■I i I GAMBETTA moV,. -is " f; » ina i a tratar de bosquejai !a brillante y del tribuno que la Fruncía existencia rápida acaba de perder, y que, como una tr&jedia Vamos antigua, se desarrolla en medio de catástro fes, ajitaciones y violentas lu terminar con uno de esos golpes chas, para de tremendas inesperados de la fatalidad. El destino lo lítico en arroja sobre el escenario po en que el segundo los momentos imperio atravesaba sus horas mas risueñas, y se entregaba alegremente a la embriaguez del éxito. Su oríjen espúreo parecía haberse J2J9*// . V 4 GÁMBETTA borrado- de todas las memorias, y la Francia principiaba a aplaudir como un beneficio la confiscación audaz de prosperidad el seno sus derechos. de las tar. Una fortuna loca habia hecho mas Una interrumpida derramaba en masas cierto tranquilo bienes no temerarias especulaciones surjír las económicas y por todas partes el buen éxito parecía em pañado en coronar las aventuras napoleóni cas. Plasta el manto deslumbrador de la vic toria, cubría las llanuras de Marengo y bri llaba El en ""' las fortalezas de Crifea! prestijio del saba las horas de segunrlo'mP* erio atrave espléndido apojeo y pa su recía haber definitivamente indeleble consagración En medio de ' esa conquistado la de la fortuna. situación pequeño accidente- se produce, poner de relieve la frajilidad de lisonjera un que viene a esa laboriosa sangrienta construcciou política. Un pan Eujenio Tenot, irónico, mordaz y provocador, aparece una mañana en las vi i fleto de drieras de de. las una librería. Era una revelación dramáticas del 2 de di peripecias que desgarraba las discretas som bras en que el Imperio habia sabido envol ver su sangrienta aparición. Tenot habia ciembre, 5 GAMBETÍA mejores pajinas al recuerdo diputado de Ain, que cayó des pedazado por las balas de los conspiradores imperiales en la barricada de Santa Marga consagrado sus de Baudin, rita. El recuerdo de la el sacrificio de ese jornada de diciembre, heroico defensor dal dere cho, aquella juventud que prefería ¡a muer te oscura de una barricada, a las alhagadoras promesas con que el César trataba de ganaren el corazón de las masas la, despertaron de movimientos poderosos que sa corriente eléctrica. El pue blo tenia que pagarle una deuda de agrade.cimiento a esa víctima olvidada. Fué a bus uno cuden car esos como una al cementerio de Mont-Martre la tumba de Baudin y al rededor de esa lápida, cu bierta con el melancólico abandono de veinte años, se agrupaba numeroso, que se en silencio un concurso iba incesantemente reno llegaba al borde de la tumba, se leía con los ojos humedecidos por las lágri mas esta sencilla inscripción: Baudin, repre sentante del ¡mello, muerto el 5 de diciembre, y se alejaba de allí con esa impresión de las vando. Se profundas, con el sentimiento reproches íntimos i amargos. emociones los de 6 GAMBETTA omnipotencia el segundo peligro en aquella piadosa imperio ceremonia y resolvió aplastarla con la fuerza. La policía intervino, poniendo su mano bobre todos los que creyó oportuno encarcelar. La prensa que habia dejado pasar en silen En medio de divisó su un cio tantos arrestos, levantó la voz. La cen cayó sobre la prensa, Pero ya el impulso sura estaba dado y a ese nuevo golpe de la autor idad contestó el Reveil abriendo una suscri pción para levantar a Baudin un monumento de espiacion. Se procesó al Reveil, y el 17 de noviembre de 1868 ante el tribunal se presentaba G-ambetta defender al acusudo. agrupaba en las tribunas y pasillos del palacio, aguar dadlo con un recojimiento silencioso el mo mento en que el daíensor tomara la palabra. Presentía que iba a ser vengado. En efecto, cuando los jueces esperaban escuchar una de esas insípidas arengas, en que se envuelve el acusado en los elásticos pliegues de las causas atenuantes, y se implora el perdón . El a público estrechaba en se los las promesas de la enmienda, oyeron en medio déla conternacion y del asombro, una con voz cos ardiente y poderosa que desde los ban de la defensa les gritaba: 7 GAMBETTA «Escuchad, hacen diezisiete años que sois los señores absolutos, discrecionales de la Francia es vuestra palabra no averigua remos que empleo habéis dado a sus tesoros, a su sangre, a su honor, a su gloria. Nadie ignora las catástrofes financieras, que en es te mismo momento, revientan, como minas, tejo nuestros pies; pero lo que os juzga me jor, es que nunca os habéis atrevido a decir: Celebraremos, pondremos en las celebridades de la Francia el 2 de diciembre como un aniversario nacional! I sin embargo, todos los rejímenes que se han sucedido en el país, se han honrado con el dia que los ha visto nacer. No hai mas que dos aniversarios, el 18 de brumario i el 2 de diciembre, que no han ocupado jamás un lugar entre las fiestas patrias, porque vosotros salvéis que si los pusieseis, los rechazaría la conciencia uni versal. Pues bien! nosotros reclamamos este aniversario que vosotros no habéis querido: — lo — festejaremos siempre, incesantemente, to dos los años, será el aniversario de nuestros muertos, hasta el dia en que el nais, habien do recobrado sus derechos, os imponga la gran espíacion nacional». Ese arranque de audacia inesperada cons ternó al Imperio y sorprendió a la Francia ¿ Un rayo habia cruzado por el plácido cielo de! poder; un vago sacudimiento se sentía en el corazón inquieto de las masas. Los sufri- 8 GAMBETTA mientos, los dolores, las esperanzas, los re cuerdos, todo lo que habia hervido en el corazonde la Francia dumnte diezisiete años de angustiosa opresion.se encarnó en ese momen to en aquel joven y en ér jico abogado. La ideaperseguida y proscrita reaparecía en medio de ¡a Francia, en medio de París, en medio instrumentos mas inexorables del de los poder, poleón audacia y una enerjía que no hasta ese instante. Na con una habia tenido nunca lo declaró hacían la tímida recibieron te y un oposición como a un el peligroso; ios loco; auxiliar pueblo, políticos que hábiles lo- de los coraprcmiten- coa esa intuición del sentimiento, vio bre que buscaba. en admirable él al hom Al salir de la audiencia, Gambetta, que ha bia entrado allí to como desconocido, era- se popular, y desde ese momen estiende delante de sus pasos el tem pestuoso camino de En la entero su un celebridad una se sus luchas y sus triunfos. de I03 tribunales, Gambetta habia revelado, mostrando en todo escena vigor precisamente aquellas cualidades que la Francia en vano habia buscado en los hombres públicos que combatían el Im perio. Para esa lucha entre el derecho- 9 GAMBETTA oprimido i la fuerza victoriosa admirables las cualidades Thiers i Julio Favre déla Cámara; era bastaban no oratorias desplegaban que el en seno completamente ineficaz todo el talento jinas que gastaban en ¡os brillantes proscritos del eran inútiles la3 causticidades sus pa Imperio; trájicas de : Víctor Hugo y la mordacidad envenenada de La Linterna-, se necesitaba uu carácter, un luchador irreconciliable, una palabra sin va cilaciones, un hombre arrojarse entero eu una que principiara por lucha sin esperanzas I cuando la nación buscaba bre, fascina: se a ese hom presenta y la electriza y la arroja en la jaula que encierra Gambetta se las bestias feroces, lucha con ellas cuerpomano en la gar a cuerpo, y poniéndoles la a la Francia cons dice sonriendo le ganta ternada: «Ya veis, la cosa no era sible!» 2- impo^ I León Gambetta acababa de esos dias Cahors el 80 de octubre de 1838 de una cumplir treinta años. Habia nacido los familia de oríjen en el en en seno italiano. Cursó en Paris los estudios de derecho, que terminó el año 59. Desde esa fecha hasta los dias de noviembre, en que lo hemos visto aparecer, habia llevado vida de trabajo solitario, áspera consagración al cultivo de sus poderosas facultades, dejando su gabine de te de estudio el dia una y ruda solamente cuando iba durante defender al tribunal causas políticas, primeras arengas en las sa Procopio, a que dieron Voltaire Diderot una y picante popularidad en el si al rededor de cuyas viejas meglo pasado y o a a ensayar las del café sus 11 GAMBETTA en sas, los últimos dias del agrupaban se ardientes del segundo imperio, los elementos mas partido democrático juveniles a y escuchar los primeros arrebatos de Gambetta. joven orador, como casi todos los que mas enerjicamente han combatido las doctri nas de la escuela ultra-montana, habia prin cipiado sus estudios en el instituto clerical El de Montaubau, en complace siempre donde la en años de todos los que ha te leyenda,. que se primeros envolver los llegan a ser célebres, que Gambetta voluntariamen hizo saltar su ojo derecho. Uno de sus imajinado se nos cuenta lo que hai de cierto en historia que ha corrido el mundo. Cuando Gambetta tenia solamente ocho años, apo biógrafos esa yado sobre el banco de un armero, lo veia perforar el mango de un cuchillo. Un flore te viejo' servia de resorte al aparato de bar El florete se rompió i uno de sus reno. fragmentos cayó sobre el ojo del curioso es pectador, desarrollando una afección que exijió después la ennucleacion del ojo las timado. ¡Jel seminario de Montauban pasó Gambetta al liceo de Cahors, cuyos cursos siguió hasta la edad de dieziocho años, en que se hacia inscribir en la escuela de dere- .12 GAMBETTA cho de Paris. Allí vivió en el viejo barrio latino, llevando una existencia estudiosa ygolitaria hasta el dia en que, terminados sus cursos, entró .como auxiliar en el estudio de Cremieux. Jenny Massabie vino a pequeño departamento del jo abogado, principiando desde ese dia a En 1861 instalarse ven su en tia el desarrollar sobre él bia prolongarse una sobre el influencia que decurso entero de su vida. Aparte de esas ardientes arengas del café Procopio, solo algunos artículos de la Revue Politiqxie hasta ese momento constituían la única manifestación de su intelijencia y sus estudios, estendiendo solamente su prestijio en un círculo necesariamente reducido. El proceso del Reveülo. hizo abrazar la Fran cia entera, dándolo a conocer precisamente en en los momentos en que mas interés tenia. la oscuridad que lo rodeaba. romper Pocos dias después debían tener lugar las elecciones que le abrieron las puertas de la Cámara. Aunque retardadas trada de las elecciones de Marsella fueron precisamente para impedir Gambetta, a quien los electores la en ha- - 13 GAMBETTA bian ofrecido la sucesión prestijiosa de Ber- pretesto de que la Cámara entera ryer, bajo iba luego ese aplazamiento contraproducente que era natural, avivando el prestijio del joven tri buno con los odiosos reflejos de la persecu se a renovar, el efecto produjo ción oficial. En mayo de 1869 la popularidad de Gam betta lo hacia salir triunfante en París y en Marsella, aúu teniendo en esas diputaciones por rivales a Thiers y Garnot. Su ruidoso triunfo fué recibido por los que combatían la política imperial como un boletin de vic toria, medio en de las provocadoras mas manifestaciones de entusiasmo. Fatigado con el esfuerzo abrumador que impuesto esa campaña política, en !e habia fermo y amenazado en esos momentos de perder la voz, que era el instrumento de su naciente fortuna, se vio Gambetta necesidad de abandonar en la cruel París y retirarse Niza donde entonces residía su familia. separación forzada Esa mente a separarlo habría lastimado vándolo dio de a para de uno vino de luchas en a oportuna que talvez prestijio, reser hacer su aparición en me los debates mejor calculados un poco su 14 GAMBETTA para hacer brillar sus cualidades de orador. esa desesperada inven El imperio liberal, — Ollivier, se vio obligado a renovar popularidad perdida en las fuentes lús trales de un nuevo plebiscito. Gambetta ata có enérjicamente en el Congreso esa evolu ción poiítica, en que la opinión del pais apa ción de — su recería otra con vez el aire de falsificada por el fraude, y réplica triunfal seria lan una zada sobre los que negaran la popularidad del gobierno napoleónico. El plebiscito no era mas que una careta destinada a cubrir transfugios y ocultar transacciones mas vergonzosas que las que el pais ha nuevos aun presenciado veinte años atrás. Aprovechando Gambetta cora singular ha bilidad ese debate, se empeñó en hacer palpar la frajilidad de la base en que se apo yaba el trono imperial. «¡Cómo! esclamaba, habéis aceptado el réjimen de la monarquía parlamentaria y vais a ponerlo en votación, a someterlo a la ratificación popular? Pero entonces reducido el principio ¿a qué queda hereditario? ¿Se pondrá en votación la mo narquía siempre que se quiera reformar el bia pacto fundamental? Permitidme deciros que no habrá nada mas peligroso, mas funesto 10 GAMBETTA para el principio dinástico y hereditario: e§ el acta de defunción de la monarquía!» I desarrollando lójicamente el sistema de gobierno que iba envuelto en esa apelación al sufrajio universal, concluía el orador preconizando las instituciones democráticas, que exhibía en un lenguaje lleno de mesura. La Cámara se sintió dominada por un do ble asombro: veía que en su tribuna, pala bras desde hacia veinte años nían la audacia de volver olvidadas, te aparecer desa fiando las cóleras implacables del poder, y a veía al mismo hablaban un tiempo que los republicanos lenguaje y abrigaban propósi tos diversos de los que la prensa oficial nia sus se en dor po- labios. El espectro rojo perdía amenazadoras proporciones al presentar en sus la tribuna y aún en la boca de su ora fogoso, del violento diputado de la mas no tenia nada que pudiera las timideces de la clase media. canalla, alarmar La habilidad suprema de la política de sarrollada por Gambetta, consistió entonces en poner de relieve la moderación de los principios que servia, en despojarlos por completo de las esterioridades coléricas y odiosas en que los republicanos parecían 16 GAMBETTA complacerse en envolverlos, lo que necesa riamente alejaba de sus filas a todos los que, por interés o por carácter, cifran en el orden la base capital de un buen gobierno. El resultado de 1.500,000 perial, fué a una votos pesar de la plebiscito, que arrojó del gobierno im contra, presión y de los fraudes, revelación para la Fran inesperada equívoco cia y un triunfo de gobierno. aQuién taba ese en es para ¡os hombres el verdadero vencido? pregun en Belleville. Es el principio Gambetta, Es inúcil que se diga que siete millones y medio de votos favorables han resuelto la cuestión. El imperio se habia de clarado hace diez y ocho años eterno, here monárquico! ditario, y hé aquí que después de diez y ocho años, siente la necesidad de buscar nna consagración nueva, de ponerse otra vez en votación. I lo que ha hecho el 8 de mayo declara que lo podrá volver a hacer todos los dias. Pues bien! yo os pregunto ¿qué es un poder que después de haber proclamado la eternidad de su existencia viene a pre guntaros por intervalos si le reconocéis el derecho de existir?... El que se pone y se a poner en votación reconoce de he- vuelve 17 GAMBETTA cho que no tiene ningún título personal, legitimidad personal»... •\I luego dando una prueba de coraje ni mas difícil todavía que la de ir a atacar el impe rio en la sala de un juzgado o en la tribuna de la Cámai'8, Gambetta se lanza sobre las quimeras socialistas y las estravagancias económicas que debían a la de mas Comuna, presencia desesperados proletarios ellas en el término de su tarde dar vida de esos grupos que cifraban en angustiosa mi seria. Esas calculadas para tranquilizar inquieta burguesía, desper taron una violenta tempestad en el audito rio de Belleville, que llegó a lanzar la pala bra traidor sobre su favorito de la víspera. palabras los recelos de la Gambetta sabia mui bien lo que iba a ficar sacri pronunciando esas palabras peligrosas, no perseguía una popularidad esté ril, que en cambio de un poco de estrépito exije el sacrificio de todas las convicciones. Lo que buscaba era la organización de un partido republicano y a esa aspiración jenerosa estaba pronto a sacrificarlo todo, principiando por su propia personalidad. El tribuno, que persigue jadeante el aura pero ya 3 18 GAMBETTA trasformaba político que propósito a su existencia. Pero llega ha vinculado que un momento en que siguiendo ese áspero ca popular, persigue mino se con encuentra se en un silencioso tezon en la mas un difícil de todas las situaciones que la vida pública presentar; en que el grueso de sus lo abandona sin defensa ble de sus atacan a la adversarios. L03 rabiosa con enerjía puede amigos cólera implaca imperialistas lo y los elementos activo, del partido republicano abren en contra una campaña de persecución ine mas su xorable. Difícil situación de que vino a salvarlo un golpe inesperado. Estalla la desastrosa guer ra con la Prusia. Llueven sobre la Francia traicionada los desastres. Wissemburg, For- bach, Woerth, Freschwillen, se suceden con espantosa rapidez. Frossard se retiraba a Metz, Mac-Mahon a Chalons. Las fuerzas imperiales despedazadas en Rezonville, en Gravelotte, en Beaumont, concentran en Sedan sus Solo un sangrientos, donde Napo espada el 2 de setiembre. después cayó sobre la Fran restos león rindió su dia cia, adormecida por las fábulas de la prensa oficial, la noticia de su tremendo desastre» 19 GAMBETTA El mariscal de Palikao, en la sesión nocturna de ese dia, declaró a la cámara que el ejérci to habia capitulado y el emperador había caido prisionero. Un momento tió a Julio después la deliberación de la proclamara la destitución de familia, y citando vacante Favre some asamblea que el He B-maparte y podí-r pide que su forme un consejo de gobierno y defensa nacional compuesto de cinco miembros. La discusión postergada hasta el dia siguien se te, se abrió en medio de un concurso impa ciente y tumultuoso, que desde el primer momento se sintió exaperudo viendo que el debate se arrastraba en medio de formalida des cuyo alcance no porlia comprender. La ajitacion amenazadora obligó a Gam betta a subir el orden que a la tribuna ya para restablecer parecía imposible conser var. Pero esa ajitacion, durante un momento comprimida, volvió a estallar pocas horas después, obligando al presidente a suspender una discusión que era imposible. En la plaza vuelve a aparecer Gambetta y dominando el una voz atronadora, lanzó esas tumulto con palabras memorables, que cierran la historia 20 GAMBETTA segundo imperio: «Ciudadanos, conside rando que la patria está en peligro, conside rando que se ha dado a la representación nacional el tiempo necesario para pronun ciar la desposicion; considerando que somos y que constituimos el poder regular salido del sufrajio universal libre; declaramos que Luis Napoleón y Bonaparte^su dinastía han dejado de reinar sobre la Francia!» ¿1 la república? gritan en medio de la multitud. Vamos a proclamarla al Hotel de Ville, contesta Gam betta, y se dirije con Julio Favre, a la cabeza de la multitud, al palacio municipal, donde los esperaba Rochefort, que acababa de salir de una prisión de Estado. Un mo mento después la República Francesa que daba proclamada y se constituía el gobierno de !a Defensa Nacional, que entregó a Gam del — — betta el Ministerio del Interior. Desde instante ese do horizonte a se abre la actividad un espléndi insaciable del joven ministro. Por todas partes la Francia exhibía las tristes huellas de sus tremendos reveses. Sus ejércitos estaban despedazados, el material de guerra -en poder del enemigo, sus tesoros se habian agotado y, lo que era aun mas triste que todo eso, el espíritu pú- 21 GAMBETTA blico habia perdido su enerjía y desesperaba de poder salva: la honra nacional, que ya los ejércitos prusianos amenazaban piso* tear. jeneral Trochu consiguió levantar en un ejército de 70,000 hombres, com pletamente incapaz de resistir al formidahle empuje del ejército enemigo, que principaba a cernerse sobre la capital describiendo a su El Paris rededor En un esos círculo de hierro. momentos Glais-Bizoin se Cremieux, Fourichon, a Tours, quedando dirijieron Paris los otros miembros del Gobierno. en El 19 de setiembre la se to capital de Francia veía envuelta por las columnas del ejérci prusiano. El papel de Gambetea durante dias luctuosos del. sitio de Paris esos casi esclusivamente encerrado en el quedó propósi to de avivar el entusiasmo de las combatir Jas primeras masas y manifestaciones de la Comana, que principiaba tra a hacer aparición. patriótica impaciencia Su obra, encerrada su sinies y la convicción Paris, era com lo lanzaron en el atre ineficaz, pletamente vido proyecto de salvar en un globo las lí de que neas su en sitiadoras. La fortuna coronó aquella 22 GAMBETTA empresa temeraria y llegó a Tours el 10 de octubre, llevando a los miembros del gobier en las provincias el pode continjente de su entusiasmo y eu es peranza imperturbable. Por una coinciden cia casual, también ese dia llegó a Tours el jeneral Garibaldi, que iba a ofrecer a la Francia invadida su espada y su prestijio le gendario. Todos los continjentes de que el Gobierno podia disponer alcanzaban apenas a 50,000 no de la Defensa roso soldados, un 5 a 6,000 hombres de caballeiía y centenar de cañones mal Comuna dominaba montados. La Lyon, quince depar gobierno cen lo mismo tral, que Tolosay que Marsella; y «¡libre ese pais, despezado por las batallas y tamento del sur las divisiones en desconocían el intestinas, avanzaban 800,000 soldados que respiraban el exitante calor de la victoria y arrastraban 2,000 cañones de campaña. Unificar y armar ese pais, levantar espíritu abatido, arrastrarlo a una defen su sa con sible que lo de fué la obra que Gambetta la fé del buen éxito. Es impo desesperada, acometió esa podamos seguir en los detalles patriótica y gloriosa, es imposi pretendamos siquiera enumerar los labor ble que 23 GAMBETTA decretos de que revelan la devoque durante cuatro me fuerzas. gobierno, su radora actividad agotó ses sus en Pero para medir esa obra basta contem plar los que consiguió organizar resultados, basta traer un a la memoria ejército de 600,000 hombres, armarlo, darle municiones y pertrechos, contratar empréstitos por valor de 250 millones y, lo que es aun mas asom broso, consiguió hacer renacer las esperan zas perdidas octubre le contando el miento del hasta el punto que el 17 de Julio Favre que comunicaba jeneral ejército Trochu con un movi de socorro, aguardaba salir de Puris pasando sobre el cuerpo poder enemigo. del Venciendo Gambetta las resistencias que los jenerales oponían a esa atrevida evolu ción, consiguió el 27 de el las mas ese mes principiar que Julio Favre cifraba alhagüeñas ilusiones. Pero el 30 movimiento de diciembre en la capitulación de Metz era Gobierno, y la oficialmente conocida del sombra cía de de ese nuevo Pero no tremendo desastre oscure el horizonte. fué eso bastante para llevar el desaliento al alma acerada de Gambetta, que 24 continuó GAMBETTA desplegando mismo ardor el momento sus esfuerzos con el que lo habia hecho hasta que era posible acariciar los con en sueños de victoria. Ya no disputaba el triun fo, defendía el honor francés hecho jirones Trasladado a Burdeos el Gobierno de la Defensa Nacional, continuó allí su vida de inagotable acción en condiciones mas duras .todavía que las que lo habían rodeado hasta ese instante. El desaliento dominaba de tal espíritus, que la obra de Gambetta principiaba a parecer el peligroso delirio de un maniático: completamente estéril para el honor y la gloria de la Francia y fecunda modo los solamente prolongada sor. sus los los males que traería una mas permanencia del ejército inva en No acudían ya los soldados a engrosar filas vacilantes, la insubordinación de jefes derramaba la inmoralidad en el del ejército, el entusiasmo se helaba, la confianza parecía una quimera, los rodi llas de la Francia principiaban a doblarse y seno sentía que en un momento mas iba agotada a los pies del vencedor. se El 30 de enero dirijia Gambetta a caer un tele grama a Julio Favre. Al dia siguiente se lo contestaba Bismark desde Paris! Desde ese 25 GAMBETTA momento concluyó lo que se ha llamado la dictadura de Gambetta, que solo en los últi mos, momentos revistió caracteres que justi ficaran ese nombre. El 2 de febrero promul decreto que. declaraba inelejibles para el próximo Congreso a todos los que habían gó un servido al Gobierno imperial. Bismark, en nombre de la libertad de elecciones, protestó de ese decreto que sometía el poder electoral de opresión arbitaria. El Go apoyó las protestas formula Bismark y en presencia de esa nueva réjimen a un bierno de Paris das por situación abandonó Gambetta su parte en el Gobierno. El 8 de febrero fué que pactó elejido el Congreso la sesión de la Alsacia y la Lo- rena. Gambetta queño pueblo En su carácter, el pe española, donde sus fuerzas morales despeda tremendo y prolongado es corto con a un de la frontera iba a recuperar zadas por ese fuerzo. junto retiró tristemente se gobierno las cualidades habia revelado, de enérjico imponerse. Tours, su equí un difícil talento de Desde el dia que aparece en voca autoridad es aceptada por la Francia 4 2o GAMBETTA sin que nadie la quisiera discutir. Habia mostrado las facultades de un hombre de or y de gobierno, restableciendo la el ejército y acumulando las fuerzas de la defensa nacional con una acti- ganización disciplina en tividad maravillosa. I como resultado de todos los sacrificios que habia hecho la na ción, mientras él ¡a gobernaba, si no habia conseguido darle la victoria, le volvía a lo menos el honor. * II La guerra habia concluido; habían pasado ¡as horas de peligro, pero principiaban las horas de dificultad, valiéndonos de la esprecon que el mismo Gambetta caracte sion aquellos momentos de embarazo. república naciente, rodeada de ace chanzas, sin elementos de gobierno, y apenas arraigada en la opinión, no solo tenia que luchar con enemigos poderosos y avezados, rizaba La y combatir la tremenda reacción que provo caron los siniestros delirios de la Comuna de sino también que aplacar los espíritus indisciplinados y ardientes que se ajitaban en Paris, su propio tuían su mismo tiempo consti seno y al debilidad y su fuerza. A cada instante la república parecía es- 28 GAMBETTA caparse de las que Thiers la sostodas las habilidades de manos con tenia, desplegando jenio político. La situacionjse pre sentaba, pues, rodeada de embarazos singu lares. Thiers, sirviéndose de una Cámara, en que dominaba una mayoría reaccionaria, tenia que satisfacer las exijencias de una nación que aguardaba impaciente las mas fecundo su avanzadas soluciones. Y la mayoría republicana, con esa eterna injusticia de todos los partidos doctrinarios, cerraba la vista rezas del a las contrariedades y aspe para atribuir a la momento, mala voluntad del adhesión a presidente y su equívoca república la responsabilidad que los votos populares no hu la esclusiva de bieran sido todavía satisfechos. En medio de esas dificultades, nando Gambetta su retiro de San abando Sebas tian, se presentó en Burdeos el 20 de junio; allí pronunció uno de los discursos que ha cen mas honor a su reputación de hombre de estado y que manifiestan la esperiencia que ,habia recojido en su corta permanencia en el poder Aceptaba de lleno el programa . del la gobierno y señalaba como único fin a política que su partido debía perseguir,. 29 GAMBETTA la necesidad de completar la revolución, cuyos beneficios no se habían estendido to davía a ¡os obreros y paisanos, intelectualmente relegados algunos siglos atrás mas que la clase ilustrada del pais, y anadia, to cando la fibra mas vibrante y delicada del de ¡os franceses: corazón si hemos «Sí, señores, sido vencidos, si injuria de ver que la Francia de Kleber y de Hoche perdiera sus dos mas patrióticas provincias, las que contenían a la vez mas espíritu militar, co mercial, industrial, democrático, solo debe nemos sufrido mos acusar ral... Si esa suprema nuestra inferioridad física i mo necesario aguardar diez años, veinte años, se aguardará; pero es menester principiar desde luego a curarnos del mal es vanidoso que tres y no nos ha causado tantos presentar ninguna antes que ésta: la difusión la base a mas desas reclamación completa de la cima de los conocimientos hu manos. «Quisiera, dice él, nuestra oposición gobierno; quisiera para resumirme, que fuera una oposición de no llevar mas preocupa ción que la de hacer el bien o la de obligar a los otros a hacerlo; porque yo conozco una 30 GAMBETTA pasión mas viva que la de ejercer el poder: es vijílar con equidad, con firmeza, con buen sentido, un poder lea!, y bajo la simple pre sión de las ideas y del espíritu público ver realizar por otras manos que ¡as suyas las reformas mas brillantes... Pero para eso.es necesario que el partido republicano una absoluta severidad en materia de sea de prin cipios; y lo declaramos aquí: Sí, seremos induljentes con las personas; sí, nos mos traremos fáciles seremos para abrir implacables con los la puerta, pero principios. Ad mitiremos que los hombres se ilustren; ad mitiremos que otros, sin haberse completa pero por las necesidades escepcional, acepten de bue mente convencido, de una situación na fé las consecuencias del Solo república. transijirémos. «Si con las principio da la faltas al deber no hace esta guardia severa al rededor instituciones, estad convencidos de que mantendremos mejor la República con una minoría republicana, firme, enérjica, vicon una jilante, que mayoría de hombres inconsistentes y tibios, que seria exclusiva se de las tratándose de personas, y fácil para aceptar compromisos tratándose de principios.» 31 GAMBETTA Ese programa, seguido con lealtad y deci sión por el partido de Gambetta, arrastró al Gobierno al establecimiento definitivo de la República. Mientras los partidos monárqui Presidente, Gambetta y los republicanos secundaban to dos los esfuerzos del Gobierno. Pero apenas cos embarazaban ¡a acción del habia tomado Gambetta en el dirección de la Congreso la vio izquierda republicana, obligado a abandonar su puesto de combate bajo el peso de una grave enfermedad, que puso sus dias en peligro y que solamente le permitió volver a su tarea interrumpida se cuando las puertas del clausuradas. Congreso A falta de la tribuna de ¡a tinuó habían sido asamblea, con la tribuna de ¡os mas ardientes de las comicios propaganda populares, dirijiéndose precisa mente los centros su a en fuerzas monárquicas. Principió por Saint-Quentin, que durante la guerra habia hecho una resistencia bravia a la invasión del ejército prusiano. Pronun ció allí un discurso, en que después de aca riciar ¡os recuerdos heroicos de ese pueblo, desarrollaba de deos, el programa de Bur especialmente en los pun- nuevo insistiendo 32 tos GAMBETTA que la política republicana despertaba vivos recelos. Se empeñó en demostrar en mas que la causa úuica de los desastres sufridos por la Francia era la inferioridad moral en que el imperio la habia sumerjido, y que la única esperanza de una rehabilitación seria se fundaba en difundir la instrucción entre las masas, en establecer la enseñanza toria, gratuita soi hostil mo pido a la la y absolutamente relijion, decia, y de la separación obliga laica, por Iglesia eso «no mis y las es cuelas. «E3toi convencido que porque un partido en la iglesia se ha arrogado el de dominante recho casi esclusivo de distribuir la ñanza en niño para ense las escuelas, de amasar y formar al tomar al hombre y al ciudadano, para llegar al Estado mismo, e3 por lo que el clero ha dejado de ser un gran cuerpo reli- jioso para convertirse facción políti perder el sentimien to de su propia digaidad, hasta el punto de no ser ma3 que un ájente pasivo en las ma nos de un poder oculto y estranjero que los ca. en una Así lo hemos visto habitúa a no considerarse como ciudadano de la Francia y mirar camo un honor el ser los servidores del poder teocrático que les 33 GAMBETTA envía sus dogmas y discurso sus órdenes». Y conclu Burdeos, esten aquí, ye sobre los hombres del diendo pasado, que su ¡a aceptaran como en organización republicana, el olvido noble y jeneroso. En los dos discursos que tan estensarnente velo de un hemos resumido, bosqueja Gambetta a gran des rasgos las ideas políticas que debían servir de base a su partido y asume resuel tamente la actitud de un defensor de ¡a administración que encabezaba M. Thiers. Esa actitud y ese programa armaban en su contra lítica a todos los impaciente, y partidarios exasperaban, los que oian en sus labios amnistía jenerosa para sus a de una sobre po todo, esas palabras perseguidores de de la víspera. Una tempestad de sórdidas incul paciones principió desde ese momento a de en contra suya. En efecto, ¡a situación política en que Gambetta habia venido a colocarse estaba satarse llena de crueles desengaños para los que es peraban ver en él solamente un eco ardiente de pasiones implacables. El fogoso tribuno de los dias del imperio aparecía ahora transfor mado en un político cauteloso y prudente, en que del hombre antiguo no quedaba mas que 5 34 GAMBETTA la indomable enerjía y aquella audacia bata lladora y temeraria de que acababa de dar una evidente prueba yendo a combatir a sus mas encarnizados enemigos los núcleos en mayores resistencias. Poco mas tarde debía dar Gambetta una prueba mas acentua de sus da todavía de la transformación que bia operado en su carácter. El 21 de setiembre se anunció fiesta bery proclamación en se ha Cham- honor de la patriótica República. El Ministro del Interior, Le Franc, se opuso al banque te proyectado y ¡a autoridad local prohibió una que en de ¡a verificara la rennion. Y cuando se peraba un estallido de se es éste le Gambetta, es cribió al ministro do manifestar blicano tarse en su nunca el interés tranquilamente: «Desean una vez mas el partido repu decidida voluntad de de la mas superior estricta En medio de la lucha apar legalidad, del orden pública, ha decidido renunciar proyectada para mañana». no en a y la Re la reunión Gambetta habia adquirido el difícil talento de saber esperar, habia aprendido a tener esas largas pacien cias sin las cuales no es posible el éxito en política, y se habia al mismo tiempo despo- 35 GAMBETTA vaguedades nebulosas que en concepción en otro tiempo, dán dole ahora a sus ideas los contornos fijos de un propósito práctico e inmediato. En un banquete del Havre, desarrollando sus planes esclamó: «Limitemos nuestras a exijencias organizar una nación armada y jado de volvían esas su nación instruida... y estemos en guar dia contra las utopias... No hai un remedio una social porque no hai una cuestión social. Hai una serie de problemas que resolver, de di ficultades que vencer, que varían con los 'li gares, los climas, los hábitos, el estado sani tario, problemas económicos que cambian el interior de esos uno problemas y un mismo deben no con una ser país. en Pues bien! resueltos uno por fórmula única. Por el tra bajo, por el estudio, por la asociación, por el esfuerzo siempre constante de un gobier no de hombres honrados pueblos a la to, panacea es como llegan los emancipación. No hai, lo repi social, hai todos los dias un pro greso que hacer, pero no hai solución inme diata, definitiva y completa». Luis Blanc, que' encarnaba en el Rappel,. las viejas máximas del republicanismo de la antigua escuela, recojió al dia siguiente esa 36 GAMBETTA palabra utopia, que habia sido lanzada, según él «para tranquilizar la burguesía, corriendo él peligro de dormirse en una ciega y ocio Acentuando indiferencia.» sa su miento le contestó Gambetta: «La leí sobre queña ño reglamento infinitamente manufacturas, el pensa mas mas de escuelas serán de un pe peque efecto y harán avanzar infinitamente mas el progreso democrático que teorías vagas y quiméricas. Esa es la precioso mas verdad, que todos ren servir al palabras, los demócratas que y no mecerlo con pueblo han tomado ahora como quie vanas regla de conducta». Así so del se iba joven operando tribuno lo llevaba de la meras en el espíritu vigoro transformación que abrazadora de las qui una rejion al frió escenario de la vida real, en medio de los anatemas y ¡as cóleras de los impacientes, pero en medio también de los de los que aplausos blecida Pero vía una sus aspiraban por ver esta República tranquila y duradera. adversarios le reservaban toda dolorosa y difícil que to das las que hasta entonces habia atravesado con fortuna. El 26 de agosto pronunció en una prueba mas Grenoble uno de sus discursos mas ardien- 37 GAMBETTA tes, — el discurso de las capas le llamó sociales, como tiempo, que bosqueja política de Thiers, se ñalaba sus peligros y, recordando las pala bras que Napoleón I habia pronunciado al se en su — en ba el desarrollo de la volver de la isla de Elba, incitaba a des confiar de las promesas siempre tan fácilmen te contraidas en las horas de peligro namente burladas cuando pasan En la Comisión de cionaba durante el esas Permanencia, receso y eter horas. que fun de la Asamblea y que dominaba una mayoría reaccionaria, para salvar un momento difícil, M. Thiers en tuvo la debilidad de declarar que habia «se pronunciado en Grenoble un discurso que él deploraba profundamente. Este discurso es sensible, sobre todo, para los que la forma actual es el único creen que Gobierno posi silencio estas pala ble». Gambetta devoró en bras amargas, que habrían podido provocar una ruptura entre el jefe del Gobierno y el jefe de Jas fuerzas republicanas, en provecho de los elementos reaccionarios que entonces ajitaban con viveza. Pero apenas abrió sus puertas la blea, el jeneral Changarnier anunció se Asam una in- 38 GAMBETTA terpelacion al Gobierno con motivo de los viajes de Gambetta al Delfinado y la Saboya, esperando que una desaprobación mas pública y ruidosa del discurso de Grenoble, hiciera estallar los resentimientos personales de Gambetta y produjera una escisión que desde largo tiempo perseguían. Contestando a esa interpelación leyó M. Thiers en la tribuna su mensaje del 13 de noviembre, en que rompia los velos que has ta ese momento habían envuelto los actos contradictorios de su conducta betta fué el primero aplausos, atando los lazos que lo así en política. dar la señal Gam de los vivamente todavía mas ligaban a la política de Ibiers, que desde ese momento se veia obli gado a romper, por el contrario, con los que tan ásperamente reprochaban su conducta. En el desarrollo del debate las situaciones se fueron acentuando de manera que el pre sidente pudo declarar, sin sorprender a nadie, que la, base de su política debia desde ese momento descansar en el apoyo que la iz le ofrecía. «Me han en quierda republicana tregado en Burdeos, dijo, la república; nadie en esa época me ha propuesto otra forma de Gobierno. Es la forma republicana la que 39 GAMBETTA me ha sido me hace un la lealtad entregada'en depósito: deber en devolverla al quería que yo hiciera el rol de no he podido hacer eso. Ustedes pais... Se un se traidor; asombran porque los radicales me sostienen. ¿Qué hai ahí de extraordinario? Yo sostengo la repú blica. Ese es el secreto». La actitud presidencial provocó una opo sición colérica de todos los grupos parlamen tarios empeñados en sostener el equívoco que hasta entonces imperaba. Los republicanos comprendieron cil momento partida. el en Pero de que habia llegado ya el difí que debian jugar su última esa lucha no podia empeñarse asamblea dominada por elementos que les eran decididamente hosti les. Necesitaban disolver la Asamblea, pro en ceder seno las a una nuevas elecciones de una Cámara que estuviera mas en armonía con ¡as raciones y los sentimientos populares, y tear en ella el problema de la aspi plan organización definitiva de la Francia. A los golpes vacilantes que le dirijian los monarquistas, respondió Gambetta propo niendo la disolución de la Asamblea. Fué ese uno de sus mas bellos triunfos de orador y de político, y sobre ese discurso volverán 40 GAMRETTA los que mas lo admiran, como sobre de los momentos mas brillantes y pode rosos de su vida. Sus adversarios mismos se siempre uno obligados a reconocer en el orador republicano las cualidadts que con tan obs tinado empeño le negaban. Al dia siguiente vieron de los diarios que con mas viveza lo ha bia maltratado decía: «Dominar durante uno hora y media a la mas turbulenta y mas apasionada de ¡as mayorías con ¡a cuestión profundamente, mas ínti mamente; perseguir una larga esposicion, razonada y meditada, a través de las pasiones que ¡a hiere mas ardientes, las cóleras prontas a estallar, los cada minuto, sin gritos que escapan abandonar nada, sin disimular nada, sin ate a se nuar nada; cautivar, maestro ese obligarlo mente a lo lastiman; prochable atraer y manejar como auditorio violentamente hostil; escuchar verdades que personal ser a de los teóricos ardiente de los la vez el políticos luchadores; mas y el irre mas este largo discurso, tan interrumpido, tan firme, tan lójico, tan noblemente apasionado, sembrado y en de respuestas tan vivas y desarrollado al través de una verdadera batalla, no pronun ciar una sola palabra de que sus adversarios 41 GAMBETTA pudieran aprovechar; no arriesgar un ar gumento que se hayan atrevido a responder, no dejar escapar una personalidad que les permitiera escusar las que ellos habían pro digado, hé aquí lo que ha hecho Gambetta». se proyecto de disolución fué Aun cuando el rechazado por tra una 196, después de la Asamblea mayoría de de ese quedaba 483 votos discurso el con prestijio herido mortalmen- te. La lucha iniciada buscaba ocasiones para nuevo con motivo de reanudarse i estalló de la noticia de la definitiva liberación del ter ritorio. Los monarquistas le negaban a Thiers el título de libertador del oponían a que en territorio, y se la orden del dia de la Cá dijera que habia merecido bien de la patria, llegando uno de los adversarios del orden de cosas establecido, hasta sostener que «la liberación del territorio era un golpe dimara se por M. Thiers contra la Asamblea.» Pero por mas empeño que pusiera Gam betta en eludir las dificultades que pudieran rijido enturbiar las relaciones del Gobierno y su partido, llegó un momento en que se vio imperiosamente obligado a interrumpirlas. Debia tener lugar una elección de diputados en París y M. Thiers presentaba a M. de Ré6 42 musat GAMBETTA con los desgraciados colores de las can didaturas oficiales. Gambetta, que, según sus declaraciones reiteradas, estaba pronto a acep todas las transacciones y a hacer todas las concesiones que el sostenimiento de la Re tar pública exijiera, no podía hacer ninguna en el terreno de la lucha electoral. Allí Gam betta y los suyos solo daturas de podian sostener candi republicanismo decicido. Re candidatura oficial y elijieron a un chazaron la M. Barodet. El resultado de este escrutinio la exasperó a que dirijió sobre el Gobierno los encarnizados ataques que tra jeron la caida del Presidente del Consejo, mayoría reaccionaria, Julio Simón. Pocos dias después, en la sesión del 19 de de 1873, 314 signatarios declaraban mayo «querer interpelar al Gobierno sobre las ra que habían traído la caida del Minis terio y la necesidad de dar garantías a la causa conservadora.» zones El 24, M. Thiers se presentaba en la tri a defender en persona su política, dando término con su discurso a uno de los debates mas ardientes que ha ofrecido la buna tribuna francesa, tan fecunda en violentas 43 GAMBETTA tempestades. El desenlace de ese áspero de bate fué la aprobación por 16 votos de ma yoría, de una orden del dia en que leemos: «La Asamblea Nacional deplora que las modificaciones recientes hayan dado a ministeriales no los intereses conservadores la satisfacción que tenían derecho de esperar, y pasa a la orden del dia.» Al abrirse la sesión de esa noche M. Bu ffet, Presidente de la Cámara, dio lectura al último mensaje del Presidente Thiers en que éste hacia la formal dimisión de sus funciones; y antes de que la Asamblea se hubiera pronunciado, daba también lectura a una para proceder inmedia al escrutinio del sucesor de M. proposición tamente Thiers. Mac-Mahon fué elejido. La revolución parlamentaria habia triunfado y arrojaba del poder a M. Thiers. La reacción, amenazadora y victoriosa, tenia ahora en sus manos la fortuna de la Francia y proyectaba sobre el porvenir su sombra oscura. En presencia de esa nueva situación y del curso peligroso que tomaban los sucesos, los republicanos varían profundamente la actitud en que hasta entonces se habían 44 GAMBETTA mantenido, senta en — bajo que por primera vez ese eterno vencido, el vencido del Imperio, el vencido de Bur deos, el vencido de Versalles: nales de en y la vida de Gambetta se pre nueva faz, ¡su última faz! una en los tribu los campos de batalla, las votaciones de la Asamblea, siente su justicia, en — frente acariciada por las brisas cariñosas y fugaces del buen éxito. III Con Mac Mahon el subió al mer poder, momento y se réjimen de la reacción amparo desde el pri principió a desarrollar la a su conspiración de los que minaban sordamente la República. El 8 de junio Ladmirault, gobernador de Paris, mandó suspender la publicación del «Corsario», descubriendo, con el indiscreto exeso de su celo, los manejos clandestinos del nuevo Gabinete Gambetta en contra de la prensa. aprovechó la oportunidad, qwi el gobernador de Paris le presentaba, para rasgar el pérfido velo en que el Gobierno en volvía su conducta, leyendo una circular en que el Ministro del Interior dejaba en una triste trasparencia sus propósitos y autoriza- 46 GAMBETTA para subvencionar y cor romper los diarios de provincia. La impresión que produjo en la Cámara ba a los prefectos la lectura de esa viva que estuvo circular indecorosa fué tan a punto de precipitar binete, que consiguió escapar por nificante mayoría, a un tremendo al Ga insig golpe de ana censura. Pocos dias después, el 24 de junio, ani versario de Hoche, el Gobierno del orden moral, tuvo una nueva y triste oportunidad de exhibir los planes fútiles biendo, bajo ra esa solemnidad hecho en abrigaba prohi que pretestos, que se celebra como se habia todavía el 14 de julio, republicana los años anteriores. Y, yendo mas lejos subia el conde de Jaubert la tribuna, para diera preferencia al proyecto en pedir a que se que el Gobierno aniquilaba el derecho de reunión y hacia pedazos las tribunas popu lares, lo que irónicamente llamaba negar se la tuertad del halcón. Por esos Francaise mismos dias en publicaban las se la intriga monárquica y que se iba a dirijir a Enrique Paris una Repullique pruebas de una hasta la presentación comisión que se V. Habia en llamaba «de loe 47 GAMBETTA y que se ocupaba en preparar la en trada del rei que de un momento a otro se esperaba seriamente. nueve» Todos los dias los boletines oficiales pu largas listas de empleados republi blicaban que el Gobierno separaba de sus puestos, en que eran invariablemente reem canos, plazados por antiguos ajentes del imperio o servidores de las pasadas monarquías. Y, como era natural, los ataques mas en venenados Gambetta, personalmente dirijidos a quien la prensa oficial trataba eran a de hacer aparecer como uno de los misera bles que habían especulado con las horas de angustia de la Francia. Bien pronto a las de la prensa vinieron odiosas inculpaciones a añadirse los golpes y las violencias materiales. Eq el momento de tomar el tren para dirijirse a la Asamblea de Versalles, un des de mano se acercó por esos dias a Gambetta. ha dicho aUd. ayer que los bonapartistas son unos miserables, le dijo. Yo soi bonapartista. conocido Repetiría ayer?» «Por es Ud. delante de mí lo que ha dicho supuesto, le contestó Gambetta, si Ud. bonapartista. Y, tómelo como Ud. quiera». 48 GAMBETTA Muchos pudieron escuchar estas palabras y cuando vieron que grupos amenazadores se estrechaban al rededor de Gambetta, sa lieron buscar la a flicto que rado. sus policía, previendo el con adversarios le habían prepa pudo aprehender al primero de los que se habían dírijido sobre Gambetta en actitud provocadora, y unos pocos minutos después se le puso en libsrtad, mostrando así las vergonzosas complicidades del poder. Los inquietos recelos que una situación semejante despertaba en los espíritus, la Solo alarma se en que esa atmósfera de temor los envolvía, llegó al estremo de que por no caer en las redes de uu nuevo 2 de Diciembre muchos de ¡os dormían diputados republicanos no propias casas. A esta situa temor y la sospecha flotaban en sus ción en en que el la atmósfera, como era pondía organización viera preparado pura llegar una en natural, estrenaos, si el desarrollo de los necesaria defensa corres que todo estu a los últimos sucesos hacia y armada. Todavía permanecen entre las sombras de] secreto los trabajos a que se entregó Gam una personal betta para preparar la resistencia revolucio- 4'J GAMBETTA naria, que ^ la situación reclamar. Lla paiecia la atención el silencio revelador ma el circunstancias que en f:¡ déla j guarlaba oposición repub'icana. Cuando un hombre, habituado a dar espausiou a sus idea?, se enesas cierri di eo una porq-n esa? es d-wir lo rpo mulita. pirlj u> obstinadas rest-rvas Gambetta solo hab'aba entonces para lan violentos zar sobre sus adversarios 1<;S mas estallidos de mento, en có'era, ecliaud su el mas per el >, olvido completo respetuosa actitud parlamentaria en mo aquella que has ta entonces habia sabido mintenerse. La tirantez di esta situación hasta que asamblea votó en Lo? su ú'timí &esio:i cooperación de cíales, miraban victoria. se dj prolongó 1?75 la disolución. partidos reaccionarios, efuaz ¡a la co;n > in con aj-üitei o!i lispntab'e y segara la los resortes Apretar. aguardiron tranjiilos m contando lo? las h - dnlpoLry iras de la lu cha. republicanos q-i 3 c'fnib m en s:n d cetri la bise esclusivu d-¡ sus f lerzís, se ¡al Lis nas zaron en una Gambetta ofrecían sus iufttigable propaganda. aceptó la candidatura que amigos de Avignon, — le ríe era 50 uno GAMBETTA de los centros mas bonapartista y clerical, ejemplo a sus parciales de lear resueltamente su del par dando así un poderosos tido — que puesto quería en pe la Asam blea. El 17 de febrero vaillon, donde iba a se habia tener dirijido a Calugar una reunión electoral. La multitud lo recibe hostil, se agolpa rruaje, le lanza nazándolo con al injurias que en rededor de lo ¡.ctitud su ca y pedradas, ame haría pedazos si atrevía a presentarse en público. Gam comprendió el riesgo que habia en obedecer el impulso del primer momento; y 8;n tomar en cuenta su peligrosa situación personal, se apresuró a adoptar las medidas necesarias para evitar cualquier colisión en tre sus amibos y sus insultadores. Ese cho que habria necesariamente llegado a ser se betta sangriento, y serviría de prefcesto bres de timidación en a los hom para dictar medidas de in toda la Francia que pusieran gobierno peligro en el resultado de la lucha electoral. Gambetta y sus amigos escapaban de ese modo a la emboscada que sus adversarios les habian produjo en preparado, dando un la Francia entera ejemplo una que vivísima 51 GAMBETTA impresión. Habia llamado desde luego la atención el hecho mismo de que Gambetta elijiera para presentar su candidatura no uno de esos puntos blicanas dominaban mayoría, en queda que las fuerzas repu en con lucha indisputable imposible y el aquel precisamente una era buen éxito seguro, sino en que era mas dudoso el resultado. Obede ciendo a la lójica, era ésa sin duc'a la ac titud que debia asumir un jefe de partido, que busca el triunfo de sas ideas y el engrosamiento de sus filas en esos combates polí ticos. Los candidatos llevan en sí mismos mas débiles, menos fuerzas, los que son los que naturalmente se debe colocar en los puntos del mapa electoral en que hai mayo res probabilidades de suceso; y donde, por el contrario, las dificultades lucha se amontonan, la y se necesita un candi dato que posea hasta las fascinaciones del prestijio para comprometer mas el ardor de es mas áspera, ejercer toda la influencia po espíritus todavía vacilantes, es donde se debe arrojar a la arena elec toral el nombre mas popular y prestijioso de un partido. Así lo comprendió Gambetta al presentar su candidatura en Avignon, calparciales y sible sobre los sus 52 GAMBETTA culando hábilmente el efecto que produciría, en la imajinacion viva i dramá'ica de las de ¡a Francia, ese golpe de audacia, que rompía con la tradicional y tímida con ducta, que en estos casos habían seguido in masas variablemente todos los de peculiar ha sido su jefes de partido. si insistimos Perdónesenos en este rasgo político. Gambetta partido excepcional, úni carácter de jefe bajo este aspecto, y ha sido, sin embargo, profunda y rigorosamente lójico. un talvez co Cuando en sario lanzar el seno una de de la Cámara esas era nece palabras compromi- tentes, que entregan un hombrea las mor dacidades de la crítica y lo presentan como blanco a las de injurias mantenía Gambetta va, no mandaba a sus adversarios, prudente en una la tribuna a no se reser de uno esos hombres secundarios, que un partido puede perder sin perder mucho y que se lleva a esos puestos precisamente para que sirvan de carne ta, va a de cañón. Nó, Gambetta la tribuna, lanza la ria y peligrosa, y presenta cibir los golpes, que van partido: cubre con su gos .Era natural que el pa'abra pecho su a caer persona mas se levan necesa para re sobre el a sus ami fuerte, el que 53 GAMBETTA podía donde cía; resistir mas, fuera el que avanzara a se necesitaba de mas fuerza y resisten- era miedo el que imponía mayor enemigos subiera a la tribuna a natural que a sus Era provocarlos. hombre un como echar a! suelo a mas difícil lanzarse sobre Gambetta y aplastarlo, cualquiera de acompañaban en la repetimos, era bien ro exijia que el jefe que los que lo Cámira. Todo esto, lo calculado y natural; pe de una agrupación par lamentaria que lo quisiese realizar, f.banean situación de reserva solemne, donara que invariablemente en los directores de los encastillan, partido golpes ardientes de la lucha y colocar su prestijio en una especie de rejion inaccesi para sustraerse se a ble. Siguiendo Gambetta electoral, un misma esa se presenta a lójica vemos que pelear su batalla donde la derrota en era segura para candidato sin posible. En siguiendo los nario se nocido prestijio y solo para él era ese punto perdido no coloca hábitos políticos que de ordi observa o a uno de-co en estos de hombres que im tirados sobre el campo, porta poco dejar sino que se coloca casos, a un esos a sí mismo, para hacer 54 GAMBETTA que todas las fuerzas del partido se concen tren en esa lucha desesperada i que, por sal varlo, ner en sé sus vean juego en su mano parciales obligados todos los disponer. a po de que esté recursos Todo esto era hábil, brillante, bien calcúlalo, no solo para triunfar sino también para fanatizar al pue blo francés, y todo esto nos esplica el entu era siasmo delirante y las adhesiones ciegas que Gambetta ha provocado. Y cuando en contra de un hombre seme jante preparaba se bién natural que emboscada, Cavaillon, era como una la triste emboscada de se arrancara a tam Francia la indignación, a que el Ministerio Buffet no pudo resistir. Tres dias después de las escenas deplorables que entera grito un de acabamos de narrar, el Gabinete se vio obli gado a hacer su dimisión en medio de un desprestijio En la brado sin nueva ejemplo. asamblea Gambetta fué presidente de la comisión de puestos. La situación parlamentaria entonces se encontraba estaba mui tener las asperezas dando da hasta ese mano a los del último trabajos momento lo habían nom presu en lejos que de período: y activos que absorvido, se 55 GAMBETTA retiró de los debates para consagrarse seria mente a estudiar las cuestiones de adminis tración . Durante el curso del año Gambetta 76 subió mui pocas veces a la tribuna, i su dis curso mas considerable fué consagrado a de sarrollar proyecto deíinanzas. Solo una en Belleville, ese Belleville querido, que fué la tempestuosa un { r3sentó vez se para él tan cuna de 6U vida Iba ahí pública. 1 aier discurso anual, de los trabajos y las luchas del ciar a su Esta publicano. versarios fracasado tad de le pronun resumen partido re preparaban sus ad escándalo un como habia el que Cavaiilon. En efecto, en en la mi discurso fué vivamente interrum su pido por interpelarlo un nes a vez a el a ájente disfrazado, que iba a propósito de sus condenacio la Comuna de Paris. fortuna para elejido timientosinflamables de con El terreno despertar aquel los era resen- auditorio de «Es necesario que apasionados proletarios. oigáis lo que tengo que deciros, contes tó Gambetta. 0¿ han dicho, recordando una palabra de que acababa de servirme, que ha bia calificado la insurrección del 18 de zo como una de esas mar convulsiones que en 50 asemejan a las manifestaciones de partido político. Ya que la reacción obliga a hablar voi a hacerlo. Escuchad nada de GAMBETTA se un me hombre que habla de la Co muna y que dice que la Comuna e- la mani festación lejítima de un sistema, de una idea me! Hé ahí un Ahora política. ¿sabéis quién es ese hombn ? Es bueno saber q:r'é¡ies son los que Fe aire ven a hablar así (leíanle del pueblo. Cuando se pronuncian palabra* de oír, que, si un í pensamiento serio, mente c uitra como ndierau ser se vosotrvsy las li quedaba;:: espra- iou volverían vuestras :!e cruel ieleas, e.-s los que las pronuncian. ciud.elano yo lo co u< z.-o. Cuando volví a la Cámara de Dipútalos, necesario conocer a Pues bien, a ese .. por mandato vuestro después de la guerra, recibí la visita de ese señor que esíá ahí, y ese señor que encuentra que la Comuna era ¡a es; resion de una idea lejíi.lma ¿sabéis lo que era en el momento de la Comuna? Pues bien estaba entre l¡.s roanos Je los clerica quienes servia, lía venido a buscarme lo ayudara a salir de ahí. Me había que para traído una composición en verso que me de dicaba; se la devolví. Y ese señor que dice semejantes cosas-, se preocupaba únicamente, les, a — 57 GAMBETTA no, como naüsta, dice ahora, del síuo de escribir acababa de fundar, quier cosa. No haya diríjído a en ese varse radicalismo comu- diario (pie yo cosa sobre cual un en cualquier hai adulos ni bajezas vuestro servidor para que no conser puesto, pero yo olí al persona y helo ahí.» je... Aquella flajelacion sangrienta mino a las emboscadas con puso tér los reaccio que querían detenerlo en su propaganda política. No volvieron a encontrar ningún ájente que tuviera el arrojo necesario para narios afcoulfcr.los desbordes inexorables de esa có lera. Entretanto, la lucha que fermentaba en nueva Cámara y el viejo Sanado, lle tre la gó, empujada por uu pequeño incidente, aun período de crisis decisiva. Propuso el Senado que se restablecieran ciertos crélitos que el gobierno habia pedi do y la Cámara habia rechazado. Sostenien do Gambetta, que el derecho de crear y dis tribuir los impuestos era una prerogativa de de la Can ara, que el Senado no podía inva dir sin trastornar seriamente la organizacien el constitucional, pedia lechazo anterior de la esas insistencia partidas. en La- 58 GAMRETTA Asamblea opinión do el apoyó por una eaorme sustentada por Gambetta, guante que iba envuelto en mayoría la recojienlas provo del Senado. cadoras pretensiones golpe era una declaración de guerra a tener su tardío desenlace en el vino ■que de Pero desde de Estado del 16 mayo. golpe Ese los últimos dias de diciembre de 76 esa declaración vino a en qne hacer ostensibles las sordas luchas del Senado y de la Cámara, -volvemos a parlamentaria siguiente en encontrar otra no manifestación hasta el 4 de que sobre las medidas se mayo del año interpeló al gobierno adoptadas para reprimir complots ultramontanos. La conspiración clerical fué viva y enér gicamente exhibida ante la Francia, coh to das sus temerarias y odiosas pretensiones, los cerrándose el debate con una orden del dia que acentuaba el pensamiento de la Cámara. «Considerando, d<cia esa orden, que las ma nifestaciones ultramontanas, cuya recrudes podría comprometer la seguridad cencia esterior interior del pais, constituyen una flagrante leyes del Estado la Cámara invita al gobierno a reprimir esa ajitacion antipatriótica, usando de los mee violación de las 59 GAMBETTA dios legales de que dispone y pasa a la orden •del dia.» El 16 de mayo circuló el rumor de que el presidente Mac-Mahon habia despedido al presidente una del Julio Consejo, satisfacción dada a los Simón, como jesuítas por los que habían recibido en la Asamblea. Luego hizo público que el jefe del ga binete declaraba que desde el 4 de mayo el -golpes se presidente no habia vuelto dirijírle la pa se apresuró a despacho, en que a labra, y aunque Mac Mahon dirijir a la Asamblea un trataba de atenuar el efecto que el conoci miento de estos hechos habia producido, pudo ver la esterilidad de sus esfuerzos en los aplausos con que fué recibido el altanero discurso de Gambetta, y en la fuerte mayoría que apoyó la declaración de que la Cámara no acordaría dar su confianza a un gabinete que no estuviera libre de la acción de MacMahon. Pero en vez de detenerse el mariscal en la pendiente en que habia dado el primer paso, entregó al duque de ción del nuevo ministerio. Broglie la direc La lucha entre el Presidente y la blea entró entonces que el gobierno se en un proponía asam período violento, terminar decía- 60 ■ GAMBETTA rando la disolución 'de la Cámara y llaman a nuevas elecciones, pero antes de dar do paso decisivo ese terreno electoral era preparar el todos los repu necesaaio separando a blicanos de los puestos en que pudieran ejer cer alguna influencia y nombrando en su lu gar ajentesque pudieran servir resueltamen te la política oficia!. La organización de ese gobierno de combate se cipitación, echando tan no hizo tanta con de los cuadros administrativos del rio, que llegó se a pre descaradamente ma impe nombrar funcionarios que habian muerto. El de 16 hacia un Y nuar. Fourtou junio a en las sesiones volrieron de mes suspendidas nuevo a sesión cuando es/i conti calificaba la asamblea de 1871 y la llamaba libertadora del territorio y fué interrumpido por una voz que desde los bancos de la iz quierda le gritaba: «.El libertador del terri torio, está ahil» Era la que poniéndose de pié, voz de Gambetta, señalaba a Mr. Thiers. La noble manifestación que vinieron a pro palabras fué la última que recibió vocar esas en su figura larga se vida iba ese anciano engrandeciendo venerable, cuya por momentos*. 01 GAMBETTA — . engrandecía como los alejan de nosotros y se se qu-; horizonte de curo su Pero la Cámara para hacer una no un a medida al os ocaso! había sido convocada manifestación para disentir no astros se acercan a Mr. Thiers si proyecto de disolución, que los republicanos combatieron como ma niobra política y legal pero aceptaron como un 'las reto del gobierno nuevas elecciones reaccionario. Veíase una apelación al en pais que iba a fallar entre la política del Presi dente y la política de la oposición republi cana. Disuelta la asamblea el con cruda audacia combate. Entró sin en todos gobierno desplegó sus elementos de la lucha sin vacilación y pudor, aceptando hasta los mas indeco espedientes si creía poder paralizar con ellos la acción republicana. Gambetta pronunció en Trille, al abrir esta rosos campaña electoral, tamente un analizaba la discurso política que sucin oficial, dis en que concluía con estas palabias: «No temáis que cuando cinco millones de france curso hayan hablado, haya alguien, en cual quier grado de la escala política o adminis trativa que pueda resistir. Cuando la Franses 62 GAMBETTA haya pronunciado su resolución sobera escojer: o someterse O cía na, será necesario dimitir!* El Gobierno ca y creyó ver en discursa ese al Presidente de la ofensa3 dirijidas ultrajes que lastimaban Repúbli el honor del Mi nisterio; ya la sombra de esa finjida suscep. tibilidad, ordenó el proceso de Gambetta. E] efecto lla contraproducente que acusación, que resucitaba produjo aque plena repú en procedimientos mas odiosos del Imperio, luego al Gobierno la de aquella medida tan hiriente torpeza blica los descubrió Quiso volver sobre sus pasos, la acusación estaba lanzada y era pero ya tarde, demasiado tarde pa;a reparar esa fal como estéril. ta, que un accidente vino a hacer mas grave todavía. Ei 2 de setiembre murió M. Thiers en Saint-Germain y bajo la impresión evocaba deplorable pérdida recuerdos de las largas te hombre de de esa la Francia los luchas de ese eminen Estado; y natural, la especial mente en recordar período mas brillante de su vida, sus últi como era memoria insistía el mos combates y Balvar la sus esfuerzos supremos por salvar el organización republicana, orden y libertar el suelo violado de su patria^. 63 GAMBETTA Por una do de la inevitable asociación de ¡deas, al la figura reflexiva y sagaz del viejo es elevaba la ardiente y ju le habia prestado en venil de Gambetta, que las horas mas difíciles de su Gobierno un tadista, se figura apoyo resuelto y decidido, que al joven tri buno le costaba el difícil sacrificio de su po pularidad naciente. Rodeado recuerdos, reflejos de esos grandes parecía Gambetta ante el tri con cora los bunal del Sen-i el 12 de setiembre y hacia de su conducta una defensa desdeñosa. El tri bunal lo condenó a tres meses de prisión y francos de multa, sentencia confirma 2,000 da por el tribunal supremo el 23 de setiem bre, el mismo dia en en que aparecía publicado las columnas del Diario Oficial el decre to que convocaba a los electores para de octubre próximo. El 12 de octubre volvía Gambetta parecer otra. vez ante el tribunal de el 14 a com- policía correccional por el delito de ofensa a los Mi nistros, a propósito de un manifiesto electo ral, y otra tres meses vez de volvía prisión a ser condenado y 4,000 a francos de multa. Dos días después la opinión pública pro- 61 GAMBETTA nunciaba fallo su publicanos el inapelable, mas dando incontestable de a los sus re triun políticos. Los hombres del 18 de mayo caian aplastados bajo el peso de ese tremen fos do rechazo electoral. Pin tir y embargo, se sostuvo el ¿Ministerio trató de resis hasta el 17 de noviembre, que después de una fLjelaciou sangrienta la política del duque de Broglie, se vio en a obligado a presentar su dimisión. Hiriendo el Miriscal Presidente vo esf.ierzo en favor dj la un nue reacción a que servía, nombró entonces el Ministerio lí>ehebouet, Miuisterio de combate, como el que le acababa d.; arrebatar Miuisterio de Cámara, yoría republicana bación al ei voto de la desbfío, que la ma contestó negando la apro a presupuesto. Rochebouet cajo y comprendió Mac-Mahon que la misma suer te estaba reservada al G. ¡.bínete que no con tara con el apoyo de ¡a mnyoiíi republicana, se encontró en la imprescindible y cruel necesidad de aceptar las arrogantes condi ciones que le impuso Dufaure para organizar y el . nuevo Ministerio. Pero a pesar de la con fianza que M. Dufaure inspiraba persons'mente a sus amigos de ¡a izquierda, el temer 65 GAMBETTA deiqíie; quisiera el Presidente hacerlo vícti ma de sus duplicidades; el temor de que el Presidente lo arrojara, como habiá arrojado a Julio Siinon, tan pronto como loa tuviera hizo que la presupuestos aprobados, blea isolo concediera provisoriamente asami. dos duodécimas: partes del nuevo presupuesto, poniéndose. a; cubierto de ese modo de la disolución que ya nueva principiaba se < a proyectar,. En ra esos; momentos aparecía, racteres mas en la reacción conservado Francia tino dé con salientes, que forma traste mas marcado sus ca un con los procedimientos ha desarrollado siempre con que¡el partido liberal en iguales "situaciones. Apenas consigue la reacción conservadora adueñarse por un momento del poder, y ese momento viene siempre después de una — sorpresa,---avanz:i resolución medidas con una imperturbable, mas violentas, hacia al audacia y través de el fin una las que sé propone realizar. Nada la detiene en su ca mino; echa mano de todos los' instrumentos de combate, pudor, que se comprime sin respeto, viola sin hiere, y destroza todo lo opone a sus propósitos. amenaza, y 9 66 GAMBETTA Despliega la arrogancia avasalladora y sin escrúpulos de los caballeros del antiguo feu dalismo. Y, por el contrario, cuando el partido libe ral tiene en¡sus manos las riendas del gobier no, y ahí siempre llega después de lachas — amargas y penosas, viva parece consistir — 3U en versarios le preocupación mas hacer que sus ad elevación y su for perdonen su Despoja al poder de todo lo que hai sus esterioridades de orgulloso, para pre tuna. en sentarlo modestamenteen vuelto en las formas mas humildes. Todos los procedimientos le parecen demasiado duros para empujar al pais en el camino de su ideal político, y basta para contenerlo en sus arranques mas ar dientes e impetuosos, que sus adversarios lo un poder tiránico. Y, si compelido juego de los acontecimientos, llega el partido liberal a encontrarse en la obligación imprescindible de dar el golpe de muerte a alguna vieja institución, deja siempre a sus adversarios que elijan el árbol en que debe ser colgada, como ese príncipe indiscreto i pusilámine de la leyenda oriental. ¡Cómo se conoce todavía el orí jen tradi» cional de esos partidos, cómo se ve que los llamen por el 67 GAMBETTA unos son gancia los herederos de la antigua señorial y que los otros son los arro hijos pacientes respetuosos libertos! Entretanto los reaccionarios podian toda i de los vía disponer de una mayoría accidental en el Senado y apoyándose en esa fuerza debida a circunstancias casuales y fortuitas, podian lucha prolongar una desesperada. que principiaba a ser preliminares del 2 de no dejaban ver que en el nuevo Senado, los republicanos tendrían una for midable y compacta mayoría, y esta seguri Las elecciones viembre les dad de que ya estaban contadas sus horas de poder y de esperanza, lejos de hacerlos desmayar en sus propósitos, parecía por el contrario exisperarlos. Fourtou, el ministro del 16 de mayo, era el director de las ma niobras del partido y para mantener el ardor de sus amigos dirijia a Gambetta los cargos mas provocadores, resolución de no a dar que éste, pábulo rompiendo al debate y su en paciencia imperturbable, ex-tsperadu lanzándole la mas brutal de las respuestas: Eso es mentiral Estas palabras tuvieron Su desenlace en un duelo entre Gambetta y Fourtou, que no cerrarse en una contestó al fin 68 tuvo GAMBETTA mas deplorable qne la de apasionadas disertacio consecuencia servir de tema a las de la prensa. se ve, todos los recursos, todos los de la lucha habían sido espedientes ensaya nes Como dos para contener el intenso desarrollo de las ideas republicanas. I, a pesar de esos es fuerzos desesperados el 15 de enero la Fran cia elejia ün Senado en q le la oposición re publicana contaba 54 votos de indiscutible mayoría. El golpe parecía mortal y decisivo para empecinedos soñadores en una reacción imposible, y sin embargo, trataron todavía dé prolongar aqueila lucha. El mariscal, a favor de un incidente, quiso hacer la última tentativa de gobierno personal. Habia* hecho dimisión el jeneral Borel y Mac Mahou quiso esos confiar ese puesto de gran influencia en el ejército a un candidato que no era el que apoyaba el Ministerio. Freppel, obispo de Angers, dirijióuna carta al Presidente exijiéndole que no cediera en la cuestión de los grandes puestos militares. Ya en otra oca sión se habia publicado otra carta del mismo obispo dirijida al primer ministro, «carta suficientemente estraordinaria y a propósito 6$ GAMBETTA de la cual se habia ajitadoen ministros la cuestión ser perseguido el consejo de saber si no de debía por, abuso: el mariscal había intervenido con tal arrebato, y,: son, bien conocidos, los arrebatos,, del mariscal, que los ministros, renunciarpn.a un; debate que — — : era imposible.» •■..■■■.■■[.-■ Pero entretanto la actitud resuelta y acen .-; tuada, de la mayoría de ambas cámaras colo caba a: Mac-Mahon en layiojenta.alterüfltiva de aceptar las revocaciones y-, los, nombra mientos que los republicanos; le exi j ian oí pre sentar su dimisión., . ,, Después de .algunos dias de vacilación optó al fin por tomar el último partido y el 31, de enero de : 187.9, el mariscal presidente hizo la formal renuncia de supuesto. ',. Julio Grévy fué .entonces elejido y para ocupar la, presidencia de la; Cámara que de jaba vacante, al. aceptarla dirección supre ma del estado, se, nombró a Gambetta. Ese, nombramiento era la consagración , oficial de bia suposición política. Gambettahallegado ya a la cima, recorriendo en diez añosescasos el inmenso trecho que separa un político de café del, presidente del poder le- jislativo;,---inmenso trecho recorrido con una 70 GAMBETTA -rapidez vertijinosa sin mas apoyo ni mas base que sus poderosas facultades de inteli gencia i de carácter, en que no habia tenido ni un nombre, ni una familia, ni una posi ción, ni siquiera amigos influyentes que le tendieran la mano. Su fortuna política era : su obra, su obra personal brillante resultado -de i una esclusiva; era perseverancia el in fatigable, que al través de los mas penosos sacrificios avanzaba y avanzaba hacia el no ble lia que perBeguia. Desde cipia ese momento a un aparecer asistimos a una de nes en no diremos que hombre esas nuevo frecuentes de la vieja comedia de Sisto V que no vemos achacoso transformarse un prin i que repeticio invertida, candidato pontífice ardiente y juvenil, sino, por el contrario, un candidato que solo respira audacia en un político que solo am biciona la quietud senil. Nó, no es eso lo que vemos en Gambetta, pero razgos hasta en tonces apenas 'perseptibles se acentúan, y adquieren el mas inesperado y triste desa en un rrollo. Ya hemos visto, que desde los primercs pasos en su vida pública, palabras de un olvido jeneroso asomaban en sus labios con 71 GAMBETTA frecuencia. Esa virtud del ahora hasta convertirse perdón en una se exajera falta com- y peligrosa. En la fiesta del 14 de promitente guraba Gambetta julio, en que inau recepciones oficiales, sus los asistentes, notaron con sorpreza, que el jeneral Galliffet, uno de los mas conocidos imperio, figuraba entre los ami gos predilectos del nuevo presidente déla Cámara. Eso era llevar el perdón mas allá de los límites que la caridad política tolera. ajentes del Y por contraste, Gambetta pa misma facilidad para olvidar los ataques de sus adversarios y los servicios de sus amigos. Sus antiguos i apasionado^ un triste recía tener la correlijionarios zón veian Ese pena que el cora perdido la memoria. con de Gambetta había olvido singular llegaba hasta colo serios compromisos. No hacia muchos años que después de declarar Gambetta que estaba dispuesto a aceptar carlo en los mas todas las transacciones, menos una transac electoral, rompía con la administración de M. Thiers, que pretendía exijir a los republicanos que elijieran a M. de Réción musat, y ahora recomendaba Gambetta esos a mismos electores la candidatura de La- 72 GAMBETTA f'auconerie, viejo bonapartista, que la Re-, publique Francaise -proclamaba candidato del partido y se esforzaba en hacer aparecer como «un nuevo de aceptación hacia Dos candidatura cruel contraste un vuelta dado . i sincero convertido.» La una con tiempo a Rérausat. dias antes de la recepción oficial, a que en otro ihemos aludido, Rochtf <rt volvia Gambetta medio de en tuvo la debilidad el en jar antiguo sus a París, y prestijio i su poder inesplicable de ver un rival su redaclorde La Linterna, y de se divisaran al trasluz^ del celos que BÜencio que la prensa ejercía una influencia ese semejante el rechazo sin republicana, en que él decisiva, guardó sobre pequeño acontecimiento deque todo Pa ris y todos los diarios ocuparon. Eso era se llevar la emulación no decoroso descender. es hasta En la sesión del 21 de un límite a qte febrero, Pascal Da- prau, denunció «el Gobierne oculto» de Gam betta; la presión que ejercía sobre el minis terio, cuyas decisiones dominaba. Gambetta protestó con elocuente enerjía de esa influen cia que BÍn razón plausible la opinión Je reprochaba, y en el desai rollo de declaró que, respecto1 del sn discurso^ ministerio/ guar- 73 GAMBETTA daría la más la severa reserva y «esta reserva hasta el dia en" que le convenga guardaré país designarme para ocupar btro'puestó.v No hai nada que choque mas! én un a mi heredero presunto que verlo manifestar' uüa que ya ha perdido la' reserva y impaciencia, hasta olvida el decoroso silencio del como lo hacia Gambetta al pudor, pronunciar esas ;! palabras deplorables. Todo esto, lo repetimos, ' su carácter, ción de no era antiguos moral, que la falta bia dejado daba un pectable no era nuevo ;en que la amplifica razgos de su fisonomía mas de oportunidad sólo ha ent'revery'a que hasta entonces- penoso relieve la en se que situación mas es hallaba. Pero todo esto, espresioh tan vulgar co sirviéndonos de una mo profunda,' era' peor qué un crímeñ;: era una falta. En esos extravíos de la pasión, que llevan al crimen; hai siquiera cierta grandeza; pero aquí 'tristes miserias del cía empeñarse cil lÜCher en solo se descubren las Ganibetta pare demostrar que es nías fá corazón. láá 'grandes pasiones' délos y:tencerlas,'que resistir 'las pequeñas pasiones 'própiasj qiie son mas fáciles los l grandes que los pequeños sacrificios !! con otros ■■■■■■ ""• ' - — ■■'- :- ■■,;'(!l10!.o!(;( 74 Pero - GAMBETTA - debemos ir mui alia no pel de inflexibles y debemos olvidar al este pa los actos de los apreciar hombres la atmósfera moral en moralistas. No severos respiran, respiraba la embriaguez y el veneno del poder. Solo pue de juzgarme, decia Napoleón I, el que en medio de una lucha ardiente haya llevado a sus labios la copa embriagadora de una gran y Gambetta luchas, esta hemos atravesado no ni hemos sentido ños de la que momentos en eso3 fortuna. Nosotros en esos vértigos esas estra- altura, y al apreciar situaciones de especie corremos el peligro de exijir a los demás lo que talvez está fuera del alcan ce de la fuerza humana. Pero en medio de la altura recibió ese enervante Gambetta una mareo ciuel ma nifestación del terreno que habia perdido prestijio, precisamente donde menos la Belleville, punto mas sensible, peraba, su — en — — i en precisamente eu de su es en vanidad in flamada. Concluyeron las sesiones de la Cámara y se acercaban. Gam las elecciones de 1881 betta principió su campaña con un discurso pronnnciado en Tours, que eoIo produjo una pálida impresión. Los amigos que en el po- 75 GAMBETTA derél habia abandonado, le volvian ahora las espaldas con fría indiferencia. ra El 14 de agosto presentaba su candidatu en Belleville, donde dos intransijentes ve nían a triunfo electoral. el disputarle La de combate que sus adversarios hicieron circular éntrelas masas fué el nom palabra jeneral Galliffet, de ese antiguo imperialista que vivía ahora en las grandes bre del — intimidades de Gambetta, — y que recordaba tan vivamente las del frajilidades político, ese nombre, mas tristes bastó para hacerlo sucumbir. Ese fracaso prendió riosos, sobre todo era la a inesperado, que sor los candidatos victo espiacion que principiaba, esa siempre llega para los que ol política no se puede aceptar espiacion que vidan que en ningún servicio sin estar por lo menos suelto a saberlo recordar. Estas contrariedades hallaban cierta pensación en re com los brillantes consuelos que el Gobierno se empeñaba en prodigarle. Grevy parecía empeñarse en colmar con los honores oficiales el vacio doloroso que dejaba la popularidad perdida en el corazón ' ' del tribuno. • Desde mediados de octubre el Presidente 76 FAMBETTA ostentación de la ¡intimidad en que gambetta. Ya para nadie era du doso que en poco tiempo mas seria llamado a constituir el nuevo gabinete. hacia vivía con En efecto, apenas de la Cámara hizo con dimisión el Ministerio, dífíSíl herencia que, aceptóla poder, le abandonaba. y Gambetta junto iniciaron los debates se su , el Su primer políticos. En acto desconcertó vez de . amigos a sus compartir las tareas ministeriales, con hombres que ya hubieran alcanzado una elevada posición,' se rodeó Gambetta de ministros que, salvo dos excep ciones solamente, por primera vez llamaban la atención. Esto podia acentuar la persona lidad absorbente del jefe del nuevo te, pero lastimaba hondamente personalidades tas que, como mento era de su gabine á las mas al antiguo partido,. natural, desde el primer principiaron a envolverlo en mo una &^' mósfera desfavorable. El 1 5 de noviembre de 1881 Gambetta presentaba rodeado de bus la Cámara la declaración ese a se leer en ministerial, y en colegas, a documento el ministro seveia obligado limitar muchos de los tribuno habia perseguido propósitos que; el con ardor; y ea- 7.7 GAMBETTA cerrando sus compromisos dentro del círcu lo de fierro de ío que era posible realizar, en la situación que él pais atrayezaba, se veía obligado a abandonar , proyecfos que antes había acariciado. Mas aún, resonaba toda vía el eco de uno de sus discursos en la Cámara. mas ardientes, que estudiando el arduo problema de las relaciones, de la iglesia y el estado, abogaba por la separación de la Francia i el Vaticano, en cuando, al leer, la declaración ministerial, algunos con asombro que el mismo pronunciaba en favor de la estric ta aplicación del concordato. Sin embargo, una formidable mayoría, oyeron orador se — formidable que hasta esos momentos hubiera podido acumular partido alguno, la mas — apoyó al Minutero primeros pasos. mayoría fermentaba el sordo descontento, provocado por la acti tud cada dia mas arrogante que el jefe del Ministerio iba asumiendo. Su lenguaje im perioso, sus desdeñosas familiaridades, el em Pero en peño en el seno ganarse de a en sus esa todo trance la adhesión antiguos adversarios y la facilidad con que, por lograr ese propósito, sacrificaba a sus antiguos compañeros, fueron pfepa- de sus 78 GAMBETTA. rando lentamente el divorcio de Gambetta y las fuerzas republicanas de la Cámara. En vez de sentir a su lado el entusiasta apoyo de un partido de ¡deas, principió a sentir ese calor enervante y malsano, que irradía un círculo completamente personal. sus mas grandes fal Ese fué el momento de tas; pero en medio de todas ellas tuvo al menos la virtud de saber caer, envolviéndose en la defensa de nusvo volver a cuestión que debía de presentarse y a que el había una propuesto una fácil i favorable solución. No ha llegado el momento en que la polí tica del Ministro pueda ser juzgada: los acontecimientos que el inició no han lle gado a su decenlace, las ideas que él sostu vo se ajitan todavía en el revuelto torbellino de las luchas del momento. Y en esa tuviera situación tiempo antes de que faltas reales y hubieran venido a demos equívoca, para reparar sus de que los sucesos trar si eran o no fundados los reproches que dirijido; cuando mas activamente fermentaban en su contra los odios implaca bles de sus enemigos, las pretensiones vul neradas de sus partidarios, las rivalidades de círculo; cuando se desplomaba sobre él todo se le habian 79 GAMBETTA lo que habia herido, tode lo que habia com batido, todo lo que habia lastimado en sus horas de poder, la mano de la muerte lo ar rastra fuera del escenario de los vivos. No podía desaparecer en hora una mas triste para su memoria; y, sin embargo, el recuerdo de sus grandes servicios, de sus eminentes prendas da carácter, de su infa tigable consagración a los intereses públicos» bastó para hacer que desaparecieran los de foct >s y los errores del político. Todo eso - y mucho mas desaparece cu indo el espíritu sesumerje en las profundidades del amor a la patria, y no hai entre los hombres públicos modernos ninguno que encarne ese senti miento de gada I una manera mas brillante y abne que Gambetta. miéutras la Francia ese eterno contraste de la ras di gloria, en sus alegría consagrará vi exista, la, — — 3n sus por ho horas de esplendor y recuerdo al que con mas entusiasmo y fe la difoudió en sus ho ras de amarga humillación; y si el destino la vuelve, por desgracia, a hacer atravesar de uo - Ls horas sombrías de la desesperación y de la angustia, volverá también a recordar al que en otro tiempo le dio aliento con el ca- 80 GAMBETTA lor. inagotable de de su féen los grandes destinos Francia, No ¡hai ¡umortalidacLmas her mosa mpdp que. la que consigue vincularse de ese a las grandes emociones de la patria!