Papado, fe y política www.sinpermiso.info Papado, fe y política. Dossier Rolando Astarita, Martín Caparrós, Alejandro Olmos, Piergiorgio Odifreddi... “Son opio para el pueblo” Rolando Astarita Por estos días en Argentina los medios de comunicación nos bombardean sin parar con las bondades del nuevo papa. Por todos lados se hace énfasis en su humildad, carisma, generosidad, capacidad de comunicación, tolerancia y un largo etcétera de excelsas virtudes. Pero en especial, se resalta su preocupación por la pobreza y se subraya su proclamado objetivo de “Promover la Iglesia pobre y para los pobres”. Casi todo el arco político local también se ha sumado a la exaltación. Algunos incluso hablan de una “revolución”, que está por cambiar al mundo. Los kirchneristas, pasados los primeros días de desconcierto -Néstor Kirchner había calificado a Bergoglio como “el jefe de la oposición”- empezaron a encolumnarse detrás del discurso hegemónico y también están encontrando virtudes en Bergoglio-Francisco. Después de todo, se afirma, el nuevo papa se pronunció contra el “imperio del dinero con sus demoníacos efectos”; dijo que los mercados no pueden estar por encima de los hombres; y denunció la trata de personas, la explotación de los niños, la miseria de miles de millones, la corrupción de los políticos… ¿Cómo no estar de acuerdo con estos mensajes? “La opción por los pobres” de Francisco, explicaba hace poco un kirchnerista por TV, “abre la posibilidad para la movilización de fuerzas sociales frescas contra los sectores conservadores”. Palabras más o menos, el discurso se va unificando: don Fancisco es una esperanza de mejora para los pueblos del mundo. Pues bien, en este punto quiero reivindicar el rol del marxismo, la única corriente de pensamiento que ha planteado una crítica al contenido esencial de este mensaje, y a su función en tanto sostén ideológico del orden dominante. A fin de agregar elementos para el análisis, en esta nota presento primero unos pasajes tomados del conocido libro del historiador marxista Maxime Rodinson, Islam y capitalismo, (Buenos Aires, Siglo XXI, 1973), y luego hago algunas reflexiones en torno al texto en el que Marx define a la religión como el opio de los pueblos. La de Marx es una posición que muchos considerarán “anticuada” -después de todo, no entra en las sutilezas geopolíticas de algunos ideólogos K stalinistas- pero, en mi humilde 1 Papado, fe y política www.sinpermiso.info opinión, dice lo que verdaderamente importa. El mensaje de estos días es ideológico, y hay que responder en ese terreno. Aclaro que lo que sigue se refiere solo a la iglesia institucionalizada (o a las grandes religiones consagradas). Si no se trata la pobreza, no sirve La idea clave que se encierra en los pasajes de Rodinson que cito a continuación es que está en la misma naturaleza del mensaje religioso tomar las cuestiones candentes de la pobreza, la opresión y el sufrimiento de los pueblos. Escribe: “… cuando los males sociales agobian a algunos de sus miembros, esa sociedad no puede callar. Por lo menos, debe ‘tratar el problema’. Si deja hacer sin decir nada, traiciona de manera evidente su misión ante las víctimas; éstas no pueden hacer otra cosa que verificar ese hecho y la verificación es grave para la fe de las masas en la ideología que inspira a esta sociedad”. Luego de referirse a que el Antiguo Testamento y Aristóteles condenaban los males generados por la economía mercantil, y len oponía el ideal de la comunidad igualitaria, la fraternidad ideológica y el desprecio por las riquezas, Rodinson agrega: “Hay ideólogos revolucionarios que piensan que Dios quiere la destrucción pura y simple de una sociedad injusta (y por ende impía) y su reemplazo por una sociedad conforme a su voluntad, y por eso, a la justicia. Entonces fundan movimientos disidentes, sectas”. Es un hecho histórico que movimientos sociales han encontrado en la religión recursos ideológicos en sus luchas contra el orden existente, cualquiera sea éste. Pero no es el caso de la Iglesia católica, ni de las iglesia en general. Sigue Rodinson: “Los ideólogos no revolucionarios -y éstos siempre son mayoría- sólo pueden exhortar a los gobernantes a inspirarse al máximo en la norma divina, estigmatizar a los que la contravienen, exhortar (por lo menos implícitamente) a las masas a la resignación y el consuelo extraído de la conciencia de su piedad y su justicia ante Dios, o a lo sumo a reivindicaciones respetuosas. Es la única vía posible si no quieren correr el peligro de impulsar a trastornar o derribar un orden ligado a la ideología que defienden. En este sentido, todas las religiones y, más en general, todas las ideologías de estado, son opio para el pueblo. Si la sociedad civil (en su opinión pública dominante) se vuelve cada vez más severa con una categoría de males sociales y la capa social que es responsable de ellos, si la rebelión contra esas prácticas se difunde cada vez más entre las masas, también los ideólogos se armarán de una creciente severidad. De esta manera, desde hace un siglo, la Iglesia católica, impulsada por la situación social a tratar el problema de los trabajadores asalariados, se ha mostrado cada vez más dura con respecto a los males causados por el funcionamiento del sistema capitalista, cada vez más inclinada a reprochar a los capitalistas sin llegar (¿aún?) a una condena del sistema. Lo mismo ocurre con su actitud hacia el colonialismo y, más antiguamente, hacia la esclavitud” (p. 65). Pero los cuestionamientos de la iglesia, por supuesto, tienen sus límites: las bases mismas del sistema no se tocan. Juan XXXIII lo estableció con claridad cuando dijo, en su mensaje Mater et Magistra, que la propiedad privada es parte del orden natural. La idea se prolonga hasta el presente; no se trata de condenar al sistema de trabajo asalariado, sino a los “abusos” del mercado, al afán excesivo (¿cuánto?) de lucro, a la “extrema” (¿cuánta?) pobreza y a las injusticias más flagrantes, como la trata de personas, o la explotación del trabajo infantil. En síntesis, se condena al “neoliberalismo inhumano” (y Bergoglio-Francisco criticó a Menem), pero no al sistema capitalista. La realidad es que la “doctrina social” de la Iglesia, en lo que tiene de “transformador”, no es más que un rosario de los lugares comunes del burgués bienpensante habitual. Por eso, no es de extrañar que autores profundamente reaccionarios, como Durkheim y Parsons, destacaran el rol de la religión en el mantenimiento del orden social. Incluso en Estados relativamente seculares, la religión juega un papel importante. Pero para esto, es necesario que ponga en el primer lugar la preocupación por los pobres y las injusticias sociales. Así, el mensaje religioso, como también dice Rodinson, se construye con los materiales que se encuentran a disposición, pero según una lógica enmarcada en la doctrina más general sobre Dios, el mundo y el hombre. Y Bergoglio-Francisco cumple con las generales de la ley: se 2 Papado, fe y política www.sinpermiso.info formó en las ideas de León XIIII, la Acción Católica y Cristo Rey, con el condimento “nac & pop” de la vieja, criolla y peronista Guardia de Hierro, y “Las veinte verdades peronistas” (una serie de consejos para que los trabajadores mantengan una mansedumbre ovejuna frente al capital). Por eso también, hay una unidad ideológica profunda entre el nuevo papa y prácticamente todo el espectro político burgués; esto, al margen de si dio alguna ayuda a la dictadura, si apoyó a la ley de medios, o si retó a los K por la corrupción. Rodinson también explica que la presión de los ideólogos y de las autoridades ideológicas sobre la práctica política y jurídica adopta diferentes formas según su posición con respecto al estado, pero “siempre se efectúa según las mismas grandes líneas: proponer un ideal y llamar a atenerse a él concediendo desde el inicio que este ideal es demasiado elevado para la debilidad humana; tratar de impedir los abusos de los poderosos mediante amonestaciones o, a lo sumo, cuando las circunstancias lo permiten, sanciones raras, pero ejemplares; proteger a los débiles en la medida compatible con la salvaguardia del orden social y mantener su confianza ideológica evitando que sus rencores y reivindicaciones tomen un giro violento y hostil a la ideología dominante y a la sociedad cuya alma es en última instancia, elaborar soluciones teóricas que frente a los múltiples casos concretos en que los individuos transgreden las directivas surgidas de la ideología, dosifiquen la condena, la reprobación y la indulgencia para permitir infringir prácticamente el ideal, sin dejar de salvaguardar la pureza de éste” (p. 66). La última observación alude a la necesidad de que los discursos de la Iglesia, y la ideología, se adapten a las exigencias que emanan de la evolución de las sociedades, sin alterar lo fundamental del mensaje. “La ideología no puede querer detener a la sociedad de la que emana y la inspira. Esto no equivale forzosamente a un maquiavelismo o a la impostura, pero sí, más en profundidad a una sumisión más o menos reticente a las exigencias de la vida social” (ídem). No puedo más que coincidir: la iglesia no cumpliría con su misión si no se sometiera, aun con reticencias, a las exigencias de la vida social. De ahí el pedido de muchos, de que vaya aceptando las nuevas realidades, para proteger el núcleo de “verdad divina”. Opio y fundamentos terrenales La afirmación de Rodinson acerca de que las religiones son opio para el pueblo hace referencia, obviamente, a la conocida afirmación de Marx, “la religión es el opio del pueblo”, que está en “En torno a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel” (Escritos de juventud, México, FCE, pp. 491-502). Es indudable que este famoso dictum muchas veces se lo ha interpretado como un llamado a combatir la religión en cuanto tal. Sin embargo, si se lee el escrito completo, aparece una visión bastante distinta. Lo que dice Marx en ese texto es que la religión tiene un fundamento terrenal, y que por lo tanto la crítica debe partir de que el hombre hace la religión, y no la religión al hombre. “Este Estado, esta sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido”. Esto es, la religión, según Marx, es una expresión de la vida terrenal desgarrada por las contradicciones. Es el reflejo, invertido, del mundo real. “Es la realización fantástica de la esencia humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad”. La religión es “la teoría general de este mundo”, su “razón general para consolarse y justificarse”. En un mundo en que existen la opresión, la explotación, los sufrimientos derivados de la falta de trabajo, de la desposesión y del poder de los poderosos, la religión brinda consuelo y alivio, hace más llevadero el sufrimiento. Y encierra una protesta contra este orden de cosas: “La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados carentes de alma”. A continuación de esta afirmación, encontramos la frase de Marx acerca del opio. El opio hace más llevadero el dolor, y la religión hace más sufrible el sufrimiento. La idea implicada es que, si bien éste es un mundo de lágrimas, prepara a los sufrientes para la felicidad eterna, y por eso proporciona una dicha, aunque ilusoria. En otras palabras, la religión es consuelo, pero también amortiguadora del conflicto, al menos en el plano ideológico. De aquí que la crítica, dice Marx, deba dirigirse a sus fundamentos terrenales: “Sobreponerse a la religión como la dicha ilusoria del pueblo es exigir para éste una dicha real. El pugnar por acabar con las 3 Papado, fe y política www.sinpermiso.info ilusiones acerca de una situación, significa pedir que se acabe con una situación que necesita ilusiones”. Por la misma razón, Marx critica a Feuerbach porque éste atacaba a la religión, y no a la sociedad que la había producido. La religión es perjudicial, en tanto lleva a poner esperanzas en el más allá, antes que en la lucha “por el más acá”; pero en sí misma no es el mal, sino el producto del mal. Precisiones En primer lugar, precisemos que cuando se habla del rol de la Iglesia en tanto sostén del orden social, no se está defendiendo necesariamente una explicación funcionalista acerca de su origen o desempeño. No se sostiene que la Iglesia existe porque es funcional al mantenimiento de la explotación. Si se afirma que su rol está funcionalmente de acuerdo con la perpetuación de la sociedad de explotación, al margen de lo que la alta curia, incluido el papa, piensen de sí mismos y de su función en este valle de lágrimas. En segundo término, sostener que la religión es un sistema ideológico vinculado estructuralmente a las relaciones sociales, no implica defender una tesis mecánico-determinista (del tipo, tal relación social determina tal forma de religión o de iglesia). Simplemente se sostiene que la vida material -la actividad de los seres humanos bajo ciertas relaciones sociales, para procurarse sus medios de vida- conforma el marco en que se desarrollan sus acciones conscientes, incluida la religión. Éste es el sentido en que tomamos la expresión “buscar el fundamento de la religión en el mundo material”. Por eso, las instituciones y las formas de conciencia dominantes, deben adaptarse a las relaciones estructurales. Cito de nuevo a Rodinson: “La organización y la conciencia de la sociedad deben por lo menos no trabar las tareas esenciales, primarias, y a menudo tampoco las secundarias. Un proceso que no tiene nada de abstracto, que se divide en presiones múltiples de ‘la naturaleza de las cosas” tiende a eliminar las formas de organización y conciencia que, por su propia evolución, hubieran podido llegar a ser una traba para la realización de esas tareas” (pp. 202-3). Pero por esto también, la religión no es un “reflejo mecánico” de las relaciones sociales, ni un mero epifenómeno. Tiene “espesor propio”, y como una forma de conciencia social, incide a su vez en las relaciones sociales materiales. En tercer lugar, y vinculado con el punto anterior, la explicación del rol de la Iglesia no implica que el mismo se garantice de forma más o menos directa o automática. Por el contrario, se trata de un proceso que ocurre “no sin dificultades, luchas y ‘desprolijidades’, no sin tensión entre la voluntad de los grupos particulares de perpetuarse y maximizar sus ventajas propias, y la necesidad de la sociedad global de proseguir un proyecto análogo a su escala” (ídem). Las tensiones y luchas por el poder que recorren a todas las grandes instituciones religiosas son una expresión natural de este hecho. Algunas conclusiones provisorias De lo anterior se desprende, en primer lugar, que muchos de los problemas que hoy enfrenta la Iglesia, no tienen su origen en problemas de “comunicación”, o de “estilo papal”, como comentan varios comentaristas. Es que no hay discurso que pueda construir unidades, o totalidades, por fuera o por encima de las realidades sociales, las clases sociales y las fuerzas productivas alcanzadas (lo siento por Laclau y sus “construcciones discursivas”). Por eso, en la medida en que la Iglesia es una institución de conservación y propaganda de ideología (¿forma parte del Estado ampliado, en sentido althusseriano?) necesariamente estará atravesada, e inmersa, en relaciones mercantiles y capitalistas. Puede haber más o menos corrupción, mayor o menor prolijidad en el manejo de las cuentas, pero de alguna manera, la “Iglesia-empresa” seguirá existiendo. De la misma manera, en tanto se desarrollen las relaciones capitalistas, y con ellas evolucione la vida material, seguirán erosionándose las bases del tradicionalismo y la autoridad religiosa. Son procesos de larga duración, posiblemente inherentes al capitalismo. “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, decía El Manifiesto Comunista, y todo lo sólido se sigue desvaneciendo hoy en día, a medida que se internacionalizan las fuerzas productivas, se desarrolla, 4 Papado, fe y política www.sinpermiso.info tendencialmente, la productividad del trabajo, y avanzan la ciencia y la tecnología. Los cambios penetran por todos los poros. La Sagrada Familia ya no es el simple reflejo de la familia terrenal tradicional “típica”, porque ahora no se sabe qué es “lo típico” en materia de familia. Por todas partes se abren fisuras en los dogmas religiosos establecidos, y se agrietan autoridades iluminadas por el Espíritu Santo y todo otro tipo de poderes extra terrenales. Durante siglos, la Iglesia católica tuvo poder y control sobre las conciencias -la confesión fue un medio privilegiado- pero hoy cada vez son menos los que abren su alma al cura del barrio. Incluso la movilidad internacional del trabajo abre nuevos puntos de vista, y las conciencias se secularizan. Por otra parte, y más sustancial, los sectores mejor organizados de la clase obrera han ido accediendo, tendencialmente, a un modo de vida que puede prescindir del consuelo del más allá (sin que por ello desaparezca la explotación). Los niveles de consumo real de amplias capas de asalariados no son los mismos que en 1850, por caso. Por eso, no debería asombrar que los bautismos o las asistencias a las iglesias se hayan desplomado en casi todos los países europeos, y en buena parte del Tercer Mundo, incluida Argentina. Para millones, hace falta menos opio y Dios empieza a desaparecer de sus vidas cotidianas. Y no hay papa Francisco que pueda detener estos procesos, por más que viaje en autobús y utilice zapatos de calle. Por fuera, o por encima, de las superficialidades con que nos saturan los grandes medios, son los fundamentos mismos de la religión los que están debilitándose. Por último, y tal vez la conclusión más importante, es que la lucha del socialismo no pasa por la lucha contra la religión en sí, sino por revolucionar el mundo que la hace posible. En este respecto, la crítica debe ir al fondo: al rol de la religión en relación al sostenimiento de las relaciones sociales explotadoras. Entretenerse con especulaciones sobre la unidad latinoamericana, la patria grande y similares tópicos del ideario nacional y popular, invisibiliza esta cuestión central. Rolando Astarita es profesor de economía en la Universidad de Buenos Aires http://rolandoastarita.wordpress.com/2013/03/20/son-opio-para-el-pueblo/ El cuento del buen papa Martín Caparrós La Argentina se empapó. Mojada está, húmeda de gusto por su papa. Hace días y días que nadie habla de otra cosa o, si alguno sí, lo relaciona: papa y los diputados, fútbol y papado, papas y dólar blú y más papas, sus tetas operadas y el celibato de los papas. La Argentina reboza de gozo, se extasía ante la prueba de su éxito: seguimos produciendo íconos, caras para la camiseta universal. Habemus papam era una voz extraña, y en una semana se ha convertido en un justo lema de la argentinidad: tenemos papa –nosotros, los argentinos, tenemos papa. La figura más clásica de la tilinguería nacional, el Argentino Que Triunfó en el Exterior, encontró su encarnación definitiva: si, durante muchos años, Ernesto Guevara de la Serna peleaba codo a codo con Diego Armando Maradona, ahora se les unió uno tan poderoso que ni siquiera necesitó morirse para acceder al podio. Cada vez más compatriotas y compatriotos se convencen de que era cierto que Dios –al menos ese dios– es argentino. Así las cosas, más papistas que el papa, el nuevo ha despertado aquí cataratas de elogios: que es humilde, que es bueno, que es modesto, que es muy inteligente, que se preocupa por los pobres. Sus detractores, sin embargo, no ahorran munición gruesa: algunos llegaron incluso a decir que era argentino y peronista. Y otros, más moderados, kirchneristamente basaron sus críticas en sus acciones durante aquella dictadura -y discutieron detalles. Como si no bastara con saber que, como organización, la iglesia de la que el señor Bergoglio ya era un alto dignatario apoyaba con entusiasmo a los militares asesinos. Los críticos, de todos modos, no consiguieron unanimidad; algunos dicen que lo que hizo no fue para tanto, otros lo minimizan con un argumento de choque: que él es otro, ya no Jorge Bergoglio sino alguien distinto, el papa Francisco. Suena tan cristiano: el bautismo como 5 Papado, fe y política www.sinpermiso.info renacimiento que deja atrás la vida del neófito; lo raro es que lo dijeron aparentes filósofos tan supuestamente ateos y materialistas como el candidato Forster. Y todos debatieron a qué políticos o políticas locales iba a beneficiar el prelado y su anillo a besar o no besar: me parecen pamplinas. En el terreno nacional lo que me preocupa –lo escribí hace unos días en un diario– es el shock de cristiandad que vamos a sufrir los argentinos. Temo el efecto que este inesperado, inmerecido favor divino puede tener sobre nuestras vidas. No me refiero al hartazgo que a mediano plazo –en dos o tres días– pueda causar la presencia de Bergoglio hasta en la sopa; hablo del peso que su iglesia siempre intenta ejercer, ahora multiplicado en nuestro país por el coeficiente de cholulismo nacional que nos hizo empezar a mirar tenis cuando Vilas ganó algún grand slam, basket cuando Manu Ginobili, monarquías europeas cuando la holando-argentina se transformó en princesa. Lo sabemos: la iglesia católica es una estructura de poder basada en fortunas tremebundas, millones de seguidores y la suposición de que para complacer a esos millones hay que escuchar lo que dicen sus jefes. La iglesia católica usa ese poder para su preservación y reproducción –últimamente complicadas– y para tratar de imponer sus reglas en esas cuestiones de la vida que querríamos privada y que ellos quieren sometida a sus ideas. Así fue como, hace 25 años, se opusieron con todas las armas de la fe a ese engendro demoníaco llamado divorcio, que solo pudo establecerse cuando el gobierno de Alfonsín se atrevió por fin a enfrentar a la iglesia católica -y el mundo siguió andando. También intentaron oponerse a la ley de matrimonio homosexual hace un par de años, pero estaban de capa caída y no pudieron. Ahora, un papa argentino va a pelear con uñas y dientes y tiaras para evitar que un gobierno argentino tome medidas que podrían ser vistas como precedentes por otros gobiernos y sociedades regionales: el nuevo código civil, la fertilización asistida y, sobre todo, la legalización del aborto retrocedieron esta semana cincuenta casilleros. Y eso si no se envalentonan e intentan –como en España– recuperar el terreno ya perdido. Pero peor va a ser para el mundo. El señor Bergoglio parece un hombre inteligente y parece tener cierto perfil vendible que puede ayudarlo mucho en su trabajo. Lo acentúa: cuando decide ir de cuerpo presente a pagar la cuenta de su hotel no está pagando la cuenta de su hotel –que puede pagar, un suponer, con su tarjeta por teléfono–; está diciendo yo soy uno que paga sus cuentas de hotel, uno normal, uno como ustedes. Uno que hace gestos: uno que entiende la razón demagógica y cree que debe hacer gestos que conformen el modo en que debemos verlo. Uno que, además, sirve para definir el populismo: uno que dice, desde una de las instituciones más reaccionarias, arcaicas y poderosas de la tierra, una de las grandes responsables de las políticas que produjeron miles de millones de humildes y desamparados, que debemos preocuparnos por los humildes y los desamparados. Peor para el mundo. En estos días, demócratas y progres festejan alborozados la resurrección de un pequeño reino teocrático: la síntesis misma de lo que dicen combatir. La iglesia católica es una monarquía absoluta, con un rey elegido por la asamblea de los nobles feudales que se reparten los territorios del reino para que reine sin discusiones hasta que muera o desespere, con el plus de que todo lo que dice como rey es infalible y que si está en ese trono es porque su dios, a través de un “espíritu santo”, lo puso. La iglesia católica es una organización riquísima que siempre estuvo aliada con los poderes más discrecionales –más parecidos al suyo–, que lleva siglos y siglos justificando matanzas, dictaduras, guerras, retrocesos culturales y técnicos; que torturó y mató a quienes pensaban diferente, que llegó a quemar a quien dijo que la Tierra giraba alrededor del Sol –porque ellos sí sabían la verdad. Una organización que hace todo lo posible por imponer sus reglas a cuantos más mejor y, así, sigue matando cuando, por ejemplo, presiona para que estados, organismos internacionales y oenegés no distribuyan preservativos en los países más afectados por el sida en África –con lo cual el sida sigue contagiándose y mata a miles y miles de pobres cada año. Una organización que no permite a sus mujeres trabajos iguales a los de sus hombres, y las obliga a un papel secundario que en cualquier otro ámbito de nuestras sociedades indignaría a todo el mundo. 6 Papado, fe y política www.sinpermiso.info Una organización de la que se ha hablado, en los últimos años, más que nada por la cantidad de pedófilos que se emboscan en sus filas y, sobre todo, por la voluntad y eficacia de sus autoridades para protegerlos. Y, en esa misma línea delictiva, por su habilidad para emprender maniobras financieras muy dudosas, muy ligadas con diversas mafias. Una organización que perfeccionó el asistencialismo –el arte de darle a los pobres lo suficiente para que sigan siendo pobres– hasta cumbres excelsas bajo el nombre, mucho más honesto, de caridad cristiana. Una organización que se basa en un conjunto de supersticiones perfectamente indemostrables, inverosímiles –“prendas de fe”–, solo buenas para convencer a sus fieles de que no deben creer en lo que creen lógico o sensato sino en lo que les cuentan: que deben resignar su entendimiento en beneficio de su obediencia a jefes y doctrinas: lo creo porque no lo entiendo, lo creo porque es absurdo, lo creo porque los que saben me dicen que es así. Una organización que, por eso, siempre funcionó como un gran campo de entrenamiento para preparar a miles de millones a que crean cosas imposibles, a que hagan cosas que no querrían hacer o no hagan cosas que sí porque sus superiores les dicen que lo hagan: una escuela de sumisión y renuncia al pensamiento propio –que los gobiernos agradecen y utilizan. Una organización tan totalitaria que ha conseguido instalar la idea de que discutirla es “una falta de respeto”. Es sorprendente: su doctrina dice que los que no creemos lo que ellos creen nos vamos a quemar en el infierno; su práctica siempre –que pudieron– consistió en obligar a todos a vivir según sus convicciones. Y sin embargo lo intolerante y ofensivo sería hablar – hablar– de ellos en los términos que cada cual considere apropiados. En síntesis: es esta organización, con esa historia y esa identidad, la que ahora, con su sonrisa sencilla de viejito pícaro de barrio, el señor Bergoglio quiere recauchutar para recuperar el poder que está perdiendo. Es una trampa que debería ser berreta; a veces son las que cazan más ratones. Martín Caparrós es escritor y periodista argentino, premios Planeta y Rey de España. Su libro más reciente es Los Living, premio Herralde de Novela 2011. http://blogs.elpais.com/pamplinas/2013/03/el-cuento-del-buen-papa.html Corta reflexión sobre el sectarismo Alejandro Olmos Gaona Aunque no es un privilegio argentino, el sectarismo hace años se viene utilizado como una rutinaria práctica política. Se trata de interpretar los hechos de acuerdo a una particular visión ideológista, según la cual los hechos están bien o mal, si coinciden o no con el que lo analiza, prescindiendo de todo espíritu de acercamiento a la verdad. Entonces el genocidio es tal cuando lo practican los enemigos ideológicos, y siempre hay alguna justificación cuando hechos similares, son ejercidos por los del propio bando. Se utiliza la crítica selectiva, y se eligen blancos determinados, pero existe un implacable silencio sobre hechos o personas que podrían ser cuestionadas, porque se encuentran del mismo lado del que critica. A esto se suma una forma de análisis sesgado, que soslaya siempre determinados aspectos de una cuestión, para centrarlos en todo aquello que coincida con lo que pretenden demostrar. Algunos ejemplos: 1.- Con la designación como papa del cardenal Bergoglio, se lanzó desde usinas oficiales, y de algunos sectores progres vinculados con los derechos humanos, la acusación de que no hizo nada, por evitar el encarcelamiento de dos sacerdotes, sugiriéndose en algunos casos que él produjo informes negativos sobre ellos. Aunque en ese tiempo era provincial de la Compañía de Jesús, se fabuló sobre una influencia que podía haber ejercido ante la dictadura militar, desconociendo, que los superiores de órdenes religiosas no tienen los vínculos que podía tener un obispo, para sí ejercer alguna presión efectiva para esclarecer el caso y liberarlos. Es decir 7 Papado, fe y política www.sinpermiso.info que todo el ruido se reduce a ese hecho puntual. Y aquí es lícito que se hagan muchas interpretaciones, porque cada uno es libre de opinar como le parezca. Sin embargo los mismos impugnadores, nada dijeron, ni nada hicieron, cuando el presidente Kirchner propuso al Dr. Eugenio Zaffaroni como ministro de la Corte Suprema de Justicia. El doble estándar sectario se mostró aquí de manera notable. Zaffaroni, un notable jurista, cuya versación en el derecho penal es internacionalmente reconocida, fue designado Juez Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia por el dictador Videla y juró por las actas del proceso repudiando la Constitución Nacional. A pesar del poder que tiene sobre las fuerzas de seguridad un juez de la Nación, no hizo nada para averiguar sobre la constante desaparición de personas que se producían en esos años. Muy por el contrario, rechazó montones de Habeas Corpus, sin investigar como era su obligación, al extremo que la propia Corte de la dictadura, en el caso Inés Ollero, quien había sido detenida por fuerzas policiales, revocó el fallo de Zaffaroni denegando el Habeas Corpus, y determinó que el Dr. Zaffaroni “debió extremar la investigación adoptando las medidas necesarias” a fin de esclarecer qué había pasado con posterioridad a la detención policial. Dijo la Corte que “la institución de hábeas corpus, enderezada esencialmente a restituir la libertad en forma inmediata a quien se encontrare ilegítimamente privado de ella, exige se agoten los trámites judiciales que razonablemente aconsejan las circunstancias a fin de hacer eficaz y expeditiva la finalidad del referido instituto establecido por la Constitución. La Asociación Madres de Plaza de Mayo, que encabeza Hebe de Bonafini, presentó una denuncia contra 437 jueces a los que identificó como represores. El Dr. Zaffaroni figura en esa lista, acusado de haber sido “partícipe necesario, en los términos del artículo 45 del Código Penal”, de los delitos de privación ilegítima de la libertad; apremios ilegales; sustracción, retención y ocultamiento de personas, entre otros. Sin embargo una vez nominado guardaron silencio, se olvidaron de la denuncia y hoy es el único Juez de la Corte, que se encuentra a salvo de los exabruptos de la Sra. Bonafini y del oficialismo en general. Por el contrario la Dra. Carmen Argibay, que trabajó en la justicia y fue profesora en la Facultad de Derecho y que no consintiendo someterse a la dictadura fue encarcelada en el Penal de Villa Devoto, es objeto de numerosos cuestionamientos, aún por la Presidenta de la Nación. Quizás su pecado es tener una independencia del oficialismo que no tiene Zaffaroni. Durante la dictadura, el Dr. Zaffaroni, escribió el libro “Derecho Penal Militar”, donde pueden verse párrafos como este “habiendo desaparecido cualquier autoridad, o siendo incapaz la que resta”, un grupo militar puede “usurpar justificadamente la función pública” En ese libro el Dr. Zaffaroni escribe en el prólogo “Queremos hacer público nuestro agradecimiento al brigadier auditor doctor Laureano Álvarez Estrada, quien tuvo la gentileza de leer los originales, por las importantísimas observaciones que nos efectuara, y al contraalmirante auditor doctor Ramón León Francisco Morel”. El brigadier Álvarez Estrada era Subsecretario de Justicia de la dictadura, por Decreto 105, firmado por Videla el 14 de abril de 1976. Puede suponerse que estos militares no supieran nada de la represión, de las torturas o desapariciones? Por supuesto que no, pero como en este momento su figura es elevada a los altares de los derechos humanos, estas cosas hay que silenciarlas y desconocerlas. En el caso de Bergoglio, dos casos sirven para descalificarlo definitivamente, en el caso de Zaffaroni, hechos más graves parecen insignificancias. 2.- En esta visión sesgada de los hechos que tienen los sectarios, deben recurrir al ocultamiento permanente, porque la historia les juega en contra. El caso de Cuba y la dictadura es un ejemplo. En los numerosos cuestionamientos efectuados a la Argentina en las Naciones Unidas durante la dictadura, por la violación a los derechos humanos y la muerte y desaparición de personas, nunca se pudo contar con el apoyo de Cuba, que junto con la Unión Soviética se opusieron sistemáticamente que se condenara la Argentina. En esto tuvo que ver, que todos los partidos comunistas del planeta, se encargaron de hacer oídos sordos a todos aquellos que mostraban los crímenes de la dictadura. Porqué lo hizo Cuba?, por una neta cuestión de interés. Dependía de los generosos dineros de la Unión Soviética y tenía que seguir invariablemente los dictados internacionales que esta marcaba. 8 Papado, fe y política www.sinpermiso.info No voy a censurar esta actitud, inserta en la lógica de cómo se maneja un gobierno, y como prioriza sus necesidades, pero si mostrar que al gobierno cubano no le interesaron en esos momentos los derechos humano, ni todo lo que se denunciaba en la Argentina. Su praxis política pudo más que cualquier consideración de moralidad. Por otra parte este secreto escondido por defensores del gobierno cubano, puede verse en los documentos que están en la ONU, que pueden ser libremente consultados. Respecto al PC, escribía Rodolfo Walsh a comienzo del 77: El PC no participa en los conflictos, mientras negocia con el gobierno a través del Partido Intransigente y le paga viajes a Lázara y García Costa para que viajen al Congreso de la Internacional Socialista a defender a Videla (…). (La dictadura) mantiene excelente relación con el bloque soviético que con su importancia los salva en el sector externo. La exposición soviética en Buenos Aires muestra que no se trata de coletazos de la relación con Gelbard sino de una política que se mantiene con el actual gobierno”. Difícil atacar a una dictadura sanguinaria y justificar a un gobierno extranjero que se opuso a que la condenaran, no? 3.- Para el PCR y otros grupos similares de izquierda, fue un genocidio la muerte de 30.000 personas durante la dictadura, pero utilizan todo tipo de artificios dialécticos, para justificar que el siniestro Pol Pot, haya matado si piedad alguna a más de un millón y medio de camboyanos, para purificar la Nación de contaminaciones ideológicas. Estos tres ejemplos, son apenas una mínima pero ejemplificadora expresión de estos criterios detestables de doble moral, donde si el que delinque pertenece a una facción determinada siempre va a ser justificado por sus compañeros o simpatizantes, mientras si lo hace el enemigo se encargarán de perseguirlo encarnizadamente. Es el mismo tipo de razonamiento que usa el poder imperial, donde Estados Unidos vive justificando sus miserabilidades, los asesinatos selectivos, los sometimientos económicos, las diversas invasiones en todo aquel territorio en el que le interesa usufructuar sus riquezas naturales o que pueda afectar sus intereses estratégicos. Los mismos criterios que usa el capitalismo en todas partes, para condicionar, someter y aniquilar si es necesario a todo aquel que se le oponga. Aunque mi amigo Rafael Correa Delgado, ha pronunciado elogiosos conceptos sobre la ley y el derecho en Estados Unidos, la realidad de su historia, muestra que sin importarles la razón o el derecho de los demás han atropellado sin consideración alguna a todo aquél país que se opusiera a “su destino manifiesto”, no trepidando en llegar hasta el crimen, para obtener sus propósitos. Formas idénticas de condenar y justificar usadas indistintamente por la izquierda y la derecha, dejando en todos los casos la posible verdad de lado, y no guiándose por la búsqueda de la justicia, sino de lograr a cualquier precio la preservación de sus propios intereses ideológicos. Buenos Aires, marzo 18 de 2013 Alejandro Olmos Gaona, historiador argentino, fue asesor sobre deuda externa del Ministerio de Economía de Ecuador y actualmente vicedirector del Instituto Proyecto Sur www.sinpermiso.info, 24 de marzo 2013 "Si leyeran bien la Biblia, dejarían de creer". Entrevista Piergiorgio Odifreddi Aunque es un ateo confeso, todavía tiene callos en los pies por culpa de su última experiencia mística. Piergiorgio Odifreddi (Cuneo, Italia, 1950) acaba de regresar del Camino de Santiago, esa meca de la cristiandad que ha recorrido durante dos semanas con su amigo Sergio Valzania. El itinerario ha dado que hablar en Italia. Juntos han hecho en cada etapa un programa especial para la emisora RAI 3. La gracia está en que Odifreddi no cree, pero Valzania sí se confiesa católico a ultranza. "Al final hemos quedado como empezamos. Ni él me ha convencido a mí, ni yo he logrado quebrar su fe", comenta, en un hotel del centro de 9 Papado, fe y política www.sinpermiso.info Madrid, este escritor, matemático y profesor de lógica, en una entrevista que le hizo Jesús Ruiz Mantilla, hace ya años, para El País. Pero en algo sí se han puesto de acuerdo: "Galicia es bellísima; Castilla, un poco aburrida con esas llanuras tan interminables", comenta. "Y España, más laica que Italia, con diferencia. En nuestro país todavía no es posible criticar abiertamente a la Iglesia", asegura Odifreddi. Quizá por eso, para frenar la larga mano del Vaticano sobre la libertad de expresión, se ha lanzado este ensayista a la yugular de la Iglesia. Lo ha hecho con un libro que resultó un impacto en su país y un éxito de ventas que dejó patente algo serio: "La fractura entre religión y laicismo que existe en mi país, con clara desventaja para los no creyentes". El título es tan directo que no deja lugar a dudas: Por qué no podemos ser cristianos y menos aún católicos (RBA). Ni que decir tiene que el texto de quien es hoy por hoy el látigo del laicismo en Italia ha supuesto una pesadilla entre las jerarquías. No por existir, sino porque el destino y los calendarios editoriales le lanzaron a las librerías a competir al tiempo con otro libro opuesto: Jesús de Nazaret, del papa Joseph Ratzinger. "Durante semanas estuvimos alternándonos en el primero y el segundo lugar en las listas de los más vendidos", comenta jocoso Odifreddi. Seguramente la curia habría preferido otro competidor. Pero al diablo no se le pone nada por delante. Sigue jugando fuerte y haciendo de las suyas. Ni con rosarios pudieron evitar que Odifreddi vendiera 200.000 ejemplares. De manera que llega del Camino de Santiago… ¿Ni así ha encontrado la luz? Ha sido una experiencia interesante. Creo que es la primera vez que un ateo retransmite en Italia el Camino por la radio. El modelo fue la película de Buñuel La Vía Láctea, con aquellos dos personajes que combatían a golpe de dogmas y herejías. Bueno, igual que siempre, ¿no? Aunque la herejía como concepto ha sido superada por una etiqueta mucho más digna que llamamos laicismo. En España tienen más suerte que en Italia en ese ámbito. ¿Usted cree? En España no existe un cardenal Martini, por ejemplo. Alguien que defienda tan abiertamente desde la jerarquía el sacerdocio para las mujeres o las bodas entre curas. Hombre, en España la derecha es católica, pero la izquierda es claramente laica. En Italia yo he militado en el Partido Democrático, de Walter Veltroni, y me salí porque no defendían el laicismo. Me lo pidió él. Yo pensé que era conveniente porque ya que dentro conviven varias corrientes, algunos podíamos alentar un aire de izquierda más radical y laico para frenar lo que nosotros llamamos facción teocon. Pero al final Veltroni no ha sido claro. Ha decidido no meterse en asuntos que tuvieran que ver con la Iglesia. Por más que le han preguntado, nada. Y yo me he ido del partido al ver que no se comprometía claramente. ¿Por qué la izquierda italiana no se decide a romper con la Iglesia? Las anteriores elecciones las ganó la izquierda por 20.000 votos. Con esa ventaja tan pequeña, nadie quiere ponerse en contra a una organización que controla a 30 millones de ciudadanos. Yo milité para intentarlo, pero es difícil en un partido que lidera alguien como Veltroni, un personaje a quien se le conoce como el señor pero también…Falta valentía. Esta oportunidad la hemos perdido. Desde la izquierda, después de las primeras acciones de Berlusconi, ¿cómo se va digiriendo el resultado electoral? Por culpa de cosas como éstas se ha perdido. El partido de Veltroni no tiene identidad, es una refundación de viejas estructuras. Caben gente del antiguo Partido Comunista y de la Democracia Cristiana, empresarios y trabajadores… hay 120 diputados que se declaran abiertamente católicos. ¡Hasta la antigua Democracia Cristiana era mejor que esto! En cuanto a este Gobierno, es pura derecha. Muchos lo califican de neofascista. Quítele el neo. Fini lo es. La Liga es racista y Berlusconi va a lo suyo. En la primera semana de mandato ya discutíamos de la televisión… Pero, en fin, este Gobierno sabemos lo que es. Sin 10 Papado, fe y política www.sinpermiso.info embargo, con el partido de Veltroni no hay definiciones claras. ¿Le resulta 'light', descafeinado? Tiene miedo a ciertas cosas. A la Iglesia, para empezar. En España no ocurre esto. Yo leo artículos en la prensa de este país que en Italia serían impensables. Cuesta publicar ciertos asuntos. ¿Por eso ha decidido dejar sus posiciones claras en un libro? Con la óptica de un matemático, además. He escrito mucha divulgación científica. Con asuntos que relacionan ciencia y religión, como hice en El Evangelio según la ciencia, por ejemplo, o en Las mentiras de Ulises. Me he empeñado en hacer ver las matemáticas como una parte de la cultura, integrar ambos mundos. Pero ¿cómo formula un matemático algo que carece de toda lógica? Este libro tiene dos inspiraciones claras. La obra de Bertrand Russell ¿Por qué no soy cristiano? y aquel de Benedetto Croce Por qué no podemos considerarnos cristianos. La idea nació porque cada año editamos un libro de Russell y tocaba hacer aquél. Lo releí y me pareció que había envejecido mal con el tiempo. Se lo dije al editor y él me propuso hacer una interpretación propia. Así que me metí un semestre en Nueva York al Instituto de Estudios Italianos en la Universidad de Columbia. Estudié a fondo la Biblia y el catecismo. Mis amigos me encontraban siempre con ambos libros a cuestas y me preguntaban: "¿Qué te ocurre?". Normal… Le verían como un converso o temían alguna andanada suya. ¡Quién sabe! El caso era hacer una lectura a fondo, una crítica de la religión no desde perspectivas políticas de injerencia en la vida pública y todo eso, sino de observarlo desde una concepción teológica, desde dentro, y descubrir sus anacronismos. Su concepción violenta, cruel, sanguinaria de la vida, sobre todo en el Antiguo Testamento. Por eso se han molestado también los judíos, que me han acusado de antisemita. Es que reparte para todos. Normal. Los cristianos han heredado el Antiguo Testamento y uno no sabe por qué lo han hecho. Lo acometieron además de manera acrítica. Completamente. Hubo algunos que quisieron eliminarlo. Creían que el Dios bueno del Nuevo Testamento no requería la ira del anterior. No se aceptó, allá ellos. ¿Le han amenazado? Algunos me han escrito diciéndome que diera gracias porque los cristianos no fueran como los islamistas, que si no ya lo habría pagado. He pensado en hacer algo que se titulara Por qué no podemos ser islámicos, pero es que en Italia son cuatro y no sería útil. Además decretarían una fatwa, y es lo que me faltaba. Todavía hay cosas que no nos dejan tocar. Y tanto, en Italia existen directores de periódicos que reconocen que los dogmas de fe son un cuento, pero que no pueden escribirlo porque el mero hecho de ponerlo en duda ya crea un conflicto. Como por ejemplo… Lo peor es poner en duda la propia existencia de Jesucristo. No hay constancias históricas serias. Son relatos construidos a posteriori. Decir esto ya es algo escandaloso. Igual que poner en duda la virginidad de María, que lo que uno no sabe muy bien es por qué se sostiene lo contrario. ¡Aquella invención! ¡Increíble! Es un dogma con una historia muy interesante, de todas formas. Para eso se readaptó un pasaje del Antiguo Testamento que viene a decir: "Por aquí ha pasado Dios (refiriéndose al útero de la Virgen) y no lo hará nadie más". Son las mismas palabras que utilizan para señalar una puerta de Jerusalén por la que pasó el Arca de la 11 Papado, fe y política www.sinpermiso.info Alianza. Cogen un pasaje, se cambia de sitio y a nadie le importa. A usted, después de haber escrito que Cristo puede ser hijo ilegítimo de un centurión romano, ¿no le han quemado? Pantera se llamaba el hombre. Pero todo eso ya se comentaba en la época más próxima. En fin, yo no creo que haya mucha gente que se lo trague a estas alturas. Creo que es una pose social sostener estas cosas, pero que en realidad no lo piensan. Es una convención. Ni eso, ni la trinidad, ni la transustanciación… Ni la resurrección se puede explicar científicamente. No es un milagro. Las bacterias del tétanos, por ejemplo, pueden producir una muerte aparente. Pudo haberlo cogido clavado en la cruz. Existen explicaciones racionales para todo aquello que pasa en el Evangelio, pero no las hay para todo lo que dicen en él. Cierto, cierto. El Evangelio tiene tres inspiraciones. Una, la del profeta, la del Jesús de la montaña, el de los bienaventurados. Luego está la del charlatán. En Palestina, hace 2000 años, había muchísimos. La última es la del Jesús revolucionario. Uniendo las tres, se ha forjado esta historia. Una historia que tiene después la suya propia. Ésa es la más interesante. Apasionante. Entender cuáles son las fuentes de esos escritos, desmembrarlos, acotarlos. Los apócrifos, tratarlos desde el punto de vista lingüístico, de la arqueología del lenguaje, los pasos que ha sufrido tras los diferentes concilios, todo eso. Las discusiones, las herejías que pintaban a Jesús como una realidad virtual, como el personaje de una película, como un ser que nunca existió porque nunca había podido encarnarse al ser Dios precisamente. Así hasta nuestros días, porque el último dogma es de 1950, la asunción de la Virgen, que también trajo lo suyo. ¿Ah sí? Sí, porque los católicos pensaban que había ascendido sin saber si había muerto o no. Mientras que los ortodoxos sostienen que seguramente había muerto, pero no están seguros de que haya ascendido. ¿No es un cachondeo? Yo incluso llegué a hacer un cálculo científico. ¿Desde dónde ascendió? Verticalmente desde Jerusalén. ¿Con qué? Con el cuerpo. Suponiendo que lo haya hecho a la velocidad de la luz, lleva 2.000 años subiendo y, por tanto, todavía no ha atravesado nuestra galaxia. Por ahí sigue, está saliendo. Con cualquier telescopio potente en el mismo Jerusalén podríamos localizarlo. ¿Se da cuenta del ridículo? En sus desmontajes, trata usted también los mandamientos. Los hebreos sostienen que hay más de 600, pero en el caso cristiano, uno de los más interesantes es el segundo, que se pierde, curiosamente. El que prohíbe alzar y construir imágenes. ¿Cuál de todos los dogmas es el que más le atrae? La transustanciación. La hostia, que se basa en un principio aristotélico. Va contra la idea de sustancia científica. A los papas les trae de cabeza. ¿De dónde le viene esa manía de ponerlo todo patas arriba? No hace falta tanto. Si quisiera hacer una verdadera cruzada, recomendaría una única cosa a la gente: que leyeran la Biblia con un punto de vista racional, con atención. Dejarían de creer inmediatamente. No hacen falta libros anticlericales. Es que 200 años de Ilustración prenden finalmente en nuestra moral y en nuestra concepción de las cosas de manera contundente. Es así. Pese a que muchos insisten en que no puede haber moral sin religión. Era Chesterton quien decía que si no creías en Dios, podías creer en cualquier cosa. Yo ahora pienso lo contrario, que quien cree en Dios puede acabar tragándose cualquier cosa. Italia es de los países con más fe del mundo, por eso seis millones de italianos consultan también a magos, quirománticos, echadores de cartas. Si te crees lo de la trinidad o la virginidad, te entra todo. Tampoco es justo ese discurso de que los laicos no creemos en nada. No es cierto, lo hacemos en los ideales. Pero no en los dogmas. 12 Papado, fe y política www.sinpermiso.info Eso que tanto espanta ahora del relativismo, ¿cómo lo ve? Ahh… Ratzinger es un ultraconservador antipático y obtuso. Estas cosas lo prueban. Es un asunto que demuestra la incapacidad de la Iglesia para entender casos como el de Galileo. Le han perdonado 400 años después de haberle condenado por algo que era cierto, pero no han entendido nada. Lo admiten muchos miembros de la Iglesia, aunque luego lo pagan. Lo dijo George Coyne, un jesuita que fue el encargado del Observatorio Astronómico del Vaticano durante 25 años. Aseguraba que no se había comprendido la magnitud de ese caso. ¿Y qué pasó con él? Que lo licenciaron. Este mismo pidió públicamente al Papa que definiera sus posiciones sobre el evolucionismo y le cesaron. Los jesuitas, ¿son otra cosa? Son los más incisivos, sin duda. Plantean abiertamente sus dudas sobre muchos dogmas. Existe una anécdota fantástica que los define. Cuando descubrieron la momia de Jesús en Jerusalén, los franciscanos decían: es cierto lo que sufrió por nosotros, las heridas están a la vista, debemos amarlo todavía más. Los dominicos se plantearon: cuidado, que si está aquí es que no ha resucitado, vamos a tener problemas con el dogma. Y los jesuitas dedujeron: ahí lo tenemos; por tanto, ha existido. ¿No es genial? Martini es un buen ejemplo de jesuita. Bueno, es que él ha llegado a criticar hasta el libro del Papa sobre Jesús de Nazaret. Es raro, pero es que es la minoría. ¿Es necesario escribir libros así contra la Iglesia o es darle demasiada importancia a todo aquello que no debería ni siquiera ser debatido porque va contra toda razón? No sólo es necesario. Es que me parece poco todo lo que se pueda argumentar en contra. He tratado de escribir un libro serio, sin despreciar también la ironía. Aunque sobre todo he intentado hacer una crítica rigurosa basada en principios teológicos y la prueba de que ha calado es lo que les ha molestado. La importancia de la Iglesia es un hecho, no es que se la dé yo. No escribiría un libro preguntándome por qué no somos raelianos. Me da exactamente lo mismo. En Italia, 30 millones de personas se declaran católicos. La Iglesia posee un cuarto de los bienes inmuebles, de nuestros edificios. Como inmobiliaria no hay quien pueda con ella. Exacto. Además, en Italia, el Papa vive dentro. Una solución sería enviarlo a Jerusalén. Dejemos Roma para los romanos. En España vive el Opus, que también impone. Una organización que ha ganado muchísimo poder dentro de la Iglesia por culpa de Juan Pablo II, por cierto. Él llevó a la bancarrota las finanzas vaticanas para financiar al sindicato Solidaridad. Fue el Opus quien tapó el agujero. Otro de los asuntos que trata en el libro es el creacionismo. No creamos que es sólo un invento de Estados Unidos, aunque ha sido allí donde se ha desarrollado más. En Italia, ya el primer Gobierno de Berlusconi lo reivindicó, y no me extrañaría que ahora volvieran a la carga. Me hace gracia que ahora, para hacer el Camino, mi compañero ha llevado la Biblia. Yo, en cambio, elegí El origen de las especies, de Darwin. Me ha impresionado su visión de futuro. Todas las objeciones cretinas que le ponen hoy al evolucionismo, Darwin las prevé y además las responde en el libro con anticipación. ¿Lo vio venir? Exacto, y basta leerlo para frenarles. Pero el problema es que son insaciables. Porque tampoco el evolucionismo va contra la religión. El problema está no tanto en la creación del mundo, sino en el momento que surge el hombre. Ahí tenían que poner su sello. Inventar la culpa. ¿Sin culpa no hay negocio? Eso es. ¿Y por qué de entre todo el cristianismo, lo que menos se sostiene para usted es el 13 Papado, fe y política www.sinpermiso.info catolicismo? Porque son los que más dogmas imponen y, por tanto, los más fáciles de rebatir. Más cuando la mayoría son imposiciones caprichosas, a expensas de los papas, los concilios, las alianzas de poder. Como la infalibilidad pontificia, el dogma que más sospechas despierta entre los creyentes. Encuestas de universidades católicas aseguran que en la infalibilidad del papa sólo cree un 30% de católicos. Es el dogma más débil. Hay otras cosas más absurdas, como que el 40% de los que tienen fe cree que san Juan se convirtió en hijo de la Virgen ante la cruz. Lo que le digo: si leyeran con atención los evangelios, dejarían de creer automáticamente. Piergiorgio Odifreddi es un conocido matemático italiano, presidente honorario de la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas de Italia http://elpais.com/diario/2008/06/15/eps/1213511211_850215.html Sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de sus colaboradores y a las donaciones altruistas de sus lectores. Si le ha interesado este artículo, considere la posibilidad de contribuir al desarrollo de este proyecto político-cultural realizando una DONACIÓN o haciendo una SUSCRIPCIÓN a la REVISTA SEMESTRAL impresa. Varios 14