34 LA VANGUARDIA CULTURA VIERNES, 5 FEBRERO 2010 Julià Guillamon F Huerta sur erran Torrent publica un nuevo libro. Yo ya lo he leído y antes de publicar la crítica la semana que viene quiero escribir un elogio retrospectivo y comparativo, a propósito de las estrategias que utiliza para introducir al lector en la historia. “En la dècada dels seixanta, les sèquies i els calçotets eren les piscines i els banyadors dels pobres”. Con esta frase empieza su última novela, Bulevard dels Francesos. A continuación, describe estupendamente una acequia de Benicorlí, en la Huerta sur, a pocos kilómetros de Valencia. En la parte más ancha y profunda de la acequia se instalan los mayores que hacen valer sus privilegios. La injusticia, en forma de detritos del matadero, iguala los derechos de los bañistas. El nadador distraído, que aspira a superar su propio récord entre dos puentes, tropieza con una tripa de cerdo que baja flotando y la arrastra varios metros, empujándola con la cabeza. “La vida –escribe Torrent– era aparentment senzilla”. Nos queda todavía una línea de la página 7, la primera de texto, y ya hemos captado el mensaje de la novela: una mezcla de Fellini y El Padrino II. Torrent es un escritor muy popular que, en los últimos años, ha conseguido grandes éxitos con novelas aparentemente sencillas, pero muy documentadas, salpicadas con escenas de gran potencia plástica. Me pregunto si el ciclo protagonizado por el magnate Juan Lloris hubiera tenido tan buena acogida sin el espectacular comienzo de su novela Societat limitada. Torrent explica las diferencias entre la burguesía catalana y valenciana, generaliza, pero fundamenta sus razonamientos en un dato concreto: la marca de la escopeta con la que Lloris se dedica a cazar patos en la Albufera. Lloris es un apellido corriente, cuando era chico los pobres sólo podían cazar la última semana de la temporada con una escopeta de clavos. Ahora tiene una Scott paralela, de setenta y tres milímetros de cañón y una estrella. Hay Torrent ha triunfado Scotts de catorce millocon obras en apariencia nes de pesetas. La de Lloris sólo vale cuatro, sencillas, pero pero no deja de ser muy documentadas una Scott. Poco después de la aparición de Societat limitada, por casualidad, volví a leer Laura a la ciutat dels sants (1931) de Miquel Llor, que retrata la vida provinciana de la imaginaria Comarquinal. Me impresionó descubrir, en sus primeras páginas, el mismo detalle cinegético, descrito con la misma precisión exacta de la novela de Torrent. Laura, “una bellesa sense gaire esclat”, atraviesa el túnel que la aleja definitivamente de Barcelona. Llega con su marido de viaje de novios por Londres, París y Florencia y, antes de enclaustrarse, se pregunta si el tipo puede hacerla feliz. “La seva delicadesa femenina –escribe Llor– encaixa bé amb la vigoria del mascle que, de més a més, és l'amo Muntanyola, caça amb una Hammerless, única a Comarquinal, i esclafa l'aviram dels pobles amb el seu cotxe esquitxat de fang”. Todo esto lo digo sólo para hacer boca: lean a Torrent. CONSULTAR CARTELERA salud&vida El nuevo suplemento de bienestar de Una escena del nuevo montaje de L'auca del senyor Esteve que firma Carme Portaceli DAVID RUANO El dramaturgo Pablo Ley desvela las claves de la adaptación al franquismo de ‘L'auca del senyor Esteve’, aplaudida ayer en el TNC El otro Rusiñol MARICEL CHAVARRÍA Barcelona A utorretrato nada indulgente de una cierta Catalunya presenció ayer el público del Teatre Nacional. La historia de una humillación, la que vivió durante el franquismo, contada a través de la famosa familia botiguera que convirtió a Santiago Rusiñol en el clásico catalán de principios de siglo XX.¡ L'auca del senyor Esteve en versión dictadura! Pocos rostros conocidos quisieron perderse este nostrat estreno, menos aún el conseller de cultura y otras almas de la política catalana, pasada y futura. La atrevida traslación de este montaje es marca de Carme Portaceli, que en este viaje se ha hecho acompañar por el dramaturgo Pablo Ley. El menú, que se inicia con la caída de Barcelona y acaba con la muerte del caudillo, despertó tanta curiosidad como aplausos. ¿Cómo lo cocinaron? (hasta llegar a los 1,95 metros). De pequeño recogía cintas, reparaba medias... “Pero a diferencia de Estevet, yo no disgusté a la familia por no querer seguir en el negocio. Aunque lo acabé heredando al morir mi madre, cuando las mercerías iban de capa caída y vender botones era una ruina, comenta el dramaturgo. Su primer recuerdo de L'auca es la afición de su como la huelga de tranvías del 51, el corpus o los discursos de Franco, era mostrar la doble Barcelona de la novela de Rusiñol, donde habla mucho de la menestralía pero apenas de les bullangues. “Con la novela –advierte Ley– recuperamos al Rusiñol más irónico y humano”. Tres niveles. El montaje de Portaceli avanza en tres niveles: el costumbrismo, la mirada irónica de Rusiñol y el paralelismo histórico con el franquismo. ¿Aportaciones nuevas? Pocas: el monólogo inicial, que es la narración real sobre la entrada de las tropas moras de Franco a la ciudad y que que recuerda Ley haberle oído a una señora añarquista, clienta ya fallecida de su mercería. L'avi Esteve. “Todo aprovecha en este nutrido montaje lleno de significados, desde el papel segundón que les tocaba a las mujeres hasta las imperdibles sentencias del avi Esteve que aquí recita ya muerto. “Lo mantenemos en vida ultraterrenal como observador de la familia. En la obra teaDos dramaturgos y una tral, Rusiñol las acortó, mercería. Pablo Ley se pues era difícil introduha convertido en embajaMARC ARIAS cirlas en diálogos de teador de Santiago Rusiñol, tro costumbrista. Y en no porque sea un gran Ley en su mercería de la calle Rosselló boca del Senyor Ramon experto en el autor del [padre de Esteve], introduciModernisme sino porque les mos la opinión del propio Rusiune una circunstancia relevan- A Rusiñol y a Ley ñol”, cuenta Ley. te en la obra de Rusiñol: la mercería. El negocio familiar que les une el hecho La pieza teatral. De la obra que en la ficción ata al senyor Este- de haber vivido la Rusiñol estrenó en 1917 pensanve a una vida gris, de silencio y do en su público –“por eso no avaricia, y que le sirve al autor mercería como tenía sentido ser fieles al origipara desplegar su ironía alrede- negocio familiar nal”– mantenemos las dramátidor de la menestralía de la Barcas escenas finales de Ramonet celona floreciente, es el mismo que regenta la familia Rusiñol madre de escucharla en else- (hijo de Esteve). “Es la metáfoen el Born barcelonés. Y el mis- rial radiofónico. Las frases de ra de la transición; el chaval que se opone al padre, con mo –de menor calado– que he- botiguer no le son ajenas. ideas propias. Pero no es expliredó Pablo Ley en la calle Rosselló: la mercería Margarita. Partiendo de la novela. La idea cita. Hacemos un retrano, no original, antes de que Portaceli es un ejercicio de izquierdas”.c Vetes i fils. Pablo Ley recibe a decidiera trasladar el texto a VEA EL VIDEORREPORTAJE DE La Vanguardia al otro lado del una Barcelona castigada por el ESTA OBRA EN NUESTRA WEB mostrador que le vio crecer franquismo, salpicada de hitos www.lavanguardia.es/vídeos