MISA de “NUESTRA SEÑORA DEL PUEYO”

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MISA de “NUESTRA SEÑORA DEL PUEYO”
F IESTA L ITÚRGICA : SÁBADO DE LA II SEMANA DE PASCUA
ANTÍFONA DE ENTRADA
“Alegrémonos todos en el Señor, al celebrar este Día de fiesta
en honor de la Santísima Virgen María. Los ángeles se alegran de
su grandeza y alaban al Hijo de Dios. Aleluya, aleluya”.
Ps. 43: “Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron, nuestros Padres
nos lo han contado, la obra que has realizado en sus días”. Gloria al
Padre…
RITOS INICIALES
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles se santiguan, mientras el
sacerdote dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
Saludo
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con una de las fórmulas
siguientes:
El Señor esté con vosotros.
O bien:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos vosotros.
O bien, en Pascua:
El Dios de la vida,
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras de la muerte,
esté con todos vosotros.
Acto penitencial
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos:
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados.
Breve pausa en silencio.
Después, hacen todos en común confesión de sus pecados, diciendo:
Yo confieso…
Dice la absolución:
Dios Todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
Siguen las invocaciones:
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
A continuación, si la liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice el himno:
Gloria.
ORACIÓN COLECTA
“Oh Dios, Padre de misericordia,
que te has dignado favorecer a tu pueblo
con la aparición de Santa María la Virgen,
concédenos que, con el recuerdo de este beneficio,
se acreciente nuestro amor a Ti
y merezcamos gozar siempre del patrocinio de la misma Virgen.
Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén”.
CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
Introducción: Oremos con fervor a Dios, que por María
Santísima nos dio a Jesucristo, y en El, nos hizo sus hijos muy
amados.
A cada intención respondemos cantando: “por María,
óyenos”.
-­‐ Pedimos por el Papa, por todos los obispos y sacerdotes, para
que la Virgen María los siga protegiendo en su tarea de guiar a
los hombres de vuelta a la casa del Padre. Oremos…
-­‐ Pedimos por los gobernantes de las naciones y quienes tienen
en su mano los destinos de los pueblos, para que reconozcan
en Cristo al único soberano de las almas y sepan instaurar Su
Reino. Oremos…
-­‐ Pedimos por todos los que pasan por alguna necesidad, sea en
el cuerpo como en el alma, para que descubran en la cruz de
Cristo y en el manto de nuestra Madre el verdadero consuelo
y esperanza para sus vidas. Oremos…
-­‐ Pedimos también por todos nuestros familiares y amigos
difuntos, para que el Señor los tenga en su Gloria, a la que
esperamos arribar también un día por Su gran Misericordia.
Oremos…
-­‐ Pedimos, por último, por todos nosotros, que hoy venimos a
los pies de Nuestra Señora, para que ella nos conceda todas
las gracias que necesitamos para recomenzar cada día nuestro
camino al cielo. Oremos…
Conclusión: “Ten piedad, Señor, por tu bondad de tus hijos que
caminan en la fe y en la esperanza, y concédeles, por la poderosa
intercesión de María Santísima, lo que humildemente te suplican.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.”
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO
El Sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco
elevada sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.
Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar,
dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.
Y, si se juzga oportuno; inciensa las ofrendas y el altar (…)
Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos (…)
Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice:
Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
“Santifica, Señor, nuestras ofrendas
y, por la intercesión valiosísima de tu Madre,
haz que nos obtengan la salvación.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.”
PREFACIO
MARÍA, LA NUEVA MUJER, PRIMERA DISCÍPULA DE LA NUEVA ALIANZA
V.
R.
El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
V.
R.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V.
R.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque a Cristo, autor de la nueva Alianza,
le diste por Madre y asociada a la Virgen santa María,
y la hiciste primicia de tu nuevo pueblo.
Pues ella, concebida sin pecado
y colmada de tu gracia,
es en verdad la mujer nueva
y la primera discípula de la nueva Ley.
Ella es la mujer alegre en tu servicio,
dócil a la voz del Espíritu Santo,
solícita en la fidelidad a tu Palabra.
Ella es la mujer dichosa por su fe,
bendita en su Hijo
y ensalzada entre los humildes.
Ella es la mujer fuerte en la tribulación,
firme junto a la cruz del Hijo
y gloriosa en su salida de este mundo.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
RITO DE LA COMUNIÓN
Con las manos juntas dice:
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Extiende las manos y, junto con el pueblo continúa:
PADRE NUESTRO…
Con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
«La paz os dejo, mi paz os doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.
Extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con vosotros.
(…)
Daos fraternalmente la paz.
Después el sacerdote toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una
parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.
Mientras tanto se canta o se dice el Cordero de Dios.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto (…):
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco
elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Luego comulga reverentemente el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
“Noble Reina del mundo, María, Virgen perpetua: Tú que
engendraste a Cristo, Señor y Salvador de todos, intercede por
nuestra paz y salvación. Aleluya, aleluya.”
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
“Señor, que nos ayude siempre la amorosa intercesión
de tu gloriosa Madre María, siempre Virgen;
y a los que has concedido tantos beneficios,
nos libre de todo mal y nos mantenga unidos en su amor.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.”
RITOS CONCLUSIVOS
Despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con vosotros.
BENDICIÓN SOLEMNE
Tiempo Pascual
El Padre, que, con la resurrección de su Hijo,
llenó de alegría a la Virgen María y a la Iglesia naciente,
os colme de gozo espiritual.
R. Amén.
Jesucristo, el nacido de la Virgen inmaculada,
que salió del sepulcro dejándolo intacto,
conserve en vosotros íntegra la fe del bautismo.
R. Amén.
El Espíritu Santo,
cuyo descenso esperó confiadamente
la Virgen María en oración con los apóstoles,
os purifique y establezca su morada en vosotros.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo Xy Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Tiempo Ordinario
El Padre misericordioso,
por el gran amor que tuvo para con la Madre de su Unigénito,
os conceda la salud del alma y del cuerpo.
R. Amén.
Jesucristo, el fruto bendito de la Virgen María,
os conceda adornaros con las virtudes
que os hacen más gratos a él.
R. Amén.
El Espíritu Santo, que descendió sobre la santísima Virgen,
os conceda la alegría de la paz
y os mantenga unidos en el seno de la Madre Iglesia.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo Xy Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
APÉNDICE
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
“El que me honra, poseerá la vida eterna”
Lectura del libro del Eclesiástico 24, 17-22
Como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
Yo soy la madre del amor puro, del temor,
del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis, saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia, mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará;
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 131, 11. 13-14. 17-18 (R.: 13a)
R. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.
El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«a uno de tu linaje
pondré sobre tu trono». R.
Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré porque la deseo». R.
«Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema». R.
SEGUNDA LECTURA
“Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su
esposo”
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el
primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no
existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía
del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se
adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta
es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.
Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado». Y el
que estaba sentado en el trono dijo: «Todo lo hago nuevo».
Palabra de Dios.
Aleluya
«He elegido y consagrado este lugar con mi presencia, a fin de que
mi nombre resida en él para siempre» (2 Cro 7, 16)
EVANGELIO
“La madre de Jesús dijo a los sirvientes: haced lo que Él diga”
X Lectura del santo evangelio según san Juan Jn 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la
madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban
también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús
le dijo: «No les queda vino». Jesús le contestó: «Mujer, déjame,
todavía no ha llegado mi hora». Su madre dijo a los sirvientes:
«Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las
purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús
les dijo: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta
arriba. Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al
mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el
agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces
llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino
bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has
guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó
su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor
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