COMPLICACIONES ANESTÉSICAS EN EL PERRO Y EN EL GATO José Ignacio Redondo García Dpto. Medicina y Cirugía Animal Facultad de Veterinaria Universidad CEU Cardenal Herrera nacho@uch.ceu.es La anestesia es una intoxicación controlada del sistema nervioso central, lo que provoca una alteración de la homeostasis del paciente y un estado no fisiológico. Por ello, la aparición de complicaciones durante la anestesia es un hecho relativamente habitual. Un error frecuente es creer que estas complicaciones sólo pueden presentarse cuando se operan animales muy enfermos o de alto riesgo, olvidando que en procedimientos rutinarios en los sanos no están exentos de problemas. Cuando un paciente está bajo los efectos de un fármaco anestésico, su vida está en peligro. Aunque pueden aparecer en cualquier momento, ciertos periodos se consideran más peligrosos, como la inducción y la recuperación, ya que hay más posibilidades potenciales de que aparezca una emergencia grave. El primer paso para minimizar la presentación de estas emergencias es reconocerlas, por lo que la evaluación preanestésica y una monitorización adecuada durante el procedimiento son imprescindibles para evitar complicaciones que incluso podrían conducir a la muerte del animal y que por otra parte podrían solucionarse fácilmente si son detectadas a tiempo. Sin embargo, a pesar de los avances en la monitorización y en el empleo de fármacos anestésicos cada vez más seguros, se presentan emergencias. Afortunadamente, cuando se presta atención a todos los detalles, la incidencia de estas situaciones “inesperadas” es baja, y muchas pueden prevenirse por completo. La aparición de complicaciones durante la anestesia general en pequeños animales es un hecho conocido desde hace mucho tiempo. A continuación pasamos a comentar brevemente las complicaciones anestésicas más frecuentes y/o más graves. Errores humanos Las causas iatrogénicas por errores en el manejo de los fármacos, mal funcionamiento de los equipos o mala realización de la técnica son muy frecuentes y pueden tener consecuencias graves: - Problemas con los fármacos: sobredosis de hipnóticos (absoluta o relativa), error en el peso del paciente, errores en los cálculos matemáticos de las dosis que debemos administrar, cambios en la concentración de los fármacos, dosis incorrecta para la vía, vía incorrecta, extravasación, confusión entre fármacos, contaminación y septicemia iatrogénica, velocidad de infusión inadecuada, etc. - Problemas en la intubación: intubación esofágica o endobronquial y tubo endotraqueal obstruido o acodado. - Problemas en la máquina anestésica. - Falta de oxígeno: botella cerrada o agotada. - Agotamiento de la cal sodada. - Humedad en las válvulas. - Elección inadecuada del circuito. - Desconexión del circuito. Complicaciones cardiovasculares Bradicardia. La importancia de la bradicardia radica en que puede disminuir el gasto cardiaco. Se aconseja tratarla si la presión arterial es inferior a 60 mm Hg o, si no la estamos midiendo, si el tiempo de relleno capilar se alarga y no podemos palpar el pulso femoral. Las causas más frecuente son el empleo de algunos fármacos (como los sedantes alfa2 agonistas o los opiáceos) y la excesiva profundidad anestésica. Otra causa común de bradicardia es la aparición de un reflejo tono vagal, que aparece como consecuencia de la intubación endotraqueal, manipulación de las vísceras, del ojo o del periostio. También se produce por hipotermia o toxemia. La utilización de anticolinérgicos, como la atropina y el glicopirrolato ayuda a la estabilización y al aumento de la frecuencia cardiaca, oponiéndose al aumento del tono vagal. Si la causa fue la administración de agonistas alfa2, está indicado el empleo de su antagonista específico, el atipamezol. La administración de betabloqueantes puede estar indicada si la causa de la bradicardia no puede ser determinada, y si ésta tiene un efecto negativo en la presión arterial, y no hay respuesta a la atropina. Taquicardia. Una frecuencia cardiaca elevada puede provocar una caída del gasto cardiaco, ya que reduce el tiempo de llenado y disminuye el volumen latido; además, aumenta el consumo de oxígeno del miocardio, lo que puede provocar acidosis miocárdica y una disminución de la contractilidad si el aporte de O2 no es suficiente. La principal causa intraquirúrgica de taquicardia es el dolor intraoperatorio, aunque otras causas pueden ser plano anestésico inadecuado, hipovolemia, fiebre, hipoxia, hipercapnia, insuficiencia cardiaca o la administración de algunos fármacos. Una cobertura analgésica adecuada normalmente es el tratamiento correcto de esta complicación. Hipotensión arterial. Se ha señalado que la presión arterial media mínima que asegura una perfusión renal, cerebral y coronaria satisfactoria está entre 50 y 60 mm Hg. Como regla general, debe ser superior a 60 mm Hg y una medida inferior durante la anestesia justifica el tratamiento. La hipovolemia, la vasodilatación periférica o la contractilidad miocárdica reducida pueden provocar hipotensión. La mayoría de los hipnóticos empleados en la clínica puede provocar descenso dosis dependiente de la presión arterial. Las secuelas potenciales de una inadecuada perfusión tisular son insuficiencia renal aguda, arritmias cardiacas y shock. El empleo de fluidoterapia rutinario durante la anestesia reduce la incidencia de esta complicación. La velocidad de infusión de fluidos isotónicos estándar durante la anestesia es, en general, de 10 ml/kg/h. Si durante la anestesia se observa que la presión arterial tiende hacia la hipotensión, debería aumentarse la administración de fluidos vía intravenosa (cristaloides y/o coloides) para incrementar la volemia; si no se resuelve, hay que iniciar una terapia con fármacos vasopresores (como dopamina, dobutamina o fenilefrina). Hipertensión arterial. Por otra parte, y aunque la hipertensión arterial aparece más raramente en los pequeños animales que en los humanos, es un estado patológico que también debemos evitar por las complicaciones que desencadena a nivel neurológico, cardiaco, renal y ocular. El criterio para diagnosticar la hipertensión es obtener una lectura superior a 180 mm Hg de presión arterial media o 200 de sistólica. Es mucho menos habitual que la hipotensión. La causa intraoperatoria más frecuente es el dolor intraquirúrgico, por lo que el empleo una analgesia intraoperatoria adecuada es fundamental en su control. Hipertensión venosa central. La presión venosa central representa la presión de llenado cardiaco derecho, lo que nos sirve para estimar el volumen intravascular y la precarga del corazón derecho. Los valores por encima del rango indican hipervolemia relativa, por lo que deberíamos cesar o disminuir la fluidoterapia, y, en su caso, administrar diuréticos. La ventilación mecánica tiene una influencia significativa en la presión venosa central, ya que aumenta la presión intratorácica, lo que dificulta el retorno venoso y hace que el valor medido aumente. Por otra parte, los problemas que disminuyen el gasto cardiaco aumentan la presión venosa central, ya que la precarga aumenta. De este modo, no podemos descartar que los casos de hipertensión venosa también puedan deberse a esas razones. Complicaciones respiratorias. Apnea, bradipnea e hipoventilación. La depresión que provocan los anestésicos en el centro respiratorio y la disminución de la contracción muscular provocan hipoventilación. El descenso del volumen respiratorio minuto puede deberse a bradipnea (o apnea) o al descenso del volumen tidal o a ambos. Otras causas pueden ser obstrucción de la vía aérea, enfermedad pulmonar parenquimatosa grave, presencia de contenido en el espacio pleural (neumotórax, hemotórax, rotura diafragmática con paso de contenido abdominal a cavidad torácica, etc.) o colocación de peso sobre el tórax o el abdomen que dificulte los movimientos respiratorios. La expresión de esta hipoventilación es la acidosis respiratoria y, por consiguiente, la hipercapnia que observamos. Generalmente, la hipoventilación causa hipoxemia si el paciente respira aire ambiental, pero no si el animal respira aire con oxígeno al 100%. El tratamiento consiste en ventilar manualmente al paciente dos veces cada 30 segundos durante 5 minutos. Las ventilaciones se hacen vaciando la bolsa reservorio sin sobrepasar la presión de 10-12 mm Hg en las vías aéreas. Si persiste la apnea, ventilar con 10-12 resp/min. durante otros 5 min. Si la apnea se prolonga, repetiremos el ciclo. Es necesario intubar y administrar aire enriquecido con oxígeno para evitar hipoxemia. Sin embargo, si hiperventilamos podemos hacer que se retrase la respiración espontánea, ya que la hipocapnia que podemos provocar deprime el centro respiratorio. Hay que tener en cuenta que el animal puede despertarse espontáneamente cuando se recupere, ya que hemos cortado la administración de anestésico. También podemos administrar los antagonistas específicos de los fármacos empleados en el protocolo anestésico y que puedan provocar depresión respiratoria (atipamezol, naloxona, flumacenilo, etc.) o fármacos analépticos respiratorios. Taquipnea e hiperventilación. Generalmente cursa con hipocapnia. Las consecuencias se describen más abajo. Hipercapnia. Las causas principales son tres: hipoventilación, aumento del CO2 inspirado (por un aumento del espacio muerto, flujo de gases frescos insuficiente en circuitos de no reinhalación o el agotamiento de la cal sodada en circuitos con reinhalación) y la compensación de una acidosis metabólica. Prácticamente todos los anestésicos deprimen el centro respiratorio y ésta es la causa principal de hipercapnia durante la anestesia. Valores de PaCO2 superiores a 60 mm Hg requieren tratamiento, que básicamente consiste en ventilar al paciente y en corregir la reinhalación de CO2 si la hubiera. A nivel cardiovascular, los efectos que origina la hipercapnia son complejos. En principio, parece causar depresión directa del músculo cardiaco y de la musculatura lisa vascular, pero a la vez provoca una estimulación refleja del sistema simpáticoadrenal, lo que compensa en mayor o menor medida la depresión cardiovascular primaria. Así, la hipercapnia, lo mismo que la hipoxemia, puede causar aumento del consumo de oxígeno del miocardio mientras que su aporte disminuye. También se han observado arritmias en humanos hipercápnicos anestesiados con halotano. A nivel respiratorio, el CO2 estimula la respiración, aunque con una PaCO2 alta la estimulación es mínima y con niveles extremadamente altos la respiración se deprime y finalmente cesa. Hipocapnia. Los mecanismos que originan la hipocapnia son los opuestos a los de la hipercapnia: hiperventilación (causa principal cuando se ventila mecánicamente), disminución del espacio muerto y descenso en la producción de CO2 (por hipotermia, plano anestésico profundo o hipotensión). Los valores PaCO2 inferiores a 20 mm Hg se asocian con alcalosis respiratoria grave y con una disminución del flujo sanguíneo cerebral, lo que puede perjudicar la oxigenación del sistema nervioso y originar una caída del gasto cardiaco por diferentes mecanismos: aumento de la presión intratorácica, disminución del tono simpático y aumento del pH, lo que disminuye el calcio ionizado y, consecuentemente, el inotropismo del corazón. En caso de que la causa de la hipocapnia sea la hiperventilación, el tratamiento de la misma, evidentemente, consiste en ventilar adecuadamente al paciente. Asimismo, las alteraciones circulatorias que interfieren con el transporte de CO2 son detectadas rápidamente mediante capnografía. Así sucede con la insuficiencia cardiaca, el shock hipovolémico o la embolia pulmonar. Por supuesto, la parada cardiorrespiratoria hace que se pierda inmediatamente el trazado y es un buen índice de la eficacia de la reanimación cardiopulmonar. Si la causa de la hipocapnia es una insuficiencia cardiaca, debemos instaurar fluidoterapia de shock y soporte hemodinámico con inotropos (dobutamina o dopamina) lo antes posible. Hipoxemia. Uno de los objetivos básicos durante la anestesia es asegurar un aporte correcto de oxígeno a todas los tejidos. Si este aporte falla, cesa el metabolismo aerobio y se emplean vías anaerobias para producir energía, mucho menos eficaces. Los órganos más vulnerables a la hipoxia son el cerebro y el corazón. Una saturación arterial de oxígeno superior al 80% provoca una activación del sistema nervioso simpático. Consecuentemente, aumentan la frecuencia cardiaca, volumen latido, gasto cardiaco y la contractilidad miocárdica. Si la saturación es menor, entre 60 y 80%, hay vasodilatación y la presión arterial cae, aunque la frecuencia cardiaca suele estar aumentada. Saturaciones inferiores al 60% provocan una hipotensión todavía mayor; el paciente entra en shock y el corazón fibrila o entra en asistolia. Además, un estado de hipotensión preexistente agrava los efectos de la hipoxia. El tratamiento consiste en ventilar al paciente con un oxígeno al 100%. Espasmo laríngeo y edema de glotis. Aparecen sobre todo en el gato, como consecuencia de problemas con la intubación endotraqueal. Ocasionan obstrucción de la vía aérea y deben ser tratados como una urgencia. El empleo de lidocaína local en spray facilita la intubación y reduce la incidencia de estas complicaciones. Si aparecen estas complicaciones, el tratamiento de elección es la traqueostomía. En casos leves, el edema de glotis puede tratarse con corticoides, manteniendo al paciente anestesiado y retrasando la extubación hasta que el edema haya remitido. El espasmo laríngeo, y sólo en gatos, puede tratarse con succinilcolina. Otras complicaciones Hipotermia. Es la complicación anestésica más frecuente. La hipotermia aparece cuando la pérdida de calor supera la producción. Durante la anestesia disminuye la generación de calor: hay depresión del centro termorregulador del hipotálamo, el metabolismo cae y disminuye la actividad muscular. Además, las pérdidas aumentan por diferentes razones, como son el empleo de sustancias frías, la depilación del campo quirúrgico y por evaporación de los antisépticos y la apertura de las cavidades corporales. Si la temperatura corporal es superior a 36º la hipotermia generalmente no tiene consecuencias, pero en el rango de 32 a 34ºC los requerimientos anestésicos se reducen, ya que en hipotermia la metabolización hepática de los anestésicos disminuye. Además, el tiempo que tarda el paciente en recuperarse se prolonga y la termorregulación puede verse alterada, siendo necesario un recalentamiento artificial del paciente. Temperaturas entorno a los 35º provocan vasoconstricción, taquicardia e hipertensión, trastornos en la coagulación y aumenta el riesgo de infección posquirúrgica y la cicatrización se retrasa. Los problemas aparecen habitualmente durante la recuperación, más que durante la intervención. A los 30º aumenta el riesgo de fibrilación atrial. Entre 24 y 28ºC hay fibrilación ventricular y muerte. El calentamiento preoperatorio del paciente, mantener cálido el quirófano, la fluidoterapia y el lavado de la cavidad abdominal en cirugía abdominal con soluciones atemperadas reduce la pérdida de calor del paciente. Hipertermia. La hipertermia puede producirse por la combinación de una serie de factores, como la preexistencia de una temperatura corporal elevada antes de la anestesia, una tasa metabólica alta con un plano anestésico ligero, pacientes muy obesos o grandes, la colocación de paños de campo o la inspiración de un flujo de gases frescos muy humidificado. El tratamiento consiste en enfriar al paciente con alcohol o agua fría. Otra causa temible es la hipertermia maligna, que se sospecha que está asociada a la administración de halotano o succinilcolina, y que sólo cede a la administración de dantroleno. Vómito. Se describe como complicación durante la anestesia, ya que el contenido gástrico expulsado puede producir neumonía por aspiración u obstrucción de las vías aéreas. El ayuno preanestésico y la inducción del vómito antes de la inducción anestésica reducen la incidencia de este accidente. Muerte La muerte es la consecuencia más dramática de las complicaciones anestésicas. Recientemente se ha señalado que el índice de mortalidad registrado en España es del 1,28% en el perro y 1,77% en el gato. Diversos estudios realizados en otros países han señalado índices muy inferiores en el perro. Así, en los Estados Unidos la mortalidad oscila entre el 0,11% y el 1,0%, en Canadá es del 0,11% y en Gran Bretaña del 0,23%. La bibliografía indica que entre el 18,2 y el 44% de las muertes se produce en el postoperatorio. Esto demuestra la importancia de la vigilancia y control de los pacientes en estas etapas, ya que muchas de esas complicaciones y muertes pueden evitarse con un aumento en la monitorización postoperatoria. Lógicamente, esa vigilancia llevará a la detección de emergencias y complicaciones que de otro modo pasarían desapercibidas y podrían acabar con la muerte del animal si no se solucionan. El índice de mortalidad aumenta significativamente conforme lo hace el grado de riesgo anestésico evaluado por la clasificación ASA. Esta circunstancia demuestra la validez de esta clasificación. La estimación del estado físico es sencilla y no necesita unos recursos clínicos complicados, puede realizarse en todos los pacientes antes de la anestesia, circunstancias que la hacen muy útil en la clínica. Por último, y como conclusión, podemos afirmar que la presentación de complicaciones durante la anestesia general es un hecho que ocurre con mucha más frecuencia de lo que se piensa. Una exhaustiva evaluación preanestésica ayuda a la detección de patologías subclínicas que pueden dar lugar a complicaciones durante la anestesia y permite en muchas ocasiones solucionarlas antes o, al menos, estar sobreaviso y poner en marcha medidas de soporte (anestésicas, médicas o quirúrgicas) que minimicen los riesgos. Por desgracia, muchos de estos incidentes no pueden ser detectados clínicamente por el anestesiólogo hasta que es la complicación puede catalogarse como grave. Por ello, una monitorización adecuada del paciente, que nos permita reconocer precozmente estas complicaciones, es esencial para conseguir una seguridad aceptable durante la anestesia. Sin olvidar las maniobras exploratorias clásicas, varias técnicas complementarias proporcionan una ayuda extraordinaria en la monitorización del paciente, como la electrocardiografía, la pulsioximetría, la capnometría y la monitorización de la presión arterial. Bibliografía 1. Clarke KW, Hall LW. A survey of anaesthesia in small animal practice. J Ass Vet Anaesth 1990; 17:4-10. 2. Dodman NH, Lamb LA. Survey of small animal anesthetic practice in Vermont. J Am Anim Hosp Assoc 1992; 28:439-45. 3. Dukes J. Hypertension: A review of the mecanisms, manifestations and management. Journal of Small Animal Practice 1992; 33:119-29. 4. Dyson DH, Maxie MG, Schnurr D. Morbidity and mortality associated with anesthetic management in small animal veterinary practice in ontario. J Am Anim Hosp Assoc 1998; 34:325-35. 5. Gaynor JS, Dunlop CI, Wagner AE, Wertz AE, Golden AE, Demme WC . Complicactions and mortality associated with anesthesia in dogs and cats. J Am Anim Hosp Assoc 1999; 35:13-7. 6. 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(1999) mm Hg hipertensión PAM>180 ó PS>200 mm Hg grave presión venosa central normal PVC=0-7 mm Hg hipertensión venosa centralPVC>11 mm Hg grave bradipnea FR<4 resp/min grave frecuencia respiratoria normal FR=10-30 resp/min Hall et al., (2000); Haskins, (2003) Dukes, (1992) Haskins (2003) McKelvey y Hollingshead (2003) Wilson (2002) Gómez-Villamandos (2001) taquipnea grave FR>50 resp/min hipoventilación grave VMe<100 ml/kg/min Ynaraja (2001) normoventilación VMe= 150-250 ml/kg/min Haskins (1993); Haskins (2003) hiperventilación grave VMe>300 ml/kg/min hipocapnia grave EtCO2<20 mm Hg normocapnia EtCO2=35-45 mm Hg hipercapnia grave EtCO2>60 mm Hg hipoxia grave SpO2<90 % normoxia SpO2≥90 % Ynaraja (2001); Haskins (2003) McKelvey y Hollingshead (2003) Haskins (2003) Haskins (1993); Ynaraja (2001); Wilson (2002) Ynaraja (2001); Wilson (2002); Gaynor et al. (1999) Grubb (2002) hipotermia grave T<34 ºC Haskins (1993); Harvey (2002a) normotermia T=37,5-39,2 ºC McKelvey y Hollingshead (2003) hipertermia grave T>41 ºC Haskins (1993) FC. frecuencia cardiaca. PAM. presión arterial media no invasiva. PS. presión sistólica no invasiva. PD. presión diastólica no invasiva. PVC. presión venosa central. FR. frecuencia respiratoria. VMe. volumen minuto espirado. EtCO2. fracción final espirada de CO2. SpO2. saturación arterial de O2. T. temperatura rectal o esofágica. Imagen 1. Intubación esofágica. Imagen 5. Taquicardia, hipoxia, hipocapnia e hipotermia. Imagen 2. Desconexión del circuito. Imagen 6. Edema de glotis en un gato. Imagen 3. Bradicardia durante la toma de líquido Imagen 7. Traqueostomía de urgencia en el cefalorraquídeo. gato por edema de glotis. Imagen 4. Hipertensión venosa central. Imagen 8. Hipotermia severa. Imagen 9. Taquipnea. Imagen 10. Bradicardia, normotensión y reinhalación de CO2.