobrecompensación y es un paso esencial en la reducción de mediciones hechas en lugares con topografía moderada a extrema. El resultado es la anomalía completa de Bouguer Δg sb = g obs − g fa − g sb − g t − g 0 , donde el signo de gt es siempre negativo. La corrección de terreno, debe incluir un término para la curvatura terrestre (e.g, LaFehr, 1991), es tradicionalmente hecha por aproximación de la topografía por un modelo digital de terreno y calculando la 46 atracción gravitacional del modelo usando forward modeling (Blakely, 1995; Ver Capítulo 5 de este trabajo) o modelación en el dominio de Fourier (Blakely, 1995). Aunque la corrección de Bouguer considera los efectos del edificio topográfico, no lo hace con la raíz de baja densidad que lo soporta isostáticamente. Por esta razón, en la Figura 4.5 la anomalía es extremadamente negativa, porque los efectos gravitacionales de la raíz permanecen en la anomalía. Esta es el motivo por el cual la anomalía de Bouguer sobre los continentes es negativa y positiva en las cuencas oceánicas, ya que esto es causado por la diferencia de espesor cortical entre los 2 ambientes. Con el fin de aislar el efecto gravimétrico producido exclusivamente por la distribución de masas al interior de la corteza, se ha considerado un modelo de escala continental de densidades 3D bajo el margen andino (Tassara et al., 2006) para calcular y eliminar el efecto de gravedad generado por la estructura sub-cortical de densidades. Tassara et al. (2006) produjeron un modelo de escala litosférica para la estructura de densidades entre 5ºS y 45ºS. El resultado final de dicho modelo son las geometrías digitales 3D de la placa subductada, la base de la litósfera continental, la base de la corteza continental (Moho) y una discontinuidad intracortical que separa corteza superior félsica de una corteza inferior máfica. El efecto gravimétrico generado por este modelo de corteza uniforme fue sustraído a la anomalía de Bouguer para así obtener la Anomalía Residual Cortical (ARC), es decir la componente de la anomalía gravimétrica debida sólo a las variaciones laterales de densidad al interior de la corteza continental. La ARC fue obtenida utilizando un criterio geológico y por tanto representa, de forma geológicamente robusta y autoconsistente, el efecto gravimétrico generado por la estructura de densidades al interior de la corteza continental bajo el área de estudio. 47 5 Forward Modelling Cuando la toma de datos gravimétricos esté completa, los datos procesados y los campos regionales han sido removidos apropiadamente, es el momento de iniciar la interpretación. El problema conceptual es estimar uno o más parámetros de la fuente a partir del campo gravimétrico observado, incorporando toda la información geológica, geofísica y otras disponibles. La técnica de interpretación que será utilizada en este trabajo será la de forward modelling, que consiste en la construcción de un modelo inicial de la fuente basado en “intuición geológica y geofísica”. La anomalía del modelo es calculada y comparada con la anomalía observada y los parámetros del modelo son ajustados de manera de mejorar el ajuste entre las 2 anomalías. Este proceso 3 partes (ajuste de la fuente, cálculo de la anomalía, y comparación de las anomalías) es repetido hasta que las anomalías (observada y calculada) sean lo suficientemente parecidas. La interpretación, en cualquier caso, será inherentemente no única, pero la incorporación de información independiente (geológica y geofísica) puede reducir el set infinito de soluciones matemáticas a un conjunto manejable de modelos, todavía grande en número, pero, al menos, geológicamente razonables. 5.1 Modelos Gravimétricos El potencial gravitacional U y la atracción gravitacional g en un punto P debido a un volumen de masa, cuya densidad ρ , vienen dadas por ρ U (P ) = γ ∫ dv (Ecuación 5.1) r R g (P ) = ∇U (Ecuación 5.2) donde r es la distancia desde P a un elemento de volumen del cuerpo dv, y γ es la constante de gravitación universal. En lo que sigue, la dirección del eje z es vertical 48 hacia abajo y el arreglo de los ejes x e y usan el sistema de la mano derecha (Figura 5.1). Figura 5.1. Un cuerpo tridimensional con densidad ρ (x' , y ' , z ') y de forma arbitraria observado en ∧ el punto P(x, y, z ) . Vector unitario r apunta desde un elemento de masa a P. Los gravímetros miden la atracción vertical de la gravedad (i.e., en la dirección en que crece z), por lo tanto g en coordenadas cartesianas es g ( x, y , z ) = ( z − z ') ∂U = −γ ∫ ∫ ∫ ρ ( x' , y ' z ') 3 dx' dy ' dz ' (Ecuación 5.3) ∂z r z' y' x' donde r = (x − x')2 + ( y − y')2 + (z − z ')2 . La modelación forward requiere el cálculo repetido de g(x’,y’,z’) usando la ecuación 5.3, simple conceptualmente, pero no tan simple en la práctica. La dificultad viene dada por aproximar la geología con formas geométricas, donde estas figuras deben ser simples para poder realizar la integral de volumen de la ecuación 5.3 con softwares computacionales. Esencialmente, se debe dividir la fuente gravitacional hipotética en N partes más simples y convertir la ecuación 5.3 en algo parecido a N g m = ∑ ρ nψ mn (Ecuación 5.4) n =1 donde gm es la atracción vertical del m-ésimo punto de observación, ρ n es la densidad de la parte n y ψ mn es la atracción gravitacional en el punto m debido a la parte n con densidad unitaria. 49 Para este caso se intenta reproducir el campo observado a través de una estructura pre-diseñada de cuerpos con geometrías y propiedades físicas, en este caso densidad, diversas, iterando en un proceso de prueba y error hacia el mejor ajuste entre el campo observado y el calculado desde la estructura del modelo. Para realizar lo anterior, a partir de un mapa litoestratigráfico de superficie a escala 1:200.000 (ver mapa fuera de texto) se generará un perfil estructural a lo largo de los 33°45’S (Figura 5.2), ocupando el método Kink para el sector de la Cordillera de la Costa y la Depresión Central, mientras que el sector de la Cordillera Principal estará basado en información de rumbos y manteos medidos por CODELCO integrados a la geometría reportada por Giambiagi y Ramos (2002) para el thrust de Yeguas Muertas. Información anexa, como datos de localización de hipocentros de sismos recolectados por el proyecto Anillo ACT18 y de un perfil de MT de la zona del valle del río Volcán realizada por el proyecto Anillo ACT18, también serán usados como restricciones al modelo. El modelo de la estructura cortical bajo la zona de estudio será producido haciendo uso del módulo de modelación directa del software de modelamiento de campos potenciales ENCOM ModelVision Pro V7.0. 50 Figura 5.2 Modelo Estructural Inicial a los 33°45’S a partir del cual se comenzará la modelación gravimétrica. La línea punteada roja representa la profundidad del Moho de Tassara et al., (2006). 51 6 Discusión Antes de comenzar la modelación con el software ENCOM ModelVision Pro V7.0, es necesario asignar un valor de densidad a las unidades litoestratigráficas que conforman la estructura presentada en la Figura 5.2. Las densidades asignadas para cada unidad son recopiladas de Daly (1935) y Johnson y Olhoeft (1984). A los datos gravimétricos obtenidos por el proyecto Anillo ACT-18 entre los años 2006 y 2008, se le aplican las correcciones señaladas en el capítulo 4 de este trabajo, obteniendo una Anomalía Residual Cortical (ARC) que es presentada en la Figura 6.1. Figura 6.1. ARC a los 33°45’S. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. 6.1 Modelo 1: Modelo de Corteza Superior Después de un proceso de prueba y error, ajustando tanto las geometrías de las unidades litoestratigráficas, como los valores de densidad asignados a ellas, se obtiene un primer modelo, que es presentado en la Figura 6.2. Los valores de densidad finales asignados para cada unidad litoestratigráfica se muestran en la tabla 6.1. 52 Tabla 6-1. Densidad de las unidades litoestratigráficas de la Figura 6.2. Valores obtenidos de Daly (1935) y Johnson y Olhoef (1984). Figura 6.2. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. Leyenda en Figura 6.3. Los valores de densidad correspondiente a cada unidad litoestratigráfica en Tabla 6.1. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal. La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. 53 Figura 6.3. Leyenda de figuras 6.2, 6.4, 6.5, 6.6 y 6.7. 54 Claramente la ARC modelada presentada en la Figura 6.2 muestra un déficit de gravedad al ser comparada con la ARC observada, lo que implica que el modelo geométrico y de densidades no representa la verdadera estructura geológica presente a lo largo de los 33°45’S. Sin embargo, es posible hacer ajustar de mejor modo ambas señales (la ARC calculada y observada), agregándole al modelo cuerpos de distintas densidades ubicados en profundidad. Si lo que necesitamos es alzar la señal en los sectores donde ésta presenta un déficit gravimétrico, los cuerpos que se introducen al modelo deben tener un contraste de densidad positivo con respecto a las rocas que lo albergan. En cambio, si lo que se desea es disminuir la señal, los cuerpos deben tener un contraste de densidad negativo que las rocas que lo albergan. Figura 6.4. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. Leyenda en Figura 6.3. Los valores de densidad correspondiente a cada unidad litoestratigráfica en Tabla 6.1. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal. La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Cuerpos de color rojos tienen densidades mayores a 2,85 gr/cc; cuerpos de color morado tienen densidades entre 2,68 y 2,72 gr/cc; cuerpos de color rosado con densidades entre 2,54 y 2,61; cuerpos de color salmón con densidades menores a 2,54. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. 55 La Figura 6.4 presenta un muy buen ajuste entre las ARC calculada y observada. Para lograrlo, fue necesario introducir al modelo 17 cuerpos densos, de densidades que varían de menores a 2.54 gr/cc a densidades mayores a 2,84 gr/cc. Es posible asociar estos cuerpos de distintas densidades a cuerpos igneos intrusivos a partir de los datos presentados por Daly (1935) y Johnson y Olhoeft (1984). Además Tassara (2006), presenta mineralogías esperadas para los cuerpos dado sus profundidades de emplazamiento y sus densidades. En la Figura 6.4 se interpretará a los cuerpos de color rojo como unidades de gabros (con densidades cercanas a 3,0 gr/cc), los cuerpos de color morado como unidades de granodioritas (con densidades entre 2,68 y 2,72 gr/cc), los cuerpos de color rosado como unidades de granitos (con densidades entre 2,54 y 2,61 gr/cc). Los cuerpos de color salmón de densidades menores a 2,54 gr/cc, es posible interpretarlos como cuerpos intrusivos ricos en feldespato potásico (como los ubicados en la Cordillera de la Costa) o como zonas de fallas, donde las rocas aumentan su porosidad debido al fracturamiento, por lo que su densidad se ve disminuida (que sería el caso del cuerpo ubicado en la Cordillera Principal). Es posible asociar al cuerpo de granodiorita emplazado en el límite de las secuencias mesozoicas con las secuencias cenozoicas en la parte más occidental de la Cordillera Principal con la granodiorita La Obra. Cabe destacar que el ajuste de las curvas en la zona de la Cordillera de la Costa es notoriamente más deficiente que los que encontramos en la Depresión Central y en la Cordillera Principal, debido, principalmente, al muestreo gravimétrico. Para el sector de la Cordillera de la Costa, el muestreo fue de entre 2 a 2,5 Km de distancia entre cada punto de medición, para la zona de al Depresión Central la separación entre las mediciones de fue entre 1 a 1,5 Km, mientras que en la Cordillera Principal, la distancia fue de entre 200 a 250 m. Esto es importante, ya que de la teoría gravimétrica se desprende que el método no logrará reconocer la influencia en la señal gravimétrica de 56 cuerpos de longitud de onda menor a la separación de 2 mediciones de gravedad. Es decir, que en la Cordillera de la Costa no será posible reconocer cuerpos más pequeños que 2 Km, por lo que modelar (por ejemplo) la Formación Navidad, con espesores estimados máximos de 500 m, será muy complicado, lo que queda reflejado en el ajuste de las curvas de ARC observada y calculada. Para esta modelación se dejó de lado la influencia que podría tener dentro de la señal observada, los afloramientos de la Ignimbrita Pudahuel que están en la Cordillera de la Costa (por alcanzar espesores de menos de 200 m) y la cubierta sedimentaria que cubre la Depresión Central en le sector de Santiago, que también presenta espesores que son menores a la densidad de toma de datos en esta zona. El modelo muestra un espesor de entre 15 a 20 Km para los depósitos mesozoicos de la Depresión Central, espesor que disminuye para las unidades de la misma edad que se encuentran en la Cordillera Principal. El espesor para la cubierta mesozoica sería de unos 10 Km, pero éstos se verían duplicados por la presencia de cuerpos intrusivos, por lo que los espesores deben ser menores. La estructura de la Cordillera Principal muestra una estructura de rampa-flat con vergencia hacia el este ubicada a una profundidad de 20 Km, que acomodaría la deformación de las secuencias mesozoicas en una faja plegada y corrida de piel delgada. Este modelo no considera los aportes a la señal gravimétrica de la corteza inferior. 6.2 Modelo 2: Modelo de Corteza La Figura 6.5 muestra un modelo que toma en cuenta los aportes de la corteza inferior a la señal observada. Los valores de densidad finales asignados para cada unidad litoestratigráfica se muestran en la tabla 6.2. 57 Tabla 6-2. Densidad de las unidades litoestratigráficas de la Figura 6.5. Valores obtenidos de Daly (1935) y Johnson y Olhoef (1984). La geometría de la Figura 6.5 está basada en la presentada en la Figura 5.2, pero se ha modelado un solo cuerpo que representa a las unidades litoestratigráficas de Tobas, Lavas Andesíticas a Riolíticas; Areniscas y Conglomerados Volcanoclásticos Jurásico y Calizas, Areniscas, Conglomerados; Rocas Volcánicas Andesíticas, Dacíticas y Riolíticas Cretácico Inferior. La razón de hacer esto es porque a ambas unidades se les ha asignado el mismo valor de densidad (2,65 gr/cc). 58 Figura 6.5. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. Leyenda en Figura 6.3. Los valores de densidad correspondiente a cada unidad litoestratigráfica en Tabla 6.2. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal. La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. La Figura 6.5 muestra una primera etapa dentro de la evolución de la construcción del modelo. Aquí se observa que el ajuste entre la ARC observada y la calculada solo considerando la estructura de la corteza superior, sin considerar un cuerpo de corteza inferior. La Figura 6.6 muestra el que ajuste entre la ARC observada y la calcula mejora notablemente, aunque la ARC calculada está por encima de la señal observada en casi todo el perfil. Esto implica que el modelo presenta un exceso de densidad en casi toda su extensión, por lo que es necesario introducir cuerpos de densidades más bajas para lograr un ajuste mayor entre ambas curvas. 59 Figura 6.6. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. Leyenda en Figura 6.3. Los valores de densidad correspondiente a cada unidad litoestratigráfica en Tabla 6.2. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal. La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. Figura 6.7. ARC a los 33°45’S generada por una geometría basada en la presentada en la Figura 5.2. Leyenda en Figura 6.3. Los valores de densidad correspondiente a cada unidad litoestratigráfica en Tabla 6.2. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra el valor de la Gravedad Residual en mGal. La linea negra muestra la ARC Observada, la linea azul muestra la ARC Calculada. Cuerpos de color rojos tienen densidades mayores a 2,85 gr/cc; cuerpos de color morado 60 tienen densidades entre 2,68 y 2,72 gr/cc; cuerpos de color rosado con densidades entre 2,54 y 2,61; cuerpos de color salmón con densidades menores a 2,54. Imagen generada por el software ENCOM ModelVision Pro V7.0. La Figura 6.7 nos muestra la etapa final de la modelación, donde se logra el máximo ajuste entre al ARC observada y calculada, aunque la señal calculada aún se encuentra por sobre la observada en algunas porciones del perfil. Para lograr esta buena correlación, fue necesaria la inclusión de 9 cuerpos densos, con densidades que varían entre 2.58 y 2.72 gr/cc. Daly (1935) y Johnson y Olhoeft (1984) permiten asociar unidades litológicas a estos cuerpos, por lo que los cuerpos de color morado pueden ser interpretados como unidades de granodioritas (con densidades entre 2,68 y 2,72 gr/cc) y los cuerpos de color rosado como unidades de granitos (con densidades entre 2,54 y 2,61 gr/cc). La densidad asignada al cuerpo de corteza inferior es de 2,95 gr/cc, lo que corresponde a un gabro (Daly (1935); Johnson y Olhoeft (1984)). Es posible asociar los cuerpos de granodioritas emplazados en el borde oeste de la Cordillera Principal con la granodiorita de La Obra. El cuerpo granítico ubicado en la Depresión Central es posible interpretarlo, ya sea como un cuerpo intrusivo JurásicoCretácico que limitan la Cordillera de la Costa con la Depresión Central o bien como una cámara magmática asociada al arco de Veta Negra. La Figura 6.8 muestra una sección paleogeográfica compuesta de oeste a este por una cuenca de ante arco, un arco y una cuenca de trasarco en las que se depositaron las formaciones Lo Prado, Veta Negra, Los Pelambres y Lo Valdés. Tomando en consideración que los afloramientos del oeste se encuentran localizados en la Cordillera de la Costa y los del este en la Cordillera Principal, la parte media de la sección localizada en la Depresión Central está inferida, por lo tanto, no se conoce la ubicación espacial del arco. 61 Figura 6.8. Sección paleogeográfica entre los 32°S y los 33°S correspondiente a la evolución de los Andes en el Jurásico Superior - Cretácico Inferior. LPrF, Formación Lo Prado; VNF, Formación Veta Negra; LPeF, Formación Los Pelambres; LVF Formación Lo Valdés. Modificado de Charrier et al., 2007. Este modelo presenta los mismos problemas de ajuste en la Cordillera de la Costa que los que evidenciaba el modelo de corteza superior, atribuibles a las mismas causas que las entregadas en el modelo 1. 62 7 Conclusiones Basándose en la geometría presentada en la Figura 6.7, incluyendo la localización de hipocentros de sismos, y ubicando las trazas de fallas mapeadas en superficie e interpretadas a partir de información de rumbos y manteos medidos en superficie, se construye una sección de la corteza (Figura 7.1). En ella es posible reconocer una cuenca de alrededor de 18 Km en la que se encuentran rocas asignadas al Mesozoico y al Cenozoico. Las rocas Mesozoicas de la Cordillera de la Costa yacen sobre granodioritas Paleozoico y Jurásico – Cretácico que constituyen el Batolito Costero o sobre cuerpos gabroicos en profundidad. Las rocas Mesozoicas de la Cordillera Principal muestran un nivel de despegue cercano a los 15 Km de profundidad, mostrando una estructura de rampa-flat con vergencia hacia el este, que acomodaría la deformación de las secuencias mesozoicas en una faja plegada y corrida de piel delgada. Figura 7.1. Sección esquemática de la corteza a los 33°45’S. Leyenda en la Figura 6.3. El eje horizontal muestra la distancia en metros. El eje vertical muestra la profundidad en metros. Las lineas gruesas negras representan fallas. Los círculos rojos representan la localización de hipocentros de sismos. La linea punteada azul representa el Moho de Tassara et al., 2006. Espesores de alrededor de 10 Km para las secuencias cenozoicas en la Cordillera Principal, que muestran un estilo de deformación diferente a la mostrada por los depósitos mesozoicos. Estos espesores pueden verse duplicados por cuerpos intrusivos de composición granítica. La ubicación de estos intrusivos esta controlada por las mismas estructuras que controlan la deformación de la cubierta cenozoica. 63 La geometría y estructuras presentadas en la Figura 7.1 son consistentes con la evolución de la Cordillera Principal propuesta por Fock (2005). Los cuerpos granodioríticos ubicados en el borde oeste de la Cordillera Principal se asocian con la granodiorita La Obra, lo que le da una continuación en profundidad de unos 10 a 15 Km. El cuerpo granítico ubicado en el borde este de la Cordillera de la Costa corresponde a una cámara magmática relicta del arco volcánico Jurásico Superior – Cretácico Inferior. No se observa desplazamiento en profundidad de la Falla San Ramón, aunque es posible asociarla con sismos ubicados en la base de la cuenca. 64 8 Recomendaciones Para lograr un mejor entendimiento de la estructura en profundidad a lo largo de los 33°45’S, se recomienda lo siguiente: • Muestreo sistemático de rocas a las cuales se les medirá la densidad, lo que permitirá un mejor control a la hora de la modelación. • Mejor densidad de puntos de mediciones gravimétricas, para lograr tener una mejor resolución en la Cordillera de la Costa y la Depresión Central. • Continuar la toma de datos gravimétricos más hacia el este, llegando hasta el basamento Paleozoico expuesto en el lado argentino. 65 9 Referencias Aguirre, L., 1960. Geología de los Andes de Chile Central, provincia de Aconcagua. Instituto de Investigaciones Geológicas, Santiago, Chile, Boletín Nº 9, 70 p Aguirre, R., 1999. 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A.1 Paleozoico Superior A.1.1 Estratos de El Paico (Wall et al., 1996) Litología: Esquistos de protolito sedimentario y tobaceo, con textura foliada crenulada, ocelar, y en parte, cataclástica, intruidas por granitos paleozoicos. Se encuentran afectadas por alteración hidrotermal sobreimpuesta. Afloran principalmente en la localidad de El Paico. En la zona de Pomaire, afloran como xenolitos en las rocas graníticas paleozoicas, correspondiendo a metareniscas cuarzo-feldespáticas con estructuras sedimentarias preservadas. Edad: Mínima Paleozoico Superior, por relación de intrusión. A.1.2 Rocas Intrusivas Litología, distribución y relaciones de contacto: Tonalitas y granodioritas de anfíbola y biotita, predominantemente; monzogranitos de anfíbola y biotita, sienogranitos y granitos de microlclina rosados y pegmatitas de microclima-cuarzo-epidota-biotita, subordinadas. Afloran en la Cuesta La Manga, Tantahue y Pomaire. Contienen enclaves metamórficos. Están intruidas por diques básicos foliados, cuerpos básicos y granitoides de edad triásica superior, jurásica y cretácica. Edad: 299 + 10 Ma (Gana y Tosdal, 1996) e isocrona Rb-Sr en roca total de 308 + 15 Ma (Hervé et al., 1988), interpretadas como edad de cristalización. Edades K-Ar en biotita dentro del intervalo 274-289 Ma (Wall et al., 1996) corresponden posiblemente a edades de enfriamiento. Y que dicen Parada et al., 2007…… Litología, distribución y relaciones de contacto: Granitos porfídicos de microclima y biotita y pórfidos tonalíticos de biotita y anfíbola. Afloran en los sectores de Morro del Guanaco, al sur de Leyda y Cerro Palqui. Intruido por plutones jurásicos y parcialmente afectados por una zona de deformación milonítica en las cercanías de Leyda. Edad: Edades K-Ar en biotita de 270 + 6 Ma, atribuida a etapa de enfriamiento magmático (Wall et al., 1996). A.2 Triásico A.2.1 Complejo Metamórfico Valparaíso Litología: Gneises tonalíticos de biotita, gneises porfiroblásticos de microclima y migmatitas, con intercalaciones de anfíbolas, de protolito ígneo intrusivo. Afloran entre Cartagena y el norte de San Antonio. Están instruidos por diques leucocráticos y pegmatitas de microclima. Deformados en amplios pliegues mesoscópicos, conteniendo vetillas pegmatíticas. Edad: Errorcrona Rb-Sr en roca total de 140 + 78 Ma y K-Ar en biotita de 159 + 5 Ma (Hervé et al., 1998), que corresponderían al último evento termal de qué del Pz porque en el Mz también hubo eventos termales. A.2.1 Dioritas gnéisicas de Cartagena (Wall et al., 1996) Litología, distribución y relaciones de contacto: Dioritas gnéisicas, anfibolitas, dioritas, dioritas cuarcíferas y gabros parcialmente metamorfizados. Son rocas calcoalcalinas, metaluminosas, tipo I. presentan foliación gnéisica de orientación oestenoreste con inclinación hacia el sur, y están afectadas por milonitización coplanar a la foliación gnéisica. Constituyen un plutón de exposición continua entre los esteros Cartagena y El Sauce. Intruyen a granitoides del Paleozoico Superior, al norte de la zona de estudio (Gana et al., 1996). Edad: Edades U-Pb en circones 214 + 1 Ma (Gana y Tosdal, 1996) y K-Ar en anfíbola de 213 + 10 Ma (Cordani et al., 1976) corresponderían a la edad de crsitalización del intrusivo. Edades K-Ar en anfíbola de 181 Ma (Irwin et al., 1987), en anfíbola de 145 + 5 (Wall et al., 1996) y 168 + 8 Ma (Cordani et al., 1976), y en plagioclasa 157 + 1 Ma (Cordani et al., 1976), se interpretan como edades rejuvenecidas por el magmatismo jurásico. A.3 Jurásico – Triásico A.3.1 Rocas Intrusivas Litología y relaciones de contacto: Sienogranitos de biotita, predominantemente en el sector norte y monzogranitos de biotita y anfíbola en el sector sur, al este de Rapel. Son rocas calcoalcalinas muy diferenciadas (70-78 % de SiO2), moderadamente peraluminosas a peraluminosas, tipo I. Son plutones alargados, que muestran contactos graduales con granitoides paleozoicos y están cortados por stocks monzodioríticos a granodioriticos del Jurásico. Edad: Edades K-Ar en biotita de 184 + 4 Ma, 180 + 4 Ma y 212 + 5 Ma (Wall et al., 1996). A.4 Jurásico A.4.1 Formación Horqueta (Piracés, 1976) Litología: Secuencia volcánica subaérea con intercalaciones sedimentarias continentales, constituidas por tobas, lavas andesíticas a riolíticas, areniscas y conglomerados volcanoclásticos de color pardo rojizo. Está afectada por metamorfismo de contacto relacionado a intrusitos jurásicos y cretácicos. Espesor: Aproximadamente 4300 m (Nasi y Thiele, 1982). Base: Concordante a la Formación Cerro Calera. Techo: Aparentemente concordante a la Formación Lo Prado. Edad: Determinada por sus relaciones de contacto de base y techo. A.4.2 Formación Cerro Calera (Piracés, 1976) Litología: Predominantemente sedimentaria marina y transicional, constituida por limonitas y areniscas calcáreas, areniscas y conglomerados volcanoclásticos, areniscas y conglomerados cuarzo-feldespáticos e intercalaciones de tobas. Espesor: Máximo 760 m (Nasi y Thiele, 1982). Base: En parte sobreyace con contacto depositacional a intrusitos paleozoicosy, en parte, está intruida por granitoides del Jurásico y Cretácico. Techo: Concordante con la Formación Horqueta. Edad: Asociación faunística encontrada en niveles de lutitas y areniscas finas, que incluyen bivalvos y ammonites del Aaleniano superior (Nasi y Thiele, 1982). Estos autores le asignan una edad tentativa bajociana a los estratos sedimentarios superiores de esta formación. A.4.3 Rocas Intrusivas Correspondiente a las unidades Limache y Peñuelas de Gana et al. (1994a). Litología, distribución y relaciones de contacto: Tonalitas y granodioritas de anfíbola y biotita; incluyen a cuerpos dioríticos al norte de Pomaire. Afloran como plutones alargados en sentido este-oeste y noreste, de 10 13 km de longitud. Intruyen a granitoides del Paleozoico y a rocas sedimentarias y volcánicas de las formaciones Cerro Calera y Horqueta, generando zonas de alteración hidrotermal. Intruidas por plutones del Cretácico. Rocas calcoalcalinas con valores intermedios de potasio, 58-75% de SiO2, metaluminosas, tipo I. Edad: Edades K-Ar en biotita entre 155 y 160 Ma (Wall et al., 1996) y en anfíbola 164 + 8 Ma y 144 + 7 Ma (Wall et al., 1996). Litología y relaciones de contacto: Granodioritas de hornblenda-biotita, tonalitas y granitos. Rocas con 71-78% de SiO2, metaluminoso, tipo I. Intruyen a granitoides del Paleozoico y están cortadas por cuerpos menores dioríticos de anfíbola y hornblenditas de piroxeno y olivino. Edad: Edad K-Ar en biotita 158 + 4 Ma (Wall et al., 1996). Litología, distribución y relaciones de contacto: Tonalitas y granodioritas de hornblenda-biotita, monzodioritas cuarcíferas y dioritas subordinadas. Contienen 6065% de SiO2. Son rocas calcoalcalinas, metaluminosas a moderadamente peraluminosas, de tipo I. Afloran como plutones subcirculares, de 2 a 13 km de diámetro. Intruyen a granitoides del Paleozoico al norte de San Pedro, norte del Estero Las Diucas, Longovilo y Cerro Guanaco; a granitoides del Triásico Superior-Jurásico al norte del cerro Las Bandurrias, Cuncumén este de San Pedro. Edad: Edades K-Ar en biotita de 165 + 4 Ma, 156 + 4 Ma y en anfíbola de 161 + 9 Ma (Wall et al., 1996). A.6 Cretácico y/o Jurásico indiferenciado A.6.1 Rocas Intrusivas Litología y relaciones de contacto: Pórfidos andesíticos de anfíbola. Conforman un plutón circular de 600 m de diámetro, asociado a vetas de cuarzo, en contacto con zona de enclaves magmáticos e intruyendo a granitoides Paleozoicos. Litología, distribución y relaciones de contacto: Gabros y hornblenditas de piroxeno. Corresponden a stocks circulares de 700-500 m de diámetro, que intruyen granitoides paleozoicos y se asocian a zonas de enclaves magmáticos (oeste y noroeste de Pomaire). A.7 Jurásico Medio A.7.1 Formación Nieves Negras (Álvarez et al., 1999; 2000) Litología: Secuencia de areniscas finas a medias con intercalaciones de pelitas negras, limonitas y brechas subordinadas en su base, con una serie rítmica de niveles gruesos de areniscas gruesas y niveles delgados de limonita en los niveles superiores (Álvarez et al., 1997; Charrier et al., 2002b). Base: No aflora Techo: Concordante con la Formación Tábanos (Río Colina). Edad: En base a material paleontológico, se le asigna una edad Bathoniano-Caloviano Temprano (Álvarez et al., 1997). Correlación: En la zona de la confluencia de los ríos Espinoza y Las Leñas, Klohn (1960) denominó a estos depósitos como Formación Leñas Espinoza. Se correlaciona con con el miembro Santa Elena de la Formación Nacientes del Teno (Klohn, 1960; Davidson, 1971) y las formaciones Las Lajas, Los Molles y Tres Esquinas en Argentina (Charrier et al., 2002b). A.7.2 Formación Río Colina (González, 1963) Litología: Secuencia sedimentaria marina, compuesta principalmente por calizas y lutitas calcáreas oscuras, lutitas fisibles finamente estratificadas, areniscas y conglomerados finos, con algunas intercalaciones de rocas volcánicas andesíticas. Presenta yeso interestratificado y domos diapíricos de yeso que la intruyen (Fig 3.2). Espesor: Mínimo visible 800 m. Base: Aparente concordancia sobre Formación Nieves Negras (Álvarez et al., 1997). Techo: Concordante con Formación Río Damas. Edad: Caloviano – Oxfordiano, por fauna fósil. Correlaciones: Formaciones Tábanos, Lorena, La Manga y Auquilco en Argentina (Thiele, 1980; Álvarez et al., 1996). A.8 Jurásico Superior A.8.1 Formación Río Damas (Klohn, 1960) Litología: Secuencia continental de conglomerados y brechas conglomerádicas gruesas a medianas con intercalaciones de areniscas, limonitas, lavas andesíticas y pequeños niveles de yeso. Espesor: ~ 3.000 m. Base: Concordante con Formación Rió Colina. Techo: Concordante con Formación Lo Valdés. Edad: Kimmerigdiano, por relaciones de contacto (Thiele, 1980). Correlaciones: Miembro superior de la Formación Lagunillas (Thiele, 1980). En Argentina, correlacionable con Formación Tordillo, asignada al Kimmerigdiano (Thiele, 1980; Sruoga et al., 2000; Giambiagi et al., 2003). A.8.2 Formación Lo Valdés (González, 1963) Litología: Lavas andesíticas con intercalaciones sedimentarias marinas en su miembro inferior; calizas, calizas fosilíferas, calcilutitas, lutitas y areniscas calcáreas en su miembro superior. Espesor: 1350 m. Base: Concordante con Formación Río Damas. Techo: Concordante con Formación Colimapu. Edad: Tithoniano – Hauteriviano (Biró, 1964; Tavera, 1968; Thiele, 1980; Hallam et al., 1986). Correlaciones: Formación San José (Valanginiano), definida por Aguirre (1960) al norte; al sur con Formación Termas del Flaco (Tithoniano superior-Hauteriviano) (Thiele, 1980). En Argentina con Grupo Mendoza (Thiele, 1980, Aguirre-Urreta et al., 1996,1997). A.9 Cretácico Inferior A.9.1 Estratos de Horcón de Piedra (Wall et al., 1996) Litología: Predominantemente lavas y tobas riolítico-dacíticas, y lavas andesíticas afaníticas y porfíricas. Base: Aparentemente concordante sobre la Formación Veta Negra en el norte, y sobre la Formación Lo Prado hacia el sur. Edad: En Laguna de Aculeo, estratos asignados a esta unidad, están intruidos por granitoides de edad K-Ar de 80 M (Vergara y Drake, 1979), lo que sugiere que puede ser asignable al Cretácico Inferior, y probablemente, en gran parte, pueda corresponder a la Formación Las Chilcas. A.9.2 Formación Las Chilcas (Thomas, 1958; Vergara et al., (1995)) Litología: Secuencia volcánica y sedimentaria. Su base está compuesta por aproximadamente 300 m de lavas andesíticas a dacíticas y, en menor medida, por rocas piro y epiclásticas de similar composición. La parte media de la formación se caracteriza por un predominio de productos volcánicos ácidos, tanto tobas riolíticas y sus equivalentes epiclásticos, de entre 100 a 800 m de espesor. Intercalado entre los niveles bajos a medios se encuentran estratos calcáreos fosilíferos, con restos de ostrácodos, además de estromatolitos y foraminíferos. Los niveles superiores de la formación corresponden a aproximadamente 600 m de coladas basálticas y andesito-basálticas de olivino y piroxenos. Espesor: 1800 m (máximo). Base: En discordancia angular sobre la Formación Veta Negra en la loma El Cepillo y ladera norte del Cerro Horcón de Piedra. Techo: Discordancia de erosión a la Formación Abanico en las laderas del Cerro Challay. También subyace en discordancia de erosión a la Formación Lo Valle (Wall et al., 1999) o concordante según Godoy (1982). Edad: Una toba de lapilli de la base entregó una edad K-Ar en roca total de 82 + 2 Ma (Sellés y Gana, 2001), interpretada como edad mínima. Para las lavas básicas de los niveles superiores se cuenta con edades K-Ar en roca total de 85 + 3 Ma, 81 + 3 Ma, 79 + 3 Ma y 72 + 3 Ma (Sellés y Gana, 2001), interpretadas como mínimas, dado que intrusivos que cortan a las lavas han sido datados en 83-89 Ma. Una riolita perteneciente a los niveles medios entregó una edad U-Pb de 110 + 0.5 Ma. Ambas edades U-Pb se consideran de cristalización y confirmarían una edad Aptiano-Albiano asignada por Wall et al. (1999). A.9.3 Formación Veta Negra (Thomas, 1958; Vergara et al., (1995)) Litología: Rocas volcánicas y, en parte subvolcánica, incluyendo andesitas con grandes fenocristales de plagioclasa (ocoitas), lavas andesíticas porfídicas y afaníticas e intercalaciones sedimentarias subordinadas, compuestas por limonitas, areniscas y conglomerados volcanoclásticos subordinados, además de calizas que contienen fósiles de bivalvos y gastrópodos sin valor cronoestratigráfico preciso. Está intruida por granitoides del Cretácico Superior Espesor: 800 m (máximo). Base: Concordante con la Formación Lo Prado. Techo: Discordancia angular con la Formación Las Chilcas. Edad: La mejor edad del volcanismo es una edad plateau 40 Ar/39Ar en plagioclasa de 119,4 + 1,2 Ma (Aguirre et al., 1999) de una lava ocoítica. Un dique ocoítico emplazado en la Formación Lo Prado entregó una edad plateau 40Ar/39Ar en plagioclasa de 122,7 + 1,1 Ma, que probablemente representa la edad del magmatismo ocoítico. Edades de entre 92 a 102 Ma en la localidad de Cerro Bustamante, han sido interpretadas como edades de la mineralogía secundaria (Aguirre et al., 1999). A.9.4 Formación Lo Prado (Thomas, 1958; emend. Piracés, 1976) Litología: Unidad sedimentaria marina y volcánica. Su miembro superior es de 1100 m de potencia promedio, que corresponden a calizas fosilíferas marinas, areniscas y conglomerados con intercalaciones de rocas volcánicas andesíticas a dacíticas. Su miembro medio presenta una potencia promedio de 2150 m, está formado por lavas, lavas brechosas y tobas de composición andesítica, dacítica y riolítica e intercalaciones sedimentarias subordinadas. El miembro inferior de potencia promedio 1970 m, está compuesto de areniscas, areniscas calcáreas fosilíferas marinas, lutitas calcáreas, areniscas y conglomerados, con escasas intercalaciones de lavas andesíticas a dacíticas. Espesor: Máximo estimado de 5800 m. Base: Aparentemente concordante con la Formación Horqueta. Techo: Concordante con la Formación Veta Negra y los Estratos de Horcón de Piedra. Edad: Faunas fósiles de pelecípodos y ammonites, que en su conjunto, señalan un intervalo Berriasiano superior-Hauteriviano. Además, se encuentra intruida por plutones datados en 114-104 Ma. A.9.5 Formación Colimapu (Klohn 1960; González & Vergara 1962; González 1963; Charrier, 1981b) Litología: Secuencia continental roja, consistente en areniscas y lutitas, conglomerados de matriz arenosa, con intercalaciones de tobas, lavas andesíticas y calizas, lateralmete discontinuas. Espesor: ~2000 m estimados. Base: Concordante con Formación Lo Valdés. Techo: Discordante con Formación Abanico. Edad: Mínima Albiano por carófitas fósiles; máxima Hauteriviano por edad de Formación Lo Valdés. Correlaciones: Formación Cristo Redentor (Aguirre, 1960) en el valle del río Aconcagua. En Argentina, Formación Diamante y Huitrín (Ramos et al., 1996; Srouga et al., 2002; Giambiagi et al., 2003a, b). A.9.6 Rocas Intrusivas A.9.6.1 Diorita de Portezuelo Los Aromos Litología: Pórfido diorítico cuarcífero a monzodiorítico con fenocristales de plagioclaso, anfíbola, biotita y cuarzo, en una masa fundamental intergranular con biotita y magnetita intersticial. Edad: No se cuentan con edades absolutas, se asume para este plutón una edad probable cretácica inferior por situarse en la franja de intrusivos de esta edad en la Cordillera de la Costa. A.9.6.2 Plutón del Cordón Mallarauco Litología y relaciones de contacto: Plutón de tonalitas y granodioritas de anfíbola y biotita con piroxeno ocasional (58-69% SiO2) de más de 40 km2 de superficie. Intruye a la Formación Lo Prado e imprime un halo de metamorfismo de contacto y alteración de aproximadamente 3 km de ancho en los niveles basales y medios de dicha formación. Edad: Edad K-Ar en biotita de una tonalita de anfíbola entrega una edad de 104 + 5 Ma (Selles y Gana, 2001), mientras que un monzogranito con edad 40Ar-39Ar en biotita dio 107,24 + 0.62 Ma, ambas consideradas edades mínimas de cristalización. Sin embargo, intrusivos en continuidad areal registran edades de 91-96 Ma (Gana et al., 1996; Wall et al., 1999). A.9.6.3 Diorita Puntilla del Viento Litología, distribución y relaciones de contacto: Stocks dioríticos de anfíbola+piroxeno a monzodioríticos cuarcíferos de anfíbola y biotita, expuestos al norte del Río Mapocho. Su contenido de SiO2 es de 46-67%. Intruye a las formaciones Lo Prado y Veta Negra y, a su vez, es intruido por intrusivos del Cretácico Inferior y Superior. Edad: Edades K-Ar en biotitas de 114 + 3 Ma y 111 + 4 Ma (Selles y Gana, 2001), consideradas edades mínimas de cristalización. A.10 Cretácico Superior A.10.1 Formación Lo Valle (Thomas, 1958) Litología: Tobas andesíticas a riolíticas (flujos piroclásticos ácidos y depósitos de caida, principalmente) con intercalaciones de lavas y rocas sedimentarias continentales fluviales y lacustres con restos de troncos fósiles. Espesor: Varía entre los 700 y 1.800 m (Wall et al., 1999; Fuentes et al., 2000, Fuentes, 2004). Base: Discordante por erosión sobre la Formación Las Chilcas. Techo: Discordante por erosión bajo la Formación Abanico. Edad: Maastrichtiana superior (Gana y Wall, 1997; Vergara y Drake, 1978) por dataciones radiométricas. A.10.2 Estratos del Cordón Los Ratones (Sellés y Gana, 2001) Litología: Secuencia volcánica y subvolcánica, con intercalaciones sedimentarias continentales. La base consiste principalmente en tobas de lapilli y brechas piroclásticas, ambas con clastos andesíticos, además de escasas lavas andesíticas e intercalaciones sedimentarias de arenitas tobáceas y litarenitas de ca. 0,5 m, y estratos de conglomerados. Hacia el techo se intercalan, gradualmente, tobas de lapilli y de ceniza de composición dacítica a riolítica. Espesor: 450 m aproximadamente (Total). Base: No aflora. Techo: Se infiere una relación de discordancia con la Formación Abanico que la suprayace. Edad: Aunque existe una ausencia de datos geocronológicos que impide precisar la edad absoluta, su posible correlación con la Formación Lo Valle, ubicaría a esta unidad dentro del Cretácico Superior (Thomas, 1958; Wall et al., 1999). Está intruida por stocks y diques datados en 36 y 22 Ma. Correlación: Su correlación litoestratigráfica más probable es con la Formación Lo Valle. A.10.3 Rocas Intrusivas A.10.3.1 Unidad La Dormida (Gana et al., 1994) Litología, distribución y relaciones de contacto: Brecha intrusiva compuesta por clastos graníticos de grano grueso, con grandes cristales de anfíbol y clastos foliados de 20-30 cm, angulosos a subredondeados. La matriz corresponde a una andesita o dacita porfídica, con fenocristales de plagioclasa, anfíbola y cuarzo, en masa fundamental de textura félsica. Aflora al este-norteste de Pomaire. Relacionada a zona de enclaves magmáticos del Paleozoico-Jurásico-Cretácico. Edad: Edad K-Ar en roca total de 96 + 3 Ma (Wall et al., 1996). Litología y relaciones de contacto: Granodioritas y tonalitas de anfíbola-biotitapiroxeno y monzodioritas cuarcíferas. Poseen 55-65%de SiO2, rocas calcoalcalinas de potasio intermedio, metaluminosas, tipo I. Intruyen a las formaciones del Jurásico y Cretácico Inferior y a cuerpos plutónicos del Jurásico y Paleozoico, formando zonas de alteración y de enclaves magmáticos. Poseen susceptibilidad magnética >20 emu x10-4. Edad: Edad K-Ar en biotita de 92 + 2 Ma (Wall et al., 1996). Litología, distribución y relaciones de contacto: Pórfidos dioríticos a granodioríticos. Un pórfido andesítico con fenocristales de plagioclasa y piroxeno poikilíticos con masa fundamental compuesta por plagioclasa y piroxeno, forma un stock irregular de 1,5 km de longitud, que aflora en Punta del Guanaco. Un pórfido granodiorítico con fenocristales de plagioclasa, feldespato potásico y anfíbola; forma un plutón de 3 km de longitud, expuesto en la localidad de Los Linderos. Otros cuerpos menores comprenden un pórfido diorítico de piroxeno, ubicado en el sector del Cajón Carmen Alto (Nasi, 1981). Edad: Edad K-Ar en plagioclasa de 95 + 4 Ma (Wall et al., 1996). Litología y distribución: Gabros, dioritas de hornblenda y piroxeno y dioritas cuarcíferas de hornblenda y biotita. Poseen 52-58% de SiO2, constituyen stocks subcirculares de 0,7-1 km asociados a zonas de enclaves magmáticos al norte de Pomaire. Edad: Edad K-Ar en anfíbola 97 + 3 Ma (Wall et al., 1996). A.10.3.2 Intrusivos hipoabisales abdesíticos y dioríticos Litología, distribución y relaciones de contacto: Stocks y filones manto porfídicos, andesíticos y dioríticos de piroxeno y/o anfíbola. Son rocas de textura porfídica con fenocristales de plagioclasa com piroxeno y anfíbola subordinada inmersos en una masa fundamental intergranular con epidota y clorita intersticial. De composición calcoalcalina, metaluminosas, de mediano a alto contenido de potasio (Sellés, 2000) y su contenido en SiO2 es de 54-63%. Su forma es irregular inferiores a 1 km2 de área de hasta 250 m de ancho. Afloran en los cerros al sur de Calera de Tango y en la loma Los Azulillos, al sur de la Laguna de Aculeo. Intruyen a la Formación Las Chilcas. Edad: Se postulan como equivalentes someros de stocks granodioríticos del Cretácico Inferior descritos a continuación, por lo que se asume para todos ellos una edad similar a las de esas rocas (89 a 93 Ma). A.10.3.3 Stocks monzodioríticos-granodioríticos Litología, distribución y relaciones de contacto: Stocks de monzodiorita cuarcífera a granodiorita de anfíbola, biotita y piroxeno, de superficie expuesta de 28 km2. Afloran en el alto de Catillana, en los cerros al sur de Calera de Tango, en el sector de la mina La Africana, al oeste de Angostura y en torno a la laguna Aculeo. Intruyen a las formaciones Las Chilcas y Veta Negra. Rocas calcoalcalinas, metaluminosas de mediano a alto contenido de potasio, derivadas de la evolución de magmas básicos (Sellés, 2000). Edad: Edad U-Pb en circón de 84,6 + 0,4 Ma y edades K-Ar en biotita de 89 + 2 Ma, 86 + 2 Ma y 83 + 2 Ma (Sellés, 2000), interpretadas como edades de cristalización. A.11 Paleoceno-Eoceno A.11.1 Rocas Intrusivas A.11.1.1 Intrusivos hipabisales dacíticos Litología, distribución y relaciones de contacto: Stocks porfídicos dacíticos de piroxeno de hasta 0,3 km2 de exposición. Afloran en el Cerro Negro, sector de Lepanto e intruyen a los Estratos del Cordón Los Ratones. Edad: Edad K-Ar en roca total de 36,4 + 1,3 Ma (Sellés y Gana, 2001). Se correlacionan con un conjunto de intrusivos datados por Wall et al. (1999) entre 64-32 Ma. A.12 Eoceno-Mioceno Inferior A.12.1 Formación Abanico (Aguirre, 1960) Litología: Lavas básicas a intermedias, rocas piroclásticas ácidas y, subordinadamente, intercalaciones sedimentarias continentales (fluviales, aluviales y lacustres) formando lentes de hasta ~500 m de espesor (Charrier et al., 2002a, Nyström et al., 2003), plegada y afectada por metamorfismo pervasivo de muy bajo grado (Aguirre, 1960; Thiele, 1980; Levi et al., 1989). Dispuesta en 2 franjas norte – sur separadas por afloramientos de la Formación Farellones. Espesor: ~3000 m estimado, aunque probablemente aumentado por intrusiones de filones-manto y lacolitos andesíticos (Thiele, 1980). Base: La franja occidental, se encuentra, ya sea, en contacto por falla con Formación Lo Valle o concordante con un hiatus de 35 Ma (Gana et al., 1997; Fuentes, 2004). En Angostura de Paine, se dispone en discordancia de erosión sobre rocas de la Formación Las Chilcas, con un hiatus de casi 90 Ma (Sellés et al., 2000). La franja oriental está limitada por una gran falla regional (Falla El Diablo) de los depósitos mesozoicos (Godoy et al., 1999; Baeza, 1999; Bustamante, 2002; Charrier et al., 2002a). Localmente, se observa una disposición discordante sobre areniscas rojas (Charrier et al., 2005) asignadas por Thiele (1980) a la Formación Colimapu. Techo: Contacto transicional con Formación Farellones, con amplias variaciones tanto norte – sur, como este – oeste, reportándose tanto discordante como pseudoconcordante (Charrier et al., 2002a) o concordante o por falla (Godoy et al., 1999). Edad: Eoceno superior – Mioceno por dataciones radiométricas y fauna fósil (Wyss et al., 1994; Charrier et al., 1996, 2002a; Gana et al., 1997; Sellés, 1999; Fuentes et al., 2000; Sellés et al., 2000; Fuentes et al., 2002; Fock, 2005). Correlaciones: Al sur con la Formación Coya – Machalí definida por Klohn (1960) (Thiele, 1980; Drake et al., 1982; Charrier et al., 2002a). En Argentina, temporalmente con Formación Molle, que aflora más al sur (Oligoceno Superior) (Sruoga et al., 2000). A.12.2 Rocas Intrusivas A.12.2.1 Granodiorita La Obra Litología y relaciones de contacto: Granodiorita a monzogranito de biotita y anfíbola con 70-73% SiO2, que intruye a la Formación Abanico en el borde oeste de la Cordillera de los Andes. Roca calcoalcalina, con mediano contenido de potasio. Edad: Dataciones K-Ar en biotita señalan edades de 22 +0,6 Ma y 19 + 1 Ma (Sellés y Gana, 2001). Kurtz et al (1997), señalan una edad 40Ar/39Ar en hornblenda de 21,6 + 4,9 Ma que se interpreta como edad de emplazamiento del plutón, y edades de enfriamiento en biotita, plagioclasa y feldespato entre 19,6 y 16,2 Ma. A.12.2.2 Intrusivos hipabisales intermedios-básicos Litología y relaciones de contacto: Stocks, cuellos volcánicos, filones manto y diques que intruyen la Formación Abanico, a los Estratos del Cordón de los Ratones y a la Formación Las Chilcas. Son cuerpos de hasta 3 km2 de exposición, de composición intermedia a básica (49-65% SiO2). Se distinguen gabros y dioritas de piroxeno y anfíbola, basaltos porfídicos de olivino y piroxeno, dioritas cuarcíferas de piroxeno+anfíbola y pórfidos andesíticos de clino y ortopiroxenos. Edad: Edad K-Ar en roca total de 22,4 + 1,1 Ma (Sellés y Gana, 2001). A.13 Mioceno A.13.1 Formación Farellones (Klohn, 1960) Litología: Sucesión compuesta de lavas, tobas e ignimbritas con intercalaciones de brechas. Las lavas manifiestan un claro predominio sobre las tobas y brechas, mientras que la alternancia de rocas volcanoclásticas más finas, en tramos de 4 a 5 metros, producen una marcada estratificación en la serie (Thiele, 1980). Espesor: 2.500 m, aumentado por los numerosos mantos intrusivos y lacolitos del Mioceno Superior – Plioceno que la intruyen. (Thiele, 1980; Rivano et al, 1990). Base: Sobreyace a la Formación Abanico entre los 32º S hasta los 35º S. Aunque es motivo de discusión el tipo de contacto entre ambas formaciones, según las evidencias más recientes se puede describir como un contacto transicional y con amplias variaciones tanto norte- sur como este-oeste, reportándose en diversos sectores como discordante o pseudo-concordante, dependiendo de la reactivación de fallas asociadas a la inversión tectónica de la cuenca de la Formación Abanico (Godoy et al., 1999; Charrier et al., 2002a). Techo: Corresponde a la actual superficie de erosión (Thiele, 1980; Rivano et al., 1990). Edad: Miocena, de acuerdo a las dataciones radiométricas. En esta formación se incluyen los estratos de la Formación Colorado – La Parva, sensu Thiele (1980), definida inicialmente como Pliocena al correlacionarla litoestratigráficamente con riolitas pliocenas de la Localidad de Río Blanco (Thiele, 1980), pero que posteriormente, en base a dataciones K/Ar, Beccar et al., (1986) y Rivano et al., (1991) la incluyen en la Formación Farellones. Correlaciones: Cronológicamente con las Formaciones Palaoco, Contreras, Conglomerados de Tunuyán y Agua de la Piedra en Argentina (Sruoga et al., 2000; Giambiagi et al., 2001). A.13.2 Lava Las Pataguas (Wall et al., 1996) Litología: Lava andesítico-basáltica de olivino y escaso piroxeno. Aflora inmediatamente al sur del río Maipo, en el fundo Las Pataguas. Base: Cubre granitoides triásico-jurásicos. Techo: Cubierta parcialmente por conglomerados asignables al Neogeno. Potencia: 40 m (máxima). Edad: Edad K-Ar en plagioclasa indican valores de 13,4 + 1,4 Ma y en roca total de 18,8 + 2 Ma (Wall et al., 1996). A.13.3 Rocas Intrusivas A.13.3.1 Intrusivos hipabisales andesíticos y dacíticos Litología, distribución y relaciones de contacto: Stocks y diques porfídicos andesíticos a dacíticos de anfíbola con 56-72% de SiO2, de hasta 6 km2 de superficie. Intruyen a los Estratos del cordón de Los Ratones y el nivel inferior de la Formación Abanico en el cordón Los Ratones y en los cerros al oeste de El Principal (Pirque). Son rocas con textura porfídica de grano grueso, compuestas por fenocristales de plagioclasa (An34-46), hornblenda y ocacionalmente piroxeno, parcial o totalmente, transformado en anfíbola. Presentan un patrón calcoalcalino de bajo a medio potasio. Edad: Edad K-Ar en roca total de 15 + 1 Ma (Sellés y Gana, 2001). Antecedentes de cuerpos similares que afloran más al norte de la zona del mapa, señalan edades de 20-17 Ma (Drake et al., 1976; Gana y Wall, 1997) A.14 Mioceno-Plioceno A.14.1 Formación Navidad (Darwin, 1846, emend. Gana et al., 1996) Litología: Secuencia sedimentaria marina fosilífera, medianamente consolidada, constituida por limolitas, areniscas arcillosas, areniscas de grano muy fino a muy grueso, bancos de conglomerados, areniscas muy finas grises y bancos de coquinas y calizas. Potencia: Máxima estimada de 500 m al sur del río Rapel (Tavera, 1979). Base: Se dispone sobre granitoides paleozoicos y triásico-jurásicos. Techo: Cubierta por depósitos eólicos, aluviales y suelos cuaternarios. Edad: El contenido faunístico de la base de la unidad es asignado al Mioceno, los estratos intermedios de edad miocena superior-pliocena inferior baja, mientras que las capas superiores abarcarían hasta el Plioceno Superior. A.15 Pleistoceno A.15.1 Unidad Volcánica Antigua (Thiele y Katsui, 1969) Litología: Esqueletos de volcanes extinguidos, formados principalmente de coladas andesíticas y traquiandesíticas, que afloran principalmente en el área fronteriza, destacando entre ellos están Volcán Tupungato, Cerro Marmolejo y el cordón del Cerro Castillo (Thiele, 1980). En el zócalo de la Unidad Volcánica Antigua lo constituyen las formaciones paleozoicas, mesozoicas y cenozoicas expuestas en la vertiente oriental de la Cordillera Principal, y no aparece afectada por fallas de importancia regional, sólo por fallas menores. Aparece sellando todas las estructuras de pliegues y fallas de fines del Mioceno que caracterizan la región. Edad: Pleistocena (Thiele, 1980). A.15.2 Ignimbrita Pudahuel (Stern et al., 1984; Wall et al., 1996) Litología: Depósito piroclástico de ceniza y lapilli pumíceo, de composición riolítica, de amplia distribución en la Depresión Central y en los valles aledaños. Espesor: 10 m expuestos (máximo). Base: Cubre depósitos aluviales. Techo: Está disectada por los cursos fluviales, en especial, de los esteros Puangue, Popeta y del río Maipo, estando cubierta por sus depósitos y por conos aluviales. Edad: Edad por trazas de fisión es de 450.000 + 60.000 a A.P (Stern et al., 1984). A.16 Holoceno A.16.1 Unidad Volcánica Nueva (Thiele y Katsui, 1969) Litología: Volcanes que presentan manifestaciones históricas de actividad, como el volcán Tupungatito y el volcán San José. Actualmente se reconocen en ellos emanaciones fumarólicas y están sobre-impuestos a la Unidad Volcánica Antigua. Están formados por coladas andesíticas frescas, con intercalaciones de mantos de brechas y depósitos piroclásticos menores (bombas, lapilli, cenizas), predominantemente oscuras (Thiele, 1980). Edad: Holocena (Thiele, 1980). A.17 Depósitos No Consolidados A.17.1 Depósitos Aluviales Sedimentos: Bloques, gravas, arenas, limos y arcillas. Se ubican principalmente en las zonas de llanuras, comprenden principalmente depósitos fluviales con depósitos gravitacionales interdigitados (flujos de barro y de detritos). Hospedan placeres auríferos (Wall et al., 1996). Sedimentos estratificados, moderadamente consolidados. Hacia las cabeceras están cubiertos por depósitos coluviales y aluviales de piedemonte. En las zonas proximales a la salida de las quebradas, predominan asociaciones de barras fluviales. En las zonas distales, predominan sedimentos de grano fino con lentes más gruesos correspondientes a facies canalizadas y depósitos de barra. Se intercalan con la Ignimbrita Pudahuel (Sellés y Gana, 2001). La petrografía de los materiales clásticos se relaciona con las distintas unidades litológicas nombradas anteriormente. Son el principal material de relleno de la Depresión Central y de todos los valles interiores de área de estudio (Thiele, 1980). A.17.2 Depósitos Lacustres Sedimentos: Depósitos de limos, arcillas y arenas limosas. Sedimentos no consolidados, impermeables, ubicados en zonas deprimidas, donde la napa freática se encuentra a profundidades someras o aflora permanentemente, formando lagunas. Al sur de Paine, rellenas parcialmente una depresión de ca. 3 km2 ubicada en la confluencia de los segmentos distales de 3 abanicos aluviales, y que es frecuentemente afectada por inundaciones en periodos de alta pluviosidad. En torno a la laguna de Aculeo, un anillo de sedimentos representa depósitos lacustres decantados durante épocas de mayor extensión de la laguna (Sellés y Gana, 2001). Finamente laminados, acumulados en lagos formados detrás de algunas morrenas frontales o de depósitos producidos por desmoronamientos en los valles de los ríos Colina, Colorado, Maipo y Yeso (Thiele, 1980). A.17.3 Depósitos Gravitacionales Sedimentos: Proporciones variables de bloques decimétricos a métricos de diversa litología, suspendidos en una matriz limo arenosa. Situados en diversos puntos a los pies del frente montañoso andino y en laderas de alta pendiente. Es posible encontrarlos cortados por el sistema fluvial actual y parcialmete cubiertos por abanicos aluviales (Sellés y Gana, 2001). Además, es posible distinguir depósitos resultantes de la reptación del suelo y talud que producen acumulaciones detríticas importantes en la base de las pendientes suaves, los primeros, y en la pendientes fuertes, los segundos (Thiele, 1980). A.17.4 Depósitos Glaciales Esencialmente morrenas marginales y acumulaciones de detritos provenientes de glaciales de roca que se pueden encontrar en la mayoría de las cabeceras de los estero por sobre la cota de 2.500 m s.n.m., en circos glaciares y nichos en las altas cumbres (Thiele, 1980). A.17.5 Depósitos Fluviales Sedimentos: Gravas y Gravas arenosas clastosoportadas y matriz arenosa. Genéticamente relacionados con cursos fluviales activos. Compuestos por fragmentos de rocas volcánicas e intrusivas, redondeados a bien redondeados, de baja esfericidad, en parte imbricados. Representan facies de relleno de canal (Sellés y Gana, 2001). Sobresalen los depósitos que forman los importantes niveles de terrazas en el valle del río Maipo. En términos generales, se puede sostener que sobre una cota promedio de 1.500 m s.n.m., los depósitos fluviales gradan a glaciofluviales (Thiele, 1980) A.17.6 Depósitos Marinos Sedimentos: Limos, arenas y gravas con niveles coquinoídeos. Sedimentos no consolidados, marinos a transicionales, constituyen formas aterrazadas que rellenas valles hasta 15 km hacia el este de la costa actual, a cotas que no superan los 25 m. En parte, han sido disectadas por procesos aluviales y cubiertas por sus depósitos. Hospedan yacimientos de sal común (Wall et al., 1996). A.17.7 Depósitos Litorales y Eólicos Sedimentos: Arenas y gravas bien redondeadas. Presentan estratificación plana-horizontal predominante y estratificación cruzada de bajo ángulo. Dunas activas indican dirección del viento predominante hacia el NNW (Wall et al., 1996). A.17.8 Terrazas de Abrasión Unidades morfológicas de origen marino, labradas en intrusivos paleozoicos y triásicojurásico, y en unidades sedimentarias y volcánicas terciarias, preservadas en la zona costera. Gana et al. (1996) reconocieron entre Valparaíso y Las Cruces unidades morfológicas de abrasión marina entre 40 y 550 m s.n.m. Hacia el sur, entre Las Cruces y Navidad, Wall et al (1996) reconocieron el mismo tipo de morfologías a cotas variables entre 60 y 290 m s.n.m.. Los autores mencionados reconocen también superficies planas a las que asignan un origen marino al interior de algunos valles de la Cordillera de la Costa. No diferencian, ni establecen correlaciones entre distintos niveles.