VIDA, AMOR Y MUERTE EN LA POESÍA DE • Vida y poesía son inseparables en la trayectoria de Miguel Hernández: la suya es una poesía sincera en la que se reflejan las circunstancias personales por las que iba pasando. Los acontecimientos de su vida van determinando su creación lírica en esa trayectoria vital, fueron siempre determinantes los sentimientos relativos al amor y la muerte. Vida, amor y muerte son, pues, los temas centrales de toda la poesía de Miguel Hernández (“Llego con tres heridas:/ la del amor, / la de la muerte / la de la vida”, dice en uno de sus más conocidos poemas) • Pero no se trata de temas que se traten por separado: lo característico del poeta es la fusión de los tres elementos en una cosmovisión trágica de la existencia, en la que son inseparables (aunque aparezcan en distintas proporciones y con distintos matices en cada poema o en cada periodo de la obra del autor). Se trata de una cosmovisión de raíz panteísta, que se puede relacionar con las religiones primitivas: el ser humano es materia que forma parte del continuo ciclo de creación, reproducción y destrucción propio de la naturaleza; así pues, la vida es amor porque implica la reproducción, y el sentido de esta es la perpetuación tras la muerte; el amor lleva aparejada la idea de muerte en tanto que es la esencia de la vida y esta no se concibe sin esa otra cara; la muerte se supera a través de la renovación continua de la vida por el amor; y así sucesivamente. • • Una cosmovisión es una manera de ver e interpretar el mundo considerado en su conjunto. El panteísmo es la identificación de Dios con el conjunto del Universo. Se aplica a religiones primitivas en las que se adoraba a los elementos de la naturaleza. • Nace el poeta en Orihuela y vive en contacto con la naturaleza. A los quince años conduce su rebaño de cabras por las cercanías de su pueblo, pero sabe embellecer esta monotonía con la lectura de libros de Gabriel y Galán, Zorrilla , Miró, Rubén Darío… A veces escribe sencillos versos a la sombra de un árbol realizando sus primeros experimentos poéticos. • En los primeros poemas del autor se puede distinguir, entre los tópicos modernistas y románticos, su predilección por estos tres temas y una visión personal de los mismos: la vida está desde el principio representada en una idea del hombre como un ser apegado a la naturaleza y sus ciclos (animales, plantas, fases del día, luna, astros…) • Con respecto al amor, observamos ya la tendencia a la dimensión erótica, carnal del mismo (que sin dejar de ser un tema modernista constituye uno de los rasgos que luego serán más propios del poeta), por ejemplo, en el poema “Lujuria” , aunque aún no hay referencias a una amada real; y también la muerte está representada en esta etapa inicial con poemas como “Al verla muerta” o “El palmero” , producto de sus primeras experiencias al respecto. • Son poemas impregnados de vitalismo, optimismo natural, sueños de dedicación a la poesía y constituyen un homenaje a la naturaleza. En estas primeras creaciones encontramos aires de églogas, el tópico literario de locus amoenus (“Pastoril”), influencias de Bécquer, Rubén Darío, Machado…son ejercicios de poeta imitando a sus maestros. La vida es una vida contemplada, ficticia, un ejercicio literario. En este periodo identifica la muerte con la llegada de los atardeceres y es también ficticia , hasta que vive la muerte de personas cercanas. • En Perito en lunas, aparentemente más alejado del sentimiento real por su planteamiento vanguardista, también aparecen la vida en forma de una naturaleza a la que se canta en tono exaltado, la dimensión carnal del amor (“Sexo en instante”, “Negros ahorcados por violación”), y alusiones a la muerte (“Funerario y cementerio” o el mencionado “Negros ahorcados por violación”). • Las imágenes que emplea el poeta son herméticas , ya que sigue la trayectoria de los del 27. Es la etapa gongorina que surge por el descubrimiento del poder de la metáfora y el hermetismo de este poeta barroco. También impactan al poeta las vanguardias , el Surrealismo principalmente , y encontramos una naturaleza levantina (higueras, granados, limoneros…) llena de vitalidad humana y sensualismo, imágenes sugeridoras pero que hay que descifrar. • Hay que considerar la importancia de la luna como hilo conductor, ya desde el título Perito (técnico) en lunas, hasta alusiones como “ la hora es de mi luna menos cuarto” (Toro); “pon a la luna un tirabuzón” (Palmera); “contra nocturna luna”, “Luna, a las danzarinas de las danzas desnudas” (Noria). • Con su poesía oscurece o ilumina lo que trata, nos muestra las luces y las sombras de su realidad. Aunque conoce tempranamente el dolor, le gusta cantar, contar chistes…Cada poema lleva un jirón de vida, de amor y de muerte: “llevo al cuello un vendaval sonoro”. • Llena su poesía de vida y de muerte, de vitalismo trágico que queda envuelto en fatalismo: “sola y dilatada herida”, “viento y nada”. Su transcurrir existencial está marcado por este dualismo (vida y muerte), esta discordia que escinde su yo. En este aspecto recuerda a los poetas barrocos (Góngora , Quevedo) , que en su complejidad cantan la vida y la muerte como inseparables y el poeta lo deja patente desde sus primeros poemas en octavas reales: “Toro” exaltación de vida y de muerte. • En el periodo que media entre Perito en lunas y El rayo que no cesa, se observan algunos cambios significativos. Por una parte, el tema de la muerte se acentúa a través de la aparición de varios poemas dedicados al toreo (“Citación fatal” o “Elegía media del toro”) o a sucesos trágicos (“Hermanita muerta”, “Elegía al guardameta”). Por otra, la influencia tradicionalista del círculo de su amigo Ramón Sijé, hace que el amor adquiera una dimensión religiosa: ahora el poeta vuelca ese sentimiento hacia Dios o la Virgen; paralelamente, el deseo sexual se vive con un profundo sentimiento de culpa (“Primera lamentación de la carne”) que lo hace doloroso. En los poemas del ciclo de El silbo vulnerado, la influencia de San Juan de la Cruz hace que también el amor religioso se asocie, ahora en un sentido místico, a un dolor íntimo (“El silbo de la llaga perfecta”). Sin embargo, en este mismo periodo, en el que el poeta conoció a Josefina Manresa, aparecen ya poemas dedicados a una amada real y a la pena que causa la ausencia. • Pero es con El rayo que no cesa, gestado en parte durante un periodo conflictivo en el noviazgo de Miguel con Josefina, cuando se culmina el proceso de identificación de amor, vida y muerte. En su segundo viaje a Madrid, Miguel entabla amistad con Pablo Neruda y Vicente Aleixandre, y la influencia de estos hace que se desate el sentimiento trágico del poeta, solo refrenado ahora por las exigencias métricas del soneto. Desaparece casi por completo la idea de culpa asociada al deseo, y el sufrimiento que vive ahora el poeta es el de la carne (la vida) que pugna por alcanzar su realización plena en el encuentro con la mujer • Al modelo petrarquista del sentimiento amoroso tomado de Garcilaso y de Quevedo (la pena, por la ausencia o por el rechazo de la amada, es un imagen central en el poemario) se superponen la pasión neorromántica y el telurismo heredados del surrealismo y la “poesía impura”: así, en “Me llamo barro aunque Miguel me llame” , el poeta se presenta a sí mismo, según el tópico del amor cortés, postrándose a los pies de la amada; pero va más lejos porque la imagen que elige es la de algo muy impuro, material y terrestre, el barro, y porque el poema acaba con la “amenaza” de convertir a la amada también en barro, es decir, de fundirse con ella en la tierra, en la vida. • Del mismo modo, abundan en el libro imágenes violentas, asociadas a una naturaleza feroz y desbordada (huracanes, rayos, tormentas, tiburones…). Así, el amor y la vida se asocian con la muerte y la destrucción. Y es que el libro refleja no sólo el sufrimiento por amor, sino algo aún más íntimo aunque relacionado con él: el sentimiento trágico de la existencia. Miguel Hernández vivía en ese momento una profunda crisis personal que afectaba al plano personal (la separación y las conflictivas relaciones con Josefina), religioso (pérdida de la fe) e ideológico (acercamiento a las posturas revolucionarias de Pablo Neruda). • Conocemos su biografía y su historia amorosa con Josefina Manresa con la que en un principio el amor es para él una herida, una pena. La relación entre ambos es, en esencia, de una castidad pueblerina y cerrada que contrasta mucho con la vida abierta que Miguel Hernández conquista y explora en la capital. • El distanciamiento entre ellos se materializa en julio de 1935, los términos pena o muerte rodean al poeta de forma obsesiva y vienen a ser la consecuencia de no tener acceso a la esencia vital que es, en resumen, el vientre femenino. Josefina Manresa será el amor ausente, reprimido; las escritoras María Zambrano y María Cegarra serán el amor platónico y lejano y la pintora Maruja Mallo , a la que conoce en Madrid, el amor carnal. • Pero será , a finales de 1935, la muerte cercana, prematura e inesperada de su amigo oriolano, la que provoca el grito fuerte, la elegía más cantada y recitada de nuestra literatura, la muerte real que se transforma en asunto poético y que, como Quevedo, nos hace sentir ese “morir a cada instante”. • La “Elegía a Ramón Sijé” constituye un perfecto ejemplo de la visión panteísta (la Naturaleza, el Universo y Dios son equivalentes ) que adopta el poeta en esta etapa: tras expresar con imágenes de una naturaleza destructiva el dolor que le causan la muerte del amigo y su propia existencia (“siento más tu muerte que mi vida”), canta al final del poema su esperanza no en una vida ultraterrena, sino en el regreso del amigo a través de la transformación de su carne en nueva vida natural (“Volverás a mi huerto y a mi higuera / por los altos andamios de las flores”, “A las aladas almas de las rosas / del almendro de nata te requiero”…; ). • Entre los símbolos que predominan en este periodo, cabe destacar uno que expresa con peculiar acierto la fusión de vida, amor y muerte: el del toro. El poeta se identifica con el toro porque su fuerza, su bravura y su virilidad representan la vida en su estado más pleno; pero a la vez, la lidia del toro es imagen de la “burla” de la amada; y ambas cosas se asocian a su destino de víctima (“Como el toro he nacido para el luto”). • Cuando estalla la guerra civil, Miguel Hernández toma partido por el bando republicano y se alista inmediatamente para combatir. Viento del pueblo y El hombre acecha son los poemarios de la etapa política del autor. Estos libros suponen un giro en el tema del amor: el objeto central de este no es ya la mujer (aunque sigue apareciendo en algún poema), sino el pueblo, los humildes, los desfavorecidos que luchan en la guerra por la justicia. • Sin embargo sí continúa (y se profundiza en ella) la visión de ese amor como algo asociado a lo telúrico, a lo cósmico (viento, ríos, volcanes, astros…) y a lo carnal (manos, sudor): la vida digna y justa forma parte de la plenitud de la naturaleza. Por eso en el primero, de tono más optimista y heroico, el poeta anima a los soldados a enfrentarse a la muerte sin miedo, en tanto que servirá para dar vida (“No temáis que se extinga su sangre sin objeto / porque este es de los muertos que crecen y se agrandan”, dice en la “Elegía segunda”). Y por eso la dignidad del niño yuntero, condenado al trabajo hasta que sea rescatado por “el corazón de los hombres jornaleros”, se expresa en términos de fusión con la tierra (“y como raíz se hunde / en la tierra lentamente/ para que la tierra inunde / de paz y panes su frente”) • En cambio, en El hombre acecha predomina una visión desolada en la que la muerte parece superponerse a la vida y el amor. • La derrota en la guerra, la muerte de su primer hijo y la reclusión en la cárcel hacen que en los poemas del Cancionero y romancero de ausencias el tono heroico se apague definitivamente y sea sustituido por una voz quebrada, melancólica y teñida de una esperanza triste. Ya en la cárcel su poesía es un diario de desolación, ausencia, soledad, enfermedad y rebeldía. Este cancionero es una recopilación de los poemas escritos en la celda y con la enfermedad por compañera. • Setenta y nueve composiciones (reunidas por amigos suyos) de un intimismo, serenidad y madurez ajustada a las circunstancias que vive: la ausencia de la amada, la muerte de su primer hijo, el entusiasmo que supone el nacimiento del segundo y las secuelas de la derrota tras la contienda civil. El poeta se vuelve hacia lo más personal y cercano: la esposa y los hijos (muerto el primero, recién nacido el segundo). Desde esta nueva perspectiva, la unión trágica de vida, amor y muerte cobra un sentido misterioso, casi religioso, en el que la imagen central es el vientre de la esposa (como si de una diosa de la fertilidad se tratara), como se ve en el poema “Hijo de la luz y de la sombra” . • La carnalidad del amor, el sexo, no se asocia con los sinsabores del enamorado, sino con la reproducción, con la perpetuación a través de los hijos de una vida que el poeta sabe ya próxima a su final. En su vida ve morir a tres de sus hermanos, a su amigo, a su primer hijo…, experimenta la indisolubilidad vidamuerte. Su hijo muere con los ojos abiertos y no pueden cerrárselos, tal y como le ocurre al poeta cuando muerte en la cárcel, aunque intentaron cerrárselos no pudieron. Al hijo muerto se dedican varios poemas de tono fúnebre, mientras que el segundo representa el consuelo y la esperanza :“Tu risa me hace libre / me pone alas”; “No te derrumbes, / no sepas lo que pasa / ni lo que ocurre”, dice en las famosas “Nanas de la cebolla”, quizás la canción de cuna más bella de la literatura castellana. • “Llegó con tres heridas” puede considerarse el poema síntesis de la poética hernandiana. Resume el dolor de la vida, el dolor del amor y el dolor de la muerte. Tres heridas, tres rayos que no cesan , tres ausencias, tres lunas. • Al final se cumplen sus presagios fúnebres , la idea con la que convive el poeta se confirma, cerrándose así el círculo de vida , amor y muerte.