Evolución histórica de la geisha El término geisha significa literalmente «persona ejercitada». Es una de las palabras que comienza con gei (arte, habilidad) utilizadas para referirse a los artistas. Geinojin designa a los cantantes, bailarines y otro tipo de artistas modernos o del mundo del espectáculo; geinin se reserva para los representantes de los géneros del espectáculo popular y tradicional, como el rakugo (una forma de monólogo cómico), el kodan (narración de historias) y el yose (vaudevil); y geinomin es un término histórico que se emplea para designar a los artistas itinerantes del periodo medieval japonés. Sin embargo, en cada época se da un significado diferente al término geisha. Durante la era Edo, que se extiende desde el establecimiento del shogunado de Tokugawa en 1603 hasta la Restauración de Meiji de 1868, a los estudiosos del confucionismo, el sintoísmo, los poetas y astrónomos, así como los médicos (incluyendo a cirujanos y dentistas) se les conocía como geisha. Los maestros en artes marciales como la lucha con espada, la arquería, la equitación, la artillería, el lanzamiento de jabalina, la doma de caballos y la prueba de espadas eran llamados bugeisha. El prefijo «bu» significa «militar». En la era Meiji (1868-1912), la palabra geisha se utilizaba ocasionalmente para designar a los profesores de lenguas extranjeras. Los narradores que actuaban en las funciones de marionetas (bunraku) recibían normalmente el nombre de geisha, aunque a los titiriteros se les llamaba yakusha (actores). En el mundo del teatro kabuki, la palabra geisha designaba a los bailarines, probablemente para diferenciar/os de los yakusha. Con el tiempo, el término geisha se empleó para referirse a los artistas que no actuaban en locales públicos, sino en salones privados; este significado es el que más se acerca a la idea de geisha con la que nos hemos familiarizado en la actualidad. A continuación me centraré en la evolución de la palaba geisha referida a artistas privados que bailaban, cantaban y recitaban con acompañamiento del shamisen (laúd de tres cuerdas). Tipos de geisha Lo más apreciado en una geisha era su arte en la interpretación de diversos géneros de canto y recitación. Dado que durante la era Edo, tanto el canto como la recitación se acompañaban de un shamisen, también se consideraba esencial que la geisha supiera tocar este instrumento. La danza también era un arte fundamental para una geisha; de hecho, las antecesoras de la geisha con las que estamos familiarizados se llamaban odoriko (bailarinas). Las odoriko constituyen un buen punto de partida para estudiar la tradición de la geisha. El poeta y escritor OT A Nanpo (1749-1823) identifica las odoriko como predecesoras de la geisha en su obra Yakkodako, donde escribe: «Antiguamente la mujer geisha era conocida como odoriko. En las eras Meiwa y An'ei (1764-1781) se las comenzó a llamar geisha, y algunas veces con el diminutivo sha», y sostiene que «en el pasado, las geisha eran muchachas jóvenes. A veces las acompañaban sus madres como dama de compañía». Esta situación corresponde a la época en que, a causa de las prohibiciones gubernamentales, la gente invitaba a jóvenes «aficionadas» -muchachas ajenas a la profesión que habían estudiado el canto de baladas joruri, shamisen y otras artes con profesionales- para actuar en fiestas y en reuniones privadas. Por consiguiente, con toda probabilidad las damas de compañía no eran las madres de las geisha. Sin embargo, OT A Nanpo está en lo cierto cuando asegura que las odoriko fueron las precursoras de las geisha y el término geisha comenzó a ser utilizado entre 1764 y 1780. Durante ese mismo periodo apareció la geisha de Yoshiwara, que trabajó en el distrito del placer Yoshiwara de Edo. Con todo, esta geisha era sólo un elemento del conjunto de la población de geisha. Las odoriko formaron parte de la vida de Edo durante mucho más tiempo, desde el principio de la era Edo. En esta era hay tres categorías de geisha: la machi (urbana, conocida también como Edo geisha), la Fukagawa y la Yoshiwara. Examinaremos su aparición una a una. La relación con el kabuki En la crónica de la vida del siglo XVIII Buya zokudan (1757) se cuenta que «durante la era Genbun (17361741), las mujeres conocidas como odorikose podían encontrar en varias partes de Edo, particularmente en Tachibana-chó y Muramatsu-chó (ambos del actual Higashi Nihonbashi) y Naniwa-chó (el actual Ningyó1 chó»>. Esta zona corresponde al sitio del primer «distrito del placer» de Yoshiwara, establecido en 1618, en los primeros años del perido Edo, por Shóji Jin'emon, a quien el shogunado le había concedido el terreno. Al parecer, al principio el distrito de placer albergó teatros de nó y kabuki y numerosos entretenimientos, 2 como distintos tipos de danza, sumó y bunraku.** Según se cuenta, en Yoshiwara actuaban, entre otras artistas, las yüjo, un término que posteriormente se aplicó a las cortesanas de Yoshiwara, pero que originalmente sólo designaba a las mujeres que se ganaban la vida principalmente como artistas itinerantes; de hecho, yü de yüjo significa <<itinerante». En un principio, el término tayü, aplicado al rango más alto de yüjo, se utilizó para referirse a los maestros de nó y luego, por extensión, a un grupo de artistas femeninas itinerantes que hacían representaciones de nó informal y otros géneros dos a tres veces al año en el barrio Shijó-Kawaramachi de Kioto durante la era Keichó (1596-1615). Así pues, en aquella época, la tayü no era una «cortesana de alto rango» sino una mujer altamente preparada en el arte del nó. Sin embargo, existe una conexión más estrecha entre la yüjo y el kabuki. La palabra kabuki procede de un estilo de danza conocido como kabuki odori, ejecutada por bailarinas ambulantes con el nombre de Okuni a principios de la era. Esta danza imitaba, de forma estilizada, el salvaje comportamiento de los gánsters llamados kabukimono (literalmente, «gente inclinada»): hombres que vestían de forma llamativa, lucían largas patillas y se contoneaban en los salones de comida, bebida y espectáculos conocidos como chaya (salón de té), con espadas metidas en fajas atadas a la cadera y que a menudo llevaban largas pipas que pasaban de mano en mano mientras fumaban. Sus ademanes eran extramadamente varoniles, pero el Okuni se convirtió en una danza que, aunque ejecutada en ropa masculina, era lo suficientemente provocativa para atraer a gran multitud de hombres a los espectáculos de Kioto, donde se comenzó a bailar a comienzos del siglo XVII. Otras yüjo imitaron el estilo y comenzaron a bailar con espadas cortas colgadas de la cintura y la melena atada en la cabeza, recogida con una cinta de hombre o hachimaki. Las artistas más consumadas, llamadas eufemísticamente osho (monje budista), habían aprendido el arte del shamisen de músicos ciegos que recientemente habían dejado la biwa, especie de laúd de mástil corto, por el shamisen. De este modo, el arte del shamisen se incorporó al kabuki odori. El sonido del shamisen cambió completamente el ambiente predominante de la época. En las funciones llamadas onna (mujeres) kabuki, cincuenta o sesenta muchachas en torno a los dieciséis años de edad bailaban en un escenario moviendo las mangas y pliegues de un magnífico quimono (habitualmente de seda china) perfumadas con áloe (generalmente importado de Vietnam). Cada vez que movían las mangas, el exótico perfume flotaba en el escenario. Las yüjo, sentadas en taburetes, tocaban el shamisen, cuyo sonido se mezclaba con el de las flautas y los tambores mientras los bailarines cantaban «Estamos sólo de visita en este sueño de un mundo flotante». Se decía que el público se sentía tan Citado en Mitamura Engyo, Edo geisha no kenkyü (Estudio de la Edo geisha), vol. 10 de Mitamura Engyo zenshü (Obras completas de Mitamura Engyo) (Tokio: Chüo Koron Sha, 1975, pág. 284). 2 Miura Joshin, KeichO kenbun shü (Observaciones de la era Keicho) (1614), reeditado en el vol. 2 de Edo sosho (Colección de escritos Edo) (Tokio: Meicho Kanko Kai, 1964). 1 transportado que podía asegurar que este mundo es ilusorio y que era indiferente a la riqueza, la propiedad y la vida.3 El impacto de estos artistas en las grandes multitudes que se congregaban en los populosos centros urbanos empequeñecía cualquier espectáculo de las artistas itinerantes. Al parecer, estas funciones convirtieron el primer distrito del placer Rokujó-Misujimachi de Kioto y Edo en un crepitante crisol en el que se combinaban la energía de la danza, la música y la sensualidad e incitaron al shogunado a considerarlo una amenaza al orden social. En 1612, el Gobierno arrestó y ejecutó a 300 kabukimono. En 1616, el onna kabuki fue prohibido en Edo y Suruga. En torno a aquella época, Shóji Jin'emon propuso al comisionado de la ciudad de Edo que se estableciera un barrio con licencia para celebrar espectáculos. En cierta manera, el distrito del placer de Yoshiwara se estableció para controlar el desorden popular, separando el comercio sexual de la industria del entretenimiento. Al otro lado de la carretera de Yoshiwara estaba el distrito de teatro shibaimachi, formado por Sakai-chó y Fukiya-chó. Estos dos distritos, considerados por muchos como <<lugares perniciosos», se convirtieron en el centro de las artes escénicas y otros entretenimientos que cada día inundaban el barrio con un clamor festivo. Yoshiwara siguió creciendo hasta su destrucción en el incendio Meireiki de 1657, después de lo cual el ambiente se desplazó al área de detrás de Sensoji, en Asakusa, un distrito situado a las afueras de Edo. En cuanto al kabuki, el onna kabuki decayó a causa de las continuas prohibiciones, hasta que en 1624 se abrió paso el wakashu kabuki, ejecutado por hermosos muchachos. Sin embargo, como estos jóvenes eran también vistos por los hombres como objetos sexuales, el shogunado consideró que sus actuaciones constituían una amenaza a la moral pública, y en 1652 también prohibió el wakashu kabuki. Al año siguiente, apareció el yaro kabuki, ejecutado por varones adultos. El yaro kabuki apareció inmediatamente después de la prohibición del wakashu kabuki porque los actores que habían actuado antes como muchachos cambiaron el estilo de su peinado y se presentaron como hombres. El yaro kabuki se transformó en el kabuki que conocemos en la actualidad, pero el wakashu se mantuvo en la cultura urbana de la era Edo como centro de actividad homosexual. Odoriko ¿Qué ocurrió con las artistas itinerantes? Algunas fueron absorbidas por el ambiente de prostitución autorizada de Yoshiwara, mientras que otras conservaron su condición de itinerantes. Estas últimas fueron conocidas como odoriko y tuvieron que hacer frente a diversos edictos que prohibían su profesión. El edicto odoriko de 1689 se emitió cuando la actividad de estas jóvenes se había hecho muy famosa, un fenómeno descrito de forma fascinante en un pasaje fragmentario de Abe Tadaaki kaki (Archivos de la casa Abe Tadaaki). En el relato se cuenta que el tercer shogun Tokugawa, lemitsu (gobernó entre 1623 y 1651), disfrutó de un espectáculo de danza de 30 odoriko que llevaban vestidos adornados con oro y plata.* Sin embargo, en ese ejemplo, las odoriko eran en realidad jóvenes actores que bailaban al son de flautas y tambores, no de shamisen. En aquella época, antes de la prohibición del wakashu kabuki, el muchacho odoriko fue aparentemente popular entre la clase samurái gobernante así como entre la clase emergente de los mercaderes. El relato también habla de su actuación no sólo en teatros públicos, sino también en las mansiones de samurái de alto rango. Aunque los edictos del shogun prohibieron la actuación de las odoriko en teatros públicos, su arte fue preservado por los daimi o y samurái de alto rango que les contrataban de forma permanente u ocasional, fuesen hombres o mujeres. Si esto es cierto, en torno a la época en que lemitsu asistía a espectáculos de danza de jóvenes bailarines, la popularidad de las muchachas que ofrecían espectáculos de canto, interpretación de shamisen y danza comenzó a subir cuando el wakashu kabuki invadió en tromba la sociedad de Edo. En el Kokin yakusha taizen (Compendio de actores, pasados y presentes, 1750) se sostiene que <<los artistas que danzaban cuando se les invitaba eran conocidos como * Cita anterior de Mitamura Engyo. Ibid 3 geisha, mientras que los que sólo actuaban recibían el nombre de yakusha; posteriormente se fusionaron y ofrecieron canto y danza». En aquella época hacían las invitaciones los daimio, los criados del shogun y los samurái potentados. Esta demanda hizo posible que las hijas de familias comunes entraran a servir en las casas de la clase militar gobernante gracias al atractivo de las artes escénicas. Según la obra Ochiboshü (1728), «No fue hasta la era Genroku (1688-1703) que comenzaron a pulular las artistas odoriko y las instrumentistas de shamisen. Los padres educaban a sus hijas como una odoriko para que pudieran trabajar en las casas de los samurai». En otras plalabras, en aquella época, la mayoría de las odoriko no eran descendientes de las artistas itinerantes tradicionales sino hijas de comerciantes y tenderos urbanos. Las jóvenes estudiaban shamisen y danza con maestros de estas artes y luego eran la primera de la familia que encontraba un puesto de trabajo en la profesión. Es obvio que los descendientes de las artistas itinerantes crearon un nuevo mercado como profesoras que impartían lecciones a muchachas y mujeres. Sin embargo, las mujeres de este ramo continuaron encontrando dificultades bajo el Gobierno de Tokugawa. En 1706, un criado del shogun de nombre Hojo Sakyo celebró una ostentosa fiesta, con gran número de odoriko, a bordo de un barco de recreo techado en el río Asakusa. Un policía reprendió al grupo, comenzó una discusión y el incidente fue importante. Después, se prohibió a los militares divertirse en barcos, se restringió el número de naves de placer y no se permitió subir a bordo a las odoriko. Los daimio tenían muchos barcos de placer -con toda probabilidad, para celebrar fiestas con odoriko- y muchas de estas naves fueron destruidas, echando un jarro de agua fría sobre la afición de los samurai a celebrar fiestas y organizar espectáculos. A partir de entonces, la imagen del samurai como hombre elegante y aficionado a las artes escénicas dejó gradualmente paso a la del burócrata sobrio y frugal. Machi geisha Con el tiempo, la odoriko de Edo fue conocida como machi geisha, o «geisha urbana». Se dice que, después de ser expulsadas de los barcos de placer, se congregaron en los barrios de Ryogoku-Yanagibashi, Yoshicho-Jinzaemon-cho, Horie-cho y Kyobashi de Edo, todos ellos a orillas de canales y ríos durante la era Edo. Por consiguiente, aunque la prohibición consiguió cortar las relaciones entre la clase militar y las odoriko, por lo visto persistió su conexión con los barcos, al menos rudimentariamente. A finales de la era Edo, muchas machi geisha frecuentaron los chaya (salones de té) del distrito donde se habían establecido los teatros. La machi geisha, a diferencia de la geisha de Yoshiwara, tuvo una gran influencia en la moda de Edo. El Buya zokudan relata cómo la machi geisha introdujo la moda de la sombrilla azul. «Jóvenes muchachas que no eran de la profesión aprendían a tocar shamisen y a cantar jóruri y, como geisha, eran enviadas a trabajar a casa de los samurái o a las chaya, donde se reunían los samurai fuera de su casa. Una mujer contó que la acompañaba su 'madre'. A comienzos de la era Genbun (1736-1741) se hicieron famosas tres bellas geisha, Emon del grupo Sangoshichi, Oteru del grupo Chitose y Oen del grupo Daisuke. Cuidaban sobre todo su cabello, utilizaban finas peinetas y llevaban adornos y horquillas de plata. Cuando hacía calor, para evitar que se les estropeara el pelo, se ponían de acuerdo entre ellas para llevar sombrillas con penachos y mangos negros. Comenzaron a hacer esto porque habían oído una historia china en la que un soberano de la dinastía Tang se protegía con una sombrilla de seda azul. La moda se extendió y no sólo las mujeres, sino también 4 los hombres comenzaron a llevar sombrillas de papel azul». Tal como se desprende de esta cita, los edictos que prohibían la odoriko en aquella época crearon una situación en la que las muchachas ordinarias estudiaban shamisen y jóruri para trabajar como geisha en las reuniones de los samurái de alto rango. Sin lugar a dudas, las mujeres que se hacían pasar como madre de 4 Ibid. pág. 284 esas geisha «aficionadas», hijas de familias corrientes, eran sus mánagers. La referencia citada también señala que las geisha de aquel tiempo se organizaban en grupos (kumi) que competían para promocionar una geisha estrella. El original sentido de la moda de estas machi geisha, soprendente y refrescante, dio lugar a nuevas tendencias que periódicamente se extendieron por la sociedad de Edo. La geisha de Fukagawa Fukagawa, de donde tomó su nombre la geisha de Fukagawa, surgió en tierras recuperadas a comienzos de la era Edo. Situada más allá del Sumida, el mayor río de Edo, al principio era un lugar apartado del distrito central de la ciudad. Como esta vía fluvial era apta para el transporte, en sus orillas se fueron construyendo almacenes de arroz, aceite y fertilizantes. Y como que estaba alejada del centro de la ciudad, donde los incendios eran frecuentes, también se la consideró un lugar adecuado para procesar y almacenar madera para la construcción. Después del incendio Meireki de 1657, se trasladaron a Fukagawa templos, santuarios y casas de samurái esperando así escapar a futuras conflagraciones, y un número creciente de comerciantes y tenderos también se afincaron en la zona. Se construyeron puentes para comunicar la zona con el centro de la ciudad, y frente al santuario Tomioka Hachiman se levantó un barrio de esparcimiento que albergó numerosos salones y burdeles sin licencia. Al parecer, las odoriko llegadas en tropel a esos establecimientos se ofrecían abiertamente a los clientes y, en 1743, un total de 104 odoriko fueron arrestadas y reubicadas en Yoshiwara. Por lo visto, el grueso de edictos y leyes sobre la prostitución aprobadas durante la era Edo no se proponía ilegal izar la prostitución, sino ponerla bajo el control del Gobierno, al menos en Edo, una de las ciudades más grandes del mundo y un imán para toda clase de forasteros. Lo que estaba prohibido era el ejercicio de la prostitución fuera del marco de control impuesto por el Gobierno. Las desenfrenadas actividades de las prostitutas y los artistas de Fukugawa habían provocado su arresto y traslado a Yoshiwara. El yüjo de Yoshiwara se dividía en tres categorías, y a las mujeres de Fukagawa las colocaron en la más baja. La masiva recolocación de las odoriko de Fukagawa impulsa en gran medida la aparición de la geisha de Yoshiwara, de la que hablaremos posteriormente. La geisha de Fukagawa,se llamaba también haori geisha, en referencia a su costumbre de llevar una media capa. Se dice que esta moda provenía del vestido de los actores infantiles que intervenían durante el canto del Bungo-bushi, una forma de joruri. Pero en su origen, el haori era una prenda que vestían sólo los hombres fuera de su casa, de ahí su aspecto masculino. La geisha de Fukagawa era considerada la más iki de todas. Iki es un término utilizado en Edo para referirse a algo o alguien con un aire abierto y sin afectación, alegre y desenfadado, que viste a la moda con buen gusto y al mismo tiempo con cierta dosis de erotismo. Esta estética tuvo un importante impacto en la cultura de finales de la era Edo. La geisha de Yoshiwara Por extraño que parezca, no hubo odoriko ni geisha en el distrito autorizado de Yoshiwara antes de 1760. ¿Por qué había odoriko en cualquier parte de Edo pero no en Yoshiwara, que parecía el lugar más natural para su actividad? La razón es que en los primeros años, la yüjo eran las únicas capacitadas para las artes escénicas y otras habilidades. Tal como se dijo anteriormente, los barrios de placer y teatro eran básicamente la misma cosa a principios de Edo; en los barrios de placer había lugares donde se celebraban espectáculos, donde las yüjo hacían funciones de kabuki. En concreto, las yüjo de Yoshiwara eran más que prostitutas: se esperaba de ellas que tocaran el shamisen, cantaran, bailaran, escribieran poesías y prosa tradicional, celebraran la ceremonia del té y supieran hacer arreglos florales. Tomaban lecciones de caligrafía, leían bien y sabían escribir sus propias cartas. Algunas de ellas incluso sabían leer y escribir en chino. Sin embargo, con el paso del tiempo, disminuyó el número de yüjo que recibían una educación así, y las odoriko salvaron la diferencia. La primera mención de la geisha en Yoshiwara aparece en la guía del barrio del placer titulada Saiken shoroku, publicada en 1761, donde se habla de dos geisha llamadas Ran y T oki del establecimiento de Tamaya Yamasaburo. La guía utiliza la palabra geisha en lugar de odoriko, dando a entender que la primera era corriente en esa época. Otra guía de Yoshiwara, Jitsugokyo, publicada en otoño del mismo año, informa sobre una geisha llamada Kasen de un establecimiento de Qgiya Kanbei. Es interesante anotar que en ambos casos se informa de que la geisha se puede alquilar y está disponible para los clientes que visiten el local. Estas guías también demuestran que los burdeles que empleaban a yüjo comenzaban a contratar a geisha. Sin embargo, se trataba de un barrio con licencia para la prostitución, y no habría sido propio de una geisha invadir el territorio de la yüjo. Por esta razón, la geisha de Yoshiwara, a diferencia de la de Fukagawa y otros distritos, era exclusivamente una artista, y nunca practicó la prostitución. En 1779, Yoshiwara adoptó el sistema kenban para supervisar a las geisha de la zona y restringió su número por debajo de las 100 artistas, garantizando así que no se pondría en peligro el sustento de las yüjo. (El kenban funciona todavía hoy como una especie de sindicato de las geisha). Según los registros, en 1780, en la cumbre de la cultura Edo, había 19 varones y 88 mujeres geisha, 40 de las cuales residían en los burdeles de Yoshiwara. La geisha de la era moderna Durante la era Edo, los oficiales de la clase militar utilizaban el término geisha yoriai para referirse a las fiestas en las que actuaban geisha. Después de la Restauración de Meiji de 1868, el legado de esta costumbre persistió en la fuerte tendencia de los políticos, funcionarios y hombres de negocios nacionales a hacer tratos y tomar decisiones en las reuniones celebradas en las machiai-jaya (salones de té y citas) establecidas en el distrito Shinbashi de Tokio, donde actuaban las geisha. Estos salones eran tan importantes para la toma de decisiones por parte de los políticos que las negociaciones entre bastidores pasaron a llamarse políticas machiai. Gracias a esta relación, los más notables políticos de la era Meiji se casaron con mujeres que habían sido geisha. Una razón de esta tendencia fue que, en aquella época, sólo podían trabajar de geisha las mujeres que, fuera de unas pocas, estaban preparadas para conversar en términos de igualdad con políticos, burócratas y hombres de negocios. Cuando las mujeres accedieron a una educación superior y pudieron hacer carrera, este aspecto del papel de la geisha fue decayendo. Sin embargo, la geisha es el último bastión de ciertas artes tradicionales japonesas, como el arte de tocar el shamisen, el canto de temas y relatos tradicionales, la danza japonesa clásica, el tambor taiko, la flauta japonesa, la etiqueta y el ceremonial, el arte de vestir el quimono. Con todo, muy pocas jóvenes de hoy quieren y son capaces de pasar el riguroso entrenamiento -que comienza hacia los diez años de edad- para convertirse en guardianes de esta tradición. Y es que actualmente las mujeres tienen la puerta abierta a muchas carreras. También ha caído la demanda, ya que cada vez hay menos hombres que dispongan de medios para emplear geisha con cierta regularidad. En la actualidad no es raro encontrar mujeres ataviadas con un quimono que sirven sake a las que se les llama geisha. Sin embargo, encontrar una geisha en el sentido tradicional del término es, efectivamente, un hecho raro. Traducido de un artículo original en japonés escrito para Japan Echo. Cedido al Observatorio Virtual Asia Pacífoco por Cuadernos de Japón