Educación sexual Crónica PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA EDUCACION SEXUAL EN COLOMBIA* Pedro G. Guerrero G.** INTRODUCCION Cuando hablamos de educación sexual, lo primero que debemos hacer es ponernos de acuerdo acerca de lo que entendemos por sexualidad humana. Para los psicoanalistas, por ejemplo, la sexualidad como pulsión sumergida en el campo del inconsciente, tan solo puede ser abordada por el especialista merced a las técnicas propias de esa disciplina científica. Consideran imposible la pretensión de la pedagogía, en el sentido de diseñar programas curriculares para la educación de niños y adolescentes en relación con el comportamiento sexual. Nosotros, por el contrario, pensamos que la sexualidad, como un conjunto de comportamientos aprendidos, sí puede ser educada, y en esta opinión nos acompaña la gran mayoría de los docentes que se mueve por fuera de las influencias del psicoanálisis. Una vez superado este primer obstáculo conceptual, nos enfrentamos a otro problema de igual o mayor magnitud. Casi todos los maestros que acudieron a la convocatoria del Ministerio de Educación Nacional con el fin de capacitarse en el campo de la educación sexual- muchos de ellos con experiencia en la cátedra de comportamiento y salud- se aferraban de una manera acrítica a un singular concepto de sexualidad, tomado fuera de contexto de los manuales de CRESALC (Comité Regional de Educación Sexual para América Látina y el Caribe), de principios de los años ochenta, escritos por algunos educadores sexuales de franca estirpe religiosa y de gran audiencia en Colombia. Veamos algunos ejemplos: « Sexualidad humana es todo niño o niña, todo hombre o mujer, a cualquier edad, con sus pensamientos, sentimientos y acciones como niño o niña, como hombre o como mujer.» Dra. Ethel Nash, Socióloga. « Sexualidad es una manera de relación del hombre consigo mismo y con los demás hombres, y si bien tiene bases biológicas comunes, es única, cambiante y relativa, como única, cambiante y relativa es la existencia humana. Hace parte de su vida de sentimientos: afectiva; y de su vida de acción, la que vive y muere: efectiva. Es en suma un compromiso existencial» Dra. Cecila Cardenal de Martín, M.D. * ** Trabajo presentado en el XXXVII Congreso Nacional de Psiquiatría. Valledupar, 11 de octubre de 1998. Médico Psiquiatra. Coordinador Nacional del Proyecto de Educaci{on Sexual, Ministerio de Educación - Viceministerio de la Juventud. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. 303 Guerrero Pedro « La sexualidad humana, parte indivisible de nuestro ser, no es solo una dimensión individual de la persona sino también una dimensión social». « Grupo dentro de CRESALC». « Sexo no es algo que hacemos, es algo que somos». Dra. Mary S. Calderone, M.D. Los tres primeros textos parece que se hubieran tomado fuera de contexto, pues salvo su encabezamiento, nada nos dicen acerca de la sexualidad humana. En cuanto a la definición de sexo, según la Dra. Calderone, es más una alusión a la equidad de género, que una verdadera aproximación a la diferencia biológica entre hombres y mujeres que, como todos sabemos, reside en nuestros genitales. Con el ánimo de ayudar a clarificar conceptos de fundamental importancia para la educación sexual, nos permitimos poner a su consideración los siguientes criterios: SEXO-SEXUALIDAD Helí Alzate en su libro sobre la sexualidad humana dice: «La sexualidad se puede definir como el conjunto de condiciones estructurales fisiológicas, comportamentales y socioculturales, que permiten el ejercicio de la función sexual humana. A su vez la función sexual humana se define como la función consciente y condicionada por la cultura, que se ha derivado filogenéticamante de la función reproductiva, pero que es ejercida en primer lugar, de modo placentero o lúdico (función erótica) y, secundariamente, de modo reproductor, mediante el uso de zonas corporales u órganos de especial sensibilidad.» En su libro «Miedo al sexo», el autor afirma sobre el mismo tema: «Sexo 304 viene de la palabra latina «secare» que quiere decir disecar, separar; y es apenas obvio que sólo podemos separar lo que es diferente. Por analogía podemos decir que sexo es diferencia y por lo tanto, nos dividimos entre hombres y mujeres, varones y hembras, por nuestra desigualdad genital. Este hecho puramente biológico no tendría mayor importancia pues, entendida la sexualidad como una función, cada género tendría su anatomía y fisiología propias en cuanto a su finalidad reproductiva. El problema comienza cuando a partir de la disparidad física, la sociedad determinó los roles para cada uno de los géneros con la innegable discriminación de la mujer. Ahora bien, para la ciencia la sexualidad es una serie de comportamientos, que si bien se originan en el sistema nervioso central, son reglamentados culturalmente para poder expresar de una manera socialmete aceptable lo que le queda al animal humano del instinto de reproducción. Dicho de otra manera, en el hombre no se sigue el mismo proceso instintivo que se observa en los animales, pues merced a la evolución la instintividad en el ser humano se transforma en un afecto, en una emoción, en una pasión: EL AMOR, que le permite a la sociedad encauzar la sexualidad de los hombres de acuerdo con sus criterios.» Germán Ortiz, médico sexólogo, se refiere de la siguiente manera a la sexualidad: «La sexualidad de los seres humanos es como la inteligencia, fruto del proceso de hominización, y por eso constituye una característica que los distingue del resto de las especies vivientes. El hombre es el único mamífero erótico del planeta. La sexualidad, como la mayor parte de los comportamientos del ser humano, es el resultado de una combiRev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. Educación sexual nación de factores innatos y adquiridos. Los primeros, es decir los filogénicos, constituyen fundamentalmente una capacidad que debe ser desarrollada mediante el aprendizaje en el medio cultural en que se encuentra inmersa la persona, lo cual da como resultado la diversidad de conductas sexuales y las diferencias entre individuos aun de la misma cultura. En el ser humano la sexualidad trasciende de lo reproductivo y por ello la función sexual, es decir, el ejercicio del placer erótico, se constituye en una función independiente de la reproductiva.» SENSUALIDAD El diccionario de la Real Academia de la Lengua define SENSUALIDAD como «afición excesiva a los deleites de los sentidos». Esta definición por sí sola acusa un cierto sentido de rechazo ya que sutilmente muestra el repudio al placer en general, y al sexual en particular. Esta concepción corresponde al viejo sistema de valores sexuales de nuestra cultura, que como ya lo hemos señalado en otras ocasiones, se ha mostrado esquiva y reticente frente al placer sexual. De acuerdo con nuestro criterio, si bien es cierto que la sensualidad entendida como la propensión al placer que ofrecen los sentidos -y en especial el tacto (la piel y las mucosas)- es parte fundamental de la sexualidad, no debe confundirse con ésta, pues la sexualidad desborda ampliamente a la pura sensualidad en la medida en que el hombre es algo más que el placer por el placer en sí mismo. El hombre es un ser que se relaciona, que ama, que construye y que tiene un cierto sentido de ser en el mundo. Si bien sensualidad y sexualidad son parientes cercanos, en cuanto a su significado, no podemos entenderlas como palabras sinónimas que definan el mismo concepto. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. EROTISMO Después de haber leído y escuchado numerosas propuestas acerca de lo que se entiende por erotismo, hemos escogido como la mejor la que nos ofrece el poeta y ensayista Octavio Paz en su libro «La llama doble»: «El erotismo es exclusivamente humano puesto que corresponde a la sexualidad socializada y transfigurada por la imaginación y la voluntad de los hombres. La primera nota que diferencia la sexualidad del erotismo es la infinita variedad de formas en que se manifiesta en todas las épocas, en todas las tierras. El erotismo es invención, variación incesante; el sexo es siempre el mismo. Sexo, erotismo y amor son aspectos del mismo fenómeno, manifestaciones de lo que llamamos vida; el más antiguo de los tres, el más amplio y básico es el sexo, es la fuente esencial; el erotismo y el amor son formas derivadas del instinto sexual, cristalizaciones, sublimaciones, perversiones, psicosensaciones que transforman a la sexualidad y la vuelven muchas veces inconocible. Así pues es evidente que tenemos que distinguir el amor propiamente dicho del erotismo y de la sexualidad. Hay una relación tan íntima entre ellos que con frecuencia se los confunde.» Para Octavio Paz la sexualidad -desde un punto de vista biológico- es la raiz de un árbol, el erotismo su tallo y el amor la flor ....«y el fruto, los frutos del amor son intangibles. Este es uno de sus enigmas.» AMOR Hablar del amor desde el punto de vista psicológico, es decir desde una aproximación científica, es casi imposible; de ahí que quienes nos pueden enseñar, realmente, del tema son los poetas, los escritores o los 305 Guerrero Pedro amantes; es decir, los que han vivido intensamente la pasión amorosa. Creemos necesario hacer algunas observaciones acerca de este fenómeno. Como ya lo anotamos, en el proceso evolutivo que trasformó al ser prehumano en homo sapiens, la especie perdió sus instintos -en el sentido que la biología asigna al término -y fueron sustituidos por los afectos, las emociones, los sentimientos y las pasiones, entre los cuales, y primordialmente, se encuentra el amor, amor sexualizado, amor erotizado. En la base de nuestro cerebro existen unas áreas específicas (hipotálamo, amígdala, circuito límbico) en donde se originan las emociones - que de alguna manera recuerdan los instintos de los mamíferos superiores- que van a determinar ciertas conductas comunes a la especie humana a través de todos los tiempos y en todas las culturas. El ser humana es un ser social y por lo tanto recibe la influencia de la cultura mediante la acción de la familia y de la escuela, primero, y ahora de los medios masivos de comunicación, influjo que irá moldeando las conductas, merced a la interiorización de las pautas que asume una determinada civilización. Dicho de otra manera, la sexualidad humana, si bien se origina en lo biológico, está determinada por factores culturales que siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. La filosofía clásica griega dividió el sentimiento amoroso en tres clases: en primer lugar habló del ágape que posteriormente los cristianos convirtieron en caridad; en segundo lugar definió el amor-amistad, o philos, que se supone desexualizado; y en tercer lugar determinó el eros, es decir, la pasión sexo-sentimental. 306 Luego de las formas de amor erótico propias del esclavismo, este sentimiento se transformó con los cambios sociopolíticos desde la Edad Media hasta nuestros días. A partir del siglo XII se inició un nuevo modelo amoroso diferente al medieval, conocido como amor cortés, amor desdichado e imposible que, a pesar de ser extraconyugal, es el paradigma de la pureza y de la lealtad entre los amantes. Este tipo de amor se extendió hasta después del Renacimiento, cuando poco a poco se fue convirtiendo, con el desarrollo de la nueva clase burguesa, en el amor romántico de nuestra época. MATRIMONIO - PAREJA La palabra matrimonio viene del latín matrimonium, que para los linguistas modernos deriva de maritus, marido, y ésta a su vez de mars, maris, macho. El diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como «unión de hombre y mujer concertada de por vida, mediante determinados ritos o formalidades legales.» Sin embargo, esta definición no explica las características propias del enlace conyugal como serían la vida sexual en común, la procreación y la crianza de la prole, lo que le da a esta institución social un tinte fundamentalmente económico, a pesar de los propósitos sexo-sentimentales que empujan a los enamorados a contraer matrimonio. El connubio por amor es una invención relativamente reciente. En realidad es hijo legítimo de la Revolución Francesa y corresponde al modelo de amor romántico que ya mencionamos. Pero esto no ha sido siempre así; si aceptamos las teorías evolutivas de los antropólogos, tenemos que aceptar que la forma del matrimonio ha variado de acuerdo con el Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. Educación sexual desarrollo social. Según Morgan, en los comienzos de la humanidad éste se realizaba por grupos; en un estadio primitivo imperaba en el seno de la tribu el comercio sexual promiscuo, de modo que cada mujer pertenecía igualmente a todos los hombres y cada hombre a todas las mujeres, la descendencia seguía, naturalmente, la línea materna. Así desde el matrimonio y la familia consanguíneos la evolución social fue modificando la relación conyugal y familiar, desde el salvajismo y la barbarie hasta los inicios de la civilización, cuando aparecen el matrimonio y la familia patriarcales. Resumiendo, podemos decir que durante este largo periodo existieron tres formas de matrimonio: durante el salvajismo, el matrimonio por grupos; a la barbarie corresponde el matrimonio sindiásmico, y con la civilización aparece la monogamia con sus contradicciones naturales, tales como el adulterio, los celos y la prostitución. Llevamos pues, tres mil años de monogamia y familia patriarcal, y dos mil de matrimonio cristiano, caracterizado por la indisolubilidad del vínculo y por una reglamentación muy extricta en lo que se refiere a la monogamia, la exclusividad, la heterosexualidad y la obligación reproductiva de la pareja. Por su larga permanencia histórica este fenómeno crea en el observador desprevenido la ilusión de que se trata de un hecho biológico y como tal inmutable y absolutamente necesario para el bienestar de los hombres, cuando no es más que una obra social de fácil explicación. Es así como la gente continúa uniéndose en pareja sin que interese el nexo elegido pues, en esencia, la estructura y la dinámica de todos los «matrimonios» son iguales; es decir que inevitablemente el hombre asume su papel de Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. esposo y la mujer el de esposa y dramatizan, sin darse cuenta, el guión escrito por la cultura. EDUCACION En cuanto al concepto de educar, independientemente de cualquier disquisición pedagógica o metodológica, queremos tan solo decir que entendemos por educar el acto de conducir o dirigir a nuestros discípulos, y de alguna manera, como en la vieja propedéutica, iniciarlos en el arte o en la ciencia. Entonces, cuando hablamos de educación sexual, tendremos que aceptar que acompañaremos a los niños y a los jóvenes hacia el encuentro de una sexualidad gratificante en un escenario de libertad y responsabilidad. EDUCACION SEXUAL: EL PASADO Creemos que la educación sexual en Colombia se divide en dos grandes épocas: antes del Proyecto Nacional de Educación Sexual del Ministerio de Educación Nacional y después de éste. Reconocida esta frontera, parece pertinente hacer una breve mención acerca del origen de nuestra cultura en lo que hace relación con el erotismo. Si bien es cierto que somos latinoamericanos, triétnicos en nuestros orígenes, la sabiduría de los pueblos aborígenes, así como la de los esclavos negros, fue remplazada durante los siglos de colonización española por la ideología de los conquistadores europeos, conservándose de los primeros habitantes de América y de los africanos, tan sólo aquellos elementos culturales que pudieron asimilarse a la cosmovisión de los cristianos. Así, nos tocó en suerte la transculturación por parte de un imperio de 307 Guerrero Pedro escaso desarrollo industrial y recalcitrante en materia religiosa. Sinembargo, que debemos tener en cuenta, el hecho de que España también recibió la influencia del Renacimiento que permitió, por algún tiempo, la expresión escandalosa de la sexualidad. En nuestro caso recordemos, la mención que se hace en «El Carnero» de los tórridos amores de Inés de Hinojosa, tema que dio origen a la novela de Próspero Morales, «Los pecados de Doña Inés de Hinojosa». A la llegada de los españoles a estas tierras, las tribus aborígenes mostraban un alto grado de desarrollo social, y si bien es cierto que condenaban algunos hechos como el homosexualismo y «robar la mujer del prójimo», en general, eran mucho más tolerantes, eróticamente hablando, que los conquistadores. Entre los habitantes del nuevo mundo no se encontraba -por ejemplo- el valor de la virginidad que constituía la virtud máxima de la mujer española, y sus dioses manifestaban una sexualidad exuberante como ocurría en el olimpo greco-romano. Así las cosas, ingresamos desde el siglo XVI a Occidente, tal vez como sujetos de segunda clase, pero de todas maneras occidentales y dentro de un ordenamiento jurídico-sexual de evidente linaje religioso. Acerca de la transculturación sexual de América por parte de Europa, debemos recordar lo que señalaba Foucault en su obra «Historia de la sexualidad, La voluntad de saber»: «¿Cómo se ha producido históricamente la verdad del sexo? El primer método ha sido el de las sociedades que han creado un arte erótico, en donde la verdad se extrae del placer mismo y se asume como experiencia. El segundo ha sido el de nuestra sociedad que ha creado una ciencia 308 sexual, que desarrolla un método que en lo esencial se ordena en una forma del poder-saber, rigurosamente opuesto al arte de la iniciación y al secreto magistral.» Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que a partir de la conquista española y hasta la expedición de la resolución 03353 de Julio de 1993 por parte del Ministerio de Educación Nacional, la educación sexual de los colombianos corrió por cuenta de la Iglesia Católica, cátedra originada en el episcopado, dictada desde los púlpitos y repetida obligatoriamente en todos los establecimientos educativos del país. Ha sido tal el poder del magisterio de la Iglesia, que la ciencia médica y la psicología modernas al asumir el concepto de normalidad y anormalidad en relación con la sexualidad, no hicieron cosa diferente a convertir el pecado en anormalidad psicológica o en perversión sexual; tal el caso de la homosexualidad condenada por la moral bíblica como «pecado contra natura», considerada por la medicina psiquiátrica hasta hace muy poco (1974) como un transtorno mental, y entendida por la jurisprudencia como un delito sancionado con prisión. (En Colombia hasta la reforma del código penal en 1980). A comienzos de los años cincuenta, época en la cual cursábamos nuestra educación secundaria, el texto de «Anatomía, Fisiología e Higiene», exigido en los colegios para el aprendizaje de esta materia, era el del médico cubano Mario E. Dihigo. En la lección XLIII, «Aparato reproductor y reproducción», dice: «La reproducción es la función mediante la cual los seres vivos se multiplican y dan origen a otros seres semejantes a ellos. El aparato reproductor masculino, se compone esencialmente de dos órRev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. Educación sexual ganos glandulares ovoides, llamados testículos, que se encuentran situados por fuera y por debajo del abdomen en una bolsa formada por la piel, llamada escroto.» Más adelante se lee: «El aparato reproductor femenino se llama también aparato genital femenino. Sus órganos esenciales son los ovarios. Los ovarios son los órganos formadores de los óvulos. Cuando el óvulo se desprende de los ovarios cae en unos conductos llamados trompas de Falopio que lo llevan al útero. El útero, llamado también matriz, es un órgano musculoso y hueco situado entre el recto y la vejiga. La matriz se comunica con el exterior por un conducto llamado vagina.» En el libro del Dr. Dihigo no se menciona el pene, la vulva, ni el clítoris, y muchísimo menos se hace referencia al coito, pues la sexualidad, dentro de esta visión religiosa, se limitaba, mágicamente, al servicio exclusivo de la conservación de la especie. Han pasado más de cuarenta años desde cuando los estudiantes de cuarto año de bachillerato, nos devanábamos los sesos tratando de adivinar cómo diablos se encontraban el óvulo y los espermatozoides. Teníamos entonces trece o catorce años; y atando cabos, tampoco entendíamos qué era lo que en realidad sucedía, cuando luego del apasionado beso de los protagonistas de las películas de amor del Holliwood de los años cincuenta, la cámara se desplazaba de los enamorados hasta tomar en un primer plano la chimenea crujiente de la estancia, o el cielo tachonado de estrellas, si la escena amorosa se realizaba a la orilla del mar. Tal nuestra inocente adolescencia . Pero si esto sucedía en los colegios de bachillerato, guardadas proporciones, la situación en la universidad Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. no era muy diferente. El silencio en relación con la sexualidad era casi universal. Nuestros estudiantes de medicina recibían la misma educación escolástica del bachillerato; la sexología que conocían a través de las cátedras de ginecología, urología y psiquiatría tampoco mencionaba los aspectos eróticos de la sexualidad. Sólo se estudiaba la reproducción y la patogía que se asentaba en los órganos genitales. Se hablaba de las enfermedades venéreas con acento terrorista y se desconocía por completo la terapeútica para las disfunciones sexuales. La concepción de la mujer y de la familia que impartían estas cátedras correspondía a la vieja ideología patriarcal. Siguiendo este orden de ideas, Gregorio Marañón en su obra «Ginecología endocrina» escribio: «La personalidad femenina es amorfa, inestable, ambivalente y de alma contradictoria.» En cuanto al trabajo femenino, en la España de aquellos tiempos, el Dr. Carlos Colmeiro en «Orto y ocaso del feminismo» afirma: «Desde el punto de vista médico, creemos que el trabajo asalariado de la mujer, lejos de ser, como algunos pretenden, un índice de un elevado nivel de civilización, es realmente la demostración de una nociva servidumbre que nos impone la deficiente organización de nuestras sociedades. La posibilidad de que la mujer trabaje debe de quedar limitada a aquellas que no han de cumplir con la función maternal que, en sentido biológico, es la más importante que pueden desempeñar». No es sorprendente que con la enorme influencia cultural de España pensáramos de esta manera durante los años cuarenta y cincuenta; pero sí nos inquieta un poco el hecho de que hace tan sólo cinco años la Academia Nacional de Medicina premió el tra309 Guerrero Pedro bajo de un pediatra manizaleño, que no hace más que repetir los viejos conceptos machistas en relación con el trabajo de la mujer por fuera del hogar. En este ensayo se culpabiliza a las mujeres que trabajan y se intenta demostrar que las mujeres, por el bien de sus hijos, no deben apartarse de ellos mientras dure la crianza. A mediados de los años sesentas, a la par del inolvidable movimiento liberacionista que los caracterizó, se despertó en Colombia un interés científico por el estudio de la población, que por aquellos años crecía de manera alarmante; fue así como nacieron las primeras organizaciones no gubernamentales que lideraron el estudio científico de la sexualidad y de la demografía. Nos referimos a PROFAMILIA y a ACEP, Asociación Colombiana para el Estudio de la Población. Recordamos, desde luego, los ingentes esfuerzos de ASCOFAME (Asociación Colombiana de Facultades de medicina), en el mismo sentido. Años más tarde se fundó CRESALC y se iniciaron las cátedras de sexualidad en las facultades de medicina de las universidades de Caldas y del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Este seria el momento de rendir un homenaje a los pioneros. En primer lugar, y aunque no lo conocimos personalmente, debemos mencionar al Dr. Rodríguez Aranza, médico cirujano de la facultad de medicina de París y especializado en reflexología pavloviana en la URSS, antes de la segunda guerra mundial. Rodríguez Aranza fue el primer médico colombiano que se dedicó, entre nosotros, al tratamiento de las disfunciones sexuales masculinas, y fundó la primera clínica sexológica, que incluía la pareja sustituta, muchos años antes de que se publicaran los trabajos de Masters y 310 Johnson. Sus esfuerzos, sin embargo, no fueron comprendidos ni por la sociedad de la época ni por sus propios colegas. Dos personas, a nuestro parecer, deben encabezar la lista de los pioneros de la educación sexual en Colombia. Inicialmente destacamos la labor formidable de Cecilia Cardinal de Martín, médica ginecóloga egresada de la Universidad Nacional de Colombia, quien ha dedicado su actividad profesional al estudio y a la enseñanza de la sexualidad humana. Fundadora de CRESALC y de la cátedra de sexualidad en la facultad de medicina de la Universidad del Rosario, Cecilia aún se desempeña exitosamente como educadora y terapéuta sexual. El otro maestro es el Dr. Helí Alzate, recientemente fallecido, fundador de la cátedra de sexualidad en la facultad de medicina de la Universidad de Caldas. Más adelante aparecen en el firmamento de la educación sexual El Dr. Alonso Acuña Cañas, médico urólogo de la Universidad Nacional, fundador de la Sociedad Bogotana de Sexualidad y de la Unidad de psicoterapia y sexualidad humana, autor de varios libros sobre el tema y de innumerables artículos científicos; y el Dr. Germán Ortiz Umaña, médico egresado de la Universidad Nacional, quien después de trabajar en la división de población de ASCOFAME, viajó a Europa y a los Estados Unidos, en donde realizó estudios de especialización en sexología. Cabe mencionar en esta lista de pioneros a los grupos de Cali y de Medellín. El primero liderado por los Drs. Octavio Giraldo, Nelsy Bonilla y María Lady Londoño; y el segundo por los Drs. Guillermo González Guillespi, Alejandro Gómez y Marta Cecilia Echeverry. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. Educación sexual Por los años setentas se inició la cátedra de comportamiento y salud para los estudiantes de noveno y décimo grados. Al respecto debemos anotar que el material que se ofrecía a los alumnos en lo atinente a la sexualidad continuaba la misma mirada tradicional y represiva. Se desconocía la sexualidad del niño y del adolescente en la medida en que las lecciones tenían la finalidad de preparar a los jóvenes para su futuro matrimonio cristiano. Se continuaba desconociendo la función erótica de la sexualidad y se satanizaba con las enfermedades venéreas su ejercicio por fuera de la institución matrimonial. El currículum oculto continuaba su acción deformadora sin que la mayoría de los maestros se diera cuenta de ello. Silencios, espacios que nos separaban; miradas críticas y actitudes hostiles; uniformes y peinados; reproches y prohibiciones; gestos y juegos; reglamentos y manuales... textos y discursos ... Cúantos jóvenes de aquellos años, hoy padres y madres de familia, recordarán con nosotros aquellos versos de Rubén Darío del poema «Cantos de vida y esperanza» que dicen así: «Yo supe de dolor desde mi infancia, /mi juventud ... fue juventud la mía?/sus rosas aún me dejan la fragancia.../ una fragancia de melancolía..» Mientras todo esto ocurría en la escuela, de un lado, las ONG comenzaban su tarea de educación sexual superando toda clase de dificultades, y por el otro, la televisión se consolidaba como la primerísima formadora del erotismo de los colombianos a través de sus telenovelas y dramatizados. Comenzaba la década de los ochenta. Recordaremos con nostalgia y alegría las décadas de los sesenta y Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. setenta con sus locuras y sus utopías; cuando soñábamos con un mundo mejor para todos con la imaginación al poder y en donde estuviese prohibido prohibir; cuando creimos tener dominadas las enfermedades de transmisión sexual y dábamos por hecho que con el ingreso de la mujer a la universidad y al trabajo, luego de controlar eficazmente la fecundidad, conoceríamos una nueva manera de amar, por fuera del romanticismo posesivo y exclusivo. Por el contrario recordaremos con tristeza estos años ochenta que se prolongan hasta nuestros días. Son los tiempos del SIDA que surge como amenaza a nuestras ilusiones de amor y de libertad. Son los días del regreso a la intransigencia, a la intolerancia y a la violencia, años de replanteamientos y de nuevos retos para quienes seguimos creyendo que la propuesta del hombre nuevo aun tiene plena vigencia. EL PRESENTE Cuando Lucila Díaz realizó su memorable clase de educación sexual en su escuelita rural de Ventaquemada (Boyacá), comenzó una nueva etapa de la educación sexual en Colombia. Un evento al parecer intrascendente como fue aquella clase, se convirtió y valga el símil- en el "florero de Llorente" que permitió el nacimiento del Proyecto Nacional de Educación Sexual. Para quienes no conocen esta pequeña- gran historia que parece extraida de lo mejor del realismo mágico del Caribe, nos permitimos hacer una breve sinopsis. Debido a su intervención pedagógica, Lucila Díaz fue acusada por sus vecinos boyacenses de «perversa sexual»; la queja de los campesinos fue acogida por las autoridades 311 Guerrero Pedro educativas del Departamento de Boyacá y ratificada por las instancias pertinentes del Ministerio de Educación Nacional. Lucila Díaz apeló inútilmente, y fue entonces cuando instauró una acción de tutela con el fin de ser reintegrada a su trabajo. Su caso llegó hasta la Corte Constitucional cuyo fallo del 2 de julio de 1992, resolvió solicitar al Ministerio de Educación Nacional «adelantar la educación sexual de los educandos en los diferentes centros educativos del país, tanto del sector público como del privado». Así las cosas, fuimos llamados por la entonces Ministra de Educación, Maruja Pachón, con el fin de encargarnos de la coordinación del naciente proyecto. Diez años atrás habíamos escrito en un ensayo sobre el tema lo siguiente: «Teóricamente podemos pensar que hay que integrar la educación sexual a todo el contexto educativo, aceptando como cierto que sólo debemos decir la verdad, desdibujando toda la mitología creada alrededor del sexo. Sin embargo, si aceptamos el estudio de la sexualidad en los aspectos biológicos y psicosociales, sería muy fácil asumir la verdad en cuanto al primer tema; ¿pero qué hacer en relación con los del segundo? ¿En dónde encontraríamos la verdad? ¿Debemos continuar enseñando los viejos juicios religiosos que han dirigido hasta hoy nuestra conducta sexual, o iniciamos la búsqueda de una nueva moral, y cúal sería ésta? y ¿al adoptar nociones diferentes a las convencionales, no correríamos el riesgo de violentar la ideología de ciertos sectores de la población, que alegarían que solamente los padres de familia pueden definir la educación de sus hijos, de acuerdo con su conciencia? ¿No sería factible, de acuerdo con este mis312 mo razonamiento, que la Iglesia Católica se opusiera a las nuevas ideas contrarias con su doctrina, alegando con razón discutible que la educación en Colombia debe regirse por las normas concordatorias vigentes?». Era pues el momento de hacer realidad lo que durante tantos años habíamos pensado. Era un reto al que no podíamos negarnos . Nuestro empeño inicial fue el de traducir en términos pedagógicos la resolución 03353 de julio de 1993, con el fin de articular al currículo el proyecto de educación sexual. Es de señalar que, desde el punto de vista teórico, no nos encasillamos en ninguna escuela y pensamos la propuesta en un sentido ecléctico, en el mejor de sus significados. Este trabajo fue presentado a la opinión nacional mediante una separata que se publicó el 3 de diciembre de 1993 en los principales diarios del país. Hoy tenemos que reconocer, sin ninguna modestia, que el eslogan «LA EDUCACION SEXUAL ES PARA LA VIDA Y EL AMOR», así como el logotipo del proyecto, basado en la equidad de género, fueron un verdadero acierto publicitario. A comienzos de1994, entendíamos perfectamente que nuestra fortaleza residía en el ordenamiento legal pues el 8 febrero de 1994 se sancionó la Ley 115, cuyo artículo 14, ordena que «En todos los establecimientos oficiales o privados que ofrezcan educación formal es obligatorio en los niveles de la educación preescolar, básica y media, cumplir con la educación sexual, impartida en cada caso de acuerdo con las necesidades psíquicas, físicas y afectivas de los educandos, según su edad.» Pero esta fortaleza no fue suficiente para enfrentar a los enemigos del proyecto. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. Educación sexual Por esa época un grupo de laicos liderado por un sacerdote jesuita nos declaró la guerra y se dio comienzo a una tenaz, malintencionada y calumniosa campaña en contra de la educación sexual oficial. Meses más tarde apareció una edición especial de «Tradición, Familia y Propiedad titulada: «Pedagogía corruptora en las escuelas». Su diatriba comenzaba así: «El proyecto de educación sexual fuera de pretender transformar el comportamiento sexual del niño, busca demoler las estructuras religiosas y sociales del país. Tampoco se disimula el odio a la religión católica por su oposición al aborto». Casi al mismo tiempo se repartió profusamente en las iglesias católicas de Bogotá un panfleto firmado por el «Movimiento Solidaridad Iberoamericana» que, entre otras barbaridades, decía: «Cuando el plan (del Ministerio) habla de tolerancia se refiere a que el niño acepte como normal el homosexualismo, el sadomasoquismo, el lesbianismo, la pedofilia, la zoofilia, e incluso se induce a los niños a practicar tales aberraciones. Cuando el plan habla de creatividad, se refiere a que los jóvenes busquen la obtención de placer sexual por todos los orificios posibles y de todas las formas.» En un principio no les dimos mayor importancia a estas calumnias, pero nos quedaba un mal sabor en cuanto que la Jerarquía Católica guardaba silencio al respecto y no había oficializado su posición frente al Proyecto Nacional de Educación Sexual. Meses más tarde apareció un documento de la Conferencia Episcopal de Colombia, títulado « La educación en la sexualidad. Elementos para el estudio y la reflexión pastoral.» Las conclusiones del escrito de la Iglesia Católica, en general, fueron favorables Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998. al proyecto, en especial en lo relacionado con la participación de los padres de familia y la metodología expuesta, pero el Episcopado se mostró en total desacuerdo con la propuesta ética arguyendo que «La directiva sobre ética de la educación sexual es prácticamente inaceptable para la Iglesia. La mayor crítica que hay que hacerle al Proyecto es la que tiene que ver con su propuesta ética y con la intencional e intencionada prescindencia de hacer referencia a la relación entre valores espirituales y religiosos en la educación sexual.» Muchos se preguntarán por qué le hemos dado tanta importancia en este recuento a las relaciones del Proyecto con la Iglesia Católica. Tenemos que reconocer, en primer lugar, su inmenso poder de convocatoria y dirección espiritual para una gran mayoría de colombianos; y en segundo lugar, somos concientes de que tradicionalmente la Iglesia ha sido la rectora del magisterio en Colombia. A pesar del espíritu de la nueva Constitución de 1991, es imposible desconocer tales realidades, y por lo tanto debiamos de manejar con absoluta claridad y respeto nuestras relaciones con la Iglesia, descalificando para bien de todos su arrogancia magistral. Con el cambio de administración, a partir del siete de agosto del 94, nuestra fortaleza política desapareció. De ser un proyecto autónomo que dependía del despacho ministerial, pasamos a hacer parte de un Viceministerio de la Juventud, de reciente creación; se disminuyó sustancialmente nuestro presupuesto y se detuvo el desarrollo previsto. A mediados del mes de mayo de 1995 el periódico «El Tiempo», de Bogotá, solicitó el aval del Ministerio de Educación para un material que 313 Guerrero Pedro con el nombre de «El libro de la sexualidad» estaba a punto de publicar en forma de fascículos semanales. El coordinador nacional se encargó personalmente de analizarlo y su opinión fue muy favorable, puesto que el trabajo realizado por expertos de la Universidad Complutense de Madrid se adecuaba en todos los aspectos a la filosofia del Proyecto Nacional de Educación Sexual. De otra parte, éramos concientes de que semanalmente llegaría a 300.000 lectores de un material serio y de gran utilidad para el desarrollo de los proyectos regionales e institucionles de educación sexual en todo el territorio nacional. El concepto del coordinador, en relación con el «libro de la sexualidad», fue aceptado por la Viceministra de la Juventud, y ese despacho le otorgó la garantía correspondiente. El primer fascículo se publicó el martes 15 de agosto de 1995, en cuya carátula se veía una pareja joven besándose en la boca, y se leía un Titular bastante sugestivo:«La Conquista del Placer». Días después apareció una carta dirigida al defensor de los lectores del diario «El Tiempo», mediante la cual el senador conservador Carlos Corssi Otálora protestaba contra la mencionada publicación y su aval ministerial. Al poco tiempo, durante una reunión celebrada en el Palacio de Nariño en donde se trató el asunto, el senador Corssi reconoció públicamente que había gestionado personalmente ante el Presidente de la República, el retiro del coordinador nacional del Proyecto de Educación Sexual del Ministerio de Educación, como de hecho ocurrió. EL FUTURO La propuesta Ministerial en relación con la educación sexual, a pesar de 314 sus dificultades, ha tenido un gran poder de convocatoria, ha movilizado al país alrededor del tema y ha generado una interesante controversia entre los agentes de la educación. El proyecto ha recibido los mejores comentarios internacionales, y se afirma como el primero en América Latina, después de la experiencia cubana. En la actualidad existen varios postgrados en educación sexual, entre los cuales tenemos que destacar el de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas -programa regional y el de la UIS (Universidad Industrial de Santander), y trabajan en sus respectivos colegios cerca de tres mil especialistas, los unos egresados de los mencionados posgrados, y los otros capacitados por el Ministerio de Educacion. Sin embargo es de vital importancia que esta cartera, retome como una de sus prioridades el Proyecto de Educación Sexual practicamente abandonado durante la administración Samper. Conviene anotar aquí que la Sociedad Colombiana de Sexología se fortalece cada día más como lo podemos observar en sus congresos, seminarios y publicaciones. Además es muy satisfactorio para nosotros, como médicos, la creación de un Comité de Sexualidad Humana por parte de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, lo cual nos ha permitido participar en este XXXVIII Congreso Nacional. A pesar de las dificultades la educación sexual en Colombia ha generado su propia dinámica, y salvo extraños y torcidos designios políticos, nada nos impedirá llevar a cabo nuestra propuesta pedagógica «para la vida y el amor», que ayudará a encontrar un futuro más justo y amable para todos los colombianos. Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 4, 1998.