1 DES-SP-054 Rezumando nacionalismo. La repatriación de mexicanos de los Estados Unidos 1929-1934 Fernando Saúl Alanis Enciso El Colegio de San Luis, A.C. La Gran Depresión que se desató en octubre de 1929 en los Estados Unidos provocó que miles de personas de origen mexicano salieran de ese país. Entre 1930 y 1934, el desempleo, el hambre, las deportaciones, las redadas y el ambiente en contra de los extranjeros motivaron un movimiento masivo de población sin precedente de Estados Unidos a México en el que participaron niños, niñas, mujeres y hombres; fue la repatriación más grande en la historia, como se le conoce en la historiografía de la migración. La forma en que se desplazaron las personas fue muy diversa, así como las condiciones en que ingresaron a México. Unos vinieron solos, otros con familia, en ferrocarril, barco, carretas, a pie o en sus vehículos; algunos traían ropa, camas, estufas, roperos, máquinas de coser, fonógrafos, radios, dinero; muchos llegaron sin un centavo y en condiciones deplorables. El desplazamiento intensivo de personas de Norte a Sur así como la difícil situación de la comunidad mexicana en Estados Unidos, hicieron que los gobiernos de México encabezados por los presidentes Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) tomaran medidas en Estados Unidos y la frontera para ayudar a las personas a volver a sus lugares de origen. En conjunto, desplegaron una serie de acciones que ningún gobierno había tomado antes. Los cónsules organizaron la repatriación de grupos y negociaron descuentos y auxilios con organizaciones caritativas estadounidenses para trasladar a sus paisanos a la frontera. La Secretaría de Gobernación, Ferrocarriles Nacionales y Hacienda se coordinaron para financiar y trasladar a las personas desde la frontera a sus pueblos. Asimismo, con algunas compañías ferroviarias estadounidenses se negoció descuentos a quienes iban a México. Los gobiernos y la prensa nacional, tanto oficial como de oposición, difundieron la estampa de la “madre Patria bondadosa” que recibía con los brazos abiertos a sus hijos que llegaban de los Estados Unidos. También, exaltaron la repatriación como una “labor de humanidad, de verdadero nacionalismo”; es decir, el auxilio a los repatriados indigentes aquellos que llegaban en estado lamentable, sin dinero, después de haber sido detenidos y expulsados se maximizo y adquirió una connotación patriótica 2 sustentada en una imagen que subrayó el regreso de los mexicanos y sus familias en condiciones de miseria y tragedia. En la misma etapa, la repatriación de hombres con experiencia y conocimientos agrícolas se convirtió en eje del discurso y la política de irrigación de los gobiernos de entonces. La promoción de este tipo de retorno, según algunos funcionarios e intelectuales, ayudaría a impulsar el desarrollo del país a través de una mejor producción con brazos calificados. A esta visión se unieron otras voces que pensaban que esto también colaboraría a colonizar el norte de la República y consolidar la soberanía territorial al ser una barrera a la expansión norteamericana que algunas personas en Estados Unidos aún manifestaban abiertamente; de igual manera contribuiría a establecer el predominio de población nacional sobre la extranjera que existía en algunas partes del norte, como era el caso de Mexicali, Baja California. El punto cumbre de las acciones oficiales en pro del retorno fue una campaña nacional, llamada del “medio millón”, dirigida a recaudar fondos para “acomodar” en el país a las personas que volvían. La organización de la empresa estuvo a cargo de grupos privados, la sociedad civil y la Secretaría de Gobernación. De finales de 1932 a principios de 1933, la campaña fomentó la creación de comités en casi en todos los municipios de la república los cuales realizaron colectas, corridas de toros, bailes, funciones de cine, obras de teatro y fiestas a fin de reunir dinero para apoyar la repatriación. El esfuerzo alcanzó los rincones más lejanos del país gracias al impulso oficial y a la colaboración y solidaridad de gran cantidad de particulares y organizaciones civiles y de trabajadores: políticos, comerciantes, maestros, empleados (municipales, estatales y federales), organizaciones políticas locales y nacionales así como otros miembros de la sociedad. Ante lo que entonces se consideró una emergencia y un problema nacional (la repatriación), surgió un sentido de solidaridad entre variados grupos de la sociedad mexicana de diferentes lugares del país. Los estudios que más han influido en la historiografía de la repatriación durante la Gran Depresión han centrado su atención, por un lado, en estudiar las acciones de los gobiernos de México ante el regreso masivo provocado por la depresión y, por otro, en las medidas que tomó el condado de Los Ángeles, California, para sacar de ese lugar a gran cantidad de mexicanos. También han resaltado algunos pasajes trágicos que vivieron muchos mexicanos y sus familias cuando se vieron obligados a abandonar los 3 Estados Unidos.1 Los estudios de Abraham Hoffman, Mercedes Carreras de Velasco y Francisco Balderrama y Raymond Rodríguez, los más influyentes en el tema, han hecho aportaciones significativas al análisis de la repatriación en la década de los treinta. Sin embargo, casi no examinan el impacto social, demográfico, económico, cultural y político que este desplazamiento tuvo en México. A diferencia de estas obras, aquí se explora una de estas consecuencias. El objetivo de este trabajo es analizar la repatriación como un elemento que ayudó a la consolidación del nacionalismo y, al mismo tiempo, a la construcción del Estado mexicano de la posrevolución. La propuesta central es que el retorno de nacionales indigentes de Estados Unidos se convirtió en una bandera nacionalista de los gobiernos de México del periodo de 1930 a 1940 y de algunos sectores de la sociedad. Con base en una imagen extensamente divulgada de paisanos que volvían en desgracia, la repatriación se transformó en un símbolo de caridad y nacionalismo que penetró en amplios círculos de la sociedad; además adquirió, en el discurso oficial, una relevancia y difusión que no había tenido antes. Por su parte, la repatriación idealizada y selectiva, de hombres supuestamente calificados y con habilidades en labores agrícolas, fue también un unificador de varias aspiraciones nacionalistas de la clase política posrevolucionaria: colonización del norte del país con nacionales, reducción de población extranjera, producción agrícola en zonas irrigadas y soberanía territorial.2 Asimismo, la campaña del medio millón fue un elemento de unidad e identidad de buena parte de la sociedad mexicana, ingrediente fundamental del nacionalismo. A través del llamado a la cooperación y respaldo de la repatriación y, sobre todo, la respuesta positiva de una amplia capa de la sociedad, se consolidaron lealtades y solidaridades, se cohesionaron individuos y diferentes grupos alrededor de la idea de pertenencia a una entidad mayor (la Patria) y el fomento de actitudes que fortalecieron la unidad y la colaboración. La repatriación reforzó la identidad “mexicana” en el sentido de señalar, desde el ámbito oficial, que era el momento de que todos los mexicanos en suelo patrio debían ayudar a los hermanos indigentes que venían de 1 Hoffman, Abraham, Unwanted Mexican Americans in the Great Depression. Repatriation Pressures, 1929-1939, Tucson, University of Arizona Press, 1974; Carreras de Velasco, Mercedes, Los mexicanos que devolvió la crisis 1929-1932, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1974 y Balderrama Francisco E. y Raymond Rodríguez en Decade of Betrayal. Mexicans Repatriated in the 1930s, New Mexico, University of New Mexico Press, 1995. 2 La interpretación central de este trabajo es resultado de un libro que estoy redactando actualmente el cual analizará ampliamente la relación entre el nacionalismo y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos durante la etapa de 1930 a 1934. 4 Estados Unidos. De igual modo, subrayó la mexicanidad como elemento primario; todos pertenecían a una misma nación aun los que se encontraban en Estados Unidos, el “México de afuera”, por lo que debían unirse y colaborar. Este trabajo parte de la idea de que la manipulación de la repatriación, desde al ámbito oficial y no oficial, tuvo componentes similares a dos acontecimientos fundamentales del nacionalismo de la posrevolución: el proyecto educativo de los años veinte y la xenofobia hacia la comunidad china. En ambos casos, la formación de estereotipos tuvo alcances nacionales que cohesionaron a la sociedad mexicana. El proyecto educativo promovió “lo mexicano” por medio de las imágenes de la china poblana y el charro, entre otros símbolos; la xenofobia señaló al “chino” como un ser sucio y denigrante. En los dos casos, instituciones del gobierno federal orquestaron y apoyaron las políticas de educación y xenofobia, es decir, institucionalizaron las acciones. La Secretaría de Educación respaldó el proyecto educativo, mientras que Gobernación, y varios gobiernos estatales (el de Sonora, por ejemplo), apoyaron la hostilidad y la expulsión de chinos a través de legislaciones. Del mismo modo, el proyecto educativo y la xenofobia tuvieron amplia resonancia en la sociedad mexicana, lo que fomentó la unidad e identificación de cientos de personas como pertenecientes a una misma nación. La Secretaría de Educación propagó su plan de enseñanza para crear el mito de la identidad común mediante bibliotecas y las bellas artes (música, danza, teatro, pintura y creación literaria); la xenofobia reforzó la identidad de los mexicanos al inventar un enemigo y exaltar la pertenencia a un grupo superior (el mexicano).3 Al igual que sucedió con el proyecto educativo y la xenofobia, con la repatriación se conformó un estereotipo ampliamente difundido y conocido en el país: “pobres mexicanos que retornan de Estados Unidos después de trabajar y ser expulsados, ahora la madre Patria los recibe con los brazos abiertos”. El otro estereotipo que también se propagó sobre todo entre la clase política fue el del “repatriado capacitado, con experiencia y habilidades especiales” que vendría a incorporarse al proyecto de nación que se deseaba impulsar. Asimismo, se institucionalizó el retorno, pues se convirtió en una prioridad entre las acciones de la Secretaría de Gobernación, la Relaciones Exteriores, la Agricultura y Ferrocarriles Nacionales, y fue integrada a la 3 Véase Pérez Montfort, Ricardo, Estampas de nacionalismo popular mexicano. Ensayos sobre cultura popular y nacionalismo, México, CIESAS, Ediciones de la Casa Chata, 1994. Gómez Izquierdo, José Jorge, El movimiento anticho en México, 1871-1934. Problemas del racismo y del nacionalismo durante la Revolución Mexicana, México, Consejo Nacional para la Cultura y la Artes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991. 5 política nacionalista de las élites revolucionarias en el Plan Sexenal de 1933, la Ley de Población de 1936 y el Departamento de Demografía y Repatriación que se fundó ese año.4 En correspondencia, el enorme movimiento de población logró unificar a grandes sectores de la sociedad mexicana e identificarlos como mexicanos en torno a un mismo fin: repatriar. La solidaridad con la repatriación a través de la campaña del medio millón tuvo alcances nacionales, amplia penetración, difusión y, sobre todo, logró estimular una estrecha comunión entre gobierno y diversos grupos de la sociedad civil. Cárdenas intentó algo similar con su proyecto de repatriación, la unidad nacional, aunque los resultados no fueron los esperados. Los estereotipos, la institucionalización y la unificación son los tres elementos que se toman en cuenta para establecer que la repatriación fue un elemento más del nacionalismo mexicano de la década de los años treinta. Lo destacado de este caso en particular radica en que representa un ejemplo diferente al que las elites posrevolucionarias impulsaron para llevar a cabo su proyecto de unificación y fomento de la identidad nacional. Mientras que el proyecto educativo y los planes culturales de la década de los veinte fueron planeados e impulsados “desde arriba”, la repatriación, sin pretenderlo ni programarlo (nadie se imaginaba que se daría un movimiento de población de tal dimensión) se convirtió en un símbolo de unidad interna, de identificación colectiva de la sociedad mexicana y su clase dirigente que, al mismo tiempo, los gobiernos usaron e idealizaron para apoyar su proyecto de desarrollo y de soberanía, de esa manera también se caminaba hacia la consolidación del Estado surgido de la Revolución.5 El movimiento de población de origen mexicano de Estados Unidos a México, 1930-1934 Durante la década de los treinta se desarrolló un ciclo en la historia de la emigración mexicana a Estados Unidos que estuvo determinado por la Gran Depresión que 4 En una de sus secciones el Plan señalaba que había sido realizado “para que se lleve a cabo en condiciones favorables y prácticas la reincorporación de nuestros emigrantes”. Asimismo, dedicó un apartado a las propuestas en materia de población e incluyó la repatriación. Andrés Landa y Piña, jefe del Departamento de Migración de la Secretaría de Gobernación, autor de La política demográfica estatuida en el Plan Sexenal, pensaba que México requería una población suficiente y adecuada para crear una situación de bienestar. Para ello exigía el retorno de sus “hijos ausentes”, con el propósito de reforzar las actividades productivas y hacer frente a los problemas. Landa y Piña, Andrés, Política demográfica estatuida en el plan sexenal. México, 21 de junio de 1935 (sin pie de imprenta). 5 Pérez Montfort, Ricardo, “Los estereotipos nacionales y la educación posrevolucionaria en México, (1920-1930)”, pp. 39-67, en Pérez Montfort, Estampas de nacionalismo popular mexicano. Vaughan, Mary Kay, “Ideological Changes in Mexican Educational Policy, Programs, and Texts (1920-1940)”, en Los intelectuales y el poder en México. Memoria de la VI Reunión de Historiadores Mexicanos y Estadounidenses. México, El Colegio de México, University of California, Los Ángeles, UCLA Latin American Center Publications, 1991, pp. 507-526. 6 comenzó en octubre de 1929. Los efectos de la recesión se sintieron en la contracción de la economía estadounidense y el creciente desempleo que provocó la disminución de la demanda de mano de obra, el aumento de las presiones y la hostilidad hacia los trabajadores mexicanos con el propósito de que salieran de Estados Unidos. Además, las leyes migratorias estadounidenses, que ya tenían una propensión restrictiva desde mediados de los años veinte, se endurecieron con el fin de evitar el ingreso de trabajadores extranjeros y se promovió su deportación.6 La política de deportación se aplicó en varias partes de Estados Unidos y a todos los grupos de extranjeros para reducir el desempleo y dar preferencia al nacional en los trabajos existentes. El plan de deportación que puso en práctica el Condado de Los Ángeles fue uno de los que tuvo mayor éxito en el país. El Departamento del Bienestar Público y Caridad del Condado de Los Ángeles (Los Angeles County Charities and Public Welfare Department) expulsó a cientos de mexicanos y sus descendientes nacidos en Estados Unidos, a quienes pagó el viaje a la frontera. Los agentes de inmigración, encabezados por William N. Doak, secretario del Trabajo, también intensificaron acciones en los grandes centros urbanos del país (Texas, Illinois, Michigan y Arizona). Sobre las variantes de organización y éxito de estas operaciones, el fin era uno: expulsarlos.7 Muchos mexicanos fueron detenidos en sus casas, campos de trabajo, calles, parques y otros lugares públicos y automáticamente enviados a la frontera, con o sin familiares y sin dinero. El padre de Esteban Torres fue deportado de la mina donde trabajaba en Miami, Arizona; lo llevaron preso y subieron a un tren a México. La familia nunca supo más de él.8 Ezequiel Piña, esposa y seis hijos nacidos en Estados Unidos, también fueron apresados en Montana por policías y enviados a la frontera sin oportunidad de tomar ropa y los bienes que tenían en casa.9 La familia de Bernardo Moreno Grajeda, su esposa e hijo, que estaban en Eagle Pass, Texas, fue echada y desposeída de sus pertenencias por las autoridades locales. Perdieron su tierra y la inversión que habían hecho cuando llegaron a los Estados Unidos. Volvieron a San Luis 6 Hoffman, Unwanted Mexican Americans, p. 175. Balderrama y Rodríguez, Decade of Betrayal, pp. 68-77. 8 La Opinión, Los Ángeles, California, 13 de julio de 2003. Entrevista a Esteban Torres (27 de enero de 1930) ex congresista demócrata al Distrito Congresional 98 entre 1983 y 1999. Fue embajador en la UNESCO. 9 Entrevista con Ignacio Piña Osorno, hijo de Ezequiel Piña, quien llegó a México de seis años. Ignacio nació en Utah en 1924, actualmente vive en Berkersfield, California. 9 de octubre 2003. 7 7 Potosí “con una mano atrás y otra adelante”.10 El ambiente que generó la depresión en contra de los extranjeros y la percepción negativa hacia la comunidad mexicana provocó que muchos hombres, mujeres y niños de origen mexicano vivieran momentos trágicos al ser expulsados ipso facto de ese país. Este tipo de ejemplos han dado pie para considerar a esta etapa una de las más trágicas en la historia de la migración por las penurias y represión que muchas personas vivieron. Organizaciones civiles, de beneficencia y religiosas en California, Texas, Michigan e Illinois proporcionaron ropa, alimentos e incluso transporte hacia México a cientos de desempleados. Hubo casos de personas que no fueron obligadas directamente a salir pero las noticias de hostigamiento, las visitas domiciliarias de autoridades locales solicitando documentación migratoria y en general el clima de persecución, los hicieron emprender el viaje en sus vehículos con menaje (muebles, estufas, fonógrafos, radios, bicicletas, máquinas de coser, lavadoras). La familia de Simón Reyes que vivía en Marinetti, Arizona, la pasaba mal ya que los trabajos en el campo y en las minas se paralizaron. Ante esa situación, Simón decidió trasladar a la familia a Bácum, Sonora, donde el gobierno les dio tierras.11 Ante la falta de trabajo que se agudizó en San Antonio, Texas y sus alrededores, Apolonio Martínez Barcena y su familia, con varios niños y niñas nacidos en Estados Unidos, decidieron salir de San Antonio, Texas, rumbo a la ciudad de San Luis Potosí.12 Razones personales, poco relacionadas con el desempleo y el contexto recesivo, también tuvieron que ver con que algunas personas se desplazaran a México. A principios de 1931, Leocadio Ayala decidió regresar con toda la familia a México debido a que el doctor sugirió que debía llevar a su esposa de Kansas City a otro lugar donde el clima la ayudara a reestablecer su salud.13 Leocadio subió sus pertenencias en una camioneta y emprendió el viaje a su natal Surumuato, Michoacán. Por su parte, Marta Órnelas y su marido regresaron de Detroit, Michigan, porque ella quería ver a su madre. Aun cuando no tenían urgencia de salir, aprovecharon la oportunidad de hacer el viaje gratis en un tren de repatriados financiado por el famoso pintor Diego Rivera. Ellos, al igual que otras personas, aprovecharon los descuentos y los viajes especiales 10 Entrevista a Bernardo Moreno Grajeda, hijo (27 junio 1923). San Luis Potosí, S.L.P. 24 de diciembre de 2002. 11 Entrevista a Francisco Reyes (24 febrero 1925), Bácum, Sonora, 23 de noviembre de 2004. 12 Entrevista a Socorro Martínez de González, hija de Apolonio Martínez. San Luis Potosí, S.L.P. 17 de abril de 2003. 13 Entrevista a Alberto Ayala (1909), Pastor Ortiz, Michoacán, 18 de enero de 2003. 8 para ir a México sin tener apremio.14 Otras familias volvieron después de haber trabajado en los campos tejanos, como lo hacían cada año. Este fue el caso de Román Castillo y su familia quienes regresaron de San Antonio, Texas a Matehuala, San Luis Potosí. La familia estaba conformada Nieves Torres, esposa, y 10 hijos, algunos nacidos en Estados Unidos.15 Una característica central del movimiento de población fue la participación de cientos de niños y niñas ciudadanos estadounidenses, de origen mexicano, quienes ingresaron a México, con sus padres ya fuera porque fueron expulsados, deportados o porque estos decidieron traerlos en busca de una mejor situación. Ezequiel Piña, Apolonio Martínez Barcena y Román Castillo trajeron a sus pequeños que habían nacido en Estados Unidos. La familia de Simón Reyes arribó a Bácum con 3 niñas y un varón nacidos en tierras estadounidenses.16 En las listas que los cónsules elaboraron de personas repatriadas hay constancia de la gran cantidad de menores nacidos en Estados Unidos. Se calcula que más del 50 por ciento de las personas que entraron a México podían clasificarse en esta categoría.17 Ente 1930 y 1934, según cifras oficiales, más de 350 mil personas se desplazaron de Estados Unidos a México. Los motivos por lo que se movilizaron fueron muy diversos: expulsiones violentas, deportaciones, razones personales, programas especiales de repatriación, aprovechando los descuentos que hicieron los ferrocarriles, finalización de trabajos temporales o porque los padres los llevaron a México.18 La composición del contingente fue variada: hombres, mujeres y, sobre todo, niños y niñas nacidos en Estados Unidos. La repatriación, entendida como el desplazamiento de 14 Entrevista a Marta Órnelas Villalobos (29 julio 1912), León, Guanajuato, 20 de mayo de 2006. Entrevista a Guadalupe Salinas Castillo, hija de Lina Castillo Torres migrante de principios del siglo XX. Matehuala, San Luis Potosí. 1 de octubre del 2002. 16 Entrevista a Francisco Reyes (24 febrero 1925), Bácum, Sonora, 23 de noviembre de 2004. La condición jurídica/legal en que cientos de pequeños, ciudadanos estadounidenses, salieron de Estados Unidos rumbo a México, es un asunto de discusión actual. Al respecto un estudio encabezado por el senador Joseph L. Dunn habla de deportaciones inconstitucionales. Examination of the Uncostitutional Deportation and Coerced Emigration of Legal Residents and U.S. Citizens of Mexican Descent in the 1930s, documento ínedito preparado por el equipo de Joseph L. Dunn, Senador, 34th District, California State Senate, noviembre, 2003. 17 Oppenheimer, Rubén, “The deportation terror”, en New Republic, 13 enero de 1932, núm. 69, pp. 213234. Gilbert, James A., A Field Study in Mexico of Mexican Repatriation Movement, Tesis inédita, University of Southern California, 1934, p. 140. 18 Considero 1930 como inicio porque ese fue el año en que se registró un quiebre en el flujo migratorio y fue visible el retorno en masa causado por la recesión y porque las repatriaciones en 1929, o antes, corresponden a repatriaciones normales de un periodo de auge dentro de los ciclos de la migración. Asimismo, tomo 1934 como fecha límite pues para entonces ya había pasado el momento más crítico del retorno y los efectos positivos del programa de recuperación norteamericano (New Deal) se dejaron sentir en la población de origen mexicano. 15 9 población de Norte a Sur (de Estados Unidos a México), no fue en todos los casos trágica como indica la historiografía. Tampoco toda la década fue de movimientos en gran escala como han establecido la mayoría de los estudios. El desplazamiento de personas de origen mexicano de Estados Unidos a México en los primeros años de la década fue multitudinario, una avalancha vertiginosa que duró un breve lapso y rápido desapareció. Según datos del Departamento de Migración de México (DMM) de 1930 a 1931 hubo un ascenso vertiginoso, único en la historia de la migración, pues pasó de 70 127 a 138 519 retornos, es decir, 1931 fue el instante más crítico. A partir de 1932 comenzó una disminución relevante pues de 138 519 del año anterior se pasó a 77 453, es decir un descenso de casi 44 por ciento. Esta tendencia continúo en 1933, cuando fueron repatriadas 33 574 personas, un descenso de 56.7 por ciento respecto al año anterior, y en 1934, 23 934 personas.19 La propensión a la baja continuó en la segunda mitad de la década como lo muestran las estadísticas (de 1935 a 1940, 75 489 repatriaciones), las fuentes primarias y la hemerografía.20 Así, el desplazamiento de personas provocado por la Gran Depresión emergió de manera estrepitoso y descendió de forma casi similar; no se mantuvo constante debido a una serie de factores económicos y sociales que se dieron después de 1934: los efectos del New Deal en la comunidad mexicana, el rechazo a salir de muchas personas de origen mexicano y su arraigo en ese país, la percepción negativa de las condiciones en México, el descenso de la presión para expulsar a los extranjeros y la lucha por los derechos civiles y laborales que la colectividad de origen mexicano sostuvo en los Estados Unidos, entre otros.21 Los gobiernos de México: el deber patriótico de repatriar a los indigentes Una parte central de las acciones que los gobiernos de México tomaron en materia de repatriación estuvo dirigida a auxiliar a personas que requerían ayuda urgente en Estados Unidos y en la frontera. El auxilio se centró en la transportación de la frontera a los pueblos de origen y en estudios de colonización para instalarlos en México. 19 Alanis Enciso, Fernando Saúl, “¿Cuántos fueron? La repatriación de mexicanos de Estados Unidos durante la Gran Depresión. Una interpretación cuantitativa, 1930-1934”, en Aztlán: A Journal of Chicano Studies, volumen 32, núm. 2, fall, 2007, pp. 65-91. 20 1935, 15 368; 1936, 11 599; 1937, 8 037; 1938, 12 024; 1939, 15 925 y 1940, 12 536, en total 75 489. Seis años de gobierno 1934-1940. México, Talleres Tipográficos de la Nación, 1940, 23. Compendio estadístico, México, Secretaría de la Economía Nacional/Dirección General de Estadística, 1941, 20. 21 Alanis Enciso, Fernando Saúl, Que se queden allá. El gobierno de México y la repatriación de mexicanos de Estados Unidos 1934-1940, México, El Colegio de la Frontera Norte, El Colegio de San Luis, 2007. 10 En cuanto comenzaron los retornos en gran escala el gobierno de México asumió, como una obligación patriótica, repatriar a sus nacionales que estaban en Estados Unidos. La Secretaría de Gobernación rápidamente sometió a consideración del presidente un acuerdo para la repatriación de todos los mexicanos que se encontraban sin trabajo en aquel país. “Por patriotismo pues, dice el acuerdo” debe procederse ha transportar hasta México “a la parte de nuestra República que carente de trabajo está pasando por todos lo rigores en los Estados Unidos”. Según este punto de vista, los nacionales en aquel país fueron considerados parte de México por lo que en un gesto de lealtad un deber moral hacia ellos el gobierno debía respaldarlos para volver al país. Gobernación asumió la repatriación de nacionales “sin demora y restricción” como “uno de sus elementales deberes para con los mexicanos abandonados en desgracia en las poblaciones de Estados Unidos”.22 Los gobiernos de maximato como se le llamó a la etapa de 1928 a 1934, cuando predominó el poder del Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles, y de los presidentes que él estableció: Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez desplegaron diversas acciones para auxiliar a sus nacionales que estaban desempleados, vivían en la inanición, eran expulsados, encarcelados, solicitaban repatriación y aquellos que llegaban a la frontera en situación de miseria. Los consulados apoyaron la repatriación en Texas, California, Illinois, Michigan y otros estados. Organizaron el regreso, dieron fondos y ayudaron a obtener transportación gratuita a la frontera. De julio de 1930 a junio de 1931 el gobierno mexicano, los comités organizados por los consulados y los particulares mexicanos costearon la repatriación de 60 207 hombres y 31 765 mujeres; en total 91 972, la mayoría procedente de Texas y California.23 De julio de 1931 a junio de 1932 se repatriaron 124 894 personas y el gobierno gastó 73 404 pesos sólo en auxilios alimenticios.24 Ferrocarriles Nacionales estableció en la frontera cuotas especiales, donativos y pasajes gratuitos. La Secretaría de Gobernación proporcionó pasajes gratuitos de la frontera a los lugares de origen. El general Luis Medina Barrón, cónsul en El Paso, Texas, creía que sería fácil, “al mismo tiempo que patriótico”, que los ferrocarriles transportaran metódicamente a mexicanos que habían sido deportados en las principales 22 La Voz de Chihuahua, Chihuahua, Chihuahua, 12 de noviembre y 28 de diciembre de 1930. Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, pp. 68-69. 24 González Navarro, Moisés, “Los efectos de la crisis de 1929, en Historia Mexicana, vol. XIX, núm. 4, 1970, pp. 539. 23 11 ciudades fronterizas.25 Así se realizó pues cuantiosos contingentes fueron movilizados de Ciudad Juárez, Chihuahua, Nogales, Sonora y Nuevo Laredo, Tamaulipas al centro del país. En ocasiones hubo retrasos en los trenes y los trámites fueron lentos para otorgar boletos especiales, lo cual causó aglomeraciones. No obstante, la tendencia del gobierno federal y los gobiernos municipales de la frontera fue desalojar rápidamente las ciudades fronterizas de repatriados indigentes. Su objetivo fue que las personas salieran a sus lugares de origen para que no volvieran a emigrar y, según ellos, no causaran problemas sociales y económicos. Una posición similar asumieron los gobiernos de los estados del norte. La Dirección General de Aduanas, dependiente de la Secretaría de Hacienda, expidió franquicias para facilitar el viaje y la introducción de pertenencias a México.26 Por su parte, la Secretaría de Gobernación planeó la ayuda en territorio nacional a través de estudios que analizaron la posibilidad de otorgar tierras en algunos lugares del país. Elaboró un programa para establecer unidades agrícolas primero en el sur y luego en el norte del país. Gobernación concibió el programa de repatriación como una gran obra de política estatal, toda una estrategia para recuperar a los trabajadores perdidos. Por su parte, la Secretaría de Agricultura elaboró un plan para “repoblar” el territorio Norte de Baja California con repatriados además realizó diversos estudios para instalar colonias en Guanajuato (campo Saravia), San Luis Potosí, Guerrero, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Baja California, Coahuila, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Yucatán. Fueron numerosas y exageradas las referencias que los funcionarios, la prensa y los gobernadores hicieron circular acerca de los lugares en que supuestamente se podrían colocar grupos de repatriados y la cantidad que irían a establecerse. Los estudios no se concretaron y la mayoría de las personas fueron a sus pueblos donde vivían sus parientes y amigos, cerca del 80 por ciento, y otro 5 a las ciudades.27 Únicamente unos cuantos se instalaron en La Misa y Bácum, Sonora; Mexicali, Ensenada y el Valle de la Palmas, Baja California, gracias al apoyo federal y de los gobiernos estatales.28 25 Ibid., p. 91. Excelsior, México, D.F. 8 de febrero de 1934. México, Diario de los Debates de la Cámara de Diputados, 1 de septiembre de 1934. 27 Hoffman, Unwanted Mexican Americans, pp. 80, 91, 148-151. McKay, Reynolds, Texas Mexican Repatriation During The Great Depression, Austin, Texas, The University of Oklahoma at Norman, Tesis Doctoral en Filosofía, 1982, pp. 133-136, 145. 28 Archivo del Gobierno del Estado de Sonora (AGES), exp. 414.6 “32”/16 al 40. Colonias agrícolas, aguas, tierras y colonización. Francisco S. Ortega (agente general de la Secretaría de Agricultura y Fomento) al gobernador del estado de Sonora. Tijuana, Baja California. 27 de octubre de 1932. Entrevista con Francisco Reyes, Olimpia Reyes Flores, Consuelo Reyes Flores y Susana Luna Flores. 26 12 La repatriación: bandera nacionalista. A principios de la década de los treinta la prensa mexicana y diversos funcionarios municipales, estatales y federales popularizaron el uso de los términos repatriación y repatriados. Las palabras fueron ampliamente utilizadas desde la frontera norte hasta el sur como una forma de definir el movimiento de población que se estaba dando de Estados Unidos a México así como para nombrar a aquellas personas que ingresaban al país. Los conceptos guardaban dos connotaciones que fueron subrayadas reiteradamente: A) una imagen de tragedia pues, según esta visión, los repatriados eran personas que venían de Estados Unidos expulsados y en malas condiciones después de haber trabajado y vivido allá por varios años, por tanto B) requerían la ayuda del gobierno de México. Como ha señalado Mercedes Carreras de Velasco, entre 1930 y 1932 en México comenzó a utilizarse la palabra repatriación para referirse a todos los casos de retorno de mexicanos a su país. Aun en los casos de deportaciones se utilizó el término. Hubo una marcada tendencia a llamar repatriación a todo tipo de regreso a la patria independientemente si habían sido expulsados violentamente, si eran mexicanos o ciudadanos estadounidenses y si regresaban voluntariamente o porque hubieran sufrido algún tipo de coerción. De ahí que el ingreso de cientos de menores, ciudadanos estadounidenses de padres mexicanos, no causara polémica ni sobresalto. A los ojos de los funcionarios mexicanos eran tan solo mexicanos repatriados. Esto tuvo que ver con el hecho de que en México hablar de repatriación, desde el ámbito oficial, significaba el regreso a la patria. La Secretaría de Relaciones y la Dirección General de Estadística del D.A.P.P. establecían que el término repatriado había sido aceptado internacionalmente y por la Ley de Migración mexicana, se refería a los mexicanos que regresaban al país para no considerarlos inmigrantes o sea los extranjeros. Las fuentes oficiales no dan mucha luz acerca de lo que los funcionarios mexicanos entendían por repatriación y los diversos matices que ésta tuvo. Simplemente se habla de repatriado o repatriación como el regreso a la Patria de ciudadanos mexicanos y sus hijos, aun nacidos en el exterior, es decir contenía una connotación nacionalista cuyo origen posiblemente se remonta a 1848 cuando México perdió los territorios de Texas, Nuevo México, Arizona y Alta Bácum, Sonora, 23 de noviembre de 2004. Entrevista con Rosario Vázquez Córdova, Guaymas, Sonora, 26 de julio de 2003. El Tucsonense, Tucson, Arizona, 19 de diciembre de 1929. 13 California y el gobierno apoyó la repatriación de los nacionales que habían quedado en territorio estadounidense.29 La idea que el círculo oficial se encargó de propagar fue que “la Madre Patria recibiría con los brazos abiertos a los nacionales que venían de Estados Unidos” en mala condición. La Patria daba la bienvenida a sus hijos que habían estado fuera y que debido a la depresión económica vivían en estado lamentable, ante ello expresaba un sentido maternal de protección y cobijo. Así lo ilustró una imagen titulada “El regreso de los argonautas” que apareció publicada en el periódico El Nacional Revolucionario, órgano oficial del gobierno. En la ilustración aparece una mujer, la Madre Patria, del lado mexicano recibiendo con los brazos extendidos a miles de personas que salían de Estados Unidos las cuales “fueron en busca del vellocinio de oro y regresan pobres y enfermos. Les queda la Patria…”30 (Véase imagen 1). Esta era una visión paternalista de la función del Estado que subrayaba la obligación de repatriar a sus nacionales más desamparados en el exterior. La Secretaría de Gobernación se pronunció por una política de brazos abiertos para recibir “a sus hijos”. El sector oficial constantemente se refirió a la repatriación como “labor de humanidad, de verdadero nacionalismo”, es decir, el auxilio a los repatriados indigentes adquirió una fuerte carga de caridad y nacionalista. No sólo en el ámbito oficial el apoyo a la repatriación de indigentes tomó un tono patriótico. Algunos particulares también hicieron consideraciones de este tipo. Imagen 1 29 Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, p. 57; México, Memoria de la Secretaría de Relaciones Exteriores de agosto de 1929 a julio de 1930, Presentada al H. Congreso de la Unión por el c. Genaro Estrada, Secretario de Relaciones Exteriores, p. 1714, vol. II. Archivos Económicos, Biblioteca Lerdo de Tejada, H03099-H03115, Estadísticas de Migración, Revista de Estadística, Dirección General de Estadística, D.A.P.P., México D.F., “Entrada y salida de nacionales y extranjeros, por calidades”. 30 El Nacional Revolucionario, México, D.F. 27 de octubre de 1931. 14 Fuente: El Nacional Revolucionario, 27 de octubre de 1931. Antonio Pujol, delegado de la Campaña nacionalista en el estado de Chihuahua y del Comité director de la Campaña Nacional Antichina, se dirigió al gobernador de Guanajuato para que contribuyera con un donativo para aliviar las malas condiciones por las que atravesaban los repatriados que llegaban a Ciudad Juárez, muchos de ellos originarios de aquella entidad.31 Pujol apelaba al “reconocido nacionalismo y patriotismo” del gobernador así como a sus “sentimientos humanitarios” para ayudar a los repatriados indigentes. Aseguraba que el donativo sería una “muestra del interés, compromiso y nacionalismo del gobernador guanajuatense” la cual sería ampliamente publicitada en la prensa de la capital de Chihuahua. Para Pujol apoyar la repatriación era ser nacionalista, generoso y un motivo de orgullo que debía presumirse públicamente. Ignacio M. Monroy, un particular que difundió a lo largo del país un documento titulado “Cédula de Repatriación que será ejecutoria de civismo” consideraba que apoyar la repatriación era una demostración patriótica y cívica, patriótica porque a 31 Archivo del Estado de Guanajuato (AEG), exp. 1.03.1.19/1. Antonio Pujol (Delegado general de la Campaña nacionalista, delegación en el estado de Chihuahua del Comité director de la Campaña Nacional Antichina) al gobernador del estado de Guanajuato. Ciudad Juárez, Chih. 25 de septiembre de 1932. 15 través de ella la Patria mostraba su solidaridad material y sentimental a los repatriados; cívica “porque traducirá la aspiración del engrandecimiento, la homogénea disposición para el sacrificio.32 La bandera nacionalista de repatriar indigentes que enarbolaron los gobiernos del maximato fue en buena medida un estereotipo puesto que generalizó las características del retorno. Si bien era cierto que gran cantidad de paisanos fueron obligados, por las circunstancias en Estados Unidos, a ingresar a México y recibieron apoyo oficial, los retornos fueron muy variados y la actitud del gobierno en ocasiones no fue tan benévola. Fueron varias las peticiones de repatriación que enviaron algunos paisanos que vivían en inanición en Estados Unidos las cuales recibieron respuesta negativa por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, “debido a que en el presupuesto de egresos vigente no existe partida en que apoyarse para ordenar erogaciones de esa naturaleza”,33 o bien porque “el Gobierno no está en posibilidad de acceder a su petición, en vista de las difíciles circunstancias porque atraviesa el Erario Nacional.34 En general, los repatriados fueron recibidos con un discurso oficial de bienvenida. Para la clase política y algunos particulares ayudarlos, cobijarlos y recibirlos en el país era ser nacionalista, patriota y humanitario. La repatriación selectiva y los grandes proyectos nacionalistas. Otra parte sustantiva de las medidas y el discurso oficial fue dirigida a captar repatriados con experiencia y conocimientos en materia agrícola. En el círculo dirigente se pensó no sólo en auxiliar a los necesitados sino en seleccionar a “los mejores elementos” para emplearlos en la colonización de algunas partes del norte de México y como trabajadores especializados en zonas irrigadas.35 Desde la perspectiva de algunos 32 Archivo General del Gobierno del Estado de Nuevo León (AGGENL). Expediente relativo a la Campaña organizada por el gobierno del estado para reunir fondos a fin de ayudar a los repatriados. 1932. Cédula de Repatriación que será ejecutoria de civismo por Ignacio M. Monroy. Archivo Histórico de Morelia, Michoacán (AHM), caja 136, exp. 61. Circulares, gobierno del estado, Pie informes para proporcionarlos al Comité Nacional de Repatriación. Todos los asuntos del Comité. Cédula de repatriación que será ejecutoria de civismo. 33 Archivo General de la Nación México (AGNM), Fondo Presidentes (FP), Emilio Portes Gil (EPG), vol. 19, exp. 672/217, leg. 20. Adolfo Roldán a Alfredo Vargas (mexicano en Brownsville, Texas). Palacio Nacional. 13 de noviembre de 1929. 34 Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHSRE), exp. IV-349-1, el oficial mayor a José I Delgado (Secretario General de la Unión General de Trabajadores Mexicanos en los Estados Unidos. México, 12 de febrero de 1931. AGN, FP, ALR, exp. 244.1/67. El secretario auxiliar de la presidencia a Juan T. Zamarripa. Palacio Nacional. 1 de diciembre de 1933. 35 Se entiende como colonización un movimiento de población que tiene un sentido agrario y que es artificial en la medida en que es inducido o fomentado por el poder público a través de políticas específicas. Aboites, Luis, Norte precario. Poblamiento y colonización en México (1760-1940), México, 16 funcionarios, esto tendría implicaciones de trascendencia para el país ya que además de contribuir al desarrollo de la agricultura, una prioridad del proyecto de nación de los hombres de la posrevolución ayudaría a consolidar la soberanía territorial y a desplazar a los núcleos de población extranjera. En concreto, se idealizó a la repatriación, especializada y selectiva, como la gran panacea que cooperaría a resolver los problemas nacionales de aquel tiempo. El programa de transformación agraria perfilado por los sonorenses vencedores de la Revolución confiaba la transformación agraria a una evolución gradual de los procedimientos técnicos de la explotación agrícola, la cual podría darse sobre todo en el seno de la pequeña propiedad. De esta perspectiva surgió la iniciativa del presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928) encaminada a echar a andar un amplio programa de inversiones públicas en irrigación. La irrigación sería un instrumento del Estado para fraccionar latifundios, fomentar la pequeña propiedad y crear la nueva clase media de agricultores. Con ello pretendía trasformar el panorama agrario, debilitar a los terratenientes y consolidar al nuevo Estado.36 Los sucesores de Calles, Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez continuaron este proyecto. La política de irrigación se convirtió en una política destinada al norte del país. Los esfuerzos de la Comisión Nacional de Irrigación (CNI) se concentraron en Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Baja California y Sinaloa. Una consideración política empezó a ser madurada en torno a esta orientación norteña y se refería a destacar la escasa población y desarrollo de los territorios fronterizos con Estados Unidos. El gobierno, se decía, debía impulsar el poblamiento de esas regiones y aprovechar los recursos hidráulicos para desarrollar la agricultura y la generación de hidroelectricidad, y evitar que el preciado líquido continuara llegando a la frontera, donde era utilizado por los proyectos estadounidenses. Según Luis Abortes, una motivación nacionalista, de soberanía territorial, se perfilaba claramente en torno a la irrigación y dentro de ese proyecto los repatriados jugaban un papel central.37 Desde la óptica de los irrigadores, pensando en el desarrollo de una agricultura “científica”, como gustaba decir el general Calles, se habían puesto los ojos en los mexicanos que habían sido empujados a Estados Unidos por la crisis económica y El Colegio de México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1995, p. 15. 36 Aboites Aguilar, Luis, La irrigación revolucionaria. Historia del Sistema Nacional de riego de río Conchos, Chihuahua, 1927-1938, México, Secretaría de Educación Pública, CIESAS, 1987, pp. 32-33. 37 Ibid., pp. 34-35 17 política. Javier Sánchez Mejorada, uno de los primeros hacedores de la irrigación, consideraba a los mexicanos emigrados a Estados Unidos como la fuente “más deseable” de colonización.38 Asimismo, se les comenzó a ver como una reserva de colonos habilidosos y conocedores de las técnicas agrícolas modernas, justo lo que requerían los proyectos de irrigación. En cierta forma, el nacionalismo y la xenofobia que se acentuó durante esos años descartaban la colonización con extranjeros, la vieja obsesión de los liberales del siglo XIX. Así, se retomó la idea de la “autocolonización” con los repatriados, a quienes se les consideraba como “elementos útiles” para la “educación de la las masas campesinas”, como señalaba la Secretaría de Agricultura.39 Los puntos de vista de Sánchez Mejorada y otros contemporáneos no eran novedad ya que desde principios de siglo diversos funcionarios, cónsules y secretarios de Estado, se habían pronunciado por realizar una repatriación pequeña, organizada y de agricultores, “los mejores elementos”, para fundar colonias agrícolas.40 El propósito, idealmente, era apoyar el desarrollo del país, poblar, producir y educar a los trabajadores locales a través del contacto y los conocimientos que aparentemente traían los repatriados. La novedad era, que a principios de la década de los treinta, la dimensión de las personas que ingresaron de Estados Unidos hizo que aquello que se había pensado y escrito en papel se intentara concretar. La CNI promovió la instalación de agricultores mexicanos provenientes de Estados Unidos en los sistemas de riego que por entonces estaban en pleno desarrollo. A finales de 1931 se instalaron grupos en el Sistema Nacional de Riego Presidente Calles ubicado en Aguascalientes (10 colonos repatriados), en el Número 4, ubicado en las municipalidades de Juárez, estado de Coahuila y de Lampazos, estado de Nuevo León (105 colonos repatriados) y en el Número 6, estado de Coahuila (45 familias de repatriados).41 El grupo más numeroso se estableció en tierras localizadas en las municipalidades de Juárez, en el estado de Coahuila donde estaba la presa Don Martín, lugar al que bautizaron como Ciudad Anáhuac. Desafortunadamente, las grandes expectativas de establecer repatriados, con determinadas características, en regiones irrigadas tuvieron escaso éxito. En general, pocas personas fueron a estas zonas. Según 38 Sánchez Mejorada, Javier, Obra social de la Comisión Nacional de Irrigación, México, CNI, 1928. Aboites Aguilar, La irrigación revolucionaria, p. 37; Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, p. 114. 40 Alanis Enciso, Fernando Saúl, “Manuel Gamio: el inicio de las investigaciones sobre la inmigración mexicana a Estados Unidos”, Historia Mexicana, El Colegio de México. México, vol. LII, abril-junio, núm. 4, 2003, pp. 979-1020. 41 Irrigación en México, Revista mensual, Órgano oficial de la Comisión Nacional de Irrigación, vol. IV, número 3, enero 1932, pp. 203, 217, 222-224, 228. 39 18 un estudio de la época, menos del 5 por ciento del total del flujo de repatriación se estableció en los proyectos de riego. Esto no fue motivo para el que discurso oficial insistiera en las grandes bondades que esperaba de la repatriación especializada.42 El propósito de los ideólogos de la irrigación respecto a los repatriados no sólo se enfocó en aprovechar sus supuestas capacidades y conocimientos. También creían que podían contribuir a mantener y fomentar “la identidad mexicana” en aquellos que volvían a través de su incorporación a la nación. El propósito era sumarlos “plenamente” en el ámbito económico como cultural. En diciembre de 1935, los directivos de la CNI mandaron a elaborar una película al cinematógrafo Agustín Jiménez que llevó por título “Irrigación en México”, en la que se daban a conocer las principales obras de irrigación. En una parte, el narrador afirmaba que el gobierno había puesto especial interés en esas obras que habían beneficiado a “una extensa faja del territorio” colonizada por repatriados, en lo cual exageraba, a quienes se deseaba proporcionar medios suficientes de vida y de trabajo “para mantenerles latente el concepto de nacionalidad”. Desde esta perspectiva, el establecimiento de repatriados en zonas irrigadas fomentaría el nacionalismo de aquellos que en algún momento se habían ido a Estados Unidos y ahora volvían. Era una obra de consolidación de la identidad mexicana.43 El establecimiento de repatriados en el norte de México también se pensó como un medio para poblar lugares casi deshabitados y, al mismo tiempo, formar una barrera a los intentos expansionistas de algunos ciudadanos estadounidenses. En un estudio que realizaron A.G. Basich, Salvador Aguilar Chávez y Antonio Garza Quintero de la Comisión Colonizadora Número 1 de la Secretaría de Agricultura y Fomento, acerca de la colonización del Valle de Mexicali, Baja California, consideraron que especialmente ahí se debía poner un dique a los intentos expansionistas que algunos ciudadanos norteamericanos aun expresaban abiertamente respecto a incorporar la Baja California a territorio estadounidense. Según ellos el gobierno mexicano debía evitar que se repitiera “el ejemplo doloroso de Texas y California” pues la Baja California se encontraba en condiciones semejantes a las de esos territorios a mediados del siglo XIX. Ante esta situación era urgente tomar acciones a fin de “sustraerla a la codicia y a la influencia del país vecino”. Esto se lograría, según Basich y compañía, colonizándola con mexicanos 42 Bogardus, Emory, S., The Mexican in the United States, Los Angeles, University of Southern California Press, 1934, p. 91; Gilbert, A Field Study in Mexico of Mexican Repatriation, p. 140. 43 Irrigación en México, Revista mensual, Órgano oficial de la Comisión Nacional de Irrigación, vol. XII, números 3 y 4, marzo y abril de 1936, p. 117. 19 llegados de Estados Unidos, así se integraría al territorio nacional desde el punto de vista geográfico, cultural y económico.44 Fomentar la colonización con repatriados serviría para preservar, consolidar la soberanía territorial e incluir una región, que había estado aislada, al país. La participación de cierto tipo de repatriados además de coadyuvar a poblar y proteger la independencia nacional tendría otra consecuencia de igual o mayor trascendencia: incrementar la población nacional en lugares donde existía una preponderancia de extranjeros. A esta iniciativa se le denominó “mexicanizar”, es decir promover la hegemonía de nacionales sobre los foráneos en las entidades fronterizas donde no lo había. Esto se realizaría a través del asentamiento de mexicanos y el desplazamiento, e incluso la expulsión, de los extranjeros especialmente de origen asiático. Estas ideas tenían un fuerte respaldo en la política oficial debido a la xenofobia que los gobiernos y la sociedad del norte desplegaron contra la comunidad china durante esos años.45 El ingeniero Armando I. Santacruz, comisionado de límites y aguas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, consideraba que el hecho de establecer mexicanos provenientes de Estados Unidos en el Valle de Mexicali, Baja California, como venía haciendo un empresario particular llamado Fernando España, significaba un “loable esfuerzo de mexicanización”. El comentario de Santacruz mostraba su complacencia por el hecho de que en el valle se estuvieran estableciendo mexicanos pues hasta entonces había un predominio de población de origen asiático que controlaba gran parte de la vida económica del lugar. A mediados de la década había 1 221 chinos, 454 japoneses y 140 americanos.46 Santacruz creía que era trascendental instar mexicanos provenientes de Estados Unidos ya que pocos del interior se habían ido a establecer. 44 AHSRE, Dirección General del Archivo Histórico Diplomático (DGAHD). Oficina de Límites y Aguas Internacionales (OLAI), exp. 1482. Colonización del Valle de Mexicali, B.C. en relación con el río Colorado, sus afluentes, canales y obras de irrigación. Estudio general de los CC. A.G. Basich, Salvador Aguilar Chávez y Antonio Garza Quintero de la Comisión Colonizadora Núm. 1. Secretaría de Agricultura y Fomento. Comisión Colonizadora Número 1. Estudio de Colonización del Valle de Mexicali, B.C. 1935. 45 Gómez Izquierdo, El movimiento anticho en México, pp. 83-100. 46 Asimismo, había españoles 26, alemanes 13, italianos 13, yugoslavos 10, griegos 8, franceses 5, hindúes 5, polacos 4, canadienses 2, lituanos 2, armenios 2, turcos 2, siriolibaneses 2, cubanos2, inglés 1, irlandés 1, húngaro 1, búlgaro 1, portugués 1, chileno 1 y peruano 1. En total 1 918 extranjeros. AHSRE, DGAHD, OLAI. exp. 1482. Colonización del Valle de Mexicali, B.C. en relación con el río Colorado, sus afluentes, canales y obras de irrigación. Estudio general de los CC. A.G. Basich, Salvador Aguilar Chávez y Antonio Garza Quintero de la Comisión Colonizadora Núm. 1. Secretaría de Agricultura y Fomento. Comisión Colonizadora Número 1. Estudio de Colonización del Valle de Mexicali, B.C. 1935. 20 Esto, según él, ayudaría a incrementar la población nacional y de esa manera se lograría desplazar a los extranjeros del lugar, es decir, mexicanizaría la región. La propuesta de mexicanizar lugares con predominio de población forastera estaba en concordancia con las ideas nacionalistas de entonces. Ezequiel Padilla Peñaloza, secretario de Educación Pública en la presidencia de Emilio Portes Gil (1ro de diciembre de 1928 al 5 de febrero de 1930), afirmaba que “Necesitamos nacionalizar, mexicanizar, la instrucción…la prensa, el libro y el folleto van a ser extraordinariamente mexicanos”. Mexicanizar todo era la aspiración de la clase política. El punto máximo de la repatriación en 1931 coincidió con una intensa campaña nacionalista en pro “de la raza, de nuestra economía y de nuestra cultura”. En ese contexto los repatriados fueron vistos como elementos que podrían coadyuvar al desarrollo y la identidad. Estos puntos de vista reafirmaban dos vertientes complementarias en las que se apoyó el nacionalismo revolucionario: por un lado el tono eminentemente defensivo, imponiéndose como un escudo frente a la expansión norteamericana y, por otro, la reivindicación de lo propio con el fin de generar una reconciliación nacional con base en la autoafirmación.47 Los gobiernos de México de la década de los treinta apoyaron y se manifestaron constantemente en pro de la repatriación de indigentes y de trabajadores con presunta experiencia en labores agrícolas. Desde el ámbito oficial, la repatriación se pensaba en dos planos. Uno dirigido a los indigentes y otro para aquellos con preparación, herramientas y un bagaje de conocimientos agrícolas que teóricamente podrían ser aprovechados en beneficio del país. Las acciones y declaraciones fueron en ambas direcciones; una enarboló la repatriación como una bandera nacionalista, humanitaria, con fuerte carga patriótica, la otra aspiró a consolidar el proyecto de nación, agrícola, irrigada, colonizada, mexicanizada y soberana. El Comité Nacional de Repatriación Hasta finales de 1932, las acciones de los gobiernos de México y de la sociedad civil en torno a la repatriación se habían mantenido separadas. Por un lado, habían actuado los secretarios de Estado, los cónsules, los gobernadores y los funcionarios públicos y, por otro, algunos grupos de la sociedad civil, en la frontera y norte del país dando comida, ropa y algún dinero a las personas más necesitadas. Al terminar el año esa tendencia cambió gracias a la formación de un organismo que aglutinó diversos niveles del 47 Pérez Monfort, “Los estereotipos nacionales y la educación posrevolucionaria” pp. 39, 64. 21 gobierno federal (secretarías de Estado, gobernadores, presidentes municipales) y a grupos de la sociedad (empresarios, políticos, militares, comerciantes, civiles, maestros, etc.) en torno a la idea de “acomodar y reincorporar” en México a los repatriados que venían de Estados Unidos. La comisión mostró un espíritu de solidaridad y de buena voluntad hacia los paisanos que regresaban del exterior. A finales de noviembre el secretario de Gobernación buscó la cooperación de la iniciativa privada para resolver las dificultades que ocasionaba el arribo de personas indigentes a la frontera y el traslado a sus lugares de origen. Para ello se realizaron diversas reuniones encabezas por Jorge Ferretis y Alfonso Fabila, como representantes de Gobernación, este último un conocedor de la problemática migratoria que escribió un texto con amplia difusión en el país como propaganda en contra de la emigración.48 Asistieron también Andrés Landa y Piña, jefe del Departamento de Migración, Enrique Zúñiga, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Alejandro Quijano, presidente de la Asociación de la Cruz Roja, José González Soto, de la Cámara española así como el secretario general de la Beneficencia Pública, el de la Confederación de Cámaras industriales, el presidente de la Cámara de Comercio norteamericana. Asimismo, se invitó a los representantes de las cámaras de comercio del Distrito Federal.49 Las reuniones dieron origen a la fundación del Comité Nacional de Repatriación, Acomodamiento y Reincorporación (CNR) cuyo objetivo central fue formar un fondo, a través de una campaña nacional, para reunir medio millón de pesos e intentar colocar en el país a algunos repatriados bajo la idea de reintegrarlos al país. Los propósitos del CNR eran ambiciosos pues buscaba reunir una importante cantidad de dinero en una etapa en que, aunque el país no había sido afectado por la crisis mundial como otros, la situación en la que vivían miles de personas era de subsistencia. Por su parte, el objetivo de instalar a algunas personas en territorio nacional mostraba nuevamente el idealismo que existía en amplios sectores de la clase política y de la sociedad por “aprovechar” a los repatriados en bien de país. La campaña del medio millón: unidad nacional y solidaridad. 48 Fabila, Alfonso, El problema de la emigración de obreros y campesinos mexicanos. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1929. 49 Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, pp. 92-93. 22 El 10 de diciembre de 1932, Eduardo Vasconcelos, secretario de Gobernación, anunciaba que daba inicio la campaña del medio millón, la cual “apoya y aplaude entusiastamente” el primer magistrado de la nación. Se estableció que dicha empresa duraría cuatro semanas para lo cual Vasconcelos solicitó a los gobernadores del país organizar la campaña en sus estados, para ello debían promover la formación de comités locales y organizar “colectas, jaripeos, kermeses y fiestas teatrales”. Los gobiernos estatales, a su vez, solicitarían a las presidencias municipales la instalación de comités para reunir algunos fondos que serían remitidos al Banco de México. Para reforzar esta petición el CNR envío una circular a los presidentes municipales “no dudando de su patriótica y humanitaria cooperación en este caso elemental, por civismo y solidaridad racial”.50 El llamado del secretario de Gobernación para que los gobernadores, los presidentes municipales y la sociedad en general participaran en la colecta tuvo buena recepción a lo largo del país. De las últimas semanas de 1932 a las primeras de 1933, se establecieron comités en las principales capitales de los estados y en algunas municipalidades. En Nuevo Laredo, Tamaulipas, se instaló el “sub-comité Prorepatriados” que reunió más de $508 pesos producto de la venta de cerveza en una corrida de toros ($339.88), de distintivos a los automóviles ($50.00) y a peatones en el puente internacional ($109.00). Además juntaron dinero producto de las fiestas llamadas “Noche de Cabaret” que se habían realizado en el Centro Social Fronterizo y en la “Noche Bohemia” del Club Bohemia.51 En Ciudad Juárez, Chihuahua, ya funcionaba un Comité Pro-repatriados desde principios de 1932, patrocinado por el presidente municipal, el cual siguió trabajando cuando se dio el llamado del CNR. Parte del dinero recaudado se destinó a financiar el viaje de las personas al interior del país.52 En Guadalajara, Jalisco, el gobernador promovió la fundación del Comité Local Pro-Repatriados para encabezar en el estado la colecta a través de festivales. El gobierno se comprometió a reunir una “cantidad considerable” que sirviera “para hacer menos angustiosa la situación de los que vuelven a la patria después de sufrir las mil 50 El Nacional Revolucionario, México, D.F. 19 de diciembre de 1932. La Prensa, San Antonio, Texas, 25 enero y 1 febrero 1933. 52 Archivo Histórico de Ciudad Juárez, Chihuahua (AHCJC), Ramo Gobernación, circulares, exp. 2, núm. 2012, circulares. Jesús Quevedo (presidente municipal de Ciudad Juárez) al secretario general de gobierno. Ciudad Juárez, Chih., 8 de marzo de 1932. AHCJC, Ramo Gobernación, circulares, exp. 2, núm. 2155, circulares. Jesús Quevedo al tesorero municipal. Ciudad Juárez, Chih., 3 de junio de 1933. 51 23 vicisitudes del exilio”.53 En Tecolotlán, los directores de las escuelas “superiores de niños y niñas” realizaron una representación teatral para auxiliar a los repatriados.54 En Michoacán el ejecutivo estatal dispuso que el tesorero general y el jefe del departamento administrativo, integraran el Comité Municipal Pro-Repatriados en la capital del estado. También solicitó a Donato Guevara, presidente municipal de Morelia, comunicarse con los comités municipales del estado para que pudieran “obrar para obtener el mejor éxito posible”.55 En Monterrey, Nuevo León, la cámara de comercio local, el ayuntamiento de esa capital y otras instituciones se reunieron para formar un Comité de Repatriación el cual, a finales de enero de 1933, reunió cerca de 5 mil pesos.56 Asimismo, ante el llamado del gobernador a formar comités en las presidencias municipales, Alfonso Garza, presidente municipal de Villa de García, promovió el establecimiento del Comité de Repatriación de García, a fin de colectar dinero en esa localidad y compartir “con mucho gusto sus pobres recursos a sus hermanos los repatriados como bienvenidos al ceno de nuestra madre patria”.57 Garza destacaba la fraternidad con los paisanos que venían de Estados Unidos y la bienvenida que les daba la patria. Era una muestra más de la alegoría en torno a los repatriados. En Oaxaca fueron notables las expresiones de apoyo a la campaña del medio millón así como la exaltación nacionalista de esta empresa por parte del gobierno local y de grupos de la sociedad. El gobierno del estado formó el Comité Estatal ProRepatriados que organizó funciones de cine en el Teatro Terán y Juárez cuyas entradas fueron destinadas a los repatriados. Por su parte, los regidores de la capital del estado contribuyeron con medio día de salario. La Confederación de Partidos Socialistas Oaxaqueños (CPSO) exhortó a todos sus partidos adherentes a cooperar en la empresa “para poner en práctica el humano sentimiento de fraternidad”. La CPSO logró reunir $28 pesos por contribuciones de sus agremiados y la organización de una función de box. La Cámara Nacional de Comercio de Oaxaca contribuyó con $100 pesos y la 53 México, Informe rendido por el C. gobernador constitucional del Estado, Sebastián Allende, Archivo del Congreso del Estado, Guadalajara, Jalisco, 1933. 54 Las Noticias. Diario libre de la mañana, Guadalajara, Jalisco, 21 de marzo de 1933. 55 AHM, c. 138, exp. 77, año 1933. Comités Beneficencia, Comité Local Pro-repatriados, Circulares del gobierno del Estado. Victoriano Anguiano (oficial mayor de gobierno de Michoacán) al presidente municipal de Morelia. Morelia, Michoacán. 11 de enero de 1933. 56 AGGENL, documentos fuera de sección, Comité de Repatriación. Francisco A. Cárdenas (gobernador de Nuevo León) al secretario de Gobernación. Monterrey, Nuevo León. México. 19 de enero de 1933. 57 Archivo General del Estado de Nuevo León, documentos fuera de sección, Comité de Repatriación. Alfonso Garza (presidente municipal de Villa de García, N.L.) a Federico T. de Lachica (presidente del Comité Nacional de Repatriación). Villa de García, Nuevo León. 24 de marzo de 1933. 24 Comisión Local Agraria envío $26.50. Hasta el primero de febrero de 1933, el estado de Oaxaca reunió $433 pesos con 31 centavos. En la colecta participaron los más diversos sectores de la sociedad, entre otros, la presidencia municipal de Juquila ($78.00), el Partido Ferrocarrilero de Salina Cruz ($19.50), los empleados de la Procuraduría General del Estado ($14.00), el presidente Municipal de Salina Cruz ($8.50), el personal de inspección de policía de Oaxaca ($127.87), el 76 Regimiento ($208) y el Partido Socialista Campesinos Libres de Ixtaltepec ($20.00). Un periódico de la capital, El Oaxaqueño, dejó constancia del grado de compromiso que en esa entidad adquirió la colecta así como el tono que se le dio. Su lema fue ¡Contribuya al engrandecimiento de la Nación ayudando económicamente a elementos experimentados y activos que han vuelto al seno del país!58 En Aguascalientes fue muy activa la participación del gobierno local y de la sociedad civil. En la capital del estado se creó el Comité Local de Repatriación que organizó corridas de toros en la Plaza San Marcos y festivales en el Teatro Morelos.59 Asimismo, por acuerdo de la Diputación Permanente, se descontó un día de sueldo al personal del Poder Legislativo, diputados y empleados, para contribuir a la campaña del medio millón.60 La presidencia municipal Jesús María fue una de las más comprometidas en recaudar fondos; realizó bailes en el propio edificio de la presidencia y una kermés.61 A pesar de que en muchas localidades la situación económica no era favorable, algunas autoridades hicieron un esfuerzo por contribuir en la colecta. El presidente municipal de Tepezala se disculpaba por haber reunido únicamente $17.75 pesos, puesto que los habitantes de ese municipio estaban “sumamente pobres por no haber donde ganen ni un solo centavo”.62 A mediados de junio, Felipe J. Valle, tesorero general del estado, reportaba que la cantidad recaudada por la oficina a su cargo y la tesorería municipal de Aguascalientes, ascendía a $2,242.83 pesos.63 58 El Oaxaqueño, Oaxaca de Juárez, 9, 10, 12, 14, 24 y 31 enero y 3 de marzo de 1933. Alborada, un periódico revolucionario, Aguascalientes, Ags. 19 de enero de 1933. 60 Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes (AHEA), Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. Francisco Z. Salazar (diputado) al gobernador constitucional del estado. Aguascalientes, Ags. 16 de enero de 1933. 61 AHEA, Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. Domingo Gómez (presidente municipal de Jesús María) al gobernador constitucional del estado. Jesús María, Ags. 14 de enero de 1933. 62 AHEA, Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. El presidente municipal de Tepezala al gobernador del estado de Aguascalientes. Tepezala, Ags. 31 de enero de 1933. 63 AHEA, Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. Felipe J. Valle (tesorero general del estado) al secretario general de gobierno. Aguascalientes, Ags. 16 de junio de 1933. 59 25 En Campeche, Morelos, Tapachula, Chiapas y Guanajuato también se formaron comités.64 El caso de Guanajuato sirve para ejemplificar la manera en que el gobierno del estado atendió el llamado federal y la forma en que las presidencias municipales, a su vez, respondieron la convocatoria. Asimismo, muestra las actividades que se llevaron a cabo y los alcances que estás lograron. Cuando comenzó la campaña del medio millón, el gobierno de Guanajuato ya tenía experiencia en esa materia. Un año antes, en un caso singular en el país, Luis Felipe Ordaz Rocha, gobernador interino, lanzó una convocatoria (5 de noviembre de 1931) para formar comités municipales para reunir fondos a fin de “contribuir al alivio de las necesidades de los mexicanos, que procedentes de los Estados Unidos, vuelven a la república en condiciones verdaderamente críticas”. Ordaz Rocha propuso organizar colectas, festivales y otros eventos para recaudar dinero. Aseguraba que el capital recabado sería distribuido “en la forma más adecuada” entre los repatriados que llegaran a cada municipio del estado.65 El llamado del gobernador fue atendido por la mayoría de las presidencias municipales quienes se comprometieron a formar comités y reunir fondos para “los norteños repatriados”. No se sabe cuales fueron los resultados finales de esta gestión ni la cantidad de dinero recaudado, el caso fue que varios meses antes de que se organizara la colecta nacional, Guanajuato ya había hecho un ejercicio similar, en respuesta al numeroso arribo de paisanos provenientes de Estados Unidos, por ello no es de extrañar que a finales de 1932 cuando el CNR emprendió una cruzada nacional el gobierno local fuera uno de los que más rápidamente se organizó. El 12 de diciembre se fundó el Comité Central Guanajuatense Pro-repatriados. El gobernador solicitó que todos los municipios organizaran subcomités para hacer una colecta a través de jaripeos, kermeses, fiestas teatrales, etc. Para el ejecutivo local la empresa debía ser apoyada por el estado “por un elemental deber patriótico”.66 Rápidamente se establecieron los Comités Pro-Repatriados en Uriangato, Apaseo, Álvaro Obregón y Allende.67 Asimismo, diversos presidentes municipales manifestaron 64 Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, pp. 95-97. AEG, exp. 1.03/62. Circular girada a los C.C. presidentes municipales recomendándoles procedan a arbitrarse fondos para auxiliar a los repatriados mexicanos que llegan de los Estados Unidos. Luis Felipe Ordaz Rocha (gobernador constitucional interino) a los presidentes municipales del estado. Guanajuato, Gto. 5 de noviembre de 1931. 66 AEG, exp. 1.03.85. Ramón V. Santoyo (secretario general del gobierno de Guanajuato) al presidente de la Junta de administración Civil. Guanajuato, Gto. 12 de diciembre de 1932. 67 AEG, exp. 1.03.18., núm. 403. Luis Torres (presidente municipal de Uriangato, Gto. al secretario general de gobierno. Uriangato, Gto. 14 de diciembre de 1932. AEG, exp. 1.03.18., núm. 1474. Salvador Rico (presidente municipal de Apaseo, Gto.) al secretario general de gobierno. Apaseo, Gto. 16 de diciembre de 1932. AEG, exp. 1.03.18. Teodomiro Lozada Jr. (presidente municipal de Álvaro 65 26 su apoyo para gravar los espectáculos públicos que se realizaran en sus localidades en respuesta a la iniciativa de Gobernación de imponer, con una cuota de 5 centavos, todos los espectáculos públicos que se llevaron a cabo en el país.68 El de Apaseo reunió una cantidad gracias a una corrida de toros; el de Álvaro Obregón recaudó $97.76 pesos por contribuciones particulares. Por su lado, Juan Ponce, presidente municipal de San Diego de la Unión, manifestó que no se había reunido nada “en virtud de la crisis económica por la que atravesaban la mayor parte de los vecinos de la región”. La campaña del medio millón fue acogida con entusiasmo en muchas partes del país; desde Ciudad Juárez hasta Oaxaca, de Nuevo Laredo a Campeche. Los gobiernos estatales, municipios, ayuntamientos y grupos civiles y hasta militares, en la medida de sus posibilidades, cooperaron. Los reportes de las actividades que se llevaron a cabo así como las cantidades reunidas en diversos puntos de la república mostraban la solidaridad y unidad que se logró en amplios sectores de la sociedad en torno a la repatriación. A pesar de ello, el 31 de enero de 1933, cuando se había programado terminar la colecta, el reporte del CNR arrojaba que sólo se había colectado una cifra menor a $200 mil.69 A principios de febrero Gobernación anunciaba que la campaña se prolongaría “hasta la fecha en que la referida superioridad lo ordene”, de esa manera se perdía el impulso que había caracterizado a la empresa y quedaba en el limbo la convocatoria nacional.70 A finales de junio, después de un periodo de calma en el que el CNR no reportó actividades relevantes y las acciones de los comités locales y la sociedad en general fueron decayendo, el CNR intentó reanudar la campaña sin embargo ya no contó con el apoyo de los gobiernos estatales ni de la sociedad. Ambos estuvieron poco dispuestos a retomar un asunto en el cual se habían comprometido arduamente medio año antes. Para entonces el CNR reportó que por la venta de recibos demoninados “cédulas de repatriación” y donativos se había logrado reunir la suma de Obregón, Gto.) al secretario general del gobierno de Guanajuato. Álvaro Obregón, Gto. 9 de marzo de 1933. AEG, exp. 1.03.18., número 524. Miguel Herrera (presidente municipal de Allende) al secretario general del gobierno. Allende, Gto. 21 de marzo de 1933. 68 Archivo del Estado de Guanajuato (AEG), exp. 1.03.1. Ramón V. Santoyo (secretario general de gobierno de Guanajuato) a los presidentes municipales. Guanajuato, 2 de enero de 1933. AEG, exp. 1.03.18. Circular girada a los presidentes municipales del estado de Guanajuato en la que la Secretaría de Gobernación recomienda que los boletos para los espectáculos públicos sean gravados con una cuota adicional de 5 centavos que se destinarán al fondo Pro-repatriados. 69 AGGENL, documentos fuera de sección, Comité de Repatriación, Circular general del Comité Nacional de Repatriación. México, D.F. 26 de junio de 1933. AGGENL, documentos fuera de sección, Comité de Repatriación. Alfredo Levy (presidente del Comité Nacional de Repatriación) al general Francisco A. Cárdenas (gobernador del Estado de Nuevo León). México, D.F. 1 de agosto de 1933. 70 AHEA, Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. El presidente municipal de Tepezala, Aguascalientes al gobernador del estado de Aguascalientes. Tepezala, Ags. 6 de febrero de 1933. 27 $250 466.35 pesos.71 De junio a diciembre, las aportaciones disminuirían considerablemente pues en ese periodo el CNR únicamente lograría juntar cerca de 78 mil pesos. Fernando Sordo, vicepresidente del comité, informó que hasta el 31 de diciembre, la cantidad reunida ascendía a $318,221.65 pesos.72 La suma fue significativa a pesar de que no logró la meta esperada. “Acomodamiento y reincorporación” El segundo objetivo del CNR, “acomodar y establecer” a las personas en México, fue menos exitoso que el primero. El CNR junto con la Secretaría de Gobernación apoyó la creación de 2 colonias de repatriados. La primera, designada Número 1, se estableció en El Coloso, cerca de Acapulco; en diciembre de 1932 llegó al lugar un grupo de alrededor de 20 mexicanos procedentes de Detroit, Michigan, al parecer ayudados por Diego Rivera. Son escasas las noticias acerca de la instalación de las personas, el papel del CNR y del gobierno del estado, así como de las condiciones de vida del grupo. De lo que si hay noticia es que la mayoría abandonó la colonia al poco tiempo.73 La segunda colonia, denominada Número 2, se fundó en Pinotepa Nacional, Oaxaca. En abril de 1933, se inició el traslado de 362 personas que fueron reunidas en la ciudad de México y en la frontera.74 Al principio, la situación de la colonia número 2 fue muy prometedora, ya que recibió de la Secretaría de Agricultura maquinaria agrícola, financiamiento e instaló bombas de agua para regar. Sin embargo, los problemas de adaptación a un medio hostil, las condiciones climáticas de la costa a las que no estaban acostumbrados las personas que arribaron, las enfermedades, el ambiente adverso de los locales, el mal trato de las autoridades encargadas del proyecto obligaron a los colonos a emigrar. En febrero de 1934 la colonia fue abandonada; las personas emprendieron el viaje a la ciudad de México en busca de apoyo del gobierno. Varios volvieron a emigrar a Estados Unidos mientras que otros hicieron un segundo intento de establecerse en otras partes 71 AHEA, Secretaría de Gobierno, exp. 2, I-B.4, ramo Gobernación, año 1932. Alfredo Levy (vicepresidente del Comité Nacional de Repatriación), informe sobre el estado que muestra el movimiento habido en los fondos de la tesorería del Comité Nacional de Repatriación hasta el 30 de junio de 1933. México, D.F. 22 de julio de 1933. 72 El Universal, México, D.F., 8 de marzo de 1934. 73 Carreras de Velasco, Los mexicanos que devolvió la crisis, p. 121; Hoffman, Unwanted Mexican Americans, pp. 139, 143. 74 AGN, FP, Abelardo L. Rodríguez (ALR), exp. 244/15. Luis Borrego Hinojosa (presidente del comité examinador de cuentas del Comité Nacional de Repatriación) al Comité Nacional de Repatriación. 12 de julio de 1934. 28 del país.75 Entre ellos un pequeño grupo que fue a La Calavera, Municipio de Rioverde, San Luis Potosí.76 Entre febrero y mayo de 1934, el CNR entró en una debacle estrepitosa. El fracaso de la colonia número 2 fue ampliamente difundido en la prensa nacional y en la mexicana en Estados Unidos. Algunos de los colonos que participaron en el experimento de Pinotepa levantaron cargos contra el CNR por la manera en que habían sido tratados y por la falta de apoyo. Ante estas denuncias se pensó en que la Procuraduría General de la República podría abrir una investigación sobre la manera en que el comité había usado los fondos obtenidos por la colecta del medio millón. Además se designó una comisión para investigar las irregularidades. El trabajo del CNR terminó en un gran escándalo de corrupción y un fracaso las colonias que promovió, lo que llevó a su disolución.77 La fundación del CNR y la colecta que llevó a cabo fueron trascendentes, no por los fondos que reunió ni por el intento de fundar de dos colonias con repatriados objetivos que, en un caso, se cumplieron parcialmente y, en otro, fue una decepción mayor sino porque lograron llevar a casi a todos los rincones del país el tema de “la repatriación”. La campaña del CNR tuvo una amplia difusión a lo largo y ancho del país; desde la frontera hasta las presidencias municipales más alejadas en el norte y sur de la república. Esto se logró gracias a la manera en que los diversos niveles de gobierno se coordinaron: los gobiernos estatales pidieron el apoyo de los presidentes municipales y estos convocaron a la población de sus jurisdicciones a respaldar la repatriación como un acto de “humanidad y verdadero nacionalismo”. Hubo una auténtica animación, euforia y comunión entre los gobiernos estatales, municipales y diversos grupos de la sociedad mexicana por contribuir al auxilio de aquellos que venían en malas condiciones de Estados Unidos. 75 Hoffman, Unwanted Mexican Americans, pp. 140-141. Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHSLP), Departamento de Agricultura, Industria y Comercio (DAIC), sección 5ta, exp. 3580-743-5 (5). Rafael Brabila Luna (perito agrario “E”) al ingeniero José Domínguez A. (jefe de la 9/a Brigada Agraria). Rioverde, S.L.P. 30 de agosto de 1938. Entrevista a Flavio Martínez Cedeño y Carlos Gama Morales. Redención Nacional, Rioverde, San Luis Potosí, S.L.P. 3 de julio de 2002. A finales de mayor de 1938 los repatriados que se habían desplazado al lugar pidieron que se legalizara la posesión de la dotación ejidal que habían recibido así como que se cambiara el nombre del poblado a Redención Nacional. AHSLP, DAIC, sección 5ta. Exp. 3580-743-5 (5). Franco Carreño (secretario general del gobierno) al presidente de 3la Comisión Agraria Mixta. San Luis Potosí, S.L.P. 6 de junio de 1938. 77 AGN, Dirección General de Gobierno (DGG), Repatriados en Acapulco, exp. 2.096 (29) 55, caja 9, exp. 69. 1934. El Universal, México, D.F., 9 y 20, 21 de febrero 1934, 76 29 La campaña del medio millón fue realmente nacional y tuvo una amplia penetración y respuesta en el país. En ese sentido verdaderamente unió e identificó a extensos niveles de la sociedad con un propósito idealizado una utopía “acomodar y reincorporar a los repatriados”. Por un momento, muchas partes del país estuvieron sintonizadas en torno a ayudar a los paisanos indigentes que volvían de los Estados Unidos; el retorno sacó a la luz diversas muestras de solidaridad. El tono nacionalista caracterizó a la campaña así como la buena voluntad de los actores que en ella participaron. En términos de Fabila y Landa y Piña, la campaña fue una obra “patriótica y humanitaria” así como de “elemental civismo y solidaridad racial”. En resumen era bondadosa y en pro de la unidad nacional.78 Conclusión Fernand Braudel señala que es necesario observar al nacionalismo como una tendencia de larga duración en la que se van tejiendo mitos, leyendas, costumbres, ideas, imágenes y símbolos de acuerdo con ritmos no sujetos completamente al vaivén de las luchas políticas y sociales. La repatriación de mexicanos de Estados Unidos de los años treinta como elemento del nacionalismo revolucionario encaja en esta definición. En la década de los treinta y aun antes se fueron hilando mitos, ideas, imágenes y símbolos en torno a la repatriación que no estuvieron determinados con los conflictos políticos y sociales que México enfrentó en las primeras décadas del siglo XX, sino con idealizaciones y aspiraciones de desarrollo del país en torno a los migrantes que iban a Estados Unidos. En la primera mitad de la década de los treinta, el desplazamiento masivo de población de Estados Unidos a México llamó la atención de los gobiernos y de la sociedad por los numerosos casos de personas que llegaron al país en estado lamentable. Como nunca en la historia de México las palabras repatriación y repatriados fueron usadas, difundidas y repetidas hasta el cansancio tanto en territorio nacional como en la comunidad mexicana en Estados Unidos. Los gobiernos de México apoyaron a sus nacionales más necesitados y, al mismo tiempo, convirtieron este auxilio en un símbolo y una obligación que sirvió para legitimarse ante las masas. Esta actitud no era nueva pues en 1908 el gobierno de 78 AHM, exp. 43, C-118, Comité Nacional de Repatriación. Lo que con esto se relaciona durante el presente año. 1932. Alfonso Fabila (secretario del CNR) y Andrés Landa y Piña (delegado al Comité Nacional de Repatriación y jefe del Dpto. de Migración de la Secretaría de Gobernación) al presidente municipal de Morelia, Michoacán. México, D.F. 17 de diciembre de 1932. 30 Porfirio Díaz (1877-1911) había atendido a paisanos que fueron deportados de Estados Unidos debido a la recesión. El presidente Álvaro Obregón también apoyó la repatriación de más de 50 mil nacionales durante la depresión de la posguerra (19211922).79 El deber moral y la obligación del Estado de repatriar a los más desamparados era una tradición que alcanzó una dimensión sin precedente en la década de los treinta debido a la cantidad de personas que ingresaron al país provenientes de Estados Unidos. En ese sentido, durante ese decenio, la repatriación fue un gran símbolo del nacionalismo de Estado mexicano, un recurso para legitimar al gobierno y a sus instituciones, usado para justificar su papel con los nacionales más desprotegidos y el “México de afuera”. A diferencia de otros casos, en donde la realidad no importa sino construir una imagen de nación (como sucedió con el proyecto educativo), con la repatriación como emblema de respaldo a los paisanos en desgracia en tierras estadounidenses fue un factor determinante en la edificación de la imagen de una nación protectora. Desde principios del siglo XX la idea de aprovechar en México a los repatriados como seres capacitados, “con conocimientos útiles” para apoyar el desarrollo nacional, se había propagado entre la clase política y algunos intelectuales. En la segunda mitad de la década de los veinte, el idealismo por “la repatriación especializada” aumentó porque se le relacionó con la política de irrigación que impulsó el presidente Calles. Sin embargo, hasta antes de 1930 se había hecho muy poco por concretar este ideal; en la mayoría de los casos solo se habían promovido estudios para examinar lugares que en el futuro supuestamente serían colonizados por repatriados. Al darse en gran escala el desplazamiento de población de origen mexicano desde Estados Unidos, esta idea tomó más fuerza pues se le vio como una solución a varios dilemas que el país enfrentaba en ese momento, algunos de los cuales venía arrastrando desde el siglo XIX (colonización del norte de México y soberanía territorial frente a Estados Unidos) y otros que aparecieron a principios del XX (expulsión de la población de origen asiático). En el imaginario de muchos funcionarios, la repatriación ayudaría a poblar las regiones fronterizas, salvaguardar y consolidar la soberanía nacional y “mexicanizar” los lugares que hasta ese momento tenían predominio de población extranjera. Así, la repatriación 79 González Navarro, Moisés, "Los braceros en el porfiriato", en Estudios sociológicos; Sociología económica, t. II, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, 1954, pp. 263-264, p. 278. Martínez, John, Mexican Emigration to the U.S. 1910-1930. Berkeley, R. and E. Associates, 1950, p. 11. Cardoso, Lawrence A. “La repatriación de braceros en la época de Obregón 1920-1923”, en Historia Mexicana, México, El Colegio de México, abril-junio, no. 26, 1977, pp. 576-595. 31 estuvo ligada al nacionalismo del Estado-nación en el sentido que éste es una fuerza para conservar la unidad y defender la soberanía; es el referente que le da sentido, ya que lo sustenta jurídica, política y territorialmente. Apareció frente a la desagregación cultural y geográfica y a la necesidad de construir la soberanía y la unidad política y cultural, que a su vez llevaría a la consolidación del Estado surgido de la Revolución. Los gobiernos posrevolucionarios trabajaron en la conformación de una “identidad mexicana” a través de una serie de símbolos que supuestamente darían unidad a un país conformado por grupos heterogéneos racial y culturalmente. Las acciones que llevó a cabo la Secretaría de Educación fueron herramientas clave para inventar la tan ansiada identidad. De manera paralela, surgieron otros procesos sociales y demográficos, como la xenofobia y la repatriación, no contemplados en el escenario oficial, pero que lograron una comunión especial entre sociedad y gobierno con resultados que superaron lo imaginado por sus propios ideólogos. El mejor ejemplo de ello fue la campaña del medio millón, la cual logró adherir a amplios grupos del país en torno a un objetivo: establecer y asimilar a miles de repatriados. Dado los alcances de la empresa y la buena recepción en amplias capas de la sociedad, por un momento la repatriación fue un unificador de cientos de personas de las más diversas ideologías y estratos sociales. Esta empresa consiguió identificar a cientos de personas como integrantes de una nación como mexicanos y hacerlos partícipes de una misión de dimensión nacional: repatriar. Así, la repatriación fue un tema que se manejó, manipuló e hizo frente “desde arriba” como “desde abajo”, es decir, tanto la parte oficial como importantes fragmentos de la sociedad civil actuaron y apoyaron la repatriación como un acto patriótico, misericordioso, de solidaridad con “sus hermanos” que habían emigrado. Los pasajes que este trabajo ha destacado en relación a la repatriación y el nacionalismo (la repatriación como insignia nacionalista de los gobiernos, factor de colonización, desarrollo y soberanía territorial y elemento de unidad nacional) no fueron los únicos ejemplos que se presentaron en esta etapa. La correlación estuvo presente en otros casos que refuerzan el planteamiento central de este estudio no desarrollados en esta ocasión. Por ejemplo, fue notable la actuación de diversos grupos de la sociedad civil en la frontera y el norte del país hacia los repatriados indigentes. Distintos grupos (panaderos, comerciantes, mujeres, etc.), con independencia de las medidas tomadas desde el centro del país, antes y después de la campaña del medio millón, desempeñaron 32 un papel destacado en el auxilio de los paisanos dando comida, ropa y dinero para ayudar a las personas más necesitadas, es decir el respaldo a los repatriados unió a grandes sectores de la sociedad fronteriza y del norte de México. Asimismo, algunas personas usaron de pretexto la repatriación para acentuar la xenofobia hacia la comunidad china y otros grupos de extranjeros (judíos y estadounidenses). Bajo la idea de hacer lo mismo a ciertos extranjeros (expulsarlos y deportarlos) en México, de lo que se hacía con los mexicanos en Estados Unidos, se acentuó un discurso nacionalista de preferencia e identificación con “los mexicanos repatriados” en oposición de los forasteros (chinos en especial y también estadounidenses). Finalmente, la repatriación vista como símbolo, imagen e idealización (sobredimensionada a raíz de un movimiento de población único en la historia de ambos países), ajusta con tres grandes series de actitudes y de postulados del nacionalismo revolucionario: a) una desconfianza hacia las grandes potencias, en especial los Estados Unidos, acompañada de dosis variables de xenofobia y antiimperialismo; en el fondo en México existió un resentimiento por la expulsión masiva de miles de personas de descendencia mexicana el cual se mitigo con una postura proteccionista y patriótica; b) una afirmación de la soberanía nacional a través, entre otras cosas, de la colonización y consolidación de la frontera norte y c) una supervaloración de la identidad mexicana.80 Bibliografía y fuentes consultadas Archivos Archivo del Estado de Guanajuato (AEG) Archivo del Gobierno del Estado de Sonora (AGES) Archivos Económicos, Biblioteca Lerdo de Tejada Archivo General del Gobierno del Estado de Nuevo León (AGGENL) Archivo Histórico de Ciudad Juárez, Chihuahua (AHCJC) Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes (AHEA) Archivo General de la Nación México (AGNM) Dirección General de Gobierno Fondo Presidentes (FP) Abelardo L. Rodríguez (ALR) Emilio Portes Gil (EPG) Lázaro Cárdenas (LC) Archivo Histórico de Morelia, Michoacán (AHM) Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHSLP) Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHSRE) Dirección General del Archivo Histórico Diplomático (DGAHD) Oficina de Límites y Aguas Internacionales (OLAI) Archivo Particular de Ramón Beteta 80 Bartra, Roger, “La crisis del nacionalismo en México”, en Revista Mexicana de Sociología, México, Universidad Autónoma de México, vol. 51, núm., 3, julio-septiembre, 1989, p. 199. 33 Periódicos Alborada, un periódico revolucionario, Aguascalientes, Ags. Diario Oficial, México, D.F. El Nacional Revolucionario, México, D.F. El Nacional, México, D.F. El Tucsonense, Tucson, Arizona El Oaxaqueño, Oaxaca de Juárez El Universal, México, D.F. Excelsior, México, D.F. La Opinión, Los Ángeles, California La Prensa, San Antonio, Texas Las Noticias. 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