Cuaresma - C - 2016 Acción Católica General ● ● Alfonso XI, 4 5º 28014 Madrid www.accioncatolicageneral.es acg@accioncatolicageneral.es PREGÓN DE CUARESMA Señor y Padre nuestro, gracias por el regalo de la Cuaresma. No nos dejes caer en la tentación de malgastar esta nueva oportunidad que nos brindas. Infúndenos tu Espíritu, que dé alas a la imaginación y despabile nuestra inercia, para que hoy empecemos a tomarnos más en serio el Evangelio. Que nuestro ayuno sea un no rotundo al consumismo y un sí de corazón a la solidaridad con los pobres. Que nuestros sacrificios sirvan de ayuda a los necesitados y de alivio a los que sufren. Que las procesiones no desfilen sólo por las calles, sino que vayan por dentro y acaben con el egoísmo, el etnocentrismo y la indiferencia. Queremos estar siempre contigo, siempre en contacto, siempre en oración, para escucharte en todo momento y en todo instante decirte que cuentes con nosotros Hoy comenzamos. La Cuaresma es mirar bien a Jesús, mirar su rostro, aprenderse sus rasgos de menor hasta que sean tuyos, parte de tu historia. La Cuaresma es subir hasta el Calvario, andar desde el desierto hasta la Pascua, sin mirar hacia atrás, y sin perderse. superando el esfuerzo en la esperanza. La Cuaresma es abrir toda tu casa, dejar pasar el viento que la limpia. y que entre todo el sol, iluminada, en vidriera radiante convertida. La Cuaresma es escuchar la palabra poderosa, que es espada afilada, y dejar que rasgue el corazón y que lo haga nuevo el Espíritu Creador. La Cuaresma es un salir al encuentro del prójimo y ponerte enseguida a su servicio, para descubrir esos rasgos que conoces y que tal vez sean los rasgos de otro Cristo. ●2● MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2016 “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar 1. María, icono de una Iglesia que evangeliza por- que es evangelizada En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios. María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales. 2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2) — las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo. Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada mi- sericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella. Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa. 3. Las obras de misericordia La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado»(ibíd.). ●3● Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe. Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos. este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida. No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf.Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38). Vaticano, 4 de octubre de 2015 Fiesta de San Francisco de Assis La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en ●4● Francisco © Copyright - Libreria Editrice Vaticana Miércoles de Ceniza - C ● ● Joel 2, 12-18 ● “Rasgad los corazones y no las vestidura” ● Salmo 50 ● ”Misericordia, Señor, hemos pecado” 2 Corintios 5,20-6,2 ● “Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable” ● Mateo 6, 1-6.16-18 ● “Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará” Mt 6,1 -6.16-18 1 «Guardaos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; de otro modo, no tendréis mérito delante de vuestro Padre celestial». 2 «Por tanto, cuando des limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los hombres los alaben. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. 3 Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará». 5 «Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea todo el mundo. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. 6 Tú, cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 16 «Cuando ayunéis, no estéis tristes como los hipócritas, que desfiguran su rostro para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. 17 Tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lávate la cara, 18 para que los hombres no se den cuenta de que ayunas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». Notas sobre el texto, contexto de la Cuaresma ● Entramos en un tiempo “fuerte”. Tiempo fuerte en época de adhesiones y convicciones blandas. Tiempo de militancia, tiempo de resistencia. La meta final es la Pascua, fiesta de vida nueva. ● Las lecturas del ciclo litúrgico C se centran en hacer necesaria la conversión. Jesús, palabra y compasión de Dios, tiene el puente sobre el abismo que separa la realidad que propone Dios y la realidad de nuestra coherencia-vida. Se nos propone un camino que sube… Empieza con la Ceniza: anunciando un tiempo de conversión (ayuno, oración, solidaridad) que se abrirá al tiempo de pascua; tras el invierno, la primavera de la fe. ● Cada domingo de cuaresma incluye una tensión entre dos opciones que son lugar de tentación y oportunidad de conversión: 1º Domingo: Las tentaciones (“…al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto”) 2º Domingo: La Transfiguración (“..¡qué bien se está aquí!”) 3º Domingo: El sufrimiento y el mal (“…si no os convertís todos pereceréis…”) 4º Domingo: Apertura a Dios, padre bueno (“...este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido…”) 5º Domingo: Ante las personas y el orden establecido (“…el que esté libre de pecado tire la primera piedra”) ●5● Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio * La práctica de la Oración varias veces al día ¿se puede orar por exigencia legal? Es como amar por obligación. Jesús insiste en la misma actitud y insiste que no tiene sentido la oración por obligación ni por autoimagen. Como la declaración de amor y de sentimientos profundos, se hacen en la intimidad. Recuerdo que Mateo escribe para una comunidad que sabe orar (judía, desde niño obligación de 3 veces al día), pero que tiene que aprende ha hacerlo de otra forma (no como los hipócritas v5). Lucas, por el contrario, es una comunidad que necesita aprender (es pagana) (Lucas 11,1). Mateo inicia el capítulo 5 con el programa de las bienaventuranzas, le sigue una reflexión entorno a la ley (sentido), e inicia el capitulo 6 con una reflexión sobre la aplicación más común y cotidiana de la ley (“las obras de piedad: la limosna, la oración y la penitencia”). Lo hace en un tono de crítica y denuncia, con el objetivo de revisar estás prácticas para recuperar el espíritu. El texto tiene un ambiente de polémica entre cristiano y judíos. Los judíos querían imponer a otros un cumplimiento externo de la ley de Moisés. * La penitencia, que Jesús la concretiza en el ayuno. Los fariseos ayunaban dos veces por semana (Lc 18,12). Jesús practicó el ayuno al prepararse para su misión (Mt 4,12). La comunidad de Mateo practicaba el ayuno (Mt 9,15), pero el evangelista insiste en que los cristianos deben dar un sentido nuevo a esta práctica. Tiene sentido como toma de conciencia de las propias limitaciones, autodominio y como gesto vivencial de solidaridad que nos pone en comunión de espíritu y vida con los que sufren. Empieza con una advertencia: “cuidado / guardaos…”. Existen dos actitudes para situar nuestra acción (compromiso). Una es buscar nuestro propio yo –convertir las piedras en pan- y buscar el reconocimiento de los otros – tirarte para que los ángeles te recojan-. Otra, los que han acogido el reino de los cielos deben cumplir la voluntad del Padre sin alardes ni ostentaciones de ninguna clase. “Vuestra justicia”.. entendida en los círculos judíos como el conjunto de actos que hacen al hombre merecedor de la salvación (actos de piedad -la limosna, la oración y el ayuno-); pero para muchos estas prácticas se habían convertido en una cuestión puramente externa y en un motivo de orgullo. La postura de Mateo no es de rechazo total, porque en su comunidad había judíos que se habían hecho cristianos y seguían practicándolas, es cauto con las tradiciones judías (Mt 5,17 -20), sin dejar de ser tajante en lo que le parece fundamental (Mt 23,1-12). A estos cristianos procedentes del judaísmo Mateo los exhorta a vivir en profundidad y hasta las últimas consecuencias las buenas tradiciones aprendidas de sus mayores, como la limosna, que era una obra buena recomendada en el Antiguo Testamento (Eclo 3,30; 35,2; Tob 12,9). Jesús quiere penetrar en el sentido profundo que viene dado desde la opción fundamental y desde experiencia existencial de comúnunión con el Padre, que hace absurda e hipócrita cualquier forma de autopromoción y autoimagen por encima de lo que debería ser práctica solidaria y gesto profético del Reino. Tentación y oportunidad de estas obras que hoy podríamos llamar sociales y religiosas: * Limosna era costumbre pregonarla en la sinagoga sobre todos las grandes… los que las realizaban eran la elite social y escondiendo otras prácticas de especulación y explotación. Jesús denuncia y propone pasar del bombo al sentido más profundo de la solidaridad (señal profética de la justicia que debería existir para todos/as). ●6● “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Josep Maria Romaguera Colección Emaús - Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. Destaca aquellos aspectos del misterio de Jesucristo que mejor iluminan tu búsqueda personal y apostólica…. Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? Pon rostro a personas concretas que desde la oración, la sencillez son fieles en la acción y compromiso por los más pobres, en la entrega y servicio al bien común. Es Cuaresma otra vez, Señor Es el tiempo de fortalecer nuestro amor. Vuelvo a escucharte decirme «Ven y sígueme».... Y esta vez mi respuesta va a ser más firme. Quiero seguirte, Jesús, quiero aprovechar esta nueva oportunidad. Necesito salir de la rutina de lo ordinario, para gozar lo extraordinario de nuestra relación. Una vez más, me recuerdas que cuentas conmigo, que estoy invitado a vivir cuarenta días especiales, de más amor, más detalles para con los otros, más austeridad, para mantenerme libre, y más ratos de oración, para estrechar nuestro amor, para que nuestro corazón palpite al unísono. Tú sabes bien que me es más fácil: ayunar de un alimento, que de criticar, dar una limosna, que acoger a quien no me gusta, abstenerme de alguna cosa, que regalar más amor, hacer un sacrificio, que compartir lo que me sobra, asistir a un rito, que luchar por un mundo justo, y actuar en fariseo, que trabajar por la igualdad. No me dejes, Señor, esta Cuaresma coger el primer puesto cuando rece, hacer ostentación de mis acciones, quedarme ya tranquilo con mis ritos, dormirme en la general mediocridad, sentirme satisfecho porque te tengo ... ¡despiértame, Señor, hazme amar más! Que esta Cuaresma sea otra oportunidad, que me ponga de fiesta el corazón y me funda contigo en el amor. Llamadas que me hace/nos hace el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... ●7● Mari Patxi Ayerra VER - JUZGAR – ACTUAR VER: odos, desde que nacemos, comenzamos a envejecer. N uestras células se T deterioran, se gastan, y se renuevan. Al paso de los años se va notando más el deterioro, sobre todo cuando nos miramos al espejo y descubrimos nuestras canas, nuestras arrugas... No nos gusta envejecer. El hombre, desde siempre, ha intentado mantenerse joven. Desde los tiempos antiguos, en los que buscaba el elixir de la eterna juventud, hasta nuestros tiempos con la cirugía, el láser... el hombre intenta mantenerse y parecer joven. Y es tanto el interés que tiene, que cualquier esfuerzo, sacrificio, gasto le parece oportuno, no le pesa e incluso le satisface y lo hace con ilusión. JUZGAR: niciar la Cuaresma es un tiempo de gracia, lo hemos escuchado en la carI ta de San Pablo a los Corintios: Ahora es tiempo de gracia; ahora es el día de la salvación. Pues es un tiempo que no ayuda a tomar conciencia como también la vida de nuestro espíritu envejece, se deteriora, se llena de arrugas. Se debilita y se apaga nuestra relación con Dios. Rezamos poco y mal. Celebramos los Sacramentos con rutina. Nos cuesta escuchar la Palabra de Dios, no tenemos tiempo, vamos y hacemos nuestras prácticas religiosas con prisa, muchas veces nos conformamos con cumplir. Nuestra relación con Dios envejece, se empobrece, se llena de cenizas que la ahogan y manchan a los demás. Se debilita nuestro espíritu de lucha, nuestras ganas de esforzarnos. N os falta constancia. Nos hacemos cómodos y buscamos lo fácil. No tenemos ganas de volver a empezar. ¿Para qué, si volvemos a hacer lo mismo, si no cambiamos, si no nos superamos, ni nos corregimos? Encontramos excusas y motivos para estancarnos, para acomodarnos, para seguir igual. Se deteriora la vida de la comunidad, nuestras relaciones interpersonales. Tenemos un corazón encogido que se conforma con el círculo pequeño de la relación cotidiana, y teme abrirse a una dimensión de trato universal. Nuestro corazón se hace mezquino, no sabe perdonar. Pierde el sentido de lo fraterno y no derriba las barreras que hacen posible la reconciliación. Es un corazón duro, egoísta, insensible a las necesidades de quienes nos rodean, ni insolidario. Me pregunto si nos molesta tanto que envejezca nuestro espíritu como nuestro cuerpo. Si nos interesamos por encontrar los medios para mantener joven nuestro espíritu y estamos dispuestos al esfuerzo, al sacrificio, al trabajo ilusionado por conseguirlo. Si no es así, es que hemos envejecido, porque damos más importancia y más valor a las cosas materiales que a las espirituales. Hemos escuchado en la 1ª lectura: Convertíos de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones, no las vestiduras: convertíos al Señor Dios vuestro. La Cuaresma es un tiempo para renovarnos, para apartar las cenizas que nos ahogan y las arrugas que nos envejecen y recuperar la juventud de espíritu que hemos perdido. El Señor, en el Evangelio de hoy, nos ofrece tres medios que podemos utilizar, para cuidar nuestra relación con Dios (oración), nuestra relación con los demás ( limosna) y con nosotros mismos ( ayuno): Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido… La oración constante, simbolizando todo aquello que es trato con el Señor, la lectura y reflexión de su Palabra, los Sacramentos recibidos frecuentemente, como la Eucaristía y la Reconciliación, el vivir en presencia constante de Dios, en sintonía permanente con Él. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha… L a limosna. Es decir, la caridad, el darse uno mismo, el estar abierto al otro, a sus necesidades, al perdón, a la misericordia, a la compasión, a la solidaridad, a derribar barreras y promover la reconciliación y la unidad, a crear relaciones verdaderamente fraternas, de modo que cualquiera se sienta tratado como hermano, como amigo, como alguien importante. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido… El ayuno, que es expresión de cualquier sacrificio, esfuerzo, renuncia, para corregirnos, para volver a empezar, iluminar nuestras pasiones, vencer nuestras debilidades, luchar siempre a pesar del cansancio y de la falta de éxito. Ayunar para ayudar al prójimo que te necesita. ACTUAR: una Cuaresma de renovación en estos tres aspectos: la relación con el Señor, la vida de O sla propongo comunidad y el progreso personal, aprovechando los medios que el Señor mismo nos ofrece en su Palabra. De esa manera iremos recuperando la juventud perdida de nuestro espíritu y nos prepararemos a celebrar la fiesta de la Pascua, como la fiesta en que Jesús resucitado nos hace participar de la Vida Nueva. Alejemos de nosotros la idea de que la Cuaresma es un tiempo de tristeza y de sufrimiento, y descubramos que recuperar la juventud de nuestro espíritu bien vale esfuerzo y sacrificio y que siempre es motivo de alegría y esperanza. Que podamos hacer vida las palabras del salmo: Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. ●8● I Domingo de Cuaresma - C ● ● Deuteronomio 26, 4-10 ● “Profesión de fe del pueblo elegido” ● Salmo 90 ● ”Acompáñame, Señor, en la tribulación” ● Romanos 10, 8-13 ● “Profesión de fe del que cree en Jesucristo” Lucas 4, 1-13 ● “El Espíritu le iba llevando por el desierto. Y era tentado” Lc 4, 1-13 1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán. El Espíritu Santo lo llevó al desierto, 2 donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo. Durante esos días no comió nada, y al final tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». 4 Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre». 5 Luego el diablo lo llevó a un lugar alto, le mostró todos los reinos del mundo en un instante 6 y le dijo: «Te daré todo este imperio y el esplendor de estos reinos, porque son míos y se los doy a quien quiero. 7 Si te pones de rodillas y me adoras, todo será tuyo». 8 Jesús respondió: «Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás». 9 Entonces lo llevó a Jerusalén, lo subió al alero del templo y le dijo: «Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo; 10 porque está escrito: Ordenará a sus ángeles que cuiden de ti, 11 que te lleven en las manos para que no tropiece tu pie con ninguna piedra». 12 Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». 13 Y acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta el tiempo oportuno. Para entender el Evangelio ● Entramos en un tiempo “fuerte”. Tiempo fuerte en época de adhesiones y convicciones blandas. Tiempo de militancia, tiempo de resistencia. La meta final es la Pascua, fiesta de vida nueva. ● En los tres primeros capítulos, Lucas nos hace una presentación de los personajes principales que forman parte del evangelio. En el capítulo 4, Jesús va a iniciar su misión pública. En este momento decisivo de su vida, Jesús, como todas las personas, se ve delante de una encrucijada de posibilidades, y tiene que optar. ●“El desierto” (1), en la Biblia, es una zona con poca vegetación, poco habitada y con animales peligrosos. viven los desterrados y perseguidos (Gn 21,14; 1Mal 2,29) y el “diablo” (2) y los malos espíritus (Mt 12,43). Es también lugar de prueba, de corrección, de reflexión y de diálogo con Dios (Dt 8,2-6 y Oseas 2,16). Lugar o situación para decir SÍ a Dios o, cediendo a la tentación, decirle NO. ● La cifra “cuarenta” (2) en la Biblia equivale a un periodo de tiempo largo. Tiempo que puede ser de opresión, de seducción, de camino hacia la libertad, de crisis. En todo caso, tiempo en el que Dios es cercano. Aquí hay una alusión a la estancia de Moisés a la montaña (Ex 34,28), al camino que recorrió Elías por llegar a la montaña de Dios (1Re 19,8) y a los 40 años de peregrinaje de Israel por el desierto (Nm 14,34). También fueron 40 los días del Diluvio (Gn 7,17). Textos relacionados con la Alianza de Dios con su pueblo. ●La tentación (2) es la prueba en la que se puede discernir la profundidad y solidez de la fe. En las dificultades de la vida se pueden vivir tentaciones que prueban la intensidad de la fe en la persona que cree. El creyente puede resurgir en la prueba –saliendo fortalecido– o puede sucumbir. ●9● Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio Jesús “regresa del Jordán” (1), dónde se ha manifestado quien es (Lc 3,21-22). En toda la misión, Jesús viene a enfrentarse al mal (“cuarenta” (v.2), símbolo de un periodo de tiempo largo). Pero en toda su misión Jesús esta “lleno del Espíritu Santo” (1): es el Espíritu Santo quien conduce toda la misión de Jesús (Lc 1,35; 3,16.22; 4,14.18; 10,21). El Espíritus da la fuerza para afrontar las tentaciones (2) y dificultades. Y así Jesús da testimonio a los discípulos, que también serán tentados (Lc 22,3.31.40), y les enseña a rogar por no caer en la tentación (Lc 11,4). La primera tentación (3) es la de actuar sin obedecer el Padre. La voluntad del Padre es que el “Hijo” haga el camino de la humanidad. Jesús responde (4) que el auténtico alimento es hacer esta voluntad (lo hace citando Dt 8,3, dónde se expresa la necesidad que tiene la humanidad de la palabra que sale de la boca del Señor). Hacer la voluntad del Padre –ser hombre con todas las consecuencias– es la única cosa que puede identificar Jesús como “Hijo de Dios”. es con nosotros: tentar Dios, exigirle señales espectaculares para demostrar que es. En este caso el diablo manipula la Biblia (Sal 91,11-12), se la sabe como nadie. Jesús (12) no pide ningún signo porque Dios es con él (Dt 6,16). templar a Jesús al final de su camino, en “Jerusalén” (9), dónde con su muerte y resurrección –Pascua– superará definitivamente la prueba del tentador y mostrará plenamente su obediencia al Padre (Lc 23,46). El Evangelio de Lucas presenta a Je- sús, en su vida pública, como más poderoso que las fuerzas del mal (Lc 10,18-19). Su presencia devuelve la salud a los hombres y mujeres víctimas del mal (Lc 13,16; Act 10,38). Pero “el diablo” siempre espera “el momento oportuno” (13) para actuar, y lo aprovechará, sobre todo, en el momento de la pasión (Lc 22,3.31.53). La resurrección (Lc 24) será la derrota definitiva de aquel que es el autor de la confusión y la división entre las personas. La segunda tentación (5-7) consiste a creer que se puede ser señor del mundo y de las cosas, y que se puede estar a bulto de los otras. Se trata de adorar (7) el poder con la adoración que tan sólo Dios, como único Señor del mundo, merece. Jesús responde (8) con la adoración al único Señor de todo (Dt 6,13), el único que está realmente primero y que, aun así, ha venido a ponerse por debajo de todos (Lc 12,37; Fl 2,6-11). Esta tercera tentación nos hace con- La tercera tentación (9-11) es la que se produce cuando dudamos si Dios es o no ● 10 ● “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Josep Maria Romaguera Colección Emaús - Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. En todo lo que estoy viviendo actualmente, ¿qué “pruebas” –tentaciones– se me presentan cara a ser fiel al Reino, de amar a Dios y los otros –los más pobres–? ¿Qué medios tengo para descubrirlo? ¿Cómo me ayuda el grupo, el movimiento, la comunidad...? ¿Cómo aprovecharé la cuaresma? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? ¿Qué testigos he tenido de obediencia a la voluntad de Dios, de servicio a los otros, de una fe que no se basa en el espectáculo sino en la entrega? Llamadas que me hace/nos hace el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... ● 11 ● Fue tentado Jesús, el Hombre del Espíritu, zarandeado como arbusto por los vientos, vio de cerca, muy cerca, el áspid del mal y la mentira; tentado con la oferta de los panes, con sueños de poder y de victoria, con la fama y aplausos por los siglos, tentado el que es santo, el pobre y el humilde. Sufrió la tentación de todos los humanos, la fuerza del instinto, la carne débil, la ofuscación y engaño de la mente, y los vientos contrarios que llegan desde fuera. Venció la tentación Jesús, Hermano universal, con oración, ayuno y la palabra, renovando su amor, su confiada entrega en el Padre, su opción afirmativa. Pero sigue Jesús en el desierto, siendo tentado en el hombre y la mujer que luchan y que se cansan, en aquellos que dudan, que no entienden el porqué de las cosas, de los hechos tan crueles, tan injustos, dolorosos, y en quienes sienten las pasiones de la carne y del espíritu encendidos. Fue tentado por mí, y en mí sigue tentado. «Padre -reza Jesús-, Padre mío fuerte, sostenme con la fuerza de tu mano, la fuerza de tu Espíritu, que es Santo. No me dejes caer en tentación y líbrame, Padre mío, de todo lo que es malo.» VER - JUZGAR – ACTUAR VER: una viñeta de M afalda, uno de los personajes siente la E ntentación de gastar una broma. Duda varias veces, hasta que al final gasta esa broma, y al momento se hace una reflexión con tristeza: “Hasta mis debilidades son más fuertes que yo.” En nuestras vidas sentimos diferentes clases de tentaciones, unas más graves que otras, y a veces por nuestra debilidad caemos en ellas. Las tentaciones graves nos apartan de Dios, y después de caer nos sentimos mal, culpables, y aunque quisiéramos no caer en la tentación, sabemos que nuestra debilidad nos puede. JUZGAR: este primer domingo de Cuaresma, encontramos a Jesús E nsiendo tentado, y de diferentes modos. Pero todas las tentacio- nes tienen una misma finalidad: deteriorar su relación con el Padre y apartarle de la misión que Él le ha encomendado. Para luchar contra la tentación, Jesús se apoya en la Palabra de Dios: Está escrito… responde al tentador. Una Palabra que Jesús conoce bien, y por eso, ante la tergiversación de la Escritura que el diablo hace en la tercera tentación diciéndole: tírate… porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti…”, Jesús responde con fuerza y convencimiento: Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios.” Por eso la Palabra de Dios no sólo hay que conocerla “intelectualmente”, saberla de memoria, sino que debe ser interiorizada, creída en su mensaje. Es lo que san Pablo expresaba en la 2ª lectura: si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. La Palabra de Dios no sólo hay que profesarla de labios para afuera, sino que debe ser creída de corazón, y entonces es cuando experimentamos que la palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón, como la tenía Jesús. Y se convierte para nosotros en Palabra de salvación. Y un modo de interiorizar la Palabra, de sentirla cerca, viva, es recordar las acciones de Dios en nuestra vida, como hemos escuchado en la 1ª lectura: Mi padre fue un arameo errante… Los egipcios nos maltrataron… y nos impusieron una dura esclavitud… clamamos al Señor… y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión… El Señor nos sacó de Egipto… nos dio esta tierra… Podemos recordar nuestro proceso personal, cómo hemos llegado hasta donde hoy estamos, y dar gracias al Señor por ello: te postrarás en presencia del Señor, tu Dios. El recuerdo y el agradecimiento mantendrán viva en nosotros la fe en que el Señor, aunque a veces no entendamos sus caminos, es fiel a su Palabra, y podemos y debemos fiarnos de esa Palabra por encima de nuestra debilidad y nuestro pecado. ACTUAR: este primer domingo de Cuaresma, podemos reflexionar y recordar, dentro de mi E nProyecto Personal de Vida Cristiana (PPVC): ¿Qué era antes de conocer al Señor, quizá “erraba” por la vida sin rumbo? ¿Qué esclavitudes me tenían oprimido? ¿Cuándo clamé al Señor y escuchó mi voz? ¿En qué he ido avanzando? ¿De qué situaciones difíciles me ha sacado? ¿Qué dones he recibido de Él? ¿Dónde tengo que seguir insistiendo para avanzar en su seguimiento? Mirando cada uno su proceso personal de su PPVC, podemos ser más conscientes de la fidelidad de Dios y fiarnos de su Palabra de salvación, pero ¿puedo decir que la Palabra está cerca de mí, en mis labios y en mi corazón? ¿Es esa Palabra mi fuerza en la debilidad y mi guía ante las tentaciones? El demonio se marchó hasta otra ocasión, finalizaba el Evangelio. La tentación va a estar siempre presente, aprovechándose de nuestra debilidad, y no debemos bajar la guardia. Para que esa debilidad no sea más fuerte que nosotros mismos, en esta Cuaresma propongámonos cuidar especialmente la oración, tanto la de súplica como la de acción de gracias, para que, como el Señor, estemos preparados y, aunque a veces sintamos que nuestras debilidades son más fuertes que nosotros mismos, con la fuerza del Señor y con su Palabra en los labios y en el corazón, sepamos vencer toda tentación, todo aquello que, directa o sutilmente, pretende apar● 12 ● II Domingo de Cuaresma - C ● ● Génesis 15, 5-12.1-18 ● “Dios hace alianza con el fiel Abrahán” ● Salmo 26 ● ”El Señor es mi luz y mi salvación” Romanos 10, 8-13 ● “Cristo nos transformará según el modelo de su cuerpo glorioso” ● Lucas 9, 28-36 ● “Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió” Lc 9, 28-36 28 Unos ocho días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y Santiago y los llevó al monte a orar. 29 Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. 30 Dos hombres, de improviso, se pusieron a hablar con él. Eran Moisés y Elías, 31 que aparecieron con un resplandor glorioso y hablaban con él de su muerte, que iba a tener lugar en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero lograron mantenerse despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. 34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y los cubrió. Al entrar en la nube, los discípulos se asustaron. 35 Y una voz desde la nube dijo: «Éste es mi hijo, el elegido, escuchadlo». 36 Tan pronto como cesó la voz, Jesús se quedó solo. Los discípulos guardaron silencio, y a nadie contaron por entonces lo que habían visto. Para entender el Evangelio: ● La transfiguración constituye uno de los misterios de la vida de Jesús, por el que los sinópticos muestran un gran interés, uniéndolo significativamente con el Bautismo y las Tentaciones. Mc 9,2-13/ Mt 17, 1-13/ Lc 9, 28-36 nos suministran una narración bastante unitaria del hecho, situándolo en contraste con el relato anterior en que Jesús anuncia por primera vez su pasión, muerte y resurrección y llama a los discípulos a renunciarse a sí mismos y a tomar la propia cruz, para poder conseguir la salvación (Mc 8,31-9,1/ Mt 16,21-28/ Lc 9,22-27). Dada la trascendencia del acontecimiento, conviene precisarlo en su verdadero ámbito. ● En medio de la cotidianidad de la vida y ante un horizonte en que se presenta sin tapujos la ambigüedad del destino humano, se resalta la verdadera identidad de Jesús, cargada de gloria. A diferencia de Mc y Mt, Lucas hace hincapié en que Moisés y Elías “apareciendo en gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén”. Nuestro evangelista establece así una estrecha conexión entre la transfiguración y la muerte en la cruz. Algo muy importante, que es incluso más resaltado en el cuarto evangelio, ya que para Juan nada manifiesta más la gloria de Jesús que la cruz (Jn 3,14s; 8,28; 12,32). ● Lucas, sitúa la Transfiguración después del primer anuncio de la pasión (9,18-27). Jesús acaba de preguntar “¿quién decís que soy yo?” Acepta el título de Mesías, pero el grupo está confundido: no comprende cómo puede ser compatible ser Mesías y siervo sufridor al mismo tiempo. Marcos y Mateo nos cuentan que Pedro se escandalizó e intentó convencer a Jesús para que cambiase la opción de la cruz (misma tentación en el desierto Lc 4,10-12) ● La escena se sitúa en la montaña (28), mientras Jesús “oraba” (29) y en presencia de Pedro, Juan y Santiago (28). Estos tres apóstoles son testigos de los principales hechos del ministerio de Jesús, y representan a la Iglesia. ● 13 ● Pedro, Juan y Santiago (28), estos tres apóstoles son testigos de los principales hechos del ministerio de Jesús, y son los mismos que le acompañarán en su peor momento de sufrimiento en el Getsemaní (Mc14,33; Mt 26,37). chos, entendidos a partir del éxodo de Egipto, tienen un carácter salvador. “Jerusalén” (31) será el escenario dónde tendrán lugar estos hechos salvadores. Lucas remarca mucho la importancia simbólica de Jerusalén, lugar que, según el Antiguo Testamento, Dios había escogido para residir y desde dónde se revelaría a todos los pueblos de la tierra. La voz que sale de “la nube” (35) es pa- Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio La “montaña” (28), como símbolo, es lugar de la revelación de Dios (Ex 19,2-3) y, por esto mismo, lugar de oración (28). La “nube” (34-35) es signo de la presencia misteriosa de Dios (Ex 40,35). Lucas señala que Jesús se puso a orar, como lo ha hecho anteriormente, antes de realizar en el anuncio de su pasión. La oración (dialogo con Dios) es la experiencia que subyace en los grandes y decisivos momentos de la vida de Jesús. La descripción del evangelista sobre el aspecto de Jesús, tiene resonancias en el libro del Éxodo cuando Moisés recibía la Ley: Moisés bajó de la montaña del Sinaí con las dos piedras que contenían el documento de la alianza. No se daba cuenta que le resplandecía toda la cara por el hecho de haber hablado con el Señor. Aarón y todos los israelitas vieron como le resplandecía la cara y no osaban acercársele (Ex 34,29-30). Lo que ven los discípulos, pese al sueño (32), tiene dos aspectos: la transfiguración de Jesús (29) y la aparición de Moisés y Elías (30-31). Moisés y Elías son dos personajes que habían hablado con Dios en la montaña del Sinaí. Y los dos acaban la vida de manera extraordinaria (Dt 34,6; 2Re 2,11). recida a la que se había sentido, desde el cielo, en el momento del bautismo de Jesús (Lc 3,22). Entonces se dirigía a Jesús mismo, dándole identidad. Ahora (35), en cambio, se dirige a los discípulos, para animarles en la fe y que les tiene que permitir reconocer Jesús como Hijo de Dios, y la invitación a escucharlo. En la afirmación que Jesús es “el elegi- do” (35), resuena Is 42,1 y 49,7, textos que se refieren al siervo del Señor. Y en la invitación a escucharlo resuenan las palabras de Moisés: El Señor, tu Dios, hará que en medio tuyo, entre tus hermanos, se levante un profeta como yo. Escuchadlo (Dt 18,15). Pedro, Santiago y Juan, como en el Getsemani, “se caen de sueño” (9,32). Pedro propone instalarse en aquella experiencia (la misma tentación a Jesús que en Lc 4,3-4). Lucas deja claro el contraste de la tentación de Pedro con la opción de vida asumida por Jesús. Por eso, inmediatamente después de bajar del monte, Jesús se ve frente al dolor y sufrimiento del pueblo, personificado en los gritos de un padre que pide ayuda a Jesús para que libre a su hijo del sufrimiento (9,37-43 ) Moisés representa la Ley y Elías los Profetas. Por lo tanto, la antigua alianza. Ley y Profetas es el que tenía el pueblo de Israel por escuchar Dios. Es como Dios se había manifestado anteriormente. Una tradición inspirada en el último anuncio del último de los profetas (Malaquías 3,23) aseguraba que Elías vendría a preparar el pueblo porque recibiera al Mesías. Ahora se manifiesta en Jesús, el “Hijo” (35). Él es el ápice –epifanía- de la manifestación histórica de Dios. “Hablaban de su muerte...” (31), es decir, de su “éxodo”, su muerte, resurrección y ascensión (Lc 9, 51). Estos he● 14 ● “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Josep Maria Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. Si la transfiguración es una imagen anticipada de la Pascua (muerte-resurrección) que ayuda los discípulos a hacer el camino hacia “Jerusalén”, ¿qué experiencias tengo, en los hechos vividos y en los testigos de personas de mi entorno, que me animen a crecer en la fe y en el compromiso? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? La pascua de Jesús pone de manifiesto que el “sirviente” es el “que se queda solo”. ¿Quienes son, hoy, los/as sirvientes, los/as que luchan “solos/as”... y que son gritados a vivir con Él, la gloria de Dios? (tener presente el día de la mujer trabajadora) Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... ● 15 ● Transfiguración La subida y la escucha. Iluminación creciente y transformante. Olvido de sí y encuentro del sentido. Una paz y una dicha inconmensurables. Certeza de Dios. Se le escucha y se le palpa en todo. Yo estoy salvado. Yo nunca estaré solo. El mundo está salvado porque lo mira Dios, lo envuelve en su misericordia. Yo también miro al mundo con amor; todo puede ser gracia; el príncipe de este mundo está vencido; ya todo será distinto. Creo en la fuerza de Dios manifestada en Jesucristo, porque he visto en lo alto de un monte una luz amorosa, una luz crucificada. TABOR Quiero subir al monte de la vida y habitar en presencia del Señor, quiero transfigurarme en el Tabor y establecer allí tienda y guarida. Quiero escuchar palabras encendidas, cegarme en la luz del Sol deslumbrador, quiero entrar en la nube del amor, tocar a Dios con manos doloridas. No hay montes Tabor, no hay teofanías en los templos, los ritos, las montañas. Jesús es el Tabor, epifanía de la Gloria de Dios que tiene entrañas; y en los hombres que sufren cada día Jesús-Tabor me espera y acompaña. VER - JUZGAR – ACTUAR VER: ablaba con una persona acerca H de pequeñas cosas en la vida que se convierten en muy importantes, y me dijo: “Yo recuerdo especialmente un paseo que di una tarde con un amigo. Íbamos comentando algunas cosas de vez en cuando pero sobre todo estábamos a gusto y disfrutamos de la mutua compañía. En sí no fue nada extraordinario, pero la verdad es que se me grabó en la memoria y suelo recordarlo, sobre todo en momentos de tensión personal, y me ayuda a sentirme un poco mejor”. A veces vivencias aparentemente triviales, cotidianas, se convierten para nosotros en momentos especiales que atesoramos en nuestra vida. JUZGAR: a vida de fe consiste en el seguimiento del Señor, en m antener con Él una relación personal L de amistad en la cotidianidad de la vida. Y en esa cotidianidad del seguimiento, también podemos encontrarnos con momentos, vivencias, experiencias… que nos hacen sentir a gusto, que nos hacen excla- mar, como Pedro en el Evangelio: Maestro, qué bien se está aquí. Estos momentos, vivencias y experiencias son un regalo del Señor, son verdaderas experiencias de “transfiguración.” Como ocurrió en la Transfiguración del Señor, esos momentos, vivencias o experiencias no suelen ser duraderos en el tiempo, pero quedan grabados en nuestra memoria. Son momentos, vivencias y experiencias en los que sentimos de un modo especial la presencia del Señor a nuestro lado. Son momentos de transfiguración que realmente no eliminan las dificultades del seguimiento, ni los otros problemas de la vida; como hemos escuchado, en la Transfiguración, Moisés y Elías… hablaban con Jesús de su muerte. Pero esos momentos de transfiguración nos dan fuerzas para afrontarlos, para continuar el seguimiento del Señor, porque nos aportan más razones para la esperanza, porque nos dan mayor certeza de que, como decía san Pablo en la 2ª lectura, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso. Esos momentos de transfiguración, como son un regalo del Señor, pueden venir de muchas formas y no está en nuestra mano decidir cuándo se producen. Pero sí que podemos facilitar que se produzcan aprendiendo a “estar con el Señor” en oración, sin prisas, dejando la actividad que nos absorbe, como Pedro, Juan y Santiago, que con Jesús subieron a lo alto de la montaña para orar, porque la oración es “tratar de amistad con Aquél que sabemos que nos ama”, como decía Santa Teresa de Jesús, un trato de amistad que nos debe hacer sentir a gusto con el Señor. ACTUAR: a Cuaresm a es un tiempo que se caracteriza por la conversión, la austeridad, la penitencia… L pero en este segundo domingo el Señor nos muestra que, para llevar todo eso adelante, necesitamos momentos de transfiguración. Releyendo mi PPVC, me pregunto: ¿Tengo momentos, experiencias, vivencias… que podría calificar de transfiguración? ¿Los traigo a la memoria para que me den fuerza en los momentos difíciles? ¿Qué hago para favorecer que se produzcan nuevos momentos de transfiguración? ¿Cuido la oración, la formación, las lecturas… como instrumentos que me hacen sentir a gusto con Dios? ¿Qué debo reforzar en mi PPVC? Un momento privilegiado de transfiguración es la celebración de la Eucaristía; a veces se nos “acusa” que tenemos unas caras excesivamente serias; no se trata de la seriedad que brota del respeto y comportamiento debido, sino de “caras largas”, propias de quienes están haciendo algo que no les gusta. Sin embargo, durante la celebración tendríamos que sentirnos a gusto, qué bien se está aquí, porque estamos con el Señor de un modo privilegiado, porque aquí cumplimos el mandato del Padre: Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle, porque nos encontramos como comunidad, como Iglesia, con quienes también comparten nuestra misma fe… Todo ello conforma cada vez un momento de transfiguración para que podamos continuar el seguimiento. Si no lo vivimos así, aprovechemos el tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión por excelencia, para “convertirnos” a aprender a “estar a gusto” con el Señor y transmitirlo como algo fundamental en la vida de fe. ● 16 ● III Domingo de Cuaesma - C ● ● Éxodo 3, 1-8a.13-15 ● “«Yo soy», me envía a vosotros” ● Salmo responsorial ●Sal 102 ● ”El Señor es compasivo y misericordioso” 1 Corintios 10, 1-6.10-12 ● “La vida del pueblo con Moisés en el desierto se escribió para escarmiento nuestro” ● Lucas 13, 1-9 ● “Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera” Lc 13, 1-9 1 En aquel momento llegaron algunos anunciándole que Pilato había matado a unos galileos, mezclando su sangre con la de las víctimas que ofrecían en sacrificio. 2 Jesús les dijo: «¿Pensáis que esos galileos eran los más pecadores de todos los galileos porque sufrieron eso? 3 Os digo que no; y, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 ¿Creéis que aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató eran los únicos culpables entre todos los vecinos de Jerusalén? 5 Os digo que no. Todos pereceréis igualmente si no os arrepentís». 6 Les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña; fue a buscar higos en ella, y no los encontró. 7 Dijo al viñador: Hace ya tres años que vengo a buscar higos en ella y no los encuentro. Córtala. ¿Por qué va a ocupar un terreno inútilmente? 8 El viñador dijo: Señor, déjala también este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, 9 a ver si da higos; si no los da, la cortas». Para entender el Evangelio ● Los dos textos de hoy (13,1-5 y 13,6-9) comparten una preocupación teológica y nos proponen reflexionar sobre cuestiones escatológicas fundamentales. En el primer texto recibimos el eco de dos acontecimientos históricos (galileos exaltados y el segundo a gente de Jerusalén), que debieron impresionar mucho en la época, y que provocaron comentarios y reflexiones de todo tipo en boca del pueblo y en la teología del momento. En el segundo texto (13,6-9) Jesús los reinterpreta. ● Quienes hablan con Jesús en esta escena (1) tienen una determinada mentalidad sobre las desgracias: * Tanto las desgracias que mencionan –la brutalidad que se atribuye a “Pilatos” (1) y el accidente de la torre de “Siloé” (4)–, como cualquier otro tipo de desgracia –las enfermedades, por ejemplo– eran entendidas como el castigo por algún pecado anterior. * En coherencia con esta mentalidad, se entendía que quienes no habían sufrido ninguna desgracia eran justos; es decir, como que eran justos, Dios no los castigaba. * Esta mentalidad, con matices diversos, la podemos encontrar en muchas épocas y culturas. ● Es muy humano, pero poco honrado, polarizar el mal y constatar el pecado en otros, buscando así la justificación e incluso el descargo para la propia vida. Por eso Jesús generaliza la precariedad de la condición humana y mantiene una verdad de incalculables consecuencias religiosas prácticas: ante Dios todos somos pecadores y, por lo tanto, necesitamos volvernos hacia él mediante una verdadera conversión, para obtener su perdón liberador y mantenernos en la vida, que siempre desea para cada uno de nosotros. ● 17 ● Evangelio está claro: Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio * la llamada de Jesús es para todo el mundo Jesús da la vuelta a la visión simplista e injusta que hay, a menudo, sobre las desgracias: “os digo que no” (3 y 5). Dios no actúa con este chip. La manera de actuar de Dios no pasa por castigar los unos, enviándolos desgracias, y premiar los otros, protegiéndolos de cualquier mal. * todo el mundo tiene necesidad de convertirse, de cambiar * y toda persona puede convertirse; esto sí, tendrá que poner medios. [La conversión es un tema frecuente en las dos obras de Lucas: el evangelio (Lc 5,32; 13,5; 15,7.10; 16,30; 24,47) y el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,38; 3,19.26; 5,31; 10,43; 13,38)]. Jesús presenta la necesidad de conversión que tiene toda persona en este mundo: “si no os convertís...” (3 y 5). Con Jesús aprendemos que si hay que hurgar en injusticias, en accidentes, en cualquier desgracia, debe ser con intención de buscar las causas, no las culpas: si encontramos las causas, quizás podremos trabajar por cambiar las cosas y evitar que vuelva a suceder. Buscar culpas y culpables sólo sirve para linchar el presunto culpable, y esto no cambia nada, a excepción de provocar más dolor. Con el linchamiento sólo se asegura que, en el futuro, otros inocentes morirán, porque las causas reales continuarán allá, provocando nuevamente el mal. Otra cosa importante: las desgracias no se pueden manipular (ni religiosamente, ni políticamente...). Y otra, todavía: Dios se identifica con aquellas personas que el colectivo castiga. Dios envía su Hijo, el Único Justo, al cual convertimos en culpable. Jesús es castigado como culpable (Hebreos 7,26-27). Eso pone en evidencia cualquiera injusticia. Es uno de los aspectos importantes de la Cuaresma. Con “la parábola” de la “higuera” (6-9) Jesús coteja nuestra propia responsabilidad. La responsabilidad que cada persona tiene sobre la propia vida. Es decir: si no damos “fruto”, quienes los esperan tomarán nuestra vida por muerta (7). [En el AT, la “viña” (6) es uno de los símbolos usados para habla del pueblo de Israel (Is 5,1); a veces, junto con la viña, aparece también la higuera (Oseas 9,10).] Pero ante una persona la vida de la cual no da “fruto” (6-7), Dios tiene una actitud de paciencia activa: sabe que, si se trabaja, si se cuida, si se ponen medios para transformar, esa realidad estéril se puede “convertir” (8). Dios ve “frutos” dónde no los vemos nosotros. Por esto Dios nunca da a nadie por perdido. Al fin y al cabo, el mensaje de este ● 18 ● Con la venida del Hijo al mundo, Dios da a cada hombre y a cada mujer una nueva oportunidad de convertirse. Vale la pena de tomar buena nota: siempre podemos volver a empezar. “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Colección Emaús Josep Maria Romaguera Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. Ante la llamada de Jesús a la conversión, ¿me siento interpelado? ¿Me doy cuenta que Él confía en el cambio, que nos ama y nos valora y tiene paciencia? ¿Qué medios pongo por el cambio? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? Entre las personas con quienes convivo, con quienes trabajo o estudio... ante una desgracia, ¿qué actitudes encuentro que se asemejen a las de Jesús? Y yo mismo, ¿necesito culpables o me intereso por las causas? Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... ● 19 ● DÉJALA UN POCO MAS No es la primera vez que vienes y que la higuera muestra sus hojas arrogante -verdes, grandes, ásperas, sin fruto-, engañándote. Sabes que ocupa terreno fértil, que sudaste y te deslomaste cuidándola para que diera los higos mejores, inútilmente. Y aunque tienes ganas de cortarla tu corazón hortelano se resiste. Le cavarás la tierra, le echarás abono nuevamente... Hablo robándote las palabras que me dijiste al encontrarme e invitarme a tu causa y buena nueva urgentemente. Déjala un poco más. Déjanos un poco más. Déjame un poco más, Señor, y cuídame. Ulibarri Fl. Jesús empieza a hablar un lenguaje nuevo. Hay que proclamar a todos esta buena noticia. El pueblo se ha de convertir, pero la conversión no va a consistir en preparase para un juicio, sino en “entrar” en el “reino de Dios” y acoger su perdón salvador. El pueblo debe escuchar ahora una Buena Noticia. Con Jesús todo empieza a ser diferente. El temor al juicio deja paso al gozo de acoger a Dios, amigo de la vida. Todo empieza a hablar de la cercanía de Dios. Jesús invita a la confianza total en un Dios Padre. Su palabra se hace poesía. José Antonio Pagola VER - JUZGAR – ACTUAR VER: A raíz de los últimos terremotos y catástrofes naturales, de nuevo algunas personas, creyentes y no creyentes, se han hecho la pregunta: ¿Dónde estaba Dios? Si Dios es Amor… ¿por qué no ha evitado tanto sufrimiento? Una pregunta comprensible, que también nos hacemos ante circunstancias dolorosas más cercanas, más personales. Y entre otras razones, esa pregunta brota porque tenemos muy arraigada la idea de que Dios es “todopoderoso”, y que por tanto tendría que ser una especie de “genio de la lámpara” que se salte las leyes de la naturaleza a nuestra conveniencia, pero que se esté “quieto” cuando no nos conviene que se inmiscuya en nuestros asuntos. Pero, evidentemente, ese “dios” no es Dios. JUZGAR: en sus diversas form as, es un m isterio, y por eso provoca interrogantes en la persoE lna,m al, más aún si se es creyente. A veces se intenta explicar el mal de modo que Dios quede “absuelto”, que no se le pueda acusar de no hacer nada ante el misterio del mal, del dolor, del sufrimiento: el mal se achaca totalmente a la responsabilidad o al pecado del ser humano en particular o en general. Es la argumentación que hemos escuchado en el Evangelio: ante el asesinato de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían; o ante la muerte de aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, la gente pensaba que si habían sufrido esa muerte era por su pecado, porque de lo contario, Dios sería injusto dejándoles morir. Sin embargo, Jesús les hace ver que tienen una concepción errónea de Dios: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás porque acabaron así? Y aquellos dieciocho… ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? En ambos casos la respuesta de Jesús es contundente: Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. Jesús, el Hijo de Dios encarnado, nos revela cuál es el verdadero rostro de Dios, para que no tengamos de Él una idea incompleta o errónea. Jesús hace una llamada a la conversión, a convertir también nuestra imagen de Dios para que se ajuste a la realidad. En Jesús, que camina hacia la cruz, vemos a un Dios que no explica el misterio del mal y del sufrimiento, pero que tampoco queda indiferente y lejano, sino que entra de lleno en ese misterio para compartirlo con nosotros y darnos esperanza en medio del dolor. Una cercanía y acción de Dios que ya encontramos en el Antiguo Testamento, como hemos escuchado en la 1ª lectura: He visto la opresión de mi pueblo… he oído sus quejas… me he fijado en sus sufrimientos… Voy a bajar a librarlos. Nuestro Dios ve, oye, se ha fijado… y actúa. Una acción que lleva a cabo enviando a Moisés. Dios siempre lleva a cabo sus planes por medio de intermediarios humanos, hombres y mujeres. Nuestro Dios es un Dios activo, con entrañas de misericordia, que toma partido ante el misterio del mal, que se compromete y pide que nos comprometamos con Él. ACTUAR: tiempo de conversión que es la Cuaresm a, podemos preguntarnos: ¿M e escandalizo E ndeeste Dios ante el misterio del mal? ¿Tengo una imagen errónea de Dios, espero que Dios sea ese “genio” que cuando yo lo crea conveniente tiene que saltarse las leyes naturales? Desde la fe, ¿puedo afirmar que Dios “ve, oye, se fija…” en quienes padecen el mal, y que actúa por medio de intermediarios humanos? ¿Le descubro en quienes acompañan las situaciones de sufrimiento? ¿Vivo el misterio del mal con la mirada puesta en la cruz y la resurrección de Jesús? En mi PPVC, ¿he incluido este aspecto del misterio del mal dentro la dimensión espiritual para trabajarlo? Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera, decía Jesús, no refiriéndose a la muerte física sino a esa “muerte en vida” que es la desesperanza por desconocer el verdadero rostro de Dios, que es Todomisericordioso. Ayudados de la Palabra, convirtámonos al verdadero Dios: Soy el que soy, dijo a Moisés. Dios es el Ser que posee su existencia en sí mismo, el único que existe verdaderamente y para que compartamos esa existencia vino a nosotros en Jesús. El evangelista Juan pone repetidas veces en boca de Jesús la expresión “Yo soy” como una alusión al nombre que Dios mismo se da; Jesús es Dios, que está presente, que ha bajado y actúa, que pasa por la Cruz para salvar quienes más están sufriendo el misterio del mal en el mundo. ● 20 ● IV Domingo de Cuaresma - C ● ● Josué 5, 9a.10-12 ● “El pueblo de Dios celebra la pascua al entrar en la tierra prometida” ● Salmo responsorial ●Sal 33● ”Gustad y ved qué bueno es el Señor” ● 1 Corintios 5, 17-21 ● “Dios nos ha reconciliado en Cristo” Lucas 15, 1-3.11-32 ● “Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido” Lc 15, 1-3.11-32 Los publicanos y los pecadores se acercaban para oírlo. 2 Y los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». 3 Entonces les propuso esta parábola: 11 Y continuó: «Un hombre tenía dos hijos. 12 Y el menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre les repartió la herencia. 13 A los pocos días el hijo menor reunió todo lo suyo, se fue a un país lejano y allí gastó toda su fortuna llevando una mala vida. 14 Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y comenzó a padecer necesidad. 15 Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a guardar cerdos. 16 Tenía ganas de llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces, reflexionando, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo: tenme como a uno de tus jornaleros. 20 Se puso en camino y fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, conmovido, fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. 21 El hijo comenzó a decir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. 22 Pero el padre dijo a sus criados: Sacad inmediatamente el traje mejor y ponédselo; poned un anillo en su mano y sandalias en sus pies. 23 Traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron todos a festejarlo. 25 El hijo mayor estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. 26 Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. 27 Y éste le contestó: Que ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado sano. 28 Él se enfadó y no quiso entrar. Su padre salió y se puso a convencerlo. 29 Él contestó a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. 30 ¡Ahora llega ese hijo tuyo, que se ha gastado toda su fortuna con malas mujeres, y tú le matas el ternero cebado! 31 El padre le respondió: ¡Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo! 32 En cambio, tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Convenía celebrar una fiesta y alegrarse». 1 Para entender el Evangelio ● En el capítulo 15, Lucas reunió tres parábolas diferentes, pero con una misma unidad temática: de la oveja perdida (15,4-7), de la moneda perdida (15,8-10) y del hijo pródigo. A través de ellas, Jesús nos realiza una gran revelación: ¡Dios siente! y sus sentimientos más íntimos son la ternura, la compasión y la misericordia. Lucas tiene un cariño especial por este rasgo fundamental que Jesús nos revela del misterio insondable y desconocido de Dios: la ternura y misericordia, que son su auténtico corazón. Por eso, el capítulo 15, las parábolas de la misericordia, es conocido como "el evangelio dentro del evangelio". La tercera de las parábolas, la del hijo pródigo, es la más profunda y conmovedora de las tres. Lucas es el único evangelista que la cuenta. ● 21 ● Pistas para contemplar a Jesús y el Evangelio “murmuran” de Jesús porque “acoge a los pecadores” (1-2). La del “padre” (20.22-24.31-32), en cam- “Los publicanos”, considerados pecadores tanto por los maestros de la Ley como por la gente del pueblo, y otros “pecadores” (1) “solían acercarse a Jesús” y Jesús “come con ellos” (2). Eso provoca rechazo por parte de algunos (2). En el mundo oriental antiguo, las comidas se consideraban un momento privilegiado de amistad y de comunión entre las personas. Los fariseos consideraban que comer con paganos o con pecadores era una fuente de impureza ritual. El protagonista de la parábola es el “hombre” que tiene “dos hijos” (11). Estos hijos reciben del Padre lo que les corresponde como hijos (12). Uno de los bienes que reciben es la libertad de “emigrar” (13) y de “entrar” (28), la libertad de gozar de los bienes de la casa del Padre (13 y 31) o de “derrocharlos” (14 y 28). El centro de la parábola está en el amor del Padre por sus dos hijos más que en la conversión del hijo menor (2024.32). Un amor que hace que dé el perdón total y sin condiciones al que se había ido para no volver nunca más. El Padre sale al encuentro, tanto de un hijo (20) como del otro (28). El “traje”, el “anillo” —signo de autoridad—, “las sandalias” -propias de un hombre libre, no de un esclavo— (22) son signos de la restitución de la dignidad de hijo. Conviene tener presente que la situación anterior de ese hijo estaba marcada por cosas como “guardar cerdos” (15), trabajo inaceptable y degradante para un judío. bio, manifiesta el rostro de Dios, que muestra su amor ilimitado e incondicional a la humanidad a través del ministerio de Jesús (1 -2), que siempre va al encuentro (20.28) de los pecadores (Lc 5,32). El perdón de Dios llega a cuantos quieren aceptarlo. Sólo hay que “entrar” en la casa del “padre” (28). Otra mirada sobre el hijo “menor” (con ganas de ver a Jesús en todas partes) El hijo “menor” nos ofrece una imagen de Jesús, el Hijo amado (Lc 3,22) del Padre: se va de la casa del Padre — viene a convivir con otros (13) asume la realidad humana en toda su dureza (14-16; FI 2,6-8) “consume los bienes del Padre” (13.30) —gasta su vida— con los pecadores encuentra el rechazo de los que se creen justos (2.29) incluso asume el pecado de todos y pide perdón al Padre (21; Lc 23,34). Es el que quita el pecado del mundo (Jn 1,29). El Padre, por su parte, lo levantó sobre todo, y le concedió el “Nombre-sobre-todo -nombre” (Flp 2,9ss). Y, de este modo, nos ha perdonado a todos y a todas: “todo lo mío es tuyo” (32). La fiesta (23-24), signo del amor del Padre y de la alegría de la Iglesia cuando el Padre rehace la comunión. Podemos relacionarlo con la Eucaristía, figura del Reino, donde el hermano mayor es invitado a acoger al menor (32). La alegría (23.32) es lo que sienten todas las personas que hallan a Jesús y reconocen en él a quien trae al mundo la salvación de Dios (Lc 2.10; 24,52). La actitud del hijo mayor (28) retrata la actitud de los “fariseos y escribas” (2), que ● 22 ● “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Josep Maria Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. Cada mañana Cada mañana sales al balcón y oteas el horizonte por ver si vuelvo. Cada mañana bajas saltando las escaleras y echas a correr por el campo cuando me adivinas a lo lejos. Cada mañana me cortas la palabra, te abalanzas sobre mí y me rodeas con un abrazo redondo el cuerpo entero. Cada mañana contratas la banda de músicos y organizas una fiesta por mí por el ancho mundo. Cada mañana me dices al oído con voz de primavera: «Hoy puedes empezar de cero». (P. Loidi Entre las personas con las que convivo, trabajo o estudio…. ¿qué testimonios encuentro de perdón incondicional que me recuerden el que Jesús nos muestra del Padre? Y yo mismo, ¿tengo asumido que el perdón libera y renueva… llena de alegría? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? Y testimonios de personas, que como Jesús –el hijo” menor”- “lo gasten todo” con los perdedores de la sociedad, ¿los encuentro? Y yo mismo, ¿estoy dispuesto a gastármelo todo por esa gente? Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... ● 23 ● ) ¿Qué me dirás, Dios mío, cuando llegue a tu presencia y me encuentre frente a Ti? «Animo, hijo, te has portado como un buen hijo». Yo me quedaré mudo porque llevaba preparada una explicación. Tú me tomarás de la mano y me enseñarás tu casa con todo detalle. Casi no te atreverás a pronunciar palabra. Solamente, como de pasada, me dirás: «Ya teníamos ganas de verte aquí, con nosotros». Yo te miraré al rostro asombrado y veré que te brillan los ojos y que luchas para que no te caiga ninguna lágrima. Y mis explicaciones e historias se me irán de la cabeza todas. Y mis fallos quedarán sepultados para siempre en el baúl vacío de los recuerdos muertos. Y empezaré a entender que eres gratuito, como el agua antes del capitalismo y el sol antes del turismo. ¡Empezaré a entender, por fin, la parábola del hijo pródigo! Y se me quedará clavada en el corazón una palabra eterna, que la estás diciendo desde ahora, aunque yo no la oiga todavía: «Hijo». Y sentiré, ¡por primera vez!, una alegría no pasajera. P. Loidi VER - JUZGAR – ACTUAR VER: ace unos días aparecía la siguiente noticia: Un matrimoH nio de 80 años es finalmente desahuciado por orden de su hijo. Si entrar en detalles, la imagen que quedaba grabada y se pudo ver en los informativos era la de la resignación de este matrimonio llorando al tener que dejar su casa e ingresar en una residencia, porque han sido echados por su propio hijo. Más allá de posibles intentos de explicación que han ido apareciendo, lo cierto es que a cualquier persona normal esta noticia le provoca un profundo rechazo y le repugna, sobre todo porque la expulsión ha sido ordenada por el hijo, que muestra así una actitud de desprecio hacia sus padres. JUZGAR: el Evangelio de hoy hemos encontrado un hecho en principio similar: Un hombre E ntenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: «padre, dame la parte que me toca de la fortuna». El padre les repartió los bienes. En la petición de este hijo, que quizá a nosotros, desde nuestra mentalidad occidental, no nos parezca descabellada, incluso dentro de una normalidad, se esconde sin embargo un mal deseo hacia su padre. Al pedirle la parte que le toca de la fortuna, el hijo menor está en cierto modo desahuciando también al padre, está poco menos que diciéndole: “No puedo esperar a que te mueras para heredar”, hay un profundo desprecio del hijo hacia su padre, sólo piensa en disfrutar de su fortuna, viviendo perdidamente. Pero en la parábola, Jesús resalta una imagen del padre que es la que nos debe quedar a nosotros hoy grabada, y que no es la de un padre triste, hundido y resignado. Porque Jesús nos muestra ahí el verdadero rostro de Dios, como el padre que, a pesar del desprecio del hijo, cuando éste recapacitando decide volver, cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Así es Dios tal como se nos revela en Jesús: como un Padre que respeta, espera, aguarda y perdona. Porque para Él, lo más importante es que este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Así se lo dice a sus criados y así se lo dice al hijo mayor, cuando éste le recrimina que haya recibido tan bien a su hermano. Como el hijo mayor, también nosotros deberíamos alegrarnos de que nuestro Dios sea como es. Porque si nos detenemos a pensar, también en demasiadas ocasiones “desahuciamos” a Dios de nuestra vida, le echamos fuera de determinadas dimensiones, queremos “vivir y disfrutar” y vemos en Él un impedimento para poder hacerlo a nuestro antojo. Por eso, la Cuaresma es el tiempo de gracia que Dios nos ofrece para que, como el hijo menor, recapacitemos y decidamos: me pondré en camino adonde está mi padre. Para “volver al Padre” contamos con un medio extraordinario, como indicaba san Pablo en la 2ª lectura: En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. En este tiempo de Cuaresma podemos encontrarnos con el Padre que nos espera en el sacramento de la Reconciliación para recibirnos y devolvernos la dignidad de hijos e hijas suyos, a pesar de que hayamos derrochado sus dones con nuestro pecado. ACTUAR: T eniendo presente la P alabra de este domingo, podemos reflexionar: ¿Desahucio a Dios de mi vida de un modo más o menos consciente? ¿En qué dimensiones o circunstancias? ¿Veo en Dios un impedimento para “disfrutar de la vida”? ¿Soy como el hijo mayor, espero que Dios me recompense por mis trabajos, por no desobedecerle? ¿Me alegro de que Dios sea como es? ¿Me alegro por quienes estaban “perdidos” y son “encontrados” por Dios? ¿Vivo la confesión como un retorno al Padre, como una verdadera reconciliación con Él, movido por su amor? Celebremos un banquete, dijo el padre de la parábola. En la Eucaristía el Señor nos dice también lo mismo: hemos venido a la casa del Padre y Él no nos trata como a jornaleros sino como a hijos, y también nos dice: tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Que el amor infinito del Padre sea para nosotros el mejor estímulo para no “desahuciarle” de nuestra vida, para no verlo como un obstáculo para disfrutar de la vida, sino todo lo contrario, para alegrarnos de poder vivir con Él, en su casa, como verdaderos hijos. ● 24 ● V Domingo de Cuaresma - C ● Salmo 125 ● ”El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” ● Juan 8, 1-11 ● “El que esté sin pecado que le tire la primera piedra” Jn 8, 1-11 1 Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer estaba de nuevo en el templo. Todo el pueblo acudía a él; y él, sentado, les enseñaba. 3 Los maestros de la ley y los fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio y le dijeron: 4 «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 En la ley, Moisés mandó apedrear a estas mujeres. Tú ¿qué dices?». 6 Decían esto para probarlo y tener de qué acusarlo. Pero Jesús, agachándose, se puso a escribir con el dedo en el suelo. 7 Como insistían en la pregunta, se alzó y les dijo: «El que de vosotros no tenga pecado que tire la primera piedra». 8 Y, agachándose otra vez, continuó escribiendo en el suelo. 9 Al oír estas palabras, se fueron uno tras otro, comenzando por los más ancianos, y se quedó Jesús solo, con la mujer allí en medio. 10 Entonces Jesús se alzó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?». 11 Y ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más». Para entender el Evangelio ● Este pequeño texto no pertenece al Evangelio de Juan: falta en la mayor parte de los manuscritos antiguos y la referencia de los padres de la Iglesia. Una serie de manuscritos lo sitúan en el evangelio de Lucas, que sería uno de los lugares más adecuados, dado su interés por destacar la misericordia de Jesús. Concretamente tiene paralelismos con Lc 7,36-50. En él resuena la historia de Susana, narrada en el libro de Daniel (Dn 13). Notas para fijarnos en Jesús y en el Evangelio En el primer versículo, Jesús está en Jerusalén y se retira al monte de los Olivos, después de concluir la semana de las fiestas de las tiendas (7,37). El texto no nos dice qué hizo Jesús en el monte de los olivos. Parece dar entender que este lugar sirvió para Jesús y su grupo, durante las veces que estuvieron en Jerusalén, de espacio de retiro, descanso, e intuimos a Jesús en oración (Lc 22,39-42). En los sinópticos nos narran una sola venida de Jesús a Jerusalén, el cuarto evangelio nos habla de tres. Este texto está situado en la segunda venida, la cual está situada en un contexto de peligros y amenazas contra Jesús por parte de la elite judaica de Jerusalén (7,2). Ahora, el segundo día, Jesús está ahí de nuevo, en el templo, enseñando (8,2-3), desafiando a la institución, la autoridad constituida y aceptando abiertamente el conflicto, sólo que ahora es muy sutil. Si, nos esta situando en la Pascua de Jesucristo: pasar de muerte (5) a vida (11). ● 25 ● A Jesús le tienden una trampa (v6: “le preguntaban para comprometerlo y poder acusarlo”). Es una trampa jurídico-legal y religiosa. Tiene que posicionarse entre la Ley de Moisés, es decir, la tradición de la revelación, y una mujer que fue cogida en adulterio flagrante. Su respuesta parece no tener salida: o se sitúa contra la revelación, lo cual sería una manifestación pública y notoria de la falsedad de su mensaje y mesianismo, o se sitúa contra la mujer, lo que a su vez contradiría toda la novedad de su enseñanza sobre la solidaridad con el excluido y la misericordia de Dios. Si la mujer fue sorprendida en flagrante adulterio ¿dónde está el hombre? Según Dt 22,22 y Lv 20,10 tanto el hombre como la mujer deben ser apedreados. ¿Por qué no han traído también al hombre? Estamos ante una provocación evidente. Delante de Jesús está la mujer porque es socialmente insignificante (porque tiene mucho menos valor social que el hombre). Jesús tiene que definirse entre la ley o los excluidos; entre la institución o la misericordia. Este conflicto adquiere mayor importancia porque ocurre en el corazón institucional del legalismo y el dogmatismo: el templo. * Es cierto que la ley era muy dura para las personas que cometían adulterio Dt 22 y Lv 20. Pero también tenemos el dato antropológico que los colectivos se pueden dejar llevar por la necesidad de sacrificar a alguien siempre que tienen un problema. El sacrificio tiene un efecto tranquilizador, hasta que aparece otro problema comunitario. En este caso, si la victima para sacrificar no es la mujer, será Jesús (Lc 22-23; Jn 18-19). La élite social y religiosa esgrimen el imperio de ley y sus instituciones contra la persona de Jesús. Pero son ellos los primeros que han incumplido la ley (la han falseado para condenar a la débil y dejar escapar al fuerte) (Dt 1,17). Queriendo coger a Jesús en contradicción, ellos mismos dejan al descubierto las contradicciones de toda una estructura y sus instituciones que en nombre de la ley de Dios crean un sistema jerarquizado de dominación y exclusión. ¿Libre de pecado? Otra vez, según la ley, sólo Dios está libre de pecado. Quien se atreviese a lanzar una piedra, y proclamar que no tenía pecado, se manifestaba abiertamente contra la ley: se hacía igual a Dios, ¡sería un blasfemo! Jesús revela al Dios que no condena, sino que invita a la conversión. El Dios que opta por comprender, acoger y confiar en la mujer que, aunque culpable, es excluida por su condición de mujer. Dios que opta por el débil y marginado antes que por la institución del templo y sus dogmatismos legales. * Jesús tiene claro que no se trata de una discusión de poder romano o de ley. Sabe que quien tiene ante sí es una mujer que tiene que vivir. Y unos hombres que también tienen que vivir. Él no ha venido a condenar sino a salvar (Jn 3,16-17; 12,47) La “mujer” (3.10-11), símbolo del pueblo de Dios –Israel y la Iglesia-, pasa de muerte a vida cuando recibe el perdón incondicional y gratuito de Dios. Es lo que como pueblo celebramos en la Pascua. Jesús no la condena. Como el padre al hijo pródigo, Jesús le devuelve a la mujer su dignidad de persona y su libertad: «Vete, y en adelante no vuelvas a pecar». Esta postura de Jesús le ocasionará muchos problemas. Los conflictos continuarán a lo largo de todo el c. 8, concluyendo, en el v 59, que Jesús estuvo a punto de sufrir el castigo de la mujer: «Cogieron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del templo». En el diálogo final entre Jesús y la mujer (10-11) se expresa el diálogo entre Dios y la humanidad. Una humanidad que Él creó y que ama profundamente. Quiere que todo hombre y toda mujer forme parte de su pueblo. Por ello no abandona a ningún miembro de esta humanidad ni al pueblo como tal. Y cuando es Él el abandonado, no condena a nadie sino que extiende la mano para que pueda volver a empezar. Según la tradición jurídica de Israel, en un jui- cio, lo que salva o condena al reo es el testimonio de dos hombres -el testimonio de las mujeres no era válido- y las pruebas no son lo decisivo; en caso de condenación, los dos testigos tienen el privilegio de tirar la primera piedra contra la víctima (Dt 17,7). Jesús no entró en la trampa dialéctica, se puso a ¿dibujar?, ¿escribir?, ¿garabatear? el suelo. Es estéril intentar descubrir qué escribió, eso es secundario; lo prioritario es que argumenta con el silencio. * El gesto de “escribir”, independiente de interpretaciones, ayuda a crear expectativas. Hace que estemos más pendientes de su respuesta. * Entre las interpretaciones que se dan a dicho gesto, hay quien dice que podría referirse al profeta Jeremías (Jr 17,13) que recuerda que es Dios quien juzga a todos los pecadores de Israel, que “serán inscritos en el país de los muertos”. Por tanto, con este gesto Jesús se dirigiría a la conciencia de los acusadores, lo mismo que hace con la frase que les dirige: “El que esté sin pecado…” (7) ● 26 ● “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) Josep Maria Romaguera Colección Emaús - Centro de Pastoral Litúrgica Ruego para pedir el don de comprender el ¡Dios nos toma muy en serio! De mi pecado, hago oportunidad. Apunto algunos hechos vividos esta se- Aquí estoy, Jesús, como la mujer del Evangelio, aquí estoy delante de Ti y delante de mi comunidad: yo soy pecador. Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor mana que ha acabado Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. La dinámica de resolver los conflictos a base de condenar, arrinconar, anular al otro…. Es común en nuestro mundo. Entre nosotros también. En mis relaciones, ¿estoy viviendo alguna situación en la que se dé esa dinámica? ¿Cómo la afronto? Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? ¿Qué testimonios tengo de las actitudes de Jesús entre los pecadores? Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... Hice el mal con mis pensamientos, hice el mal con mis palabras, hice el mal con mis hechos, hice el mal con mis cobardías, hice el mal con mil olvidos. Aquí estoy, Jesús, delante de mi comunidad y llevando también conmigo la carga de sus pecados. No me siento mejor que nadie, Jesús, me siento hermano de todos en el pecado, y con todos quiero sentirme hermano también a la hora de acoger tu perdón es la hora de luchar por corregirme. Soy consciente, Jesús, del mal que puedo hacer con mi pecado. Mi egoísmo atrasa la hora del la hermandad, mi consumismo arrebata el pan de los pobres, mi comodidad hace que la unión necesaria adormezca. Aquí estoy, Jesús, delante de Ti, yo que soy pecador, en procurar el perdón y la fuerza de vida que viene de Ti en la comunidad. Pplu-10 Dice el Señor: Yo no llamo a los buenos. Llamo a los malos. Los buenos ya tienen bastante con su bondad y sus méritos. ¿Para qué me quieren a mí?. Yo sólo puedo dar algo a los malos. A los que siguen haciendo pecados después de haber prometido mil veces que van a ser buenos. Yo les ofrezco mi perdón y mi compañía a lo largo del camino. Es todo lo que tengo. Les doy todo lo mío. Para los buenos no me llega. Y Jesús se sube a un árbol de la plaza mayor y grita: ¡Las prostitutas estarán delante de vosotros en el cielo! ● 27 ● VER - JUZGAR – ACTUAR VER: n joven de uno de los grupos de ACG está U preparando una oposición. Él tenía clara la meta que quería alcanzar, y se trazó un plan de estudio con un horario riguroso, que procura cumplir a rajatabla. Es consciente de que para alcanzar su meta debe ser constante y perseverar, aunque eso le suponga ahora un fuerte sacrificio. De hecho, tiene momentos de “bajón”, en los que se lamenta porque se está perdiendo tiempo de estar con amigos, de salir y realizar actividades lúdicas… pero piensa que lo que está en juego es su futuro, y que por eso merece la pena hacer ahora el sacrificio, el esfuerzo y sacar su plaza en la oposición. JUZGAR: P apa Benedicto XVI , en su encíclica Spe Salvi, indica: A lo largo de su existencia, el E lhombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los pe(30) ríodos de su vida (…) En la juventud puede ser la esperanza del amor grande y satisfactorio; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. (31) Nosotros necesitamos tener esperanzas -más grandes o más pequeñas-, que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo. Y el rostro humano de Dios es Cristo Jesús. Él es nuestra esperanza y nuestra meta, la “plaza” que debemos alcanzar. Por eso decía san Pablo en la 2ª lectura: Todo lo estimo pérdida… todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir con él. Está en juego nuestra vida eterna, y las otras metas parciales, en comparación, pasan a un lugar secundario, porque Cristo Jesús supera a todo lo demás. Alcanzar la meta que es Cristo requiere, por tanto, sacrificios, esfuerzos y renuncias: la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, pero merecen la pena para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. Se necesita perseverancia y constancia: No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo. Y también vendrán momentos de “bajón”, en los que la meta se nos difuminará y nos preguntaremos si merece la pena la renuncia, el esfuerzo y el sacrificio que estamos realizando, si no estábamos mejor antes, contentándonos con pequeñas metas parciales. Por eso en la 1ª lectura el profeta indicaba: No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Ante la tentación de la renuncia, es necesario pararnos y “notar” los avances, la novedad que el seguimiento de Cristo hacia su meta está haciendo brotar en nosotros. Incluso aunque sea nuestro pecado el que nos frena y aparta de la meta que queremos conseguir, el Señor nos dice como a la mujer del Evangelio: Anda, y en adelante no peques más. La conciencia de que el Señor nos perdona, que Él nos anima a que continuemos hacia su meta, es lo que nos hará superar cansancios y añoranzas, y retomar nuevas fuerzas, como decía san Pablo: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús. ACTUAR: en el tramo final de la Cuaresma, tiempo de conversión y preparación a la gran fiesE stamos ta de la Pascua, y podemos pensar: ¿Tengo presente que la gran meta de mi vida es Cristo, o me conformo con pequeñas metas parciales? Como decía san Pablo, ¿todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo, “corro” para llegar a Él? ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar, a renunciar, y qué me cuesta más? De mi PPVC, ¿qué tengo que reforzar? ¿Noto los avances, la novedad que brota en mí por seguir a Cristo hacia su meta? ¿Me acerco al Señor en la Reconciliación para dejar su amor y su perdón me animen a seguir adelante hasta la meta? Nos disponemos a celebrar la Semana Santa, donde el amor de Dios, que quiere que todos se salven, se entregó hasta el extremo. Apoyémonos en ese amor y perdón para seguir corriendo y alcanzar la meta, porque como dice el Papa en Spe Salvi: (31) Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza (…) su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente» vida. ● 28 ●