4 La flora aliada del olivar Desde que el hombre comenzó a cultivar plantas en el Neolítico, ha tenido que compartir una parte de sus cosechas con otros organismos (animales y vegetales) en contra de su voluntad. Este hecho, incomprendido por el agricultor, se ha de interpretar con la necesidad biológica de utilizar la energía y la materia orgánica del ecosistema por otras plantas o animales en beneficio propio y aparentemente en detrimento de los rendimientos agrícolas. Sin embargo, observando este inevitable hecho bajo otro punto de vista, podemos extraer conclusiones positivas. Concretamente, en el ecosistema que representa el olivar mediterráneo, los mayores problemas de competencia por los limitados recursos derivan de la presencia de las plantas arvénses con capacidad para colonizar el suelo, entre y bajo las copas de los árboles. Sin embargo, estas plantas “indeseadas” con un manejo apropiado pueden y deben representar una ayuda para el agricultor en aspectos del cultivo tan importantes como la lucha contra la erosión y el mantenimiento del sistema agrícola. Hoy sabemos que mediante la aplicación en la explotación agraria de técnicas modernas de manejo del suelo, es posible evitar la competencia de las “malas hierbas” de la cubierta vegetal con el olivo mediante la creación La flora arvense autóctona, perfectamente adaptada al ambiente mediterráneo, es una eficaz defensa del suelo en olivares jóvenes con grandes pendientes. Algunas plantas perennes de bajo porte ayudan a la contención de suelos con graves problemas de erosión. de cubiertas a expensas de la mayor cantidad de agua disponible que proporciona el propio sistema, el cual provoca un aumento de la infiltración en la época de lluvias y reducción de las pérdida de agua por evaporación desde el suelo en la estación seca (Pastor & al., 1997). Bajo la óptica de manejo de cubiertas con plantas anuales, son muchas las especies autóctonas o no que dejan de ser competidoras con el cultivo y pasan a considerarse aliadas del agricultor. Hasta ahora se han utilizado de con mayor o menor éxito, diferentes variedades de Lolium multiflorum (bayico), algunas gramíneas agrícolas anuales como la cebada y la avena, e incluso algunas leguminosas fijadoras de nitrógeno como las vezas (Vicia sativa y Vicia villosa). Pero por el momento, la contribución de la flora autóctona en la creación de cubiertas vegetales en cultivos leñosos mediante su siembra, ha sido escasa o se ha limitado al manejo de la flora arvense autóctona mediante herbicidas, técnica más o menos compleja y de difícil implantación y mantenimiento en muchos casos. Algunas de las especies más comunes de la flora arvense del olivar bajo nuestras condiciones mediterráneas (Lolium rigidum, Poa annua, Hordeum murinum, Bromus spp., ect) aportan numerosas ventajas frente a las gramíneas cultivadas, aunque no es posible encontrarla en el mercado nacional o internacional en las cantidades y precios adecuados para su aplicación en el olivar. Leguminosas autóctonas de porte rastrero también son de interés para la formación de cubiertas y la fijación de importantes cantidades de nitrógeno en suelos de baja fertilidad; así, diversas especies de vicias y medicagos deben representar soluciones adecuadas, fundamentalmente en fincas de sierra donde se ha optado por la siega a diente. Pero la flora autóctona no sólo aporta beneficios para la fertilidad, mejora del balance hídrico y lucha contra la erosión, muy al contrario, otras especies han aportado tradicionalmente muy variados beneficios a la dinámica del olivar, que sólo ahora empezamos a comprender. Por ejemplo, hoy sabemos que sobre la compuesta Inula viscosa, la hierba mosquera tan común en nuestros campos y caminos, puede reproducirse e invernar Eupelmus urozonus, un enemigo natural de la mosca de la aceituna muy activo; y algunas especies del género Phacelia, muy nectaríferas, aumentan la fecundidad de las crisopas, activas predadoras de las estados jóvenes de «prays» y de la «cochinilla»(Pajarón Sotomayor, 2000). Por tanto, podríamos pensar que la incorporación de estas u otras especies beneficiosas para 5 el olivo, suponen un avance tanto para de sostenibilidad del sistema como para rentabilidad del cultivo. Por otra parte, el mantenimiento de los setos en el olivar tiene multitud de ventajas para el mismo. No sólo permiten la incorporación al medio de especies animales que funcionan como predadores de plagas equilibrando el agroecosistema, sino que actúan como verdaderas pantallas vegetales evitando el azote de los vientos dominantes, además de la defensa del suelo y la lucha contra la formación de cárcavas tan habitual en nuestros olivares. Algunos de lo mejores ejemplos de setos en olivares podemos observarlos en la campiña alta de Córdoba, donde los setos contituidos por coscoja (Quercus coccifera), aladierno (Rhamnus alaternus), espino negro (Rhamnus oleoides), adelfilla (Bupleurum frutocosum), gayumba (Spartium junceum) endrinos (Prunus spinosa), etc... han representado la mejor garantía para la defensa del suelo con altas pendientes, a la vez que equilibran el ecosistema permitiendo el desarrollo de fincas con altos rendimientos económicos gestionadas bajo las técnicas de agricultura ecológica. Otras especies arbustivas son herramientas válidas en la lucha contra la erosión y el avance de las cárcavas. Así, la bolina (Genista umbellata), el tomillo carrasqueño (Thymbra capitata) la jara estepa (Cistus albidus), la taragonda (Genista cinerea subsp. speciosa), el albardín (Lygeum spartum) o la coronilla (Coronilla glauca) entre otras, son capaz de colonizar suelos con elevadas pendientes, extremadamente secos, bajo fuertes insolaciones y a veces con elevado contenido en bases e incluso yesos (Simon-Calvo, 1996). Las nuevas técnicas de bioingeniería, permiten la implantación de estas especies en los puntos de mayor riesgo con bajo coste, mantenimiento nulo y mayor eficacia que otras alternativas a las que frecuentemente recurre el agricultor, como el tapado sistemático de los canales de desagüe o la construcción de diques de contención tan costosos como frecuentemente desplomados. La necesidad de la producción y el suministro de estas y otras semillas autóctonas, deter- Moricandia moricandioides (en primer término), crucífera endémica es capaz de cubrir suelos ricos en carbonatos y yesos con altas pendientes. minó hace ya 10 años el nacimiento de Semillas Silvestres. Hoy podemos decir, que contamos con un catálogo de cerca de 400 especies autóctonas ibéricas, seleccionadas por su aplicación a diversos campos del medio natural bajo nuestras condiciones agroecológicas, y representa en el mercado nacional la más sólida opción para el suministro de semillas autóctonas. Entre estas se pueden encontrar, además de semillas forestales y para la jardinería de mediterránea o de bajo mantenimiento, multitud de especies de aplicación más localizada con capacidad para contribuir a la lucha biológica, establecimiento de setos vivos, siembra de cubiertas en elevadas pendientes, donde las especies agrícolas no son capaces de establecerse, especies leguminosas fijadoras de nitrógeno, o semillas de plantas para la fijación de los taludes o cárcavas. Nuestras actividades no se limitan al suministro de las semillas más adecuadas a cada proyecto, además se asesora en la selección de las especies más adecuadas, y realizan pretratamientos para garantizar los mayores porcentajes de germinación en cada caso. A este respecto, aunque el desarrollo de nuevas variedades de gramíneas aptas para la creación de cubiertas vegetales no ha culminado, posiblemente, en un futuro no muy lejano, podamos disponer de variedades más adaptadas a nuestras condiciones edafoclimáticas y así resolver los frecuentes problemas de crea- ción y mantenimiento de estas cubiertas con las variedades alóctonas hoy disponibles en el mercado. Como es bien conocido, tanto por la gran diversidad vegetal ibérica, como por el trabajo realizado hasta estos momentos, estamos lejos de la utilización óptima de nuestros recursos fitogenéticos, razones por las que seguiremos trabajando en el nuevo siglo en la dirección de prospección e identificación de las especies más adecuadas para contribuir entre otros aspectos, al desarrollo de las cubiertas vegetales bajo las condiciones mediterráneas en las que se desarrollan nuestros cultivos más importantes, como es el caso del olivar. PAJARON SOTOMAYOR, M. 2000. Cada mochuelo a su olivo (o la importancia de la diversidad para el cultivo ecológico del olivar). Humus, 4:6-11. PASTOR, M., J. CASTRO, V. VEGA, M.D. HUMANES. 1997. Sistemas de manejo del suelo. En: BARRANCO, D., R. FERNANDEZ-ESCOBAR y L. RAYO (Eds.) 1997. El cultivo del olivo. Coedición Mundiprensa y Consejería de Agricultura y Pesca (Junta de Andalucía). 651pp. SIMON-CALVO, J. (Coord.). 1996. Manual de la Flora para la Restauración de Areas Críticas y Diversificación en Masas Forestales. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Cándido Gálvez Ramírez Dr. en Biología Director de Semillas Silvestres, S.L