EL DERECHO ECLESIASTICO EN LA REPUBLICA ARGENTINA EN MATERIA EDUCATIVA Roberto BOSCA Publicado en: MARTÍN SÁNCHEZ, Isidoro y NAVARRO FLORIA, Juan G. (Coords.): La libertad religiosa en España y Argentina, Fundación Universitaria Española (2006) Madrid, pp. 216/241. Introducción El propósito de este estudio en perspectiva eclesiasticista consiste en tratar la cuestión educativa que gira alrededor del principio de libertad religiosa, -en este caso en el específico capítulo de la libertad de enseñanza y de la enseñanza religiosa- y examinar consecuentemente cómo se vinculan en el Derecho argentino el derecho fundamental a la educación y el derecho fundamental a la libertad religiosa. A diferencia de España 1 , en nuestro país, tanto el Derecho eclesiástico globalmente considerado como en particular el Derecho eclesiástico en materia educativa no ha tenido aún un importante desarrollo doctrinal, legislativo y jurisprudencial 2 , y no existen demasiados estudios ni siquiera en la perspectiva histórica, motivo por el que se hará un tratamiento de la cuestión en esta última dimensión. La importancia del punto consiste en considerar que esa revisión del pasado permitirá entender mejor el panorama actual. Con referencia a la actualidad 3 merece mencionarse una nueva discusión suscitada en diversos países, también en la Argentina, sobre el lugar de lo religioso en el 1 Según un importante eclesiasticista español, al menos en la década siguiente al fin del franquismo, la enseñanza ha sido el “gran problema” del Derecho eclesiástico. Cfr. Iván C. Ibán, Valoración de una “recepción” (La ciencia eclesiasticística italiana en las revistas canónicas españolas; en ADEE Vol. II (1986), p. 159. 2 Cfr. Roberto Bosca, El Derecho eclesiástico en la Argentina. Reseña legislativa y jurisprudencial, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado ADEE, Vol. III (1987) y Juan Navarro Floria, Panorama del derecho eclesiástico argentino, en ADEE, vol XVII, 2001, pp. 101-120. 3 Para un panorama de los problemas actuales de la materia a nivel global, cfr. Vidal Guitarte Izquierdo, La enseñanza: sus polos de interés y de conflictividad en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, en “Las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Estudios en homenaje al Profesor Pedro Lombardía”, Universidad Complutense de Madrid-Universidad de Navarra-Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1989, pp. 643660. ámbito público. La educación se ha visto involucrada en esta discusión de manera inmediata. En materia educativa han surgido así algunos casos que no es posible examinar aquí por ser ajenos a la temática específica de este estudio, pero sí mencionarlos como el del crucifijo de Baviera 4 , (también en Italia se generó una discusión similar 5 ), y en un sentido más genérico la cruz emplazada en la ciudad de Montevideo (Uruguay) 6 y también la controversia sobre el velo islámico en Francia y en Turquía, entre otros. Esta gran discusión sobre el lugar de lo religioso en lo público que ha alcanzado un renovado vigor en nuestros días se expresa también en el ámbito educativo. La última controversia de las varias que se han suscitado en los últimos años fue la prohibición del chador en las escuelas públicas estatales francesas 7 . Los signos religiosos del cristianismo, en particular la cruz, han sido los más afectados por su presencia en la tradición europea, siendo objeto de distintos episodios en varias geografías, por ejemplo en los casos de Uruguay 8 , Baviera 9 e Italia 10 . 4 Ver el informe completo sobre el caso del relator especial de las Naciones Unidas, Abdelfattah Amor en http://www.unhchr.ch/Huridocda/Huridoca.nsf/0. 5 A partir de una queja del activista islámico Adel Smith un tribunal ordenó el retiro del crucifijo de una escuela de Ofena, generando una gran controversia en todo el país. 6 Cfr Carmen Asiaín, Algunas reflexiones sobre la libertad religiosa en Uruguay, en ADDC X, pp.17-36 y Alejandro Ferrari, Proceso y realidad de las relaciones Iglesia y Estado en el Uruguay, en “Libertad Religiosa. Actas del Congreso Latinoamericano de Libertad Religiosa, Lima, Perú, septiembre 2000”, Instituto de derecho Eclesiástico, Pontificia Universidad católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2001, pp. 259-178 y La presencia de lo religioso en el ámbito público en el Uruguay: de la iconoclastia a la tímida tolerancia, en “Anales Derecho UC, Actas del IV Coloquio del Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa”, Pontificia Universidad católica de Chile, Bogotá, 2005, pp.37-81. 7 Cfr. Jorge Collar, La polémica sobre la “laicidad” resucita viejos conflictos ideológicos, en Aceprensa, servicio 17/90, 7-II-90. Sobre las diferencias de la discusión en Francia y EEUU, cfr. T. Jeremy Gunn, Religious Freedom and Laicité: A Comparisnn of the United States and France, en “Brigham Young University Law Review”, International Law and Religion Symposium, vol. 2004, number 2, pp. 419-506. 8 .La discusión parlamentaria uruguaya puede leerse en el Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, LII Legislatura, Tercer Periodo Ordinario, Tomo 628, números 1931 a 1943, mayo-junio de 1987. 9 El tema suscitó una amplia discusión en Alemania. La perspectiva católica la expone. Joseph Ratzinger, La sal de la tierra, Palabra, 1997, p. 166 y ss. 10 Cfr. La presencia pública del crucifijo a debate. Tras el caso italiano, en www.fluvium.org. Una sentencia del Tribunal constitucional español dispuso en 1990 que la supresión de la imagen de la Virgen en un escudo de la Universidad de Valencia no podía quedar justificada por la aconfesionalidad del Estado. Otra resolución del Consejo de Estado italiano de 1988, con motivo de la admisibilidad de los crucifijos en las escuelas públicas, declaró que, aparte del significado religioso, el símbolo de la cruz constituye un símbolo de la civilización y la cultura. En EEUU se han discutido cuestiones similares. Cfr. Santiago Cañamares, Simbología religiosa y separación en los Estados Unidos de América. La doctrina del Tribunal Supremo en la sentencia Van Orden v. Perry, en “Persona y Derecho”, 53, 2005, pp. 380-381.Entre las últimas sentencias de la Corte: Aguilar v. Felton 473 US 492 (1985), Zobrest et al. V. Catalina Foothills School District, 509 US 1 (1993), Kiryas Joel Village School v. Grumet, 512 US 687 (1994), Agostini v. Felton, 117 S.Ct. 1997, 138 L.Ed.2d 391 (1997) y Mitchell v. Helms, 2000. Periodo colonial La labor educacional estuvo, durante los trescientos años de vida colonial, casi exclusivamente radicada en la pastoral misionera, particularmente ejercida por las órdenes religiosas, como los jesuitas, los franciscanos, los mercedarios y los dominicos. Estas órdenes son las consideradas “preconstitucionales”, aunque también hay otras 11 que ejercieron una benemérita tarea de promoción social y cultural, que en los últimos años tiende a desdibujarse en la consideración social debido al surgimiento de un neoindigenismo hostil a la evangelización en cuanto reivindicativo de las originarias religiones locales prehispánicas. Esta actitud refractaria obedece entre otras motivaciones a que el munus docendi de la Iglesia tendió a integrarse en el periodo histórico de la modernidad con la estructura educativa del Reino español referida a las Indias occidentales. La fusión entre la Iglesia y el Estado y la identificación de sus mutuos intereses fue entonces tan estrecha que uno de los libros clásicos en la materia lleva el significativo título de “El sentido misional de la conquista de América” 12 . La corona española desempeñó durante ese periodo una función vicarial que fue origen del sistema patronal, vigente hasta fechas muy recientes.. De tal modo, el lapso histórico de la colonización española en América es considerado de un modo cada vez más frecuente como una sumatoria inicua de absolutismo político y fanatismo religioso 13 . Sin embargo, puede decirse que la labor de la Iglesia en materia educacional fue enorme y tuvo un sentido claramente progresista de las ciencias y de las artes, también en el nuevo continente. La enseñanza de la fe siempre fue paralela en esta tarea a la enseñanza de las ciencias, como lo demuestra una formidable obra educativa en toda Latinoamérica, y en particular en nuestro país. Esta actividad no estuvo dirigida a una clase social o a un estamento determinado, sino que incluyó de modo privilegiado a la población autóctona. 11 Se ha reconocido también existencia preconstitucional al Convento de las Carmelitas Descalzas y a la Orden de San Agustín. Cfr. Juan Casiello, Iglesia y Estado en Argentina. Régimen de sus relaciones, Poblet, Bs.As., 1948, p.213. 12 Cfr. Vicente Dante Sierra, El sentido misional de la conquista de América, Orientación Española, Bs. As., 1942. Del mismo autor también se pueden consultar los capítulos 7, 8 y 9 de Así se hizo América, Instituto de Cultura Hispánica, Madrid, 1955, ed. argentina: Dictio, Bs.As., 1977, pp. 147-199. 13 Cfr. José S. Campobassi, Laicismo y catolicismo en la educación pública argentina, Gure, Bs.As., 1961, p. 17 y ss. Como muestra sirve el ejemplo de que en la temprana fecha de 1613, Fray Fernando de Trejo y Sanabria fundó la Universidad de Córdoba y en 1551 fueron creadas universidades en Méjico y también en Lima, “para que en ella fuesen industriados en las cosas de nuestra santa fe católica y en las demás facultades los naturales y los hijos de españoles 14 . Durante dicho proceso histórico la educación fue brindada por el Estado español en Indias y por la Iglesia católica. Para ser exactos podría decirse que fue una sociedad donde se respetaba la libertas Ecclesiae pero no la libertad religiosa. Periodo independiente A partir del movimiento revolucionario, las autoridades locales se ocupan de organizar la educación de los nuevos ciudadanos. En la enseñanza oficial se incluiría así la educación moral y religiosa mediante una catequesis del mensaje cristiano, respondiendo a un sentir casi unánime de la población del nuevo territorio independiente. Uno de los primeros actos de gobierno de la Junta revolucionaria fue establecer la enseñanza del Catecismo y un texto de moral de la doctrina católica en las aulas de segunda enseñanza 15 . Ello no hacía sino reflejar políticamente una realidad social, en cuanto la Junta instituyó una catequesis de la religión y la moral que reflejaba el sentir prácticamente unánime de la población 16 . Los programas de los centros de enseñanza instituidos por los sucesivos gobiernos patrios incluyen no sólo contenidos formativos de la doctrina cristiana, sino aun una preocupación claramente religiosa que se muestra en detalles significativos como por ejemplo el que los propios reglamentos prescriben actos piadosos para los alumnos que hoy resultarían impensables, como la obligación de confesar y comulgar 17 . Contrariamente a lo que podría seguirse de una consideración superficial del punto, los gobiernos patrios no sustentaron principios laicistas en materia educativa, al contrario puede verse en ellos -incluida la Constitución de 1853, considerada un paradigma de liberalismo- una continuidad con la tradición anterior de la corona española en Indias. 14 Cfr. Juan Casiello, op.cit., p. 39. Cfr. Guillermo Furlong, La tradición religiosa en la escuela argentina, Theoría, Bs.As., 1957, p.21. 16 Cfr. Guillermo Furlong, op cit., p.20. 17 Cfr.Guillermo Furlong, op.cit., p.79. 15 Por el contrario, en general se puede decir que los gobiernos patrios de la primera mitad del siglo independiente favorecieron la educación religiosa. Puede concluirse así que ciertamente no fue el laicismo un producto ni un inspirador de la Revolución de Mayo. Como sus propios seguidores lo han reconocido, recién es con la famosa “década laicista” en los años ochenta del siglo XIX que se produce su triunfo en la educación argentina 18 . a) Fuentes Normativas Constitución Nacional de 1853 y sus reformas El sistema educativo constitucional está organizado a través de diversas normas, algunas de las cuales tienen relación con el Derecho eclesiástico, especialmente mediante el interjuego de la libertad religiosa y el derecho a la educación por una parte y el deber de gerenciar el bien común y los principios de laicidad, igualdad religiosa y cooperación entre el Estado y las confesiones religiosas, por la otra. Los derechos educativos están primariamente sintetizados en el artículo 14 del texto bajo el genérico derecho fundamental de la persona de aprender y enseñar que es reconocido a todos los habitantes de la nación, incluso los extranjeros. Este derecho es el fundamento de la llamada libertad de enseñanza, que parte del principio de que la enseñanza no es una función del Estado sino de la sociedad. Tal concepto es clave y aquí se encierra absolutamente la discusión. La libertad constitucional de enseñanza impide que el Estado tenga el monopolio como único titular de la actividad educativa 19 . Aunque la educación de gestión privada ha sido erróneamente considerada en la legislación como un servicio público impropio por una cierta mentalidad estatista bastante frecuente en el pasado 20 , lo cierto es 18 El proceso de secularización en la vida social argentina fue expresado típicamente por la generación del ochenta. Cfr. Carlos Floria-César García Belsunce, La historia de los argentinos, Kapelusz, Bs.As., 1971, p. 172. 19 Cfr. Juan Ramón de Estrada, Colegios privados y libertad de enseñanza, en ED 123, p. 401. 20 Cfr. Eduardo Martín Quintana, Función privada, libertad de enseñanza y los fundamentos del decreto 365/93, en ED, 152, pp. 963-964. que históricamente la enseñanza no ha sido nunca una actividad de naturaleza estatal 21 . La enseñanza privada no es de índole administrativa ni consiste en una mera delegación de la administración para el cumplimiento de sus fines 22 . Otras normas constitucionales se refieren a la materia educativa, como el art. 5 que adjudicó a los Estados provinciales la organización de la educación primaria, y el art. 67 inc. 16 que atribuía al Congreso “proveer al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y universitaria”. La Constitución de 1949 -vigente hasta 1955- en su capítulo tercero establecía los derechos de la familia y los derechos de la educación y la cultura. Sugestivamente, la nueva norma reemplazaba el término “ilustración” del articulado original sancionado en 1853 23 . El texto -representativo de una adveniente cultura de definido sesgo antilaicistapresenta una concepción ajena a la tradición secularizante y abierta a la trascendencia en varias referencias a las virtudes y a los principios espirituales, a la moral y al culto, pero no se menciona la enseñanza en materia religiosa 24 . Sin embargo, igual que el texto de 1853, ella guarda silencio sobre el carácter confesional o laico de la enseñanza, pese a sancionarse en el momento de máximo despliegue de la doctrina de la confesionalidad en el siglo. El nuevo texto constitucional, según la reforma del año 1994, asigna -en continuidad con el sistema educativo establecido por el texto original- a las provincias la educación primaria. El inciso 19 del art. 75 atribuye al congreso la competencia de sancionar leyes educativas con la participación de la familia y la sociedad civil estableciendo principios de autonomía, autarquía, equidad, gratuidad e igualdad. Entre los derechos enumerados de los extranjeros en el art. 20, aunque se incluye el de la libertad religiosa bajo el texto “ejercer libremente su culto”, sin embargo no se mencionan los derechos educativos, pero ellos pueden considerarse incluidos en la enunciación general de los derechos civiles que gozan todos los ciudadanos 25 . El art. 25 de fomento de la inmigración europea, lo fundamenta, entre otros valores, en el fin de “introducir y enseñar las ciencias y las artes”. Finalmente, con la reforma de 1994 adquiere 21 Cfr. Juan Ramón de Estrada, Enseñanza privada y servicio público, ED 119, pp.963-964. Cfr. Juan Navarro Floria, El derecho de admisión de los colegios privados, en ED 138, p.890. 23 Cfr. Fernando Martínez Paz, La educación argentina, 2ª ed., Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1979, p. 214. La reforma de 1994 no promovió un cambio en este punto y la palabra sigue figurando como en el texto original de 1853 y sus sucesivas reformas, ahora trasladada al art. 75, inc.18. 24 Cfr. Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Constitución de la Nación Argentina, Bs.As., 1999. 25 Cfr. Constitución Nacional, art. 20. 22 rango constitucional el derecho de los pueblos indígenas a una educación intercultural 26 , que se menciona aquí por cuanto las culturas indígenas poseen un fuerte contenido religioso. El laicismo, entonces, contrariamente a una extendida opinión, no fue promovido por la Constitución de 1853 sino que fue introducido por la ley 1420 en el año 1884, por cuanto la carta sostiene el principio de la laicidad mediante el cual el Estado se abstiene de formular una opción constitucional sobre una enseñanza religiosa determinada ni la excluye. El texto de la Constitución sancionada por la Asamblea constituyente de 1853 no introduce ninguna norma que se refiera al contenido religioso o laical de la enseñanza. Su espíritu liberal, en todo caso, admite una valoración del factor religioso como social y jurídicamente relevante, de un modo coherente con el principio de la libertad religiosa. Este criterio omisivo permite que la Constitución pueda ser compatible con un régimen de enseñanza religiosa o con un régimen de laicidad neutralmente religioso en esta materia, pero sería en cambio inconciliable con un sistema de monopolio educativo estatal o de cualquier otra fuente, incluso religiosa. Se ha argumentado hasta el cansancio, en esta materia, en uno y otro sentido, pero esta tarea es de tipo interpretativo, porque el texto es neutro. La ley 1420 Es en la discusión parlamentaria de esta ley que se enfrentan por primera vez en la historia nacional la llamada libertad de enseñanza con las nuevas corrientes emergentes de un estatismo de cuño laicista y matriz francesa en materia educativa, hasta entonces desarrollado en núcleos intelectuales pero escasamente presente en la legislación. La controversial ley marca un punto de inflexión en la educación argentina, en particular en relación a la relación entre lo religioso y lo político. Esta afirmación se fundamenta en que mediante la ley 1420, la neutralidad constitucionalidad fue convertida en un agresivo laicismo excluyente de la dimensión religiosa. 26 Cfr. María Angélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y Concordada, La Ley, 3ª ed., Bs.As., 2005, p. 148. El dictado de la norma 27 que suprimió la educación religiosa en la Argentina respondió a un proceso internacional de naturaleza ideológica cuyo punto de partida puede encontrarse en las leyes Ferry 28 en Francia y constituye su correlato 29 . Esta ley -paradigmática en la historia de la política educativa en la Argentina- forma parte en realidad de un paquete de leyes, como la supresión de los recursos de fuerza, la ley de matrimonio civil, la ley de secularización de cementerios y la ley de organización del registro civil, que procuraron establecer una nueva organización de la vida social inspirada en las ideas del racionalismo, en reemplazo de las creencias cristianas que antiguamente había informado el imperio español en América mediante las leyes de Indias e incluso durante el primer periodo patrio 30 . Dicho paquete legislativo, configurador de lo que en expresión de Cayetano Bruno se denominara “La década laicista” (1880-1890) 31 , que constituye una verdadera artillería especialmente diseñada para desarraigar las creencias cristianas en el ethos de la cultura argentina, responde a su vez a un movimiento más general que puede decirse que engloba a toda Latinoamérica y aun a todos los países de cultura latina, en primer lugar los 27 Un comentario detallado del debate parlamentario en perspectiva laicista puede encontrarse en David Peña, La materia religiosa en la política argentina, Bases, Bs.As., pp. 327-349. El análisis desde la visión católica lo ha realizado Estanislao del Campo Wilson, en AAVV, Controversias políticas del ochenta, Club de Lectores, Bs.As., 1964, pp. 117-129 y más recientemente y de un modo más completo Eduardo Taussig, Ley 1420 y libertad de conciencia, Fades, Bs.As, 1984. También, en Controversias…, puede consultarse el ponderado estudio de Atilio Dell’Oro Maini, La contienda entre católicos y laicistas, pp. 81-84. Desde una vertiente más favorable al laicismo, ver Juan Carlos Tedesco, Educación y sociedad en la Argentina (18801945), Ediciones Solar, Bs.As., 1986, pp.121-131. 28 El político francmasón francés Jules Ferry fue el comandante en jefe del laicismo, homologado en la Argentina por su admirador Eduardo Wilde, una figura a la que los católicos de su tiempo -en lenguaje de época- podrían calificar justficadamente de “impía”. 29 De Francia nos vino esto de la escuela laica sentencia Justo Franco en El peligro de la escuela laica, “Criterio”, 197, 10-XII-31, pp. 337-338.El sistema educativo francés mantuvo su influencia por largos años en la Argentina y durante la posterior discusión sobre la enseñanza Criterio recogió aportes de los católicos franceses. Cfr. Jean Rivero, Valor social de la libertad en materia de enseñanza, “Criterio”, 1321-1322, 24XII-58, pp. 894-901. 30 La Iglesia lo vio claro desde el principio, aunque no pudo impedirlo: Obviamente, la Iglesia enfrenta nuevas y difíciles circunstancias, que la llevan a una mayor tolerancia religiosa, aun en situaciones que ciertamente n aprobó, como el caso de la unión civil para los católicos y la ley de enseñanza laica. (...) La iglesia no verá en esto la concreción de una nueva neutralidad confesional procurada por el Estado, ni una forma de encauzar un legítimo pluralismo religioso, sino la voluntad legalmente disimulada de impedir la inspiración cristiana de la cultura nacional. Cfr. Iglesia y comunidad nacional, 21. 31 Cfr. Cayetano Bruno, La década laicista (1880-1890). Centenario de la ley 1420, Ediciones Don Bosco Argentina, Bs.As., 1984. Del mismo autor puede consultarse la completa Historia de la Iglesia en la Argentina, vol. XII (1881-1900), Don Bosco, Bs.As., 1981, pp. 25-195. Cfr. también Héctor Petrocelli, Apuntes de historia de la iglesia en Argentina, Mater Dei, Rosario, s/f, pp.63-72. europeos, y que como se ha dicho tiene su núcleo de origen en la simiente agnóstica del racionalismo francés.. El controversial art. 8 de la norma establece que “la enseñanza religiosa sólo podrá ser dada en las escuelas públicas por los ministros autorizados de los diferentes cultos, a los niños de su respectiva comunidad y antes o después de las horas de clase”. Este texto en realidad se aparta de su fuente francesa en cuanto en ese país la ley dispuso que la educación religiosa se impartiera “fuera de los edificios escolares”, en cambio en la ley argentina se admitía que fuera impartida en los mismos, solo que fuera de las horas de clase. La doctrina eclesiasticista criticó esta norma expresando que se trataba de una exclusión fáctica, con el único compromiso estatal de brindar sus instalaciones materiales aunque en desconexión con la actividad específicamente educativa. Formalmente consagratoria del ideario laicista, y no obstante esta realidad excluyente, años más tarde igualmente se pretendió derogar dicha ley para profundizar su verdadero sentido, ambiguamente presentado en el texto. Como se puede apreciar el documento otorga una apariencia de libertad religiosa en materia educativa pero al concretar el derecho de las personas y las confesiones religiosas lo admite fuera del horario escolar, lo cual es no admitirlo. Se trata de un curioso eufemismo para decretar la exclusión de los contenidos religiosos en el sistema educativo formal. Si bien de ese modo en un primer sentido quedaba consagrada una actitud de resguardo a la libertad religiosa en cuanto se respetaban los derechos de todas las creencias religiosas, en un segundo sentido puede decirse que esa misma libertad religiosa lesionada porque quedaba de hecho excluida fuera del sistema educativo argentino de carácter nacional. Si se tiene en cuenta que la ley no puede ignorar la realidad y que en todo caso debe reflejarla lo más adecuadamente posible, buscando respetar los derechos de las personas, no es posible entonces dejar de ponderar que en la época de su sanción, la inmensa mayoría de las familias argentinas sustentaban las creencias religiosas heredadas de la implantación de la fe por la colonización española, consecuentemente el porcentaje de bautizados era muy alto y se vivían en el pueblo las costumbres propias de una cultura cristiana. La organización del servicio educativo estatal en el nivel de la enseñanza primaria, más allá de que existen otros factores que operan en ese proceso, se estructura inicialmente a partir de esta ley en el ámbito de la Capital federal y Territorios nacionales, pero la ley no fue un punto de partida sino que vino precedida de abundantes antecedentes en las jurisdicciones provinciales 32 , aunque ellas se mantuvieron en general en el ámbito de la educación religiosa. Sin embargo el influjo de la ley 1420 -sumado al de la llamada “Ley Láinez- fue importante en el sentido de marcar una política excluyente de la dimensión religiosa de la persona en la educación nacional. De ese modo, la enseñanza religiosa en las escuelas de gestión estatal es hoy más bien formal aun en las provincias donde subsistió con cierta opacidad. Es notorio que en el campo de la apologética católica ha habido en general una actitud formalmente muy contraria a la ley 1420, a la que se ha acusado, con evidente demasía y sobre todo en los ambientes más integristas y conservadores, de ser el chivo expiatorio o la culpable de la descristianización de la sociedad Argentina 33 . Sin embargo, en los hechos, como suele suceder, y más allá de que existen muchos otros factores que operarían en este proceso, la experiencia no parece haber sido tan negativa, gracias al desarrollo de un vigoroso movimiento educativo protagonizado por las órdenes religiosas y las escuelas parroquiales, consolidado por la creación del Consejo Superior de Educación Católica. De otra parte, alguna valoración positiva de la propia ley ha podido hacerse 34 , sobre todo al atenuarse la exigencia de la confesionalidad por parte del magisterio, muchas veces impregnada de un clericalismo puramente formal. De tal modo, no es tanto en la realidad sino en sus fundamentos ideológicos donde se encuentra el verdadero punto de dolor. Es así que a pesar de la acerba crítica que la Iglesia católica ha dirigido a la ley 1420 en cuanto al principio laicista, no ha dejado de 32 Cfr.Luis Jorge Zanotti, En el centenario de la ley 1420, en la revista del “Instituto de Investigaciones Educativas”, 46, julio 1984, p. 12 y ss. 33 La revista Criterio, que expresa esta sensibilidad, fue portavoz privilegiado de dicha actitud. Puede mencionarse entre otros muchos otros ejemplos, la serie de artículos de Alberto Molas Terán: Causa principal de la crisis económica: el laicismo, en “Criterio”, 190, 22-X-31, p.109; El laicismo mutila intelectualmente el deber, “Criterio”, 181, 29-X-31, p. 141, El deber laicizado carece de razón suficiente, “Criterio”, 192, 5-XI-31, p. 174, Crueldad del laicismo con sus víctimas, “Criterio”, 193, 12-XI-31, pp. 212213 y Del laicismo al soviet judío, “Criterio”, 195, 26-XI-31, pp.270-271. 34 Cfr. Roberto Di Stéfano-Loris Zanatta, Historia de la Iglesia argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Grijalbo-Mondadori, Bs.As., 2000, pp. 346-347. Un preclaro educador católico ha dictaminado: La ley 1420 de educación común merece en la hora del centenario, el homenaje de todos los argentinos. Cfr.Luis Jorge Zanotti, En el centenario de la ley 1420, cit., p. 12. alabar su benéfico aporte al progreso de la nación, por cuanto ha permitido que una gran porción de la población argentina tuviera a su alcance los beneficios de la cultura 35 . . La ley Avellaneda La ley 1597 del año 1885 -conocida como Ley Avellaneda- fue dictada para regir las universidades nacionales de Córdoba y Buenos aires y su importancia radica en que organiza el sistema universitario sobre el modelo napoleónico. Este modelo establece un monopolio estatal vigente durante sesenta años 36 y en cierto sentido constituye una complemento de la ley 1420 en cuanto a su concepción de la educación como un servicio público. La nueva norma supone la introducción de un criterio absolutamente ajeno y aun contrario a la tradición universitaria. Las universidades nunca fueron -según demuestra la historia de la educación- una creación estatal. Como la ley Avellaneda, cada universidad debía dictar sus propios estatutos, que debían ser aprobados por la autoridad estatal y estaba facultada para ¡extender los títulos correspondientes. De forma coincidente, a los pocos años de sancionada la ley surgió en Córdoba pero se extendió a toda Latinoamérica (por ejemplo fue particularmente incisiva en el aprismo peruano) la “reforma universitaria” un movimiento ideológico que tendría una profunda influencia prácticamente hasta la actualidad en los ambientes de la educación superior. Sus principios inspiradores se encontraban en la misma línea de pensamiento que 35 Cfr. Con el tiempo, la crítica católica al sistema ha ido moderándose pero no ha cesado: El laicismo educativo procuró erróneamente desvincular la cultura impartida oficialmente de su raíz religiosa y de la tradición defendida y mantenida por muchos libertadores y próceres (San Martín, Belgrano, etc.). Al educar excluyendo positivamente a la religión, también a la religión natural, desarraiga a la cultura de toda opción religiosa, fundamento determinante de otras opciones. Y, lo que es peor aún, crea una división entre la cultura popular, que es religiosa, y la cultura pretendidamente neutra de la escuela oficial. Cfr. Conferencia Episcopal Argentina, Iglesia y comunidad nacional, Bs.As., 1981, n.22 y n.151-158. Cfr. también: Juan Pablo II, Discurso a los hombres de ciencia y de la cultura del 12-IV-1987 en el Teatro Colón. El elogio que el Papa realizó en esa ocasión -aunque sin mención expresa de la ley- puede entenderse como un honesto reconocimiento de las virtudes del movimiento educativo argentino, en cuyo centro luce sin duda la ley 1420. 36 La Corte suprema declaró que la expedición de títulos habilitantes era una facultad exclusiva de las universidades oficiales (Fallos, 154, 119). Sin embargo debe distinguirse entre la atribución del Estado para habilitar el ejercicio profesional de algunas actividades y la atribución del monopolio estatal de expedir títulos .Cfr.Alicia Houbey, Ante un nuevo proyecto de ley universitaria, en “Revista Eclesiástica Argentina”, julio agosto 1958, ano I, Nº4, p.67. la ley 1420, incluido su anticlericalismo de espíritu sectario 37 , y pretendió una renovación de los claustros pero en los hechos su aporte se tradujo a una “politización” de la vida académica que ha causado notorios daños a la educación argentina. Otras universidades provinciales fueron sucesivamente creadas en distintas provincias pero progresivamente nacionalizadas. No obstante ese estatismo que quebró una tradición académica multisecular, en Buenos Aires se creó en 1909 una universidad católica, pero once años más tarde tuvo que cerrar sus puertas ante la falta de reconocimiento de sus títulos 38 . Finalmente, trascurrido medio siglo, después de algún par de tentativas frustradas y derribado el obstáculo hostil del tardoperonismo en 1955, y merced a la benéfica apertura del intelectual católico Atilio Dell’Oro Maini en el Ministerio de Educación, se abrió un nuevo espacio en la enseñanza superior de gestión privada y se fundó la actual Universidad Católica Argentina que reviste el carácter de pontificia (1958) 39 , a la que siguieron otras universidades católicas en Salta, Córdoba, Santa fe, Mar del Plata, San Juan, Mendoza, Tucumán, Comodoro Rivadavia, Santiago del Estero y La Plata 40 , así como también otras confesionales, verbigracia la Universidad del Salvador (1959), regentada por la Compañía de Jesús, igual que la de Córdoba. Del mismo modo también surgieron diversos proyectos de universidades de confesiones no católicas tales como la judía y la evangélica, a las que se sumaron. otras universidades “laicas” sin una especial cualificación religiosa. En 1967 se creó por ley 17604 un sistema específico para regir todas estas universidades privadas. El Dto. 18411 y la ley 12978 de enseñanza religiosa 37 El movimiento reformista, anclado en el positivismo, veía en la religión un signo de oscurantismo y acentuó la virulencia laicista con su impulso juvenil y contestatario. Cfr. Gerardo Farrell, Iglesia y pueblo en la Argentina (1860-19749, Patria Grande, Bs.As., 1976, pp. 50-53. 38 También habría que agregar la incapacidad del proyecto para ocupar un lugar propio en medio de una cultura muy trabajada por el espíritu positivista e ilustrado. Cfr. Roberto Di Stéfano-Loris Zanatta, op.cit., p. 386. 39 Cfr. Robert McGeagh, Relaciones entre el poder político y el poder eclesiástico en la Argentina, Itinerarium, Bs. As., 1987, p. 148 y ss. El episcopado presentó su nueva creación en Fundación de la Universidad Católica Argentina. Declaración del Episcopado Argentino, “Criterio”, 1304, 27-III-58, pp. 224.227. 40 Cfr. Héctor Petrocelli,op. cit., p.109. El decreto 18411 reimplantó en 1943 la enseñanza religiosa en las escuelas y colegios nacionales, que fue ratificada por la ley 12978 y rigió durante la década siguiente hasta ser derogada en 1955, como resultado del conflicto entre el gobierno peronista y la Iglesia católica 41 . Los considerandos del decreto reivindicaron la tradición argentina en la materia, fundando la medida en los contenidos confesionales de la Constitución nacional. Según el decreto, la escuela oficial sin religión es antidemocrática y anticonstitucional, y en su redacción se podía advertir la postura ante a postura que csobre esta delicada cuestión había sido sostenida en las décadas anteriores por la Iglesia católica 42 . No se traba ciertamente de una tormenta de verano. La medida había venido preparándose desde un largo tiempo atrás y un clima favorable en una considerable porción de docentes católicos sostenía el proyecto 43 . El instrumento legal establecía que en todas las escuelas públicas de enseñanza primaria, posprimaria, secundaria y especial sea impartida la religión católica como materia ordinaria de los planes de estudio. El texto también preveía la creación de un organismo estatal con nivel de dirección general, para organizar y controlar dicha instrucción religiosa. La sanción definitiva que consolidó ese precario decreto militar estuvo a cargo del subsiguiente gobierno peronista mediante la ley 12978, promulgada por el Poder Ejecutivo el 29 de abril de 1948. La ley era aplicable a todas las escuelas públicas nacionales de enseñanza primaria y aun secundaria. Esta limitación de jurisdicción tiene fundamento en el art. 5 de la Constitución, que reserva a las provincias la organización de la educación primaria. No obstante los estados provinciales adoptaron gradualmente los criterios inspiradores de la nueva ley. El art. 8 de la ley 4731 de Jujuy posibilita la enseñanza de la religión católica y la de otros credos siempre que no atente contra el orden público y el orden constitucional, respetando la plena libertad de conciencia y la convicción de los padres de familia. La ley general de educación 5996 de Tucumán establece en su artículo 12 que la formación 41 Sobre las relaciones entre religión, derecho y política durante el peronismo, cfr. Adriana Puiggrós (Dir.), Peronismo: cultura política y educación (1945-1955), Galerna, Bs. As., 1993 y, en menor medida, Adriana Puiggrós, (Dir.), Discursos pedagógicos e imaginario social en el peronismo (1945-1955), citado. 42 Para un análisis muy completo del decreto puede consultarse Fernando Martínez Paz, La educación argentina, 2ª ed., Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1979, pp. 199-222. 43 Cfr. Juan Carlos Zuretti, Nueva historia eclesiástica argentina, Itinerarium, Bs.As., 1972, pp.419-420. Por ejemplo, los editoriales de “Criterio” Educación y política de los números 194, 19-XI-31, pp.233; 195, 26XI-31, pp.265-266 y 198, y 17-XII-31, pp.361-362. También: La enseñanza laica, 191, 29-X-31, p. 139 y muchos otros. espiritual del educando se procurará mediante la enseñanza de religión o moral. En uno u otro caso, las clases se darán durante los horarios que correspondan y como parte integrante de los respectivos planes de estudios. La ley 6755 de San Juan prevé en su art. 8 que la Iglesia Católica y demás religiones reconocidas oficialmente y las personas físicas y jurídicas, como agentes de la educación pública, tienen n derecho crear, organizar y sostener unidades de prestación de servicios educativos, Nombrar y promover a su personal directivo, docente, administrativo y auxiliar, disponer sobre la utilización del servicio escolar, proponer planes y programas de estudio, obtener el reconocimiento del aprendizaje, y participar en el planeamiento educativo. En Río Negro el art. 1 de la ley 1777 prevé que la provincia tomará a su cargo el consumo de gas por redes de los establecimientos religiosos de enseñanza territorio, con exclusión de templos, casas privada gratuitos, que funcionen parroquiales y retiros, en su instalaciones deportivas, etc.. La ley 5228 de la Provincia de Corrientes establece una detallada remisión al Derecho canónico en el tratamiento de las escuelas confesionalmente católicas y en su art. 10 dispone que el Estado podrá confiar a la Iglesia Católica, tanto a instituciones diocesanas como a las de instituciones de vida consagrada o apostólica u otras instituciones de derecho canónico, previa conformidad del obispo diocesano del lugar, la dirección espiritual y la administración de servicios educativos de su propiedad. En este supuesto, las designaciones del personal docente las hará la Iglesia Católica según las normas de la presente ley y analógicamente, por las que rigen para los servicios educativos de gestión privada. Un equívoco muy frecuente que ha generado muchos problemas es considerar que la confesionalidad importa necesariamente una lesión de la libertad religiosa y que ambas por lo tanto son incompatibles. En realidad, una y otra son perfectamente conciliables. Contraponer enseñanza confesional y enseñanza laica es una clasificación simplista 44 . Para dejar a salvo la libertad religiosa -llamada en el lenguaje constitucional libertad de cultos- el texto preveía también que en el respeto de la libertad de conciencia de los no católicos, ellos podían presentar una objeción de conciencia a la asistencia de sus 44 Cfr. José María González del Valle, La enseñanza, en AAVV, “Derecho eclesiástico del Estado”, Eunsa, 2ª. ed., 1983, p.200. hijos a las clases de contenido religioso católico, recibiendo una “instrucción moral”. Aunque formalmente impecable, en la práctica este sistema se prestaba en realidad a situaciones incómodas, desagradables e incluso discriminatorias. Debido al abrumadoramente mayoritario asentimiento de los padres, que eligieron la educación católica para sus hijos, anualmente plebiscitada, puede decirse que la ley tuvo éxito, aunque se suscitaron justos sentimientos de discriminación en algunos casos de especial sensibilidad debido a sus antecedentes históricos, por ejemplo entre los judíos 45 . Sin embargo, no se registran situaciones que hayan alcanzado la categoría de reclamos institucionales o judiciales. El régimen establecido por la nueva ley también permitía la intervención de la jurisdicción eclesiástica en atención a los contenidos dogmáticos de la enseñanza, referida a los contenidos del programa y de los textos de estudio y también a los catequistas. La ley era concordante con las disposiciones del Derecho canónico que obligaba a los padres de familia católicos a educar a sus hijos en las creencias de la doctrina de la Iglesia católica 46 . Finalmente, las autoridades religiosas no pudieron sino expresar su satisfacción por el giro copernicano que suponía esta nueva legislación mediante una pastoral colectiva que se juzgaba apuntaba a “consolidar los principios de la civilización cristiana” y que según una línea de interpretación representaba en realidad la piedra angular en la construcción del “mito de la nación católica” 47 . No era para menos, pues la pastoral educativa de toda la primera mitad del siglo había estado particularmente encaminada a devolver al pueblo la enseñanza religiosa suprimida por la ley de educación 1420 48 , que en los ambientes católicos se interpretaba como una ilegítima usurpación histórica de la generación del ochenta a la tradicional catolicidad del pueblo argentino, expresada ahora políticamente en el proyecto nacionalista-católico, siempre nostálgico del ancien règime 49 . 45 Un relato sobre la historia del judaísmo en la Argentina refiere cómo la enseñanza religiosa en las escuelas de gestión estatal produjo en el judaísmo una gran zozobra. Cfr. Adolfo Weil, Orígenes del judaísmo conservador en la Argentina, Seminario Rabínico Latinoamericano, Bs, As., 1988, p.59. 46 Cfr. Juan Casiello, Iglesia y Estado…cit., pp. 313-352. 47 Cfr. Loris Zanatta, El mito de la nación católica, Universidad de Quilmes, Bs.As., 2000 y del mismo autor, Perón y el mito de la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1943-19469, Sudamericana, Bs.As., 1999. Sobre la enseñanza religiosa, cfr. pp.109-114. También: Roberto Di StéfanoLoris Zanatta, op. cit., pp.438-439. 48 Cfr. Gerardo Farell, op. cit., p. 61. 49 El escritor Manuel Gálvez llora la pérdida: La infamia de la escuela católica ha dejado sin religión a millones de argentinos, dice en El deber de las clases dirigentes, “Criterio”, 194, 19-XI-31, p. 241-242. Tanto el decreto revolucionario como la ley subsiguiente 50 pueden entenderse en el contexto político del poder hegemónico que en esos años adquirió dicha corriente, representativa de un proyecto más amplio de definido corte antiliberal, que la nueva legislación expresaba en el plano educativo. Con la entronización de una nueva cultura católica y autoritaria, inspirada en un humanismo tomista, los contenidos de la enseñanza debían responder a los nuevos significados del ethos político consagrado por la Constitución de 1949 51 . En los ambientes educacionales y jerárquicos de la Iglesia se veía un momento de exultación 52 . Había llegado el momento de saldar cuentas. El propio Pío XII en persona saludó en la persona de Antonio Benítez, un prominente jesuita, eminencia gris del régimen, al nuevo hombre fuerte de la Argentina, Juan Domingo Perón, por haber cortado con un certero golpe de la espada militar el nudo gordiano del laicismo y el “ateísmo escolar” 53 . Sin embargo, el resorte de las congregaciones educativas católicas no mostró especial interés en el tema, que fue asumido por los laicos católicos 54 . El sistema funcionó durante una década hasta que fue derogado 55 en el marco del enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado que constituyó el conflicto más importante en la materia en toda la historia 50 Para el debate parlamentario sobre la ley y antecedentes, cfr. Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, Reuniones 100 a 104, 6 a 14 de marzo de 1947. 51 Cfr. Fernando Martínez Paz, op. cit., pp.211-217. Los artículos de Criterio en el periodo integrista ya citados ejemplifican esta sensibilidad. 52 Sin embargo, un testigo calificado por su alta sensibilidad católica y justicialista registra también - una cierta frialdad con que habría sido recibida la ley de enseñanza religiosa estatal en ambientes oficiales del catolicismo. Cfr. Hernán Benítez, La aristocracia frente a la revolución, s/e, Bs.As., 1953, p. 375 y ss. La voz cantante del justicialismo la había llevado el diputado Joaquín Díaz de Vivar. Ricardo Guardo, Presidente de dicha cámara se vio en figurillas para convencer a los disputados de origen sindical tradicionalmente enfrentados a la Iglesia que votaran esta ley. 53 Cfr. Ludovico García de Loydi La Iglesia frente al peronismo, Cic, Bs.As., 1956, p. 56. 54 Cfr. Gerardo Farrell, op. cit., p. 102. 55 La ley 14401 suprimió en el año 1955 la enseñanza religiosa en la República Argentina. Los sucesivos gobiernos -contrariamente a lo sucedido con muchas otras instituciones- no la restauraron y los obispos no han hecho reclamos al respecto sino con ocasión de casos puntuales. Con motivo de una denuncia por discriminación de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), el gobierno suprimió la enseñanza religiosa en la jurisdicción provincial. La Comisión permanente de la Conferencia Episcopal Argentina emitió el comunicado Sobre la dimensión religiosa de la educación el 5-VI-01 donde la enseñanza religiosa fue reclamada en clave pluralista. Uno de los más importantes documentos del episcopado en materia educativa enuncia el planteo tradicional sin las vehemencias de otros tiempos aunque de un modo claro, con cita de la las convenciones internacionales) y de Iglesia y Comunidad nacional. Cfr. Equipo Episcopal de Educación Católica, Educación y Proyecto de Vida, n.106. Esa misma sensibilidad es ratificada: en ICN, 129. argentina 56 . La sensibilidad episcopal que se autoatribuía haber sido el motor del golpe revolucionario que derrocó al régimen, sin embargo, dejó caer el preciado bien sin una seria resistencia, el cual se diluyó sin pena ni gloria. Desde entonces no ha habido ningún intento ni oficial ni oficioso, ni siquiera en gobiernos militares que contaron con la participación de notorios católicos, y excepto esporádicas expresiones de deseo individuales, de restablecer la enseñanza religiosa en las escuelas estatales 57 . La legislación posterior Aunque la dinámica del laicismo lleva a una sociedad totalitaria donde la máquina estatal ejerce un monopolio uniformista excluyente de la libertad 58 , ella no se expresó en los subsiguientes gobiernos que emprendieron un camino progresivo de plena libertad. El primer paso fue volver a la ley Avellaneda que había sido derogada por el gobierno peronista mediante la ley 13031 de 1948 que acentuó la dependencia respecto del poder político. Esta dirección se consolida en 1954 en que esta norma es reemplazada por la ley 14297. Finalmente, el art. 28 del decreto 6403 posibilitó el establecimiento de universidades libres 59 . Durante los tres años siguientes se produce un regreso al sistema de educación religiosa con carácter optativo en algunas provincias. En los años sucesivos se organiza el 56 El paquete de leyes dirigidas contra la Iglesia en materia educativa fue abundante: Ley 14369 otorgó competencia exclusiva al estado en la expedición de títulos de enseñanza secundaria; Dto. 20564 suprime la Dirección de Inspección y enseñanza religiosa; Dto. 20887 suprime un privilegio concedido al Colegio del Salvador; Dto. 2917 deja sin efecto el régimen propio del Instituto Adscripto del Profesorado del Consejo Superior de Educación Católica; Dto. 3560 establece una tarifa mínima para colegios privados; Dto. 6782 aprueba libros obligatorios para enseñanza Media; Ley 24402 suprime la enseñanza religiosa. Cfr. Gerardo Ancarola, Antes y después del fuego. A 50 años de la persecución religiosa en la Argentina, Lumiere, Bs.As., 2005. 57 Sin embargo, otros episcopados han mostrado una sensibilidad e incluso una actitud pastoral completamente diferente. Ante un momento de conflicto y hostilidad hacia la cuestión, la conferencia episcopal de Venezuela ha declarado: Ciertamente, el Estado venezolano es laico, es decir, no confesional, y no obliga a nadie a profesar una religión específica. Pero sí está obligado el Estado a permitir y posibilitar el ejercicio de los derechos de los ciudadanos y, por lo tanto, debe permitir y hacer posible la enseñanza religiosa en las escuelas. Cfr. www.zenit.org, 13-III-06.El magisterio pontificio ha planteado el asunto en diversas ocasiones, p.ej. Juan Pablo II, Discurso al mundo de la cultura, Budapest, 17-VIII-1991 y España: El Papa defiende la educación religiosa en escuelas públicas, en www.zenit.org, 20-IX-01. 58 Cfr. Carlos Olivera Lahore, ¿Los dichos y los hechos? La política oficial respecto de la enseñanza, “Criterio”, 1318, 23-X-58, pp. 783-786. 59 Sobre el artículo 28, cfr. En torno al art. 28, “Criterio”, 1307, p. 332 y el editorial de la misma revista Educación y libertad, “Criterio”, 1316, 25-IX-58, pp. 683-686. sistema de enseñanza pública de gestión privada mediante una legislación que les reconoce a los institutos de esta naturaleza la facultad de emitir títulos habilitantes. La ley 14557 en el año 1958 admite la creación de universidades también con ese derecho de emitir títulos acreditantes para el ejercicio profesional. El decreto 8247 de 1960 creó el Servicio Nacional de Enseñanza Privada, con funciones de supervisión y contralor, que unificó todas las atribuciones en un organismo único. Considerado un esquema algo paternalista en su origen, su funcionamiento se revelaría una pieza eficaz del sistema educativo. El decreto 12179 de 1960, finalmente, convirtió a los colegios privados en unidades técnico administrativas autónomas que podían desarrollar sus actividades en las mismas condiciones que los institutos oficiales. El decreto preveía la creación de consejos asesores integrados por las familias, superando la tradicional visión laicista de la educación como una atribución del Estado. El decreto 371 de 1964, reconoce la primacía a la familia como educadora al establecer el régimen de incoporación de los institutos privados a la enseñanza oficial. El art. 30 distingue como propietario educativo a la Iglesia católica “como sociedad de existencia necesarias por medio de sus curias y parroquias”. Distintos decretos y resoluciones recientes 60 han establecido otros diversos reconocimientos de derechos en el ámbito educativo. El decreto 2542 de 1991 organiza un sistema de financiamiento de la educación pública de gestión privada. El decreto 365 de 1993 establece los aranceles de la enseñanza privada en los casos no comprendidos en el Dto. 2542 de 1991. La resolución 104 de 1999 del Consejo federal de Educación incorporó el título de profesor de ciencia sagrada a la educación inicial, a la educación federal básica y la educación polimodal. La resolución 3232 de 1999 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y culto auspicia la realización de actividades tendientes a rememorar el Holocausto y prevenir conductas discriminatorias. Otras normas importantes en materia educativa que se refieren a la enseñanza privada y su ideario religioso serán estudiadas a continuación La ley Domingorena 60 Pueden consultarse en el completo Digesto de Derecho Eclesiástico Argentino realizado por la Secretaría de Culto bajo la dirección de Juan Navarro Floria. Al establecer las condiciones definitivas para el funcionamiento de las universidades creadas por una libre iniciativa de la sociedad civil, la ley l4557 concreta la libertad educativa en el ámbito universitario, constituyéndose en el punto de partida de la educación superior de gestión privada. Es conocida por el nombre del diputado que tuvo un papel protagónico en el proceso de su sanción. Su antecedente reside en el mencionado decreto-ley 6403 de 1957 (cuyo art. 8 derogó) por el cual se autorizaba la creación de universidades por iniciativa particular y no exclusivamente por el resorte estatal como había sido establecido por el modelo napoleónico 61 . Esta nueva norma consagraba legalmente el principio de libertad de enseñanza en materia universitaria que fue ratificado por las leyes 14457 de 1958 y 17604 del año 1967. Las nuevas universidades adquirieron capacidad para emitir títulos y diplomas académicos, aunque la habilitación seguía siendo resorte del estado, garante del bien común. La ley fue dictada en medio de una gran discusión de la sociedad, polarizada tras los principios del laicismo y de la libertad de enseñanza 62 . La argumentación de quienes se opusieron se fundaba en considerar que las universidades libres no eran tales por responder a intereses particulares 63 . El decreto reglamentario de la ley crea un sistema de contralor que a menudo ha devenido en el vicio de fiscalismo. La ley 17604 Esta norma introduce una nueva reglamentación de la enseñanza universitaria privada sujeta al contralor estatal. En general se puede decir que aumentó la tendencia la reglamentarismo que es propio del sistema educativo, acentuando una tendencia que ha mostrado una vigorosa pervivencia en ala historia de la educación en la Argentina. Con ella se institucionaliza el Consejo de Rectores de Universidades privadas, constituido desde el 61 Esta iniciativa del ministro Dell’Oro Maini desató un áspero debate sobre la entonces llamada por los católicos “libertad de enseñanza” en toda la sociedad argentina, incluso en los medios de comunicación y hasta en las calles de las grandes ciudades. Cfr. Robert McGeagh, Relaciones entre el poder político y el poder eclesiástico en la Argentina, cit., pp.114-115. 62 Cfr. Robert McGeagh, op. cit., pp. 148-150. 63 Una declaración episcopal plantea la visión de la Iglesia en la que se enfrentaba una sociedad libre al monopolio estatal configurador de un totalitarismo eduacativo. Cfr. Declaración de la Comisión Permanente deñ Episcopado Argentino sobre libertad de enseñanza. Cfr. “Revista Eclesiástica Argentina”, noviembre diciembre 1958, año I, Nº6, pp.51-57. año 1962. Se requiere la autorización previa estatal para el funcionamiento y la observancia de los fines propios de las universidades nacionales. Debe advertirse que universidades nacionales son en realidad todas, las estatales y privadas, aunque ha queda el uso de la calificación “nacional” únicamente reservado para las universidades públicas de gestión estatal, estableciendo una categorización ficticia. El Congreso Pedagógico En el año 1984 el gobierno del radicalismo convoca mediante la ley 23114 a los ciudadanos e instituciones educativas a una asamblea en sucesivas instancias locales y provinciales que culmina en una reunión final de carácter nacional. El propósito invocado de modernización educativa 64 fue interpretado por la Iglesia católica, particularmente por los directivos, docentes y padres de familia de institutos confesionales, como un intento de carácter ideológico que buscaría restringir los derechos educativos y en particular la autonomía de la enseñanza pública de gestión privada, con la consecuente violencia al principio de subsidiariedad, característica común de todos los paternalismos, autoritarismos y totalitarismos. Las conclusiones del congreso -ciertamente ambiguas en muchos puntosestablecieron la primacía de la persona como sujeto educativo frente a las tendencias estatistas de cuño laicista y se consagró el principio de igualdad de oportunidades en materia de subsidios a los establecimientos educativos. Se rechazó el monopolio estatal de la educación en todos los niveles así como la imposición también estatal de una religión o cosmovisión filosófica, quedando sin resolver la apertura del ámbito educativo a una auténtica libertad religiosa. Las distintas comisiones produjeron dictámenes en algunos casos aprobados por unanimidad, por ejemplo el derecho del Estado al contralor de la calidad educativa, así como la participación de los agentes educacionales. Pero no pueden desconocerse una gran 64 Según sus críticos, la política educativa del gobierno parecía apuntar a dar una nueva “vuelta de tuerca” laicista en continuidad con otro congreso similar celebrado cien años atrás que en cierto modo preparó el clima para la reforma educativa instrumentada por la ley 1420. cantidad de dictámenes en minoría, que no obstante los claroscuros abundantes, enriquecen el contenido del conjunto 65 . Uno de los valores más reconocidos del Congreso fue el ejercicio democrático participativo de la comunidad educativa tanto de gestión estatal como de gestión privada, así como, en sus conclusiones finales, algunos aportes positivos que pueden señalarse son el reconocimiento de la familia y de sus derechos como un valor fundamental de la educación, y la llamada, en el lenguaje del congreso, apertura a la trascendencia o a una dimensión de valores éticos y religiosos como patrimonio de la tarea educacional. Esta dimensión es entendida desde el derecho de los padres a educar a sus hijos en sus propias convicciones, conforme lo habían establecido las declaraciones internacionales de derechos de la persona. La ley federal de Educación La ley 24195 que es la actualmente vigente organiza el sistema nacional o federal de educación en complemento con las leyes provinciales. En lo que se puede interpretar como una atenuación del tradicional laicismo argentino, la norma considera a la familia como el agente natural y primario de la educación. y enumera entre los agentes educativos a la Iglesia católica y a las demás confesiones religiosas oficialmente reconocidas 66 . También establece el principio ya clásico de que los padres o los tutores de los alumnos tiene derecho a elegir para sus hijos o pupilos la institución educativa cuyo ideario responda a sus convicciones filosóficas, eticas y religiosas 67 . Pese a su arraigo entre los políticos y los docentes hasta bien entrado el siglo XX, no debe pensarse que el laicismo haya sido una constante histórica ni mucho menos, aun en los momentos de plena expansión de sus ideales. Una antigua ley nacional, la número 934, del año 1978, abrió la posibilidad del reconocimiento a los títulos de enseñanza media otorgados por institutos privados de segunda enseñanza.. Lo mismo hicieron con los estudios primarios la ley 1420 (art.70) de 1884 y con las universidades lo 65 Cfr. Congreso Pedagógico, Informe final de la Asamblea nacional, Embalse, Córdoba, 27 de febrero-6 de marzo de 1988, Bs.As., 1989. 66 Art. 4 67 Art. 44, c. hizo la ley 13047 del año 1947 (reglamentada por los decretos 15 y 371 de 1964), que estableció un aporte financiero estatal para el pago de las remuneraciones docentes 68 . La norma tiene el carácter de una ley marco y rige las relaciones del Estado con los agentes educativos así como las del gobierno federal con las jurisdicciones provinciales, de raigambre constitucional, y de éstas entre sí; las relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo en el área, y las relaciones entre las autoridades educativas y los alumnos y docentes. El instituto educativo posee el derecho de admisión y el derecho de elegir a sus docentes, aunque estos derechos básicos, para asegurar el cumplimiento del ideario, pueden encontrar una razonable limitación cuando el sistema organiza un ámbito de gestión estatal y un ámbito de gestión privada. Los principios organizadores de la gestión pública estatal son la obligatoriedad, el federalismo (que es una subsidiariedad geográfica” 69 ), la igualdad y la gratuidad. Con referencia al Derecho eclesiástico puede incluirse entre estos principios el principio de cooperación. La ley admite que los institutos de gestión privada reciban aportes estatales destinados al pago de los salarios docentes. Se ha considerado -y constituye un reclamo permanente del sector- que estos subsidios resultan insuficientes en atención a que gracias al sistema educativo de gestión privada el Estado queda considerablemente aliviado de su grave responsabilidad de garantizar una educación mínima a los ciudadanos 70 . Esta norma representa un importante paso en la consolidación del federalismo educativo. En 1991 fueron transferidas las escuelas del nivel primario a las provincias, una medida que puede considerarse que vino a consolidar el sistema federal previsto por la Constitución. La descentralización educativa produjo una transferencia también a la Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego, entonces territorio nacional. La ley 24049 que instrumentó dicho traspaso fue muy clara respecto de los derechos educativos. En tal sentido, dispuso que “los servicios educativos de gestión privada que se transfieren quedan garantizados para que se sigan prestando con respeto de 68 Cfr. Equipo Episcopal de Educación Católica, EPV, 127. Para una visión en perspectiva eclesiasticista, cfr. Alicia Houbey; El problema educativo y su reglamentación constitucional, en AAVV, “La doctrina católica en el desenvolvimiento constitucional argentino”, Apac, Bs.As., 1957, pp. 113-143. Para la aplicación del principio en materia escolar, en documentos de la Iglesia católica en la Argentina, vid. ICN, 155 y EPV,123. 70 Cfr. Octavio Lo Prete, op. citada. 69 los principios de la libertad de enseñanza y los derechos emergentes de la normativa nacional en la materia. (…) Consecuentemente, podrán mantener sus características doctrinarias, modalidades curriculares y pedagógicas y el estilo ético formativo propios, en el ámbito de las jurisdicciones receptoras (…) Éstas mantendrán el régimen de aportes a la enseñanza privada en concordancia con el fijado en el orden nacional, en lo que hace a montos, proporciones y destino de los servicios transferidos 71 ”. Al disponer que los lineamientos de la política educativa deben respetar el derecho de los aborígenes a vivir según sus pautas culturales, la ley se inspira en un criterio de laicidad -dejando de lado el tradicional rigor propio del laicismo- puesto que en la cultura autóctona es un elemento fundamental la religiosidad popular de los pueblos originarios. El sistema está organizado con fundamento en la libertad de educación y excluye el monopolio educativo, aunque su aplicación con una mentalidad estatista y reglamentarista, ya referidos como de filiación francesa, oscurece ese principio 72 . Los agentes educativos de gestión privada pueden crear, sostener y organizar escuelas de todos los niveles, pero este derecho se ve desmerecido en los hechos frente a una normativa confusa, dispersa e incluso contradictoria que ha caracterizado la praxis del sistema desde fines del siglo XIX. El art. 46 de la ley dispone que los trabajadores educativos poseen libertad de cátedra, admitiendo la objeción de conciencia en el caso de enseñanzas que violenten sus convicciones, pero la garantía excluye a los trabajadores de gestión privada, debido al derecho del instituto educativo, y al deber que ellos tienen de respetar su ideario, para realizar el cual han sido contratados. En relación a la enseñanza religiosa en las escuelas públicas de gestión estatal, el art. 6 de la ley establece que el sistema educativo posibilitará la formación integral para la realización de los educandos como personas en sus dimensiones cultural, social, estética, ética y religiosa, e invoca los valores de vida, libertad, verdad, bien, paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y justicia. Sin embargo, la ley no innova en esta materia. Las 71 Cfr. Ley 24049, art. 23. Los documentos educativos de la Iglesia han criticado “un reglamentarismo exagerado y una programación demasiado frondosa y detallista de la enseñanza” (EPV, 134). 72 provincias pueden incorporar nuevas disciplinas a la currícula, más allá de los contenidos mínimos previstos en el sistema. La ley de educación superior La ley 24521, sancionada en 1995, organiza de modo unitario el conjunto de la educación superior en el país, incluyendo los institutos educativos de gestión estatal, así como los de gestión privada en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. De otra parte, la ley admite el servicio educativo de las confesiones religiosas, en particular de la Iglesia católica. La norma garantiza incluso el aporte económico para proyectos de investigación y la debida autonomía. La ley establece que las instituciones universitarias deben promover la excelencia y asegurar la libertad académica, la igualdad de oportunidades y posibilidades, la jerarquización docente, la corresponsabilidad de todos los miembros de la comunidad universitaria, así como la convivencia pluralista de corrientes, teorías y líneas de investigación. Cuando se trate de instituciones universitarias privadas, dicho pluralismo se entenderá en un contexto de respeto a las cosmovisiones y valores expresamente declarados en sus estatutos 73 ”. El decreto 1296 del año 1993 otorgó a las universidades y facultades eclesiásticas y a las universidades pontificias erigidas por la Santa Sede, el reconocimiento de sus títulos en diversas áreas como teología, derecho canónico, educación, filosofía, pedagogía y diversas ciencias sociales. Experiencias comparadas internas y externas Algunas constituciones provinciales como las de La Pampa, Salta y Santiago del Estero han reconocido el derecho de los padres o tutores a educar a sus hijos y pupilos de acuerdo a sus convicciones, manteniendo la tradición que como hubo ocasión de ver se remonta al periodo colonial. La Constitución de Catamarca, por ejemplo, en el art. 270 garantiza la enseñanza religiosa de las confesiones reconocidas. La Constitución de la 73 Cfr. Ley 24521, art. 33. Provincia de Buenos Aires en su art. 199 dispone la formación de los educandos en los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia. No obstante todas estas previsiones, en los hechos la enseñanza religiosa a menudo tiende a ser insuficientemente atendida en la institutos educativos públicos de gestión estatal aun de las provincias 74 . La experiencia comparada internacional muestra realidades absolutamente disímiles. En Uruguay la enseñanza de la religión católica fue obligatoria hasta 1877 en las escuelas públicas estatales, pero la campaña masónica dio sus frutos 75 . En 1909 fue absolutamente suprimida sin que se hayan suscitado mayores controversias hasta el presente. Una situación muy distinta exhibe España, país donde la producción de literatura eclesiasticista sobre la materia es bien abundante, y donde se puede decir que a partir de la Constitución de 1978 se han establecido unas reglas de juego claras, que sin embargo han tenido una historia azarosa. La diferencias interpretativas y hostilidades por parte de una mentalidad beligerante contra la religión han producido una conflictividad permanente que configura una situación frecuente en las relaciones Iglesia-Estado, al menos en este punto. El Estado español ha firmado varios acuerdos en los que esta temática ha sido prevista, específicamente uno referido a enseñanza y asuntos culturales 76 . El estado de la educación religiosa en Latinoamérica responde a distintos intrumentos jurídicos: constituciones (Costa Rica, Brasil, etc.), concordatos (Colombia, Perú y Rpca. Dominicana), leyes especiales (Venezuela, Ecuador, etc.) y decretos (Chile, Perú, etc.). En algunos países está excluida, como Cuba, México, Paraguay (donde es opcional) y Uruguay. Por otra parte, los distintos casos responden a una tipología diversa: obligatoria (Bolivia, Brasil, Colombia, Chile), opción obligatoria (Venezuela, Chile), opcional (Brasil, Colombia), obligatoria para los alumnos católicos (Rpca. Dominicana, 74 Cfr. Octavio Lo Prete, El derecho a la libertad religiosa en materia educativa, cit. La masonería ha configurado el núcleo hostil más importante a la enseñanza religiosa hasta el día de hoy. 76 Cfr. Susana Mosquera Monelos, La asignatura de religión en el sistema educativo español: posible conflicto con los principios de laicidad e igualdad, en AADC X (2003), 105-124. Sobre el acuerdo específico, cfr. Joaquín Mantecón Sancho, La experiencia española de acuerdos con las confesiones, AADC X (2003), pp. 88-90. 75 Perú), opcional como cultura religiosa (Paraguay), y opcional para alumnos e instituciones educativas (EL Salvador) 77 . Las distintas constituciones latinoamericanas presentan una diversa tipología sobre la referencia religiosa, brindando un amplio abanico que podría sintetizarse en el siguiente cuadro: 1. Constituciones que tratan expresamente el derecho de educación religiosa (Paraguay, Bolivia y Nicaragua). En algunos casos se presenta como optativa: (Guatemala y Brasil).2. La educación pública será laica (México, Honduras y Ecuador). 3 .La educación religiosa puede ser ejercido colectivamente por las comunidades religiosas. 4. No contienen referencias a la enseñanza religiosa (Cuba, Suriname, Costa Rica, El Salvador, Rpca Dominicana y Venezuela) 78 . En una clasificación de las constituciones latinoamericanas teniendo en cuenta los diversos modos de relación que ellas tienen de tratar la relación entre lo religioso y lo jurídico en esta temática, pueden distinguirse distintas situaciones: 1) países sin enseñanza religiosa en las escuelas (Francia, con excepción de Alsacia-Mosela); 2) países con una enseñanza no confesional de la religión (Dinamarca, Suecia, Reino Unido) y 3) países de enseñanza religiosa confesional (Alemania, Lituania, Bélgica, Polonia, Grecia) 79 . b) Fuentes pacticias El derecho fundamental a la educación en los instrumentos internacionales universales y americanos La comunidad internacional ha consagrado a través de diversos acuerdos el derecho de la libertad religiosa y el derecho a la educación. Las cartas, convenciones, pactos, constituciones y declaraciones constituyen un vasto corpus que ha tratado diversas cuestiones relativas a los derechos fundamentales en materia educativa. Ellas se refieren a los fundamentos y fines de la educación, a los sujetos 77 Cfr. David Eduardo Lara Corredor, La libertad religiosa y el problema de la educación, en Anales Derecho UC, Actas del IV Coloquio del Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa, Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2005, pp. 184-185. 78 Cfr.Víctor Urrestarazu Villarroel, La libertad religiosa en las constituciones americanas, Pontificium Athaeneum Santae Crucis, Romae, 1997, pp. 186-209. 79 Cfr. Silvio Ferrari, L’Enseignement a propos de la religión dans l’union europeenne: apercu juridique (inédito), cit. Por Octavio Lo Prete, op. citada. educativos y fundamentalmente al derecho-deber educativo de los padres. También tratan sobre discriminaciones en materia educativa y establecen sistemas de contralor 80 . Estas declaraciones reconocen en prácticamente todos los casos el derecho de los padres de educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones éticas y religiosas. El Convenio Europeo de Derechos Humanos en el art. 2 del protocolo I además de reconocer el derecho humano a la educación, afirma el derecho de los padres a que el Estado asegure para sus hijos una educación conforme a sus personales convicciones religiosas o filosóficas. La Comisión Europea de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos han creado una rica jurisprudencia sobre el tema educativo, particularmente sobre el enunciado derecho 81 . La reforma constitucional de 1994 constituye un paso importante en esta materia por cuanto sancionó la constitucionalización de los tratados en su art. 75 inc. 22, donde se establece el importante principio de primacía por el cual los tratados internacionales y los concordatos con la Santa Sede tienen jerarquía superior a las leyes. Ellos integran a partir de su aprobación el Derecho argentino y sus disposiciones son por lo tanto directamente aplicables por los jueces. Entre estos tratados pueden mencionarse la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, la Declaración Americana de los Derechos del Hombre de 1948, el Pacto Interamericano de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) de 1969, aprobado por la Argentina por Ley 23054/84, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales, ambos de 1966 y aprobados por nuestro país por la ley 23313/86. También integran los tratados expresamente mencionados por la Constitución nacional la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, aprobada por Ley 23849/90, la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, aprobada por 80 Un completo estudio sobre esta cuestión puede verse en José Luis Cantini, Educación y derechos humanos en el derecho internacional público, Separata del Instituto de Investigaciones Educativas, n. 67/8, Bs.As., octubre de 1989. También: Juan Goti Ordeñana, Pluralismo y educación en las normas internacionales de derechos humanos, en: “Dimensiones jurídicas del factor religioso: estudios en homenaje al profesor López Alarcón”, 1987, pp. 161-182. Para una visión panorámica, síntética y general de la libertad religiosa en este ámbito, cfr. Juan Manuel Gramajo, La libertad religiosa en el Derecho internacional, en AADC X; (2003), pp. 53-64. Cfr. Javier Martínez-Torrón, El derecho de libertad religiosa en la jurisprudencia en torno al Convenio Europeo de Derechos Humanos, en ADEE (1986), pp. 475-489. 81 Decreto Ley 6286/56, y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial de 1967 aprobada por Ley 17722 de 1968 82 . El art. 5 de la Convención Relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la enseñanza de la UNESCO, aprobada por nuestro país mediante el decreto 7672 de 1963, establece que debe respetarse la libertad de los padres o en su caso los tutores a elegir para sus hijos establecimientos de gestión privada, y brindar a ellos la educación religiosa y moral conforme a sus propias convicciones. A título de ejemplo, también puede mencionarse el Pacto de San José de Costa Rica, que en su art. 13 establece que los padres y tutores tienen derecho a que sus hijos y pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo a sus convicciones. Como garante de este derecho, el Estado tiene el deber de ayudar a que los padres puedan ejercerlo. Los padres tienen entonces un derecho fundamental a educar religiosamente a sus hijos, es un derecho que se ejerce en materia educativa, pero su contenido responde al criterio de la libertad religiosa. El acuerdo de 1966 A diferencia de otros concordatos y acuerdos específicos (como es el caso del acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales celebrado entre la Santa Sede y el Reino de España) el acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Estado argentino reconoce a la Iglesia católica una plena autonomía en el ámbito de su competencia, pero no trata específicamente acerca de la materia educativa. Se entiende implícito el derecho a mantener centros de enseñanza, como derecho integrante del principio genérico de la libertad religiosa, consagrado por el acuerdo. Numerosos autores han expresado 83 la conveniencia acerca de la firma de un acuerdo o incluso un concordato que incluya esta materia, como acontece en muchos países. Santiago de Estrada fue un decidido impulsor de la idea de reglar la materia educativa en lo que se refiere a los derechos de la Iglesia católica mediante la suscripción 82 83 Cfr. Juan Navarro Floria, Panorama…cit., pp. 102-103. Cfr. Robert McGeagh, op. cit., pp. 152-153. de un concordato 84 que debía versar sobre diversas cuestiones consdieradas tradicionales en la materia, e incluso sus esfuerzos se han aplicado directamente en esta dirección. Ha habido diversos intentos, el último de los cuales surgió en el inmediato posperonismo, consolidándose durante el gobierno de Arturo Frondizi 85 . Pero la idea de un concordato había estado presente ya en los embajadores del peronismo. Estrada redactó en 1958 el primer anteproyecto referido a la materia de enseñanza encaminado a reglar cuatro puntos: libertad de enseñanza, respeto de las conciencias, enseñanza religiosa y enseñanza catequística. En materia de libertad de enseñanza el proyecto apuntaba a consolidar con una base concordataria la normativa de la ley Domingorena 86 . Ante una multitud de problemas intrincados, una vía prudente parece estar constituida por el gradualismo concordatario, es decir ir consiguiendo acuerdos sobre temas específicos. Por tal motivo, algunos autores como Manuel Río han mostrado la conveniencia de suscribir no ya un concordato (general), sino un “acuerdo” o “acuerdo parcial” 87 , según el uso de la Santa Sede en el periodo posconciliar, siguiendo el criterio del acuerdo de 1957 sobre vicariato (hoy ordinariato) castrense 88 . Este deseo obedece a la conveniencia de incorporar al derecho público un mayor reconocimiento de los derechos educativos. c) Fuentes jurisprudenciales En el presente y siguiente apartado se realizará un comentario a título de ejemplo de algunos de los principales fallos en la materia que hayan resuelto cuestiones controversiales, que en su momento atrajeron la atención de la opinión pública. Existen 84 Cfr. Santiago de Estrada, Nuestras relaciones con la Iglesia, Theoría, Bs.As., 1963 Para el tema educativo ver pp.149-160. 85 Cfr. Roberto Di Stéfano-Loris Zanatta, op.cit., p.467. 86 Cfr. Ernesto Daniel Villa, Educación, Iglesia y Estado. Hacia un nuevo concordato, Ciudad Argentina, Bs.As., 1995, p. 169 y ss. 87 Manuel Río tramitó como embajador en Roma el acuerdo sobre el entonces denominado vicariato castrense y se persuadió de la practicidad de avanzar por pasos sucesivos en el tratamiento de las entonces llamadas res mixtae. 88 Cfr. Alicia Houbey, El problema educativo y su reglamentación constitucional, en AAVV,”La doctrina católica en el desenvolvimiento constitucional argentino”, Apac, Bs.As., 1957, p.113-143. Cfr. también Daniel Villa, Educación, Iglesia y Estado…cit., p.184. otros más antiguos en su tratamiento por parte de la sociedad civil y por lo tanto menos conocidos, pero cuyo contenido no es menos importante, como la libertad de cátedra y el ideario del centro 89 y los derechos de los padres 90 , entre otros asuntos, en todos los cuales juega el derecho de libertad religiosa en materia educativa. Se pasará así una breve revista a algunos casos más relevantes suscitados en materia educacional en perspectiva de la libertad religiosa y sus diversas temáticas propias. La Corte Suprema ha dictado a esta altura una considerable cantidad de fallos en los últimos tiempos en relación a la materia de la libertad religiosa o, para decirlo más propiamente, a asuntos propios de la disciplina eclesiasticista 91 . Sin embargo, todavía casi no ha tenido ocasión de pronunciarse sobre algunas de las cuestiones que en todo el mundo han suscitado intervenciones de las más altas instancias en la materia educativa. Al verificar la aplicación jurisprudencial de esta materia en el país se debe mencionar el fallo “Barros” por el que la Corte Suprema de Justicia acogió la objeción de conciencia de dos menores “Testigos de Jehová” que se negaron a reverenciar los símbolos patrios. Inicialmente recogida en la educación primaria, fue extendida luego a la secundaria. La Resolución Nº 100 del Consejo Provincial de Educación incurre en una discriminación con educadores y educandos que son miembros a la confesión religiosa de los Testigos de Jehová. Esta norma administrativa lesiona un plexo de derechos: los derechos de igualdad ante la ley (Art. 12), libertad de conciencia, religiosa y de cultos (Art. 25), libertad de enseñar y aprender (art. 257) y libertad de trabajar (Art. 52), de la Constitución de la Provincia. Según ha establecido la jurisprudencia en el fallo Echegaray Ferrer 92 , los padres tienen el deber de educar a sus hijos y el derecho de hacerlo conforme a sus convicciones 89 Por ejemplo el instituto educativo tiene el derecho de admitir a quien se identifique mejor con el ideario institucional: Cfr. Germán Bidart Campos, Establecimientos de educación privada con orientación espiritual, ED 104, p. 1022.Este derecho ha sido controvertido, por ejemplo en el caso de una alumna embarazada. Cfr. El caso de la alumna embarazada, en “Criterio”, 2250, 2000, p. 211. En otros casos un profesor puede quedar en contradicción con el ideario al presentarse una situación de conflicto si la dirección del colegio decide despedirlo. Entran aquí en colisión varios derechos. 90 José Antonio Souto Paz, Libertad ideológica y religiosa en la jurisprudencia constitucional, en AAVV; “Las relaciones entre la iglesia y el Estado…”, cit., p.530. 91 Un listado de los principales casos puede verse en Juan Navarro Floria, La libertad religiosa en la sociedad plural de América Latina, en Anuario Argentino de Derecho Canónico, Vol. X, 2003, pp. 125.136. 92 Cfr. Echegaray Ferrer, C3Civ.Com. Córdoba (1983), ED 109-498. religiosas, pero este deber no lo tienen los terceros, y por lo tanto reconoció el derecho de admisión del instituto educativo al que se le demandaba la inscripción de un alumno. Se ha suscitado una cuestión en materia educativa en relación a una confesión religiosa en el caso de los amish y de los mennonitas 93 , que si bien fue planteado originalmente en los EEUU también tuvo tratamiento local, según se verá a continuación, aunque no llegó a resolución judicial. Los valores en tensión son el derecho de los padres a conducir la educación de los hijos, en particular la religiosa, y el interés estatal en materia educativa y su derecho a exigir unos contenidos mínimos. El tribunal estadounidense amparó los derechos de los amish. La objeción de conciencia en materia educativa Pueden presentarse distintas situaciones en la materia educativa que pueden dar lugar a una objeción de tipo moral o religioso por parte de los agentes educativos y que la jurisprudencia ha registrado. En muchos casos se trata de la oposición de los padres a alguna medida legal que afecta algún principio de su creencia confesional. La mayor de ellas consiste en cuestionar el derecho del Estado a una intervención en esta materia exigido por su deber de brindar unas condiciones de vida igualitarias a los ciudadanos. La cuestión se suscita porque esa sensibilidad puede, a los ojos de algunos ciudadanos, convertirse en una exigencia de naturaleza autoritaria que intenta uniformizar ilegítimamente a la sociedad civil. En ocasiones se ha cuestionado el derecho estatal a exigir unos contenidos mínimos en la enseñanza e incluso se ha objetado también su derecho a imponer una educación obligatoria para todos los habitantes. También se ha hecho objeción a la facultad estatal de exigir determinados comportamientos o actitudes de respeto, por ejemplo, a los símbolos patrios 94 . La objeción más conocida a los contenidos mínimos ha sido planteada primero en EEUU y después en otros países, incluso el nuestro, por la Old Order Amish y en el 93 Los mennonitas son una iglesia fundada en Zurich en los primeros tiempos de la Reforma. Se negaban a prestar juramento a llevar armas y a servir al Estado. Su teología es de corte fundamentalista y aun hoy pueden considerarse bautistas. Cfr. Edgar Royston Pike, Encyclopedia of religión and Religions, Allen & Unwin Ltd Londres, 1951, trad. cast.: Diccionario de religiones, FCE, México, 1994. 94 Se pueden encontrar elementos para comprender el estado de esta discusión actual en Rafael Navarro Valls-Angel Palomino, Estado y religión. Textos para una reflexión crítica, Ariel, Barcelona, 2000, pp.280288. célebre caso “Wisconsin v. Yoder” 95 cuyos protagonistas son los amish, una ramificación desgajada de la iglesia mennonita 96 , de origen suizo que reivindica un estilo de vida de rasgos arcaicos que contrasta fuertemente con los patrones de comportamiento propios de la cultura y de la mentalidad actual. La Corte norteamericana acogió la petición de los peticionantes por considerar que la exigencia del Estado no era suficiente para violentar la conciencia religiosa. En la Argentina se presentó el mismo caso en una comunidad mennonita de Guatraché (La Pampa) 97 , que no llegó a resolución judicial sino que se resolvió por un acuerdo entre partes. Este acuerdo establece el derecho de la comunidad a educar a los niños en sus propias creencias -como ocurre con las demás confesiones religiosas existentes en el país- garantizándose ciertos contenidos mínimos que antes no habían estado asegurados, como el aprendizaje del idioma nacional. No se puede desconocer también que los mennonitas exhiben una gran pureza moral, muy superior al resto de la sociedad civil.. El caso fue resuelto mediante el principio de razonabilidad y se respetó la libertad religiosa en materia educativa de un modo satisfactorio 98 . Los derechos en juego son la libertad religiosa -llamada constitucionalmente libertad de cultos-, que comprende el derecho a la objeción de conciencia, el derecho a la educación, que comprende el derecho de enseñar y aprender, el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos y el derecho de los niños a la educación a la que el Estado tiene el deber de proteger, y del cual deriva la potestad educativa. Con respecto a los contenidos curriculares ha sido objeto de particular atención en los últimos tiempos el de la educación sexual, un asunto de alta conflictividad por afectar cuestiones de naturaleza moral y religiosa, ambas vinculadas a lo más íntimo de las conciencias de los padres de familia y de sus hijos, cuyo ámbito propio se consideraba hasta ahora exclusivo de la autonomía de la persona. Ante la existencia de normativas nacionales y de ámbito provincial, en nuestro país ya ha habido algunos planteos en el ámbito judicial 95 Cfr .Javier Martínez-Torrón, La objeción de conciencia en la jurisprudencia del tribunal supremo norteamericano, en ADEE , 1985, pp. 444-446. 96 El caso de los amish, rama mennonita que admiten la educación pública primaria para sus hijos, es distinto al de los mennonitas argentinos, que tienen una objeción de conciencia absoluta al sistema educativo estatal.. 97 En Santiago del Estero existe otra comunidad mennonita de las mismas características en Pampa de los Guanacos donde se ha suscitado un conflicto reflejo en esta materia como directa consecuencia del planteo de Guatraché. 98 Cfr. María Angélica Gelli, El caso de los menonitas: entre el derecho a la libertad y los deberes del Estado en materia educativa, en La Ley, T. 1998-C, Sec. Doctrina, 1111-1113. pero han sido resueltos en base a la patria potestad y no al instituto de la objeción de conciencia 99 . La ley ha omitido tratar el supuesto de objeción de conciencia por parte de los docentes de los centros educativos de gestión privada. En cuanto a la reverencia a los símbolos patrios, ha habido en las últimas décadas diversas cuestiones en relación a los Testigos de Jehová, que presentaron también objeción de conciencia a las transfusiones de sangre y al servicio militar, razón esta última que les significó una prohibición de actuación en el país hasta que la Corte suprema resolvió que debía otorgarse primacía a su derecho a la libertad religiosa. Pero es recién en el caso Bahamondez cuando el concepto de objeción de conciencia -implícito en el art. 19 de la Constitución Nacional- aparece nítidamente en el voto disidente del fallo de la Corte 100 . En el citado caso “Barros” 101 por el cual se discutió la negativa a reverenciar los símbolos patrios, sin declarar la inconstitucionalidad 102 , la Corte aplicó la doctrina del balancing test, otorgando prioridad al derecho a aprender por parte de los menores armonizándolo con el deber del estado de brindar el servicio educativo. En otros casos, “D., A.F” y “Schutz, Oscar”, la cámaras federales de Buenos Aires y Córdoba consideraron lícita la conducta de alumnos de la misma creencia religiosa. También el Superior Tribunal de Córdoba otorgó protección en el caso “Urrestarazu de Salguero” a una docente. La resolución 1818 del Ministerio de Educación y Justicia reconoció la objeción de conciencia en otros casos de este tenor 103 . Finalmente, diversas resoluciones administrativas han reconocido la objeción de conciencia en el caso de asistencia a establecimientos educativos en días de examen y festivos de carácter religioso por parte de alumnos judíos y de la Asociación de los Adventistas del Séptimo Día 104 . La resolución 1818 de 1984 del Ministerio de Educación y Justicia resolvió que los alumnos no podrán renunciar al honor de portar la bandera salvo razones de carácter 99 Cfr. Juan Navarro Floria, El derecho a la objeción de conciencia, Abaco, Bs. As., p. 135. Cfr. Analía Bercaitz de Boggiano, La objeción de conciencia como ejercicio legítimo de las libertades de pensamiento, conciencia y religión, en LL 1993-D, Sec.Doctr., p.1289-1290. 101 “Barros, Juan C. en Barros, Pablo A. y Hugo H. c. Consejo Nacional de Educación y otra”, CS 6-3-79; ED 81-221, anotado por Germán Bidart Campos. 102 Cfr. María Angélica Gelli, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada, La ley, 3ª ed., Bs.As., 2005, p.150. 103 Cfr. Juan Navarro Floria, La objeción…cit., p.136-141. 104 Resoluciones 650 de 1968, .1047 de 1968, 616 de 1977 y 1325 de 1987. 100 religioso, fundadas en los principios sustentados por cualesquiera de las religiones y/o cultos reconocidos e inscriptos. El principio se extiende a la veneración del escudo, la escarapela, el himno y distintivos con los colores patrios 105 . 105 Res.650/1968 y Res. 1047/68 de la Secretaría de Cultura y Educación, Res. 616/77 del Ministerio de Cultura y educación y Res. 1325/87 del Ministerio de Educación y Justicia. Arts, 1 y 2.