1 2 3 Antropología Filosófica - Trabajos Prácticos Test sobre Definiciones de Filosofía 1. Proceder de una “manera teorética” significa: A) apreciar una teoría B) conocer C) filosofar 2. Que la filosofía se ocupe del ente en tanto ente significa que lo trata como ente: A) general B) particular C) sensible 3. El mundo de la filosofía es, según Hegel, el de: A) el sentido común B) la vida diaria C) el revés. 4. Una de las primeras tareas de la filosofía es: A) conocer los entes matemáticos B) preguntarse por el fundamento de todo lo que existe C) resolver cuál es la causa de los fenómenos psíquicos 5) El saber vulgar es: A) espontáneo B) sistemático C) objetivo 6) El saber crítico se caracteriza por ser: A) subjetivo B) metódico C) asistemático 7) El saber crítico suele: A) estar socialmente determinado B) seguir al sentido común C) contradecir al sentido común 8) Son ciencias formales: A) la química B) la lógica C) la física Test sobre temas de antropología filosófica y sofistas. 1) La antropología filosófica es una A) síntesis de elementos que provienen de las ciencias sociales. B) colección de resultados científicos. C) perspectiva totalizadora del ser humano. 2) El ser humano es A) un ser que se interroga a sí mismo B) un simio super desarrollado. C) Lo que afirman las ciencias particulares acerca de él. 3) Los sofistas y Sócrates se ocuparon especialmente de A) el cosmos. B) el hombre. C) la naturaleza. 4) Para los griegos, el ser humano se define por A) la racionalidad. B) los sentimientos. C) el cuerpo. 5) Los sofistas tenían como preocupación fundamental A) la verdad B) la retórica y la política. C) los dioses. 6) Para Protágoras el ser humano es A) un ser racional. B) un ser portador de algo divino. C) la medida de todas las cosas. 4 7) Para Protágoras las impresiones son todas A) verdaderas. B) igualmente valiosas. C) Falsas 8) Protágoras pensaba que las leyes son justas y buenas A) para toda comunidad. B) mientras una comunidad lo considere así. C) mientras los que mandan lo consideren así. 9) Protágoras entendía al hombre en sentido A) individual. B) colectivo C) subjetivo. 10) Para Protágoras una sensación puede ser con respecto a otra sensación A) verdadera. B) justa. C) útil. 11) Protágoras sostenía que las costumbres humanas A) provienen de la naturaleza. B) son un producto humano. C) responden a mandatos divinos. 12) Protágoras A) negaba lo absoluto. B) afirmaba lo absoluto. C) no tenía una posición con respecto a lo absoluto. Test sobre Sócrates 1) Sócrates valoraba A) los sentidos. B) la razón. C) los sentimientos. 2) Sócrates no creía en la posibilidad de A) alcanzar el conocimiento objetivo. B) que el conocimiento objetivo se encontrar en el alma. C) fundamentar el conocimiento objetivo en los sentidos. 3) Para Sócrates la palabra debía ser portadora de A) argumentos retóricos. B) la verdad. C) la opinión. 4) Sócrates buscaba definir conceptos A) morales. B) vinculados al cosmos. C) políticos. 5) Definir conceptos significa enunciar los caracteres esenciales de A) un individuo. B) una clase de individuos. C) individuos de distintas clases. 6) La definición correcta de “triángulo” es A) “Figura que se enseña en clases de geometría”. B) “Figura cerrada de tres lados”. C) “Figura de tres lados”. 7) Para Sócrates la conducta humana depende del conocimiento A) de lo que es útil. B) científico. C) del bien. 8) El método que usaba Sócrates para encontrar la esencia del concepto era A) la demostración lógica. B) el experimento. C) el diálogo. 9) En la refutación, Sócrates hacía que su interlocutor A) se liberara de conceptos carentes de fundamento. 5 B) buscara la esencia del concepto en su alma. C) reconociera que Sócrates era sabio. 10) En la mayeútica, Sócrates hacía que su interlocutor A) se liberara de conceptos carentes de fundamento. B) buscara la esencia del concepto en su alma. C) reconociera que Sócrates era sabio. Test sobre Platón 1) El mundo sensible es el mundo A) verdadero. B) que es imagen del verdadero. C) del que otro mundo es imagen. 2) La verdad se halla en el mundo A) de los entes sensibles. B) de las apariencias. C) de las ideas. 3) El hombre puede conocer el verdadero mundo con A) el pensamiento. B) los sentidos. C) la imaginación. 4) El hombre está formado por A) un solo principio unificador. B) dos principios similares. C) dos principios opuestos. 5) El principio que gobierna toda la estructura es el A) alma. B) cuerpo. C) conjunto cuerpo-alma. 6) la única parte del alma que es inmortal es la A) volitiva. B) racional C) apetitiva. Lea el siguiente texto de Platón y complete el segundo párrafo con las palabras faltantes, que encontrará al pie. “Fedro” de Platón (fragmento) Sócrates: “Ocupémonos ahora del alma en sí misma. Para decir lo que ella es, sería preciso una ciencia divina y desenvolvimientos sin fin. Para hacer comprender su naturaleza por una comparación, basta una ciencia humana y algunas palabras. Digamos, pues, que el alma se parece a las fuerzas combinadas de un tronco de caballos y un cochero; los corceles y los cocheros de las almas divinas son excelentes y de buena raza, pero, en los demás seres, su naturaleza está mezclada de bien y de mal. Por esta razón, en la especie humana, el cochero dirige dos corceles, el uno excelente y de buena raza, y el otro muy diferente del primero y de un origen también muy diferente; y un tronco semejante no puede dejar de ser penoso y difícil de guiar. ¿Pero cómo, entre los seres........................., unos son llamados mortales y otros………………………………..? Esto es lo que conviene esclarecer. El alma………………………………… rige la …………………………..inanimada y hace su evolución en el universo, manifestándose bajo mil …………………………………diversas. Cuando es perfecta y………………………….., campea en lo más alto de los cielos y …………………………….el orden universal. Pero cuando ha perdido sus alas, rueda en los…………………………..infinitos hasta que se adhiere a………………………. cosa sólida y fija allí su………………………………; y cuando ha revestido un cuerpo…………………………., que desde aquel acto, movido por la ……………………….que le comunica, parece moverse por sí mismo, esta………………………. de alma y cuerpo se llama un………………………. vivo, con el aditamento de ser mortal.” Palabras faltantes: estancia alada materia reunión inmortales espacios terrestre gobierna fuerza alguna formas universal ser animados “El Banquete” de Platón (fragmento) 1) ¿Por qué el Amor es algo intermedio? 6 2) 3) 4) 5) 6) 7) 8) 9) 10) ¿Cuáles son sus obras? ¿Qué características propias del Amor se desprenden de esa historia? ¿Por qué los filósofos son como el Amor? ¿Por qué no son ni sabios ni ignorantes? ¿Qué utilidad tiene el Amor? ¿Qué es el Amor? ¿Qué desean los enamorados? ¿Qué acción deben realizar para satisfacer ese deseo? ¿Cómo se vincula el Amor con el deseo de eternidad? ¿Qué buscan los fecundos según el cuerpo? ¿Y según el alma? Sócrates: “Cuando el nacimiento de Venus, hubo entre los dioses un gran festín, en el que se encontraba, entre otros, Poros{1} hijo de Metis{2}. Después de la comida, Penia{3} se puso a la puerta, para mendigar algunos [339] desperdicios. En este momento, Poros, embriagado con el néctar (porque aún no se hacia uso del vino), salió de la sala, y entró en el jardín de Júpiter, donde el sueño no tardó en cerrar sus cargados ojos. Entonces, Penia, estrechada por su estado de penuria, se propuso tener un hijo de Poros. Fue a acostarse con él, y se hizo madre del Amor. Por esta razón el Amor se hizo el compañero y servidor de Venus, porque fue concebido el mismo día en que ella nació; además de que el Amor ama naturalmente la belleza y Venus es bella. Y ahora, como hijo de Poros y de Penia, he aquí cuál fue su herencia. Por una parte es siempre pobre, y lejos de ser bello y delicado, como se cree generalmente, es flaco, desaseado, sin calzado, sin domicilio, sin más lecho que la tierra, sin tener con qué cubrirse, durmiendo a la luna, junto a las puertas o en las calles; en fin, lo mismo que su madre, está siempre peleando con la miseria. Pero, por otra parte, según el natural de su padre, siempre está a la pista de lo que es bello y bueno, es varonil, atrevido, perseverante, cazador hábil; ansioso de saber, siempre maquinando algún artificio, aprendiendo con facilidad, filosofando sin cesar; encantador, mágico, sofista. Por naturaleza no es ni mortal ni inmortal, pero en un mismo día aparece floreciente y lleno de vida, mientras está, en la abundancia, y después se extingue para volver a revivir, a causa de la naturaleza paterna. Todo lo que adquiere lo disipa sin cesar, de suerte que nunca es rico ni pobre. Ocupa un término medio entre la sabiduría y la ignorancia, porque ningún dios filosofa, ni desea hacerse sabio, puesto que la sabiduría es aneja a la naturaleza divina, y en general el que es sabio no filosofa. Lo mismo sucede con los ignorantes; ninguno de ellos filosofa, ni desea hacerse sabio, porque la ignorancia produce precisamente el pésimo efecto de persuadir a los que no son bellos, ni buenos, ni sabios, de que poseen estas [340] cualidades; porque ninguno desea las cosas de que se cree provisto. —Pero, Diotima, ¿quiénes son los que filosofan, si no son ni los sabios, ni los ignorantes? —Hasta los niños saben, dijo ella, que son los que ocupan un término medio entre los ignorantes y los sabios, y el Amor es de este número. La sabiduría es una de las cosas más bellas del mundo, y como el Amor ama lo que es bello, es preciso concluir que el Amor es amante de la sabiduría, es decir, filósofo; y como tal se halla en un medio entre el sabio y el ignorante. A su nacimiento lo debe, porque es hijo de un padre sabio y rico, y de una madre que no es ni rica ni sabia. Tal es, mi querido Sócrates, la naturaleza de este demonio. En cuanto a la idea que tú te formabas, no es extraño que te haya ocurrido, porque creías, por lo que pude conjeturar en vista de tus palabras, que el Amor es lo que es amado y no lo que ama. he aquí, a mi parecer, por qué el Amor te parecía muy bello, porque lo amable es la belleza real, la gracia, la perfección y el soberano bien. Pero lo que ama es de otra naturaleza distinta como acabo de explicar. —Y bien, sea así, extranjera; razonas muy bien, pero el Amor, siendo como tú acabas de decir, ¿de qué utilidad es para los hombres? —Precisamente eso es, Sócrates, lo que ahora quiero enseñarte. Conocemos la naturaleza y el origen del Amor; es como tú dices el amor a lo bello. Pero si alguno nos preguntase: ¿qué es el amor a lo bello, Sócrates y Diotima, o hablando con mayor claridad, el que ama lo bello a qué aspira? —A poseerlo, respondí yo. —Esta respuesta reclama una nueva pregunta, dijo Diotima; ¿qué le resultará de poseer lo bello? —Respondí, que no me era posible contestar inmediatamente a esta pregunta. [341] —Pero, replicó ella, si se cambiase el término, y poniendo lo bueno en lugar de lo bello te preguntase: Sócrates, el que ama lo bueno, ¿á qué aspira? —A poseerlo. —¿Y qué le resultaría de poseerlo? —Encuentro ahora más fácil la respuesta; se hará dichoso. 7 —Porque creyendo las cosas buenas, es como los seres dichosos son dichosos, y no hay necesidad de preguntar porqué el que quiere ser dichoso quiere serlo; tu respuesta me parece satisfacer a todo. —Es cierto, Diotima. —Pero piensas que este amor y esta voluntad sean comunes a todos los hombres, y que todos quieran siempre tener lo que es bueno; ¿o eres tú de otra opinión? —No, creo que todos tienen este amor y esta voluntad. —¿Por qué entonces, Sócrates, no decimos que todos los hombres aman, puesto que aman todos y siempre la misma cosa?, ¿por qué lo decimos de los unos y no de los otros? —Es esa una cosa que me sorprende también. —Pues no te sorprendas; distinguimos una especie particular de amor, y le llamamos amor, usando del nombre que corresponde a todo el género; mientras que para las demás especies, empleamos términos diferentes. —Te suplico que pongas un ejemplo. —He aquí uno. Ya sabes que la palabra poesía {4} tiene numerosas acepciones, y expresa en general la causa que hace que una cosa, sea la que quiera, pase del no-ser al ser, de suerte que todas las obras de todas las artes son poesía, y que todos los artistas y todos los obreros son poetas. [342] —Es cierto. —Y sin embargo, ves que no se llama a todos poetas, sino que se les da otros nombres, y una sola especie de poesía tomada aparte, la música y el arte de versificar, han recibido el nombre de todo el género. Esta es la única especie, que se llama poesía; y los que la cultivan, los únicos a quienes se llaman poetas. —Eso es también cierto. —Lo mismo sucede con el amor; en general es el deseo de lo que es bueno y nos hace dichosos, y este es el grande y seductor amor que es innato en todos los corazones. Pero todos aquellos, que en diversas direcciones tienden a este objeto, hombres de negocios, atletas, filósofos, no se dice que aman ni se los llama amantes; sino que sólo aquellos, que se entregan a cierta especie de amor, reciben el nombre de todo el género, y a ellos solos se les aplican las palabras, amar, amor, amantes. —Me parece que tienes razón, le dije. —Se ha dicho, replicó ella, que buscar la mitad de sí mismo es amar. Pero yo sostengo, que amar no es buscar ni la mitad ni el todo de sí mismo, cuando ni esta mitad ni este todo son buenos; y la prueba, amigo mío, es que consentimos en dejarnos cortar el brazo o la pierna, aunque nos pertenecen, si creemos que estos miembros están atacados de un mal incurable. En efecto; no es lo nuestro lo que nosotros amamos, a menos que no miremos como nuestro y perteneciéndonos en propiedad lo que es bueno, y como extraño lo que es malo, porque los hombres sólo aman lo que es bueno. ¿No es esta tu opinión? —¡Por Júpiter!, pienso como tú. —¿Basta decir que los hombres aman lo bueno? —Sí. —¡Pero qué! ¿No es preciso añadir, que aspiran también a poseer lo bueno? —Es preciso. [343] —¿Y no sólo a poseerlo, sino también a poseerlo siempre? —Es cierto también. —En suma, el amor consiste en querer poseer siempre lo bueno. —Nada más exacto, respondí yo. —Si tal es el amor en general; ¿en qué caso particular la indagación y la prosecución activa de lo bueno toman el nombre de amor? ¿Cuál es? ¿Puedes decírmelo? —No, Diotima, porque si pudiera decirlo, no admiraría tu sabiduría ni vendría cerca de ti para aprender estas verdades. —Voy a decírtelo: es la producción de la belleza, ya mediante el cuerpo, ya mediante el alma. —Vaya un enigma, que reclama un adivino para descifrarle; yo no le comprendo. —Voy a hablar con más claridad. Todos los hombres, Sócrates, son capaces de engendrar mediante el cuerpo y mediante el alma, y cuando han llegado a cierta edad, su naturaleza exige el producir. En la fealdad no puede producir, y sí sólo en la belleza; la unión del hombre y de la mujer es una producción, y esta producción es una obra divina, fecundación y generación, a que el ser mortal debe su inmortalidad. Pero estos efectos no pueden realizarse en lo que es discordante. Porque la fealdad no puede concordar con nada de lo que es divino; esto sólo puede hacerlo la belleza. La belleza, respecto a la generación, es semejante al Destino {5} y a Lucina{6}. Por esta razón, cuando el ser fecundante se aproxima a lo bello, lleno de amor y de alegría, se dilata, 8 engendra, produce. Por el contrario, si se aproxima a lo feo, triste y remiso, se estrecha, se tuerce, se contrae, y no engendra, [344] sino que comunica con dolor su germen fecundo. De aquí, en el ser fecundante y lleno de vigor para producir, esa ardiente prosecución de la belleza que debe libertarle de los dolores del alumbramiento. Porque la belleza, Sócrates, no es, como tú te imaginas, el objeto del amor. —¿Pues cuál es el objeto del amor? —Es la generación y la producción de la belleza. —Sea así, respondí yo. —No hay que dudar de ello, replicó. —Pero, ¿por qué el objeto del amor es la generación? —Porque es la generación la que perpetúa la familia de los seres animados, y le da la inmortalidad, que consiente la naturaleza mortal. Pues conforme a lo que ya hemos convenido, es necesario unir al deseo de lo bueno el deseo de la inmortalidad, puesto que el amor consiste en aspirar a que lo bueno nos pertenezca siempre. De aquí se sigue que la inmortalidad es igualmente el objeto del amor. —Tales fueron las lecciones que me dio Diotima en nuestras conversaciones sobre el Amor. Me dijo un día: ¿cuál es, en tu opinión, Sócrates, la causa de este deseo y de este amor? ¿No has observado en qué estado excepcional se encuentran todos los animales volátiles y terrestres cuando sienten el deseo de engendrar? ¿No les ves como enfermizos, efecto de la agitación amorosa que les persigue durante el emparejamiento, y después, cuando se trata del sostén de la prole, no ves cómo los más débiles se preparan para combatir a los más fuertes, hasta perder la vida, y cómo se imponen el hambre y toda clase de privaciones para hacerla vivir? Respecto a los hombres, puede creerse que es por razón el obrar así; pero los animales, ¿de dónde les vienen estas disposiciones amorosas? ¿Podrías decirlo? —Le respondí que lo ignoraba. [345] —¿Y esperas, replicó ella, hacerte nunca sabio en amor si ignoras una cosa como esta? —Pero repito, Diotima, que esta es la causa de venir yo en tu busca; porque sé que tengo necesidad de tus lecciones. Explícame eso mismo sobre que me pides explicación, y todo lo demás que se refiere al amor. —Pues bien, dijo, si crees que el objeto natural del amor es aquel en que hemos convenido muchas veces, mi pregunta no debe turbarte; porque, ahora como entes, es la naturaleza mortal la que aspira a perpetuarse y a hacerse inmortal, en cuanto es posible; y su único medio es el nacimiento que sustituye un individuo viejo con un individuo joven. En efecto, bien que se diga de un individuo, desde su nacimiento hasta su muerte, que vive y que es siempre el mismo, sin embargo, en realidad no está nunca ni en el mismo estado ni en el mismo desenvolvimiento, sino que todo muere y renace sin cesar en el, sus cabellos, su carne, sus huesos, su sangre, en una palabra, todo su cuerpo; y no sólo su cuerpo, sino también su alma, sus hábitos, sus costumbres, sus opiniones, sus deseos, sus placeres, sus penas, sus temores; todas sus afecciones no subsisten siempre las mismas, sino que nacen y mueren continuamente. Pero lo más sorprendente es que no solamente nuestros conocimientos nacen y mueren en nosotros de la misma manera (porque en este concepto también mudamos sin cesar), sino que cada uno de ellos en particular pasa por las mismas vicisitudes. En efecto, lo que se llama reflexionar se refiere a un conocimiento que se borra, porque el olvido es la extinción de un conocimiento; porque la reflexión, formando un nuevo recuerdo en lugar del que se marcha, conserva en nosotros este conocimiento, si bien creemos que es el mismo. Así se conservan todos los seres mortales; no subsisten absolutamente y siempre los mismos, como sucede a lo que es divino, sino que el que marcha y el que [346] envejece deja en su lugar un individuo joven, semejante a lo que él mismo había sido. He aquí, Sócrates, cómo todo lo que es mortal participa de la inmortalidad, y lo mismo el cuerpo que todo lo demás. En cuanto al ser inmortal sucede lo mismo por una razón diferente. No te sorprendas si todos los seres animados estiman tanto sus renuevos, porque la solicitud y el amor que les anima no tienen otro origen que esta sed de inmortalidad. —Después que me habló de esta manera, le dije lleno de admiración: muy bien, muy sabia Diotima, pero ¿pasan las cosas así realmente? —Ella, con un tono de consumado sofista, me dijo: no lo dudes, Sócrates, y si quieres reflexionar ahora sobre la ambición de los hombres, te parecerá su conducta poco conforme con estos principios, si no te fijas en que los hombres están poseídos del deseo de crearse un nombre y de adquirir una gloria inmortal en la posteridad; y que este deseo, más que el amor paterno, es el que les hace despreciar todos los peligros, comprometer su fortuna, resistir todas las fatigas y sacrificar su misma vida. ¿Piensas, en efecto, que Alceste hubiera sufrido la muerte en lugar de Admete, que Aquiles la hubiera buscado por vengar a Patroclo, y que vuestro Codro se hubiera sacrificado por 9 asegurar el reinado de sus hijos, si todos ellos no hubiesen esperado dejar tras sí este inmortal recuerdo de su virtud, que vive aún entre nosotros? De ninguna manera, prosiguió Diotima. Pero por esta inmortalidad de la virtud, por esta noble gloria, no hay nadie que no se lance, yo creo, a conseguirla, con tanto más ardor cuanto más virtuoso sea el que la prosiga, porque todos tienen amor a lo que es inmortal. Los que son fecundos con relación al cuerpo aman las mujeres, y se inclinan con preferencia a ellas, creyendo asegurar, mediante la procreación de los hijos, la inmortalidad la perpetuidad de su nombre y la felicidad que se imaginan en el curso de [347] los tiempos. Pero los que son fecundos con relación al espíritu... Aquí Diotima, interrumpiéndose, añadió: porque los hay que son más fecundos de espíritu que de cuerpo para las cosas que al espíritu toca producir. ¿Y qué es lo que toca al espíritu producir? La sabiduría y las demás virtudes que han nacido de los poetas y de todos los artistas dotados del genio de invención. Pero la sabiduría más alta y más bella es la que preside al gobierno de los Estados y de las familias humanas, y que se llama prudencia y justicia. Cuando un mortal divino lleva en su alma desde la infancia el germen de estas virtudes, y llegado a la madurez de la edad desea producir y engendrar, va de un lado para otro buscando la belleza, en la que podrá engendrar, porque nunca podría conseguirlo en la fealdad. En su ardor de producir, se une a los cuerpos bellos con preferencia a los feos, y si en un cuerpo bello encuentra un alma bella, generosa y bien nacida, esta reunión le complace soberanamente. Cerca de un ser semejante pronuncia numerosos y elocuentes discursos sobre la virtud, sobre los deberes y las ocupaciones del hombre de bien, y se consagra a instruirle, porque el contacto y el comercio de la belleza le hacen engendrar y producir aquello, cuyo germen se encuentra ya en él. Ausente o presente piensa siempre en el objeto que ama, y ambos alimentan en común a los frutos de su unión. De esta manera el lazo y la afección que ligan el uno al otro son mucho más íntimos y mucho más fuertes que los de la familia, porque estos hijos de su inteligencia son más bellos y más inmortales, y no hay nadie que no prefiera tales hijos a cualquiera otra posteridad, si considera y admira las producciones que Homero, Hesíodo y los demás poetas han dejado; si tiene en cuenta la nombradía y la memoria imperecedera, que estos inmortales hijos han proporcionado a sus padres; o bien si recuerda los hijos que Licurgo ha dejado tras sí en Lacedemonia y que han sido la [348] gloria de esta ciudad, y me atrevo a decir que de la Grecia entera. Solon, lo mismo, es honrado por vosotros como padre de las leyes, y otros muchos hombres grandes lo son también en diversos países, ya en Grecia, ya entre los bárbaros, porque han producido una infinidad de obras admirables y creado toda clase de virtudes. Estos hijos les han valido templos, mientras que los hijos de los hombres, que salen del seno de una mujer, jamás han hecho engrandecer a nadie. {1} Πόρυσ, la Abundancia. {2} Μήτις, la Prudencia. {3} Πενία, la Pobreza. {4} Ποιήσις significa, en general, la acción de hacer; pero en particular, la acción de hacer versos y música. {5} Dios de la concepción. {6} Diosa del alumbramiento. Test sobre Aristóteles 1) El hombre es A) dual, compuesto de cuerpo y alma. B) una unidad separable de materia y forma. C) una unidad indisoluble de materia y forma. 2) El alma es A) un principio de otra naturaleza que el cuerpo. B) la forma del cuerpo. C) la esencia del cuerpo. 3) El alma equivale al concepto de A) vida. B) materia. C) potencialidad. 4) El hombre se haya constituido por el alma A) apetitiva, volitiva y racional. B) sensitiva, volitiva y racional. C) vegetativa, sensitiva y racional, 5) La esencia del hombre la constituye el alma A) apetitiva. 10 B) sensitiva. C) racional. 6) El tipo de vida que define más al hombre es la A) mercantil B) contemplativa. C) voluptuosa. 7) Otro tipo de actividad que caracteriza al hombre que ejercita el pensamiento, es la dedicada a A) la vida práctica. B) los placeres. C) la fama y el poder. Aristóteles: Ética Nicomaquea. Libro X, Cap. VII 1) ¿Cuál es la actividad conforme a la virtud? 2) Mencione y explique sus caracteres. Si la felicidad es, pues, la actividad conforme a la virtud, es razonable pensar que ha de serlo conforma a la virtud más alta, la cual será la virtud de la parte mejor del hombre. Ya sea ésta la inteligencia, ya alguna otra facultad a la que por naturaleza se adjudica el mando y la guía y el cobrar noticia de las cosas bellas y divinas; ya sea eso mismo algo divino o lo que hay de más divino en nosotros, en todo caso la actividad de esta parte ajustada a la virtud que le es propia, será la felicidad perfecta. Y ya hemos dicho antes que esta actividad es contemplativa. Esta proposición puede aceptarse como concordante con lo dicho en los libros anteriores y con la verdad. La actividad contemplativa es, en efecto, la más alta de todas, puesto que la inteligencia es lo más alto de cuanto hay en nosotros; y de las cosas cognoscibles las más excelentes son también las que constituyen la esfera de la inteligencia. Y es, además, esta actividad la más continua, porque contemplar podemos hacerlo con mayor continuidad que otra cosa cualquiera. Por otra parte, pensando como pensamos que el placer debe ir mezclado con la felicidad, vemos que, según se reconoce comúnmente, el más deleitoso de todos los actos conformes con la virtud es el ejercicio de la sabiduría. El sólo afán de saber, la filosofía, encierra, según se admite, deleites maravillosos por su pureza y por su firmeza; y siendo así, es razonable admitir que el goce del saber adquirido sea mayor aún que el de su mera indagación. A más de esto, la autosuficiencia o independencia de que hemos hablado puede decirse que se encuentra sobre todo en la vida contemplativa. Sin duda que tanto el filósofo como el justo, no menos que los demás hombres, han menester de las cosas necesarias para la vida; pero supuesto que estén ya suficientemente provistos de ellas, el justo necesita además de otros hombres para ejercitar en ellos y con ellos la justicia, y lo mismo el temperante y el valiente y cada uno de los representantes de las demás virtudes morales, mientras que el filósofo, aún a solas consigo mismo, es capaz de contemplar, y tanto más cuanto más sabio sea. Sería mejor para él, sin duda, tener colaboradores; pero en cualquier evento es el más independiente de los hombres. Asimismo puede sostenerse que la vida contemplativa es la única que se ama por sí misma, porque de ella no resulta nada fuera de la contemplación, al paso que en la acción práctica nos afanamos más o menos por algún resultado extraño a la acción. La felicidad, además, parece consistir en el reposo, pues trabajamos para reposar y guerreamos para vivir en paz. Ahora bien, los actos de las virtudes prácticas tienen lugar en la política o en la guerra; pero las acciones en estos campos parecen ser sin descanso. Las de la guerra son así enteramente, ya que nadie escoge guerrear ni prepara la guerra sólo por guerrear, pues pasaría en opinión de homicida consumado quien convirtiese en enemigos a sus amigos sólo porque hubiese combates y matanzas. Mas también la vida del político es sin descanso, y se procura en ella algo además de la mera actividad política, a saber, puestos de mando y honores, y además la felicidad para sí y sus conciudadanos; una felicidad distinta de la actividad política, y que evidentemente la buscamos todos como algo diferente. Si, pues, no obstante que entre las acciones virtuosas las acciones políticas y bélicas aventajan a las otras en brillantez y magnitud, carecen de hecho de todo solaz y tienden a otro fin ulterior, y no son buscadas por sí mismas; si por otra parte la actividad de la inteligencia parece superar a las demás en importancia (porque radica en la contemplación y no tiende a otro fin fuera de sí misma, y contiene además como propio un placer que aumenta la actividad); si, por ende, la independencia, el reposo y la ausencia de fatiga (en cuanto todo esto es posible al hombre) y todas las demás cosas que acostumbran atribuirse al hombre dichoso se encuentran con evidencia en esta actividad, resulta en conclusión que es ella la que puede constituir la felicidad perfecta del hombre, con tal que abarque la completa extensión de la vida, porque de todo lo que atañe a la felicidad nada puede ser incompleto. 11 Una vida semejante, sin embargo, podría estar quizá por encima de la condición humana, porque en ella no viviría el hombre en cuanto hombre, sino en cuanto que hay en él algo divino. Y todo lo que este elemento aventaja al compuesto humano, todo ello su acto aventaja al acto de cualquier otra virtud. Si, pues, la inteligencia es algo divino con relación al hombre, la vida según la inteligencia será también una vida divina con relación a la vida humana. Mas no por ello hay que dar oídos a quienes nos aconsejan, con pretexto de que somos hombres y mortales, que pensemos en las cosas humanas y mortales, sino que en cuanto nos sea posible hemos de inmortalizarnos y hacer todo lo que en nosotros esté para vivir según lo mejor que hay en nosotros, y que por pequeño que sea el espacio que ocupe, sobrepasa con mucho a todo el resto en poder y dignidad. Más aún, podría sostenerse que este principio o elemento es el verdadero ser de cada uno de nosotros, puesto que es la parte dominante y superior; de modo, pues, que sería absurdo que el hombre no escogiese la vida de sí mismo, sino la de otro ser. Todo lo que hemos dicho anteriormente cobra ahora toda su coherencia, o sea que lo que es naturalmente lo propio de cada ser, es para él lo mejor y lo más deleitoso. Y lo mejor y más deleitoso para el hombre es, por lo tanto, la vida según la inteligencia, porque esto es principalmente el hombre; y esta vida será de consiguiente la vida más feliz. Test para Elementos de Antropología Cristiana Clásica 1) El hombre es un ser A) dual. B) único y unitario. C) natural. 2) Para la visión judeo cristiana, el hombre es un animal A) espiritual. B) natural. C) racional. 3) La participación del hombre en el orden sobrenatural es posible por ser A) espiritual. B) natural. C) racional. 3) La personalización implica A) alienación. B) impersonalidad. C) voluntad libre. 4) El apóstol Pablo sostiene una visión tripartita del hombre, compuesto por A) materia, forma y espíritu. B) cuerpo, alma y espíritu. C) cuerpo, alma y psykhé. 5) El orden psicobiológico está representado por A) alma y espíritu. B) cuerpo y espíritu. C) cuerpo y alma. 6) Para el judeo cristianismo el hombre es A) alma. B) carne. C) cuerpo. 7) La dialéctica griega implica un dualismo en el A) hombre. B) cosmos. C) naturaleza. 8) La dialéctica bíblica implica un dualismo entre dos órdenes A) humano y cósmico. B) natural y sobrenatural. C) natural y psicobiológico “Meditaciones metafísicas” de René Descartes Primera Meditación (fragmento) 1) ¿Qué es lo cierto en un primer momento para Descartes? 2) ¿A qué certeza llega posteriormente? 12 3) ¿Cómo creía definirse a sí mismo en tanto hombre? 4) ¿Qué críticas hace a las primeras definiciones del ser humano? 5) ¿Qué considera finalmente que él es? 6) ¿Cómo define el cuerpo (lo corporal en general)? 7) ¿Qué significado tiene “ser una cosa que piensa”? “Supongo, por tanto, que todo lo que veo es falso; y que nunca ha existido nada de lo que la engañosa memoria me representa; no tengo ningún sentido absolutamente: el cuerpo, la figura, la extensión, el movimiento y el lugar son quimeras. ¿Qué es entonces lo cierto? Quizá solamente que no hay nada seguro. ¿Cómo sé que no hay nada diferente de lo que acabo de mencionar, sobre lo que no haya ni siquiera ocasión de dudar? ¿No existe algún Dios, o como quiera que le llame, que me introduce esos pensamientos? ¿Pero, por qué he de creerlo, si yo mismo puedo ser el promotor de aquéllos? ¿Soy, por lo tanto, algo? Pero he negado que yo tenga algún sentido o algún cuerpo; dudo, sin embargo, porque, ¿qué soy en ese caso? ¿Estoy de tal manera ligado al cuerpo y a los sentidos, que no puedo existir sin ellos? Me he persuadido, empero, de que no existe nada en el mundo, ni cielo ni tierra, ni mente ni cuerpo; ¿no significa esto, en resumen, que yo no existo? Ciertamente existía si me persuadí de algo. Pero hay un no se quién engañador sumamente poderoso, sumamente listo, que me hace errar siempre a propósito. Sin duda alguna, pues, existo yo también, si me engaña a mí; y por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo. De manera que, una vez sopesados escrupulosamente todos los argumentos, se ha de concluir que siempre que digo "Yo soy, yo existo" o -lo concibo en mi mente, necesaria mente ha 'de ser verdad. No alcanzo, sin embargo, a comprender todavía quién soy yo; que ya existo necesariamente; por lo que he de procurar no tomar alguna otra cosa imprudentemente en lugar mío, y evitar que me engañe así la percepción que me parece ser la más cierta y evidente de todas. Recordaré, por tanto, qué creía ser en otro tiempo antes de venir a parar a estas meditaciones; por lo que excluiré todo lo que, por los argumentos expuestos, pueda ser combatido, por poco que sea, de manera que sólo quede en definitiva lo que sea cierto. e inconcuso. ¿Qué creí entonces ser? Un hombre, naturalmente. ¿Pero qué es un hombre? ¿Diré que es un animal racional? No, puesto que se habría de investigar qué es animal y qué es racional, y así me deslizaría de un tema a varios y más difíciles, y no me queda tiempo libre como para gastarlo en sutilezas de este tipo. Con todo, dedicaré mi atención en especial a lo que se me ocurría espontáneamente siguiendo las indicaciones de la naturaleza siempre que consideraba qué era. Se me ocurría, primero, que yo tenía cara, manos, brazos y todo este mecanismo de miembros que aún puede verse en un cadáver, y que llamaba cuerpo. Se me ocurría además que me alimentaba, que comía, que sentía y que pensaba, todo lo cual lo refería al alma. Pero no advertía qué era esa alma, o imaginaba algo ridículo, como un viento, o un fuego, o un aire que se hubiera difundido en mis partes más imperfectas. No dudaba siquiera del cuerpo, sino que me parecía conocer definidamente su naturaleza, la cual, si hubiese intentado especificarla tal como la concebía en mi mente, la hubiera descrito así: como cuerpo comprendo todo aquello que está determinado por alguna figura, circunscrito en un lugar, que llena un espacio de modo que excluye de allí todo otro cuerpo, que es percibido por el tacto, la vista, el oído, el gusto, o el olor, y que es movido de muchas maneras, no por si mismo, sino por alguna otra cosa que le toque; ya que no creía que tener la posibilidad de moverse a sí mismo, de sentir y de pensar, podía referirse a la naturaleza del cuerpo; muy al contrario, me admiraba que se pudiesen encontrar tales facultades en algunos cuerpos. Pero, ¿qué soy ahora, si supongo que algún engañador potentísimo, y si me es permitido decirlo, maligno, me hace errar intencionadamente en todo en cuanto puede? ¿Puedo afirmar que tengo algo, por pequeño que sea, de todo aquello que, según he dicho, pertenece a la naturaleza del cuerpo? Atiendo, pienso, doy más y más vueltas a la cuestión: no se me ocurre nada, y me fatigo de considerar en vano siempre lo mismo. ¿Qué acontece a las cosas que atribuía al alma, como alimentarse o andar? Puesto que no tengo cuerpo, todo esto no es sino ficción. ¿Y sentir? Esto no se puede llevar a cabo sin el cuerpo, y además me ha parecido sentir muchas cosas en sueños que he advertido más tarde no haber sentido en realidad. ¿Y pensar? Aquí encuentro lo siguiente: el pensamiento existe, y no puede serme arrebatado; yo soy, yo existo: es manifiesto. Pero ¿por cuánto tiempo? Sin duda, en tanto que pienso, puesto que aún podría suceder, si dejase de pensar, que dejase yo de existir en absoluto. No admito ahora nada que no sea necesariamente cierto; soy por lo tanto, en definitiva, una cosa que piensa, esto es, una mente, un alma, un intelecto, o una razón, vocablos de un significado que antes me era desconocido. Soy en consecuencia, una cosa cierta, y a ciencia cierta existente. Pero, ¿qué cosa? Ya lo he dicho, una cosa que piensa. ¿Qué más? Supondré que no soy aquella estructura de miembros que se llama cuerpo humano; que no soy un cierto aire impalpable difundido en mis miembros, ni un viento, ni un fuego, ni un vapor, ni un soplo, ni cualquier cosa que pueda imaginarme, puesto que he considerado que estas cosas no son nada. Mi suposición sigue en pie, y, con todo, yo soy algo. ¿Sucederá quizá que todo esto que juzgo que no existe porque no lo conozco no difiera en realidad de mí, de ese yo que conozco? No lo sé, ni discuto sobre este tema: ya que solamente puedo juzgar aquello que me es conocido. Conozco que existo; me 13 pregunto ahora ¿quién, pues, soy yo que he advertido que existo? Es indudable que este concepto, tomado estricta mente así, no depende de las cosas que todavía no sé si existen, y por lo tanto de ninguna de las que me figuro en mi imaginación. Este verbo "figurarse" me advierte de mi error; puesto que me figuraría algo en realidad, en el caso de que imaginase que yo soy algo, puesto que imaginar no es otra cosa que contemplar la figura o la imagen de una cosa corpórea. Pero sé ahora con certeza que yo existo, y que puede suceder al mismo tiempo que todas estas imágenes y, en general, todo lo que se refiere a la naturaleza del cuerpo no sean sino sueños. Advertido lo cual, no me parece que erraré menos si digo: "imaginaré, para conocer con más claridad quién soy", que si supongo: "ya estoy despierto, veo algo verdadero, pero puesto que no lo veo de un modo definido, me dormiré intencionadamente para que los sueños me lo representan con más veracidad y evidencia". Por lo tanto, llego a la conclusión de que nada de lo que puedo aprehender por medio de la imaginación atañe al concepto que tengo de mí mismo, y de que se ha de apartar la mente de aquello con mucha diligencia, para que ella misma perciba su naturaleza lo más definidamente posible. ¿Qué soy? Una cosa que piensa. ¿Qué significa esto? Una cosa que duda, que conoce, que afirma, que niega, que quiere, que rechaza, y que imagina y siente. No son pocas, ciertamente, estas cosas si me atañen todas.” 0T 0T Filosofía de Kant Conteste Verdadero – Falso según considere las siguientes afirmaciones: 1) Para Kant existe solamente el hombre como sujeto trascendental. 2) El sujeto formal está constituido por la sensibilidad pura y las formas vacías del entendimiento. 3) Las intuiciones de espacio y tiempo son las formas vacías del entendimiento. 4) La voluntad del hombre siempre coincide con la razón. 5) El imperativo categórico establece lo que es bueno moralmente. 6) El sujeto empírico sufre solamente los influjos de la sensibilidad. 7) Todo lo empírico es perjudicial para la pureza de las costumbres. 8) La ley moral debe encontrarse a priori. 9) Ninguna máxima personal puede elevarse a norma universal. 10) El hombre puede conocer las cosas en sí. U Filosofía de Descartes Llene los casilleros con la palabra adecuada, de acuerdo a los conceptos colocados al pie de la grilla. U U 1) 2) 3) 4) 5) 6) 7) 8) 9) alma que caracteriza al hombre y lo diferencia de los otros entes. res, cosa con la que Descartes denomina a lo que ocupa un lugar en el espacio. pasiones causadas por fuerzas mecánicas que actúan en el cuerpo. Descartes las distingue en el alma junto con las acciones. conocimiento fundado en los sentidos. última letra del nombre del santo que propuso una imagen dual del hombre. principio opuesto al espíritu, con el que se halla en tensión. facultad de elegir, voluntad. momento desde el cual se instalan en la mente del hombre, las ideas que Descartes considera más importantes. 10) estado en el que se hallan el espíritu y la sensibilidad. 11) todas las cosas que son. Columna vertical izquierda: cosa que define al ser humano según el racionalismo.