Página_11 - En lucha

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En lucha Noviembre 2006
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D
urante la Guerra Civil alrededor de 35.000 voluntarios
internacionales vinieron
al Estado español para
defender la República. Muchos de
ellos nunca volverían a sus más de
50 países de origen. Su sacrificio
y su internacionalismo no tenían
precedentes.
En el contexto del auge del fascismo en los años treinta, la Guerra
Civil Española dio la oportunidad,
sobre todo a los refugiados de regímenes autoritarios, de combatir,
armas en la mano, esta terrible
amenaza. Desde el principio de
la guerra cientos de voluntarios
extranjeros, ya presentes en la
península o llegando por sus propios medios, se integraron en las
milicias obreras.
Pero no fue hasta que se implicó
la Unión Soviética en la defensa
de la República que hubo una organización masiva de voluntarios
internacionales. La política exterior
soviética en este momento fue la de
buscar una alianza con las democracias contra los países fascistas. La
expresión doméstica de esta política
fue el Frente Popular de todos los
demócratas contra el fascismo.
Cuando empezó la Guerra Civil,
las democracias, principalmente
Gran Bretaña y Francia propusieron
la no-intervención como, supuestamente, la mejor manera para evitar
que la guerra se extendiera. La razón
real de esta decisión, sin embargo,
fue el poco interés por parte de las
clases dominantes de estos países
de salvar una República vista como
“roja”. Esta política cínica significaría que mientras los poderes fascistas
enviaban todo lujo de material
logístico y humano a Franco, a la
República le fue negado todo tipo
de apoyo logístico.
Aunque al principio Stalin apoyó la no-intervención, cambió su
política cuando vio que la ayuda
fascista iba a significar una victoria
rápida de los nacionales. No obstante, el envío de armas soviéticas,
muy desigual en su calidad y cantidad, siempre estaba condicionado
por la necesidad de acabar con la
revolución y con el fin de evitar la
derrota de la República, más que
procurar su victoria.
En Moscú, en septiembre de
1936, y como consecuencia del
giro en la política soviética, la
Internacional Comunista tomó la
decisión de formar las Brigadas
Internacionales. Éstas estarían
organizadas por los partidos comunistas de cada país con el partido
francés asumiendo un papel clave
para asegurar su traslado a través de
la frontera con el Estado español.
Aunque entre los voluntarios hubo
algún aventurero, la gran mayoría
fueron antifascistas muy convencidos, muchos con años de experiencia
como activistas en los movimientos
populares de sus países. Tanto fue el
caso que algunos partidos comunistas
tuvieron que vetar que tantos valiosos
militantes fueran a luchar contra el
fascismo por la pérdida que esto
representaba para su trabajo político
a nivel doméstico.
La presencia en las filas de las
Brigadas de algunos escritores
y poetas conocidos ha dado un
imagen equivocada sobre su composición social. En realidad, la gran
mayoría de los brigadistas fueron
jóvenes de origen obrero, muchos
de ellos parados. Pocos tenían
una experiencia militar, aunque
bastantes habían participado en
las luchas callejeras en sus países
contra el fascismo.
El contingente más importante
fue el francés. También hubo grupos nutridos de alemanes, polacos,
italianos, estadounidenses, británi-
“provocadores”. En realidad hubo
muy pocos trotskistas que lucharon
con la Brigadas; los pocos que
llegaron al Estado español participaron en las milicias del POUM o,
en algún caso, de la CNT. De todas
maneras, las intrigas políticas y
los nombramientos de mandos por
razones políticas contribuyeron al
desgaste de las Brigadas.
El legado de las Brigadas
Internacionales
Muchos de ellos vinieron aquí como revolucionarios que
vieron en la guerra contra el fascismo un paso hacia la
victoria del socialismo. Por Andy Durgan
cos, yugoslavos, checos y belgas.
Los voluntarios de origen judío
fueron bastante numerosos algo
que reflejaba su papel central en
la lucha antifascista en la Europa
de aquel entonces. Además de los
combatientes, también fueron como
voluntarios un nutrido equipo de
personal médico (hombres y mujeres), chóferes y otros técnicos.
La gran mayoría
fueron antifascistas
muy convencidos, con
años de experiencia
como activistas en los
movimientos populares
Su papel
El impacto de la llegada de las
Brigadas fue tan psicológico como
militar. Sobre todo su dramática
entrada en el Madrid asediado o
cuando durante la victoria republicana en Guadalajara los brigadistas
italianos se enfrentaron directamente con las tropas fascistas
enviadas por Mussolini. Aunque
solamente formaban una parte
pequeña del ejército republicano,
tuvieron un papel destacado en
las batallas del Jarama, Brunete,
Belchite, Teruel y el Ebro. Un 30%
de los brigadistas murieron. Varios
factores contribuyeron a que sufrieran tantas bajas: su papel como
tropas de choque, la estrategia
republicana de grandes ofensivas,
un entrenamiento inadecuado, la
incompetencia de algunos de sus
comandantes y la falta de armas.
Aunque han sido presentados
como el ejemplo máximo del Frente
Popular, en realidad, a pesar de la
presencia de voluntarios socialistas
o no alineados, las Brigadas fueron
controladas por los comunistas.
Más de la mitad de los voluntarios
fueron militantes comunistas y entre los mandos y los oficiales este
porcentaje fue más elevado. Además, llegaron a la República casi
600 comunistas extranjeros desde
la URSS, muchos de los cuales
habían pasado antes por las filas
del Ejército Rojo. Estos militantes,
sobre todo, ocuparon los puestos de
mando más importantes.
Como atestiguan sus memorias y
la documentación disponible, la gran
mayoría de los brigadistas tuvieron
poca idea sobre la naturaleza del
proceso político en la zona republicana, más allá de la línea comunista
de que la guerra era una guerra en
defensa de la democracia contra el
fascismo. En general no tuvieron
contacto con la población local. Por
eso, fue fácil propagar la versión
estalinista de los acontecimientos
en las filas de las Brigadas.
Dentro de la Brigadas mismas,
hubo una paranoia por parte de
algunos mandos, sobre su comandante Andre Marty, sobre la
presencia de espías y “trotskistasfascistas”. Aunque la represión en
las Brigadas Internacionales no
era tan drástica como han insistido
los historiadores conservadores y
revisionistas, hubo represalias e
incluso ejecuciones. La mayoría
fueron por casos de indisciplina
y deserción, pero también había
casos de supuestos “trotskistas” y
Impresionar a las democracias
Ya a mediados de 1937, la guerra fue
presentada cada vez más como una
guerra contra invasores extranjeros,
una guerra por la independencia
nacional. A nivel de propaganda,
la presencia de las Brigadas puso
en entredicho esta supuesta lucha
patriótica. Por eso, las referencias a
las Brigadas como el gran ejemplo
para el pueblo casi desparecieron de
los medios de comunicación.
En un último, e inútil, intento de
impresionar a las democracias sobre
la naturaleza nacional y democráticoburguesa de su lucha, en septiembre
1938, el gobierno republicano anunció la retirada de las Brigadas.
Hubo unos miles, sin embargo,
que no tuvieron más remedio que
quedarse, dado que no pudieron
volver a sus países que se encontraban en manos de dictaduras
fascistas. A principios de febrero
1939, estos voluntarios volvieron
a luchar para proteger el terrible
éxodo de cientos de miles de
personas desde Catalunya hasta la
frontera francesa.
Con el final de la guerra no terminó la epopeya de los voluntarios.
Muchos participaron en la resistencia contra el fascismo durante
la Segunda Guerra Mundial, sobre
todo en Francia; otros murieron en
los campos de exterminio nazis.
Entre las víctimas estuvieron comunistas extranjeros que originalmente
habían ido al Estado español desde
la Unión Soviética, cuyo gobierno
ahora se negaba a recibirles de
nuevo. Algunos, principalmente
alemanes, que sí llegaron a la URSS,
fueron entregados a los nazis por
las autoridades soviéticas a raíz del
pacto de no-agresión entre Hitler
y Stalin. Otros padecieron en las
purgas estalinistas, como fue el caso
de muchos de los asesores soviéticos
que habían estado en el Estado español. Su destino tampoco mejoró mucho después de la Guerra Mundial
en los nuevos estados estalinistas
de Europa oriental: aunque algunos
ex Brigadistas llegaron a ser altos
funcionarios, otros desaparecieron
en una nueva ola de purgas.
En las democracias, los voluntarios, acusados de ser comunistas,
sufrieron a menudo la discriminaron
de sus gobiernos. Sobre todo este
fue el caso en los EEUU donde los
ex brigadistas se contaron entre las
víctimas de la histeria anticomunista
de los años cincuenta. Muchos nunca
dejaron de luchar por un mundo mejor y destacaron como activistas de
izquierdas para el resto de sus días.
No cabe duda que el ejemplo
de las Brigadas Internacionales, su
heroísmo y su entrega internacionalista son únicas. Sin embargo,
también ha servido para perpetuar el
mito de una guerra en defensa de la
democracia, en lugar de una guerra
en el seno de la cual hubo una gran
revolución social que fue aplastada
por los comunistas y sus aliados. Los
propios ex brigadistas a menudo han
contribuido en insistir en esa versión
interesada de la guerra. Además,
con el tiempo, se ha olvidado que
muchos de ellos vinieron aquí, como
muestran sus cartas y escritos, como
revolucionarios que vieron en la
guerra contra el fascismo un paso
hacia la victoria, no de la democracia
liberal, sino del socialismo.
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