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Nuestro Tiempo
CIENCIAS Y A R T E S — P O L Í T I C A Y HACIENDA
AÑO
XXVI
• A O R I D , N O V I E M B R E OC -1 S a S
Medicina
NÚM.
33B
social
Lucha antituberculosa
El problema de la lucha contra la tuberculosis, está sin
resolver. Las esitadísticas de mortalidad aumentan sin cesar y
no se vislumbra, en el campo de la terapéutica, ningún remedio (jue ponga un dique al desenvolvimiento cada vez más
creciente de la llamada peste blanca. Ni las prácticas antiguas,
ni las modernas adquisiciones fannacológicas resuelven el
problema y su tratamiento queda supeditado, en la actualidad,
a seguir un régimen higiénico apropiado de vida y de alimentación.
En estos últimos años se ha intensificado en España la
lucha contra esta enfermedad; se han multiplicado los dispensarios antituberculosos; las conferencias en que sabios protesores ponen al alcance del vulgo los medios profilácticos
para precaverse de ella y hasta el cinematógrafo ha sido empleado para divulgar su etiología, patogenia y profilaxia.
Pero no basta con esto, pues siguiendo este método, se conseguiría, si acaso, disminuir en pequeña cantidad la mortalidad, pero no el número de tuberculosos.
9^;
NUESTRO TIEMPO
Eí problema básico en el tratamiento de la tuberculosis,
es el diagnóstico precoz, pero dado lo insidioso y largo dd
período premonitor de esta enfermedad y la carencia de sínitjmas externos y de molestias del enfermo, hacen que cuando
éstos, acuciados por el mal acuden al dispensario, su lesión
i'jberculosa se encuentra ya en período tan avanzado, que hace
difícil conseguir un resultado satisfactorio con el tratamiento
apropiado. Estas formas de principio sin síntomas manifiestos,
son las más difíciles de tratar por lo tardíamente que se hace
el diagnóstico, y esto es lo que hace considerar como menos
grave aquellas otras formas de tuberculosis pulmonar cuyo
primer síntoma es la hemoptisis.
Como se puede observar, por lo expuesto anteriormente,
la profilaxis de la tuberculosis está llena de dificultades; es
necesario ir a la busca y captura de enfermos que ni remotamente sospechan su estado; es necesario hacerles comprender
que su vida está en peligi'o, cuando no les aqueja moifestia
alguna; es labor de cultura y de divulgación; de compenetración entre médico y enfermo; de colaboración, pues nada conseguirá el médico si el enfermo, por su parte, no pone toda su
voluntad y todo 3U deseo para conseguir el fin que se persigue.
Estas dificultades son las que hay que vencer para obtener resultados prácticos; toda lo qtie; no sea segtdr este camino,
será pretender atajar el mal con medidas manifiestamente insuficientes.
Reconozco que no es empresa fácil el llevar a la práctica
estas medidas. En primer lugar, sería necesario que anualmente todos los individuos de la nación o región en que se pusiera
en vigor, fueran reconocidos por médicos especializados en estas materias, vencer la resistencia que a l"a implantación de esta
innovación pondría, con toda seguridad, la gente; modificar
lo legislado en este sentido, haciendo obligatorio este reoonocimiento; creación de un cuerpo de médicos especializados; habilitar locales> aparatos, accesorios; todo lo cual requiere tiempo
y dinero, sin contar las eventúalidadeis que pudieran presentarse.
El reconocimiento sistemático de los habitantes de una oo-
LUCHA ANTITUBERCULOSA
no
marca, se ha realizado, por vía de ensayo. En el año 1916, la
Compañía Lifeextention Institute de Nueva-York, eligió como
campo de prueba la pequeña ciudad de Fransinghan de 16.000
habitantes, situada en el estado de Massachusetts. Iniciada la
campaña por los especialistas que la Compañía había enviado y
con una intensa propaganda para que sus habitantes fueran
presentándose al reconocimiento médico voluntario y periódico, al segundo año de haber empezado sus trabajos, el vecindario en masa acudía al reconocimiento. Como primera enseñanza de esta investigación en gran escala, se sacó la consecuencia de que sólo el 23 por 100 de los habitantes reconocidos, gozaban un estado de salud perfecta; el resto se incluía
dentro de toda alteración patológica, desde la más ligera de
la dentición, hasta el estado consuntivo de las enfermedades
crónicas. La proporción de afecciones tuberculosas por ciento
fué de 2,16.
El promedio de la mortalidad por tuberculosis en ei Estado
de Massachusetts, en el transcurso de los años de 1906 a
1916, había sido de 1,21 por mil habitantes, lo que daba una
mortaUdad anual de 5,60 por cada cien individuos afectos de
tuberculosis.
Los médicos de la Lifeextention, únicamente diagnosticaban, dejando al enfermo en libertad para que fuera tratado
por el médico que libremente eligiera, y después de cinco
años de trabajo podían exponer con orgullo la siguiente estadística de mortalidad por tuberculosis.
Mortalidad
por 1.000 h.
Años.
1905 a 1916
1917
1918
1919
1920
1921
1,21
0,97
0,80
0,90
0,64
0.40
' «
loO
NUESTRO TIEMPO
En sólo cinco años habían conseguido hacer disminuir la
'mortalidad de 1,21 a 0,40 por i.ooo, y suponiendo que el número de tuberculosos hubiera permanecido constante, de 5,60
por IDO a 1,85 por 100. Los números son lo suficientemente
elocuentes para que exijan comentarios.
I I
Expuestos quedan los métodos puestos en práctica por la
Comisión sanitaria de la Lifeextention de Nueva York, y los
resultados altamente satisfactorios obtenidos en los cinco primeros años de su actuación. El llevar a la práctica este pequeño ensayo sería el ideal, pues es el único que puede proporcionar resultados satisfactorios; el que puede hacer disminuir palpablemente el número de defunciones desde el momento que
lc>s métodos por vacunación no están resueltos en la actualidad,
unos porque el resultado no ha acompañado a las esperanzas
que en ellos se había puesto, y otros, como el del Dr. Calmette. porque aun no ha transcurrido tiempo suficiente para que la
ciencia haya podido comprobar sus efectos preventivos; además, aunque el Dr. Calmette hubiera resuelto el problema con
sa vacuna de cultivos atenuados, sólo podrían beneficiarse de
sus resultados los que en la actualidad nacieran, pues únicamente puede realizarse la vacunación dentro de los diez días siguientes al nacimiento del niño. No combatimos con esto las
vacunas del Dr. Calmette; exponemos únicamente la idea de
que éstas puedan ser un arma valiosísima para el porvenir, pero
en la actualidad no resuelven el problema.
Disponemos, pues, en la actualidad de un solo método: el
diagnóstico precoz. ¿Cómo llevarlo a la práctica? El ideal, desde luego, sería el reconocimiento médico y anual de todos los
individuos, pero no dejamos de reconocer las dificultades que
su implantación presenta, no siendo Ici mayor precisamente el
gasto que esto ocasionara, pues muriendo anualmente en España 30.000 individuos de tuberculosis, y si al ponerse en vigor estas medidas se redujera a un tercio esta mortalidad, como
LUCHA ANTITUBERCULOSA
en el caso de FransiiT^fh.an, 20.000 españoles salvarían anu;
mente sus vidas, y suponiendo en 5.000 pesetas por términl
medio el valor de cada vida, España dejaría de perder anual
mente 100000.000 de pesetas, lo que da amplio margen para
cualquier gasto que se hiciera en este sentido.
No nos atrevemos a proponer este reconocimiento anual,
pero sí el reconocimiento en los períodos de la vida del hombre
en que éste marca su orientación parcial o definitiva. Dentro de
los veinticinco primeros años de su vida, período en el cual la
tuberculosis presenta mayor porcentaje de defunciones, podría
ser examinado y reconocido en la forma que indicaremos a
continuación, orientando y enfocando este reconocimiento en el
¿entido del diagnóstico tuberculoso exclusivamente. Siguiendb
esta norma los gastos no serían dispendiosos, se podría obligar a
que todos los individuos fueran examinados sin necesidad de emplear procedimientos coercitivos, y el número de médicos reconocedores se limitaría de tal modo, que, con toda seguridad,
podrían cumplir su cometido los afectos a los servicios de Beneficencia provincial y municipal sin necesidad de ampliar su
número.
El primer reconocimiento podría realizarse en el momento
en que el niño ingresa en la escuela. En la actualidad, para este
requisito es necesario una certificación médica de que el niño
está vacunado y de que no padece enfermedad contagiosa; esta
última cláusula, exigida con todo rigor y confirmada por otro
reconocimiento realizado por el médico encargado de la inspección sanitaria escolar, clasificando a los alumnos en dos grupos:
libres de tuberculosis o tuberculosos incipientes, con independencia completa para evitar ulteriores contaminaciones. Estos casos die tuberculosis serían notificados al dispensario antituberculoso, como ordena la Real orden de 4 de septiembre de 1926,
instituyendo éste el tratamiento, o dejándolo a cargo de la familia, si éste era su deseo, pero ejerciendo una vigilancia constante para qi:e las prescripciones facultativas fueran observadas
con todo rigor.
Al terminar eí dclo de estudios primarios cambia el genera
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NUESTRO TIEMPO
de vida del hombre, según que oriente sus actividades hacia un
trabajo manual o intelectual.
En el primero de los casos es la fábrica la que más pteligros
encierra para la difusión de esta enfermedad. El trabajo continuado en malas condiciones higiénicas, el verse expuesto el
obrero a enfermedades profesionales que crean en éí un estado
de inferioridad fisiológica, la escasez de los jornales, que hace
que su alimentación no sea apropiada y que en sus viviendas la insalubridad sea la norma, son la causa de que esta clase pague un
tributo tan elevado a la tubierculosis.
En este caso el patrono y el Estado debían marchar íntimamente unidos en h. lucha contra esta enfermedad. El Estado,
exigiendo de un modo terminante que hasta los diez y seis años
nadie pudiera dedicarse a este género de trabajos; el patrono,
instituyendo en sus fábricas el reconocimiento obligatorio de sus
obreros a su ingreso en el taller. El patrono, con esta práctica,
obtendría innumerables beneficios. Sus obreros, hombres vígolosos, rendirían mayor trabajo; la producción la vería aumentada y disminuidas las primas por enfermedad, y en cuanto a los
obreros tuberculosos, no abandonados por el Gobierno, y dándole éste los medios suficientes para su curación, verían aumentado el término medio de su vida y disminuido el número de
su mortalidad.
Para el que orienta su vida hacia el estudio, podría establecerse el reojnocimiento: uno a su ingreso en la segunda enseñanza, y en la Universidad o en las Escuelas especiales el segundo; y, por último, en el momento del alistamiento en filas,
desechar y dar por inútil en el Ejército a todo aquel recluta que
fuera sospechoso de tuberculosis, pero obligándole, de un modo
sistemático, a que se ponga en tratamiento, bien por su cuenta
o a cargo del Estado, pero supeditado en uno y otro caso al fuero de Guerra.
Esto es, en líneas generales, lo que podría estabtecerse en la
lucha contra la tuberculosis, sin que fuera molesto para los ciudadanos, ni gravoso para el Estado.
San Sebastián, octubre.
Dr. ANTONIO ECHETO
W pitan ei la literabra y ii la É I espaiolis"'
(Continuación.)
XI.—La brillante Filosofía del picaro.
En una página de La gitanilla están como resumidas las doctrinas d d i^ícaro (2); en ,1o tocante a Pditica, Etica, Economía,
Antropología, Sociología, Delrecho. Por otras fuentes hemos
averiguado su Religióna) En Política, su postura es la neutralidad, antQ las luchas de los partidos, y aquel altivo rehusar acatamiento a jefes
o caciques. El viejo gitano, expone a Andrés Caballero su programa o cartel de vida de la tribu. "Ni sustentamos bandos—dice—, ni madrugamos a dar memoriales, ni a acompañar magnates, ni a solicitar favores" (3)- Así en la sociedad,
(I) Véase el número 333 de esta Revista (5 septiembre de 1926), páginas 193-218. Por hallarse ausente el autor en el extranjero no pudo corregir su primer artículo. Lleva numerosas erratas, que la cultura del lector
habrá comprendido y su benevolencia habrá sabido perdonar.
(2) Si se acepta la asimilación de ese tipo social, atípico, a una representación típica, antropológica y social: los gitanos. Era, acaso, esa representación, si no la más acusada, la más coherente de la fauna picaresca, en
el siglo XVI. Afirmándose sobre una base étnica, consolidada en agregado
sotíal, ese tipo pervive en nuestros días, en la integridad de sus características, ofreciendo al investigador un documento vivo, de valor único. Como
los salvajes y muchos pueblos bárbaros, la grey gitana es ejemplar colectivo, de patSüo desarraigado, con un presente histórico. (Vid "Pueblos y razas de on presente histórico", en mis Comentarios al Código penal de 1870.
Madrid, Reus, 1920, I, 13, 14.)
(3) La GiUmilla, ed. RODRÍGUEZ MARÍN (Madrid, La Lectura, 1914),
I, ja.
.*•*
:04
NUESTRO TIEMPO
el picaro es un ciudadano equivoco; que, por fases de su vida,
cambia hasta de nombre (i).
Ello se debe a este fenómeno universal: el picaro es vagadundo, siguiendo la ruta sin oriente de sus necesidades de apetición. "El camino que llevo es a la ventura—dice Diego Cortado—, y alli le daría fin donde hallase quien me diese lo necesario para pasar esta miserable vida" (2).
Pero, decididamente, es mal ciudadano, y en rigor no lo es,
cuando practica la primitiva justicia privada. "No vamos a la
justicia a pedir castigo—explica el gitano—: nosotros somos
los jueces y los verdugos de nuestras esposas o amigas; con
la misma facilidad las matamos y las enterramos por las montañas y desiertos como si fueran animales nocivos" (3). Porque esto lo hacen, también, entre ellos mismos; no acudiendo
nunca a los Tribunales.
b) Su Etica, se contenta con un mínimum—que es el "mínimum ético" del estado tribal—^prohibiendo, con precepto único y bajo castigo ejemplan el adulterio; porque "nosotros guardamos inviolablemente la ley de la amistad (4). En cambio,
muéstrase indiferentista, ante el dualismo familiar de concubinato y matrimonio. "La libre y ancha vida nuestra—dice el
gitano viejo—^no está sujeta a melindres ni a muchas ceremonias"
( I ) Rincón es "Rinconete"; Cortado, "Cortadillo" (Rinconete y Cortadillo, ed. R. Marín, pág. 278). Ginés de Pasamente es "Maese Pedro"
(Quijote, parte 2.*, cap. XXVII). D. Diego de Carriazo se hace llamai,
primero, Urdiales; luego, "Lope Asturiano", y Avendano, "Tomás Pedro"
(La ilustre fregotia, ed. Bruselas, 1614, págs. 357 y 373)- Juan Martí se
muda en Mateo Lujan, y su hermano se apellida Layavedra. Vid. MATEO
ALEMÁN, Aventuras y vida de Gusmán de Alfarache. i.' parte (i.' ed., 1533;
3 ' , Lisboa, 1604; utilizamos la de Autores españoles, de Rivadeneyra. Novelistas anteriores a Cervanttes, Madrid, 1848), tomo III, p. 298.
(2) Rinconete y Cortadillo, ed. Cías. cast. (Madrid, La Lectura,, 1914);
I, 143.
(3) La Gifanilla. Ed. cit., I, 70. En la novela moderna confirma esta
institución picaresca MERIMÉE, Carmen. Parte I I I : "Como eres mi rom,
tienes derecho a matar a tu romí; pero Carmen será siempre libre". (Ed.
Madrid, El Sol, (S. A.), p. 89.)
(4) La Gitanilla (ed. cit.); I, 69.
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
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Y horroriza esta confesión, de un moralismo invertido:
'Entre nosotros, aunque hay muchos incestos, no hay ningún
adulterio" (i).
Mentira y verdad tienen el mismo valor para ellos; un valor de utilidad, que se aprecia, diferencialmente, según las circunstancias : Del sí al no—dice el gitano—no hacemos diferencia cuando nos conviene; siempre nos preciamos más de mártires que de confesores" (2). Y Cortadillo observa, agudamente: "¡Como si tuviese más letras un no que un sí!" (3).
Lázaro, ajustándose en Toledo, con nuevo amo, "le satisfice de mi persona—dice—lo mejor que mentir supe, diciendo
mis bienes y callando lo demás, porque me parecía no ser para
en cámara" (4). Pero su pobre amo, que, aunque hidalgo, apetece servir a un noble, "yo sabría mentille tan bien como otro—
dice (5). Todos, pues, eran picaros de la verdad; ya que todos,
variadamente, mentían.
En la variante del sexo, d picaro hembra, se prostituye (6);
como la Gananciosa y la Cariharta, que vemos entrar en casa
de Monipodio: "afeitados los rostros, llenos de color los labios
y de albayalde los pechos, cubiertas con medios mantos de anascote, llenas de desenfado y desvergüenza: señales claras... que
eran de la casa llana" (7).
Esa "casa llana y venta común", por la que pasa el sentencioso vesánico; cuando "vio que estaban a la puerta della
muchas ;noradoras (8), y dijo que eran bagajes del ejército de
(1) Ob. cit, I, 69.
(2) Ob. cit, I, 71.
(3) Rinconete y Cortadillo, ed. cit., I, 582.
(4) El lazarillo de Tormos (1554), Tratado III. Véase el pasaje en
MENÉNDEZ PIDAL, Antología de prosistas castellanos (Madrid, J. A. E.,
1917), p. 89.
(5) Ibid. Tratado III (ed. cit., p. 112).
(o) Vid M. CARBONERES, Picaronas y alcahuetas, o la mancebía de Valencia (Valencia, 1876).
(7) Rinconete y Cortadillo, ed. cit., I, 187.
(8) El licenciado Vidriera. Ed. Cías. cast. (Madrid, La Lectura, 1917).
II, 40, 41.
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NUESTRO TIEMPO
Satanás, que estaban al'ojados en el mesón del Infierno".
Tanto pudo haberlo predicado del ejército del otro, del Demonio del mediodía; cuyos tercios de Flandes llevaban—según malas Crónicas—bagaje de carne, al frente (i).
Y asimismo, en aquellos tiempos de corrupción, del ejército dé la Iglesia; cuando, según Luna, a las mancebas de los
clérigos llamaban "muías del diablo" (2). Pero, en las escenas de El rufián dichoso puede hallarse mejor museo, de la picardía prostituida de la época; así como su filosofía, en La picara Justina.
c) En Economía, el picaro profesa im comunismo primitivo, rural. "Con éstas y otras leyes y estatutos—continúa el
gitano—nos conservamos y vivimos alegres; somos señores de
¡os campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de
las fuentes y de los ríos: los montes nos ofrecen leña de balde;
los árboles, frutas; las viñas- uvas; las huertas, hortaliza; las
fuentes, agua; los ríos, peces, y los vedados, caza; sombra, las
peñas; aire fresco las quiebras, y casas las cuevas... Pocas cosas tenemos que no sean comunes a todos" (3).
Aquel comimismo que evocara con las más elocuentes palabras Don Quijote (4): "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos
a quien los antiguos pusieron nombre de dorados... porque
entonces los que en ella vivían, ignoraban estas dos palabras
de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas somunes: a nadie k era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarle de las
robustas encinas que liberalmente les estaban convidando con
su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes rios
( I ) POMPEYO GENER, Herejías (Barcelona, 1901).
(2) Segunda parte de El lasarillo de Tormes. Cap. VIII.
(3) La Gitanilla, ed. cit., I, 70, 71.
(4) Don Quijote, primera parte, cap. XI. Palabras corntines a los dos
pasajes: "fuentes", "ríos", "agua", "peñas", "quiebras", "casas", "frutas-fruto", "árboles". El párrafo siguiente de La Gitanilla comienza con la
última frase de éste: "las inclemencias del cielo". Con los mismos elementos léxicos compuso CERVANTES dos exposiciones parejas de la misma doctrina.
>*,ií!-
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
IO7
en magnífica abundancia sabrosas y trasparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles... se comenzaron a cubrir las casas sobre rústicas estacas,
sustentadas no más que para defensa de las inclemencias del
cieto".
Así, el picaro es "rapaz" (Vid adelante, letra f), pero no
codicioso ( I ) . Profesa el más elegante desprecio al capital: "somos gente que vivimos de nuestra industria y pico, y sm en-^
tremeternos con el antiguo refrán: "Iglesia, o mar, o casa real",
tenemos lo que queremos, pues nos contentamos con lo que tenemos" (2). Ya vimos, en su psicología (V. atrás, IX), cómo el
picaro, "está libre de ambiciones"; pues vive, con Guzmán de
Alfarache, "pobre y contento".
Por eso el picaro es imprevisor. Elida dice: "En lo que
tengamos comida para hoy, no nos cuidemos de pensar en el
mañana; cuídese él de sí mismo; tan bien muere el que allega
mucho como el que vive pobremente; no hemos de vivir para
siempre; así, que riamos...". Este fué siempre el razonar del
picaro (3).
Los conceptos de pobreza y riqueza se desvanecen, ante el
conformismo económico más estoico (Vid adelante, Ifetra h ) :
"Tenemos lo que queremos, pues nos contentamos con lo que
tenemos" (4) y "un mismo rostrb hacemos al soil que al yelo,
a la esterilidad que a la abundancia" (5).
d) Su neutralidad en Política y su conformismo en Economía resultados son de una característica antropológica: la
insensibilidad. El' picaro es moral y materialmente insensible.
Las doctrinas éticas que profesa acreditan su patentada inserir
sibilidad moral. Según el principio de correlación, ésta se corresponde, afirmativamente, con estados y formas de insensi(i) En
contra,
BONILLA
y
SAN MARTÍN,
Rcv. de Arch.. 39 V (1901) 378.
(2) La Gitanilla, ed. cit, I, 72, 73.
(3) La picara Justina (1605).
(4) La Gitanilla. Ed. cit., I, 73(5) Ob. cit, I, 72.
Etimología
de
"picaro",
I08
NUESTRO TIEMPO
ciudad física, conocido estigma antropológico; que, reconocidamente, caracteriza al picaro en todos los climas. Así, la Antropología del picaro, no profesada, pero conscientemente vivida, nos da la clave de otras doctrinas.
Estigma antropológico del' picaro, la insensibilidad fisica es,
en su provecho, a un tiempo, escudo natural. "El cuero curtido de nuestros cuerpos nos sirve de arnés impenetrable que
nos defiende—dice el gitano—. Para nosotros las inclemencias
del cielo son oreos, refrigerio las nieves, baños la lluvia, música los truenos y hachas los relámpagos; para nosotros son los
duros terrenos colchones de blandas plumas" (i).
A Carriazo, "ni el andar a pie le cansaba» ni el frío le ofendía, ni el calor le enfadaba; para él todos los tiempos del año
le eran dulce y templada primavera; también dormía en parvas
C43mo en colchones; con tanto gusto se soterraba en un paja»
de un mesón como si se acostara entre dos sábanas de Holanda" (2). Asi analizaba el picaro la educación fisica de la insensibilidad. Luego, ésta operaba prodigios.
Mateo Alemán nos presenta a aquel picaro que, en Sevilla,
sufría el tormento bromeando (3). Recogido por Salillas ese
estigma de degeneración (4), Lombroso reconoce (5) la prioridad de Mateo Alemán, en la observación de la insensibilidad
de los delincuentes. Atribuíanla ellos a favor del cielo, según
Cervantes. "Los días pasados dieron tres ansias a un cuatre10 que había murciado dos roznos, y con estar flaco y cuartanario, así h s sufrió sin cantar como si fueran nada; y esto
atribuimos los del arte a su buena devoción, porque sus fuer(i) La Gitanilla, ed. cit., I, 71.
(3) Lo ilustre fregona. Ed. Cías, cast., I, 234.
(3) Fida y hechos del picaro. Gusmán de Alfaracke. Atalaya de la
vida humana (París, Baudry, 1847).
(4) La Antropología en el Derecho penal, en Revista de Legislación,
LXXII (1888), 604, s.
(5) L'Uomo delinquenie, 5.' ed. (Turín, Bocea, 1896), Prefasione,
pág. X, nota 2. Vid. mis libros La Antropología criminal y la Justicia pettal (Madrid, Reus, 1915), pág. 13, y La Criminologie nouvelle, lib. I, capítulo II (París, Presses Universitaires, 1927).
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
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zas no eran bastantes para sufrir el primer desconcierto del
verdugo" (i)e) La rebeldiai indómita, del más rudo individualismo,
ciíra sus convicciones, en punto a Sociología política. "A nuestra ligereza no la impiden los grillos, ni la detiene barrancos, ni
la contrastan paredes; a nuestro ánimo no le tuercen cordeles,
ni le menoscaban garruchas, ni le ahogan tocas, ni le doman
potros" (2). Así, del caballero al rufián, del bravo al picaro, va
toda la evolución del individualismo; de un lado, superior y
violentos: "mis fueros, mis bríos, mis premáticas, mi voluntad";
del otro, inferior y fraudulento: "A nuestro ánimo no le tuercen cordeles, ni le menoscaban garruchas, ni le ahogan tocas,
ni le doman potros". Primero es tiránico, absoluto (individualismo activo, genio dominador); luegb, rebelde, relativo (individualismo pasivo, defensista, liberista.)
f) El amoralismo de su Etica, les lleva, a h. delincuencia,
en Derecho; siendo la licitud del hurto su constante doctrina.
Son cuatreros y rateros: "para nosotros se crían las bestias de
carga en los campos y se cortan las faltriqueras en las ciudades. No hay águila, ni ninguna otra ave de rapiña, que más
presto se abalance a la presa que se le ofrece, que nosotros nos
abalanzamos a las ocasiones que algún interés'nos señalen;
de día trabajamos, y de noche hurtamos, o, por mejor decir,
avisamos que nadie viva descuidado de mirar dónde pone su
hacienda". Ya lo repiquetea Cervantes al comienzo: "Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo
para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones, y, finalmente salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo- y la gana de hurtar
y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no
se quitan sino con la muerte" (3).
Si en lo penal no respeta la propiedad, en materia civil el
picaro es enemigo del matrimonio. "Cáseme rico—exclama Guz(i)
Rinconete y Cortadillo. Ed. RODRÍGUEZ MARÍN, en Cías. Cast. (Ma-
drid, La Lectura, 1914), I, 167, 168.
(2) La Gitanilla. Ed. cit, I, 71.
(3) Ob. cít., I, 2.
lio
NUESTRO TIEMPO
rnán—, casado estoy pobre, alegres fueron los días de mi boda
para mis amigos y tristes los de mi matrimonio para mi; ellos
tuviéronlos buenos y se fueron a sus casas, yo quedé padeciendo los males de la mía" (i). Y Cervantes, que tan mala fortima
tuvo de casado, no se excusa de hacer buena propaganda contra el matrimonio en El casamiento engañoso (2).
g) En Religión, el picaro es semicñstiano. Dice amar a
Dios, pero más ama a las cosas del prójimo, y de las tres partes de
la penitencia, hace confesión y oontricción, pero río restitución
(3). Provechosa superstición es, mejor dicho, su Religión verdadera. Monipodio "tiene ordenado que de lo que hurtásemos deiiios algima cosa o limosna para el aceite de la lámpara de una
imagen muy devota que está en esta ciudad, y en verdad que
piemos visto grandes cosas por esta buena obra"—^previene
Ganchudo a Rinconete y Cortadillo. Y en su casa: "En la pared frontera estaba pegada a la pared una imagen de Nuestra
Señora- destas de mala estampa, y mas abajo pendía una esportilla de palma, y, encajada en la pared, una almofía blanca, por
lo que coligió Rincón que la esportilla servía de cepo para limosna, y la almofía de tener agua bendita; y así era la verdad" (4). Gloriosa tradición que, a través de los siglos, se conserva en Sevilla; donde no falta una imagen de San Antonio,
atendida con la luz de una lámpara, en toda casa de mal vivir.
Devotos eran todos los cofrades de Monipodio, y así Pipota "sin
decir nada, se fué a la sala, y habiendo tomado agua bendita,
( I ) Gusmán de Alfarache, Parte 2.', lib. III, cap. III.
(2) Ed. cit., págs. 149-164.
(3) Vid. C. GARCÍA, Desordenada codicia.
(4) Rinconete y Cortadillo. Ed. cit., I, 167, 171- El hallazgo probable
y curioso descubrimiento de estos lugares débese a la diligencia de don
ADOLFO DB CASTRO. ASÍ le fué posible, en Sevilla, por el año 1874, realizar
una literaria reconstrucción de la escenal .cervantina, galanamente. (Vid La
casa del tío Monipodio, en Varias obras inéditas de Cervantes, sacadas de
códices de la Biblioteca colombina, con nuevas ilustraciones sobre la vida
del autor y el Quijote. Madrid, A. de Carlos, MDCCCLXXIV, págs. 375409.) Y no faltan en este esbozo picaresco las escenas de extremada devoción, bien practicada y mejor comprendida (V. págs. 390, 391, 392, 393 y
409), si se mira a la negociosa salvación temporal.
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
III
cwi grandísima devcxríón, se puso de íodillas ante la im^en, y
a cabo de una buena pieza, habiendo primero besado tres veces
el suelo, y levantado los brazos y los ojos al cielo otras tantas,
se levantó y echó su limosna en la esportilla". Luego se despide, "que antes que sea medio día tengo de ir a cumplir mis
devociones y poner mis candelicas a Nuestra Señora de las
Aguas y al Santo Crucifijo de Santo Agustín, que no lo dejaría
de hacer si nevase y ventiscase". No menos devota, la Gananciosa da a Pipota dos cuartos: "del uno le ruego que compre
una (candelica) para mí, y se la ponga al señor San Miguel; y
sí puede comprar dos, ponga la otra al señor San Blas, que son
mis abogados- Quisiera que pusiera otra a la señora Santa Lucía, que, por lo de los ojos, también le tengo devoción". La Escalanta le dio otro cuarto, y le encargó que pusiese otras dos
candelicas a los santos que a ella le pareciesen que eran de los
más aprovechados y agradecidos". La señora Pipota se va pidiendo: " Encomendadme a Dios en vuestras oraciones, que yo
voy a hacer, lo mismo por mí y por vosotros, por que El nos
libre y conserve en nuestro trato peligroso sin sobresaltos de
justicia" ( I ) . ES, en fin, la Religión del picaro simulación útil;
"que no hay cosa tan fácil para engañar a un justo—sentencia
Gnzmán—como la santidad fingida de un malo" (2). Esa hipocresía productiva que—a la inversa de la máscara pagana y desinteresada del carnaval—viste por todo el año la calculada máscara mística. Así, la picaresca pervive, en nuestros días, entre
los repliegues, ignorantes u ociosos, de nuestra agitada civilización.
He aquí ahora un ensayo de definición: Según la nomenclatura de las escuelas, el picaro es cínico, porque "cínica" es, en
último análisis, su Filosofía. Hombre de sutil ingenio, el picaro
es, empero, poco amigo de estudios doctrinales; que también los
cínicos rechazaban, como un mal, la ciencia y la cultura, en su
tiempo. Esos Rousseaus de la Antigüedad desdeñaban las me(i) Rinconete y Cortadillo, ed. cit., I, 172, 189, 192 y 193.
(2) Gusmán de Alfarache, parte 2.*, lib. III, cap. VI, ad finem. (Ed. cit.,
Pág. 448)
112
NUESTRO TIEMPO
nudas reglas artificiosas de la llamada urbanidad, y eran naturistas rebeldes contra las leyes del Estado. Eran subjetivistas ( I ) . ASÍ el picaro es autónomo e individualista—dice BONILLA Y SAN MARTIN—, y no respeta nada que no sea su particular provecho... La Filosofía picaresca (que filosofía es, y tan
alto nombre merece) es una derivación del cinismo" (2).
Individualmente» su filosofía es el estoicismo, que es derivación del cinismo—Cenon de Civio, discípulo de Grates—, y
como el estoico, entiende que no aprovecha otra ciencia que la
de la vida (3) en la ancha y ruda escuela de la experiencia, a
tropezones con los bancos de la realidad, aprendida y estudiada.
Como el estoico, el cínico es impasible.
Con Guzmán de Alfarache, cree en la predestinación (4), y
con Don Pablos entiende que la fortuna gobierna y rige el
mtmdo. Que así la filosofía picaresca^ se entronca con S É NECA, cuyo nombre aparee» en la primera página de La lozana andaluza (5). Así, acierta RODRÍGUEZ MARÍN, aproximando
a esta afirmación del gitano: "tenemos lo que queremos, pues
nos contentamos con lo que tenemos" (6), aquella máxima de
SJÉNECA : Non qui parum habet, sed qui plus cupit, pauper est.
Supo QuEVEDO exponer esta filosofía estoica—cobarde y
picaresca—en un soneto:
( I ) A Weber, Geschichte den europáischén Philosophic. Trad fran.
(París, G. Bailliére, 1872), pág. 69.
(2) Historia de la Filosofía española (desde los tiempos primitivos
hasta el siglo xii). (Madrid, Suárez, 1908.), págs. 159-160.
(3) Se cuenta que, residiendo en Sevilla el Sr. Sales y Ferré, a la sazón catedrático de aquella Universidad, como en la casa frontera a la suya
se promoviese frecuentemente gran ruido, por estar allí instalada una academia de baile, su señora, asomada al balcón, se atrevió a interpelar a la
vecina de la casa ruidosa. "Señora—la dijo—, usted me perdonará... pero
algunos días hacen ustedes tanto ruido en su casa que a mi marido no le
dejan estudiar." "Pero diga usté—le repuso aquélla—, y su marido de
usté, que é tan viejesito, ¿no ha estudiao entavía lo bastante pa andar po'l
mundo ?"
(4) Lib. III, cap. IV.
(5) Bonilla, ob. cit., pág. 160.
(6) La gilanilla, ed. cit.. I, 73.
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN" LA VIDA ESPA^ÍÓLAS
113
"En el mundo naciste' no a cuidarle,
sino a vivirle," Qlito, y padeterít; , ,•
puedes, siendo'priídentet icohoceríe; .• '.'
podrás, si fueses, bueno, despreciarle.',
Vives mal presumidas y ambiciosas
horas, inútil número del suelo,
atento a sus quimeras engañosas,
pues ocupado en su mordaz desvelo,
a ti no quieres cuidarte y osas
enmendar en el mundo tierra y cielo." (i)
'
En fin, el picaro es epicúreo, cojjio su noble ascendiente el
J^^ucolpio del Satyricon y todos los petsonajes de la obra, y hasta la persona del autor, placentero y resignado, que une la moral del Epicuro a la del Pórtico. Estoico y epicúreo dijo con Trimaldición (tres veces voluptuoso, etc.): Vivamos, dum licet ess:
(2). PETRONIO conoce "el derecho de vivir y el deber de mo"'•" (3). goza y se suicida.
Así como las comadres, en las Coplas de REINOSA (4), parodiando el "comamos y bebamos" del clásico, cantan:
"... Bien comer, e bien beber
En lugares apartados.
Con nuestros enamorados
Pues todo se va perder."
Coplas poco apercibidas—<iue tanto recuerdan los diálogos
ce las meretrices, de LUCIANO y de ARETINO (5).
(I) Obras completas, ed. F. Guerra (Sevilla, 1907), III, 386
W Petronio, Satyricon, ed. Nisard.
(3) Popper, Das Recht su leb.n und der Pficht su Sterben
1903).
(Viena,
BMiL^°^ll^°
r t ^ * ' n ° ^ ' '^°P^^ rf^ ^^ comadres, en Ensavo de una
Bmwteca. rtc. (Madrid, 1889), IV, 47.
de la •
° '^^ Aretino, Ragioiuimenti (iS3S-iS38). La tercera jornada
tot • f " " * ? ^""^^ "*''* P""" t''t"l° Ragionamento della Nanna e della Anca^ifÜ'
' " ^ " " ^ *""" " " " f*""^' '=o"'Po^*o <^l divino Aretino per suo
i S ^ l ^ '"^'"'**:°*'' de i tre stati delle donne (i." ed., París o Venecia.
i¡T» A.7
' ' ^ " ^ ' traducciones españolas. Acaso, una anterior a 1548,
lecfta de la primera edición conocida del texto castellano, conH>uesto por
114
NUE,STRO TIEMPO
' "
Tal es la brillante Filosofía del picaro. Su empirismo radical le enlaza con los cínicos; su fatalismo resignado, con los estoicos; su sensualismo humilde, con los epicúreos. Desarticuló
da la intelig-encia y puso en la vida el punto de referencia de su
voluntad. Su Filosofía es la Metafísica invertida del bien vivir. El "gourmand" se distingue de él sólo en que paga; el
ocioso señor, en que tiene rentas; el fraile, en que reza con verdadera devoción; el usurero, en que le buscan sus víctimas; la
dama licenciosa, en que no recibe merced. Todos son unos en
aquel mundo señorial; en que la miseria, desenmascarando al honor, define a un tipo de contraste. Ese es el picaro.
Expresión de esa Filosofía es el lenguaje picaresco. Porque
tiene y usa el picaro su prSpio lenguaje, la germanía, o argot
español- que cuidadosamente recoge y hace público en su tiempo
JUAN HIDALGO, ( I )
Toma esa lengua, a veces, el nombre del tipo de vida asocial
a que sirve de instrumento, de ocultación, en ciertas cautelosas
relaciones humanas. Es la briba o bribia; la holgazanería picaresca, que se sustenta de pedazos de pan, pedidos de limosna;
Fernán Xuárez, vecino y natural Oe Sevilla, que reza así al comienzo:
"Agora nuevamente traducido de lengua toscar.A en castellano por el Beneficiado, etc." Bien pudo referirse a traducción inédita, que corriese manuscrita en su tiempo, ya que otra de esa época no se conoce. He aquí
sus dos títulos, con noticia abreviada de las ediciones: Coloquio dxl famoso y (jratide mostrador de vicios y zñrtudes Pedro Aretino, en el <^ua¡ se
descubren las falsedades: tratos cníicños: y hechicerías de que vsan las
mujeres enamoradas: para engañar a los Stmples: y auna los muy avisados
hombres que deltas se enamoran.—Coloquio de las damas, agora nuevamente
corregido y emendado. M. D. XL. V I H ; 2.° ed.: Nueuamente impreso (Medina del Campo), año de 1549: 3." ed.: Agora nueuamente corregido y emendado (s. i.), 1607; 4.' ed.: Madrid, Rodríguez Serra, 1900; 5.' ed.: Menéndez Pelayo, en Orígenes de la Novela, IV (Madrid, 1914). 250-277.—Nueva
y cuidada traducción hizo D. Joaquín López Barbadillo, si bien no sea del
todo exacto el anuncio del titulo: Los diálogos del divino Pedro Aretino. Ahora por primera ves puestos de la lengua toscana en tastellano. Los traduce,
anota y publica su costa... (Madrid, ed. del A., 1915), más rotundamente:
Los caprichosos (?) diálogos del divino Pedro Aretino, nunca liasta ahora
pitesfos en castellano (!) los traduce y corr.enia... Con todo, la literatura
picaresca en España está reconocida al esfuerzo de este investigador y traductor.
(i) Vocabulario de Germanía. La edición princeps es de 1609. La más
consultada es la que publicó en Madrid D. Antonio de Sancha. Año de
EL PÍCARO EN LA UTERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
115
e! modo de engañar lialagando y seduciendo con buenas palabras. Así, existe un Diccionario de la bribia, recogido con menos fortuna que diligencia, (i)
t,n su origen, c^ el lenguaje de los oprimidos; "generaciones que siempre ha habido en el mundo—dice CLEMENCIN—para guardarse de sus opresores" (2). Diríamos hoy: ejlenguaje
de las mmorías de rpza o de religión que no son minorías de
lenpa. Así, germanía significó, en una de sus acepciones históricas, hermandad o junta; como las de Mallorca y Valencia,
que se sublevaron contra Carlos I, al comienzo de su reinadoDespués vino a decir tanto como jerga, compuesta de voces del
idioma castellano con significación distinta de la genuina y verdadera, y de otros muchos vocablos de origen muy variado. HáUanse estos vocablos en las fuentes de la literatura picaresca española: la novela picaresca, pequeña y grande (Vid adelante, XVI), y en la poesía picaresca, bajo las colecciones de '• romances" (3) y de "jácaras" (4).
XII.—Los ideales del picaro.
¿.n una remota página de Guzmán de Alfarache, entre los
tercetos de La vida del picaro, más allá de la mitad, y por las
MDCCLXXIX. Puede verse, ccn modificaciones, en el Diccionario de la
Academia. Salillas le reimprimió, depurado y puesto al día, en El lenguaje,
ed. cit., págs. 263-310 Vocabularios semejantes existen en todas las lenguas, recogidos de la vida en los grupos extrasociales. Así, en Francia, el
de Raphaél de Noter, Dtctionvaire fran(ais-orgot et des locutions comtques.
Contenant 12.000 mots. Préface pnr Paul Burani (París, A. Méricant, editeur, s. a.). Allí están los desterrados del Diccionario de la lengua. El de
España fué recogido por Salillas. (Vid. Vocabulario de caló jergal, en
Ap. a El lenguaje, págs. 311-335).
( I ) Luis de Moya y Jiménez, Diccionario de la Bribia española, Germanía o Hampa, en Apéndice a su trad. esp. de La Nueva Escuela penal,
de Diodato Lioy (Madrid, Fe, 1893), págs. 101-161.
(2) Don Quijote, edición comentada, tomo IV, pág. 353.
(3) Rotnances de Germanía (reimpresos con el Vocabulario de Hidalgo,
«i- Madrid, Sancha, 1779). ,
W) yid. Poesías picarescas inéditas de don Francisco de Quevedo y
Villegas, entresacadas de varias manuscritos por un bibliófilo (Madrid,
1871 y 1884).
Il6
NUESTRO TIEMPO
cuartetas de La vida del ganapán—el picaro que trabaja—, se
desarrolla el panorama de los ideales del picaro. A su tipo, socialmente atipico (v. atrás, V), corresponde aliora una inversión del ideal. He aquí los paradigmas éticos, de perfección, según su representación invertida.
i.° Descuido de negocios (horror igual de la servidtunbre
y del mando: haraganería espiritual). Texto: "¡Oh tú, dichoso
dos, tres y cuatro veces, que a la mañana te levantas a las horas que quieres, descuidado de servir ni ser servido!, que aunqut
es trabajo tener amo (ser mandado), es mayor tener mozo (mandar)" ( I ) .
Esa preocupación por no preocuparse se agiganta y extrema ante la representación, igualmente invertida, de los detalles
de la vida señorial. Cada comodidad supone, ciertamente, un
cuidado; mas su desconocimiento pone exageraciones en la apreciación (2).
2." Descuido de limpieza, aseo y ornato (suciedad y desnudez).—Vimos cómo era el picaro, "andrajoso y despedazado", "roto y desnudo", "muy sucio y viejo", y aún más: "asqueroso y desmantelado"—que todo eso significa el sinónimo
picaño (v. atrás, VI, b)—. He aquí, ahora, que esa iconografía corresponde a su despreocupada condición- No apetece otio
cuidado que de nada cuidarse. Así vive feliz "sin cuidado á,t la
gala, sin temor de la mancha ni codicia del recamado" (3). Ideales son que repite, en glosa poética, el autor de La vida del pi(i) Gtismán de Alfarachc, lib. II.
(2)
" ¡ Oh, picaros, amigos deshonrados,
cofrades del placer y de la andanza
que libertad llamaron los pasados!
¡Oh, tú, que pisas la morisca alfombra
y no puedes dormir en blando lecho
si el paje los mosquitos no te escombra!
Si quieres de tu sueño haber provecho,
procura hacer el picaro, que al punto ,
dormirás sosegado y satisfecho." (La vida del picaro, Ver. 215-220.)
<Ed. Bonilla, págs. 25-29).
(3") GtigmáH áe Atfarache, ed. cit.
EL Pf CARO EN LA LIl ERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
117
caro (i). Y no le inquietan sobradamente las consecuencias biológicas de la suciedad; que conocía bien y describe mejor el de
Alfarache: "Venía el ganado paciendo por la dehesa hiunana del
misero cuerpo, recordé al' ruido, húbeme de rascar, y comenceme
a desvelar" (2).
permítele tal propósito de desornato vivir a .ms anchas, a
cuyo ideal no puede negarse un prestigio nacional.
Tú, picaro, de gradas haces sillas
Y sin respeto de la justa media
A tu placer te sientas y arrodillas."
Por eso, su contrafigura, el picaro limpio, es tema de ponderación : " En Carriazo vio el mundo un picaro virtuoso, limpio, bien criado y más que medianamente discreto". Empero
Carriazo era un picaro esportivo, que "sólo por gusto y antojo
W
¿Qué gusto hay como andar desabrochado
con anchos y pardillos zaragüelles,
y no con veinte cintas atacado?
¿Qué importa la invención gallarda y nueva
del cuello a lo godeño de su garbo,
SI va como en caí-lanchas quien lo lleva?
i Quién pudiere vestir a vuestro talle,
desabrochado el pecho y sin pretina,
y el corto tiempo a mi sabo- gozalle ?
Vistiéndoos una vez por todo e) año." (Vers. 233-235, 239-241,
280-283 y 300. Ed. cit., págs. 26, 28, 29.)
En La vida di I ganapán se hallan conceptos pares:
"...no están sujetos a galas
ni a trajes endemoniados.
y es su traje de manera,
tan suelto y desenfadado,
quel jubón no es bien quitado
cuando ya le tienen fuera.
No como otros caballeros
que, jwr no desabrocharse,
consienten despedazarse
de aquestos cien pies caseros." (Ed. cit, pág 291.)
(2) Guemán de Alfarache. Lib. II, cap. III. (Ed. cit, pág. 93.)
il8
NUESTRO TIEMPO
.le desgarró" (3): un falso picaro, que pronto deja de serlo, casando con la hija del Corregidor.
3.° Descuidó de cü^~a y domicilio (bohemia).—Grave cuidado es el de la casa, y no por lo que hace a buscarla, sino por
el esfuerzo de construirla o sostenerla. En este sentido, díjose
fjHe eran felices los pájaros, con todas las especies de animales.
Mas, en rigor, nada nos distingue tanto de ellos como er arte de
construir, y ninguna cosa nos acredita de civilizados como el
domicilio. Esforzado paladin del no esfuerzo, ya se echa de ver
la similitud que prefiere el picaro, a la del hombre;; cuando lehuye tener casa, burlando el orden de k civilización. Así invierte
él los ideales domésticos: "Tienes en la plaza el mejor asiento,
en las fiestas el mejor lugar: en el invierno el sol, en el verano
la sombra; pones mesa, haces cama, por la medida de tu gusto,
como te lo pide, sin que pagues dinero por el sitio, ni alguno te
lo vede, inquiete ni contraiga." Y así, la frase castellana: "ser
de tos más picaros que calienta el sol", (i)
En el romance se canta a esta afición:
"¡Oh picaros cofrades! ¿Quién pudiese
Sentarse cual vosotros en la calle
Sin que a menos honor se le tuviese?
Dormís seguramente por rincones.
¡Oh vida picaril, trato picaño!
Confieso mi pecado; diera un dedo
Por ser de los sentados en tu escaño."
(2)
(3) Ob. cit. Ed. cit., I, 342.
( I ) Cejador, Tesoro, VIII, 113.
(2) Vers. 278-280, 299, 302-304. Ed. cit., págs. 28-29.
—En La inda del ganapán:
"Pueden dondequiera echarse,
sin temor ai qué dirán,
y ahorrarse un ganapán
el vestirse y el calzarse.
Ellos escogen la cama
á medida del deseo,
y duermen, según yo creo,
hasta quel hambre nos llama.
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
119
Son los gitanos picaros rurales, trashumantes, errantes. Los
que "por dorados techos y suntuosos palacios estimamos estas
barracas y movibles ranchos; por cuadros y países de Flandes,
los que nos da la naturaleza en esos levantados riscos y nevadas
peñas, tendidos prados y espesos bosques, que a cada paso a los
ojos se nos muestran"- Ello trae sus pintorescas ventajas, si se
repara en que "somos astrólogos rústicos, porque como casi siempre dormimos al cielo descubierto, a todas horas sabemos las que
son del día y las que son de la noche; vemos cómo arrincona y
barre la aurora las estrellas del cielo, y cómo ella sale con su
compañera el alba, alegrando el aire, enfriando el agua y humedeciendo la tiei-ra, y luego, tras ella, el sol, dorando cumbres
(como dijo el otro poeta) y rizando montes", (i)
Son también los picaros urbanos, los "que se quedaban dormidos por los poyos", según el relato de FONSECA (2).
4.° Descuido de economía y hacienda (perezoso desinterés).—Que el picaro "no es codicioso", que "desprecia el capitil", que "es imprevisor", descubríamos en otra parte (Vid
atrás, XI, c); ponderando, de pasada, su confotimismo económico. He aquí la razón, con una clave, de uso general, para la interpretación de todos estos fenómenos. El picaro es perezoso,
porque es acaso un deficiente del sistema nervioso central. Asi,
se estima dichoso siempre: "libre de guardar, sin recelo de per^^^" (3)- Y en La vida del picaro se valora esta invertida utilidad :
"Ningún pedrisco tu heredad destruye" (Vers. 259, p. 27).
Tejada decía : "solas dos suertes de personas halló con entera
( I ) La vida del picaro. Vers. 248-250. (Ed. cit., pág. 27.)
•—Sji La vida del ganapán:
"No! sufren aquel tormento
de la calza o bota justa,
antes, cual galera o fusta,
echan sus carnes al viento." (£d. cit., pág. 291.)
í-a ilustre fregona. Ed. Qás. Cast., I, 236, 237.
(2) Vida de Cristo, I, 4. i.
(3) Guzmán de Alforache.
120
NUESTRO TIEMPO
satisfacción, paz y contentamiento, una la de los picaros, gente
que nada tiene y nada desea" (i).
Y para verdad hablar,
aunque nadie me responde,
más envid'a he de ver, conde,
que mancilla ni pesar." (Ed. cit. págs. 291-291.)
5.° Descuido de entidación, envidia y luchas por el vivir
«provechosa h!!mildad).—Si, en la Economía, el picaro no es codicioso (Vid atrás, 4), tampoco es ambicioso de honores, en la
sociedad. Gusta del regalo apetitoso, que las posiciones otorgan;
pero el forcejeo espiritual por la conquista de los puestos le acobarda y desplace—tanto como el trabajo, sea manual o intelectual. Es un pacifista social el picaro. A él no le ofrezcan batallas,
por el logro de triunfos, dentro de la república. A otros con esas
desmesuradas ambiciones; que él no es émulo de nadie, y a ninguno envidia, por no disciplinarse en el esfuerzo.
Sabor de misticismo y sonido de humildad tienen, ?, veces,
sus palabras. Así, éstas, muy cabales por cieito: "No envidioso,
no sospechoso, sin ocasión de mentir para privar; eso te importa
ir solo que acompañado, apriesa que despacio, riendo qi.ie llorando, corriendo que trepando, sin ser notado de alguno (2).
Porque dijérase que un eco espiritual trae a nuestra recordación
aquellas clásicas y sublimes:
•'Ni envidiado ni envidioso."
En La vida del picaro reaparecen estas ideas :
" ¿ Qué me importa a mí salir de quicio
y a ti que te importaba, aunque repitas
para romano cónsul' o patricio?"
(1) Leúii prodigioso, parte primera, en Apólogos, XLVIII.—Lo mismo
que en La zñda del picaro:
" Sólo el picaro muere bien logrado,
que, desde que nació, nada desea,
y ansí lo tiene todo acaudalado." (Vers. 317-319. Ed. cit.,
pág. 30.)
(2) Gusmáii de Alforache. E d cit.
•
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EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN' LA VIDA ESPAÑOLAS
121
Los dos nionarchas Vespasiano y Tito,
aunque, al mundo tuvieron sojuzgado,
murieron a pesar de su apetito-" (i)
Disertaciones son de un tipo especial, dentro de la fauna picaresca, del picaro ilustrado; que, a veces, era licenciado, como Guzmán. Con más gracia, el picaro vulgar refiere qu^, habiendo dado
"noticia de mi habilidad al Corregidor , quisiera verme; mas
yo, que, por ser humilde, no quiero tratar con personas tan graves, procuré de no verme con él, y así, salí de la ciudad con tanta
prisa" (2).
No otra cosa, que esa dejación, significa—bajo formas transl)ortadas a tono místico—la humildad provechosa de los que buscan paz a los músculos y barbecho a las inteligencias, en el claustro. A una picaresca frailuna hemos aludido; la misma que, piadosamente, calificara MENÉNDEK Y PELAYQ de "democracia frailuna" (3).
6." Descuido de ciudadania (cobarde egoísmo).—Ya conocemos las convicciones negativas del picaro, en punto a Política,
y su probada "neutralidad". Vamos a descubrir ahora el secreto. La Política no le interesa, por no cumplir deberes de ciudadanía, que es más cómodo descuidar. Es un "ciudadano equivoco"—decíamos—, por ser un "vagabundo" (V. atrás, XI, a).
j-'igamos que es parásito, que se aprovecha de la ciudadanía—siquiera en sus últimos productos o residuos—, sin contribuir al
sostenimiento de su máquina. Así vive: "remoto de pleitos, ajeno de demandas, libre de falsoíí testigos, sin recelo que te repartan y (por) temas te empadronen, descuidado que te pidan,
s>eguro que te decreten, lejos de tomar fiado ni de ser admitido
( I ) . Vers. 308-310, 314-316. (Ed. cit.. pág. 30.)
(2) Rinconete y Cortadillo. Ed. cit. I. 149.
(3' 'Necesario es confesar que a muchos les llevaba al claustro, no
anto sincera vocación como otros mundanos motivos; v. gr.: la pobreza
e a tierra y el buscar medio cómodo de asegurar la subsistencia, y por
o ra parte, el que la Iglesia abría sus puerta.^; a todo el mundo, y era fácil
camino para llegar a las mayores dignidades del Estado. Esto acaba de
completar el cuadro de lo que he llamado democracia frailuna." {Calderón
y su Teatro. Conferencias dadas en el Círculo de la Unión Católica. Madrid, hb. de M. Murillo, 1881; págs. 60 y 65.)
122
XUESTRO TIEMPO
por fiador, que no es pequeña gloria..., sin causa para ser ejecutado, sin trato para ejecutar, quitado de pleitos, contiendas y
debates; últimamente, satisfecho, que nada te oprima ni te quite
ei sueño, haciéndote madrugar, pensando en lo que has de remediar", ( I )
En la Vida fe lee:
"Ninguno en los teatros te concluye;
ninguno a que le peches te compele.
Ninguno en tus hazañas trigo muele;
ningún xambrino tu pobreza estafa,
ni te llega a decir "aquí me duele". (2)
7." Descuido y menosprecio de la honra (infame cinismo)
Vimos cómo, en Filosofía, el picaro profesa una: la de Antistenes (Vid atrás, XI, h); midamos ahora profundidades aproximadas de su convicción cínica. Afortunada homilía contra la
honra, escribe Guzmán. Tanto y tan bueno dice que fuera preciso reproducir más de un capítulo de sus conocidas memorias
—lo que nos veda la preceptiva del límite— Vayan algunos conceptos : " ¡ Oh (decía) lo que carga el peso de la honra; y cómo no
hay metal que se iguale! ¡ A ctmnto está obligado el desventurado
que de ella hubiere de usar!"... (3) "Antojábaseme que la honra
era como la fruta nueva por madurar, que dando por ella excesivos precios, todos igualmente la compran.. Nunca la codicié,
ni le hice cara después que la conocí"... Pero, singularmente, este
pasaje de paralelo místico: "Ni quiero mandos ni dignidades;
no quiero tener honra, ni verla... ¿Quién te mete en ruidos por
lo que mañana no ha de ser ni puede durar.'' ¿ Qué sabes, o quién
sabe del mayordomo del rey don Pelayo, ni del camarero del
( I ) Gvsmán de Alfarache.
(2) Vers. 257-258, 260-262. Ed. cit.. pág. 27.
—En la Vida del ganapán:
"Ellos viven libertados
de mil pechos y alcabalas." (Ed. cit., pág. 291.)
(3) Gusmán de Alfarache, lib. II, cap. II. (Ed. cit.. pág. 89.)
EL PICARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
123
conde Fernán González ? Honra tuvieron y la sustentaron, y de
ellos ni de ella se tiene memoria alguna; pues así mañana serás
olvidado, ni se tendrá de ti. ¿Para qué es tanto ahinco, tanta
sed y tantos embarazos ? Uno por la comida, que aún es tanta la
vanidad, que comer mucho y desperdiciado califica; otro para el
vestido, y otro para la honra." (i)
Donosamente se burla Lázaro del hidalgo pobre que le tomó
por criado en Toledo, en punto a su pasión por la honra; cuando
éste, manteniéndose de mendrugos que él limosneaba, "eres muchacho, me respondió, y no sientes las cosas de la honra, en que
el dia de hoy está todo el caudal de los hombres de bien" (2). Y
el gitano viejo declara el pensamiento de su tribu, y de su raza,
confesando: "No nos fatiga el temor de perder la honra, ni nos
desvela la ambición de acrecentarla" (3).
Suciedad de cuerpo y de espíritu, destrozo del vestido y de
ia conducta, se coordinan en la figura y esencia del picaro. Con
el horror al esfuerzo hizo voluntaria profesión de pobre y de paria. Nada tiene, fuera de lo que apresuradamente consume, y
í:ada merece, como no sea el destierro o la deportación. Muy culf»able de injusticias debió sentirse la sociedad, en su tiempo, cuando toleraba en su seno y no se limpiaba de tal peste; asi como
ciertos cuerpos sucios sienten piedad por sus parásitos.
XIII.—Oficios picarescos.
Picardía es modo de vida y medio de vivir; calificativo moral
y social; condición y profesión, a un tiempo. El picaro es un pintoresco oficial de la república, y las leyes reglamentan su núwero y clases. Mas—aparte los picaros, tasados y reglados—el
picaro se dedica a oficios varios, todos de servidumbre. He aquí
sus facultades, en serie:
a) El picaro es "traynel" ; esto es, recadero, en Germania,
como el del Arcipreste:
(1)
contra
(2)
(3)
Ob. cít. lib. I I , cap. I I I . En que Guarnan de Alfarache
prosigue
tas vanas honras, y cap. IV. (Ed. cit. pégs. 90-91 y 97-98.)
El ¡asaríllo de Tormes. tratado III. (Ed. cit., pág. 108.)
La gilanilla.- Ed. cit. I, 72;
x24
NUESTRO TIEMPO
"Tomé por mandadero un rrapás traynel: Hurón avia nonbre, un apuesto doncel." (i)
b) El picaro es pinche de cocina; el "picaro de cocina", de
CERVANTES (Vid atrás, VI, c):
Un cocinero, un picaro, un lacayo,
en darles gusto ventaja lleva. (2)
He aquí la detenninación exacta de ese oficio: "Es punto
más que mochilero, y punto menos que mandil"—aclara MATEO
ALEMÁN (3)—. "Gente menuda"—según CERVANTES (4)—-. Así,
el nombre evoca socialmente al hombre; en la representación dei
servicio, repetido en oficio: "Que con ser picaro añádese serlo
de cocina, del mandil, del rastro o de la soguilla" (5), en resumen.
La iconografía de este servido picaresco se halla en CERVANTES : " ¡ Oh picaros de cocina, sucios, gordos y lucios... esportilleros de Sevilla, mandilejos de la hampa, con toda la caterva innumerable que se encierra debajo deste nombre picaro!" (6).
c) El picaro es escudero en la Corte, como es recadero en
la casa y pinche en la cocina—siempre enrolado a humildes menesteres y bajos oficios- Así, dice SALAZAR :
"De un picaro de Corte se acompaña,
que no excusa la muía quien la tenga. (7)
d) Momentáneamente adaptado al medio, por imperativos
de la necesidad, el alegre inadaptado adopta posturas de servido
}• abraza menudos oficios esporádicos. Camino adelante por ía
( I ) Libro de buen amor. Ed. Cejador, Clás. Cas., II, 255 y nota 1.619.
(2) Hurtado de Mendoza, Sátira contra las damas, obras poéticas. (Madrid, 1877). Ed. Gallardo, Libros raros y curiosos, XI, 209.
(3) Gusmán. Ed. Riv., pág. 296.
(,í) Quijote, pág. 2, cap. X X X I I : "entró Sancho en la sala... y tras
él muchos mozos, o por mejor decir picaros de cocina y otra gente menuda."
(5) Lazarillo de Tormes, IX.
(6) La ilustre fregona. Ed. Oás. Cas. (Madrid, La Lectura, 1914), II, 237.
(7) 5'óíiVa por símiles y comparaciones contra los abusos de la Corte.
Ed. Gallardo, Ensayo de una biblioteca, etc., IV, col. .^2.
EL PICARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
I25
tierra, o de paso junto al mar, el picaro se ofrece siempre solícito. Ahora és pilluelo de playa, o "picaro de costa" (i), merodeador aprovechado de servicios y descuidos marítimos.
e); .Empero el oficio más constante y ocupación en que brilla, por serlo de su vocación, es otro, al que se aplica con mejor
provecho. Es el que pondera Guzmán, exaamando: " ¡ Qué linda
cosa era, y qué regalada! Sin dedal, hilo ni aguja, tenaza, martillo ni barreno, ni otro algún instrumento, más que una sola capacha, como los hermanos de Antón Martín, aunque no con su
buena vida y recogimiento tenía oficio y benefic-o" (2). Empezando por mendigo y continuando por jugador, el picaro acaba
en ratero. En una palabra: sirve a otros, y no por estímulos de
la vocación. Trabaja, pero con vergüenza de renegado, que es
la suya condición ociosa y libre. Secreta remembranza acaso de
un pasado señorial—imaginada estirpe de reyes, como los gi'tanos, o bastarda filiación efectiva de grandes señores, así
cruza por la vida con gesto de magnate que viaja de incógnito. Se dijo "picaro matriculado" (3), pero en figurado sentido ; por modo semejante a como se emplea, a veces, la palabra
francesa patenté. Ni trabaja seriamente ni estudia. El verdadero oficio picaresco es llevar a todas partes la inquietud.
Porque no pertenece a una clase (Vid. atrás, IV), el picaro
carece de profesión.
XIV.—Leyes picarescas.
El picaro es un ciudadano ubre de la república; tiene su
fuero de tolerancia civil mantenido por el' brazo sin arma de la
habilidad, pregonado por el vocero de la risa. La picaresca es
( I ) Esteban, ed. Riv., pág. 311: "Encaminábase a la vuelta de Gibraltar. con la intencrón de ser picaro de costa."
(2) Gusntán de Alfamchc, líb. II, cap. II. (Ed. cit., pág. 89.)
C.3) Véase Bartolomé Palau, Farsa llamada custodia del hombre (Aslorga, 1515),
reimpresa por L. Rouanet, en Archivo de investigaciones históricas (191 I), I , 267-303, 357-390 y 533-564; II, 93-IS4, y Parsa llamada
saimanttna (s. 1., 1553). Vid. BuUetin hispamque (1903-1904)
& ; • • %
126
NUESTRO TIEMPO
i;an república dentro de la República; a cuya corte, Las Almadrabas, no se le haga la injuria de creer que se gobernaba sin
leyes. En las Ordenamos picariles y en la Segunda parte de la
zida del picaro está su pintoresca legislación. He aquí su lareve
Código, compuesto de un solo título y de im apéndice, cuya materia burlesca hemos formulado en diez y siete artículos:
Artículo I" Se permite hurtar gallinas; no el gallo, (i)
A r t 2." Se hurta el equipo; no se descuida del sayo. (2>
Art. 3.") Respétese y reverencie al clero. (3)
Art. 4.° No se hurte a las mujeres sino el manto. (4)
Art. 5.° Desnúdese a los niños, menos la camisa. (5)
Artf. ó."* No se hurten cuartos, ni pan baso, ni cera. (6)
(I)
"Las leyes que ha de guardar
el Ejército marchando,
son éstas; atención todos,
bisónos y veteranos:
El que hurtare gallina^,
dexe solamente el gallo,
que es el relox de la casa,
y no es bien desconcertallo." (Segunda Parte, etc. Edición Rodríguez Marín, pág. 63.)
(2)
"A caminante ninguno
nadie hivte capa o sayo,
sino solamente aHorjas,
maleta, muía o caballo." (Segutuia parte, ed. cit.,
página 63)
(3)
"Si encontraren sacerdote,
le besen todos la mano
pidiendo limosna, y tomen
lo que dieren humillados." (Segunda parte, pág. 63.)
(.1)
"A las mujeres no hurten
sino solamente el manto;
chapines no, ni chinelas,
por el defeío ordinario." (Segunda parte, pág. 63.)
(5)
"Podrán hurtar a los niños
todo vestido o calado,
pero la camisa no,
porque no les dé catarro." (Segwtda parle, pág. 63.)
(6)
"No hurten quartos de carne,
que es pronóstico inhumano,
fuera de que es mal agüero
ver por los caminos cuartos.
A panadero o tendera
nadie le hurte pan bazo.
EL PICARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
127
Art. 7.° Húrtese ropc, mas no escaleras, etc. (i)
Art. S-" No se hurte lo que huele a galera. (2)
Art. 9.° Téngase dez ición a los santos que se indican. (3)
(1)
(2)
(3)
.ti?^
porque la bazerr estorva
a los que van caminando.
Cera que tenga pavilo,
nadie hurte, ni aun burlando,
porque los entendimientos
siempre anden despavilados." (Segunda parte, pág. 63.)
"En la venta o la posada
do estuvieren alojados,
solamente hurten ropa
que haga poco embarazo.
Escaleras, ni por lumbre,
sogas, cordeles, ni esparto,
que es enfado antes de tiempo
andar en aquessos pasos." (Ibid., loe. cit.)
"Quando fuesen por el río,
nadie se atreva en el barco
a hurtar banco ni remo,
botija de agua o cacharro.
Porque semejantes cosas
causan vómito a un cristiano,
por el olor de galera
que es enfadpso vocablo.
Y por el riesgo, y peligro
en que andamos de ordinario,
de la garganta y espaldas,
de que los más enfermamos." (Ibid., loe. cit.)
• Sean todos muy devotos
de San Bla'5, que es abogado
de los males de garganta,
garrotiilo, y albara^os.
Y de San Rufo y San. Félix,
San Valentín, y San Pablo,
y de otros santos que fueron
en este mundo acotados.
Y de aquel santo verdugo,
que degollando a San Fausto
-se convirtió, y a sus pies
fué con él martirizado.
Y de todo santo o santa
a quien acá los tiranos
les cortz.ron las orejas,
V en el potro .ttormentaron." (Ibid., págs. 63, 64.)
128
KUESTRO TIEMPO
Art. lo. No se hurten potros, ni en el Potro, (i)
Art. II. No se dejen colgar en sus días. (2)
Art. 12. Guárdese acatamiento a la autoridad y cúmplase
la ley. (3)
Art. 13. Así lo ordenamos y mandamos. (4)
(I)
(2)
(3)
(4)
"Y porque dixe de potro,
ya saben que esta vedado,
no hurtar potro, ni potranc?
ni ofenderlos, ni agraviarlos.
Porque el potro de la cárcel
'
.
cuando encima del subamos,
• ;
. nos trate piadosamente,
teniéndole assi obligado.
En Córdoba y en Sevilla
ya saben también que ay barrios
que llaman el Potro, en estos
por ley expresa mandamos.
Que nadie hurte, ni ofenda
los vezinos, ni criados,
porque vea el dicho potro
lo mucho que le estimamos." (Ibid. pág. 64.)
"Advierto "mas que otra ley
manda que nuestros soldados
nunca se dexen colgar
en el dia de sus Santos.
Porque aunque ello es devoción,
tiene también su peda?o,
de abusión, y mal agüero,
esto de vernos colgados." (Jbid., pág. 64.)
"Finalmente, quando salten
todos en tierra, ordenamos
que al momento cortesmente
besen al Duque la mano.
Y que repartidos luego
por sus quarteles, y ranctios
de la Almadava, obedezcan
las leyes y los mandato J,
acudiendo a sus oficios
con ligereza de gamos
con acierto de reloxes,
siempre asistiendo al trabajo." (Jbid., pág. 64.)
"'Y porque el tiempo que dura
la Almadava, y su cansancio,
sepan todos el estilo
de aprovecharse hurtando.
Las tragas, y los percances.
EL PÍCARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
Art.
ArtArt
Art.
14.
15.
16.
17.
129
No se juegue con las cosas de comer, (i)
Haya orden, ayuda y respeto. (2)
No se delaten unos a otros. (3)
Pagúese el tributo. (4)
XV.—Sus variedades.
He aquí una clasificación naturalista del picaro. Arrancada
íue oe ese museo de la psicología nacional: el Diccionario de autoridades (5), donde aletean las palabras sutiles de nuestra lenJiía, como lepidópteros prendidos en cartones.
las tramoyas, los assaltos,
pataratas y artéficios
de que han de usar trabajando.
Atención todos, y alerta,
para que quede estampado
en la memoria este aviso
como en picaresco marmol." (/í>i<j[-,'pág,.64.)
^^'
"En ló que toca a comidas
Caloñas, tragos, y cenas,
nadie su linage afrente,
ni quiebre taga, o limeta." (Romance segundo, pág. 67.)
w
"AsTudense unos a otros,
encesen lances de afrenta,
cortesía a todo el mundo,
buen passage, y buena lengua." (Rom. segundo, pág. 67.)
(.3)
"Nadie contra el otro jure,
ni abanico, o fuelle sea,
ni descubra las celadas,
aunque le echen en galeras." (Rom. segundo, pág. 67.)
(4)
Y acabada la conquista,
con los despojos se buelvan,
guardando por los caminos
las mismas leyes, y reglas.
Y presenten ante mi
la ganancia picaresca
porque se lleve el tesoro
para los gastos de guerra." (Romance segundo, pág. 67.)
(5) ^diccionario de la lengua castellana, en que se esplica el verdadero
sentido de hs voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de
de hablar, ¡os proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la
tenguna etc, compuesto por la Real Academia Española (En Madrid, En la
imprenta de de la R. A. E. Franco, del Hierro, Año de 1737), v. 257, 258.
t&M:c,\'^<...,.
130
NUESTRO TIEMPO
Hemos dividido el contenido total de la fauna en dos especies, u series. Dentro de cada una van sus variedades. Como en
las nomenclaturas clásicas de los naturalistas, pusimos en latín
los nombres—sin responder de exactitudes lexicográficas—. La
definición o descripción de cada tipo está compuesta con palabras de procedencia literaria, que honradamente se indica.
PRIMERA SERIE: PÍCARO VULGAR
Picaro.—Improbtis nequam. "Bajo, ruin, doloso, falto de
honra y vergüenza".
Picaro.—Malus, noxitis. "Dañoso y malicioso en su línea."
Picaro.—Callidus astutus. "Astuto, taimado, y que con arte
y disimulo logra lo que desea."
Picaro.—Dicax, acutus. "Chistoso, alegre, placentero y decidor." "Tipo de persona traviesa, descarada, bufona y de no muy
cristiano vivir, que figura en obras magistrales de la literatura
española." ( i )
Picaro.—Famulus culinañus. "Aquellos mozos que se introducen a servir en los ministerios interiores, para que les den algo
délo que sobra. (Ej., los "picaros de cocina" de casa del Duque,
en la segunda parte del Quijote (2), a los que se ha de añadir el:)
Picaro.—Piger. "Hombres y mujeres de holgazana vida...
que llenan las plazas... y que con sus vicios inficcionan la Corte." (FERNÁNDEZ NAVARRETE) (3).
SEGUNDA S E R I E : P Í C A R O DE CUENTA
Picarón.—Summe improbus. Gentes "con falso título de pobres, a quienes las justicias debían poner en galeras." (4)
VicaTOtt.—Summe falax. De calidad, "picaro redomado, cau(1)
14 ed.
(2)
(3)
(4)
Diccionario di la lengM castellana por la Real Academia Española,
Madrid, Hernando, 1914. pág- 796Cap. XXXII.
De la Academia es la etimología: Picaro (de piger).
Dic. ant., ed. cit. V. 258, cf. Figueras, Alivio de pasajeros, cap. IX.-
1
EL PÍCARO EN LA UTERATORA y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
131
teloso y astuto"... De figura, "muy sucio, crecido el cabello y
l^s mostachos, en postura de questión" (i). Y, en fin, el
Picanllo. "Mozuelo al parecer ladrón, o su ayudante." (2)
(Ej., el "mandadero" del Arcipreste.)
^VI.—La literatura picaresca.
En h literatura, el picaro es tipo degenerado del libre fauno
mítico. El pastor de ía vieja égloga, el de la antigua novela pastoril,^ armado caballero en la Edad Media, que perdió con sus
rebaños la riqueza, y con sus mesnadas el honor. Hele aquí forzado, a su vez, a rebañar mendrugos y a alistarse enlas filas de
^lonipodio. Veamos ahora al sujeto de estas metainorfosis, apareciendo en la novela y definiendo su tipo en el teatro.
a) La novela.—Con precedentes lejanos en la literatura latmá, y parentesco próximo reconocido en la italiana, en la francesa y en la alemana contemporáneas, aparece la novela picaresca
en el siglo de oro español. Archivo de desaprensiones y espejo
de licencias—decíamos—, esa novela encubre una estadística espiritual de la miseria y del delito, en España (3). Hemos aprovechado su material para el estudio del picaro (Vid- atrás, V y
si.euientes). Otros nos precedieron en esa investigación. No hemos de repetir lo que dicho queda, en esta hora de la síntesis.
b) El teatro.—^Al picaro de la novela le dicen "gracioso" en
el teatro. Llegó por grados a esta categoría. Primero fué eí "simple", con JUAN DEL ENCINA; luego, el "bobo", en él teatro de
LOPE DE RUEDA; por último, el "gracioso", desde la Francesilla,
de LOPE.
El teatro español, aun en su expresión clásico-romántfca,
calderoniana, siempre reservó puesto a la picardía, que es la "picara reaKdad"—tal como la más sesuda prensa política conser(i) bic. auf.. loe. cit., cf. Barbadillo, Corrección de vicios, fol. 192.
(2) Dic. aui., V 257, col. 29, cf. Alfaro, Part. 2.'. Lib. II, cap. VIL
• i r ] * ' y Rubio. El oñqen y desarrollo de la novela picaresca, Disc.
acad. (Oviedo, 1890); cf. De Haan, Picaros y ganapanes, en Homenaje,
II, 150.
(3) Historia del Derecho penal en España, Ed. cit., I, 317.
évi».';,
132
NUESTRO TIEMPO
va SU escabrosa crónica "de sociedad"—. Eknpero los "graciosos" de CALDERÓN son los menos picaros; que mal podían serio
cuando no lo era su autor, en la medida en que lo fueran CERVANTES y TIRSO. Apenas puede señalarse a Clarín, de La vida
es sueño, en toda la fantástica población de su teatro. Otra cosa
es su valor c»mo espejo de la vida criminal y penal de la
época, ( I )
Asi, junto a la novela picaresca española fórmase im teatro
picaresco, en el que fué maestro CERVANTES. El picaro tiene allí
su asiento principal, y es llamado por su nombre. En El hospital
de los podridos (entremés) hay entre los personajes "dos picaros". De Los dos habladores (entremés) es este estribillo de romance: "Vete, picaro hablador" (escena IX). Con todo, las
obras maestras del teatro picaresco cervantino son: El rufián
dichoso (acto primero). El rufián viudo y Pedro de Urdemakis.
Como "la carroza de las cortes de l'a muerte" pasa la mascarada de la literatura picaresca por el escenario de la vida esfHiñóla en una nave: la nave de la vida picara,'como aquella que
ilustró la portada de las primeras ediciones de La Pícara Justina (1605 y 1608). Ea ella van: la trotaa>nventos, la madre Celestina y su hija Elena, Marcos de Obregón y Lázaro de Tormes.
Guzmán de Alfarache, Rinconete y Cortadillo, Monipodio y Escararmán, Pedro de Urdemalas, La Pícara Justina y él buscón Pablos y Estevanillo González. Son—socialmente—todos unos- Y
así el adagio "de picaro a picaro". Gentes mal nacidas y peor
criadas. No tienen oficio conocido y profesan o fingen todos,
practicando, singularmente, el servicio. Sus modos comunes de
adquirir son conocidos. Su ocupación es el hurto, a veces perfeccionado, y entonces es su industria la estafa. Su verdad es
la mentira, y su arte el engaño. Pero derramaron más lágrimas
que sangre, y aquella sociedad que les crió supo reír su gracia y
perdonar su desgracia; que reír es perdonar.
(I) Vid. H. Rojas de la Vega, fuicio critico de tas obras de Calderón,
bajo el punto de vista juridico (Valladolid, 1883) y mi Historia del Derecho
penal en España (Madrid, Reus, 1914). I, 317; sin olvidar la preciosa tesis
del malogrado José M.» Izquierdo, El Derecho en el Teatro español. Apuntes para una antología jurídica de las comedias del siglo de oro (Sevilla,
Saavedra imp., 19x4), fol. 4.
EL PÍCAKO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
I33
Lo picaresco es hilo sutil que ensarta las grandes fases de
ia eyolución de la literatura universal, a través de las edades, en
está serie:
Edad antigua: novela pastoril (ingenua picaVdía de amor).
Edad media: libros de caballerías (picardía brutal de amor y
odio).
Edad moderna: novela picaresca (graciosa picardía de engaño).
Edad contemporánea: novda de costumbres (picardía compleja de afectos e intereses).
La literatura picaresca, por más que sea realista, no rentmcla
a los modos clásicos de representar la realidad, agigantada por
¡a fábula. El picaro cambia de nombre, de lugar, de profesión,
de amo: se transforma; la Literatura se metamorfosea, a su vez,
en proporciones de verdadera transmigración.
XVIL
Cervantes, picaresco.
Nos presenta al picaro, Cervantes, como ningún otro lo ha
hecho—dice el maestro en achaques de picardía, el Prof. De
Haan (i)—. El conocía a maravilla el mapa picaresco de España, esto es, el catálogo de sitios que en las ciudades y pueblos servían de centro a la gente corrompida y desalmada (2),
y la vida truhaneisca se había visto inclinado o forzado a vivirla en las cárceles de Sevilla (3), de Arsamasilla (4), de VaIladolid y de Castro del Río •
(1) An outline of the history of the novela picaresca in Spaín, Diss.
(May 1925), New York; Nichoff, 1903, pág. 22.
(2) Fermín Caballero, Pericia geográfica de Miguel de Cervantes, demostrada con la historia de Don Quijote (Madrid, Yévenes, 1840): "lo sabía Cerrantes de coro".
(3) Hazañas, Los rufianes <fei Cervantes, Estudio preliminar y notas a
"El Rufián viudo" y "El Rufián dichoso" (Sevilla, Izquierdo, 1906), pági^^ °7.—Cf. I. Apraiz, Las novelas ejemplares, pág. 45.
(4) Casa llamada de Medrano en Argamasilla de Alba, donde es tradición que estuvo preso Cervantes cuando escribía la primera parte del Quijote.
Se quemó en 190S. Sobre esto vid. C. Castejón, La coartada o demostración
V
134
NUESTRO TIEMPO
Como sus personajes Carriazo y Avendaño, en La ilustre
fregona ( i ) ; lo mismo que Lope a los cuarenta años, según
Montalbán; como Agustín de Rojas, por espacio de cuatro
años (2), e igual que Suárez de Figueroa en toda su mocedad,
ciegún propio testimonio (3), Cervantes quiso probar, también,
>a cuarentón (4), la apetitosa fruta prohibida de la vida del
picaroEra bien conocido en las Universidades del Hampa, entre
la taifa de rufianes (5) del compás de Sevilla (6), y en las almadrabas de Zahara.
Describe el plan de estudios de una de ellas, en La ilustre
fregona. "No os llaméis picaros si no habéis cursado dos cursos en la academia de la pesca de los atunes. ¡Allí, allí que
está en su centro el trabajo junto con la poltronería! Allí está
la suciedad limpia, la gordura rolliza, la hambre prompta, la
hartura abundante, sin disfraz el vino, el juego siempre, las
pendencias por momentos, las muertes por puntos, las pullas a
cada paso... Aquí se canta, allí se reniega, acullá se riñe, acá
se juega, y por todo se hurta" (7). Y en la Tercera parte de
la Relación de la Cárcel de Sevilla y en el Entremés famode que el "Quijote" no se engrendró en la cárcel de Araamasilh de Alba,
Barcelona, Ortega, 1903. Díaz de Benjumea, La verdad sobre el
"Quijote".
Novésima historia crítica de la vida de Cervantes, Madrid, la Ilustración
española, 1879, luego califica de "mitológica" esta cárcel, En contra, M. de
ia Revilla, De algunas opiniones nuevas sobre Cervantes y el
"Quijote",
en Obras, ed Ateneo (Madrid, Saíz, 1883), pág. 398.—En la cárcel de Castro
del Rio en 1592, y por Vallejo en IS97- Cejador, Historia, III, 175, 176.
jador, Historia, III, 175, 176.
( I ) Ed. cit., I, 133-343{2) El viaje entretenido (Madrid. 1603), Advertencia al lector.
(.^) El Pasajero, advertencias utilísinuis a la vida humana (Madrid,
1617).
(4) Navarro y Ledesma, ViJ^ del ingenioso hidalgo don Miguel de
Cervantes.
(5) Hazañas, Los rufianes de Cervantes, pág. 87.
(6) Asensio y Toledo, Recuerdos de Cervantes. El compás de Sevilla
(Sevilla,; 1870); en Cervantes y sus obras (Barcelona, Seix, 1902).
(7) Novelas ejemplares. Ed. Cías. Cast., I, 237-238.
;
EL Pf CARO EN LA LITERATURA Y EN LA VIDA ESPAÑOLAS
135
oo (i) pinta la vida futura de esas gentes, en el infierno de la
inás célebre prisión de España.
XVIII.
Cervantes, humorista.
Los grandes maestros de la literatura picaresca española,
desde Marcial, el precursor, al Arcipreste de Hita, a Femando
de Rojas, Hurtado de Mendoza, Mateo Alemán, López de
Ubeda (o Andrés Pérez), Quevedo, Juan de Luna, Salas Barbadillo, Vicente Espinel, Castillo y Solórzano, Agustín de Rojas, Véiez de Guevara, eran, por definición estética, "festivos",
cntores de la belleza o de la íeaidad alegres; por diferenciación ética, "satíricos", amenos censores del vicio; literariamente, por su estilo, "chistosos", frecuentadores de la sorprendente oposición ideológica o abusivos del juego de palabras, del
retruécano. Ninguno fué verdaderamente "humorista", maestro de sentencias que afirman negando, de terribles aplausos
que disuelven, de elocuentes silencios, esto es, químico de iron;as.
Un mono de Cervantes—^Juan Montalvo—define bien su
ironía: "ocultar un pensamiento superior debajo de una trivialidad; sostener una proposición atrevida en forma de perogrullada; aludir a cosas grandes, como quien habla de paso; llevar adelante una obra seria y profunda, chanceando" (2).
Iconográficamente es toda una gama del gesto: la moquerie francesa inclina graciosamente la cabeza y entorna los ojos,
en tanto que una sonrisa filtrada ilumina unos labios entreabiertos; el SpaSj alemán, oblonga el cuello, enarca las cejas,
descubre desmesuradamente los ojos, mientras la boca, como
arco en tensión, se abre ingenuamente...; el humour inglés
5 urna su pipa echado para atrás o apoyado en el codo, marcan(i) Publicada la Relación, en 1597. Sabido es cómo se le adjudicó la paternidad de toda ella.
(i) Capítulos qu-e se le olvidaron a Cervantes. Ensayo de imitación de
un libro inimitable. El buscapié, obra postuma (Besanzon. P. Jacquin, 1895),
págr. XXXII.
136
NUESTRO TIEMPO
do las líneas del vértice externo del ojo en guiño...; la ironía
española es difícil y suave contracción, prólogo común de la
risa y el llanto, melancólica sonrisa,"que marca un doble interrogante—¿alegría?, ¿pena?, ¿amor?, odio?—en las comisuras de los labios.
Cuanto se dijo sobre la risa—aleS're o triste—de Cervantes ( I ) prueba su desconocimiento. Como la meretriz hace gozar y no goza, Cervantes hace reír y no ríe; si no es que—discretamente—ríe del que ríe. La alegría del Quijote—piedra de
contraste para espíritus necios—es triste alegría; alegría de burdel; chispeante vino que en el apurar de la copa, amarga. ¿Podía reír quien tuvo—siempre—delante el anatema y detrás el
hambre, de un lado la justicia y el amor de otro lado?
Y es única su no imitada gracia narrativa, que hace de
todo pasaje, tomado al azar, un epigrama en prosa, donde retoza la idea con ritmo de donaire; buena diferencia de la novela picaresca—sin excluir a Mateo Alemán—que sólo pudo
hacer gracia a espíritus grasicntos (2),
Es el Genio—siempre rebelde—adaptado violentamente por
ia milicia y el cautiverio, donde "aprende paciencia"; rezumándose por la válvula de seguridad del ingenio, en tan delicado
manar de ironía, que más parece mística.
Psicológicamente, Cervantes, es sereno y frío narrador, que.
hace reír y—visiblemente—no ríe; que conmueve y—en apariencia—no se emociona; que sugiere la más honda reflexión,
al parecer, livianamente. Cervantes es el htunorista, de la novela picaresca española, nuestro primer humorista. El la crís(1) Martínez Sierra. La trislcca del "Quijote" (Madrid, 1903).—;. deArmas, Cervantes y su ¿poca, pág. 129.
(2) La pesadez de la novela picaresca fuá denunciada ya por Unamuno,
En tomo al casticismo (Madrid, 1902).—Hágase, empero, alguna excepción para El Lasarillo de Tormes (anterior a iSS4). Aquella propensión predicadora, que es apestoso bagaje en la lectura del Gusmán, apartará a esta
obra del gran público, el que devora el Quijote y las Novelas ejemplares,
si no es sometida a una refundición. Reiteradamente vengo proponiendo
esta empresa, necesaria a la adaptación moderna de los libros clásicos; que,,
tanto como el Teatro clásico, de cll.i !:3n menester, si han de ser leídos.
EL PICARO EN LA LITERATURA V EN LA VIDA ESPAÑOLAS
17,7
mó de iroríía, y sopló, sobre sus huesos secos, el austro del
símbolo, agigantándola- Con ét nace, por eclosión de la gran
novela picaresca, la epopeya cómica española.
iQuiNTILIANO
(Concluirá.)
SALDAXA.
REVISTA PE REVISmS
E L CURA SANTA CRUZ
Razón y Fe (1).
C. Bayle escribe una interesante información acerca del famoso guerrillero, cuyas cualidades un tanto exageradas, han dado
triste relieve a su apellido. Bayle que le trató bastante en 1904, refiere que le habló largamente de sus aventuras, sorpresas y fusilamientos que a él le parecían justos, así como su modo de guerrear.
El seis de Jiilio último escribió; "Yo con mi campaña pretendía
acabar con los poilíticos y con la política que habían destruido a
España y a sus amadas provincias vascas". Ya lo dije en otra: yo
«o guerreaba por Pedro ni por Sancho, sino pro aris et focis.
Bayle, dice que el célebre guerrillero, que en América se llamaba el P. Loide le escribía de vez en cuando y últimamente le envió una epístola escrita oon mano firme, a pesar de sus ochenta y
cuatro años. Huido de Esipaña y misionero durante algún tiempo en la isla de Famaice, arribó a Colombia y digió pal a su residencia habitual !a ciudad de Pasto. Visitaba con frecuencia las
chozas de los indios, a quienes predicaba con palabras y ejemplos
la doctrina del Crucificado. Pretendió entrar reiteradamente en la
Compañía de Jesús, consiguiéndolo cuatro años: antes de,su muerte y cuando pasaba de los ochenta años.
Que ú famosc cura Santa Cruz, obraba poderosamente en su
misión, lo demuestran párrafos como los siguientes de una carta
dirigida al autor de esta información. "Algún señor le ha enviado una carga bien grande de rosarios, estancas y Hbritos, cosas
todas que él estima ahora tant» como los fusiles y cartudios en
otros tiempos. Los rosarios sobre todo; los aprecia inmensamente
y los propaga cuanto puede. N o será sin duda ese arma la que
(I)
Octubre
REVISTA DE REVISTAS
139
menos ha contribuido a amansar los bravos halbátante, de las montañas donde hahia. fundado el pueblo de San Ignacio.
Son ahora muy buenos, y yo oí a una anoianita que decía: ¡ Ah,
eses hombres eran bravos! El P. Lxxde los ha domado. Los habitantes de los puobbs vecinos ios temen y los llaaiian come osos
porque de verdad ios cazan y comen su carne. Son todos ellos esforzados defensores deil gobierno católico, que rige a Colombia, y
en las elecciones defienden la buena causa a garroítazos si es menester. El ex guerrillero les celebra la Misa antes de enviarles a
las elecciones, y al terminar la Misa les dice: ¡ Ahora ya sabéis lo
que tenéis que hacer! Y todos, fomjando ejército, \-an a votar a
favor de la Religión. Las indicaciones parecen órdenes de general."
En otra carta se dioe, que eíl día de San Lorenzo del año corriente, un padre vino de San Ignacio trayendo al P. Loidi a Santa
Cruz bastante enferimo.
Poco después pretendió irse y le sorprendió la muerte a una
hora de distancia. Fueron al lugar del suceso tres religiosos y se encontraron al pueblo en masa llorando a su Padre.
Toda la nodhe la pasaron rezando por el difunto en su iglesia.
Al día siguiente, después de la misa y el responso fué enterrado
en efl presbiterio con permiso de Ja autorida^ci eclesiástica, accediendo al deseo unánime del pueblo. Murió pues, como había vivido, guerreando, aunque su última guerra era incruenta. Confesaba incansablemente a sanos y enfermos, daba lecciones a los niños, iba al hospital y prestaba excelentes servicios a aquellas pobres gentes. Tomó marcadísima devoción a Sanita Teresa de Jesús y dejó escritos algunos papeles expresando en ellos los ideales que tuvo acerca de las nusiones y el objeto de su caanipaña
guerrera. En docixmentos de 1910 y años siguientes, se firmaba
Misionero Apostólico.
El P. Bayle dioe, que de podeise recoger estos y otrois documentos, podría escribirse una interesantísima biogiafía del Cura
Santa Cruz. Ultjlmaínenite pidió una, corneta para convocar a los
indios a la doctrina; enterado su S. M. D. Alfonso XIII, d d deseo del celebérrimo guerrillero, la encargó al Embajador de París, por ser las cometas francesas, más stiaves de boca que las del
ejército «spañdl. La corneta iba camino de Colombia cuando murió d P. Santa Cruz. No fué un sectorio vuügar; de al podrá decirse que era un apasionado por la causa que defendió y que hasta en la hora de las respresalias obraba con la mejor buena fe.
Multitud de gaceteros y zascandiles de la literatura lo han pintatío como un monstruo execraLle; pero los que reputan lícitos los
asaltos sangrientos de los conventos, no tienen derecho a protestar
ríe los fusilamientos del cura Santa Cruz.
140
NUESTRO TIEMPO
BERNARD SHAW Y SUS CRÍTICOS
Renaissance D'Occident (1).
Vvemer Penig, ilustre escritor inglés estudia en bella carta
la personalidad espiritual del gran literato, partiendo de los juicios fonmuiados por sus mejores críticos: Collis» Braii>roke, Henderson y Robertson. El mas atinado y que mejor nos inicio en el
pensamiento y en las irtíendones de Shaw, es Collis.
La tesis principal es la existencia de una religión shaviana.
Collis ha demostrado que no solamente todas las obras de Shaw,^
son profundamente serias, sino que .yerran gravemente los muchos que lo consideran como un e^íritu iconoclasta. Lejos de eiio,
la filosofía del eminente autor es bajo ciertos aspectos constructiva
si se la estudia con la debida detención.
Shaw, fué siempre rdigioso, aunque no profesa ninguna religión ofidai y menos que ninguna la anglácana. Su religiosidad,,
todo sentimiento, podría ser comparada a las de Lessing y Goethe
por su carácter de tolerancia tmiversal. El pone como condidón
siné qua non, de la existencia de un sentimiento religioso su independencia al par de sus convicdones. Para Shaw si el tratamiento religioso se fija en un dogma corre grave riesgo de perder
mucho de su fuerza espiritual]. Esta creencia en una fuerza espiritual en nosotros y fuera de nosotros, marcha aliada en Shaw
con una filosofía de la evoludón, muy parecida a la de Bergson
y a la del ilustre Samuel Buttler, el tercero de este nombre que
Shaw ha contribuido grandemente a sacar d d olvido hadéndole
célebre. La religión de Shaw, si puede dedrse es la del Elan vital, de la Fuerza de Vida, que se manifiesta en nosotros comoen la naturaleza y a la cuál nos pertenece dar conscieixtemente un
ñn. La voluntad en materia biológica finaliza todo lo que ella
persigue con asiduidad. Henos aquí cerca a la vez de Darwin y
de Nietzsche. Entre tanto Shaw es más partidario de Lamarck que
del propio Darwin. Para éste la evolución es un j u ^ o de azar.
Shaw, por el contrario es finalista, puesto que cree que la evolución se cumple gradan a las fuerzas reunidas de la voluntad, d d
sustento y de la initendón. El autor en una nota erudita d i r m a
sabiamente que cuarenta años antes de Lamorek y sesenta an^es
de Darwin, el filósofo francés Diderot dio la fórmula definitiva
d d transformismo cuando escribía: "Los órganos producen las
necesidades, y recíprocamenite las necesidades producen los órganos". Este sentimiento religioso al que hace alusión el autor
(i)
Octubre
REVISTA DE REVISTAS
141
de esta carta, se etioüentra, con mayor o menor' íi^tensidad en
casi todas las piezas de Bemard Shaw. Lo encOiíjtEáimosi en The
Devü's Disciple donde el héroe bajo da influencia :de las pruel>as
que sufre se convierte en santo; la enconitramos también en Casar
and Cleopatra, en Man and La perman y en John Bull othex
Island. En 5"í»ttí Joan el tono participa con intensidad particular
de k> patético y dte lo sublime. De la lectura reflexiva de las
obras de Shw se desprende que él no es como le cree el vulgo, tm diablo convertido en fraile—despuiés de haberse hartado de carne—, sino im espíritu ecuánime, tolerante, nutrido de
verdadera religiosidad extradogmática. Tampoco sería justo considerarle como otros lo hacen un ii^enioso charlatán, un funambulista mental; no. Shaw es, burla burlando, un filósofo que armado de muchas armas literarias, enseña deleitando, la religión
de la comprensión y de la tolerancia. Su cualidad principal es la
sencillez, pero no una sencillez pueril sino profunda. Lo que no
es Bemard ShaWi es un erudito pedantesco o \m pensador fragaientarío y laberíntico axjm algunos que en España padecemos.
Llama a las coeas por sus nombres: No pretende deshunumizar
ni embraUar los resiiltados de ía razón y de la experiencia como
ciertos zascandiles con marchamo de Pontífices definiendo ex
cátedra. Conocido es ed pasaje del prefacio de Pieces depiaissantes donde Shaw ha reoonitado las visitas que hizo a un oculista.
Este especialista, después de haberle examinado, le dijo que poseía una visión normal, privilegio excepcional, puesto que el
noventa por ciento de los pobladores de la ciudad estaban afligi'dbs por «na visión anormal. Este día comprendió el gran escritor
que su ojo espiritual estaba como el corporal en posesión de una
visión perfeata. Veía de modo distinto a los más puesto que veía
con exactitud.
EL CATOLICISMO FN EL CANADÁ
Razón y Fe (i).
A. Dugré escribe un documentadísimo artículo acerca del lugar que ocupa d catolicismo en este inmenso país tan favorecido
por ¿ Naturaleza. En junio de 1921 (último censo) la población
del Canadá era de 8.788.483 habitantes,. En 1911 tenía poco más
(I)
Septiembre
142
miESTRO TIEMPO
de siete millones. Su aumento es, pues, sensiblemente uniforme.
I-a emigración es grande en este país, pero a pesar de que emigran muchos protestantes a él, los católicos guardan bien sus posiciones. De la población, conquesta, como hemos dicho, por cerca de nueve mí'llones de habitantes, 3.389.000 son católicos: de
origen francés en su mayoría y habitando en la provincia de Quebec, poblada en sus cuatro quintas partes por ellos.
La Iglesia del Canadá se divide en dos provincias eclesiásticas y un arzobispado que depende directamente de la Santa Sede.
Hay 35 diócesis, seis vicariatos apostólicos, una prefectura y una
abadía.
Según el Catuidá Eclesiástico había en el país a fines de 1925
para 3.743,320 católicos, 5.939 sacerdotes, 42 congregaciones de
hombres y 96 comunidades de mujeres con casas propijis. Admirable ha sido y es la obra realizada por estos últimos.
La Congregación de Nuestra Señora, fundada en Montreal,
tiene actualmente 168 casas y 2.160 religiosas; y las ainco ramas
dt la Congregación de las Hermanas de la Caridad, también de
Montreal, 239 casas y 3.266 religiosas. Estas mujeres trabajan en
iimúmeras obras de beneficencia y enseñanza. Su generosidad conmueve y constituyen la honra y el orgullo del pueblo canadiense.
En Quebec (provincia y ciudades) la mayoría de las escuelas públicas está confiada a los Hemianos y Hermanas. Escuelas Normales para la formación de Institutrices, y las Superiores de señoritas están también dirigidas por Religiosas.
Las dos grandes Universidades de Quebec y de Montreal reciben del Gobierno importantes subvenciones, y cada uno de los
veinte seminarios menores afiliados a estos centros de cultura, todos en manos de servidores de la religión, recibe cada año una
suma de 10.000 dólares para formación y sostenimiento del personal docente. También son numerosas y bien subvencionadas las
instituciones de caridad, En la provincia de Quebec es donde la
Iglesia tiene su principal punto de apoyo. Hay cerca de 2.000
sacerdotes y más de 5.000 reígiosas que salen de aquellas diócesis para las de las provincias inglesas y las de los Estados Unidos. En h s ocho restantes provincias, en su mayoría protestantes,
la situación del Catolicismo no es tan ventajosa. Hay en ellas
absoluta separación de la Iglesia y del Estado y plena libertad Oe
cultos. Los protestantes canadienses soportan casi a la fuerza la
escuela católica, hecho comprotado a diario por numerosos incidentes. También se protesta de" la enseñanza cajt^íca, como demuestra el hecho siguiente. En las Provincias del Oeste el Gobierno federal se reserva tierras colonizables y otras propiedades
para indemnizarse de las subvenciones que entrega al Tesoro de las
REVISTA DE REVISTAS
I43
provincias incapaces de viMir por sí mismas; en 1926 el Gobierno de Otta.wa se avino a ello, pero con la condición impuesta por
la Diputación católica de que seguiría abonándose a sus escuelas
la parte de estos bienes, que la Constitución de Alberto asignaba
para su sostenimiento; esta condición fué vigorosamente' atacada
por los orangistas, que provocaron una crisis política y dieron lugar a la caída del Gabinete de Ottawa.
A pesar de esta oposición la Iglesia gana terreno, establece
diócesis y funda centros florecientes de enseñanza. Se reconoce
por todos que el r ^ m e n parroquial ha salvado al Canadá francés y durante más de cien años el cura ha sido simultáneamente,
I-Hies, notario, n^dico, policía, maestro y tutor de almas. Aun hoy
colabora con los Gobiernos en la colonización de las tierras, en la
creación de cooperativas y de cajas populares, diitge los Sindicatos obreros y promueve todo género de asociaciones con fines culturales, religiosos y patrióticos.
SOBRE LOS F E N Ó M E N O S ELÉCTRICOS
Ciudad de Dios (i).
Ei docto agustino P . A. Saco v:ene publicando estimabilísimos
artículos sobre los fenómenos eléctricos y su interpretación. En
ellos ha expuesto las diferentes hipótesis rdativas a la electricidad y el magnetismo, y en este último, hace discretísimas consíderaciones acerca del progreso de esta parte de la ciencia, realmente magnífico y que nos ha puesto en conocimiento de verdades que hace treinta años no conocíamos, ni siquiera sospechábamos. Lo expresa con respeto al hablar de las antiguas teorías
que no pudieron hacer más de lo que hicieron porque carecían de
medios para elfo. La hipótesis electiónica aunque es un concepto
«itrevido, grandioso y con visos de racionalidad, no ha podido
reunir los caracteres necesarios para ser considerada como verdad
física. En el estado de los fenómenos no se ha pretendido solamente explicar el cómo se producen, sino buscar su razón cardinal y deducir como consecuencia la génesis y desairrollo de todos
los hechos que dimajian de la energía eléctrica.
La teoría electrónica llegó a adquirir su espléndido desenvolvi(i)
Octubre
144
NUESTRO TIEMPO
miento gradas a los descubrimientos proporcionados por d estudio de los fenómenos radioactivos, rayos X y dectrólisis • y aparte de esto como observa Lorentz, la teorí^ de los edectrones debe
ser mirada como mía extensión al domdnio de la electricidad, de las
teorías moleculares y atomísticas que tan grandes servicios han
prestado al desarrodto de la física, y de la química. La teoría dectróniica nos Iha llevado al estudio de la naturaleza en general, buscando las rdaciones que pudieran existir entre esas mínimas cantidades materiales llamadas átomos y aquellas incomparablemente
más pequeñas que se han señalado en ia naturaleza de la dectriddad, cuestión que hoy preocupa a los hombres de ciencia, pues
su solución ha de cambiar por completo la generalidad de las
teoiias, hasta ahora consideradas como dásicas. Los maestros del
pasado siglo como Ludano Poincaré trazaron aqudlas hermosas
vías rectas y allanadas por ia mano de tantos obreros dentíficos
y que ahora se hallan reunidas por infinidad de pequeños senderos que surcan d campo de ía física.
La teoría dectrónica redbida al principio con desconñanza o
desdén ha conquistado al campo denlífico. Hay que rendarse—dice
Lorentz—ante una hipótesis que permite agrupar éu vm mismo
conjunto todos los descubrimientos acerca de las descargas eléctricas, de las subsrtandas radioactivas, que conduce a una teoría
satisfactoria de k óptica y de la dectriddad, y por intermedio
dd calor radiante, ¡parece que ha de englobar en breve los prindpios de la termodinámica. Una de sus más gloriosas conquistas
ha sido la aplicación que se ha hecho de sus prindpios a la antigua cuestión de la estructura dd elemento atómico. Todas las
ideas expuestas acerca de día pertenecían en su mayoría al campo
de la especulación. El mismo ooiKepto de átomo envolvía ya en
si la idea de indivisible. La teoría electrónica ha conseguido demostrar, después que los electrones fuercMi descubiertos en los
rayos catódicos, que en d seno de didws átomos pululaban, pero
en armonioso concierto, dichos dectrones que Aneoen a ser las
partes int^rantes de los átomos. También la teoría dectrónica ha
dejado sentir su poderosa influencia en d campo de las reacdones químicas. Acaso, las consecuencias que ipueden dimanar del
estudio acabado que ha de hacerse de cKdia teoría, peiinitirán d
logro de un ideal mucho tíemipo axsu-iciado; la generalización de
todos los fenómenos físicos estudiando, la evolutíón de todos dios,
hasta encontrar la causa universal donde todos puedan engtobarse. Las dificultades distan de haber sido venadas en su plenitud; hay hedios de experienda que parecen contradecir alguno
de 1(» principios en que se apoya la teoría electrónica; pero no hay
que olvidar que los experimentos en esta materia han de ser de
una precisión y ddicadeza exquisitos y hay que esperar que nuevos
REVISTA DE REVISTAS
^ ^
'OS que hasta el presente no han logrado ilmni-
de aportar n u e v i S t ^ .
í "^^"^"^ " ° ' " ^ ^ ^ ' ' ^ ^" '^ ^^^^
avalíra el S u e T z o ^ . 1 T ' ^ ' ^ ^ T ^ - ^ " ^ ' ^^^^ difi<^"Jtad creciente
siendo descubierta ] .
?" "f'"""- ^'^^^
^"^ ^ " ^ ^ ' ^ a que va
durante S r S H ' T * ^ " ' ' ^ ^^^'''^'^^ ^ ^ ' ^ ° ^^ "°tar, que,
deTavesíTlT
*"', ' ^ ^ P^^^^^-^do unificar la múltiple variedad
y r ^ r ^ ^ S l T T ' r f ^ - P ^ ' " " ^ ' ' , ^ ^ ' ^ * ^ ^ ^ ^ «'• Pero entrelazadas
m i s ^ S . í^
^^ u " " . " ^ ^ P^"s^iento, armonizadas por el
mismo deseo lo cual ha sido la causa principal de que todas e s ¿
daríf" r
^^'^^-^^ <i-^^
Perdidal d.Tivir a i S a J a, a " "
S^L
J
"^ mutimmente, han dado lugar a empresas a v
osales, c ^ a miportanaa no tardará mucho táempo en manifestars-e ae prodigiosa manera.
SOBRE EL AUTOGIRO DE LA CIERVA
España y América (i).
C r S J ' ^ t ^ ^ ^ * r . ^- ^^"^<^« ^ ^ ^ ^ 1 «^ " " ^ interesante'
^romca Científica nos habla entre otros asuntos, del autogiro del
-- • i-a u e r v a . En este aparato del ilustre ingeniero podrá echar
iXlZ
^^^'^T'^' ^"« se ixxlía aspirar a un nuevo perfecciona"».ento, que al menos en teoría resultaba fácil.
v e r t t L i ^ T ? * ' " " ^ ' ' ^ ^^ '^'^'' articuiista-si Wen podrá aterrizar
c i T n X ^ * " ' ^ ""* *^" velocidad mayor que la que adquirimos
c u a n ^ d a m o s un salto de un metm de altura, no podrá del mási « . r J n ° l^'^'l^ ^
^ ^^'"^^
^"^^^' P^q'ie Pa'-a despegar
lúmJ^T
^ ^^ '^ ^^^'""^ sustentadora adquirir un cierto
ni,^ rf revoluciones por segundo, y esto no podía lograrse sin
suelo í , t ^ i ° ^"^^'""^do por la hélice tractora caminara por el
nece^aL
^°^ aeroplanos, un cierto número de metros;
J ^ ^ a n a paja poder elevarse un extenso campo de aviación,
cuiri^l,
" " " ' ^ ^ ^ ^- Acebal-si el aparato despliega al ad^
las aspas de la hélice sustentadora una cierta velocidad dispo7T
10
(I)
Septiembre
146
NUESTRO TIEMPO
niendo de una energía (la del motor) que ha de impulsar luego ét
aparato horizontaknente, ¿no se le podría aplicar a la citada hélice
para que d despegue se \ogrc en muy pocos metros? Este es el perfeocionamiento que el esclarecido inventor ha introduci en su autogiro.
Gracias a su empleo el aparato podrá despegar del suelo, sin
rodar o rodando muy poco. En la facultad de Ciencias de Madrid,
expuso el Sr. Cierva las ventajas de su aparato comparado con
los demás existentes y que el periódico ABC
reasumió felizxnente. Estas ventajas son: suprimir la desimetría de las reacciones, asegurar la estabilidad automática, cuyo coeficiente es independiente de la velocidad del aparato; requerir menos esfuerzos
constructivos por la carga dinámica y suprimir los efectos gñroscópicos. El lector—dice el docto dominico—debe fijar su atención
sobre el nuevo perfeocionamiento mecánico del autogiro. El hecho
de poder levantarse un aeroplano, siin apenas rodar hoiizontalmentc puede tener importancia incalculable en la aviación naval, pues
permitirá emplear como campo de aviación la misma cubierta del
buque. He aquí resuelto lo que hace bastantes años preocupaba a
los técnicos de las marinas de guerra. La italiana, y la norteamericana se han distinguido, sobre todo, en el laiizamiento de aeroplanos desde la cubierta de los buques.
Daban el nombre de catapulta al mecanismo empleado para
ello.
Consiste en un carrillo sobre el cual se coloca el aeroplano; mediante aire comprimido o la explosión de la pólvora se comunica
al sistona gran velocidad, no inferior a 100 metros por segundo.
Logrado esto el carrillo se detiene bruscamente y entonces, en
virtud de la inercia, el aeroplano es lanzado al aire y en él habrá
de mantenerse igualmente que si por sus propios medios se hubiera elevado hasta aquella altvn^.
Inútil es decir que el mecánico debe tener en marcha normal su
motor en el momento en que es lanzado el carrillo. Y aquí surge
tma cuestión de orden fisiológico, lanzado el aviador con tal velocidad, ¿podría salir indemne de la presión su aparato respiratorio? Hasta hoy han salido triunfantes los que lo intentaron.
Esta nueva máquina de guerra tiene ya en la marina americana instalaciones de catapultas giratorias en treinta y dos buques de
guerra. La segunda parte del problona es la que no tiene por ahora solución, esto es, que si d ascenso de un aparato puede lograrse
mediante las catapultas, el descenso ha de verificarse en el a ^ a ,
lo que obliga a utilizar hidros en vez de aeroplanos.
Cree el autor que utilizando el autogiro no presenta dificultad
alguna ni el lanzamiento ni d descenso de los aviones sobre la mis-
REVISTA DE REVISTAS
147
ma cubierta del buque, y su empleo como Mina de combate en la
guerra naval, hará innecesario el uso de las catapultas.
Para la construoción del autogiro se ha foimado en Inglaterra
una socrédad bajo la razón de The Cierva autogiro Co. Lid., que
expJotar4 las patentes europeas, exceptuada la de España.
LABOR EDUCATIVA E I N S T R U C T I V A D E LAS A S O a A C I O N E S CATÓLICAS
Razón y Fe (i).
El docto publicisita y críflico F. Resitrepo S. J., historia en
buen escrito y documentado artículo la obra educatíva e instructiva. de las Asocaciones católicas tan maltratadas en otro tiempo
por una prensa sectaria e ignorante.
Ya en el siglo xviii tenían los Jesuítas en Espara, sin contar
América, ciento diez y s'ete Colegios. El autor arranca de esta
época, pues es bien sabido que en España, como en otros países
«uropeos, la tutela educativa y la enseñanza juvenil estuvieron
en manos de la Iglesia. Tiempo hubo después (allá en 1816) en
que, s ^ n el autorizado testimonio de Gil y Zarate, las dos escuelas de escolapios que en la corte existían tenían más alumnos
que las cincuenta gratuitas de niños. El fenómeno se viene repitiendo, a pesar de la desamortización y de las luchas político-religiosas posteriores, porque las Asociaciones religiosas hacen más
obra cultura] y patriótica que otros institutos y corporaciones
cuya enorme presunción no corre parejas ni con su sabiduría
ni con su desinterés.
Vaya por nuestra cuenta la afirmación siguáente: los radicaÍes librenensadores y espiristas fuertes de Esipaña no han sabido
educar dvicamente al pueblo ni darle tampoco lecciones de c"encia sólida y apartando unas cuantas excepciones se han limitado
a exponer con fverbo detonante y erudición a la violeta doctrinas
y teorías de procedencia extranjera. El docto jesuíta hace en su
artículo alarde de una información minuciosa y auténtica al historiar la obra cultural de las Asociaciones. En 1923 había en España 17.210 religiosos y 54.605 religiosas, formando los pr^me^
ros el 7,95 por 10.000 de la poblad&i total, y las segundas el
(I)
Septiembre
.48
NUESTRO TXEIIFO
25,21 por 10.000. Quinientas doce comunidades de religiosos o
sea el 56,59 por 100 de las comunidades de varones que existen
en España, se dedican a la enseñanza. Estas comunidades pertenecen a 38 órdenes y congregaciones distintas. La mitad de los
religiosos de ambos sexos se dedican a la enseñanza en número
de 35-000, ahorrando sumas de consideración al Estado. En la
enseñanza primaria los Franciscanos poseen 28 establecimientos,
60 los Escolaipios, 17 los Misioneros del Corazón de María, 20
los Paúles, 33 los Salesianos, 110 los Hermanos de las Escuelas
Cristianas y 74 los Maristas, 112 las Carmelitas de la Caridad, 74
las de la Compañía de María, 35 las de la Consolación, 93 las
Dominicas terciarias de la Anunciata, 142 las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, 41 las de la Misericordia y 35 las
de la Sagrada Familia.
Por lo que respecta a la enseñanza profesional, en 1924 había 2.104 escuelas de Pintora, Artes Comerciales, Administradón. Oficios, Artes industriales, Artes del libro, Magisterio, Corte y Confección, etc., con 44.503 alutnnos y 102.405 alumnas.
En la enseñanza secundaria (estadísticas de 1922-1923), los
P P . Jesuítas tienen en España 28 Colegios; los Agustinos, 19;
las Monjas de la Enseñainza, 47; las Carmelitas, 22; la Coínpañía de Santa Teresa de Jesús, 20; las ELsclavas del Sagrado Corazón, 13; los del Corazón de Jesús, 18; los Donnnicos de la
Presentación, 26, y los Ursulinos, 11.' E n Deusto y en el Es^
corial existen dos Facultades de Derecho, y en Sarmá, bajo la
dirección d d jesuíta P. Victorio, fimciona un Instituto Superior
de Química con 57 alumnos. E n Deusto se ha fundado una magnífica Universidad Comerciail y otras instátuciones docentes que
el erudito fraile cita y cuya enumeración no cabe en un extracto.
La Institución de enseñanza más original del último siglo es la
Institución Teresiana, con profesores y maestros de titulo oficial.
Son religiosos en espíritu, pero sin hátóto ni clausura y conservan la, libertad necesaria para ocupar cargos públicosi.
Su fin es conservar y avivar en las Escuelas Normales y elementales el espíritu cristiano y cooperar a la educación de los
jóvenes que estudian en las Universidades por medio de pensiones o residencias de Señoritas.
El Golbiemo la ha declarado de utilidad pública y no ha mucho
SS. Pío XI la ha aprobado como piadosa Congregación. Esta
muestra ludda de vitalidad y progreso, dada por las Asociaciones,
debe hacer enmudecer a los cronistas de tres al cuarto y escurriduras filosóficas de Krause, que con tanto encarnizamiento las
combaten.
REVISTA DE REVISTAS
149
CARTAS INÉDITAS DE TOLSTOI
Cultura venezolana (1)
Antes de su fuga de Isnaia Poliana el egregio escritor ruso
había nombrado heredera universal de su patrimonio literario a
su hija Alejandra, confiando los trabajos de crítica social a su íntima amiga Cerkoff. El acuerdo celebrado entre estos testamentarios del grande hombre fué respetado por el Gobierno de los
Soviets, d cual, mediante un decreto, dtíclaró los escritos de
Tolstoi monopolio de la nación; pero dejó a los herederos
designados por el escritor el derecho de cuidar la edición de
aquéllos. Calcúlase que se necesitarán 30 volúmenes y varios años
de labor, para dar cabida en una colecaión completa a los trabajos de diversa índole, que escribió el maestro. De su epistolario
reproduce la docta revista de Venezuela algunos fragmentos, y
nosotros transcribimos, tras de las cartas que escribió Tolstoi,
respondiendo a las interrogaciones, que acerca del amor y el matrinx>nio le hacían algunas mujeres. Helas aquí:
A la señora B.—"¿Qué debe hacer una mujer, cuyo marido
tiene una amante y al par quiere vivir con ella y con la otra?"
"Como es natural, en ningún caso continuar la vida matrimonial con el marido."
" N o es el caso de hablar de deredios, entre marido y mujer.
Pero abandonar a un hombre que, aun siendo infiel, desea y apres a la vida en común con su esposa, no está bien y no debe hacerse."
" Y entonces, ¿qué debe hacerse?, me preguntará usted. Soportar, por supuesto, sin pecar, como hacen muchas. Sucede frecuentemente que uno de los esposos es infiel, y el otro, en lugar
de permanecer puro y de ayudarle a volver al buen camino, empieza también a pecar, con el orgullo de la propia pureza, con
malignidades y ofensas".
"La mejor arma contra el mal es el bien. Esto és todo cuanto
yo puedo contestarle. Permanezca usted pura. Sea para su marido como una hermana cariñosa. Esta es, a mi parecer, la única
solución correcta de su dolorosa situación (1893)."
Al señor P.—"En oontestadón a su carta le aconsejo leer él
Evangelio de San Mateo, capítulo quinto, versículos 31 y 32. Y
esto se lo digo, no porque el Evangelio es el in>ro sagrado, siino
porque en el punto que le indico está claramente expuesto el jtii(')
Septiembre
150
NUESTRO TIEMPO
CÍO práctico que puede servCrle de nonna y que se adapta exactamente al caso suyo. E a la cuestión sexual no hay y no puede haber sino un ideal: la castidad; el hombre es llevado a ella por su
propia naturaleza; lo contrario lo reduoiria a las condiciones de
una bestia. Y como quiera que la castidad absoluta es cosa difícil
para las personas jóvenes, lo mejor para acercarse a día es el
matrimonio, en el cual el hombre no termina con abandonar a la
mujer o viceversa, y sólo se piense en lo que es natural: la procreación y el cuidado de los hijos. Pero si el hombre abandona su
esposa para tomar otra, entonces está claro que su ideal no es la
castidad, sino el placer personal."
"Me permito, por tanto, darle el consejo de poner en juego
todos sus esfuerzos, para alejarse de quien quiere inducirlo a
pecar, metiéndole e n una situación difícil. Cómo puede lograrlo,
sin ofender a dicha persona, usted lo sabe perfectamente. Mi concejo es preciso y no serviría darle otro. Son mis votos por que logre salvarse, y lo mejor que puede hacer es libertarse de las seducciones que lo rodean (1908)."
A M...—"Una buena vida requiere un esfuerzo moral. Y para
cada hombre existen condiciones de vida que imponen ese esfuerzo. A cada paso surgen dificultades. Pero usted como muy
bien dice en su carta, esas dificultades las tiene en su hogar. Sus
esfuerzos deben mirar a esa direcccón. Usted debe esforzarse por
a n a r y perdonar a quien es difícil hasta soportar; pero usted
debe sobreponerse.
Esa es su misión ¿Cómo puede usted sustraerse a ella? De
corazón, le deseo ver el bien por doquiera; olvtdar todo lo que
es desagradable y no condenar nada en su corazón. Y si usted
lograra seguir al pie de la letra estos consejos, tenga la seguridad de que en su vida en lugar de penas y dolores tendrá satisfacciones y placeres infinitos. Así se lo aconsejo y se lo auguro.
(Noviembre 1908.)
^
LEÓN ToLSToi."
¿Qué pensarÍMi leyendo estas admirables evangélicas cartas
los predicadores d d divordio y los doctores pseud>^ioctos que
entonan ridíailos ditirambos a la libertad d d instinto sexual?
REVISTA DE REVISTAS
151
E L P O D E R E J E C U T I V O EN INGLATERRA
Revista CalasaiKÍa ( i ) .
EJ doctor Gamir Colón de Sandoval inserta en la docta R t vista un artículo muy notable acerca de la Evolución histórica del
Poder Ejecutivo en Inglaterra, partiendo de los tiempos primitivos hasta el período contemporáneo.
En la imposibilidad de extractar tan erudito y sustancioso trabajo reproduciremos algo de lo que su autor escribe acerca del peruxlo contemporáneo desde la Reforma Electoral de 1832, que
democratizó a los partidos ingleses, deshaciéndose los wighs del
lastre aristocrático que les señalaba y renunciando los tories en
parte a su intransigencia partidista.
Los partidos ingleses son esencialmente políticos. Son de opinión y no registran sino la aprobación o la censura política. Actualmente el antiguo liberalismo si bordea hoy las teorías socialistas y el conservadurismo es democrático, casi socialismo conservador. El rey, hasta loá íicnipos de -vna, tuvo la costumbre de
asistir a la alta Cámara como par. Hoy su presencia sería considerada como algo anticonstitucional. El Premier interviene en cuestiones
tan privativas del monarca como el nombramiento de oficiales de
la real casa, y sólo se reconoce al monarca la libertad de tener
011 secretario particular de su elección. En cuanto al derecho de
la corona de declarar la guerra y hacer la paz, el Parlamento reconoce en el Ejecutivo la discreta interpretación de esta prerrogativa, limitando su acción, rechazar o aceptar los tratados. Toda
autoridad militar está concentrada en manos del soberano, aunque por el Bill of Rights la ley no permite mantener tropas en
tiempo de paz sin consentimiento del Parlamento. El libre despidió de funcionarios por el Gobierno es lógica consecuencia de la responsabilidad ministerial. La concesión de gracias y {>ensiones, que
liego a constituir un abuso en los reinados de Jorge IV y Guillermo IV, hoy ha de ser sometida al Parlamento. Los cargos judiciales se disfrutaban, hasta 1688, con el beneplácito de la Corona.
Hoy son inamovibles y para destituirles hace falta un adress de
las dos Cámaras. También pertenece a la Corona con el asenso
ministerial y la prerrogativa del indulto y perdón en materia criminal. En la dvil de que sea el Estado parte lesionada, sólo con su
Act of Partiament. E n materia de honores y recompensas la Corona tiene gran libertad, y es muy rara la intervención parla-
(1) Septiembre
152
NUESTRO TIEMPO
mentaría. Queda un problema pendiente, y éste es más de orden
teórico que práctico. Se refiere el autor al derecho de voto a las
íeyes del Parlamento, que aquí, con absoluta autonomía puede
ejercer la Corona y qite los comunes tratan de suprimir. HaUam
encuentra esto último una doctrina "que era en este país ta^i repugnante a toda la historia de nuestras leyes, como incompatible
con la subsistencia de la monarquía en lo que no sea una preeminencia nominal de la misma." (Macanlay en contra, por suponer
inútil un derecho que no ha sido ejercido en 130 años.) También
íiene el rey frente a sus ministros tres derechos: a ser consultados, a alentarlos y a hacerles observaciones. La influencia real se
hace sentir aun en la política exterior (Eduardo VII.) Frente a
las Cámaras la responsabilidad ministerial ha sustituido al viejo
impeachment por un voto de desconfianza. Los Comunes y el Gobierno constituyen los dos motores del país, y este último no pierde de vista la dirección de los trabajos parlamentarios. La fórmula legal de los Presupuestos es: "la Corona demanda el dinero,,
los Comunes lo acuerdan y los Lores dan su asentimiento a la
concesión." ¿Debe retirarse el Ministerio si pierde la confianza
de la Cámara? Generalmente, en los siguientes casos: voto de censura o desconfianza; cuando se rechaza una cuestión de Gabinete
y la derrota del partido ministerr'al en h s elecciones.
Los ministros ingleses son menos susceptibles que los de otros
países. Hasta recientes tiempos no se consideró que los Presupuestos constituyesen cuestión de Gabinete, pero Derby, en 1852,
}• Gladstons, en 1885, han establecido esta norma.
LOS GREMIOS Y LA F U N O O N SOCIAL D E L TRABAJO
Razón y Fe (i).
Narciso Nt^puer inicia un erudito y bien pensado trabajo acerca de los temas que encabezan este extracto. En la imposibilidad
de hablar de todo lo interesante que contiene, insertamos algunas
citriosklades históricas acerca de los grenwos y su origen.
Pablo Sander, en su reciente historia de las ciudades alemanas, dice que los gremios crecieron en el mismo suelo que los sindicatos modernos y karteüs, sino que sus fines se acomodaron a
(x)
Octubre
HEVÍSTA DE REVISTAS
153
ias necesidades de la ciudad medieval, y su ordenami«ito a la particular condición social de los oficios en aqudla edad.
En Flandcs los mercaderes formaron su guÜda o gremio para
defenderse contra los latrocinios de los señores feudales y tasar
a su arbitrio el precio de compra y venta de sus mercaderías; con
lo cual se hicieron tan ricos y poderosos, que constituyeron en las
ciudades una clase particular: la burguesía superior, de grandísima
influencia en la administración municipal. M?tó ellos, que encontraban harto duro el yugo de los señores feudales, lo impusieron
a los artesanos y obreros asalariados del opulento comerciante.
Los artesanos aprendieron de sus amos el camino de la libertad, y
formaron grremios entre sí para oponerse a, su despotismo. IgualJuente en Inglaterra se establecieron poi los mercaderes guildes
para monopolizar el comercio; pero los gremios, en legítima deíensa, hicieron lo Lropio, y Eduardo IIT acabó con el monoi.o!io
de aquéllos otorgando a los extranjeros la libertad de comercio.
Del mismo modo en Italia nació la organización corporativa de
ia necesidad de mutua defensa, según Bog^iano, apóstol del movimiento corporativo moderno.
Por lo que a España toca, dice el señor Noguer que 5a mSs
antigua noticia de los gremios la encontramos muy a principios
del siglo XII, en una sublevación de los menestrales contra el abad
de Sahagún y sus monjes, que tenian trabada la industria.
Con los nobles y ricos se alzaron las persoitas muy más viles,
como refiere el acronismo de Sahagún: los cortidores, sastres, pellecferos, zapateros e aun los que en las casas soterrañas facían oficios y los que facían los escudos e pintaban las sillas. Mas los motivos más generales de agremiarse, aparte de la defensa propia en
edad tan turbulenta, fueron los que expresaron en el siglo xv los
herreros de Barcelona al pedir al rey Martín la confirmación de sus
ordenanzas, "las cuales—-dicen—han usado y usan todavía, a loor
y gloria de nuestro Señor Dios y para utilidad y conservación de
dicho oficio".
Un ordenami'ento de Baviera, de 1553, concordaba en parte con
el de los herreros de Barcelona, al decir "que los gremios y las
obras maestras se instituyeron para mantener el buen orden y la
buena fama de los oficios, y para que sólo fueran admitidos en la
maestría los expertos y hábiles, al par que los buenos y honrados".
Las ordenanzas del siglo xiii y parte del xiv son de índole piadosa (la cofradía, que poco a poco fué convirtiéndose en gremio).
BofaruII, en su preciosa colección de Cofradías y gremios,
muestra el natural desenvolvtimiento de una institución que no sa, lió como Minerva dd muslo de Júpáter, completa y armada de toáas armas, shtó que se formó bajo la influencia de las costum-
IS4
NUESTRO TIEMPO
bres, circunstancias y necesidades de aquella edad. Aunque sus
observaciones se refieren especialmente al Reino de Aragón, el
fenómeno es común a las demás naciones europeas.
La asociación en la Edad Media—dicen los señores Giry y
Keville (en su Historia general del siglo iv hasta nuestros días)—
era práctica universal y necesaria en aquellos tiempos, en que el
aislamiento constituía un grave peligro.
Todas las profesiones se agremiaban, aun las artes llamadas
liberales, como los médicos y catedráticos de Universidad; hasta
los mend'gos y libertinos. Los trabajadores industriales, en creciendo el número, entraron forzosamente en e! mismo camino.
LA TRATA DE BLANCAS EN JAPÓN
Ciencia Tomista
(i).
El distinguido cronista que firma Takaibito nos informa de
la desaprobación del Gobierno jaiponés al humanitario acuerdo de
la Sociedad de Naciones acerca de la trata de blancas, fijando una
cláusula por la que se prohibe el ejercicio o la profesión, hasta no haber cumplido los veintiún años. El modo de ser dd
Japón no ha permitido semejante concesión. " P o r eso—dice el
cronista—, aunque el decoro nacional quede malparado, el Gobierno japonés acude a la Sociedad de Naciones exponiendo si se
admite el caso especial de los diez y ocho años ctunplidos, según la
actual legislación, teniendo como tiene el propósito de retirar esta
petición, de caso especial, lo £mtes posúble buscando el modo y ocasión oportunos". Parece ser que la causa que impide que se retire
esta denigrante petición de caso especial obedece a que el sistema
de piostitución es un negocio para d Gobierno, que de él saca grandes provechos, figurando en el negodo altas personalidades y propieteirios de grandes garitos. Ni han faltado filántropos que pidan
que se rebaje la ley a los diez y seis años, lo cual, si no de derecho.
rige jra en la práctica. El cronista lo demuestra a»n ejemplos y números, cuya eficacia probatoria es incontestaJble. Multitud de infdices jóvenes son vendidas por padres sin conciencia, a los diez
y seis años, a los propietarios de ventorrillos y posadas, que, aunque oficialmente son casas de comidas, en la práctica tienen los ca(i)
Octubre
REVISTA DE REVISTAS
155
raoteres de lupanares. Según estadísticas recientes en la ciudad de
Oxaca, la segunda población en importancia del Imperiv>. iiay 1.520
lupanares con 7.700 mujeres públicas y 4.230 genhas (cantatrices),
que, en realidad, son como aquéllas. El número de visitantes de tales
burdeles es el de 5-770.050, triple del que tiene la ciudad que gasta
en ellos 21.310.000 yen.
La cifra total de las mujeres dedicadas a ese comercio pasa de
200.300.
Mas no hay que fiar mucho en la exactitud de estas estadísticas
oficiales.
Para que no resulte mayor vituperio del Japón suelen ocultarse las verdaderas cifras, que son escandalosas. Todos los puertos
del Oriente, desde Mandchuna hasta Port-Said, están muy animados
jwr las sacerdotisas de la Venus sensual. Es también muy significativo el hecho de que gran parte de la opinión y los funcionarios de Polticía consideran nece^rio este repugnante comercio, aunque lo reprueban en nombre de la moral. En Kyoto, no
(hace m,ucho, más de mil propiestariois protestaron de que se
diera cumplimiento a la humanitaria cláusula de Sanebre. Ellos,
como el personaje de la obra de Benavente, hubieran podido gritar en el caso dé que la legislación se reformase: "¡Mi dinero!,
¡mu dinero!", creyendo que su bolsa es la primera ley del Estado.
Personas veraces y bien informadas ponen en todo el Imperio 20.000 casas públicas, con un promedio de 20 cada una, aun-,
que los hay que tienen empladas 50, y aun más, dando un número
redondo de 400.000 mujeres como mínimo. Si a esto se añade im
millón de shaku-fu, imbai fu, darume meshi mone, o sea prostitutas secretas y 500.000 geishas tenemos un número no inferior
a 2.000.000, lo cual vale tanto como afirmar que el 10 por 100
de las mujeres del Japón viven o se regodean con ese comercio.
Inasta hoy, ¡triste es decirlo!, las propagandas de las mujeres de
la nueva generación, que piden !a abolición del odioso tráfico,
han sido ahogadas por el griterío de los mercaderes.
156
NUESTRO TIEMPO
UN D O C U M E N T O ACERCA D E LA P O U T I C A DE LCJS
SOVIETS
Correspondant (i).
Martchenko extracta a i la docta Revista, francesa la inforniadóu sobre política exterior hecha por Tcihitcherin ante el Comité ejecutivo de Corminteru en Moscou. Este documento conli<lencial data verosimilmente del segundo trimestre del año corriente. Respecto a la situación política general, expresa el criterio pesimista de que por falta de preparación suíiciente, los delegados de las naciones no pueden eritcnderse y af.rma que la política de los Soviets, deberá concentrar su atención sobre los ensayos hechos por los dáferentes países para entenderse fuera de la
Sociedad de Nacicmes. En la política de los Estados Unidos, dice
que hay que discernir dos elementos contradictorios, de im lado
América desea ima Europa tranquila, apía para pagar sus deudas
y llevar al mercado americano parte de la producción industrial y
de las primeras materias, y de otra, la tendencia a advertir que
un acuerdo demasiado íntimo y amistoso podría fácilmente ir ene-amanado contra los intereses vitales de América. Con respecto
a la Gran Bretaña, dice que todas las embajadas soviéticas están
encargadas de contrabalanceajr el trabajo de la diplomacia inglesa, sobre todo en Roma, Berlín, Varsovia, Helsingfors, Reval y
Riga. Inglaterra., trabaja en estos países para la creación de acuerdos en detrimento de los intereses de la U. R. S. S.
Por lo que toca a Francia, dice que las cuestiones interiores,
económicas y financieras relegan a s^funda línea las cuestiones de
la política exterior francesa. Lo que nos interesa sobre todo—
afirma—es la situación de la Franda sai Marruecos y en Siria.
Nuestro interés está en que las cosas se agravan en estos países
para crear un factor de complicadón para Francia. Influimos
por intervendón de los turcos con los de Drusos en Siria. Enviamos allí nuestros emisarios, y, tres de entre ellos, han partido
últimamente. En cuanto a la diplomada alemana para obtener
concesiones de Europa trata de hacer valer sus buenas relaciones con ia U. R. S. S. Tdhitcherine dice que el interés de los
Soviets exige transfonnar esos ensayos demostratívos de Alemania en sucesos reales de la diplomacia soviética. Berlín se esfuerza ante todo en oibtener el máximo de coiKesiones de parte
de Franda. Stressesmann está persuadido de que Ii^laterra con(i) Septiembre
REVISTA DE REVISTAS
157
tinuatá su táctica tendiendo a obtener la eoiancipación política
t^e Alemaaüft. Las ^eilaciones angjolialemanas están llamadas ai
nejorar progresivamente. Por lo que se refiere a Polonia, dice
que un movimiento revolucionario en ésta podría fácilmente encontrar eco en ios grandes centros industriales y repercutir en
las provincias de la Rusia blanca. Esta revolución se haría, natwalmente, bajo el signo de la bandera comimista. Es muy deseada por el gobierno de la U. R. S. S. pero en estos momentos
la dictadura de Pilsudski se encuentra en un estado que impediría la realización de este plan. La política de Polonia hoy, es antisoviética y marca una sensible aproximación a Alemania. Por
l'i que respecta a los países limítrofes del Báltico, dice Tchitcherine, que Moscou trabaja en la obra de profundizar y extender
tas diferencias y la concurrencia económica entre la Estonia y
la Letonia. Y por fin, hablando de la China, expresa que hoy se
tiende allí a entenderse en todas las cuestiones con el Japón. Los
OKayos hechos durante la campaña revolucionaria en China serán expiotados con el deseo de aproxínaamos los soviets del Japón, al efecto de impedir que la influencia inglesa triunfe en
China.
FUNCIONAMIENTO DE SEÑALES DE NIEBLA POR TELEGRAFÍA SIN HILOS
Revista de Marina (i).
De una nueva importanite aplicación de la telegrafía sin hilos
da cuenta la docta Revista española en su interesante sección óe
Notas profesionales. A la entrada dd Qyde—dice—en la medianía
del canal, entre Gontock y la costa opuesta, hay un bajo de arena
señalado por una luz instalada en una pequeña torre de cemento
armado, y para librarse de ese bajo, Ilainado Rosneath Patch, en
caso de niebla, se hacen disparos de cañón, cada veinte segundos
desde el bajo y cada diez desde la cabeza del muelle de un fuerte
llamado Matélda, donde existe una factoría de torpedos.
Las señales son de acción automática y la carga explosiva es
una mezcla de adre y gas acetileno. El mecanismo automático se
pone en marcha y se detiene por medio de las ondas electromagnéticas que una estadiórt transmisora de telegrafía sin hilos emite a
ios receptores instalados en los puntos citados.
(i>
Septiembre
158
NUESTRO TIEMPO
Cuando la niébfek invade el paso d d Oyde, se pone en función
la estación transmisora, accionando los receptores sincronizados
con aquélla, evitando así la perturbación de los atmosféricos o de
otras estaciones de telegrafía sin huios. Los receptores al recibir el
impulso ponen en marcha el mecanismo autranático del disparo de
los cañones de nieWa y las explosiones se suceden a los intervalos
dichos hasta que se concluye la provisión del gas detonante o hasta
que un nuevo tren de ondas detiene el mecanisn» del disparo por
haber cesado la niebla.
A grandes rasgos consta el transnásor de un péndulo que hace
o no contacto con una superficie de mercurio o sea im interruptor
preciso y de un trasmisor de chispa, ligado al interruptor por un
carrete de chispa. El péndulo queda libre y se pone en contacto con
el mercurio, contenido en un pequeño recipiente al poner en marcha el aparato. El número de contactos por minuto es el número de
trenes de ondas que emite la estadón, pues otras tantas veces se
cerrará el circuito d d carrete, al cabo de los cuales y en número
de antemano prefijado, funciona el mecanismo de disparo de cañón
y este hace fuego. El receptor comprende dos lámparas, una receptora y otra amplificadora, de baja frecuencia y además otras dos
válvulas ligadas a im circuito en d que se halla un veíais que
acciona la válvula mecánica del gas detonante. Aqutlias válvulas
son especiales, Marconi, de emisión constante con un consumo de
0,06 amperios por filamento, permanecen constantemente encendidas y su duración es de tres meses, tiempo que la batería del veláis
necesita para descargarse, así que el entretenámiento d d aparato
sólo requiere atención en dicho plazo.
El aparato deja de fundonar al transmitir trenes de ondas de
distinta frecuencia a las que provocaron el fundonamiento dd mecanismo de fuego, y estas nuevas ondas cierran las válvulas del
cañón.
L A E N T E N T E METALÚRGICA
INTERNACIONAL
Correspondant (i).
Antonio de Tarlo, en su sección de Ei Movimiento Económico
dfc la notable Revista, nos habk, entre otras cosas, de las vicisitudes por que atraviesa en d mundo entero la industria metalúrgica.
Sus mayores dificultades—dice el docto poblidstar—vienen de la
(I)
OcUubre
REVISTA DE REVISTAS
159
superproducción, y los diversos países se hacen encarnizada concurrencia en los mercados exteriores.
Opina que el medio mejor de remediar este estado sería entenderse paxa organizar la producción y a s ^ u r a r la regularidad de
salidas.
Este acuerdo entre franceses y alemanes, por ejemplo, pondría
tn orden los negocios que la vuelta de la Lorena a Francia ha sacado de quicio.
Hasta hoy lo impidieron consideraciones políticas; pero las necesidades económicas son harto fuertes, y nos acercamos a un acuerdo entre Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo, y acaso tambicn Inglaterra e Itadia.
El acuerdo metalúrgico internacional tiene por objeto r^ularizar y repartir la producción entre los países, con el fin de evitar la
concurrencia sobre los mercados exteriores. No se trata de reducir
siotetnáticamente esta producción, sino organizaría de manera que
asegure las expediciones de un modo regular.
Este acuerdo presupone la creación de una caja común de compensación que alimentarán las fálbricas de acero de los países interesados, vertiendo un c?enso de un dólar por tonelada de acero
producido. Esta caja servirá para subvencionar la metalurgia de
un país que, por una u otra razón, no hubiere obtenido la producción a la cual tiene derecho.
Esta subvención se dará al conjunto de la industria metalúrgica, y no a los» talleres individuales.
Este acuerdo crea una situación delicada para las industrias
iransfonnadoras, mecánicas y eléctricas. Ellas deberán contar únicamente con el espíritu de moderaciión que puede animar a los productores. Por consecuencia, este acuerdo debería ser completado
por el establecimiento de un régimen que estabilizara la suerte he<Aa a las industrias consumidoras de metal y les diera garantías a
que tienen derecho. También el acuerdo colocaría a Italia en delicada situación, que se mantiene industrialmente a la reserva. El Gobierno fascista inicia una política de levantamiento de todo el organismo económio) italiano. Esto detendría la acción de los
acuerdos.
Italia—dice el periódico Lavore d'Italia, órgano de las corporaciones fascistas—dice que debe tener sus mercados libres de toda
servidumbre extranjera. Por dio declina la invitación de participar en el trust internacional. Ella hubiera debido aceptar la suIitemacía del extranjero en la producción del hierro y el acero, y
sufrir las consecuencias de este hecho; lo cual no le impediría participar de la «mibinación internacional, bajo ciertas condiciones.
Si el día de mañana el consumo de hierro aumentaba el 15 o el 20
l60
NUESTRO TIEMPO
t
por ICO, este crecimiento del>ería ser igualmente aplicado a la producción it^iana. Además, el trust debería facilitar a la industria
mecánica, italiana la primera materia, a los precios que quedaran
sometidos al juego de la concurrencia con la producción extranjera.
Italia es dueña de la situación. Puede defenderse aumentando
iu producción. Puede atacarla utilizando la maniobra de tasas
aduaneras.
En cuanto a Inglaterra, su actitud es de estricta neutralidad.
Su situación metalúrgica es grave, y por ello vería sin disgusto una
cierta elevación de los precios mundiales. Su crisis industrial le
ba costado, bajo formas diversas, más de 200 millones de libras
esterlinas, y hecho perder los mercados exteriores, difíciles de recobrar.
LA IGLESIA DE AMERICA BAJO LA DOMINACIÓN
ESPAÑOLA
Cultura Venozolana (i).
El erudito Presíbítetxj Dr. S. A. Ramos Martínez traza unas
páginas históricas para damos a conocer la organización de la
Iglesia hispano-americana enl la época colonial, institutos y nociones y algunos nombres de los muchos varones esclarecidos que la
enaltecieron con sus virtudes o talentos. Las primeras diócesis estaiblecidas en los dominios de Su Majestad Católica, datan del
pontificado de Julio II. El 28 de Enero de 1508 dispuso el Papa,
que en la Española se erigiesen una iglesia metropolitana y dos
iglesias catedrales. Sui^ieron dificultades y la proposición no triunfó y por bula de 8 de agosto de 1511 se crearon tres obispados, sufragáneos de Sevilla, dos de ellos en la isla Española y otro en la
dé Puerto Rico, nombrando para las respectivas sedes a Pedro
Suárez Dega, Fray García de Padilla y Alfonso Boujó. Hasta mediados del siglo XVI, los dominios de Indias pertenecieron a la provincia eclesiástica de Sevilla. Los inconvenientes que ofreció para
la pronta expedición de los negocios él recurso a la metrópoli en
los casos de apelación con otras causas, hicieron que la Santidad
de Paulo III erigiese en Metropolitana tres de las veinte sedes que
por entonces haibía ,en la América española.
(t> Septiembre
REVISTA DE REVISTAS
l6l
Para los últimos días de la Colonia, la iglesia hispano-americana, se componía de ocho ardjidiócesis con treinta y cuatro diócesis.
A ¡a Iglesia Catedral de Santo Domingo, considerada como
l'riniada de las Indias, se le otorgó el rango de Metropolitana en,
1546. Iguail privilegio se otorgó en el mismo tiempo a la de Méjico y a la de Lima, y en años muy posteriores a las de Charcas,
Guatemala, Cuba y Caracas. Entre los hijos del Nuevo Mundo,
que por sus relevantes méritos se hicieron acreedores de la dignidad episcopal, bajo la dominación española, cita el autor bastantes,
como D. Rodrigo de Bastidas, hija d d conquistador Rodrigo de
Bastidas y de doña Isabel Rodríguez de Bonaro, vecinos del barrio de Triana en Sevilla, que se establecieron en la isla Española.
Fué el primer obiqx) de Venezuela y el segundo de Puerto Rico:
D. Diego Alvarez de Osorio (americano), que fué obispo de Cic a r a t a ^ a ; Fray Antonio de San Miguel y Soler (franciscano),
primierr obispo de la Imperial en Chile y tercero de Quito; Fray
Diego de Medellín (franciscano tamb.én), tercer obispo de Santiago de Chile; Fray Alonso de Cerda (dominico), que lo fué de
Honduras; Fray Reinaldo de Lizárra^a (vasco), dominico, tercer obispo de la Imperial; Fray Agustín Dávila y Padilla, doiTiimico y natural de Méjico, que fué Prior del Convento de la Puebla y predicador de Felipe III. Este fué arzobispo de Santo liomingo y autor de una Historia de la Provincia de Santiago de Me-.
jico de la Orden de Predicadores; Alfonso Mota y Escobar (mejicano), que íué obispo de Guadalajara, y otros muchos de ilustre historia, como Alfonso de Peralta, Fray Juan Bartolomé de
Bohorgues, Fray Diego de Contreras, Pedro de Valencia, Juan
de Cer\a:iíes, Fray Domingo Valderrama, Feliciano de la Vega,
Carlos Marcelo Comí, etc., etc.
Hace mención especial de D. Femando de Arias Ugarte, Uaniado comúmnente sacerdote de sacerdotes por haberle titulado
el papa Urbano VIII, prolator prolatorum et episcopus episcoporutn.
Nació en Santa Fe de Bogotá (9 septiembre 1561), siendo sus
padres Hernando Arias Torero y Juana Pérez. Fué Auditor general del ejército castellano con que D. Alonso Vargas entró en el
reino de Aragón cuando los sucesos de Antonio Pérez y de Lanuza, y después sucesivamente) oidor de Panamá, de Chunquiseca
y de Lima. Ocupando su puesto en la última de estas Audiencias,
recibió las órdenes sagradas y a poco lo presentó Felipe I I I para
t i arzobispado de Panamá y en seguida para el de Quito.
En 1617 íué promovido al arzobispado de Santa Fé, en cuya
11
162
NUESTRO TIEMPO
capital entró el 7 ^e Enero del año s^uiente entre las aclamaciones delirantes de sus ocHnpatriotas.
El 22 de Julio de 1625 recibió la bula de traslación a Chuquisaca y de esta iglesia ipasó a la metropolitana de Lima, muriendo
el 2,1 de Enero de 1638, en «dad muy avanzada y en posesión de
una fama envidiable y merecida por sus méritos extraordinarios
D E ALGUNOS T E X T O S DE H I S T O R I A H I S P A N O - A M E RICANOS EN SU RELACIÓN CON E S P A Ñ A
España y América (i).
El docto agustino P. Casiano García inició un notable estudio
acerca de los prejuicios en la enseñanza de la historia que abundan
en muchos de los textos de la misma ciencia en la América española y que desdeñando el estudio de las fuentes legítimas del conocimiento histórico, copian servilmente las de las literaturas inglesa y. francesa, - saturadas de diatribas o calumnias contra España. Oierto, que las-inteligencias más capaces van reaccif^nando centra esa manera dé ver las historias, pero abundan los que aún creen
en la leyenda negra española fabricada por la envidia de los ajenos
y la indignación de algunos españoles que se llaman o toleran ser
llamados maestros.
Algunos americanos desdeñan ser llamados descendientes de
españoles, pero quieran o no lo son, porque como dijo el Duque
de Frías:
jamás las leyes
Los restos y costumbres que guardaron
Entre oro y plata y entre aroma y plumas.
Los pueblos de Atahualpe y Motezuma,
Y Tmestros mismos padres derribaron,
Restablecer podréis
Y y?, del indio esclavos o señores.
Españoles seréis, no americanos.
El iiJustrado agustino afirma que las historias vigentes debe»
reformarse en cuanto a la verdad, en cuanto al fono v on aianío
al plano. En cuanto a la verdad hay que renunciar a recc^ei los
errores que nuestros enemigos amontonaron entre nosotros acudiendo a saber lo único cierto que está en las Leyes de Indios, em
(1)
Octubre
REVISTA DE REVISTAS
163
los infonoes o&dales de los Virreyes, presidentes y capitanes generales y en los documentos contemporáneos
En cuanto al tOTio iiay que huir de los prejuicios ^ue tuercen
o vician las inteligencias, engendrando una crítica injusta y mordaz.
No se apreció como debiera la civilización que llevamos a América, ni se mencionan los trabajos de nuestros misioneros, ni se citan las mejoras que introducmos en lo moral y en lo materialj se
abomina de nuestra educación, y como los prejuicios SCKI ciegos, se
llega a veces hasta tachar las comunicaciones coloniales de falta
de ferrocarriles, teléfonos, telégrafos y vapores. El plano es la
sensiblería indiana, inaugurada por el P. Las Casas, el de la Hteratura de indios y negras sensibles, según frase del maestro Menéndez Pelayo. Los indios, según esos libros, estaban ea sus casas
y no hacían mal a nadie. No había derecho a quitarles k» suyo.
Hombres pacíficos—se dice—fueron exterminados por ejéro-tos
con infantería, caballería y artillería. ¡Qué crueldad! ¡Qué falta
de justicia! Y una vez puestos en este plano lastimero—sigue el
docto agustino—deslizándose por él hasta llegar a la época de la
Independencia, en que cambia un poco el disoo, hacia los sagrados mártires de la sacrosanta Independencia, de una parte, y de
la otra, hacia los asesinos y tiranos, es decir, de un lado, los patriotas., como si éstos no fueran españoles y del otro, el odiado invasor.
Y es de justicia, que sin quitar nada a los héroes como Bolívar
y otros que son honra de la raza, se calmen los nervios, se concedan sus fueros, a la histor'a y se eviten conceptos harto duros y
expresiones sobrado injuriosas.
Tanto más necesario es esto, cuanto que la guerra de la Independencia de América (no h?ce mucho lo decía en notable libro
Marius André), fué una verdadera guerra civil, en la que la mayoría de los que luchaban, o al menos, de los directores, eran españoles nacidos allá, y por consiguiente americanos; todos honrados,
defendiendo lo que creían la. patria.
im INSTRUCaON EN EL BRASIL
España y América (i).
El ilustrado agustino P. Francisco Girón inserta tina interesante información acerca del estado de la enseñanza en d Brasil
especialmente en el Estado de San Paulo, que es d atós líco y pro(i> Octubre
I(>4
NUESTRO TIEMPO
gresivo pues su extensión es de 248.685 kilómetios cuadrados y su
pobladón pasa de cinco millones de habitantes. El solo contribuye
con más de la mitad de los ingresos generales de la nación y a pe. sar de la suma que manda al tesoro, aún le quedan para las atenciones del propio estado 323.700 contos o sean 325 millones de
pesetas ad bajo cambio actual. I>e esa suma dedica a la enseñanza 58.331 contos, repartidos del siguiente modo: Enseñanza superior, 4.300; segtmda enseñanza, 5.000; profesional o especial,
1.412 y 47.000 y pico a la enseñanza primaria. El autor dice que
la desproporción que se nota en la cantidad destinada a la segunda enseñanza se explica porque existen numerosas instituciones
docentes privadas y religiosas que la suplen con ventaja. El Padre Girón llama la atención de nuestros gobernantes sobre el hecho y dice que constituye una buena lección para aliviar el presupuesto de Instrucción Pública sin perjuicio de la enseñanza suprimiendo algunos de los muchos institutos inútiles que sostiene sin beneficio para la nación y con provecho para unas cuantas
personas muy honorables sin duda, pero que podrían ganarse la
vida en noble competencia o dedicarse a disciplinas más positivas
para ellos y más convenientes para el bien general. A pesar de estos laudabilísimos esfuerzos pecuniai^ios los resultados no son
los que debían esperarse. Falta criterio fijo en las esferas oficiales y cada director trae nuevas reformas y métodos de enseñanza,
fenómenos que por aquí conocemos y cuyas consecuencias tocainos. Si los planes cantbian a cada paso el personal varia con la
misma rapidez ofreciendo el estado en un movimiento continuo.
Todos quieren vivir en las ciudades abandonando los distritos rurales. Todo .se vuelven maestras y maestros llenos de vanidad y
con una erud'"ción a la violeta cuando no con la cabeza atiborrada
de sistemas pedagógicos franceses o yankis.
Los alunmos apenas saben leer y escribir y arrian casi ayunas
de cultura, geografía e historia. La escuela es neutral, cuando no
impía y los padres en su mayoría católicos se retraen de enviar
sus hijos a las escuelas del estado. Si los niños no saben el catecismo, en cambio presumen de ciencia filológica y de un enciclopedismo verbal y huero. Se exige a todos los jóvenes que siguen
la carrera del magisterio los mismos estudios, idéntica preparación y tantos años de asistencia a las svmtuosas Escuelas Normales radicadas en las ciudades. Todos en general, y e^rx-c^almente las señoritas profesoras, abominan de todo noviciado pedagógico y ponen en juego influencias de toda clase y hasta de dinero, para ser trasladadas a los centros de lujo y de placer.
Esto podría evitarse creando dos categorías de profesores:
unos, con menos años de carrera para las escuelas rurales, y
, REVISTA DE REVISTAS
165
otros con tnaj^or preparación, para los grupos escolares de las
grandes urbes. Las escuelas de los grandes centros urbanos son
espléndidas, pero en cambio las rurales son edifidos alquilados,
sin higiene ni comodidad alguna.
La carrera del magisterio ha dejado de ser un modns vivendi
para los jóvenes de la dase media. De los mil odiodentos veinte
y dos estudiantes matriculados en las Normales durante el año
J925, mil seisdentos uno pertenecen al sexo femenino y sólo doscientos veinte y uno al masculino. En el mismo año consiguieron
título de maestras dosdentas ocho mujeres y sólo veinte y cinco
hombres. El autor cree que no perdería nada la enseñanza ppima-.
ría con que estuviera desempeñada exclusivamente por mujeres,
pues las brasileñas son sinceramente católicas y su ejemplo influiría en la educación de los taños. El Estado paga muy mal a los.
maestros. Estos tienen 500 pesetas mensuales, cantidad sufidente
para una señorita, pero insignificante para un hombre, dada la carestía de la vida, a no ser que renunde a constituir familia, pues
solo el alquiler de la casa se le lleva más de la mitad del sueldo.
T.A AVIACIÓN MOSCOVITA
Revista de Marina (i).
La docta Revista nos habla en su sección de Notas Profesionales, de las manifestadones interesantes acerca de la Ayiadón
rusa hechas por el famoso Kennedy, ingeniero inglés, que ha permaneddo largo tiempo en el país de los Soviets. La Aviadón rusa
se compone de 2.000 aparatos útiles, manejados por más de go.ooo
hombres. Millares de alumnos redben instrucción adecuada en doce
escuelas aeronáuticas, además de ekistir asodadones de voluntarios a quienes el Gobierno concede toda suerte de facilidades para
adiestrase en el mrnejo de los aparatos. En las Universidades
existen Qubs aeronáuticos formados por estudiantes, provistos de
aparatos e instructores que el Gobierno les da pkra promover el
desarrollo de la aíidón aeronáutica y contar con reservas personales cuya valía no necesita ponderarse, porque se coínsume más
tiempo en instruir a un hombre que fen construir un aparato.
Un hombre de grandes méritos, el profesor Yastuck, acaudilla
(I) Septiembre
l66
NUESTRO TIEMPO
este moviañento y pretende poner la Aviación de su país a la altura de U de Inglaterra.
LA industria aeronáutica, rusa es hermana de la alemana. Actualmente se especializa en la construcción de aparatos comerciales multimotores, dispuestos para largos vuelos, y que pueden con
facilidad owivertirse, cuando las circunstancias lo exijan, en armas
tle guerra y de exploración e s t r a t ^ c a .
Multitud de libre», revistas y periódicos subvencionados con
largueza por el Gobierno, divulgan la Aeronáutica, y d mismo organismo central publica anualmente una Memoria explicativa de
los progresos realizados por las demás naciones en relación con
los propios conseguidos. Los rusos han conseguido abarcar con
eficacia todas las facetas del problema aeronáutico, siendo por todo
extremo interesantes los esfuerzos que en el orden éntelcCTual
realizan los rusos para incorporar el pueblo a este nuevo medio
de locomoción, desenvolviendo la afición de todos los ciudadanos
al cultivo de esta espedalidad.
Bajo d punto de vista técnico práctico es muy notable el estado en que se encuentra el Institiito Central Aerodinámico de
Moscou, de ia U. R. S. S. Comprende seis secciones, a saber: de
in\'estig»ciones teóricas, de investigaciones aerodinámicas, de aeromotores, de grupos motopropulsores, de ensayos de materiales, y
de construcción de aparatos.
El alma del lostítuto, que perdura después de la muerte de su
fundador, es la del i-rofesor Joi'.kcwisíd, cuyos trabs.jos desde 1914
son muy conocidos por haber sido algunos traducidos al francés.
Cuenta el Instituto con varios túneles, el último de tres metros
de dián^etro v de velocidad superior a cincuenta metros. Jukowski
ha establecido una nueva teoria de la hélice, fundada en las consideraciones del movimiento relativo del fluido, con relación a la
pala y a las velocidades instantáneas, y del mismo modo que en un
ala se estudia la acción de la superficie arremolinada que se desarrolla detrás, asi Jurisff, continuador de Joukowski, considera
la acaión de la superficie arremolinada helicoidal producida por el
propulsor, llegando a muy interesantes conclusiones.
El Instituto de Moscou ha publicado desde 1923 diez y ocho
Memorias en ruso, c»n las conclusiones en inglés, y se propone
publicar en varios idiomas las cuatro Memorias de Joukowski, y
las dos del profesor Tohapliguise sobre la teoría d d ala de persiana y la teoría general del ala monoplana.
Los rusos pretenden redimirse ante d mundo, con su dencia,
de k>s horrores y torpezas de una revolución que los ha desprestigiado.
REVISTA DE REVISTAS
167 ,
PARA PREVENIR LOS ACCIDENTES DEL TRABAJO
Correspondant
(1)
Max Ttanrtann <en su intenesante y dbcumeintada Secdóa de
tas ideas y los hechos sociales, se ocupa del movimiento que se adyierte en los Estados Unidos en favor de instituciones preventivas
de los accidentes. Según datos del Doctor Royal Mceker, Secretario del Estado por el trabajo y la indiistria en PensUvania el aumento de la producción en este rico estado, ha dado por consecuencia un acrecentamitnto considerable en el número de los accidentes. Nunca se preocuparon los aíniericanos seriamente de estos peligros hasta 1907-1908, en que un desastre minero que costó la
vida a 600 obreros, ks hizo iniciar una cruzada en evitación de
tales males. Desde 1912, existe allí un Consejo Nacional de Seguridad, creado por la Asociación de ing-inieros eléctricos de la siderurgia, comprendiendo a directores de la industria, representantes de las autoridades y compañías de seguros.
En 1925 e! número de mieinbros se elevaba a 3-937 7 ^ °^P^"
tal para responder era considerable.
La National Safety Council, se esfuerza, se ocupa de extender la idea y la práctica de la prevención de accidentes profesional^, ya por la distribución de er^señanzas y boletines, ya por reuniones frecuentes y entre ellas k de un Congreso anual en alguna
de las principaJes ciudades de la Gran República, cuyo Congreso
coirtcida a menudo con exposiciones de medios de seguridad. Lo
característico de este movimiento arntriccino, es que sus promotores aspiran a divulgar sus ideas, no solamente entre los elementos
directores, sino entre los obreros y empleados. Una organización
<ie seguridad que no esté sostenida más que por el jefe de un taller no puede producir grandes bienes.
Por ello se preocupan de hacer colaborar a todo el personal de
fábricas y talleres en estas medidas preventivas y preconizan la
creación de Comités de Seguridad, compuestos de obreros y contramaestres nombrados por la dirección de la empresa, siendo corta
la duración de dichos Comités, con objeto de que el mayor numero posible dfe asalariados, tenga ocasión de participar en estos organismos. Kstos Comités proveen a ejecutar medidas de segundad y as^urar el respeto de los reglamentos que con tal objeto
prescriben. Poseen tribunales que juzgan a los asalariados qUJ
han cometido graves infracciones y pueden pronunciar penas de orden profesbnal, llegado hasta los' trabajos forzados.
(1) Mayo.
l68
NUESTRO TIEUPO
En las conferencias qiie se dan a los obreras, no se persigiLe
sólo el proyecto de instruirlos, sino principalmente d de conmoverlos, mediante la proyección de cintas cinematográficas que representan escenas dolorosas de la vida industrial, debidas a graves imprudencias. Las prevenciones estampadas en los talleres, constituyen un eficaz promotor de los instintos de conservación y muestran
las consecuencias económicasi fisiológicas de las imprudencias profesionales y alguna vez utilizando las armas del ridículo como
elemento preventivo y educativo corrigen deleitando. Existen también calendarios con ilustraciones relativas a la prevención de los
accidentes, que la entidad nombrada imprime a sus expensas por
centenares de miles de ejemplares que han de ser distribuidos entre sus numerosisímos obreros. En fin, y como última novedad
en América, Icis estaciones de radiofonía colaboran activan^ntc
en !a campaña de prevención de los accidentes. En los carteles y
en las encuestas dirigidas a los obreros, dondtí se presentan casos,
de daño grave, se pregunta a los obreros su opinión y el remedio
que se les ocurre y todos han de enviar sus respuestas, siendo pre- '
miados los que aciertan con soluciones de justicia.
La Crónica de la seguridad industrial da pormenores sobre el
modo con que ciertas firmas utilizan los resultados estadísticos de
los concursos de seguridad. Una gran fábrica de cemento que ocupa 4.200 obreros, organiza cada año un concurso de seguridad, de
un mes de duración entre sus diversos talleres y provee de unH
distinción a los que no han sido castigados. En los cursos de los
años 1916 y 1917, con un personal de 1.500 obreros, se había registrado por término medio un accidente por día; en 1921, para uñ
personal de 1.200 obreros, el número de accidentes no era más que
de siete u ocho por mes, y el tiempo perdido por causa de accidentes había disminuido en una proporción todavía más grande.
Max Jurmann dice con gran discreción que él se guardará bien
de discutir tales métodos, que como puede verse dan excelentes, resultados en los Estados Unidos, y que en otros pueWos no los producirían acaso tan señalados. Pero respecto a los procedimientos
de propaganda se puede decir lo mismo que con reíación a los remedios: que deben emplearse todos los qae puedan tener viabilidad. Lo importante es atraer a la masa del los trabajadores a las
ideas y prácticas de seguridad.
F,L
CARDENAL
REVISTA DE REVISTAS
169
MERCIER Y E L
TOMISTA
RENACIMIENTO
Cif-ncia Tcmiita (1)
El P. Clemente M. Vanf Georf inserta en la docta Revista de
los Dominicos un artículo muy bien pensado y escrito acerca de la
actuación del ilustre Cardenal, en la restauración de la filosofía
<le Aristóteles y Santo Tomás. " L a filosofía escolástica—dice el autor—era una filosofía de seminario, y las ideas humanistas y las
de Descartes y Kant la atacaban reciamente. León X I I I , encíclica
Eterni Patris. afirmó la necesidad de una filosofía sólida, y quiso
qufc en Lovaina se fundara una cat\°dral d'^ filosofía tomistai siendo elegido por unanimidad para desempeñarla el Cardenal Mercier, que comenzó sus lecciones en 1882, por un discurso magistral en que trazaba el programa de sus enseñanzas".
"Mercier—añade el ilustrado articulista—comprendió que si
Santo Tomás no tenía entre los sabios la fama que fuera de desear, no era culpa del Santo Doctor, sino del tecnicismo de la
Edad Media de la terminologia de la escuela, de esas fórmulas
vacías de sentido y totalmente extrañas a la doctrina del maestro;
debíase, en ur'a palabra, al subjetivismo, doctrina incoherente y superficial, que no iba al ser de las cosas, punto de partida de toda
filosofía que ha de responder a la realidad."
El éxito de s^ls profundas lecciones, le permite fundar, en
la Universidad, d Instituto Superior de Filosofía Escolástica. Al
fundar el Instituto se propuso un doble fin: exponer la doctrina
de los grandes maestros de la Edad Media, adaptándolas de tal
suerte a las de los tiempos presentes, que los modernos pudiesen
beneficiarse de aquello que los antepasados habían enseñado mejor;
buscar d modo de concordar k» datos de la Cierfcia moderna con
feí filosofía d d hiJ9 de Aquino, d cual dio muestras en su siglo de
poseer un criterio amplísimo, y trató de conciliar la Física con la
Metafísica. El programa del Instituto reúne en fórmula feliz el
espíritu de observ&dón con^ el de síntesis, y abraza d conjunto de
todas las disciplinas filosóficas. A la Cosmología se añaden las
Matemáticas, las leyes y teorías físicas, químicas y mineralógicas.
A fe, Psicología se subordinan la biología celular, la embriogenSa,
anatomía fisiol^ca, psioofisiología, patología cerebral y antropología. La Moral y el Derecho social redaman un curso de ciencias
políticas y económicas. El curso de Metafísica es bienal, y comprende la Orttología y la Geodesia. A la Historia de la Filosofía
(1) Xayu-Jnuiu.
I/O
NUESTRO TIEMPO
se le dedica un citrso de tres años, y a la Criteriolog^a uno especial de sólo un año. Para los estudiantes legos, existe, además, un
curso especial consagrado a la exposición del dogma católico. El
cido completo de estudios es de tres, y para algunos de cuatro
años. Antes de matricularse, el estudiante debe tener aprobados los
estudios preliminares de un Seminario eclesiástico u ostentar el
Bachillerato en Ciencias o Filosofía. Y como toda especialidad
científica ha de permanecer unida a la ciencia general, el alumno,
al decidirse desde el segundo año, por una especialidad cualquiera,
ya sea en la sección de Ciertcias Físicas, ya en tas de Biológicas,
Sociales o Políticas, continúa frecuentando los cursos generales.
Con ser esto mucho, no era bastante para la noble ambición
y la actividad infatigable de Mercier. y éste no se contentaba con lo
hecho: aspiraba a más.
Tres años escasos, después de la fundación del Instituto, d
movimiento tomista de Lovaina tuvo su órgano adecuado de propaganda y divulgación: la Revista Neoescolastique, que aun vive
con vida pujante, después de trienta y dos años de gloriosa existerxia. En los 20 primeros volúmenes, de la Revista, está todo
entero d pensamiento filosófico del esclarecido escritor.
Obra de Mercier fué también la fund&ción del Seminario de
León X I I I , la organización de círculos de estudios, la dotación
de una espléndida biblioteca para el IrJstituto y la inauguración
de laboratorios excelentes. A los influjos y al esfuerzo perseverante d d insigne purpurado debiós el ininterrumpido movimiento
tomista. Cuando Merder fué nombrado Cardenal pudo dedr que
la obra de su vida descanisaba sobre inconmovibles cimientos. Los
alumnos crecen, y los servicios del difunto Prdado, vivos están
en la genef&ción actual. La Escuda de Lovaina ha sido como un
nuevo sol de la verdad filosófica, cuyos destellos iSuminan el mvmdo.
En todas partes se advierte un vasto movimiento en favor d d
tomismo y hasta en algunas Universidades laicas se ha añadido, a
los viejos programas, un curso de filosofía, sespin Santo Tomás.
De aquellos mismos que predicaban i^na d<>rtrinfl, la más opuesta
al esplritualismo cristiano, no pocos han venido a apagar su sed de
verdad a los manantMes d d tomismo, y más de un contemporáneo ha probado la falsedad de las doctrinaá opuestas a la que expuso el Águila de los teólogos:
"Guardémonos—dice d docto Eirtictñista—de aparecer ingratos
con los que duranite la noche que ha precedido a esta aurora veüaron y sudaron, para que nosotros gozáramos más desahogadamente
de k luz.
REVISTA DE REVISTAS
I71
JEL F A S a S M O Y- LAS ASOCIAaONES
SINDICAJUES
Correspondant (i).
Max Turmami nos habla en su sección de Ideas y hechos
sociales, de la nueva ley de 3 de abril de 1926, acerca de la organización jurídica de las agrupaciones profesionales. El artículo
primero de la ley formula las tres condiciones que deben reunir
las asociaciones sindicales de empleados y asalariados ir^telectuales o manuales, para pockr constituirse legalmente. Es necesario
si se trata de empleados, que los inscritos en estas asociaciones
empleen al menos una décima parte de los salarios ocupados globlalmente por los negocios de la categoría, por la cual se han
constituidos las asociaciones, y si se trata de asalariados el números de los adheridos debe ser igual por lo menos a la décima
parte del número de asalariados de la categoría, por la cual se
hayan constituido en la circunscripción correspondiente. En se.gundo lugar es neoesario que las asociaciones se propongan' perseguir y persigan efectivamente, ideales de socorros mutuos, instrucción y educación moral y nacional de los asegurados. En tercer
lugar, para, que una asociacióa sindical pueda estar debidamente
autorizada, sus directores han de ofrecer garantías de capacidad,
de moralidad y de una sólida fe nacional. El artículo cuarto acentúa el carácter poético fascista, al preceptuar que la autorización es dada por las autoridades políticas. El artículo sexto contiene
una disposición particularmente grave porque instituye un monopolio absoluto, respecto de tal a cuál asociación legalmente autorizada.
La política puede revocar cuando bien le parezca los elementos
personales que integran una confederación que comprenda todas las
categorías. La ley prevé el caso de expulsión de la a'wciación, no
sólo por razones de orden moral, sino por mx>tivo político. Estas
asociaciones sindicales, que están a merced de las autoridades
políticas, gozan en materia profesioíKd de una de las más importantes atribuciones para la vida económicosodal, cual es la de que
las cortvenciones colectivas de trabajo que ellas concluyen son
obligatorias para todas las personas que ejercen la profesión de
la categoría, y así Ip. circurvscripción a la cual se refiere la convención citada.
Respecto a las asociaciones restantes no sujetas a este riguToso monopolio y anteriofles a la ley de 1926 se expresa lacómca(1)
Jnnio
172
NUESTRO TIEMPO
mente que subsistirán CCMDO asociaciones de hedió. El artículo 18
prohibe a la vez I0& lock-out y la huelga de brazos cruzados. "Los
directores—dice—que sin un motivo justificado y con el solo fin
de obtener de su personal, modificaciones en las condiciones del
trabajo en vigor, suspendieran el trabajo en Sos talleres, estabkcimientos o despachos serán castigados con una multa de 10.000
a 100.000 liras. Los empleados y obreros que en número de tres
o más, previo acuerdo concertado, cesaran de trabajar o trabajaran de modo contrario a la regularidad normaí del trabajo para
obtener de sus directores otras condiciones de trabajo distintas
de las corrientes serán objeto de multas fluctuantes entre 100 y
i.ooo liras. Cuando la actitud de los rebeldes, directores o dirigidos, de lugar a delitos previstos en los artículos precedentes, los
jefes, instigadores u organizadores serán condenados a pena de
prisión por un período de tiempo que no será inferior a un año,
ni superior a diez, sin perjuicio de las penas pecuniarias a que se'
refieren los artículos precedentes. La ley establece perías fuertes
cuando la huelga se refiera a administraciones de! listado o a mgocios aseguradores de un servicio público. Los empleados o asalariados que trabajan por cuenta del Estado y no lo hagan con la
diligencia que es de rigor sufrirán encarcelamiento de uno .1 stis
meses de duración. Cuar^do los directores hayan ejercido coacción
sobre un organismo o colegio del Estado, provincia o municipio,
los instigadores serán castigados con penas, de tres a siete años
de prisión e interdicción perpetua en el; ejercicio de funciones
públicas, y los demás autores del hecho, prisión de imo a tresaños e interdicción temporal ert el ejercicio de las citadas fundones."
El distinguido articulista teiimina su información, diciendd
que es aún pronto para vaticinar cómo será respetada por los elementos trabajadores o industriales de Italia, esta legislación, que
merece calificarse de draconiana, fruto exdusivo de la tiraida
del Estado. Por lo que al momento actual se refiere es rigurosamente aplicada, siendo el propio Mussolini como el director del
nuevo Ministerio de Corporaciones, recientemente creado, quien
la aplica personalmerJte.
REVISTA DE REVISTAS
173
LA VIDA Y LA OBRA DE FIERRE NICOLAIEKF
Renaissance D'Occident (i).
Henry Daniel Ropo inicia ea la culta Revista belga un excelente estudio sobre el pensador y paladín de doctrinas de amor y
exaltación espiritual en la Rusia de los Soviets, Pieite Nicolaieff.
No se trata de un filósofo, cuya obra definitiva esté consumada,
sino de un pensador original, que ha preparado los primeros materiales (que son los más difíciles), para levantar el edificio de
un sistema. Nació en Petrogrado en 1873. Su padre era general y poeta, y él fué también militar, bien a pesar suyo, teniendo
ocasión de ver en Tefflir, adonde fué destinado como agregado
del Gobernador del Cáucaso, la bárbara opresión ejercida por los
Zares sobre la población indígeria.
Provocó, sobre todo, su indignación e hirió su sensibilidad la
persecución de la secta rusa de los Doukhobor, cuyas ideas religiosas y vida fraternal le producían honda simpatía. Su protesta
contra el zarismo no fué la de un revolucionario amigo de la violencia, sino la de un apóstol del amor, como su mae.'ítro Tolstoy.
Las malas condiciones de la vida social y política de los hombres
t o son sino el resultado de su falsa concepción de la vida. En
1906 publicó en Genova sus primeros ensayos, y en 1915 apareció su obra en dos volúmenes, con el siguiente título: Dios concebido, no como un ser personal, sino como la base interior de nuestra^ conciencia moral y de nuestro conocimiento del mundo.
Posteriormente dio a luz Los tormentos de nuestra vida actual. En los escritos de este filósofo se ve la huella de Tolstoy. La
obra de Nicolaieff, está toda saturada de la idea de juc las concepciones religiosas parecen a los hombres difícilmente admisibles, porque no están apoyados por pruebas obligatorias de razón.
La guerra y la revolución colocaron a Nicolaieff en bien def íciles corJdiciones materiales, impidiéndole publicar su obra definitiva en ocho volumeíies, donde expone su doctrina que califica de
mono-espiritucdismo o monismo espiritual. En la obra de Nicolaieff hay dos partes capitales: la demostración de que la materia es una ilusión, seguida de la concepción de Dios como base
única y perfecta de la conciencia de los seres. La idea de la inexistencia 4e la materia, no es del todo original. Tuvo atisbos en
los filósofos griegos, v después en Leibniíte, Locke, Barhdey
5r Henné.
(I)
JUKO.
174
KUESTRO TIEMPO
Posteriormente, Kant demostró la inanidad de las imágenes y
la <del espacio; pero su doctrina no es ni con mticho un esplritualismo puro.
El afirma que lo que llamamos los objetos no son otra cosa
que representaciones subjetivas, pero ha dejado subsistir en el
mundo exteiior alguna cosa incognosdUe para nosotros: los objetos en sí o noúmenos.
Nicolaieff. enfoca el problema de modo nuevo. Habiendo demostrado que lio que llamamos el mundo material, los cuerpos de
los seres, los objetos, las moJéculas, hasta los áttanoe en movimierJto, con todas las cualidades que les atribuímos, no SCKI sino
imágenes psíquicas que la conciencia humana nos crea por causa
de su iir.perfección, aJ abordar en seglida la cuestión de la substancia interior. Su tesis puede resiMnirse así: no existe materia
alguna objetiva; todo lo que nos parece material es a-'go así como los cuerpos y las imágenes que nos representónos en nuestros sueños.
La imperfección de nuestra conciencia es la sola responsable.
Nicolaieff emplea la palabra conciencia en el más amplio sentido, entendiendo por ella la reunión y ensamblaje de todas nuestras facultades, y por ello la idea de conciencia comprende, no
sólo el ptensamiento. los sentimientos y la voluntad, sino también
las facultades que forman nuestras representaciones del mundo exterior (vista, tacto, gusto, etc.), es decir, que ella no significa sólo
el conocimiertto de nuestro yó sino también de todo lo que nuestro yo se representa como estando fuera de él.
Nicolaieff demuestra que lo que llamamos los cuerpos, los objetos, las moléculas, así como los átomos que se imagina ctrnio indes á componibles, no son sito imágenes visuales y táctües, subjetivas e ilusorias como creadas por nuestra imperfecta conciencia.
Estas imágenes visuales y táctiles no existen para los seres
que están dotados de sensaciones diferertes a las nuestras y estas niismas imágenes no podrían jamás existir para nosotros mismos, si nuestra conciencia fuera más perfecta.
Continuaremos en otro número él extracto, del interesante artículo expositivo y crítico deS coteborador de Renaissance
irOccident.
REVISTA
BIBLIOÍÍRAFICA
DOÑA INÉS (Historia de amor), por Azorín, Madrid, 1925.
Este libro de Azorín. que lleva el título de Doña Inés, siguiendo
con no mucho intervalo a otro del mismo autor llamado Don
Juan, hará pensar a alscún lector que el creador de ambos, después de exhumar los albores de nuestro Romanticismo teatral con
Rivas y Larra, quiere ahora persistir en ese rumbo de exégesis
o glosa, sometiendo a su escalpelo al héroe y la heroína del Tenorio,
o bordando sobre el cañamazo de éste ima nueva ficción original,
como hicieran Marquina y Cata con Don Luis Mejía.
Nada más lejos de la verdad, sin embargo.
En Don Juan hay al cabo, el fantasma de un ex amador, que
vive de añoranzas, sutiles y castas, deslizándose hasta la plena renunciación y el misticismo. Pero Doña Inés nada tiene de ia iniciación, sentimental de la doncella candorosa, qu€,es la pintura más
ieliz en el drama de Zorrilla.
'
E s una dama ya madura, versada en lides de amor, por cuyo
sazonado otoño cruza la sombra romántica de uií poeta provinciano, casi rural, exhumando lozanías de corazón, que se resueliven,
también como en Don Juan, en calladas y platónicas renunciaciones, para no herir la primera ilusión amorosa de otra joven rústica
y sencilla. En el libro anterior, Don Juan se hace eremita""y penitente, o cosa parecida (Azorín, con su inclinación a las medias palabras, no nos puntualiza su postura última). En el libro actual,
Doña Inés, huyendo de sí misma, mardha a Buenos Aires, adonde
pn su niñez vivió el amado, y en recuerdo de él, que habitaba junto
a un magnífico árbol ombú, funda frente a éste un col^o-asilo
para niños españoles pobres y llega, entre ellos, a la ancianidad.
¿Qué dase de libro es Doña Inés? Una historia de awor—oos
respCMide su portada. Una novela entonces, ya que se trata de
itn relato de ficrióin. Novela, claro es, hasta donde puede serlo, tra-
y~7^
KDESTRO TIEMPO
tándose de Azorín, que nunca hizo ninguna propiamente tal, ni
aún las que rotuló así.
Son pocos los que hacen novelas, novelas a la, antigua usanza,
al menos, lo que la gente entiende ,por tales, y lo que responde a los
cánones del género para los escritores no militantes en d modernismo ácrata, por muy elásticos que esos cánones quieran hacerse.
Pero Azorín no las hizo nunca. Desde La voluntad, su primera
obra de esa pretendida índole, los libros que parecen serlo son mersí colecciones, generalmente desarticuladas de apuntes, de siluetas, de descripciones de lugares, de diálogos sueltos, de disertaciones propias, morales, estéticas, psicológicas o sociales; a veces,
de noticias fragmentarias, bibliografía o erudición, y hasta de
cifras estadísticas; todo prendido por tm hilillo de acción cmnun
tan tenue, sutil y deleznable, que a cada paso se quiebra, acá y
allá, apareciendo la descripción, el episodio o la divagación filosófica, como temas sueltos, sin trabazón ni unidad. A veces, han
sido perlas lo que Azorín supo engarzar en estos oriiginales collares;
pero siempre se desgranaron al contacto más leve, ofreciéndonos
no el valor de una joya completa, sino el labrado y pulimento de
piezas sin ensamblar, manipuladas por un diestro artífice míiniaturista.
Miniaturista es aquí también Azorín con las excelencias y las limitaciones que esta cualidad lleva aparejada: un grande y exquisito
miniaturista. Nunca fué más, pero nunca fué menos, y a ello debe
su sólido prestigio literario, asentado en parte sobre la reacción
que la Literatura del 98 imponía contra el exceso de generalizaaones vagas y ampulosas, Azorín opuso a ellas su análisis concreto de
cosas pequeñas, desmenuzadas sagazmente y expuestas en una pn>sa fría, seca, elíptica, recortada, sin imágenes, sin flores, sin adiposidad algmia, aunque repetida y machacona; prosa que huye ae
¡as perífrasis y aun de los pronombres, y no teme insistir hasta la
saciedad en el mismo substantivo, ni caer en cacofonías y asonancias, que parecerían de un principiante, si no fueran recursos deliberados de estilista ducho, perseguidor de la impresión de mturalidad y sencillez, sin dársele un ardite del martilleo que ocasione a los lectores de oído delicado.
Ser un analizador hábil y serlo con la intensidad necesaria para
culminar en la Literatura de un pueblo, es mucho, aunque no sea
todo lo que pueda pedirse a un literato.
El Azorín de Doña Inés es en ese punto el de siempre; pero
quizá menos feliz que otiis la confección de las piezas para su consabido mosaico, aunque algunas sean no poco va.liosas. Pasajes de
I<7 Voluntad, sobre aspectos de la abulia o juicios personalísimos
y clarividentes sobre el teatro español (enmendados después por d
KEVISTA BIBLIOGKÁFICA
IJf
«utor), tienen tm rdieve que en vano buscaremos en Doña Inés.
Quizá, lo más atractivo de eila sea el tipo episódico de Tio Pablo,
uo por SM novedad: es el erudito provinciano o pueblerino que
-isorÍM nos ha descrito mil veces, trabajando reposadamente entre
legajos y libros en reUiros apacibles de bibliófilo. Pero el estudio
de su psicología mórbida, con tics y fojbias para el trabajo, es agudo
yy penetrante.
penetrante.
,
E¡ lector profano de Azorin, no habituado a su manera de
hacer, quedaría desorientado y sorprendido, al ver cómo los pCTSonajes centrales de esta historia de amor. Doña Inés y el poeta Diego de Gardllán, y aun la historia misma, se esfuman entre siluetas
varias de personas, cosas y lugares apenas conexionados con lo que
d autor paredó queremos contar y absorben las páginas del h!M-O, mientras que ni d alma de los protagonistas ni el proceso de
su drama interior aparecen claros.
Pero no podríamos condenar esto sñn condenar en bloque toda
ia estética y toda la técnica de un escritor consagrado como maestro y que ha sabido crear escuela. Azorin gusta, aquí, como siempre,
de sugerir más que de contar, de la penumbra más que de la plena
luz, de los contornos borrosos para mostrar las almas de sus héroes,
aunque se solaoe en iwntar uno a uno los cachivadies que hay sobre
una mesa o los enseres de un zaguán, mida los techos o las distancias de los astros, pase revista, hasta en sus nombres latinos, a las
plantas de un huerto, copie literalmente lápidas sepulcrales, canciones infantiles o títulos de libros raros, y se detenga en trazar
tipos secundarios, algunos pintorescos como la infantil tía Pomftlia, Matías d pastor, d socarrón obispo de Segovia y algunos
otros.
,.
La obra estl emplazada en 1840, buscando quizá un ambiente
de derta lejanía romántica para una narración de romanticismo
básico, aunque no se muestre con d aparato turbulento de las pasiones literarias de aqudla época. Son sus lugares de acción, Madrid y Segovia, salvo d corto epílogo americano, y ello da ocasión
al autor para trazar sus lindos cuadritos de género. Así la barnada
dd antiguo Madrid junto a la calle dd Sacramento, con sus placetas
y callejas angostas, donde £:rden los primeros mecheros de gas;
sus casas vetustas de escaleras tortuosas y aposentos lóbregos,
ornados con amarillentas litografías, y donde esperan, esperan
siempre, mujeres con hinchadas faldas de volantes.
Así los diseños de vida segoviana burguesa, señoril y cam|)esina: en las tertulias de tía Pompilia, en las frondas del Eresma
ante la mole del Alcázar, bajo las naves de la Catedral o en los
rincones de antiguos barrios, palacios o templos, venerables reliquias pretéritas; en ia majada dd pastor, en d despacho del jefe
178
NUESTRO TIEMPO
político, en la charla de las iviejas dhisniosas y timoratas, que va
del sermón a las callejas de la anUigua ciudad.
¿Qué pasa en Doña Inés? Sólo una cosa: el beso robado a
la dama por el vate covachuelista, mucho más joven que ella, en
un momento de pasión y entre las sombras de la iglesia, propicia
bajo el crepúsculo. El beso, como si su leve chasquido fuera trueno ensordecedor, va repercutiendo por toda la ciudad, desde el
chismorreo de las cwnadres, hasta las más altas esferas civiles
y ecleáiásticas. Hay aquí pormenores finamente graciosos y humorismo de buena ley.
Y eso es todo. U n viaje a Segovia huyendo de un desengaño
de amor, que sólo entrevemos; un amor otoñal que se reputa imposible; el beso, el escándalo y la fuga a América por motivo tan
liviano. Pero esto, que sería mudho, estudiado, desinenttz¿<do, dramatizado, parees nada del modo que lo pinta el autor: entre nubes,
con medias tintas y medias palabras, obligaíido al lector a que supla con su fantasía mucho más que le dicen, y .perdiéndose en
detalles nimios de gentes y cosas ajenas a la narración.
Y así el lector iprofano, ese lector profano a que antes aludí,
termina la lectura sin hallar emoción, ni interés, ni curiosidad
satisfecha, nii inquietud ideológica o sentimental alguna, removida
o suscitada, y se ve defraudado. Está ante una obra literaria;
pero ante una obra extraña para él en su factura, que le entretiene
a ratos; pero que en awijunto le deja frío y perplejo.
JOSÉ DELEITO Y PIÑUELA
LAS LUCHAS FRATRICIDAS DE ESPAÑA.—^El primer Carlos III.-—
Almansa, por Alfonso
Danvüa.
Los lectores habituales de NUESTRO TIEMPO tienen ya noticia
de la interesante serie de novelas históricas con que, bajo el titulo común Las luchas frctricidas de España, va narrando Alfonso
Danvila el dramático periodo de la guerra de sucesión española
efectuada a principios del siglo xviii, por (Esputarse d trono, que
dejó vacante nuestro infeliz Carlos I I , el archiduque Carlos de
Austria, hijo del emperador alemán Leopoldo, y el francés duque
de Anjou, nieto de Luis XIV, y después Felipe V. primero de k »
Eorbones reinantes en nuestro país.
A k e tres primeros ¡vnlómenes de la colección El testamtni»'
REVISTA BIBLIOGRÁFICA
ÍTS
de Carlos 11, La saboyana y Austrias y Barbones, x€señados aqiá
anterionneníe (i), han seguido otros dos, áe que debo dar alguna
¡dea, para completar esta información en lo que «s .posible hasta
el momento presente.
* *
•
La Sücesora inmediata de las a¡nteriores es El primer Ca^:
ios III. Refiérese al comienzo de la guerra "vil, en 1705- « i t f
b corona de Cast:ila (España central y occidental) declarada en í ^
vor de Felipe V. y la corona de Aragón (España onentóJ), de e»diendo la «.usa del Archiduque, a quien por su momentáneo trmm
io en Cataluña y Vajencia se proclamó en estgs regiones con ei
" " k ^ ^ \ 2 f i S t a r 2 L usado por el
^^/^f-f^^:;:f%
un Memorial comentado a escribir por Str ArcJnbald Darleydt
Kinsale, Teniente ael Reoimiento irlandés de Goyess
én^áo^
«na jo^en inglesa, con quien el supuesto
^^^^^^J'^^'j;^
certado matrimonio, refiriéndose «"^ >"^^^, P ^ ' ^ ^ ^ " ' ! ^ ' j X e S
S guerreras en Españ.. en confesión y descargo de sus ligeras
rece en i i m e r ; persona, d.ndo la impresión de refenr cosas que
""' E J ' S un recui^o de novelista, no nuevo pero s í - t j f o J
sr:uSr;:r^s.^^^^e^
pos. lucres y sucesos, no es la que P - ^ e formar eud^a y ^ ^ ^ ^
mentalmente un hombre de hoy.^ ^ ' ¿ ^ ^ ^ " e x t ™}ero. curioso d*
poráneo de aouella época, y "'^^^^V'X fT,avés dé su psicolo
£'extraño Pr/\'y
^^^^^^^X^^^^^n
fia profMa, la del país adonde le ncvd a
llZLes
d e l to.
*""*•
• • -A^ P1 mavor acierto de la obra : et ititeY es éste, en mi omn o . ^ - ^ v - - , ^ , ^ ,,„iritu de lo. d^
tés psrcológico de tiostrar el dis^
Península Por d
ferent^ grupos ^"^^"^ J T ^ d e d'verso tnodo ante Ta misma y
S : í ^ d r j T o s ^ S ^ S T d í p ^ s en que l u d . ^ . sin interés dv
•«•Btr» ReTÍtia.
lito
mJESTRO TIEMPO
recto, por una anisa, que no les atañe, empujados por órdenes de
sus reyes y maquinaciones reservadas de las csiucillerías europeas.
Generales, soldados, políticos y aventia-eros de todos los países,
habían caído sobre el nuestro, mezclándose a los naturales para re¡»olver y atizar su c scordia intestina. Luchaban los franceses al
•.ado de castellanos, endaluces y ^.liegos, y ijewfes -Je ^'tras comarcas, jr en el gnipo contrario, mezclados con catalanes, valencianos
y baleares, militaban austríacos, italianos, inglesen, holandeses y
{.ortugueses, aumentando aún la confusión los desertores y tránsfugas de cada bando, por rencores étnicos o religiosos, como lo»
franceses hugonotes, figurando en las filas británicas, para sustraerse a las persecuciones de Luis XIV, y los irlandeses, subditos
forzados de Inglaterra, alistándose en las huestes francesas, por
fenror católico y odio a su patria opresora. Así pudo darse el caso
de ser el caudillo de los Borbones un inglés descontento, el hijo
del destronado Jacobo II, duque de Berwick, conyertido en mariscal de Francia; mientras el generalísimo del Ejército inglés. Lord
Galiray, era un francés refugiado en Inglaterra.
¿Cómo pensaban y sentían los extranjeros sobre las andanzas
españolas, y cómo sentían los españoles mismos, según los afectos
e impulsos de sus particulares regiones? Esto es lo que Danvila
nos hace saber, singularmente en lo que se refiere a ingleses y catalanes, puesto que inglés simula ser el narrador, y el episodio se
inicia en Gibraltar, a bordo del barco británicQ Panther, y se desarrolla la mayor parte de él en Barcelona, de cuya intervención
en la guerra narra el libro sucesos tan trascendentales como ei
sitio de la ciudad por las sucesivas armadas borbónica y aliada,
los asaltos de ambos bandos, uno tras otro, al castillo de Monjuich,
y la entrada y proclamación del Archiduque como Rey de España.
Juntamente con esa parte de historia extema, •vemos el estado espiritual de los habitantes del Principado, siempre descontentos de
la hegemonía de Castilla, suspirando por sus libres instituciones
medievales, y unidos para la defensa de sus fueros, amenazados
por el centralismo borbónico, juntándose en el ideal común aristocracia, putíblo y clero, sin que su devoción católica sufriera em'pacho excesivo por fraternizar en la empresa con herejes hugonotes, y protestantes de las varias sectas dominantes en los países
aliados. No dejaban de surgir escrúpulos, problemas y situaciones
delicadas, que el autor sorprende con acierto, como la necesidad de
suavizar los rigores del Santo Oficio mientras los herejes, amigos
y protectores acamparan en las ciudades. El episódico y bien trazado tipo del inocente Fr. Serapio del Niño Jesús, soñando con la
conversión de ingleses al seno de la Iglesia romana, para cohonesi-
REVISTA BIBLIOGRÁFICA
]8l
tar d influjo de éstos ea la vida del Principado, parece un símbolo de las circunstancias.
PwQ, saltando sobre la razón religiosa, los devotos catalanes,
indtiso los frailes mercedarios, entendíanse como ciudadanos, mucho mejor con los heréticos ingleses, educados bajó institucione»
autónomas y parlamentarias, que con los católicos austríacos o italianos, formados bajo un ambiente cesarñsta, que les hada incomprensivos para toda reivindicadón catalana.
La pitit novelesca de,la obra, mantiene el interés» que despertaron los anteriores volúmenes de la serie. El protagonista, Jenaro de Pereda, aparece en secundario plano como actor, aunque la
acción siga girando en tomo de él por- alusiones continuas. Y volvemos a encontramos con antiguos conoddbs: la dulce, ingeniosa
y perseguida Niña de la Plata; la belleza maquiavélica y dominadora de la princesa de Oinano; su enamorado y sufrido esposo;
Nardo, el fiel criado catalán. Pero otros personajes nuevos aparecen en primer lugar, algunos rigurosamente históricos, como d
romancesco general inglés conde de Peterborough, de bien trazada silueta, y otros imaginarios, como el caballeroso Sir Archibald,
cuya mezcla en las aventuras de los antiguos actores de la ?erie,
y, en especial, su frustrada pasión por la Niña de la Fiata, constituye el eje de la iiovda.
* * *
Almmsa, el último episodio de la publicadón, es quizá d más
vigorr^o. el más dra^nático, aquel en que mejor s? ponderan los elementos novelesco y real, combinados en una fábula de interés palpitante, que cautiva la aiínción del lector desde íi prindoio al fin,
y que está saturado de ambiente local y de época, dando una in>presión tortísima, sobre el horror, la inconsciencia y la ruindad de
aquella sanguinaria e implacable lucha entre hermanos, mediatizados en uno y otro gmpo por extranjeros rapaces, y persiguiendo
la absurda qu'mera de asentar en el trono a uno u otro príncipe,
igualmente extraños a nuestro país, e igualmente funestos.
El titulo Lar luchas fratricidas de España, ctanún a la serie
toda, a ningún tomo cuadra mejor que a éste. En los anteriores
se ve, sí, la escisión de España entre Austrias y Borbones; pero
se ve en las antecámaras de Palado, en las camarillas dé los poderosos, en las tertulias de los intrigantes, en la condenda de los indecisos por dudas del deber o de la ambidón; a lo sumo, en el
campamento, entre ejércitos formales, que contienden conforme a
las leyes de la guerra.
"En Ahnonsa la división se perdbe en d campo, en el pueblo,
188
NUESTBO TIEMPO
eo ia montaña, etltre los hombres de la m'Sima región, del mismo valle ; dd mismo repliegue del terreno; entre los feligreses de una misma parroquia, entre los miembros de la misma familia. Es la lucha
popular entre botiflers o borbóncos y maulett o austríacos; pelea
horriWe y espantosa, sin piedad ni cuartel, donde las pequeñas rend.
Uas de campanario, las ant patías personales, los odios, rencores y
deseos de venganza ind viduales o de grupo minúsculo, rompen todo
freno y toman como ocasión y pretexto para todo desmán la inclusión de los hombres en uno u otro de los bandos, que pugnan
en España, aunque en absoluto ignoren su ideología, y se muevan
meramente por bajos instintos ancestrales.
El teatro principal de la acción es la villa de Bañeres, que, por
empeño singvdar o espíritu contradictorio de sus habitantes, era el
pueblo único de la región valenciana afecto a la causa de los Bortones, y la defendía con temerario tesón contra todos los circunvecinos, acérrimos austríacos.
Y en Bañeres se nos muestran las virtudes y los vicios del alma,
colectiva española, entregada al libre juego de sus imnulsos, sin
el freno de un poder legal y una disciplina. La ini"c"ativa individua!, d espíritu caudillista (endémico en España desde los iberos
liasta hoy), congrega en tomo al jefe improvisado—roder o guerrillero—^a bandas que tienen algo de hueste militar y mu<-ho de
cuadrilla de b9,ndidos, organizadas por la venganza y el pillaje, y
oue caen como un pedrisco sobre los hombres, las casas los sembrados y los pueblos del bando rival, apercibiéndose a defender d
poblado propio contra el temido ataque, u organizpudo saVdas y
«Kcurs'ones de merodeo. Todo como en las guerras contra la doilinación romana, como en las rasias medievales erttre moros y
cristianos, como en la guerra de la Independencia contra Bonapárte. como en las recientes guerras carlistas. Es el gen'o e^nnfio! de
siempre, fiero e indómito, capa^ de 'a ahnegac'ón y Az la-ferocidad, temerario y entusiasta, dilapid?dor eterno de su sangre en
empeños muchas ve^es vanos, donde el personalismo se escuda
tajo la oriflama patriótica.
El señor Danvila presenta asi con*v'visimos colores un aspecto de la guerra de sucesión mal conocido generalmente: la guerriÜa y el íjandolerismo. ramas gemelas del mismo árbc^, cirva popularidad sólo Se ha extendido a la éT)0ca romana y al siglo xix,
pero otie en todas las grandes conmociones nacionales desempeñan
pj"e«ninente pape!.
Así como el ambiente de El primer Carlos lU es enteramente
austriaco, éi ák Atmansa es del todo borbónico; pero, dentro de
este matiz, destaca el contraste entre la minoría capaz de un noble
ideal (como el caballeroso I>. Jaime de Centdles, patriarca y es-
REVISTA BIBUOGBÁFICA
,
183
pecie de tutor del puaMo, que representa en él el prestigia secular
de la aristocracia histórica), o sensible a impulsos altruistas y humanitarios (como el cura mosén Vicente) y el ardor ciego de la
masa, que sólo busca víctimas, olfatea traiciones y se mueve por
instintos ruines, ihac'endo de un tímido sacristán un aventurero
descomedido, llevando a las hembras de pelo en pecho a ser amazonas terrib'.s por la lengua y los puños, que azuzan a las traillas
de labriegos como a canes rabiosos, y mueren en las avanzadas,
llegada la hora del peígro.
El sumo interés dramático se concentra en la tragedia íntima
de la casa del noble Centellas, obligado a custodiar por su honor
al jefe de los salteadores enemigos cogido en una emboscada,
mientras se dispone a ejecutarle la terrible justicia popular, y que
resulta ser el propio hijo de su obligado guardián.
Entre los personajes de la serie, sólo uno, Casilda de Solí»,
la novia fracasada de Jenaro de Pereda, conocida nuestra desde el
primer episodio, toma en éste un relieve excepcional, destacando
«u dulcísima figura en el fondo de horrores que empiezan con las
luchas dentro y fuera de Bañeses y culminan con el gran combate de Almansa, decisivo pera el trono de Felipe V, muy bien
descrito por é. autor y que da nombre a este voltunen. Con ocasión
de él, Casilda ve un momento a su antiguo y desvanecido amor,
hecho un arrogante ofidial. Vislumbramos que el autor acabará
«asándolos, para satisfacción de las lectoras. Pero antes han de
sufir las vicisitudes de los cinco tomos que faltan para terminar
1? colección de estas novelas, acercando o alejando sus corazones, según los altibajos de la guerra y la política.
El señor Danvila puede congratularse de qu^ el interés y el
v&lor histórico y literario de sus episodios, lejos de decrecer, va
aumentando. Tal cual incorrección de léxico, que pudiera señalárseles y que el autor hará bien de evitar en los siguientes, no les
impide ser obras notables del género, que sobre todo el último,
no hacen mal papel comparados con los episodios nacionales del
maestro Galdós, el único, digan lo que gusten nuestros novísimos
genios de la crítica literaria.
JOSÉ DELEITO Y PIÑUELA
I84
NUESTKO TIEHPO
Los ZÁNGANOS, par Félix Esteban Cichero.—.Manud Gleiger, «fctor. Buenos Aires.
El autor de Los Zánganos y de nueve libros más de carácter
dramático y novelesco, es un periodista y literato muy distinguido, que ha popularizado su pseudónimo de Fray Linterna, y goza
de estimación merecida en el mundillo inteledtual argentino. hss>
pleó el diminutivo d« n:undillo porque en Buenos Aires, como en
Berlín, y en Madrid, com<, en Calcuta, d número de poetas, novelistas y hombres de ciencia es insignificante si se le compara
con el de los industriales, hombres de negocios, agiotistas y vividores. Hoy, como en tiempos de Homero, pulcrum est pancorum.
hominum, y sospecho que en la hermosa capital porteña se repite
el mismo fenómeno que en la no menos bella capital de España,
a saber, que los cultivadores del sen/timiento estético son pocos,
y sus meritorias labores suelen pasar inadvertidas del bajo y del
alto vulgo, o sea de casi todo el mundo. Esteban Cichero nos ofrece este lindo libro, qut ha tenido la gentileza de dedicamos ocho
narraciones fingidas, de las cuales dos son verdaderas novelitaf
y las restantes cuentos. Este género literario es para mí el más
difícil, porque presupone la mayor intensidad dentro de la mínima extensión. Los cuentos y novelas cortas de Esteban Cichero s«
apartan de lo vulgar por el calor de emoción de que están saturados, el espíritu de observad'ón que revelan y la precisión y propiedad de su lenguaje.
No es Cichero un escritor ampuloso y retórico; no se preocupa del ritmo en los períodos, ni hace gala de un léxico brillante,
pero en cambio es lírico, profundamente lírico, con es»» lirismo entrañable que nace del conocimiento del mundo y del alma, y saDe
de bálsamos par«, todas las heridas y se nutre de las tristes reaHidades humanas. Sin proponérselo, emociona y enseña, porque de
todos sus cuento?, palpitantes de vida, surge una moraleja fecunda, una lección provechosa.
Unas veces, como Planto, corriget ridendo mores, y otrais, sjgtiicndo a nuestro Moreno Nieto, se sirve del Arte como de on
recurso para la cura de almas.
La herencia es un cuento ternísimo y Los Zánganos una pintura fiel del emigrante desaprensivo, que para dar cima a sus codiciosos anhelos, practica la máxima atribuida a los jesuítas, de "que
ri fin justifica los medios". El tipo de em'grante socarrón, cmei
e ingrato que en Los Zánganos dibuja está hecho con verdadera
maestría. Conocemos a algunos de esos españoles de pacotilla que
marchan a América, no a fomentar intercambios generosos del es-
BEVISTA BIBLIOGRÁFICA
18$
píritu y de lia materia, sino a imitar a Caco, y de ser posible a dejar en mantillas a los más renombrados héroes de la hampa nacional y de nuestra novela picaresca. Los más se enriquecen, pero a
costa de nuestro crédito, deshonrando el nombre de España cori
sus fechorías y malas artes. Ellos, como ciertos intelectuales, pseudointelectuales e intelectualetes, van a la América hispana, mas v,uc
como embajadores de cultura, como buscadores de oro y solicitadores de inconfesables ganancias. Son verdaderos zánganos, que
aquí y allá, en todas partes, deben ser objeto át un mei>osprecio
colectivo, porque en realidad, no conocen oti-a nacionalidnc! que
aquel!? que les pert)i:te sus productivos mero>ie".5. v pueden decjr,
como Cicerón, ubi ''ene ibi patria.
En las dos novelitas citadas, como en los breves trabajos restantes {El valor de la influencia, Los quehaceres de la cc^a. Carta
contestada, Un castillo de naipes, y El pñrngr resentimiento), demuestra Esteoan Cichero dotes de psicólogo y de escritor, que, debidamente cultivadas, le permitirán llegar alto y lejos. A nosotros
nos agnidan esas narraciones intensas, sugerentes y emotivas de
Cichero mucho más que las descripciones difusas y los cabrioleos
efectistas de una retórica trasnochada y huera. La Preceptiva y
la Gramática nos merecen respeto, pero ponemos el Arte, que es
ante todo de emoción, sobre todas las reglas de la Academia.
PASCUAL SANTACKUZ.
Los ROTÍFEROS ESPAÑOLES, "por Luis Pardo, del Laboratorio de
Hidrobiología de Valencia. (Extrac des Aúnales de Biologie
Lacustre). Bruselas, 1926.
Nos parece inútil encomiar la bien probada competencia del
üstingu'do colaborador de NUESTRO TIEMPO, em materias hidrobíológica.»:. Más de una vez y más de dos, hemos hecho cumplida justicia a este benemérito hombre de ciencia, que en unión dd catedrático Sr. Arévalo (Del Institifto del Cardenal Cisneros), tantas y tan
¿tiles observaciones viene haciendo acerca d^e la fauna lacustre. EK
este folleto, primero que aparece publicado en español en las páginas de da Revista belga {Andes de Biologie Lacustre), reoopala el
Aicto profeisor las observaciones hechas por él y por el Sr. Arévalo
acerca de" fes Rotíferos del plankton español, cuyo conocimiento
¥s harto limitado por el pooo tiempo que viene dedicándose a su
«stttdio. El fundador del Laiboratorio áe Hidrobiología Española d^-
186
MTDBSTKO TIBttPO
Valencia—dioe el Sr. Pardo—, primer centro de esta especialidad
en España y único hasta que el profesor Arévalo creara el de Madrid, in.a.ó la publicación de sus observaciones en el Boletín d» !»
Real Sociedad Española de Historia Natural; al conquistar el Laboratorio sin personalidad oficial, gracias a las activas gestiones del
ilustre historiador y jurista, D. Rafael Altamira (senador por 1A
Universidad de Valencia), intensificó su labor, inaugurando la serie de Trabajos del Laboratorio de Hidrobiología en d año 1916.
El doctor Arévalo dio un cursillo de conferencias en la Sociedad de
Biología de Barcelona, y de paso comenzó a estudiar el plankton Qt,
la hermosa ciudad condal. Se han explorado, sin resultados oficiar
les, las lagunas de Peñalara y Cantalejo (Segovia, Ontígola (iMadrid), Uña (Cuenca), La Janda (Cádiz). En 1922, el doctor Aré^•alo, Ferrer Ga'diano y el autor de este folleto, estudiaron el lago de
Caruoedo (León), dando a luz, interesante monografía. El Sr. Pardo, colaborando eficazmente en la laudabilísima tarea que su maestro se había impuesto, hizo provechosas observaciones en los marjales de Gandía y balsas de Ontinente (Valencia), y posteriormente en la m^isma capital. Estany de Cullera (Valencia), iLagunas de
Almenara (Castellón), Lago Enol (Asturias) y Pozo ie Pozmeo y
nacimiento del Ebro, junto a Reinosa y Fontibre respectivamente
en la provincia de Santander.
Últimamente trabajó con muy buen éxito en las aguas dulces de
la playa de Malvarrosa, enriqueciendo con nuevas especies la lista,
de los rotíferos españoles. En los trabajos registrados en la información bibliográfica, indicados en forma de iácil consulta, por el
docto investigador, se consignan las eopecies halladas, que en el
folleto aparecen agrupadas sistemáticamente con expresión de localidades y colectores.
La Bibliografía se compone de datos insertos en Boletines Científicos, Anales Biológicos, Memorias de la Sociedad Española der
Historia Natural, etc., y debidos a la inteligente y tenaz labor dft
los señores Madrid Moreno (J.), Arévalo Carretero (C.) y Pard»
Ciarcía (L.), a quien cordialmente felicitamos.
PASCUAL SANTACRUZ.
BOLSA
C o t i z a c i o n e s po
DE
MADRID
r ciento en o e l u b r o d e 1926.
Deuda Perpt. inter., al 4,
>
» exter., al 4. 1
» Amortizable, al 4..
,
»
al 6..
,
> (1917), al 5..
Tesoro, al 6, Knero 2 9 . . .
al 5, Febrero 27 .
.
al 5, Abril 2S
.
al 5, Novbre. 2 3 . .
Empréstito mejoras urbanas de Madrid, al 5 ' 5 . .
Cédulas hipotecarias, al 4.
,
>
al 5.
al6.
Banco España, Acciones,
ídem
id.
Bonos . . .
Id. Hipotecario, Acciones
Tabacalera, id.
Explosivos id
•
Az ttoarera preferentes, id.
»
ordinarias, id.
Altos H."'Vizcaya
Hidroeléctrica Española.
Norte, id
M. Z. A., id
500 67,50
000 82,60
600 90
500 92
5001 91,50
500 101,16
500 102
BOO 102,30
600 101,60
500
500
500
600!
500
500
500
500
500
600
500
600
600
475
476
88,50
89
97,46
107,60
618
66,60 67,50 66,60
Sl,25 82,50 81,06
85,50
90
86
91,40 92,40 91.26
91,26
91,25 92
101,16
101,60 102
101,86
102,70 103
101,60 102,36 101,26
102,50 102,65 101,60
88
88,76 89
88,75 89,75 88,76
97,10 i)7,60 97,10
107,30
107,30 108
618
i<»23
621
410 1389
410
390
186
197
186
197
325
376
370
325
92,50
95
94,25 94
31,50
33,25
33,25 32
119
133,6
133,5
119
166,5
160
160
166
97,26 98,62 98,52 96,84
89,36 90,31 90,31 89,05
OBLIGACIOKB8
67,16 65,89
M . Z . A., al 3 ( 1 a l é ) . . . 475 66,89 67,06 89,60 88,50
89,26
al6,F
BOO 89,50 101,20 101,50 100,76
al 6 , »
500 100,76 97,26 97,26 96,75
•
"«'^H
;
^ 97
69,36 70,26 70,86 69,36
•Norte, al 3.1 sene.
68,26
68,26 69
. 600 69
.
al 3,2.- '
67,66
68,30
68,30
600 67,65
.
al 3, 3.*
67,25
68
500 67,25 68
.
al3,4.»
68,26
68
68,60
500 68,26
.
al 3, 6 . '
73
75,50
76,60
600 73
AEuoarera, al 4 . ,
100
BOO 100
ídem Bonos, al 6
TALOmXS Y NOMIKAI.
Trasatlántica 1920, al 6.
1922, al 6.
CoDstractora Naval, 1920,
ídem id., bonos, al 6 . . . .
TraTísmediterránea, al 6.
Unión Eléctrica Madrileña, 1913, al 6
Hidroeléctrica Española.
iHTtUk,
litm.
Hatea.
»aim.
500 101,26 100,25 101,25 99,50600 104,90 103
104,90 103
500
500
500
96,85 95
96,85 95
98,60 99,50 99,60 97,5C^
98,50 99
99
98,50
500 100,50 101,50 102
500 95
96
96
100,5a
95
CAHBIO I N FBSETAS
100 francos franceses
18,55 21,10 21,10 18,55
18,46 18,65 19
18,4&
28,30 29
25
25
31,93 31,96 32.50 31,55
6,60 6,62 6,75 6,54
Una libra esterlina
VB0OCIADO BV S L MSS DB OCTUBKX
Francos franceses..
Libras esterlinas...
Dólares
7.549.000
120.000
pesetas
Tot<a ptat.
Valores del Estado
Obligaciones del Tesoro
Cédulas Hipotecarias
Cambio del oro para noTÍexnbre
1.496.212
3.842.400
830.000
6.168.612
19.867.100
18.393.500
8.005.700
27,24
SITUACIÓN DEL BANCO DE ESPAÑA
•Oda ••ptbra. de IViS DO da eatabr* de lOW
Pt$eta$
Activo:
ÜH podttr de corresponsales
Bronca por cuenta de la Hacienda
Efectos a cobrar en el d í a . . . . .
Oeada del Tesoro (1891 y 1899).
IPóUzaa cnentae da crédito
Pagarés préatamoa con
2.666.537.727,24
Sí 868 798,54
669.119 540,48
2.656 566.944,30
31.203.031,60
667.891.831,62
1.988.628,76
15.614.162,66
1.962.218,62
15.894.724,08
243.688.891,23
6b3.158.068,67
117.903.426,64
1.428.767.776,32
248.688.891,23
656.784.209,15
116>750 319,10
1.471.928.483,60
ga40.461.015,01
6.302.077,50
7.400.848,43
356 129.528,26
23.186.700,58
40.680.928,18
42.638.208,01
6.078.741,11
6.942.975,84
356.129.528,26
28.054.867,91
6.289.886.798,62
6.180.770.7a8,51
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