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FUNDACIÓN
TOMÁS
MORO
CARTAS SOBRE “HUMANISMO Y POLÍTICA”
56ª Carta: Humanismo y Karol Wojtyla (5). El personalismo.
Querido amigo1:
De las cartas que hasta ahora te llevo escritas sobre Karol Wojtyla he destacado su
cultura, su defensa de la persona y de los derechos humanos y habrás llegado a la
conclusión de que fue un humanista de talla universal. Pero quiero seguir aportándote
ideas y argumentos para sostener esa conclusión.
4. El personalismo. Si te he reiterado en gran número de cartas que el humanismo
implica algo más que preocupación por la persona, esto es, solicitud por la persona,
Karol Wojtyla, haciendo suya la formulación del Concilio Vaticano II, en la
Constitución “Gaudium et Spes”, nos viene a decir cuál es el origen y el destino de la
persona, cuál es el sentido de la vida, cuales son las normas de comportamiento moral
y las relaciones con los demás hombres. Y lo hace recogiendo una simple frase de
aquella Constitución que, no obstante su brevedad, contiene toda la verdad del
humanismo: el misterio del hombre se revela en el misterio del Verbo encarnado.
Tú podrás creer o no en ello, porque a tal fin has sido dotado de libertad. Pero si
crees, tienes a tu disposición una explicación y una respuesta a los interrogantes de la
vida.
El personalismo de Wojtyla no nació de su condición de Papa, sino de su condición
de filósofo, es decir, de su cualidad de intelectual. Y desde ambos se concentró de
manera constante para desvelar el misterio de la persona, analizó filosóficamente la ley
de la entrega o donación de uno mismo a los demás como motor de la vida, y cómo el
prisma del personalismo podía explicar todo el acervo doctrinal de la Iglesia
acumulado durante siglos.
Así, desde el personalismo, Karol Wojtyla pudo defender y sostener:
-que el cristianismo no es una opinión o propuesta, sino la persona de Cristo,
-que el reino de Dios es un encuentro con la persona de Jesús de Nazaret, imagen
del Dios invisible,
-que la Iglesia encarna la comunión de personas, que es a la vez anhelo del corazón
y signo de la vida interior,
-que los sacramentos administrados por la Iglesia son encuentros con la persona de
Jesús, que nos acompañan siempre en nuestro camino por la vida,
-que la misión sacerdotal en el altar y en el confesionario, son llevadas a cabo en la
persona de Cristo,
-que el ecumenismo tiene su justificación en la aspiración humana a la verdad y en
la capacidad de la persona para entablar diálogos genuinos,
-que una enseñanza superior inspirada en el humanismo cristiano permite a las
personas acceder a la plenitud de su humanidad,
-que la doctrina social de la Iglesia tiene un personalismo subyacente, que se
manifiesta en la concepción del trabajo como participación en la obra creadora de
Dios, en la solidaridad como la más auténtica posición ante la sociedad, en la defensa
de la libre iniciativa económica, en la crítica a la sociedad materialista y de consumo, y
en el reconocimiento de la creatividad de la persona y de su imaginación como base
del desarrollo de las naciones.
-que el personalismo también inspiró la posición de Wojtyla al abordar la raíz del
feminismo, la ética sexual y la defensa de la razón.
Persona, persona, persona, persona. Así podría resumirse, querido amigo, el
humanismo de Karol Wojtyla.
Recibe un cordial abrazo de
Fernando Díez Moreno
Vicepresidente
Puerto de los Leones, 1 - Of. 314-315 • 28220 Majadahonda - Madrid
Teléfono 91 533 83 10 • Móvil 671 694 777 • Fax 91 634 74 99
www.fundaciontomasmoro.es • fundaciontomasmoro@wanadoo.es
En el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española,
(pag. 25, Madrid, 2010), se dice que en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una
tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos
géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), el circunloquio es innecesario puesto
que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los
individuos de uno y otro sexo.
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