antología literaria (medieval - siglos de oro)

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ANTOLOGÍA LITERARIA
(MEDIEVAL - SIGLOS DE ORO)
IES CONSELLERIA
DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA
EDAD MEDIA
1. LA LÍRICA TRADICIONAL
1.1 LAS JARCHAS
Las Jarchas representan el primer testimonio escrito de una lengua romance. Son versitos [(que expresan la voz de una chica) que
rematan o culminan una forma de poema llamada muaxaja (poema amoroso dicho por un chico)].
Transliteración de caracteres árabes a grafías latinas. Menéndez Pidal 1965:
1 garyd boš 'y yrmn'lš
2 km kntnyr 'mw mali
3 šin 'lḥbyb non bbr'yw
4 'dbl'ry dmnd'ry.
Transcripción. Lapesa 1960:
1 Garid voš, ¡ay yermaniellaš! ,
2 cóm contener-hé mio male
3 sin el ḥabib non vivreyo
4 advolarei demandare.
Interpretación. Alonso 1949:
1 Decid vosotras, oh hermanillas,
2 ¿cómo refrenaré mi pesar?
3 Sin el amado yo no viviré,
4 y volaré a buscarlo.
TRANSLITERACIÓN de caracteres árabes
a grafías latinas (sin vocales)
Stern 1948:
1 tnt 'm'ry tnt 'mry
2 hbyb tnt 'm'ry
3 'nfrmyrwn wlywš gydš.
4 y dwln tn m'ly
TRANSCRIPCIÓN
Lapesa 1960:
1 ¡Tant' amare, tant' amare,
2 habib, tant' amare!
3 Enfermiron welyoš [n]idioš,
4 ya duelen tan male.
INTERPRETACIÓN
Frenk Alatorre 1966:
1 !Tanto amar, tanto amar,
2 amado, tanto amar!
3 Enfermaron [mis] ojos, ¡ay Dios!
4 y duelen tanto
OTROS EJEMPLOS
Zamora 1951:
1 Mi corazón se me escapa:
2 ay, Dios, ¿no me volverá?
3 Tan grande mi dolor por el amado.
4 Enfermo está ¿cuándo sanará?
Frenk Alatorre 1953:
1 Di ¿qué haré?
2 ¿cómo viviré?
3 A mi amado espero, por él moriré.
Alonso 1949:
1 Amigo,
2 ¡no te apartes de mí!
3 ¿Qué haré, qué será de mí si tú me
dejas?
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Así pues, Las jarchas son composiciones líricas de autores anónimos que podríamos datar entre los años 1000 y 1250. Son estrofas
breves escritas en romance hispánico al final de una muwassaja árabe o hebrea. Aunque las jarchas sólo sean fragmentos brevísimos, es
posible observar los temas más recurrentes en las jarchas que son: la despedida y el dolor por la ausencia y el abandono | las preguntas
angustiosas, el miedo de la muchacha | los celos | las caricias atrevidas y los reclamos de la mujer | el cuerpo | la mujer desenvuelta o
reservada| la enfermedad de amor, el júbilo por la llegada del enamorado, etc. Estos temas aparecen en los monólogos y en los diálogos
con la madre o con la amiga confidente. Se da la circunstancia de que los momentos dolorosos son más frecuentes que los gozosos.
1.2 CANTIGAS DE AMIGO
Las cantigas de amigo pertenecen a la lírica tradicional y su aparición data entre los siglos XII y XII. Se encuentran escritas en galaicoportugués y son de autor anónimo. Narran sucesos amorosos/eróticos entre una mujer y su amado, expresado mediante la palabra
amigo. Las cantigas de amigo manifiestan la queja de una muchacha enamorada, que toma como confidentes a la naturaleza, a la madre
o a las hermanas. Aparecen abundantes referencias a la naturaleza como el mar de Vigo ya que es un rasgo muy predominante en la
sociedad marinera de Galicia. Este tipo de cantigas suelen ser breves e intensas y con abundantes paralelismos (leixa-pren) y
generalmente con versos octosílabos. Las cantigas de amigo fueron recogidas en los cancioneros del siglo XIII.
Martín Codax
Quantas sabedes amar amigo
treides comig'a lo mar de Vigo
e banhar-nos-emos nas ondas.
Eno sagrado, en Vigo,
bailava corpo velido:
amor hei!
Mia irmana fremosa, treides comigo
a la igreja de Vigo, u é o mar salido,
e miraremos las ondas.
Quantas sabedes amar amado
treides comig'a lo mar levado
e banhar-nos-emos nas ondas.
En Vigo, no sagrado,
bailava corpo delgado:
amor hei!
Mia irmana fremosa, treides de grado
a la igreja de Vigo, u é o mar levado,
e miraremos las ondas.
Treides comig'a lo mar de Vigo
e veeremo-lo meu amigo
e banhar-nos-emos nas ondas.
Bailava corpo velido,
que nunca houver'amigo:
amor hei!
A la igreja de Vigo, u é o mar salido,
e verrá i, mia madre, o meu amigo
e miraremos las ondas.
Treides comig'a lo mar levado
e veeremo-lo meu amado
e banhar-nos-emos nas ondas.
Bailava corpo delgado,
que nunca houver'amado:
amor hei!
A la igreja de Vigo, u é o mar levado,
e verrá i, mia madre, o meu amado
e miraremos las ondas.
Que nunca houver'amigo,
ergas no sagrad', en Vigo:
amor hei!
Que nunca houver'amado,
ergas en Vigo, no sagrado:
amor hei!
(Invita a su hermana a visitar la iglesia de Vigo durante
la marea alta, y dice a su madre que allí irá su amigo).
1. 3 VILLANCICOS CASTELLANOS
En los siglos XIV y XV, los villancicos eran canciones profanas con estribillo y son de origen popular, algunas muy breves, que se cantaban,
en muy diferentes ocasiones, por ejemplo: en las romerías (unas fiestas organizadas en los pueblos, no muy distintas de las de ahora,
con baile, música, juegos, comida y algunas cosas más) (no estaban relacionados con la Navidad). Su nombre procede de los cantos de la
“villa“. Su temática es muy variada: canciones de trabajo, de amor, satíricas, lúdicas… Se ven influidos por composiciones tradicionales
de origen mozárabe (tales como el zéjel o las cantigas de estribillo o de amigo de las cantigas gallego-portuguesas. El yo lírico suele ser
una mujer que refiere su canto amoroso hacia un “amigo”. Métrica: están constituidos por versos de arte menor, entre 6 y 8 sílabas.
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Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.
So ell encina, encina,
so ell encina.
al pie dell encina:
so ell encina.
Amigo el que yo más quería,
venid al alba del día.
Yo me iba, mi madre,
a la romería;
por ir más devota
fui sin compañía:
so ell encina.
A la media noche
recordé, mezquina;
halléme en los brazos
del que más quería:
so ell encina.
Por ir más devota
fui sin compañía.
Tomé otro camino
dejé el que tenía:
so ell encina.
Pesóme cuitada
de que amanecía,
porque yo gozaba
del que más quería:
so ell encina.
Halléme perdida
en una montaña,
echéme a dormir
Muy bendita sía
la tal romería:
so ell encina.
Amigo el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Venid a la luz del día,
non trayáis compañía.
Venid a la luz del alba,
non traigáis gran compañía.
**********************************
ACTIVIDADES
1. Lee la cantiga de Martín Codax “Cuantas sabéis amar amigo” y contesta:
¿Te has dado cuenta de cómo los versos se van repitiendo a lo largo del poema? Subraya de un mismo color las frases que sean
parecidas o iguales. ¿Qué efecto crees que se consigue con estas repeticiones? Expresa en prosa que es lo que quiere la voz lírica del
poema.
2. Investiga el villancico “So el encina” y di lo que significa dicha expresión. ¿Qué crees que ocurrió “so el encina”? Cuéntalo en prosa o
en diálogo teatral. Piensa qué haces tú cuando llegas a casa más tarde de lo esperado… ¿Ante quién se disculpa la chica? ¿Crees que está
realmente arrepentida de lo ocurrido?
3. Analiza el número de versos y la rima empleada en estas composiciones. Establece semejanzas de contenido entre los poemas y
también semejanzas y diferencias formales entre estos tres tipos de composiciones de la lírica tradicional popular.
MESTER DE JUGLARÍA
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EL CANTAR DE MIO CID
El mayor de los cantares de gesta españoles de la Edad Media y una de las obras clásicas de la literatura europea es el que por
antonomasia lleva el nombre del héroe: el Mio Cid. Compuesto a finales del siglo XII o en los primeros años del siglo XIII, estaba ya
acabado en 1207, cuando cierto Per Abbat (o Pedro Abad) se ocupó de copiarlo en un manuscrito del que, a su vez, es copia el único que
hoy se conserva (falto de la hoja inicial y de dos interiores), realizado en el siglo XIV y custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid.
El Cantar de mio Cid se basa libremente en la parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, desde que inicia el primer destierro en 1081
hasta su muerte en 1099. Aunque el trasfondo biográfico es bastante claro, la adaptación literaria de los sucesos es frecuente. Por otra
parte, el Cantar desarrolla tras la conquista de Valencia toda una trama en torno a los desdichados matrimonios de las hijas del Cid con
los infantes de Carrión que carece de fundamento histórico.
Un rasgo esencial es su empleo de versos anisosilábicos o de medida variable, divididos en dos hemistiquios, cada uno de los cuales
oscila entre cuatro y once sílabas. Los versos se unen en series o tiradas que comparten la misma rima asonante y suelen tener cierta
unidad temática.
El primer cantar narra las aventuras del héroe en el exilio por tierras de la Alcarria y de los valles del Jalón y del Jiloca, en los que
consigue botín y tributos a costa de las poblaciones musulmanas.
El segundo se centra en la conquista de Valencia y en la reconciliación del Cid y del rey Alfonso, y acaba con las bodas entre las hijas de
aquel y dos nobles de la corte, los infantes de Carrión.
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El tercero refiere cómo la cobardía de los infantes los hace objeto de las burlas de los hombres del Cid, por lo que éstos se van de
Valencia con sus mujeres, a las que maltratan y abandonan en el robledo de Corpes. El Cid se querella ante el rey Alfonso, quien convoca
unas cortes en Toledo, donde el Campeador reta a los infantes. En el duelo, realizado en Carrión, los infantes y su hermano mayor
quedan infamados; mientras tanto, los príncipes de Navarra y Aragón piden la mano de las hijas del Cid, que las ve así casadas conforme
merecen.
Otro de los aspectos característicos de los cantares de gesta es su estilo formular, es decir, el empleo de determinados clichés o
frases hechas, por ejemplo en la descripción de batallas o bien para referirse a un personaje. Así, el Cid es llamado a menudo «el bueno
de Vivar», «el que en buena hora nació» o «el de la luenga barba», mientras que a Minaya Álvar Fáñez se lo presenta varias veces en el
fragor del combate con la fórmula «por el codo abajo la sangre goteando». Este rasgo se liga a la difusión oral del Cantar (por boca de los
juglares que lo recitaban o cantaban de memoria, acompañándose a menudo de un instrumento musical), pero también responde a un
efecto estético (el gusto por ver tratados los mismos temas de una misma forma).
Otros recursos estilísticos de los cantares de gesta son la gran alternancia y variedad de tiempos verbales; el uso de parejas de
sinónimos, como «pequeñas son y de días chicas», y también de parejas inclusivas, como «moros y cristianos» (es decir, todo el mundo);
o el empleo de las llamadas frases físicas, al estilo de «llorar de los ojos» o «hablar de la boca», que subrayan el aspecto gestual de la
acción.
En cuanto al argumento, como se ha visto, abarca dos temas fundamentales: el del destierro y el de la afrenta de Corpes. El
primero se centra en la honra pública o política del Campeador, al narrar las hazañas que le permiten recuperar su situación social y, a la
vez, alcanzar el perdón real; el segundo, en cambio, tiene por objeto un asunto familiar o privado (honra personal), pero que tiene que
ver también con el honor del Cid y de los suyos, tan realzado al final como para que sus hijas puedan casar con los príncipes de Navarra y
Aragón. Esta honra, sea pública o privada, tiene dos dimensiones: por un lado, se relaciona con la buena fama de una persona, con la
opinión que de ella tienen sus iguales dentro de la escala social; por otro, tiene que ver con el nivel de vida de una persona, en la medida
en que las posesiones materiales traducen la posición que uno ocupa en la jerarquía de la sociedad. Por eso, el Cid se preocupa tanto de
que el rey conozca sus hazañas como de enviarle ricos regalos que, por así decir, plasmen físicamente las victorias del Campeador.
La doble trama del destierro y de la afrenta se desarrolla desde la expropiación de las tierras de Vivar y el exilio, hasta llegar al
dominio del señorío de Valencia y a la recuperación del favor real; después, desde la pérdida de la honra familiar provocada por los
infantes se asciende al máximo grado de la honra, gracias a los enlaces principescos de las hijas del Cid. En ambos casos, la recuperación
del honor cidiano se logra por medios casi inéditos en la poesía épica, lo que hace del Cantar no sólo uno de los mayores representantes
de la misma, sino también uno de los más originales. En efecto, el héroe de Vivar, que es desterrado a causa de las calumnias vertidas
contra él por sus enemigos en la corte, nunca se plantea rebelarse contra el monarca y sus consejeros, sino que prefiere acatar la orden
real y salir a territorio andalusí para ganarse allí el pan con el botín arrancado al enemigo, opción siempre considerada legítima en esa
época. Por eso es característico del enfoque del cantar el énfasis puesto en el botín obtenido de los moros, a los que el desterrado no
combate tanto por razones religiosas, como por ganarse la vida, y a los que se puede admitir en los territorios conquistados bajo un
régimen de sumisión. Eso no significa que el Cid y sus hombres carezcan de sentimientos religiosos. De hecho, el Campeador se encarga
de adaptar para uso cristiano la mezquita mayor de Valencia, que convierte en catedral para el obispo don Jerónimo. Es más, la relación
del héroe con la divinidad es privilegiada, según se advierte en la aparición de San Gabriel para confortar al Cid cuando inicia la incierta
aventura del destierro. Lo que no hay es un claro ideal de Cruzada, nada de «conversión o muerte». Los musulmanes de las plazas
conquistadas, aunque no son vistos como iguales, tampoco se encuentran totalmente sometidos. Encuentran su lugar dentro de la
sociedad ideal de la Valencia del Cid como mudéjares, es decir, como musulmanes que conservan su religión, su justicia y sus
costumbres, pero bajo la autoridad superior de los gobernantes cristianos y con ciertas limitaciones en sus derechos. Sin caer en la
tentación de ver en ello una convivencia idílica, está claro que no se aprecia en el ideario del Campeador ningún extremismo religioso.
Por lo que hace a la afrenta de Corpes, la tradición épica exigía que una deshonra de ese tipo se resolviese mediante una
sangrienta venganza personal, pero en el Cantar de mio Cid se recurre a los procedimientos legales vigentes, una querella ante el rey
encauzada por la vía del reto entre hidalgos. Se oponen de este modo los usos del viejo derecho feudal, la venganza privada que
practican los de Carrión, con las novedades del nuevo derecho que surge a finales del siglo XII y a cuyas prácticas responde el uso del
reto como forma de reparar la afrenta. Con ello se establece una neta diferencia entre los dos jóvenes y consentidos infantes, que
representan los valores sociales de la rancia nobleza del interior, y el Campeador y los suyos, que son miembros de la baja nobleza e
incluso villanos parcialmente ennoblecidos por su actividad bélica en las zonas de frontera. Tal oposición no se da, como a veces se ha
creído, entre leoneses y castellanos (García Ordóñez, el gran enemigo del Cid, es castellano), sino entre la alta nobleza, anquilosada en
valores del pasado, y la baja, que se sitúa en la vanguardia de la renovación social.
La acción prudente y comedida del héroe de Vivar manifiesta el modelo de mesura (filial, conyugal, política) encarnado por el
Cid en el Cantar, pero éste no sólo depende de una opción ética personal, sino también de un trasfondo ideológico determinado. En este
caso, responde al «espíritu de frontera», el que animaba a los colonos cristianos que poblaban las zonas de los reinos cristianos que
limitaban con Al-andalus. Dicho espíritu se plasmó especialmente en una serie de fueros llamados «de extremadura», a cuyos preceptos
se ajusta el poema, tanto en la querella final como en el reparto del botín, a lo largo de las victorias cidianas. El norte de estos ideales de
frontera lo constituye la capacidad de mejorar la situación social mediante los propios méritos, del mismo modo que el Cantar concluye
con la apoteosis de la honra del Campeador, que, comenzando desde el enorme abatimiento inicial, logra ver al final compensados todos
sus esfuerzos y desvelos.
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SINOPSIS ARGUMENTAL
El Cantar de mio Cid es un poema épico anónimo del siglo XII que refiere las hazañas de madurez del Cid, en torno al episodio central de
la conquista de Valencia, tras ser desterrado de Castilla por el rey Alfonso. Éste lo condena al exilio por haber dado crédito a los
envidiosos cortesanos enemigos del Cid, quienes lo habían acusado falsamente de haberse quedado parte de los tributos pagados a la
corona por el rey moro de Sevilla. El texto conservado se inicia cuando el Cid y sus hombres se preparan para salir apresuradamente de
Castilla, pues se acerca el final del plazo impuesto por el rey Alfonso. Tras dejar el pueblo de Vivar, de donde era natural, dejando allí su
casa abandonada, el Cid, acompañado de un pequeño grupo de fieles, se dirige a la vecina ciudad de Burgos. Los ciudadanos salen a las
ventanas a verlo pasar, dando muestras de su dolor, pero su pena por el héroe no es capaz de hacerles contravenir la orden real que
prohíbe hospedar y abastecer al desterrado. El Cid y los suyos se ven entonces obligados a acampar fuera de la ciudad, a orillas del río,
como unos marginados.
En esta situación reciben el auxilio de un caballero burgalés, vasallo del héroe, Martín Antolínez, que prefiere abandonarlo todo antes
que dejar al Cid a su suerte. Sin embargo, su ayuda no es suficiente, pues el héroe, que carece del oro supuestamente malversado, no
posee los recursos necesarios para mantener a sus hombres. Por ello, con la ayuda del astuto Martín, urde una treta: empeñarles a unos
usureros burgaleses, Rachel y Vidas, unas arcas aparentemente llenas de los tributos desfalcados, pero que en realidad están rellenas de
arena. Consigue así seiscientos marcos de oro, cantidad suficiente para afrontar a las necesidades más inmediatas. A continuación, el Cid
y los suyos siguen viaje hacia San Pedro de Cardeña, un monasterio benedictino donde se ha acogido la familia del héroe, mientras este
se halle en el destierro. La estancia es, sin embargo, muy breve, porque el plazo para salir del reino se agota. Tras una desgarradora
despedida, el Cid prosigue viaje y, esa misma noche, llega la frontera de Castilla con el reino moro de Toledo. Antes de cruzarla, el héroe
recibe en sueños la aparición del arcángel Gabriel, quien le profetiza que todo saldrá bien.
Animado por el aviso celestial, el Cid entra tierras toledanas dispuesto a sobrevivir en tan duras condiciones, iniciando su actividad
primordial en la primera parte del destierro: la obtención de botín de guerra y el cobro de tributos de protección a los musulmanes. Para
ello desarrolla una primera campaña en el valle del río Henares, compuesta de dos acciones combinadas: mientras el Cid, con una parte
de sus hombres, consigue tomar la plaza de Castejón, la otra parte, al mando de Álvar Fáñez, su lugarteniente, realiza una expedición de
saqueo río abajo, hacia el sur. Las dos operaciones resultan un éxito y se obtienen grandes ganancias, sin embargo, al ser el reino de
Toledo un protectorado del rey Alfonso, es posible que éste tome represalias contra los desterrados. Por ello, el Cid vende Castejón a los
moros y sigue viaje en dirección nordeste. La segunda campaña tendrá como escenario el valle del Jalón. Tras recorrerlo saqueándolo a
su paso, el Cid establece un campamento estable, con dos objetivos: cobrar tributos a las localidades vecinas y ocupar la importante
plaza de Alcocer. La caída de esta localidad, que el Cantar de mio Cid presenta como la clave estratégica de la zona, hace cundir la alarma
entre la población musulmana circundante, que acude a pedir auxilio al rey Tamín de Valencia. Éste, preocupado por la pujanza del Cid,
envía a dos de sus generales, Fáriz y Galve, para que lo derroten. Éstos lo asedian en Alcocer, pero el héroe, aconsejado por Álvar Fáñez,
decide atacar a los sitiadores por sorpresa al amanecer, lo que le proporcionará una sonada victoria.
Pese al triunfo, el Cid considera que se halla en una situación difícil, así que, como en Castejón, vende Alcocer y prosigue viaje hacia el
sudeste. En ese momento, ha adquirido ya tantas riquezas que se decide a enviar a Álvar Fáñez con un regalo para el rey Alfonso, como
muestra de buena voluntad y un primer paso hacia la obtención de su perdón. Mientras su embajador va a Castilla, el Cid se adentra por
el valle del Jiloca, hasta hacerse fuerte en un monte llamado El Poyo del Cid, nombre que, según el poema, se debe a este asentamiento
de su héroe. Desde allí, el Cid realiza diversas incursiones y obliga a los habitantes de la zona a pagarle tributo. Más tarde se desplaza
hacia el este, a la zona del Maestrazgo, que se hallaba bajo el protectorado del conde de Barcelona. Éste, al conocer la actuación del Cid,
se propone darle un escarmiento y se dirige en su busca con un fuerte ejército. La batalla se producirá en el pinar de Tévar y, como
siempre, el Cid resulta victorioso. Además de obtener un rico botín, el héroe y los suyos capturan a los principales caballeros
barceloneses y al propio conde. Éste, despechado, decide dejarse morir de hambre, pero al cabo de tres días, cuando el Cid le propone
dejarlo en libertad sin pagar rescate, a cambio de que coma en su mesa, el conde accede muy contento, olvidando sus anteriores
promesas.
Tras su victoria (bélica y moral) sobre el conde de Barcelona, el Cid comienza su campaña en Levante. Su objetivo último ya no es el
saqueo y la ocupación transitoria, como en Castejón y Alcocer, sino la conquista definitiva de Valencia y la creación de un nuevo señorío,
donde el héroe y sus vasallos puedan vivir permanentemente. Para ello, el héroe comienza por controlar la zona que rodea Valencia,
para estrechar el cerco en torno a ella. Tras la toma de Murviedro (Sagunto), los moros valencianos intentan detener su avance
asediándolo allí. Sin embargo, como había pasado antes en Alcocer, las tropas del Cid los derrotan por completo, lo que aún les da más
ímpetu en sus propósitos de conquista. Al cabo de tres años, han ocupado casi todo el territorio levantino, dejando aislada a Valencia.
Sus habitantes, desesperados, piden ayuda al rey de Marruecos, pero éste no puede dársela. Perdida toda esperanza de socorro, el Cid
cierra el cerco y, tras nueve meses de asedio, cuando el hambre aprieta ya a los valencianos, se produce la rendición.
La conquista de Valencia no asegura aún su posesión. Al conocer la noticia, el rey moro de Sevilla organiza una expedición para intentar
recuperarla, pero fracasará por completo, al ser derrotado por el Cid y los suyos, que completan con el enorme botín las grandes
riquezas obtenidas tras la toma de la ciudad. Afianzada la situación, el Cid toma una serie de medidas para garantizar la adecuada
colonización de la ciudad y su organización interna. Incluso aprovecha la llegada de un clérigo guerrero, el francés Jerónimo, para
instaurar un obispado valenciano. Además, envía de nuevo a Álvar Fáñez con un nuevo regalo para el rey Alfonso, al que pedirá permiso
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para que la familia del Cid se reúna con él en Valencia. La embajada es un éxito, pues el rey acepta complacido la dádiva y concede el
permiso solicitado. Además, provoca efectos contrarios entre los cortesanos, pues despierta la envidia de los calumniadores que habían
provocado su exilio (encabezados por Garcí Ordóñez) y la admiración de otros aristócratas, entre ellos los infantes de Carrión, que se
plantean la posibilidad de casar con las hijas del Cid y beneficiarse así de sus riquezas.
Acompañadas por Álvar Fáñez, la esposa y las hijas del Cid, junto con sus damas, se dirigen a Valencia. Mientras tanto, el Cid es
informado allí de la decisión real y envía una escolta a buscarlas a Medinaceli, extremo de la frontera castellana. Desde allí, la comitiva
avanza hacia Valencia, donde el héroe la espera impaciente. Su llegada es motivo un recibimiento a la vez solemne y alegre. La llegada
de la familia del Cid se corresponde con un período de calma y felicidad. Sin embargo, la llegada de la siguiente primavera (época en que
los ejércitos se movilizaban) les trae el ataque del rey Yúcef de Marruecos. Se va a librar entonces el mayor de los combates descritos en
el Cantar de mio Cid, pues es el único que dura dos días seguidos. Pese a la superioridad numérica del adversario, el empleo de una sabia
táctica dará una vez más el triunfo al Cid y a los suyos. Gracias al importante botín obtenido, el héroe puede enviar un tercer regalo al
rey Alfonso, de nuevo por mano de Álvar Fáñez. La alegría del rey es tan grande como la ira de los cortesanos enemigos del Cid y el
prestigio de éste mueve por fin a los infantes de Carrión a pedirle al rey que gestione sus bodas con Elvira y Sol, las hijas del Cid. El rey
accede y decide a la vez otorgar formalmente su perdón al Cid.
La reconciliación del monarca y el héroe se produce en una solemne reunión de la corte junto al río Tajo, que dura tres días. El primero,
el Cid es recibido a su llegada por el rey, quien lo perdona públicamente y luego los agasaja a él ya sus hombres. El segundo día es el Cid
quien organiza un banquete en honor del rey. Por último, al tercer día, se abordan las negociaciones matrimoniales. El Cid se muestra
bastante remiso a este matrimonio, pero accede por deferencia hacia el rey. Acordado, pues, el enlace, la reunión se disuelve y el Cid y
los suyos, acompañado por los infantes y por numerosos nobles castellanos que quieren acudir a sus bodas, regresan a Valencia. Allí
tienen lugar las nupcias, que se celebran con el lujo apropiado al nivel social que ha alcanzado el Cid y con profusión de celebraciones
caballerescas, que duran quince días. Tras las bodas, los infantes se quedan a vivir en Valencia, siendo la convivencia satisfactoria
durante un par de años.
Cierto día, un león propiedad del Cid se escapa de su jaula, sembrando el terror por el alcázar de Valencia. El héroe está durmiendo y sus
caballeros, que están desarmados, lo rodean para protegerlo, mientras que sus yernos huyen despavoridos y se esconden donde
pueden. Cuando el Cid se despierta, conduce de nuevo al león a su jaula como si nada. La admiración que despierta el gesto del héroe es,
sin embargo, menor que las burlas que provocan los infantes por su notoria cobardía. Ésta quedará confirmada poco después, cuando las
tropas del rey Bucar de Marruecos acudan a intentar de nuevo recuperar Valencia. Allí, frente a las proezas de los demás hombres del
Cid, sus yernos huirán ante los moros, y sólo la buena voluntad de los principales caballeros impide que el héroe se entere de ello. Sin
embargo, las críticas de que son objeto por parte del resto de sus hombres y la riqueza obtenida tras el reparto del botín les hacen urdir
un plan para vengarse de las ofensas sufridas. Para ello, deciden abandonar Valencia con la excusa de mostrarles a las hijas del Cid sus
propiedades en Carrión, a fin de dejarlas abandonadas por el camino.
Así lo ponen en práctica y, colmados de regalos por el Cid, se ponen en marcha. Por el camino, intentan asesinar a Avengalvón, el
gobernador musulmán de Molina, aliado del Cid. Sin embargo, este descubre sus planes y, por consideración hacia el héroe, los deja
marchar. Los infantes y su séquito siguen su marcha, hasta llegar al robledo de Corpes. Allí, tras hacer noche, envían a su gente por
delante y se quedan a solas con sus esposas, a las que golpean brutalmente y dejan abandonadas a su suerte. Afortunadamente, su
primo Félez Muñoz, al que el Cid había enviado en su compañía, acude a rescatarlas y da aviso al Campeador. Éste, además de enviar a
sus caballeros para que traigan de regreso a sus hijas, manda a Muño Gustioz, uno de sus mejores hombres, a querellarse ante el rey don
Alfonso. Éste, que había sido el promotor de los desdichados matrimonios, acepta la demanda del Cid y convoca una reunión judicial de
la corte, a fin de dictaminar lo más justo.
Las cortes se reúnen en Toledo y a ellas acuden el rey, los infantes de Carrión con sus deudos (a los que se suma Garcí Ordóñez) y el Cid
con sus principales caballeros. Éste reclama a sus yernos los dos excelentes espadas, Colada y Tizón que les había regalado al despedirse
de ellos. Los infantes se las devuelven y respiran satisfechos, creyendo que el héroe se conforma con eso. Sin embargo, a continuación
les reclama los tres mil marcos de la dote de sus hijas, que la disolución del matrimonio les obliga a restituir. Los infantes, que unen a sus
anteriores defectos el ser unos dilapidadores, deben devolverle al Cid esa suma en especie, pues carecen de liquidez. Con todo, se
avienen a ello pensando, como antes, que la demanda se acaba ahí. De nuevo se equivocan, pues el héroe ha dejado para el final el
asunto más grave: la afrenta recibida por el maltrato y abandono de sus hijas. De acuerdo con los usos de la época, se produce un
desafío de los caballeros del Cid a los infantes, a los que se suma su hermano mayor, Asur González. El rey acepta los desafíos y
determina que las correspondientes lides judiciales se efectuarán en Carrión al cabo de tres semanas. En ese momento, los embajadores
de los príncipes de Navarra y de Aragón llegan a la corte para pedir la mano de las hijas del Cid, lo que provoca gran satisfacción en la
corte.
El héroe da instrucciones a sus caballeros y regresa a Valencia. Vencido el plazo, se reúnen en Carrión los hombres del Cid y los de
Carrión, bajo la supervisión del rey. Tienen entonces lugar los tres combates, con todas las formalidades previstas por la ley. En ellos, los
caballeros del Cid, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez y Muño Gustioz, vencen a los dos infantes y a su hermano, que quedan infamados
a perpetuidad. Los campeones del Cid regresan satisfechos a Valencia, donde son acogidos con gran alegría. En este momento, el héroe,
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recuperada su honra y emparentado con los reyes de España, ha alcanzado su cumbre. Tras ella, nada queda por contar, salvo recordar
que su muerte acaeció en la solemne fiesta de Pentecostés.
TEXTOS
CANTAR I
(Comparar los 9 primeros versos,)
Adiós del Cid a Bivar
1- De los sos ojos | tan fuerte mientre lorando
tornava la cabeça | y estava los catando.
Vio puertas abiertas | e uços sin cañados,
alcandaras vazias | sin pielles e sin mantos
5- e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiro mio Çid | ca mucho avie grandes cuidados.
Ffablo mio Çid | bien e tan mesurado:
«¡Grado a ti, señor, | padre que estas en alto!
9- ¡Esto me an buelto | mios enemigos malos!»
TRADUCCIÓN
que perdería sus bienes y además los ojos de la cara,
y aun además el cuerpo y el alma.
Un gran pesar tenía la gente cristiana,
se esconden de mio Cid, pues no osan decirle nada.
El Campeador se dirigió a su posada,
en cuanto llegó a la puerta, se la encontró bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso así estaba preparada:
a no ser que la quebrase por la fuerza, no se la abriría nadie.
35-Los de mio Cid con grandes gritos llaman,
los de dentro no les querían contestar palabra.
Espoleó mio Cid, a la puerta se acercaba,
sacó el pie del estribo y le dio una patada;
no se abre la puerta, pues estaba bien cerrada.
1-De sus ojos tan fuertemente llorando
1-En silencio intensamente llorando,
volvía la cabeza, los estaba mirando.
Vio puertas abiertas, batientes sin candados,
perchas vacías, sin túnicas de piel ni mantos,
Nadie hospeda al Cid.
Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse.
El Cid se ve obligado a acampar fuera de la población.
5-sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mio Cid, por los pesares abrumado,
habló mio Cid bien y muy mesurado:
—¡Gracias a ti, Señor, Padre que estás en lo alto!
9- ¡Esto han tramado contra mí mis enemigos malvados!—
40-Una niña de nueve años a la vista se paraba:
—¡Campeador, en buena hora ceñisteis espada!
El rey lo ha prohibido, anoche llegó su carta
con grandes precauciones y solemnemente sellada.
No nos atreveríamos a abriros ni a acogeros por nada;
10-Allí empiezan a espolear, allí sueltan las riendas.
A la salida de Vivar una corneja les salió por la derecha
y entrando en Burgos les salió por la izquierda.
Se encogió mio Cid de hombros y agitó la cabeza:
—¡Alegría, Álvar Fáñez, que nos echan de la tierra!
15-Mio Cid Ruy Díaz en Burgos entró,
en su compañía hay sesenta pendones.
16b Salían a verlo mujeres y varones,
burgueses y burguesas están en los miradores,
llorando en silencio, tal era su dolor,
por las bocas de todos salía una expresión:
20 —¡Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!—
Le convidarían de grado, pero ninguno osaba:
el rey Alfonso le tenía tal saña.
Anteanoche llegó a Burgos su carta
con grandes precauciones y solemnemente sellada:
25-que a mio Cid Ruy Díaz nadie le diese posada
y que aquel que se la diese supiese una seria amenaza,
45-si no perderíamos los bienes y las casas,
46-y además los ojos de la cara.
Cid, con nuestro mal vos no ganáis nada,
pero el Creador os ayude con todas sus virtudes santas.
Esto dijo la niña y se volvió a su casa.
50-Ya lo ve el Cid, que no tiene del rey la gracia;
se alejó de la puerta, por Burgos espoleaba,
llegó a Santa María, entonces descabalga,
se puso de rodillas, de corazón le rezaba.
Acabada la oración, al punto cabalgaba,
55-salió por la puerta y el Arlanzón cruzaba;
junto a la ciudad en la glera acampaba,
plantaba la tienda y luego descabalgaba.
Mio Cid Ruy Díaz, el que en buena hora ciñó la espada,
acampó en la glera, pues nadie lo acoge en su casa,
60-pero a su alrededor hay una buena mesnada;
así acampó mio Cid como si estuviese en la montaña.
Dentro de Burgos le han prohibido comprar nada
de cualquier cosa que sea de vituallas;
no osarían venderle la porción más barata.
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ACTIVIDADES
1. Métricamente, el Cantar de Mio Cid se organiza en tiradas o series de versos con la misma rima pero de desigual número de sílabas.
Compruébalo en el texto anterior.
2. Observa que la mayor parte de estos versos tienen más de doce sílabas. Mide uno de ellos y señala los hemistiquios y la cesura.
3. ¿Qué imagen crees que se da del Cid? ¿En qué se nota esto?
4. Para que el texto resulte más ameno el autor introduce el estilo directo. Señálalo en el texto.
5. Explica cómo logra el narrador crear el clima de abandono y desolación en el ambiente que rodea al desterrado y comprueba su
correspondencia con el estado de ánimo del personaje.
6. En estos versos se produce un contraste entre el presente real y el futuro imaginado por el personaje. Analiza el cambio radical de los
sentimientos del héroe a partir del verso 10, cómo se manifiesta y la causa que lo produce.
El Cid llora al ver sus palacios desmantelados. Este rasgo, la normalidad de sus sentimientos humanos, incluso su ternura, será
constante en el cantar. Y también, su profunda religiosidad. Tras el desfallecimiento inicial, el héroe se sobrepone a la adversidad.
Al entrar en Burgos, con sus tropas presididas por sesenta estandartes, las gentes, abatidas, salen a ver pasar a su héroe:
De las sus bocas todos decían una razón:
“¡Dios, qué buen vasallo, si hubiese buen señor!”(...)
Convidarle ien de grado, mas ninguno lo osaba:
el rey don Alfonso tan había la gran saña.
Antes de la noche él entró su carta,
en gran recabdo e fuertemientre sellada:
que a mio Çid Ruy Díaz, que nadie nol diesse posada,
e aquel que gela diese sopiese, vera palabra,
que perdería los haberes , e más los ojos de la cara,
e aun además los cuerpos e las almas.
Grande duelo habían las gentes cristianas:
se esconden de mio Çid, cal no osan decir nada.
El Campeador adeliñó a su posada;
así como llegó a la puerta fallóla bien çerrada,
por miedo del rey Alfonso que assí lo pararan:
que si no la quebrantase, no gela abriessen por nada.
Los de mio Çid con altas voces llaman,
los de dentro no les querían tornar palabra.
Aguijó mio Çid, a la puerta se llegaba,
sacó el pie de la estribera, una ferida le daba;
non se abre la puerta, ca era bien cerrada.
Una niña de nueve años a ojo se paraba:
“Ya Campeador, en buena hora te ceñiste la espada.
El rey lo ha vedado, de él entró anoche su carta,
en gran recaudo y fuertemientre sellada:
No vos osaríamos abrir ni coger por nada,
si non, perderíamos los haberes e las casas,
e demás los ojos de las caras.
Çid, en nuestro mal, vos no ganades nada;
mas el Criador os valga con todas sus virtudes santas”.
Esto la niña dijo y tornóse a su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no había gracia.
Partióse de la puerta, por Burgos aguijaba,
llegó a Santa María, entonces descabalga.
Fincóse de rodillas, de corazón rogaba.
La oración hecha, entonces descabalga.
Mio Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada,
acampó en la glera, cuando no lo acoge nadie en casa;
a su alrededor, una buena compaña.
Así acampó el Cid, como si estuviera en la montaña.
ACTIVIDADES
1. En este fragmento nos encontramos con otros aspectos de la personalidad del Cid ¿En qué versos se nota?
2. ¿Por qué crees que es, precisamente, una niña quien se atreve a hablar con el Cid?
3. ¿Con quién están las simpatías de la gente castellana, con el rey o con el Cid? ¿Cómo se expresan?
4. En el fragmento aparece un epíteto épico. Señálalo. ¿Qué quiere decir el poeta con esa expresión?
A continuación, el héroe se dirige al monasterio de San Pedro de Cárdena, donde se despide de su mujer y sus hijas en una escena llena
de patetismo:
“Merced, ya Cid, barba tan cumplida.
Héme ante vos, yo y vuestras hijas.
infantes son y de días chicas,
con estas mis dueñas, por quien yo soy servida.
Yo lo veo, que estáis de partida,
y nosotras devos nos separaremos en vida.
Dadnos consejo, por amor de Santa María.”
Inclinó las manos el de la barba florida,
a sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón, pues mucho las quería.
Llora los ojos, muy fuertemente suspira:
“Ya doña Jimena, ya mi mujer tan cumplida,
como a mi propia alma yo tanto os quería.
Ya lo veis, que nos separaremos en vida,
yo me iré y vos quedaréis recogida.
Quiéralo Dios y Santa María
que aún con mis manos case a estas hijas mías,
o denme ventura y algunos días de mi vida,
y vos, mujer honrada, por mí seáis servida.”
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ACTIVIDADES
1. El fragmento reproduce la conversación del Cid y doña Jimena cuando se están despidiendo en San Pedro de Cardeña. Vemos que el
Cid se muestra como un padre y un esposo cariñoso y responsable ¿dónde se observa esto?
2. Recuerda que uno de los temas del Poema es la recuperación del honor por parte del héroe. ¿Hay alguna alusión a que ese es el
objetivo del Cid desde ahora?
3. Señala los rasgos del estilo épico y del estilo formulario oral presentes en el fragmento.
Tras abandonar Castilla, en el destierro se enfrenta con los moros en diversas escaramuzas y batallas formales, en las que obtiene un
gran botín, que le permite dos cosas: mantenerse materialmente él y los suyos, y acumular gloria y fama para así ir aplacando la ira del
rey. Con este fin, después de cada victoria envía regalos al monarca para congraciarse con él y obtener su perdón. Como muestra,
reproducimos unos fragmentos de la batalla de Alcocer:
Embrazan los escudos ante los corazones,
bajan las lanzas, envueltas en los pendones,
inclinaron las caras por sobre los arzones,
íbanlos a herir con fuertes corazones.
A grandes voces llama el que en buen hora nació:
“¡Heridlos, caballeros, por el amor del Creador!
Yo soy Ruy Días, el Cid de Vivar Campeador.”
Todos hieren en el haz donde está Pedro Bermúdez. 8
Trescientas lanzas son, todas hieren pendones;
sendos moros mataron, todos de sendos golpes;
a la tornada que hacen otros tantos son.
Veríais tantas lanzas bajar y alzar,
tanta adarga horadar y pasar,
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tanta loriga falsar y desmanchar,
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tantos pendones blancos salir bermejos de sangre,
tantos buenos caballos sin sus dueños andar.
Los moros llaman :”¡Mahoma!”, los cristianos: “¡SantiYagüe!”
Caían en un poco de lugar, moros muertos mil y trescientos ya.
(...)
A Minaya Albar Fáñez matáronle el caballo,
bien lo socorren mesnadas de cristianos.
La lanza tiene quebrada, a la espada metió mano,
maguer de pie buenos golpes va dando.
Viólo mio Çid Ruy Díaz el Castellano,
se acercó a un algualcil que tenía buen caballo,
diole tal espadada con el su diestro brazo,
cortóle por la cintura, el medio echó en campo.
A Minaya Alvar Fáñez íbale a dar el caballo:
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“¡Cabalgad, Minaya, vos sois mi diestro brazo!”
A Minaya Alvar Fáñez bien le anda el caballo,
de aquestos moros matótreinta e cuatro;
espada tajador, sangriento trae el brazo,
por el cobdo ayuso, la sangre destellando.
ACTIVIDADES
1. En este fragmento se encuentra un ejemplo de enumeración descriptiva. Señala dónde aparece y explica qué es la enumeración
descriptiva.
2. Los poemas épicos se difundían oralmente. ¿Se observa alguna apelación al oyente que muestra el propósito de implicarlo en la
acción?
3. Forma un campo léxico asociativo con todos los términos de significado bélico.
4. Analiza la importancia y el orden lógico de las acciones que se relatan en los cuatro primeros versos.
5. Estudia los versos 8-13 y explica cómo se consigue la sensación cercana de acción, movimiento y crueldad propios de la batalla.
6. Comenta el comportamiento de los personajes (los moros, el Cid, Minaya) en los versos 14-27, indicandoqué es lo que se quiere
resaltar en esta escena, muy característica de los relatos de aventuras.
CANTAR II -
CANTAR DE LAS BODAS
El Cid abandona las tierras de interior y se dirige a Levante donde conseguirá su mayor logro la conquista de Valencia. Como el buen
estratega que es antes de atacar la ciudad la deja aislada, ocupando las principales poblaciones del entorno. En n plazo de tres años, el
Cid controla los territorios levantinos y Valencia está totalmente incomunicada. Los valencianos aunque pi8den ayudar al rey Yusef de
Marruecos no pueden evitar que los cristianos tomen la ciudad con un enorme botín. Tras esta importante victoria de, el cid puede
abandonar sus campañas de pillaje, para establecerse definitivamente. El rey de Sevilla intenta recuperar Valencia y envía a su
ejército, pero el resultado es una nueva derrota musulmana, y la consecución de mayores riquezas aún. Dado que el Cid se ha
establecido en Valencia intentará que su familia se reúna con él. Para obtener el permiso el Rey Alfonso, el cid le envía un nuevo
regalo con Alvar Fáñez. Además, como prueba de un nuevo poder, el cid instaura la sede episcopal valenciana, nombrando como
obispo a Don Jerónimo, un clérigo francés animado por ideas de cruzada. La embajada de Alvar Fáñez tiene éxito, y el Rey accede a
que la familia del cid vaya a Valencia. Los éxitos militares del héroe excitan la codicia de los infantes de Carrión quienes plantean al
rey la posibilidad de casarse con las hijas del Cid, a pesar de la diferencia de clase social.
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De los infantes de Carrión yo os quiero contar,
1880 deliberando entre ellos, tramando en secreto un plan:
—El renombre de mio Cid ya va muy adelante,
pidamos sus hijas para con ellas casar,
creceremos en honra y podremos medrar.—
Fueron al rey Alfonso con su secreto plan:
1885 —¡Un favor os pedimos como a rey y señor natural!
Con vuestro consejo lo queremos hacer nosotros,
que nos pidáis a las hijas del Campeador;
casar queremos con ellas a su honra y a nuestro favor.—
Un buen rato el rey pensó y caviló:
1890 —Yo eché de mi tierra al buen Campeador,
y haciéndole yo a él mal y el a mí gran favor,
este casamiento no se si será a su sabor;
pero, pues lo queréis, tratemos la decisión.—
A Minaya Álvar Fáñez y a Pedro Bermúdez
1895 el rey don Alfonso entonces los llamó,
en una habitación aparte los sacó:
—¡Oídme, Minaya, y vos, Pedro Bermúdez!
Bien me sirve mio Cid el Campeador,
1898b él se lo merece y obtendrá mi perdón;
que me venga a vistas, si es a su sabor.
1900 Otros recados hay en esta corte:
Diego y Fernando, los infantes de Carrión,
tienen ganas de casarse con sus hijas las dos.
Sed buenos mensajeros y os lo ruego yo
que se lo digáis al buen Campeador;
1905 tendrá en ello honra y un patrimonio mejor
si emparenta con los infantes de Carrión.—
Habló Minaya y a Pedro Bermúdez le agradó:
—Se lo rogaremos lo que decís vos,
después haga el Cid lo que crea mejor.—
CANTAR III
--
1910 —Decidle a Ruy Díaz, el que en buena hora nació,
que con él me uniré en vistas donde le venga mejor;
donde él diga allí se plante el mojón;
quiero hacerle al Cid cualquier favor.—
Se despiden del rey, luego inician el retorno;
1915 se van a Valencia ellos y todos los suyos.
Cuando lo supo el buen Campeador,
deprisa cabalga, a recibirlos salió;
sonrió mio Cid y fuerte los abrazó:
—¡Ya llegáis, Minaya, y vos, Pedro Bermúdez!
1920 ¡En pocos lugares hay semejantes dos hombres!
¿Que saludos traéis de Alfonso, mi señor,
si está satisfecho y recibió el don?—
Dijo Minaya: —¡De todo corazón
está satisfecho y os da su favor!—
1925 Dijo mio Cid: —¡Gracias al Creador!—
Habiendo dicho esto, comienzan su explicación,
lo que le rogaba Alfonso el de León
acerca de dar sus hijas a los infantes de Carrión,
pues en ello tendría honra y un patrimonio mayor,
1930 que se lo aconsejaba de todo corazón.
Cuando lo oyó mio Cid el buen Campeador,
un buen rato pensó y caviló:
—¡Esto se lo agradezco a Cristo, mi señor!
Fui echado de mi tierra y, perddidas mis posesiones,
1935 con gran esfuerzo he ganado todo lo que tengo yo.
A Dios le agradezco que del rey tengo el favor
y que me pide mis hijas para los infantes de Carrión.
Ellos son muy orgullosos y participan en la corte;
este casamiento no es a mi sabor,
1940 pero ya que lo manda quien vale más que nosotros,
hablemos de ello, discutamos la cuestión.
CANTAR DE LA AFRENTA DE CORPES
Narra la afrenta del robredal de Corpes y la posterior rehabilitación de la honra, se centra, de alguna manera, en el descrédito de los
infantes, que dan repetidas muestras de cobardía. Empieza este cantar con el conocido «episodio del león»: el Cid duerme rodeado de
sus vasallos cuando escapa un león de su jaula; en ese momento todos los hombres del Campeador rodean el escaño en el que reposa el
Cid, pero los infantes, también presentes, huyen despavoridos a buscar escondite; los infantes se ponen en evidencia ante todos los
presentes.
EL EPISODIO DEL LEÓN
En Valencia estaba el Cid y los que con él son;
con él están sus yernos, los infantes de Carrión.
Echado en un escaño, dormía el Campeador,
cuando algo inesperado de pronto sucedió:
salió de la jaula y desatóse el león.
Por toda la corte un gran miedo corrió;
embrazan sus mantos los del Campeador
y cercan el escaño protegiendo a su señor.
Fernando González, infante de Carrión,
no halló dónde ocultarse, escondite no vio;
al fin, bajo el escaño, temblando, se metió.
Diego González por la puerta salió,
diciendo a grandes voces: «¡No veré Carrión!»
Tras la viga de un lagar se metió con gran pavor;
la túnica y el manto todo sucios los sacó.
En esto despertó el que en buen hora nació;
a sus buenos varones cercando el escaño vio:
«¿Qué es esto, caballeros? ¿ Qué es lo que queréis vos?»
«¡Ay, señor honrado, un susto nos dio el león».
Mío Cid se ha incorporado, en pie se levantó,
el manto trae al cuello, se fue para el león;
el león, al ver al Cid, tanto se atemorizó
que, bajando la cabeza, ante mío Cid se humilló.
Mío Cid don Rodrigo del cuello lo cogió,
lo lleva por la melena, en su jaula lo metió.
Maravillados están todos lo que con él son;
lleno de asombro, al palacio todo el mundo se tornó.
Mío Cid por sus yernos preguntó y no los halló;
aunque los está llamando, ninguno le respondió.
Cuando los encontraron pálidos venían los dos;
del miedo de los Infantes todo el mundo se burló.
Prohibió aquellas burlas mío Cid el Campeador.
Quedaron avergonzados los infantes de Carrión.
¡Grandemente les pesa esto que les sucedió!
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Hallaron un vergel con una limpia fuente;
mandan plantar la tienda los infantes de Carrión,
con cuantos van con ellos ahí duermen esa noche,
con sus mujeres en brazos les muestran amor;
¡mal se lo cumplieron tras salir el sol!
Mandaron cargar las acémilas con los grandes bienes,
está recogida la tienda donde se albergaron de noche,
adelante había ido el séquito de los dos;
así lo mandaron los infantes de Carrión,
que ahí no quedase ninguno, mujer ni varón,
salvo sus mujeres ambas, doña Elvira y doña Sol;
solazarse quieren con ellas a plena satisfacción.
Los cuatro solos quedan, el resto se marchó,
tan gran mal urdieron los infantes de Carrión.
Irá este recado al Cid Campeador;
nos vengaremos en esta de la del león.”
Allí les quitan los mantos y los ciclatones.
Espuelas llevan calzadas los malos traidores,
en la mano tienen los cinchos, muy fuertes azotes.
Cuando esto vieron ellas, hablaba doña Sol:
“Por Dios os rogamos, don Diego y don Fernando,
dos espadas tenéis de filos cortadores,
a una dicen Colada y a la otra Tizón,
cortadnos las cabezas, seremos mártires las dos.
Los moros y los cristianos censurarán esta acción,
pues por lo que hayamos hecho no lo merecemos las dos.
Tan cruel castigo no hagáis con las dos:
si fuéramos golpeadas vuestra deshonra es mayor;
os lo reclamarán en vistas o en cortes.”
Lo que ruegan las dueñas no les tiene ningún pro.
Entonces les empiezan a dar los infantes de Carrión,
con las cinchas corredizas las golpean con gran furor;
con las espuelas agudas, cuyo recuerdo es peor,
les rompían las camisas y las carnes a las dos;
limpia salía la sangre sobre el ciclatón,
bien lo sienten ellas en su corazón.
¡Qué ventura sería esta si quisiese el Creador
que asomase ahora el Cid Campeador!
Mucho las golpearon, pues despiadados son:
sangrientas las camisas y todos los ciclatones.
Cansados están de herir ellos, ambos a dos,
rivalizando ambos en cuál dará mejores golpes.
Ya no pueden hablar doña Elvira y doña Sol,
por muertas las dejaron en el robledo de Corpes.
ACTIVIDADES
1. Señala los rasgos del estilo formulario oral y del estilo épico del fragmento anterior.
2. Comenta los versos en los que el juglar abandona la narración objetiva y expresa sus sentimientos y deseos, incluso reiterándolos,
ante los hechos que está contando e intenta explicar por qué lo hace. ¿A quién se dirige con el imperativo sabed?
3. Comenta los detalles y comportamientos que reflejan la crueldad y villanía de los infantes.
4. Comenta la estructura del episodio, teniendo en cuenta estos momentos del desarrollo de la acción.
Este salvaje atentado, descrito de forma realista, no podía quedar sin venganza. Dos adalides del Cid vencen a los de Carrión, en
presencia del rey, a quien ha encolerizado la bajeza de los infantes. Y Rodrigo y los suyos regresan a Valencia, donde Elvira y Sol
alcanzarán un matrimonio venturoso con los infantes de Navarra y Aragón. El Poema acaba proclamando tan felices nuevas:
Hicieron sus casamientos doña Elvira y doña Sol;
los primeros fueron buenos, pero estos son aún mejor,
con mayor honra se casan que en la primera ocasión.
Y ved cómo la honra aumenta al que en buen hora nació,
al ser sus hijas señoras de Castilla y de Aragón.
Y, así, los reyes de España ahora sus parientes son,
a todos alcanza honra por el que en buena nació.
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MESTER DE CLERECÍA
Es una escuela poética que se desarrolló durante los siglos XIII y XIV, siendo sus componentes clérigos, aunque no exclusivamente.
Escribieron poesía narrativa tratando temas religiosos y doctrinales.
Las características generales del Mester de Clerecía son:
1. Sus obras son cultas tanto en su forma (métrica, cultismos...) como en los contenidos (temas eruditos tomados de fuentes latinomedievales).
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2. Con sus obras quieren entretener, enseñar y adoctrinar.
3. Utilizan la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo (cuatro versos alejandrinos con la misma rima consonante).
Finalidad de sus obras: Didáctica: Transmitir los conocimientos que ellos, como personas cultas, han adquirido y que son necesarios para
la vida espiritual de sus contemporáneos, en su propio idioma: castellano.
Las primeras obras del Mester de Clerecía son del siglo XIII: El Libro de Alexandre, el Libro de Apolonio y el Poema de Fernán
González. Las tres son obras anónimas. En la segunda estrofa del Libro de Alexandre se explicita el manifiesto de esta nueva escuela:
Dentro del Mester de Clerecía del siglo XIII, es destacable la obra de Gonzalo de Berceo, primer autor conocido en lengua
castellana. Este monje escribió vidas de santos (Vida de San Millán de la Cogolla y de Santo Domingo de Silos), obras dedicadas a la
virgen (Milagros de Nuestra Señora) y obras litúrgicas (Del sacrificio de la misa). Emplea la cuaderna vía y el propósito de sus obras es
moralizar, enseñar y propagar la doctrina cristiana.
Pero a finales del siglo XIII y principios del XIV, los temas religiosos se irán mezclando con los profanos, se introducen nuevos
temas en los que están presentes la crítica social y de costumbres, el tono satírico y paródico. La vida se concibe menos como un valle de
lágrimas y se vuelve más humana. También hay cambios desde el punto de vista métrico con introducción de nuevas estrofas y cambios
en la cuaderna vía.
Es en el siglo XIV cuando surgirán escritores individuales con conciencia artística. Dentro del Mester de Clerecía del siglo XIV, son
destacables tres obras: Rimado de Palacio de Pero López de Ayala, Proverbios morales de Sem Tob de Carrión y Libro de Buen Amor del
Arcipreste de Hita.
LIBRO DE ALEIXANDRE
Narra la vida de Alejandro Magno, los hechos más importantes. El personaje es trasladado al contexto medieval y ofrecido como una
vida ejemplar. Empieza con unas estrofas donde explica la cuaderna vía (las del inicio), invita a su público y solicita la ayuda de Dios.
Después, desde su nacimiento hasta el sometimiento de las ciudades griegas, ya es rey; siguen el resto de campañas y victorias hasta su
muerte. Pero es un Alejandro medieval: En el libro encontramos los saberes, costumbres, en general, la cultura del momento en el que
fue escrito.
Señores se quisierdes: mio serujçio prender
querrjauos de grado: seruir de mjo menster
deue de lo que sabe: omne largo seer
se no podrje de culpa: o de rjeto caer
Mester trago fermoso: non es de ioglarja
mester es sen peccado: ca es de clerezia
fablar curso rjmado: por la quaderna uia
a sillauas cuntadas: ca es grant maestria
Quj oyrlo quisier: a todo mjo creer
aura de mj solaz: en cabo grant plazer
aprendra bonas gestas: que sepa retraer
auerlo an por ello: muchos a connosçer
Non uos quiero grant prologo: nen grandes nouas fazer
luego a la materia: me uos quiero coger
el Criador nos lexe: bien apresos seer
si en aquel pecarmos: El nos deñe ualer
Qujero leer un liuro: de vn rey noble pagano
que fue de grant esforçio: de coraçon loçano
conquisto tod el mundo: metiol so su mano
terne se lo compriere que soe bon escriuano
Del princepe Alexandre: que fue rey de Greçia
que fue franc & ardit: & de grant sabençia
vençio Poro & Dario dos reys de grant potençia
nunca connosçio: omne su par en la sufrençia
El jnfante Alexandre: luego en su njnez
començo a demostrar: que serie de grant prez
nunca quiso mamar: leche de mugier rrafez
se non fue de ljnage: o de grant gentilez
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GONZALO DE BERCEO - MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA –
http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/tesis/milagros.pdf
https://portal.uah.es/portal/page/portal/universidad_mayores/apuntes/programa_humanidades_senior/literatura_ii/Berceo002.pdf
https://portal.uah.es/portal/page/portal/universidad_mayores/apuntes/programa_humanidades_senior/literatura_ii/
PRÓLOGO
Amigos y vasallos de dios omnipotente
Si atenderme quisiérais ahora amablemente,
Os querría contar una historia excelente
Al cabo la tendréis por buena realmente
Yo, el maestro Gonzalo de Berceo llamado
Yendo de romería acaecí en un prado
Verde, jamás pisado, de flores bien poblado:
Lugar muy deseable para el hombre cansado.
Daban intenso aroma las flores bien olientes
Refrescaban al hombre las caras y las mentes:
Manaban cada extremo fuentes claras, corrientes,
En verano bien frías, en invierno calientes
Gran abundancia había de buenas arboledas,
Higueras y granados, perales, manzanedas;
Había muchas frutas de diversas monedas,
Pero ninguna había podrida ni aceda.
El verdor de aquel prado, el olor de las flores,
Las sombras de los árboles de templados sabores,
Refrescáronme todo y perdí los sudores;
Vivir uno podría con aquellos olores.
ACTIVIDADES
1. Mide una de las estrofas del poema y señala su nombre y sus características métricas (número de sílabas, rima, disposición de la rima, etc.)
2. Berceo utiliza frecuentemente elementos en oposición. En el primer hemistiquio aparece un término y en el 2º aparece su opuesto. Busca un ejemplo
de esto en el texto.
3. Berceo en esta introducción nos describe un paisaje. Pon en una columna los elementos que aparecen en el paisaje y al lado los adjetivos con los que
los caracteriza.
4. Fíjate en la primera estrofa extraídas del Prólogo de esta obra e identifica y comenta el recurso literario denominado Captatio benevolentia.
5. Fíjate ahora en la segunda estrofa del Prólogo e identifica y comenta el tópico literario denominado Locus amoenus. ¿Qué puede simbolizar el lugar?
MILAGRO XIV - La imagen respetada por el incendio
317 San Miguel de la Tumba
es un grand monesterio,
el mar lo cerca todo,
elli yaze en medio,
el logar perigloso
do sufren grand lazerio
los monges que ý viven
en essi cimiterio.
322
Cadió rayo del cielo
por los graves peccados,
encendió la eglesia
de todos quatro cabos,
quemó todos los libros
e los pannos sagrados,
por pocco que los monges
que non foron quemados.
318 En esti monesterio
que avemos nomnado,
avié de buenos monges
buen convento provado,
altar de la Gloriosa
rico e muy onrrado,
en él rica imagen
de precio muy granado.
323
Ardieron los armarios
las vigas, las gateras,
ardieron las ampollas,
sufrió Dios essa cosa
319 Estava la imagen
en su trono posada,
so fijo en sus brazos,
cosa es costumnada,
los reïs redor ella,
sedié bien compannada,
como rica reína
de Dios santificada.
324
Maguer que fue el fuego
tan fuert e tan quemant,
nin plegó a la duenna
nin plegó al ifant,
nin plegó al flabello
que colgava delant,
ni li fizo de danno
un dinero pesant.
320 Tenié rica corona
como rica reína,
de suso rica impla
en logar de cortina,
era bien entallada,
de lavor muy fina,
valié más essi pueblo
que la avié vezina.
325
Nin ardió la imagen
nin ardió el flabello,
nin prisieron de danno
quanto val un cabello;
solamiente el fumo
non se llegó a ello,
ni'l nució más que nuzo
yo al obispo don Tello.
321 Colgava delant ella
en el seglar lenguaje
de alas de pavones
luzié como estrellas,
326
Continens e contentu
fue todo astragado
tornó todo carbones,
fo todo asolado,
mas redor de la imagen,
quanto es un estado,
non fizo mal el fuego
ca non era osado.
un buen aventadero,
dízenli moscadero;
lo fizo el obrero,
semejant de luzero.
e todos los frontales,
los cabrios, los cumbrales,
cálizes e ciriales,
como faz otras tales.
14
327
328
mientre el mundo sea
algún malo por ello
Esto tovieron todos
por fiera maravella,
que nin fumo nin fuego
non se llegó a ella,
que sedié el flabello
más claro que estrella,
el ninno muy fermoso,
fermosa la ponzella.
329
El precioso miraclo
non cadió en oblido,
fue luego bien dictado,
en escripto metido;
La Virgo benedicta,
como libró su toca
asín libra sus siervos
iévalos a la Gloria
será él retraído;
fo a bien combertido.
reína general,
de esti fuego tal,
del fuego perennal,
do nunqua vean mal.
ACTIVIDADES
1. Resume el contenido del milagro XIV en un máximo de seis líneas.
2. ¿Qué tipo de relación feudal se establece entre la Virgen y sus devotos?
3. Las obras medievales tienen una intención moralizante. ¿Dónde se encuentra la moraleja o requisitoria en este texto? Coméntala.
4. En el milagro XIV, ¿cómo se ponen de manifiesto los poderes sobrenaturales de la Virgen? Según el poeta, ¿por qué nos conviene tener fe en la
madre de Dios?
5. ¿En qué pasaje se aprecia particularmente bien la voluntad de Berceo de acercarse al lenguaje popular? ¿A qué se debe tal voluntad de acercamiento
al vulgo?
6. Compara algún fragmento del Cantar de mio Cid con el milagro XIV y señala qué diferencias observas con la métrica de una obra y otra.
7. Identifica y relaciona algunas características propias del mester de clerecía que estén presentes en el texto.
MILAGRO II
EL SACRISTÁN IMPÚDICO
Amigos, si quisierais otro poco esperar,
aún otro milagro os querría contar
que por Santa María se dignó Dios mostrar,
de cuya leche quiso con su boca mamar.
Tomó costumbre mala el loco pecador:
de noche, cuando estaba acostado el prior,
salía por la iglesia fuera del dormitor
para correr el torpe a su mala labor.
Un monje muy devoto en un convento había
—el lugar no lo leo, decir no lo sabría—.
Quería de corazón bien a Santa María,
cada día a su imagen su reverencia hacía.
Y tanto a la salida como luego a la entrada
dejante del altar caía su pasada;
la reverencia y «Ave» que tenía acostumbrada
no se las olvidaba en ninguna vegada.
Cada día a su imagen su reverencia hacía,
hincábase de hinojos, decía «Ave María».
El abad de la casa diole sacristanía:
por libre de locura, por cuerdo lo tenia.
Confesóse el monje e hizo penitencia,
mejoróse de toda su mala continencia,
sirvió a la Gloriosa mientras tuvo potencia,
finó cuando Dios quiso sin variar su creencia...
El enemigo malo de Beelzebub vicario,
que siempre ha sido y es de los buenos contrario,
tanto pudo bullir el sutil adversario
que al monje corrompió y lo hizo fornicario.
Requíescat in pace cum divina clementia,
Muchos milagros tales, y muchos más granados
hizo Santa María sobre sus aclamados:
no serían los milésimos por mil hombres contados,
mas de los que supiéramos quedaréis bien pagados.
ACTIVIDADES
1. Analiza métricamente una estrofa.
2. Cuál es la finalidad de la primera estrofa.
3. Divide la cantiga en tres partes (planteamiento, nudo y desenlace)
4. ¿Por qué crees que la virgen María intercede por el sacristán?
El siguiente milagro nos cuenta la historia de un labrador que no llevaba una vida ejemplar con sus vecinos, por lo que al
morir los demonios lo capturan, como pago por sus malas acciones, y se lo llevan al infierno. Los ángeles, al ver al avaro en
tal situación, tratan de defenderlo, ya que este hombre en vida fue muy devoto de la Virgen. Finalmente María obra el
milagro y lo salva de sus pecados.
15
MILAGRO XI
EL LABRADOR AVARO
Planteamiento:
Era en una tierra un omne labrador
que usava la reja más que otra lavor;
más amava la tierra que non al Crïador,
era de muchas guisas omne revolvedor.
Había en una tierra un hombre labrador,
que usaba de la reja más que de otra labor;
más amaba la tierra que amaba al Criador;
era de muchos modos hombre revolvedor.
Fazié una nemiga, suziela por verdat,
cambiava los mojones por ganar eredat,
façié a todas guisas tuerto e falsedat,
avié mal testimonio entre su vecindat.
Hacía una enemiga, hacíala en verdad:
cambiaba los mojones por ganar heredad;
hacía en todas formas tuertos y falsedad,
había mal testimonio entre su vecindad.
Querié, peroque malo, bien a Sancta María,
udié los sus miráculos, dávais acogía;
saludávala siempre, diciela cada día:
“Ave gratïa plena, que pariste a Messía.”
Quería, aunque era malo, bien a Santa María,
oía sus milagros y todos los creía;
saludábala siempre, decíale cada día:
«Ave gratia plena que pariste a Mesías.»
Finó el rastrapaja de tierra bien cargado,
en soga de diablos fue luego cativado,
rastrávanlo por tienllas, de cozes bien sovado,
pechávanli a duplo el pan que dio mudado.
Finó el arrastrapajas de tierra bien cargado,
en soga de diablos fue luego cautivado;
lo arrastraban con cuerdas, de coces bien sobado,
el duplo le pechaban el pan que dio mudado.
Doliéronse los ángeles désta alma mesquina,
por cuanto la levavan dïablos en rapina;
quisieron acorrelli, ganarla por vecina,
mas pora fer tal pasta menguávalis farina.
Doliéronse los ángeles de esta alma
tan mezquina por cuanto la llevaban diablos tan aína
quisieron acorrerla, ganarla por vecina,
mas para hacer tal pasta menguábales harina.
Si les diezién los angeles de bien una razón,
ciento dizién los otros, malas que buenas non;
los malos a los bonos teniénlos en rencón,
la alma por peccados non issié de presón.
Si les decían los ángeles de bien una razón,
ciento decían los otros malas, que buenas non;
los malos a los buenos teníanlos en rincón,
la alma por sus pecados no salía de prisión.
Lavantóse un ángel, disso: “Yo so testigo,
verdat es, non mentira esto que yo vos digo:
el cuerpo, el que trasco esta alma consigo,
fue de Sancta María vasallo e amigo”
Mas levantóse un ángel, dijo: «Yo soy testigo,
verdad es, no mentira, esto que ahora yo os digo:
el cuerpo, el que traía el alma ésta consigo,
fue de Santa María su vasallo y amigo.
Luego que esti nomne de la Sancta Reína
udieron los diablos cogieron’s de ý aína;
derramáronse todos como una neblina,
desampararon todos a la alma mesquina.
Siempre la mencionaba al yantar y a la cena,
decíale tres palabras: Ave, gratia plena.
La boca que decía tan santa cantilena
no merece yacer en tal mala cadena.»
Vidiéronla los ángeles seer desamparada,
de piedes e de manos con sogas bien atada;
sedié como oveja que yaze ensarzada,
fueron e adussiéronla para la su majada.
Apenas que este nombre de la Santa Reína
oyeron los diablos, huyeron tan aína,
derramáronse todos igual que una neblina,
desampararon todos la pobre alma mezquina.
Nomne tan adonado e de vertut atanta,
que a los enemigos seguda e espanta,
non nos debe doler nin lengua nin garganta
que non digamos todos: “Salve Regina Sancta.”
Los ángeles la vieron ser tan desamparada,
con los pies y las manos de sogas bien atada,
estaba como oveja que yaciera enzarzada;
fueron y condujéronla junto con su majada.
Nudo:
Desenlace:
Conclusión:
Nombre tan adonado, lleno de virtud tanta,
el que a los enemigos les persigue y espanta,
no nos debe doler ni lengua ni garganta
que no digamos todos: Salve, Regina sancta.
16
ACTIVIDADES
1. Relaciona la presencia de algunos recursos estilísticos (comparaciones, frases hechas, etc.) con el tipo de público al que se dirige el
autor.
2. En el juicio de los ángeles y los diablos aparece el estilo directo. Señala dónde. ¿Por qué lo utiliza Berceo?
3. En este milagro, la Virgen no aparece directamente. ¿Por qué no es necesaria su presencia?
4. ¿En qué versos se hace patente el carácter didáctico del relato?
5. Señala las partes del poema. ¿A qué género literario corresponde este tipo de estructura interna?
TEMA Y CONTENIDO
1. En este milagro se describen una serie de defectos que caracterizan al avaro. ¿Podrías señalar cuáles?
2. ¿Qué salvó al avaro de su condena en los infiernos?
3. ¿Qué tres palabras, que granjearon al avaro el pasaporte hacia la salvación, repetía continuamente?
LENGUAJE Y ESTILO
4. ¿Qué tipo de versos son utilizados en este milagro?
5. ¿Qué estrofas utiliza Gonzalo de Berceo?
6. ¿Qué rima es utilizada en el texto y qué esquema siguen las estrofas?
CONCLUSIONES
7. ¿Cuál es la enseñanza que Gonzalo de Berceo quiere transmitir en el milagro de El labrador avaro?
ARCIPRESTE DE HITA -- EL LIBRO DE BUEN AMOR
No se conoce nada de su vida, sólo que nació en Alcalá y que fue Arcipreste de Hita (Guadalajara). Escribió en la primera mitad del siglo
XIV.
En definitiva, su libro es un arte de amar (recordad a Ovidio, poeta latino) y es un verdadero monumento literario y lingüístico del
siglo XIV. Lo alegre, desenfadado y popular se mezcal con lo moral y severo. Esto provoca una lectura ambigua, irónica y equívoca.
El libro de Buen Amor, única obra conocida del Arcipreste de Hita, nos sorprende porque en sus páginas confluyen lo religioso con lo
profano, lo serio con lo jocoso, lo culto con lo coloquial. Es llamativo que un clérigo aborde el tema del amor en su faceta más humana,
"el loco amor" y no sabemos si nos está previniendo de los efectos perniciosos del amor o nos está invitando a disfrutarlo.
Versificación: Obra escrita en su mayor parte en cuaderna vía del Mester de clerecía. Compuesta por unos 7000 versos que suelen ser
alejandrinos de 7+7 sílabas, aunque también hay versos de 16 sílabas. Además de esta forma estrófica, Juan Ruiz se dejó influir por el
arte de los juglares e introdujo en su libro algunos poemillas en versos cortos, ya no alejandrinos. Por tanto, en el Libro d buen
amor conviven los dos mesteres (juglaría y clerecía).
El libro de buen amor es una autobiografía ficticia (no verdadera) de Juan Ruiz. Narra sus supuestos amores en primera persona con
quince mujeres.
En su introducción, Juan Ruiz confiesa su intención: Escribe para exhortar el “buen amor” (el dirigido a Dios, amor cristiano, por
tanto finalidad didáctica típica del mester de clerecía). Pero explica también que contará sucesos poco edificantes para que puedan ser
evitados. Esta doble vertiente genera ambigüedad con respecto a sus intenciones morales.
Como hemos dicho antes, Juan Ruiz expone sus aventuras amorosas con mujeres que van desde una serrana pasional hasta una
gran dama. Nos muestra así este clérigo una especie de teoría amorosa, entre cínica y arrepentida.
De cómo, por naturaleza, humanos y animales desean la compañía del sexo contrario, y cómo se enamoró el Arcipreste.
Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por conseguir unión con hembra placentera.
Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.
17
Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compañía nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.
Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.
Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza en el mal profundiza.
Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.
El poder del dinero. EJEMPLO DE LAS PROPIEDADES QUE TIENE EL DINERO
Hay quien dice que el dinero no da la felicidad… ¡pero ayuda a comprarla! En fin, tampoco hay que ponerse así, pero lo cierto es que,
desde que le mundo es mundo, no es pequeño el poder del dinero. Ya en el siglo XIV, el Arcipreste de Hita cuenta, burlón e irónico, los
efectos que produce el dinero en las personas. Este texto pertenece a El Libro de Buen Amor, en él se critican las costumbres, pero
siempre con mucho humor.
Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe lo hace bueno y hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.
Yo a muchos monjes vi en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones;
pero, al fin, por dinero, otorgan los perdones,
absuelven el ayuno y ofrecen oraciones.
Séase un hombre necio y rudo labrador
hácenle los dineros hidalgo y sabedor;
cuanto más él posee tanto es de más valor,
quien no tiene dinero no es ni de sí señor.
Pues, aunque lo denuestan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento en sus vasos y tazas,
de este mismo dinero bien usan en sus bazas
¡más escondrijos tienen que tordos y picazas!
Si tuvieres dinero, tendrás consolación,
alegría y placer y del Papa ración;
comprarás Paraíso, ganarás salvación;
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.
Y aunque los mismos frailes no tomen los dineros,
bien les guiñan el ojo a los sus medianeros;
luego los toman, prestos, sus hombres despenseros;
ellos se dicen pobres, mas tienen tesoreros.
Yo vi en Corte de Roma, do está la santidad,
que ante el dinero todos usaban de humildad;
muy gran honra le hacían, con gran solemnidad
todos se le humillaban como a la Majestad.
Monjes, clérigos, frailes dicen a Dios servir,
mas, si el rico barruntan que esta para morir,
cuando oyen que el dinero comienza a retiñir,
por llevarlo comienzan, enseguida, a reñir.
Creaba los priores, los obispos y abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a muchos necios clérigos dábales dignidades;
de verdad hace embustes; de mentiras, verdades.
Creaba muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero los daba por bien examinados,
y a los pobres decían que no eran muy letrados.
Allí están esperando quién tendrá mejor tuero:
no está muerto y ya rezan Pater noster—¡qué agüero!—;
como cuervos que al asno le desollan el cuero:
cras, cras, le llevaremos, pues nuestro es ya por fuero.
Brevemente lo digo, tú entiéndelo mejor:
el dinero, del mundo es gran revolvedor:
señor hace del siervo; del señor, servidor;
toda cosa del mundo es hecha por su amor.
18
ACTIVIDADES
1. Fíjate en la dos primeras Cuadernas (Coplas). Hay personas que, como el autor de este texto, cuando dicen algo en realidad quieren
decir otra cosa. ¿Has captado la ironía del texto? Si es así, escribe por un lado lo que dice literalmente sobre los efectos del dinero y, por
otro, lo que quiere decir en realidad.
2. Intenta escribir una estrofa como las anteriores (cuatro versos de 14 sílabas, con rima consonante) que trate de los efectos del dinero
en nuestra época, (en la vida, en la política, la avaricia, el querer siempre más dinero…).
El Libro de Buen Amor contiene elementos muy variados. Uno de ellos es el debate del protagonista con don Amor. Este da algunos
consejos al Arcipreste para triunfar y uno de ellos es que consiga una buena intermediaria para sus aventuras (El Arcipreste se sirve, de
una TROTACONVENTOS, personaje femenino que ayuda a los amantes a conseguir pareja y que resulta ser el primer antecedente de la
vieja CELESTINA de Fernando de Rojas):
Necesidad de una vieja mensajera y condiciones que ésta ha de tener
Si le envías recados, sea tu embajadora
una parienta tuya; no sea servidora
de tu dama y así no te será traidora:
todo aquel que mal casa, después su mal deplora.
Procura cuanto puedas que la tu mensajera
sea razonadora sutil y lisonjera,
sepa mentir con gracia y seguir la carrera
pues más hierve la olla bajo la tapadera.
Si parienta no tienes, toma una de esas viejas
que andan por las iglesias y saben de callejas;
con gran rosario al cuello saben muchas consejas,
con llanto de Moisés encantan las orejas.
Estas pavas ladinas son de gran eficacia,
plazas y callejuelas recorren con audacia,
a Dios alzan rosarios, gimiendo su desgracia;
¡ay!, las pícaras tratan el mal con perspicacia.
Toma vieja que tenga oficio de herbolera,
que va de casa en casa sirviendo de partera,
con polvos, con afeites y con su alcoholera
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.
Procura mensajera de esas negras pacatas
que tratan mucho a frailes, a monjas y a beatas,
son grandes andariegas merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas.
Donde están tales viejas todo se ha de alegrar,
pocas mujeres pueden a su influjo escapar;
para que no te mientan las debes halagar,
pues tal encanto usan que saben engañar.
De todas estas viejas escoge la mejor,
dile que no te mienta, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen corredor
y mucha mala ropa cubre el buen cobertor.
Si dice que tu dama no tiene miembros grandes,
ni los brazos delgados, luego tú le demandes
si tienes pechos chicos; si dice sí, demandes
por su figura toda, y así seguro andes.
Si tiene los sobacos un poquillo mojados
y tiene chicas piernas y largos los costados,
ancheta de caderas, pies chicos, arqueados,
¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!
En la cama muy loca, en la casa muy cuerda;
no olvides tal mujer, su ventajas acuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda,
y para ello hace falta mensajera no lerda.
ACTIVIDADES
1. ¿Qué características debe tener la trotaconventos, según los consejos de don Amor?
2. Reconoce en el texto refranes, metáforas e hipérboles.
19
Leemos una de las muchas historias que cuenta el Libro de Buen Amor. Aquí el Arcipreste aconseja a los amantes que no sean
descuidados con sus mujeres, ya que de lo contrario, les podía suceder lo que al pintor Pitas Payas:
No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.
Es cosa bien segura: molino andando gana,
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer muy requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana.
Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña:
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña).
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.
Antes del mes cumplido dijo él:—Señora mía,
a Flandes volo ir, regalos portaría.
Dijo ella: —Monseñer, escoged vos el día,
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.
Dijo don Pitas Payas:—Dueña de la hermosura,
yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.
Contestó:—Monseñer, haced vuestra mesura.
Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero.
Cada mes a la dama parece un año entero.
Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
había con su esposo hecho poca morada;
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada
Cuando supo la dama que venía el pintor
muy de prisa llamó a su nuevo amador
dijo que le pintase, cual supiese mejor
en aquel lugar mismo un cordero menor.
Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
luego al siguiente día, vino allí un mensajero
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.
Dijo don Pitas Payas:—Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
—Monseñer—dijo ella—vos mismo la mirad:
todo lo que quisiereis hacer, hacedlo audaz.
Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar
—¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pinté cordero y encuentro este manjar?
Como en esas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo : ¿Qué, monseñer,
petit corder, dos años, no se ha de hacer carner?
Si no tardases tanto, aún sería corder.
Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza.
No seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.
Consejos de don Amor:
En el Libro de Buen Amor, hay un pasaje muy conocido que es la conversación que mantiene el Arcipreste con don Amor quien le
aleccionará sobre las condiciones que debe tener una mujer para ser bella. Contrasta el retrato que hace el Arcipreste con las imágenes
tradicionales que ofrecía la Iglesia sobre la mujer: la de la Eva pecadora o la de la Virgen María que representaba la virginidad y la
abnegación como madre y esposa. El retrato que nos ofrece este clérigo secular sobre la mujer se aleja de los cánones tradicionales de la
iglesia y nos ofrece una mujer más sensual y vitalista, hermosa, maquillada y con conocimientos amorosos. Sigue en su descripción los
ideales clásicos: mujer con formas, de piel clara y cabellos rubios, un modelo ideal que no se correspondería con la realidad, ya que en
esa época las condiciones de vida eran duras y el uso de cosméticos escaso.
En este punto resulta también curioso cómo el arcipreste se preocupa de cuestiones relacionadas con la estética como apreciamos en el
fragmento anterior: "Busca cabellos amarillos, no teñidos de alheña", "ojos grandes, someros, pintados, relucientes" o "su cara sea
blanca, sin vello, clara y lisa" o posteriormente cuando la famosa Trotaconventos entra en la casa de una chica joven con la excusa de
vender afeites y polvos.
Aquí el autor traza el retrato ideal de la mujer medieval:
20
Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella (coplas 429- 435). Consejos que le da El amor al arcipreste para elegir mujeres
adecuadas:
Si leyeres a Ovidio que por mí fue educado,
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.
Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta pero tampoco enana;
si pudieras, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillo no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate)
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.
La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
El Arcipreste de Hita concluye su libro con unos versos en los que anima a todo el mundo a que lea su libro y que añada o elimine aquello
que desee:
Cualquier hombre que lo oiga, si trovar bien supiere,
puede más añadir y enmendar, si quisiere.
Ande de mano en mano de aquel que lo pidiere
cual pelota entre dueñas; tómelo quien pudiere.
Pues de de buen amor, lo prestaréis de grado;
no deshonréis su nombre, no sea desechado,
no lo deis por dinero, vendido ni alquilado,
pues no hay placer ni gracia en buen amor comprado.
PROSA MEDIEVAL. DON JUAN MANUEL – EL CONDE LUCANOR
Se trata de la obra más original de don Juan Manuel. El conde Lucanor, en castellano antiguo: Libro de los enxemplos del Conde
Lucanor et de Patronio (Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio), es en su mayor parte un libro de cuentos moralizantes.
Está considerada la obra cumbre de la narrativa en prosa del siglo XIV de la literatura española. Escrito entre 1334 y 1335, consta de dos
prólogos y cinco partes. La primera parte, la más extensa y conocida, está formada por una colección de 51 cuentos o ejemplos tomados
de varias fuentes, como Esopo y otros clásicos así como cuentos tradicionales árabes y orientales. Las cuatro últimas secciones del libro
recogen en sentencias de origen culto un parecido contenido moral al de los cuentos. El propósito didáctico y moral es la marca del libro.
ESTRUCTURA
El conde Lucanor empieza, en todos los cuentos, la conversación con su consejero Patronio planteándole un problema («Un hombre me
ha hecho una propuesta…» o «Temo que tal o cual persona intenta…») y solicita consejo. Patronio siempre responde con gran humildad,
ofreciéndose a contarle una historia de la que podrá extraer una enseñanza para resolver su problema.
La estructura de cada cuento suele ser muy similar, manteniéndose fijas las siguientes partes: el marco narrativo, el ejemplo y los versos
finales.
En el marco narrativo, que precede y sigue a cada ejemplo, un narrador general presenta al joven con Lucanor y a su consejero, Patronio,
conversando. El conde, ante un problema que se le plantea, pide consejo a Patronio, y este le responde con un relato, el ejemplo,
apólogo o fábula que contiene la solución al problema planteado al conde.
Una vez finalizado el relato, Patronio aplica la enseñanza contenida en el ejemplo al problema del conde dándole un consejo sobre su
problema.
En este momento aparece el narrador general, quien nos advierte que al conde le pareció bien el consejo de Patronio.
El cuento termina con dos viessos o versos finales pareados que resumen el contenido moral del cuento en el que se insertan y que
sirven de moraleja. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria medieval.
21
TEXTOS
CUENTO II
-
Lo que le sucedió a un hombre bueno con su hijo
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo que estaba muy preocupado y disgustado por algo que
quería hacer, ya que, en el caso de hacerlo, sabía que muchas personas encontrarían motivo para criticárselo; pero, si no lo hiciera, creía
él mismo que también se lo podrían censurar con razón. Le contó a Patronio de qué se trataba y le rogó que le aconsejase en este
asunto.
–Señor Conde Lucanor –dijo Patronio–, bien sé que encontraréis a muchos que podrían aconsejaros mejor que yo y, como Dios os hizo
de buen entendimiento, mi consejo no os hace mucha falta; pero, como me lo habéis pedido, os diré lo que pienso sobre este asunto.
Señor Conde Lucanor –continuó Patronio–, me gustaría mucho que pensarais en la historia de lo que le ocurrió a un hombre bueno con
su hijo.
El conde le pidió que le contase la historia, y Patronio le dijo:
–Señor, sucedió que un buen hombre tenía un hijo que, aunque tenía pocos años, era de muy fino entendimiento. Y cada vez que el
padre quería hacer alguna cosa, el hijo le señalaba todos los inconvenientes y riesgos. De esta manera, le impedía llevar a cabo algunos
proyectos que eran buenos para su hacienda. Tenéis que saber, señor conde, que cuanto más fino entendimiento tienen los jóvenes,
más cerca están de equivocarse en sus negocios, pues saben bien cómo comenzarlos, pero no terminarlos, y por eso caen en grandes
errores, si no tienen a alguien que les dé consejo. Pues bien, aquel mozo, debido a su entendimiento y, al mismo tiempo, a su poca
experiencia, desilusionaba a su padre en muchos proyectos que éste quería hacer. Y cuando el padre ya había soportado largo tiempo
este tipo de vida con su hijo, que le molestaba constantemente con sus observaciones, decidió actuar, para castigar a su hijo y darle una
lección de cómo hacer las cosas en el futuro, del modo siguiente:
Este buen hombre y su hijo eran labradores y vivían cerca de una villa. Un día de mercado dijo el padre que irían los dos allí para
comprar algunas cosas que necesitaban, y acordaron llevar una bestia para traer la carga. Y camino del mercado, yendo los dos a pie y la
bestia sin carga alguna, se encontraron con unos hombres que ya volvían del mercado. Cuando, después saludarse, se separaron unos de
otros, los que volvían empezaron a decir entre ellos que ni el padre ni el hijo les parecían muy razonables, pues los dos iban a pie
mientras que la bestia iba sin carga. El hombre bueno, al oírlo, preguntó a su hijo qué le parecía lo que habían dicho aquellos hombres. Y
el hijo le respondió que tenían razón, porque, al ir el animal sin carga, no era muy sensato que ambos fueran a pie. Entonces el hombre
mandó a su hijo que subiese sobre el animal.
Así seguían su camino hasta que se encontraron con otros hombres, los cuales, cuando se habían alejado un poco, empezaron a
comentar el error del padre, que, siendo viejo, iba a pie, mientras el mozo, que podría caminar sin cansarse, iba montado en del animal.
Le preguntó de nuevo el buen hombre a su hijo qué pensaba sobre lo que habían dicho, y este le contestó que le parecía que tenían
razón. Entonces el padre mandó a su hijo bajar de la bestia y subió él sobre ella.
Al poco rato se encontraron con otros que criticaron la dureza del padre, pues él, que estaba más acostumbrado a las
incomodidades, iba cabalgando, mientras que el joven, que aún no lo estaba, iba a pie. Entonces le preguntó aquel buen hombre a su
hijo qué le parecía lo que decían estos otros, respondiéndole el hijo que, en su opinión, decían lo correcto. El padre mandó entonces a su
hijo subir con él en el animal para que ninguno fuera a pie.
Y yendo así los dos, se encontraron con otros hombres, que comenzaron a decir que la bestia que montaban era tan flaca que
casi no podía soportar su peso, y que hacían muy mal en ir los dos montados en ella. El buen hombre le preguntó otra vez a su hijo qué le
parecía lo que habían dicho estos últimos, contestándole el joven que le parecía que decían la verdad. Entonces el padre se dirigió al hijo
de este modo:
–Hijo mío, recordarás que cuando salimos de nuestra casa, íbamos los dos a pie y la bestia sin carga, y tú decías que te parecía
bien hacer así el camino. Pero después nos encontramos con unos hombres que nos dijeron que aquello no estaba bien, y te mandé
subir al animal, mientras que yo iba a pie. Y a ti eso te pareció bien. Después encontramos otro grupo de personas, que dijeron que esto
último no estaba bien, y por ello te mandé bajar para subir, y tú también dijiste que eso era lo mejor. Como nos encontramos con otros
que dijeron que aquello estaba mal, yo te mandé subir conmigo en la bestia, y a ti te pareció que era mejor ir los dos montados que ir tú
de pie y yo en la bestia. Y ahora estos últimos comentan que no está bien que los dos vayamos montados en este animal, y a ti también
te parece que tienen razón. Y como todo ha sucedido así, quiero que me digas cómo podemos hacerlo para no ser criticados por la
gente: porque nos criticaron cuando íbamos los dos a pie; luego también nos criticaron, cuando tú ibas a caballo y yo a pie; volvieron a
censurarnos por ir yo a caballo y tú a pie, y ahora que vamos los dos montados también dicen que hacemos mal. Pero no es posible
evitar las críticas y hacer algo distinto de lo que ya hemos hecho. Todo esto lo hice para que aprendas cómo llevar en adelante tus
asuntos. Por eso debes saber que nunca harás algo que todos aprueben, pues si haces alguna cosa buena, los malos y quienes no saquen
provecho de ella te criticarán; y por el contrario, si la cosa que haces fuera mala, los buenos, que aman el bien, no podrán aprobar esa
mala acción. Por ello, si quieres hacer lo más conveniente para ti, haz lo que creas que más te beneficia y no dejes de hacerlo, excepto
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que sea algo malo, por temor a las críticas de la gente, porque es cierto muchas veces que la gente habla de las cosas de modo muy
ligero, sin ver lo que es más provechoso.
Y vos, Conde Lucanor, que me pedís consejo para eso que deseáis hacer, temiendo que os critiquen por ello y que igualmente os
critiquen si no lo hacéis, yo os recomiendo que, antes de comenzarlo, miréis el daño o provecho que os puede causar, que pidáis una
opinión ajena y que no os dejéis engañar por la fuerza del deseo, sino que busquéis consejo en quienes creáis que son inteligentes, leales
y capaces de guardar un secreto. Pero, si no encontráis tal consejero, no debéis precipitaros nunca en lo que tengáis que hacer y dejad
que pasen al menos un día y una noche, si el asunto lo permite. Si tras seguir estos consejos en vuestros asuntos, después los encontráis
útiles para vos, os aconsejo que nunca dejéis de hacerlos por miedo a lo que la gente podría decir.
El consejo de Patronio le pareció bueno al conde, que lo llevó a la práctica y le fue muy provechoso.
Y, cuando don Juan conoció esta historia, la mandó poner en este libro e hizo estos versos que dicen así y que en los que se encuentra la
moraleja:
Por dicho de las gentes, sol que non sea mal al pro tenet las mientes, et non fagades ál.
Traducción:
(Pensad en vuestro beneficio si no se trata de algo malo y no hagáis las cosas por miedo a lo que pueda decir la gente).
ACTIVIDADES
1. Resume el cuento en 10 líneas.
2. Explica con tus palabras la moraleja y el significado del cuento. Reconoces alguna situación así en tu vida.
CUENTO XXV - Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde.
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le decía:
-Patronio, un pariente mío me ha contado que lo quieren casar con una mujer muy rica y más ilustre que él, por lo que esta boda le sería
muy provechosa si no fuera porque, según le han dicho algunos amigos, se trata de una doncella muy violenta y colérica. Por eso os
ruego que me digáis si le debo aconsejar que se case con ella, sabiendo cómo es, o si le debo aconsejar que no lo haga.
-Señor conde -dijo Patronio-, si vuestro pariente tiene el carácter de un joven cuyo padre era un honrado moro, aconsejadle que se case
con ella; pero si no es así, no se lo aconsejéis.
El conde le rogó que le contase lo sucedido.
Patronio le dijo que en una ciudad vivían un padre y su hijo, que era excelente persona, pero no tan rico que pudiese realizar
cuantos proyectos tenía para salir adelante. Por eso el mancebo estaba siempre muy preocupado, pues siendo tan emprendedor no
tenía medios ni dinero.
En aquella misma ciudad vivía otro hombre mucho más distinguido y más rico que el primero, que sólo tenía una hija, de
carácter muy distinto al del mancebo, pues cuanto en él había de bueno, lo tenía ella de malo, por lo cual nadie en el mundo querría
casarse con aquel diablo de mujer.
Aquel mancebo tan bueno fue un día a su padre y le dijo que, pues no era tan rico que pudiera darle cuanto necesitaba para vivir, se
vería en la necesidad de pasar miseria y pobreza o irse de allí, por lo cual, si él daba su consentimiento, le parecía más juicioso buscar un
matrimonio conveniente, con el que pudiera encontrar un medio de llevar a cabo sus proyectos. El padre le contestó que le gustaría
mucho poder encontrarle un matrimonio ventajoso.
Dijo el mancebo a su padre que, si él quería, podía intentar que aquel hombre bueno, cuya hija era tan mala, se la diese por esposa. El
padre, al oír decir esto a su hijo, se asombró mucho y le preguntó cómo había pensado aquello, pues no había nadie en el mundo que la
conociese que, aunque fuera muy pobre, quisiera casarse con ella. El hijo le contestó que hiciese el favor de concertarle aquel
matrimonio. Tanto le insistió que, aunque al padre le pareció algo muy extraño, le dijo que lo haría.
Marchó luego a casa de aquel buen hombre, del que era muy amigo, y le contó cuanto había hablado con su hijo, diciéndole que, como
el mancebo estaba dispuesto a casarse con su hija, consintiera en su matrimonio. Cuando el buen hombre oyó hablar así a su amigo, le
contestó:
-Por Dios, amigo, si yo autorizara esa boda sería vuestro peor amigo, pues tratándose de vuestro hijo, que es muy bueno, yo pensaría
que le hacía grave daño al consentir su perjuicio o su muerte, porque estoy seguro de que, si se casa con mi hija, morirá, o su vida con
ella será peor que la misma muerte. Mas no penséis que os digo esto por no aceptar vuestra petición, pues, si la queréis como esposa de
vuestro hijo, a mí mucho me contentará entregarla a él o a cualquiera que se la lleve de esta casa.
Su amigo le respondió que le agradecía mucho su advertencia, pero, como su hijo insistía en casarse con ella, le volvía a pedir su
consentimiento.
Celebrada la boda, llevaron a la novia a casa de su marido y, como eran moros, siguiendo sus costumbres les prepararon la cena, les
pusieron la mesa y los dejaron solos hasta la mañana siguiente. Pero los padres y parientes del novio y de la novia estaban con mucho
miedo, pues pensaban que al día siguiente encontrarían al joven muerto o muy mal herido.
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Al quedarse los novios solos en su casa, se sentaron a la mesa y, antes de que ella pudiese decir nada, miró el novio a una y otra parte y,
al ver a un perro, le dijo ya bastante airado:
-¡Perro, danos agua para las manos!
El perro no lo hizo. El mancebo comenzó a enfadarse y le ordenó con más ira que les trajese agua para las manos. Pero el perro seguía
sin obedecerle. Viendo que el perro no lo hacía, el joven se levantó muy enfadado de la mesa y, cogiendo la espada, se lanzó contra el
perro, que, al verlo venir así, emprendió una veloz huida, perseguido por el mancebo, saltando ambos por entre la ropa, la mesa y el
fuego; tanto lo persiguió que, al fin, el mancebo le dio alcance, lo sujetó y le cortó la cabeza, las patas y las manos, haciéndolo pedazos y
ensangrentando toda la casa, la mesa y la ropa.
Después, muy enojado y lleno de sangre, volvió a sentarse a la mesa y miró en derredor. Vio un gato, al que mandó que trajese agua
para las manos; como el gato no lo hacía, le gritó:
-¡Cómo, falso traidor! ¿No has visto lo que he hecho con el perro por no obedecerme? Juro por Dios que, si tardas en hacer lo que
mando, tendrás la misma muerte que el perro.
El gato siguió sin moverse, pues tampoco es costumbre suya llevar el agua para las manos. Como no lo hacía, se levantó el mancebo, lo
cogió por las patas y lo estrelló contra una pared, haciendo de él más de cien pedazos y demostrando con él mayor ensañamiento que
con el perro.
Así, indignado, colérico y haciendo gestos de ira, volvió a la mesa y miró a todas partes. La mujer, al verle hacer todo esto, pensó que se
había vuelto loco y no decía nada.
Después de mirar por todas partes, vio a su caballo, que estaba en la cámara y, aunque era el único que tenía, le mandó muy enfadado
que les trajese agua para las manos; pero el caballo no le obedeció. Al ver que no lo hacía, le gritó:
-¡Cómo, don caballo! ¿Pensáis que, porque no tengo otro caballo, os respetaré la vida si no hacéis lo que yo mando? Estáis muy
confundido, pues si, para desgracia vuestra, no cumplís mis órdenes, juro ante Dios daros tan mala muerte como a los otros, porque no
hay nadie en el mundo que me desobedezca que no corra la misma suerte.
El caballo siguió sin moverse. Cuando el mancebo vio que el caballo no lo obedecía, se acercó a él, le cortó la cabeza con mucha rabia y
luego lo hizo pedazos.
Al ver su mujer que mataba al caballo, aunque no tenía otro, y que decía que haría lo mismo con quien no le obedeciese, pensó que no
se trataba de una broma y le entró tantísimo miedo que no sabía si estaba viva o muerta.
Él, así, furioso, ensangrentado y colérico, volvió a la mesa, jurando que, si mil caballos, hombres o mujeres hubiera en su casa que no le
hicieran caso, los mataría a todos. Se sentó y miró a un lado y a otro, con la espada llena de sangre en el regazo; cuando hubo mirado
muy bien, al no ver a ningún ser vivo sino a su mujer, volvió la mirada hacia ella con mucha ira y le dijo con muchísima furia, mostrándole
la espada:
-Levantaos y dadme agua para las manos.
La mujer, que no esperaba otra cosa sino que la despedazaría, se levantó a toda prisa y le trajo el agua que pedía. Él le dijo:
-¡Ah! ¡Cuántas gracias doy a Dios porque habéis hecho lo que os mandé! Pues de lo contrario, y con el disgusto que estos estúpidos me
han dado, habría hecho con vos lo mismo que con ellos.
Después le ordenó que le sirviese la comida y ella le obedeció. Cada vez que le mandaba alguna cosa, tan violentamente se lo decía y con
tal voz que ella creía que su cabeza rodaría por el suelo.
Así ocurrió entre los dos aquella noche, que nunca hablaba ella sino que se limitaba a obedecer a su marido. Cuando ya habían dormido
un rato, le dijo él:
-Con tanta ira como he tenido esta noche, no he podido dormir bien. Procurad que mañana no me despierte nadie y preparadme un
buen desayuno.
Cuando aún era muy de mañana, los padres, madres y parientes se acercaron a la puerta y, como no se oía a nadie, pensaron que el
novio estaba muerto o gravemente herido. Viendo por entre las puertas a la novia y no al novio, su temor se hizo muy grande.
Ella, al verlos junto a la puerta, se les acercó muy despacio y, llena de temor, comenzó a increparles:
-¡Locos, insensatos! ¿Qué hacéis ahí? ¿Cómo os atrevéis a llegar a esta puerta? ¿No os da miedo hablar? ¡Callaos, si no, todos
moriremos, vosotros y yo!
Al oírla decir esto, quedaron muy sorprendidos. Cuando supieron lo ocurrido entre ellos aquella noche, sintieron gran estima por el
mancebo porque había sabido imponer su autoridad y hacerse él con el gobierno de su casa. Desde aquel día en adelante, fue su mujer
muy obediente y llevaron muy buena vida.
Pasados unos días, quiso su suegro hacer lo mismo que su yerno, para lo cual mató un gallo; pero su mujer le dijo:
-En verdad, don Fulano, que os decidís muy tarde, porque de nada os valdría aunque mataseis cien caballos: antes tendríais que haberlo
hecho, que ahora nos conocemos de sobra.
Y concluyó Patronio:
-Vos, señor conde, si vuestro pariente quiere casarse con esa mujer y vuestro familiar tiene el carácter de aquel mancebo, aconsejadle
que lo haga, pues sabrá mandar en su casa; pero si no es así y no puede hacer todo lo necesario para imponerse a su futura esposa, debe
dejar pasar esa oportunidad. También os aconsejo a vos que, cuando hayáis de tratar con los demás hombres, les deis a entender desde
el principio cómo han de portarse con vos.
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El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y le fue muy bien.
Como don Juan comprobó que el cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
Si desde un principio no muestras quién eres,
nunca podrás después, cuando quisieres.
ACTIVIDADES
1. ¿Por qué quiere casarse el mancebo? ¿Qué opina la muchacha sobre su propia boda?
2. ¿Por qué la mujer obedece al marido?
3. ¿Cómo reaccionan los parientes ante la violencia del hombre? Concreta los personajes que aparecen en el cuento.
4. ¿Cuál es la idea clave que sintetiza el cuento de El Conde Lucanor? (El tema)
5. ¿Cuál es el argumento de Lo que sucedió a un mancebo que casó con una muchacha muy rebelde? (Desarrollo breve del tema)
6. ¿Cuáles de los siguientes adjetivos se pueden aplicar al protagonista del cuento de El Conde Lucanor?
Desordenado
violento
cariñoso
interesado
valiente
desconfiado infiel
democrático paciente
amable
comunicativo
impostor
despreciable
frío
duro
desagradable
empático.
7. ¿Cuál es la moraleja? ¿Actuó correctamente el mancebo? ¿ Y el suegro? ¿Qué tiene que ver esta historia con la forma de pensar de D.
Juan Manuel?
8. ¿Qué ocurriría hoy en día con ese tipo de actitud reflejada en el cuento? ¿Se dan actualmente situaciones semejantes? Razona tu
respuesta.
LÍRICA DEL SIGLO XV -
POESÍA CANCIONERIL
En el siglo XV pervive la lírica tradicional cantada por el pueblo, que nos llega de la Edad Media: el villancico y la cantiga o canción.
Pero nace la poesía cortesana, el gran desarrollo de la poesía va a venir desde los ambientes palaciegos y cortesanos, a través de los
llamados cancioneros. En ellos se va a recoger:
•
•
La lírica tradicional, la de composiciones breves con versos octosílabos, en especial, de tema amoroso, pero también didáctico,
burlescos o de celebración. Su origen es provenzal y, gracias a la moda cortesana y urbana de los siglos XV a XVII, nos ha llegado
hasta nuestros días.
La lírica culta de influencia italiana, alegórica-dantesca, en verso de arte menor o mayor, en la que nos podremos encontrar
incluso intentos de sonetos. El tema más frecuente en la poesía castellana del siglo XV es el amoroso, en concreto una
concepción del amor, llamado amor cortés.
La poesía cancioneril castellana tiene su base en la poesía trovadoresca.
La producción poética cortesana es inmensa y de ella tenemos noticias gracias a compilaciones conocidas como "Cancioneros" (de ahí su
denominación de "poesía cancioneril") y a los pliegos sueltos. Los Cancioneros son antologías de poemas que responden a una unidad,
ya sea temática (Cancionero de obras devotas de 1492), temporal (Cancionero de Stúñiga) o geográfica (Cancionero Antequerano). Ahora
bien, a veces, simplemente, se recogen varias hojas sueltas (no importa calidad, tiempo ni materia) y, cuando hay suficientes para
formar un tomo, se llevan al encuadernador.
En estas colecciones se recogen dos tipos de composiciones: las Cantigas que eran poemas breves destinados al canto y de tema
amoroso. Tenía una forma fija: cabeza, variación y vuelta; y los Decires composiciones más largas con un número indeterminado de
estrofas y destinadas a la lectura (también llamados coplas). La métrica más utilizada eran los versos octosílabos y los dodecasílabos
Entre los poetas que destacan en este extraordinario ambiente literario cabe destacar al ya mencionado Marqués de Santillana
(1398-1458), que cultivó la poesía moral (Proverbios, Diálogo de Bías contra Fortuna), política (Doctrinal de privados) y alegóriconarrativa (La comedieta de Ponza), aunque lo más sobresaliente de su producción son, sin duda, las serranillas, poemas donde un
caballero se enamora de una pastora. Intento adaptar el al castellano el soneto italiano; y a Juan de Mena (1411-1456) que, con un estilo
muy artificioso, destaca por su obra Laberinto de Fortuna (dedicado al rey Juan II) extenso poema en dodecasílabos, con léxico y sintaxis
complicados. Pero, sobre todo, hay que mencionar a Jorge Manrique, del cual también podemos encontrar algunos textos en los
Cancioneros.
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Marqués de Santillana
Juan de Mena
Jorge Manrique
¡O dulce esguarde, vida é honor mia
Desde que os miré
Y vos a mí me viste
Nunca me alegré:
Tal pena me diste
Que de ella moriré.
No tardes, Muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.
Remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida,
que eres tú sola remedio.
Ven aquí, pues, ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
e con tu venida espero
no tener vida conmigo.
Segunda Elena, templo de beldad,
So cuya mano, mando é señoría
Es el arbitrio mio é voluntad!
Yo soy tu prisionero, é sin porfía
Fueste señora de mi libertad,
É no te piensses fuya tu valía
Nin me desplega tal captivitad.
Las cuitas y dolores
Con soy penado
Son males de amores
Con que me habéis causado.
Verdad sea que Amor gasta é destruye
Las mis entrañas con fuego amoroso,
É jamás la mi pena diminuye,
Así que diré
Que mal me hiciste
Según os miré:
La pena que me diste
que de ella moriré.
Nin punto fuelgo, nin só en reposo,
Mas vivo alegre con quien me refuye;
Siento que muero, é non só quexoso.
En este octavo soneto muestra el actor en como, non
embargante su señora o amiga lo hobiese ferido e
cativado, que a él non pesaba de la tal presión.
¿Qué se hizo la moneda
que guardé para mis daños
tantos tiempos, tantos años,
plata, joyas, oro o seda?
Ca de todo no me queda 5
sino este cadahalso.
Mundo malo, mundo falso,
no es quién contigo pueda.
LÍRICA SIGLO XV –
CANCIÓN QUE HIZO ESTANDO MAL
Donde yago en esta cama,
la mayor pena de mí
es pensar cuando partí
de entre brazos de mi dama.
A vueltas del mal que siento
de mi partida, par Dios,
tantas veces me arrepiento
cuantas me miembro de vos;
tanto que me hacen fama
que de aquélla adolecí,
los que saben que partí
de entre brazos de mi dama.
Aunque padezco y me callo,
por esto mis tristes quejos,
no menos cerca los hallo
que vuestros bienes de lejos:
si la fin es que me llama,
¡oh, qué muerte que perdí
en vivir, cuando partí
de entre brazos de mi dama!
__________________________________________
Pedro ÁLVAREZ OSORIO CONDE DE TRASTÁMARA y
MARQUÉS DE ASTORGA
Plega Dios que alguno quieras
como yo, mi bien, te quiero,
porque penes, porque mueras,
porque sepas que de veras
por tu sola causa muero.
Amada ni más ni menos
seas como yo de ti,
porque defectos ajenos
te hagan mención de mí;
y penes porque debieras
quererme como te quiero;
y por me cobrar te mueras
y no puedas aunque quieras
siendo yo muerto primero.
ROMANCERO
El romance es una composición poética de origen castellano, son poemas narrativos y anónimos destinados al canto, donde se repite en
una serie ilimitada la rima asonante de los versos pares y quedan sin rima los impares. Los romances más modernos solían agrupar los
versos de cuatro en cuatro, permitiendo así un cambio de rima.
Los romances viejos son los documentados entre fines de la Edad Media son anónimos y de transmisión oral, en cambio los romances
nuevos son aquellos compuestos por los poetas desde fines del siglo XVI, imitando la forma y el estilo de los antiguos.
Clasificación de los romances según su temática: épico-medievales, francés-carolingio, históricos, fronterizos, de ficción y bíblicosgrecorromanos y religiosos.
Rasgos de estilo: respetan el orden cronológico de la narración, uso singular de los verbos, en presente histórico y en pretérito
imperfecto de indicativo, uso de arcaísmo, uso de fórmulas (para apelar al auditorio, para introducir diálogos) de epítetos épicos y de
paralelismos con fines mnemotécnicos, repeticiones, antítesis, enumeraciones.
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TEXTOS
El romance de Abenámar se sitúa en la época del reinado de Juan II de España, antes de la llegada al poder de los Reyes Católicos, concretamente en la
ciudad de Granada. Se trata de los tiempos en que los musulmanes estuvieron viviendo en la Península Ibérica y tuvieron que convivir con los cristianos.
Parece ser que se refiere concretamente al año 1431, cuando un tal príncipe árabe llamado Abenalmao ofreció sus servicios al rey Juan II para obtener,
una vez conquistada por los cristianos, el gobierno de Granada. No obstante, no está demostrado que el romance nos hable exactamente de este
episodio histórico.
— ¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría:
10 —Yo te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
—Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de san Juan!
Con un falcón12 en la mano,
La caza iba a cazar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar
las velas traía de seda,
la ejarcia de un cendal;
marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar facía en calma
los vientos hace amainar;
las aves que van volando
al mástil vienen posar
los peces que andan al fondo
arriba los hace andar.
Allí fabló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
- Por Dios te ruego, marinero,
dígasme ahora ese cantar.
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
- Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.
ROMANCE DE LA MISA DE AMOR
Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora,
Entre todas la mejor;
Viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas
bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca
un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia,
y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro,
en el credo se perdió;
el abad que dice misa,
ha trocado la lición;
monacillos que le ayudan,
no aciertan a responder, non,
por decir amén, amén,
decían amor, amor.
ROMANCE DEL CONDE ARNALDOS
ACTIVIDADES
1. ¿A qué tipos de romances se corresponden?
2. Expresa brevemente el contenido de cada romance.
3. ¿En qué consiste el poder mágico de la canción del marinero del romance de “El conde Arnaldos”?
4. ¿Cuál crees que es el sentido de la respuesta que da el marinero al conde?
5. ¿Qué rasgos métricos comunes existen entre los tres textos?
7. Localiza en los romances los pasajes narrativos y los dramáticos y explícalos.
27
JORGE MANRIQUE - COPLAS.
Jorge Manrique debe su fama a sus "Coplas a la muerte de su padre", el Maestre don Rodrigo. Con esta obra quiso el poeta
rendir tributo al que fue su ejemplo en la vida, e inmortalizando al héroe, se inmortalizó a sí mismo. Se trata de una dolorosa elegía en la
que lamenta sentenciosa y melancólicamente la inestabilidad de los bienes de la fortuna, la fugacidad de las vidas humanas y el poder
igualatorio de la muerte. La virtud personal es lo único que desafía al tiempo y al destino. Tras una reflexión filosófica con la esperanza
de una vida futura, hace el elogio fúnebre de su padre. Aquí el análisis ha de estar más centrado en la ideología y la temática que en el
aspecto estilístico: Manrique no es un poeta que quiera hacer una renovación estilística, como Santillana o MENA. Manrique basa su
poema en el contenido: hace que predomine el pensamiento sobre la palabra, lo que le convierte en el poeta medieval más influyente
en la poesía moderna.
Estilísticamente no hay innovación formal en Manrique; tampoco aparecen cultismos ni neologismos, lo cual explica que todavía hoy sea
muy legible. Tampoco es innovador desde el punto de vista de la métrica, aunque se denomine su estrofa o copla “manriqueña” (hace
referencia a su tío Gómez Manrique, con lo cual se trata de una denominación, no de una invención). La copla utilizada por Manrique se
compone de 2 sextillas (pie quebrado), una forma métrica que ya encontramos en la segunda mitad del siglo XIV (en los orígenes de la
poesía culta en castellano).
-En lo que respecta a la FORMA, las coplas son medievales.
-En lo que respecta al CONTENIDO, las coplas suponen una innovación, que consiste en que un individuo se convierte en tema de un poema.
-En los poemas medievales, la muerte se trata de forma genérica.
-En los poemas del XV, la muerte se centra en un individuo concreto.
El acentuado individualismo en la poesía de Manrique está más cercano al prerrenacimiento que a la Edad Media. Sus Coplas
son típicas de un período de tránsito entre el fin del mundo medieval y el comienzo del renacentista.
Jorge Manrique nos ofrece en sus Coplas una serena meditación impregnada de un sentimiento hondo y sincero, no exento de
melancolía, del paso del tiempo, la caducidad de todas las glorias y bienes mundanos, la inestabilidad de la fortuna y la fuerza igualitaria
de la muerte que no respeta poderes ni riquezas. Pero al mismo tiempo se exalta los bienes que resisten el paso del tiempo, la
inestabilidad de la fortuna y el poder destructor de la muerte. Son las virtudes que nos abren las puertas de la eternidad, conquistada
con el ejercicio de una vida cristiana ejemplar.
Así el hombre puede desafiar al tiempo como lo hizo su padre don Rodrigo Manrique.
El género literario al que pertenecen estas Coplas es pues, la elegía, composición poética basada, métricamente, en el dístico elegíaco
(hexámetro + pentámetro).
Las elegías clásicas eran a menudo cantos nostálgicos, pero también figuran entre sus temas el amor, la guerra y la política. Calímaco y
Catulo destacan entre los poetas de la antigüedad que emplearon el verso elegíaco. Durante la edad media, la elegía recibió el nombre
de planto o llanto, y en el siglo XV, en cambio empezó a llamársele defunción, consolatoria, triunfo o coronación y sustituyó las
tradicionales invitaciones al llanto por las reflexiones sobre la brevedad de la existencia y las exhortaciones para adoptar una actitud
espiritual ante la vida.
Manrique contaba con una larga tradición de literatura funeraria en la que inspirarse para llorar la muerte de su padre, pero el principal
modelo de las Coplas son las diversas elegías fúnebres escritas por Gómez Manrique, tío del poeta.
El poema está formado por 40 coplas de pie quebrado, estrofa que puede ofrecer variadas combinaciones. Las Coplas están compuestas
en la doble sextilla octosílaba, cuyos versos se reparten en dos semiestrofas iguales con terminación quebrada en cada una de ellas y con
tres rimas consonantes correlativas, abc : abc. Son por tanto estrofas de doce versos, teniendo en cada sextilla el 1.º, 2.º, 4.º y 5.º
octosílabos, y los versos 3.º y 6.º tetrasílabos. Su fórmula métrica es por tanto: 8a 8b 4c 8a 8b 4c; 8d 8e 4f 8d 8e 4f.
TEMAS
En Las coplas a la muerte de su padre se recoge una constelación de temas procedentes del complejo cultural elaborado a lo largo de
toda la Edad Media. Este bagaje tradicional sobre el que se construye nuestro poema queda definido por un conjunto de tópicos en
torno a los cuales se articula el pensamiento medieval. Estos tópicos consisten en una serie de verdades que, sancionadas por la
autoridad de la Iglesia, eran asumidas con toda sinceridad. Sobre ellos se sustentaba una visión global del mundo que establecía el cauce
del comportamiento humano. Manrique lleva a cabo una cuidada selección de estos temas básicos y nos los presenta formando un
entramado que los relaciona hábilmente entre sí. Esta es la razón de que en su poema se haya querido ver una brillante síntesis de la
cultura medieval. Se puede decir que en esta primera parte temas más importantes son los siguientes: El tiempo, la fortuna, el mundo, la
fama y la muerte.
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ESTRUCTURA
Si bien existen diversos intentos para dividirlas, la más frecuente es la DIVISIÓN TRIPARTITA (recordemos que el 3 es un nº clave para la
numerología medieval). La más repetida es la que propuso Pedro Salinas: de lo más general a lo más particular
1) COPLA I-XIII: es la parte más filosófica. Se inicia el poema con unas consideraciones de tipo general en torno a la fugacidad de la vida
terrenal y la inestabilidad de las cosas mundanas.
2) COPLA XIV-XXIV: ejemplificación de los puntos anteriores. Alude a otro tipo de vida menos efímera: la vida de la fama y la ilustra con
un lúcido y solemne desfile procesional de muertos ilustres perfectamente jerarquizado: a la cabeza el rey don Juan y detrás toda la
corte de grandes señores.
3) COPLA XXV-XL: Introduce el tercer tipo de vida, la que triunfa sobre las otras dos: la vida eterna, ejemplificada en Don Rodrigo
Manrique. Aquí se produce la individualización del tema del poema: la muerte. Finaliza pues, con el elogio particular de don Rodrigo
(esta parte se inscribe dentro de la tradición literaria del panegírico de héroes y soberanos) y el diálogo que mantiene con la muerte, tras
el cual viene la aceptación, la oración final y el paso definitivo.
http://recursostic.educacion.es/multidisciplinar/wikididactica/index.php/L%C3%ADrica_culta._Jorge_Manrique._Nivel_medio
COPLAS
COPLA I
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
COPLA II
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
COPLA III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
COPLA V
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
COPLA X
Los estados y riqueza,
que nos dejen a deshora
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
COPLA XVI
¿Qué se hizo el Rey Don Juan?
Los Infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invención
que trajeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras?
COPLA XVII
- ¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos,
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
COPLA XXI
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se habla,
mas sólo cómo lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?
¿Qué fueron sino pesares
al dejar?
COPLA XXV
Aquél de buenos abrigo,
amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe,
cuáles fueron.
COPLA XXVI
Amigos de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados
y valientes!
¡Que seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benigno a los sujetos!
¡A los bravos y dañosos,
qué león!
COPLA XXXV
No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga.
de la fama gloriosa
acá dejáis.
Aunque esta vida de honor>>
29
>>tampoco no es eternal
ni verdadera,
mas con todo es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.
COPLA XXXVIII
«Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad placentera.
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.»
COPLA XL
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien se la dio
-el Cual la dio en el cielo,
en su gloria-,
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.
________
Es tu comienzo lloroso,
tu salida siempre amarga
y nunca buena,
lo de en medio trabajoso,
y a quien das vida más larga
le das pena.
Así los bienes -muriendo
y con sudor- se procuran
y los das;
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.
ACTIVIDADES
1. Explica la idea de la vida y de la muerte que expresa el poeta en las coplas I, II, III.
2. Con qué se identifican en la copla III la vida y la muerte. En esta se nos dice que ante la muerte somos todos iguales, pero ¿cómo se
expresa esta idea?
3. En cada una de las coplas se pueden distinguir dos partes, de seis versos cada una. Di cómo se llama la estrofa y escribe su esquema
métrico. Explica cómo se manifiesta esta estructura en la rima.
4. Identifica el recurso literario más destacado de la copla XXVI. ¿Qué cualidades del maestre don Rodrigo (padre de Jorge Manrique) se
citan en ella?
5. Explica las coplas V y X.
6. Localiza en la copla I tres figuras retóricas: antítesis, anáfora y paralelismo.
FERNANDO DE ROJAS - LA CELESTINA
La primera edición conservada de la obra fue impresa en Burgos en 1499, a la que siguieron nuevas ediciones en Toledo y Sevilla
(1500-1501). En las primeras ediciones la obra tenía 16 actos, a los que se añadirían posteriormente cinco actos más.
La autoría de la obra ha generado algunos problemas, ya que hay opiniones para todos los gustos, aunque la más aceptada considera
que el acto I fue escrito por un autor anónimo y el resto de la obra se la debemos a Fernando de Rojas. Este autor nació en la Puebla de
Montalbán (Toledo) hacia 1475, estudió Derecho en Salamanca y vivió en Talavera de la Reina. Parece ser que era judío converso lo que
influyó en una visión desengañada y pesimista de la vida en su obra.
El género literario al que pertenece La Celestina ha despertado también controversias, ya que algunos críticos la consideran
como una novela dialogada (pensada no para ser representada sino para ser leída en público) y otros la sitúan dentro de la comedia
humanística, género que sintetiza la comedia latina, la elegía medieval y el teatro religioso. Hoy día pocos discuten la índole
esencialmente dramática de la obra, pues los personajes cobran vida y maduran a través del diálogo.
La Celestina se estructura en un prólogo (que comprende la escena inicial del acto I) y dos partes: la primera se prolonga hasta
el acto XIV y la segunda desde el acto XV hasta el XXI.
El ARGUMENTO de la obra comienza cuando el joven Calisto entra en un jardín para recobrar un halcón perdido y allí conoce a
la bella Melibea, enamorándose de ella. Fascinado le declarará su amor pero Melibea le rechazará, lo que incrementará la pasión del
joven noble que desesperado acudirá a su criado Sempronio quien le sugiere recurrir a una vieja alcahueta de nombre Celestina para que
solucione sus problemas de amor. Sempronio y Celestina a los que más tarde se une Pármeno –otro criado de Calisto–, se asocian para
sacar provecho económico del Joven. Desarrollo: (actos II-XVIII) celestina por medio de un conjuro y de su capacidad de persuasión,
despierta en Melibea el amor hacia Calisto. Los dos jóvenes conciertan una cita. Pármeno y Sempronio reclaman a Celestina su parte del
botín: una cadena de oro que Calisto entregó como pago a la vieja. Ante la negativa de ésta a compartir la matan, y por ello, son
ajusticiados. Por otro lado se produce el encuentro erótico entre los enamorados. Desenlace (actos XIX-XXVI): Calisto muere
accidentalmente al caer desde una tapia al salir del jardín de Melibea. Ella se suicida tras contar lo ocurrido a su padre, Pleberio. La obra
culmina con un largo lamento de este ante el cadáver de su hija.
http://museolacelestina.com/index.php?option=com_content&task=view&id=38&Itemid=55
En esta página tenéis un resumen por actos:
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En la obra hay pasión, magia, celos, amor, muerte... Todos los ingredientes para una aventura trepidante, una aventura
arriesgada en la que el autor nos ofrece una galería de personajes muy humanos, personajes reales con pasiones y sentimientos,
profundos y redondos (nada que ver con los personajes idealizados y planos que aparecen en otras producciones de la época, como las
novelas de caballerías) y desarrollo de temas nuevos, temas que auguran el Renacimiento como el deseo de individualismo, la pérdida
de valores como la fidelidad entre amos y criados, el poder del dinero o la gran necesidad que tienen todos los personajes de disfrutar
con intensidad cada momento ("carpe diem") antes de que la muerte les impida gozar de la vida.
La obra en su tiempo tuvo un gran éxito como demuestran sus numerosas ediciones. El interés de la novela no ha decrecido con el
paso de los años, y prueba de ello es que seguimos utilizando el término de Celestina para designar a una persona que hace de
casamentera o que media para unir a dos enamorados. También se han hecho muchos estudios sobre la obra, películas, adaptaciones
del libro clásico siendo una de las obras más conocidas de nuestra literatura.
ACTIVIDAD
1. Encuentra el nombre del autor en estos primeros versos de la celestina.
El silencio escuda y suele encubrir
La falta de ingenio y torpeza de lenguas;
Blasón que es contrario, publica sus menguas
A quien mucho habla sin mucho sentir.
Como hormiga que deja de ir,
Holgando por tierra, con la provisión:
Jactose con alas de su perdición:
Lleváronla en alto, no sabe dónde ir.
El aire gozando ajeno y extraño,
Rapiña es ya hecha de aves que vuelan
Fuertes más que ella, por cebo la llevan:
En las nuevas alas estaba su daño.
Razón es que aplique a mi pluma este engaño,
No despreciando a los que me arguyen
Así, que a mí mismo mis alas destruyen,
Nublosas y flacas, nacidas de hogaño.
Donde ésta gozar pensaba volando
O yo de escribir cobrar más honor
Del uno y del otro nació disfavor:
Ella es comida y a mí están cortando
Reproches, revistas y tachas. Callando
Obstara, y los daños de envidia y murmuros
Insisto remando, y los puertos seguros
Atrás quedan todos ya cuanto más ando.
Si bien queréis ver mi limpio motivo, […]
TEXTOS
ENCUENTRO CON MELIBEA - ENAMORAMIENTO
CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?
CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mí, inmérito, tanta merced que verte alcanzase, y en tan
conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Sin duda, incomparablemente es mayor tal galardón que el servicio, sacrificio, devoción y
obras pías que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofrecido. ¿Quién vio en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre como ahora el mío? Por
cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina no gozan más que yo ahora en el acatamiento tuyo. Mas, ¡oh triste!, que en esto
diferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza y yo, mixto, me alegro con recelo del esquivo tormento que tu
ausencia me ha de causar.
MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes éste, Calisto?
CALISTO.- Téngolo por tanto, en verdad, que si Dios me diese en el cielo silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad.
MELIBEA.- Pues aun más igual galardón te daré yo si perseveras.
CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído!
MELIBEA.- Más desaventuradas de que me acabes de oír, porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento y el intento de tus palabras ha
sido. ¿Cómo de ingenio de tal hombre como tú haber de salir para se perder en la virtud de tal mujer como yo? ¡Vete, vete de ahí, torpe!, que no puede
mi paciencia tolerar que haya subido en corazón humano conmigo en ilícito amor comunicar su deleite.[…]
SEMPRONIO.- Porque lo que dices contradice la cristiana religión.
CALISTO.- ¿Qué a mí?
SEMPRONIO.- ¿Tú no eres cristiano?
CALISTO.- ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro, y en Melibea creo y a Melibea amo.
SEMPRONIO.- Tú te lo dirás. Como Melibea es grande, no cabe en el corazón de mi amo, que por la boca le sale a borbollones. No es más menester.
Bien sé de qué pie cojeas. Yo te sanaré.
CALISTO.- Increíble cosa prometes.
SEMPRONIO.- Antes fácil, que el comienzo de la salud es conocer hombre la dolencia del enfermo.
CALISTO.- ¿Cuál consejo puede regir lo que en sí no tiene orden ni consejo?
[…]
CALISTO.- ¿Qué te parece de mi mal?
SEMPRONIO.- Que amas a Melibea.
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CALISTO.- ¿Y no otra cosa?
SEMPRONIO.- Harto mal es tener la voluntad en un solo lugar cautiva.
CALISTO.- Poco sabes de firmeza.
SEMPRONIO.- La perseverancia en el mal no es constancia, mas dureza, o pertinacia la llaman en mi tierra. Vosotros los filósofos de Cupido llamadla
como queráis.
CALISTO.- Torpe cosa es mentir el que enseña a otro, pues que tú precias de loar a tu amiga Elicia.
SEMPRONIO.- Haz tú lo que bien digo y no lo que mal hago.
CALISTO.- ¿Qué me repruebas?
SEMPRONIO.- Que sometes la dignidad del hombre a la imperfección de la flaca mujer.
CALISTO.- ¿Mujer? ¡Oh grosero! ¡Dios, Dios!
RETRATO DE MELIBEA – ALCAHUETA COMO SOLUCIÓN
CALISTO.- Pues, por que hayas placer, yo lo figuraré por partes mucho por extenso.
SEMPRONIO.- ¡Duelos tenemos! Esto es tras lo que yo andaba. De pasarse habrá ya esta importunidad.
CALISTO.- Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas del oro delgado que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos. Su longura
hasta el postrero asiento de sus pies, después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para convertir los
hombres en piedras.
SEMPRONIO.- Más en asnos.
CALISTO.- ¿Qué dices?
SEMPRONIO.- Dije que esos tales no serían cerdas de asno.
CALISTO.- ¡Ved qué torpe y qué comparación!
SEMPRONIO.- ¿Tú cuerdo?
CALISTO.- Los ojos verdes rasgados, las pestañas luengas, las cejas delgadas y alzadas, la nariz mediana, la boca pequeña, los dientes menudos y
blancos, los labios colorados y grosezuelos, el torno del rostro poco más luengo que redondo, el pecho alto, la redondez y forma de las pequeñas tetas,
¿quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre cuando las mira! La tez lisa, lustrosa, el cuero suyo oscurece la nieve, la color mezclada, cual
ella la escogió para sí.
SEMPRONIO.- ¡En sus trece está este necio!
CALISTO.- Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen
rubíes entre perlas. Aquella proporción, que ver yo no pude, no sin duda, por el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la que Paris
juzgó entre las tres deesas.
SEMPRONIO.- ¿Has dicho?
CALISTO.- Cuan brevemente pude.
SEMPRONIO.- Puesto que sea todo eso verdad, por ser tú hombre eres más digno.
CALISTO.- ¿En qué?
SEMPRONIO.- ¿En qué? Ella es imperfecta, por el cual defecto desea y apetece a ti y a otro menor que tú. ¿No has leído el filósofo do dice «así como la
materia apetece a la forma, así la mujer al varón»?
CALISTO.- ¡Oh triste!, y ¿cuándo veré yo eso entre mí y Melibea?
SEMPRONIO.- Posible es, y aunque la aborrezcas cuanto ahora la amas, podrá ser alcanzándola y viéndola con otros ojos libres del engaño en que ahora
estás.
CALISTO.- ¿Con qué ojos?
SEMPRONIO.- Con ojos claros.
CALISTO.- Y ahora, ¿con qué la veo?
SEMPRONIO.- Con ojos de alinde, con que lo poco parece mucho y lo pequeño grande. Y por que no te desesperes, yo quiero tomar esta empresa de
cumplir tu deseo.
CALISTO.- ¡Oh, Dios te dé lo que deseas, que glorioso me es oírte aunque no espero que lo has de hacer!
SEMPRONIO.- Antes lo haré cierto.
CALISTO.- Dios te consuele. El jubón de brocado que ayer vestí, Sempronio, vístelo tú.
SEMPRONIO.- Prospérete Dios por éste y por muchos más que me darás. De la burla yo me llevo lo mejor. Con todo, si de estos aguijones me da,
traérsela he hasta la cama. ¡Bueno ando! Hácelo esto que me dio mi amo, que sin merced imposible es obrarse bien ninguna cosa.
CALISTO.- No seas ahora negligente.
SEMPRONIO.- No lo seas tú, que imposible es hacer siervo diligente el amo perezoso.
CALISTO.- ¿Cómo has pensado de hacer esta piedad?
SEMPRONIO.- Yo te lo diré. Días ha grandes que conozco en fin de esta vecindad una vieja barbuda que se dice Celestina, hechicera, astuta, sagaz en
cuantas maldades hay. Entiendo que pasan de cinco mil virgos los que se han hecho y deshecho por su autoridad en esta ciudad. A las duras peñas
promoverá y provocará a lujuria si quiere.
CALISTO.- ¿Podríala yo hablar?
SEMPRONIO.- Yo te la traeré hasta acá. Por eso, aparéjate, sele gracioso, sele franco, estudia, mientras voy yo a le decir tu pena tan bien como ella te
dará el remedio.
CALISTO.- ¿Y tardas?
SEMPRONIO.- Ya voy; quede Dios contigo.
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CALISTO.- Y contigo vaya. ¡Oh todopoderoso, perdurable Dios!, Tú que guías los perdidos y los reyes orientales por el estrella precedente a Belén trajiste
y en su patria los redujiste, humilmente te ruego que guíes a mi Sempronio, en manera que convierta mi pena y tristeza en gozo, y yo, indigno, merezca
venir en el deseado fin.
ACTIVIDADES
1. Reflexiona sobre las dos concepciones de la mujer.
2. ¿Qué recursos expresivos utiliza Calisto para describir los rasgos físicos de la joven? Explica en qué orden se presentan.
3. ¿Qué regala Calisto a Sempronio para que le traiga a celestina
RETRATO DE CELESTINA
CALISTO.- A la puerta llaman. ¡Corre!
PÁRMENO.- ¿Quién es?
SEMPRONIO.- Abre a mí y a esta dueña.
PÁRMENO.- Señor, Sempronio y una puta vieja alcoholada daban aquellas porradas.
[…]
Si entre cien mujeres va y alguno dice «¡puta vieja!», sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites,
en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros,
aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen
«¡puta vieja!». Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros,
herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cantan los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores,
labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores.
Todas cosas que son hacen, a doquiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh, qué comedor de huevos asados era su marido! ¡Qué quieres más,
sino que si una piedra topa con otra luego suena «¡puta vieja!»!
CALISTO.- Y tú, ¿cómo lo sabes y la conoces?
PÁRMENO.- Saberlo has. Días grandes son pasados que mi madre, mujer pobre, moraba en su vecindad, la cual, rogada por esta Celestina, me dio a ella
por sirviente; aunque ella no me conoce por lo poco que la serví y por la mudanza que la edad ha hecho.
CALISTO.- ¿De qué la servías?
PÁRMENO.- Señor, iba a la plaza y traíale de comer, y acompañábala, suplía en aquellos menesteres que mi tierna fuerza bastaba. Pero de aquel poco
tiempo que la serví, recogía la nueva memoria lo que la vieja no ha podido quitar. Tiene esta buena dueña al cabo de la ciudad, allá cerca de las
tenerías, en la cuesta del río, una casa apartada, medio caída, poco compuesta y menos abastada. Ella tenía seis oficios; conviene saber: labrandera,
perfumera, maestra de hacer afeites y de hacer virgos, alcahueta y un poquito hechicera. Era el primero oficio cobertura de los otros, so color del cual
muchas mozas de estas sirvientes entraban en su casa a labrarse y a labrar camisas y gorgueras, y otras muchas cosas. Ninguna venía sin torrezno, trigo,
harina o jarro de vino, y de las otras provisiones que podían a sus amas hurtar; y aun otros hurtillos de más cualidad allí se encubrían. Asaz era amiga de
estudiantes y despenseros y mozos de abades. A éstos vendía ella aquella sangre inocente de las cuitadillas, la cual ligeramente aventuraban en
esfuerzo de la restitución que ella les prometía. Subió su hecho a más, que por medio de aquéllas comunicaba con las más encerradas hasta traer a
ejecución su propósito. Y aquéstas, en tiempo honesto, como estaciones, procesiones de noche, misas del gallo, misas del alba y otras secretas
devociones, muchas encubiertas vi entrar en su casa. Tras ellas hombres descalzos, contritos y rebozados, desatacados, que entraban allí a llorar sus
pecados. ¡Qué tráfagos, si piensas, traía! Hacíase física de niños, tomaba estambre de unas casas, dábalo a hilar en otras, por achaque de entrar en
todas. Las unas, «¡Madre acá!», las otras, «¡Madre acullá!», «¡Cata la vieja!», «¡Ya viene el ama!»; de todos muy conocida. Con todos esos afanes nunca
pasaba sin misa ni vísperas, ni dejaba monasterios de frailes ni de monjas; esto porque allí hacía ella sus aleluyas y conciertos. Y en su casa hacía
perfumes, falsaba estoraques, menjuí, animes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes. Tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de
barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, de estaño, hechos de mil facciones. Hacía solimán, afeite cocido, argentadas, bujeladas, cerillas, lanillas,
unturillas, lustres, lucentores, clarimientes, albalinos y otras aguas de rostro, de rasuras de gamones, de corteza de espantalobos, de dragontea, de
hieles, de agraz, de mosto, destiladas y azucaradas. Adelgazaba los cueros con zumos de limones, con turbino, con tuétano de corzo y de garza y otras
confecciones. Sacaba agua para oler, de rosas, de azahar, de jazmín, de trébol, de madreselva y clavellinas, mosquetadas y almizcladas, polvorizadas con
vino. Hacía lejías para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y milifolia y otras diversas cosas. Y los
untos y mantecas que tenía es hastío de decir: de vaca, de oso, de caballos y de camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza, de alcaraván, de
gamo y de gato montés, y de tejón, de arda, de erizo, de nutria. Aparejos para baños, esto es una maravilla: de las hierbas y raíces que tenía en el techo
de su casa colgadas, manzanilla y romero, malvaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco y de mostaza, espliego y laurel blanco, tortarosa y
gramonilla, flor salvaje e higueruela, pico de oro y hojatinta. Los aceites que sacaba para el rostro no es cosa de creer: de estoraque y de jazmín, de
limón, de pepitas, de violetas, de menjuí, de alfócigos, de piñones, de granillo, de azufaifas, de neguilla, de altramuces, de arvejas y de carillas, y de
hierba pajarera, y un poquillo de bálsamo tenía ella en una redomilla que guardaba para aquel rascuño que tenía por las narices. Esto de los virgos, unos
hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía en un tabladillo, en una cajuela pintada, unas agujas delgadas de pellejeros e hilos de seda encerados, y
colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo. Hacía con esto maravillas que, cuando vino por aquí el embajador
francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía.
CALISTO.- ¡Así pudiera ciento!
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PÁRMENO.- ¡Sí, santo Dios! Y remediaba por caridad muchas huérfanas y erradas que se encomendaban a ella. Y en otro apartado tenía para remediar
amores y para se querer bien. Tenía huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de
niño, haba morisca, guija marina, soga de ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de helecho, la piedra del nido del águila y otras
mil cosas. Venían a ella muchos hombres y mujeres, y a unos demandaba el pan do mordían; a otros, de su ropa; a otros, de sus cabellos; a otros,
pintaba en la palma letras con azafrán; a otros, con bermellón; a otros daba unos corazones de cera llenos de agujas quebradas, y otras cosas en barro y
en plomo hechas, muy espantables al ver. Pintaba figuras, decía palabras en tierra. ¿Quién te podrá decir lo que esta vieja hacía? Y todo era burla y
mentira.
CALISTO.- Bien está, Pármeno, déjalo para más oportunidad. Asaz soy de ti avisado, téngotelo en gracia. No nos detengamos, que la necesidad desecha
la tardanza. Oye. Aquélla viene rogada, espera más que debe. Vamos, no se indigne. Yo temo y el temor reduce la memoria y a la providencia despierta.
¡Sus! Vamos, proveamos. Pero ruégote, Pármeno, la envidia de Sempronio, que en esto me sirve y complace, no ponga impedimento en el remedio de
mi vida, que si para él hubo jubón, para ti no faltará sayo. Ni pienses que tengo en menos tu consejo y aviso que su trabajo y obra, como lo espiritual
sepa yo que precede a lo corporal. Y puesto que las bestias corporalmente trabajen más que los hombres, por eso son pensadas y curadas, pero no
amigas de ellos. En tal diferencia serás conmigo en respeto de Sempronio, y so secreto sello, pospuesto el dominio, por tal amigo a ti me concedo.
PÁRMENO.- Quéjome, señor, de la duda de mi fidelidad y servicio, por los prometimientos y amonestaciones tuyas. ¿Cuándo me viste, señor, envidiar, o
por ningún interés ni resabio tu provecho estorcer?
CONJURO PARA EL AMOR DE CELESTINA
CELESTINA.- Pues sube presto al sobrado alto de la solana y baja acá el bote del aceite serpentino que hallarás colgado del pedazo de la soga que traje
del campo la otra noche, cuando llovía y hacía oscuro. Y abre el arca de los lizos, y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de
murciélago, debajo de aquel ala de drago a que sacamos ayer las uñas. Mira no derrames el agua de mayo que me trajeron a confeccionar.
ELICIA.- Madre, no está donde dices; jamás te acuerdas a cosa que guardas.
CELESTINA.- No me castigues, por Dios, a mi vejez. No me maltrates, Elicia. No enfinjas porque está aquí Sempronio ni te ensoberbezcas, que más me
quiere a mí por consejera que a ti por amiga, aunque tú le ames mucho. Entra en la cámara de los ungüentos, y en la pelleja del gato negro, donde te
mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón y unas poquitas de las barbas que tú le cortaste.
ELICIA.- Toma, madre, veslo aquí; yo me subo, y Sempronio, arriba.
CELESTINA.- Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la Corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles,
señor de los sulfúreos fuegos, que los hirvientes étnicos montes manan, gobernador y veedor de los tormentos y atormentadores de las pecadoras
ánimas, regidor de las tres Furias, Tesífone, Megera y Aleto, administrador de todas las cosas negras del reino de Estigia y Dite, con todas sus lagunas y
sombras infernales, y litigioso Caos, mantenedor de las volantes harpías, con toda la otra compañía de espantables y pavorosas hidras. Yo, Celestina, tu
más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerza de estas bermejas letras; por la sangre de aquella nocturna ave con que están escritas; por la
gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen; por la áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue hecho, con el cual
unto este hilado. Vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea, con
aparejada oportunidad que haya, lo compre, y con ello de tal manera quede enredada que, cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a
conceder mi petición. Y se le abras, y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí y me
galardone mis pasos y mensaje. Y esto hecho, pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, tendrasme por capital
enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y oscuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible
nombre. Y otra y otra vez te conjuro. Así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.
MUERTE DE CELESTINA
CELESTINA.- ¿Quién llama?
SEMPRONIO.- Abre, que son tus hijos.
CELESTINA.- No tengo yo hijos que anden a tal hora.
SEMPRONIO.- Ábrenos a Pármeno y Sempronio, que nos venimos acá almorzar contigo.
CELESTINA.- ¡Oh locos traviesos! Entrad, entrad. ¿Cómo venís a tal hora, que ya amanece? ¿Qué habéis hecho? ¿Qué os ha pasado? ¿Despidiose la
esperanza de Calisto o vive todavía con ella, o cómo queda?
[…]
SEMPRONIO.- Yo dígole que se vaya y abájase las bragas; no ando por lo que piensas. No entremetas burlas a nuestra demanda, que con ese galgo no
tomarás, si yo puedo, más liebres. Déjate conmigo de razones. A perro viejo, no cuz cuz. Danos las dos partes por cuenta de cuanto de Calisto has
recibido; no quieras que se descubra quién tú eres. ¡A los otros, a los otros con esos halagos, vieja!
CELESTINA.- ¿Quién soy yo, Sempronio? ¿Quitásteme de la putería? Calla tu lengua, no amengües mis canas, que soy una vieja cual Dios me hizo, no
peor que todas. Vivo de mi oficio, como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no lo busco; de mi casa me vienen a sacar,
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en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón. Y no pienses con tu ira maltratarme, que justicia hay para todos y a todos es
igual. Tan bien seré oída, aunque mujer, como vosotros muy peinados. Déjame en mi casa con mi fortuna. Y tú, Pármeno, no pienses que soy tu cautiva
por saber mis secretos y mi vida pasada, y los casos que nos acaecieron a mí y a la desdichada de tu madre. Aun así me trataba ella cuando Dios quería.
PÁRMENO.- ¡No me hinches las narices con esas memorias; si no, enviarte he con nuevas a ella, donde mejor te puedas quejar!
CELESTINA.- ¡Elicia, Elicia, levántate de esa cama! ¡Daca mi manto, presto!, que, por los santos de Dios, para aquella justicia me vaya bramando como
una loca. ¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¡Con una oveja mansa tenéis vosotros manos y braveza, con una gallina atada,
con una vieja de sesenta años! ¡Allá, allá con los hombres como vosotros! ¡Contra los que ciñen espada mostrad vuestras iras, no contra mi flaca rueca!
Señal es de gran cobardía acometer a los menores y a los que poco pueden. Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos. Los gozques
ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu. Si aquella que allí está en aquella cama me hubiese a mí creído, jamás quedaría esta casa
de noche sin varón, ni dormiríamos a lumbre de pajas; pero, por aguardarte, por serte fiel, padecemos esta soledad. Y como nos veis mujeres, habláis y
pedís demasías, lo cual, si hombre sintieseis en la posada, no haríais, que, como dicen, «el duro adversario entibia las iras y sañas».
SEMPRONIO.- ¡Oh vieja avarienta, muerta de sed por dinero!, ¿no serás contenta con la tercia parte de lo ganado?
CELESTINA.- ¿Qué tercia parte? Vete con Dios de mi casa tú. Y esotro no dé voces, no allegue la vecindad. No me hagáis salir de seso, no queráis que
salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras.
SEMPRONIO.- Da voces o gritos, que tú cumplirás lo que prometiste o cumplirás hoy tus días.
ELICIA.- Mete, por Dios, el espada. Tenlo, Pármeno, tenlo, no la mate ese desvariado.
CELESTINA.- ¡Justicia, justicia, señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!
SEMPRONIO.- ¿Rufianes o qué? Espera, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.
CELESTINA.- ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión!
PÁRMENO.- Dale, dale. Acábala, pues comenzaste, que nos sentirán. ¡Muera, muera! De los enemigos, los menos.
CELESTINA.- ¡Confesión!
ELICIA.- ¡Oh crueles enemigos! ¡En mal poder os veáis! ¿Y para quién tuvisteis manos? Muerta es mi madre y mi bien todo.
SEMPRONIO.- ¡Huye, huye, Pármeno, que carga mucha gente! ¡Guarte, guarte, que viene el alguacil!
MUERTE DE CALISTO
CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la noble conversación de tus delicados miembros.
MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced.
SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais, que yo os hiciera ir como merecíais!
CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está
debajo de ti.
MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar.
CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.
SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperadme, quizá venís por lana.
CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está el escala.
MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que
es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.
TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban voceando, que se torna Sosia. Tente, tente,
señor, con las manos al escala.
CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!
TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído del escala y no habla ni se bulle.
SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A esotra puerta! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!
LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste!
MELIBEA.- ¿Qué es esto? ¿Qué oigo? ¡Amarga de mí!
TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos
con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh arrebatado fin!
MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas
paredes. Veré mi dolor, si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo, mi alegría es perdida, consumiose mi
gloria!
LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura?
TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto del escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión
pereció. Díselo a la triste y nueva amiga que no espere más su penado amador. Toma tú, Sosia, de esos pies; llevemos el cuerpo de nuestro querido amo
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donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. ¡Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos desconsuelo,
visítenos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga!
MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor!
MUERTE DE MELIBEA
PLEBERIO.- Hija mía Melibea, ¿qué haces sola? ¿Qué es tu voluntad decirme? ¿Quieres que suba allá?
MELIBEA.- Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo estoy, que estorbarás la presente habla que te quiero hacer. Lastimado serás
brevemente con la muerte de tu única hija. Mi fin es llegado, llegado es mi descanso y tu pasión, llegado es mi alivio y tu pena, llegada es mi
acompañada hora y tu tiempo de soledad. No habrás, honrado padre, menester instrumentos para aplacar mi dolor, sino campanas para sepultar mi
cuerpo. Si me escuchas sin lágrimas oirás la causa desesperada de mi forzada y alegre partida. No la interrumpas con lloro ni palabras, si no, quedarás
más quejoso en no saber por qué me mato que doloroso por verme muerta. Ninguna cosa me preguntes ni respondas más de lo que de mi grado
decirte quisiere. Porque, cuando el corazón está embargado de pasión, están cerrados los oídos al consejo y, en tal tiempo, las fructuosas palabras, en
lugar de amansar, acrecientan la saña. Oye, padre mío, mis últimas palabras y si, como yo espero, las recibes, no culparás mi yerro. Bien ves y oyes este
triste y doloroso sentimiento que toda la ciudad hace. ¿Bien oyes este clamor de campanas, este alarido de gentes, este aullido de canes, este estrépito
de armas? De todo esto fui yo causa. Yo cubrí de luto y jergas en este día cuasi la mayor parte de la ciudadana caballería; yo dejé muchos sirvientes
descubiertos de señor; yo quité muchas raciones y limosnas a pobres y envergonzantes. Yo fui ocasión que los muertos tuviesen compañía del más
acabado hombre que en gracia nació. Yo quité a los vivos el dechado de gentileza, de invenciones galanas, de atavíos y bordaduras, de habla, de andar,
de cortesía, de virtud. Yo fui causa que la tierra goce sin tiempo el más noble cuerpo y más fresca juventud que al mundo era en nuestra edad criada. Y
porque estarás espantado con el son de mis no acostumbrados delitos, te quiero más aclarar el hecho. Muchos días son pasados, padre mío, que
penaba por mi amor un caballero que se llamaba Calisto, el cual tú bien conociste. Conociste asimismo sus padres y claro linaje. Sus virtudes y bondad a
todos eran manifiestas. Era tanta su pena de amor y tan poco el lugar para hablarme que descubrió su pasión a una astuta y sagaz mujer que llamaban
Celestina. La cual, de su parte venida a mí, sacó mi secreto amor de mi pecho. Descubrí a ella lo que a mi querida madre encubría. Tuvo manera como
ganó mi querer. Ordenó cómo su deseo y el mío hubiesen efecto. Si él mucho me amaba, no vivía engañado. Concertó el triste concierto de la dulce y
desdichada ejecución de su voluntad. Vencida de su amor, dile entrada en tu casa. Quebrantó con escalas las paredes de tu huerto, quebrantó mi
propósito, perdí mi virginidad. Del cual deleitoso yerro de amor gozamos cuasi un mes, y como esta pasada noche viniese, según era acostumbrado, a la
vuelta de su venida, como de la fortuna mudable estuviese dispuesto y ordenado, según su desordenada costumbre, como las paredes eran altas, la
noche oscura, la escala delgada, los sirvientes que traía no diestros en aquel género de servicio y él bajaba presuroso a ver un ruido que con sus criados
sonaba en la calle, con el gran ímpetu que llevaba, no vio bien los pasos, puso el pie en vacío y cayó. Y de la triste caída sus más escondidos sesos
quedaron repartidos por las piedras y paredes. Cortaron las hadas sus hilos, cortáronle sin confesión su vida, cortaron mi esperanza, cortaron mi gloria,
cortaron mi compañía. Pues, ¿qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viviese yo penada? Su muerte convida a la mía. Convídame y
fuerza que sea presto, sin dilación, muéstrame que ha de ser despeñada, por seguirle en todo. No digan por mí «a muertos y a idos...» Y así contentarle
he en la muerte, pues no tuve tiempo en la vida. ¡Oh mi amor y señor Calisto! Espérame, ya voy. Detente. Si me esperas, no me incuses la tardanza que
hago, dando esta última cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡Oh padre mío muy amado! Ruégote, si amor en esta pasada y penosa vida
me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas, juntas nos hagan nuestras obsequias. Algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable
fin, colegidas y sacadas de aquellos antiguos libros que tú, por más aclarar mi ingenio, me mandabas leer; sino que ya la dañada memoria, con la gran
turbación, me las ha perdido, y aun porque veo tus lágrimas malsufridas decir por tu arrugada faz. Salúdame a mi cara y amada madre. Sepa de ti
largamente la triste razón por que muero. ¡Gran placer llevo de no la ver presente! Toma, padre viejo, los dones de tu vejez, que en largos días largas se
sufren tristezas. Recibe las arras de tu senectud antigua, recibe allá tu amada hija. Gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre.
Dios quede contigo y con ella. A Él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo que allá baja.
PLANTO DE PLEBERIO
PLEBERIO.- ¡Ay, ay, noble mujer! Nuestro gozo en el pozo, nuestro bien todo es perdido. ¡No queramos más vivir! Y por que el incogitado dolor te dé
más pena, todo junto sin pensarle, por que más presto vayas al sepulcro, por que no llore yo solo la pérdida dolorida de entrambos, ves allí a la que tú
pariste y yo engendré hecha pedazos. La causa supe de ella; más la he sabido por extenso de esta su triste sirvienta. Ayúdame a llorar nuestra llagada
postrimería. ¡Oh gentes que venís a mi dolor! ¡Oh amigos y señores, ayudadme a sentir mi pena! ¡Oh mi hija y mi bien todo! Crueldad sería que viva yo
sobre ti. Más dignos eran mis sesenta años de la sepultura que tus veinte. Turbose la orden del morir con la tristeza que te aquejaba. ¡Oh mis canas,
salidas para haber pesar, mejor gozara de vosotras la tierra que de aquellos rubios cabellos, que presentes veo! Fuertes días me sobran para vivir,
quejarme he de la muerte, incusarle he su dilación cuanto tiempo me dejare solo después de ti. Fálteme la vida, pues me faltó tu agradable compañía.
¡Oh mujer mía! Levántate de sobre ella y, si alguna vida te queda, gástala conmigo en tristes gemidos, en quebrantamiento y suspirar. Y si por caso tu
espíritu reposa con el suyo, si ya has dejado esta vida de dolor, ¿por qué quisiste que lo pase yo todo? En esto tenéis ventaja las hembras a los varones,
que puede un gran dolor sacaros del mundo sin lo sentir, o a lo menos perdéis el sentido, que es parte de descanso. ¡Oh duro corazón de padre! ¿Cómo
no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu amada heredera? ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles?
¿Para quién fabriqué navíos? ¡Oh tierra dura!, ¿cómo me sostienes? ¿A dónde hallará abrigo mi desconsolada vejez?
¡Oh fortuna variable, ministra y mayordoma de los temporales bienes!, ¿por qué no ejecutaste tu cruel ira, tus mudables ondas, en aquello que a ti es
sujeto? ¿Por qué no destruiste mi patrimonio? ¿Por qué no quemaste mi morada? ¿Por qué no asolaste mis grandes heredamientos? Dejárasme aquella
florida planta, en quien tú poder no tenías; diérasme, fortuna fluctuosa, triste la mocedad con vejez alegre, no pervirtieras la orden. Mejor sufriera
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persecuciones de tus engaños en la recia y robusta edad que no en la flaca postrimería. ¡Oh vida de congojas llena, de miserias acompañada! ¡Oh
mundo, mundo! Muchos mucho de ti dijeron, muchos en tus cualidades metieron la mano, a diversas cosas por oídas te compararon. Yo por triste
experiencia lo contaré como a quien las ventas y compras de tu engañosa feria no prósperamente sucedieron, como aquel que mucho ha hasta ahora
callado tus falsas propiedades por no encender con odio tu ira, por que no me secases sin tiempo esta flor, que este día echaste de tu poder. Yo
pensaba en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos regidos por alguna orden. Ahora, visto el pro y la contra de tus bienandanzas, me pareces un
laberinto de errores, un desierto espantable, una morada de fieras, juego de hombres que andan en corro, laguna llena de cieno, región llena de
espinas, monte alto, campo pedregoso, prado lleno de serpientes, huerto florido y sin fruto, fuente de cuidados, río de lágrimas, mar de miserias,
trabajo sin provecho, dulce ponzoña, vana esperanza, falsa alegría, verdadero dolor. […]Porque mi Melibea mató a sí misma de su voluntad a mis ojos
con la gran fatiga de amor que la aquejaba;
PLEBERIO HABLA AL AMOR: ¡Oh amor, amor!, que no pensé que tenías fuerza ni poder de matar a tus sujetos. Herida fue de ti mi juventud, por medio
de tus brasas pasé, ¿cómo me soltaste para me dar la paga de la huida en mi vejez? Bien pensé que de tus lazos me había librado los cuarenta años
toqué, cuando fui contento con mi conyugal compañera, cuando me vi con el fruto que me cortaste el día de hoy. No pensé que tomabas en los hijos la
venganza de los padres. Ni sé si hieres con hierro ni si quemas con fuego. Sana dejas la ropa, lastimas el corazón. Haces que feo amen y hermoso les
parezca. ¿Quién te dio tanto poder? ¿Quién te puso nombre que no te conviene? Si amor fueses, amarías a tus sirvientes. Si los amases, no les darías
pena. Si alegres viviesen, no se matarían como ahora mi amada hija. ¿En qué pararon tus sirvientes y sus ministros? La falsa alcahueta Celestina murió a
manos de los más fieles compañeros que ella para tu servicio emponzoñado jamás halló. Ellos murieron degollados. Calisto, despeñado. Mi triste hija
quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto todo causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos haces. No das iguales galardones; inicua es la ley
que a todos igual no es. Alegra tu sonido; entristece tu trato. Bienaventurados los que no conociste o de los que no te curaste. Dios te llamaron otros,
no sé con qué error de su sentido traídos. Cata que Dios mata los que crió; tú matas los que te siguen. Enemigo de toda razón, a los que menos te sirven
das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congojosa danza. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, ¿por qué te riges sin orden ni concierto?
Ciego te pintan, pobre y mozo. Pónente un arco en la mano con que tires a tiento; más ciegos son tus ministros, que jamás sienten ni ven el desabrido
galardón que se saca de tu servicio. Tu fuego es de ardiente rayo, que jamás hace señal do llega. […] ¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que
estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me
dejaste cuando yo te había de dejar? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lachrymarum valle?
ACTIVIDADES sobre los textos de La Celestina indicados entre paréntesis
1. (ENCUENTRO CON MELIBEA) Explica la actitud de Calisto y Melibea en el primer fragmento.
2. (MUERTE DE CALISTO) ¿Qué sentido tienen las palabras que pronuncia Melibea tras conocer la muerte de Calisto.
3. (RETRATO DE CELESTINA) ¿Cómo es la casa de Celestina? ¿Dónde está situada? ¿Enumera y explica los oficios a los que se dedica? ¿Qué significa era
“el primer oficio cobertura de los otros”? ¿Con qué recurso estilístico expresa Pármeno que todo el mundo sabe quién es Celestina? Conoces a algún
personaje literario anterior semejante a Celestina. ¿A qué obra pertenece?
4. (CONJURO PARA EL AMOR) ¿En qué consiste el conjuro que pronuncia Celestina? ¿A quién lo dirige? ¿Con qué finalidad?
5. (MUERTE DE CELESTINA) ¿Por qué matan a Celestina? ¿Quién es el asesino?
6. (PLANTO DE PLEBERIO) Todos los temas de la Celestina –lujuria, codicia, traición…– se reflejan en el planto. ¿Contra quién dirige sus quejas el padre
de Melibea? Quién es, según Pleberio, culpable de la muerte de su hija? Justifícalo. Explica el sentido de las metáforas subrayadas.
7. ¿Qué recursos se combinan en la expresión subrayada “dulce ponzoña, vana esperanza, falsa alegría, verdadero dolor”?
8. ¿A qué alteración del orden natural del morir se refiere Pleberio en sus quejas?
9. ¿Cómo expresa Pleberio que todo lo que ha hecho en su vida dejar de tener sentido al morir Melibea. ¿Por qué? Comenta esa actitud en la vida que
se plantean los padres.
RENACIMIENTO GARCILASO DE LA VEGA (1501-1536)
Noble toledano, fue el perfecto ejemplo del caballero renacentista, pues en él se conjugaron el ejercicio de las armas (al servicio
del emperador Carlos I) y el de las letras. En 1526, el poeta conoció a la dama portuguesa Isabel Freire, de quien se dice que inspiró gran
parte de sus composiciones. Garcilaso murió en Francia, mientras ejercía como soldado, durante un ataque a la fortaleza de Muy.
Garcilaso es el autor de una reducida obra poética (treinta y ocho sonetos y tres églogas) cuyo tema casi único es el amor. En
sus composiciones encontramos distintos matices y momentos de la experiencia amorosa, según el modelo del Cancionero, de Petrarca:
el dolor por el rechazo o la ausencia de la amada, la turbación ante su belleza, los celos, el lamento por su muerte… Para expresar estos
sentimientos Garcilaso recurre, en ocasiones, a la mitología clásica, con cuyos personajes se identifica: Orfeo, que llora la muerte de
Eurídice; Apolo, que persigue inútilmente a Dafne… Estos temas y motivos están presentes en los sonetos y sobre todo en las églogas. En
estas últimas, las quejas de amor se ponen en boca de pastores idealizados que conversan en el marco de una naturaleza también
idealizada, reflejo del tópico literario locus amoenus.
Garcilaso incorporó a la poesía española versos y estrofas tomados de Petrarca y de autores italianos (influencia italianizante en
la poesía castellana-renovación poética del renacimiento: endecasílabos. Entre las diversas formas métricas importadas de Italia
sobresalen el verso endecasílabo, el soneto, la silva y la lira (que tomó el nombre de un verso de una de sus composiciones Oda a la Flor
de Gnido; esquema: 7a 11B 7a 7b 11B).
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SONETOS
SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
SONETO XIII
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían:
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color de vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blando, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero.
Aquel que fue la causa de tal daño
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
ACTIVIDADES
Soneto XXIII
1. El poema presenta un tono de mandato, ¿en qué forma verbal se manifiesta? ¿Crees que ese verbo es el centro del poema? ¿Por qué?
¿Qué le pide a la muchacha?
2. ¿A qué aluden las metáforas alegre primavera y dulce fruto? ¿Con qué expresión se alude en el poema al cabello rubio? ¿Qué dos
palabras se encuentran en antítesis en el primer cuarteto?
3. El tema principal es un tópico, "Carpe diem", dime todo lo que sepas de él. ¿Tiene este tema algo que ver con la cosmovisión
renacentista? Comenta también su pervivencia hoy, a fin de siglo.
4. Junto al tema principal hay otro tema que tiene que ver con la belleza femenina. ¿Crees que esa mujer que describe el poeta
responde a una realidad o a un modelo idealizado? ¿Cómo se llama esa belleza tópica? ¿Está vigente ese modelo ideal?
5. ¿Se deduce de la lectura del poema que el tiempo y la muerte son enemigos del amor? ¿Por qué?
6. Analiza métricamente el poema.
7. Este modelo estrófico es una innovación del momento que llegó de la mano de Garcilaso y otros poetas. ¿Cómo se llamaba el amigo
de Garcilaso que tuvo la idea de adoptar esta estrofa a la poesía castellana? ¿De qué país la "importan"?
8. La estructura del poema es fácil de ver; adopta la forma textual de la argumentación. Divide el poema en exposición, proposición o
nudo y desenlace y resume lo expresado en cada parte.
9. Ya ves que forma y contenido están muy unidos. Sólo te queda repasar ahora los recursos estilísticos que ha usado Garcilaso para
cifrar su mensaje. ¿Con qué metáforas describe el poeta el color de la piel de la mujer? ¿Con qué metáfora se alude a la juventud en el
poema? ¿Con qué metáfora se alude a la belleza en el poema? ¿Cuál es el término real al que sustituye "nieve" en el verso 11?
Localiza más metáforas y escribe su término real.
Soneto XIII
1. ¿Qué tópico literario encuentras en el primer cuarteto?
2. Resume en cuatro líneas el mito de Apolo y Dafne.
3. ¿Por qué pertenece el poema al Renacimiento? Da, al menos, dos razones.
FRAY LUIS DE LEÓN (1527-1591)
Nació en Belmonte (Cuenca). Estudió en Madrid y Valladolid. A los dieciséis años ingresó en la orden de los Agustinos y estudió
en la Universidad de Salamanca.
Humanista cristiano, integró en su obra el conocimiento de los clásicos con una visión cristiana de la existencia. Fue denunciado a la
Inquisición por sus rivales de la Universidad de Salamanca de donde era catedrático y pasó cinco años en prisión. Escribió obras en prosa
(una traducción y comentario de El cantar de los cantares, La perfecta casada y De los nombres de Cristo). Su obra poética fue editada
por Quevedo. Se puede dividir en lírica traducida de libros sagrados, lírica traducida de obras clásicas y lírica original, esta última
compuesta por 23 odas, la mayor parte en liras.
El tema principal de la poesía de Fray Luis es un deseo de huida del mundo, en busca de una paz espiritual que no consigue
hallar en él. Para encontrar ese sosiego sugiere varios caminos entre los que destacan los siguientes:
- la vida en el campo, expresada a través del tópico literario del Beatus ille “feliz aquel”, que aparece en la Oda a la vida retirada.
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- la música, que inspira la Oda a Francisco Salinas.
Fray Luis propone, en general, una actitud estoica ante la vida, que consiste en evitar las pasiones –el afán de dinero, fama o
poder– y mantenerse imperturbable tanto ante las alegrías como ante las penas.
TEXTOS
ODA I VIDA RETIRADA
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserablemente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
ODA III A FRANCISCO SALINAS
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada. 5
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera. 20
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente. 35
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida. 10
Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado. 25
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido! 40
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora. 15
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía. 30
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro. 45
39
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos! 50
ACTIVIDADES
1. Analiza métricamente una estrofa de cada poema.
2. Localiza las estrofas de la Oda a la vida retirada donde se desarrolla el tópico literario beatus ille. Busca algunos recursos expresivos
más destacados.
SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1592)
Juan de Yepes, San Juan, nació en Fontiveros (Ávila). Ingresó en la orden Carmelita y colaboró con Santa Teresa de Jesús en la reforma de
la orden. Estuvo encarcelado a causa de los recelos que su labor reformadora despertó. Fundó varios conventos y llegó a ocupar altos
cargos en la orden. San Juan de la Cruz es autor de tres de los más bellos poemas de la literatura española: Noche oscura del alma,
Cántico espiritual y Llama de amor viva (los dos primeros escritos en liras) que van seguidos de largos textos en prosa en los que el autor
explica su significado. El tema propio de la poesía de San Juan es la unión gozosa de los enamorados, como expresión simbólica del
encuentro del alma con Dios.
La poesía de San Juan de la Cruz pertenece a la literatura mística. La poesía mística intenta expresar la vivencia de la experiencia
espiritual de la unión del alma con Dios y para ello se sirve del símbolo del amor humano y su lenguaje. San Juan intenta, por medio de
poemas amorosos, poner en palabras la experiencia inefable, muy difícil de expresar, de la comunicación directa con Dios.
En Noche oscura del alma, un joven (el alma) sale de su casa por la noche al encuentro de Dios. En Llama de amor viva describe el
momento de la unión del alma con Dios. En el Cántico espiritual, la Esposa (el alma) camina por la naturaleza en busca del amado (dios) y
pregunta por él a los seres de la creación.
LLAMA DE AMOR VIVA
Canciones del alma en la íntima comunicación,
de unión de amor de Dios.
1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.
3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno
¿cuán delicadamente me enamoras!
CÁNTICO ESPIRITUAL
CANCIONES ENTRE EL ALMA Y EL ESPOSO ESPOSA
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido;
Salí tras ti clamando, y ya eras ido.
4. Oh bosques y espesuras,
Plantadas por mano del Amado,
Oh prado de verduras,
De flores esmaltado,
Decid si por vosotros ha pasado.
2. Pastores, los que fuerdes
Allá por las majadas al otero,
Si por ventura vierdes
Aquel que yo más quiero,
Decidle que adolezco, peno y muero.
RESPUESTA DE LAS CRIATURAS
3. Buscando mis amores,
Iré por esos montes y riberas,
Ni cogeré las flores,
Ni temeré las fieras,
Y pasaré los fuertes y fronteras.
5. Mil gracias derramando,
Pasó por estos sotos con presura,
Y yéndolos mirando,
Con sola su figura
Vestidos los dejó de su hermosura.
ESPOSA
No quieras enviarme
De hoy más ya mensajero,
Que no saben decirme lo que quiero.
7. Y todos cuantos vagan,
De ti me van mil gracias refiriendo,
Y todos más me llagan,
Y déjame muriendo
Un no sé qué que quedan balbuciendo.[…]
ESPOSO
Vuélvete, paloma,
Que el ciervo vulnerado
Por el otero asoma,
Al aire de tu vuelo, y fresco toma.
6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
40
La soledad sonora,
La cena, que recrea y enamora. […]
ESPOSA
14. Mi Amado, las montañas,
Los valles solitarios nemorosos,
Las ínsulas extrañas,
Los ríos sonorosos,
El silbo de los aires amorosos.
ESPOSA
36. Gocémonos, Amado,
Y vámonos a ver en tu hermosura
Al monte y al collado,
Do mana el agua pura;
Entremos más adentro en la espesura.
15. La noche sosegada
En par de los levantes de la aurora,
La música callada,
37. Y luego a las subidas
Cavernas de las piedras nos iremos,
Que están bien escondidas,
Y allí nos entraremos,
Y el mosto de granadas gustaremos.
38. Allí me mostrarías
Aquello que mi alma pretendía,
Y luego me darías […]
ARGUMENTO
El orden que llevan estas canciones es desde que un alma comienza a servir a Dios hasta que llega al último estado de perfección, que es
matrimonio espiritual; y así, en ellas se tocan los tres estados o vías del ejercicio espiritual místico por las cuales pasa el alma hasta llegar al dicho
estado, que son, purgativa, iluminativa y unitiva, y se declaran acerca de cada una algunas propiedades y efectos de ellas. El principio de ellas trata de
los principiantes, que es la vía purgativa. Las de más adelante tratan de los aprovechados, donde se hace el desposorio espiritual, y ésta es la vía
iluminativa. Después de éstas, las que se siguen tratan de la vía unitiva, que es la de los perfectos, donde se hace el matrimonio espiritual. La cual vía
unitiva y de perfectos se sigue a la iluminativa, que es de los aprovechados; y las últimas canciones tratan del estado beatífico, que sólo ya el alma en
aquel estado perfecto pretende.
NOCHE OSCURA DEL ALMA
En una noche escura
1
con ansias en amores inflamada,
2
¡oh dichosa ventura!,
3
salí sin ser notada
5 estando ya mi casa sosegada.
A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
10 estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
(1. Salida de la casa: estrofas 1 a 4
15 sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
5
20 en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
25 amada en el Amado transformada!
6
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
7
y yo le regalaba
8
30 y el ventalle de cedros aire daba.
El aire del almena
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
35 y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme;
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
40 entre las azucenas olvidado.
- 2. encuentro amoroso de los amantes: estrofa 5 - 3. abandono en los brazos del amado: estrofas 6 a 8).
ACTIVIDADES (ox)
1. ¿Qué sucede en las dos primeras estrofas con que comienza el Cantico espiritual? ¿A quién se dirige la esposa? ¿Cuáles son los sentimientos y el
estado de ánimo que expresa la Esposa? Enumera algunas figuras retóricas que encuentres. Analiza métricamente una estrofa (5 versos).
2. Sobre la Noche oscura del alma. ¿La voz que habla en los versos de Noche oscura es masculina o femenina? Escribe tres palabras que te han
permitido averiguarlo.
3. ¿Por qué el personaje sale de su casa en mitad de la noche y a escondidas? ¿Cómo se expresan los dos conceptos en el texto?
4 ¿Cuál es el estado de ánimo del emisor del poema? ¿Quién la guía en la oscuridad? ¿Con quién va a reunirse el personaje? ¿Qué se celebra en la
quinta estrofa?
5. Analiza métricamente la quinta estrofa. Indica de qué tipo es y qué recursos estilísticos encuentras. Localiza en el poema una metáfora para el amor.
6. Identifica en los versos del poema las tres vías señaladas por la mística en el camino de perfección.
LAZARILLO DE TORMES (Anónimo)
El Lazarillo es una autobiografía fingida, en la que Lázaro cuenta, en primera persona, la historia de su vida. Con esta novela se
inaugura un nuevo género, conocido como la novela picaresca, cuyo protagonista es un pícaro, un antihéroe, que tiene las siguientes
características: Es hijo de padres sin honra, su comportamiento está motivado por el hambre y por el deseo de ascender socialmente, se
ve obligado a defenderse en un mundo adverso en el que se encuentra solo. Experimenta a lo largo de la obra una evolución y
aprendizaje. El lazarillo refleja de forma realista la sociedad y los conflictos de la España de la época (obsesión por la honra, limpieza de
sangre, importancia de las apariencias y corrupción del clero)
41
Estructura: Se organiza en un prólogo y siete tratados. Tratados I, II, II (infancia y primeros amos; hambre y miseria), tratados IV, v, VI
adolescencia y nuevos amos: aparente mejora) y tratado VII (edad adulta y matrimonio: deshonor final);
TRATADO PRIMERO
[CUENTA LÁZARO SU VIDA Y DE QUIÉN FUE HIJO]
[Cuenta los orígenes de la vida de Lázaro de Tormes, nacido en un molino del río Tormes, de cómo en una batalla contra los moros su
padre murió y de cómo su madre se juntó a otro hombre, el negro Zaide, (con el que tuvo un niño), y al que acusaron de robar parte de la
comida de los animales y otras cosas. Por esa razón, los azotaron y a la madre de Lázaro le prohibieron que entrase en casa del
comendador.]
Pues sepa, Vuestra Merced, ante todas las cosas, que a mí me llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona
Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, y por esa razón tomé este sobrenombre; y fue
de la siguiente manera: mi padre, que Dios perdone, tenía a su cargo atender al molino de una aceña que está en la ribera de aquel río,
en la cual fue molinero más de quince años; y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, le llegó el parto y me parió allí.
De manera que con verdad puedo decir que nací en el río. Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre haberse quedado
con granos o semillas de los que venían a moler allí, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por la justicia.
Espero por Dios que esté en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta batalla contra los moros,
entre los cuales estaba mi padre (que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho), con cargo de acemilero de un caballero que
fue allá; y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como se vio sin marido y sin abrigo, determinó acercarse a los buenos para ser uno de ellos, y se vino a vivir a la ciudad
y alquiló una casilla y se puso a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la
Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas. Ella y un hombre moreno de aquellos que cuidaban de las bestias se
conocieron. Este algunas veces venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día venía a la puerta con la excusa de comprar
huevos, y entraba en casa. Yo, las primeras veces que venía, me causaba pena, dolor y le tenía miedo, viendo el color y el mal gesto que
tenía; pero en cuanto vi que con su visita mejoraba el comer, me fue gustando más, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el
invierno leños, con los que nos calentábamos. De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre llegó a darme un negrito
muy bonito, que saltaba en mi regazo y al que yo ayudaba a arropar. Y me acuerdo de que estando el negro de mi padrastro
jugueteando con el chiquillo, como el niño veía a mi madre y a mi blancos y a él no, huía de él, con miedo, hacia mi madre, y, señalando
con el dedo, decía:
–¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
–¡Hideputa!
Yo, aunque muy joven, noté aquella palabra de mi hermanico y dije para mí mismo: “¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de
otros porque no se ven a sí mismos!”.
Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y, hecha la pesquisa, se vio que
hurtaba la mitad de la cebada que le daban para las bestias, y salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los caballos
las daba por perdidas; y cuando no tenía otra cosa, quitaba los hierros de las bestias, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi
hermanico. No nos maravillemos de un clérigo ni de un fraile, porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para
ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto.
Y se probó cuanto digo y aun más, porque a mí con amenazas me preguntaban, y, como niño, respondía y descubría cuanto sabía, con
miedo: hasta ciertas herraduras que por orden de mi madre vendí a un herrero.
Azotaron y atormentaron al triste de mi padrastro, y a mi madre, además de los cien azotes acostumbrados, le prohibieron por justicia
que entrase en casa del sobredicho comendador y que acogiese al agraviado Zaide en la suya.
Por no echar a perder más cosas, la triste se esforzó y cumplió la sentencia. Y, por evitar peligro y apartarse de las malas lenguas, se fue a
servir a los que entonces vivían en el mesón de la Solana; y allí, padeciendo mil contrariedades16, se acabó de criar mi hermanico hasta
que supo andar, y yo iba por vino y candelas y por lo que me mandaban para los huéspedes hasta que me hice buen mozuelo.
[EL TORO DE PIEDRA]
[Lázaro se va con el primero de sus amos, el ciego, que le pide a su madre el niño para que le haga de guía y para que lo sirva. A la salida
de Salamanca, el ciego le da la primera lección a Lázaro: le golpeará la cabeza contra el toro de piedra que estaba junto al puente, para
que aprenda a observar la vida y a valerse por sí mismo.]
Entonces vino a parar al mesón un ciego, el cual, como le pareció que yo serviría para guiarlo, me pidió a mi madre, y ella me
puso en sus manos, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la batalla de los Gelves, y
42
que ella confiaba en Dios que no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano.
Él respondió que así lo haría y que me recibía, no por mozo, sino por hijo. Y así, comencé a servirlo y a guiar a mi nuevo y viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, y como a mi amo le pareció que no ganaba suficiente, determinó irse de allí; y cuando
íbamos
a partir, yo fui a ver a mi madre, y, ambos llorando, me dio su bendición y dijo:
–Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno, y Dios te guíe. Te he criado y te he puesto con buen amo; válete por ti mismo.
Y así me fui hacia mi amo, que me estaba esperando. Salimos de Salamanca, y, al llegar al puente, hay a su entrada un animal de piedra,
que casi tiene forma de toro, y el ciego me mandó que me acercase al animal, y allí, me dijo:
–Lázaro, acerca el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Yo, simplemente, me acerqué, creyendo que sería así. Y como sintió que tenía la cabeza pegada a la piedra, afirmó recio la mano y me
dio un gran cabezazo en el diablo del toro, que me duró más de tres días el dolor de la cornada, y me dijo:
–Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
LÁZARO Y EL RACIMO DE UVAS (texto en castellano no adpatado)
Acaeció que llegando a un lugar que llaman Almorox, al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo dellas en
limosna, y como suelen ir los cestos maltratados y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo
en la mano; para echarlo en el fardel tornábase mosto, y lo que a él se llegaba. Acordó de hacer un banquete, ansí por no lo poder llevar
como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar y dijo:
"Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas dél tanta parte como yo.
Partillo hemos desta manera:
tú picarás una vez y yo otra; con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva, yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y
desta suerte no habrá engaño."
Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance; el traidor mudó de propósito y comenzó a tomar de dos en dos,
considerando que yo debría hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él, mas aun pasaba
adelante: dos a dos, y tres a tres, y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano y meneando la
cabeza dijo:
–"Lázaro, engañado me has: juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres."
–"No comí -dije yo- mas ¿por qué sospecháis eso?"
–Respondió el sagacísimo ciego: "¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.", a lo cual yo no
respondí.
[LA CENA DE LÁZARO Y EL ESCUDERO]
[Después del ciego y del clérigo, Lázaro se encuentra en la calle al que será su tercer amo: un escudero, que iba bien vestido y bien
peinado, lleno de orgullo, pero que no tenía ningún dinero, y que evitaba comer y darle de comer a Lázaro. Es más, Lázaro llegará a
mendigar para alimentarse y para alimentar a su propio amo, dando muestras de lástima hacia él. Al contrario de lo normal, será el
propio amo, y no el mozo, el que se escape huyendo del pago del alquiler de la casa, y dejando a Lázaro solo.]
Me senté a un extremo del poyo y, para que no me tuviese por glotón, callé la merienda. Y comienzo a cenar y morder en mis
tripas y pan, y, disimuladamente, miraba al desventurado señor mío, que no apartaba sus ojos de mis faldas, que entonces servían de
plato. Tanta lástima tenga Dios de mí, como yo tenía de él, porque sentí lo que sentía, y había pasado por ello muchas veces y lo pasaba
cada día. Pensaba si estaría bien el hecho de invitarlo; mas, por haberme dicho que había comido, me temía que no aceptaría el convite.
Finalmente yo deseaba que el pecador me ayudase a comérmelo, y desayunase como el día antes hizo, pues había mejor sustento, por
ser mejor la comida y menos mi hambre. Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo; porque como comencé a comer y él se
andaba paseando, se acercó a mí y me dijo:
–Te digo, Lázaro, que en la forma de comer tienes la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que a todo el que te vea le entrarán las
ganas, aunque no las tenga.
«Las muchas ganas que tú tienes –dije yo entre mí– hacen que mi forma de comer parezca hermosa».
Con todo, me pareció ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para ello, y le dije: –Señor, con lo bueno todos somos artistas. Este
pan está sabrosísimo, y esta pezuña de vaca tan bien cocida y sazonada que no habrá a quien no convide con su sabor.
43
–¿Es pezuña de vaca?
–Sí, señor.
–Te digo que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán que así me sepa.
–Pues pruebe, señor, y verá qué tal está.
Le pongo en las uñas la otra, y tres o cuatro raciones de pan de lo más blanco. Y se sentó al lado y comienza a comer como el que tenía
ganas, royendo cada huesecillo de aquéllos mejor de lo que lo haría un galgo suyo.
–Con almodrote –decía– es éste singular manjar.
«¡Con mejor salsa lo comes tú!» –respondí yo.
–Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hubiera comido bocado.
«¡Así se acaben mis desventuras si es eso cierto!» –dije yo entre mí.
Me pidió la jarra de agua y se la di como la había traído. Así fue como, pues no le faltaba el agua, no le había sobrado a mi amo
la comida. Bebimos, y nos fuimos a dormir muy contentos, como la noche pasada. Y por evitar alargar la historia, de esta manera
estuvimos ocho o diez días, yéndose el pecador en la mañana con aquel contento y paso contado a papar aire por las calles, teniendo en
el pobre Lázaro de quien poder aprovecharse.
Contemplaba yo muchas veces mi desastre, que, escapando de los amos ruines que había tenido y buscando mejoría, viniese a topar con
quien no sólo no me mantuviese, mas a quien yo había de mantener. Con todo, le quería bien, al ver que no tenía ni podía más, y antes
le tenía lástima que enemistad.(…)
TRATADO SÉPTIMO
[OFICIO REAL Y BODA]
[Finalmente , y después de tener por amos al buldero, a uno que vendía las panderetas que él mismo pintaba y a un capellán, Lázaro se
encuentra en la situación actual, cuando comienza la autobiografía, que es todo el libro. Trabaja como pregonero real, y su señor, el
arcipreste de San Salvador, le ayudará a casarse con una criada suya, aunque corren rumores de que la mujer de Lázaro se entiende con
el arcipreste.]
En este oficio real vivo a día de hoy y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced. Y es que tengo que pregonar84 los vinos
que se venden en esta ciudad, y en almonedas y cosas perdidas, acompañar los que padecen persecuciones por justicia y declarar a
voces sus delitos: pregonero, hablando en buen romance.
Todo me ha sucedido tan bien, y yo le he usado tan fácilmente, que casi todas las cosas relativas al oficio pasan por mi mano, tanto que,
en toda la ciudad, el que ha de echar vino a vender, o algo, si Lázaro de Tormes no entiende de ello, calculan que no sacarán provecho.
En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor arcipreste86 de San Salvador, mi señor, y
servidor y amigo de Vuestra Merced, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya. Y visto por mí que de tal
persona no podía venir sino bien y favor, acordé hacerlo.
Y así, me casé con ella, y hasta ahora no estoy arrepentido, porque, además de ser buena hija y diligente sirvienta, tengo en mi señor
arcipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da, en varias veces, casi cuatro fanegas de trigo; por las Pascuas, su carne; y en el
tiempo de la ofrenda del par de bodigos, las calzas viejas que deja. Y nos hizo alquilar una casilla al lado de la suya; los domingos y casi
todas las fiestas comíamos en su casa. Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué y sí sé
qué, que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisarle de comer. Y mejor les ayude Dios, que ellos dicen la verdad. Porque además de no
ser ella mujer que aprecie estas burlas, mi señor me ha prometido lo que pienso cumplirá; que él me habló un día mucho tiempo delante
de ella y me dijo:
–Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas nunca crecerá. Digo esto, porque no me sorprendería que alguien viese
entrar en mi casa a tu mujer y salir de ella. Ella entra muy a tu honra y suya. Y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden
decir, sino a lo que te toca, digo, a tu provecho.
–Señor –le dije–, yo determiné arrimarme a los buenos. Es verdad que algunos de mis amigos me han dicho algo de eso, y aun por más
de tres veces me han garantizado que, antes de casarse conmigo, había parido tres veces, hablando con reverencia de Vuestra Merced,
porque está delante. Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí, que yo pensé que la casa se hundiría con nosotros. Y después se puso
a llorar y a echar maldiciones sobre quien la había casado conmigo, de tal manera que quisiera estar muerto antes de que se me hubiera
escapado aquella palabra de la boca. Mas yo por un lado y mi señor por el otro, tanto le dijimos y le dimos la razón que cesó su llanto,
con juramento que le hice de que nunca más en mi vida le mencionaría nada de aquello, y que yo me alegraba y me parecía bien que ella
entrase y saliese de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y así quedamos los tres bien conformes.
Hasta el día de hoy nunca nadie nos oyó sobre el caso; antes bien, cuando siento que alguno quiere decir algo de ella, le corto la palabra
y le digo:
–Mirad, si sois mi amigo, no me digáis nada que lamente, que no tengo por mi amigo al que me causa dolor, mayormente si me quieren
poner a mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a mí, y me hace Dios con ella mil mercedes y
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más bien del que yo merezco. Que yo juraré sobre la hostia consagrada que es tan buena mujer como cualquier otra que viva dentro de
las puertas de Toledo. Quien otra cosa me dijese, yo me mataré con él.
De esta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa.
ACTIVIDADES
1. Localiza la mención al receptor de la carta de Lázaro que se hace al comienzo.
2. Indica que indicios ponen de manifiesto que se trata de un relato autobiográfico (pronombres personales, posesivos, formas verbales).
3. ¿Los relatos transcurren en lugares reales o imaginarios?
4. Resume en cinco líneas cada uno los episodios de: el toro de piedra, el racimo de uvas y la cena de lázaro y el escudero. Indica el tema principal del
fragmento
5. Según el último episodio, donde se ventila el caso del que se habla al principio, ¿crees que lázaro a ascendido socialmente y ha progresado realmente
al final de la novela?
LÍRICA DEL SIGLO DE ORO - LUIS DE GÓNGORA (1512 – 1627)
Luis de Góngora y Argote nació y murió en Córdoba. De familia noble, ligada a la iglesia. Estudió leyes en Salamanca. En 1617 se trasladó a Madrid, se
ordenó sacerdote y obtuvo el cargo de capellán real, tal vez como un medio de subsistencia para poder dedicarse a la poesía, que fue su verdadera
vocación. Sus poemas provocaron grandes polémicas, mantuvo relaciones conflictivas con otros poetas de su tiempo, sobre todo con Lope de Vega y
Quevedo (su gran rival). Góngora escribió poesía amorosa, filosófica y satírico-burlesca (sonetos, romances, letrillas); pero destaca sobre todo por La
Fábula Polífemo y Galatea y las Soledades (es una obra incompleta, escrita en silvas y protagonizada por un joven peregrino que naufraga en una isla)
Estos dos poemas, fechados en 1613, comparten una serie de rasgos que han definido el llamado estilo gongorino –culteranismo– cuyas características
principales serán:
1. El argumento es un mero pretexto para construir un mundo de belleza verbal y sensorial, una forma de evadirse de la miserable realidad de la época;
2. La lengua poética es de extrema dificultad (alusiones mitológicas) y su comprensión es un reto intelectual para el lector.
3. La realidad se presenta embellecida por acumulación de recursos retóricos: constantes metáforas (relaciones con el color y la música) y símiles en los
que se utiliza un léxico culto exquisito y colorista.
Sus poemas provocaron enconadas polémicas, especialmente con Francisco de Quevedo, su gran rival con el que intercambió no pocos poemas
burlescos.
SONETOS
1
Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio, en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
2
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
3
¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,
amantes, no toquéis si queréis vida, 5
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado
cual entre flor y flor sierpe escondida.
¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
No os engañen las rosas que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas, 10
se le cayeron del purpúreo seno:
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
vuélvete al lugar triste donde estabas, 10
o al reino (si allá cabes) del espanto;
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.
mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.
SOLEDAD PRIMERA
1- Era del año la estación florida
En que el mentido robador de Europa
—Media luna las armas de su frente,
Y el Sol todo los rayos de su pelo—,
5- Luciente honor del cielo,
En campos de zafiro pace estrellas,
Cuando el que ministrar podía la copa
A Júpiter mejor que el garzón de Ida,
9- —Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,>>
45
10- >>Lagrimosas de amor dulces querellas
Da al mar; que condolido,
Fue a las ondas, fue al viento
El mísero gemido,
Segundo de Arïón dulce instrumento.
Del siempre en la montaña opuesto pino
Al enemigo Noto
Piadoso miembro roto
—Breve tabla— delfín no fue pequeño
Al inconsiderado peregrino
Que a una Libia de ondas su camino
Fió, y su vida a un leño. […]
Traducción en prosa la SOLEDAD, de Dámaso Alonso:
Era aquella florida estación del año en que el Sol entra en el signo de
Tauro (signo del Zodíaco que recuerda la engañosa transformación de
Júpiter en toro para raptar a Europa). Entra el Sol en Tauro por el mes de
abril, y entonces el toro celeste (armada su frente por la media luna de
los cuernos, luciente e iluminado por la luz del Sol, traspasado de tal
manera por el Sol que se confunden los rayos del astro y el pelo del
animal) parece que pace estrellas en los campos azul zafiro del cielo.
Pues en este tiempo, un mancebo, que por su belleza pudiera mejor que
el garzón Ganimedes ser el copero de Júpiter, náufrago en medio del mar,
y, a más de esto, ausente de la que ama y desdeñado por ella, da dulces y
lagrimosas querellas al mar, de tal suerte que, condolido el Océano, sirvió
el mísero gemido del joven para aplacar el viento y las ondas, casi como si
el doloroso canto del mancebo hubiera repetido el prodigio de la dulce
lira de Arión. (Navegando de Italia a Corinto quisieron los marineros, por
apoderarse de las riquezas del músico Arión, arrojar a éste al agua.
Solicitó Arión cantar antes de morir, y, habiéndosele concedido, a la
música de su lira acudieron los delfines. Visto que no podía obtener gracia
de los que le querían matar, se arrojó al agua; pero un delfín lo tomó
sobre su lomo y condujo a tierra. Del mismo modo la lastimosa canción
de nuestro náufrago hizo que el mar se condoliera de él y le salvó la vida).
Una piadosa tabla de pino (árbol opuesto siempre en la montaña al viento
Noto, su enemigo), una rota y pequeña tabla de la naufragada
embarcación, sirvió como de "delfín" suficiente a nuestro peregrino, fue
suficiente para salvar la vida del mancebo, tan inconsiderado, que se
había atrevido a confiar su camino a un desierto de olas, al mar, y su vida
a un leño, a una nave.
LETRILLAS
Ándeme yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días 5
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
10
el príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
15
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
20
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente. […]
ACTIVIDADES
1. Los dos cuartetos del primer soneto contiene la descripción de una mujer. ¿Qué rasgos de ella se destacan? ¿A qué modelo femenino responden?
2. Señala con qué recursos literarios se expresa cada uno de esos rasgos.
3. El primer terceto incluye una exhortación y una advertencia que llega hasta el final. ¿A quién se dirigen? ¿Qué equivalencias observas entre los versos 9 y 11?
4. Indica en los tercetos las metáforas por medio de las cuales se hace referencia a la juventud, la vejez y la muerte.
5. ¿Qué tópicos desarrolla este soneto de Góngora? Analízalo métricamente.
6 El textos de las soledades refiere que en primavera, en un periodo dominado por el signo de Tauro, un hermoso náufrago se queja al mar, para quien
su lamento resulta música. Reconoce en él rasgos estilísticos de la poesía gongorina. Tipo de estrofa.
FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)
Nació en Madrid, en el seno de una familia perteneciente a la nobleza. Estudió en la Universidad de Alcalá. A partir de 1613, estuvo al servicio
del duque de Osuna, y realizó misiones diplomáticas y políticas. Tuvo ambiciones políticas que lo llevaron por dos veces a la cárcel. Con la caída del
duque fue condenado a prisión y desterrado. Felipe IV le permitió regresar a la corte donde se relacionó con el conde-duque de Olivares. En 1639 fue
encarcelado en el convento de san Marcos en León por motivos no aclarados. Tras su segunda estancia en prisión, muy mermado físicamente, murió en
Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).
Su gran talento literario fu inseparable de una personalidad discutible y polémica; misógino, antisemita, defensor a ultranza de los privilegios de su
clase social.
En la obra poética de Quevedo se distinguen tres bloques temáticos:
1. poemas filosóficos-morales (influidos por la moral cristiana muestran un profundo desengaño),
2. poemas amorosos (tiene sus raíces en la lírica cancioneril y en la poesía de Petrarca y desarrolla motivos sobre la belleza de la amada, el sufrimiento
y el llanto del amante, la locura amorosa y el amor)
3. poemas satíricos-burlescos (critica las costumbres y los tipos humanos y sociales de la época).
En su estilo utiliza para expresar las ideas, la agudeza y su ingenio numerosas metáforas, símiles, antítesis, contrastes, léxico culto, el hipérbaton y la
caricatura para provocar la risa con hipérboles, retruécanos, etc.
Además de poesía, Quevedo escribió una novela picaresca (el Buscón) y obras políticas y filosóficas (los Sueños).
46
SONETOS (14 VERSOS - DOS CUARTETROS Y DOS TERCETOS).
1-Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
5-Salime al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
9- Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.
12-Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Soneto amoroso definiendo el amor.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado,
es un descuido que nos da cuidado, 5
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado,
es una libertad encarcelada
que dura hasta el postrero parasismo, 10
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, éste es su abismo:
¡mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
Al tabaco en polvo, doctor a pie.
Poderoso caballero es don Dinero
¡Oh doctor hierba, docto sin Galeno,
barato sin barbero y sin botica,
en donde el bote suele ser de pica
para el que malo está, y aun para el bueno!
Madre, yo al oro me humillo:
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de contino anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Tú, que sin mula vas, de virtud lleno, 5
a la nariz del pobre que te aplica,
que no orinal ni pulso te platica,
ni el que con barba y guantes es veneno,
como el oro por Indias graduado,
sin el martirologio de la vida, 10
de solo un papelillo acompañado,
hoy medicina a la otra preferida:
¿cuánto va, si se mira con cuidado
14- de la que es moledora a la molida?
A la edad de las mujeres
De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!
De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.
A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
y cumplidos los cincuenta, da en santera,
y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.
POEMAS SATÍRICOS Y BURLESCOS
A una nariz.
Al mosquito de la trompetilla
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado;
Ministril de las ronchas y picadas,
Mosquito postillón, Mosca barbero,
Hecho me tienes el testuz harnero
Y deshecha la cara a manotadas.
era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Trompetilla que toca a bofetadas,
Que vienes con rejón contra mi cuero,
Cupido pulga, Chinche trompetero
Que vuelas comezones amoladas,
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito, 10
los doce tribus de narices era;
¿Por qué me avisas si picarme quieres?
Que pues que das dolor a los que cantas,
De Casta y condición de potras eres.
érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito
Tú vuelas y tú picas y tú espantas
Y aprendes del cuidado y las mujeres
A malquistar el sueño con las mantas.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y, pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán, y es como un oro;
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y, pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa,
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero, pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y, pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero. […]
ACTIVIDADES
1. Indica qué estrofa es utilizada Quevedo en estos poemas. Di el tema de los poemas.
2. En el poema poderoso caballero don dinero aparece una figura retórica relacionada con el dinero, ¿cuál es? Copia los ejemplos que encuentres.
3. Localiza en los sonetos del amor y a una nariz las siguientes figuras: paradojas, antítesis, paralelismos, personificaciones, hipérboles, metáforas.
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PROSA DE QUEVEDO - EL BUSCÓN
Argumento
El Buscón cuenta las andanzas del pícaro Pablos, quien, tras escapar de casa, se pone al servicio del joven caballero don Diego Coronel en Segovia; allí se
hospedan ambos en casa del Dómine Cabra, donde pasan hambre infinita. Se traslada luego Pablos a la Universidad de Alcalá de Henares, cuyos
estudiantes le hacen objeto de crueles novatadas; vuelve a Segovia, a cobrar una herencia, para instalarse luego en Madrid. Allí se hace pasar por un
hombre acaudalado con la intención de casarse con una mujer rica, pero le descubre su antiguo amo, don Diego Coronel. Tras una desgraciada serie de
aventuras entre Madrid, Toledo y Sevilla –obsesionado siempre por alcanzar la condición de caballero– decide viajar a América para librarse de la acción
de la justicia.
Estilo
Quevedo demuestra en esta obra un gran dominio del lenguaje, pero no sólo por la riqueza del vocabulario empleado, sino por su habilidad para
hacer juegos de palabras y forzar dobles sentidos; además, abundan los chistes macabros y las groserías.
La sátira se lleva al límite en esta obra. Quevedo no describe espacios ni personajes de forma realista, sino grotesca; acaban siendo puras
caricaturas. Esta exageración es un rasgo típicamente barroco. Así, el Dómine Cabra no es sólo pobre y miserable, es calificado de «archipobre y
protomiseria».
Intención
El objetivo de Quevedo es hacer reír, lograr efectos cómicos. No se detiene en digresiones moralizadoras ni señala qué acciones son moralmente
condenables; de hecho, muchos malos comportamientos quedan sin castigo. Sólo hay una moraleja final: «nunca mejora su estado quien muda
solamente de lugar y no de vida y costumbres». Principalmente pretende demostrar la imposibilidad de ascenso social de las clases bajas: Pablos quiere
ser otra cosa, pero todos sus intentos fracasan. Cuando trata de hacerse pasar por caballero o por rico, sufre inmediatamente el castigo
TEXTO
Las consecuencias del hambre
Entramos en casa de don Alonso y echáronnos en dos camas con mucho tiento, porque no se nos desparramasen los huesos de puro roídos de la
hambre. Trajeron exploradores que nos buscasen los ojos por toda la cara, y a mí, como había sido mi trabajo mayor y la hambre imperial, que al fin m
me trataban como a criado, en buen rato no me los hallaron. Trajeron médicos y mandaron que nos limpiasen con zorras el polvo de las bocas, como a
retablos, y bien lo éramos de duelos. Ordenaron que nos diesen sustancias y pistos. ¡Quién podrá contar, a la primera almendrada y a la primera ave, las
luminarias que pusieron las tripas de contento! Todo les hacía novedad. Mandaron los dotores que por nueve días no hablase nadie recio en nuestro
aposento, porque como estaban huecos los estómagos sonaba en ellos el eco de cualquiera palabra.
Con estas y otras prevenciones comenzamos a volver y cobrar algún aliento, pero nunca podían las quijadas desdoblarse, que estaban magras y
alforzadas, y así se dio orden que cada día nos las ahormasen con la mano del almirez.
Levantábamonos a hacer pinicos dentro de cuarenta días, y aún parecíamos sombras de otros hombres, y en lo amarillo y flaco simiente de los padres
del yermo. Todo el día gastábamos en dar gracias a Dios por habernos rescatado de la captividad del fierísimo Cabra, y rogábamos al Señor que ningún
cristiano cayese en sus manos crueles. Si acaso, comiendo, alguna vez nos acordábamos de las mesas del mal pupilero, se nos aumentaba la
hambre tanto que acrecentábamos la costa aquel día. Solíamos contar a don Alonso cómo al sentarse en la mesa nos decía males de la gula (no
habiéndola él conocido en su vida), y reíase mucho cuando le contábamos que en el mandamiento de «No matarás», metía perdices y capones, gallinas
y todas las cosas que no quería darnos, y, por el consiguiente, la hambre, pues parecía que tenía por pecado el matarla, y aun el herirla, según
regateaba el comer.
ACTIVIDADES
1. Resume el contenido del texto. Comenta el juego irónico en torno al mandamiento «No matarás».
2. Identifica las diversas partes en las que se articula el fragmento.
3. Hemos visto cómo El Buscón aprovecha el esquema formal de la picaresca como pretexto para la exageración conceptista y los juegos de palabras.
En este sentido:
• ¿Cómo se describen los efectos del hambre?
• Subraya las distintas expresiones usadas para tal fin por Quevedo.
4. Verás que uno de los recursos más empleados es el de atribuir cualidades humanas a objetos o partes del cuerpo. Se produce así una visión
desintegrada de la realidad. Escoge y analiza algunos ejemplos de este procedimiento.
CERVANTES - EL QUIJOTE
http://cervantes.uah.es/inicio.htm
http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/Cervantes/
http://miguelde.cervantes.com/index.html
http://quijote.bne.es/libro.html
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02584060888025139754480/
http://blocs.xtec.cat/lite2/files/2012/09/Don-Quijote-1a-Parte-1.pdf
http://blocs.xtec.cat/lite2/files/2012/09/Don-Quijote-2a-Parte.pdf
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Biografía
Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547. Fue el cuarto de los siete hijos de un modesto cirujano, Rodrigo de
Cervantes, y de Leonor Cortinas. A los dieciocho años tuvo que huir a Italia porque había herido a un hombre en un duelo; allí entró al
servicio del cardenal Acquaviva. Poco después se alistó como soldado y participó heroicamente en la batalla de Lepanto, en 1571; donde
fue herido en el pecho y en la mano izquierda, que le quedó anquilosada. Cervantes siempre se mostró orgulloso de haber participado
en la batalla de Lepanto. Continuó unos años como soldado y, en 1575, cuando regresaba a la península junto a su hermano Rodrigo,
fueron apresados y llevados cautivos a Argel. Cinco años estuvo prisionero, hasta que en 1580 pudo ser liberado gracias al rescate que
aportó su familia y los padres trinitarios. Durante su cautiverio, Cervantes intentó fugarse varias veces, pero nunca lo logró.
Cuando en 1580 volvió a la Península tres doce años de ausencia, intentó varios trabajos y solicitó un empleo en las Indias, que
no le fue concedido, Fue una etapa dura para Cervantes, que empezaba a escribir en aquellos años, En 1584 se casó y, entre 1587 y
1600, residió en Sevilla ejerciendo un ingrato y humilde oficio –comisario de abastecimientos-, que le obligaba a recorrer Andalucía
requisando alimentos para las expediciones que preparaba Felipe II. La estancia en Sevilla parece ser fundamental en la biografía
cervantina, pues tanto los viajes como la cárcel le permitieron conocer todo tipo de gentes que aparecerán como personajes en su obra.
Cervantes se trasladó a Valladolid en 1604, en busca de mecenas en el entorno de la corte, pues tenía dificultades económicas.
Cuando en 1605 publicó la primera parte del Quijote, alcanzó un gran éxito, lo que le permitió publicar en pocos años lo que había ido
escribiendo. En 1615 publicó la segunda parte de "El Quijote de la Mancha". Viviendo en Madrid, cayó enfermo y falleció el 22 de abril
de 1616. Sin embargo, a pesar del éxito del Quijote, Cervantes siempre vivió con estrecheces, buscando la protección de algún mecenas
entre los nobles, lo que consiguió sólo parcialmente del conde de Lemos, a quien dedicó su última obra, Los trabajos de Persiles y
Segismunda.
El QUIJOTE se publicó en dos partes: la primera en 1605 y la segunda en 1615.
Estructura y Argumento:
Primera parte. Primera salida: Alonso Quijano, un hidalgo manchego, pierde el juicio por leer demasiados libros de caballerías. Decide,
en solitario, imitar a los héroes de sus lecturas y, convertido en caballero andante, sale de su aldea en busca de aventuras. Apaleado por
unos mercaderes, se ve forzado a regresar. Segunda salida: don Quijote recorre la Mancha acompañado por su escudero Sancho Panza,
tras diversas aventuras, en las que don Quijote deforma la realidad para acomodarla a sus fantasías caballerescas (ver gigantes donde
hay molinos, ejércitos donde hay rebaños…) retornan maltrechos a la aldea. (Se enfrenta a la realidad y fracasa)
Segunda parte: don Quijote ya no tergiversa la realidad sino que son los demás los que tratan de confundirlo para burlarse de él.
Vencido en la playa de Barcelona por el caballero de La blanca Luna (en realidad, el bachiller Sansón Carrasco, su vecino), vuelve a casa,
donde recupera la cordura y muere.
TEXTOS
PRIMERA PARTE
Capítulo I
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha.
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y
quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El
resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se
honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y
un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta
años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el
sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque por conjeturas
verosímiles se deja entender que se llamaba Quijano. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga
un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías,
con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su
curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así,
llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de
Silva; porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos
requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera
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mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura». Y también cuando leía: «… los altos cielos que de vuestra
divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza».
Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las
entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. […]
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y
así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro de manera, que vino a perder el juicio.
Capítulo II
[…]
Autores hay que afirman que su primera aventura fue la del Puerto Lápice; otros, que la de los molinos de viento; pero lo que yo he
averiguado en los documentos de la Mancha es que anduvo todo el día hasta que si hizo de noche. Amo y rocín se encontraban agotados
cuando don Quijote vio una venta, que nuestro aventurero tomó por un hermoso castillo, con torres y puente levadizo, y hacia ella se
encaminó. En la puerta estaban dos rameras que hacían noche allí con unos muleros que iban a Sevilla, y él las tomó por hermosas
doncellas. Un porquero tocó un cuerno para llamar a sus cerdos y el aventurero interpretó que algún músico le daba la bienvenida.
Cuando las dos mujeres vieron a aquel hombre llegar tan tatamente armado echaron a correr asustadas y don Quijote les gritó:
-Non fuyan, altas doncellas, que a la orden de caballería que profeso prohíbe facer daño alguno a nadie y mi intención es sólo serviros.
Las mujeres, aunque no entendieron bien lo que aquel caballero les decía, se echaron a reír por su apariencia y por oírse llamar
doncellas, hasta que salió el ventero, gordo y, por lo tanto pacífico, que se sorprendió de ver una fura tan contrahecha en su venta:
-Si el señor caballero busca lecho, en esta venta no hay ninguno. Si busca posada, la encontrara en abundancia.
-Para mí, señor del castillo, cualquier cosa basta, que mi descanso es pelear -respondió don Quijote, mientras se apeaba agotado, pues
no había comido nada aquel día.
Pidió luego el huésped que cuidaran de su valioso caballo. Mientras las dos doncellas desarmaban a don Quijote, este les dijo con
donaire:
-Nunca hubo gran caballero
de damas tan bien servido
como lo fue don Quijote
cuando de su aldea vino:
doncellas cuidaban de él;
princesas, de su rocino.
O Rocinante, que es su nombre, y don quijote de la mancha, el mío.
Las mozas no dadas a la retórica, le preguntaron si quería comer algo.
-cualquiera yantaría -respondió-, y me vendría muy bien.
Como le dijeron que, por ser viernes, había pescado, el lo aceptó. Le pusieron bacalao y un pan negro y mugriento pero, como tenía
puestas la celada y la visera del casco, que nos e había podido quitar, mal podía comer y beber si una de las mozas no las sujetaba y le
daba de beber con una pajita. En esto, llego un castrador de puercos y tocó un silbato, música que reforzó en don Quijote la idea de que
estaba en un castillo servido por princesas. Pero sentía no haber sido aún armado caballero.
Capítulo XX - Con la espantosa aventura nocturna de los batanes
Don Quijote se encuentra junto con su escudero, ambos están asustados por un extraño ruido del que no conocen la causa. Sin embargo, respondiendo a
su papel de caballero, don Quijote esconde su evidente miedo y decide acometer valerosamente esta aventura y enfrentarse, de esta manera, al
causante de estos ruidos. Por lo tanto, ordena a Sancho que se espere allí durante tres días, al cabo de los cuales, si aún no había vuelto, debía regresar a
su aldea e informar a su amada Dulcinea que había muerto en la batalla.
Sancho, al oír las palabras de su amo, se puso a llorar y le suplicó que “aunque no quiera vuestra merced desistir de acometer este fecho, dilátelo, a lo
menos, hasta la mañana” Pero don Quijote seguía empeñado en marchar. Así que Sancho “ató con el cabestro de su asno ambos pies a Rocinante, de
manera que cuando don Quijote se quiso partir, no pudo, porque el caballo no se podía mover sino a saltos. Por lo tanto, don Quijote tuvo que esperar
toda la noche hasta que amaneciera. Mientras tanto, Sancho empezó a contarle la que para él era “la mejor de las historias”, la cual hablaba del
romance entre el pastor Lope de Ruiz y la pastora Torralba. Sin embargo, no pudo acabarla de explicar debido al gran “miedo que había entrado en su
corazón” por el constante ruido que se oía. Tal era el miedo que tenía, que hasta se hizo sus necesidades encima.
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Decidieron buscar alguna fuente a tientas, pues era noche cerrada. No habían andado mucho cuando oyeron ruido como de una
cascada. Se alegraron al principio pero luego, al aguzar el oído para escuchar de donde venía, oyeron otro estruendo que les aguó el
contento del agua, sobre todo al miedoso de Sancho, pues se oían unos golpes a compás con grujir de hierros y cadenas. Se escondieron
entre unos árboles, cuyas hojas movía el viento, y esperaron, pero como el golpeteo continuaba y no se veía nada, don Quijote subió a
lomos de Rocinante y dijo:
-¡Oh, Sancho amigo! Has de saber que para mí son las grandes hazañas pues yo nací para resucitar la edad dorada, la Tabla Redonda, los
Doce pares y hacer olvidar a todos los demás caballeros andantes del pasado. Bien notas las tinieblas, el raro silencia roto por el
estruendo y el golpeteo, que meterían miedo al mismo Marte; todo parece ser advertencia para que acometa otra aventura. Quédate
aquí mientras yo marcho y, si en el plazo de tres días no he vuelto, anuncia a mi señora Dulcinea del Toboso que morí por hacerme digno
de ella.
-Señor -respondió Sancho con tiernas lágrimas-, desviémonos del peligro, que quien busca el peligro perece en él; bastante hemos
pasado hasta ahora, y además, cuando vuestra merced se haya apartado de aquí, entregaré el alma. Yo dejé mujer e hijos por aquella
promesa vuestra de la ínsula, pero la codicia rompe el saco. Espere, al menos, su merced a que amanezca, que faltarán tres horas por la
posición de las estrellas.
-Falte lo que falte -dijo don Quijote, sorprendido del conocimiento de las estrellas de su escudero-, no he de dejarme llevar por lágrimas
o ruegos. Aprieta bien las correas a Rocinante y espera a mi vuelta.
Viendo Sancho que sus ruegos no servían, al tiempo que las cinchas de la silla de montar, ató con las correas los pies de Rocinante, con lo
que el caballo no se podía mover cuando se lo solicitaba don Quijote. Dijo Sancho a su amo, que se desesperaba por partir y no entendía
lo que pasaba, que pues el cielo había decidido que Rocinante no se moviera, estaría bien que se apeara del caballo y descansara. Don
Quijote respondió que él no era caballero de los que descansan en los peligros.
Sancho se abrazó al muslo de su señor y propuso contar algún cuento para entretenerse y, como le pareció buen a su amor, Sancho
contó:
[…]
Entonces a Sancho le vino la necesidad de hacer lo que otro no podía hacer por él, ya fuera por el frío o porque hubiese censado
cosas lenitivas, que aflojan el vientre, o por otra razón, pero como el miedo le impedía separarse de su amo, decidió bajarse los calzones,
remangarse la camisa y dejar hacer al cuerpo procurando no hacer ruido, lo que resultó imposible.
-¿Qué rumor es ese, Sancho?
-No sé -respondió Sancho-, que estamos rodeados de aventuras.
-Pero como la obra de Sancho seguía y los efluvios subían en línea recta hasta las sensibles narices de don Quijote, este le dijo con tono
gangoso pues se cerraba la nariz con los dedos:
-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Sí tengo -dijo Sancho, por traerme a deshoras por estos pasos, pero ¡en qué lo nota vuestra merced?
-En que ahora hueles más que nunca -respondió don Quijote-, y no a ámbar. Retírate un poco y ten más en cuenta tu persona y la mía.
Como se acercaba el amanecer, Sancho se recompuso […]
Aclarando el día, don Quijote, con Sancho detrás, se fue aproximando entre castaños y prados a unas peñas de las que surgían los ruidos,
y allí vio un salto de agua y unas casas de las que salían golpeos horrísonos; se encomendaba el caballero, de todo corazón, a su señora y
a Dios, mientras se acercaba y aumentaba el espantable ruido, hasta que al doblar de una esquina vio, ¡oh lector!, que el ruido lo hacía
los alternos golpes de seis mazos de batán.
Quedaron mirándose amo y criado, don Quijote, avergonzado, y Sancho, con los carrillos hinchados a punto de reventar de risa, lo que al
fin sucedió y llevó a la risa también a don Quijote, sin que pudiera contenerse.
-“Has de saber –dijo Sancho con tono burlón-, ¡oh Sancho amigo!, que para mí se guardan las grandes hazañas, que yo nací para
resucitar…”
Le sentó tan mal a don Quijote la chanza que le asestó con el lanzón dos golpes en la espalda a su escudero.
-No me burlo yo –dijo don quijote-. ¿Estoy obligado como caballero a conocer todos los ruidos? Si hubieran sido gigantes en vez de
mazos, habría dado con ellos patas arriba.
-Sosiégese, confieso que he andado demasiado burlón –dijo sancho-, pero hemos pasado tanto miedo, al menos yo, que la aventura ha
sido bien de reír y de contar.
No niego que sea caso de gran sisa –respondió don quijote-, pero no es de contar, que no todas las personas son discretas.
- Al menos –dijo sancho con humor-, acertó dándome con el lanzón, que bien se dice que quien bien te quiere te hará llorar, y puede
suceder que después de los pales me dé una ínsula.
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-Tienes razón. Perdona lo pasado, Sancho, pero ten en cuenta que nuca he leído que3 los escuderos hablen tanto con sus señores como
tú. Gandalín, escudero de Amadís, hablaba a su señor poco, humildemente y con la cabeza baja. Recuerda que es necesario hacer
diferencia de señor a criado, de caballero a escudero. Y ya vendrán las mercedes y el salario.
Preguntó luego Sancho a su señor cómo cobraban los escuderos, a falta de las demás mercedes, y le respondió don Quijote que los
escuderos no tenían salario, aunque a él se lo dejaba en el testamento, en caso de su muerte. Aseguró Sancho a su señor que a partir de
entonces sería más discreto, de lo que quedó satisfecho don Quijote.
ACTIVIDAD
1. Elabora un breve resumen de este capítulo
SEGUNDA PARTE
Capítulo IL
«"(...) Llegó la noche (...). Aderezáronse de ronda; salió con el mayordomo, secretario y maestresala, y el coronista que tenía cuidado de
poner en memoria sus hechos, y alguaciles y escribanos: tantos, que podía formar un mediano escuadrón. Iba Sancho en medio, con su
vara (...).
Y en esto llegó un corchete, que traía asido a un mozo, y dijo:
-Señor Gobernador, este mancebo venía hacia nosotros, y así como columbró la justicia, volvió las espaldas y comenzó a correr como un
gamo, señal que debe de ser algún delincuente; yo partí tras él, y si no fuera porque tropezó y cayó, no le alcanzara jamás.
-¿Por qué huías, hombre? -preguntó Sancho.
A lo que el mozo respondió:
-Señor, por excusar de responder a las muchas preguntas que las justicias hacen.
-¿Qué oficio tienes?
-Tejedor.
-¿Y qué tejes? -Hierros de lanzas, con licencia buena de vuestra merced.
-¿Graciosico me sois? ¿De chocarrero os picáis? Está bien. ¿Y adónde íbades ahora?
-Señor, a tomar el aire.
-¿Y adónde se toma el aire en esta ínsula?
-Adonde sopla.
-¡Bueno: respondéis muy a propósito! Discreto sois, mancebo; pero haced cuenta que yo soy el aire, y que os soplo en popa y os
encamino a la cárcel. Asilde, ¡hola!, y llevadle, que yo haré que duerma allí sin aire esta noche.
-¡Par Dios -dijo el mozo-, así me haga vuesa merced dormir en la cárcel como hacerme rey!
-Pues ¿por qué no te haré yo dormir en la cárcel? -respondió Sancho-. ¿No tengo yo poder para prenderte y soltarte cada y cuando que
quisiere?
-Por más poder que vuestra merced tenga -dijo el mozo-, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.
-¿Cómo que no? -replicó Sancho-; llevadle luego, donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su
liberalidad, que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel.
-Todo eso es cosa de risa -respondió el mozo-. El caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.
-Dime, demonio -dijo Sancho-, ¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar?
-Ahora, señor Gobernador -respondió el mozo con muy buen donaire-, estemos a razón y vengamos al punto. Prosuponga vuestra
merced que me manda llevar a la cárcel, y que en ella me echan grillos y cadenas, y que me meten en un calabozo, y se le ponen al
alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto
toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir si yo no quiero?
-No, por cierto -dijo el secretario-, y el hombre ha salido con su intención.
-De modo -dijo Sancho-, que no dejaréis de dormir por otra cosa que por vuestra voluntad, y no por contravenir a la mía.
-No, señor -dijo el mozo-, ni por pienso.
-Pues andad con Dios -dijo Sancho-; idos a dormir a vuestra casa, y Dios os dé buen sueño, que yo no quiero quitárosle; pero aconséjoos
que de aquí adelante no os burléis con la justicia, porque toparéis con alguna que os dé con la burla en los cascos (...)."
ACTIVIDAD
1. Elabora un breve resumen de este capítulo
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Capítulo XLII - De los sabios consejos que don Quijote dio a Sancho panza
En esto llegó don Quijote, y sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, con licencia
del Duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio. Entrados,
pues, en su aposento, cerró tras sí la puerta, y hizo casi por fuerza que Sancho se sentase junto a él, y con reposada voz le dijo:
-Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha, te haya salido a ti a
recebir y a encontrar la buena ventura. Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de
aventajarme, y tú, antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te ves premiado de tus deseos. Otros cohechan, importunan,
solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo ni cómo no, se halla con el cargo y
oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Tú, que para
mí sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar, y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento, que te ha tocado de la
andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo ¡oh Sancho! para que no
atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a
la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está ¡oh hijo!
atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde
vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.
Primeramente ¡oh hijo!, has de temer a Dios; porque en el temerle esta la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede
imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey; que si esto haces, vendrá a ser feos pies
de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
-Así es la verdad -respondió Sancho-; pero fue cuando muchacho; pero después, algo hombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no
puercos. Pero esto paréceme a mí que no hace al caso; que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes.
-Así es verdad -replicó don Quijote-; por lo cual los no de principios nobles deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una
blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración maliciosa, de quien no hay estado que se escape.
Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque viendo que no te corres,
ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Inumerables son aquellos que de baja
estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te
cansaran. Mira, Sancho:
- Si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y
señores; porque la sangre se hereda, y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes no le deseches ni le afrentes;
antes le has de acoger, agasajar y regalar; que con esto satisfarás al cielo que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo y
corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada.
- Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala,
doctrínala, y desbástala de su natural rudeza; porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una
mujer rústica y tonta. (que se comporte adecuadamente)
- Si acaso enviudares (cosa que puede suceder), y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña
de pescar, y del no quiero de tu capilla; porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el
marido en la residencia universal, donde pagara con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la
vida.
- Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos.
- Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico.
- Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
- Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama del juez
riguroso que la del compasivo.
- Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
- Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria, y ponlas en la verdad del caso.
- No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más veces serán sin remedio; y si le tuvieren,
será a costa de tu crédito, y aún de tu hacienda.
- Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la
sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.
- Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las
malas razones.
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- Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza
nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los
atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.
--Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad
indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos
pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros
netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para
adorno del cuerpo.
ACTIVIDAD
1. Enumera los consejos que le da don Quijote Sancho Panza. Pon el consejo en una máxima en lenguaje actualizado.
Capítulo XLIII -
De los consejos segundos que dio don Quijote a Sancho Panza.
¿Quién oyera el pasado razonamiento de don Quijote que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencionada? Pero, como
muchas veces en el progreso desta grande historia queda dicho, solamente disparaba en tocándole en la caballería, y en los demás
discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera, que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio, y su juicio
sus obras; pero en ésta destos segundos documentos que dio a Sancho mostró tener gran donaire, y puso su discreción y su locura en un
levantado punto. Atentísimamente le escuchaba Sancho, y procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien pensaba
guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno. Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo:
–En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las
uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las
manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y
extraordinario abuso.
No andes, Sancho, desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad
no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César.
Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si su- friere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más
que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres,
y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no la alcanzan los vanagloriosos.
No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería. Anda despacio; habla con reposo; pero no de manera, que parezca
que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala.
Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado80 en el beber,
considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar
delante de nadie.
–Eso de erutar no entiendo –dijo Sancho. Y don Quijote le dijo:
–Erutar, Sancho, quiere decir, regoldar, y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy
significativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones; y cuando algunos no
entienden estos términos, importa poco; que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es
enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso.
–En verdad, señor –dijo Sancho–, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo
suelo hacer muy a menudo.
–Erutar, Sancho; que no regoldar –dijo don Quijote.
–Erutar diré de aquí adelante –respondió Sancho–, y a fee que no se me olvide.
–También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que puesto que los refranes son
sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.
–Eso Dios lo puede remediar –respondió Sancho–; porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando
hablo, que riñen, por salir, unos con otros; pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo; más yo
tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo; que en casa llena, presto se guisa la cena; y quien
destaja, no baraja; y a buen salvo está el que repica; y el dar y el tener, seso ha menester. –¡Eso sí, Sancho! –dijo don Quijote–. ¡Encaja,
ensarta, enhila refranes; que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas! Estóite diciendo que excuses refranes, y en
un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda86. Mira,
Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche moche87 hace la plática
desmayada y baja.
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Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la
barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace caballeros; a otros,
caballerizos.
Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol no goza del día; y advierte ¡oh Sancho! que la diligencia es madre de la buena
ventura; y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.
[…]
Señor -replicó Sancho-, si a vuesa merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto; que más quiero
un solo negro de la uña de mi alma, que a todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho a secas con pan y cebolla como gobernador con
perdices y capones; y más, que mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos; y si vuesa
merced mira en ello, verá que sólo vuesa merced me ha puesto en esto de gobernar: que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un
buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.
-Por Dios, Sancho -dijo don Quijote-, que por solas estas últimas razones que has dicho juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas:
buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga; encomiéndate a Dios, y procura no errar en la primera intención: quiero decir
que siempre tengas intento y firme propósito de acertar en cuantos negocios te ocurrieren, porque siempre favorece el cielo los buenos
deseos. Y vámonos a comer, que creo que ya estos señores nos aguardan.
ACTIVIDADES
1. Reflexiona sobre la ética en actitudes de la sociedad actual: políticos, famosos, etc. (Razonamientos muy coherentes de don Quijote)
2. Localiza los refranes que aparecen en el fragmento.
Capítulo XLIV - De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte
Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las
vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento
cuando él menos lo pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que
así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del
bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero. Éstos, creyendo que la pesadumbre de
verse vencido y de no ver cumplido su deseo en la libertad y desencanto de Dulcinea le tenía de aquella suerte, por todas las vías
posibles procuraban alegrarle, diciéndole el bachiller que se animase y levantase, para comenzar su pastoral ejercicio, para el cual
tenía ya compuesta una écloga, que mal año para cuantas Sanazaro había compuesto, y que ya tenía comprados de su propio dinero dos
famosos perros para guardar el ganado: el uno llamado Barcino, y el otro Butrón, que se los había vendido un ganadero del Quintanar.
Pero no por esto dejaba don Quijote sus tristezas.
Llamaron sus amigos al médico, tomóle el pulso, y no le contentó mucho, y dijo que, por sí o por no, atendiese a la salud de su alma,
porque la del cuerpo corría peligro. Oyólo don Quijote con ánimo sosegado, pero no lo oyeron así su ama, su sobrina y su escudero, los
cuales comenzaron a llorar tiernamente, como si ya le tuvieran muerto delante. Fue el parecer del médico que melancolías y
desabrimientos le acababan. Rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón,
como dicen, más de seis horas; tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño. Despertó al cabo del tiempo
dicho, y, dando una gran voz, dijo:
–¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los
pecados de los hombres.
Estuvo atenta la sobrina a las razones del tío, y pareciéronle más concertadas que él solía decirlas, a lo menos, en aquella enfermedad, y
preguntóle:
–¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué misericordias son éstas, o qué pecados de los hombres?
–Las misericordias –respondió don Quijote–, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las
impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y
continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este
desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. Yo me
siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala que dejase
renombre de loco, que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte. Llámame, amiga, a mis buenos amigos: el
cura, al bachiller Sansón Carrasco y a maese Nicolás, el barbero, que quiero confesarme y hacer mi testamento.
Pero de este trabajo se escusó la sobrina con la entrada de los tres. Apenas los vio don Quijote, cuando dijo:
–Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me
dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las
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historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de
Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino.
Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado. Y Sansón le dijo:
–¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ¿agora que
estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle,
por su vida, vuelva en sí, y déjese de cuentos.
–Los de hasta aquí –replicó don Quijote–, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayuda del cielo, en mi
provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un
escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en tanto
que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano.
Miráronse unos a otros, admirados de las razones de don Quijote, y, aunque en duda, le quisieron creer; y una de las señales por donde
conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo, porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan
bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.
Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él, y confesóle.
El bachiller fue por el escribano, y de allí a poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho, que ya sabía por nuevas del bachiller en
qué estado estaba su señor, hallando a la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a derramar lágrimas. Acabóse la
confesión, y salió el cura, diciendo:
–Verdaderamente se muere, y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno; bien podemos entrar para que haga su
testamento.
Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera, que
los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque, verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en
tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible
condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían. Entró el
escribano con los demás, y, después de haber hecho la cabeza del testamento y ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas
circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las mandas, dijo:
–Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que, porque ha habido
entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare
alguno, después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como
estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la
sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
–Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo
y hay caballeros andantes en el mundo.
–¡Ay! –respondió Sancho, llorando–: no se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la
mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben
que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos
concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere
de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más, que
vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser
vencedor mañana.
–Así es –dijo Sansón–, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
–Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo;
fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y
mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.
»Ítem, mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijana, mi sobrina, que está presente, habiendo sacado primero de lo más
bien parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo hechas; y la primera satisfación que se haga quiero que sea
pagar el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor
cura y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes.
»Ítem, es mi voluntad que si Antonia Quijana, mi sobrina, quisiere casarse, se case con hombre de quien primero se haya hecho
información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías; y, en caso que se averiguare que lo sabe, y, con todo eso, mi sobrina
quisiere casarse con él, y se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis albaceas distribuir en obras pías a su voluntad.
»Ítem, suplico a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia
que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan
encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella
escribe, porque parto desta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos. Cerró con esto el testamento, y, tomándole un
desmayo, se tendió de largo a largo en la cama. Alborotáronse todos y acudieron a su remedio, y en tres días que vivió después deste
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donde hizo el testamento, se desmayaba muy a menudo. Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama,
y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el
muerto.
En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y
eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías
que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre
compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió. Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le
diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida
y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase
falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas. Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner
Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por
suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero.
ACTIVIDADES
1. ¿Qué le pide su escudero a don Quijote?
2. ¿A qué episodio alude Sancho al final del párrafo que está señalado tanto su comienzo como su final en negrita?
3. En el texto se hace referencia a dulcinea y a Rocinante ¿Quiénes son?
4. Sitúa este fragmento en la estructura de la obra.
5. ¿Qué temas de don Quijote están presenta en los pasajes subrayados? ¿Reconoces alguno más en el texto?
6. Indica en qué pasaje de la intervención del escudero se aprecia la influencia de su señor.
LOPE DE VEGA (1562 – 1635)
Biografía
Nació en Madrid, estudió en esta ciudad y en Alcalá de henares. Hombre de gran vitalidad, tuvo una intensa vida en la que alternaron
grandes pasiones amorosas (reflejadas en su poesía) y periodos de arrepentimiento y de devoción religiosa. Destaca su gran capacidad
creativa, el enorme éxito de sus obras de teatro (se conservan unas 400) le proporcionó una inmensa popularidad. Fue ordenado
sacerdote en 1614. En sus últimos años vivió graves problemas económicos y personales.
Lírica de Lope: Lírica popular (arte menor) y lírica culta (petrarquista y religiosa). Temas: el amor y la devoción religiosa.
TEXTO 1
TEXTO 2
TEXTO 3
TEXTO 4
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal
aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
¿Qué tengo yo, que mi amistad
procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me
espante.
Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho ofendido receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor: quien lo probó lo sabe.
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en
pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
¡Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate agora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía!"
hablar entre las mudas soledades,
pedir pues resta sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
¡Y cuántas, hermosura soberana,
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
ACTIVIDADES
1. ¿Cuál es el tema del poema de Lope del texto 2? ¿Es propio del Barroco? ¿Qué tiene de original?
2. ¿Qué rasgo estilístico y léxico destaca en este soneto? ¿Es propio del conceptismo? ¿Por qué?
3. ¿Hay algún caso de hipérbaton?
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4. ¿Cómo se llama la figura retórica que emplea el autor para expresar las contradicciones?
5. ¿Cuál es el tema del soneto 4? ¿Qué figuras predominan? Pon ejemplos
Obra dramática de Lope: Fue el creador de la comedia nacional, en la que se mezcla lo trágico y lo cómico, no respetan las unidades
dramáticas de lugar y tiempo, aunque sí la de acción. Los obras se dividen en tres actos o jornadas, a su ve se dividen en cuadros o
escenas delimitados por cambios métricos.
1. Dramas del poder injusto Tratan de los abusos cometidos por un noble en un entorno rural. En ellos es el rey, quien, al final,
restablece la justicia, favoreciendo a los villanos. (Peribáñez y el comendador de Ocaña, Fuenteovejuna)
2. Comedias de capa y espada. Presentan enredos amorosos en un ambiente urbano y pretenden ante todo entretener. (El perro del
hortelano, La dama boba).
3. Tragedias. Terminan con la muerte violenta de los galanes protagonistas. (El caballero de Olmedo, el castigo sin venganza)
TEXTOS TEATRO
EL PERRO DEL HORTELANO - ACTO III
[DIANA habla] a TEODORO -oxDIANA:
Oye aquí aparte.
TEODORO:
Aquí estoy
3035
a tu servicio.
DIANA:
Teodoro,
tú te partes, yo te adoro.
TEODORO: Por tus crueldades me voy.
DIANA:
Soy quien sabes; ¿qué he de hacer?
TEODORO: ¿Lloras?
DIANA:
No; que me ha caído
3040
algo en los ojos.
TEODORO:
¿Si ha sido
amor?
DIANA:
Sí debe de ser;
pero mucho antes cayó,
y agora salir querría.
TEODORO: Yo me voy, señora mía;
3045
yo me voy, el alma no.
Sin ella tengo de ir;
no hago al serviros falta,
porque hermosura tan alta
con almas se ha de servir.
3050
¿Qué me mandáis? Porque yo
soy vuestro.
DIANA:
¡Qué triste día!
TEODORO: Yo me voy, señora mía;
yo me voy, el alma no.
DIANA:
TEODORO:
3055
DIANA:
TEODORO:
DIANA:
3060
3065
¿Lloras?
No; que me ha caído
algo, como a ti, en los ojos.
Deben de ser mis enojos.
Eso debe de haber sido.
Mil niñerías te he dado,
que en un baúl hallarás;
perdona, no pude más.
Si le abrieres, ten cuidado
de decir, como a despojos
de vitoria tan tirana,
“Aquéstos puso Dïana
con lágrimas de sus ojos.”
[Hablan aparte ANARDA y DOROTEA]
ANARDA:
DOROTEA:
ANARDA:
(Perdidos los dos están.
¡Qué mal se encubre el amor!
Quedarse fuera mejor.
Manos y prendas se dan.
3070 DOROTEA: Dïana ha venido a ser
el perro del hortelano.
ANARDA:
Tarde le toma la mano.
DOROTEA:
O coma o deje comer.)
Salen LUDOVICO y CAMILO
ACTIVIDADES
1. ¿Qué significa la expresión “el perro del hortelano”?
2. Resume la situación que se representa en la escena.
3. ¿Por qué razón crees que se marcha Teodoro? Dedúcelo de su primera intervención y de las palabras finales de las criadas.
4. Identifica el uso de la anáfora.
5. Analiza la métrica de los cuatro versos finales.
PERIBÁÑEZ Y EL COMENDADOR DE OCAÑA - ACTO III (Drama de honor)
Peribáñez es un honrado labrador, de cuya esposa Casilda se había encaprichado don Fadrique, comendador de Ocaña. Este, para lograr sus deseos
nombra a Peribáñez capitán de una escuadra de aldeanos y lo envía a luchar a Granada para alejarlo de la aldea. Pero sospechando de la traición del
comendador, regresa de noche a casa, descubre el hecho y mata a don Fadrique. Vengado su honor, comparece ante el rey, que lo perdona y lo nombra
capitán de la misma escuadra que había mandado.
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En este fragmento, tras matar al comendador don Fadrique, a Inés y a Luján, marcha con Casilda a Toledo, donde está el rey, el cual se encoleriza
cuando se le informa de que el comendador de Ocaña ha sido muerto por un villano y ofrece una recompensa a quién lo capture. Peribáñez se presenta
ante los reyes con su mujer y argumenta en su defensa.
PERIBÁÑEZ
Yo soy Peribáñez
REY:
¿Quién?
PERIBÁÑEZ:
Peribáñez, el de Ocaña.
REY:
¡Matalde, guardas, matalde!
REINA:
No en mis ojos. Tenéos,
guardas.
REY:
Tened respeto a la Reina.
PERIBÁÑEZ: Pues ya que matarme mandas,
¿no me oirás siquiera, Enrique,
pues Justiciero te llaman?
REINA:
Bien dice. Oílde, señor.
REY:
Bien decís; no me acordaba
que las partes se han de oír,
y más cuando son tan flacas.
Prosigue.
PERIBÁÑEZ:
Yo soy un hombre,
aunque de villana casta,
limpio de sangre, y jamás
de hebrea o mora manchada.
Fui el mejor de mis iguales,
y en cuantas cosas trataban
me dieron primero voto,
y truje seis años vara.
Caséme con la que ves,
también limpia, aunque villana,
virtuosa, si la ha visto
la envidia asida a la fama.
El Comendador Fadrique,
de vuesa villa de Ocaña,
señor y Comendador,
dio, como mozo, en amarla.
Fingiendo que por servicios,
honró mis humildes casas
de unos reposteros, que eran
cubiertos de tales cargas.
Dióme un par de mulas buenas,
mas no tan buenas que sacan
este carro de mi honra
de los lodos de mi infamia.
Con esto intentó una noche,
que ausente de Ocaña estaba,
forzar mi mujer, mas fuese
con la esperanza burlada.
Vine yo, súpelo todo,
y de las paredes bajas
quité las armas que al toro
pudieran servir de capa.
Advertí mejor su intento,
mas llamóme una mañana
y díjome que tenía
de Vuestras Altezas cartas
para que con gente alguna
le sirviese esta jornada.
En fin, de cien labradores
me dio la valiente escuadra.
Con nombre de capitán
salí con ellos de Ocaña;
y como vi que de noche
era mi deshonra clara,
en una yegua a las diez
de vuelta en mi casa estaba;
que oí decir a un hidalgo
que era bienaventuranza
tener en las ocasiones
dos yeguas buenas en casa.
Hallé mis puertas rompidas
y mi mujer destocada,
como corderilla simple
que está del lobo en las garras.
Dio voces, llegué, saqué
la misma daga y espada
que ceñí para servirte,
no para tan triste hazaña;
paséle el pecho, y entonces
dejó la cordera blanca,
porque yo, como pastor,
supe del lobo quitarla.
Vine a Toledo y hallé
que por mi cabeza daban
mil escudos, y así quise
que mi Casilda me traiga.
Hazle esta merced, señor,
que es quien agora la gana,
porque viuda de mí,
no pierda prenda tan alta.
REY:
¿Qué os parece?
REINA:
Que he llorado,
que es la respuesta que basta
para ver que no es delito,
sino valor.
REY:
¡Cosa extraña!
¡Que un labrador tan humilde
estime tanto su fama!
¡Vive Dios que no es razón
matarle! Yo le hago gracia
de la vida. Mas ¿qué digo?
Esto justicia se llama.
Y a un hombre deste valor
le quiero en esta jornada
por capitán de la gente
misma que sacó de Ocaña.
Den a su mujer la renta,
y cúmplase mi palabra;
y después desta ocasión,
para la defensa y guarda
de su persona, le doy
licencia de traer armas
defensivas y ofensivas.
PERIBÁÑEZ: Con razón todos te llaman
don Enrique el Justiciero.
REINA:
A vos, labradora honrada,
os mando de mis vestidos
cuatro, por que andéis con galas,
siendo mujer de soldado.
PERIBÁÑEZ: Senado, con esto acaba
la tragicomedia insigne
del Comendador de Ocaña. FIN
CALDERÓN DE LA BARCA (1600 – 1681)
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid en el seno de una familia perteneciente a la baja nobleza. Se educó en el colegio
imperial de los jesuitas y realizó estudios en las universidades de Alcalá y de Salamanca. Con poco más de 30 años Felipe IV lo nombró
dramaturgo de palacio. Se ordenó sacerdote en 1651 y, desde entonces, solo escribió teatro cortesano y llevó una vida de soledad y de
recogimiento, que contrasta con la apasionada vida de Lope de Vega.
El teatro de Calderón –último gran autor del teatro barroco- es un teatro de ideas, de elevado tono intelectual, que ahondaba en las
preocupaciones morales y filosóficas de su época y se caracteriza por su profundidad psicológica que se manifiesta en densos y
elaborados monólogos.
Obras de Calderón:
1. Dramas de honor: en estas obras las esposas son asesinadas por sus desconfiados maridos sin que hayan cometido realmente
adulterio. Los más importantes son: El médico de su honra y El pintor de su deshonra. El honor es también el tema central de El alcalde
de Zalamea.
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2. Comedias de capa y espada: Presentan enredos amorosos basados en equívocos o malentendidos con un final feliz. Destacan La dama
duenda o Casa con dos puertas, mala es de guardar.
3. Dramas filosóficos: en estas obras un personaje a quien los astros, al nacer, han anunciado un destino adverso es apartado del mundo
para evitar que ese designio se cumpla. Se plantea, así, el conflicto entre la libertad y el destino. Los dos títulos principales son: La vida
es sueño y La hija del aire.
4. Autos sacramentales: Escritos a partir de su ordenación como sacerdote. El gran teatro del mundo
TEXTOS TEATRO
Argumento: El rey Basilio, después de un oráculo revele que será destronado por su hijo, Segismundo, encierra a este en una torre nada más nacer.
Años después, de mayor, el rey decide dar a Segismundo una oportunidad para ver cómo se comporta: lo conduce, dormido, a palacio, donde, al
despertar, todos le dan tratamiento de príncipe. Por su comportamiento violento es recluido de nuevo en la torre, mientras duerme. Cuando despierta
no sabe si lo que ha vivido ha sido un sueño o una realidad. Pronuncia el monólogo que se reproduce a continuación. Al final, liberado por una
revolución popular Segismundo perdona a su padre y se dispone a ser un rey justo.
Los temas fundamentales de la obra son: el destino, el libre albedrío, la vida como sueño/realidad, el autodominio, el poder y la justicia.
LA VIDA ES SUEÑO
JORNADA I - escena II (Segismundo) [encarcelado en una torre desde niño sin saber quién es, ni por qué se halla allí]
¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
JORNADA II, escena XIX (Segismundo)
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición, ...... .......2150
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando; ............2160
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
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Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece...... .....2170
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado.............2180
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
ACTIVIDADES
JORNADA I, escena II
1. ¿De qué se lamenta Segismundo en el monólogo de la jornada primera, escena II? (fíjate en las estrofas para ver su contenido. Indica
el tema de este fragmento.
2. analiza la métrica y la rima utilizadas en estos versos.
3. Señala y explica algunos recursos expresivo9s más destacados de este famoso monólogo.
JORNADA II, escena XIX
1. Segismundo interpreta al despertar que todo lo que le ha sucedido ha sido un sueño. Localiza los versos que reflejan esta idea.
2. El personaje deduce que, por tanto, todo en la vida es sueño. ¿Con qué ejemplos lo explica?
3. Repasa las características del barroco y relaciona este texto con alguna de ellas.
4. Realiza al análisis métrico de los 5 últimos versos.
5. Explica varios recursos estilísticos que encuentres en el texto. (Anáfora, paralelismo, metáfora, antítesis…)
EL ALCALDE DE ZALAMEA
El capitán Álvaro de Ataide, que se aloja en Zalamea, rapta y viola a Isabel, la hija del alcalde Pedro Crespo. El alcalde lo hace ajusticiar y el general don
Lope de Figueroa se enfurece por ello. Sin embargo, el rey Felipe II decide no castigar la acción de Pedro Crespo. En esta escena, que cierra el primer
acto, el alcalde agradece a don Lope que haya alejado al capitán de su casa para evitar problemas. En ella se traslucen los firmes caracteres de ambos.
JORNADA I […]
LOPE: No tuvisteis, para haber
así puesto en ocasión
de perderse este lugar.
¡Hola! Echa un bando tambor:
-Que al cuerpo de guardia vayan
los soldados cuantos son,
y que no salga ninguno,
pena de muerte, en todo hoyY para que no quedéis
con aqueste empeño vos,
y vos con este disgusto,
y satisfechos los dos,
buscad otro alojamiento;
que yo en esta casa estoy
desde hoy alojado, en tanto
que a Guadalupe no voy
donde está el Rey.
ÁLVARO: Tus preceptos,
órdenes precisas son
para mí.
Vanse los soldados
CRESPO: Entraos allá dentro.
Vanse ISABEL, INÉS y JUAN
Mil gracias, señor, os doy
por la merced, que me hicisteis
de excusarme una ocasión
de perderme.
LOPE: ¿Cómo habíais,
decid, de perderos vos?
CRESPO: Dando muerte a quien pensara
ni aun el agravio menor.
LOPE: ¿Sabes, ¡voto a Dios!, que es
capitán?
CRESPO: Sí, ¡voto a Dios!,
y aunque fuera él general,
en tocando a mi opinión
le matara.
LOPE: A quien tocara
ni aun al soldado menor
sólo un pelo de la ropa,
¡por vida del cielo!, yo
le ahorcara.
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CRESPO: A quien se atreviera
a un átomo de mi honor,
¡por vida también del cielo!,
que también le ahorcara yo.
LOPE: ¿Sabéis que estáis obligado
a sufrir, por ser quien sois,
estas cargas?
CRESPO: Con mi hacienda,
pero con mi fama no.
Al Rey la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios.
LOPE: ¡Juro a Cristo!, que parece
que vais teniendo razón!
LOPE: Yo vengo cansado, y esta
pierna, que el diablo me dio,
ha menester descansar.
CRESPO: Pues, ¿quién os dice que no?
Ahí me dio el diablo una cama,
y servirá para vos.
LOPE: ¿Y dióle hecha el diablo?
CRESPO: Sí.
LOPE: Pues a deshacerla voy,
que estoy, ¡voto a Dios!, cansado.
CRESPO: Pues descansad, ¡voto a Dios!
LOPE: (Testarudo es el villano; Aparte
también jura como yo.)
CRESPO: (Caprichoso es el don Lope
Aparte:
CRESPO: Sí, ¡juro a Cristo!, porque
siempre la he tenido yo.
no haremos migas los dos.)
FIN DE LA PRIMERA JORNADA
ACTIVIDADES
1. Pedro Crespo no se acobarda ante la superioridad social de don Lope. ¿Qué expresiones demuestran que intenta ponerse en su mismo plano?
2. Hay un momento en que la conversación cambia de tono y Pedro Crespo consigue que don Lope tome realmente en serio lo que le está exponiendo.
¿Qué palabras del alcalde producen este cambio de actitud? ¿Cómo reacciona don Lope ante ellas?
3. Cuatro versos de esta escena son famosísimos, y concentran la tesis del drama. ¿Cuáles son?
4. ¿En qué metro y estrofa están escritos estos versos?
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