ESFERA CULTURAL ANDRÉS IBÁÑEZ, escritor «Nunca intento atrapar al lector. Intento atraparme a mí» n 1995, con La música del mundo, su primera novela, Andrés Ibáñez (Madrid, 1961) conseguía el reconocimiento del programa cultural El ojo crítico. Veinte años después, Brilla, mar del Edén ha sido considerado el mejor libro del año por el Premio de la Crítica. Casi en los mismos días que el Teatro Real programaba la ópera El público, basada en la pieza de García Lorca a partir de la que Ibáñez escribió el libreto. Filólogo, docente, ensayista, crítico literario y musical, además de enamorado del jazz, durante los años que vivió en Nueva York vio varias de sus piezas teatrales represenJUAN ANTONIO LLORENTE tadas en inglés en las tablas de Broadway. JULIO / AGOSTO 2015 E –¿Dónde se percibe más la evolución de estas dos décadas, en su obra o en usted? –En ambos casos. Pero en mi obra, desde luego. Cuando escribí La música del mundo no estaba interesado en escribir una novela. Quería hacer un libro que fuera un mundo. Los procedimientos narra- 60 Escritura PÚBLICA tivos clásicos, por una parte los despreciaba en alguna medida, y por otra, los desconocía. También tiene que ver con que para la estética de aquel primer libro estaba pensando en las obras gigantescas, caóticas e inclasificables como Paradiso, Ulises o Locus solus, que son como jardines de maravillas. De hecho, en medio del libro aparece Servadac, uno de esos jardines. Más tarde, en La sombra del pájaro lira, quise aprender a contar historias y que se mantuvieran por el ritmo de la narración, por los personajes, la emoción, la trama... Había –Así, hasta llegar a esta última. –Brilla, mar del edén es narración pura. Lo curioso es que tiene un vínculo con La música del mundo, porque remite a un lugar tan especial como la Praderabruckner. Es un jardín que está en una isla, y a la vez una obra musical: un movimiento de una sinfonía de Bruckner. El jardín es la obra y la obra, un espacio. En realidad, es la música como espacio: la obra de arte en la que se puede vivir, pero también de la que se quiere salir. –El arranque se lo inspira la teleserie Lost. –Cuando empecé a escribirla veía esa serie, y a partir de ella tomo el motivo y lo desarrollo como a mí me da la gana. –Tema y variaciones, se diría en la música. –Repetir y cambiar, que es de lo que tratan la música y el arte en general. A mí, que había pensado siempre en la imitación renacentista, si me preguntan por qué he escogido una serie, digo que es lo que hay que hacer, del mismo modo que procede Cervantes en El Quijote. A partir de las novelas de caballerías que conoce hace otra novela de caballerías, lo que ocurre es que la cambia. Incluso imita el lenguaje, que depende muchísimo del Amadís. Shakespeare tampoco inventa ni una sola historia. Las recoge todas de la historia romana, de la inglesa, de los mitos... Me pareció interesante trabajar así, convencido de que, cuando tomas algo y lo copias –lo imitas, si seguimos el término renacentista– el resultado no se parece en nada al original. –Sería el punto de partida para atrapar al lector, que luego lleva a su terreno. –Nunca intento atrapar al lector. Intento atraparme a mí: intrigarme y fascinarme como lector. Estoy con- «Aunque todo el mundo entiende que se precisa el dinero para vivir, consideran que no es así en el caso de los escritores» vencido de que vivimos en un mundo de mayorías. Ese al que se refiere Juan Ramón Jiménez cuando dice lo de a la inmensa minoría. Porque las minorías son inmensas. Élites habrá en la sociedad, en la economía o en el dinero, no en el arte. Hace tiempo me di cuenta de que soy una persona horriblemente normal y corriente. Y si algo me gusta porque me atrae y me intriga, es porque hay millones y millones de personas a quienes les sucede lo mismo. Yo intento hacer lo que me gusta y me apetece, convencido de que cuando haces eso, inevitablemente conectas con muchísima gente. –No negará que choca el modelo al que se remite. –El creador tiene que agarrarse a algo. Necesita un cañamazo sobre el que trabajar. Ahí está la novela negra. Todas se parecen: siempre hay un detective, una víctima y una investigación. Casi siempre empiezan desde la primera página con un crimen o una desaparición. Hay muchísimos elementos que se repiten, o son variaciones conscientes, porque la variación es un elemento artístico fundamental. En este caso, para mí era coger el modelo narrativo de Lost por muchas cosas. En primer lugar, porque las series televisivas, con un esquema muy abierto, lejos de terminar, el último episodio de la temporada abre más la historia todavía, dejando nuevos interrogantes: muchos puntos que se quedan colgando y numerosos misterios que no se llegan a resolver. Quería que Brilla, mar del Edén fuera así. –La obra está llena de personajes, algunos conocidos; otros con nombres evocadores. Y hay mucho diálogo. –Es la novela más coral de las mías. Hay literalmente cientos de personajes. Y no me refiero a nombres mencionados, sino a los caracteres desarrollados, unos más que otros. Porque insisto en la idea de hablar sobre el mundo y de crear mundos. –Ha dicho crear. En El mundo según Varick se habla de imaginación como método de conocimiento, ¿es esa la vía? –Una de ellas, que es la vía del arte, que me parece un camino posible de conocimiento no solo interior: también del mundo. Y también de transformación. Es una vía que no puede transitarse por ningún camino que no sea el del arte: no sirven el de la ciencia, la política o la Historia. Tendemos a olvidarlo y a hacer un arte que sea política, Historia o periodismo. Pensamos que si nos metemos solo en el arte, nos escapamos de la realidad y nos vamos del mundo. La imaginación es el lenguaje de nuestro interior. Tenemos por lo menos dos vidas; una externa y una interior. Un gran problema hoy en el mundo tiene que ver con lo que podemos llamar el pensamiento progresista, que se empeña en vivir en una separación entre lo interior y lo exterior: lo interior, piensan, o no existe o es despreciable y sospechoso. Es una de las razones por las que se está quedando atrasado. En modelos decimonónicos, del marxismo clásico, con esa identificación del arte con la lucha política o la denuncia social. El arte tiene otra finalidad. Lo que no quiere decir que yo esté en contra de la lucha social. Todo lo contrario. Pero quien está interesado en la lucha social, debería dedicarse a la política, que tiene su propio camino. El pensamiento progresista debe darse cuenta de que hay JULIO / AGOSTO 2015 ensayos pequeños y grandes para hablar de muchas cosas que tenían que ver con la música, el arte o el ser humano. Escritura PÚBLICA 61 ESFERA CULTURAL «Cuando tomas algo y lo copias –lo imitas, si seguimos el término renacentista– el resultado no se parece en nada al original» dos revoluciones pendientes, una social y otra interior. Si no unimos las dos, no estamos haciendo nada. Hay que cambiar la sociedad y conseguir que sea más justa, por supuesto. De eso se encargan los políticos mediante las leyes. Pero luego está esa parte interior del ser humano, que tiene que ver con uno mismo y también está vinculada con todos los demás. JULIO / AGOSTO 2015 –Sus libros son voluminosos y de parto lento, si pensamos que, aparte de un volumen de cuentos y algunos poemarios, en veinte años ha publicado solo siete novelas. ¿Pesan las pautas de exigencia que se marca como crítico? –Creo que no. Partiendo de que no me considero crítico. Soy un escritor que escribe críticas. Escribir artículos y críticas es muy diferente a escribir literatura. Transitan por lugares completamente distintos. Respecto a lo del parto lento, no tengo opinión. Ni estoy a favor ni en contra, porque mi proceso creativo es muy raro. Puedo pasar mucho tiempo trabajando sobre cada una de mis obras. A esta última le he dedicado tres años, y para el tipo de libro que es, me parece que supone escribir muy rápido, sin dificultades, y con mucho placer todo el rato. Otras, como La lluvia de los inocentes, la terminé como en un año. Pero había estado otros siete intentando encontrar el tono y la manera de hacerlo. A veces el parto me puede parecer muy largo, si hay muchos elementos que van apareciendo. Eso me desespera, porque me gustaría escribir novelas 62 Escritura PÚBLICA sencillas, muy cortas. Escribiría muchas, pero mi imaginación no funciona así, sino uniendo imágenes que no entiendo y no sé qué tienen que ver entre sí. Hasta que poco a poco van componiendo cosas. Yo me pongo a escribir en cierto modo para entenderlas, y eso lleva mucho tiempo. –Durante la gestación ¿tiene tiempo para otras labores que pueden servir para el nonato: ensayos, crítica, poesía…? –Siempre escribo muchas cosas al mismo tiempo. Hay muchos proyectos que están por ahí. Vuelven y los vuelvo a mirar. Es un proceso muy complicado. Normalmente, cuando escribo un libro estoy viviendo dentro de él. Habitando durante años en ese mundo imaginario. –¿Sigue practicando el jazz? –Casi todos los días, pero solo en mi casa. hace mucho tiempo que dejé de tocar en público. –¿Lo pasó bien escribiendo el libreto de El público? –Disfruté mucho. Por estar en un teatro, en los ensayos... –¿Le gustaría insistir con otro? –Sí. Lo que ocurre es que en la ópera contemporánea me inquieta la cantidad de libretos basados en cosas muy antiguas, que no son de esta época. Con Mauricio Sotelo he escrito dos óperas, una basada en El Quijote y otra en Lorca, ambas con una música muy moderna y muy rompedora. Ahora me encantaría hacer un libreto que fuera ante todo original, o al menos sobre algo contemporáneo, ya que la música lo es. En ese punto percibo algo extraño. Por una parte, aunque se supone que está en crisis, se escribe muchísima ópera. En el siglo XX quizá se hayan escrito más que nunca. Cuanto mayor es la crisis, más ópera hay. Por otra parte, y esto es curioso, está muy subvencionada. Es algo como de alta cultura, y para no asumir riesgos, siempre tiene que estar basada en una obra clásica o así. –Da clases, escribe críticas, artículos. ¿Se podría vivir de la novela? –España es un tablero de juego donde nosotros somos las fichas. En este juego hay varias reglas, que «Al escribir un libro estoy viviendo dentro de él. Habitando durante años en ese mundo imaginario» tumbrado a estudiar mucho en el colegio para que luego te pongan malas notas. Eres muy bueno en algo y te tratan con desprecio. Una de las consecuencias es que ya nadie te paga por nada. Es imposible ganar dinero con algo. Por lo que antes se retribuía más o menos bien, ahora pagan una miseria, y eso se nota también en la novela. llevo tiempo elaborando. Son aproximadamente diez. Una de ellas dice que no se pueden tener dos cosas buenas al mismo tiempo. Otra, que en España es difícil entrar en todas partes: siempre están las puertas cerradas y los accesos son muy estrechos. Es difícil entrar en los tea- tros, en las casas, en los trabajos, porque existe un problema con las puertas. Otra de las reglas dice que en España no hay recompensas. A veces se exige de ti una barbaridad, pero sin contraprestación alguna. Es algo curioso y muy cruel que se produce aquí. Desde niño estás acos- –Es mucho más fácil ser señora de la limpieza. Traduciéndolo a horas, para un escritor sería un chollo impresionante ganar lo que una asistenta mal pagada. No se gana nada, y menos cada vez. Es una gran tragedia. Además, se da una circunstancia curiosa en el mundo de la literatura. Aunque todo el mundo entiende que se precisa el dinero para vivir, consideran que no es así en el caso de los escritores. Cuando dices que quieres ganar dinero, te miran como a un bicho raro. Y lo cierto es que lo necesitas: para irte de vacaciones; para pagar al dentista o el máster de un hijo tuyo... Es algo fácil de entender. Tienes que ganar dinero con tu actividad. Con esta última novela he trabajado intensamente todo el día durante tres años. Lo de dedicarle tu vida a algo que no te da dinero te lo puedes permitir si eres rico, si estás solo o si eres un ermitaño...Es un tema muy duro del que nadie quiere hablar, ni los propios escritores, que en muchos casos siguen insistiendo en que no escriben por el dinero. Un cirujano lo es porque le encanta, pero si no le pagan deja de operar al instante. JULIO / AGOSTO 2015 –¿Es más fácil vivir “del cuento”? 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