449 REVISTA VASCONGADA BRUMAS DEL NORTE ¡UN PROYECTO ESTUPENDO! I A las tres menos diez del día 29 de Septiembre de 1833 rendía su espíritu el Rey Don Fernando VII, siendo su ministro de Estado D. Francisco Zea Bermúdez, hábil diplomático, como lo demostró, aprovechando rápida y sagazmente, para servir los intereses de su partido, que él entendía de la nación, los primeros momentos que siguieron a la muerte del monarca, de la que resultó, a primeras horas, el símil poco poético pero exacto con que el mismo difunto, en vida auguraba, los sucesos que a su muerte habían de ocurrir. Surgió la guerra civil, en apoyo, unos de los derechos de la hija mayor del monarca Doña Isabel II y otros de su hermano D. Carlos María Isidro, al menos, bajo tales enseñas, durante siete años se destrozaron los españoles aclamando esos nombres en sus encuentros. no sin que en toda la sucesión de aquella lucha sangrienta pudiera dejarse de hallar a la continua un deseo de paz, lo mismo en los comienzos de la contienda en correspondencia cruzada entre D. Vicente Genaro de Quesada y D. Tomás Zumalacarregui como durante su decurso y su final; mas aquella lucha no fué, a pesar de las apariencias una contienda de personas sino de principios según ya dijeron, Cabrera mismo en campaña corroborado por su junta de Mirambel y San Miguel en el Parlamento, añadiendo este último que irreductible a su juicio, a lo que Toreno oponía la continua enseñanza de la Historia en lo que se demostraba, tenían lugar por transacción el término de todas las contiendas fraticidas, y apotegma universal este y exactos apreciadores del 34 450 EUSKAL-ERRIA asunto los primeros más se luchó por la evolución y acoplamiento de ambos principios, que por las personas, como se evidenció al traer las circunstancias su imperativa viabilidad, que terminó con la guerra realmente con un resultado que en los campos de batalla no llegaba a darse a pesar de haber a torrentes corrido la sangre en ellos: no es tiempo aún de hacer la reseña crítica de aquella guerra, pero cuando ella pueda libremente hacerse, se verá que más intensamente que en los campos, se luchó en los salones y en las antesalas, sin el estruendo que el combate trae, pues tal vez con armas más aceradas y desde luego más eficaces a juzgar por sus resultados. Acudiéndose a estos medios, es natural se utilizara en ellos a los que ya en los procelosos antecedentes de la contienda, y antes aún, en las vicisitudes por España corridas en los albores del régimen constitucional habíanse distinguido en tales menesteres y entre los más aptos, y de mejores condiciones a juzgar por sus antecedentes, se hallaba don Eugenio de Aviraneta, conocedor del vascuence, por haber pasado su infancia en Irún, de donde descendían sus padres y abuelos, habiendo sido bautizado en Madrid el 13 de Noviembre de 1792 en la parroquia de Santa María la Mayor, de la Almudena, en cuya demarcación nació y que existió en lo que hoy son casas construidas en la calle Mayor, de la corte, en su encuentro con la de Bailén. ¿Quién era Aviraneta? No es fácil formar un juicio serio y exacto sobre este personaje. Tal vez fuera un caso distinguido de adaptación al medio ambiente y no hallándonos dentro de él, por la lejanía del tiempo y por las variabilidades por él traídas, es difícil no sólo dar a conocer sino apreciar de manera exacta la psiquis de Aviraneta. Osado, hasta más allá de la temeridad, de inteligencia fecundísima en ardides, y luchas algunas tal vez no dignas, pero todas arriesgadas; no explotador en su material provecho en las circunstancias en que se halló, fanático en su política, y mirado con prevención por los mismos que lo utilizaban, presenta una variedad de rasgos, que lo destacan de la vulgaridad de los intrigantes que la Historia conoce el final de su vida, la forma digna en que hace presente sus servicios, le hace sobresalir de las vulgaridades, y sin embargo, en su azarosa y aventurera existencia hay rasgos, reñidos con toda dignidad; ¡fuerza de las circunstancias! ¡necesidad del medio! Ya, el mismo día de expirar Fernando VII, al tiempo que Zea Bermúdez, aprovechando los instantes primeros, hacía jurar a generales y REVISTA VASCONGADA 451 personalidades fidelidad a Doña Isabel II, en cierta casa de la Puerta del Sol, en reunión de otros próceres más avanzados en ideas, de los concurrentes al Palacio de Oriente, proponía como medio resolutorio, rápido de la situación, intentar la prisión del mismo Zea Bermúdez, presidente del Consejo de ministros a la sazón: naturalmente, que afianzado en el poder éste, lo primero que hizo fué ordenar la prisión de Aviraneta, que tuvo lugar en Guadalajara el 10 de Enero de 1834, y disponer su traslado a Galicia, con ánimo de enviarlo a Ceuta; pero Aviraneta se fugó en Valladolid, refugiándose en Madrid, donde fundó el club de los Isabelinos en el que preparó una conspiración que abortó, con la nueva prisión de Aviraneta por el capitán de policía don Nicolás de Luna, y su entrada en la cárcel; pero, por donde, en ésta se encontraban presas multitud de personas tildadas más o menos justamente de afectas al partido carlista, las que como no dejaba de ser lógico y natural conspiraban por hallar su libertad y por favorecer su causa. Percatado Aviraneta de esta conspiración latente, púsose al tanto de ella, comunicó su existencia al Gobierno y puesto a conspirar llegó mas allá en sus intentos, y preparando la insurrección de la milicia nacional de 15 de Agosto de 1834 logró al siguiente día a las once de la mañana ser puesto en libertad, pero pregonada su persona con el ofrecimiento de 200 onzas, el día 20 de Agosto se fugó de Madrid. Intervino en sucesos posteriores de Barcelona y Valencia, que no detallaremos porque no es nuestro objeto seguir a Aviraneta paso a paso en su aventurera existencia, hasta que el 4 de Junio de 1737, don José María Cambroruso, jefe de sección del ministerio de la Gobernación, llamó a Aviraneta y le propuso en nombre del ministro, que a la sazón lo era D. Pío Pita Pizarro (al que Salas y Quiroga hizo ciertos famosos versos que no son del caso traer, porque a este tenor no se acaba) pasase al Norte y procurase averiguar los planes carlistas, dándole instrucciones y mil pesetas, con las que el día 5 salió de Madrid y por Valladolid y Burgos fué a Santander, y de allí embarcado a San Sebastián, donde, por cierto mareado, arribó la noche del 12 de Junio, trasladándose a Bayona y regresando a Madrid el 5 de Agosto. Hecho cargo D. Pío Pita del ministerio de Hacienda, el 16 de Diciembre de 1838 llamó a Aviraneta y ya personalmente conferenció con él y estudiando medios para terminar la civil contienda, Aviraneta dos días después propuso, aparte de otros, que puso en práctica, y 452 EUSKAL-ERRIA con relativo y hasta lisonjero éxito alguno, el de apoderarse de Don Carlos, ¡así, sencillamente! ¡el plan era estupendo! de haberse realizado tal vez hubiera sido y sin tal vez, en aquellos momentos, mortal para la causa carlista, y por su misma osadía, o por sus probables consecuencias, o por su magnitud, o por esa atracción especial de lo imposible fué aceptada la idea y el 20 de Diciembre salía Aviraneta por Zaragoza y Canfranc para Bayona donde llegaba el 5 de Enero de 1839 dispuesto a poner en práctica su plan primero de apoderarse de la persona de Don Carlos María Isidro, sin perjuicio de intentar los demás; de ellos nos abstenemos ocupándonos sólo de los que se dirigían al primero, que Aviraneta intentaba ejecutar en dos formas, primero por la fuerza con la sorpresa de un golpe de mano, segundo con la astucia en que la traición era primer factor y Eugenio de Aviraneta, más ducho en estas armas que en las anteriores, a poco estuvo de lograr su intento, pues la compañía del segundo batallón (1) de Guipúzcoa, mandada por D. José Zabala, que estaba en Tolosa, residencia entonces (Mayo 1839) de Don Carlos comprometióse a ello, pero su pronto relevo quitó la ocasión, que tal vez se hubiera logrado al menos en su primer efecto, por cuanto de no poder entregar al infante a sus enemigos, al faltarle gravemente con su seguro arresto hubieran tenido que pasar a mayor desmán, ante el riesgo de la propia vida una vez lanzados a tal extremo y trance. Por este sistema del soborno y la astucia aun cuando esta vez entremezclada con la fuerza, intentó en Agosto de 1839 (viendo que se echaba encima una convención) repetir en Tolosa análoga maniobra en la que debía intervenir el sargento de chapelgorris Ramón Elorrio, del que hablaremos, con el que el día 8 Aviraneta se entrevistó en Bayona, y la que fracasó, según Aviraneta, por haber abandonado Don Carlos, Tolosa aceleradamen te. Mas acudió a este sistema de astucias convenidas ante el fracaso del primero que intentó poner en práctica, y que fracasó no por conjuraciones, ni malas ideas, como Aviraneta, siempre suspicaz y nada bien intencionado, quiere hacer creer, sino sencillamente porque el plan era muy seductor, sí; pero irrealizable también. ANGEL Guetaria, Abril, 1917 DE GOROSTIDI GUELBENZU (Concluirá). (1) El batallón como comandante lo mandaba D. Zacarías de Jáuregui y 2.º D. Lesmes Basterrica. 539 REVISTA VASCONGADA BRUMAS DEL NORTE ¡UN PROYECTO ESTUPENDO! II No era sólo Aviraneta quien trabajaba en la frontera; él mismo, aparte de los agentes que destacó, y que ayudaban a sus tareas, contaba y buscaba la activa cooperación de otros, tanto de Muñagorri alzador de la bandera de «Paz y Fueros» cuanto de una junta central que durante algún tiempo residió en Bayona, de la que era presidente don Vicente González Arnao (1) y de la que formaba parte como representante de Guipúzcoa el Conde de Villafuerte. Llamaron la atención de Aviraneta las largas temporadas que Don Carlos residía en Azcoitia, en el palacio del Duque de Granada, ilustre prócer, fiel al menos en aquel entonces, a la causa carlista y la escasa fuerza que en él le custodiaba, dada la proximidad de Azcoitia a Guetaria (pueblo que poseían los carlistas en parte, recuperado por O'Donnell el 21 de Octubre de 1837 (2), concibió la idea de, por sorpresa, apoderarse del infante: por medio de D. Eustasio de Amilibia, gobernador civil (jefe político que se decía entonces) de la provincia de Guipúzcoa y del famoso D. Gaspar de Jáuregui (Artzaya) hijo de Villarreal de Urrechua, brigadier del ejército cristino; que según Aviraneta, (1) Eminente jurisconsulto alavés, del Consejo Real, en cuya casa de la calle de Relatores se reunía lo más granado de los intelectuales de Madrid, incapaz de intervenir en nada que no fuera de rectitud acrisolada. (2) El 1.º de Enero de 1836 entraron en él los carlistas; pero retirados los sítiados al monte San Antón hicieron estéril la ocupación del pueblo y conservaron el dominio del mar. 540 EUSKAL-ERRIA acogieron el proyecto con gran satisfacción, no sólo por su finalidad, sino por hallarlo factible, púsose en relación con el sargento de chapelgorris (antecesores históricos de los actuales miqueletes) D. Ramón Elorrio, al que se le encomendaba la misión, y el que, según Aviraneta «quedó muy animoso»; no dice el último aludido si el asombro fué de la magnitud del plan, o de su imposibilidad, mas debió ser de lo primero cuando añade que Elorrio prometió entrar de la costa a Azcoitia en dos horas «sin ser vistos ni sentidos» ejecutar la prisión en media hora y en otras dos horas, regresar, no debiendo encontrar resistencia. Contaba Aviraneta para desarrollar el plan con las fuerzas de Muñagorri y el apoyo del comodoro inglés Lord Jhon Hay (que enarbolaba insignia en el Northe Star); pero como antecedentes para juzgar en parte los hechos hay que considerar dos: uno, la resuelta negativa de O'Donnell a que Muñagorri se estableciera en Guetaria lo que proponía el comodoro inglés, y otra, cierta comunidad de intereses que parecía unir a uno y otro y que tal vez fueran causa de la negativa del futuro Duque de Tetuán. Aviraneta desarrollaba su plan en esta forma: Puestos de acuerdo Muñagorri, Lord Jhon Hay y el comandante general de Guipúzcoa, aprovechando un tiempo sereno, embarcarán las tropas en San Sebastián o Fuenterrabía al anochecer para llegar a media noche a Guetaria, y desembarcando antes de amanecer en Guetaria emprenderán la marcha para Azpeitia y Azcoitia donde pueden llegar muy de mañana salvando las cuatro leguas que separan estas poblaciones de Guetaria; después de un corto descanso (1) saldrá la expedición para Vergara y Oñate. Puede sorprenderse a Don Carlos en el palacio del Duque de Granada en Azcoitia, destacando a media noche una columnita de vascos muñagorristas y chapelgorris, llevando traje igual y boína blanca como los chapelzuris y marchando por veredas extraviadas llegar a Azcoitia. Entre Guetaria y Zumaya hay una ensenada a propósito para hacer el desembarco y dirigirse a un monte que conduce a Azcoitia fuera de toda población. (1) Y establecida en uno de los dos pueblos la Diputación foral, dice Aviraneta, y pasamos esto por alto porque el genero de expedición propuesta no permitió ni en sueños entretenerse en tal cosa. REVISTA VASCONGADA 541 En Azcoitia no había más guarnición que treinta cadetes, y en la costa otra gente armada que los hojalateros. Este plan no llegó a ponerse en práctica, según Aviraneta, por recelos que de él tenían el cónsul español en Bayona, Gamboa y otros; realmente la personalidad y antecedentes de Aviraneta no abonaban ni convidaban a mayores confianzas y unidos a elementos, como los muñagorristas en consorcio con los ingleses, no era para aumentada la confianza con tal amalgama, pero es ante todo que este plan era absurdo e irrealizable en sí mismo, y algo de ello no se le escapaba al propio autor cuando habla de «posibilidades» lo que no es fácilmente negable ya que posible lo es todo lo que en sí no sea contradictorio, y cuando preveía en el mismo plan, la conducta que había de seguirse ante la ida de Don Carlos de Azcoitia, cuando presumía a obligarle a abandonar el campo atrincherado de Estella, no lo capturaba en Azcoitia O'Donnell, tal vez.. por conocer, y bien conocidas, las posiciones del Gárate, o por otras causas, no fué favorable a ese plan, que fracasó, que tuvo que fracasar por imposibilidad de ejecutarse. En primer lugar, la vertiente de la costa del golfo de Guetaria es de montaña alta, que rápidamente se hunde en la mar, y cuyas crestas se hallaban en poder de los carlistas; la misma Guetaria se hallaba bloqueada precisamente por el quinto de Guipúzcoa (chapelzuris, coronel D. Manuel Ibero, hijo de Azpeitia); salir una expedición en tiempo sereno, como quería Aviraneta y divisarse era una misma y sola cosa, sin contar el espionaje que tuvieran los carlistas y al que no había de pasar desapercibida la concentración de tropas necesarias para el embarque, que tampoco es operación para hecha con la sencillez con que se dice. En segundo lugar: entre la costa de Guetaria, y Zumaya, cierto existe una ensenada que es a la que indudablemente se refiere Aviraneta en su plan, la llamada de Orruaga; pero ni su acceso es fácil y menos en invierno. y a más está dominada directamente por el pobladito de Azquizu (barrio anexo a Guetaria) donde para mayor dificultad había una avanzadilla carlista del batallón que guarnecía lo que pomposamente los partes oficiales carlistas llamaban la línea de Guetaria que si de tal había mucho que rebajar, siempre restaba lo suficiente para que ni el punto quedase desatendido ni pasase desapercibido cualquier intento sobre él; mucho más para internarse en el país. 542 EUSKAL-ERRIA En tercer lugar: y dado por conseguido el embarque y el desembarque en la costa (y hasta de barato el regreso, que trae los mismos peligros que la ida aumentados con la forzosa pérdida de tiempo invertido, ¡pero esto lo descontamos!), siempre quedaba la marcha pedestre a Azcoitia (cuatro leguas), y pensar en realizarla, sin que se percatasen de ella en un país tan poblado de caseríos (y en aquel entonces lo estaba precisamente en esos lugares, donde los carlistas dominaban con tranquilidad casi absoluta), era una utopía de la que por si acaso tal resultase, ya decía el mismo Aviraneta «aun cuando no se realizase la sorpresa se introduciría el espanto en la corte del pretendiente», ¡un susto! En cuarto lugar: aun concedido que en Azcoitia Don Carlos no tuviera más que una guardia de treinta cadetes, no era dable desconocer el espíritu general del país y menos en Azcoitia y Azpeitia, y con él, suponer el resultado negativo de una sorpresa, aparte de que casi siempre Don Carlos llevaba un batallón para escolta, sin contar la propiamente así llamada, del cuartel real, y de ayudantes, y demás que si no los bastantes para rechazar la sorpresa, si hubieran sido los suficientes para impedir la captura y lograr la fuga, si a tal extremo habían de llegar los trances. Tal vez por estas razones, o por otras, nunca logró Aviraneta un apoyo decisivo de las autoridades militares del ejército liberal, en el que si había soldados de fortuna como Espartero no faltaban mentalidades como O'Donnell, ni del carlista, en el que, si no faltó una inteligencia como Zumalacárregui, sobraron algunos oficiales procedentes de la guardia real, que al flamear de las banderas de Don Carlos supieron hacer muy linda carrera para convenirse en Vergara guapamente para ellos!, sí logró en cambio Aviraneta el apoyo de los políticos de uno y otro bando; el por qué no es cosa de presentarlo aquí, porque no es cosa tampoco de exponer un tratado de «moralidad de eficiencias causales», que a la postre de ser expuestas y examinadas, en uno y otro aspecto, en uno y otro campo nos llevarían a un resultado desconsolador, para cuanto fuese pureza de intención y lealtad. Pero algo, y de persona conocedora del país y a la que se dirigió Aviraneta al interponer en práctica su plan, supo y pudo entrever, al negar su concurso al mismo; en efecto, conferenció en Urdax (1) con (1) Urdax, villa de Navarra que tal la creó Carlos III en 1774, y que antes se hallaba unida a Zugarramurdi, posee en su territorio el puente de Dancharinea, por REVISTA VASCONGADA 543 D. Francisco de Aldamar, hijo de Guetaria, conocedor del país, a la sazón (1838) nombrado administrador de rentas de Aranjuez, y éste, hechos viajes a San Sebastián y otros puntos, dió por su parte de lado a la empresa, no sabemos realmente si, como Aviraneta dice, por ver «desplegado todo el aparato de conspiración que existía contra mí» o simplemente por comprender se trataba de un proyecto estupendo, porque en realidad y por el camino de una sorpresa en la forma y medios que Aviraneta exponía era realmente un proyecto estupendo el propuesto. ¿Era sincero? para contestar esta pregunta es necesario llegar a conocer, no sólo a Aviraneta (1), lo que no es fácil, sino a todos y cada uno de los actores de aquellas tragedias, lo que tal vez sea más difícil. ANGEL DE GOROSTIDI GUELBENZU Guetaria, Mayo 1917. el que Don Carlos salió de España: el encuentro de Aviraneta y Aldamar tuvo lugar en esta villa y no en Burdeos, como afirma D. Javier de Burgos en sus «Anales del reinado de Isabel II». (1) En los campos de Cataluña intentó repetir las maniobras de Guipúzcoa, y a su paso por Zaragoza fué preso y corriéndose rumores de haber sido fusilado (lo que no se hizo por la entereza del gobernador civil, que negó su entrega a Espartero), no faltó célebre doctor de la facultad de medicina de Madrid que apresurándose pidiera licencia para hacer un estudio frenológico del cerebro de Aviraneta. ¿Por que ese empeño de fusilarlo de Espartero? Chi lo sà.