LAS PROMESAS 28 de noviembre al 4 de diciembre. La Biblia contiene poco más de 3500 promesas (¡sí, tres mil quinientas!!), y podemos apropiarnos de ellas en la medida que las conozcamos. La mayor parte, son “condicionales”, es decir, que Dios espera que hagamos algo para que sean detonadas en favor nuestro. ¿De cuántas te has apropiado? Debemos entender el término “condicionales”: Esto significa que las promesas solo serán cumplidas, si hacemos, decididamente, la parte que nos corresponde: Entender, creer, obedecer. Salmos 91:14-16. Las palabras “…por cuanto…” representan la condicional, y equivalen a decir: si tú…. Esta escritura nos enseña tres cosas: I. II. III. “Por cuanto en mí ha puesto su amor…” Dios nos invita a poner nuestro amor en él; que para nosotros él sea el primero, el más importante, el más grande objeto de nuestro amor. El mandamiento más grande es éste: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Mateo 22:37. Pero ¿Le amamos realmente? Jesús, después de haber resucitado, le preguntó a Pedro: ¿Me amas?, y Pedro se entristeció, seguramente porque días antes le había negado, y al abrir su corazón, contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo…” Eso era cierto. Si amamos al Señor, que no sea de palabra solamente sino de hecho y en verdad. 1ª Juan 3:18. Pongamos todo nuestro amor en el Señor, renunciando a nosotros mismos. “Por cuanto ha conocido mi nombre” Esta expresión se refiere al entendimiento de lo que representa Dios para nosotros, principalmente en relación al temor santo y profunda reverencia que le debemos a él, cada minuto de nuestra existencia. Solo aquél que verdaderamente conoce (y reconoce) el nombre de Dios, es movido continuamente a honrar su majestad y santidad en pensamientos, palabras y hechos. Sigamos el ejemplo de los grandes hombres de Dios quienes aprendieron a vivir honrando el sublime nombre de Dios: Abraham, Noé, Moisés, David, Pablo… quienes en su vida dieron evidencias de que “conocían” el Santo nombre del único Dios vivo y verdadero. Salmos 96:9. Si ponemos todo nuestro amor en el Señor, y damos fiel testimonio de haberle conocido, entonces podemos estar seguros de ser poseedores de estas promesas: Él nos librará de nuestros enemigos, de los peligros, enfermedad y muerte, seremos puestos en lugares privilegiados, cada vez que clamemos a él, nos responderá fielmente, nos consolará en los días angustiosos y nos librará de ellos, seremos saciados con muchos años de vida y disfrutaremos el gozo de su salvación. Él cumplirá su propósito de bendición, liberación y salvación en nosotros. Un antiguo himno declara: Todas las promesas del Señor Jesús, son apoyo poderoso de mi fe… ¡Grandes, fieles… en ellas para siempre confiaré!! 2ª Corintios 1:20. A todo aquello que Dios nos ha prometido, podremos decir ¡Sí y amén!!