"La enfermedad: Caras de la angustia" Una metáfora de la vida y de la muerte en La plaza del diamante de Mercé Rodoreda" Zoé Jiménez Corretjer, PhD Catedrática Departamento de Humanidades Universidad de Puerto Rico en Humacao "Todo estaba todavía como cansado por una gran enfermedad." La plaza del diamante Cuando pensamos en la enfermedad, pensamos en una alteración del cuerpo. Es un estado de cambio, de dolor, donde el dolor mismo, marca un tiempo de padecimiento. Este tiempo se convierte en un parámetro existencial de conciencia. Desde el comienzo de la novela La plaza del diamante, nuestros personajes están en continuo sufrimiento. Sufren dolencias físicas y angustias psicopatológicas. Enfermedades que desde una perspectiva simbólica son los estados de conciencia que nos quiere proyectar Mercé Rodoreda. La plaza del diamante es una simbiosis del mundo. En ella convergen, como planos diseñados, como en un orden estético, el cielo y la tierra, la lluvia y el mar, las casas y la ciudad, los espacios exteriores de las casas y los espacios internos de los personajes. Lo abierto y lo cerrado, lo claro en contrapunto con lo oscuro y lo evidente junto a lo misterioso. Elementos que tejen la historia de Natalia, Colometa, de Quimet, Cintet, Antoni el niño, Rita y luego al final, Antoni el esposo. Historia que a cada palabra va cargada de conciencia existencial. De un estado de vejez espiritual que nos narra en la intimidad de una primera persona, el sufrimiento y el dolor personal, el dolor colectivo de España. Esta novela reúne a través de símbolos, una visión englobante de la realidad. La existencial individual versus la histórica colectiva. Dolores, que en una misma voz se unifican y manifiestan. Cada uno de los personajes padece. La conciencia de estos males en el texto se hace evidente e insistente. Se nos muestran un dolor que al mismo tiempo que los despierta, los pone en sobre aviso hacia la muerte. E1 epígrafe abre: "My dear, these things are life" (5). Conciencia de la vida y la existencia quedan explícitas y nos indican el pulso interno de la narración, el bombeo de palabras que nos reconstruyen un ciclo de vida y de dolor. Desde el primer párrafo ya Natalia hace mención de su dolor. "...y las puntas de los dedos me dolían de tanto apretar cordeles dorados y de tanto hacer nudos y lazadas" (7). Este sufrimiento comienza por las manos, símbolo asociado a la creación. Junto a la imagen de los lazos, que aparece continuamente en la novela, la del círculo se va creando a la par con la imagen de la asíntota. Este símbolo de infinitud va dibujándose paralelamente a la vida de los personajes y sus sufrimientos. "...porque yo era así, que sufría si alguien me pedía algo y tenía que decirle que no" (7). La metáfora del círculo tan recurrente en la narración, la vemos en la cintura de Natalia y la marca de la falda, en la imagen del baile, dando vueltas, en las descripciones del día y la noche, en las bolitas del rosario, en las bolitas que ve Colometa en la iglesia, en los huevos de las palomas, en el papel del comedor, "un papel con rayitas que hacían aros" (26), en el anillo de la boda y en el vientre de preñada de Colometa. Esta insistente imagen es el ciclo natural de la vida. Ciclo infinito o apeiron, donde late la rutina, dónde la vida y la muerte son el motor que genera más vida. La metáfora de los males se manifiesta con distintas máscaras. La enfermedad que produce dolor, la enfermedad como estado neutro, la enfermedad como estética romántica que otorga un halo de nostalgia a la obra, la enfermedad como transformación, deformación o desintegración del hombre, la enfermedad como melancolía o neurosis y la enfermedad como verificación de vida. Con esta última imagen Mercé Rodoreda cierra su ciclo en la novela, con este estado vital retorna al círculo de la esperanza. La autora está constantemente llevando a cabo una prognosis de su mundo, los estados del tiempo, junto al estado emocional y de salud de sus personajes. Nos presenta a éstos desde su adolescencia. Epoca de la vida en que todo adolece. A cada personaje le podemos trazar un historial y cada circunstancia responde a su vez a una sintomatología. La enfermedad y el dolor los acerca a la muerte. El padecimiento en carne de estos seres, les concientiza y recuerda que están vivos. A través del dolor, la carne y el espíritu, padecen. Este sufrimiento es a veces percibido como un castigo, como un pecado. Dolor que transforma a los seres y los purifica. El mal se convierte entonces en una purgación. I -Arrodíllate por dentro. Me hizo pedirle perdón arrodillada por dentro por haber salido a pasear con el Pere al que, pobre de mí, no había visto desde que reñimos. (29) Los males sirven para demostrar la debilidad del ser humano. Queda demostrada esta vulnerabilidad, cada personaje se humaniza y por tanto los errores y debilidades vienen a formar parte de otra cara de la enfermedad. Pero es la angustia, el mal que al fin y al cabo todos padecen en común. ...sentía como un dolor muy hondo, como si en el medio de mi paz de antes se abriese la puertecita de un nido de escorpiones y los escorpiones saliesen a mezclarse con la pena y a hacerla punzante y a derramárseme por la sangre y a ponérmela negra. (15) Pero hay que ver que este dolor existencial puede ser la causa de los males. La enfermedad como un resultado de la angustia. Como una forma de ser canalizado un dolor intrínseco y abstracto. Vemos estas manifestaciones mayormente en Colometa y Quimet. En Colometa los males son distintos a los de Quimet. El mal en Colometa está asociado a la creación de la vida por ende, del mundo. Su dolor tiene unas características más orgánicas. Como su función de vida está asociada a la creación, su responsabilidad la concientiza de una manera más profunda al mismo tiempo que la culpabiliza. Vemos en Colometa los humores, en el sentido antiguo de la medicina y las emanaciones internas esenciales como leche, sangre... 'Me empezó a salir sangre por la nariz y no había manera de pararla" (45). La enfermedad es una expresión del inconsciente y como señala Susan Sontag, "la enfermedad es la voluntad que habla a través del cuerpo, un lenguaje que dramatiza lo mental, una forma de expresión personal'' (44). Aquí la insanidad aísla a los personajes al mismo tiempo que confirman su arraigo con la vida. Podemos decir que ocurre en ellos un tipo de exilio. Esta idea se da en el ámbito físico y emocional. El exilio como un alejamiento de su propio ser. Una enajenación del inconciente. Exilio a su vez, que representó una realidad, tanto para la sociedad española, como para la autora. Este dolor individual y colectivo representado en la figura femenina de Colometa, nos recuerda la España de Unamuno y el "me duele España". Colometa es a su vez una alegoría de esta España en sufrimiento. "Me habían dicho que se llega a él por un camino de flores y que se sale por un camino de lágrimas" (51). E1 mal en Quimet se presenta de otra manera. En Quimet, es una posesión interna que brota de adentro hacia afuera, pero que no está ligada simbólicamente a una angustia existencial como se percibe en Colometa. Recordemos el dolor del tuétano de su pierna y también el padecimiento de la tenia. Decía que la pierna le dolía cuando dormía, como si tuviese un fuego en el tuétano del hueso, y, a veces, entre el hueso y la carne, pero que, cuando lo tenía en el tuétano del hueso, no lo tenía entre el hueso y la carne. (56) Su dolor es físico, no psíquico. Dolor que se describe con detalles que nos hacen palpar el sufrimiento descrito. A su vez, la imagen metafórica de la enfermedad puede, paralela a la del exilio, ser un peregrinaje, una búsqueda, un viaje psicológico del cuerpo hacia la otra orilla. Un tanteo con el más allá de la muerte. La intensidad del dolor es distinta en ellos. En Quimet la enfermedad y el dolor se cosifican. Es un dolor concreto fijado en su pierna y representado además, en una animalización del gusano que vive en sus entrañas. E1 dolor en Quimet es una apoderación, es un parásito que vive de él. En cambio en Colometa, encarna una gradación del dolor distinta. En ella se expresa de manera intangible. Elevando su dolor a una estrata sagrada. En Colometa se sacraliza, su cuerpo es el espacio de la ceremonia, del rompimiento y de la unificación. A ella le duele más el alma. Y el dolor psíquico se concretiza en la neurosis de la cual padece. Colometa sufre de claustrofobia dentro de su "hogar trampa", como señala Busquets (127), pero esta claustrofobia es también la de su propio cuerpo, la claustrofobia de estar presa en su propia carne. Contrariamente a esta fobia, sufre después de agorafobia cuando tiene que confrontarse con los espacios abiertos. Porque todavía la liberación total de su alma es imposible. Las fobias, sus manías, y sus miedos evidencian la angustia interna de este personaje. Debemos recordar que Colometa, desde un principio, nos comenta su debilidad y que siendo huérfana de madre, tampoco tenía una relación muy afectiva con su padre. Esta se casa joven arrastrando los traumas de su juventud, que unidos al período de adaptación a su nueva vida con Quimet, se transfieren en obsesiones. "...y si pensaba demasiado el cerebro me dolía de una manera rara como si lo tuviese podrido." (200) Todos los males funcionan como una materialización del sentimiento excesivo en el cuerpo. E1 mal como castigo funciona al mismo tiempo, como la represión de estas personalidades. Las frustraciones se expresan como parte del dolor. Por otro lado, la ausencia de euforia en los personajes acentúa el grado de depresión. Las imágenes en descenso son comunes. Las escaleras por ejemplo son símbolo tradicional del descenso hacia la muerte. "Bajé las escaleras como si fuese una escalera que acabase muy lejos y al final estuviese el infierno. (189) E1 ahogo, la respiración, las imágenes de encierro y las alusiones a la cama de latón nos ambienta la metáfora de la enfermedad. Durante la guerra Colometa y los niños padecen de hambre. Esta va vendiendo cada cosa que le pertenecía hasta quedarse sin nada. La falta de alimentos la lleva a deshacerse del niño por un tiempo llevándolo a un refugio. La desnutrición se convierte en otro padecimiento, otra enfermedad. Viven en constante depauperación que se refleja inclusive, en otros personajes menos allegados. La inanición y la pirexia se proyectan en personajes como Julieta: "...muy delgada, muy blanca de cara con los ojos llenos de fiebre y cansados" (155). Quimet muere en la guerra, pero Colometa, que permanece con vida, vive la muerte en vida. La vive en el sufrimiento de ver la muerte. Su propio sufrimiento es otra muerte. El mal ya alcanza los límites de la desesperación. Y surge la idea del suicidio. La muerte como solución a la angustia psíquica. Cada dolor es una especie de absceso de la realidad que brota. El concepto vida-muerte pasa a ser un refugio, otro exilio del alma. Este fenómeno psicológico trabaja como una destrucción de la identidad, dejar de existir, para dejar de padecer. Y por fin entendí lo que querían decir cuando decían que una persona era de corcho porque yo era de corcho. No porque fuese de corcho sino porque me hice de corcho y el corazón de nieve. (171) Por otra parte, Thomas Man1 señala que todo interés en la muerte y en la enfermedad es otra expresión de interés con la vida. Mirando la enfermedad desde esta perspectiva, la idea de la represión y el exilio cambian para convertirse en una conciencia despierta, en un 'médium' de todos los sucesos que forman parte de la existencia. El dolor de la enfermedad le recuerda a Colometa que está viva. "Muchas lágrimas, mucho mal por dentro y por fuera" (174). Colometa es un filtro del dolor que le rodea. Su sensibilidad la lleva a cargar el sufrimiento de todos. "Porque yo siempre le creía cuando me decía que estaba enfermo" (219). La guerra civil es la otra enfermedad. Esta, epidémica, fulminante, mortal. El tumor de la sociedad española. ...y les contaban que estaban delante de las almas de todos los soldados muertos en la guerra y el canto decía que viesen el mal que Dios hacía derramar por el altar; que Dios les enseñaba el mal que se había hecho para que todos rezasen para acabar con el mal. (187) Por lo tanto, mientras los males acercan a estos seres hacia la muerte, al mismo tiempo, los concientiza en vida. La enfermedad es un punto intermedio, el borde, en el cual se balancea el péndulo psíquico de nuestros personajes. Susan Sontag, citando a Karl Menninger dice que la enfermedad es en parte, lo que el mundo ha hecho a la víctima, pero en gran parte, lo que también la víctima ha hecho con su mundo y consigo mismo (46). La enfermedad hiperboliza corporalmente las manifestaciones sentimentales de la psique. Rodoreda nos hace un escrutinio de este padecimiento mostrándonos un catálogo de males, brindando a los personajes de La plaza del diamante los síntomas de un exilio, de un deponerse, de un ser y no estar, de un ser y no sentirse. Quimet sufre dolor de muelas, dolor en la pierna, el parásito (la solitaria), en su sistema digestivo, y sufre de una enfermedad pulmonar, que le agujereaba los pulmones. Conviene resaltar estos padecimientos porque si trazamos un mapa corporal podemos observar que los males en Quimet tienen también una significación que va más allá de una expresión tangible. E1 dolor de muelas, nos sitúa en la boca. De la boca pasamos a su sistema digestivo, de aquí a la parasitaria tenia que vive en su vientre, y luego a la pierna. La boca, es la entrada al cuerpo, la pierna la inutilidad de progresión vital, de caminar y por consiguiente de evolucionar. Es la paralización en todos los sentidos. Su incapacidad de individualización se proyecta en la posesión del cuerpo parasitario que vive de su cuerpo. El orden descendente, también resulta significativo. Si bien Quimet representa un retrato de la frustración, Colometa es uno de la indignación. Colometa sangra por la nariz, padece de urticaria, sufre de hinchazones y padece de atrepsia materna. Su 'posesión' se da en el hijo, en el, embarazo, que a pesar de sus dificultades, permite una evaluación significativa distinta. Se convierte en un dolor degenerativo, en una genealogía progresiva de la existencia material. Aunque la vida proyectada en el hijo, titubea, ambos emergen al estado de conciencia. Por todos lados las enfermedades son aludidas. Los vahídos de la suegra de Colometa terminan llevándola a la muerte. Y hasta la hija de la señora de la casa donde trabajó Colometa sufría una enfermedad absurda: La señora me comentó que su hija necesitaba reposo porque tenía una enfermedad, y me contó la enfermedad que tenía su hija, que le venía por haber querido cambiar de sitio los tiestos de las camelias. A1 día siguiente del cambio había echado sangre. E1 médico les había dicho que no sabría la enfermedad que padecía su hija mientras no tuviera uno de los riñones de su hija en la mano. (101) Existe, inclusive, una interacción entre los seres y la naturaleza. Hay varias menciones a los árboles, a las hojas que se caen y a los brotes nuevos (221). Igualmente, la descripción de la paloma muerta justamente cuando le informan la muerte del Quimet y le traen el reloj a Colometa. ...había dos mandarinos, un albaricoquero, un limonero que tenía el tronco y el revés de las hojas llenas de una enfermedad que hacía unas ampollitas como de tela de araña y dentro estaba el bicho,... y al lado de la cascada, una mimosa alta y pobre, de hojas también con la enfermedad del limonero. (93) Lo orgánico, lo psicológico y lo mágico convergen en la obra. Los males comparten a su vez estas categorías. Es, desde el misterio, donde Rodoreda establece su marco narrativo. Misterio de vida y muerte que se presentan a su vez en la angustia de Colometa. Misterio que se ata a su vez en la debilidad y la enfermedad. Conviene resaltar que dentro de este catálogo de enfermedades, Rodoreda imparte a Colometa su dolor interno, su dolor psíquico. Este dolor lo vemos expresado a través de la narración con distintas caras. Cada brote angustioso transforma líricamente en distintas cosas y formas. Vemos la angustia como "un nido de escorpiones", la tristeza como "una pelota", "un perdigón" y "una bolita" (58), como "un moscardón en el cerebro" (119), como "una cosa muy rara por dentro" (130), como "un chorro de pena caliente" (159), como "un frío dentro del cuerpo que no se acaba (174), como "un grito infernal" y "un escarabajo de saliva" (250). Este sufrimiento le ablanda el ánimo y la hace llorar constantemente. A medida que la progresión depresiva aumenta en Colometa, las formas de su angustia cambian como un calidoscopio de imágenes, figuraciones hermosas que recrea Rodoreda para hacer tangible el dolor. Para completar la imagen cíclica, circular de la vida y la muerte, Colometa encuentra la manera de salir de su depresión. con el tiempo y la reconstrucción de su nueva vida, el pasado se entierra para exhibir la alegría y la salud. Si veía en el parque una pluma de pájaro, la pinchaba con la punta del paraguas y la enterraba muy hondo en el suelo. (238) Colometa sepulta su pasado, y con él, el recuerdo de aquel zureo de palomas y aquella tristeza que le rondaba a diario. Colometa emerge, recobra el color de su naturaleza y acepta su nueva realidad. Del mismo modo que Natalia pasa a ser Colometa, esta metamorfosis resurge en el personaje abriendo las posibilidades de una esperanza, cerrando así, la imagen simbólica del círculo en la novela. Vida y muerte en continuo ciclo. Vidas como volcanes en plena erupción, que padecen en su cuerpo el trauma de estar vivos. OBRAS CITADAS Busquets, Loreto. "El mito de la culpa en La placa del diamant." Cuadernos Hispanoamericanos. 420 (1985): 117-40. Rodoreda, Mercé. La plaza del diamante. Barcelona: Edhasa, 1987. Sontag, Susan. Ilness as Metaphore. New York: F. Straus and Giroux, 1978.