Soledad Vieitez Cerdeño - Universitat Internacional de la Pau

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Universitat Internacional de la Pau, XIX Edición: África: Caminos por la paz
DEMOCRACIA Y DERECHOS: LAS MUJERES AFRICANAS
Profa. Mª Soledad Vieitez Cerdeño
Departamento de Antropología Social, Universidad de Granada
soledad@ugr.es
En esta conferencia1 abordo algunas de las movilizaciones femeninas y feministas
en el marco de las "revoluciones de género" postcoloniales, como me gusta
llamarlas, las transiciones democráticas y los "movimientos de mujeres"
contemporáneos en el África subsahariana (Vieitez, 2000 y 2002). Casi nunca se
suele hablar de estos éxitos de las mujeres africanas, a pesar de que una buena
parte de la investigación feminista reciente viene enfatizando el cómo y el por qué
las necesidades y los intereses de las mujeres se convierten en derechos, como
también políticas específicas en pro de la igualdad de género. Y sí, también, o
especialmente en África al sur del Sahara.
Todos estos procesos está ligados con las tendencias en esta región del
continente, desde mediados del siglo XX hasta el presente, especialmente en
cuanto a las políticas descolonización y desarrollo en África. Durante el proceso de
independencia de los estados africanos, una mayoría de los cuales lo hace en la
década de 1960, aparecen alrededor de 48 nuevos países con retos y
problemáticas comunes. Éstas son la búsqueda de gobiernos legítimos y estables,
de unidad entre sociedades en su mayoría muy heterogéneas (y repartidas entre
varias fronteras) y el ansiado desarrollo económico. Especialmente importantes,
en este contexto, son las transiciones democráticas y los movimientos
nacionalistas de algunos países como Angola y Mozambique. Todos los nuevos
1
Agradeciendo enormemente la invitación al equipo de la Universitat Internacional de la Pau,
donde me sentí "como en casa" desde el principio. Quiero destacar que este texto responde a
-1-
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estados africanos, como las mujeres africanas, vertieron grandes expectativas
sobre la descolonización y la construcción de la "nación" a la vez que del Estado.
El interés por el estudio de las mujeres africanas surge a partir de la década de los
setenta (en Occidente, debemos aclarar) como resultado de estudios como el de
Ester Boserup, titulado Women's Role in Economic Development y publicado en
1970. Dos de sus conclusiones más importantes son, a saber: primero, que el
estatus de las mujeres africanas había descendido considerablemente con el
colonialismo (perdiendo por ejemplo muchos de sus roles y relaciones de poder
institucionalizadas más predominantes). En segundo lugar, las mujeres africanas
ocupaban (y ocupan) lugares centrales en los sistemas productivos africanos.
Ambas conclusiones han sido enormemente relevantes y significativas en la
investigación posterior. La primera ha sido revisada y matizada, pero la segunda
podemos mantenerla como inalterable: las mujeres son centrales en muchas de
las economías africanas, especialmente en el ámbito rural. Desde entonces hasta
la década de 1980 y, especialmente, desde los noventa, este hecho ha resultado
mucho más significativo, como veremos más adelante, ya que una mayoría de
gobiernos
africanos
pasan
de
sistemas
de
partido
único
a
gobiernos
multipartidistas. Considerada la "década perdida del desarrollo", desde los ochenta
se ha producido un tránsito hacia democracias más abiertas en catorce estados,
de los cuales doce abren el abanico de partidos políticos. Este contexto, unido a
los marcos y las cumbres internacionales del desarrollo, han potenciado y activado
los movimientos femeninos y feministas en África al sur del Sahara. Ejemplos de
todo esto serían los estados de Ghana y Uganda, los cuales persiguen la
transformación de sus circunstancias políticas y económicas; también Sudáfrica,
Namibia o Mozambique, los cuales finalizan largos conflictos y abren nuevas
posibilidades democráticas y de asociación política para las mujeres africanas.
la propia conferencia, con algunos pequeños arreglos, pero no ha adquirido cuerpo de artículo o
capítulo, como me hubiera gustado, por falta de tiempo.
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Iris Berger (2003) señala que desde la década de los noventa observamos el
estudio de las mujeres como "sujetos históricos generizados". Desde entonces se
inician nuevas temáticas y se cuestiona, entre otras cosas, la construcción
sociocultural del género y los usos de la categoría "mujer" en sociedades
africanas. En esta línea se revisan las interpretaciones sociológicas de algunas
sociedades, como contempla el trabajo sociológico de las nigerianas Ife
Amadiume (1987) y Oyeronke Oyewumi (1997; 2003) sobre las sociedades Igbo y
Yoruba, respectivamente, cuyas obras citamos en la bibliografía. Cabe destacar,
por ejemplo, el interés especial de Ife Amadiume en demostrar la flexibilidad de las
categorías de género. Por ello nos habla de hijas varones y esposos femeninos,
es decir, mujeres que adquieren "estatus masculino" en sus familias a falta de
hijos varones, así como mujeres que adquieren "esposas" para cumplir sus
ambiciosos objetivos económicos.
En la misma línea y de forma contraria a la idea de que las diferencias de género
imbuyen a todas las sociedades por igual, Oyeronke Oyewumi nos dice que el
"género" como categoría social NO existió en la sociedad Yoruba precolonial;
existían, eso sí, distintos roles femeninos para cada mujer. En esta línea,
siguiendo a Oyewumi, la principal forma de organización social (y diferenciación
entre las personas) era la edad y la generación dentro de los linajes, no el género.
La categoría de "género" únicamente comenzó a ser relevante durante el período
colonial.
Una segunda tendencia de investigación sobre las mujeres del África precolonial,
como nos comenta Iris Berger (2003), centra su atención en aspectos, antes
apenas atendidos, como la maternidad, la sexualidad y el nacimiento de hijas e
hijos en sí mismos (y no como variables añadidas a otras transformaciones
sociológicas) (Cf. Arnfred, 2003; 2004). Ciertamente, el estudio de las propias
mujeres en regiones diversas, dentro del contexto de los grupos étnicos
particulares, ha permitido conocer en profundidad cómo y por qué se producen
ciertas transformaciones en los roles y las relaciones de género durante el
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colonialismo y en tiempos más recientes ( cf. Vieitez, 2001). Iris Berger (2003) cita
el trabajo de Diana Jeater sobre el Zimbabue colonial, en el que afirma que el
mayor cambio que produjo la colonización no fue la dominación económica o
política, sino el principio del pensamiento que concibe la sexualidad como un
ámbito privado, al margen de las obligaciones o responsabilidades y la autoridad
del linaje. Y ello afectó profundamente a los hombres africanos, pero sobre todo a
las mujeres.
Algunas investigaciones revisan las temáticas del nacionalismo y el género como
el Susan Geiger sobre Tanzania (1998). Este tema del nacionalismo no es nuevo,
aunque sí lo es la aproximación, ya que se considera a las mujeres como
transformadoras y agentes de las distintas movilizaciones y movimientos políticos
de sus respectivos países. En este caso, en particular, las mujeres no se
movilizaron simplemente por el partido político en cuestión o por la independencia,
sino que hicieron del nacionalismo una “performance”. Es decir, estas mujeres
tanzanas actuaban como nacionalistas y se unían las mujeres de otros distintos
grupos étnicos para unirse en un gran esfuerzos común. Así mismo, en la línea
que profundiza en aspectos de género y nacionalismo, Josephine NhongoSimbanegavi (2003) se pregunta si el nacionalismo que ignora el género está
siendo realmente democrático y representando los intereses de la nación. Tras el
análisis profundo de la multiplicidad de roles en la guerra de liberación nacional de
Zimbabue, Nhongo-Simbanegavi plantea que bien la liberación de las mujeres no
estaba efectivamente en su agenda política o bien no consideraron la igualdad de
género como un aspecto central de la democracia.
"Lo personal es político" y "los derechos de las mujeres son derechos
humanos"
La investigación etnográfica, histórica y feminista, la cual hemos venido
rescatando en esta conferencia, ha puesto de relieve giros fundamentales en el
estudio de la construcción social y cultural del género en las sociedades africanas.
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En la actualidad, por fin, comenzamos también a incorporar los estudios realizados
por las propias mujeres y hombres africanos y/o por las feministas africanistas
africanas. Siempre han estado ahí, pero ignorábamos la visión proporcionada o
las aportaciones desde su experiencia. Esta tendencia ha sido mayor, desde
luego, a partir de la década de los ochenta y, especialmente, durante la última
década y media. Hemos aprendido, por ejemplo, que la categoría de "género" es
mucho más flexible, variable y transformadora de lo que anticipábamos o dábamos
crédito en etapas anteriores, es decir, que "evoluciona" como categoría construida
social y culturalmente durante el ciclo de vida. Ello se constata significativamente
en las sociedades africanas desde la época precolonial a la actual.
En esta misma línea ha existido una crítica muy relevante a la construcción de la
maternidad y de la sexualidad tan marcadamente eurocéntrica, etnocéntrica y
androcéntrica2. De hecho, una buena porción de estudios comparativos recientes
desde los feminismos africanos y otras autoras y autores contemporáneos han
revisado acertadamente los aspectos relativos a la maternidad en África como
fuente de poder y de estatus de las mujeres. La maternidad africana, cuyo carácter
no es individual ni está devaluado, como aparece reflejado en las sociedades
occidentales, no limita ni recluye a las mujeres a los espacios domésticos menos
favorecidos desde este punto de vista, por ejemplo (Cf. Arnfred, 2003; 2004).
El artículo de Joe Oloka-Onyango y Sylvia Tamale (1995) aborda esta perspectiva
africana sobre algunos de los eslóganes más famosos del feminismo internacional
partiendo del debate de la caída de los esencialismos a favor de los feminismos de
la diferencia. Definen éstos como no excluyentes, sino susceptibles de unificación
de cara a encontrar los frentes comunes del movimiento social por la igualdad de
género. Joe Oloka-Onyango y Sylvia Tamale ubican en lo doméstico (o local) el
eslogan de que "lo personal es político", mientras que el segundo "los derechos de
las mujeres son derechos universales" respondería a la arena internacional.
2
Nos referimos aquí a los sesgos centrado en valores puramente occidentales, percepciones
discriminatorias o racistas y, desde luego, sexistas respectivamente
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Ocurre que lo "personal" también es político. En África, además, lo personal o
doméstico es inmenso y, cuando se propone "privatizar" lo doméstico (como la
sexualidad o la maternidad, por ejemplo), ¿quién se responsabiliza de ello?. El
ámbito de lo privado para las mujeres africanas, nos dicen, es un ámbito de
enorme poder, el cual se define principalmente por la maternidad (y todos los
aspectos relacionados con la socialización y/o la "creación" de personas) y por el
prestigio derivado de la edad y la generación (Oloka-Onyango y Tamale, 2003).
Esto es algo a lo que las mujeres africanas no están dispuestas a renunciar. Y
hacen bien.
Según los autores mencionados, es en este contexto donde se localizan los
sistemas de género y las formas en las que las mujeres africanas conciben sus
derechos (también deberes) y sus demandas por y para la igualdad. Respecto a
los derechos, suele mencionarse el "relativismo cultural" de forma hipócrita como
impedimento para alcanzar los ansiados derechos humanos. Es decir, las
personas africanas no estarían "preparadas" o "predispuestas" para estos
derechos (porque, por ejemplo, sería un asalto a su "cultura") o bien han carecido
y carecen de conceptos similares. Esto último parece sugerir que las violaciones
de los derechos humanos sean endémicos o, a lo peor, innatas para las gentes
africanas.
Los derechos de las mujeres no pueden ubicarse solamente en lo privado,
generalmente denostado y desvalorizado por las concepciones económicas
neoliberales, sino que tienen que ver con el conjunto de la sociedad, el Estado y,
ciertamente, la denominada esfera "pública". Si hiciéramos un recorrido a cómo los
derechos se han ido generando vemos que una primera generación de derechos
para las mujeres se centró en lo político, es decir, la participación y el voto. La
segunda generación enfatizó la salud. La paz, el medio ambiente y el derecho al
desarrollo son ahora objeto de la tercera generación de derechos de las mujeres.
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Como señalan Oloka-Onyango y Tamale (2003) el derecho a la vida es un
derecho fundamental y transversal.
La intervención estatal es indiscutiblemente necesaria para asegurar el
cumplimiento de la máxima de que los derechos de las mujeres son derechos
humanos. Así se manifiesta en los actuales enfoques de género en el desarrollo,
los cuales extienden la concepción de las relaciones sociales más allá de la
producción de objetos y mercancías para incluir la producción y el cuidado del
cuerpo y la vida humana, analizan la vida cotidiana en el conjunto de sus
implicaciones y relaciones, productivas o no, e impiden el aislamiento de la
categoría género sin interrelacionarla con capacidades, intereses, necesidades,
privilegios, poder… (Murguialday, 2001). Sin embargo, muchos estados africanos,
algunos de los cuales son descendientes de nacionalismos que abogaban por la
igualdad de forma universalista, aún tendrán un largo trecho por recorrer. Dentro
de la Organización para la Unidad Africana (OUA), por ejemplo, no se crea la
Women's Unit hasta 1992, el mismo año en que se celebra la primera Convención
Africana de mujeres.
Las desventajas y la pérdida de poder durante el largo
período colonial, así como la invención y la reinvención de lo "tradicional" o en
derechos consuetudinarios a favor de los varones no ayuda demasiado en según
qué instancias.
Sin embargo, muchas mujeres africanas han aprovechado con creces la coyuntura
internacional que abrió las democracias a múltiples posibilidades de asociación y
organización política durante finales de los ochenta y, sin duda, durante la última
década y media, como veremos a continuación.
Movimientos femeninos y feministas en el África contemporánea
Como nos recuerda Aili Mari Tripp (2001) hasta la década de 1990 no se había
oído hablar de que una mujer africana fuera candidata a la presidencia de su país.
Sí que hubo, en realidad, muchos puestos políticos relevantes durante la época
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precolonial, por ejemplo las jefaturas femeninas Mende de Sierra Leone, Dahomey
(Benin) o la Reina Lovedu (Sudáfrica). Hubo también algunas que fueron
gobernantes
a
principios
del
siglo
XX,
aunque
no
fueron
elegidas
democráticamente. Destacamos, siguiendo a Tripp (2001), a la emperatriz Zauditu,
quién gobernó Etiopía de 1917 a 1930, las reinas Regentes Dzeliwe Shongwe de
1982 a 1983 y Ntombi Thwala desde 1983 a 1986 (Swazilandia) y Elizabeth
Domitien (República Centroafricana), quien fue la primera mujer que ejerció de
Primera Ministra entre 1975 y 1976.
Desde 1990 en adelante, las mujeres comenzaron a aspirar a puestos políticos
nacionales como candidatas femeninas a las presidencias de Kenia y Liberia.
Mientras tanto, otras mujeres buscaron ser nominadas por sus partidos para la
presidencia. Tales son los casos de Angola, Burkina Faso, Guinea-Bissau, São
Tomé y Príncipe, República Centroafricana, Kenia, Nigeria, y Tanzania. Sentaron
precedentes muy importantes en sus respectivos países a pesar de que ninguna
alcanzó el gobierno, finalmente (Tripp, 2001).
Ruth Perry (Liberia) fue la primera mujer que encabezó un Estado, destacando en
el Consejo de Estado a mediados de los noventa. En 1994, Wandera Specioza
Kazibwe de Uganda se convirtió en la primera Vice-Presidenta de un país africano.
Ruanda y Burundi, en la región de los Grandes Lagos, tan tristemente conocida
internacionalmente por los numerosos conflictos entre Tutsis y Hutus, también
eligieron Primeras Ministras en las mismas fechas y Senegal tuvo su Primera
Ministra en 2001. Aili Mari Tripp (2001) continua señalando cómo a finales de
1990, muchos de los parlamentos tenían presidentas en Etiopía, Lesoto o
Sudáfrica o portavoces femeninos en Uganda, Zimbaue y Sudáfrica. Ciertamente,
el estado de Sudáfrica ha aumentado espectacularmente su representación
parlamentaria femenina, pasando de ocupar el puesto 141 al séptimo en el mundo
(Cock y Bernstein, 2004).
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El papel de las mujeres en los procesos de democratización africanos casi nunca
es mencionado en los estudios sobre estas temáticas. Sin embargo, la
movilización democrática en países como Mali, Kenia, Sierra Leona, Guinea
Conakry o Níger ha sido impresionante en estas últimas décadas. Ello ha hecho
que las mujeres se desmarquen de los nacionalismos universalistas o de los
partidos políticos dominantes que, en su día, llevaron a las independencias de sus
respectivos estados. De hecho, han creado sus propios partidos políticos, a saber:
en Zambia,
el Partido Nacional fue fundado por
Inonge Mbikusita-Lewanika
(1991); Margaret Dongo creó la Unión Demócrata de Zimbabue en 1999;
Limakatso Ntakatsane, en 1992, fundó el Partido Kopanang Basotho; entre otros,
mencionados por Tripp (2001).
Según la autora mencionada, las contribuciones femeninas están relacionadas con
el enunciado de las constituciones africanas, las batallas legislativas sobre
aspectos relacionados con la tierra, la herencia, la ciudadanía, la violencia
doméstica, la violación y el estupro. Especialmente relevantes, también, han sido
las batallas contra la corrupción política que incluso han costado la vida a algunas
mujeres, así como la resistencia a la afiliación étnico política. Esta última tiene
gran impacto en los denominados "tribalismos políticos" que tanto se dice aquejan
a los estados africanos y sus elites políticas.
Los Nuevos Movimientos de Mujeres Africanas: Mozambique3
La apertura de algunos gobiernos africanos de partido único en el devenir de sus
democracias – como ha sido el caso en Mozambique a partir de 1990 – ha
permitido a las organizaciones existentes ganar cierta autonomía, así como la
creación de muchas otras. De este modo, surgen las secciones femeninas de los
principales partidos políticos, asociaciones femeninas independientes con fines
3
Esta parte pertenece al capítulo que he publicado en Mujeres de un solo Mundo. Globalización
y Multiculturalismo (Colección Feminae. Instituto Universitario de Estudios de la Mujer.
Granada), cuyo título es "Retos y estrategias del movimiento de mujeres mozambiqueñas:
Apuntes de una revolución de género contemporánea" (Vieitez, 2002).
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sociales, educativos, económicos y religiosos, o bien, asociaciones de activistas
de derechos humanos y derechos de las mujeres, aparte de ONGs nacionales e
internacionales4 u otras agencias donadoras, algunas ya presentes en la región.
Algunos asociaciones femeninas surgidas en Mozambique desde 1990 son la
Associação Moçambicana de Mulheres Empresárias e Executivas (ACTIVA), la
Associação para Promoção do Desenvolvimento Económico e Sócio-Cultural da
Mulher (MBEU), la Associação Moçambicana para o Desenvolvimento da Mulher
Rural (AMRU), ya mencionada, y la Associação Mulher, Lei e Desenvolvimento
(MULEIDE).
Todo este conjunto de asociaciones, recientes o no, comienzan a crear
plataformas de presión política como, por ejemplo, el Movimiento de Unión
Sindical de las mujeres trabajadoras que reivindican la igualdad de salarios entre
hombres y mujeres y denuncian el acoso sexual y el despido improcedente de
mujeres. Las varias conferencias nacionales, regionales e internacionales han
contribuido a incentivar esta organización a gran escala.
La IV Conferencia Mundial de la Mujer de 1995 en Beijing y el Foro de ONGs de
Huairou (1995), ambas en China, han propulsado considerablemente la agenda de
género de las mujeres africanas. La extensión de un Segunda Década de
Desarrollo para las Mujeres de 1985 a 1995 fue una de las iniciativas de Nairobi
(Kenia), ya que la primera década no había producido los resultados esperados en
materia de género. Participantes en estos foros resolvieron emitir las “Nairobi
Forward Looking Strategies” con el fin de conseguir la igualdad y el desarrollo de
género para el año 2000 (Osirim, 2001: 171).
Ya en un contexto más regional, el Southern African Research and Documentation
Centre (SARDC) con sede en la ciudad de Harare, Zimbabue, celebró una reunión
en abril de 1997 en Mbabane (Suazilandia) con el fin de implementar el Plan de
Acción de Género acordado tras la Conferencia Beijing. Se proponía incluirlo sin
4
En el Áfrican subsahariana, las OGNs nacionales proliferan de forma considerable durante la
década de los ochenta y los noventa como consecuencia de las crisis económicas de muchos
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dilaciones para ser aplicado en todos los proyectos del contexto regional de la
Southern African Development Community (SADC).
Las organizaciones y los grupos de estudios de las mujeres de Mozambique han
estado ligados a la lucha armada y a la transformación social socialista en su
mayoría. La Oficina de História del Centro de Estudos Africanos, ligada
históricamente con miembros de la LIFEMO, con la OMM y con mujeres
profesionales de campos diversos, ha continuado importantes líneas de
investigación en materia de género con un equipo multidisciplinar, lo que ha
llevado a fundar el Departamento de Estudos da Mulher e do Género (DEMG),
oficialmente en 1991 (Casimiro y Andrade, 1992: 106-107). Es importante señalar
que estos grupos de estudio han sido decisivos en el fortalecimiento del
movimiento de mujeres, ya que aportan datos sobre la situación real de las
mozambiqueñas y los divulgan al máximo para crear opinión pública y fortalecer la
sociedad civil5. Así se refleja en el devenir del movimiento de mujeres de la última
década.
La reunión preparatoria para la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas
para Mujeres, celebrada en Beijing (China) de 1995, ONG’s Em Prol da Mulher –
las ONGs a favor de las mujeres –, tuvo lugar en la ciudad de Maputo entre el 14 y
el 16 de junio de 1994. Lo organizaba el Fórum Mulher, Coordenação para a
Mulher no Desenvolvimento, una red mozambiqueña para la promoción de las
mujeres, compuesta por instituciones estatales y de investigación, organizaciones
de mujeres de los partidos políticos, así como ONGs y donadores nacionales e
internacionales y otras asociaciones de mujeres de Mozambique. El Fórum Mulher
se creó en 1992 y cuenta con más de cincuenta asociaciones u organizaciones
estados africanos (Osirim, 2001: 169).
5
Uso este término de forma reivindicativa – siendo consciente de la crítica existente con
respecto al mismo – por la imagen de desintegración y/o pasividad política y social con que se
acostumbra a describir a los países africanos contemporáneos. El movimiento de mujeres ha
resultado de mecanismos, creados a partir de las propias mujeres, para paliar las
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nacionales y extranjeras en la actualidad. La mencionada reunión del Fórum
Mulher de 1994 sirvió para redactar el informe detallado sobre la situación de las
mozambiqueñas6 que sería presentado en Beijing, a partir de un borrador
exhaustivo elaborado por el propio Forum (Fórum Mulher, 1994). Tuve la inmensa
suerte de participar en estos grupos de debate lo que me permitió aprender mucho
sobre las mujeres mozambiqueñas a nivel nacional y contrastar algunas de las
conclusiones de mi investigación etnográfica en el distrito de Moamba (Cf. Vieitez,
2001). Todos estuvimos de acuerdo en que quedaban muchos retos aún por
enfrentar, en las zonas rurales particularmente.
Uno de los aspectos relevantes a destacar desde la formación del Fórum Mulher
fue la necesidad de un Ministerio de Asuntos Sociales y de la Mujer, algo que la
sociedad civil comenzó a expresar abiertamente a partir de 1994, como expresa la
opinión pública (Notícias, 16 de julio de 1994; Domingo, 7 de agosto de 1994). En
aquel tiempo, las primeras elecciones estaban a punto de llegar (noviembre de
1994) y los partidos políticos se aseguraron de incluir asuntos relativos a las
mujeres en sus campañas. Prácticamente, todos hablaban de la necesidad de
incrementar la participación de las mujeres en el electorado, lo que generó un
ambiente político propicio. El gobierno de FRELIMO comenzaba a ser consciente
de la importancia de los votos de la OMM, pero incluso el principal partido de la
oposición, RENAMO, dejaba oír las voces de las mujeres afiliadas a su partido –
un extremo desconocido hasta aquel momento.
En principio, se creó una Comisión Inter-Ministerial para este propósito. Gita
Welch, Consejera Regional del Fondo de Naciones Unidas para la Mujer
(UNIFEM), observó que los problemas de las mujeres eran multi-sectoriales,
consecuencias económicas y políticas de las últimas décadas. Son, en este sentido, los agentes
más relevantes en la creación de la sociedad civil (Cf. Tripp, 1998; Nzomo, 1997).
6
Debatimos en grupo los cinco grandes grupos de problemas: (1) pobreza, desempleo urbano,
guarderías, agua y centros de Formación Vocacional, (2) acceso a recursos productivos:
tenencia de la tierra, (3) acceso a educación, salud, empleo y servicios de extensión agraria, (4)
violencia contra la mujer y (5) efectos de la guerra y conflictos no armados sobre las mujeres.
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solapados entre unos ministerios y otros de forma transversal más que vertical,
como se refleja en los ámbitos de agricultura, salud, educación y, desde luego, en
cuanto a los efectos de los ajustes estructurales y sociales pasados en la región a
partir de la década de los ochenta7. De este modo, se crearon secciones en cada
ministerio, el conjunto de las cuales definiría las estrategias y las áreas prioritarias
para las mujeres. Welch veía en este proceso la forma de alcanzar el ámbito de la
toma de decisiones y del poder por parte de las mujeres (AIA News, 27 de marzo
de 1996). Sin embargo, como ha afirmado acertadamente la antropóloga
mozambiqueña Ana Maria Loforte8, estaba por ver qué recursos, equipo y nivel de
intervención tendrían dichas secciones con respecto a otras instituciones
gubernamentales. “Tener una mujer parlamentaria u ocupando un cargo político
no se traduce necesariamente en más poder para las mujeres o en que se
conceda mayor prioridad a asuntos que conciernen directamente a las mujeres”
(AIA News, p. 2, 27 de marzo de 1996). Finalmente, se creó el Ministério da
Mulher e Coordenação da Accão Social, cuya Ministra, Virgínia Matabele, ha sido
diputada por FRELIMO en la legislatura pasada (1994-1999) y es miembro del
Comité Central de FRELIMO desde 1997.
El Estado, según la Constitución de Mozambique, como otras de este tipo en
África subsahariana, ha de promover la emancipación de las mujeres, pero cómo
lo haga es importante, ya que la igualdad jurídica no es suficiente. Es por ello que
las mujeres africanas de varios países han propuesto la adopción de medidas de
Discriminación Positiva que faciliten la participación en los órganos de decisión
política de sectores de la población, marginados económicamente y políticamente
como han sido las mujeres y otros grupos étnicos y colectivos. En Mozambique, el
debate político en la sociedad civil está servido a partir de la creciente integración
del movimiento de mujeres. Incluso existen algunos antecedentes informales de
7
En Mozambique, las políticas de ajuste estructural y social, junto a la guerra civil prolongada
de más de dieciséis años, han tenido un impacto tremendo para las mujeres en términos de
empobrecimiento y desestabilización de sus familias. Hemos tratado de las consecuencias de
estas políticas de desarrollo en otro foro (Vieitez, 2000b).
8
De la Universidade Eduardo Mondlane de la ciudad de Maputo en Mozambique.
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aplicación – como en el terreno de la justicia en el primer período socialista, donde
se requería que la mitad de los Tribunales Populares estuvieran constituidos por
juezas9 (Zefanias, 2000; 87). En Uganda, el cuasi autoritario gobierno del
Presidente Museveni respondió inmediatamente a la presión del movimiento de
mujeres e introdujo medidas de discriminación positiva a partir de 1986 (Tripp,
2001). Así, nueve ministras fueron nombradas en esas fechas y el Ministry of
Women in Development se fundó en 1988. No es extraño, ya que la percepción
general era que el partido en el poder, el National Resistance Movement (NRM)
debía su victoria al voto de las mujeres (Tripp, 2001: 112-113). En Ghana, Eritrea
o Gambia también ha existido esta presión política, pero sus resultados no han
llegado a ser tan extraordinarios, fundamentalmente por falta de autonomía (Tripp,
2001: 122).
Mozambique tenía una representación parlamentaria femenina del 24,4 por ciento
en 199510 (El País, Análisis Estadístico, 4 de septiembre de 1995), aunque otras
fuentes lo sitúan en más del 25 por ciento (Cf. Seager, 1997: 90-91). A este
respecto, la presidenta del Forum Mulher, Terezinha da Silva, señala con razón:
“podemos tener 25 por ciento, pero sólo el 5 por ciento se dedica a asuntos que
conciernen directamente a las mujeres” (AIA News, 27 de marzo de 1996: 2). Aún
queda mucho por hacer, es verdad, pero en poco más de una década el
movimiento de mujeres ha conseguido victorias realmente importantes en los
varios frentes de lucha en Mozambique. La plataforma femenina y feminista del
Fórum Mulher ha contribuido de forma muy notable a la reciente creación del
Ministério da Mulher e Coordenação da Accão Social, antes mencionado, y a la
Revisión de la Ley de Tierras de 1997. Ésta, como ya he analizado en otro lugar,
ha resultado ser muy innovadora en la región y en África en general, puesto que
permite a mujeres divorciadas o viudas la ocupación efectiva – con derecho a
9
Aplico el femenino de la palabra juez, tal y como ya acepta el Diccionario de la Lengua
Española, de la Real Academia Española ([1992] reimpreso en 1999: 1211).
10
Por establecer algunas comparaciones con los países desarrollados, Estados Unidos contaba
con un 10,9 por ciento, Sudáfrica con el 25 por ciento y China con el 21 por ciento (El País,
Análisis Estadístico, 4 de septiembre de 1995).
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título de propiedad inclusive – de las parcelas familiares que han cultivado por
matrimonio, aportando prueba verbal de uso por un mínimo de diez años (Vieitez,
2000b: 63-66; Cf. Electronic Mail & Guardian, 3 de octubre de 1997). En este
sentido, a principios del 2000, la asociación Mulher, Lei e Desenvolvimento
(MULEIDE), financiada por OXFAM Internacional y miembro también del Forum
Mulher, comenzó a debatir la aprobación del Ante Proyecto de Ley de Familia para
lo que convocó a debate a los grupos de mujeres, invitándolas así mismo a
conocer las leyes que las protegen (Notícias, 28 de enero de 2000)11. El debate
generado en la sociedad civil como consecuencia ha revelado la diversidad
sociocultural, religiosa e ideológica del país y la dificultad para encontrar una ley
que contemple dicha diversidad12 (Notícias, 10 de abril de 2000), pero sobre todo
ayuda a divulgar la necesidad de definir legalmente algunos de los derechos
civiles más importantes de las mujeres. No cabe duda de que todo ello está
teniendo un gran eco en la sociedad mozambiqueña, ya que la segunda
convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales que tuvieron lugar en
diciembre de 1999 han supuesto la elección de tres Ministras y cuatro ViceMinistras, así como el aumento de la representación parlamentaria femenina que
ya alcanza el 28 por ciento (Zefanias, 2000: 88).
Sabemos que la representación femenina no es suficiente para mejorar la
condición de las mujeres y queda por ver cómo estas redes y organizaciones
incorporan las necesidades de las más empobrecidas y de bajos ingresos en sus
agendas de desarrollo de género. Tras dos décadas, no obstante, los movimientos
de mujeres de algunos países africanos como Zimbabue han obtenido algunos
éxitos en la incorporación de las mujeres desde el desarrollo de base. El
Zimbabwe Women’s Resource Center and Network – una red femenina y feminista
11
La aprobación de esta ley es crucial, ya que el Proyecto de Ley de Familia del primer gobierno
de FRELIMO nunca se llegó a aprobar. Dicho Proyecto de Ley tenía un carácter unificador e
inclusivo.
12
Los aspectos más conflictivos han sido la edad legal para contraer matrimonio – la cual se
establece en principio a los 16 años por ser lo más común en Mozambique –, el matrimonio
múltiple y el matrimonio entre primos de primer grado (Notícias, 10 de abril de 2000).
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Universitat Internacional de la Pau, XIX Edición: África: Caminos por la paz
nacional fundada en 1990 – y el Musasa Project Trust se han convertido en
modelo a seguir para otras NGOs del continente, ya que han incorporado con
mucho éxito numerosas estrategias e intereses respecto a derechos humanos e
igualdad de género en los sectores pobres o de menos ingresos del país (Osirim,
2001).
La disminución de la presencia del Estado con la caída del sistema de partido
único, una vez que FRELIMO se desentiende del anterior proyecto revolucionario
socialista de género, ha producido un discurso feminista diverso – cada vez más
autónomo – que muestra que los intereses de las mujeres son transversales. Es
verdad que una mayor diversidad garantiza así mismo una mayor representación
de los distintos grupos de mujeres y de sus estrategias e intereses. Sin embargo,
no deberíamos perder de vista la garantía de que las oportunidades conseguidas
se consoliden en el tiempo e incorporen a los grupos de mujeres de todos los
estratos sociales. Si algo demostró el proyecto de igualdad de género en
Mozambique, esto es que los mecanismos para la igualdad propuestos por
FRELIMO podrían llegar a ser frágiles, sesgados e insuficientes y que, en cuanto
se producen cambios en las dinámicas políticas y económicas, las reformas no se
sustentan. En menos de una generación, la condición de las mujeres puede
transformarse substancialmente, por lo que es importante ir dando pasos a medio
y largo plazo que se consoliden, aunque que cada vez haya más voces
representadas y no exista un proyecto único para todas las mujeres. Está claro
que los nuevos movimientos de mujeres africanas han venido ganando mucho
terreno en este sentido.
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