PSICOLOGÍA DINÁMICA MÓDULO 3

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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
PSICOLOGÍA DINÁMICA
MÓDULO 3
PROFESOR:
LIC. MANUEL CONCHA HUARCAYA
CHIMBOTE - 2009
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD:
LA EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD
FASE ORAL (0 – 1 1/2 años)
La primera fase del desarrollo donde las necesidades,
percepciones y modos de expresión del niño, se centran
primariamente en la boca, los labios, la lengua y otros
órganos relacionados con la Zona Oral.
La zona oral mantiene su papel dominante en la
organización de la psique durante los primeros 18 meses de
vida, aproximadamente. Las sensaciones evocadas son la
sed, el hambre, las estimulaciones táctiles placenteras
evocadas por el pezón o su sustituto y las sensaciones
relacionadas con la deglución y la saciedad. Los impulsos corporales se
componen de dos elementos distintos: la libido y la agresividad. El estado de
tensión oral conduce a la búsqueda de la gratificación oral, que se expresa en
la placidez posterior a la comida. La tríada oral consiste en el deseo de
comida, de dormir y de relajarse después de mamar hasta que sobrevenga el
sueño. Las necesidades libidinales (erotismo oral) predominan en la primera
etapa de la fase y más tarde se mezclan con elementos agresivos (sadismo
oral). Las manifestaciones propias de la agresividad oral se conectan con los
deseos y fantasías primitivos de morder, devorar y destruir.
Establecer una dependencia segura respecto a los objetos que
proporcionan alimento y apoyo, establecer expresiones agradables y gratificar
las necesidades de la libido oral, sin excesivo conflicto o ambivalencia
respecto a los deseos orales sádicos.
RASGOS DEL CARÁCTER
La resolución satisfactoria de la fase oral proporciona la base estructural del
carácter de la capacidad de dar y recibir de los demás sin una dependencia o
envidia excesiva y de desarrollar un sentimiento de confianza hacia los demás
y hacia sí mismo.
RASGOS PATOLÓGICOS
Excesiva o inexistente gratificación oral puede originar
fijaciones de la libido, que contribuyan a la aparición de
rasgos patológicos tales como excesivo optimismo,
narcisismo,
pesimismo
(frecuente
en
estados
depresivos) y alto nivel de demandas. Los caracteres
orales son con frecuencia excesivamente dependientes y
exigen la atención y la entrega de los demás. Este tipo
de individuo desea recibir, aunque excepcionalmente da
algo a los demás. Para evocar una respuesta similar
hacia él mismo, da los objetos para conservar su
autoestima. La envidia y los celos son dos rasgos muy frecuentes en los
caracteres orales.
FASE ANAL (1 ½ - 3 años)
Es la fase de desarrollo que surge de la madurez del
control neuromuscular de los esfínteres, en especial del
Esfínter Anal, que permite por tanto, el control voluntario
de la expulsión o la retención de las heces.
Este período que se extiende desde el primero hasta el
tercer año de vida, se caracteriza por una clara
intensificación de los impulsos agresivos acompañado de
elementos libidinales e impulsos sádicos. La adquisición
del control voluntario de los esfínteres se asocia a la sustitución reciente de la
pasividad por la actividad. Los conflictos sobre el control anal y los conflictos
con los padres relacionados con la expulsión o la retención de heces durante
el aprendizaje incrementan la ambivalencia, la lucha por la separación, la
individualización y la independencia. El erotismo anal se refiere al placer
sexual que proporciona el funcionamiento anal, tanto al retener las preciadas
heces (retención anal) como al presentarlas a los padres como un regalo
valioso (expulsión anal). El sadismo anal es la expresión de los deseos
agresivos relacionados con la vivencia de las heces expulsadas como armas
poderosas y destructoras. Estos deseos a veces se manifiestan en las
fantasías de los niños de esta edad sobre bombas y explosiones.
El período anal es esencialmente una fase de lucha por la independencia y
separación de los padres que les controlan y de los que dependen. Los
intentos del niño por alcanzar su autonomía e independencia sin excesiva
vergüenza o dudas sobre su capacidad se manifiestan en los objetos de
control anal sin exceso (retención fecal) o de la falta del mismo (suciedad).
RASGOS DEL CARÁCTER.
La resolución positiva de la fase anal, proporciona las bases para el desarrollo
de autonomía personal, la capacidad de independencia y la iniciativa personal
sin sentimientos de culpa, la capacidad de controlar el propio comportamiento
sin vergüenza ni dudas, la falta de ambivalencia y la capacidad para colaborar
con disposición sin excesiva testarudez o sensación de intravaloración o
fracaso.
RASGOS PATOLÓGICOS
Del erotismo anal y de las defensas contra él se derivan rasgos de carácter
mal adaptativo, que con frecuencia son aparentemente inconsistentes.
Algunas manifestaciones del carácter anal derivadas de la fijación en las
funciones anales son la tendencia al orden excesivo, la obstinación, la
testarudez, la frugalidad y la parsimonia. Cuando las defensas contra los
rasgos anales son menos eficaces, el carácter anal revela rasgos de fuerte
ambivalencia, desorden, suciedad, desconfianza, cólera y tendencias
sadomasoquistas. Las características y las defensas anales se observan
típicamente en las neurosis obsesivo-compulsivas. (Práctica de Lectura 1 )
FASE URETRAL (2 ½ - 3 ½ años)
Esta fase no fue explícitamente establecida por
FREUD, pero se considera una fase de
transición entre la fase anal y la fálica.
Comparte alguna característica de la fase anal
anterior y de la fase fálica posterior.
Las características de la fase uretral suelen
incluirse en la fase fálica. El erotismo uretral,
sin embargo, se refiere al placer de orinar, así
como al placer de retener la orina, similar al de
retener las heces. Los modelos de actuación y
control son bastante semejantes en el funcionamiento uretral. La función
uretral puede también investirse de cualidades sádicas que, con frecuencia,
reflejan impulsos anales sádicos persistentes. La pérdida del control uretral,
como ocurre en la enuresis, suele tener significación regresiva que a su vez
reactiva los conflictos anales.
RASGOS DEL CARÁCTER
Además de los efectos saludables análogos a los del período anal, la
competencia uretral proporciona un sentimiento de orgullo y autocompetencia
derivado de su ejecución. La actuación uretral es un área en la que el niño
puede imitar e igualar a su padre. La resolución de los conflictos uretrales
sienta las bases de la identidad genérica y las consiguientes identificaciones.
RASGOS PATOLÓGICOS
El rasgo uretral predominante es la competitividad y la ambición
probablemente como compensación por la vergüenza que produce la pérdida
de control. En el control puede estar el origen de la envidia del pene,
relacionada con el sentimiento de vergüenza e incapacidad femenina
predominante por no poder igualar la actuación uretral masculina. También
se relaciona con motivos tales como el control y la vergüenza.
FASE FÁLICA (3 – 6 años)
La fase fálica del desarrollo psicosexual comienza durante
el tercer año de vida y dura aproximadamente, hasta el
final del quinto año de edad.
La fase fálica se caracteriza por la focalización del interés,
la excitación y la estimulación sexual de la zona genital. El
pene se convierte en el órgano que despierta más interés
en los niños de ambos sexos y la ausencia del pene en las
niñas se experimenta como una castración.
La fase fálica suele asociarse al aumento de la frecuencia masturbatoria
acompañada de fantasías predominantemente inconscientes en las que
participa el padre del sexo opuesto.
La amenaza y la ansiedad de castración surgen en conexión con el
sentimiento de culpa por la masturbación y los deseos edípicos. Durante esta
fase se establece y consolida el conflicto edípico.
Así, el infante habla de casarse con el progenitor del sexo contrario y de
desplazar al progenitor del mismo sexo.
Algunos psicoanalistas han planteado que en las niñas ocurre algo inverso.
Así pues, ellas sienten la pérdida del pene (complejo de castración) y después
desean tener uno, sintiendo además un rechazo hacia la madre porque ella
no les dio pene o les quitó el suyo. En cambio sienten una atracción hacia el
padre, relación niña-padre, a esto último se denomina Complejo de Electra
(concepto desarrollado por Carl Jung). FREUD nunca aceptó esta idea, pues
consideraba la sexualidad femenina dentro de un modelo más complejo.
El propósito de esta etapa es enfocar el interés erótico en la zona y las
funciones. Esta localización sienta los cimientos del género y sirve para
integrar los residuos de las fases previas de desarrollo psicosexual dentro de
una orientación genito-sexual predominante. El establecimiento de la
situación edípica es esencial para afianzar las identificaciones subsiguientes
que servirán como base de importantes y persistentes dimensiones de la
organización del carácter.
El infante es capaz de formar el Súper-yo, en base a los castigos, consejos,
resondrones y comparaciones que hacen los padres con sus demás
hermanos. El niño forma así una moral interna, llamada Súper-yo; estructura
encargada de censurar, es decir, desaprobar aquello que es considerado
libidinoso, inmoral o incorrecto.
RASGOS DEL CARÁCTER.
La Fase Fálica proporciona los cimientos para el sentido de identidad sexual,
emerge un sentido de curiosidad sin prejuicios sin azoramiento, de iniciativa
sin culpabilidad, así como una sensación de control no sólo sobre los objetos
y las personas del entorno, sino también de los procesos e impulsos internos.
La resolución del conflicto edípico al final de la fase fálica permite que afloren
las poderosas fuerzas internas que regulan los impulsos y los orientan con
fines constructivos. La fuente reguladora interna es el Súper-yo y se basa en
las identificaciones derivadas de las figuras parentales primarias.
RASGOS PATOLÓGICOS
Los rasgos patológicos derivados del desarrollo fálico edípico son tan
complejos y se modifican tantas veces, que participan prácticamente en todo
el desarrollo neurótico. Los aspectos más importantes, sin embrago, se
centran en la castración en los varones y en la envidia del pene en las
mujeres. El otro foco importante de distorsiones del desarrollo en este
período se deriva de los patrones de identificación que se desarrollan en la
“resolución del complejo edípico”. La influencia de la ansiedad de castración y
la envidia del pene, las defensas frente a ambos y los patrones de
identificación que surgen en la fase fálica, son los determinantes primarios
del desarrollo del carácter humano. También asumen, e integran los residuos
de las etapas psicosexuales previas, de manera que las fijaciones o conflictos
derivados de las etapas anteriores pueden contaminar y modificar la
resolución edípica.
FASE DE LATENCIA (6 A 12 años)
La fase de relativa quiescencia, quietud o inactividad del
impulso sexual que va desde el período de resolución del
complejo de Edipo, hasta la pubertad (de los 5-6 años
hasta los 11-13 años).
La constitución del Súperyo al cerrarse el período edípico
y la maduración consiguiente de las funciones del Yo
permiten un grado considerablemente mayor de control
de los impulsos instintivos. Los intereses sexuales
durante este período se consideran inactivos o quietos,
debido a la influencia de la escuela, estudio, responsabilidad, disciplina, etc. y
la socialización a través de las normas, la libido queda inhibida o desplazada
por otras actividades como los deportes, las tareas, etc.
Es la fase de las filiaciones homosexuales, tanto en varones como en
mujeres, así como la sublimación de las energías libidinales y agresivas, en
aprendizajes y
actividades lúdicas, en la exploración del entorno y la
depuración de las técnicas para afrontar el mundo de personas y cosas que
les rodean.
Es el período de desarrollo de habilidades importantes. La fuerza relativa de
los elementos reguladores con frecuencia hace aparecer patrones de
conducta de alguna manera obsesivos e hipercontroladores.
El objetivo fundamental en este período es la completa integración de las
identificaciones edípicas y la consolidación de la identidad de roles sexuales.
La quiescencia relativa y el control de los impulsos instintivos permiten que
se desarrollen los instrumentos del Yo y las habilidades de control. Si existen
contactos intensos con personas significativas ajenas al núcleo familiar
(profesores, entrenadores u otros adultos), es posible que, además de los
edípicos, aparezcan otros componentes identificatorios.
RASGOS DEL CARÁCTER.
El período de latencia se suele considerar como de escasa
actividad, relativamente poco importante en el esquema
de desarrollo. Sin embargo, actualmente se ha dado gran
importancia a los procesos que se desarrollan durante
esta
etapa.
Algunas
consolidaciones
importantes
dependen de las identificaciones postedípicas. Es un
período de integración y consolidación de los logros
adquiridos en las fases previas del desarrollo psicosexual y del
establecimiento de patrones decisivos del funcionamiento adaptativo. El niño
puede desarrollar un sentido de laboriosidad y una capacidad para manipular
objetos y conceptos que le permitirá vivir de manera autónoma y con un
sentido de iniciativa, sin correr el riesgo de fracasar o sentirse inferior. Estos
logros importantes deben integrarse más adelante en última instancia, como
la base esencial de una vida madura y en el amor.
RASGOS PATOLÓGICOS
El peligro durante el período de latencia viene tanto por defecto como por
exceso en el desarrollo de los controles internos. La falta de control puede
conducir al niño a no sublimar sus energías de manera suficiente para el
aprendizaje y el desarrollo de las habilidades; un control interno excesivo, sin
embargo, puede provocar un final prematuro del proceso de desarrollo de la
personalidad y la elaboración precoz de rasgos obsesivos del carácter.
FASE GENITAL (12 años a Adulto Joven)
La Fase Genital o adolescente del desarrollo psicosexual
se extiende desde la aparición de la pubertad hasta que
el individuo alcance el estado del adulto joven. Esta fase
actúa
en
distintos
períodos:
preadolescencia,
adolescencia temprana, adolescencia tardía e incluso
postadolescencia.
La madurez fisiológica de los sistemas de funcionamiento
genital
(sexual)
y
los
sistemas
hormonales
estabilizadores producen la intensificación de los
Impulsos, sobre todo los libidinosos. Se produce una
regresión en la organización de la personalidad, ya que,
se reabren conflictos propios de etapas previas del desarrollo psicosexual y
existe la posibilidad de una segunda resolución de conflictos necesaria para
alcanzar la madurez sexual y la identidad adulta.
Los objetivos prioritarios de este período son por un lado, eliminar la
dependencia y el vínculo con los padres y por otro, establecer relaciones de
objetos maduros y no incestuosos. En relación a las otras fases, es
considerada madura, porque al reaparecer el placer, debido a los cambios
biológicos propios de la pubertad, el sujeto orienta su actividad sexual a
personas de otro sexo de manera adulta, ya no la atracción hacia mamá o
papá, sino a una persona acorde a la edad del sujeto, y en donde destaca la
maduración total del sistema sexual, de modo que el orgasmo, la eyaculación
y el embarazo son posibles. Ciertamente, se considera al orgasmo la señal
instintiva y plena de satisfacción; pero se combina con placeres eróticos de
etapas pregenitales y que aportan a la expresión del instinto sexual.
Relacionado con ello esta la adquisición de un sentido de identidad personal
maduro, así como la aceptación e integración de un conjunto de roles y
funciones adultas que permitirán nuevas integraciones adaptativas con las
expectativas sociales y los valores culturales.
RASGOS DEL CARÁCTER.
La resolución satisfactoria y la reintegración de las fases
psicosexuales previas en la adolescencia además de los
problemas específicos de la fase genital, proporcionan la
capacidad para completar y satisfacer su potencialidad
sexual y un sentido de identidad autointegrado y
consistente. El individuo ha alcanzado una capacidad
satisfactoria de autorrealización y participación consciente
en las áreas del trabajo y el amor y en la aplicación
creativa y productiva de las mismas para satisfacer y
alcanzar objetivos y valores importantes. Sólo en los
últimos años se ha cuestionado por primera vez una
presunta relación entre genitalidad sexual y funcionamiento maduro de la
personalidad.
RASGOS PATOLÓGICOS.
Las desviaciones patológicas ocasionadas por el fracaso en la resolución
correcta de esta etapa del desarrollo son múltiples y complejas. Pueden
surgir problemas del conjunto del espectro de los residuos psicológicos, ya
que la tarea del desarrollo en la adolescencia consiste, en cierta medida, en
la reapertura, reelaboración y reintegración de todos los demás aspectos del
desarrollo.
Las resoluciones fallidas anteriores y las filiaciones en varias fases o aspectos
del desarrollo psicosexual provocan defectos patológicos en la personalidad
adulta emergente (Erickson: Difusión de identidad).
LA EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD:
TRAUMAS, FIJACIÓN Y CARÁCTER
Los Traumas
Los efectos del trauma son de dos tipos, positivos y negativos. Los positivos
son esfuerzos tendientes a reactivar el trauma y por lo tanto a rememorar la
experiencia olvidada o, mejor aún, a hacerla real, vivir de nuevo su
repetición, incluso, si se trata de una relación afectiva anterior, revivirla en
una relación análoga con otra persona. Estos esfuerzos se reúnen bajo el
nombre de fijación al trauma y coacción de repetición. Pueden estar
integrados en el Yo llamado normal y prestarle, en tanto que tendencias
constantes en él, rasgos de carácter inmutables, aunque su fundamento real,
su origen histórico, hayan sido olvidados, o más bien a causa de ello. Así, un
hombre que ha pasado su infancia en un apego excesivo a la madre, hoy ya
olvidado, puede buscar durante toda su vida una mujer de la que pueda
volverse dependiente, dejarse alimentar y mantener. Una joven que ha sido
en su primera infancia objeto de una seducción sexual puede disponer su vida
sexual ulterior de manera tal que siempre provoque agresiones de ese tipo.
Es fácil advertir que con tales puntos de vista penetramos, más allá del
problema de la neurosis, hasta la comprensión del carácter en general.
Las reacciones negativas tienden a la meta opuesta: a que ningún
elemento de los traumas olvidados pueda ser rememorado o repetido.
Podemos reunirlas bajo el nombre de reacciones de defensa. Su
manifestación principal es lo que se llaman evitaciones, que pueden
agravarse convirtiéndose en inhibiciones o fobias. También estas reacciones
negativas realizan fuertes contribuciones a la formación del carácter; en el
fondo son fijaciones al trauma, lo mismo que su antítesis, sólo que de
tendencia contraria.
Fijación y Carácter
Las experiencias que uno va acumulando a lo largo de la vida contribuyen a
forjar su personalidad o carácter como adulto. Freud creía que las
experiencias traumáticas tenían un efecto especialmente fuerte en esta
etapa. Indudablemente, cada trauma en particular podría tener su impacto
específico en una persona, lo cual solo podía explorarse y comprenderse
sobre una base individual. Pero, aquellos traumas asociados con los estadios
de desarrollo por los que todos pasamos, tendrían mayor consistencia.
Si una persona presenta algún tipo de dificultad en cualquiera de las tareas
asociadas con estas etapas (el destete, el control de esfínteres o en la
búsqueda de la identidad sexual) tenderá a retener ciertos hábitos infantiles o
primitivos. A esto se le llama fijación.
La fijación provoca que cada problema de una etapa específica se prolongue
considerablemente en nuestro carácter o personalidad.
Si, teniendo 18 meses de edad, se encuentra constantemente frustrado en su
necesidad de chupar, ya sea porque mamá está incómoda o incluso es muy
ruda con usted, o sencillamente quiere destetarle demasiado rápido, usted
puede desarrollar un carácter oral-pasivo. Una personalidad de este tipo
tiende a depender mucho de los demás. Usualmente buscan “gratificaciones
orales” tales como comer, beber y fumar. Es como si estuviesen buscando los
placeres que se perdieron en la infancia.
Cuando tenemos entre 5 y 8 meses de edad, empezamos la dentición. Una
acción que nos satisface mucho en este período es morder todo lo que esté a
nuestro alcance, como por ejemplo, el pezón de mamá. Si esta acción es
causante de displacer o se corta demasiado rápido. Podremos desarrollar
entonces una personalidad oral-agresiva. Esta personas retienen de por
vida un deseo de morder cosas, como lápices, chicles, así como personas.
Tienden a ser verbalmente agresivos, sarcásticos, irónicos y demás.
En el estadio anal estamos fascinados con nuestras “funciones corporales”.
Al principio, podemos hacerlo de cualquier forma y en cualquier lugar.
Posteriormente, sin razón aparente empezamos a comprender que podemos
tener control sobre ello, haciéndolo en ciertos lugares y a ciertas horas. ¡Y los
padres parecen valorar sobremanera el producto final de estos esfuerzos!
Algunos padres se someten a merced del niño en el entrenamiento del control
de esfínteres. Le piden de rodillas que lo hagan en el váter, se alegran
considerablemente cuando lo hacen bien y se rompe su corazón cuando no lo
hacen correctamente. El niño, mientras, es el rey de la casa, y él lo sabe.
Este niño, con esos padres, desarrollará una personalidad anal-expulsiva
(también anal-agresiva). Estas personas tienden a ser sensibleros,
desorganizados y generosos ante una falta. Pueden ser crueles, destructivos
y muy dados al vandalismo y los grafiti. El personaje de Oscar Madison en la
película “Un par de gruñones” (The Odd Couple) es un buen ejemplo.
Sin embargo, otros padres son estrictos. Pueden estar compitiendo con los
vecinos a ver cuál de los niños controla primero los esfínteres (muchas
personas creen que si un niño lo hace muy pronto en su evolución, es un
signo de gran inteligencia). Pueden llegar a usar la humillación o el castigo.
Este niño puede perfectamente sufrir de estreñimiento, tratando de
controlarse constantemente y desarrollará de mayor una personalidad analretentiva. Será especialmente pulcro, perfeccionista y dictatorial. En otras
palabras el anal-retentivo está atado por todas partes. El personaje de Félix
Unger en la película mencionada es un ejemplo perfecto.
Existen también dos personalidades fálicas, aunque a ninguna de ellas se
le ha dado nombre. Si el niño, por ejemplo, es rechazado en demasía por su
madre y además amenazado por su padre excesivamente varonil, tendrá
posiblemente una sensación muy pobre de autovalía en cuanto a su
sexualidad. En este caso, intentaría lidiar con esto o bien declinando cualquier
actividad heterosexual; convirtiéndose en un ratón de biblioteca o llegando a
ser el macho de todas las mujeres. En el caso de una niña rechazada por su
padre y amenazada por una madre excesivamente femenina, también
producirá una autoestima muy baja en el área de la sexualidad. Así, podría
llegar a ser un jarrón de flores de adorno y una belleza exageradamente
femenina.
En otra situación, si un niño no es rechazado por su madre y más bien es
sobreprotegido en sus debilidades por ella mucho más que su padre pasivo,
podría desarrollar una opinión de sí mismo bastante grande (lo cual le
remitirá mucho sufrimiento al enfrentarse al mundo real y darse cuanta de
que los demás no le quieren como su madre lo hizo) y parecer afeminado.
Después de todo, no existe ninguna razón por la que tenga que identificarse
con su padre. De la misma manera, si una niña es la princesita de papá y su
mejor colega y mamá ha sido relegada a una posición casi de sirvienta, la
chica será muy superficial y egocéntrica, o por el contrario muy masculina.
Estos distintos caracteres fálicos demuestran un punto importante de la
caracterología freudiana: los extremos conllevan a los extremos. Si usted se
encuentra frustrado o es demasiado indulgente, tiene problemas. Y, aunque
cada problema tiende a desarrollar ciertas características, éstas últimas
pueden ser fácilmente reversibles. Así, por ejemplo, una persona analretentiva puede volverse excesivamente generosa o ser bastante
desorganizada en algunos aspectos de su vida. Esto puede llegar a ser
suficientemente frustrante para los científicos, pero de hecho es la realidad
de la personalidad.
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ACTIVIDAD 1:
LECTURA
CARÁCTER Y EROTISMO ANAL
FREUD (1908)
Harto a menudo tropieza con un tipo singularizado por la conjunción de determinadas
cualidades de carácter, al par que nos llama la atención, en la infancia de estas personas, el
comportamiento de una cierta función corporal y de los órganos que en ella participan.
Las personas que me propongo describir sobresalen por mostrar, en reunión regular, las
siguientes tres cualidades: son particularmente ordenadas, ahorrativas y pertinaces.
«Ordenado» incluye tanto el aseo corporal como la escrupulosidad en el cumplimiento de
pequeñas obligaciones y la formalidad. Lo contrario sería: desordenado, descuidado. El carácter
ahorrativo puede aparecer extremado hasta la avaricia; la pertinacia acaba en desafío, al que
fácilmente se anudan la inclinación a la ira y la manía de venganza.
De la historia de estas personas en su primera infancia se averigua con facilidad que les llevó
un tiempo relativamente largo gobernar la incontinencia fecal y aun en años posteriores de la
niñez tuvieron que lamentar fracasos aislados de esta función. Parecen haber sido de aquellos
lactantes que se rehúsan a vaciar el intestino cuando los ponen en la bacinilla, porque extraen
de la defecación una ganancia colateral de placer. De esas indicaciones inferimos, en su
constitución sexual congénita, un resalto erógeno hipernítido de la zona anal, nos vemos
precisados a suponer que la zona anal ha perdido su significado erógeno en el curso del
desarrollo, y luego conjeturamos que la constancia de aquella tríada de cualidades de su
carácter puede lícitamente ser puesta en conexión con el consumo del erotismo anal.
Hacia la época de la vida que es lícito designar como «período de latencia sexual», desde el
quinto año cumplido hasta las primeras exteriorizaciones de la pubertad (en torno del undécimo
año), se crean en la vida anímica, a expensas de estas excitaciones brindadas por las zonas
erógenas, unas formaciones reactivas, unos poderes contrarios, .como la vergüenza, el asco y
la moral, que a modo de unos diques se contraponen al posterior quehacer de las pulsiones
sexuales. Ahora bien: el erotismo anal es uno de esos componentes de la pulsión que en el
curso del desarrollo y en el sentido de nuestra actual educación cultural se vuelven inaplicables
para metas sexuales; y esto sugiere discernir en esas cualidades de carácter que tan a menudo
resaltan en quienes antaño sobresalieron por su erotismo anal -vale decir, orden, ahorratividad
y pertinacia- los resultados más inmediatos y constantes de la sublimación de este.
Desde luego, ni siquiera para mí es muy transparente la necesidad íntima de este nexo. El
aseo, el orden, la formalidad causan toda la impresión de ser una formación reactiva contra el
interés por lo sucio, lo perturbador, lo que no debe pertenecer al cuerpo. Para relacionar con la
pertinencia, cabe recordar que ya el lactante puede mostrar una conducta porfiada ante la
deposición de las heces, y que la estimulación dolorosa sobre la piel de las nalgas que se
enlaza con la zona erógena anal es universalmente empleada por la educación para quebrantar
la pertinacia del niño, para volverlo obediente. Entre nosotros todavía, lo mismo que en épocas
antiguas, se usa como expresión de desafío y de escarnio desafiante un reto que tiene por
contenido acariciar la zona anal, vale decir, que designa en verdad una ternura que ha caído
bajo la represión.
Los nexos más abundantes son los que se presentan entre los complejos, en apariencia tan
dispares, del interés por el dinero y de la defecación. En verdad, el dinero es puesto en los más
íntimos vínculos con el excremento dondequiera que domine, o que haya perdurado, el modo
arcaico de pensamiento: en las culturas antiguas, en el mito, los cuentos tradicionales, la
superstición, en el pensar inconsciente, el sueño y la neurosis. Por tanto, si la neurosis obedece
al uso lingüístico, toma aquí como en otras partes las palabras en su sentido originario, pleno de
significación; y donde parece dar expresión figural a una palabra, en la generalidad de los casos
no hace sino restablecer a esta su antiguo significado.
Otra circunstancia concurre todavía a esta equiparación en el pensar del neurótico. Como ya
sabemos, el interés originariamente erótico por la defecación está destinado a extinguirse en la
madurez; en efecto, en esta época el interés por el dinero emerge como un interés nuevo,
inexistente en la infancia; ello facilita que la anterior aspiración, en vías de perder su meta, sea
conducida a la nueva meta emergente.
Si los nexos aquí aseverados entre el erotismo anal y aquella tríada de cualidades de carácter
tienen por base un hecho objetivo, no será lícito esperar una modelación particular del «carácter
anal» en personas que han preservado para sí en la vida madura la aptitud erógena de la zona
anal;
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