2 C s CULTURAS Y SOCIEDAD El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo. :: KEYSTONE Domingo 27.07.14 REDACCIÓN CENTRAL bre culto y conservador moderado, reconoció el valor periodístico y literario de los escritos y le pidió a Calvet que tradujera de inmediato las notas para poder empezar a publicarlas al día siguiente. El oficio de periodista no tenía un gran prestigio social y el joven Calvet decidió camuflarse en el seudónimo de Gaziel, el nombre que los árabes daban al ‘daimon’ socrático, una especie de voz de la conciencia con la que dialogamos y que impulsa a preguntarnos sin descanso. El ‘Diario de un estudiante en París’ tuvo un éxito impresionante con un gran eco popular. Unas semanas después Gaziel volvía a París convertido en corresponsal para escribir de la Gran Guerra. Más allá de la historia oficial o de los hechos que podrían recoger las informaciones de los periódicos, Calvet nos cuenta de forma apasionada y en primera persona el París de sus calles y de su gente. El pálpito cercano y caliente que nos hace sentir una angustia misteriosa y el vago presentimiento de la gran tormenta que se avecina y que no se sabe cuándo acabará. Pero también está la reflexión lúcida sobre una Europa culta y feliz que se derrumba. Al final de la guerra, Calvet volvió a Barcelona para convertirse en una de las firmas más prestigiosas del diario La Vanguardia, del que pronto se convirtió en director. Al frente del periódico en los intensos años de la SegunDIARIO DE UN Filosofía y Letras. Calvet ESTUDIANTE. da República, tuvo que PARÍS 1914 se encontraba en una huir a Francia al estallar Autor: Gaziel. buhardilla parisiense amla Guerra Civil, amenazaEditorial: Diëresis. pliando estudios en La Sor- 352 páginas. do por los anarquistas de bona, en una especie de Precio: 19 euros. la FAI, que desvalijaron precedente del Erasmus acsu casa, y por los fascistas. tual. Se alojaba en una penLa segunda gran guerra le sión con jóvenes procedentes de forzó a regresar a España, donde multitud de países, en una convi- los tribunales franquistas le absolvencia cosmopolita y alegre, cuan- vieron de sus responsabilidades redo le alcanzó la sacudida del comien- publicanas. Prácticamente expulzo de la contienda. sado de Barcelona, fijó su residenEn un viaje a Barcelona, enseñó cia en Madrid para dirigir la editoal entonces director de La Vanguar- rial Plus Ultra y escribir en catalán dia, Miquel dels Sants Oliver, las libros de memorias y viajes. Jubinotas que había tomado vuelaplu- lado ya, regresó a su tierra natal ma y en catalán del primer mes de para seguir escribiendo hasta que movilización en París. Oliver, hom- murió en 1964, a los 77 años. Agosto de 1914, el inesperado derrumbe de una Europa feliz ‘Diario de un estudiante’ permite descubrir a Agustí Calvet ‘Gazel’, un escritor espléndido y un periodista excepcional del siglo XX :: MIGUEL SALVATIERRA MADRID. «De golpe y porrazo, nuestras vidas dejaron de ser, para siempre, lo que hasta entonces habían sido. Sin que nos percatáramos, había a nuestro alrededor centenares de millones de seres humanos inocentes que quedaron condenados a muerte o a sufrir unas pena- M añana se cumplen cien años del inicio de la que hoy conocemos como Primera Guerra Mundial. Todo comenzó en Sarajevo, un mes antes, con el asesinato del heredero a la corona de Austria-Hungría, el archiduque Francisco Fernando. Su autor, el separatista serbo-bosnio Gavrilo Princip es aún hoy un héroe en Serbia. La causa de la guerra es más compleja y, como casi siempre, esconde raíces económicas, en este caso relacionadas con el imperialismo europeo. ¿Los motivos? Por una parte, el creciente militarismo de Alemania y Gran Bretaña, que compartían además la necesidad de materias primas y de nuevos mercados que garantizaran su desarrollo industrial. Por otra, el control de las rutas navales, verda- lidades increíbles. Imperios y naciones iban a hundirse con estrépito. Todo el mundo había entrado en una convulsión incalculable». Con esta expresiva descripción arranca Agustí Calvet ‘Gaziel’ las palabras iniciales de su ‘Diario de un estudiante. París 1914’ (Diëresis) reeditado cien años después de que viera la luz en forma de serial en el diario La Vanguardia. Tanto la reedición de su diario como la de otras dos de sus obras, ‘En las trincheras’ (Diëresis) y ‘De París a Monastir’ (Libros del Asteroide) supondrá para muchos lectores el feliz descubrimiento de un escritor espléndido y de un perio- dista excepcional. Injustamente caído en el olvido, solo a partir del 2000 comienza a publicarse de nuevo su obra y otros escritores, como Xavier Pericay o Juan Benet, llaman la atención sobre su valor y vigencia. Gran parte de ese ostracismo se puede deber a su pertenencia a esa ‘tercera España’, que no se reconocía en ninguno de los dos bandos y al rechazo de un nacionalismo catalán que le consideraba un vendido. El 1 de agosto de 1914, todo cambió para este ampurdanés nacido en Sant Feliu de Guixols, en 1887, en el seno de una familia acomodada, que iba para notario y que en un primer desvío optó por licenciarse en IGNACIO URÍA PERIODISTA E HISTORIADOR DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA Y EL MUNDO ENLOQUECIÓ dera clave para mantener la supremacía geoestratégica. Sin olvidar, por último, el aumento demográfico en Europa que, desde 1870, había duplicado su población. Esto obligó a unos 40 millones de europeos a emigrar a las colonias y que cientos de miles se alistaran en el Ejército. A principios del siglo XX, las potencias europeas (Gran Bretaña, Alemania, Holanda y Francia) se disputaban amplias regio- nes de África y Asia. Es decir, nuevas colonias que explotar. ¿Cómo conseguirlo? Con una guerra, que era (y es) el método más eficaz para arrebatar riqueza y territorios a tu vecino. Los dos bloques enemigos estaban bien definidos, ya que existía una sólida política de acuerdos en el caso de que un aliado fuera atacado. En 1914, Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia por ha- ber asesinado a su heredero, entonces los rusos salieron en defensa de sus aliados serbios (ambos son países eslavos de religión ortodoxa), lo que ‘obligó’ a Alemania a enfrentarse a Rusia. Esto supuso que Francia y Gran Bretaña entraran en escena y así comenzó la matanza. Uno de los ensayos de Erasmo de Rotterdam se titula ‘La guerra es dulce para el que no la conoce’. Europa la conocía bien, pero pareció olvidarlo. El resto es historia: cuatro años de carnicería bélica en las trincheras, utilización masiva de armas químicas, aparición de nuevo armamento (tanques, aviones, ametralladoras) y doce millones de muertos. Los supervivientes tampoco lo tuvieron fácil porque la riqueza mundial se redujo en un 30% y la crisis financiera golpeó tanto a ven- cedores como a vencidos. Al final de la guerra, en 1918, habían caído tres imperios (el ruso, el austro-húngaro y el otomano) y habían aparecido dos nuevas potencias (una mundial, Estados Unidos, y otra regional, Japón), además de comenzar el declive de Gran Bretaña. Alemania, por su parte, entregó el 10% de su territorio y perdió el 15% de su población así como su moderna flota naval. Su ejército tuvo que disolverse. En el campo ideológico se asistió al nacimiento del totalitarismo nazi y comunista, así como del autoritarismo fascista. Todos ellos muy hábiles en el uso de la propaganda, otra de las novedades de esa guerra. Dos décadas más tarde, entre los tres provocarían un nuevo conflicto, la devastadora Segunda Guerra Mundial. Nada nuevo bajo el sol.