Memoria Viva: Historias de mujeres afrodescendientes del Cono Sur Fuente: World Atlas [1] Memoria Viva: Historias de mujeres afrodescendientes del Cono Sur Compilado por Danielle Brown Edición Begonia Vega G. Roció de Antares Rosella Alonso Frau Transcripción de entrevistas Gastón Almeydra Fiorella Casarino Linardi y Risso Montevideo, 2013 Auspiciado por la Embajada de los Estados Unidos de América en Montevideo !de esta edición !2013 Linardi y Risso Juan Carlos Gómez 1435 Montevideo / Uruguay Tel.: (598) 2915 7129 libros@linardiyrisso.com ISBN: 978-9974-675-65-0 1ª ed. Tirada: 500 ejemplares Título: Memoria viva: historias de mujeres afrodescendientes del Cono Sur Motivo de cubierta: Mujeres integrantes del Coro Afrogama, Alex Espinosa Impreso en Uruguay—Printed in Uruguay. Prohibida la reproducción parcial o total de la presente obra sin la autorización expresa y por escrito del editor. La elaboración de esta publicación está auspiciada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América. Las opiniones, conclusiones y resultados incluidos son de las autoras y no necesariamente reflejan los del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América. Palabras Preliminares Memoria viva: historias de mujeres afrodescendientes del Cono Sur es una investigación-intervención colaborativa que intenta captar el pensamiento y acción que han tomadas las mujeres afrodescendientes contemporáneas en la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay sobre sus realidades. Las reflexiones escritas y testimonios orales incluidos en esa colección son parte de un movimiento por el reconocimiento e inclusión social de una generación de mujeres guerreras, activistas, e artistas afrodescendientes en los países hispanohablantes del Cono Sur. Las historias compartidas en esta colección son parte de un proceso particular de autoreflexión, centrándose en las mismas mujeres como colaboradoras, dado que son las personas más adecuadas, por su experiencia de vida, en identificar y comunicar sus propias realidades, necesidades y pensamientos. No se trata solamente de problemas teóricos ni de cuestiones que sean de interés exclusivamente académicos sino que se basa en el conocimiento y pensamiento de las mujeres afrodescendientes de la región que habían tomado la palabra escrita y oral como herramienta poderosa con el potencial de ‘dar voz a los sin voz en un contexto que discrimina, margina y [las] mantiene en la base de las sociedades latinoamericanas actuales.’ 1 Se reflejan una conciencia que se supera las formas de desigualdad que aún hoy persisten, atravesadas por las discriminaciones de raza y género que son el resultado de un proceso excluyente. 2 Esas narrativas son transmitidas por las bisnietas y descendientes de mujeres que supervivieron la esclavitud y lograron su libertad, mujeres afrodescendientes que lucharon en las revoluciones libertarias en la región y que lamentablemente han sido borradas de la historia. En esta compilación, madres e hijas son emblemas de sacrificio, sabiduría y supervivencia. Ellas son la abuela de Mónica Ferraro Duarte, empleada domestica quien por cuestiones económicas estuvo compelida a dar a sus hijos en crianza a familiares de su patrona, sacrificio común entre las mujeres afrodescendientes en las zonas rurales de Tacuarembó, Uruguay a los principios del siglo XX. Estas luchadoras son Guillermina Flores Corvacho, bisnieta de una mujer afrochilena esclavizada a mediados del siglo XIX. Al reconocer la importancia de dar testimonio a la historia oculta que muchas veces existe dentro de la propia familia de uno, se dice “si uno lleva la sangre de negro y se sabe que alguno de sus descendientes han sido 1 Barr, Shirley Campbell. “Asumiendo responsabilidad por la palabra,” Las Mujeres afrodescendientes y la cultura latinoamericana: identidad y desarrollo. Montevideo: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 2009: 40 2 Ramírez, Beatriz Abella. Presentación, Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad. Montevideo: Departamento de las Mujeres Afrodescendientes, Instituto Nacional de las Mujeres, Ministerio de Desarrollo Social 2011: 2 [5] esclavos, ¿por qué uno se va a humillar o tratar de ocultar que es descendiente de esclavo? Eso lo lleva uno en la sangre.” También, son Araceli y Dolly Medina, quienes descubrieron el orgullo de ser e identificarse como afroparaguayas a través de los bailes ancestrales de su comunidad, Kamba Cua. Esas modelos de resistencia y documentalistas de la memoria colectiva y herencia africana son Beatriz Santos Arrascaeta, Cristina Rodríguez Cabral y Graciela Leguizamón de Uruguay, también son Silvia Mónico Posadas y Lucia Dominga Molina en Argentina. La fortaleza y los esfuerzos de estas mujeres se dan testimonio de los diversos modos en que las mujeres afrodescendientes han luchado para mantener viva su cultura y lograr el reconocimiento e inclusión de los pueblos afrodescendientes ante las sociedades del Cono Sur. Por ello, esta colección no pretende más que servir como modesta contribución a la salvaguardia y difusión de las vivencias y memoria colectiva de ellas. A través de los siguientes textos y testimonios orales se invita a conocer sus realidades y familiarizarse con su intensa lucha. Danielle Brown Los Ángeles, California, EE.UU [6] Agradecimientos Este libro es la culminación de tres años de investigación y trabajo de campo y no hubiera sido posible sin el ánimo y apoyo de instituciones y personas comprometidas a esta temática durante los momentos cruciales de su confección. Primero, me gustaría expresar mi profundo agradecimiento a la Comisión Fulbright de Montevideo por brindarme la oportunidad de instalarme en Uruguay para realizar el proyecto que dio fruto a esta publicación. También, quiero expresar mi agradecimiento a la Embajada de los Estados Unidos de América en Montevideo por expresar su compromiso a esta temática a través de su auspicio a esta publicación y el apoyo que he recibido de sus contrapartes: las Embajadas de los Estados Unidos de América en Asunción y Buenos Aires; el American Corner en Arica, Chile; Cuerpo de Paz en Paraguay; y la Unidad de Inclusión Social y Racial del Departamento del Estado de los Estados Unidos de América. Muchas gracias a mis padres y aquellas personas que ofrecieron su consejo y guiaron este proyecto: Rosella Alonso Frau, Jacqueline Martínez, Andrés Pampillón, Sofia Pablo-Hoshino, Laura McGinnis, Kim Loraine Castillo, Laura McNeil, Edith Vásquez, Leticia Diaz-Perez, John Farrell, Susan Bridenstine, Adela Duran y Patricia Vargas. Reconozco especialmente la labor sacrificada de Gaston Almeydra y Fiolino Casalino de transcribir las entrevistas y Begonia Vega y G. Roció de Antares por su apoyo en la revisión del libro. En el proceso de compilar este libro tuve el honor de conocer y relacionarme con personas inspiradoras de todas las Américas que hoy están vinculadas a esta iniciativa. Reconozco especialmente Booker y Sarita White y aquellas personas que formaron parte de la campaña Sos Parte, lo cual hizo posible realizar un trabajo de campo extensivo en los sitios visitados en la región. Estoy profundamente agradecida por el tiempo y la colaboración de más de sesenta mujeres que compartieron sus historias para este registro. Aunque algunas no están citadas explícitamente en el libro fueron ellas que guiaron su confección. Por estas personas y su amabilidad y sabiduría, quiero agradecer a Martha del Rio, Nancy Silva, Gilda Machado, Estrella Pastoriza, Elizabeth Novales, Leticia Rodríguez Taborda, Elsa Adriana Taborda, Teresa Jesús Pinheiro, Cinthia Rodríguez, Alba Ibarra Mieres, Dolly Ciña y Aurora Lara Paz. Deseo agradecer a las familias de todas que colaboraron en este proceso por permitirme entrar en sus vidas y conocer sus historias durante viajes largos y cortos que hicimos a los lugares en donde trabajan y viven. Conocer e intercambiar vivencias con ellas ha sido una de las grandes alegrías y honores de mi vida, y me han transmitido una fortaleza que nunca será reemplazada. [7] Parte I: Reflexiones escritas “Si hay un libro que deseas leer, pero aún no ha sido escrito, deberías escribirlo.” -Toni Morrison Acción, No. 19-3, Dic. 1949: 2 [9] Toscas del Caraguatá Por Mónica Ferraro Duarte Canelones, Uruguay Introducción Estos relatos que ahora llegan a tus manos, son fragmentos de una historia que desde tiempo atrás ronda en mi cabeza y hoy se materializa en estas páginas. Sentí la necesidad de plasmar por escrito lo que muchas veces escuché de boca de mi madre desde mi infancia. Las experiencias por ella vividas calaron hondo en mi alma de niña y luego de adolescente, porque imaginé lo difícil que había sido para mi madre la separación de su madre y de sus hermanas y el hecho de aceptar y ser aceptada por una familia extraña. Narro pasajes de la vida de mi madre, cuyo nombre es Luisa y lo hago a través de su voz, contándoles cómo fue su infancia y lo que el destino le tenía deparado para transitar en sus primeros años de infancia. Mi abuela Balbina, la madre de Luisa, era empleada doméstica rural y vivía desde su niñez en la Séptima Jurisdicción del Departamento de Tacuarembó, en un paraje llamado Toscas del Caraguatá. Balbina nació en los primeros años del siglo XX y vivió en el campo, trabajando desde su mocedad en la estancia de unas de las familias más tradicionales de Tacuarembó. Con el magro jornal que percibía Balbina por su trabajo como empleada doméstica, apenas podía solventar sus gastos y se vio compelida a dar a sus hijos en crianza a familiares de sus patrones, que vivían en la capital tacuaremboense. A comienzos del siglo pasado era una realidad común entre las jóvenes mujeres empleadas en establecimientos rurales, que a su vez eran jefas de hogar, quienes no podían abandonar sus empleos por ser su única fuente de ingresos y al momento de enfrentar la crianza de sus hijos, consideraban que ésta sería mejor llevada adelante por otras personas más agraciadas económicamente, quienes pudieran proveerles de una educación y una formación que ellas no se encontraban en condiciones de proporcionar. Luisa, mi madre, al hablar hoy día de todos aquellos acontecimientos que formaron parte de su niñez temprana, no expresa rencor por la decisión tomada por mi abuela Balbina. Por el contrario, agradece que aquella familia que la recibió en su seno la tratara como a una hija, que la educaran en valores y que la iniciaran en la que luego sería su religión. En relación a Balbina, mi madre entiende y justifica el accionar de su madre, que enfrentando sola una vida dura en el medio rural, tomó la difícil decisión de separarse de sus hijos, cuidando de no romper nunca el lazo materno-filial. Y tanto es así, que años más tarde, cuando mi madre migra hacia Montevideo, también lo hace Balbina y llegan a vivir en el mismo barrio manteniendo una relación muy cercana y amorosa. Es mi deseo que estos relatos sean un homenaje a mi madre y a mi abuela, y en sus personas, honrar a todas aquellas mujeres afrodescendientes que se [10] desempeñaron y aun lo hacen, como trabajadoras domésticas rurales en mi querido Uruguay. Mi madre es un ejemplo de cómo podemos enfrentar la adversidad y el destino, de cómo fortalecernos espiritualmente y procesar el dolor, entendiendo la circunstancia que a otros rodea, liberándonos del rencor y construyendo una vida de amor, transmitiendo a nuestros hijos nuestra verdad, así tal cual, descarnada y simple, para que ellos puedan realizar su lectura y sacar sus conclusiones. A través de las historias narradas por mi mamá aprendí a valorar el coraje de las mujeres afrodescendientes y a sentirme como una mujer que ha recogido su legado, legado de valentía y sacrificio, de adversidad y felicidad, de reencuentro y amor. Hoy más que nunca, siento que corre en mi sangre esa llama que insufla la vitalidad propia de las mujeres afrodescendientes y me hace sentir orgullo por ser una de ellas. He aquí mi homenaje. Toscas del Caraguatá El sol se colaba por las ramas de los eucaliptos y al mover mi cabeza sus rayos llegaban a mis ojos: destello y oscuridad. Era una mañana de febrero. Me levanté muy temprano, como de costumbre. Donde yo vivía el día comenzaba con las primeras luces y antes también. Esa era “la mañana”, la mañana en que mi vida cambiaría, yo lo vislumbraba, lo sentía muy dentro de mi pecho de niña, pero no me daba cuenta realmente de la magnitud de aquella decisión que había tomado mi mamá. Tenía siete años y vivía con mis hermanas y mi madre en un ranchito muy humilde, que mamá había construido con la ayuda de algún peón de la estancia. Mis días de infancia transcurrían en aquel paraje, escuchando el llanto y la risa de mis hermanas. Mamá se las arreglaba para tenernos con ella a pesar de lo difícil que se le hacía quedarse con sus hijas, no tenía horarios para trabajar como doméstica en la estancia. Con mis pocos años era yo quien cuidaba de aquellas niñas, las alimentaba, cambiaba sus pañales y jugaba con ellas hasta que mamá llegara. Mis hermanas mayores ya habían dejado de estar con nosotras, apenas niñas habían ido a vivir con familiares de la señora de la estancia. Siempre había alguna hermana o prima que comenzaba una nueva vida de casada y necesitaba quien la ayudara con los quehaceres domésticos y le pedían a Balbina, negra joven y fuerte, que cada año traía un nuevo hijo al mundo, una de sus hijas para el servicio doméstico a cambio de educación, de cuidados, de trabajo. Balbina, mi mamá era empleada doméstica en una estancia de la octava sección de Tacuarembó, paraje conocido como Toscas del Caraguatá. Lejos de Tacuarembó capital, lejos de la frontera con Brasil, lejos de todo. En los años de mi niñez las distancias eran enormes, porque se recorrían a lomo de caballo, en carro, a pie. Por eso el paraje de las Toscas del Caraguatá estaba tan alejado de todo, diríamos “en el medio de la nada.” Y mamá Balbina trabajaba en esa estancia, tan lejos de todo, en aquel paraje desolado. Y allí nacían sus hijas. Ahí habíamos llegado al mundo mis hermanas y yo, en aquel humilde rancho de paja, adobe y chapas. Allí nacían sus retoños, ayudados por alguna partera o alguna otra empleada de la estancia. El día de la Independencia de mi país, en el año 1928 nací yo, y por el Santoral me llamé Luisa, ya que era el día de San Luis. Antes habían nacido Ceferina y Alcira y ya se habían ido a vivir a la casa de algún pariente de la “patrona” de mamá. Perdíamos contacto con las hermanas mayores, salvo por alguna noticia que [11] nos llegaba por alguien que iba de una estancia a otra o volvía de la capital departamental. En mi cabeza de niña las cosas eran simples, tal como se presentaban, tristes o alegres, sin otro matiz. Y el día había llegado. Yo también debía abandonar el hogar materno e irme, tal como lo habían hecho mis hermanas mayores, a vivir con gente extraña, asomarme a otros mundos de nuevas costumbres, de nuevos olores y sabores, de aprendizaje. Sentía una rara sensación en mi pecho y era tal el entusiasmo por conocer la capital de Tacuarembó que el corazón me latía muy fuerte, como queriendo escaparse del pecho. No tomaba conciencia, como niña que era y de tan corta edad, que ese viaje implicaba separarme de mi madre y de mis hermanas, tal vez para siempre. Mamá había hablado conmigo, me había dicho que esa familia, con la cual iba a vivir, era gente muy buena, que me iban a tratar bien, que me enviarían a la escuela. Esa última idea sobrevolaba todos mis pensamientos. Vestir una túnica, aprender a leer y escribir eran cosas de grandes. La Casa de Mamá Blanca La música inundaba las estancias, llegando a mis oídos fuertemente. No podía reflexionar sobre lo que escuchaba, aunque no sólo mis oídos participaban de aquella fiesta, los acordes penetraban mi pecho, corriendo por mi sangre. Lo sentía en mi piel, todo mi cuerpo era una caja de resonancia. La música tenía vida propia, fluía, se detenía, continuaba. Fuerte, definida, hablando un lenguaje entendible por todos. Sonidos nuevos, nunca escuchados, indefinibles. No era cuestión de palabras, era un asunto de sensaciones. No se podía verbalizar, ni elaborar ningún pensamiento que la abarcara, sólo se podía sentir. El hermano de mi mamá estaba sentado al piano, ejecutando piezas de Chopin, Schubert, Beethoven, no podría nombrarlas hoy con certeza. Fui corriendo hasta el salón principal para poder develar de donde procedía aquella música. Lo vi sentado al piano, a aquel hombre desconocido para mí, arrancando a un objeto inanimado y enorme, sensaciones, sentimientos, colores, algo indescriptible, maravilloso, magnético, embriagador como un vino dulce. Manuel era el virtuoso, un músico eximio, un privilegiado. Era el hermano de mi otra mamá, la nueva mamá que el destino me había otorgado. Esta era parte de mi nueva realidad, del nuevo mundo donde ahora incursionaba descalza, como lo hace una niña de siete años, sin cuestionamientos, sin elaboraciones mentales rebuscadas, que luego la vida te acostumbrará a no poder vivir sin ellas. Sólo asistían a aquel banquete mis sentidos. Qué nostalgia inmensa la de vivir sólo con la piel puesta, la de poseer un alma libre de preconceptos, sin ataduras de ninguna índole, enfrentar al mundo con el alma virgen. Y lo que era una novedad para mí, pasó a formar parte de mi vida cotidiana. Manuel era concertista y cada vez que venía a nuestra casa, mi nuevo hogar, se sentaba al piano y deleitaba a todos con aquel torbellino de obras clásicas y contemporáneas. Desfilaban por sus dedos de oro: valses, nocturnos, polonesas, jazz, tangos, sonatas que aun hoy repiten sus acordes en mi cabeza. Mi aproximación a la música antes de llegar a la casa de mamá Blanca era el canto, el sonido de la garganta de mamá Balbina, el sonido de su voz entonando canciones populares, las canciones que nos hacían dormir y soñar en colores. Descubría ahora a la música en otra dimensión, totalmente nueva y desconocida para mí, una nueva experiencia que se iba tornando día a día más usual, más cotidiana. [12] Blanca era mi nueva mamá, mi “otra” mamá. Blanca y Balbina, Balbina y Blanca, ambas en mi cabeza, reunidas en mi corazón. Llamaba a Blanca mamá y aun la nombro como mamá. En mi mente no están disociadas ambas figuras, ambas fueron y son mis madres. Luego de transcurridas mi infancia y mi adolescencia, la vida me volvió a reunir con Balbina y pude disfrutar de su compañía, de todo ese caudal de amor que volcaba a los que la rodeaban, de esa bondad infinita que transmitía en sus palabras, en sus gestos, en su sonrisa, que sentía yo al rozar la punta de sus dedos mi piel. Ay mamá, no puedo escribir casi, las lágrimas inundan mis ojos y no sé bien porqué lloro si recordarte sólo me da paz. Quisiera que la vida me diera sólo un poco de todo aquello que nos supiste dar, la alegría de vivir, el buen humor, la grandeza de tu amor. Pudiste disfrutar tus nietos Balbina, viste despuntar en el horizonte de la vida la cara inocente de mis hijas y de los hijos de mis hermanas y hermanos. Asististe al milagro de la creación, viste tu simiente dar nuevos frutos y eso te llenó de alegría. Luego la vida te separó de nosotros y cuando comenzabas a transitar el camino de tu vejez, el inicuo cáncer te arrebato de nuestra mirada, dejando dolor donde todo era celebración. Balbina y Blanca, Blanca y Balbina ambas unidas a mí con un lazo del cual no logro desprenderme, no quiero desprenderme. Ambas me dieron todo lo que podían dar, lo que sabían dar. Mamá Blanca me enseñó el respeto a los mayores, a ser discreta, a obedecer lo que se me ordenaba, a comportarme como una niña bien educada. Mamá Blanca me envió a la escuela. Me compró mi primera túnica, mi moña azul, los cuadernos y lápices con los que inicié mi educación formal. Qué orgullosa me sentía de asistir a la escuela, qué alegría embargaba mi alma, cuánta emoción al comenzar con mis primeras lecturas, poder escribir letras y números, así como la hacía Blanca, su esposo, toda su familia. Me acercaba a ellos cuando sentados a la mesa ocupaban sus horas escribiendo una carta para algún familiar con el cual deseaban comunicarse. Miraba desde mis ojos de niña aquellas letras con admiración. Increíblemente, con el movimiento incesante de sus manos y la pluma entre sus dedos, se iba llenando la hoja de signos entendibles para mí pero que deseaba, con todas las fuerzas comprender y aprender. Y el día de asistir a la escuela llegó, y el tiempo y mi esfuerzo continuo me dieron la capacidad de leer y escribir. Aprendí historia y geografía de mi querido país y comprendí que en la fecha de mi nacimiento se celebraba la Independencia de Uruguay, y asistí maravillada a los desfiles que se realizaban en la calle principal de Tacuarembó, sintiendo que todo aquel despliegue de color y alegría se añadía a la celebración de una fecha tan cara para mi, como era mi cumpleaños. Los integrantes de mi nueva familia eran católicos, muy creyentes y asistían con regularidad a la iglesia, a todas las misas que se ofrecían por diversos motivos, ya fuera porque se celebraba el día de un santo en especial, por el Adviento, la Navidad, la Cuaresma o la Pascua. Así fue que comencé a incursionar en un mundo de espiritualidad a través de la mano de la iglesia Católica. Todo un mundo se abría ante mí. Un mundo de nueva enseñanzas, con sus propias historias de mártires y legiones de ángeles, de vírgenes con rostros que encarnaban la perfección y la belleza como nunca antes la había visto. También ese mundo traía consigo su lado obscuro, de demonios y malas acciones, de rebeldía y castigo. Y se instaló en mi cabeza aquella dicotomía sagrada, que me arrastraba en su torbellino de relatos bíblicos que noche a noche oía de labios de mamá Blanca. Escuchaba con atención cada palabra que me leía y mientras, se iban dibujando en mis pensamientos cada escena, donde los personajes cobraban vida y humanizaban sus rostros inmóviles, esos mismos que yo [13] había aprendido a través de estampas, frescos de iglesias, láminas del catecismo y estatuas. Pude ver las lágrimas del Cristo mezclarse con su sudor y la sangre que manaba de su cabeza por las púas de las espinas de su corona. Igualmente me impresionó mucho la historia de Absalón y sus largos cabellos que lo llevaron a la muerte y esa imagen de dolor y desesperación se instaló por mucho tiempo en mi cabeza. Siempre las imágenes donde otro ser humano sufre nos atraen morbosamente, nos produce rechazo mirarlas pero no podemos parar de hacerlo y no sólo es patrimonio de los niños, eso lo sabemos. También me veía atraída por imágenes de ángeles que atravesaban el espacio con sus níveas alas aunque entendía que para poseer un par de ellas tendrías que morir, por lo que había escuchado comentar a los mayores, que decían que cuando un niño moría se convertía en ángel. Al escuchar ese comentario mi representación mental de la situación no era plácida, sino que por el contrario, me atormentaba y la rechazaba de plano. No me gustaba la idea de la muerte, aun sigue sin gustarme. Aunque ahora la entiendo, prefiero que la adusta señora se mantenga alejada de mi vida, de mis afectos, no quiero saber de ella. 1º de Mayo Era una mañana de 1º de Mayo, de hojas doradas otoñales volando en torbellino por la plaza de la ciudad. No obstante el aire se sentía estivalmente cálido y la suave brisa hacía que mi vestido claro de muselina se levantara. Mamá Blanca me llamó por mi nombre, yo corría alrededor del Ford persiguiendo una semilla de Diente de León. Acudí al llamado de mamá y subí al auto. También viajaban dos tías de mamá Blanca y su esposo, que conducía el automóvil. Escuché que nos dirigíamos a “la estancia”. Yo no entendí con claridad a dónde íbamos, supuse que visitaríamos a algunos familiares, aunque muy cerca no era, ya que habían subido al auto varias canastas con alimentos y bolsos con ropa. Nos fuimos alejando de la ciudad, internándonos en caminos de balasto y tierra. Recuerdo viajar apoyando mi carita sobre la ventanilla del auto. No quería perder una sola imagen de aquellas maravillas que desfilaban ante mis ojos: cerros que para mi eran majestuosas montañas, cubiertos de vegetación en sus faldas y de piedras en sus cimas, con caminitos ascendientes que parecían trazados con crayón por una mano temblorosa; cientos de cabezas de ganado pastando indiferentes al rugido del motor del coche; hermosos caballos de variados pelajes corriendo por la pradera; ovejas y carneros recostados a una laguna apacible. A medida que nos alejábamos de la ciudad el paisaje se tornaba más agreste y colorido. Había lagunas de aguas azules y tranquilas, azules por el reflejo del cielo, que esa mañana lucía espectacularmente azul y se dejaba observar en toda su inmensidad, sin interrupciones de casas y azoteas, de carteles y columnas. El verde de las pasturas se veía intenso y aterciopelado, como el color de las manzanas Smith que en canastos gigantes reposaban sobre la mesada de la cocina. La monotonía del viaje se vio interrumpida por el canto de mamá Blanca, entonaba una zarzuela, género que aprendí a amar. Su voz cristalina y aguda nos envolvía como un mantón. Mientras ella cantaba yo imaginaba el mantón de Manila al que la canción aludía: pleno de colores vivos, sus largos flecos negros de seda, salpicado de flores bordadas en hilos de plata, envolviendo el cuerpo de la española bonita y picaresca. El canto y la música siempre hacían volar mi imaginación. Me veía en las situaciones que iban relatando las canciones, ora sufriendo por la separación del amado, ora llorando por la pérdida de un amor, ora sonriendo y radiante en medio de una gran romería, siendo la vendedora de flores más bella de la [14] cuidad. Y así la imaginación me transportaba a mundos maravillosos y desconocidos. Muchas veces, mientras jugaba con mis muñecas, sonaba alguna sinfonía en el gramófono. Había una en particular que reconocía apenas comenzaba: la sinfonía No. 40 de Mozart y cada vez que sonaba hacía una representación de “la adoración de los Reyes Magos”. Sus acordes me imbuían de solemnidad y comenzaba a marchar lentamente, con una sábana a modo de capa sobre los hombros, llevando los tesoros al niño Jesús. ¡Qué mágica la música! Como transporta a la imaginación por caminos desconocidos, insondables, la conduce a través de mundos etéreos, intangibles y los convierte en reales, visibles, palpables, cotidianos. Mamá Blanca interrumpió su canto y comentó que íbamos llegando, luego de haber recorrido distancias inmensas por caminos de tierra. Divisé una casita pequeña a lo lejos, que cada vez se acercaba más a nosotros, luego se erigía otra más grande y señorial. A las puertas de esta última se agolpaban algunas personas, desde lejos no podía distinguir sus rostros, pero pude ver que algunas de ellas eran niñas. La posibilidad del juego me iluminó la cara. Muchas veces me sentía sola entre adultos, por tanto, la asistencia a la escuela era un hecho de regocijo para mí, de intercambio con otros niños y niñas. Mamá Blanca dijo: “Llegamos a la estancia.” Esa frase develó para mí el significado de aquella palabra. La casa señorial, la otra más pequeña y aquellos campos que las rodeaban conformaban la estancia. Bajamos del auto y varios empleados se acercaron a nosotros a saludar y ayudar con los enseres que transportábamos. Una señora negra, con delantal y vincha blanca en el pelo se acercó a mí y me llamó por mi nombre. Yo la miré con asombro, ella abrió sus brazos de par en par y comprendí, como en un chispazo, que esa mujer era mamá Balbina. Me abracé a ella fuertemente y sentía el calor de su cuerpo inundando el mío. En ondas, como lenguas de fuego que quemaban mi pecho, llegaba a mí una extraña sensación, nunca antes experimentada, de felicidad extrema, de gozo inexplicable, de amor puro y pleno. La vida luego me dio la oportunidad de vivir esa misma sensación al abrazar a mis hijas y sentir ese fuego que quema sin dañar y se traduce en felicidad. Las niñas quedaron paradas frente a la puerta principal de la casa grande y corrí a ellas para saludarlas, comprendí en ese momento que aquellas niñas eran mis hermanas, mis queridas hermanas Lila, María y Elcí. Cuánto tiempo había pasado desde que había dejado atrás mi humilde ranchito de Toscas del Caraguatá, no lo sé. El tiempo había transcurrido como fluye el agua entre los cantos del río, rápido, imparable, inexorablemente rápido. El día en la estancia fue sublime, de diversión, emoción y reencuentros. Me sentía muy feliz y corría por los patios jugando con mis hermanas. Mamá Balbina ocupada en las tareas domésticas, cada tanto las interrumpía para ver donde estábamos. Su mirada de amor aun la siento sobre mí ser, sus negros ojos, de mirada lánguida, su eterna expresión de bondad instalada en su rictus. Destellos y oscuridad, distanciamientos y reencuentros, tristeza y momentos de intensa alegría. Vida, mi vida en Tacuarembó, mi Tacuarembó natal. [15] Las historias que se escriben bajo mi piel por Begonia Vega Arica, Chile Mi nombre es Begonia Vega. Tengo 25 años, soy profesora de Inglés y soy afrochilena, concepto no muy popular nacional o internacionalmente. Provengo de una ciudad llamada Arica al norte de Chile. En nuestro país los afrodescendientes aún no son reconocidos como etnia y ha existido mucho racismo y exclusión al respecto. A través de este pasaje me gustaría contarte acerca de mi historia y a su vez las historias de las mujeres que contribuyeron a que yo pudiera escribir la propia a través de mi piel. Mis bisabuelos por parte de madre eran negros, mi abuela materna aún recuerda los tiempos antiguos en los que había muchas tradiciones y un estilo de vida completamente distinto al que tenemos hoy. Cuando era pequeña, notaba que físicamente mi abuela era distinta al resto. Su piel era muy oscura y su cabello era tan apretado que ni el agua entraba con facilidad a su cabeza, y eso me llamaba la atención, pese a que en mi familia por parte de madre son todos de piel oscura y cabello ensortijado, ninguno poseía las mismas características de mi abuela, es la mujer más negra que he visto en Arica. Por estas razones siendo tan pequeña nunca entendí porque lucia tan distinta al resto, por mi corta edad no me atreví a preguntar. Del matrimonio de mis bisabuelos por parte de mamá nacieron 6 hijos, mi abuela materna fue la tercera hija de este matrimonio. A Norma Jiménez Chamorro (mi abuelita) siendo pequeña le toco batallar con situaciones difíciles, ya que a muy corta edad su madre (mi bisabuela) falleció siendo muy joven, por dolencias cardíacas. A consecuencia de esto mi abuelita Norma se crió con su padre (mi bisabuelo), quien por su ignorancia y contexto cultural le enseñó supervivencia por sobre todo, pero todos los valores y educación fueron elementos que mi abuelita aprendió por sí misma, su vida de pequeña fue de mucho trabajo y sacrificio, siempre me cuenta cómo se contentaba con cosas muy sencillas, y cómo le divertía el hecho de solo compartir con sus hermanos. Tal como era hacer competencias de correr y ver quien corría más rápido, pese a usar zapatos que se le caían, por que le quedaban muy grandes, ya que eran muy viejos. Cuando creció un poco más trabajó como criada y quedó embarazada a temprana edad; siempre cuenta lo duro que fue ese momento de su vida, ya que no tenía idea de lo que era criar un bebe, y su jefa era muy exigente, por lo que le debía tiempo completo a ella y dejaba de lado a su bebe, lo que generó que éste se enfermara fuertemente y estuviera al borde de la muerte. Felizmente esto no ocurrió y logró revertir su situación, renunciando a su trabajo, y trabajando de manera independiente. Ella era comerciante y le iba muy bien, pero era sumamente sacrificada, pasando todo el día caminando y ofreciendo su mercancía (artículos de ropa, aceitunas, gallinas, etc.), más tarde recomenzó con la agricultura, ya que su padre le había enseñado a trabajar la tierra. Pero los recursos no sobraban, porque tuvo 8 hijos en total, 4 mujeres y 4 hombres, quienes nunca sufrieron de carencias materiales, la [16] comida y techo nunca le faltó a mis tíos, ni a mi madre, pero ciertamente no tuvieron abundancias. La energía, vitalidad y perseverancia fueron cualidades que mi abuelita siempre mostró. Puedo ejemplificar lo anterior, mirando la vida religiosa de mi abuelita Norma. Ella es Testigo de Jehová, y por lo mismo fue la primera en comenzar a predicar en el valle de Lluta, tarea que no se hacia fácil, por lo que caminaba distancias de kilómetros para llegar a distintos hogares, añadiendo que el clima del valle es extremo. Además de esto, y pese a su humildad donó una parte de su casa para construir el primer salón de Testigos de Jehová en el valle de Lluta. Estas inmensas acciones de amor y compromiso son apreciadas por muchas personas que siguen esta religión en esta comunidad. Entonces por lo mismo es que mi madre constantemente reflexiona y me relata la historia de mi abuelita como un ejemplo de vida. Y justamente aquí me detengo para comenzar con la historia de mi madre. Mi madre, Rosa Jorquera Jiménez fue la segunda hija de mi abuelita, y ella fue quien crió a sus otros 6 hermanos, como mi abuela trabajaba todo el día, era ella quien estaba a cargo de criar a sus hermanos, ser el brazo derecho de mi abuela llevando todas las labores de casa, yendo desde las compras hasta el aseo y crianza. En lo personal creo que mi madre formó un carácter fuerte, teniendo poquita edad se hizo cargo de situaciones de personas adultas. Más tarde le toco batallar con la adolescencia de sus hermanos y ese también fue un momento duro para ella, ya que lidiar con personas que están desarrollando su personalidad y carácter no es una tarea fácil, mucho menos tomar decisiones, cuando su madre (mi abuelita) no estaba en casa, pese a estar facultada para hacerlo, al ser la segunda madre para mis tíos. Su vida no fue para nada fácil, muchas veces fue juzgada por sus hermanos al no darles en el gusto y al demostrar carácter, por supuesto hoy agradecen todo lo que mi madre les enseñó y lo valoran, tal como mi abuelita también reconoce la labor de mi madre, ya que sin su ayuda mi abuela jamás podría haber salido a trabajar. A sus 24 años mamá se casó, en cierto modo su matrimonio fue una salida de la vida de trabajo arduo que llevaba con mi abuelita. Mi padre era gendarme, a causa de esto sus horarios de trabajo eran muy intensos y no pasaba mucho tiempo en casa por estar de guardia por largas horas. Mi madre pasaba mucho tiempo sola. Dos años más tarde, mi madre tuvo a su primogénita llamada Janine, quien fue totalmente planificada y esperada. Fue la compañera de mi madre por 5 años, ya que después de ese lapso nací yo, no estaba contemplada, sin embargo un 28 de abril de 1987 llegué a este mundo, con bastantes complicaciones (me cuenta mi madre) ya que tenia enrollado el cordón umbilical con 3 circulares, una de ellas en mi cuello. Tras nacer pasé un buen tiempo en neonatología en una incubadora, razón por la cual mi madre tenia que ir al hospital todos los días a amamantarme, transportándose en bus a diario con mi hermana de apenas 5 años, y con convalecencia de haber dado a luz recientemente, hasta que un día mi padre tomó la decisión de llevarme a casa bajo su responsabilidad. Habló con los doctores y llegué a casa. Con el tiempo y pese a que el salario de mi padre no era de los mejores, nunca nos faltó nada a mí, ni a mi hermana mayor Janine. Mi madre nos mimaba mucho y se dedicó exclusivamente a nuestra crianza. Mi padre fue un excelente padre, pero estuvo ausente por mucho tiempo, debido a las razones que expliqué en un comienzo. Por esto debo decir nuevamente que mi madre lidió con situaciones difíciles por sí sola, al estar 100% a cargo de nuestra crianza y con un marido que por trabajo pasaba mucho tiempo fuera de casa: Pese a esto debo decir que su crianza y amor de madre [17] fue ejemplar, sus hermanos, tanto como sus hijas hoy somos personas de bien gracias a su labor. Cuando tuve 5 años entré a kínder (enseñanza pre-básica), y es ahí cuando al entrar a la escuela comenzó mi dilema con mi auto reconocimiento. La mayoría de mis compañeros eran indígenas y otros pocos blancos, por tanto, la única de características físicas negras era yo. Yo era la única de cabello crespo y pese a que mis compañeros indígenas tenían un color de piel oscuro, el mío era de una tez distinta a la de ellos. Por estas razones fui constantemente insultada y apodada, todos los nombres que se me atribuyeron estaban relacionados al color de mi piel, recuerdo que siempre me llamaban “negra curucha” de manera despectiva y atacante, lamentablemente pese a las quejas de mi madre, la profesora a cargo de mi clase hizo muy poco y en muchas oportunidades avalaba las malas acciones de mis compañeros. Las chicas de mi clase eran de cabello muy liso y siempre lo utilizaban suelto, y eso era algo que me molestaba. No quería seguir siendo llamada ”negra curucha”, quería usar mi cabello suelto igual al resto, pero siempre estaba bien peinado y tensamente trenzado para evitar enredos en mi cabello. Cuando miraba televisión, caricaturas, o series infantiles chilenas, en ninguna aparecían niños que lucieran como yo, y en cuanto a los juguetes; las muñecas siempre eran rubias y no me identificaba con ninguna. Estas cosas hacían que odiara la manera en como lucía, muchas veces fui golpeada, insultada y constantemente agredida por mis compañeros. Por estas razones mi madre decidió cambiarme de escuela cuando tenía 10 años, pero las cosas no cambiaron mucho en la escuela nueva en que fui transferida. En la transición a la enseñanza media (secundaria), aun no me sentía muy cómoda con mi imagen, ya que nunca fui la más popular de la escuela, y creo que las cosas que viví cuando más pequeña influyeron en mi personalidad. Cuando cumplí 14 años, comencé a valorar más mis orígenes, apreciando el legado que corría por mis venas, que iba mucho más allá de mis rasgos físicos, sino que toda la historia de lucha, de esfuerzo que mis antepasados y ancestros habían vivido, para que yo llegara a ser lo que era. Fue entonces cuando comencé a autodenominarme como afro descendiente cada vez que alguien preguntaba por mis antecedentes personales, empecé a desarrollar un gusto más amplio por el arte y la música con raíces africanas. Dos años más tarde ingresé a la primera ONG de afrochilenos, llamada Oro negro, en la cual participé en el área artística. Fue una experiencia muy enriquecedora en cuanto a lo social, conocí a personas que habían experimentado lo mismo que yo como afro chilena, pero creo que también justamente ahí me hice consciente de algunas carencias y falencias en la organización, además de conflictos. A causa de esto dejé de participar activamente, pero sí traté de dar a conocer a otras personas en cada oportunidad que tuve acerca de nuestra presencia en el país; hasta el día de hoy sigo trabajando en la difusión en mis redes de contacto. Con este contexto familiar, es que pude apreciar más mis raíces, ya que mi familia es gente de mucho esfuerzo y sacrificio, y gracias a dolor, al sufrimiento, a su energía, su lucha es que yo soy la persona que soy. Fue durante mi adolescencia que comenzó mi proceso de auto-aceptación, admirando lo que otros habían hecho por mí. Remontándome a hechos históricos, es que me hice consciente del hecho de que seres humanos fueron traídos desde tierras tan lejanas para ser maltratados, para trabajar como esclavos, ya que en Chile también hubo esclavitud. Viendo toda la lucha que vivieron mi abuelita, mi madre, es que noté que en vez de rechazo, lo único que podía sentir era orgullo de ser como era, y que el lucir diferente al resto de mis compañeros [18] en enseñanza media (secundaria), era más bien un valor agregado, por que significaba que en el color de mi piel, en mi cabello ensortijado, en mi nariz ancha, en mis labios gruesos, estaba escrita la historia de mis antepasados, mi familia, cosa que no todos pueden mostrar a través de su apariencia. Cuando logré ingresar a la Universidad en el 2006, fue toda una experiencia, de la cual me siento muy satisfecha. El Inglés siempre fue mi pasión, adoro la manera en la que puedes comunicarte con personas de otras culturas y por lo mismo decidí estudiar pedagogía en Inglés. Durante mis años de estudiante trabajé siempre, desde mi adolescencia partí trabajando como tutora de una niña con síndrome de down. Luego en la universidad trabajaba para el servicio de turismo, encuestando a turistas de habla inglesa, a momentos fue duro equilibrar estudios y trabajo, pero finalmente fue muy satisfactorio, ya que logré mis metas. En ese camino varias veces por tener diferencia de opinión, me faltaron el respeto atribuyendo el ser negra como una descalificación, como un insulto, me pareció muy absurdo, ya que pienso que los argumentos sólidos son los que defienden tu postura, no los insultos y mucho menos cualidades físicas. Pero en resumidas cuentas, entiendo siempre te puedes topar con alguien que no pueda entregar algo con sustancia, sino solo ataques. Continuando con mis bendiciones, fui becada dos veces en el 2009 para irme a Estados Unidos, cosa que ni en sueños creí que alcanzaría, debido a que pertenezco a una ciudad que geográficamente esta muy lejos de la capital, por lo que está muy abandonada y olvidada en la agenda política de Chile; a eso le agrego la carencia de oportunidades que hay para nuestra juventud. A pesar de las dificultades y gracias a Dios, la primera vez fui seleccionada como estudiante líder por la Embajada de los Estados Unidos, para aprender más acerca del país, de su sistema económico y político, así como también cultural, y ver de qué manera estos aprendizajes podían contribuir a tener nuevas perspectivas para el mejoramiento de nuestras localidades. En la segunda oportunidad fui becada por el Ministerio de Educación Chileno, quienes me adjudicaron un semestre de estudio en Estados Unidos. Entonces tomé asignaturas relacionadas a las que debía cursar en Chile, fue una gran experiencia de desarrollo profesional y personal. Atesoro ambas experiencias porque tuve la oportunidad de aprender mucho de otros, conocer realidades distintas a la mía, y a la vez entregar mi historia, dar a conocer a otros acerca de mi comunidad, y no solo a extranjeros, sino que también a personas de mi país, con quienes fui enviada en ambos viajes, ya que el hecho de nuestra presencia como afrodescendientes es desconocida por el resto de Chile. En estas dos oportunidades que tuve, constantemente me fueron atribuidas muchas nacionalidades, provenientes países con alta población negra, nunca me asignaron Chile, lo cual a momentos se tornaba molesto. Por lo mismo siento que estos viajes tuvieron un valor enorme, por que logré dar a conocer algo que las personas no sabían y que era el hecho que en Chile hay descendientes de África, y que hay toda una historia que ha sido ignorada por años. El intercambio cultural es una de las cosas que más aprecio de ambas becas, las cuales fueron un regalo que no tiene precio calculable. En el 2010 terminé mi carrera de pre-grado, y fui la primera en mi familia en terminar estudios superiores en la universidad. Es por eso que me enorgullece tener la historia que tengo tras de mí, ya que tengo claro que sin esos acontecimientos, mi vida no sería la misma. Me encanta trabajar entregando conocimientos, herramientas nuevas a mis alumnos, y por supuesto dentro de eso va el toque personal de todo profesor, que transmite de manera inconsciente la historia de vida, empuje y la actitud [19] que debe tenerse frente a la vida, pese a ciertas dificultades. He trabajado enseñando a pequeños, adolescentes y adultos, y todos mis alumnos se han llevado un pedacito de mi historia, de la realidad de mi comunidad, de mis ancestros. Hoy por hoy deseo seguirme desarrollando en lo profesional, es una de mis metas y se relaciona con la comunicación y cultura que para mí son fundamentales; espero lograr ese sueño pronto. En Chile el concepto de los afrochilenos aún no esta inserto en la sociedad, aún no somos reconocidos como grupo étnico, y en lo personal es algo que duele, ya que con estos hechos se niega nuestra presencia en el país, y creo que la existencia de descendientes africanos tiene un valor importantísimo, desde tiempos de la colonia en Chile, hasta el día de hoy. Si bien es cierto en textos de historia aparece el hecho de criaderos de esclavos en el norte de nuestro país, es como si posteriormente hubiésemos sido borrados de la historia, y no es así, existe un movimiento desde hace ya 10 años, y pese a los pro y los contra de este fenómeno, es algo que no se debiera ignorar. El último censo nacional no consideró el ser afrodescendiente como una de las variables étnicas, siendo algo que se pidió en el parlamento desde hace mucho tiempo. Las agrupaciones existentes de afrodescendientes locales han hecho trabajos para lograr inclusión y reconocimiento, pero lamentablemente no han sido escuchados. Como afroariqueña, creo fielmente que se puede lograr mucho y se han dado pasos a través del tiempo, pero hacen falta ciertos elementos, tales como más unión, seriedad, estructura, información y literatura al respecto. No es algo imposible de lograr y estará en las manos de las nuevas generaciones que vamos quedando. Esto a su vez dependerá del apoyo del gobierno; solo el trabajo que se realice será el que dará resultados a largo plazo. Finalmente puedo decir que me siento muy agradecida de poder transmitir a otros lo que soy, lo que llevo y que mis antepasados dejaron en mí. Soy lo que soy gracias a ellos, en cada área de lo que soy como ser humano, como hija, hermana, nieta, profesora, mujer negra, está el sello de lo que se me entregó. Y confirmo esto cada vez que oigo un tambor, cuando siento que mi corazón late más y más fuerte. Mi esencia como persona se resume en ser una mujer de color, que ha logrado derribar obstáculos gracias a la fuerza, el coraje, el corazón y la energía que sus ancestros le dejaron como legado y por lo mismo quiero trasmitir esto a todos quienes me conocieron, a quienes me rodean y a quienes conoceré en el futuro. [20] La casa de té de Paula Por Martha María Graciela Ramos Bottaro Montevideo, Uruguay Hace unos años, se despertó en mí la inquietud de poder transmitir las vivencias de mi querida familia, su conformación y el rol importantísimo que tuvieron sus mujeres, marcando el destino de todos sus componentes en las generaciones venideras. La meta era que nuestros descendientes tuvieran una versión auténtica de distintos hechos y sucesos familiares y que la misma aportara a nuestros descendientes, conocimientos, que de otra manera se perderían. El producto de esta investigación, lo plasmaría en el papel, para darle un ejemplar a cada uno de mis hermanos, como una joyita, como patrimonio familiar, ya que los testimonios orales se diluyen en el tiempo. No tenía la menor idea de cómo llevarlo a cabo y dónde obtener esa información de la forma más veraz. Esperé… En una lluviosa tarde de otoño decidí ir a visitar a mi tía, hermana de mi madre, la que no se encontraba bien de salud pero que mantenía una mente fresca, que incitaba al diálogo y que resultaba más que placentero escucharla por tener totalmente presentes en su memoria, fechas, nombres, acontecimientos compartidos en su casa, en donde llegaron a vivir cuatro generaciones simultáneamente. Es así que en forma inesperada, obtengo la información que buscaba por parte de ella, en sucesivos y emotivos encuentros, tazas de té mediante, risas y sonrisas, no quedando excluida eventualmente la humedad que había en sus ojos tras alguna emotiva evocación que afloraba en su relato…naturalmente. En cada encuentro casi místico íbamos incursionando en asuntos de más hondo contenido, haciéndose cada vez más interesante y atractivo su narración, al punto de transformar nuestros encuentros en algo sagrado. Recuerdo que tuve que apelar a realizar un organigrama generacional, los distintos roles que tuvieron cada uno de sus integrantes y los logros personales obtenidos como resultado de la aplicación de los principios básicos inculcados tales como la honestidad, perseverancia, tenacidad, el estudio y el “si se puede incorporado”. Evalué la influencia que tuvo en cada uno de nosotros, sus descendientes, en el entendido que es con el ejemplo que se enseña y se inculcan los valores y principios. Hace 20 años aproximadamente, al tomar contacto cercano con mi colectivo afrouruguayo observé que no todos tuvimos la suerte de nacer en una familia de estas características, y eso me impulsó a tomar el desafío de hacer conocer valores y principios a todo aquel o aquella que lo necesitase como plataforma de lanzamiento en su evolución hacia un futuro mejor, personal y colectivo. Por lo tanto, poner en conocimiento esta historia real, tomada como ejemplo por mí, con sus luces y sombras, sería importante ya que echa por tierra preconceptos impuestos por la sociedad, que han sido sicológicamente asimilados por nuestra minoría étnica y que nos han limitado en nuestro crecimiento y evolución. Es mi deber, como lo es el de todas aquellas personas que tienen conocimiento de historias cercanas, familiares o no, que sean ejemplarizantes, hacerlas conocer, [21] para empezar a desmitificar los destinos hasta ahora existentes en nuestro colectivo afro, para lograr la elevación necesaria de nuestra autoestima, y lentamente obtener el lugar que nos corresponde, haciendo de ésta, una sociedad más justa y equitativa. *** En la Banda Oriental, en 1825, se produce la Declaración de la Independencia, donde se establece un conjunto de normas, entre las cuales se implanta la Abolición de la Esclavitud no permitiéndose el ingreso de nuevos contingentes de esclavos, se liberan a los existentes y se decreta la libertad de vientres, es decir nadie más nacería esclavo, considerándolo libre aun en gestación. Transcurría la década de 1830, y se había instalado en nuestro territorio un proceso de transformaciones profundas, en donde de Provincia se pasa a República con la organización que esto conlleva y palabras tales como derechos y obligaciones, conjunto de leyes que los determinan, autoridades elegidas bajo un régimen democrático a través de elecciones con voto secreto, pasaron a ser “normales”, e incorporadas al diario vivir. Los emblemáticos caudillos, pasan a ser, presidentes u opositores de éstos. En este contexto histórico nace en la reciente Republica Oriental del Uruguay Doña Victoria Fernández, en el 1835, hija de madre africana y padre desconocido. Victoria es cedida por su madre, cuyo nombre no se sabe, al nacer, a una familia, asegurándose de esa manera un destino menos incierto que el propio, ya que la libertad aprobada en documentos, realmente se efectiviza muchos años después. La realidad que se planteaba era, se había obtenido la libertad, pero ¿qué se hacía con ella, al no saber el idioma, las costumbres, no poseer un lugar donde residir, ni una porción de tierra para trabajar y alimentarse de ella? La lógica indicaba que el único camino posible era permanecer ligada a la familia de sus ex-amos, en carácter de servidumbre. Victoria es criada por esta familia a cuyo servicio estaba y que le otorga su apellido, sin duda, no por generosidad sino para establecer, de alguna manera su pertenencia. Ya siendo una jovencita de 22 años, producto de “la relación” que mantiene con un vasco llamado Madrazo, fundador de la primera casa de ventas de semillas en la ciudad de Buenos Aires, de muy acomodada posición económica, nace en 1857 una niña, llamada Paula Fernández, quien va a ser la protagonista de esta historia, una entre muchas. La intención de este señor era llevarse a su hija, pero Victoria la escondió, con el celo y el amor que tienen las mujeres negras por sus hijos y nunca pudo encontrarla. Se contaba que ella, al momento de parir, se fue a la Villa de la Unión, y que una vez nacida su pequeña, recién parida, se introdujo en un arroyo para “limpiarse de toda suciedad”, lo que habla de una posible violación, o quizás de una costumbre ancestral. Su forma de hablar, era bien particular, mezcla de dialectos africanos y el español, aprendido forzosamente, por repetición, hacía que de ella saliera una frase que la ubica en este período de libertad efervescente de la historia uruguaya, post 1825 y que orgullosamente enunciaba así: “Yo ava de ser libre desde el vientre de mi madre.” Esa libertad, injustamente perdida, y trabajosamente recobrada, nos habla de su personalidad, de la no resignación a la realidad impuesta, del sentido de protección a su hija, contrariamente a lo por ella vivido, en el abandono padecido en su niñez. Se aferra a su hija y transita su vida, por y para ella, consolidando un ejemplo para las generaciones venideras de lo que significa la maternidad. Muere en 1926, a los 91 [22] años, cinco años después que Paula, su hija, a la que le sobrevive, a consecuencia de haberse intoxicado con un toscano que accidentalmente quedó en sus manos al dormirse, y al que tal cual un ritual, le daba dos pitadas antes de dormir. Era absolutamente sana. Socia fundadora de “La fraternidad” institución médica, concurría regularmente a control y el médico le recetaba un vaso de agua con 5 gotitas de alcohol antes de dormir. Su lucidez asombraba. *** Doña Paula Fernández, nacida en 1857, absorbe todos los oficios de su madre en el desenvolvimiento de las tareas en la casa de sus amos, destacándose entre ellos la cocina. Excelente cocinera, inteligente, supo combinar los secretos de la cocina europea y africana, transformándose en una referente en esa materia. Trabajó como tal en casas de aristócratas de la época, hasta su casamiento con José Lisandro Pérez (posiblemente hijo de Pérez Castellanos) un mulato, con variadas profesiones. Su esposo, en casa de Naciones, era considerado Príncipe de la Nación Congo en la religión africana. Era profesor de guitarra, utilizando el método “cifrado”. Enseñaba las danzas de la época a las jóvenes de la aristocracia reinante. Era militar, y se enrola en el ejército de B. Mitre, por cuyo buen desempeño llega a ser oficial de grado, y ante su deceso es velado con honores de estado. Muere a los 33 años, dejando a su esposa con la responsabilidad de 10 hijos, Pedro, Isabel, Paula, José, Sara, Alberto, Lisandro, María Mercedes, (la séptima de éstos es mi abuela) y María Paz. Viuda y con tantos hijos, tuvo que asumir rápidamente, la situación socio-económica en que se encontraba y las imperiosa necesidad de implementar soluciones para sobrevivir, alimentar y educar a sus hijos. Es indudable que juega un papel imprescindible, el lograr tener una labor que le permitiese cubrir todas esas necesidades. Trabajar de domestica, no le permitiría supervisar la alimentación e higiene, ni tampoco suministrar la educación inicial, esa que se mama en el hogar de la mano de nuestros padres y abuelos, a tantos niños de diferentes edades y necesidades Hechas estas reflexiones, y en función de sus conocimientos en gastronomía y su formación en el desenvolvimiento social, aprendida desde niña, con todos los protocolos para presentar una mesa, servir los alimentos, ordenar las prioridades a tener en cuenta y tener la preparación cultural necesaria para el relacionamiento con el público a que se enfocaba dicho emprendimiento, es que resuelve, abrir ese salón de té, en una zona estratégica, cercana a la Iglesia Matriz, al Hospital Maciel, y a los paseos circundantes, Cabildos, Museos y hermosas plazas. Solo basta evocar aquella época de la que existen bastantes documentos gráficos, para imaginarse a las damas realizando su visita a la plaza Matriz, luego de asistir a los oficios religiosos, en un primaveral tarde, teniendo como excelente excusa, para un delicioso descanso el realizar una visita al salón, en donde continuar con las jugosas charlas y poder estar al día de los últimos acontecimientos sociales, políticos, etc. Por otra parte los caballeros, encontraban allí, el punto de reunión, para pautar negocios, intercambiar informaciones, y eventualmente conciliar asuntos familiares. La utilidad económica resultante, iba a distar mucho de lo que podía obtener en una relación de dependencia laboral en el servicio doméstico, y el futuro de sus hijos iba en estrecha relación con lo expuesto. Luego de todas estas evaluaciones, valía la pena, audacia mediante, poner en práctica este proyecto empresarial que consistía en brindar en las tardes, un servicio [23] de té, en un salón perfectamente acondicionado, adornado con blanquísimos manteles bordados a mano y servido en vajilla de porcelana, copas de cristal y bandejas de plata. Obviamente contó con el respaldo económico de la familia en donde se había criado y formado. Una vieja casona, cedida en préstamo por sus antiguos ex-amos, con espacios amplios, fue transformada y adecuada a la prestación que allí se iba a brindar. Estaba perfectamente amoblada con sillones, mesas y sillas, aparadores con vajillas, cubiertos y manteles. La casa contaba con una enorme cocina, con todo lo necesario para la elaboración de las exquisiteces aprendidas de su amplio recetario familiar. Estas eran armoniosamente servidas, sus tortas, tartas, bizcochitos, natillas alfajores, vainillas…todas muy requeridas por cierto, para acompañar humeantes pocillos de té a la inglesa, a la francesa, o la rusa. No estaba ausente las distintas variedades de café, Express, liviano, con leche, con crema, no olvidando todas las variedades de chocolates, que con sus aromas, hacían de éste un sitio paradisíaco. La concurrencia cada día era mayor, ya que se había transformado en cita obligada la asistencia allí. Debido al nivel de educación en el trato, no se relata la existencia de ningún episodio de discriminación racial durante el tiempo en que esto funcionó, quizás debido a que el refinamiento del lugar, sumado a la calidad en la elaboración de los distintos productos, atrapaba la total atención, de forma tal que no se reparaba en el color de su dueña. O tal vez fuese tomada su posición no como propietaria, sino como simple encargada, tal como un ama de llaves en una casa particular. Todo este trabajo, concitaba mucho y distinguido público, siendo un emprendimiento que se desarrollaba con mucho éxito. Ese salón de té era frecuentado por la aristocracia de la época, entre ellos los doctores Amézaga, Irbini (alemán) y las damas de la sociedad de la época. Es de destacar que todo esto transcurre en 1902, periodo histórico del Gobierno de Baltasar Brum, donde existía una creciente clase social burguesa con mucho dinero, que se mezclaba con la aristocracia reinante. El local se encontraba en la Ciudad Vieja de Montevideo, en la calle Buenos Aires próximo al Hospital Maciel. Todo marchaba con prosperidad, y resultó ser la solución que buscaba para las necesidades de sus hijos. Al cabo de unos años, esta feliz estabilidad, se ve interrumpida de pronto por la enfermedad de uno de sus hijos llamado Pedro, mano derecha de ella en el negocio, por ser el mayor. Contrae hidropesía y fallece. Este segundo golpe le produce un estado anímico tal, que cae en una importante depresión, de la cual no logra reponerse, no teniendo más opciones que cerrar su salón de te. Ella al quedar viuda con sus hijos, en las condiciones referidas, pasa a vivir en una casa grande, también situada en la calle Buenos Aires, con su familia materna que la ampara, lugar éste no compartido por otras familias. Pienso que esta notable mujer, criada tan solo por su madre, tomando de ella la rebeldía propia de las circunstancias en que vivían las negras de esa época (domésticas, sin horario, recibiendo como paga frecuentemente, un plato de comida, sometidas a toda especie de maltrato tanto físico como psicológico) es guiada por el ejemplo de su madre quien supo tener abierta su cabeza a otras posibilidades, que las que naturalmente el destino le tenía reservada en la sociedad reinante. De la presente narración, se desprende que Paula Fernández logra consolidarse de esta manera, como una de las primeras mujeres negras empresaria de la época, capaz de dirigir un salón de té, de forma más que eficiente, ayudada por sus hijos mayores. De alguna manera, lograr romper con la cadena históricamente impuesta, por la sociedad en su conjunto, logrando demostrar que hay distintas formas de poder insertarse laboralmente en la sociedad, no desde los lugares habituales, (servicio domestico) [24] significando toda una trasgresión, éste, su proyecto para la época. Obviamente, en ese espejo, nos miramos las generaciones venideras, y al día de hoy, el 90 % de su descendencia, tienen profesiones, oficios, que tampoco son comunes a la franja en que nuestra sociedad coloca a nuestro colectivo, a la hora de una actividad laboral. Muere en 1921, dejando un importante legado para toda la familia. Por todos sus saberes, los genéticos y los adquiridos, que nos fueron transferidos, quiero a través de este breve relato, brindarle mi más profundo agradecimiento, en el nombre de todos sus descendientes y en el mío propio. Nota: Mi eterno agradecimiento a mi tía María Dominga Bottaro Pérez, (fallecida) que a través de su relato hizo posible poner en mi conocimiento, historias reales, que hoy comparto, de acuerdo a los principios familiarmente inculcados. [25] Gregoria Sánchez, parda liberta Por Virginia Martínez Verdier Buenos Aires, Argentina A mis hijos, Ariel y Facundo Tomaselli “En la actualidad es muy raro ver negros en las distintas ciudades argentinas. En Buenos Aires más específicamente, los ciudadanos se enorgullecen de su aspecto europeo…Dirán que nunca hubo negras. ¿Qué pasó con la memoria histórica argentina? ¿Qué pasó con esas negras? ¿Eran esclavas o libres? ¿ Cómo y cuándo dejaron de ser esclavas? ¿Cuántas eran? ¿Qué tareas desempeñaban? ¿Qué pensaban sus contemporáneos de ellas? ¿Hicieron algún aporte cultural? ¿Desaparecieron?”. “En los estudios se consideró a hombres y mujeres como un solo grupo ¿Qué pasó con esas pintorescas negras y negritas? Los estudios de género aún no las rescataron”Marta Goldberg, “Negras y Mulatas de Buenos Aires 1750-1850” Ciento setenta años después Soy quinta generación de descendientes de esclavos que vivieron en la actual ciudad de Buenos Aires, Argentina. A medida que avance en mi genealogía encontraré ancestros aún más antiguos en estas tierras. Soy una mujer afrodescendiente, soy “tercerona” o “morisca”, hija de padre mulato (Ignacio Cleto Marcelino Martínez Lorán) y madre blanca (Elida Raquel Verdier). Nací en Buenos Aires el 18 de Agosto en 1954. Mi desarrollo profesional es en la psicología, la sexología y la docencia. Por interés personal, inicié hace cuatro años mi capacitación en Genealogía, lo que me permitió conocer un mundo de académicos y afrodescendientes que me sorprendió, como si mi familia y yo hubiéramos vivido en un mundo paralelo al de ellos. Descubrirlos me permitió pertenecer a un grupo referencial: “afrodescencientes del tronco colonial”. Desde pequeña quise conocer a mis ancestros, ya que tanto los maternos como los paternos pasaron por vicisitudes dignas de formar parte del guión de una novela. Mi investigación me llevó a descubrir mucho más de lo imaginado. El entusiasmo, la emoción y la confirmación de mi identidad criolla son los pilares de este trabajo. Desde pequeña yo comentaba, como algo exótico, que mi abuelo era negro. Sentía ambivalentemente orgullo y vergüenza por ser diferente. Las personas me decían, y aún lo siguen diciendo, con intención de consuelo “¡pero vos sos blanca!”. En ese sentido, la historiadora Florencia Guzmán, refiriéndose al siglo XIX, considera que la diferencia entre ser tenido por blanco y ser blanco era una diferencia de calidad. Esta reflexión me permite comprender mi ambivalencia. Mi padre, Ignacio Cleto Marcelino Martínez Lorán, hijo de Ignacio Cleto Marcelino Martínez (negro) y Carolina Eufemia Lorán (blanca), era mulato nacido en Buenos Aires el 2 de Noviembre en el 1923 y falleció el 26 de Febrero en el 2009. En esta ciudad de Buenos Aires del siglo XX, no era común ver personas negras o mulatas. Solían preguntarle si era cubano y él disfrutaba afirmándolo e inventando [26] historias sobre antepasados cubanos y su origen ñánigo. Pero en realidad, él sabía muy poco de sus ancestros argentinos. En ese sentido, el historiador Alejandro Frigerio expresa que los negros “desaparecieron” a fines del siglo XIX y reaparecieron a inicios del siglo XXI, porque durante el siglo XX se invisibilizó la evidencia fenotípica o se los situó en la lejanía temporal o geográfica, se produjo una ceguera respecto de los procesos de mestizaje e hibridación cultural, sin concebirse tipos intermedios, cuestionando el ser realmente argentino. Josefina Stubbs observó que en la encuesta realizada a habitantes del barrio de Monserrat en el año 2005, la percepción mayoritaria fue que no se puede ser argentino y negro a la vez. La autora considera que las manifestaciones xenófobas (prejuicio racial, desconocimiento, negación de la historia de la presencia negra y su influencia cultural) adormecidas por la integración, habrán incidido en que la comunidad negra se blanqueara, se olvidara y hasta pudo dificultar la autopercepción. Distanciado de su hermano Prudencio, a quien vi dos o tres veces en mi vida, mi padre sólo mencionaba frecuentemente a mi abuelo “Cleto” ya muerto y a algunos nombres sueltos sin saber el parentesco, como “la Tía Desideria” y “María Eloisa” (ahora pude saber que eran su tía y su prima hermana). Mi padre mantuvo contactos poco frecuentes pero sostenidos con sus primos segundos Dolores Mercedes (Pirucha) Martínez y José León César (Poroto) Martínez y así se terminaba su conocimiento familiar. No conocí a mi “abuelito Cleto”, sin embargo me acompañó a lo largo de mi infancia y adolescencia como un “ángel de la guarda”. Su presencia, a través de la palabra de mi padre fue tan fuerte como si estuviera vivo. En este trabajo, pretendo visibilizar a mi bisabuela paterna, Gregoria Sánchez, a quien acabo de descubrir. Los estudiosos mencionan habitualmente la “invisibilidad” de los negros en nuestras tierras, y puedo confirmarlo desde mi propia historia. Pablo Cirio expresa que en nuestro país no existen lugares de la memoria referenciales a los afro en nuestra construcción identitaria, por lo cual considera que es necesario demostrar que hay qué contar. También manifiesta “la voz autorizada es siempre la de los protagonistas”. En este caso, uso mi voz para convocar a mi bisabuela Gregoria Sánchez. Como psicóloga pude entender algunos motivos personales del silencio y de los escasos recuerdos familiares de mi padre. Ahora, como estudiosa de la genealogía y de la afrodescendencia en nuestro país, se me presentan ambas invisibilizaciones como un desafío. Hacia ellas me dirijo en este escrito. Este escrito intercala datos transmitidos oralmente, fuentes primarias escritas y otros documentos que orientan hipótesis y líneas de investigación, relacionados con desarrollos históricos y de género realizados por diversos historiadores especialistas en el tema que me permiten profundizar mi comprensión y análisis. Inmigración forzada: De Mozambique a Buenos Aires El concepto de afrodescendencia define a los pueblos de origen africano que fueron traídos como esclavos durante la época colonial para sustituir la mano de obra de los pueblos indígenas exterminados. Aunque centraré mi investigación con perspectiva de género en una mujer de mi genealogía paterna, resulta llamativo descubrir que como soy una mujer afrodescendiente por vía paterna, soy doblemente dependiente del cromosoma “Y” ya que, la transmisión genética la realizaron los varones. Yo no pude transmitir mi ADN del haplogrupo negro a mis hijos (Ariel Nahuel y Facundo Javier Tomaselli), aunque su fenotipo es claramente afrodescendiente. Mis hijos son cuarterones o albinos. Mis nietos serán quinterones o negro marcha atrás/salto atrás [27] (hijo con la piel mucho más oscura que la de los padres). En nuestra familia pertenecemos el haplogrupo “E1b1a”. A partir del análisis genético de polimorfismos de ADN realizado a mi hermano Leonardo Ariel y cruzando ese dato con aspectos históricos y antropológicos, pude deducir que mis ancestros pertenecieron a la etnia de los bantúes zulúes (aquí llamados “mozambiques” por su región de origen). El historiador Miguel Ángel Rosal tomando a Alex Borucki menciona que los dos tercios de los esclavos trasladados desde África provenían de Mozambique y de Congo-Angola, es decir que eran de origen Bantú, sin influencia islámica. Rosal agrega que en el Virreinato del Río de la Plata en 1791 la liberación del comercio de esclavos permitió a los mercaderes locales conectarse directamente con África, llegando hasta Mozambique. Juan Carlos Coria aclara que entre el 38 y 40% provenían del interior de África y de la costa India y que Mozambique era uno de los lugares de embarque. El antropólogo Pablo Cirio recuerda que en 1958 Scheuss de Studer estudió que la mayoría provenían de Angola, Congo y Mozambique, del tronco lingüístico bantú. Ema Isola llega a la misma conclusión. En conclusión, deduzco que mis ancestros, mis descendientes y yo somos bantúes zulúes de Mozambique, probablemente traídos forzadamente a Buenos Aires luego de 1791. Haciendo visible a Gregoria Sánchez, mi bisabuela paterna En una entrevista personal, mi prima segunda, Pirucha Martínez detalló los nombres y vínculos familiares conocidos por ella. Allí oí por primera vez el nombre de mi bisabuela, Gregoria Sánchez, sin saber el parentesco. Iniciada la búsqueda documental, fui encontrando confirmaciones, ampliaciones y vericuetos que indujeron hipótesis acerca de la vida de Gregoria. Encontré a mi bisabuela a partir de la búsqueda de documentos sobre mi abuelo, Ignacio Cleto Marcelino Martínez. Mi padre no sabía nada sobre su abuela, quien murió nueve años antes del nacimiento de mi padre. El primer documento que encontré y que confirma la existencia de Gregoria Sánchez es el acta de bautismo de mi abuelo. Luego encontré documentos directos de Gregoria: su acta de bautismo, su acta matrimonial, su partida de defunción y su presencia en los censos de población de Buenos Aires de 1855 y censo nacional de 1869. No la encontré en el censo nacional de 1895, que contiene hojas ilegibles. Considerando el censo de población de Buenos Aires de 1855, su acta matrimonial y su partida de defunción, Gregoria Sánchez nació en Buenos Aires, entre 1838 y 1840. Encontré un acta de bautismo del 6 de Enero en el 1840 de la Parroquia de Balvanera, en la que figura: “Gratis”, como “Parda liberta”, “hija natural de Victoria Sánchez” fueron mencionados sus padrinos Pedro Paz y Joaquina Ferreira y cura rector, Saturnino Rodríguez (Libro de bautismos, Nº 2, Folio Nº 79v., Family Search Film Nº 1104828 cn: 293 Imagen Nº 308). No pude confirmar si es la Gregoria que busco, pero me inclino a pensar que esa acta de bautismo corresponde a mi bisabuela, dada la coincidencia del año del nacimiento, la vecindad de las parroquias de los otros documentos y de no haberla encontrado en ninguna otra parroquia de la ciudad, además de las hipótesis que formularé más abajo. Considerándola cierta, en el acta de bautismo de mi bisabuela Gregoria Sánchez, dice “parda liberta”. El término “parda” era sinónimo de mulato o de persona de color. ¿Sería mulata? ¿Su padre fue una persona blanca? ¿Tal vez el amo? como era costumbre de la época. Su madre ¿sería esclava? El estudioso Oscar Montaño expresa que a las mujeres negras se las vejaba y utilizaba para iniciar sexualmente a los señoritos blancos, a veces los propios amos las [28] prostituían aunque no estaba permitido legalmente y que los pardos y mulatos que aparecen en los censos se deben mayoritariamente a las violaciones de las esclavas. Estos hijos casi nunca eran reconocidos por el padre/amo y también eran reducidos a la esclavitud. Considerando a la historiadora Silvia Mallo, eran comunes las parejas no sacramentadas, las uniones de hecho y la ilegitimidad de los hijos, la frustración por no poder liberar a sus cónyuges o hijos, niños libertos reclamados por padres libres, esposos libres de esclavas vendidas y separadas de sus hijos o por sus propias madres. Dice la historiadora Marta Goldberg que eran habituales los hijos de un madre esclava soltera. La ilegitimidad era la norma, los propietarios se resistían a casar a sus esclavos. Las mujeres corrían riesgo de muerte por el parto o el puerperio. Se negaban a tener hijos para que no sufrieran, recurrían a abortos, infanticidios o a la entrega a la casa de niños expósitos. Silvia Mallo considera que la vida de relación y las alianzas íntimas permitieron a las mujeres diversas estrategias para cambiar su condición. El contacto directo con el amo se dio de hecho. Estas consideraciones me permiten imaginar el origen de Gregoria y los avatares de su posible madre Victoria Sánchez. La autora Liliana Crespi explica que el manumitido (compra de la libertad) permanecía en una escala social inferior, que los textos legales aclaraban que la persona era “negro libre” o “negro liberto” como una marca. Si bien es otra Parroquia, a modo de ejemplo, el historiador Jorge Emilio Gallardo aclara que en un corto período posterior a 1815, en la parroquia de Chascomús se mencionaba el origen étnico de los padres, pero que desde 1840 sólo consta la condición de “pardos libres” o “morenos.” En el censo de 1855, (Family Search Film Nº 1154372, Imagen Nº 49), Gregoria fue registrada en la Parroquia de Monserrat (Cuartel 34, Manzana 3, no menciona la calle) junto a otras cuatro mujeres como si fuera un mismo grupo familiar, todas “propietarias”, censadas en “rancho”: 1. Catalina Ponce, 60 años, viuda, nacida en África, lavandera, no lee ni escribe, está en el país hace 50 años. Catalina será testigo de casamiento de Gregoria y madrina de algunos de sus hijos. Probablemente ocupó un rol materno. 2. Margarita San Miguel, 30 años, soltera, nació en Buenos Aires, lavandera, no lee ni escribe. Margarita será madrina de uno de los hijos de Gregoria. 3. Juana Galup,28 años, casada, nació en Buenos Aires, lavandera, no lee ni escribe. No la encontré en el censo de 1869 ni a su posible marido. Figura como madre de Gregoria en sus actas de matrimonio y defunción. 4. Gregoria Sánchez, 17 años, soltera, nacida en Buenos Aires, mucama, no lee ni escribe. 5. Laurentina Agara (apellido ilegible), 2 ½ años, nació en Buenos Aires. Puede ser hija de cualquiera de ellas. No tengo más referencias. En esta hoja del censo, también figuran varias personas africanas con más de 25 años en el país, viviendo en rancho y siendo propietarias. Diversos estudios históricos me llevan a pensar que esas propiedades podrían corresponder a asociaciones comunitarias y/o estas mujeres alquilaran a quienes, en la misma hoja del censo figuran como inquilinos. Según el historiador Jorge Gallardo, la etnia de los Mozambique entre 1830 y 1840 tuvo su sociedad en la calle México, aunque no sabemos la dirección exacta, coincide el barrio con esta hoja del censo. Este podría ser otro indicio que confirma que mis ancestros eran zulúes (de Mozambique). Diversos historiadores, entre ellos, [29] Geler, Rosal, Frigerio, Chamosa, Frega, Boroucki, Rossi, Becco, Vignolo, expresan que desde la Independencia y hasta medidos del siglo XIX, los afroporteños libres se habían ubicado en la zona sur de la ciudad, en las parroquias de Monserrat, San Telmo y de la Concepción. A medida que los miembros de las Naciones se iban liberando por las manumisiones, el dinero que ganaban podían destinarlo a comprar lotes y casas para sus sociedades y para alquilar parte de sus viviendas para la subsistencia. Generalmente eran “ranchos” o “casitas” con pozo de balde, árboles frutales y cerco de tunas. Podemos confirmarlo en Gregoria, censo 1855. Marta Goldberg menciona que a partir de la mitad del siglo XIX comenzaron a formarse sociedades africanas femeninas para actividades lúdicas. Así mismo, opina que las mujeres tomaron el género como bandera, porque los hombres no supieron cuidar los bienes societarios. Además, muchos de ellos partieron a las diversas guerras y las mujeres quedaron al mando de las Sociedades. Vignolo aclara que la mayoría de las sedes de las naciones estaban en la zona delimitada por Piedras al oeste, Moreno/Belgrano al sur, Chile y México desde el Buen Orden (Bernardo de Irigoyen) hacia el oeste. Considera que no era un ghetto o un barrio étnico, ya que fue de libre elección, era un espacio comunitario territorializado en las parroquias de Monserrat y Concepción preferido como asentamiento privilegiado hasta 1860. Schavelzon agrega con Ortiz Oderigo que para algunos el barrio más denso estaba dentro de Monserrat, donde se preferían las calles México y Chile desde Perú hacia el río, zona que se inundaba por el arroyo Tercero del sur (basural de la ciudad a cielo abierto) zona de bajo valor hasta cerca de 1860 en que el arroyo fue entubado. Gesualdo aclara que algunas casas no eran ni tan pobres ni tan sucias. Schavelson menciona que la casa común a los pobres, blancos y negros era una casa mínima de sala de adobe cocido o ladrillo, techo de tejas, aposento y cocina con un gran terreno al fondo. El valor promedio era $ 450 pesos argentinos, casi el doble que el costo de la libertad. Los historiadores mencionan que en el ámbito urbano hubo negros criollos, más cantidad de mujeres y un mejor nivel de vida que en el rural. Fueron muy visibles en el servicio doméstico. Las lavanderas negras a orillas del río fue una escena urbana habitual. Schavelzon mencionando a D´Orbigny y Wilde recuerda que la costa del río para las lavanderas durante el día y los barrios del Tambor eran áreas liberadas. En las toscas se formaban grandes ollas naturales para lavar la ropa. Las lavanderas llevaban sobre la cabeza la batea de madera, una pava para el mate y la pipa para fumar, tradición femenina entre los esclavos. Guillermo Hudson describe gritos, carcajadas, peleas con los niños o señoritos blancos, bailes, canto alegres, parecían felices. Florencia Guzmán menciona que Lyman Johnson consideró que las mujeres negras participaron activamente en la economía y el 65% de las mujeres liberadas acumularon suficiente efectivo. Según William Cowles, los esclavos rioplatenses tenían mayor libertad, las mujeres también, el trabajo de nodrizas y lavanderas no tenía mayor supervisión y las condiciones de las lavanderas eran mejores en algunos casos. Tenían tiempo para trabajar por su cuenta y ganar dinero personal y comprar su libertad. Esto parece haber acontecido en el caso de Gregoria y su grupo de referencia. Si bien no es la etapa histórica que estoy trabajando, podemos hacer extensivas las palabras de Goldberg, quien expresa que durante la época colonial las mujeres negras eran una cosa y una persona, eran objeto y sujeto de derecho. Derecho al bautismo, al nombre, al matrimonio, al adoctrinamiento católico, a vivir fuera de la casa del amo, a tener su propio peculio, a comprar su libertad y la de sus familiares, a poseer bienes muebles e inmuebles, a testar, a una defensa en juicio. Sin embargo, en [30] general, la justicia colonial fue ineficaz. Además, aunque existía el derecho al pudor, el abuso era común. Siguiendo a Liliana Crespi, en el Río de la Plata, los blancos no pusieron objeciones en vivir con negros y mulatos libres. En mi familia podemos confirmarlo en el censo de 1855. Mi prima segunda, Pirucha Martínez, me dijo que Gregoria Sánchez había sido cocinera de Dardo Rocha (político, fundador de la ciudad de La Plata, entre otras, 1838-1921), y su afirmación es posible ya que en el censo de 1855 Gregoria aparece como mucama. En el Censo Nacional de Población de 1869 Gregoria figura en la Sección 8º Calle Moreno 548 (Parroquia de Monserrat), de 29 años, nacida en Buenos Aires, casada, lavandera, lee, no escribe, con 2 hijos: Sisto, 1 año, Jacinto 3 años y Prudencio, su marido (Family Search Film Nº 677375, Imagen Nº 246). Retomando a todas las mujeres que mencioné hasta ahora en este trabajo, podemos confirmar lo mencionado por diversos autores acerca del trabajo de las mujeres afroargentinas. Ellas mantuvieron el servicio doméstico como en la época de la esclavitud urbana, en nuestro caso fueron mucamas y lavanderas. Los registros de los censos nos permiten confirmar los desarrollos históricos acerca de la invisibilización, salvo por las personas nacidas en África o que viven en “ranchos”, a través del censo en sí mismo no podemos saber si los censados son negros ya que no hay una columna para las “razas”. Según sus actas de matrimonio y de defunción, Gregoria Sánchez es hija de Domingo Sánchez y Juana Galup, quienes serían mis tatarabuelos paternos. Acerca de Domingo Sánchez no pude encontrar ningún otro documento. Juana Galup, también está junto a Gregoria en el censo de 1855, con una diferencia etárea de 11 años (aunque eran comunes los errores en las edades). Considerando los documentos encontrados, acerca de la ascendencia de Gregoria, formulo diversas hipótesis: 1. Gregoria es hija de Victoria Sánchez, sin padre conocido (por las diversas opciones que desarrollé más arriba). Victoria fallece o la entrega (no la encontré en ningún otro documento) y Juana Galup, casada, aunque no confirmé el nombre de su esposo, la “adopta”. 2. Juana Galup se embarazó de Gregoria a los 10 años, de un hombre con apellido “Sánchez”. 3. Domingo Sánchez pudo ser el marido de Juana Galup, pero también pudo ser un hermano mayor o un tío de Gregoria, o sea, hijo o hermano de Victoria Sánchez. 4. Gregoria no fue bautizada. 5. El acta que encontré es de otra persona. Los datos que figuran en los censos, nos permiten confirmar lo mencionado por la autora Lea Geler acerca de que después de la caída de Rosas se pusieron en práctica programas de alfabetización y escolarización. En el censo de 1855, mis bisabuelos, Gregoria Sánchez y Prudencio Martínez no sabían leer ni escribir, y en el censo de 1869 mi bisabuelo Prudencio sabía leer y escribir, en cambio Gregoria había aprendido a leer, no a escribir. En la sucesión de Prudencio Martínez (1880) continúan firmando por ella. Considerando el acta matrimonial en la Parroquia de Monserrat, el 5 de Noviembre de 1861 Gregoria Sánchez (21 años, soltera, natural de Buenos Aires) se casó con Prudencio Martínez (22 años, soltero, natural del país, domiciliado en la calle de Moreno sin número), dos meses antes del nacimiento de su primera hija, [31] Camila. Sobre el margen izquierdo del acta debajo de los nombres de los contrayentes, está escrito “morenos”, no lo dice en los padres que figuran en el cuerpo del acta matrimonial. Prudencio es hijo legítimo de Ignacio Martínez (africano) y Dominga Salomón (natural de Buenos Aires). Gregoria es hija legítima de Domingo Sánchez y Juana Galup (naturales de Buenos Aires). También figuran los testigos (africanos) Juan de los Santos (55 años, domiciliado en la calle de Moreno) y Catalina Ponce (60 años, domiciliada en la calle de Sarandí), recordemos que Catalina Ponce vivía junto con Gregoria en 1855. Cura: Manuel Velarde. (Parroquia de Monserrat, Libro de Matrimonios Año 1861, Acta Nº 50). Gregoria Sánchez y Prudencio Martínez fueron padres de nueve hijos (según los documentos que encontré). Por orden de nacimiento: Camila, Jacinto, Jacinto Samuel, Sisto Prudencio, Desideria, Servillana Gregoria, Ignacio Cleto Marcelino (mi abuelo nació el 26 de Abril de 1874, y falleció el 22 de Noviembre de 1939), Narciso y Gregorio. Sólo cuatro de ellos llegaron a adultos. Dice Goldberg que las lavanderas llevaban a sus recién nacidos al río, lo que solía incrementar la mortalidad infantil. Algunos de sus hijos, entre ellos mi abuelo, iniciaron matrimonios interétnicos. A partir de los datos que figuran en las actas de bautismo de los hijos de Gregoria Sánchez y Prudencio Martínez podremos observar que: " En general figura la condición racial. " No aparece como padrino ninguno de los padres declarados en el acta de matrimonio ¿Esto confirma que no tenían a sus padres vivos? " Los padrinos no eran sus familiares, salvo Andrea Salomón, medio hermana de Prudencio. " Los primeros padrinos eran de África y personas mayores, probablemente funcionaran como padres sustitutos y habían sido esclavos. " Otros padrinos eran amistades o vecinos de diferentes momentos de sus vidas. También aparecen padrinos del actual Uruguay y uno italiano. Guzmán menciona que Stolke desarrolla la diferencia entre el color legal y el real pues los libros de bautismo daban información sobre la genealogía de la persona, pero dependía de cómo lo inscribiera el sacerdote. Lea Geler menciona que con la llegada de los inmigrantes, que se adentraban en la cotidianeidad de la comunidad, al compartir los mismos espacios, comenzaron a formarse amistades y parejas entre ambas comunidades. Esto también lo vemos en nuestra familia. Los documentos analizados nos permiten saber los domicilios en que vivieron Gregoria y su familia, que se mantuvieron en el barrio de Monserrat en límite hacia Balvanera. El arquitecto Rolando Schere menciona que con la modernización de la ciudad de Buenos Aires, entre 1850 y 1880, el espacio urbano se extendía hacia el oeste hasta la Plaza Miserere (las actuales Jujuy y Pueyrredón), hacia el norte hasta Santa Fe y hacia el sur hasta San Juan. Claramente, Gregoria vivía en el casco urbano. En la ciudad de Buenos Aires, a partir del 22 de Junio de 1887, las calles paralelas a Rivadavia cambiaron su numeración pues se corrió su inicio dos cuadras hacia el río. Por lo cual, los domicilios anteriores a esa fecha registrados en la documentación encontrada no son los actuales (www.apellidositalianos.com.ar, “Correlación de la numeración antigua y nueva en la ciudad de Buenos Aires” Por Florencio Biscay). Considerando los censos, las actas matrimonio, bautismo y defunción de sus hijos, sus domicilios fueron: " 1855: Cuartel 34, Manzana 3, Sin calle. Parroquia de Monserrat [32] " " " " " " " " " " 1861: Entre Ríos 117. Actualmente hay dos locales sin construcción superior. 1863: Entre Ríos 170. Actualmente hay dos locales en un edificio de aquella época, en grado medio de conservación. 1866: Callao S/N 1869: Moreno 548. Por los cambios de numeración mencionados, el domicilio actual estaría dos cuadras hacia el río, entre Defensa y Balcarce. En la mitad de esa cuadra se encuentra un edificio de época en muy mal estado de conservación, con una sola entrada, planta baja y primer piso. Schere explica que las “casas de vecindad” están formadas con muchas viviendas reducidas con acceso a través de patios y corredores. 1870: Moreno 546. Idem. 1872: México (S/N). Como menciono más arriba, acerca de la sociedad de la etnia Mozambique en la calle México entre los años 1830 y 1840, la propiedad de Prudencio y Gregoria en esa calle, aunque 30 años después, puede ser más que una coincidencia. En los archivos de la Policía a mediados del siglo XIX, la Sociedad Mozambique figura en la Sección 7º en 1843 y en la calle Cuyo (actual Sarmiento) en el año 1862. 1875: México 997. El domicilio actual estaría dos cuadras hacia el río, esquina Piedras. Allí hay un edificio de época, en esquina con planta baja y dos pisos, dos puertas de entrada sobre la calle México, dos sobre Piedras y otra en la esquina, ventanas con balcones. En muy mal estado de conservación. Similar a un edificio de vecindad. 1879: México 997. Año en que fallece Prudencio Martínez. En su sucesión este domicilio figura como propiedad de Prudencio. 1894: México 2153. Figura en un escrito agregado a la Sucesión de Prudencio Martínez, ante la necesidad de justificar que la casa domiciliada en México 2153 es el único bien, se solicita al juez que expida certificado. Ese año también se solicitó corregir el nombre de una de las hijas “Servillana”, probablemente ambos escritos estén relacionados con la venta de la propiedad. Actualmente hay un edificio del siglo XX, pero pegado a él hay una construcción de época (que nos permite imaginar la edificación ausente), con primer piso con balcones y una sola puerta de entrada. Barrio de Balvanera a tres cuadras de Monserrat. 1905: Junin 364. Según el acta matrimonial de su hijo Ignacio Cleto Marcelino donde menciona que Gregoria vivía con él. Actualmente hay un estacionamiento de autos. Barrio de Balvanera. Según Goldberg, las enfermedades habituales de las mujeres negras fueron las pulmonares, tuberculosis, cistitis, hepáticas, digestivas. Gregoria Sánchez falleció a los 76 años el 7 de Junio en el1914 en el Hospital Torcuato de Alvear de Buenos Aires de caquexia cancerosa. La caquexia es un estado de extrema desnutrición, atrofia muscular, fatiga, debilidad, que puede ser síntoma de algunas enfermedades, entre otras, el cáncer. No testó. (Partida de defunción Nº 1073, Registro Civil). Construcción de la memoria familiar [33] Me pregunto porqué mi abuelo no mencionó a su madre ante sus hijos. Ella murió 9 años antes de que naciera mi padre y él tenía 16 años cuando falleció mi abuelo. Mi abuelo quedó huérfano de padre a sus 4 años, ¿cómo habrá sido su vínculo materno filial? ¿Por qué Gregoria no tuvo presencia en mi familia? ¿Cómo habrá hecho Gregoria frente a la crianza de sus hijos al quedar viuda tan joven? ¿Qué pasó con la propiedad que se menciona en la sucesión de mi bisabuelo, Prudencio Martínez? Si bien en 1905 Gregoria vive en el mismo domicilio de su hijo Cleto ¿qué fue de ella hasta que murió en 1914? Se la borró de nuestra historia familiar. Apelo a los estudiosos del tema para comprender la invisibilización de Gregoria. Monkevicios expresa que la memoria social es un mecanismo cultural determinante en los procesos de marcación y automarcación étnica. Estas reconstrucciones son producto de un proceso selectivo entre recuerdos y olvidos, de los que surgen diferentes versiones de la historia. La permanencia de la memoria en los afrodescendientes depende de la transmisión intergeneracional, por lo que es más apropiado hablar de una memoria privada que se construye en la familia. En mi familia recuperé algunos recuerdos a través de Pirucha Martínez, pero fueron más los olvidos. Monkevicios agrega que no tiene la misma significación ni legitimidad descender del tronco colonial que de migraciones. Es cierto, para mi es un orgullo pertenecer al tronco colonial y también lo fue para mi padre y abuelo, pero insisto ¿porqué se cortó allí el conocimiento de nuestros ancestros? ¿Por qué no se construyó una memoria privada en mi familia? Dice Goldman que los afrodescendientes porteños tienen una presencia más oculta, familiar y privada. Según Pablo Cirio la comunidad se llamó a silencio confinándose al ámbito privado y familiar. Esa consideración podría ser una explicación del desconocimiento de mi padre sobre sus orígenes, pero no es suficiente. Picotti, Cirio, Geler, entre otros, dicen que los intelectuales de la generación del ‘80 hicieron desaparecer a los negros para que la Argentina entrara en la modernidad. Además de convocar a la inmigración europea para blanquear a nuestra población nativa que se consideraba sin capacidad de aprendizaje, se invisibilizó a los negros a través de los documentos públicos (censos, certificados de nacimiento, casamiento y defunción). Dice Cirio que no hubo proyecto de aniquilación o confinamiento de la población negra preexistente, se aplicó una acción de borradura en la memoria social, se instaló el olvido colectivo. Lea Geler considera que el proceso de invisibilización tuvo éxito. Apela al concepto de genocidio discursivo, ya que los negros sólo podían ocupar cargos importantes si no reivindicaban su pasado afro. Aunque no lo profundizaré en esta presentación, estas consideraciones me permiten comprender mi propia historia. Mi abuelo Cleto trabajó en el Cabildo y en la Escribanía Ghigliani, para ello, ¿tuvo que negar a su madre y no reivindicar su pasado afro? Dice Frigerio que para construir la blanquedad se ocultan a parientes negros, se niegan o desenfatizan los rasgos negros, mancha negativa en la descendencia. William Cowles menciona que a diferencia de EEUU, en Argentina con una gota de sangre blanca, se los consideró blancos. Agrega que la desaparición de la población negra se debió a un proceso que combinó la miscegenación, la reclasificación demográfica y un cambio en la autoidentificación de la población negra. La sangre africana se distribuyó hasta que dejó de ser la característica dominante. Según Reid Andrews, la mezcla de razas se dio por los matrimonios interraciales y por el uso de terminología racial ambigua, con morenos y pardos incluidos como blancos en los registros demográficos. Ambas situaciones se dieron en [34] mi familia. Los hijos de Gregoria y Prudencio fueron los primeros de la familia en realizar matrimonios interétnicos y en las partidas de los registros civiles y demográficos no surgía su condición racial. Dice Astrid Windus que en la segunda mitad del siglo XIX, el hombre de cualquier raza, debía ser abastecedor, racional y público en tanto que la mujer debía recluirse en lo privado, ser intuitiva, reproductora, madre de la nación, su papel era la sumisión. Las mujeres no tenían derechos políticos. Gregoria era una mujer trabajadora. ¿Jugaría la sumisión en la relación matrimonial? Se consideraba a la madre negra como virtuosa, incluso Coria menciona que la función matriarcal era importante en la sociedad africana, sin embargo, no pude corroborarlo en mi familia. Marta Goldberg al estudiar las causas judiciales de la primera mitad del siglo XIX, observa que las mujeres afro sólo aparecen cuando rompen la cotidianeidad, transgreden el orden social establecido, ¿podemos pensar que Gregoria no aparece porque se sometía al orden social? Dice Geler que la mujer negra, particularmente en los tiempos de Rosas fue retratada con tono despectivo, racista y sexista, época en que se afianzaba el disciplinamiento de las mujeres, confinándolas al hogar y a un nivel secundario, las mujeres negras sufrían una doble desvalorización. Sin embargo en esa época, por el censo de 1855, pareciera que Gregoria y su núcleo tenían un lugar acomodado. Gregoria y Prudencio formaban parte de esa naciente clase media que despuntaba durante la segunda mitad del siglo XIX, al decir de Florencia Guzmán. Eran propietarios de su vivienda, Prudencio era empleado municipal y estaba abonado al periódico “La Broma” que era seguido por los sectores más acomodados de la comunidad negra. Podemos incluirlos en las consideraciones que realiza Ester Díaz, acerca de la población de Buenos Aires (no particulariza en los negros) a fines del siglo XIX. Dice que la gente decente (ricos, educados y poderosos) imponían sus valores morales como propios a la gente del pueblo (trabajadores) como manera eficaz de domesticar a los sujetos sociales para su manipulación laboral y política. A comienzos de la argentinidad, la burguesía transmitía una disciplina hogareña de la mujer que trabaja para afuera (modistas, pantaloneras, lavanderas, planchadoras, etc.). Las mujeres hacían tareas domésticas y eran utilizadas por los señoritos para su vida sexual. Considera que para ser buenas personas, la virginidad, fidelidad, recato, orden, trabajo y obediencia eran virtudes esenciales, las clases trabajadoras los aceptaban como sagradas. Concluye diciendo que las clases populares siempre tratan de seguir el modelo de las altas, pues ya que no pueden seguir su tren de vida, imitan sus valores. Aunque trabajó en el servicio doméstico, Gregoria perteneció a los sectores medios ya desde 1855 en que era propietaria. Lo siguió siendo, por lo menos hasta l894 (último registro que encontré en ese sentido). Sé por mi padre que mi abuelo Cleto se consideraba un “Negro usté” culto y acomodado, en contraposición con los “negros che”/populares, por lo que deduzco que Gregoria continuó estimulando el progreso en sus hijos. Ellos se incorporaron a la modernidad, ¿podríamos decir que se blanquearon? Los estudios transgeneracionales de Anne Schützenberger me permiten ampliar mi comprensión: 1. En agradecimiento por los servicios recibidos un hijo de viuda joven, no se casa o lo hace tarde. Mi abuelo Cleto, huérfano de padre a los 4 años, se casó a los 31 años, edad poco habitual en aquellas épocas. 2. Cuando hay bodas interraciales, la segunda y tercera generación no saben dónde está su lealtad familiar, su lugar, su identidad, ¿en cuál cultura están las lealtades? ¿Qué costumbres y creencias se transmiten? [35] 3. Todos somos mestizos, herederos de dos culturas. En general una de las dos familias se impone y la otra es pieza añadida. Hay una cultura dominante y otra excluida y borrada. 4. El problema de los residuos de la esclavitud aún no está terminados. Transmisión generacional de traumatismos graves no hablados. Se transmite a través del fantasma de un ancestro. 5. Cuando los vacíos del árbol genealógico son muchos, hace daño, ya no se sabe quiénes somos realmente. 6. Es necesario representar nuestra historia de un modo coherente, dándole sentido. Salir del caos, de lo impensado, de lo indecible y de la repetición, asumir nuestra historia familiar y nuestro pasado. De parda liberta a afrodescendiente del tronco colonial Schützenberger continúa diciendo que nuestra identidad es reencontrar de dónde venimos, qué hemos heredado, quiénes somos. Nuestra identidad se forja a partir de la historia personal y la familiar, ambas conectadas con el contexto histórico. Pablo Cirio indica que el término afrodescendencia se creó en la III Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia (Durban, 2001). Alejandro Frigerio expresa que se reconoce como afrodescendiente a quien tiene un ancestro negro, ya no se considera la raza o el color de la persona. Laura López agrega que el término afrodescendiente, que privilegia la ascendencia étnica por sobre el color, puede incluir blancos que se reconocen afrodescendientes. Los rasgos son el color de piel, el tipo de cabello y las características faciales. Suele considerarse lo negro como exótico. Geler y Guzmán consideran que las identificaciones que coexisten entre si son procesos plurales con otras clasificaciones y etiquetaciones: esclavo/a libre, negro/a, mulato/a, ladino/a, bozal, afroargentino, afrodescendiente, sujeto de la diáspora, subalterno/a, argentino, extranjero, migrante, indígena, etc. Estas identificaciones no son excluyentes, se reactivan y reutilizan según los contextos y las posibilidades de quienes estudian y de quienes son estudiados. Además, por la desnaturalización de las concepciones raciales surgió la ambigüedad sobre el color, la raza y el cuerpo. Silvia Mallo considera que la construcción de la identidad fue confusa y trabajosa, la inmigración forzada generó cambios en la estructura de la sociedad definida como multiétnica. Se fueron agregando los mulatos y zambos, esclavos o libres, entremezclándose. En la investigación editada por Josefina Stubbs en el año 2005, se consideró de origen africano negro a los oriundos de África subsahariana (Cabo Verde, Mali, Costa de Marfil, Mozambique, etc.) y a descendientes de africanos en países latinoamericanos. La Encuesta de validación incluyó: 1. ¿El padre de…es o era de origen africano? 4. ¿Algunos de los abuelos por parte de padre de…son o eran de origen africano? 5. ¿Algunos de los bisabuelos/as de…son o eran de origen africano? 11. ¿En el entorno familiar de…usan expresiones como ser un “Negro Che,” ser un “Negro Usted” (según la clase social), pertenecer a “La Raza” o a “La Clase” (afrodescendiente)? 15. ¿Algún antepasado de…es de origen africano negro? [36] 16. ¿Algún antepasado de…fue traído como esclavo? El criterio usado en esta encuesta fue que alguna respuesta afirmativa en las preguntas 1 a 5 o 15 a 17 determinan que la persona es considerada afrodescendiente. En mi familia, podemos responder afirmativamente a todas esas preguntas. Dice Cirio que no es posible entender el proceso de formación identitaria del argentino sin considerar la raíz negra. El criollo es un sujeto histórico con una síntesis biológica y social que incluye el componente afro. La identidad en tanto expresión de pertenencia no es nunca una, en cada persona coexisten múltiples sentidos identitarios según sus contextos de interacción. En mi familia hay una coincidencia total con ese concepto, siendo criolla en casi todas sus ramas. Berenice Corti señala que se poseen pocos datos de la población afro de la época actual, sus características y situación social, ya que se invisibiliza cotidianamente cualquier evidencia fenotípica que pueda poner en peligro la ilusión de blanquedad y opina que reconocerse como negro o afro implica un esfuerzo identitario extra sólo posible para quienes conocen bien su historia familiar. En las interacciones sociales podemos ser ubicados en la categoría de negros cabeza o villeros. Mi familia no negó la evidencia fenotípica, pero no transmitió nuestra historia personal. Frigerio opina que la “ceguera cromática” de los porteños alcanza a los mestizos claros. Hay un trabajo constante de invisibilización de los rasgos fenotípicos negros a nivel de las interacciones microsociales. Lo confirmo conmigo misma, cuando me dicen “Vos no! Si tenés piel blanca!” Con esa lógica, los “negros verdaderos” siempre serán pocos, así se mantiene la historia oficial y popular, porque ser negro es una condición negativa. En los párrafos anteriores hablaron los académicos, pero parafraseando a la militante afrosantafesina Lucía Molina ¿Cómo denominarnos a nosotros mismos? Ya pasaron más de ciento setenta años desde que nació Gregoria, mi bisabuela “parda liberta”, y ahora ya puedo decir qué soy yo en lugar de decir “mi abuelo era negro”. 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Sin embargo sé que tengo algo distinto a las demás, mi piel, mi caminar hacen que la vida tome un sentido diferente. Auto determinarse es uno de los grandes desafíos del ser humano, y aquí en Chile, específicamente en Arica donde la multiculturalidad es una de las características principales, sigue siendo complicado ya que hay una parte de la historia de mi país que no ha sido contada, una historia que en la memoria colectiva se encuentra pero que en las escuelas no se enseña, una historia que se ve reflejada en la cultura pero que no se reconoce. Esa historia es mi historia, la de mi familia, la de mis ancestros. Mi historia familiar fue dura, ya que a corta edad no contaba con la presencia de mi madre por distintos motivos de la vida, por ende mi figura afectiva desde un principio fue mi padre. Él, como hombre valiente se hizo cargo de sus tres hijas mujeres (cosa que no es común en los hombres afrodescendientes, ya que en la mayoría de los casos son las mujeres que se hacen cargo de sus hijos) las cuales tenían diferentes edades y diferentes necesidades. Durante esa niñez viví diferentes situaciones y otras que eran repetidas en mi familia. Era evidente teníamos un color de piel diferente, bailábamos distinto, nuestro modo de expresarnos era ruidoso, y mis hermanas y yo vivimos la discriminación racial a temprana edad, mis hermanas lo tomaron de forma negativa produciéndose en ellas un disgusto por ser NEGRAS, en mí en cambio no fue negativo si no que fácil de llevar. Yo sabia que era distinta, que tenía alguna historia que no conocía… si venia de otro país, si alguna vez mis abuelitas fueron a otro país no sé, pero en la familias se sabía algo claro: éramos NEGROS. Los demás integrantes de mi familia por parte paterna eran músicos, bailarines, buenas cocineras, alegres, características que son de los y las afrodescendientes, pero el termino como tal no era conocido, solo éramos NEGROS. Al crecer, por razones emocionales mi padre decidió enviarme a la ciudad de Arica en donde realicé la mayor parte de mis estudios, y ahí de nuevo se repite la historia, llegó la NEGRA, Pero ahora no estaba sola, si no que en mi salón no solo estaba yo, también había personas con otras características: niños indígenas, blancos, morenos y así. Entonces entendí que ahora sí estaba en una ciudad muy diversa y lo más importante multicultural, donde las diferentes etnias de mi país conjugaban en forma igual. La facilidad para aprender un instrumento desde el comienzo se manifestó y así fue como aprendí a tocar Violín, un instrumento complejo pero al mismo tiempo estricto y hermoso. Desarrollé el lado artístico durante muchos años y [42] no solo en la música si no también en la danza, donde me especialicé en la danza afroperuana. Tenia una facilidad para poder ejecutar esa danza y lo más curioso que me llenaba el alma. Desde eso momento supe que mi identidad iba dirigida para ese sector de la población, o de el continente, la respuesta era clara, PERÚ. Al preguntar y pedir información sobre los inicios de nuestra familia, pude llegar a la gran conclusión que mis antepasados eran peruanos y que específicamente eran negros del Perú, cuando mi ciudad Arica pertenecía a este país. Pero esta información no era suficiente para poder entender mi identidad ya que faltaban ciertos elementos para poder completar el puzle. Uno de los elementos faltantes era la historia, sabía que mi bisabuela eran del Perú, pero ningún libro de historia contaba como fue que un día una ciudad era de un país y al otro día de otro país, por lo menos en la escuela donde iba no se daba ese tipo de información, pero contradictoriamente se practicaba la danza afroperuana. Fue así como al final de mis estudios obligatorios, pude ingresar a la carrera de Derecho de la Universidad de Tarapacá, donde las conversaciones son libres y diversas, pensamos que este lugar es el más neutro y donde se discuten los temas importantes para el desarrollo de la comunidad, pero ahí, otra pared para este camino que yo estaba trazando, ¿cómo les explicaba a mis amigos que era afrodescendiente?, ¡Si! de esa cultura donde bailan lindo, con tambores y la música es bien alegre, encontré la forma de poder explicarlo, me fui por la cultura. Hasta ese momento todo bien, pero ahora viene el tema político. Las constantes preguntas de “¿Pero cuántos son?, ¿Por qué ustedes deben ser reconocidos y los descendientes de españoles por ejemplo, no?, ¿Eres parte de Chile o eres de otro país?”, lograban que mi autoestima como este camino hacia mi identidad, fuera lento y dificultoso. Ahí los primeros años fueron destinados específicamente a nivelar los conocimientos con los demás compañeros de clase, ya que lamentablemente la educación pública que recibí en mi colegio de música no era de la mejor calidad, pero me había dado otras herramientas como la sensibilidad y la ejecución del violín. Paralelamente ingrese a una organización de afrodescendientes, donde fui reclutada o invitada por uno de los líderes de esa organización. Al ingresar a esta organización donde habían más afrodescendientes pude darme cuenta que con mi familia no éramos los únicos, ahí habían personas con las mismas facciones, con el mismo andar, mujeres que tenían muchas de las características que había visto toda mi vida pero que no había podido relacionar. Ese día fue el comienzo del largo camino de la búsqueda de mi identidad. Al ingresar a la organización de afrodescendientes, entre el factor que casi todas las personas ingresan “La Cultura,” me interesó de forma inmediata la cultura afrodescendiente, me llamó mucho la atención los ritmos, los tambores y la danza, la cual había practicado antiguamente en el grupo de mi colegio. Comencé de una forma común interesada en bailar y en participar en las diferentes instancias donde había que tener alguna presentación artística. Esta forma de participación me gustaba demasiado, ya que me sentía muy cómoda con los demás integrantes de la agrupación. Después al pasar el tiempo, la persona que me reclutó vio un potencial en mi persona el cual estuvo dispuesto a desarrollar en forma conjunta con otros jóvenes de la agrupación. De esta forma comencé a trabajar la temática afrodescendientes desde otra mirada, desde otro sentido, la perspectiva étnica afrodescendiente, ya no solo como un elemento cultural sino que también como un derecho reivindicatorio. Al trabajar y comenzar a estudiar de forma profunda la temática política afrodescendiente me di cuenta que la escasez de mi país respecto a esta variante era macro, y no solo para los afrodescendientes (que hasta el día de hoy es inexistente) [43] sino también para los pueblos originarios (indígenas). La normativa, las instituciones y demás aspectos políticos – sociales son muy escasos. Desde ese entendimiento personal, el cual era reforzado por las diferentes reuniones que tenía con el grupo de jóvenes, fue convirtiéndose en el motivo principal para pertenecer a este tipo de organizaciones, la causa por cual yo necesitaba fortalecer mi identidad, y este era claro, luchar contra la discriminación racial y por el reconocimiento político-social de los y las afrodescendientes de Chile. La formación profesional que estaba adquiriendo en forma paralela, producía que mi motivo de lucha fuera tomando matices diferentes, más técnicos, ya no basados en la cultura (baile y danza) si no que me llevó a estudiar los diferentes tratados internacionales y realizar para mi organización los diferentes documentos administrativos necesarios para el funcionamiento de la misma como cartas de solicitudes, estatutos, etc. Las distintas manifestaciones culturales que se desarrollaban por parte de mi organización yo las seguía realizando, tratando de no dejar de lado este aspecto importante de la ya identidad adquirida, pero iba emparejada con las ganas de seguir estudiando los diferentes procesos latinoamericanos de los afrodescendientes. De esta forma fui conociendo realidades que solamente podía imaginar a través de los textos que podía encontrar en internet y los que los líderes mayores podían facilitar. Conocer las realidades de otros países donde los procesos políticos ya han avanzado lo suficiente, es de cierto modo un gran desafío en mi país ya que como no hay recursos para nuestras comunidades, las becas y beneficios para salir al extranjero son nulas, y solo estamos a la disponibilidad de los eventos que otros países y compañeros realicen. Entonces la capacitación en temas políticos y su variable étnica se hace un poco complicada, y solo se puede realizar a través de internet y de las pocas oportunidades que los afrochilenos tenemos de viajar y compartir experiencias. Gracias a Dios se me dieron oportunidades y he podido realizar diferentes trabajos en otros países, esas oportunidades han sido claves para el aprendizaje y la capacitación política étnica, ya que han sido capacitaciones potentes en todos los aspectos, tanto políticos, culturales y sociales. Al terminar las capacitaciones en los diferentes países, la labor posterior es replicar lo aprendido en estos eventos y gracias a esta acción también los integrantes de las organizaciones podemos aprender un poco más de los procesos internacionales y poder sacar ideas de cómo trabajar en post del reconocimiento de los y las afrodescendientes de Chile. Las distintas oportunidades que la vida me ha dado en relación a la capacitación, aprendizaje y a los distintos momentos donde he compartido con gente maravillosa afrodescendiente ha producido en mi persona intereses y cambios rotundos en mi vida, desde cambios conceptuales como cambios en personalidad, por ejemplo desde que entendí que ser AFRODESCENDIENTE era un concepto reivindicatorio, el cual pone a los descendientes de africanos como sujetos de derecho y no NEGROS, transformó mis entendimientos, los cuales fueron entregados erróneamente por los distintos medios que obtuve en mi crecimiento, humanizando la historia de los esclavizados en las Américas, e imaginado que tal vez tengo algún familiar en el resto del continente. Mujeres Afrodescendientes La transición que viví para poder trabajar en temáticas de género, y aplicando la variable afrodescendiente no fue de lo más agradable como me hubiera gustado que fuera. En el periodo que trabajé en la organización mixta, en donde un líder me reclutó, fue un período tranquilo ya que el trabajo era repartido en diferentes áreas [44] como lo cultural y lo político, pero hubo un momento en mi vida que entendí y quise trabajar solamente en el reconocimiento, y ahí las cosas se complicaron, ya que como mujer joven afrodescendiente tenía necesidades especificas, y convicciones particulares por las que debía trabajar y luchar, una de ellas era terminar con los prejuicios raciales que las mujeres afrodescendientes somos víctimas, y otras necesidades que debíamos como colectivo de mujeres tratar. Las relaciones con diferentes personas de mi primera organización fueron poniéndose complicadas y por razones compartidas. En este mismo período bajo el mandato de la red de mujeres afrolatinas, afrocaribeñas y de la diáspora, creamos el primer colectivo de mujeres afrodescendientes de Chile, el colectivo de mujeres afrodescendientes “Luanda”. Este colectivo tenía objetivos claros y era el empoderamiento de la mujer afrodescendiente de Chile. En una de las actividades de la organización mixta (por motivos que aún no entiendo), fui agredida por la persona que me reclutó. Fue difícil, en realidad un momento muy difícil de mi militancia, ya que fueron sentimientos encontrados. Las relaciones con este líder ya estaban cortadas por diferentes situaciones anteriores, pero nada justifica la violencia y ese día la agresión fue dirigida a mis compañeras de lucha como a mi pareja, lo que complicó realmente las cosas. En ese momento pensé en renunciar y dejar todo de lado, porque me estaba ganando malos tratos, de manera gratuita, me sentí denigrada como mujer y aún más como mujer afrodescendiente, por que no podía creer que la misma persona que me reclutó y de cierta manera me ayudó en mi búsqueda, me tratara de enferma, maraca (puta) y otros epítetos. En ese momento quise dejar todo y solo estar tranquila. La manera de poder calmar mis sentimientos, fue muy difícil ya que tuve que aferrarme a la búsqueda que había comenzado y a las motivaciones que había encontrado para comenzar esta lucha y militancia. Las mujeres afrodescendientes somos solidarias, debido a que en ese momento recibí apoyo de diferentes compañeras que militan en otros países y también de las compañeras de otras organizaciones afrodescendientes de mi país. Este apego a mis ideales y el apoyo de las compañeras me hicieron saber que no era la primera y ni la última mujer que era violentada por algún hombre de una organización, ya que estos episodios eran más comunes de lo que podemos creer. Generalmente las mujeres que trabajamos en organizaciones mixtas somos relegadas a trabajos logísticos, y los trabajos políticos y de negociación son dejados en manos de los hombres afrodescendientes, y son ellos los que se llevan los créditos, transformando la militancia en una carrera contra la corriente, ya que debemos trabajar para lograr los objetivos y para que el trabajo sea valorado y respetado. De esta forma la transición de trabajar con mujeres afrodescendientes se convirtió en otro motivo de lucha, empoderar a la mujer afrochilena en los diferentes espacios y aumentar el valor de nosotras en las distintas organizaciones. Este motivo se conjuga con la defensa de los derechos de las mujeres jóvenes afrodescendientes, ya que somos sometidas a una múltiple discriminación y receptoras de diferentes formas de violencia. Al entender que la lucha no era personal sino que colectiva ha transformado mi militancia en algo más potente, y entender que las diferentes situaciones son procesos que debes vivir a lo largo de la lucha, ya que sin ellos no entiendes por qué estás y por qué debés seguir. Actualmente el trabajo que realizamos como colectivo de mujeres Luanda ha sido uno de los trabajos más enriquecedores para mí, ya que he podido entender que ser mujer afrodescendiente es ser portadora de una rica espiritualidad debido a que tenemos en nuestros genes una historia llena de sufrimiento, amor y trabajo, y en la [45] actualidad somos mujeres estereotipadas, esforzadas y luchadoras como nuestras ancestras. Esta pluralidad de características hace que las mujeres afrodescendientes seamos multifacéticas, y en la búsqueda he entendido que muchas de las características y estereotipos impuestos a nosotras las mujeres jóvenes afrodescendientes, son adjetivos atribuidos con el ánimo de menospreciar y disminuir la autoestima de las mujeres negras, pero con la participación en las agrupaciones de mujeres podemos entender que estas interpretaciones impuestas no son las reales y que sí tenemos características definidas y son las que usamos diariamente y explotamos para nuestro placer personal. Es así como la incidencia en otras mujeres jóvenes a través del colectivo mujeres Luanda y otras redes de mujeres afrodescendientes produce una serie de efectos reivindicatorios y lo más importante no tener un sentimiento de culpa por ser afrodescendiente. Entender que los colectivos de mujeres afrodescendientes sirven para muchos objetivos, ha sido uno de los primeros caminos, pero el principal la reivindicación de las mujeres, y éste ha cambiado mi vida, lo más importante se ha convertido en parte importante de mi identidad, porque ahora sé quien fui, quien soy y quien seré, una mujer afrodescendiente de Chile. [46] Realidades y perspectivas de las mujeres afro ante educación, formación y mercado laboral* Por Andrea Ortuño Buenos Aires, Argentina Introducción En los inicios del feminismo la reflexión sobre la emancipación de la mujer se hacia en la función del binarismo hombre/mujer, contrarrestándola con la condición masculina. Las diferencias entre mujeres eran subsumidas a la ilusión de una opresión en común. Ahora las diferencias entre mujeres son el nuevo eje articulador del feminismo. La posición de las mujeres negras es la más subalternizada; nosotras ostentamos el estatus social más bajo que cualquier otro grupo social por nuestra triple opresión sexista, racista y clasista sin otro institucionalizado al que puedan discriminar, u oprimir. Este cambio de eje se inscribe en el pensamiento próximo al feminismo poscolonial en la discusión sobre los rasgos que asumió. El feminismo como feminismo blanco occidental y heterosexista y la preocupación sobre las diferencias históricas y culturales podían afectar la teoría y la practica política del feminismo. El feminismo poscolonial habla del feminismo del Tercer Mundo; aunque surgen problemas con esta denominación, que englobaría tanto a las mujeres oprimidas por la raza en el Primer Mundo. Es entonces el feminismo liberal burgués y occidental hegemónico el que es puesto en tela de juicio por el extrañamiento de muchas mujeres con un movimiento feminista cuyo emblema es la mujer blanca, occidental, heterosexual, de clase media, urbana, educada y ciudadana contra el patriarcado como categoría universal” (Bidaseca 2010-129). Los estudios ratifican una vez más que las Africanas/Afrodescendientes, en especial en América Latina, vivenciamos la herencia del proceso de esclavización que mantiene un régimen de concentración de propiedades, bienes y recursos en poder grupos concentrados que sostienen un sistema racista y neoliberal donde se ha desarrollado un criterio étnico que sirve como determinante de los procesos de exclusión y estratificación social. En Argentina se mantiene las condiciones de vulnerabilidad social en las distintas comunidades afro, determinando las diferencias en el ingreso económico, el acceso a la educación, el trabajo, la representación política, entre otras variables. Las mismas dan cuenta de la situación que viven las y los afrodescendientes y africanas/os, particularmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde nuestra perspectiva política, étnica y cultural la existencia del racismo como ideología se expresa transversalmente en la situación económica, social, cultural, política de género que vive nuestra comunidad. En cada país del mundo el racismo se regenera, muta y se actualiza generando nuevas y particulares formas de discriminación, lo que implica pensar acciones específicas para la implementación de políticas públicas de erradicación de los modos de discriminación. En este sentido una de las principales estrategias que se han desarrollado en el movimiento afro ha sido la organización de las distintas comunidades apoyándose en las políticas de concientización y de la identidad. [47] Este es un eje central de análisis y lucha en el movimiento de afrodescendientes y africanas/os de Argentina, revindicando la pervivencia de la cultura afro, participando activamente y como protagonista en los espacios de construcción de políticas públicas que incorporen una mirada que promueva e integre la cosmovisión afro, de genero, de juventud, con el objetivo de promover el respeto de las características étnicas y culturales de los diferentes grupos sociales que convivimos en Argentina. Realidades de la mujer afro en Argentina El 80% de las mujeres afro con las que África y su Diáspora3 viene trabajando son jefas de hogar, con un importante número de niñas/os a su cargo. La mayoría asumió una maternidad temprana, lo que promovió su deserción del sistema educativo formal, y una temprana y precaria inserción del campo laboral. Es por ello que la mayoría de las mujeres afrodescendientes se desempeña en trabajos de baja calificación, sin cobertura social, en condiciones de mucha vulnerabilidad, o que repercute en forma directa en la sustentabilidad y estructuración familiar. Desde la perspectiva de género las mujeres afro sufren una fuerte presión social que intentan encasillarlas en un estereotipo racista que las transforman en meros objetos sexuales, siempre a disposición de los hombres. Este estereotipo tiende a su vez a interiorizarlas y a homologarlas espontáneamente en casi todos los contextos con trabajos sexuales. Un problema que refleja el claro cruce existente entre el sexismo y el racismo. Además, las mujeres afro viven problemas particulares de acceso a la información y tienen una baja concientización respecto al ejercicio de sus derechos. Otro elemento que deseo subrayar es la invisibilización que sufren las mujeres afro a nivel de políticas públicas y sociales. Muchas veces se utiliza como argumento la ausencia de datos estadísticos para justificar la ausencia de políticas públicas a nuestra población especifica. Este problema no solo es visible a nivel estatal, sino que muchas veces también está presente en el resto del movimiento social: el feminismo invisibiliza y obstruye la participación alegando que las mujeres afro no contamos con una representación social y política propia. Desde la posición histórica de ser mujer negra, un feminismo negro, “construido en el contexto de sociedades multirraciales, pluriculturales y racistas-como son las sociedades latinoamericanas-tienen como principal eje articular al racismo y su impacto sobre las relaciones de género dado que el determina la propia jerarquía de género de nuestras sociedades.” Las dos maneras de perderse son: por segregación siendo encuadrado en la particularidad, o por dilución en el universal. La utopía que hoy perseguimos consiste en buscar un atajo entre una negritud reductora de la dimensión humana y la universalidad occidental hegemónica que anula a la diversidad.” Ser negra sin ser solamente negra, ser mujer sin ser solamente mujer, ser mujer negra sin ser solamente mujer negra.” Lo cierto es que esta invisibilidad ha permanecido hasta hoy en día en el imaginario nacional argentino. (Andrea Ortuño-2010) Asociación civil sin fines de lucro que comenzó a funcionar en 1999 en el marco de una revista llamada “Benkadi” que trataba de dar respuestas e información a las distintas interrogantes en torno a la comunidad Afro y la diáspora africana en la Argentina. 3 [48] A modo de muestra: relatos de mujeres afro Recientemente realizamos un estudio sobre las condiciones de vida de la población afrodescendiente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El universo que cubrió nuestra encuesta se compone de población afrodescendiente y de migrantes africanos que es mayoritariamente masculina, signo de la invisibilización femenina afrodescendiente, y del hecho que la migración reciente naciones de África están compuestos por varones. La muestra es no probabilística (dada la inexistencia de un marco muestral), por cuotas está conformada por el momento 257 casos (150 de africanos y 61 casos de afrodescendientes) que viven o trabajan en la ciudad de Buenos Aires, efectuada durante el mes Junio de 2010. En cuanto a la edad se concentró entre los 25 y 39 años. Y el sexo fue mayoritariamente masculino (74%) frente a un 26% de mujeres. Respecto del lugar de nacimiento: 53% africanos, 34% de afrodescendientes de otros países, 13% afrodescendientes argentinos. Solo aquí mencionamos diez encuestas a mujeres afro realizadas en el barrio de Constitución a afrodescendientes: 4 son de nacionalidad argentina, 1 peruana y 5 dominicanas. De los inmigrantes –excepto la mujer peruana que llegó en el año 1993-- el resto aludió a razones económicas. Entre las mujeres dominicanas se puede ver el deseo de irse de su país para lograr “una vida mejor”. Por otro lado, de las 6 mujeres inmigrantes encuestadas, 5 de ellas manifestaron no tener trabajo antes de venir y en sus países se dedicaban a tareas domesticas. Del total de los encuestados, 5 afirmaron tener hijos, el total de esto se encuentra escolarizado. El número de hijos varía de 2 a 4. Con respecto al nivel educativo, la mujer dominicana de 54 años y el hombre argentino alcanzaron primaria incompleta. Las mujeres dominicanas de 40 años y la mujer argentina de 34 hicieron primaria completa. La mujer peruana de 40 años hizo la secundaria completa. Las 2 mujeres dominicanas de 29 y 30 años y el hombre argentino de 28 años alcanzaron universitarios incompleto y secundario completo respectivamente. Con respecto a la inserción laboral solo 2 están insertados en el sector formal, el resto se dedica a algún oficio (peluquería, moza, electricista, herrero), limpieza en hogares. Ninguno está efectivizado ni tiene cobertura médica. Las mujeres que afirman realizar trabajos sexuales expresaron que no consiguieron trabajo y la única opción que le quedó fue esa. De los 10 encuestados solo 2 afroargentinas poseen cobertura médica. Los 8 restantes no tienen ningún tipo de cobertura médica, lo cual muestra la exclusión en el sistema de salud. Este hecho tiene que ver con la exclusión del sector formal del mercado laboral. Otro de los módulos sobre discriminación, de las/los diez encuestadores 7 expresaron haber sufrido discriminación racial o étnica, no solo por las institucionales del Estado, sino por parte del conjunto de la sociedad. Tres manifestaron haber sido discriminados en hospitales y organismos públicos. Una mujer afrodominicana expresó que fue discriminada en el hospital Argerich cuando llevó a su hija que tiene diabetes e hipotiroidismo. Cuando le estaban haciendo la ecografía a su hija la mujer le preguntó a la ecógrafa por qué le había crecido tan de golpe la panza a la niña, esta le dijo, “porque todas las negras son panzonas y culonas.” La violencia en las calles la sufrimos en mayor medida las mujeres que los varones. Los insultos son propinados hacia las mujeres en mayor medida que en los varones. Nos dice bell hooks (2004) “Como grupo, las mujeres negras están en una posición inusual en esta sociedad, pues no solo estamos como colectivo en el fondo de la pirámide ocupacional, sino que nuestro estatus social es más baja que cualquier [49] otro grupo. Al ocupar esa posición aguantamos lo más duro de la opresión sexista, resista y clasista.” Bibliografía África y su diáspora y Proyecto de Reconocimiento Institucional de la Cátedra la Sociología y los Estudios Poscoloniales (UBA)-(2010) “Perspectivas socioculturales y sociodemográficas de la población afrodescendiente y africana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.” *Artículo originalmente publicado en Observatorio Internacional Mujeres Afro, 6 de Agosto 2011 < http://www.observatorioafro.com/blog.asp?Iden=17> [50] Es mucho más que un color Por Andrea Guerra Silva Montevideo, Uruguay Me llamo Andrea Guerra Silva, nací el 9 de noviembre de 1971. Soy mujer afrouruguaya, escritora, madre soltera, empleada doméstica y en ocasiones trabajo de moza que es mi profesión. Provengo de un hogar humilde, constituido por madre afrodescendiente, padre blanco (fallecido), cinco hermanos y mi hijo adolescente. De mis raíces sé muy poco, solo puedo decir algo de mi abuela materna Felicia quien trabajaba lavando ropa en el río y mi madre la ayudaba entregando la ropa ya limpia y planchada. Mi madre, ya de grande siempre fue empleada doméstica. Dentro de mis vivencias, no tengo gran recuerdo de haber padecido discriminación que me marcara a fuego, excepto lo que me decían en mi niñez y parte de mi adolescencia, “negra jetona”, siendo esto muy hiriente. A través de un programa radial llamado “Raíces Negras”, es que conocí otras problemáticas, otras vivencias, que hicieron que disminuyera mi dolor. “Raíces Negras” era un programa que se emitía de lunes a viernes en el horario de la noche, conducido por Daniel Morena, un joven que estaba bien interiorizado en todo lo referente a los afrodescendientes. Acompañado por un gran equipo de trabajo, en donde contaban con la prestigiosa presencia del historiador Óscar Montaño, aportando muchísimo sobre nuestra historia y raíces. En dicho programa se difundía la cultura, la música, la historia y el sentir de toda la comunidad afrodescendiente. Se defendían nuestros derechos en una sociedad matizada de hipocresía e injusticia; trataban la discriminación que padecíamos muchos. A mi me insultaba que otros no podían acceder a muchos lugares, o al subir a un ómnibus eran discriminados mediante malos tratos e insultos. Eran considerados ladrones, vagos, sucios, y hasta borrachos por el hecho de ser negros. Me pregunto, ¿con qué derecho? Gracias, a “Raíces Negras” fue que tuve la oportunidad de conocer personalmente a Martha Gularte, vedette afrouruguaya, bailarina de candombe, escritora nacida en Tacuarembó. Su persona me generaba admiración y respeto. Me gustó mucho un poema de ella, “Cuareim y Ansina,” el cual a mi entender merecía ser difundido por ser realista y llegar al alma; de gran contenido sentimental. Habla de las raíces y la destrucción de los cimientos de la cultura afrouruguaya, poniéndose de manifiesto la añoranza de un lugar físico y de procedencia. Acá les comparto el poema “Cuareim y Ansina” de la Sra. Martha Gularte (1919-2002): Ese día no jugaron los niños del conventillo. Está triste Cuareim, y hasta el ambiente más frío. Los niños preguntaban- ¿Mañana mamita adónde nos llevarán? Madres y abuelas lloraban, no se podían conformar Las vecinas como siempre se miraban y cuchicheaban si los morenos se van. El conventillo se muere si esta gente se va. Y Cuareim se desmoronó. Las familias se fueron, deambulando por el mundo, Por el maldito dinero. Fueron manos malvadas que derrumbaron mi alero, olvidaron [51] Que en Cuareim, blancos y negros crecieron. Desalojaron familias y se murieron abuelos. Tanto apuro ¿para qué? Y hoy Cuareim es un terreno. Desalojaron Ansina Todo quedó en la nada. La cuna del niño negro que tanto necesitaba. Porque siempre fue Ansina y Cuareim el gran orgullo del negro Que en las noches de llamada hacían bailar al pueblo. Conventillo fuiste el palacio, fuiste la cuna donde nací, pase mi Infancia junto a otros niños, fui muy feliz. Jamás pensaba que con el tiempo te iba a perder. Siempre soñaba Que allí por siempre Te iba a tener. Surgen entre las sombras Aquellos días. Días de gran candombe Qué hermoso fue Quiero volver a verte mi conventillo Por escuchar sus lonjas yo esperaré. Surgen de esos escombros aquellas noches Noches de vino y canto, todo se fue. Quiero volver a verte mi conventillo, por escuchar tus lonjas Yo esperaré. Tengo tristeza y dolor. Y los morenos por esos caminos andaremos Yo tomaré mi copa Y de eso no hablemos más. Considero que es muy interesante todo lo que encierra este poema; inmortaliza los conventillos Cuareim y Ansina. Al cumplir el ciclo de Raíces Negras, con el cual tenía un fuerte vínculo, tomé distancia con todo lo relacionado con los afrodescendientes. Aunque, si me enteraba de algún echo de discriminación, intentaba actuar de alguna manera. Siempre fui una defensora de los derechos humanos y rechazo fervientemente la discriminación. Un día recibo un mail de mi prima, Alicia Ortuño, haciéndome una invitación para concurrir a un encuentro vivencial de candombe, género y patrimonio, organizado por la Casa de la Cultura Afrouruguaya. El presidente de esta Casa es mi primo, Edgardo Ortuño Silva, quien el 15 de junio del 2000 pasó a ser el primer afrodescendiente en ocupar una banca en el parlamento uruguayo luego de 170 años. Él ha impulsado muchas leyes a favor de los afrodescendientes. El 3 de diciembre de 2006, gracias a el se promulga el Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial. Sin lugar a dudas, la idea de ir a este encuentro me seduce y decido participar. ¿Saben qué? Me sentí en casa. Estaba con mis pares, teníamos el mismo interés de conocer más sobre nuestras raíces. Fue muy emotivo, cada uno compartió sus vivencias. Para mí fue el reencuentro con mis raíces; el sentirme identificada, el conocer muchas cosas, como la existencia de deidades que [52] tenían vinculación con los afrodescendientes como lo es Erzulie, la diosa de la belleza y el amor. Se trataron temas muy interesantes como la procedencia, el Candombe y su significado que no es solo la danza sino lo que ello representa para toda la comunidad afrodescendiente y su legado en la sociedad; se habló de patrimonio y el pertenecer a un lugar, el sentirse parte de. Quedé asombrada de ver cómo había pasado el tiempo y lo desinformada que estaba sobre lo relacionado a mi raza negra. Sentí vergüenza de ver que personas que no eran afrodescendientes estaban más interiorizadas que yo en el tema. Fuera de lo que fue el encuentro vivencial, no quiero dejar de mencionar a mujeres afrodescendientes muy importantes, que hicieron historia a la hora de defender nuestros derechos y la lucha contra la discriminación. Dentro de las mujeres afrouruguayas, voy a destacar a tres, lo cual no quiere decir que no haya más. Ellas son íconos en nuestra cultura; Rosa Luna, nacida en Montevideo, Martha Gularte de Tacuarembó y Lágrima Ríos nacida en Durazno. Rosa Luna y Martha Gularte ambas son vedettes y destacadas bailarinas de Candombe. Rosa Luna nació en el Conventillo Medio Mundo. Tenía una columna semanal en un diario, donde expresaba su preocupación por la comunidad negra, por la condición de la mujer y por la justicia social. Fue presidenta de la Organización Mundo Afro desde sus inicios en 1988, para promover la cultura afro y trabajar por los derechos de los afrodescendientes y las mujeres. De Martha Gularte voy a agregar que a pesar de su triste infancia, tenía gran rebeldía contra la injusticia social y poseía gran espíritu solidario. Escribía poemas relacionados con “su gente negra” como solía decir. “El barquero del Río Jordán” y “Con el alma en el corazón”; son títulos de sus libros. Lágrima Ríos cantante de tango, milonga y folclore, también defensora de los derechos de los afrodescendientes. Con gran interés en la problemática de la identidad cultural y luchadora incansable contra el racismo. Cada una de ellas a su manera y desde su lugar, aportaron lo suyo a favor de la cultura y la integración de la comunidad afrodescendiente, sin dejar de lado la lucha constante contra la discriminación. Otra de las mujeres que no quiero dejar de mencionar por lo que representa para mí, es Rosa Louis Mc Cauley Parks, nacida en Montgomery, Alabama, Estados Unidos. En 1955 se negó a ceder su asiento en un autobús público a un joven blanco. Eso llevó a que fuera arrestada y que debiera de pagar una multa. “Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder”. Rosa Parks estaba decidida a combatir el segregacionismo. El incidente del autobús, tuvo como primer efecto la creación de una Asociación, cuya finalidad era defender los derechos civiles de la minoría negra. Martín Luther King fue su presidente. Dicha asociación organizó un boicot contra los autobuses, el cual duró 382 días. Tuvo gran éxito, ya que sirvió para que la lucha de los afroamericanos de Montgomery fuera conocida en todo el mundo. En consecuencia, el gobierno norteamericano se vio obligado a abolir la segregación en los transportes públicos. No dejo de preguntarme, ¿Quién se cree más que nosotros para forzarnos, quitarnos, segregarnos? ¿Por qué cuesta tanto la aceptación, el reconocimiento? Nos diferencia el color de la piel, pero es mucho más que un color, es un sentimiento. Sentimiento que viene de nuestros ancestros y se lleva bien arraigado. Es como una hermandad. Cada afrodescendiente lleva en sus entrañas el sufrimiento, el padecer, el dolor, el sudor del trabajo forzoso, el ruido de las cadenas de la opresión, las lágrimas del sufrir. Fluye en todo nuestro ser la energía que tomamos de la tierra, sentimos la fortaleza de toda África. Cuánto hay para decir, qué poco se habla y qué poco se sabe [53] de mí raza negra. Como mujer afrouruguaya reconozco y quiero que se difunda, que poseemos una cultura muy rica y una historia de lucha, pero fascinante. En Uruguay, de a poco se le está dando importancia a todo lo referente a los afrodescendientes. Es alentador cuando se divulga el baile como el candombe y alguna que otra danza africana. Sería de gran importancia que se reconociera también las raíces que tienen en el candombe, la milonga y el tango. Se ha logrado paso a paso, la inserción en la sociedad, en terrenos que son difíciles de acceder, y ni que hablar para los afrodescendientes como lo es la política, la escritura, el arte, la pintura, los medios de comunicación. Felizmente las cosas están cambiando; hay muchas mujeres y hombres que trabajan para que eso sea así. Hoy día, hay políticas que tratan el tema muy en serio. Considero que hay mucho para dar y para hacer. El mensaje del texto que he compartido es de tomar conciencia, de poner un alto a la discriminación, de valorar al individuo por lo que es, por sus valores como persona y no por el color de su piel. Es el decir a los afrodescendientes que no debemos de sentir vergüenza, tenemos una historia que nos respalda y nos hace fuertes, nos hace sentir orgullosos de ser quienes somos. No debemos de olvidar la importancia que tienen las raíces en nuestra vida. Es nuestra identidad, habla de quienes somos. [54] La voz negra de Toubal* Por Silvia Mónico Posadas Buenos Aires, Argentina Introducción Durante una vivencia, y digo vivencia porque fue vivido totalmente con todos mis sentidos, es más, aún tengo las imágenes pasándome como una película; mientras una tarde en que tocaba mi tambor, escuché unas palabras en un lenguaje antiguo, de una vida pasada. Al investigar sobre ellas mi asombro fue muy grande, porque encontré fotos del mismo lugar (Sudán – Nigeria) en el que estaba en la vivencia. Mi sorpresa fue enorme cuando descubrí que el lenguaje que estuve escuchando se llama Hazzanía, es un dialecto árabe también llamado Kalam Hassan o “habla de Hassan” en la región desértica del suroeste de Argelia, Sahara Occidental y Mauritania, y también en zonas de Mali, Nigeria, Níger y Senegal. Proviene de la tribu árabe Beni Hassan y luego se desparramó a otras zonas en los siglos XV y XVI. Tiene influencia de las lenguas Mauritania y Wolof y más de un 90% del vocabulario tiene un origen árabe. No obstante, existen además palabras de idiomas africanos, del castellano y del francés en este dialecto. Entre algunas de las palabras que escuché, estaba la palabra “toubal,” la cual significa tambor, entonces comprendí y reafirmé una vez más que el tambor es la voz negra de mis ancestros: El tambor es un canal de comunicación ancestral, el tambor es natural, el tambor es sonido sanador, es sonido espiritual. Es el calor de tus manos, es el vibrar de tu cantar, es el correr de tu sangre. Es tu sombra, es tu sol, es tu brillar. El tambor es tu raíz, el tambor solo escucha y trasmite tu sentir. El tambor es puro amor. El tambor tiene las voces, el tambor tiene su voz, el tambor tiene tu voz. Tu voz negra del Tambor. ¡La voz negra del Toubal! Mírate Niña Todo comienza y comenzó desde ese calor, desde esa fuerza interna, que alimenta el amor para la búsqueda de poder encontrar tu propio ser, compartido en los distintos yos que forman y conforman la identidad. “La genialidad del ser está en perseguir su propia historia.” El conocer tu propia historia, el saber de dónde venís, [55] quienes fueron tus ancestros, te hace poder estar, te reafirma en tu búsqueda, te hace ser en tu camino, te acompaña, te libera, te ilumina… Desde pequeña amé la danza. Creo que lo hacía ya desde la panza de mi mamá negra, herencia de raíz africana, y también siempre preguntaba por mi abuelo negro, las respuestas eran muy pobres y hasta a veces me decían tu abuelo no era negro, o ¡no era tan negro! Era chocolate, o era morocho, etc. Todas respuestas similares siempre, que al principio no comprendía muy bien, y que no me conformaban, mucho menos al verle el cabello bien mota a mi mamá y a mi tía. El amor al afro crecía, como también el vacío que iba llenando con la danza, entonces la búsqueda ya era imposible de frenar. En un “Mírate Niña”, fue pasando una feliz niñez, por algunos pasajes envueltos del aroma de “Osun;” orisa femenino (fuerza sagrada representada en la naturaleza) de las aguas dulces y las cascadas. Simboliza la fertilidad, haciendo a las mujeres fértiles, para cumplir el principio de la reproducción natural que mantiene el equilibrio de la reproducción natural y de la creación. Su comida es el “Omolokun,” preparado con poroto de tape, cebolla rallada, camarones y huevos. Su metal es el oro y su color el amarillo dorado. Su día sagrado es el sábado. Su sincretismo es con “Nuestra Señora de la Caridad,” el principio que se le atribuye es “eros.” Es el Orisa protector de la ciudad de “Ijesha y de Ifebu.” Es dueña del río del mismo nombre, que atraviesa la ciudad de “Oshogbo”. Descubriendo hoy a “Osun” en esos pasajes cuando luego de tocar el “Toubal” (Tambor) mis ancestros me trasmiten mensaje en poesía: MIRATE NIÑA4 MIRATE NIÑA MIRATE NIÑA MIRATE NIÑA EN EL AGUA DEL RIO BAJO LA LUZ DE TU SOL NIÑA DE DIA NIÑA DE NOCHE ENTREGA AL AGUA TUS PENSAMIENTOS QUE SE REFRESQUE TU CUERPO BAJO LA LUZ DE LA LUNA SIENTE EL LATIR VUELVE A SOÑAR SIENTE LA VIDA VIBRAR MIRATE NIÑA MIRATE NIÑA NIÑA DE DIA NIÑA DE NOCHE 4 poema publicado en su formato original [56] CUIDA TU SUEÑO GUARDA EL MISTERIO QUE TU CONOCES MIRATE NIÑA MIRATE NIÑA NIÑA DE DIA NIÑA DE NOCHE VE LA ALEGRIA DE TUS CANTARES BEBE TODA LA ARMONIA HAZ UNA FIESTA TU VIDA Conciencia Negra “Conocer el pasado de cada civilización, sirve para interpretar el contenido de sus vivencias, de sus creencias, de sus rituales y de su tradición.” El tiempo pasaba, y el camino de búsqueda me hacía ver que existían puntos de encuentro y puntos de unión entre los ritmos folklóricos de nuestro país y los ritmos tradicionales africanos. Encuentros y puntos invisibilizados en nuestra historia, en nuestra identidad, siempre oculta la herencia de la tercera raíz, raíz africana. Estos puntos de encuentro y de unión me incentivaban a tratar desde mi pequeño lugar a investigar y ayudar a dar a conocer, para que a su vez se reconozca la herencia de esta tercera raíz, cultura tan sabia, herencia africana. Por tal motivo tomé la decisión de continuar con mis estudios en artes, ingresando al IUNA (Instituto Universitario Nacional de las Artes), específicamente a las carreras de “Interprete en Folklore con Mención en Danzas Folklóricas y Tango”; y la “Licenciatura en Folklore con Mención en Danzas Folklóricas y Tango”. Comienzo en este lugar mágico a conocer como estudiante nuevamente que la invisibilización que ya había descubierto primero como ser, luego en mi camino docente como profesora, se continúa existiendo ya que en los planes de estudio de la Universidad son prácticamente inexistentes los contenidos relacionados con la herencia de la tercera raíz en nuestro país, herencia africana. Siento que confirmo una vez más que mi misión es la correcta, ayudar a concientizar y quitar el velo de la invisibilidad. Se afianza el canal del Tambor en estas palabras, en poesía heredada, y más luego en ese estado de la mente que entiende las cuestiones de la razón y de la espiritualidad. Para quedar envuelto por el viento de “Iansa” en esta conciencia negra… CONCIENCIA NEGRA Si bien soy yo la que escribe, No es mi voz la que les habla, es la voz de mis ancestros, que viaja a través del viento que viaja a través del tocar… [57] en el parche del tambor. Conciencia Negra, ¡Pensamientos! Ocultos del pasado. Que renacen en nuevos… ¡Presentes! Hoy… Junto al Cumbé… Junto al Cumbé… Junto al Cumbé y a tu voz, Junto al Cumbé… Junto al Cumbé y al tambor. ¡Libre! en el misterio de tu voz ¡Libre! en el misterio del cumbé ¡Libre! en el misterio del tocar… Sobre el parche del tambor… ¡Libre! Por todos y por más. ¡Libre canta y cumbé! ¡Libre toca y cumbé! ¡Libre canta y cumbé! ¡Libre toca y cumbé! Conciencia Negra, llamada, toque y ¡libertad “El encuentro entre lo material y divino solo es posible si nos transformamos en los mensajeros de nuestros deseos”. Esa voz negra se escuchaba a través del tambor cada vez con más fuerza, y la intuición que tenía de pequeña, de tener familia afro sin conocer crecía también cada vez más; lo sentía a mi abuelo en el tambor diciéndome: “negra cruzas el puente, cruzas la tierra, humo y verdad; abren las puertas que dan la paz,” y al fin se abrieron esas puertas y luego de tanta búsqueda e investigación descubro que en el “Instituto de Musicología Carlos Vega,” en el cual trabaja el antropólogo Pablo Cirio, a quien entrevisté para el trabajo de campo, para el trabajo del IUNA, descubro que están registrados algunos de mis ancestros con parte de sus historias y de la herencia que han dejado en la historia de nuestro país. No puedo explicar exactamente lo que se siente con palabras el recibir desde ellos mismos y desde Dios conocerlos, y así confirmar y reafirmar de dónde vengo. Y digo desde ellos porque fueron ellos a través del canal del Toubal que se iban comunicando conmigo desde su esencia, desde sus espíritus, desde esa vos ancestral en la que la esencia africana vive; crece, y te reafirma en este presente escuchando su sabiduría. De tener sólo los datos de que mi abuelo Luis María Posadas, quien tenía dos trabajos, uno en el Correo Central, el otro como primer dactilógrafo del Congreso de La Nación, y que trabajaba allí con su tío Posadas que también era en esa época según [58] cuenta mi mamá, el encargado del Congreso; y que mi bisabuelo Manuel Posadas fue primer violín del Teatro Colón. De tener solo una foto del documento de empleado del Correo de mi abuelo, pasé a tener más fotos, fotos de hasta mi tatarabuelo. ¡Increíble! Biografías, poemas, notas que escribían en diarios de la época, composiciones musicales; era inevitable sentirme orgullosa de ellos, como así también fueron y son inevitables las lágrimas que me caen de emoción al recordarlos, al conocerlos, al agasajarlos, al admirarlos. Hoy más que nunca sé que estuvieron siempre y que seguirán estando. Ese hilo es imposible de cortar, es imposible que desaparezca, es la voz de tus ancestros la que te guía si te dejas fluir, y crees en ellos. El hombre busca la identidad de su Yo interior, a través del conocimiento de su familia, y de su Orisa o equilibrador de las fuerza espirituales. Esta búsqueda del hombre es su origen mismo, es precedido por las entidades de nuestros ancestros que nos guían, en el camino hacia nuestro origen. Los ancestros, también llamados “espíritus de nuestros antepasados,” estas entidades espirituales ancestrales, representan la parte material de nuestro pasado, que vuelve al presente con la manifestación del “EGUNGUN” (es la creencia Yoruba de la reencarnación de los ancestros en forma de máscaras), que son espíritus de nuestros antepasados, que se hacen visibles a través del consejo emitido por sus descendientes. Y, tal como afirma Mario Corchera Ibáñez:… la interpretación de los antepasados o ancestrales constituye la unión directa entre los vivos y los muertos. Esta noción de ancestro, corresponde a un hombre que habiendo alcanzado la ancianidad, acumuló determinado conocimiento y sabiduría que lo destacó del resto del grupo social y que, además compartió el principio de solidaridad de una manera amplia y abierta. El anciano, te canto y te bailo querido anciano, te canto y te bailo “Obatala” que es el poder de la creación. Con todo mi amor, Manuel Posadas, tu tataranieta Silvia. Con todo mi amor, tu bisnieta Silvia Mónico. *Fragmento de La voz negra de Toubal, obra literaria de Silvia Mónico Posadas inscripta en la Dirección Nacional del Derecho de Autor (Argentina) 2011. [59] La fe originaria pone de pie la cultura afro Por Susana Andrade Montevideo, Uruguay Introducción: Cómo llegué a Umbanda Soy afrodescendiente y sacerdotiza de la religión afroumbanda, una de las pocas mujeres negras dirigente de cultos sincréticos en Uruguay. Mi llegada al afroumbandismo fue determinada por conocer en 1979, a quien luego sería compañero de vida, esposo y padre de mis hijos; hoy Pai Julio Kronberg de Omulú; de orígenes predominantemente europeos, en ese entonces iniciado en Umbanda. En nuestro país, las personas “no negras” o “blancas,” vale decirlo, son mayoría ostentosa entre fieles y dirigentes de confesiones afroamericanas, y también mayoría numérica y política en una sociedad claramente eurocéntrica desde los inicios de las instituciones. Soy vivo ejemplo del resultado nefasto que han tenido los procesos de aculturación impuestos por las invasiones de Europa en la llamada América. Mis padres biológicos afrodescendientes, me enseñaron desde niña la fe cristiana evangélica proveniente del catolicismo europeo, ignorando incluso que sus ancestros tuvieran religión original. Claro que la espiritualidad no tiene color. Sin embargo, esta negación del sentimiento religioso aborigen, fue impuesta por el sistema colonial que prohibió a la población esclavizada la práctica de sus creencias tradicionales. No hubo libertad de elegir. Así se fue borrando adrede en los pueblos sometidos la memoria de lo sagrado, parte fundamental de la identidad de una etnia. Con esto buscaban asegurar la desaparición de la diversidad y el reinado de su supremacía cultural, social y económica. El cercenamiento de las raíces africanas e indígenas de las Américas “conquistadas” y una sub valoración de todo lo que no proviniera de la impronta colonizadora, condicionó a menospreciar y satanizar las costumbres rituales de los esclavizados como forma de medrar su esencia y someter también sicológicamente a generaciones venideras, mediante la destrucción de la autoestima. Por las simbologías de las creencias europeas relativas al infierno y la muerte, los colores de la entidad africana sagrada Exú o Eshú, cuyas vibraciones son la tierra (color negro) como prodigiadora de alimentos y la sangre (color rojo) representativa de la vida, se llegó a vincular en el proceso de sincretismo a Eshú con el diablo cristiano. Por ello, algunas imágenes de yeso que integran los altares o congales de Umbanda o Kimbanda, son fabricadas con cola en punta de flecha y patas de cabra, como pintan los católicos al llamado “Ángel caído”, enemigo irreconciliable de Dios. Cuando conocí al que luego sería mi marido, era impensable contarle a mi familia concretamente a mis padres- que estaba de amores con un muchacho umbandista. Sencillamente hubiera sido un drama. La relación se afianzó hasta derivar en convivencia, proyecto de vida en común y matrimonio. Por muchos años ocultamos a papá y a mamá la religión de mi pareja, ya que ellos creían, sin lugar a pensar en otra posibilidad, que todo lo concerniente a cultos afro era “macumba” y maldad y eso no iba a cambiar. Nunca cambió aunque aprendieron a respetar y a querer a Julio como a un hijo. Ellos piensan que deben “salvarlo”. [60] Cuando sentí el llamado espiritual fue muy fuerte; una necesidad indefinida y nueva nació en mí sin causa aparente más que la gratificación interior de entregarme al culto. Muy espontáneo y urgente fue todo, ya que al decir de mi mentora espiritual: “Los Pais” (padres en portugués, que así se denomina genéricamente a las entidades espirituales de Umbanda) durante tantos años se habían “arrimado” queriendo manifestarse en mí con prontitud. Tal y como si hubiéramos perdido tiempo y hubiera que recuperarlo. Asumí las iniciaciones con pasión y ni bien recibí el primer ritual me tranquilicé. De allí en más todo se dio con calma y simpleza. La inquietud sacerdotal apareció sin planteos anteriores como parte de mí misma, con alegría y paz. Tal como si hubiera nacido para eso. ¡Fue mágico! Sobre mi niñez Tuve una infancia muy alegre rodeada de hermanos y hermanas. Papá y mamá nos arropaban con mucho amor y cariño aunque a veces faltaran frazadas para ocho hijos. Mi madre trenzaba mi pelo intentando mantenerlo prolijo. Cada tanto me hacía “entresacar”, y yo me tocaba con satisfacción la cabeza al sentir menos volumen. No imaginaba, y nadie me había enseñado, que con ese “recorte” a mi naturaleza, mermaba mi identidad y sufría mi familia ancestral. Mamá creció con afro sanguíneos víctimas de despojo cultural que le hacían asumir su color de piel como señal de inferioridad. Repitiendo inconscientemente y a manera de broma, el precepto racista: “hay que casarse con blancos para purificar la raza.” En la religión afroumbandista descubrí una forma óptima de expresar mi completitud; me encontré a mí misma. Cada sonar de tambor, cada rito, religa con el ser interior proyectado en sana convivencia lo sagrado junto a lo cotidiano. Canciones y bailes de homenaje a la naturaleza madre y hogar planetario, nos reconcilian con la existencia en todas sus dimensiones y nos invitan a la esperanza basados en una cosmogonía original. Enseñando que la libertad se ejerce desde el respeto a lo que somos y en la búsqueda de la justicia y la equidad en la diversidad de los pueblos de la tierra. Un mundo donde haya espacio para todas y todos por igual. El llamado es único y las formas de transmitirlo son eventuales y poliformes; no a las culturas excluyentes, sí a la integración de las diferentes manifestaciones humanas que nos encuentran en una misma comunidad ciudadana y un espacio geográfico compartido. Ser fiel a las raíces y gozar derechos y oportunidades sin imposiciones. Disfrutar la diversidad religiosa afroamerindia consecuencia de la diversidad cultural de nuestra sociedad. Ser mujeres afrouruguayas en todas las dimensiones que eso representa. Decir “yo amo ser afro” sin temor a herir ni a ser herida. Estrategias de resistencia cultural Este mensaje ansía llegar lo más lejos posible en distancia y comprensión. Siento que mis aparentes debilidades -reflejadas en la falta de oportunidades en el ejercicio pleno de derechos cívicos- se han vuelto fortalezas enfrentada a la realidad de buscar sendas pacíficas de defensa a los ataques discriminatorios, y quiero compartirlo con ustedes desde mi femineidad afroconciente. Si algo padecí de niña mi negritud: ya adulta, sinceramente he disfrutado plenamente mis raíces étnicas. Frente a la hostilidad de un entorno que me hacía ver distinta tomando como referencia a unos como ejemplo para el resto, sin darme cuenta, fueron renaciendo en mí, fuerzas naturales que no reconocen jerarquías entre las culturas y personas. [61] Quiero contarles porqué es socialmente beneficioso empoderarnos y promover la religión propia de la cultura africana como estrategia en el combate al racismo estructural y para lograr espacios de igualdad y convivencia. Desarrollando las costumbres rituales propias de nuestros ancestros, traemos al presente una idiosincrasia que nos brinda identidad espiritual y étnica, a la cual vivificamos en cada ceremonia invocadora del mundo astral. En tanto somos más nosotros y nosotras mismas nos equilibramos emocionalmente y en relación al resto de la Naturaleza, y al expresarnos auténticamente en la fe que profesaban nuestros tatarabuelos, reforzamos la autoestima afro devaluada a propósito por intereses creados de las culturas dominantes. Los participantes de la religiosidad de origen africano, adquieren y refuerzan conocimientos sobre: valores, orgullos, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos identificatorios dentro de un grupo social, actuando para que los individuos que lo forman, puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia. Profundizando identidad cultural afrodescendiente, también valorizamos nuestra contribución a la identidad nacional. En definitiva; ser más felices siendo lo que somos desde la cuna y así colaborar con el crecimiento saludable del entorno geográfico y por ende, del mundo planeta que habitamos. Cuando te obligan a ser lo que no eres Soy lamentablemente, una de las pocas madres espirituales negras dentro de la religiosidad afroumbandista en Uruguay. Producto de la aculturación, las y los descendientes de africanos se volcaron a cultos occidentales siendo históricamente despojados de su cultura espiritual. Durante la esclavitud: por la prohibición expresa de profesar sus religiones tradicionales; bautizados compulsivamente, forzados a apostatar de sus creencias ancestrales, y amenazados de muerte si no manifestaban afiliar al catolicismo. Luego, ya en el surgimiento de las instituciones; por el predominio de la cultura eurocentrista que induce o ata con lazos no visibles aunque dolorosamente percibibles, y coacciona subliminalmente a seguir parámetros predominantes bajo pena de censura social. Era, y aún es en muchos casos pues se globaliza y dirige el consumo hacia determinados productos culturales para mantener imperios financieros, casi lógico que los poderosos económica y socialmente, impongan sus valores a las minorías. Los “modelos” imperantes, paradigmas o ejemplos visibles para la conciencia colectiva imbuida en su europeísmo hegemónico, fueron excluyentemente cristianos y católicos. Lo que no fuera tradición del viejo mundo y peor aún si viniera de los esclavos, adolecía de vulgaridad, brujería y clandestinidad en el imaginario de la media de la sociedad poscolonial. No hay mejor forma de aplastar una identidad que desprestigiar su esencia. Desde dos generaciones atrás, crecimos creyendo que la única forma de “los negros” alcanzar dignidad, era imitando a “los blancos”. Eso hizo que las mujeres visiblemente afrodescendientes nos laciáramos el cabello y usáramos cosméticos que aparentaban “blanquear” nuestra piel. También que las y los afrouruguayos hoy desconozcan que nuestras bisabuelas y bisabuelos, tenían una religión propia, y que por derecho humano a la memoria debemos conocerla aunque no por eso sea obligación creer en ella como filosofía espiritual. Sin embargo y como aporte a la humanidad, es necesario rescatar la rica fuente de enseñanzas de vida existente en la cosmogonía proveniente del África. La visión intangible del universo religioso [62] africano cultor de la naturaleza, es imprescindible en un mundo que corre riesgos de vida frente al abuso y mal uso de los recursos naturales. La fe original del esclavo hacia las fuerzas de la naturaleza u orishas, apremiada por sobrevivir, debió permanecer disfrazada sutilmente en el catolicismo mediante las asociaciones sincréticas: para el africano las vírgenes eran las divinidades africanas mujeres, los santos eran guerreros, Jesús era Oxalá, el de la balanza era Xangó por asociación al orishá justiciero, Santa Bárbara - Iansá la orixá de las tormentas, el Supremo no tenía imagen pero sí nombre africano Zambi u Olodumaré, y así por delante, amalgama que luego diera lugar a la Umbanda. El estereotipo o satanización de los rituales afroumbandistas quedó instalado desde la invasión colonialista ayudado por la asociación de Exu (Eshú) a la figura del demonio o “diablo” cristiano, papel que le tocó en el sincretismo por coincidir ciertos colores y algunas características transgresoras. Confusión que alimentó el afro intentando poseer un “arma” que le dotara de respeto y por ende poder, frente al verdugo blanco que dominaba literalmente su vida y su muerte. Producto de la doble moral imperante en una sociedad injusta, las elites “pagaban” trabajos al “hechicero” africano que dominaba la magia de Eshú, deidad africana, señor de los caminos abiertos, el amor y los negocios. Ángel satánico en la mentalidad del europeo con quien había que estar bien para protegerse debidamente de lo invisible y cuya vibración energética era dominio del ex esclavo que no encontraba un lugar en la sociedad y el rol de “brujo”, al menos le permitía obtener alguna ganancia y ser temido. Herramienta en medio de la exclusión total. Tal “virtud” deformada, folckorizada, negativa, fue asociada en la historia a los cultos africanos y hoy es mantenido y alimentado dicho falso concepto, inclusive por el insano interés de quienes trabajan para la fragmentación de la sociedad porque se sirven de ella. El prejuicio y la discriminación tienen el poder de lo irracional. Difuso donde nacen, es asegurado su crecimiento si permitimos prosperar el fundamentalismo y debilitarse el respeto a la diversidad cultural. Hoy que hacemos tantas revisiones, esta reflexión es prioritaria. El universo espiritual africano desde los inicios de la ciudadanía institucional, fue menospreciado por sus orígenes afroindígenas, y consecuentemente demonizado como máxima expresión de marginación al igual que sus practicantes ya no solamente “negros” pues la religión como sentimiento y convicción, incluso la nuestra que tiene carácter étnico u originario, puede ser abrazada por gentes de diversos colores, aspectos externos y nacionalidades pasando a formar parte de la comunidad cultural con carácter religioso. De hecho la adopción de cultos afro por la población “blanca”, no solo fue factor de propagación al no acarrear estos grupos estigmas por el color de piel, y gozar de mayor prestigio y libertad en comparación con los afrodescendientes. Sino que fue elemento de legitimación frente al resto de la sociedad. O al menos reformuló ciertos parámetros pre establecidos entre los rituales afro y la marginalidad. Triste situación pues la misma cosa practicada por negros era mal mirada y no tanto si lo hacían los blancos. De todas formas era mayoritariamente patrimonio de grupos humildes -ahí no era determinante la etnia o raza- y pasó el tiempo antes de que representantes de clases sociales altas o distinguidas por su intelecto se reconocieran públicamente afroumbandistas. Aún hoy actúa la censura social. Eso hace que en nuestro país, el afroumbandismo sea desarrollado mayoritariamente por personas en lo visible no afrodescendientes, ya que se mide erróneamente- casi siempre en base a apariencia física o fenotipo. [63] El sincretismo o la fusión de los tres cultos -indígena, africano y europeoexistente en Umbanda, da cuenta de la fuerza de dos culturas acerca de lo trascendente que se pretendió hacer desaparecer y encontraron en la asimilación una increíble forma de supervivencia casi milagrosa. Al esclavo le prohibían adorar sus Orishas o energías de la naturaleza, e imaginó en los altares del santoral cristiano a sus propias entidades sagradas y allí se produjo el encuentro de cosmogonías tan disímiles en lo superficial, y tan profundamente unidas en el sentimiento original de mujeres y hombres de fe. Las divinidades yorubas y bantúes protectoras, estaban presentes en y entre las vírgenes y los santos católicos junto a los caboclos o “indios”. Nacimos y sobrevivimos a pesar de los prejuicios y junto a ellos, en una sociedad democrática en el discurso más que en la realidad para los afroreligiosos, pues nadie se hace cargo de las dificultades de inserción social que afrontamos por la intolerancia y la discriminación abierta de algunos muchos. En ese sentido nunca fuimos libres, aunque las leyes lo digan. Hay sectores preocupados y ocupados en su exterminio, ejerciendo hoy día, genocidio cultural o sea etnocidio por medios masivos de comunicación con prédicas eminentemente agresivas contra nuestros cultos. Si no cuidamos esta manifestación tan sensible de la africanidad como es la fe, corre el riesgo de desaparecer. Hablo del neopentecostalismo televisado de la IURD afincada hace más de una década en estas latitudes, violencia endémica que sufrimos sin que ninguna de las autoridades ante las que nos hemos presentado reclamando nuestro derecho humano al libre culto, nos haya atendido seriamente como para poner fin a un flagelo que sucede a vista y paciencia pública y que rebaja la calidad de nuestra democracia. La espiritualidad afro sobrevivió a la opresión colonialista para regresar eternamente con fuerza redoblada en cada investigador, en cada practicante, en cada corazón en el que late. Es por todo esto y más que hablo de levantarnos y decir “aquí estoy, esto somos!” Por nuestros ancestros y ancestras y por aquello que los ayudó a renacer. En Uruguay actualmente, no hay mejor forma de transformarse en “negro” que hacerse “macumbero”, forma peyorativa de llamarnos. Sufrirás el estereotipo marginalizante así sean tus cabellos dorados como el trigo maduro, y tu piel rosada como una rosa. El empoderamiento de la religiosidad rescata la cultura ancestral africana A partir de lo que somos como comunidad o individualmente, podemos impulsar cambios que nos ayuden a superar la discriminación y el racismo estructural. Empoderarnos es transformar estereotipos o prejuicios que nos hacen sentir inferiores -desde el punto de vista de las poblaciones opresoras, realidades que nos resultan adversas; obstáculos en nuestro desarrollo humano- en aspectos importantes a resaltar como aporte a la convivencia social, fomentando nuestra autoestima e identidad africana y sus valores. Destaco la religiosidad como elemento determinante de resistencia étnica. Pocas cosas tan peculiares hay dentro de las costumbres provenientes del África como la forma de concebir el mundo espiritual. Pocas cosas quiso destruir con tanta saña el amo europeo -por saber de su poder de resiliencia y unidad- y pocas manifestaciones culturales trascendieron con tanta energía la diáspora esclavista y el genocidio imperialista colonial, permaneciendo hoy multiplicadas bajo diversas formas de religiosidad. [64] Tambores para reír y para llorar tambores Mi risa y mi congoja se manifiestan con ritmo porque nos viene de raíz. No quiero evitarlo. Confiar en nuestras propias capacidades y valores nos permite avanzar en el combate al racismo y la discriminación. Aumenta nuestra fortaleza espiritual, social y política al comprender la valía de lo que somos y utilizar esa energía en transformar la realidad sin violencia. Le dicen “empoderamiento,” y significa en lugar de lamentarnos, reconocer la importancia y responsabilidad que tenemos como sector de la población que colabora al desarrollo de un país, potenciando las virtudes propias y particularidades reafirmando nuestra identidad y nuestra memoria. Para que una nación sea plena, su diversidad cultural debe serlo sin predominancias avasallantes de unas sobre otras, de lo contrario al deshumanizarnos involucionamos. Asumir el compromiso de ser auténticos, es colaborar con nuestra patria y con la humanidad. Escribir, cantar, militar socialmente o en política partidaria responden a una misma necesidad: la de comunicación, expresar quiénes somos y por qué. Fomentar el conocimiento y valores de la espiritualidad afro Fomentar el conocimiento y valores de la espiritualidad afro seamos devotas o no afirma nuestra identidad afrouruguaya. Al ser “negra,” “mujer” y “macumbera” el término peyorativo para decir “umbandista,” he sufrido múltiples discriminaciones que fueron cada una de ellas, lecciones de vida. Cada situación me puso a reflexionar sobre las causas de desencuentro y confrontaciones que tiene o se inventa la gente, porque desde la historia de la historia el mensaje brindado es que existen jerarquías culturales. Sin embargo, las religiones negras tienen un lugar especial y preponderante para la mujer en la pluralidad de sus culturas y en la complejidad de cada uno de ellos sea liderando o integrando la corriente de fieles en sus distintas funciones, no es la cocina solamente que tienen una importancia central, pues la liturgia africana gira en torno a alimentos sagrados con recetas bastante rígidamente establecidas. Sabores y olores despiertan vibraciones astrales. Sin embargo, dicha característica ha igualado géneros pues ingresó de buen talante hombres en el recinto de preparación de alimentos, obligados por las circunstancias o no tanto, pues resulta una acción sumamente gratificante “cocinar para los país” como se dice a la manager umbandista (‘pais’ y ‘maes’ significan ‘padres’ y ‘madres’ y se aplican a todas las entidades sean espíritus u orixás). Las creencias de los africanos son étnicas y por ende pertenecen a su ADN o sello distintivo y conforman uno de sus rasgos más típicos junto al candombe; danza y ritmo originalmente rituales. Por eso debemos defender los cultos afro como parte de la integralidad afrouruguaya pues conforman su esencia. Elemento muy especial, ya que se proyectaron transgeneracionalmente como pueblo originario a través de la esperanza generada en la fe. Somos contracultura porque resistimos la globalización cultural y oficiamos de despertadores de conciencia al defender la sensibilidad religiosa africana. Enarbolando valores de grupos humanos históricamente postergados y en medio del racismo enraizado proponemos levantar la bandera de la religión afro indígena y sus derivados sincretizados, mezclados, o más o menos puros. Esa aparente “desventaja” nos sitúa en el terreno de las minorías culturales. En muchos aspectos, las y los practicantes de rituales afro, permanecemos al margen de las leyes del mercado y los [65] medios de masificación al presentarnos como “primitivos” según definiciones externas. Sentirnos dueñas de nuestro propio destino y caminar en busca de la historia que nos quitaron durante el saqueo espiritual y material de la depredación y etnocidio de Europa en las Américas, nos permitirá restaurar nuestra cultura étnica en su totalidad. Es un ejercicio diario que a su vez nos permite liberar yo interior y fortalecer autoestima. Saber que somos herencia y portadoras de uno de los gérmenes históricos del país y su gente, conocer nuestras peculiaridades culturales que otros desconocen, palpar el interés antropológico y humano que hay por conocer las tradiciones afrouruguayas y que como han sido relegadas, poco y nada se sabe de ellas y sin embargo somos portadoras de la historia viva a través de nuestros relatos y vivencias. Muchas veces ligadas al quehacer doméstico, con saberes originales como la gastronomía, las vestimentas, leyendas, vicisitudes desde la perspectiva femenina, víctima entre las víctimas del tráfico de la esclavitud. Las mujeres afro debemos “revivir” cada día con la esperanza de un futuro con mayor libertad y autenticidad, sabiendo que el pasado esclavista y sus huellas deben integrar la memoria colectiva por la injusticia, y por la premisa de nunca más explotación humana venga de donde venga. El ánimo deberá ser dar a conocer la verdadera historia de los afrouruguayos en estos suelos, para forjar un futuro desde la conciencia de la necesidad de integración social desde el respeto a la diversidad cultural imprescindible para la pública felicidad que buscaba nuestro prócer, sean materia prima para crecer como pueblo de tres raíces culturales y encontrar un futuro de inclusión y disfrute colectivo en espacios de igualdad. La mujer en la religiosidad afro Nuestra religión no hace distinciones entre hombres y mujeres sea como practicantes o ministras o ministros de culto y el protagonismo de las mujeres en el ámbito ritual afro es muy interesante y destacado. Incluso en la preservación de la culinaria y vestimenta propia del culto. La religión africanista venera la naturaleza, femenina y madre de la existencia, responsable de todo lo que es en el universo. Las mujeres somos especiales por nuestra capacidad de generar vida y cuidar a los hijos, y en este aspecto sumamos un rol fundamental a todos los otros aportes creativos que detentamos. La mujer es la madre, y por tanto proveedora de vida y cuidadora de la descendencia dentro y fuera del vientre que garantiza la perpetuidad. Es también quien imparte el culto y conserva la tradición, pues se le endilga un papel fundamental en la educación de la niñez. El destaque femenino en la religión se debe al hecho de que las mujeres yorubas siempre tenían papeles políticos importantes en sus reinos. Durante el periodo de la esclavitud, ese liderazgo fue transmitido a la religión en plan de igualdad de género y no como supremacía. La energía de la mujer está presente en la historia de los Orixas femeninos. Las leyendas sobre las divinidades africanas muestran mujeres tenaces, sutiles, inteligentes, dulces y generosas que resaltan el carácter femenil en sus aspectos de determinación y capacidad de unión de la familia. Madres, mujeres que brindan protección y coraje para que sus conducidos -hijos y protegidos- vivan con alegría los caminos de la vida, felices de ser y con fuerzas para enfrentar los avatares de la existencia humana. Mujeres líderezas. Eso son dentro del afroumbandismo. [66] Conclusión Si África es la cuna de la humanidad según los científicos, el mundo sería afrodescendiente, hijos e hijas de la Gran Madre continental de la negritud. Seamos afroconscientes de ello, dimensionando la importancia del papel de lo femenino en la real historia de la dialéctica surgida durante la esclavitud en las vivencias cotidianas entre amos y esclavos, y no solo la preservación del acervo cultural africano y su trasmisión a las costumbres de los descendientes de europeos sino viceversa. Intercambio que comienza por las “amas de leche” y continúa por la gastronomía, pasando por la vestimenta, el mundo épico legendario en cuentos y cantos, el idioma, y por excelencia el mundo espiritual. Esa “semilla” fue sembrada por mujeres africanas incluso en nuestro prócer máximo Don José Artigas, que del trato asiduo con indígenas y africanos proclamó en las Instrucciones de 1813: “Libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.” Y en esas épocas sólo un sector era libre y dos resultaban oprimidos por éste. Nos toca vencer variedad de estereotipos sexistas a la hora de manifestarnos mujeres sacerdotisas de religiones de matriz africana pues somos asociadas directamente a “brujas” o “hechiceras,” estigmas impuestos por la hegemonía cultural eurocentrista y cristianizadora que pone bajo la mira todo lo que no le es propio, o también suelen relegarnos a mero folclore o “chantería”; término vulgar asociado a actividades poco serias destinadas al mero lucro. De cualquier forma nos deslegitiman en un área, la del sentimiento religioso, que es bastión de resistencia cultural; el mundo trascendente, la fe. Una riqueza de identidad que sin dudas tuvo su apoyo para sobrevivir en las mujeres afrodescendientes al mantener vivo el recetario, la vestimenta, las danzas, los modismos, la música y demás costumbres naturales del culto. Objetivo principal de los esfuerzos reflejados en estos textos es fomentar la restauración de nuestra cultura étnica en su totalidad. El colonizaje dinamitó la integridad moral y física de los pueblos originarios. Es un milagro que hoy existamos como con psiquis propia y aún tengamos fuerzas para reivindicar nuestras identidades buscando integración, nunca guetos o fracturas. El genocidio fue también etnocidio. Se quiso hacer desaparecer culturalmente a los pueblos sometidos de la historia. Las costumbres propias de los africanos que llegaron a estas tierras con la diáspora esclavista, despojados no solo económica sino culturalmente: deben ser visibilizadas, redescubiertas y valorizadas en su real dimensión y significado dentro de la africanía. Entre ellas como su corazón; la religión. Y en la transmisión de la religiosidad la mujer tuvo un rol fundamental. Es urgente descolonizar mentes y corazones pues las cadenas invisibles son más fuertes que las materiales, y también en dicha tarea la equidistancia de la mujer en lo social y político es fundamental. Junto al África, la “diversidad cultural” también es mujer. Ser personas felices, auténticas y contempladas en cada uno de sus aspectos diferenciadores y específicos, es aporte al mundo distinto aunque igual en necesidades y derechos. La diversidad cultural natural del planeta y un espacio para sus habitantes desde sus culturas, favorece el desarrollo creativo de las sociedades en armonía. Los sentires acerca del mundo espiritual así sean originarios de una etnia pueden ser abrazados por personas de distintos colores de piel y procedencias geográficas. Esto genera un factor absolutamente positivo pues se torna mecanismo natural y legítimo de propagación, conocimiento y comunión. Promueven el [67] afroumbandismo personas de diversidad de aspectos y nacionalidades, pero los cultos son y serán de origen afro. La realidad es: diferentes en las costumbres y aspectos e iguales en los derechos y obligaciones. Una humanidad sin exclusiones. [68] Memoria ancestral y herencia africana Por Beatriz Santos Arrascaeta Montevideo, Uruguay Negros Vientres Los negros vientres deletrean el abecedario de la miseria En ardiente queja desabrochan la fertilidad Aglomeradas indiferencias apuñalan los huesos con perfecta cadencia Trapos sucios cubren el dolor parido anunciado por el grito del tambor -Beatriz Santos Arrascaeta Cuando pienso en la mujer afro y las letras debo de enfatizar que somos un grupo postergado e invisibilizado, nos hemos desarrollado en un mundo trágicamente hostil, pese a ello hemos resistido a la dominación de la cultura eurocéntrica; reconstruir nuestra identidad, resignificar nuestra herencia cultural, para continuar transfiriendo nuestros conocimientos ancestrales, es de vital importancia. Indudablemente nuestras ancestras nos legaron una profunda africanidad la cual sería volcada certeramente en el momento oportuno para defendernos de una sociedad excluyente y profundamente racista. Dice Jorge Grandi “Las políticas públicas en general y las culturales en particular han dado un favorable giro en los últimos tiempos”. Optimizar ese cambio favorable y plasmarlo en políticas culturales focalizadas hacia nuestro Colectivo, es una acción afirmativa la cual considero debe de estar presente en la agenda política. Repensarnos, retornar a las fuentes, discernir y reflexionar sobre esa imagen y lenguaje visual que hoy reflejamos, es de suma importancia; siempre existió el intento de negación de poder decidir nuestro propio destino. La escritora afrouruguaya toma conciencia de lo íntimo, del entorno social, familiar y expresa cómo quiere ser percibida por ella misma y por los otros. Felizmente existe en las escritoras negras una brillante capacidad de autonomía, la cual podemos observar en el proceso de creación; ellas nos hablan de cómo penetrar la realidad y transformarla, poseen el hermoso don de rescatarnos de la ausencia y el olvido. Dominan la magia de plasmar en su obra, el secreto de los dioses y diosas negras quienes susurran que debemos vencer el cruel pasado, y salir de las sombras. Ya no más voces ahogadas, ellas sueñan futuro con manos tendidas, miran más allá de esa realidad cotidiana, para dar vuelta una página que desea borrarnos de la historia, se nutren de las raíces que juntas encarnamos. En memoria de ese maravilloso legado, debemos avanzar en la consolidación de los derechos humanos, favoreciendo el acceso democrático. Ya en 1960 se [69] publicaban trabajos de Clelia Nuñez Altamiranda, nacida en Montevideo el 13 de julio del año 1906, en el poema “Canto Negro” nos dice: Canto que canto nostalgia y llanto manos batiendo los parches Negros bailando plenilunio que refleja palmeras en lontananza Canto con voz de esperanza Apreciamos como Clelia tiene una profunda fe, no se rinde y proyecta en una forma sencilla pero profunda, su aguda visión va más allá: Hermano negro que luchas por la conquista social más grande del Universo. Tu libertad! sigue siempre cuesta arriba No des vuelta la cabeza Ni te detengas ¡jamás! Que la jornada es muy dura, Y si luchas, vencerás! Y cuando llegue la hora, En el crisol que se funden Los ideales más puros Las Razas se fundirán!! Veo reflejada en algunas frases del poema mi propia lucha sin descanso, mi auto construcción en una sociedad profundamente racista y machista, recuerdo mis horas de soledad y la incomprensión de los demás, y ni hablar de la indiferencia. Ese dolor que caló hondo desde mi niñez, me otorgó la fuerza para afrontar el desafío de salir de esa situación, pero con la clara consigna que debía luchar por superar esas desventajas e involucrarme en un activismo que para ser sincera yo misma desconocía, cabe agregar que soy sobrina nieta del poeta y escritor Juan Julio Arrascaeta quien cada vez que componía un poema, me decía: “vení sobrina mira lo que escribí” pero también tuve el honor de que el poeta Pilar Barrios, quien vivía muy cerca de mi casa, compartía y me orientaba sobre mis primeras experiencias literarias, cuando yo tenía 18 años, uno de esos sencillos trabajos, el cual se titula “La Hija de la Noche” trabajo que busque a lo largo de estos años y jamás lo encontré. Siempre me gustó leer, avanzando este relato pleno de recuerdos, en mis épocas de juventud, comencé a investigar sobre la cultura y sociedad afronorteamericana, cuando llegó a mis manos un libro titulado “Por qué no podemos esperar” autoría de Martin Luther King Jr., inmediatamente quedé prendada de su valentía, me sentía profundamente conmovida por el sufrimiento que padecieron los afronorteamericanos pero a la vez sumamente impactada, por la forma en cómo ese sector de la sociedad conquisto con rebeldía y tesón sus derechos. Por supuesto, una de las figuras protagónicas que hasta ahora guía mis días es el Reverendo Martin Luther King Jr. Me considero una mujer de paz de integración, tal vez por eso jamás dejaré de admirar esa lucha no violenta, ese dar al otro de tal manera que cuando su esposa le decía que temía por su vida, él respondía que valía la pena, si era factible [70] cambiar esa situación. No puedo negar además que vengo de dos abuelos, como podemos apreciar en el trabajo de Nicolás Guillén “Canto a mis dos abuelos”. El inmenso amor que siento por mi abuelo italiano padre de mi mamá, con el que compartí días de inmensa dicha; lamentablemente a las abuelas y al abuelo paterno los perdí siendo muy niña. Es difícil traducir en palabras cómo siempre fui consciente del dolor que causa el racismo y la discriminación, pero creo en el ser humano y me consta que esta es una lucha de la sociedad en su conjunto. Haciendo un poco más de historia, recuerdo cuando comencé a cantar candombe con mi show, elegía letras creadas por compositores afrouruguayos, los cuales contaban el proceso de la trata negrera hasta nuestros días. Luego incursioné por la investigación de la cultura de la herencia africana, tuve a cargo programas de radio y televisión en el canal estatal, a través de los cuales difundía el quehacer cultural afrolatinoamericano y caribeño, publiqué en varias antologías, recogí testimonios de importantes referentes del colectivo afrouruguayo, que fueron publicados en dos libros. Consciente de que la forma de cambiar realidades existentes es involucrándose, se afirma de ese modo mi activismo cultural social y político; sin lugar a dudas la literatura ha sido muy importante para denunciar situaciones de racismo y discriminación. Luego tuve la inmensa dicha de trabajar un año, en el equipo de gestión de la Casa de la Cultura Afrouruguaya, y en el 2010 con el consenso de varias organizaciones afrodescendientes, quedé como responsable de la coordinación de la Unidad Temática por los Derechos de los Afrodescendientes de la Intendencia de Montevideo. En resumen hay una conciencia afro, optimismo, resistencia, conquistas logradas, avances a través de los mecanismos de equidad, en base a los procesos de lucha y demanda del colectivo afro y de la sociedad civil organizada. Es importante recordar también la ley impulsada por el ex-diputado Edgardo Ortuño declarando el 3 de Diciembre el Día Nacional del Candombe, la Cultura Afrouruguaya y la Equidad Racial, y en este momento el Proyecto de Ley de Acciones Afirmativas hacia la Población Afrodescendiente, impulsado por el diputado Felipe Carballo. Asumimos nuestro espacio y hay un llamado a la reafirmación de ese mundo mágico legado por nuestros ancestros. [71] Del delantal a la pluma Por Graciela Leguizamón Montevideo, Uruguay “Y sabías, de niña, que ibas a ser sirvienta? --Sí, señorita, sí sabia. ¿Y lo sabías porque? --Mi mamá fue sirvienta, mi abuela fue esclava doméstica. Esclava…doméstica. ¿Sueñas con ser alguna otra cosa?” La mujer afrodescendiente además de vivir con su piel oscura, convive con cierta oscuridad, una sombra que la invisibiliza. Hace unos años y antes de leer el libro de Kathryn Stockett, The Help, trataba de lograr que las mujeres afrouruguayas escribieran sus vivencias, reelaborando un relato o mejor dicho creando un relato que nos era necesario, una voz que nos identificara y que contara nuestras sensaciones y sentimientos tanto ante hechos que discriminan en una sociedad que no se asume como discriminadora, como también que contaran las expectativas que cada una de nosotras tenemos. Indudablemente, parte de las pocas y difusas tradiciones y costumbres heredadas de los ancestros está encerrada en la oralidad. Nuestras mujeres son muy buenas contando sus cosas en las reuniones de familia, o sociales en donde junto a otras se sienten cómodas y relajadas pero son reacias a dejar testimonios escritos. La oralidad ha sido la herramienta considerada válida, aún hoy en un mundo en el que parecería que la “palabra dicha” pierde valor inmediatamente. Nadie puede contar la vida de otros, ni su circunstancias, salvo que haya vivido la misma situación o la cercanía y siempre que la sensibilidad hayan sido captores para plasmar esas vivencias. Una mujer negra y pobre, creo que en toda la América Latina, es una persona con su autoestima muy baja, normalmente con poca cultura, heredera de esa pobreza que va más allá de su condición económica. Sin embargo, es una mujer con cierta inocencia, bondadosa, y a la que normalmente se la considera servil, cuando en esencia es servicial, cosa que es muy diferente. Esta mujer, como dije anteriormente ha sido postergada no solamente por una sociedad hipócritamente discriminadora, por sus pares mujeres y hasta por sus pares comunitarios varones. Si bien a partir de finales del siglo XIX deja de ser esclava, por ley, creo que tres siglos no se pueden revertir en unos pocos años su situación, que no pasa solamente por la mente de sus ex amos, sino que también pasa por su mente. Apenas salidas de la esclavitud y aun estando dentro del nefasto régimen, la afrodescendiente uruguaya ha sido una mujer emprendedora y creativa. Una mujer que supo buscar un lugar en el amplio abanico de la cultura. Mujeres como María Esperanza Barrios co fundadora y editora de una de las más emblemáticas revistas negras en los principios del siglo XX (1917). “Arrastremos hacia la interacción a toda esa masa que hoy se encuentra con sus inteligencias dormidas. Ayudémonos los unos a los otros”. Parte de un editorial escrito por María Esperanza en la revista afrouruguaya Nuestra Raza. En varios editoriales, la Sra. Barrios convocaba a estudiar, a expresarse, a apropiarse de los conocimientos y sobretodo de la palabra como una gran herramienta liberadora. Por [72] alguna razón estas palabras son poco conocidas por nuestras niñas y adolescentes, palabras que serían un gran referente contribuyendo al fortalecimiento de una identidad afrouruguaya. Nuestro país ha contado con mujeres excepcionales, autodidactas pensadoras increíbles con voz poderosa, que aún hoy están en las sombras. Muchas de ellas debieron trabajar como empleadas domésticas para poder vivir y aunque agotadas de largas jornadas de trabajo, se dieron tiempo para reflexionar y crear un discurso que si los leemos, todavía tienen mucha vigencia. Muchas de ellas supieron del valor del conocimiento y buscaron que sus hijos no vivieran en las condiciones que ellas debieron vivir. Mujeres comunes, de esas que todos tuvimos en nuestra niñez: abuelas, madres, tías, amigas… La biblioteca del latón Recuerdo a mi abuela. Una o dos veces a la semana era una tradición ir a visitar a mi abuela, madre de mi papá. La visita consistía en estar con ella y tomar chocolate con bollitos de anís, pero tenía una condición: leer. Al llegar mi abuela sacaba de debajo de un mueble enorme, un latón el que contenía revistas viejas y libros de aventuras, nos sentaba en el suelo sobre una manta y nos hacía leer, mientras ella, sentada en un pequeño banco, tenía un libro en su falda y de tanto en tanto pasaba las hojas. Éramos niños hijos de obreros y en aquel momento el chocolate invernal no era cosa de todos los días, por lo que en vez de jugar con los primos, la lectura no era mala condición, aunque sí nos parecía un “castigo”, pero por los bollitos de anís y el chocolate de mi abuela, valía la pena el sacrificio. Cuando ella consideraba que ya habíamos leído un buen rato, nos liberaba de lo que parecía una “tortura”, sin dejar de decirnos que esa lectura sería la llave que liberara nuestras mentes. Cuando falleció, y al necesitar unos documentos de ella, la sorpresa fue que en los mismos solo estaba como firma la huella digital y la salvedad “no sabe leer ni escribir”, pero sin embargo ella tuvo muy en claro que la lectura de aquellos libros llenos de fantasía y aventura serían alimento y la mejor herencia que nos legó. Más allá de las escritoras y poetas, periodistas y activistas, los mayores referentes los hemos tenido en el seno de nuestras familias, pero es posible que no las hayamos valorado como se merecían. ¡Quién les enseña! Parte de las peores cosas que heredamos como sociedad es la idea de que los afrodescendientes somos “inferiores, que no tenemos inteligencia, no somos creativos, vagos, sucios” y en las mujeres una tendencia marcada a la prostitución. Parte de estas ideas que vienen desde la esclavitud. Formas de decir que se han convertido en insultos o en cantos populares que aún hoy los niños repiten “negrito cachumbambé levanta la pata tomá café”, “café con leche”, mi madre lo escuchaba desde niña, yo lo escuché y hoy también se sigue escuchando. ¿Quién les enseña a los niños estos dichos y cantos? Cómo es posible que en estos tiempos aún se sigan cantando en una sociedad que como dicen “no discrimina”? Una maestra discriminada por sus pares recientemente editado su legado poético, narrativo y como periodista por la organización Mundo Afro, han salido a luz los textos de esta gran personalidad que fue la Prof. Adelia Silva. Adelia Silva nació en 1925 en el Departamento de Artigas. Hija de una empleada domestica que fallece al contar Adelia un año, fue criada por una de las hijas de los patrones de su mamá. [73] Primera docente afrouruguaya en ese departamento, llegaría a ocupar cargos muy importantes en la enseñanza pública tanto en primaria como secundaria. En la década de 1950 sufre una situación de discriminación, la que hará que ella siga orgullosa, luchando y superándose, ante esta adversidad generada por sus pares docentes. Adelia Silva fue premiada nacional e internacionalmente por su obra literaria. La cultura fue la llave de su poder. La palabra entre grilletes En cuadernos sepia, dentro de cajones húmedos estarán los textos que recogen las vivencias de muchas de nuestras mujeres. Muchas dicen: “escribir no es lo mío,” o “qué voy a escribir si no tengo nada que decir?” Piensan que su palabra no vale nada, que no es importante que plasmen sus pensamientos, sin embargo, son activas partícipes de convocatorias, participan de charlas de empoderamiento, y comienzan a animarse a ser activistas. Uruguay ha sido cuna de grandes poetisas conocidas nacional e internacionalmente como por ejemplo Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira o Juana de Ibarbourou y muchas de ellas figuran con poemas en libros utilizados en los centros educativos de primaria y secundaria, sin embargo Virginia Brindis de Salas, no figura. Virginia Brindis de Salas, escritora, poeta y activista (1908 – 1958) fue la primera mujer afrodescendiente en América del Sur en publicar su poemario. Reconocida por Gabriela Mistral como una de las inspiradoras en el continente “incluyendo a la ciudad de Los Ángeles, (EUA), donde su poesía contribuyó al movimiento afroamericano”(The Encyclopedia of the African and African-American Experience). ¿No sería adecuado publicar en esos libros que utilizan nuestros niños, niñas y jóvenes algún poema de esta poetisa afro, no merece ese lugar? Sería enriquecedor para todos poder leerla, sería inspirador para muchos niños y niñas afro. Tal vez una mujer afrouruguaya llegue a conocer textos de Toni Morrison, escritora afroestadounidense, antes que a nuestras escritoras. Tal vez podamos comenzar a valorar nuestra palabra como testimonio, como una forma de contarnos y contar quiénes somos y cómo somos, difundir nuestra cultura que va más lejos que el candombe. Ojalá comprendamos que contar nuestras historias es importante como las historias de cualquier persona del planeta. Ojalá comprendamos que nuestros niños, niñas y jóvenes necesitan urgentemente nuestra historia porque solo aprenden la historia que de nosotros cuentan otros que ni siquiera nos preguntaron que sentimos. La pluma es un arma poderosa que debemos usar porque hiere más y deja huellas imborrables. [74] La literatura afro-hispana: sus escritoras, contexto y compromiso social y literario Por Cristina Rodríguez Cabral Carolina del Norte, Estados Unidos5 El aislamiento comercial es históricamente uno de los grandes problemas que enfrentan las escritoras afro-latinoamericanas; entendiéndose el mismo, como la serie de obstáculos que debe sortear una obra hasta llegar al lector. En Latinoamérica los procesos de publicación, comercialización y difusión de las obras de autoras afro son muy precarios, lo cual reduce la posibilidad de despertar el interés de la crítica y del público. Sin la intervención de estos agentes claves el quehacer literario no pasa de ser una expresión vocacional más que una profesión para la mayoría de las autoras afro-hispanas. Esto ha ocurrido así desde siempre y no solo en cuanto a las mujeres; es por eso que destaca la labor de las organizaciones afro desde inicios del siglo XX en lo concerniente a la difusión de las obras de autores negros en su comunidad. Las limitaciones económicas de las organizaciones, la apatía de parte de su comunidad junto a una plataforma social discriminatoria hicieron muy difícil la tarea de difundir y valorar las obras pertenecientes a representantes de las “minorías.” En el quehacer literario, son los espacios de alcance de las grandes casas editoriales quienes potencian los éxitos literarios que posibilitan a los autores vivir de su labor creativa. Cabe recordar el papel protagónico de la editorial española Seix Barral en cuanto al impulso dado a las letras latinoamericanas que se concreta en el éxito del “Boom.” El “boom latinoamericano” promovió autores geniales como Gabriel García Márquez desde lo local hacia lo internacional, y fue la antesala necesaria para hacerse merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1945. Desafortunadamente y por polémicas razones el “Boom” latinoamericano no contó con la presencia de ningún escritor afro ni de ninguna mujer. Antonio Tillis en el 2001 aborda esta temática en su tesis doctoral en relación a la obra del afrocolombiano Manuel Zapata Olivella. Por lo que, el aislamiento comercial es una especie de doble karma que enfrentan las obras de autoras afro-hispanas en la región, donde en su mayoría aun esperan reposando en un estante el momento de ser descubiertas y valoradas. Es aquí donde entra otro agente clave en la consideración de una obra, el crítico literario. Particularmente los buenos afro-hispanistas se convertirán en buscadores de tesoros, sumergiéndose no solo en bibliotecas sino en las comunidades donde se nutre el autor, en lugares recónditos donde la literatura se convierte en “oratura” al fusionarse y expresarse en la oralidad del pueblo. El crítico de literatura afro es un buscador de tesoros que muchas veces se mueve a ciegas e instintivamente sin saber lo que va a encontrar. Fue debido al trabajo de investigación iniciado en la década de los 80 por algunos afro-hispanistas en los Estados Unidos que la obra de numerosos escritores afro-latinoamericanos comienza a llegar al público. En principio, no al público en general, salvo excepciones, sino al lector académico. Estados Unidos es el país donde los estudios Afro-Hispanos han recibido mayor atención académica debido a las investigaciones y publicaciones pioneras realizadas por críticos como Marvin Lewis, Richard Jackson, Lawrence Prescott, y Ian Smart, Doctora de literatura afrolatinoamericana en la Universidad Central de Carolina del Norte, EE.UU. 5 [75] entre otros. Dichas publicaciones fueron apoyadas por la existencia de revistas literarias surgidas en universidades importantes, revistas tales como Afro-Hispanic Review presente en el campo desde 1982, Callaloo, o PALARA por mencionar algunas de las más prestigiosas. A esto se sumó la existencia del Instituto de Lenguas Afro Romances, lugar fundamental de difusión y estudio para los estudiantes de doctorado que querían especializarse en la temática afro-hispana. Este fue el lugar donde tuve el honor de completar mi formación académica, la Universidad de Columbia en Missouri bajo la supervisión del Prof. Marvin Lewis. Y de allí surgieron grupos de profesores que actualmente exploran, profundizan e incorporan nuevas perspectivas crítico literarias de corte cultural y transatlántico que agregan y expanden el análisis poscolonial característico en los estudios de las diásporas. Las anteriores publicaciones incluyeron la contribución literaria de las escritoras afro de las Américas, especialmente la obra de Nancy Morejón, poeta cubana, alumna de Nicolás Guillen, única escritora cuya obra es analizada con atención por Richard Jackson en su libro Black Writers and the Hispanic Canon (1997). De hecho Morejón, sin ser una escritora popular en su natal Cuba, es la que ha recibido mayor atención por parte de la crítica en el mundo, su obra ha sido traducida a varios idiomas y es objeto de estudio en disertaciones, artículos y paneles de discusión. En el año 2003 Miriam De Costa-Willis, profesora e investigadora estadounidense, publica “Daughters of the Diaspora” (Hijas de la Diáspora) antología que reúne creaciones literarias y ensayos críticos sobre las escritoras afrodescendientes más reconocidas en las Américas y en la Guinea Ecuatorial, único país africano hispanohablante. La publicación de De Costa-Willis cubría la necesidad existente entre los profesores de literatura afro-hispana y literatura hecha por mujeres que era la inexistencia de recopilaciones y análisis crítico sobre la obra de las escritoras afro-latinas en los Estados Unidos. Asuntos relacionados con el pago de regalías, las diferencias de idioma, la ausencia de traducciones eran algunos de los obstáculos que impedían y aun limitan el contacto de los estudiantes y demás colegas con la obra de los autores afro en las Américas. “Hijas de la Diáspora” no fue pionera en su género, pero llegaba en un momento oportuno. Anteriormente, en la década de 1970, se habían publicado estudios literarios como “Sturdy Black Bridges: Visions of Black Women in Literature” que reúne la obra de autoras africanas y caribeñas, así como “All the Women Are White, All the Blacks Are Men, But some of Us Are Brave” (Todas las mujeres son blancas, todos los negros son hombres, pero alguna de nosotras somos valientes) que otorga cierto marco teórico al movimiento feminista afro-americano. Pero no teníamos una publicación nueva que se dedicara a las escritoras de la afro diáspora, por lo que, la antología de De Costa-Willis se agotó casi inmediatamente y no volvió a re-editarse. Otra limitación era que la mayoría de los estudios publicados se centraban en la literatura caribeña, quedando Centro y Sud América en casi plena invisibilidad. Por otro lado, si bien en Brasil se habían publicado algunas obras y antologías importantes sobre las escritoras afro-brasileñas, las mismas no estaban traducidas lo que limitaba su acceso al público de lengua portuguesa. Recientemente se publicó en español “Hijas del Muntu” colección de ensayos y entrevistas a varias escritoras de la diáspora americana, entre las cuales me incluyo. Esperaremos su traducción al inglés para que la obra pueda acceder a un mercado mayor donde los estudios africanistas, afro-hispanistas y de género aumentan su presencia en currículos y distintos espacios universitarios. La literatura afro-hispana es una literatura de compromiso social y de resistencia. Algunas de las características comunes en las obras de las autoras es la necesidad de preservar la memoria colectiva, la memoria ancestral, el interés de hacer [76] una revisión de la historia oficial recreando la micro-historia de su comunidad. Existe la tendencia de revertir el significado de ciertos símbolos utilizados anteriormente en detrimento de la cultura afro; es entonces cuando, palabras como Quilombo adquieren en la literatura afro su significado de resistencia, afirmación de la identidad y orgullo étnico. Menciono esta palabra porque aun hoy se usa comúnmente en Argentina y Uruguay en sentido negativo; evidenciando por un lado, la ignorancia de dichos pueblos respecto a lo que fueron los Quilombos, y por otro, reforzando el legado racista poscolonial heredado y aun presente en dichas sociedades. Por lo que, la literatura afro acepta el desafío de conocer y recrear la historia, no en base a un principio estético sino fundamentalmente en base a uno de compromiso social. Es así que Nancy Morejón proclama en sus versos la necesidad de torcerle el cuello al cisne modernista. En realidad el autor afro no tiene otra opción porque es el escriba en medio de un pueblo que aun posee los índices más bajos de alfabetización en las Américas. Para Conceicao Evaristo, poeta y ensayista brasileña, escribir representa un acto de resistencia. En su opinión, las escritoras negras buscan inscribir en el corpus literario brasileño imágenes de auto representación. Evaristo combina palabras creando una imagen explicativa del quehacer literario de las mujeres negras: “A escre(vivencia) das mulheres negras explicita as aventuras e desventuras de quem conhece uma dupla condicao que a sociedade brasileira teima em querer inferiorizada, mulher e negra” (205). Escribir debe ser visto como un constante proceso de auto redefinición, afirma Ana Beatriz Goncalves, donde la construcción del sujeto femenino negro en la obra de Evaristo es el primer aspecto de interés en su estudio “Black, Woman, Poor: The many identities of Conceicao Evaristo”. Podemos decir que la mayoría de las escritoras negras en las Américas usan la escritura como herramienta teórica de protesta social y resistencia; sea denunciando en forma creativa las situaciones personales de pobreza y discriminación como en “Quarto de Despejo: Diario de una favelada” (1960) de la brasileña María Carolina de Jesús; recreando la situación colonial enfrentada por los afro-peruanos en la novela “Malambo” (2001) de Lucia Charun-Illescas; reconstruyendo el peregrinaje de la mujer negra cubana desde su llegada a la isla hasta el triunfo de la revolución como lo expone Nancy Morejón en su famoso poema “Mujer Negra”. También aparecen como tópicos literarios la celebración de la femineidad negra, con las contradicciones resultantes de las negociaciones que reafirman una identidad nacional, étnica y de género como se observa en el poema “Rotundamente Negra” de la costarricense Shirley Campbell. Estas autoras han opuesto los aspectos sensuales de la “mulata” destacados en la literatura negrista abocándose hacia el “empoderamiento” de la mujer negra, donde se presenta al lector una imagen más real, humana y comprometida de la mujer negra sin negar la sensualidad de la misma. La creación de las escritoras de la afro diáspora americana es multi-temática y exponen diversas corrientes literarias donde convergen aspectos estéticos pertenecientes al legado europeo, africano y/o indígena. Los temas mencionados anteriormente son una generalización y una simplificación realizada por razones de espacio y tiempo al momento de escribir este ensayo, donde solamente se mencionan algunas de las creadoras más significativas de nuestro tiempo. He dejado sin mencionar a las escritoras afro-uruguayas pues presumo que sus obras sean abordadas en otras colaboraciones incluidas en esta compilación. Finalmente voy a referirme a algunos aspectos de la obra de una de mis poetas favoritas, Edelma Zapata Pérez; poeta y ensayista colombiana de ascendencia afro/indo/europea, hija de Manuel Zapata Olivella, considerado el decano de las letras afro-latinoamericanas. En base a la amistad y admiración que me unió a la escritora [77] me tomo la licencia de llamarla por su nombre. Edelma nació en Colombia en 1954 y murió en su país en el 2010, durante su juventud acompañó a su padre en sus investigaciones sobre oralidad y cultura popular colombiana. Edelma dirigió por diez años los espacios radiales Identidad Colombiana y Afro-Colombia. En 1999 publica el poemario Ritual con mi sombra y en el año 2009 escribe los, aún inéditos, La otra cara de la luna y Rumores de la melancolía. Desde la edad de quince años Edelma padeció de artritis reumatoidea, enfermedad crónica progresiva que la sumergió en prolongados estados de dolor y postración. Si bien la poeta escribió gran parte de su obra en situaciones de dolor, su voz poética nunca se victimizó ante el mismo. Por el contrario, la mayor parte de su producción revela una actitud positiva orientada hacia la superación del género humano, así como, gran interés en los problemas sociales que aquejaban a su natal Colombia y al resto de la humanidad. Entre sus preocupaciones ecológicas se encontraba el rápido deterioro del medio ambiente. En el poema numero treinta de Ritual con mi sombra, la voz poética cuestiona en versos breves la responsabilidad del hombre en la devastación del planeta creando imágenes apocalípticas: Hoy como ayer el hombre reta a Dios. El mar es una ola negra y vacía. El cosmos se desintegra en estertores de humo. La luz se extingue. Difícil imaginar la vida. Edelma tuvo dos hijos y mi admiración a su persona y su obra nos mantendrá siempre en conversación lirica. Edelma fue una mujer que a pesar del aislamiento físico a que la sometía su enfermedad ella estaba al tanto de lo que acontecía en el mundo a través del internet y los medios de comunicación. Uno de los aspectos destacables de su obra es la capacidad de la poeta de sublimar el dolor construyendo a partir de allí un nuevo espacio lirico en base a un cuidadoso manejo de la métrica. Su poesía trasciende lo cotidiano y se hace universal. Para concluir elegí el poema numero 11 donde la voz poética recurre a las preguntas metafísicas originarias entablando un análisis de nuestro siglo y nuestras sociedades cada vez más teñidas de violencia. Frente al estado caótico hacia el cual se inclinan las aldeas globales, el poema propone una ruta natural de exploración del ser, plantea un retorno a las raíces, una forma holística de volver al ser humano, al individuo, a uno mismo; a la vez, de una valoración de la riqueza contenida en el corazón de nuestros pueblos: Volver al pasado, Interrogar a nuestra sangre, ¿Quiénes somos, de dónde venimos? Porque al fin por humildes que seamos no podemos vivir en la disolución: picando un poco aquí, un poco allá, siempre ajenos, distantes de nosotros. Bucear aquello que siempre perdura en la riqueza cotidiana de la raza. Esa que se extingue en este mar de violencia. ¡Tantas muertes vanas [78] en cada mano que empuja el puñal de la vergüenza en la zozobra cotidiana que acecha la esperanza! Recobrar la humildad que late en el corazón del pueblo. A ese que inclina amoroso la cabeza en la tierra, que encorva lentamente la espalda en la incertidumbre frágil del futuro. De la lluvia que demora, de la Naturaleza que duerme. [79] Parte II: Testimonios Orales “No hay mayor dolor que el hecho de llevar una historia no contada dentro de uno mismo” -Maya Angelou Nuestra Raza, Agosto 1948, No. 180: 1 [80] Argentina *** Casa de la Cultura Indo-Afroamericana, Santa Fe, Argentina Virginia Verdier, Buenos Aires, Argentina [81] Testimonio oral | Karen Fleitas 29 de Noviembre 2012 Buenos Aires, Argentina Un lunes por la noche nos reunimos en el patio de la sede de la asociación civil Afrocultural en el barrio de San Telmo, en la cuidad de Buenos Aires. El aire está lleno de ritmos de tambores, sonidos callejeros y diálogo de turistas que pasan por el barrio a todas las horas. En este lugar conversamos sobre su participación como activista y cantante en la lucha por la reivindicación a la lucha por el reconocimiento de la comunidad afrodescendiente en Buenos Aires. Conversación con Karen Fleitas Mi nombre es Karen Fleitas. Vivo en Argentina y nací en Uruguay. Me vine de muy chica acá y estoy acá hace prácticamente toda mi vida. Soy mujer afrodescendiente con una mezcla también de pueblos originarios y de españoles. ¿Qué opinas sobre la visibilidad o no visibilidad de la comunidad afrodescendiente en Buenos Aires? ¿Cuales eventos o personas te inspiraron para convertirte en activista y cuestionar sobre la presencia negra en la cuidad? Un poco lo que me volcó a la militancia como afro es un poco lo injusto, de estar viviendo en un país donde la mayoría de las personas son blancas y cómo buscar uno la propia identidad que no había encontrado hasta un buen tiempo de mi edad, justamente por no encontrar esa referencia. Las personas que sí nos conocemos que como afro es como que entre nosotras tampoco nos cuestionábamos estas cosas, ¿no?, de dónde venimos, quiénes somos. Nos unía algo sin nombre que es la atracción de lo que nos gusta musicalmente, de algunas cuestiones que tienen que ver con nuestra personalidad, pero no le buscamos la vuelta del porqué de las cosas. Mi cuestionamiento empezó desde que era chiquita, de ir a colegios y ser la única afro y no entender porqué. También porque justamente porque soy mezcla: mi mamá que era mi referente no es negra, entonces es como que uno buscaba parecerse a su mamá y hasta que no te mirás al espejo no te das cuenta que hay una diferencia bastante razonable. Entonces, bueno, a medida que uno va creciendo, también va creciendo la intriga de cosas que aparentemente no tenían una solución y nadie que te pueda informar sobre eso. Entonces, bueno, me empecé a acercar a mi gente, a la gente más grande, ¿no? Que tienen más conocimiento y bueno, descubrir que uno desciende de personas que vinieron esclavizadas no es una buena noticia, pero a la vez es como resolver un enigma importante en nuestros días y empezar a hacerse cargo, ¿no? De lo que nos tocó y porqué y qué postura tomar con respecto a eso. [82] Justamente se juntaron un grupo de mujeres en la sede de Movimiento Afroculutural para discutir la posibilidad de organizar una cooperativa de viviendas para mujeres afrodescendientes en Buenos Aires. ¿Cómo llegaste a ser encargada de esta iniciativa? Bueno, con respecto a la cooperativa, eso fue algo que nació del hecho entre que nosotros...bueno, la sede del Movimiento Afrocultural antes estaba en el mismo lugar donde era mi casa. Era una fábrica donde vivíamos varias personas afro y que en un momento se dijo que era el último quilombo de acá, de lo que era Buenos Aires. Quilombo es un lugar donde se reunían los negros, y casi coincidentemente, una buena parte de nosotros era afro y fuimos desalojados en el 2009. Entonces, eso genera una conciencia aparte, de porqué nosotros tenemos que padecer de estas situaciones, de no tener un territorio, de no tener directamente desde nuestras partes ancestrales y no tener un lugar como cualquiera hereda. Somos familias numerosas que vivimos como vivimos. Entonces bueno, el desalojo fue un desarraigo tan fuerte para todos nosotros que también nos impulsó a ponernos firmes en la lucha con respecto a la vivienda. Bueno, esta idea junto al movimiento la empezamos a principios de este año [2012], o sea, nosotros todavía no estamos avanzando como cooperativa porque no es algo fácil porque también hay que generar conciencia en las personas, y cuando hay que lucharla no todos están de acuerdo. O sea, la gente vive el día a día, como puede, con sus hijos, tiene sus trabajos que le ocupan horas y cuando tenemos que juntarnos para planificar cómo seguimos, es todo un tema, es difícil reunir a las personas, en este caso mujeres, porque nosotros queremos hacer una cooperativa de mujeres afrodescendientes. Entonces, me di cuenta que esto no es solamente generar un lugar donde vivir sino que hay que generar mucha conciencia, y esto va a tomar un tiempo, sobre todo acá en Argentina, donde no hay, como en Uruguay por ejemplo, donde los negros están más visibles, que tienen por ahí otras vivencias. Acá los morenos cada uno vive por su lado, hace sus cosas, por ahí te juntas de vez en cuando con ellos, pero no estamos viviendo en comunidad. No vivir en comunidad también hace que uno pierda la identidad y que busque su vida apartado y como sea. “Me di cuenta que esto no es solamente generar un lugar donde vivir sino que hay que generar mucha conciencia, y esto va a tomar un tiempo, sobre todo acá en Argentina, donde no hay, como en Uruguay por ejemplo, donde los negros están más visibles.” Entonces, una cosa es no bajar los brazos con el tema de la cooperativa, pero sí saber que hay un trabajo acá desde el Movimiento Afrocultural que hay que hacer, que es un trabajo de hormiga y que va a levar su tiempo. Ojalá se genere eso que queremos y que estamos tan dispuestos a conseguir, depende de la evolución de cada uno, de cómo procesa toda esta información. Estaría muy bueno poder decir: “Sí, mirá venimos de los mejores lugares, vivimos toda la vida así”, pero no, enterarse de que uno vino en calidad de esclavo, que buena parte de su gente murió en los barcos, que fuimos segregados, que…tantas cosas que a uno no le hace bien, y prefiere no querer mirar para ese lado y decir: “Bueno, ya pasó y voy a vivir mi vida”. Pero la verdad es que nosotros merecemos reivindicación y eso no puede pasar desapercibido. Nosotros no podemos decir: “Como no nos tocó a nosotros, no existió”, porque realmente si estaría pasando ahora, sería terrible…sería terrible ver a un hermano morir, a un [83] primo, a un tío, aunque no sea nada tuyo, ver que está siendo castigado, y todas las cosas que han padecido nuestros ancestros, entenderíamos más. Uno a veces quiere pensar que la historia de uno empieza cuando uno nace, que si bien es verdad, nosotros no podemos negar que tenemos nuestros antepasados y que todos venimos de…¿no? Tenemos la misma sangre y vamos llevando mucha información y mucha historia con nosotros. Además de participar en el proceso de formar una cooperativa para mujeres afrodescendientes, eres una cantante. ¿Podés contar un poco sobre tu carrera como cantante y los mensajes en tus canciones? Bueno, mira, yo estuve mucho con una banda que se llama Actitud María Marta, que estuvimos 11 años. Nosotros éramos dos chicas que rapeaban y yo cantaba. Las letras tenían mucho que ver con contenido social, hablando de política, de un montón de cuestiones que interesan a la sociedad. Y bueno, ahí como que me hice una base, ¿no? Porque hemos viajado mucho con la banda, fuimos a muchos países. Fuimos a una plena revolución en Venezuela con el presidente Chávez y eso me sirvió muchísimo también porque el tema de viajar y ver dónde geográficamente se encuentran los negros en cada país me hace darme cuenta que no es un problema mío, es un problema mundial prácticamente. Como que todos corrimos la misma suerte, salvo excepciones, eso es lo que pasa. “Cuando yo siento que el candombe está en una situación bastante particular digo: “Bueno, yo me tengo que hacer cargo de lo que me toca porque es nuestro y no puedo regalarlo porque sí.” Entonces, con esta banda, puedo decir que aprendí y vi mucho, ¿no? Y después del desalojo, empecé a conocer y a interiorizarme más con el tema del candombe, que si bien yo lo tenía como que “sí el candombe es nuestro” pero no lo tocaba. Había un artista uruguayo que me encantaba y aprendí un montón de temas gracias a él. Me di cuenta que el candombe mismo, en este momento y en esta parte de la historia, está como más visto y está tomado de una forma por gente que no conoce la historia. Gente que no conoce la lucha de los candomberos, de porqué ellos siguieron tocando a pesar de que recibían palo por eso, que la policía no los dejaba tocar en la calle y que ahora como se puso de moda, todo el mundo agarra un tambor y toca, pero no tienen idea de lo que es, ni el respeto a los referentes negros que mantuvieron el candombe. Entonces, ahí, cuando yo siento que el candombe está en una situación bastante particular digo: “Bueno, yo me tengo que hacer cargo de lo que me toca porque es nuestro y no puedo regalarlo porque sí”. Entonces, manteniendo la temática mía, de temas que tienen que ver con lo social, y un poco hablando de la historia de los negros, tengo una banda que se llama Karen Fleitas y la Marmolada y hay muchas letras que sirven para decir lo que uno a veces no puede decir con palabras, sino que a través de la música. Nunca voy a pensar que no tiene la fuerza y que realmente a muchas personas le entra todo por los oídos, por lo musical, entonces nosotros sabemos la importancia que tiene como herramienta de lucha, ¿no es cierto? Utilizar la música y la palabra. [84] ¿Tienes algún mensaje que quieres transmitir a otras mujeres afrodescendientes en Buenos Aires y de la región? Me encantaría que las mujeres afro empiecen a hacerse respetar, porque nosotras tenemos como desde chiquitas una mirada hacia la estructura y la mujer ideal blanca. Tenemos que entender que en este mundo hay diferentes etnias y nadie es más que nadie y no tenemos que todos querer ser lo que no somos. Entonces que empiecen a respetarse como personas, a quererse, a cuidar su cuerpo, a entender que el tiempo de esclavitud ya pasó y que es el momento de empezar a revertir la historia. [85] Testimonio oral | Lucia Dominga Molina 27 de Octubre 2012 Santa Fe, Argentina La cuidad de Santa Fe se ubica en la zona litoral de Argentina, a orillas de la laguna Setúbal, el río Santa Fe y el río Salado. Es un lugar en donde se juntan los ríos y se han mezclado las culturas indígena, africana y europea. En un día de casi 30 grados y una humedad tremenda nos encontramos en la sede de la Casa de Cultura Indoafroamericana, asociación civil que llevan más que 30 años de existencia en Santa Fe luchando para rescatar la historia de los afrodescendientes en la Argentina. Nosotras compartimos un mate en la biblioteca de la organización donde se alojan libros y estudios sobre la cultura afroargentina y la diáspora africana. El lugar en su totalidad es un testimonio al legado afro en la cuidad de Santa Fe. Conversación con Lucia Dominga Molina Me llamo Lucia Dominga Molina. Soy miembro, fundadora y presidente de la Casa de la Cultura Indoafroamericana. Yo soy nacida hace muchos años acá en la cuidad de Santa Fe, provincia de Santa Fe, Argentina. Y bueno, realmente después de grande, tomé conciencia de lo que soy de pertenencia, del orgullo de ser afrodescendiente. Tuve una adolescencia normal, pero también con discriminación. Pero, no llegué a naturalizar esa discriminación. Siempre la tuve presente y como en Santa Fe, incluso mi familia no se dio el asunto de hablar de la pertenecía, hablar de nuestra ancestralidad. ¿Cómo fue llegar a saber y aceptarte como afrodescendiente? Hay que tener en cuenta que tengo 62 años y cuando tenía menos de 20 me relacionaba con la música brasilera. Era lo que más me llegaba. Si tenía que llorar, si tenía que gritar con la música brasilera, era mi sedante. Siempre me relacioné, o siempre busqué en lo que podía ver más allá de mi casa con un negro. O una negra para sentir este ‘feeling’ cuando se encuentran dos, dos iguales. Me costó tiempo, pero porqué. Porque uno no aprende y lo aprendés después de grande, que no es solamente color de piel, el negro que identifica una afrodescendiente, sino una serie de cosas: el comportamiento, la fisonomía. Y pasó así que cuando era joven tuve la ilusión, una pareja estable y siempre idealista. Yo tuve la suerte de que lo ideal de persona lo conocí en mis treintas años y bueno durante 30 años estuvimos juntos. Y con esa persona, nosotros anduvimos el camino de lo que es conformar una institución, si bien el tenía las mismas sentimientos hacia la temática que yo entonces empezamos a trabajar juntos. [86] “Cuando uno se reconoce y conoce un poquito hacia atrás se siente el orgullo de ser. Yo soy re orgullosa de ser afrodescendiente.” Entonces, ¿fue a partir de conocer a tu marido, Mario Luis López cuando empezaste esa lucha para el reconocimiento de la cultura afrodescendiente en Santa Fe? Junto con él lideraste la Casa de la Cultura Indo-afroamericana, ¿verdad? Cuando encontré mi compañero, entre los dos nos pusimos a hacer cosas. Yo me doy cuenta que desde, bueno uno cuando llega a determinada edad pega la vuelta de cual es el camino del recorrido. La experiencia que tuve con Mario recién la reconocí después de que él no estaba. Porque nunca pensé que yo pudiera haberme superado tanto. Yo me doy cuenta porque me apoyó mucho en conocimientos. Por ejemplo, si yo estaba cocinado el me estaba leyendo y discutíamos mientras que yo cocinaba. Si yo tenia que dar una charla, si yo escribía, él redactaba más o menos de acuerdo a lo que tenía que decir. Si yo tenía que viajar, el me buscaba los paisajes, todo el itinerario con quien voy a conectarme. Viajaba él imaginariamente por todo. Al principio era muy celoso pero después se fue acostumbrando, como todas las cosas. Fue muy lindo pero después, cuando vos no ténes la persona al lado uno se da cuenta de todo de eso de lo perdido, ¿no? Y fue muy bueno porque yo aprendí a elevarme la autoestima. “Yo me enamoré primero y después tenía los mismos sueños de la persona de quien me enamoré, de quien compartí 30 años. Y bueno, con amor vos puedes superar todo.” La militancia compartida entre tú y tu marido sirve como testimonio de cómo el amor pueda servir como una herramienta transformadora en el activismo.¿Crees que el amor y el trabajo en conjunto puedan transformar la realidad de los y las afrodescendientes en Argentina? La verdad es que sí. Sabes lo que yo veo, nosotros sufrimos…nosotros porque digo un montón de gente, una autoestima baja. Porque nosotros siempre pensamos, hay mayorías que creen que por ser como son, son menos que otras personas. Y no es así. Cuando uno se reconoce y conoce un poquito hacia atrás se siente el orgullo de ser. Yo soy re orgullosa de ser afrodescendiente. Y claro, lo que pasa es que yo lo decía desde la punta de vista de que yo me enamoré primero y después tenía los mismos sueños de la persona de quien me enamoré, de quien compartí 30 años. Y bueno, con amor vos puedes superar todo. Porque dos personas no son iguales. Una es una y otra es otra. Tiene que buscarte las partes donde sea una alianza. O sea, buscarte las partes positivas entre los dos y alejarse las negativas. Mario era la parte intelectual de los dos y yo era la parte práctica. Y aprendí, también la vida te da muchas pruebas. Siempre estuvimos unidos en la parte cuando estábamos mal, sobre todo el económico con tres chicos, y eso es lo que nos unió más para poder seguir adelante. Lamentablemente Mario se quedó en el camino pero yo supongo [87] cuando supere todo voy a volver a cargar las pilas y voy a seguir, porque me siguen pasando cosas, pero así es la vida. Lo lindo es que lo he podido superar. [88] Testimonio oral | María Gabriela Pérez 24 de Octubre, 2012 Buenos Aires, Argentina Nos juntamos en la oficina donde ella trabaja. Al lado de su escritorio en la pared está colgado uno de los cuadros que ella pinta: una fila de mujeres negras con trenzas pintado con colores brillantes. El cuadro llama mucho la atención y a partir de allí empezamos a discutir la importancia del arte en su militancia. Conversación con María Gabriela Pérez Mi nombre es María Gabriela Pérez, me dicen Maga. Soy argentina, nacida acá en Buenos Aires. Tengo a mis padres, a mis abuelos y a mis bisabuelos que también son argentinos, así que pertenezco a esas familias que dicen que no existen en el país y que sin embargo tienen orígenes africanos y formaron parte de lo que es la historia nacional. Principalmente soy militante del movimiento afrodescendiente a través de Movimiento Afrocultural que justamente es un espacio en el cual muchos afrodescendientes, no necesariamente argentinos, sino muchos afrodescendientes que nos juntamos y valorizamos las raíces, cada uno desde su lugar, pero viviendo todos en Argentina y teniendo todos un punto en común, triste, que es la historia de nuestros antepasados en la trata trasatlántica, el genocidio africano como al menos yo lo prefiero llamar y una historia también que nos une vengamos dónde vengamos, que es de exclusión, de racismo, de discriminación y de falta de oportunidades. “Pertenezco a esas familias que dicen que no existen en el país y que sin embargo, tienen orígenes africanos y formaron parte de lo que es la historia nacional.” Mi familia siempre me inculcó el orgullo de pertenecer y los orígenes africanos. En cuanto a lo que es la historia familiar, muy poco podía saber porque mis papás tampoco sabían de los suyos ni salieron a buscar esa historia. No es una justificación, pero creo que está todo tan emparentado con el dolor que cada uno quizás se conformaba con, simplemente, con llegar hasta ahí. Pero yo soy como más inquieta, y también formo parte de otra generación de argentinos, en general, porque bueno, también en la época que vivieron mis papás, cada vez que investigo y más allá de lo que me dicen, veo que debe haber sido muy difícil ser negro y argentino. Hoy vivo en un país en el cual ser racista se sabe que no está bien, ser xenófobo también se sabe que no está bien y ser discriminatorio tampoco, pero en su momento cuando estos temas no estaban abiertos era como parte, te diría, de nuestra idiosincrasia. El cambio, por lo menos acá en la Argentina, lo dio una mayor conciencia de los derechos humanos, el que no esté la dictadura militar, por supuesto, en primer lugar y también la existencia de un organismo en particular que es el Instituto Nacional contra la Discriminación, en el cual se empezaron a crear y a difundir espacios que, desde el estado, estaban vedados a distintas comunidades, no solo a las afrodescendientes. Entonces, a partir de ese momento, en 1996 se creó el foro afrodescendientes dentro de está institución y bueno, digamos que desde el 2007, que comencé a participar del foro porque me pareció muy importante poder compartir un espacio como este, en el cual yo misma no conocía mucha gente afro por fuera de mi familia o algunos que [89] otros conocidos, pero nunca había estado en contacto, ni tenía dimensión de lo que podía ser la diversidad de la comunidad. Así que bueno, desde ahí diría que comencé mi militancia. Así que, fue un momento de impacto para ti, ¿no? Sí, creo que fue muy particular porque yo soy artista plástica y empecé a pintar, que era una circunstancia… Entonces, fue a partir de este momento que empezaste a luchar por el reconocimiento de los y las afroargentinos y crear arte sobre la cultura afro? Claro, sí. Lo que empecé a pintar fue justamente cuadros afro. Digamos, yo empecé a hacer en lo que yo siento, hasta el día de hoy, que hago militancia también desde el arte, ¿no? Yo denomino mi arte como pop, porque es así como moderno, está lejos del clasicismo porque soy una artista digamos, en realidad, sin formación de colegio, si no más bien autodidacta. Pero bueno, encontré en el arte una manera de expresar lo que es el sentido de la comunidad, su civilización, su historia y también la identidad argentina que aún sigue siendo muy duro que la gente comprenda que hay una Argentina negra no contada y que es…no es un detalle histórico, sino que es una parte fundamental de nuestra historia que no se está velando como tiene que ser, entonces hay una etapa que queda inconclusa de todo el relato histórico nacional. “Encontré en el arte una manera de expresar lo que es el sentido de la comunidad, su civilización, su historia y también la identidad argentina que aún sigue siendo muy duro que la gente comprenda que hay un Argentina negra no contada.” ¿Qué importancia tiene para ti la reivindicación de las raíces afrodescendientes en la memoria colectiva del país? Sí, para mi tiene un significado muy profundo porque la historia de lo africano en la Argentina siempre, digamos, estuvo no en un segundo lugar, directamente tapado en detrimento de la verdadera historia que se quería contar. La responsabilidad que me parece que siento y que tenemos los que por lo menos estamos activando es hacerle honor a nuestros ancestros, ¿no? Por todo lo que no se contó. Y me gusta también, en particular, estar en la militancia porque bueno, me parece que alguien lo tenía que empezar y también que lo tienen que seguir, yo tengo hijas que también son afrodescendientes y quiero que se sientan orgullosas de ser afroargentinas. Yo siempre me sentí orgullosa de ser afro-argentina, pero en otros momentos no hubiera querido participar de ningún espacio político ni nada que se le parezca porque no era valorado, es más, era usado como para la foto; y ahora es otro sentido, hay políticas de estado que nos están empezando a acompañar hace tiempo, entonces uno dice bueno, todo lo que se esté trabajando no es en vano ni es para quedar bien con tal o cual político o política, sino que se está haciendo realmente para que nos beneficie socialmente y haya una inclusión, en definitiva, de la comunidad y sus descendientes, ¿no? [90] Testimonio oral | Integrantes de ‘Mi Bandera es Mi Piel’ 23 de Octubre 2012. Buenos Aires, Argentina En el barrio Once en la cuidad de Buenos Aires queda la sede de África y su Diáspora, asociación civil que lleva 13 años trabajando para reivindicar y visibilizar la cultura afrodescendiente en Argentina. En esta ocasión quedamos en reunirnos con algunas integrantes de la asociación que recién formaron un grupo que se llama 'Mi Bandera es Mi Piel, primer grupo de mujeres afrodescendientes organizadas en Argentina. Conversación con las integrantes de ‘Mi Bandera es Mi Piel’ Andrea Ortuño: Hola, mi nombre es Andrea Ortuño. Soy afroargentina y soy la coordinadora de género de África y su Diáspora, una organización civil para la defensa de los africanos y los afrodescendientes en la Argentina. Conformamos un grupo de mujeres negras [Mi Bandera es mi piel] para la reivindicación y para que el consejo nacional de la mujer también pueda abrir un espacio para la mujer afro porque no hay, nunca hubo. Al final de este año me junté con Anny y con Celeste, y otra compañera conformamos este grupo de mujeres que pertenece a la organización África y su Diáspora. Celeste Martínez: Hola, mi nombre es Celeste. Soy afrouruguaya, tengo 51 años, pero hace siete años que vivo en Argentina. Participo del grupo de mujeres de África y su Diáspora. Tengo tres hijos uruguayos y tres argentinos y todos son afrodescendientes. Anny Ocoro: Mi nombre es Anny y como dijo Andrea, llegué por invitación que ella me extendió a fines del año pasado y estoy contenta de hacer parte de un espacio de mujeres. Ya había participado en espacios de mujeres en Colombia, sobre todo de grupos de género, no con un componente étnico marcado, así que es algo adicional que me sumo por producto de la invitación de Andrea. Y bueno, como contentas y luchando para que se incorporen más mujeres. Sabemos que cuesta porque pasa por un proceso de reconocimiento pero en esa estamos, intentando de incluir más mujeres. Hace poco tiempo desde que formaron este grupo. ¿Cuáles son las metas principales que quieren lograr en esta primera etapa? Andrea Ortuño: Bueno, la primera etapa es auto-reconocimiento de muchas. Nos inclinamos a la población afrodominicana, a las mujeres trabajadores sexuales que se reconozcan como afrodescendientes, no como descendientes españoles. Hacemos trabajo de campo con ellas. Yo ya lo he hecho hace dos años con ellas y la idea es sensibilizar, o tratar de auto-reconocimiento primero y después toda la cuestión que sea del territorio social que hay estereotipada sobre la mujer negra. Anny Ocoro: Si, como Andrea dijo, pasa por varios dimensiones y creemos que la dimensión personal también hace parte. Lo personal también es política y la visión de sí mismo se ha sido construido también en relación con otros. La relación sobre la identidad propia esta dentro de los pilares del grupo. Esto aporta el reconocimiento [91] como mujeres pero también como mujeres afrodescendientes. Son escasos las que hay de organizaciones de mujeres y sobre todo de mujeres afrodescendientes. Entonces, aportar constituyendo un espacio para dar visibilidad a la población de mujeres afrodescendientes. Esto es un espacio abierto para que las mujeres la integren y discutir temas de historia, de la cultura, de lo que nos pasa. Celeste Martínez: Exacto, para poder intercambiar entre nosotras. Yo recién, este año me integré al grupo y mi idea es la misma que tenemos todas: luchar para un lugar para nosotras. Un lugar para mis hijas, para mis nietos, porque esto recién empieza. Entonces, si nosotras desde ahora no hacemos, no buscamos nuestro lugar y nuestra identidad, ¿qué podemos dejar para nuestros hijos y nuestros nietos? Porque yo tengo hijas que son más claras, que pueden tener una nieta blanca, pero es mi nieta y sus raíces son negras. Entonces, me parece que inculcarnos y reconocernos es muy importante. Tenemos que tener conciencia todas las mujeres negras, de Perú de donde sea, y buscar su lugar. Pelear para este lugar que nos pertenece porque somos parte. Hablando de la necesidad de tener espacios de apoyo para mujeres que vienen del extranjero, Anny, ¿cómo fue tu llegada a Buenos Aires desde Colombia? ¿Cómo fue mudarse de uno de los países latinoamericanos con una población importante de afrodescendientes a un país donde la población afro queda menos visible? Anny Ocoro: Yo llegué hace cinco años acá en Buenos Aires y es distinto la relación que tengo ahora con la cuidad de la que lo que tenia desde años. Cuando venía desde Cali, no pensé en esto. Cali es la segunda cuidad de América Latina con una población grande de afrodescendientes. Y no he pensado en esto, entonces, al principio no fue fácil liderar con esa cuestión, porque te sientes como si fueran reflectores sobre ti, que las miradas, que la gente está investigando la tez, cómo vestís, qué haces, si sos empleada domestica, y si estudias. ¿Fuiste al secundario? ¿Sos psicóloga? Por otro lado, piensas en reafirmar y ahora ser más consiente de esa identidad que tenés. Entonces, es una lucha con uno, de cómo la vive, y bueno por fortuna tuve que vivirla bien y tomar las cosas que me suceden como objeto de investigación de pensar sobre mí, sobre lo que escribí y hacía. Fue algo interesante porque fue una experiencia muy liberadora, lo que me permitió, esto de ser negra en Buenos Aires, ¿si? Ser mujer afrodescendiente en Buenos Aires para ustedes, Andrea y Celeste, ¿cómo lo ves? Una vez fueron cuestionadas sobre su nacionalidad? Andrea Ortuño: A mí en particular, como argentina, a mí me molesta. Me molesta porque soy una extranjera en mi propio país. Yo siempre tuve claro que soy negra. Nací negra y siempre mis padres me auto-ayudaron. Nunca bajaron la autoestima y al contrario, nacimos acá, somos seis hermanos. En la escuela fue fuerte para uno de mis hermanos, por tipo de carácter. Las maestras no sabían cómo referirse, como éramos los negritos de adorno de toda la escuela, me llamaron ‘negra,’ ‘chocolate,’ todo de estos buenos apodos. Yo siempre tuve un carácter bastante fuerte, entonces, me defendía. Ahora estoy en política por eso mismo. Milito para reivindicar la mujer africana y afrodescendiente y reafirmar que hay afroargentinos. Hubo una mujer afroargentina, María Remedios la Valle, que la conmemoraron como ‘Madre de la Patria.’ Fue una luchadora, una capitana en el ejército. Ella murió pobre sin ninguna mención. [92] Celeste Martínez: Mi hija es negra y siempre le preguntan, “de dónde sos,” “¿sos argentina?” En Argentina, le cuesta mucho a la población blanca reconocernos. Cuesta reconocer que sí hay gente negra y que son argentinos y que cada vez hay más porque si buscas, cada vez hay más. Creo que, en realidad, hay muchos grupos de mujeres negras, pero creo que lo que nos faltamos más es la unión. Porque en realidad, todos queremos lo mismo. Por eso creo que el nombre del grupo que elegimos: la bandera es nuestra, es la misma de todas, es la piel. Tenemos esa base y de allí más. Andrea Ortuño: Grupo de mujeres negras organizadas en Argentina no hay. Por eso tenía esa inquietud de formar un grupo de mujeres negras, activistas y militantes para dar la reivindicación. Logramos para conformarlo. Este año [2012], en Junio fue lanzado. Fue algo impresionante, éramos pocas pero las historias estuvieron. Anny Ocoro: La posibilidad de estos grupos abre espacios. Dan la posibilidad de trabajar ciertas problemáticas en grupo, abrirse y liberarse. Me parece algo muy bonito. [93] Testimonio oral | Sandra Chagas 29 de Octubre 2012 Buenos Aires, Argentina Quedamos para reunirnos en la sede de la asociación civil, Movimiento Afrocultural en el barrio San Telmo en la cuidad de Buenos Aires. Es un lugar de la colectividad afroporteña donde se dictan talleres de candombe, capoeira y danza, funciona un museo con cuadros de arte afro y de pueblos originarios y un taller de tambores y diferentes instrumentos africanos. Nos sentamos afuera para disfrutar el aire fresco y escuchar los ritmos que resuenan por el barrio. Conversación con Sandra Chagas Soy Sandra Chagas, nací en Montevideo, Uruguay, hace mucho tiempo. Tengo más años de los que aparento. Soy una activista, afrocandombera principalmente, lesbiana y feminista. ¿Cómo llegaste a formar parte de la asociación civil Movimiento Afrocultural? Bueno, en realidad nosotras/os éramos en la época de los ’80, un grupo de jóvenes que lo que queríamos era vivir nuestra cultura que tiene que ver con el candombe y lo que es sentir el candombe en la sangre. Y para eso teníamos que desarrollarlo en un ámbito, como lo conocíamos, o sea, en las calles. De alguna manera nos fuimos encontrando muchísimos afrouruguayos acá en Argentina y conformamos el Grupo Cultural Afro (1987). Fue la primera parte de cómo fuimos agrupándonos. Siempre reivindicando la cultura del candombe, nuestra cultura afro. Justamente estuvimos hablando sobre tu compromiso social a la lucha contra la discriminación de género, raza y orientación sexual en Argentina. ¿Cómo ves que tu estás apoyando y visibilizando esta lucha? Bueno, yo, la verdad es que siempre fui lesbiana. O sea, digamos que en el correr del tiempo me acuerdo que en la década del ‘80 estaba con una pareja y la idea era que nos queríamos casar. Obviamente no nos podíamos casar. Ahora uno se tiene que cuidar mucho de decir qué lindo sería casarnos. Ahora te podés casar. La lucha que ha llevado el colectivo LGTB [lesbiana, gay, trans, bisexual] es una lucha que ha dado resultados. Yo tengo que decir que esto es nuevo, es del año pasado. Hemos reunido varios compañeros y varias compañeras para poder hacer una presencia en la marcha del orgullo, que todos los años los afrodescendientes podamos salir juntos. Que podamos hacer fuerza por nuestra identidad cada uno salía en un colectivo diferente. Y la verdad es que el año pasado [2011] fue muy interesante y creo que este año va a ser muy importante. Hasta que pudimos estar en el escenario y contar con nuestra presencia, y hacer nuestro discurso, lo que teníamos para decir, nuestra consignas que reivindicar. No es fácil. Yo creo que se unen las luchas. Me parece que ha llegado el momento de que los movimientos afrodescendientes se unan como lo hicieron el movimiento LGTB porque no tienen. O sea, hay un punto en que las lesbianas quedaban licuadas con los [94] gays, los transexuales sabemos que de alguna manera tienen sus otras reivindicaciones pero en algún punto en común se tuvieron que reunir. Acá es obvio y evidente que todos luchamos contra toda forma de discriminación y el movimiento negro se tiene que unir en esa lucha. “La lucha del candombe, la cultura, la identidad negra, la mujer lesbiana, es un combo, pero esa soy yo. Tómalo o déjalo.” Tenemos una compañera que la mató el padrastro de su compañera en la provincia. La lesbofobia existe, la homofobia existe, el racismo existe. Está ahí. Entonces, una tiene que salir de lo que cree. Para mi candombe engloba todo y a su vez la defensa de todo. La cultura, la persona y con su identidad. No puedo estar exenta de donde soy, de donde vengo y adónde quiero llegar. Entonces, la lucha del candombe, la cultura, la identidad negra, la mujer lesbiana, es un combo, pero esa soy yo. Tómalo o déjalo. ¿Quién ha sido una referente para ti? Yo debo decir que una de las grandes luchadoras y ejemplo para mí ha sido mi madre. Su padre murió cuando ella tenía un año y su madre cuando tenía tres. Entonces, a ella, a los tres años la llevaron a la casa de su abuela paterna para que la criaran. Era una señora descendiente de vascos franceses, dicho por ella. Criolla, con el pelo largo así que se hacía un rodete. No la dejaba juntarse con los negros, lo cual era tremenda contradicción. Mi mamá cuando tenía 15 años y veía que se juntaban a tocar candombe quería ir ahí y no podía. Su abuela les decía que no. Era una tremenda contradicción. Entonces, creo que una de las grandes luchadoras ha sido mi madre porque de alguna manera tuvo que luchar contra su propia crianza y familia para poder bailar y estar dentro de la cultura del candombe. Yo en este momento estoy porque ella tuvo que hacer su propia lucha primero y no sin dolor. “El acto de tener que escribir me dio para pensar cosas que una tiene y lleva adentro y de repente hasta que no hace el ejercicio parece que no tuviera nada, pero que tiene mucho para decir.” Escribiste un texto en que reflexionaste sobre tu madre y la criminalización del aborto. ¿Puedes contar un poco sobre el proceso de escribir sobre tu militancia y de tí misma? A mí es como que cuando, el acto de tener que escribir me dio para pensar cosas que una tiene y lleva adentro y de repente hasta que no hace el ejercicio parece que no tuviera nada, pero que tiene mucho para decir. Lo primero que se me vino fue ese recuerdo, de estar favor al aborto. Dar una opinión y un fundamento de porqué. Lo viví de muy chica la criminalización del aborto. Y se vivió en la familia como un estigma, como algo feo que te dejaba marcada, señalada y en un barrio como que todo el mundo sabía. Y eso me quedó desde niña dándome cuenta, por ejemplo, que la persona que se había realizado el aborto era mi madrina. Era como muy fuerte. Me llevó, o sea, el camino fue al revés. El camino es que estoy a favor y después empecé a buscar el porqué. [95] Creo que las mujeres no vivimos una verdadera libertad hasta que podamos decidir libremente sobre nuestros cuerpos. Siento que hay una esclavitud. Se nota en el hecho de que no podemos decidir. Hay alguien a quien le tenés que pedir permiso para realizarte o no esa operación. Tras que si fuese producto de una violación tenés que sufrir eso, tenés que pedir permiso o ver que capaz que él los provocó. Cosas así son espantosas. El siguiente es parte del escrito realizado por Sandra Chagas Complicidades El caso Agustina: El día trece del mes de Octubre de 1788 hacia las nueve de la noche, se presentó en la casa del Señor Corregidor Don Manuel de San Clemente una negra de Don Joaquín de la Flor pidiéndole que por amor a Dios y en méritos de la Justicia la amparase. La esclava Agustina de treinta años, temía por su vida debido al excesivo castigo que acababa de recibir de manos de su amo Don Joaquín….A pocos días de este incidente le sobrevino el aborto…“… que a pocos días arrojó a su criatura muerta en la casa de su mismo amo asistiéndole al parta la negra Prudencia y la mujer Patricia… que su criatura tiene que se hizo un hoyo debajo de la casa donde parió y allí se enterró…” (texto incompleto extraído de “El cuerpo femenino en cautiverio: Aborto e infanticidio entre las esclavas de la Nueva Granada 17501810.” Jessica Spicker) No me es extraña la complicidad de la unión entre mujeres: todo el tiempo había mujeres en la casa de mi madre. Aunque con los años me di cuenta de que era más un buen recuerdo de algo que no era tal, hasta una utopía en mi corazón. Esa amistad, ese cuchichear constante -ya escondidas de mi padre y también de los demás hombres que anduvieran por ahí -daban a mi curiosidad un sentido de pertenencia que no estaba en lo que hablaban. Yo pensaba siendo una niña que esas mujeres que estaban en casa estaban por algo que yo no debía saber que me intrigaba saber pero no me atrevía a preguntar. Me daba miedo… pensaba -creo que pensaba eso- que a su debido tiempo alguien me lo diría o yo lo preguntaría. Pero no me pasó, no pregunté, no me lo dijeron. Yo lo vi, lo viví, porque yo debía saber cómo una mujer puede abortar, aunque no me interesara. No supe en esos momentos porqué no me interesaba. Pero algo en mi interior me decía que debía interesarme, porque era como ellas, era niña, pero seria mujer algún día. ¿Quizás pensaba que me convertiría en otra persona cuando creciera? ¿Que no necesitaría pedir esa información? En mi mente no existía la idea de la posibilidad de acercamiento a un hombre ¿con qué finalidad estaría cerca de un hombre sino tenia la sensación de sentirme mujer? De saber qué era ser mujer, de pensar que cuando creciera me tendría que convertir en una mujer. De nuevo pienso en la casa de mi infancia, la casa de mi madre, un lugar de mujeres y sus complicidades, un lugar de construcción y transmisión de saberes nuestros. ¿Dónde poder hacerse un aborto?¿Cómo se hace? ¿Qué va a pasar? ¿Dónde ver una bruja? ¿Dónde conseguir quien hiciera una limpieza de la casa? Mamá sabía esas [96] cosas, y ellas sabían que mamá sabía. Por eso había muchas mujeres en mi casa de la niñez, y eso molestaba a los hombres. Aprendí que a los hombres les molestan las complicidades de las mujeres. Aún hoy en día nos miran de reojo cuando somos más de tres y ellos afuera! Aprueban que nos reunamos, pero no demasiado ¡no sea cosa que complotemos y que sea en contra de ellos! ¿O será miedo de que de estar tanto juntas alguna se vuelva lesbiana? Yo creo que les da miedo ver a todas esas mujeres negras juntas, porque somos una energía arrebatadora, envolvente y atifonada, y si? Les da miedo, lo que a nosotras nos produce seguridad: el encuentro, la unión, la empatía. El estar juntas sentirnos cercanas, hermanadas. Estar de cuerpo presente aprendiendo ese saber a escondidas, que se trasmite estando…aunque poco le sirvió a mi madrina cuando le encontraron el feto debajo del piso de su casa. Poco le sirvió también que el policía o la justicia supieran que no podía mantener otro hijo. Que no quería tenerlo, porque no lo quería. Culparla a ella por pobre, prostituta, y criminal, era más fácil que ver su realidad de no querer tener otro hijo más. No me acostumbro, me resisto a acostumbrarme a la naturalidad con que la sociedad dispone del cuerpo de las mujeres. A nadie se le ocurre pensar en que un hombre deba pedir permiso para hacer uso de su cuerpo pero a las mujeres les está vedado el hacer uso de esa libertad. Hace pocos años me confesó mi madre que no tenía amigas, sufrí por ella, porque pensé en su desarraigo, en los traslados, la pérdida, la familia, que ya no están y que eran sus amigas…mi madre mulata, negra y candombera se impuso a la idea de su abuela de que no saliera a la calle porque en la esquina estaban “esos negros tocando el tambor,” esa ignorancia separatista y discriminatoria de la cultura con lo negro y el candombe. A diferencia de mi madre que tuvo que luchar para vivir en su propia cultura, y que se impuso con fuerza y rebeldía a la ignorancia de su familia, yo por ella crecí con el conocimiento de pertenencia, de lugar en el mundo. La seguridad de que nada ni nadie puede arrebatarnos lo que nos pertenece. Por eso una mujer libre puede serlo siempre, desde su interior hacia el afuera, pero: No ha sido fácil ser MUJER No ha sido fácil ser MUJER NEGRA, No ha sido fácil ser MUJER NEGRA LESBIANA Nos han desarraigado de todas las formas, Nos hemos excluido cuidándonos, de tod@s y las otr@s. Y hemos abierto caminos, para las cómplices que vienen detrás [97] Testimonio oral | Silvia Mónico Posadas 29 de Octubre 2012 Buenos Aires, Argentina Quedamos para encontrarnos en su casa. Conversamos en su living, donde estamos rodeados de instrumentos musicales, libros y arte relacionado con la cultura folclórica y afroargentina. Cabe anotar que terminamos la charla con una muestra de música y poesía en la que ella tocó el tambor y recitó unas poemas para homenajear a sus antepasados afroargentinos. Conversación con Silvia Mónico Posadas Mi nombre es Silvia Roxana Mónico Posadas y soy hija de Isabel Concepción Posadas y José Ángel Mónico. Durante mi vida estudiantil hice todas las carreras de arte desde lo que es expresión manual, corporal, actoral. Trabajo hace 18 años en un secundario que está en el medio del bosque en Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, con chicos adolescentes que viven ahí de lunes a viernes, donde doy dos talleres de arte. Bueno, hice varios profesorados de danzas africanas, y ahora estoy haciendo una licenciatura en el IUNA [Instituto Universitario Nacional del Arte] de danzas folclóricas y tango. Tengo tres trabajos realizados en la universidad con relación a la herencia de la tercera raíz africana en nuestro folclore, cultura e identidad argentina: uno se llama afro-malambo, que fue para ver los puntos de unión que habían entre la danza y la percusión folclórica argentina y africana. El otro que sigo realizando, también tiene que ver con el afro y el folclore, pero está relacionado con la obra mía sobre mi búsqueda de la identidad que se llama “La voz negra del Toubal” que se incorpora la poesía, canto, danza y percusión folclórica argentina y afro. El último trabajo que hice en la universidad, el cual quedó premiado era sobre el mondongo y fue que yo a través de ese trabajo, llegué a mis ancestros negros. En tu familia tienes una línea de artistas y escritores afroargentinos, ¿cierto? Mi bisabuelo era Manuel Posadas, profesor y director del coro de ciegos. Gracias a él yo recupero gran parte de la historia de mis ancestros negros que la tenía perdida, porque mi familia negra es por parte materna. Mi mamá que es Isabel Posadas, había tirado en una mudanza toda la documentación de mi abuelo, Luis María Posadas, primer dactilógrafo del Congreso de la Nación. Así que no tenía mucho dato, tenía solo una foto de mi abuelo que había recuperado y solamente sabía que mi bisabuelo había sido primer violinista del Teatro Colón. Gracias a este trabajo, recupero gran parte de mi historia, desde mi tátara-abuelo, también Manuel Posadas, que fue uno de los tantos negros que fue a pelear acá por el país, a varias batallas, entre ellas la guerra con el Paraguay, también fue violinista, escribía en diarios de la época, como el diario La Nación. Siempre digo que cuando uno busca el ancestro, siempre está porque por ahí mi amor a profesar el afro a través de la danza, del canto y del tambor me fue llevando a encontrarlos, que también me siento una privilegiada porque sé que hay muchas historias como ésta pero que a veces no pueden llegar a encontrarlos. [98] “Cuando uno busca el ancestro, siempre está porque por ahí mi amor a profesar el afro a través de la danza, del canto y del tambor me fue llevando a encontrarlos.” ¿Cómo tomó tu familia esta búsqueda de tus raíces afrodescendientes? ¿Aceptaron lo que recuperaste o fue algo chocante? Creo que no hay edad para buscar, porque mi mamá ahora a sus 83 años, a través de mi búsqueda, aceptó su afrodescendencia. La terminó aceptando. Yo me daba cuenta que había algo que no me dejaba ser y era esa misma negación de mi propia familia de la parte africana. Yo tranquilamente me podría haber blanqueado, porque no tengo la piel oscura, y pasar por una persona no afro. Sin embargo, creo que mi aceptación y mi búsqueda es como un doble ejemplo, porque me estoy visibilizando como afrodescendiente y afroargentina teniendo la piel blanca. A pesar que tengo millones de apodos: “negra rubia”, “rubia negra”, “mamá África”, pero bueno, yo vuelvo a repetir, yo soy una persona negra, por más que a algunos le choque escuchar la frase. “Yo tranquilamente me podría haber blanqueado, porque no tengo la piel oscura y pasar por una persona no afro. Sin embargo, creo que mi aceptación y mi búsqueda es como un doble ejemplo, porque me estoy visibilizando como afrodescendiente y afroargentina teniendo la piel blanca.” ¿Puedes contar un poco sobre la manera en que tu utilizas la danza, poesía y música para expresar tus raíces africanas? Yo siempre tuve una conexión muy especial con el tambor porque todo lo que bailo lo toco también. Sé tocar los ritmos africanos, y siempre cuando toco el tambor así a solas, no siempre pero a veces, después de tocar escribo. En general tengo escritas varias poesías que tienen relación con el tema la identidad y con el tema de la conexión o del decir del ancestro a través del ser, ya que esta creencia, por lo que investigué, es muy identitaria de la cultura afro, ¿no? La conexión con los ancestros. Los africanos tienen como una cultura desde su religión o desde sus creencias de las distintas tribus que hay, de vivir en una continua conexión en esta tierra en la que estamos y en esta dimensión, de vivir conectados con la otra, conectados con la que están nuestros ancestros, y siempre se toma como guía esa voz y esa herencia de los ancestros. Así que bueno, esta es alguna de las poesías que yo hago en las rutinas que se llama “Voz negra” y dice: Voz de la raza negra, tribu ancestral Alma viajera, ¿dónde?, ¿dónde andarás? Negra, cruzas el puente, cruzas la tierra Cruzas tu andar a otros lugares, negra El viento lleva tus movimientos Y tus olores hacia otras tierras Negra, viaja tu huella y se descalza Y se desnuda junto a tu danza, negra [99] Tu eres la dueña de toda danza Negra, la tierra es fuerte, tu alma también. Me contaste que has recitado tus poemas sobre tu identidad y la herencia africana en Argentina en varios lugares en Buenos Aires y en las provincias del país. ¿Cómo ves que tu performance es recibida por los demás? Hay mucha herencia afro invisibilizada en nuestra cultura y europeizada también. No niego que hubo herencias que hayan bajado de Europa, porque acá hay inmigrantes europeos. Argentina es un país que está construido con inmigrantes europeos, aborígenes, pero también africanos. Hubo una gran cantidad de población africana y queda una gran descendencia de población africana en el país sin reconocer, por eso mi lucha de este humilde ejemplo sirva para que se puedan. A veces el arte despierta más el pensar de “Uy, ¿Por qué me gusta tanto un tambor? ¿Por qué se me eriza la piel cuando escucho un tambor?” Mucha gente a veces me ha dicho “cuando te veo tocar o cuando te veo bailar se me eriza la piel” y yo le he preguntado “¿y no te preguntaste vos ‘¿Por qué será?’ ‘¿No tendrás allá atrás un pariente negro?” ¿Cómo ves el activismo de la mujer afrodescendendiente en Argentina? ¿Has conocido otras mujeres que habían enfrentado los mismos desafíos dentro de la familia de reconocerse como afroargentina? A la mujer afroporteña que yo conozco de comunidades que se aceptan y están visibilizadas, en general las veo con una evolución de iniciativa de lucha, pero falta todavía una madurez de unión. Hay otra historia muy compleja por la gran mentira que se contó en la historia de nuestro país, y están los otros lugares de las mujeres afro sin aceptarse. Sé que hay mucho problema de aceptación, más que nada por el lado de la educación. La mujer sigue siendo un poco, o bastante, en ciertas provincias de Argentina y en ciertos lugares de pobreza, sigue siendo como más tirando a menospreciarla, a que nació para tener hijos y lavar la casa, como querer dejarla en esa historia, como no querer dejarla evolucionar. Creo que todavía falta un camino grande de crecimiento y evolución, en cierto porcentaje grande acá de comunidad, pero es debido a esta mentira que contaron a través de la historia. Que empezara a contar la verdadera historia y empezara a visibilizar para que despierten. “Qué necesario sería que con ese poquitito que vos haces de arte, de raíz africana, las mujeres de allá lo vean para que despierten un poquito sobre su identidad.” Dices que la situación es aún más delicada para las mujeres afro en las provincias de Argentina. ¿En qué sentido? Estoy en contacto con algunas personas de la provincia de Santiago del Estero y allá hay una comunidad afro, el pueblo de San Félix El Bobadal. Santiago del Estero fue una de las provincias que tuvo una comunidad afro bastante grande, Tucumán fue otra, Catamarca, Córdoba…y bueno. Yo participé de una asamblea nacional de afrodescendientes en Marzo 2012 y vinieron afrodescendientes de distintas provincias [de Argentina]. Vino una chica en representación de Santiago del Estero. La verdad que lo que contó fue terrible porque por 20 kilómetros de camino que están sin [100] asfaltar la comunidad y más que nada las mujeres y los niños viven ahí como en el año 1800: desprestigiadas totalmente por el hombre, con la autoestima muy baja, apenas pueden terminar el primario porque cuando llueve es imposible que puedan llegar porque están con el barro hasta el cuello, con los baldes y los críos en la espalda, a caballito, la palangana en la cabeza yendo a lavar al río. Cuando ella vio mi rutina afro folclórica se le llenaron los ojos de lágrimas, lloró y me dijo “Qué necesario sería que con ese poquitito que vos haces de arte, de raíz africana, las mujeres de allá lo vean para que despierten un poquito sobre su identidad y sobre la fuerza que tiene una mujer afrodescendiente y que esa fuerza la puedan aplicar y utilizar para luchar para una vida mejor, para empezar a elevar su autoestima”. Igualmente, me parece que en el año 2012, a los gobernadores del país no le costaría nada asfaltar 20 kilómetros de camino, pero también me comentan que están tan acostumbrados ya a esconder su identidad, a ocultarla, que por ahí, ellos mismos quedaron ahí estancados y no quieren moverse, si tuvieran la posibilidad. Es como que hay que hacer un trabajo también de despertar, también eso, ¿no? Eso sucede en algunas provincias y en cuanto a identidad, esto que te digo que están como ocultos, también está en parte de la provincia de Buenos Aires mismo con la comunidad que yo veo en la escuela donde yo trabajo, ¿no? Pero bueno, igual creo que hay un proceso en el que se está despertando y que se está, desde distintos lugares, intentando de mujeres afrodescendientes, también hombres, que se empiece a visibilizar. Que ya tienen aceptada su identidad y que se empiece a visibilizar y a dar ejemplo para que el otro pueda empezar a visibilizarlo, ¿no? [101] Testimonio oral | Integrantes de La Casa de la Cultura Indo-afroamericana Santa Fe, Argentina 28 de Noviembre, 2012 Cada domingo, las integrantes de la Casa de la Cultura Indo-afroamericana en Santa Fe, Argentina, conducen el programa “Indoafroamerica, un programa por los derechos de las minorías” en LRA 14 Radio Nacional de Santa Fe. El siguiente es parte del intercambio que tuvo lugar entre las conductoras del programa, las cuales son mujeres afrodescendientes de Santa Fe y Brasil. Lucia Dominga Molina: Esto es Indoafroamerica, un programa por los derechos de las minorías. Buenas tardes. Les decimos que esta es una producción de la Casa de Cultura Indoafroamericana Mario Luis López, Bueno, estuvimos leyendo la editorial realizada por Mirta Alzugaray, que está muy buena, y está con nosotras Djanira Abreu, buenas tardes Djanira. Djanira Abreu: Buenas tardes a todos y todas. Mirta Alzugaray: Bueno, muy buenas tardes a todos y a todas. Como dijo Luci, esto es un programa de la Casa de Cultura Indoafroamericana. Nos visita hoy una compañera militante afrodescendiente, investigadora licenciada en literatura. Ella es Daniela Brown. Yo le castellanice el nombre. Es Danielle Brown. Danielle Brown: Muchas gracias por la invitación. Mirta Alzugaray:: Bueno, ella es de Estados Unidos y bueno, nos visita porque está haciendo una investigación muy importante y la quisimos traer al programa para que ella nos cuente de qué se trata la investigación y como llegó a Santa Fe y a la Casa de Cultura. Danielle Brown: Bueno, antes de nada, muchas gracias por la invitación. Es un honor estar acá en Santa Fe entre ustedes. Soy de la cuidad de Los Ángeles en el Estado de California en Estados Unidos y actualmente vivo en Montevideo, Uruguay. Vengo haciendo un proyecto de libro que trata de compilar historias de mujeres afrodescendientes en el Cono Sur. Lucia Dominga Molina: Estás hablando de las mujeres afro de Uruguay, Argentina y Paraguay, no? Danielle Brown: Si, también unas compañeras afrodescendientes en Chile. Lucia Dominga Molina: Ah, bárbaro, así que te vas a encontrar con nuestras compañeras en Arica. Muy interesante. Una vez que tienes el proyecto terminado, editado y publicado vamos a poder contar cuáles son las diferencias, qué nos falta, qué nos sobra… [102] Mirta Alzugaray: exactamente, pero Dani antes que sigas vamos a tener una pausa cortita. Elegimos esa canción por vos, espero que te guste, y después nos contás bien de qué se trata la investigación. [canción: “Georgia on my Mind” interpretado por el cantante y compositor afronorteamericano Ray Charles] Mirta Alzugaray: Bueno, seguimos aquí en el programa de la Casa de la Cultura Indoafroamericana, un programa para los derechos para las minorías. Pero en este momento género es mayoría, estamos todas las mujeres acá. Bueno estábamos charlando con nuestra compañera, Danielle Brown o Daniela Brown. Bueno, una investigación que venís haciendo sobre el tema de la mujer afro y que venís visitando otros países. Puedes contar un poco sobre eso? Danielle Brown: Bueno, esa publicación se enfoca en las diversas historias y vivencias de mujeres afrodescendientes en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Recientemente estuve en Asunción, Paraguay, visitando los diferentes colectivos afroparaguayos: Kamba Cua, Emboscada, Kamba Kokue. También fui a entrevistar unas mujeres en la frontera del norte de Uruguay en los departamentos de Artigas, Rivera, Salto y Tacuarembó. Una experiencia lindísima y un privilegio estar acá con ustedes. Es un proyecto bastante interesante, conociendo personas con historias muy importantes para difundir. Djanira Abreu: Yo quería saber, como vos estuviste en estos diferentes países, cuál es tu impresión de todas esas experiencias y realidades, las diferencias y similitudes que hay entre las mujeres. Danielle Brown: Bueno, veo que entre las mujeres afrodescendientes en Uruguay y Paraguay existe un intercambio importante sobre la memoria de los afrouruguayos que llegaron con el prócer Artigas a Kamba Cua. Con todas las mujeres con quien he hablado existe esa necesidad de conocer, la búsqueda de la memoria ancestral y las raíces de uno. En estos países la historia y la cultura afro no está enseñada en los liceos y no está difundido a través de los libros de historia. Así que, esa fuerza de salvaguardar y vivir la cultura de uno a pesar de su ocultamiento histórico, eso me parece muy importante. Las mujeres afrouruguayas, por ejemplo, me inspiran mucho por la manera en que han luchado para reivindicar el aporte de la mujer afro en la sociedad y cultura uruguaya. Mirta Alzugaray: Esa lucha de los propios colectivos hacia el resto de la sociedad es algo que tienen los tres países en común? Danielle Brown: Sí, yo creo que sí. Mirta Alzugaray: Y en Estados Unidos, ¿cuál es la problemática? ¿Cuál es la situación de las mujeres afros por allá? Danielle Brown: En Estados Unidos tenemos una lucha histórica que hoy es conocida por el mundo, no? El movimiento de los derechos civiles, mujeres destacadas en la historia nacional, luchadoras afro-feministas, en fin, veo que ahora esta resistencia y fuerza está evolucionando con los jóvenes a través de las nuevas tecnologías. Cada [103] año conmemoramos el activismo y historia del pueblo afronorteamericano a través de un mes... Lucia Dominga Molina: Si, esto pasa en Febrero. Danielle Brown: Si, yo creo que es muy importante que esto había sido establecido para no olvidar de donde venimos y saber los aportes históricos del colectivo afro a la sociedad en que hoy vivimos. Veo que la mujer afroestadounidense está avanzando, está logrando cosas a través de la educación pero siempre existe el riesgo de olvidar la lucha y los sacrificios que hizo todo de eso posible. Lucia Dominga Molina: Yo puedo decir como tengo más años que ustedes que quien marcó el camino para las mujeres y que no tenemos que olvidarla es Ángela Davis. A ella la conocí en Durban en el año 2001 y es muy interesante, con mucha fuerza. Participó en toda la lucha para los derechos civiles en Estados Unidos… Danielle Brown: Exactamente. Hoy en día su activismo contra el racismo se ha evolucionado para concientizar a la gente sobre el alto porcentaje de hombres afrodescendientes encarcelados en Estados Unidos, lo cual consiste de un porcentaje extremamente alto comparado con el porcentaje de afrodescendientes en la sociedad general. Es una situación que había sido tomada por Ángela Davis y otros militantes como el mecanismo de discriminación sistemática de nuestros tiempos. Mirta Alzugaray: Si eso pasa también por acá. Si nosotros vimos que los afrodescendientes engrosamos los cordones más empobrecidos de las ciudades también engrosamos los números de las cárceles. El tema es que bueno como no hay un reconocimiento palpable… Danielle Brown: Por eso es importante tener estudios estadísticos que incluyen la variable étnico… Lucia Dominga Molina: Bueno, vamos a continuar, que nos sigues contando, por ejemplo, ¿cuál fue tu experiencia frente a las mujeres de Paraguay? Yo conozco la gente del grupo Kamba Cua, falta de conocer Emboscada. Es muy interesante porque están haciendo una lucha bastante interesante. Con el cambio del gobierno lo han paralelizado, pero siguen trabajando mucho. [104] Paraguay *** Fátima Zaracho, Kamba Cua, Paraguay Raquel Vergara de González, Emboscada, Paraguay [105] Testimonio Oral | Fátima Zaracho 20 de Julio 2012 Kamba Cua, Cuidad Fernando de la Mora, Paraguay Este día el sol llegó con una fuerza tremenda y nos entramos por la tarde noche en la sede de la Red Paraguaya Afrodescendiente. Está situada en el distrito Fernando de la Mora, en la comunidad Kamba Cua a 24 kilómetros del centro de Asunción. La comunidad cuenta con la presencia afrodescendiente más conocida del Paraguay y los ritmos y bailes del grupo Ballet Kamba Cua están asociados a la historia que muchos llevan en la sangre por ser descendientes de los hombres y mujeres afrouruguayos que acompañaron al prócer uruguayo José Gervasio Artigas en su exilio al Paraguay en 1820. Vickie Ventura es una voluntaria del Cuerpo de Paz que hace dos años está realizando talleres con las mujeres afroparaguayas de Kamba Cua. Con ella conversamos con Fátima Zaracho, coordinadora de la Comisión de Género de la Red Paraguaya Afrodescendiente. Conversación con Fátima Zaracho Soy Fátima Elizabeth Zaracho, tengo 30 años y soy madre de tres niños. Soy de San Lorenzo y contraje matrimonio con una persona de la comunidad de Kamba Cua y eso fue la razón por la cual yo empecé a trabajar en todo esto de la Red Paraguaya de afrodescendientes. La Red Afro es una organización que en el 2008 se ha construido como persona jurídica y está trabajando con las comunidades de base de las organizaciones afro que son de Emboscada, Kama Cua-Fernando De La Mora y Kamba Kokue de Paraguarí. Voy a hablar un poco de la Red Paraguaya Afrodescendiente para ir entrando un poco más en el tema. La red justamente se constituyó por esa razón de que los afrodescendentes en Paraguay no somos reconocidos como tal, como descendientes afro. Entonces, en el año 2006-2007, la organización afroparaguaya Kamba Cua ha hecho el primer censo afro, en el cual arrojó un resultado demasiado importante para nosotros los afrodescendientes de las tres comunidades ya que cerca de 8.000 personas se consideraban afrodescendientes. Entonces, eso fue un punto de partida muy importante para nuestra lucha y sobre todo para que las mujeres que silenciosamente hemos contribuido históricamente con el Paraguay en preservar la cultura afro con estas comunidades, y los varones también. Entonces, juntamos esfuerzos las tres comunidades y formamos la Red Paraguaya Afrodescendiente para que esto vaya siendo más trabajado políticamente desde el estado, ya que hasta hoy día, no somos reconocidos como tales por el estado. Aunque ahora, en este año, en el censo nacional del 2012 se ha conseguido incluir la variable “afro,” en el cual se le va a preguntar a cualquier paraguayo si se considera o no afrodescendiente, que fue también un trabajo muy minucioso, muy emprendedor de muchas partes porque todo esto se consiguió gracias a los esfuerzos de las comunidades de las personas que lucharon continuamente sin tener en cuenta todos los obstáculos que tuvimos que pasar, por todas las discriminaciones, por todos los factores negativos que tuvimos que pasar para llegar a esto, solamente para introducir una variable. Pero fuimos realmente ignorados por las autoridades. Realmente fue un trabajo muy duro que hasta hoy día no se reconoce. [106] Entonces, a partir de los trabajos de las personas afro se logró por insistencia y quiero acotar que esta introducción de la variable fue también gracias a que los niños en los encuentros anuales con el Presidente Fernando Lugo, le han pedido personalmente que se introduzca esa variable para que con estos niños en la escuela se les enseñe que son descendientes de indígenas y españoles y que se apropien también de su verdadera identidad que es la afrodescendencia. Entonces, todos esos elementos fueron consiguiéndose gracias a todos los trabajos que se fueron realizando, pero principalmente se hizo a través de las comunidades, la comunidad de Kamba Cua que siempre estuvo presente con la cultura a través de la danza de nuestros ancestros; la comunidad de Emboscada que a partir de que ellos se identificaron como afrodescendientes, con fuerzas fueron trabajando y hoy en día están unidos; y la comunidad de Paraguarí también. O sea, que todos estos esfuerzos son más de los protagonistas que son afrodescendientes, no así de la ausencia del estado. “Paraguay se ha caracterizado siempre de ser un país machista y que no permiten que las mujeres sean protagonistas o tengan al frente un grupo o que estén liderando un grupo o una organización, entonces, partimos de ahí. Después está el tema de ser mujer, de ser afro y ser madre también.” ¿Podrías contar un poco sobre la herencia africana en la comunidad Kamba Cua y los afrodescendientes que vinieron acá desde Uruguay? La comunidad de Kamba Cua se constituyó justamente aquí, que hoy en día es Fernando De La Mora, antes era San Lorenzo del campo Grande. Se establecieron en esta periferia cuando, gracias a la comunidad que en 1820 llegaron y se fueron expandiendo. Hay diferentes comunidades pero somos todos del mismo origen, de los esclavos y los libertos que vinieron con Artigas, porque nosotros somos descendientes de los esclavos que vinieron con Artigas al Paraguay. ¿Cómo describirías tu activismo desde que empezaste a trabajar en la Red Paraguaya Afrodescendiente? ¿Ves algunas diferencias? La lucha sigue siendo igual. En el 2003 empecé a trabajar y siguen siendo igual las dificultades, pero también como fue evolucionando la sociedad, fueron también evolucionando los obstáculos y la discriminación. Paraguay se ha caracterizado siempre de ser un país machista y que no permiten que las mujeres sean protagonistas o tengan al frente un grupo o que estén liderando un grupo o una organización, entonces, partimos de ahí. Después está el tema de ser mujer, de ser afro y ser madre también, ¿verdad? Y hay otras madres que son madres solteras y que tienen diferentes tipos de rechazo de la sociedad, pero se fue paliando de a poco, pero como te digo, seguimos en las mismas circunstancias. Pero nosotras las mujeres hemos ocupado y estamos ocupando lugares importantes porque hemos plantado también nuestras ideas y nuestra lucha. La mujer afro ha contribuido enormemente en preservar la cultura porque las mujeres, las madres afro son las que les dicen a sus hijos, por ejemplo, que tienen que avanzar y bailar y que tienen que seguir con la tradición para que no se pierda. Entonces, eso es un apoyo demasiado grande de la mujer, porque en el día a día se va a educando a su hijo en su identidad, en esa parte de su vida que es ser afrodescendiente. [107] Siendo madre y activista en tu comunidad, ¿cómo ves que tu estás transmitiendo conocimiento sobre la memoria ancestral de los afroparaguayos a tus hijos y comunidad? Desde el comienzo del trabajo que he tenido, tuve un peso muy grande de la responsabilidad que yo tomé cuando empezamos a trabajar con el tema de identidad afro y el censo. Fue por el hecho de que sabíamos que iba a ser muy difícil el trabajo cuando empezamos, aunque Kamba Cua tenía bien definida su comunidad y se consideraba afrodescendiente por el tema de la cultura, no así en otras comunidades como Emboscada y Paraguarí. Fue un trabajo de hormigas, pero gracias a Dios, hoy en la comunidad de Emboscada más del 90% son afrodescendientes y la gente se considera afrodescendiente. Eso se va logrando justamente porque de alguna otra manera la mujer es la que siempre está atrás de sus niños y le da ese apoyo. “La mujer afro ha contribuido enormemente en preservar la cultura porque las mujeres, las madres afro son las que le dicen a sus hijos, por ejemplo, que tienen que avanzar y bailar y que tienen que seguir con la tradición para que no se pierda.” El compromiso que contraje cuando empecé a trabajar en la organización, me lo tomé muy en serio, porque había muchas debilidades, tanto emotivamente como políticamente. Pero toda lucha siempre tiene su historia, entonces eso es lo que nosotros queremos dejarles a nuestros hijos, a nuestra gente a nuestros descendientes, una historia de que por lo menos las personas que estuvieron en esa época lucharon por hacer algo y por revindicar a todo lo que sea afrodescendiente, ¿verdad? Nuestros tíos, nuestros abuelos lucharon, hicieron su parte. Tal vez no tuvieron la oportunidad que nosotros tenemos hoy día o la capacidad de discernir y llevar adelante, justamente por todo lo que se pudo atravesar en ese momento, en esa época. Pero nosotros logramos que se vaya abriendo un poquito más, que por lo menos hoy día se hable del tema afro, que la gente identifique a las personas afrodescendientes, que se autoidentifiquen como afrodescendientes y que sin miedo, o sin temer al rechazo digan “Yo soy afrodescendiente.” Hay un tabú grande de eso y eso es un logro para nosotros, es demasiado importante, con pocos recursos que hemos tenido se logró demasiadas cosas y tal vez no haya reconocimiento, pero nosotros sabemos que en la historia y en alguna parte sabemos lo que se hizo. Hablando de la importancia de reconocer y reivindicar la afrodescendencia en el Paraguay, ¿qué importancia le das el guaraní en esta lucha? Yo creo que las personas afrodescendientes en su mayoría hablan guaraní porque las que se auto-identifican como afrodescendientes, como las personas de Emboscada son de zonas rurales y hablan el guaraní. El hecho de que hasta hoy día sigue habiendo discriminación con la gente que habla guaraní, aunque el estado ha impuesto que el guaraní sea hablado en todas partes, en cualquier lugar o que se tenga como el idioma oficial del Paraguay, pero aquí se toma que las personas de poca cultura o de poco conocimiento es el único que habla guaraní. Hay una discriminación, pero eso también va a ir cambiando. El idioma guaraní, como sabes, viene de los indígenas [108] guaraníes, aunque nosotros los afrodescendientes siempre estamos cuestionando, porque algunos vocablos tienen mucho que ver con la lengua afro, como por ejemplo, se dice que negro se dice “kambá” en el guaraní, sin embargo “kambá” significa otra cosa en la lengua africana. O sea, que aquí hay que investigar muchísimo a fondo lo que es los orígenes del paraguayo en sí porque hubo una mezcla y se nota que hay una mezcla demasiado importante entre el afrodescendiente y el indígena. Hubo una mezcla de lenguas y de personas porque las características son demasiado similares físicamente también. Hablando de las mujeres afrodescendientes en el Paraguay, ¿qué mensaje quisieras transmitir a ellas y a las mujeres jóvenes afroparaguayas? Bueno, que asumir que uno es afrodescendiente es demasiado importante. El reconocerse y conocerse a sí mismo porque yo le veo a la persona ocultar su identidad porque no se ama, porque no se quiere, porque no se conoce y reconoce a sí mismo y lo que hay que ir haciendo y predicando siempre es que la vida es una lucha. Hay que ir luchando por nuestra identidad y nuestros orígenes. Mientras que uno no reconozca a sus orígenes, no se conoce a sí mismo y nunca va a tener la capacidad de supervivencia porque siempre se va a no conocer. Hay que ir sencillamente ocultando ese miedo de alguna manera y reconocerse que uno es afrodescendiente, porque sabemos que nosotras las que nacimos morochas y morenas tenemos características que cualquier otro afrodescendiente las tiene aunque muchos científicos digan lo contrario. Tenemos que ir ocultando esos miedos y reconocerlo y luchar y sobre todo, reclamar nuestros espacios y nuestros derechos como mujeres afrodescendientes. La lucha de ser mujer afrodescendiente es doblemente la lucha de ser un hombre afrodescendiente, por ser mujer y ser afro y muchas veces también por ser pobre. La mayoría de la población afrodescendiente en Paraguay es pobre, entonces esos obstáculos hay que irlos rompiendo. [109] Testimonio oral | Susana Arce 18 de Julio, 2012 Kamba Kokue, Paraguarí, Paraguay Hay muchos secretos guardados debajo de la arcilla roja de la tierra paraguaya. Dicen que su color viene de los nutrientes del lago subterráneo que corre por todo el país. Puede ser también que la rojiza de la tierra viene del sufrimiento de un sector importante en el establecimiento del país, los afrodescendientes que fueron mandados a luchar por la defensa del pueblo paraguayo 144 años atrás. El barrio Kamba Kokue está ubicado en el distrito de Paraguarí, 64 kilómetros al sur de la cuidad de Asunción. La comunidad afroparaguayo en esta área son descendientes de los que estuvieron esclavizados por las órdenes religiosas en las estancias de la provincia de Paraguarí. Stephen Lane es un voluntario de Cuerpo de Paz que lleva dos años trabajando en conjunto con la comunidad Kamba Kokue. En esa instancia conversamos con Susana Arce, coordinadora de la Asociación Afrodescendiente Kamba Kokue. Ella nos cuenta la historia que ha sido transmitiendo boca a boca por generaciones sobre las raíces negras de la zona y cómo ella llegó a identificarse como afroparaguaya. Conversación con Susana Arce Soy la profesora Susana. Soy docente y estoy trabajando en una escuela, cerca de la iglesia grande de Santo Tomás. Vengo de una familia muy humilde y agradezco eternamente al esfuerzo de mi abuela que me enseñó. Y bueno, somos una comunidad pequeña. Acá en Paraguay somos tres comunidades ya con una identidad propia. Tres comunidades, pero sí hay bastante más que tenemos que están buscando. Acá en Paraguarí, en la comunidad Kamba Kokue ya tenemos nuestra propia identidad y estamos dentro de una red de afrodescendientes del Paraguay: Kamba Kokue, Kamba Cua y Emboscada. Acá nosotros somos una parcelita de tierra nomás dentro de la ciudad de Paraguarí. Paraguarí es grande y en la época del Doctor Francia nuestros antepasados llegaron con los jesuitas a la ciudad de Paraguarí, los esclavos traídos, pasando por Uruguay, por Argentina, pasando por todos los países del Latinoamérica y llegando así a Paraguay en el año 1747, si no estoy equivocada. Así sé que llegaron los esclavos con los jesuitas, asentándose en una estancia en la actual gobernación de Paraguarí. Queda a unos kilómetros de la comunidad y en ese entonces se les dio esta parcela de tierra que hoy tenemos, que no es grande a los esclavos, porque ellos no podían estar allí mucho tiempo. No es una comunidad grande pero más de 100 familias estamos acá. En esa parcelita de tierra empezaron ellos a laborar, a cultivar. Por ese se le dice Kamba Kokue. Kokue porque viene de las chacras y ‘kokue’ es en castellano, chacra. Se dedicaban a las chacras, a los cultivos de mandioca, de maíz y ellos mismos proveían a los chalets, a los amos de la estancia, de las casas grandes. Esta parte era un bosque, un monte que solamente ellos, los esclavos habitaban y nadie más tenía que entrar en esta parcela. Se usaban mucho en las chozas y se techaban. Las chocitas se veían así chiquititas y esos pastos largos abundaban y ellos aprovechaban para hacer sus chocitas. En ese entonces era mi tatarabuela. Nos contaba mi abuela, que ella misma partía la planta de cocotera por la [110] mitad y hacían la pared. Para su pared hacían eso y para los techos hacían de pasto largo y ahí en la camita, el fuego y todo ahí. ¿Cómo era tu tatarabuela? ¿Sabes su nombre? Estanislava, se llamaba ella y también se le decía Ñataní. Era chiquitita, de nariz grande, negrita. Eran siete hermanas por ahí, eran todas chiquititas, con el pelo rizado y andaban descalzas. Ni con este frío y hacía más frío anteriormente y ellos andaban descalzos. ¿Cuáles recuerdos tienes de tu niñez acá en Kamba Kokue? ¿Siempre te identificaste como afrodescendiente? La verdad es que yo era una nena poco interesada porque hablar de Kamba Kokue era lo denigrante. Yo iba a la escuela y la gente me decía: “vos sos de Kamba Kokue” y a mí me daba pena. Denigraban bastante a la gente de Kamba Kokue por la humildad, por la pobreza, Entonces, a mí me daba vergüenza y hasta casi ahora, después de ser grande, de ser mamá, yo me acepté como soy. Yo me acepté afrodescendiente gracias al padre Alberto Luna. Él nos trajo todas las cosas donde nos podamos ver y podamos decidirnos que somos orgullosos de ser afrodescendientes. “Yo era así, tenía la piel oscura y no quería ser afrodescendiente. Cuando me decían en la escuela “vos sos de Kamba Kokue,” yo trataba de salir porque todavía yo no sabía.” ¿Cuáles elementos de la cultura afrodescendiente en Kamba Kokue te hacen sentir orgullosa? Nuestra fiesta patronal, nuestras danzas. La fiesta, el primer domingo del mes de Octubre es nuestra fiesta patrona y eso ya viene de nuestros tatarabuelos. Nuestra patrona es una virgencita que se llama ‘Virgen del Rosario’ y tenemos nuestro oratorio, todo. Esta virgen, si mal no digo, tiene 300 años de existencia. Es una reliquia nuestra virgen, porque mis tatarabuelas fallecieron a los 92 años y otra a los 98 años. Sus padres ya tenían esta virgen. Imagínese. Y mis tatarabuelos fallecieron cuando yo tenía 15 años y ahora tengo 41 años. Teniendo 15 años vi toda esa camada. Ellos mismos tenían esa costumbre de hacer esta fiesta porque esta virgencita que fue encontrada por la abuela de mi tatarabuela. Mientras que ella estuvo trabajando en una estancia, encontró una pequeña muñequita, me cuentan así y que le pareció tan hermosa que la empezó a limpiar con su falda, porque la esclava no podía tocar nada de la casa de los jefes, ¿verdad? Entonces la frotó contra su falda y se fue a guardar en la cocina, en un lugar bien escondidito para llevarle e ir a su casa. Cuando llegó a su casa le mostró a su marido, y le dijo a su marido que no era una muñeca cualquiera, era diferente. Esto es una virgen y que va a ser la Virgen del Rosario y desde ese entonces en cada año era una fiesta patronal inmensa. Venían de todos los lugares acá de las comunidades vecinas. Tenían la bandita propia ellos y hacían una comilona grande así a todas las personas que llegaban. Eran las comidas de los afrodescendientes: el kaburé dicen que hacían, todo lo que eran las comidas de ellos en esas ollas de hierro grandes y las brasas, el fuego. Y así es nuestra pequeña historia, nuestras costumbres. [111] ¿Cómo ves la realidad de las mujeres afroparaguayas en estos tiempos? En mi comunidad falta un poquito más de diálogo, de personas que nos puedan ayudar a identificarnos. Es difícil algunas veces porque yo me considero afrodescendiente; tengo la piel oscura, yo soy morocha pero hay personas mucho más oscuras que yo, que tienen el pelo rizadito, que no se sienten identificadas. Por eso yo digo que pasa por la educación y por el amor que le pueden tener a sus raíces y a su conocimiento porque no saben. Yo era así, tenía la piel oscura y no quería ser afrodescendiente. Cuando me decían en la escuela “vos sos de Kamba Kokue,” yo trataba de salir porque todavía yo no sabía. Pero eso pasa por la educación. Estuve trabajando incansablemente para que se logren muchas cosas. No hay muchas personas que quieran realizar el trabajo e implica mucho. Implica dejar mucho de lado, a tu familia, tu hogar. Pero también por una buena causa, para que los hijos y los hijos de mis hijos puedan identificarse y saber que ellos tuvieron o tienen una sangre afrodescendiente. Saber que ellos vinieron de los afrodescendientes. Entonces no voy a descansar ni voy a parar hasta que Kamba Kokue sea visibilizado. [112] Testimonio oral | Araceli Medina y Dolly Medina Benítez 20 de Julio 2012 Kamba Cua, Fernando de la Mora, Paraguay Nos encontramos en la sede de la Red Paraguaya Afrodescendiente, una asociación civil dedicada a la concientización sobre la cultura afroparaguaya a través de la formación de una red de organizaciones afroparaguayas de las comunidades de Kamba Cua, Emboscada y Kamba Kokue. Nuestra charla es breve por el hecho de que estamos a la hora del ensayo del grupo Ballet Kamba Cua, grupo conocido internacionalmente por sus bailes tradicionales de los afroparaguayos de esta misma comunidad. El ritmo de los tambores y gritos de los niños pegados a la puerta nos llama a juntarnos con las personas ensayando afuera. Conversación con Araceli Medina y Dolly Benítez Medina Araceli Medina: Soy Araceli Medina y tengo 20 años. Soy afrodescendiente de Paraguay y nací en San Lorenzo. Me identifico como afrodescendiente, con la danza y los tambores desde chica. Desde la panza de mi madre, bailaba y me gusta mucho porque así también es una forma de ser reconocido porque los afros no son muy reconocidos todavía en Paraguay. La gente conoce porque escucha el tamboril pero preguntan y nosotros les decimos que somos afrodescendientes de Angola. Dolly Medina Benítez: Soy Dolly Medina Benítez y me siento como afroparaguaya de Kamba Cua, Paraguay. Soy bailarina y como dice la compañera, desde chiquita veíamos a la mamá y empezamos a bailar porque llevábamos en la sangre. Por más que no tenga la piel como ella, mi papá es afro y tiene el color de la piel de Araceli. Yo ya nací un poco blanquita, pero la verdad es que yo me siento muy orgullosa de ser afrodescendiente e integrar este grupo Kamba Cua y conocer muchas cosas de otros países como sea la historia, de hacer algún intercambio cultural con otros países que vienen y nos visitan. Es un orgullo para nosotras ser afrodescendientes y que se reconozca más al Paraguay el afrodescendiente. Eso es lo que más pedimos y que nos den nuestro lugar, por lo menos algo. Nosotros siempre con nuestra danza y con Kamba Cua y ahí ellos nos preguntan de dónde venimos. Decimos que somos afrodescendientes de Paraguay, aunque no todos quieren aceptar nuestras raíces. ¿Cómo se sienten cuando la gente no les cree cuando dicen que son afrodescendienes de Paraguay? Araceli Medina: La gente es muy ignorante y no quiere escuchar. Hay mucha discriminación. A mí me solían confundir con brasileros pero yo les explico que soy paraguaya y no me creen. Ellos piensan que porque tienen color oscuro es brasilera o africano o de otro país. Para ellos no hay en Paraguay gente negra y la gente misma de acá de Paraguay no quiere escuchar. No hay talleres donde les enseñen a los niños y a los jóvenes, donde les enseñen la historia de los afrodescendientes. Es por medio de nuestra danza, porque cuando llega el carnaval ahí nos preguntan. Anotan números, te llaman. [113] “Identificar que soy afrodescendiente para mí fue cuando empezaba a bailar con los grandes y ahí vos te das cuenta de que sos. Te sentís orgullosa por decir y la gente quiere a este grupo y dicen que son negros.” ¿Cómo fue cuando empezaron a identificarse como afrodescendiente? Dolly Medina Benítez: Identificar que soy afrodescendiente para mí fue cuando empezaba a bailar con los grandes y ahí vos te das cuenta de que sos. Te sentís orgullosa por decirlo y la gente quiere a este grupo y dicen que son negros. Personas que saben hablar, que saben moverse. Vas a nuestro festival y vos ves que la gente viene y llega y ahí más empieza el “yo soy afrodescendiente.” Estoy orgullosa de ser afrodesendiente porque a la gente le gusta igual que mostrar lo que vos sabés hacer. Es bueno ver la pila de gente ahí aplaudiéndote. Eso para mí es algo muy bueno y así yo me identifico porque no solamente me conozco a mí y al mundo. Le digo al mundo que soy afrodescendiente. Para mí es eso, me identifica mucho. ¿Les parecen que las otras mujeres del barrio sienten lo mismo hacia sus raíces? Araceli Medina: Si, hay muchas. Antes no querían aceptar que son afrodescendientes. Ellas pensaban que “afrodescendiente” era algo de otro mundo, que vino de África. Pero ‘afrodescendiente’ es como que yo le diga a ella ‘morocha,’ ‘mulata,’ o ‘negra’. Ellas pensaron que afro y negra son diferentes pero no son diferentes. Ser negro quiere decir eso y ahora se están aceptando y dicen “yo soy afro de Paraguay.” [114] Testimonio oral | María Selva García Núñez 13 de Julio 2012 Emboscada, Paraguay San Agustín de la Emboscada se encuentra en el departamento de Cordillera, 40 km al noreste de Asunción. Conocida por su cantidad de canteras de piedras y producción importante de materiales de construcción, la riqueza de este pueblo no solamente existe en su tierra sino en el legado cultural de los ciudadanos. Emboscada es la única zona del país que fue poblada originariamente por afrodescendientes libertos. Hoy más del 90% de las personas en este área se identifican como afrodescendiente. Blake Wilson es un voluntario de Cuerpo de Paz que lleva dos años trabajando con María y la comunidad de Emboscada en la campaña 'che kamba' (soy afrodescendiente) que busca generar conciencia sobre la inclusión de la variable afrodescendiente en el censo nacional de 2012. En esta instancia nos juntamos para discutir el progreso que están viendo con el censo y como ella percibe su comunidad. Conversación con María Selva García Núñez Yo soy María Selva García Núñez, vivo a 4.5 kilómetros en la compañía [barrio rural] que se llama Emboscada. Ahí nací, crecí y vivo con mi mamá. Acá vengo a mi trabajo en la municipalidad y de acá me voy a la facultad y de noche a casa. En la municipalidad nos encargamos de los problemas que hay con respecto a los menores y niños. Respecto a lo que ustedes quieren saber nosotros hicimos un censo acá en Emboscada aproximadamente en el año 2007 y con un grupo de jóvenes nos reunimos y preguntamos si se identificaron con su origen. Muchos no quieren aceptar y nosotros aceptamos la opinión de cada uno. ¿Es verdad que Emboscada es mayoritariamente afrodescendiente? Nosotros somos de origen brasilero. Nos decían eso pero en el fondo también son afrodescendientes pero algunos no aceptaban. A pesar de eso tenemos la mayor aceptación de la gente que se identifica como afrodescendiente entre las otras comunidades. Hablamos de los proyectos en su momento de crear más fuentes de trabajo porque somos muy necesitados, con muy escasos recursos la mayoría. Pero somos gente muy trabajadora. Entonces, ahora lo que nos está ayudando mucho es nuestra materia prima que es la piedra. Se está trabajando bien y la verdad es que se hacen ferias y mucha gente está trabajando en eso. ¿Cómo aprendiste sobre tu cultura e identidad afroparaguaya? De grande. Primero en el colegio ya no hablaban de eso y la verdad es que desde este censo la gente se ha puesto a pensar de dónde venimos y todo eso. Pero, anteriormente no se hablaba de eso. Ya en el colegio y después nosotros trasmitíamos a la gente. Hace poco nomas, anteriormente no se hablaba de eso. [115] ¿Cómo fue trabajar en el censo sabiendo que es la primera vez que la variable afrodescendiente fue incluida y la existencia de los y las afroparaguayos fue reconocida al nivel nacional? La gente de Emboscada se identificaba con eso? Me acuerdo cuando hicimos el censo que algunas personas no aceptaron [que son afrodescendientes] y nosotros simplemente marcábamos que no aceptó. Son pocas que no aceptaron pero conocidas, me puedo acercar a ellas si precisan ayuda. Solo hace falta hablar. Que se les hable bien y entender, eso es lo que pienso. “A mí me gusta estudiar y por eso decidí estudiar… por eso digo yo que el quiere puede, se puede salir adelante. No hace falta emigrar porque muchas veces la gente se va y muchas veces vienen con las manos vacías, pero tienen que salir adelante en su propio país. Yo sé que se puede.” Puede ser que estas personas eligen a no identificar por miedo de discriminación. ¿Has sufrido algún tipo de rechazo por identificarte como afroparaguaya? A mí no me pasó, pero sí a mi amiga. Te cuento que terminé el colegio y empecé a trabajar en una casa de familia en Asunción donde siempre hay tres empleadas. Yo estaba con una chica y ella sí sufrió discriminación porque es de piel oscura y su patrona no le pagó en el mes. Entonces ella le reclamó y le dijo que ella no tiene que reclamar nada porque ella es de piel oscura y le empezó a decir muchísimas cosas. Eso es lo que yo pensé. Eso era en otra comunidad. La discriminación existe en este país. Es muy común para las mujeres de Emboscada trabajar de empleadas y la mayoría lo hace en Asunción. Mismo acá que en varios puntos del país vas a encontrarlas trabajando en casa de familia. Yo estuve seis años trabajando y vi que hay discriminación. Estas estudiando en la Universidad de Asunción, ¿verdad? ¿Cómo te sientes representando tu comunidad y las mujeres jóvenes afroparaguayas a nivel universitario? Yo me siento muy orgullosa porque no soy la única, ya son varias las que estamos. Y justamente estoy estudiando derecho. Me siento orgullosa porque se nos acepta sin problema. Gracias a Dios yo no pasé por las cosas malas que pasan las otras personas. Pero si, siempre veo. Me siento muy cómoda, estoy por terminar. El que quiere puede. Somos gente de escasos recursos pero aquel que procura va a conseguir. Hay que pasar muchísimos obstáculos. Tenés que querer para poder aguantar todo porque no es fácil. ¿Cuántas colegas tienes de Emboscada en la facultad? Aproximadamente son entre 20 y 25 que se van a estudiar. No terminan nunca pero en este momento seguro que hay muchos más de aquellos que están terminando. Hay ya muchos que son fiscales y se les ve en la televisión o en la parte penal o deportiva. Y son gente… ustedes ven como es Emboscada. No somos ricos, no hay millonarios acá. Emboscada es grande y se divide en varias compañías [barrios rurales] y todos [116] son de escasos recursos. La gente se sacrifica. Estamos mi mamá y yo, mis hermanos ya hicieron su familia, se casaron. Están todos trabajando en casas de familia. A mí me gusta estudiar y por eso decidí estudiar. Por eso yo le digo a la gente que no se dejen estar porque no se caen de arriba las cosas, uno las tiene que buscar y sacrificar. Por eso digo yo que el que quiere puede, se puede salir adelante. No hace falta emigrar porque muchas veces la gente se va y muchas veces vienen con las manos vacías, pero tienen que salir adelante en su propio país que se puede. Yo sé que se puede. Desde tu propia lucha, ¿qué querías transmitirles a las mujeres jóvenes afroparaguayas? Que sean fuertes. Primero que sepan lo que quieren y que luchen porque no es fácil y muchas veces cuando uno lo consigue de una manera tan difícil lo valora más. Que no se dejen estar, que luchen porque solamente luchando y sufriendo se logran los beneficios. Entonces por un estar mejor para que uno se pueda superar en la vida, que luchen y se sacrifiquen y después van a disfrutar el logro. [117] Chile *** Guillermina Flores Corvacho, Arica, Chile Colectivo Mujeres de Luanda, Arica, Chile [118] Testimonio oral | Marta Salgado Enríquez 22 de Noviembre, 2012 Arica, Chile Nos conocimos durante su estadía en Montevideo, en Julio 2012 cuando vino a participar en la Asamblea Regional de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. En esta ocasión nos reunimos en la sede de la ONG Oro Negro, una de las primeras organizaciones del movimiento afrodescendiente en Arica. Después de nuestra charla entramos en una plaza, frente a donde ensayan la comparsa y las bailarinas de la organización Oro Negro. Conversación con Marta Salgado Enríquez Soy Marta Salgado Enríquez. Soy afrochilena y mujer afrodescendiente. Nací en Valdivia en el año 1947. Soy hija de padres afrodescendientes, nacidos en esta zona del norte de Chile. ¿Cómo fue tu niñez acá en Arica? Fui criada en esta región. Es una región donde existían muchas familias afrodescendientes y familias negras, pero por el tema de la chilenización en Arica, todas las personas que éramos negras sentíamos un rechazo a serlo porque se nos enseñaba que había que blanquear la raza. Yo fui muy discriminada cuando era niña desde el colegio porque estudié en un colegio italiano de monjas, entonces, yo pasaba castigada, mirando a la pared o con orejas de burro que no era normal para todos los compañeros de clase. En Arica en esos años había 15.000 habitantes más o menos. Hoy en día hay 240.000, entonces los colegios eran muy pocos y más afrodescendientes vivían en el Valle de Azapa y en el Valle de Lluta, donde habían escuelas rurales y ellos iban a esas escuelas. Los que éramos afrodescendientes éramos de familias pobres, numerosas, extendidas, como son las familias afrodescendientes, entonces nuestras vestimentas o nuestros zapatos eran de las cosas normales de la familia, un delantal de la hermana mayor servía para la menor y así sucesivamente. Muchos epítetos de las negras pobretonas, por ejemplo, nos decían a nosotras y en Azapa era peores condiciones. ¿Vivías en la ciudad de Arica o en la Valle de Azapa? Yo estuve en Arica. Viví en lo que era el barrio Lumbanga, en casa de adobe, de caña de piso de tierra, las puertas de cortinas de género y éramos 9 hermanos. Conocí Azapa porque mi madre tenía sus parientes en Azapa, ella era Marta Enríquez Corvacho, descendiente de la legendaria Julia Corvacho. ¿Quién era Julia Corvacho y por qué a ella se la considera legendaria en la comunidad afrochilena? Mira, la Julia Corvacho es legendaria porque es una mujer que trabajó mucho en Arica y siendo ella muy menudita, era muy trabajadora en la agricultura. Fue una mujer que creó muchas cosas en Arica, por ejemplo, compañías de bailes religiosas, [119] hizo hacer una capilla ahí en Azapa, tuvo muchos hijos, 13. Dejó el recuerdo de la familia extendida, de las reuniones familiares. Eso más que nada, y que trabajaba mucho, era una mujer muy trabajadora. “Las casas de los negros se marcaban con una cruz para matarlos o echarlos del país: si una familia se daba cuenta de que su casa estaba marcada al anochecer tenía que salir.” Regresando a lo de la chilenización de Arica, ¿podrías explicar cómo fue este proceso y si tuvo algún afecto en tu familia? Mira, la chilenización es un proceso largo porque empieza con la Guerra del Pacífico que fue en 1879-1881 y más o menos se puso a término esa guerra pero quedan dos ciudades de prenda para Chile que es Arica y Tacna para Perú. Hay tratados que dicen que Arica debía ser entregada el año 1929 a través de un plebiscito con Tacna al Perú, entonces, por todos estos tratados se entrega solamente Tacna y Arica queda para Chile y entonces, todo ese proceso que ya se había venido viviendo de la chilenización que significaba erradicar desde la identidad de la familia, primero, el ser negro o negra porque para ese entonces las casas de los negros se marcaban con una cruz para matarlos o echarlos del país: si una familia se daba cuenta de que su casa estaba marcada al anochecer tenía que salir, si no al otro día ya no vivían más, entonces mucha gente de esta zona emigró a lo que era Locumba Sama, en el Perú. Al entregarse Tacna, en Perú quedan las familias divididas, las familias hasta el día de hoy, hay familias que tienen su familia en Tacna, se visitan, vienen, van…por eso es que hay siempre un acercamiento también que es muy notorio con la ciudad de Tacna, por diversas razones, porque yo creo que nunca nos hemos acostumbrado como a que nos cortaran ese cordón umbilical de la forma que pasó y esas razones son históricas, o sea, hasta el día de hoy las personas van y vienen entre Arica y Tacna. ¿Sabes si tienes familia por el otro lado de la frontera, en Perú? Sí, yo tenía familia, algunos han fallecido, y tengo un tío en el Cusco, que de aquí se fue joven pero ya pasados los años en plebiscito. Mi abuela también se fue muy joven con mi mamá y 3 hijas más que tenía, se fue a Lima, vivió muchos años allá pero después regresó con sus hijas y así mucha gente de aquí de Arica, una vez que fue ya parte de Chile, mucha gente se fue al Perú, al Callao, a Moquegua, a Locumba hicieron sus vidas allá y después volvieron. Mi abuelo paterno vivió en el Callao, yo no lo conocí. Como ese caso, la familia así, dividida entre Perú y Chile, hay muchos otros, pero de este sector, de Arica, Tacna…las familias están divididas por los territorios, pero los afectos siguen, se visitan. ¿Cómo llegaste a formar parte de la ONG Oro Negro? Oro Negro ya tiene una historia de casi completar 12 años. Nosotros empezamos en el año 2000. Ya mi hermana venía haciendo algunos estudios, la Sonia Salgado Enríquez, que fue alcaldesa en Camarones. Siempre conversábamos nuestros orígenes y mi madre se fue abriendo y ella decía que no le contáramos a nadie pero que nosotros descendíamos de africanos. Entonces, bueno, cuando ella decía “No le cuenten a nadie”, bueno, “¿Por qué no había que contar?” y ella decía que “Bueno, [120] porque enseñaban que ser negro era malo”. Entonces, la Sonia fue escribiendo algunos reportajes, buscando algunas alianzas con otros países que trabajaban el tema y en el año 2000 nos presentamos en la “Conferencia Santiago +5”. Ahí le hacen una pregunta al presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar, y le preguntan si hay negros en Chile y él dice que no, que en Chile no hay negros. Entonces, la Fundación Ideas le dice “Pero, ¿cómo que no hay negros en Chile si aquí están los representantes de Arica?” y nos paramos, y por primera vez ahí saluda él como presidente de la República y él se da cuenta de su ignorancia. De ahí para adelante empezamos nosotros: ya sacamos la personalidad jurídica en abril, todo un trámite con el Ministerio de Justicia, y empezamos a trabajar sobre grandes objetivos, que era la lucha contra la discriminación, la capacitación, la lucha por el reconocimiento y la inclusión. Yo como Marta Salgado, presidenta de la ONG me siento muy responsable y siento que tengo que salir adelante con lo que es el reconocimiento y la inclusión, que es lo más importante y que dentro del tema de la alianza de las organizaciones afrodescendientes, de la cual también soy presidenta, estamos liderando un proyecto con el gobierno regional para hacer un estudio específico y estadístico de familias afroariqueñas: 5.280 familias desde dónde se sacará una proyección de familias afrodescendientes. “Le hacen una pregunta al presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar, y le preguntan si hay negros en Chile y él dice que no, que en Chile no hay negros… y nos paramos, y por primera vez ahí saluda él como presidente de la República y él se da cuenta de su ignorancia.” Finalmente, ¿qué mensaje quieres compartir con las mujeres afrodescendientes de Chile y de la región? Bueno, el mensaje que me gustaría enviarle a las mujeres de la región es decirles que se incorporen a las organizaciones afrodescendientes y que se comprometan con el proyecto de desarrollo humano por el que luchamos porque falta mucho, todavía, para ser reconocidos constitucionalmente en los países de América Latina y el Caribe. No hay que contentarse con migajas, no hay que contentarse con la tolerancia, como le llaman algunos, o hacer leyes contra la discriminación, tenemos que contentarnos cuando todas las mujeres nos comprometamos a que este proyecto nos lleve al reconocimiento, a la inclusión en las estadísticas y a tener políticas públicas para nuestros descendientes. [121] Testimonio oral | Guillermina Flores Corvacho 26 de Noviembre 2012 Arica, Chile En esta ocasión nos reunimos en su casa en el centro de la cuidad de Arica por la tarde noche. Ella es miembro de la organización Lumbanga, una asociación civil dedicada al rescate de la memoria de la comunidad afrodescendiente en Arica y la Valle Azapa. Ella está muy entusiasmada de compartir recuerdos de su infancia que se mantienen bien detallados y vividos a pesar de repetirlos tras años. Conversación con Guillermina Flores Corvacho Yo me llamo Guillermina Flores Corvacho. Soy afrodescendiente y nací en el año 1928, un 25 de Junio. Yo me casé a la edad de 19 años, tengo 3 hijos, 2 hombres y una mujer. ¿Cómo fue su niñez? Mire, mi niñez fue bien triste, le puedo decir. Mis padres tuvieron que irse de Chile, porque dijeron que este terreno era chileno, porque con la guerra lo ganaron ellos, y mis abuelos se fueron al Perú, llegaron hasta el Puerto de Ilo que está un poquito más allá. Así que, ¿usted nació en Perú? Ahí en Ilo, es en Perú. Un puerto muy bonito. No queda muy lejos de acá. Después yo volví de allá a la edad de 2 años, por eso es que tengo dos nacionalidades, soy peruana y chilena, porque como yo nací allá y me casé aquí, así que tomé la nacionalidad de mi marido, porque antes era peruana con residencia en Chile, pero ahora no, ahora tengo 2 nacionalidades, porque tomo la de mi marido. ¿En cuál parte creció usted? En Chile, porque de allá yo me vine muy chiquitita, más o menos de 2 años. Pero después yo volví, cuando se fue mi abuelita, porque mi abuelita era comerciante, nos llevó nuevamente a Azapa, yo tendría unos 6 años. También crecí en el campo recogiendo algodones, porque allá se trabaja mucho el algodón. Y su madre era de Perú, ¿no? Sí, pero en el tiempo en que Arica era peruano, porque los chilenos cuando se quedaron con el territorio dijeron que todos los peruanos tenían que salir de acá y que si no se iban los mataban. Los mataban, había que salir como sea, los obligaban. Así que el gobierno peruano puso un barco aquí en la bahía para todo el peruano que quisiera irse. Se embarcaba en el barco para que se fuera porque ¿por dónde se iban a ir? Muchos se fueron a pie, iban en burro llevando a los niños, entonces el presidente puso un barco. Porque Arica es chileno y si había más peruanos, era peruano. Entonces a Chile le convenía que hubiera menos peruanos, por eso tenían que irse [122] todos los peruanos. Así que se fue mi mamá y por eso yo nací allá en Ilo. Cuando me volví nuevamente a Azapa con 6 u 8 años, fue cuando me pusieron en el colegio. En el colegio alcancé a estudiar hasta el segundo o tercer año, no más. Le enseñaban a uno las primeras letras, nada más, era lo principal que decía mi abuela: “¿Pa qué ir al colegio, con que sepas como firmar tu nombre, no más, ya es suficiente?” Así que uno estudiaba hasta esa edad y el resto ir a trabajar en la chacra, porque sino ¿con qué se comía? Había que ir a pastear las ovejas, el ganado, ir a sacar la leche, ir a buscar leña... ¿Cómo se siente al respeto de tener las dos nacionalidades sabiendo la historia del conflicto entre Perú y Chile sobre este territorio y la violencia sufrida por muchos afrodescendientes durante la época? Claro, había discriminación en esos tiempos, pero tú sabes, todas esas cosas se perdonan, porque ahora la gente ya está más civilizada y ¿para qué tener odio? Claro que uno siente un dolor de que hayan abusado toda la gente afro que quedó aquí, que los azotaban, les pegaban…a una tía abuela dijo “Muerta me sacarán de acá, no me voy a ir. Porque todo esto es mío y yo no voy a dejar que vengan otros a aprovecharse.” Porque a ellos les costó trabajar la tierra para tenerla. Entonces el policía sacó el fleque ese con que le pega a los caballos y con eso le arrancó la ropa a chicotazos y la bañó en sangre. Bueno, eso yo no lo he visto, pero me contaba mi mamá, me contaba mi papá y mi abuela de las cosas que hacían. “Dice que la marcaban con unos fierros calientes y ahí tenía la letra “N” porque ella se llamaba Natividad y la “B” de Bravo. Natividad Bravo, porque tiene que haber sido el patrón de ella que era de apellido Bravo.” Y bueno, yo quiero a los dos países, porque en Chile me casé, he formado mi hogar, no ha habido discriminación, no me han discriminado, porque en el colegio donde íbamos, iban blancos y negros. Cuando nos insultaban “negra,” yo no dejaba que me insultaran ni que me dijeran “negra.” Yo quiero a Chile como si fuera mi tierra y al Perú también lo respeto y lo quiero porque nací allá, pero yo allá no me crié. Pero voy siempre, sí, porque me atrae, porque digo yo que es la tierra donde nací. Así que yo me siento más chilena que peruana. Pero yo a los dos países los quiero y los respeto. ¿Usted podría contar un poco de la historia sobre su tatarabuela que era esclavizada? Ella fue descendiente de esclavos, la trajeron dice en el barco, contaba mi abuela. Cuando murió su madre ella dice que la dejaron dentro de la casa, hecha de quincha no más. Entonces abrían así, y por ahí se metió y le vio la marca aquí [el muslo]. Dice que la marcaban con unos fierros calientes y ahí tenía la letra “N” porque ella se llamaba Natividad y la “B” de Bravo. Natividad Bravo, porque tiene que haber sido el patrón de ella que era de apellido Bravo. Dice que les ponían los apellidos del patrón, del que los compraba a los esclavos. Los marcaban para saber de quién era y así los esclavos no podían escaparse. Entonces mi abuelita ha sido descendiente de esclavos, o sea, mi tatarabuela era. Mi abuela decía que era una negrita alta, porque dice que cuando trajeron los esclavos no era de un solo lugar y que habían negros chicos, negros grandes... Y mi abuela dice que era de esa raza, de los esclavos largos y altos. [123] En cambio, el marido de la abuela dice que era de esos chicos que hablan bien ronco. Por eso es que mi abuela salió bajita y era redondita y gordita y de ahí los hijos salen unos altos y otros chicos y es la mezcla que hay. ¿Cómo le afectó a escuchar esta historia por primera vez y aprender que usted es descendiente de una mujer afrodescendiente esclavizada? No, no me afectó. Más bien me dio pena y rabia porque sí eran esclavos, pero no eran animales, eran seres humanos y ¿cómo se les ocurría marcarlos con fierros calientes como marcan a los caballos? Cuando murió la bisabuela, dice que la velaron. En ese tiempo no comían en mesa, comían sentados en el suelo y con cuchara de palo, todo así artesanal. Entonces la velaron así en el suelo no más y ahí le pusieron unas velas. No como ahora que los ponen en cajones; los sacan en carrozas, y antes sacaban al muerto no más, hacían una tarima de palo y los ponían la hombro y ahí llevaban a enterrarlos, hacían el hoyo y así los enterraban, nada de cajones, así no más. “¿Por qué uno se va a humillar o tratar de ocultar que es descendiente de esclavo? Eso lo lleva uno en la sangre.” ¿Fuera de su familia aprendiste o escuchaste una vez sobre la esclavitud en Chile? No, en la escuela nunca nos hablaron de la esclavitud. Nada. Ellos nos enseñaban de la historia de la guerra que había, porque yo nací después de la guerra. Entonces nos enseñaban cómo fue la guerra, cuándo pelearon y cómo fue la toma del Morro de Arica, todas esas cosas, pero de los afrodescendientes no nos enseñaron. Tampoco en el Perú, también estuve en la escuela en el Perú, como en Chile y nunca hablaron de eso. Era como si tuvieran vergüenza contar esas cosas. Más bien ahora todo el mundo sabe cómo han sido los afrodescendientes, y recién algunos viejos que hay que quedan en Azapa, recién dicen “Ah, sí, yo sé, porque mi abuelo o la abuela de mi abuelo contaba esto.” Yo digo que no puede ser porque si uno lleva la sangre de negro y se sabe que alguno de sus descendientes han sido de esclavos, ¿por qué uno se va a humillar o tratar de ocultar que es descendiente de esclavo? Eso lo lleva uno en la sangre. ¿Cómo fue su camino a aceptarse como afrodescendiente? ¿Usted tenia algunos desafíos en aceptar su negritud? Bueno, cuando era chica sí. Más bien como que me daba rabia haber sido de raza negra, porque quería ser blanca. Decía que me iba a pasar leche para blanquearme. Entonces, en Azapa había una flor que daba una lechecita blanca, y decía que me iba a echar leche de ahí para blanquearme. Y me preguntaba, ¿cuándo se me va a quitar el color, uno lo lleva siempre en la piel? Eso lo decía de chica, pero después ya cuando uno ya entra en uso de razón se da cuenta que eso es natural de la raza de uno. Y bueno, la aceptación ha sido cuando yo ya entré en edad. Ahí me tuve que conformar de que era negra y que era hija de negros, que mi familia todos ya venían de negros y que habían sido traídos del África, pero no sabía que habían sido esclavos, pero sabía que habían venido de África en barco. Decían que aquí el terreno era adaptable para los esclavos, que podían trabajar. Por ejemplo, trajeron para plantar los olivos, para hacer el aceite de oliva, y eso se lo enseñaban los españoles. Después la siembra del [124] maíz, la siembra del algodón, todas esas cosas se las enseñaron los españoles y tenían que trabajarlo los esclavos. [125] Testimonio oral | Azeneth Báez Rio 26 de Noviembre 2012 Arica, Chile Acabamos de regresar de un viaje por la Valle Azapa, 12 km afuera de la cuidad de Arica donde me llevó a conocer este territorio ancestral de los afrodescendientes del norte de Chile. Recorrimos la ruta del esclavo, establecida por la organización Lumbanga, que muestra diferentes sitios relacionados a la cultura afrochilena en la zona: las cruces de la ceremonia religiosa Cruz de Mayo, los campos de olivo, un mural dedicada a la herencia africana en la zona, una vivienda hecha de quincho de tiempos lejanos, etc. Conversamos sobre los sitios visitados y cómo ella ha luchado para que más gente conozca la historia de los afrodescendientes en Chile. Conversación con Azeneth Báez Rio: Me llamo Azeneth Báez Rio, soy chilena y nací en Arica, la ciudad, pero mi vida transcurrió en el Valle de Azapa. Yo me identifico como mujer afrodescendiente ahora después de haber estado participando en las organizaciones afro, después de haber sido dirigente y presidenta de las organizaciones. A la vez, yo también soy una mujer trabajadora. Trabajo en una empresa agrícola, también tengo mi propio negocio, mi emprendimiento con las aceitunas que son parte importante de mi quehacer diario puesto que también en el Valle crecí entre medio de las aceitunas. Entonces, han estado siempre marcando algo en mi vida las aceitunas. Me dijiste que la cultivación de aceitunas es un trabajo ancestral de los afrodescendientes en el Valle de Azapa. A través de tu negocio agrícola y la publicidad que has recibido, ¿crees que has logrado visibilizar la cultura afrodescendiente de la región? Años atrás yo no quería ser negra, quería alejarme, y hoy no. Hoy todo lo que yo hago o hablo o en mi diario vivir está incorporado ser mujer afrodescendiente. Tú me preguntaste por el negocio de las aceitunas: es una actividad que yo vengo desarrollando por 20 años paralelo a un trabajo dentro de una empresa importante de acá, pero todo relacionado con las aceitunas. Al crecer en el Valle, estuvo siempre presente en nuestra casa, en nuestra comida, en nuestros desayunos. Soy la encargada de las exportaciones en mi negocio de aceitunas que comencé hace muchos años. Me ha ayudado a surgir en la vida, a tener mejores condiciones de vida para la familia. Yo digo que esa perseverancia, esa fortaleza, esas ganas, nada más que las heredé de mi madre, de mis ancestros. Yo no he hecho mucho, es una herencia que tomé y la aproveché pero a donde voy soy siempre mujer afrodescendiente. Ahora voy viajando a Santiago a recibir un premio de un diario importante en circulación nacional, “El Mercurio”. Me eligió seleccionada entre unas 100 mujeres libres en Chile, justamente por mi emprendimiento olivícola y por mi relación con la afrodescendencia. Lo que le da valor y sentido es que yo estoy reconociendo y estoy inmersa en el tema de las mujeres afrodescendientes y eso ha sido el valor grande que le dio ese jurado para elegirme. Se valora lo que nosotros mismos, yo misma, no ponía en valor antes. [126] Me has contado que no siempre te identificaste como afrodescendiente. ¿Cómo llegaste a reconocer tu afrodescendiencia y luchar por los derechos de las mujeres afrochilenas? Para mí fue un tema bien frustrante que marcó mi niñez y mi juventud porque yo no quería ser negra. Creo que eso fue porque el negro se relaciona con lo feo, con lo negativo. Siempre escuchabas frases típicas como “negra fea,” entonces, era como que uno quería alejarse de eso de ser negro para no sentir el rechazo y ahí fue que me propuse alisarme el pelo, hacerme algunos visos rubios, buscar la manera de esconder esa raíz y eso que me acercaba a lo negro. Incluso a mi mamá, por ser mi mamá, la aceptaba. Se lo veía como natural, pero a mi familia que eran muy negros, decía que no eran mi familia. Ahora me da risa pero fue una cosa fuerte que me sucedió por ser descendiente de negros. A estas alturas ya lo he asumido totalmente porque ha sido también el trabajo de las organizaciones afro y no solamente el trabajo, sino también yo me he ido cultivando en el tema afrodescendiente. Una vez que yo ya empiezo a dejar esa ignorancia de lado y a conocer de los movimientos afrodescendientes en América, no solamente en Chile, porque nosotros en Chile, ni siquiera nosotros mismos sabíamos que era de lo que estábamos hablando del tema de la africanidad porque no lo habíamos tratado nunca porque estaba ahí guardado en el closet. Por lo tanto, ¿qué referente tenías? Ninguno. Entonces, nuestros referentes han sido de los movimientos internacionales. Esto de haber pertenecido a la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, haber estado en contacto con otras mujeres, de conocer sus trabajos y historias, eso a mí me fue cambiando. “El tema de la africanidad [en Chile] no lo habíamos tratado nunca porque estaba ahí guardado en el closet.” ¿Cómo ves el aporte de la mujer afrodescendiente al reconocimiento de la herencia africana en Arica? La mujer afrodescendiente siempre está ligada a esas raíces. Han estado por siempre las raíces y las costumbres. No es que las hayamos retomado, sino que estuvieron siempre presentes en comercios, en ciertos alimentos, como prepararlos. Era como negarnos a nosotros mismos que teníamos una realidad distinta, pero ahora sí lo hemos ido entendiendo: por qué se preparaban ciertos alimentos, por qué se celebraban estas fiestas religiosas ponerlas en valor como la religiosidad, el celebrar las Cruces de Mayo, al estar en una celebración de Azapa, por ejemplo con el santo patrono del Valle. Nosotros ahora sí tomamos conciencia que es distinto, de que es lo que siempre nos ha ligado pero era porque teníamos una ancestralidad que estaba ahí que no la queríamos reconocer. En la zona, específicamente, el aporte es en el baile de Azapa, la religión, las celebraciones de las Cruces de Mayo, las fiestas religiosas. Cuando veíamos algunas de las cruces que se alzan en el cerro, la oración de los afrodescendientes a esa Cruz de Mayo que le llamamos nosotros, no es porque ellos eran católicos pero venían de una religión que ni siquiera conocían; esa es una religión que les impone el europeo, el esclavista. No tenían ellos cómo expresar su religiosidad. Entonces, toman esa cruz [127] y la adoran a su manera que viene del sincretismo. De alguna manera, ellos buscan dónde expresarse, porque se les prohíbe expresarse, sus propias religiones, su espiritualidad y eso es inherente en el ser humano, cómo nos sacaron la manera de expresarlo. Entonces, aprovechan esa cruz y ejercen una religión. Yo lo viví desde mi familia, viendo ese sentimiento, ese fervor hacia la cruz. Esa cruz fue su mayor tesoro para dedicarle esa religiosidad que venía de sus propios corazones, de sus dioses. “Somos las mujeres las que llevamos adelante el tema de las luchas, de las reivindicaciones, de mejorar la vida.” El aporte de la mujer ha sido súper importante y va a seguir siendo importante. Somos las mujeres las que hemos ido visibilizando el tema afro, primero en las comparsas, en los bailes que son los que enganchan. Nosotras más allá de tocar y bailar, como mujeres, hemos ido tomando la bandera de lucha de la no discriminación, a poner en valor nuestras creencias que nos transmitieron nuestros ancestros. En las distintas organizaciones han surgido líderes que están despegando un gran trabajo y eso es muy bueno para las futuras generaciones que vendrán después a tomar la posta. Somos las mujeres las que llevamos adelante el tema de las luchas, de las reivindicaciones, de mejorar la vida, de buscar mejores trabajos, la vivienda. Ser mujer afrodescendiente es ser heredera de grandes valores de las mujeres negras, mujeres muy esforzadas, trabajadoras, mujeres que fueron protectoras de las familias, de los hijos. Mujeres que lucharon incluso por la libertad de sus hijas más que por ellas. Mujeres generosas, mujeres nobles. Todo eso a mi me queda mucho y me identifico mucho con eso porque lo viví de mi madre, de mis tías. Hoy día, repaso esas vivencias, esa vida. [128] Testimonio oral | Alejandra Sandoval 25 de Noviembre 2012 Arica, Chile Nos encontramos en la Peatonal 21 de Mayo, un paseo típico por el centro de la cuidad de Arica. Pasamos al lado de diversos puestos de artesanía, comida y ropa de colores vibrantes. Todos son muestras de la fuerte influencia de la mezcla de las culturas peruana, boliviana y chilena acá en la frontera. Aprovechamos la tranquilidad del día para reflexionar sobre la actividad que pasó días antes por este mismo camino, cuando casi 200 mujeres protestaron contra la violencia hacia la mujer. Conversación con Alejandra Sandoval Mi nombre es Alejandra Sandoval Ruiz, tengo 30 años. Soy nacida y criada en Arica. Soy lesbiana, feminista, aymara y afrodescendiente. ¿Cómo llegaste a reconocer estas diversas facetas de tu identidad? Lo de lesbiana fue mucho más simple que todo lo demás. Por ejemplo, Chile es un país más racista que homofóbico. Entonces, lo de lesbiana se dio más naturalmente y en mi familia y entorno no fue tan difícil. Fue, no sé si aceptado, pero siempre se supo y no hubo mayor problema al respecto. Fue algo natural que se dio y fluyó. Y con mi entorno de amigos y amigas fue lo mismo a diferencia, por ejemplo, de identificarnos como aymaras o como afrodescendientes. O sea, identificarnos como aymaras fue complicado porque vivimos en un sector donde ser aymara es ser boliviano, y nadie quiere ser boliviano. Entonces, revalidar y reivindicar eso de nuestros orígenes como un valor más que como algo negativo fue difícil pero estamos en eso. Nos sirvió como comunidad, como familia para unirnos más. Y lo que te contaba como afro, tenemos los rasgos, nos gusta, la vivimos pero estamos buscando nuestro gen. Dónde está nuestro gen, lo que nos identifica como afrodescendiente. ¿Qué opinas sobre el desconocimiento en tu familia sobre sus raíces afrodescendientes? Pasa por el racismo inculcado, incluso no creo que pase solo en mi familia. Pasa incluso en las personas afros que ya hicieron el proceso y están militando como afrodescendientes. O sea, en Chile por una cuestión histórica y cultural nos enseñan que todos somos iguales y todos somos chilenos y blancos, descendientes de españoles y que no hubo matanza, no se mató a nadie y no se torturó a nadie. Entonces, salirte de ese esquema y asumir y militar de algo distinto es complicado. Acá todos quieren ser rubios, blancos, de estereotipo nórdico. Por ejemplo, cuando le dijimos a mi tío que éramos aymara, casi se murió. Entonces, ahora cuando le salimos que somos afro, eso fue como ya te pasaste, es demasiado. Y pasa por el racismo inculcado. La historia de Chile no reconoce que acá se trajo esclavos. No se reconoce lo que están visibilizando las compañeras del [colectivo de Mujeres de] Luanda o de [la organización] Lumbanga. Entonces, es por eso, en el censo se habla de 10 pueblos indígenas y no se incluye a los afrodescendientes. [129] Entonces, para ti está búsqueda de tus raíces, ¿qué importancia le das? Es importante porque necesitamos saber de dónde venimos para saber a dónde vamos porque es visibilizar. Es hacer de nuestro cuerpo una herramienta política. Yo tengo rulos porque sí, hay una historia detrás y significa que se maltrató gente, que nos trajeron de otro lado, que nos vulneraron y aún lo siguen haciendo. El color de piel, los rasgos, y aparte que es una cultura importante. Arica es una ciudad diversa y policultural. Convivimos peruanos, bolivianos, afrodescendientes, indígenas, quechua, aymara y criollos. Y eso hace que esta ciudad sea tan rica y saber que todos somos un poquito de todo y no sentirnos tan importantes en relación a otros. “Necesitamos saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.” Hablando de la diversidad, puedes contar un poco sobre tu militancia feminista y tu activismo por la diversidad sexual. Es que no sé, es imposible separarlo. Porque es parte de la ciencia. Si no fuera lesbiana, aymara y afro, no sería yo. Todo eso se junta, se mezcla y hace que mi personalidad sea como soy. Y la gente no entiende. Lo ve como una forma de romper esquemas y que somos anarquistas y que queremos romper todo. Por ejemplo, en cuanto a la diversidad sexual nos dicen que somos anormales, que debemos ser de mala familia, que debemos andar infectando gente. Y más cuando te presentas como lesbiana, feminista, afro. Estás loca, estás destruyendo todo lo que te están enseñando. Nosotros vivimos en un país en el que te enseñan que somos todos blancos, de que somos todos descendientes de españoles, que no hay más; que somos todos héteros, de que todas las mujeres tenemos que casarnos y tener muchos hijos, y los hombres tienen que ser el sostén de la familia y si es posible que sean todos blancos y rubios. Entonces, presentarte en una sola persona y expresar todo lo contrario es difícil. “Si no fuera lesbiana, aymara y afro, no sería yo. Todo eso se junta, se mezcla y hace que mi personalidad sea como soy.” ¿De qué manera dirías que estás reivindicando tu identidad en su totalidad? Con conversaciones. En mi familia nuclear somos seis. Nosotros, generalmente todo es lo grande, cosas familiares son grandes, todos los tíos, todos los primos. Y empezando a ver nuestro pelo, nuestro color, quizás son cosas básicas. Porque ser afro más allá del pelo y del color tiene que ser básico para que se vaya entendiendo. A través de tu propia búsqueda de tus raíces, ¿qué dirías al respeto de la importancia de la preservación y transmisión de la memoria ? Es súper importante. Evidentemente. Porque la historia escrita no nos representa, no nos visibiliza. Es la historia que nos cuentan los abuelos, es la tradición oral la que nos hace fuerte y nos empodera. En mi familia por ejemplo se ocultó esa parte y no nos reconocemos. Es más, si mi abuela de parte aymara no les hubiese contado a mis tíos de chicos cuando ella pastoreada o que ella vivía en un sector de Putre, ellos [130] tampoco hubieran aceptado. Es parte de la cultura, tiene que ser transmitida, es súper importante construir la memoria sensibilizarnos, transmitirla. [131] Testimonio oral | Milene Molina Arancibia 27 de Noviembre 2012 Arica, Chile Nos reunimos en su apartamento para conversar y 'tomar once,' una merienda típica a la hora de cenar. Días antes ella me invitó a una manifestación que pasó por la peatonal 21 de Marzo en el centro de Arica donde marcharon diversas agrupaciones de mujeres en contra de la violencia hacia la mujer, algunas con pancartas colgadas en sus cuellos que leyeron: ¡Cuidado! El Machismo Mata. Conversación con Milene Molina Mi nombre es Milene Molina Arancibia. Nací aquí en Arica, Chile. Soy afrodescendiente, soy presidenta de un colectivo de mujeres afrodescendientes, Luanda, el primer colectivo de mujeres afrodescendiente que se creó acá en Chile. A la vez hace algunos meses soy enlace en Chile de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. ¿Cómo fue tu camino a identificarte como afrochilena? ¿Siempre has tenido el orgullo de aceptarte y presentarte como afrodescendiente? Yo supe que era afrodescendiente hace como cuatro años, yo creo. Yo estuve viviendo fuera de Arica 20 años y regresé y ahí comencé a ver estas organizaciones afrodescendientes. El movimiento afrodescendiente aquí en Chile tiene 11 años. Yo me identifico afrodescendiente cuando volví y me di cuenta de que había personas las cuales nos decían afrodescendientes y que bailaban ciertos ritmos, ciertas músicas y que tenían una lucha, una defensa sobre ciertas cosas. Pero cuando yo era chica, no tenía ni idea de que era afrodescendiente. Yo no quería ser negra, no me gustaba ser negra y la pasaba muy mal. Muchas veces tuve que soportar toda esta mala onda, que te griten ‘negra,’ que no te acepten en los grupos de juego de las niñitas porque eres diferente. Por ende no te dejen integrar los grupos en los cuales están jugando y tengas que mirarlos desde afuera nomás. Que incluso cuando empiezas a crecer también eres como aislada por ser negra y que siempre tienes que estar expuesta a que hagan bromas con respecto a ti. Se hacían muchas bromas con relación a mí porque era negra, y no solo en el círculo de las amistades, en el colegio, en la parte laboral cuando va creciendo sino que a nivel familiar porque mi mamá es blanca y yo tengo primos blancos. Entonces yo era “la negra” y mis primos eran todos blanquitos y de ojos azules. Entonces mi familia del interior era toda discriminada y era un tema fuerte. La pasé mal hasta la primera vez que un amigo me dijo ‘negra’ en buena onda, con cariño. Yo tenía 16 años la primera vez que sentí que alguien me decía ‘negra’ sin decirlo para ofenderme, para insultarme o para hacerme sentir mal. ¿Cómo te acercaste a la militancia afrodescendiente en Arica? Hasta que volví hace como cuatro años a Arica, y vi esas organizaciones me sentí identificada. Yo las vi y yo quería ser parte de esa gente. Yo quería poder estar ahí y quería bailar con ellos, compartir con ellos y tener el pelo suelto con ellos porque sentí que ahí pertenecía. Que siempre había estado en un lugar al cual no pertenecía, pero que ahí si pertenecía. Por eso me empecé a acercar, a observar las organizaciones [132] un tiempo y después me comencé a acercar. Y ahí estoy, llevo cuatro años ahí tratando de aportar lo que más pueda. “Las y los afrodescendientes estamos bajo la línea de la pobreza, pero las mujeres han sido las más discriminadas de todo esto. Porque ser negra, ser mujer y ser pobre es súper difícil.” Y de allí formaste el Colectivo de Mujeres Luanda, primera organización de mujeres afrodescendientes en Arica, ¿no? Todas las otras organizaciones son mixtas, hombres y mujeres y están creadas para bailar, salvo el grupo “Hijas de Azapa” que se creó hace como dos o tres meses. Entonces, cuando asumimos la nueva directiva empezamos a pensar, bueno y qué hacemos. ¿Para qué es la organización? No es solo para venir y juntarnos e ir a bailar. No, necesitamos ver qué necesitamos. Las y los afrodescendientes estamos bajo la línea de la pobreza, pero las mujeres han sido las más discriminadas de todo esto. Porque ser negra, ser mujer y ser pobre es súper difícil. Las mujeres afrodescendientes no han tenido mayores oportunidades de estudiar y algunas han logrado pero con mucho sacrificio a sacar la enseñanza media. Entonces, hemos conseguido cursos en los cuales lo que ellas hacen lo puedan aprender a hacer mejor y tengan un cartoncito en el cual diga que están certificadas por esto. Es para que ellas puedan emprender su pequeño negocio y así se pueda sentir más fuerte, más independiente. Entonces, partimos por ahí, para que en sí ellas fueran más independientes, se sientan más seguras. Empezamos a conseguir unos cursos para líderes para que aprendieran a reclamar por sus derechos, para que aprendieran a detectar los problemas de violencia. “La historia dice que fueron llevados esclavos para este otro lado, pero no hay testimonios. Yo ahora te puedo dar testimonio de que si hay una familia en Concepción que son afrodescendientes.” ¿Cómo ves el nivel de conocimiento acerca de la población afrodescendiente en Chile? Como te decía, el movimiento afrodescendiente acá en Chile lleva 11 años, partiendo con la señora Sonia Salgado. Hace tres o cuatro meses la Red Chilena Contra la Violencia Hacia la Mujer me invitó a un evento en Santiago. Me invitaron a hablar y terminé de hablar y había 10 personas por lo menos queriendo hablar conmigo para saber de la mujer afrodescendiente. Mujeres de organizaciones a nivel nacional no sabían que existía la mujer afrodescendiente en Chile. No sabían que existían o que había personas africanas esclavizadas acá en el país. Entonces, lo que a mí me chocó mucho, lo que me llevó a cuestionarme y plantearme muchas cosas, fue en estos 11 años que llevan dirigentes a nivel local acá en Arica, viajando por todo Sudamérica, ¿qué han hecho en 11 años? Tú sales de Arica y nadie sabe de los afrodescendientes. [133] Me contaste que una vez te encontraste con dos mujeres de Concepción [cuidad chilena que queda 2.500 km al sur de Arica] y que a partir de conocerte y escuchar de los afroariqueños empezaron a buscar sus raíces africanos. ¿Puedes contar un poco más sobre este encuentro? Sí, hace unos años y yo me encuentro con unas mujeres de Concepción. Ellas me empiezan a mostrar fotos de su familia de Concepción y me decían: “cuando tú hablaste, yo hablaba con mi familia de porqué somos así. ¿Por qué es nuestra piel más oscura? ¿Porqué mis sobrinos tienen pelo crespo?” Me mostraba fotos y era gente que yo veía y era igual a cualquiera de los afros que están acá en Arica. Y le decía a la amiga “viste, yo siempre pensé que éramos de otro lado” y yo le decía: “¿pero tú familia es de Concepción?” De toda la vida me decían. Concepción es una ciudad muy grande, la segunda después de Santiago que queda más allá de Santiago, más al sur de donde estamos nosotras. Incluso ellas me contaron una historia: me contaron que en Valdivia existe una laguna que ya no está, que se llamaba ‘la laguna de los negros.’ La historia es que en esa laguna llevaban a las personas enfermas de lepra. Si tú te pones a unir cosas, aquí en Chile daba la disentería, pero les daba a todos menos a los esclavos. Entonces, yo vengo y cruzo toda esa información y digo “ah”: en Valdivia, en la laguna de los negros, allí llevaban a la gente enferma de lepra y a las esclavas que estaban en esa laguna no les daba la lepra y ellos era los que cuidaban a los leprosos. Por ende hay registros, hay personas que tú puedes decir son afrodescendientes y son personas que sus familias vienen de ahí. Y eso es maravilloso porque siempre te han dicho no existen pero sí hay acá, pero no los conoces. La historia dice que fueron llevados esclavos para este otro lado, pero no hay testimonios. Yo ahora te puedo dar testimonio de que sí hay una familia en Concepción que son afrodescendientes y los relatos que en algún momento les di en ese seminario ayudó a que ellos se reconocieran. Y esta amiga me la encontré este fin de semana en Valparaíso, en un encuentro feminista. Y me dijo que había hablado con su familia y les había dicho que eran afrodescendientes y que la familia ahora ya les creía un poco más y que estaban con un poco de curiosidad. Pero siento que esas cosas tan pequeñitas apoyan, van ayudando. Háblame sobre el evento de la organización Germina que recién realizaron sobre el VIH/SIDA en la cuidad de Arica, en que participación miembros del Colectivo de Mujeres de Luanda. ¿A cuáles conclusiones llegaron a partir de este estudio sobre la mujer afroariqueña y el VIH/SIDA? En esta jornada empezamos a contar nuestras experiencias, contamos el problema que habíamos tenido con este volante del VIH/SIDA y que no hay ningún estudio sobre nosotras porque “no existimos.” No existe ningún estudio, absolutamente nada. Sin embargo, se estigma demasiado con que somos las mujeres negras las que estamos infectadas y que transmitimos el SIDA porque somos liberales. El otro día yo decía: “no nos conocen.” No tienen antecedentes, no tienen cifras sobre nosotras, pero si en su inconsciente dicen que las enfermas de SIDA, las que transmitimos SIDA, nosotras somos las fáciles. Y lo que me gusta del libro que sacó Germina es el hecho de que nos deja súper en claro que no hay estudios sobre las mujeres afrodescendientes. Ahora el nivel del SIDA que existe en esta ciudad es producto precisamente de la ignorancia. El 34% de las mujeres en Arica están infectadas del VIH/SIDA. Hay una falta de educación y mucha ignorancia. [134] “Yo quiero gritarle al mundo como cuando uno está enamorada que soy afrodescendiente, que yo amo lo que soy.” ¿Existe algún diálogo sobre el VIH/SIDA en el colectivo afrodescendiente en Arica? No, no hay. No existe nada, absolutamente nada. Pero esta primera publicación, que dice, aunque sean tres líneas, “no hay ningún estudio sobre la comunidad afrodescendiente con relación al VIH/SIDA.” Así que si nos vengan a decir que nosotras somos el SIDA o que lo transmitimos están súper equivocados. Para terminar, si pudieras transmitir un mensaje a otras mujeres afrodescendientes en la región, ¿qué dirías? Primero les diría que es súper lindo cuando uno se auto-reconoce. Cuando te reconoces en todo lo que tú eres. En cuanto te reconoces como madre, como hija, como descendiente, como mujer, como trans, como lesbiana. Cuando tú te autoreconoces y aceptas te liberas y puedes convivir y caminar en paz contigo misma. Y si tú sientes que eres afrodescendiente o tienes dudas pero te da miedo, te da vergüenza ser afrodescendiente el día que tú digas te vas a sentir tan liberada, tan feliz y vas a tener tantas ganas de decir. Esto es igual a enamorarse. Yo cuando comencé a decir que era afrodescendiente yo comencé a enamorarme de eso. Y yo decía: “yo siento amor por esto.” Yo quiero gritarle al mundo como cuando uno está enamorada que soy afrodescendiente, que yo amo lo que soy. [135] Uruguay *** Grupo Pastoral Afro, Tacuarembó, Uruguay María Da Rosa y su hija, Agua Salto, Uruguay [136] Testimonio oral | Alicia Esquivel y Beatriz Ramírez 12 de Diciembre 2012 Montevideo, Uruguay En el marco del día de la abolición de la esclavitud en Uruguay, se realizó una actividad artístico-cultural en el Centro Cultural Budista Soka Gakkai en Montevideo para conmemorar 170 años desde que se ponía fin a la esclavitud en el territorio. El evento se llamaba “Doce de Diciembre abolición de la esclavitud...y nosotras?” y contó con un performance del coro Afrogama, un grupo de mujeres afrouruguayas y uruguayas de diversas etnias que busca a visibilizar la cultura afrouruguaya a través de la música. El evento contó con una conversación entre Alicia Esquivel, directora del Departamento de la Mujer Afrodescendiente en el Instituto Nacional de la Mujer (INMUJERES) y Beatriz Ramírez, directora de INMUJERES. El siguiente es parte de la conversación que se realizaron durante la actividad. Alicia Esquivel: Estoy muy feliz de estar aquí y siento mucho orgullo y placer cada vez que veo a estas mujeres del grupo Afrogama. Son una maravilla y un honor para nosotras porque nos representan en todo y son embajadoras de lo que es nuestra identidad como uruguayas y mujeres afrodescendientes. Bueno, la responsabilidad que a mí me toca y acaban de nombrar, estoy en la responsabilidad de un departamento del Instituto Nacional de las Mujeres, un departamento que es el Departamento de Mujeres Afrodescendientes y en estos momentos se está discutiendo una ley de acciones afirmativas para el colectivo afrodescendiente. Uno se pregunta ¿y qué es esto? ¿Por qué tiene que existir un departamento de mujeres afrodescendientes? Y bueno, yo creo que dado la diversidad de todas las que estamos acá tenemos que entender un poco de dónde viene toda esta historia. Y esta historia viene porque ustedes saben de las personas que fueron esclavizadas, que fueron traídas aquí como esclavos. No somos descendientes de esclavos y esclavas, somos descendientes de personas que vivían en libertad en África y fueron traídas bajo un régimen que catalogamos como crimen de lesa humanidad y quedamos aquí en este día que se hace la abolición de la esclavitud. Pero nosotros también algún día tendremos que preguntarnos ¿abolición de qué? Porque yo por supuesto que me congratulo mucho de saber que en este momento estamos en el día de la abolición de la esclavitud pero me pone bastante mal saber que muchas cosas no cambiaron en todo este tiempo. ¿Por qué? Porque a estas personas se les generó un sistema de libertad, pero muchos tuvieron que pagar por esta libertad. Muchos quedaron encadenados por 25 años por esta libertad. Por un lado se nos trajo como esclavos, se nos colocó a un trabajo absolutamente insalubre y después se nos libera en una situación por la cual tenemos que pagar esa liberación. Tenemos en principio escuelas pero fundamentalmente para formarnos en servicios y aquí comienza la larga historia de lo que es la discriminación racial y que conllevan a una serie de puertas que van tapando nuestras oportunidades de poder crecer. ¿En qué situación nos encontramos las mujeres afrodescendientes, las mujeres negras? ¿Saben por qué primero no quiero decir que soy una mujer negra? Porque así [137] lo soy, porque ese nombre me lo puso el esclavista y tengo derecho a decir que yo no voy a asumir ese nombre que me lo puso alguien que me hizo tanto daño. Lo segundo, porque en los círculos afrodescendientes significa que es una persona de la diáspora africana negra que fue y es descendiente de las personas que fueron esclavizadas y traídos en la plataforma transatlántica y que sufrimos todas estas cosas que tienen que ver con el racismo y la discriminación y que tenemos una serie de derechos para defender. Derechos que son de la sociedad toda porque es evidente que todos y todas somos uruguayos y queremos una sociedad democrática en la cual tengamos las mismas oportunidades. ¿Qué pasa con las mujeres afrodescendientes? Cuando con la Revolución Francesa, libertad, fraternidad, igualdad, solidaridad: revolución que recordamos todas y todos y que nos acordamos el 14 de julio y que esa igualdad, solidaridad, fraternidad y libertad fue para los hombres, no para las mujeres. Y fundamentalmente para los hombres blancos y burgueses. Primera puerta, soy mujer y estoy detrás de un hombre, y detrás de un gran hombre sí hay una mujer, no delante. Nosotras somos mujeres, es el primer gran obstáculo respecto en la sociedad. A eso se le agrega un segundo gran obstáculo: que tenemos un color distinto. Que somos mujeres negras y que somos además hijas de las personas esclavizadas. ¿Y estamos en dónde a nivel de servicio? En eso que le llamamos el piso de barro de que no podemos salir. Ese piso de barro de estereotipos, en general si, somos buenas trabajadoras, honestas, buenas a nivel sexual, etc. Segunda gran puerta colocada, y además somos pobres. Entonces, como somos pobres no podemos ir a los lugares donde se ofrecen los mejores lugares de salud o de educación. Y estos muros nos encarcelan y esa es la falta de inclusión social en la que la mayoría estamos padeciendo siendo mujeres trabajadoras de toda la vida que buscan salir adelante con sus hijos. El piso de barro que no les permite salir. ¿Qué podemos hacer desde nuestro departamento? Es tal la situación que viven las mujeres que muchas veces nos golpean la puerta porque viene una compañera a plantearnos una situación personal de carencia, sea un tema de una vivienda, de un préstamo de un trabajo. Desde el ministerio podemos articular hacia dónde se pueden resolver estas cosas, pero no podemos resolverlos. Tenemos que ver cuáles son los problemas para generar políticas y no resolver individualmente. Pero fundamentalmente tenemos dos niveles para actuar. Primero, es a nivel de nosotras las mujeres en los hechos de la capacitación de ellas para que se empoderen con sus derechos como mujeres y luego como afrodescendientes para que realmente puedan ingresar a los lugares de trabajo que realmente se merecen por historia y a nivel personal. Y una sensibilización muy importante que estamos haciendo, porque somos la sociedad uruguaya. Y en esto lo que hacemos es pregonar lo que somos a la sociedad las correctas formas de actuar. Tenemos que noquear el lenguaje racista y sexista que habitualmente hemos naturalizado. Entonces en este día y con estas mujeres divinas que estamos acá homenajeando a otras mujeres impresionantes, quiero decirles que estamos muy felices porque estamos caminando. El piso de barro no es el mismo. Ya hemos sacado mucha gente y esa gente que hemos sacado de ese piso de barro vamos haciendo una gran cadena de solidaridad que no tiene color de piel y solo queremos una justicia social en la que todas y todos demos lo que tenemos para dar y no tener personas excluidas. Muchas gracias. [138] Bueno la señora Beatriz Ramírez, directora del departamento e Instituto Nacional de las Mujeres del MIDES y nos va a decir algunas cosas. Beatriz Ramírez: Bueno, en principio estoy muy contenta de acompañar a Afrogama, que es liderada por mi hermana, Chabela Ramírez. Siempre es un esfuerzo importante combinar lo que es el trabajo político--que en alguna manera Alicia y yo lo representamos--con otro aspecto tan importante como es la cultura. Creo que esa es una combinación perfecta porque sobretodo, para un colectivo como el nuestro en donde la identidad cultural ha sido el elemento central de nucleamiento y de resistencia, nos ha permitido emerger y tener un proceso de resistencia. Hoy podemos contar con Alicia, con todos los aspectos y avances y que todos los desafíos tienen una base en el proceso de la colectividad negra uruguaya organizada. Es una resistencia colectiva que nosotras aprendimos y que nos construimos más allá después de los conocimientos y los aspectos académicos, son más conceptuales desde nuestros propios colectivos. Yo siempre digo que me considero una activista porque nací en una casa en que mi familia era una familia absolutamente comprometida, no solo con su realidad personal que era tan dura como la de la mayoría de los afrodescendientes de la época, pero por cierto con las personas que nos rodeaban. Por lo tanto creo que la solidaridad, si bien uno después la fue consolidando nació en nuestras casas. También me considero feminista porque tenía una abuela que medía 1.5 metros con suerte pero que sabía pararse de una manera muy fuerte. Era una mujer analfabeta que había venido de su pueblo de Treinta y Tres y que además nos prodigó de todo su amor en valores, en palabras, en una fortaleza que realmente había que pararse frente a Doña Julia Ramírez. Creo que tomamos mucho de esa fuerza, fuerza de sobrevivencia. Nos referimos con figuras de activistas internacionales a las cuales también me refiero porque hacen parte a la construcción y esas construcciones son diversas. Empezaron por las casas, por nuestras abuelas, por nuestras madres y creo que esa construcción después se fue alimentando con otras figuras. Mi tía Marta, me dice: “¿nena por qué hablas tanto de las viejas?” Porque fueron las que me enseñaron por dónde tenía que caminar. No había otra cuestión que después no tomara otro camino que no fuera la lucha, el compromiso. Esto no fue una cosa que fue una idea brillante en que me senté en un escritorio y dije “ahora hay que luchar.” Para nada, eso fue un compromiso y una exigencia. Aprendimos con figuras como Amanda Rorra que nosotros llegábamos al Club Uruguay y hacíamos nuestros escandaletes que queríamos cambiar nuestra realidad, porque la juventud tenía el derecho de parar y cambiar toda esta situación que era injusta…y Lágrima Ríos que para mí fue un ser humano maravilloso. Lágrima que llegó, además de haber vivido una vida de mucha complejidad, de mucha marginación, de racismo, de violencia. Y Marta Gularte también, era una mujer muy particular con sus luces y sombras como todo el mundo. Una mujer glamorosa, inteligente, humana que la vida la había llevado al límite y por lo tanto en muchos casos vivió como pudo y quiso vivir y morir. Porque también esas cosas nos muestran como las sociedades machistas y patriarcales determinan la vida de las personas….Eran todas esas mujeres negras que llegaban con una vida muy dura y al final de los tiempos entendían que podían, que quería aportar y construir y realmente fueron parte de ese proceso. [139] Todo este proceso de la abolición de la esclavitud que fue tan terrible y que Alicia hacía mención de lo que fue ese proceso expansionista mercantilista, tan brutal que en definitiva lo que hizo fue darle la acumulación económica y la construcción de nuestros países tuvo un precio muy alto en las mujeres afrodescendientes. Eran el objeto de la mercancía porque reproducían y por tanto la producción de esclavos significaba más dinero para esas transacciones económicas y porque además el esclavista fue tan inteligente que supo que cuando traían a las mujeres calmaban permanentemente las rebeliones que existían a lo largo de América Latina y del Caribe en búsqueda de esa libertad. La colectividad afrodescendiente a lo largo de América Latina ha luchado y luchará por la libertad porque es una condición inherente al ser humano y en realidad el papel que juegan las mujeres afrodescendientes más allá de las coyunturas históricas, ha sido una cadena interminable de mujeres que son la base social del colectivo afrodescendiente. Nosotros no negamos para nada la presencia de nuestros varones porque la historia ha sido muy dura con los varones y por algo nuestras familias son matriarcales, familias basadas en las mujeres. No solamente por haber sido quienes quedaron a cargo de sus hijos, pero también porque en definitiva la condición femenina es de alguna manera instituyente en estos días que se habla de la energía y tantos cambios desde el cosmos que creo que aporta mucho a la reconstrucción, a recomponer, a construir. Y lo que siempre decimos las feministas es que ese es un valor muy importante que tenemos las mujeres, sobre todo las afrodescendientes y las aborígenes por una cultura… El día de la abolición es un día de celebración, conmemoración y para redoblar los esfuerzos para un mundo mejor. Ese esfuerzo que hacemos las mujeres es porque quisiéramos que nuestros hijos tengan un mayor aprovechamiento de que nos tocó a nosotros y no es solamente una exigencia individual sino que tiene que ver mucho con el colectivo. Necesitamos mujeres y varones más justos, más igualitarios, más capacitados, más empoderados para que esta sociedad uruguaya empiece a reconocer lo que no va a reconocer porque nada podemos esperar que de nosotros mismos. Pero sí podemos esperar una sociedad que va cambiando. Yo creo que estos días han sido tantos y cuando se aprobó la primera etapa de la ley de acciones afirmativas fue un gran triunfo para el colectivo, para la sociedad uruguaya, como anoche que también se aprobó el matrimonio igualitario, porque también es otro derecho que muchos de nuestros integrantes de nuestra sociedad han sufrido aparte de su condición de afrodescendientes al tener una orientación sexual distinta y han sufrido la humillación, la discriminación y más allá de que podamos pertenecer a los grupos diferentes tenemos que tener la coherencia ideológica de poder acompañar todas las luchas que sea para combatir el racismo y la discriminación racial y luchar por la igualdad de oportunidades y de derechos. Yo creo que en estas mujeres, hermanas se simboliza este proceso de nuestra colectividad. Estas mujeres que nosotras hemos visto construir, crear, cantar maravillosamente. Estas hermanas, quizás hubieran sido otras cantantes maravillosas de Brasil y América Latina pero en nuestro país por nuestro retraso social y económico no lo fueron, pero para nosotras sí lo fueron. Esto es lo que somos las mujeres afrodescendientes: luchadoras de la vida. Muchas gracias. [140] Testimonio oral | Luz Marina Sosa Silva 6 de Noviembre 2012 Artigas, Uruguay Cualquier lugar que lleva el nombre de un héroe nacional tiene una riqueza de historia. El departamento de Artigas, nombrada en homenaje al prócer uruguayo José Gervasio Artigas, se encuentra al norte del país con la frontera de Brasil. La herencia africana en la zona está evidenciada por las diversas manifestaciones culturales como el celebrado carnaval artiguense, las escuelas de samba y comparsas de candombe, la movilización socio-político de las organizaciones afrouruguayas y la memoria compartida por el colectivo afrodescendiente. Luz Marina Sosa Silva es la directora de la asociación civil Mundo Afro Artigas y es hija de Adela Silva, primera mujer afrouruguaya docente. En esa instancia nos encontramos en su casa en el centro de la cuidad de Artigas y conversamos sobre la responsabilidad social, dedicación y amor que fue transmitido por su madre a ella a través de una larga carrera de docencia. Conversación con Luz Marina Sosa Silva Soy Luz Marina Sosa Silva. Estoy actualmente jubilada de docente de una escuela rural de primaria, docente de niños sordos y docente en formación docente, para reformadores. Trabajé 36 años, actualmente tengo 61 años y continúo en la parte docente pero particular. Tengo la suerte de haber tenido siempre un gran empuje y un gran apoyo para la parte de educación intelectual sabiendo que eso es un soporte muy importante para la formación de cualquier persona. No importa la edad, no importa la condición social, lo importante es poder acceder e involucrarse en la educación y la lectura y en el conocimiento de las cosas. Y bueno, soy por parte de mi mamá, afrodescendiente y también con descendencia charrúa. Me comentaste que tienes ascendencia afrodescendiente y indígena. ¿Como ves la influencia de las dos culturas en Artigas? A mí no me afectó tan directamente una discriminación o algo marcado. Quizás la época también fue diferente cuando yo nací. Pienso en el enfoque que le dio mi madre, como ella nunca lo enfocó desde el punto de vista de la discriminación, al contrario, de la integración. Yo pienso que puedo aportar desde el punto de vista de que yo puedo lograr muchas cosas. Teniendo una madre con esa ascendencia, sobre todo, la que se veía como la afrodescendiente y yo llevando también la carga genética. Yo creo que puedo ayudar, o por lo menos, ser un testimonio de que sí, podemos llegar a algo más, es decir, podemos llegar a lo que queremos. Pienso que, quizás también porque soy docente, que hay que enfocarlo en la educación. Nosotros tenemos que aportar a la educación, apostar desde los niños pequeños, que se formen de otra manera para que esa barrera no exista cuando ellos sean más grandes, para que ellos sientan que por lo menos desde ese punto de vista no hay una barrera que los frene. Yo pienso que desde ahí podemos lograr, quizás se piensa también “Bueno, perdemos una generación en el medio,” pero no la perdemos del todo. Le damos todos los elementos que podemos, pero todas nuestras nuevas generaciones tienen que tener un conocimiento totalmente diferente y tiene que tener un espacio igual a todos, que se den cuenta que su espacio es como el de todos. [141] Actualmente eres directora de la asociación civil Mundo Afro en Artigas. ¿Cómo llegaste a formar parte de esta organización y militar por la comunidad afrodescendiente en Artigas? Poco a poco, fui tratando de conocer sobre la temática que no se conocía mucho, y luego fui señalada, digamos, por la invitación de dos grandes amigos, Víctor y Adán, que me invitaron a formar parte del Mundo Afro. Ahí empecé a conocer y tener los elementos para poder transmitir a los demás eso que queremos que es la visibilización para que todos sean iguales y que sean, como decía Varela: “Nada más que diferentes por sus propias capacidades.” Y bueno, estamos primero en ese estudio para conocer y fundamentarnos, y luego, también ver cómo podemos ayudar, podemos colaborar para que todo se vaya solucionando o por lo menos vayamos abriendo la conciencia y el conocimiento. Es difícil cambiar si alguien no te muestra otra visión de las cosas. “Yo creo que puedo ayudar, o por lo menos, ser un testimonio de que sí podemos llegar a algo más, es decir, podemos llegar a lo que queremos.” ¿Cuál es tu percepción sobre la realidad social de las y los afrouruguayos en Artigas? Si nosotros miramos alrededor, vemos que por alguna causa muy fuerte nuestros afrouruguayos no han podido llegar a determinados lugares en la sociedad, en la parte educativa, en distintas áreas donde hay otro nivel social y cultural. Entonces nosotros tenemos que ayudar a que se visibilice y ayudar a los nuestros a que puedan avanzar y sentirse seguros. Yo pienso que recién estamos comenzando. Porque pasamos de una época esclava y ese pasaje era tan difícil para nuestro pueblo durante muchos años, después de la liberación, que fue solo un papel. Entonces, toda esa parte como que nosotros no la asumimos socialmente, ni siquiera hacemos conciencia. Entonces, me parece que falta sí, la visibilización. Adelia Silva, primer mujer afrouruguaya docente era tu madre. ¿Cómo fue que llegó a ser docente? ¿Tuvo que enfrentar algunos obstáculos? Pienso que mucho de mi militancia tuvo la influencia de mi mamá. Ella fue afrodescendiente, pobre y se hacía la parte doméstica. Le costó poder entrar al liceo pero lo logró con su constancia, con su perseverancia. En la época que ella vivía era difícil el avance de la mujer, el ir superándose en la parte intelectual, en la parte profesional. Ella enfrentaba las dos cosas: su afrodescendencia y ser mujer. Ella nació en Artigas y fue directora rural y inspectora de escuelas. Trabajó en los departamentos de Florida, en Canelones, Colonia y en Salto con cargos de inspectora de directora de 2do grado. Luego se jubiló y comenzó una etapa, es decir, ya los últimos años de docente, empieza en ella una veta nueva para escribir. [142] ¿Cómo eran los escritos de ella? Sobre qué escribió? Comenzó a escribir porque como hablaba bien a veces le pedían que hiciera algún texto para una presentación en las escuelas y así empezó a escribir y no paró más. Escribió en español y italiano. Ganó un premio, estando viva en el 2004 que fue en el Departamento San José por la Sociedad Italiana. Ella recibió el premio especial de la Cámara de Comercio de Sicilia por un poema que escribió en italiano. También viajó tres veces a Europa y recorrió España, Francia, Mónaco, Suiza y en cada lugar hizo poemas y escribió cosas. Leyendo sus poemas, uno puede viajar junto con ella. ¿Cuáles recuerdos te hacen sentir orgullosa de tu madre? A todos los lados que iba, traía una o dos agendas llenas, no solo de poemas, sino de datos, de conocimientos, de aportes. Se acordaba de las personas: “Mirá esto lo encontré y es exactamente para ti” y así te traía. Si ella veía algo donde no estaba de acuerdo, se acercaba a las personas, conversaba con ellas y planteaba su punto de vista. Pienso que es eso el legado, el poder transmitir y ayudar al otro para que pueda lograr lo que quiere. Ella era un ser muy especial, es decir, yo siempre digo que era de esos seres que nacen uno en mil o diez mil, con un altruismo como persona, con una fuerza de fe y de creer en lo positivo muy diferente pero muy fuerte de personalidad. Era realmente un ser muy especial. Nos dejó mucho. [143] Testimonio oral | Marita Souza 6 de Noviembre 2012 Centro Poblado Pintadito, Artigas, Uruguay Al salir de la cuidad de Artigas por la Ruta 30 uno puede ver bien marcada la diferencia entre lo urbano y rural. La localidad de Pintadito es una zona de contrastes evidenciada por su ubicación pintoresca y una amplitud de recursos naturales y los graves problemas socioeconómicos que enfrenta la gente que vive allí. Hace años que Marita Souza lucha para mejorar las condiciones vulnerables de su pueblo, logrando en el 2003 la construcción de un comedor y un programa de nutrición para los niños en Pintadito. Gracias a su invitación, nos reunimos en el comedor del pueblo y dimos una vuelta por el barrio mientras que ella cuenta su historia. Conversación con Marita Souza Mi nombre es Mary Elizabeth Souza, pero todos me conocen como Marita. Vivo en este barrio hace casi 30 años, Centro Poblado Pintadito en el departamento de Artigas, Uruguay. Conmigo ha pasado una cosa curiosa porque yo fui criada en Montevideo, en un colegio americano, el Crandon, un colegio donde estudié inglés. Durante los años de primaria y secundaria no tuve contacto ninguno con la raza negra. Vine a tener contacto con la raza negra cuando salí de 4o año de liceo y tendría 17 o 18 años, más o menos. Ahí es cuando empecé a conocer un poco de la historia afro y conocerme y a valorarme un poco más. Y bueno, ahora me identifico totalmente afrouruguaya. ¿Qué importancia das a la memoria en tu propia búsqueda de tus raíces y la historia del pueblo afrouruguayo? Creo que es importante porque eso nos va a permitir entender un poco más a la sociedad que discrimina, que hace racismo ¿no? Lo que yo estoy aprendiendo, porque estoy leyendo muchos libros de la historia afrouruguaya, de la real historia uruguaya, es que tenemos que conocernos primero nosotros para después transmitir a la sociedad, para que también ellos sepan la real historia de los afrouruguayos. De cómo llegamos acá y que no vinimos porque quisimos, sino que nos trajeron a la fuerza, como esclavos. Entonces, pienso que es una cosa muy lenta, pero estamos plantando semillas en diferentes ámbitos. Hay muchas organizaciones que trabajan estos temas, que están tratando de conseguir que los negros seamos contemplados en una equidad con la raza blanca y que sea realmente parejo. A esos efectos, hace poco se aprobó una ley con unos puntos muy interesantes, y lo que considero más importante es que el estado uruguayo reconoce los años de sometimiento y de esclavitud que pasó nuestra raza, ¿no? Y que también lo que pasó con las indígenas, ¿no? Que fueron diezmados. Entonces, yo digo que es conocer primero lo nuestro, digamos, para después poder hacer saber y que la sociedad entienda de una vez por todas, porque aquí en Uruguay hay discriminación y racismo. Entonces, hacer entender a la sociedad que somos seres humanos como cualquier otro. Creo que empieza por ahí, por nosotros primero estudiar nuestra historia para entenderla y hacerla saber a la sociedad. [144] “Creo que empieza por ahí, por nosotros primero estudiar nuestra historia para entenderla y hacerla saber a la sociedad.” La cuidad y el departamento de Artigas tiene un vínculo importante con la esclavitud y el movimiento de los afrouruguayos y afrobrasileros libertos por la frontera durante el siglo XIX. ¿Alguna vez escuchaste esta historia de algún familiar? De familiar no he escuchado tanto, pero lo que yo he podido estudiar y me han informado. En la época de la esclavitud los negros del sur de Brasil, Rio Grande do Sul, se escapaban para Uruguay, tanto para Artigas como para Rivera, escapaban acá y ellos acá eran libertos. A veces los patrones venían de Brasil en busca de ellos, algunos se los llevaban, pero no todos porque acá ya eran libres. Por eso Artigas y Rivera son los departamentos del interior que tienen más raza negra en el Uruguay. Ahora, cuesta un poco contar la gente afro, porque hay mucha gente que no se asume como tal pero como que no se acercan mucho. Entonces a esos efectos tenemos que ir nosotros. Siendo miembro de Mundo Afro Artigas, ¿óomo ves la presencia de la organización en Artigas y cuales son los proyectos que están realizando con la comunidad afrodescendiente en la frontera? Bueno, aquí en Artigas el Mundo Afro existe hace muchos años. Se conformó una nueva directiva, que fue decisión del Congreso Nacional de Mundo Afro, que se hizo acá en Artigas en marzo de 2011. Hace un año y poco que hay una nueva directiva, la presidenta honoraria es Luz Marina Sosa. Tenemos una oficina que se llama Unidad Temática por los Derechos de los Afrodescendientes, que funciona en un espacio físico que la Intendencia Departamental de Artigas nos cedió, porque hay un convenio firmado entre Mundo Afro Montevideo y Mundo Afro Artigas con la intendencia para trabajar en conjunto y realizar actividades para hacer conocer tanto la cultura afro y como la historia también. Y a esos efectos, Artigas siempre se caracterizó por las escuelas de samba, ¿no? Y en Uruguay, más bien la parte del sur, es el candombe y las murgas y acá en Artigas la gente no conoce eso. Dice que no les gusta porque no conoce. ¿Qué mensaje darías a las mujeres afrodescendientes de Artigas y de la región? Bueno, quisiera mandarles un saludo a todas las hermanas de color y decirles desde el corazón que debemos tener mucha fe y mucha perseverancia para poder cambiar las cosas injustas que hoy padecemos y que no tiene nada que ver con lo que deben de haber sufrido nuestros antepasados, ¿verdad? Todo de eso tiene que cambiar y siempre digo que la fe mueve montañas. Y bueno, con fe y con perseverancia, golpeando puertas, y haciendo conocer a las personas la historia del afro, de a poquito vamos consiguiendo las cosas. Ahora quiero decirlo en inglés: Dear black sisters, I’m sending a simple message of friendship and peace that moves mountains. I feel we are connected spiritually and that pushes us through the three Americas, North, [145] South and Central America, to continue our fight so we can reach a real and final solution for our rights all over the world. From Artigas, Uruguay, I’m sending my best wishes of peace. I love you all, Marita [146] Testimonio oral | Amanda Díaz 13 de Agosto 2012 Montevideo, Uruguay Mencionar el nombre de Amanda Rorra 6 implica pensar en la resistencia y supervivencia de la mujer afrouruguaya y su compromiso a la lucha por la equidad étnico-racial. Hoy, el legado de ella está transmitido en historias contadas entre militantes, familiares, amigos y personas que tuvieron la suerte de conocerla. En esa instancia nos reunimos con su nieta, Amanda Díaz y nos cuenta cómo ella ha reivindicado el legado y nombre de su abuela y el suyo. Conversación con Amanda Díaz Me llamo Amanda y nací en Montevideo. Toda mi vida viví en Sayago, en la casa que construyeron mis abuelos. Ahora por ejemplo, es una casa típicamente afro porque mi madre es la que vive en esta casa, mi hermano vive en el fondo y yo vivo arriba. Estamos todo bajo el ala de mi madre. Bueno, la militancia en mi casa es una fuerte cuestión de mujeres, en realidad. Si bien, mi abuela, mi madre y yo ahora militamos. Así que la militancia comienza en casa. Capaz que hoy en día si miramos alrededor hay muchas mujeres que militan, pero si miramos a su contexto familiar es contrario a lo que piensan. Como algo que aprendí, los cimientos empiezan en casa. Entonces, gracias a eso me pude formar yo como militante y mi abuela formó a mi madre. Siempre mirando para dentro, la familia. Y si Dios quiera que yo pueda formar a Salvador [su hijo] como activista, eso de formar conciencia continua, eso de tener un discurso y vivir de acuerdo a ese discurso. Y también un discurso fuertemente feminista. Tu abuela está reconocida por ser una activista importante en el colectivo afrouruguayo y hoy en día sigue teniendo una influencia significante. ¿Cuáles recuerdos tienes de ella? Para mí Amanda Rorra era mi abuela, entonces, yo la conozco de ser una persona muy tierna y comprensiva. Tengo los mejores recuerdos de mi abuela y me encantó crecer con ella. Era como una de mis mejores amigas, una adelantada en su tiempo. Capaz que cosas que mi madre no comprendía mi abuela sí. Yo me fui enterando muchas cosas de mi abuela por otras personas. Ella murió a los 81 años y yo tuve un período que sí pude disfrutarla. Además era una persona que le gustaba muchísimo contar anécdotas, entonces conocí Axum en su esplendor por los relatos de mi abuela. Mi abuela fue una de mis principales formadoras como mujer negra y de lo que quiero para mi vida. Fue para mí una mujer adelantada, de vanguardia, con un nivel, no intelectual, si político. Negociadora, incluía a todo el mundo. Tenía pensamientos que superaban en la época. Referente femenina del activismo afro del siglo XX, tuvo como prioridad las necesidades de su comunidad. Trabajó para crear las bases de la unidad del colectivo afrodescendiente [en Uruguay] y ese fue su legado. Fuente: “Memorias de Amanda,” Premiación Amanda Rorra, Montevideo: Ministerio de Desarrollo Social, Julio 2010, 11. 6 [147] “Quizá parte de elegir eso de ser trabajadora social tiene que ver mucho con eso, con mi abuela y también ver desde la academia cómo puedo ayudar a mi comunidad. Lo elegí diciendo qué profesión que me guste y pueda ayudar a la comunidad… y me tiré al trabajo social.” Cada año se realizan los premios de Amanda Rorra en donde se homenajean mujeres que han contribuido al mejoramiento de la comunidad afrodescendiente en Uruguay.7 ¿Cómo te sentiste cuando pusieron el nombre de tu abuela a este evento? Al principio me emocioné un montón porque en realidad yo la conocí como mi abuela pero a muchas personas las marcó fuertemente como activista afro. Mi abuela era una persona que formaba conciencias de ser mujeres y hombres negros y también el diálogo con las otras generaciones. Entonces, me sorprendió muchísimo. Si bien mi abuela era mi ídola, no pensé que para otros lo fuese. Muchas personas, como que una vez vinieron y me dijeron ‘tu abuela es una referencia en Latinoamérica y si vos decís Amanda Rorra la conoce todo el mundo.’ Me parecía raro que gente de repente me hace un cuento, inclusive dentro de los partidos políticos. También una compañera comunista, en el trabajo cuando se enteró que era nieta de ella me dijo, ‘vos sos nieta de la famosa Amanda Rorra.’ Y a mí me pone muy orgullosa porque yo conocí a mi abuela. Quizá parte de elegir eso de ser trabajadora social tiene que ver mucho con eso, con mi abuela y también ver desde la academia cómo puedo ayudar a mi comunidad. Lo elegí diciendo qué profesión que me guste y pueda ayudar a la comunidad… y me tiré al trabajo social. Eres parte de una familia de universitarios, cosa no tan común en el colectivo afrouruguayo. ¿Cuál es tu percepción sobre el acceso que tienen las mujeres afrouruguayas a la educación y cómo ha sido tu experiencia? Mis padres nunca nos dieron la opción de no tener un título universitario. Era como que hacé lo que quieras pero traé el título, y eso en realidad creo que no es algo común en las familias afros. Mis abuelos siempre soñaron eso, como mi abuela siempre decía que había lavado muchos pisos como para que sus tatarabuelos no tuvieran que lavar más pisos ni aguantar más impertinencias. Es parte de ese legado nuestro, un mandato, pero no sé si lo sentí como un peso sino como un deber, pero dentro de lo que yo quería. Nunca se me ocurrió ser modista. Nunca fue una opción no tener un título. Aparte mis padres siempre trabajaron pensando en nuestro futuro y más como mujer, mi madre siempre me decía eso de estudiar y ser autosuficiente, de tener mi casa, mis cosas, que nunca estar con un hombre por la plata. Entonces, me decían que lo importante de realizarse como mujer. Y aparte tenía que ser un título terciario. Porque mi madre es profesora y acá los profesorados son universitarios. Desde el año 2006, el Departamento de Mujeres Afrodescendientes del Instituto Nacional de las Mujeres [en Uruguay] instaló la premiación Amanda Rorra, otorgada a mujeres (afrodescendientes o no) de todo el país que por sus méritos personales, profesionales o de acción comunitaria, contribuyeron a mejorar las condiciones de la población afrodescendiente, fueron defensoras de los derechos humanos y tuvieron en el combate al racismo y a toda forma de discriminación. Fuente: Abella, Beatriz Ramírez, “Amanda,” Premiación Amanda Rorra, Montevideo: Ministerio de Desarrollo Social, Julio 2010, 3. 7 [148] Entonces, mi madre hizo el profesorado, se casó, tuvo hijos y le hubiera gustado tener un master. En la universidad por ejemplo sí hay una fuerte discriminación dentro de la universidad. Uno tiene que ser mucho mejor que los demás para obtener las mismas notas. Aparte siempre saben quién sos, siempre te conocen por tu nombre, hay masividad pero no hay masividad de negros. También, los profesores se ofenden cuando sos bueno y cuando uno plantea el tema afro te tratan de obsesivo, te dicen ‘que pesados,’ ‘otra vez estos negros,’ ‘siempre como los negros.’ Pero si no sos vos no hay nadie que haga eso. Siempre te tratan de pesado, el traumado, esas cosas. Yo capaz que al principio me sentía un poco desorientada porque era la única negra. Después me fui acostumbrando, pero a lo largo de mi carrera lo afro o negro no aparece nunca. Me llamaba la atención muchísimo porque los trabajadores sociales en su mayoría trabajamos con pobres. Del 10% de negros que somos en Uruguay el 90% están por debajo de la línea de pobreza. ¿Y no se dieron cuenta? Cuando trabajamos con afros, no se dan cuenta que son afros. Se pusieron unos lentes que son todo el mundo blanco. Entonces cuando trabajás y analizás tu trabajo la variable étnica nunca la aplican. ¿Cómo podés aprender de alguien y entender a alguien si todo lo que tiene que ver con lo étnico no aparece? “Me llamaba la atención muchísimo porque los trabajadores sociales en su mayoría trabajamos con pobres. Del 10% de negros que somos en Uruguay el 90% están por debajo de la línea de pobreza…¿Cómo podés aprender de alguien y entender a alguien si todo lo que tiene que ver con lo étnico no aparece?” ¿Cuál es tu percepción sobre la educación en la lucha por la inclusión social? El tema de la educación es una herramienta de ascenso intelectual y social. Yo creo que en realidad está desvalorizado totalmente. Creo que la desvalorización viene por una dificultad porque no están pudiendo entender, en realidad es por la discriminación en sí. Porque no se dan cuenta de que es una herramienta discriminatoria, el no acceso a la educación. No lo pueden visualizar y si preguntás la mayoría de la gente dice porque no me dio la cabeza, buscando excusas. Creo que en el fondo a todos nos gustaría tener un hijo doctor, pero el movimiento afro no logra, no pueden ver en el estudio, en dar una herramienta para romper las cadenas mentales y también las económicas. Son pocas las familias que creen eso y lo han podido hacer porque no creo que sea un tema económico. Si querés llegar a un determinado punto, este es un país, comparado con otros países, en el que tenés muchas posibilidades de hacerlo. Capaz que es difícil. En mi tiempo no había internet, entonces, yo pasaba de siete de la mañana a siete de la tarde en la biblioteca, que era un lugar horrible y que hacía mucho frío porque no tenía plata y llevábamos una vianda con lo más imprescindible y con mate y termo. Entonces, cuando la gente te dice ‘no tengo plata para el ómnibus,’ o capaz que nosotros no teníamos los últimos championes [zapatos] porque la ropa linda con la que andábamos era regalada por la patrona de mi abuela. Pero gracias a Dios el estudio sí lo veíamos como una forma de estar mejor económicamente. [149] ¿Otra cosa que quieres añadir antes que terminemos? Igual te quería contar otra cosa. Como profesional me pasó el tema de que en la práctica, la gente no está acostumbrada a encontrarse con profesionales afros. Me pasa que a veces creían que yo era la cocinera o la empleada de servicio. Una vez me presenté en un trabajo y me dijeron la trabajadora social ‘no vino todavía,’ y yo dije, ‘no, soy yo la trabajadora social.’ Entonces, a veces te obligan mucho, en mi caso particularmente a vestirte mejor, a marcar la diferencia con la ropa. Capaz que antes andaba más hippie o informal. La gente tiende a disminuirte igual. Si ves a un blanco vestido como hippie, ta, no, es fulanito de tal. Pero como sos negra seguro que sos la limpiadora. Muchas veces tienden a minimizarte y te dan un trato más coloquial y tenés que ubicarlos. La discriminación viene más desde el lado de omisión, como se ponen lentes y son todos blancos. Y cuando uno trata de hacerles ver esas cosas no lo quieren ver, desde el lado del trabajo social. [150] Testimonio oral | Cristina Rodríguez Cabral 10 de Agosto 2012 Montevideo, Uruguay Leer la poesía de uno es de alguna manera llegar a conocer parte de la persona. En su libro "Memoria y Resistencia" la poeta afrouruguaya Cristina Rodríguez Cabral aborda el tema de la escritura como herramienta para el rescate y reconocimiento de la cultura afrodescendiente. En esa instancia nos reunimos en la Embajada de los Estados Unidos en Montevideo mientras ella estuvo de visita a Montevideo desde el Estado de Carolina del Norte en Estados Unidos, donde reside actualmente. Conversación con Cristina Rodríguez Cabral Mi nombre es Cristina Rodríguez Cabral. Nací en Montevideo y no voy a decir el año pero hace muchos años. Estudié aquí, soy hija única y provengo de una familia con un ‘background’ de literatura muy amplio. Mi abuelo era un conocido historiador de historia nacional, entonces, en mi casa, en la de mis abuelos y la de mis padres, siempre estuve rodeada de libros. ¿Cómo llegaste a dedicarte a una carrera académica en las letras? Antes de empezar a leer formalmente, mi abuelo ya me había leído El Quijote y Federico García Lorca, mucha literatura española. Que hasta ahora sigue siendo algo muy importante en mi vida académica. Estudié varias cosas en el Uruguay. Primero me licencié en enfermería, trabajé unos años como enfermera, me di cuenta que no era mi vocación estar en los hospitales. La literatura era lo que más me gustaba pero vivíamos en dictadura en el año ‘73. Si no me equivoco comienza la dictadura en Uruguay, yo estoy viviendo aquí y el único lugar donde se podía estudiar más fácilmente era en ciencias. Entonces me voy a estudiar profesorado de física. Hice tres años, luego me detuve y trabajé muchos años en la Corte Electoral que es un organismo público del gobierno. Trabajé como 18 años. A los pocos años me casé, no tuve hijos, me divorcié y luego conocí un hombre fantástico africano de Angola que estaba estudiando aquí [Montevideo] el máster en economía. Y fue una historia de amor a primera vista. Él fue quien me estimuló a volver a estudiar y volver a todo, lo de querer buscar nuevos horizontes. Yo entro nuevamente a la universidad y empiezo sociología. Ya al año estaba embarazada, iba con una panza grandota a estudiar en el año ‘95 me recibo de socióloga y ya mi marido se había ido a Angola que estaba en guerra y entonces me quedo sola con mi hija recién nacida y sin saber nada de él porque no había comunicación. Angola estaba en guerra civil y no había forma de comunicarnos y de ahí surge el primer poemario, ‘desde mi trinchera’. Desde mi trinchera es justamente la dualidad: él combatiendo desde su trinchera física y yo desde aquí desde mi trinchera que era el día a día: trabajar, ser madre, múltiples cosas que la mayoría de las mujeres hacemos. [151] ¿Cuándo fue que decidiste a emigrar a los Estados Unidos y dedicarte al estudio de la literatura afrolatinoamericana? Pasan unos años, yo ya me había recibido, y una profesora norteamericana, Carol Mills Young, llega a mí a través de mi poesía y viene a Montevideo a conocerme. Ella trabajó mucho sobre la obra de varias mujeres afrouruguayas y me dijo ‘por qué no te vienes a estudiar a los Estados Unidos?’ Era algo que nunca se me había ocurrido en la vida. Ella me lo dijo tan natural como que era obvio, como lo que tiene que ser. Entonces me fui un semestre a la universidad de Pennsylvania a estudiar inglés, un curso intensivo de verano. Cuando llegué a la universidad me dije a mí misma: yo quiero estudiar aquí. Esta es la clase de universidad que yo quiero estudiar. Empiezo a estudiar el máster para enseñar inglés a extranjeros. Conocí gente de todo el mundo, fue una experiencia divina, me gradué y me iba a venir a mi casa con mi hija y ahí aparece ese ángel de la guardia que he tenido llamado Marvin Lewis y me ofrece hacer un doctorado con él en la Universidad de Columbia-Missouri. Para una persona interesada en literatura afro-hispana estudiar con Marvin Lewis es de lo mejor. Es el pionero de los estudios afro-hispanos en Estados Unidos. Todo fue maravilloso, vivir en una sociedad totalmente diferente, vivir en una universidad. Sí, fue difícil, fue muy difícil. Yo trabajaba en la universidad, daba clases de español para poder pagarme los cursos. Actualmente, ¿en cuál universidad enseñas en los Estados Unidos? Estoy trabajando en la Universidad Central de Carolina del Norte. Es una universidad históricamente negra. Es una experiencia única. Vengo de un país donde la comunidad afro es minoría y voy a trabajar en una universidad donde la comunidad afro es mayoría. Hay muchos afrodescendientes, más que aquí. ¿Cómo ves tu experiencia enseñado en una universidad históricamente negra en los Estados Unidos comparada a tu experiencia como docente en Montevideo? En mi colegio yo era la única negra. Yo iba a un colegio de monjas y no recuerdo haber tenido otra compañera negra. Así como tampoco recuerdo haber pasado mal por la cuestión étnica. La pasé tan bien que ahora la semana pasada nos reunimos con compañeras de clases, 35 con las cuales estuvimos desde los 12 hasta los 16 años. Entonces hubo una amistad más allá de la etnia. A veces cuando digo estas cosas la gente se molesta porque piensa que estoy diciendo que en Uruguay no hay racismo, yo no digo eso. Yo digo que mi experiencia no fue una de racismo pero he visto mucho racismo, muchas personas que no pueden acceder a recursos por problemas de raza. Tal vez en mi caso no fue así porque era minoría absoluta. “Todos los afros en la vida tuvimos una idea imaginada de África y la seguimos teniendo. Un África que generalmente es perfecta, queremos oír que su cultura es mejor que la occidental, que la vida es más sana, la del respeto a los animales. Lo que yo le llamo la romantización del África porque esa no es el África real.” [152] En Uruguay, el 1% de la población afrodescendiente llega a los estudios terciarios y obtienen una licenciatura. Si no estoy equivocada, eres la única mujer afrouruguaya doctorada. ¿Cómo te sientes sobre eso? A veces al ser la única te hace quedar por afuera, pero no es así como me siento. Lamentablemente, yo hace ocho años que me gradué y todavía no hay otra. Lo que quiero es abrir la puerta para que entremos más. No quiero ser la única. Una de las cuestiones que yo he hablando con las instituciones negras uruguayas es la falta de preparación de los jóvenes, lo escaso de su preparación. Sabemos que no trae empleo, eso es un desempleo seguro. Entonces no hay opción para nosotros que somos minoría. Esta es una situación que no solo sucede en Uruguay sino que sucede en los Estados Unidos con la comunidad afrodescendiente. Es la comunidad que pierde más estudiantes del colegio, es mundial. Especialmente los hombres. Las mujeres permanecen más en la escuela, incluso después de hijos. Pero el hombre está en una situación horrible en el sentido de que no están preparándose, pasan los años y no tienen entrenamiento, no tienen un título, no tienen trabajo, no tienen nada. Y es algo que las mujeres negras lo sufrimos mucho. Yo he visto a muchas mujeres negras alrededor del mundo que mantienen a sus maridos y son ellas las cabezas de familias, algunas en muy buenas posiciones y otras simplemente haciendo tareas de cocinas y vender comida, pero es la mujer quien está sosteniendo la casa, el marido, los hijos y los tíos. La gran ventaja que tiene este país [Uruguay] es que los estudios universitarios son gratuitos y eso no existe en otras partes del mundo. Tendrían que estar haciendo cola para ingresar en la universidad. Me gustaría hacer algo por la comunidad afro de mi país, por los jóvenes, y algo que tenga que ver con lo académico. “Cuando era joven era marxista y apoyaba el ‘black power’ y no me arrepiento de eso. Pero ahora ya no justifico la violencia, creo que vamos a tener que unirnos mucho en el mundo, todos los países para luchar por la paz.” Háblame sobre la poesía y prosa que escribes con respeto a la negritud y militancia afrodescendiente. En tus poemas escribes sobre una ‘África imaginada,’ ¿que significa eso para ti? Me vinculo con la literatura del movimiento negro brasilero. Brasil a mí me cambió la vida, desde mi poesía como creadora hasta como ser humano. En Brasil es que descubro mi identidad negra. Brasil es el que me cuestiona muchas cosas. Sobre África imaginada, todos los afros en la vida tuvimos una idea imaginada de África y la seguimos teniendo. Un África que generalmente es perfecta, queremos oír que su cultura es mejor que la occidental, que la vida es más sana, la del respeto a los animales. Lo que yo le llamo la romantización del África porque esa no es el África real. África es eso y mucho más. A mí al haber estado, el padre de mi hija es africano, me puso en contacto con el África real, esa que no es poesía sino sangre y guerra, mujeres mutiladas por rituales religiosos, machista, diferente, más real. Entonces en cuanto al imaginario del África, todos los seres humanos somos africanos, descendemos de africanos. Sería bonito que todos aspiráramos a esa África ideal, que [153] fuésemos un poquito mejores para esa África idealizada, pero es un poco una utopía. Hay un escritor uruguayo, Eduardo Galeano, que dice que lo importante de la utopía es caminar hacia, no la utopía en sí. Si no ese camino que tenemos cuando queremos lograr algo, ahí viene el lograr algo, el camino, no el producto. Entonces debemos tal vez reivindicar la utopía de querer ser mejores seres humanos. ¿Crees que ha evolucionado tu militancia a través de los años que has vivido en los Estados Unidos? A mí a través de los años me ha pasado algo que le ha sucedido a los escritores y artistas afro. Yo me he movido de un estado netamente étnico racial hacia un estadio mucho más amplio que es humanista. Y en el estadio humanista hay lugar para todos; con los que comparto mi etnia pero que son incapaces de tener valores humanistas no pueden estar ahí. Ya mi gente es mucho más que la comunidad afro. Es la comunidad del mundo. Son los asiáticos, los indígenas. Toda esa gente que me ha apoyado sin conocerme. Esa frontera de género y etnia, en mi opinión, hay que pasar eso. Eso no quiere decir que seamos menos negros sino mejores seres humanos. Y eso lo he visto en el gran escritor afrocolombiano Zapata Olivella. Él ya se había movido hacia un estadio humanista donde el ser humano es más importante al igual que su hija poeta. Cuando somos jóvenes somos ortodoxos. Cuando era joven era marxista y apoyaba el ‘black power’ y no me arrepiento de eso. Pero ahora ya no justifico la violencia, creo que vamos a tener que unirnos mucho en el mundo, todos los países para luchar por la paz. Yo estoy cansada de tener una historia de violencia en los afros. Siempre hemos sido la gente que más ha sufrido entonces esto no es ponerme en papel de víctima sino que hemos aprendido. Yo por suerte no he aprendido a cobrarme, a vengarme. He aprendido a ver que hay gente muy mala en los grupos buenos y gente muy buena en los grupos malos. Hay que buscar a las personas no a los grupos, partidos. Hay que buscar el ser humano. [154] Testimonio oral | Solange Moreira 12 de Diciembre 2012 Montevideo, Uruguay Nos reunimos en la sede del Correo Uruguayo donde ella trabaja y conversamos sobre los proyectos que la institución está realizando acerca de la cultura afrouruguaya. En este momento la institución está por lanzar una serie de sellos de personalidades afrouruguayas menos representadas en la historia nacional. Me regala un sobre con una estampilla de Virginia Brindis de Salas, poeta afrouruguaya y primer mujer afrodescendiente de Sudamérica de publicar un libro de poesía. Conversación con Solange Moreira: Bueno, mi nombre es Solange Moreira. Soy vicepresidenta de la Administración Nacional de Correos, que es el Correo Uruguayo. Trabajo en esta empresa desde hace 16 años. Empecé como etiquetadora, después fui creciendo en la empresa y cuando ganó el gobierno de Mujica me dio el honor de ser parte del directorio. Es una enorme satisfacción, también una carga pero me sentí orgullosa en particular porque sabía que era un interés del Poder Ejecutivo de dar oportunidad a afrodescendientes. Entonces, el desafío es enorme, es doblemente enorme, ¿no? Y aquí estoy trabajando muchísimo para que seamos una empresa que efectivamente sea una herramienta de políticas públicas y en particular el poder desde mi lugar contribuir con la causa de los afrodescendientes. En este momento la Administración está en el proceso de realizar varios proyectos vinculados a la cultura afrouruguaya, ¿Puedes contar un poco sobre la serie de sellos de personalidades afrouruguayas que está realizando? Sí, los sellos son mi pasión. Debo reconocerlo porque verdaderamente es la base iconográfica que tiene un país. Desde el primer sello que se emite hasta el último vas a encontrar toda la historia de tu país, desde lo político hasta lo cultural, hasta lo relacionado a la fauna, flora, literatura. Absolutamente todo. Los sellos son instrumentos de divulgación de la identidad de un país. Yo realmente creo eso, porque efectivamente lo es. De repente en este mismo momento una carta que está yendo a Bora Bora, están viendo un sellito de Uruguay y es la primera ventana abierta a nuestro país. Entonces, me parece muy relevante, primero porque es una base iconográfica de estudio de investigación, la mayor que tiene Uruguay en cuanto a iconografía. Y segundo porque es una forma de trascender fronteras de gente que probablemente nunca haya venido a Uruguay y a través de una estampilla pueda conocernos. Por eso es relevante que nuestra filatelia tenga la historia de mujeres afro que son y fueron destacadas, que nosotros propios uruguayos desconocemos. Es el momento de empezar a mostrar quiénes somos. Es un pequeño aporte. Seguramente, estos sellos generarán más visibilidad y conocimiento acerca de los aportes históricas del pueblo afrouruguayo al nivel nacional e internacional. Sin duda, trascienden fronteras. Desde ahí empecé a reflexionar sobre la necesidad que tenemos de mostrar quiénes somos. Yo creo que nosotros tenemos un problema [155] que va mucho más allá de la visibilización y que tiene que ver realmente con la lucha contra el racismo y la discriminación porque la emisión de sellos contribuye a que nosotros los negros tengamos referentes tan fuertes que luchan contra esa idea. “Los sellos son instrumentos de divulgación de la identidad de un país…es una forma de trascender fronteras de gente que probablemente nunca haya venido a Uruguay y a través de una estampilla pueda conocernos. Por eso es relevante que nuestra filatelia tenga la historia de mujeres afro que son y fueron destacadas, que nosotros propios uruguayos desconocemos.” ¿Cuál es tu percepción sobre la recuperación de la memoria de las mujeres afrodescendientes en el país? Yo creo que no es un camino tan sencillo como uno quisiera porque para escribir sobre la memoria o incluso la memoria contada se necesita mucha investigación y recién ahora en el país se está realizando la investigación. Lo único que las mujeres afrodescendientes sabemos es que tenemos raíces africanas y que eso se siente en el corazón; no solo en la piel sino que lo sentís profundamente. Yo confío que en los próximos años muchas mujeres más expresen su necesidad de conocer esa historia, de conocer esa memoria. Porque yo soy una de las convencidas de que las organizaciones civiles y las personas son las que tienen que exigirle a los gobiernos lo que ellas necesitan. Me parece que cada voz que diga que quiere saber cuál es su memoria, en algún momento alguien te va a escuchar y te va a ayudar a encontrar ese camino. ¿Cuál mujer afrouruguaya consideras un referente? En realidad si me preguntas sobre un referente afrouruguayo probablemente tengo que decir mi madre. Pero, bueno, separemos a mi madre de esto porque no es una figura conocida. A mí me parece que el trabajo que hizo Lágrima Ríos fue importantísimo, no solamente por lo extraordinaria que era su voz sino porque fue una de las grandes luchadoras por los derechos afrodescendientes. Pero te tengo que confesar absolutamente, con total franqueza que poco conozco de la historia de los afrodescendientes. Por eso quise hacer esto. Pasó cuando vino Isabel Oronoz a contarme la historia de Virginia Brindis de Salas, y yo dije: “cuántas horas leyendo historias de mujeres extraordinarias de todos los países y que poco sé de mi propia raza.” Entonces, me parece que no solamente los sellos, pero el poder editar un libro que realice un estudio científico lo que las mujeres realmente aportaron al país me va a servir a mi que soy una ignorante completa, pero también le va a servir a otras personas. Nuestro objetivo es que básicamente vayan a las escuelas y liceos porque son historias que no se conocen. Solo conocen la historia de los esclavos y de Ansina y nada más de los afrouruguayos. [156] Con respecto al desconocimiento sobre el aporte de los afrouruguayos a la historia, ¿que importancia le das al hecho de tener referentes actuales del colectivo afrouruguayo? Yo creo que es indispensable que al tener un referente, en general hace que vos quieras ser parecido a un referente. Si nombras a un Mandela, uno quisiera tener la entrega que el tuvo y el amor a la democracia y a los derechos humanos. Entonces, cuando uno elige referentes en general descubre que esa persona hizo algo más allá de lo que podría haber hecho. Que tuvo fuerzas para avanzar a pesar de que existían barreras sociales, raciales y discriminatorias que le impedían hacer y tuvo la fortaleza de hacer. Entonces, el tener un referente para un afrodescendiente en Uruguay en primer lugar es saber que no solamente tocamos el tambor ni tomamos vino, sino que podemos ser arquitectos, abogados, ministros, vice ministros, legisladores; que podemos ser lo que queramos ser mientras que exista primero un deseo de hacerlo. “El tener un referente para un afrodescendiente en Uruguay en primer lugar es saber que no solamente tocamos el tambor ni tomamos vino, sino que podemos ser arquitectos, abogados, ministros, vice ministros, legisladores; que podemos ser lo que queramos ser mientras que exista primero un deseo de hacerlo.” ¿Cuáles son los avances que quieres ver en la recuperación de la memoria y fortalecimiento de la identidad afrouruguaya? Yo creo que si uno puede saber que la primera mujer afro que editó un libro en América del Sur fue acá en Uruguay, cualquiera puede hacerlo en realidad porque su situación era mucho más compleja que la nuestra. Pero eso sirve en cuanto a reforzar la identidad negra, el sentir y el amor hacia tu raza. Sirve para levantar la autoestima y de estímulo a los jóvenes afro a seguir estudiando, que yo creo que es la única vía para salir de la pobreza. Mi deseo es que las políticas que ahora se están desarrollando hagan que los afrodescendientes estudien más. Necesitamos más negros que investiguen sobre nuestra propia causa. Probablemente sea más subjetivo, pero probablemente sea más real, mucho más del corazón creo yo. Por el otro lado, yo creo que el amor puede realmente salvar al mundo. Es algo absolutamente abstracto, pero desde el amor que una mamá puede tener a su hijo, desde el amor que un vecino puede tener hacia el otro que está en dificultades, desde el amor que alguien tiene un poquito más puede dar a otro en solidaridad. Yo realmente creo que por el amor pasa muchísimo y si tenés hijos y le das amor y lo construís como un ser humano fuerte seguramente va a poder sortear todas las dificultades y barreras que la vida te da. Muchísimo más. [157] Testimonio oral | Isabel Oronoz y Solange Moreira 13 de Diciembre, 2012 Montevideo, Uruguay En este día el Correo Uruguayo y la Casa de la Cultura Afrouruguaya presentaron el primer sello de una serie que se llamaba “Personalidades Afrouruguayas” que homenajea a la activista, escritora y poetisa Virginia Brindis de Salas, primera mujer afrodescendiente en publicar un libro de poesía en Sudamérica. El evento contó con ponencias realizadas por dos mujeres afrouruguayas vinculadas a la temática: la periodista Isabel Oronoz quien realizó el libro “Rompiendo Silencios” sobre la poeta y la vicepresidenta de la Administración Nacional de Correo, Solange Moreira. El siguiente es parte del homenaje que se realizaron durante la actividad: Introducción: Virginia Brindis de Salas nació en Montevideo en 1908. Escritora, poetisa y activista afrouruguaya. Durante el siglo XX los descendientes de los africanos que habían sido traídos a Uruguay, a pesar de las desigualdades étnico-raciales y la inequidad de la educación fueron poco a poco asimilándose a la sociedad nacional y muchos han contribuido a la evolución del país. Virginia fue la primera poetisa negra en Uruguay y en toda América del Sur en publicar sus libros aunque en la actualidad son difíciles de encontrar. En esa época en nuestro país no tuvo gran repercusión pero Virginia fue reconocida internacionalmente, incluso la chilena Gabriela Mistral reconoció su influencia en el continente americano aludiendo en su poesía que contribuyó al movimiento afroamericano en Estados Unidos. La producción literaria de Virginia fue muy variada aunque se centró principalmente en el orgullo de su raza negra y se encuentra también con una crítica de injusticia social y un llamado a la libertad en el uso del pregón, muy conocido cuando se daban los esclavos. Todos los poemas están llenos de musicalidad, rebeldía, injusticia, uniendo lo religioso y lo místico de Cristo Negro con el sincretismo de los dioses afrouruguayos. Isabel Oronoz: Hoy es un día muy especial porque más actividades no pueden haber y es bueno que estemos aquí porque es un día histórico. Y yo no quería empezar con lo del día histórico porque es distintos actos hemos hablado de días históricos, por lo del matrimonio igualitario y por tantas cosas que se han aprobado en el parlamento y que tienen ese perfil. Digo que es un día histórico porque Virginia Brindis de Salas fue una mujer afro uruguaya invisibilizada totalmente en la historia. Era la primera mujer que había escrito un libro en toda Latinoamérica y nosotros en nuestro país nunca tuvimos el valor de poner su nombre en un libro de texto. A mí personalmente eso me da vergüenza ajena. Por eso cuando mi querida amiga Glenda Roldán me invitó para formar parte del elenco en homenaje a las mujeres que hicieron patria en el marco del bicentenario y yo tenía un papel que no me convencía mucho y empecé a buscar y por allá apareció Virginia Brindis de Salas. Ahí la descubrimos y nadie sabía quién era, ahí empecé a bucear y dije hay que escribir un libro sobre Virginia Brindis de Salas. Encontré a su hija que fue a la obra cuando la estrenamos en ANTEL y cuando [158] después en el Solís. Para nosotros que somos mujeres políticas de la comunicación, algunas empresarias, nos metíamos en un terreno que no era necesariamente el nuestro pero que era para homenajear a las mujeres que habían dejado un legado, que habían hecho una obra y que la historia las invisibilizaban. Entonces yo quiero agradecer en principio al gobierno uruguayo que siempre tiene una sensibilidad especial, su directorio, muy especialmente a la vice presidenta Solange Moreira que siempre pone ese granito de arena para sacar a luz personas, personajes que quedan un poco ocultos en la historia. Es importante decir que este proyecto mandata la inclusión en la historia, en los textos de la participación de los negros en la raíz misma de nuestra cultura, sociedad. Venimos del África, nos convirtieron en esclavos, fuimos los primeros en seguir a Artigas. Fue un negro el que se quedó hasta el último minuto con el general de la patria. Entonces yo creo que es hora de revisar la historia. Algo más que mate yo creo que cebaba Ansina. Y varios más fueron los que participaron en la gesta libertadora y las negras cumplieron un papel que ningún texto escolar menciona. Y son varias las escritoras y escritores negros que no figuran tampoco en ningún cuento. Y toda esa es tarea para hacer y la estamos empezando a hacer y eso es bueno. ¿Por qué Virginia habría sido invisibilizada? ¿Por qué nadie había hablado de ella? Si ella había sido periodista, había trabajado nuestra raza, si había sido cofundadora de un partido político, del partido autóctono negro, si ella escribía libros en 1946, una época efervescente no solo en nuestro país, si no en el mundo. La misma Gabriela Mistral hablaba de la influencia que había tenido en las luchas civiles que los negros tenían en EEUU. ¿Por qué nadie hablaba de Virginia? Bueno, no tengo una respuesta todavía, tengo lo que las mujeres que venimos trabajando mucho tiempo pensamos: Virginia tenía tres condiciones que teníamos todas la negras como género. Era pobre, como la mayoría de los negros en este país. Y la tercera era negra. Y los machos también, los machos negros invisibilizan a la mujer negra y no la encontraron. Y ahí estaba Virginia, las universidades del mundo la reconocen, pero en nuestro país no estaba en ningún libro. Hubo que ir a buscarla a los Estados Unidos, a Alemania donde historiadores y críticos literarios estudian su obra… Me parece importante meternos un poco en el contexto histórico. ¿De dónde sale esa mujer, esa negra en 1946 y escribiendo estos poemas y pudiendo imprimirlos? Porque hay que poder en aquella época ir a una editorial y tener la plata para que ese libro se edite. No es solo escribirlo. Hubo muchos otros que escribieron y no tuvieron la suerte de que alguien los editara. Así que era una mujer que tenía una cosa especial. Entonces yo decía 1946 un año efervescente, Virginia empezaba a escribir sobre esos poemas. En nuestro país se aprobaba la ley 10783 que consagraba los derechos civiles entre el hombre y la mujer. Recién a partir de entonces las mujeres podrían administrar sus bienes; vender y comprar por sí mismas, ejercicio de patria potestad. Era un momento revolucionario. En ese mundo y contexto tenemos que considerar a Virginia. La mujer era considerada incapaz. La mujer tenía que ser asistida por su marido. Si hoy es revolucionario para nosotros en estos días haber votado matrimonio igualitario, aborto, acciones afirmativas para los afros descendientes cómo no lo sería en esa época una mujer negra que salía de los cánones sociales. Seguramente por eso no salió publicada. [159] Lo que quiero decir con todo esto es que era una época muy fragmentada, difícil imaginar a Virginia en ese contexto y en nuestro país solita con sus poemas. Es casi como anormal, como si nadie lo hubiera visto. Pero bueno, este sello es un homenaje a la escritora, a la activista, a una mujer política, a una negra de ley que se jugó en sus tiempos y que si nosotros no estuviéramos en una etapa tan primaria en la que priman los colores seguramente hoy estaríamos diciendo homenajeamos a la poetisa uruguaya Virginia Brindis de Salas. Salud Virginia. Solange Moreira: Yo prometo ser muy breve porque sé que muchos de ustedes tienen una agenda muy complicada en el día de hoy y que han hecho la deferencia de acompañarnos en esta ceremonia. Como dijo Isabel, es histórica, para nosotros los afrodescendientes es un hecho emocionante y para la empresa postal pública es una rendición de cuentas porque el año pasado nos hemos comprometido como colectivo afrodescendiente acompañar en la lucha contra la discriminación y el racismo. Uno de esos compromisos es emitir a partir de este año una serie de sellos que ojalá se repita, de personalidades afrouruguayas que no estuvieran relacionadas con el Candombe, porque del Candombe hay muchas, pero poco conocemos de otras tantos afrouruguayos que ayudaron a construir este país desde el inicio. Fue una gran sorpresa para mí también descubrir a Virginia Brindis de Salas. Así que agradezco el apoyo enorme que nos ha dado. Como decía, venimos a rendir cuentas de lo que nos ha dado, que nos comprometimos. A partir de este año vamos a emitir pensando que el sello no es solo una obra de arte sino que el sello postal es además un embajador que trasciende fronteras que hace reconocer fuera quiénes son las personalidades que construyeron este hermoso país. Y además se almacena en una base de datos, la mayor que tiene Uruguay sobre las personalidades uruguayas que contribuyeron a este país. Ese es el compromiso del Correo Uruguayo, es muy emotivo y lo estamos cumpliendo ahora. Pasaron 200 años de historia, sin embargo, del 18% de la población pobre del Uruguay el 39% es afrodescendiente. Quiere decir que cada 100 de personas pobres, 39 son negros o negras. Si vamos a educación el 47% no terminó primaria y solo el 25% de los jóvenes de entre 18 y 24 años están en el sistema educativo. Esto significa que no estamos calificados en el mundo laboral y esto significa que el racismo y la discriminación estructural no están permitiendo que evolucionen como personas, que nos desarrollemos económica y humanamente. Es por eso que considero relevante tener referente negros uruguayos, principalmente para nuestro colectivo. Esa es nuestra responsabilidad. [160] Testimonio oral | Mujeres integrantes de Mundo Afro Salto 8 de Noviembre 2012 Salto, Uruguay Radio Bemba es un programa de radio comunitaria en la cuidad de Salto, Uruguay e integrante de la Red Antirracista de Comunicación Comunitaria creada por la organización Mundo Afro. Estuve invitada a participar en el programa y conversar con tres mujeres jóvenes afrouruguayas que también son integrantes de la organización Mundo Afro en Salto. El siguiente es parte de nuestro intercambio: Danielle Brown: Buenas noches, mi nombre es Danielle Brown, soy una periodista afroestadounidense de la ciudad de Los Ángeles, en el Estado de California en los Estados Unidos. Estamos acá con tres compañeras de la organización Mundo Afro en Salto. Si ustedes pudieran presentarles-Mayte Miños: Buenas noches, Danielle. Mi nombre es Mayte Miños. Soy salteña, me considero afrodescendiente y estamos acá con dos compañeras más-Carla de los Santos: Hola, buenas noches. Mi nombre es Carla de los Santos. También soy afrodescendiente y vamos a compartir un momento con ustedes. María Gomini: Hola buenas noches, soy María Gomini y también soy una mujer afrodescendiente. Danielle Brown: Bueno, muchas gracias. El objetivo de esta charla es compartir un momento de reflexión y que, a través de conversaciones como éstas, conocer las diversas experiencias y algunas de las problemáticas con las que se enfrentan las mujeres afrouruguayas. Si les parece bien, quería empezar con un poema que se llama "Rotundamente Negra." Capaz que una de ustedes se anima leerlo? [Poema leído por Carla de los Santos] Danielle Brown: Bueno, muchas gracias Carla. ¿Qué piensan sobre el poema? ¿Para ustedes, cual es el mensaje que quiere transmitir? Carla de los Santos: Creo que tenemos que ser como nacimos. Nacimos así y tenemos que aceptar lo que somos. No negarnos nosotras mismas por más que hay gente que nos discrimina por el color de piel. Tenemos que ser realmente como somos y así, vamos a tener nuestros propios valores. Ser realmente como somos. Danielle Brown: Shirley Campbell Barr recientemente estuvo acá en Uruguay durante una conferencia de literatura y arte afro en Maldonado donde participaron varios poetas, artistas y escritores afrouruguayos. Uno de las cosas que ella discutió durante su visita era la responsabilidad de las mujeres afro de difundir y dar visibilidad a su cultura. ¿Qué piensan ustedes, están de acuerdo? [161] Carla de los Santos: Yo creo que sí, tenemos que ser responsables. Al ser responsable, estamos aceptándonos nosotras mismos y estamos luchando por lo que queremos, la aceptación, ¿no? En varios lugares del país, no sé, en los Estados Unidos cambió bastante, ¿no? Y bueno, de a poco creo que estamos consiguiendo ser aceptados igual como todos. Mayte Miños: Yo creo que también es parte de la responsabilidad ancestral. Las mujeres son como las encargadas de ese legado ancestral, reproducirlo y hacerlo conocer. Esa transmisión oral, ¿no? Que siempre estuvo a cargo de las mujeres y es parte de la cultura afro que se transmite de esa manera. Danielle Brown: Ustedes son parte de la organización Mundo Afro acá en Salto. ¿Cómo creen que están apoyando a la difusión y la visibilidad de la cultura afrouruguaya en su cuidad? Mayte Miños Yo creo que estamos en una etapa nueva. Somos parte de un proceso nuevo, todavía existen muchos debes con respeto al tema de la mujer afrodescendiente. Acá en Salto tenemos una población de 17.000 afrodescendientes aproximadamente, que la mayoría son mujeres y es así en el resto del país también en la proporción de lo que es la población del país y también en las mujeres afrodescendientes. Estamos en una nueva etapa con respeto a la participación política, con respeto a la educación sexual reproductiva y con respeto al acceso a los bienes y servicios fundamentalmente. Cuando hablamos de la mujer afrodescendiente hablamos de la cara más pobre dentro de lo más pobre. Mujer y afro, triplemente discriminada por genero, por etnia, por situación socio-económica. Yo creo que estamos más visibles ahora. Me parece que hoy la población afrodescendiente en general está mucho más visible que antes pero seguimos sin políticas públicas que beneficien a esa población. Estamos por eso en otra etapa que es posible gracias a todo lo que pasó anteriormente y a todo el trabajo de nuestras compañeras afrodescendientes que una vez se juntaron en Santo Domingo y declararon este día internacional de la mujer afrocaribeña y afrolatinoamericana el 25 de Julio. Gracias a este paso que se dieron hace 20 anos, hoy tenemos el espacio para reivindicar y para proponer, porque somos propositoras, no solo quedamos en la denuncia y me parece que este espacio que hemos logrado de discusión, de debate dentro de nosotras mismas es parte de toda la historia. Este espacio lo tenemos porque otras lucharon para tenerlo. Danielle Brown: Exactamente. Bueno, para terminar, ¿hay alguien que quiere compartir un mensaje positivo y decir algo a las otras mujeres afrodescendientes de Uruguay y de la región? Mayte Miños Primeramente, que debemos unirnos y que individualmente nunca se logra nada. Este es nuestro momento y nos encuentra fortalecidos. Este año, después de 2011, que fue el año de los afrodescendientes, que todo fue una movida que estuvo en la prensa, que se visibilizó que existía la población afrodescendiente y bueno, más allá de eso de que como movimiento afro, nos encontramos fortalecidos y nos encontramos en un momento de cambio, en un momento de hacer. Ya está de estadística, los datos están. Ahora tenemos que dar el siguiente paso y avanzar hacia lo que queremos. Y es las políticas públicas por ejemplo, en nuestro caso que hablo como organización Mundo Afro, que somos una organización política que lucha por [162] los derechos de los afrodescendientes, y por la promoción de su identidad y para el desarrollo de esa comunidad. Entonces el momento es ahora, y arriba con fuerza. Carla de los Santos: Bueno, un mensaje para la mujer afrodescendiente: que no se desanime por la discriminación y por la no aceptación. Que se integre y bueno, que luche por lo que realmente quiere. María Gomini: Claro, que cuando escuchen la palabra racismo, que no tengan vergüenza ni miedo porque no viene por ese lado. Carla de los Santos: Te decimos a vos también que venís de lejos, a escucharnos a nosotras, y a saber de que acá del otro lado de América, también tenemos las mismas realidades y pensamientos y que esto puede pasar en cualquier lugar. Es muy importante eso, muchas gracias. [163] Testimonio oral | Adelina Carballo 8 de Noviembre 2012 Salto, Uruguay Una tarde soleada de primavera nos juntamos en la plaza Artigas en el centro de la cuidad de Salto a unas cuadras de la orilla del Rio Uruguay. Adelina viene con sus hijos que son integrantes de Axé Afro Salto, una asociación civil de jóvenes afrodescendientes de la zona. Tomamos un mate y charlamos sobre la Cooperativa Alero y el programa que están desarrollando en el paraje Agua Salto. Esta comunidad rural y mayoritariamente afrodescendiente se encuentra a 6 km de la ciudad de Salto y hace años desde que está luchando para acceder a servicios básicos y la inclusión social. Conversación con Adelina Carballo Hola, soy Adelina Carballo de Salto, departamento del Uruguay. Tengo 42 años y siempre lo digo con orgullo, el orgullo de sentirme afrodescendiente. No es que me nació ser afrouruguaya ¿no? Se fue construyendo y bueno, esto es lo que quiero. Quiero pelear por la identidad y poder transmitirla a los demás. Creo que es la parte de mi historia que aún me emociona y me va a seguir emocionando hasta que me muera. ¿Podrías contar un poco sobre el trabajo que estás realizando con la comunidad afrodescendiente en Agua Salto? Estoy trabajando en la comunidad Agua Salto hace unos siete años. Tuve la enorme responsabilidad de llevar adelante una de las áreas sociales de la Intendencia de mi departamento por el gobierno del Frente Amplio y bueno, empecé a conocer el interior de Salto. Acá en el Uruguay tenemos un plan que se llama INDA que es un plan nacional de alimentación donde a las familias con vulnerabilidad social o de bajos recursos se les brindan un apoyo. Y bueno, empezamos a ver la población objetivo y estando un día en las instalaciones llega una señora con muchos niños. Estaba muy cansada, entonces, le digo, “¿qué pasó? y dice, “estoy cansada. Vine a ver si tenía mi canasta.” Entonces, yo le digo, “no estamos en período de canasta.” “Existe en la comunidad Agua Salto ese fortalecimiento humano, esa sensibilidad humana que debería ser natural para todo el mundo, pero que ahí se da. Entonces nosotros queremos que de alguna manera esa sensibilidad y ese fortalecimiento también sirva para salir de esa situación.” ¿Qué quiere decir canasta? En ese momento se entregaban canastas de alimentos: leche en polvo fortificada con hierro, arroz, y los alimentos más básicos secos. Entonces, le digo, “no estamos en período de entrega”. Ella dice: “vengo desde allá, del Agua Salto”. Yo del Agua Salto tenía una idea de una empresa de refrescos que existió hace mucho tiempo, que ahora es una fábrica recuperada, pero no sabía que había gente alrededor. No sabía de su [164] entorno. “Pero queda muy lejos, no hay ómnibus. Tengo que venir caminando,” me dijo la mujer. De ahí, inmediatamente empezamos a trabajar para buscar a esa población objetiva. Es decir, ¿qué está pasando que no llegamos con el servicio al lugar? Y bueno, ahí empezó mi relación. Yo los adopté, y ellos yo creo que me adoptaron también. Empezamos a trabajar en el fortalecimiento de la autoestima. Ellos no creían que había muchas cosas que se podían hacer. Era una población que cuando llegaba el tiempo de verano el agua se acababa. Fuimos sumando gente a la tarea y bueno, hoy estamos conformados en una cooperativa social de trabajo que se llama “El Alero.” El Alero es la parte sobrante de la casa. Metafóricamente quisimos decir, bueno, vamos a protegernos nosotros. Es una forma de acompasar a la gente de Agua Salto. De lo que me has comentado, no hay cifras ni estudios sobre la situación vulnerable que se enfrenta la comunidad Agua Salto y actualmente está luchando por acceso a los servicios básicos. Es una comunidad mayoritariamente afrodescendiente donde la mujer afrodescendiente y los jóvenes están un una situación extremadamente vulnerable, ¿cierto? Sí, la veo con mucha carencia por supuesto. No escapa a la generalidad lamentablemente de la mayoría de la población afrouruguaya de todo el país. Es más acentuada esa desigualdad, persistente, como mucho más aislada pero que también está lo positivo que ellas se fortalecen. Se juntan, se ayudan, se fortalecen y eso es un poco lo que hemos aprendido también, ¿no? Existen en la comunidad Agua Salto eso de pedirle la cosita de azúcar, arroz al vecino. Existe en la comunidad Agua Salto ese fortalecimiento humano, esa sensibilidad humana que debería ser natural de todo el mundo. Entonces, nosotros queremos que de alguna manera esa sensibilidad y ese fortalecimiento también sirva para salir de esa situación. Reconocer que están en una situación que no la merecen, que hay formas de salir y pelear por esos derechos. Hoy lo estamos haciendo, por ahí, ellos ya no pelean. Empezaron peleando por su chapa de cartón, porque lamentablemente es un población que ha sido muy utilizada por gobiernos y caudillos para poder ir a levantar su voto. Ahora, logramos que ellos ya no estén pensando en su chapa de cartón sino que estén pensando de cómo se beneficia toda la comunidad con las viviendas. Entonces, la veo con esa fortaleza, esa “Doña María” que siempre está pujante ahí apoyando sus hijos, apoyando a la comunidad y bueno, esas madres que están con sus chiquitos diciendo “nosotros estamos acá.” La verdad es que para nosotros es muy gratificante porque cuando va alguien a visitarlos ellos siempre dicen ‘Adelina sabe que estamos acá.’ En realidad yo creo que se lo deben a ellos mismo el hecho de hoy poder estar fortalecidos para seguir peleando por sus derechos. Yo creo que de alguna manera pueden salir de esa, de sentirse tan víctima y decir ‘vamos a pelearla juntos,’ y eso es lo que se está logrando aquí en Agua Salto. [165] Testimonio oral | Mujeres integrantes de la Cooperativa Alero 8 de Noviembre 2012 Agua Salto, Salto, Uruguay Si uno anda por la ciudad de Salto y pregunta a la gente si sabe del paraje Agua Salto es probable que la mayoría conteste que nunca escuchó de tal lugar. Agua Salto es un barrio desconocido y olvidado del interior del departamento de Salto, Uruguay. A pesar de las condiciones precarias en que vive la gente de esa comunidad mayoritariamente afrodescendientes y joven, la solidaridad y resistencia de la comunidad es un ejemplo para todos los que luchan por una sociedad más inclusiva. Conversación con mujeres integrantes del Cooperativo Alero en Agua Salto Cristina Da Rosa: Yo me llamo Cristina, soy de Agua Salto. Bueno, yo apoyo eso. Lo que están haciendo es un bien. Sandra Da Rosa: Yo me llamo Sandra y también estoy de acuerdo con lo que están haciendo. Es lindo también. ¿Ustedes consideran que en la cuidad de Salto tu comunidad está aceptada, si los tienen en cuenta y si están tratados iguales? Lucia Alvéz: En algunos lugares a veces cuando vienes a buscar trabajo te cierran la puerta. Cristina Da Rosa: En la intendencia allí te cierra la puerta también. Yo fui a dar una vuelta y me dijeron que me van a dar las chapas, unas cosas para casa que yo tenia que hacer y nunca, nunca me dieron. Me cierro la puerta y nada más. Me vienen mal ellos. Eso, yo que sé….está bien. ¿Una vez tuvieron una experiencia o un caso en que una persona te hablo mal o te trato diferente por ser afrodescendiente? Cristina Da Rosa: Sí. Cómo lo tomé? La re reprimí. Yo te digo que soy así, y me gusta ser así, como soy. Soy negra, y bueno, bailo lo que baila la raza negra y como es… estamos discriminados. Yo digo la verdad porque es así. Porque uno se siente discriminada, te dice “mira como anda este negro,” o otro sonreí de los otros… Agua Salto es mayoritariamente afrodescendiente, ¿no? Lucia Alvéz: Sí. ¿Cuáles son los servicios que están luchando para tener acá en Agua Salto? Cristina Da Rosa: Yo estoy luchando por una vivienda. También estoy luchando por una escuelita. Tenia la escuelita acá en Agua Salto y después, no sé que pasó, pero no hubo más escuelita y allí todo iba… pero tendría que luchar por esto y por la vivienda. Ojalá que salga, que va a salir la vivienda. Tenemos que pelear por la vivienda. Espero que salga y no nos estén mintiendo. [166] El año pasado fue la primera vez que recibieron agua potable, ¿no? Cristina Da Rosa: Antes no había agua acá. Nosotras luchamos con Adelina. Luchamos por el agua y por hacer otro pozo porque el agua que está allí no daba. Quedaba seguido sin agua, semanas sin agua. Tenía que ir allá por el puente, por abajo y sacar agua allí por la otra canilla por abajo. Pero quedaba todo lejos, viste. Bueno, gracias a Dios que tenemos esto, por ahora tenemos esto. Y ahora estamos luchando por la vivienda, la policlínica y la escuelita. Porque hay muchos niños acá que no saben. Incluso gente grande y mayores que no saben. Todas mis hermanas no saben leer, ni saben escribir. Yo desconozco yo…no sé leer, no sé escribir. No estoy jodiendo, no sé leer, no sé escribir. A veces quiero mirar una hoja y miro… qué dice acá? Tengo que andar por acá y decir ‘me puede leer lo que dice acá?’ Yo digo francamente no sé leer. ¿Cuáles cosas del barrio les hacen sentir orgullosas? Lucia Alvéz: El compañerismo…a veces cuando vos necesitas una persona o cuando hay pelea, siempre están. Cristina Da Rosa: Que todas somos unidas. [167] Testimonio oral | Mirna Giménez 9 de Octubre 2012 Montevideo, Uruguay Ser defensora de los derechos humanos de los y las afrodescendientes encarcelados y ex presos es una lucha compleja, valiente y sacrificada. En esta instancia nos juntamos en la oficina de Mirna Giménez en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social donde conversamos sobre su compromiso con la lucha por los derechos de la mujer afrodescendiente encarcelada y ex-presa. Al final intercambiamos sobre la conocida activista Ángela Davis y su lucha por los derechos de los presos y ex presos afroestadounidenses. Conversación con Mirna Giménez: Mi nombre es Mirna Giménez, soy abogada y doctora en derecho y ciencias sociales. Milito en el colectivo afrodescendiente desde hace más de 30 años. Soy postgrado en derecho laboral y trabajo mucho a nivel penal. Mi profesión particular es trabajar en la cárcel de hombres y mi profesión, que es honoraria, es trabajar en las cárceles de mujeres. Me llamó mucho la atención el tema de la mujer recluida o presa. Pienso que es un tema totalmente invisible dentro de nuestra sociedad. Hace mucho tiempo que estás trabajando con presos y ex-presos afrodescendientes, ¿no? Sí, en mérito a ello en el 1997 con la mesa de abogados de América Latina y el Caribe en Uruguay organizamos un congreso sobre la situación de los afrodescendientes recluidos de América Latina y el Caribe. Ante ellos vinieron distintas versiones de abogados afrodescendientes pero lo que más nos llamó la atención es que ninguno de los países estudió el tema de la mujer afro recluida. A nivel de los afro recluidos había mucha discriminación judicial en algunos países. Los afrodescendientes contra los blancos, los procesos judiciales son diferentes pero con referencia al trato carcelario era muy similar. También se hablaba de que no teníamos políticas para los afrodescendientes encarcelados y con referencia al tema mujeres no habían opiniones. ¿Cómo llegaste a trabajar con la población de mujeres afrodescendientes encarceladas y ex-presas en Uruguay? Yo soy vocacional en este tema. Desde niña quise ser abogada, desde los ocho años. Siempre cuando empecé mi militancia fue trabajar en cantegriles, parroquias, en ayudas a los jóvenes y luego cuando me recibí de abogada, mi condición fue de proteger al más débil. El derecho penal me apasiona. Empecé trabajando en el derecho penal como abogada de hombres cobrando mis honorarios correspondientes. Pero también denunciando situaciones de injusticias, ya sea a nivel policial, judicial, barrial, de injusticia sobre todo de los afrodescendientes. En el año 2003 fui directora del SOS racismo y ahí nos centramos en relaciones con la gente de América Latina y el Caribe. En Uruguay mi situación fue la de denunciar situaciones de racismo, tratar de asesorar a los afrodescendientes, cuáles eran sus derechos, tratar de informarles sobre leyes sobre las cuales podrían estar representados y formamos pautas para presentar a los ministerios para crear los organismos de identidad racial. [168] Empecé por ver el tema de la mujer, por el derecho de la empleada doméstica porque mi madre fue empleada doméstica y mi padre fue obrero. Eso lo consideré como un deber. Entre ellas vi la explotación que le hacían a mi madre, entonces, tenía el compromiso de luchar ante ella. Pasaron los años y entré al tema penal. Después del congreso me metí en el tema afro y empecé a ver no solamente a la mujer afro pobre sino a la mujer recluida. Me metí en su vida, a ver cómo vive, qué situaciones extremas hay en su reclusión. El tema del trabajo de la mujer reclusa que también tiene que ser calificado. “Primero hay que decir la mujer afrodescendiente tiene tres problemas: negra, pobre y presidiaria. Cuando sale esa mujer del entorno de una cárcel desde el punto de vista del empleo tiene la cuarta discriminación, más la de ex-presa.” ¿Cómo son las historias y condiciones de la mayoría de las mujeres afrouruguayas con quienes trabajas en las cárceles? Todas tienen una historia: han sido mujeres golpeadas, jóvenes que fueron discriminadas, que no tuvieron educación. Empieza como una pequeña semilla. Muchachas de 14 o 15 años, madres de familia que han llegado a delinquir para mantener a sus hijos. Muchachas que se han hecho adictas pero hay que ver su entorno anterior. Entonces la solución que puedo hacer es buscar lineamientos. Vamos al MIDES [Ministerio de Desarrollo Social] para ver si puede conseguir tal cosa pero no es que la colectividad afrouruguaya tenga una organización que diga, vamos a dedicarnos a los afrodescendientes reclusos porque no hay recursos como para poder sostenerlos. Lo ideal sería que incluso fueran a las cárceles a dar percusión y cantos. Lamentablemente no van porque no tienen insumos para la locomoción. ¿Cómo es el seguimiento con ellas cuando salen de la cárcel? Bueno, primero hay que decir la mujer afrodescendiente tiene tres problemas: negra, pobre y presidiaria. Cuando sale esa mujer del entorno de una cárcel desde el punto de vista del empleo tiene la cuarta discriminación: más la de ex-presa. Evidentemente, tiene que haber políticas hacia ese tema que no se han focalizado, que miran a la ex presidiaria y tratan de buscar programas para la ex-presidiaria pero no para la mujer afrodescendiente ex-presidiaria. Háblame más sobre las condiciones de las cárceles: ¿cuántas cárceles de mujeres existen en el país? ¿En cuáles condiciones se encuentras las madres presas? En Montevideo tenemos el CNR [Centro Nacional de Rehabilitación] y después tenemos cárceles en todos los departamentos. Hoy por hoy se creó una cárcel que queda en Belvedere para las madres que tienen niños pequeños, o sea, que los niños están indirectamente presos. Hasta los cinco años pueden quedar los niños. Es algo diferente y positivo para el país y para las mujeres presas porque antes los niños estaban entre rejas. Hoy lo miras desde afuera y parece un colegio. [169] Hay cárceles del interior que hay que cambiarlas. Si mal no recuerdo en Paysandú es una parte de hombres y una parte de mujeres. Mujeres ya de por sí tienen un orden e intentan salir adelante, pero se encuentran totalmente limitadas. El tema de la mujer es muy preocupante porque es realmente invisible hasta para el propio estado. Habría que haber muchas cosas en las cárceles. Primero el tema de focalizar en los afrodescendientes y crear políticas y programas para mujeres presas en general a través de políticas de empleo cuando salen de las cárceles y un seguimiento con sus hijos. En mi caso me interesa focalizar en el tema hacia la mujer afrodescendiente porque sabemos que en Uruguay hay una serie de programas que se han implementado y que yo considero que no son suficientes y menos para las mujeres afros. No nos debemos olvidar que la mujer afrodescendiente cumple con varias discriminaciones. Entonces, entiendo que hoy por hoy muchos de los problemas de las presas es por la falta de empleo, de educación y por la adicción. Entiendo que no es suficiente y hoy estamos con el proyecto de ley de acciones afirmativas hacia los afrouruguayos pero este tema no está contemplado. Habla de políticas para jóvenes, niños, para el desempleo, la educación pero no para estos temas de la mujer negra y pobre y para la mujer reclusa. “Hoy estamos con el proyecto de ley de acciones afirmativas hacia los afrouruguayos pero este tema no está contemplado. Habla de políticas para jóvenes, niños, para el desempleo, la educación pero no para estos temas de la mujer negra y pobre y para la mujer reclusa.” La lucha por la inclusión social de la mujer afrodescendiente encarcelada y ex-presa en Uruguay ha sido una lucha muy solitaria, me comentaste. ¿De qué manera se puede apoyar esa lucha? Entiendo que lo positivo de este trabajo, al que le falta mucho y si empezamos a decir públicamente las historias de muchas mujeres recluidas, tendríamos que sensibilizar muy fuerte a la población. Pero creo que es un tema del estado y según lo que esté de moda se puede crear una oficina de entidad racial. Quiero resultados que no los hay. Yo entiendo que este no es un tema de banderas. Aunque determinados partidos lo utilizan y si es positivo para el colectivo afro no importa y se toma. A la mujer reclusa a través de esta reclusa se le da visibilidad pero no es suficiente porque la población no conoce a esta mesa, sino determinados organismos que la integran. No se le está dando visibilidad para llamar a sus familias para ver qué ocurre. Me siento en parte gratificada de formar esa mesa y ser una semilla más para que esta realidad se conozca y que se comprometa el estado y las ONGs. No pido un estado asistencialista pero en parte a veces sí. A las mujeres primero no tenemos que olvidar luego de la trata transatlántica, la pobreza que se vive hoy y el flagelo de la droga que se vive hoy, tráfico de mujeres y de hasta niños. Es lo que se conoce hoy como nueva forma de esclavitud, que hoy vivimos en una cárcel. [170] Testimonio oral | Gloria Rodríguez 21 de Agosto 2012 Montevideo, Uruguay Nos encontramos en la oficina de la Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (DICyT) del Ministerio de Educación y Cultura, donde ella trabaja. Dirige nuestra atención a un mapa delante de nosotras y señala a la cuidad de Melo en la frontera con Brasil. Así empezamos a discutir su cuidad natal, su adolescencia en el interior del país y su llegada a militar por el reconocimiento de la historia del pueblo afrouruguayo. Conversación con Gloria Rodríguez Mi nombre es Gloria Rodríguez Santos y nací en el departamento de Cerro Largo, en la ciudad de Melo en el año 1960. Soy docente y periodista. La ciudad de Melo del departamento de Cerro Largo es una ciudad de la frontera límite con Brasil y tiene una población donde predomina un alto porcentaje de afrodescendientes. Vengo de una familia muy humilde, bisnieta de esclavos, nieta de Eliberta. Mi mamá fue una mujer que trabajó mucho para sacar a la familia adelante. Trabajó en el aérea de trabajos domésticos y costura. Mi papá en el área de la policía. Tengo dos hijos, Claudio y Cristián. Somos una familia de afrodescendientes, y me considero y me siento una mujer afrodescendiente militante de esa causa. ¿A qué te dedicas? Trabajo en Montevideo, en el Ministerio de Educación y Cultura [MEC] en la división de Ciencia y Cultura; estoy a cargo del área de comunicación y difusión. En estas tareas logramos incorporar la temática afrodescendencia considerando que el colectivo afro está muy lejano de lo que son las tecnologías. Lo que buscamos es el buen uso y conocimiento de esas herramientas porque los avances tecnológicos son muy importantes, pero también pueden segregar y discriminar por lo que nosotros hemos comenzados con algunos proyectos y programas referentes a incluir al colectivo afro en la temática y principalmente a la mujer. Nosotros, las mujeres que somos afrodescendientes y que trabajamos en la administración pública o profesionales somos minorías. No podemos olvidar que en la población de Uruguay somos un 10,6% de afrodescendientes. Un alto porcentaje vivimos en las zonas periféricas de la ciudad y otros en situaciones de indigencias y las mujeres afro siempre tenemos más hijos que las mujeres no afro. Y nuestra tarea común es el servicio doméstico y tareas de servicios. Quienes logramos llegar a otro tipo de tarea que no se refieren a lo doméstico, de servicios, luchamos justamente para no ser las únicas sino que se multiplique. Y esta es la tarea que estamos realizando desde el MEC. Desde tus propias experiencias de vida, ¿cuáles diferencias ves que existen entre la cuidad de Melo y Montevideo con respeto a la realidad social de las mujeres afrouruguayas? [171] Es muy común, que las mujeres y hombres del interior cuando buscamos mejorar nuestra calidad de vida o progresar miramos hacia la capital del país, miramos hacia Montevideo en busca de otros horizontes. Cuando llegué a Montevideo, del interior, conocía muy poco de la cuidad. Me encontré con una realidad muy diferente con la realidad de mi departamento, de mi ciudad. La realidad de la mujer afrodescendiente del interior es muy diferente porque tenemos la mujer afro que acepta su realidad pero que muchas veces no lucha para salir de esa situación y nos encontramos que desconocemos muchas cosas de nuestra historia, de nuestra realidad que no la hurgamos. Entonces, cuando llegué a Montevideo, me encontré con muchas organizaciones sociales, con esa lucha y búsqueda de la reivindicación de la identidad afro. Me sorprendí porque yo siempre me consideré una mujer negra aceptando mi condición pero nunca busqué mis orígenes porque para mí mis orígenes estaban allí. Cuando llego a Montevideo veo que hay algo más, que hay una historia muy rica y ahí me sumo a esa lucha paso a paso. Conozco a muchas mujeres, a muchas militantes y me incorporo y trato de aprender, trato de conocer y día a día me voy enriqueciendo. Quiero saber más sobre mis ancestros, más sobre mí historia. Las organizaciones afro están concentradas en Montevideo, la información se concentra. Hay un centralismo que todo está en Montevideo. La mujer afro del interior desconoce muchísimo los avances. Hoy con las tecnologías y la comunicación llega más información pero están muy distantes del conocimiento de la capital y de otros países. “La mujer afrodescendiente montevideana es una mujer guerrera. Es la mujer que está peleando por su crecimiento. Cuenta con las posibilidades y aunque no es fácil existe ese lugar al cual se puede llegar.” Entonces, cuando hablamos de la mujer afrouruguaya nos encontramos con dos mujeres: la mujer afro del interior y la de Montevideo. La mujer afro del interior es una mujer sufrida, es una mujer de lucha, es una mujer que tiene reflejado en el rostro el sufrimiento de sus ancestros. Es una mujer que no tiene las oportunidades que tienen las mujeres de Montevideo. Son realidades muy diferentes. La mujer afro del interior es la madre, la esposa, la abuela, la empleada, es la sirvienta. Son muy pocas las mujeres afro del interior con posibilidades de crecimiento porque las posibilidades son más limitadas. Pero lo que sí encontramos en la mujer afro del interior es esa riqueza espiritual, ese conocimiento de vida, ese sufrimiento que la enriquece y que es un manantial de sabiduría, de amor, de bondad, de humildad. La mujer afrodescendiente montevideana es una mujer guerrera. Es la mujer que está peleando por su crecimiento. Cuenta con las posibilidades y aunque no es fácil existe ese lugar al cual se puede llegar. Eso no la tiene la mujer afro del interior porque el mercado laboral es muy limitado en el interior. En la mujer montevideana vemos el cambio que se produce. Hoy tratamos de embellecernos, tratamos de estar coquetas, de estar muy bien para poder ocupar un lugar. La mujer del interior se muestra con su belleza natural tal cual es. Hay una diferencia, que es una diferencia de la vida, de las situaciones económicas. Si las mujeres que estamos en Montevideo estamos empobrecidas, la mujer del interior es muy pobre. La mujer afro que vive, nace y permanece en el interior no tiene la posibilidad de terminar como profesional, de terminar una carrera profesional porque está limitada a eso. Y acá en Montevideo, contamos con universidades, centros de formaciones técnicas. Así que hay diferencia [172] pero vemos que hoy son más las mujeres jóvenes que terminan un estudio secundario en el interior y se están trasladando a la capital. Y se están formando y ese es nuestro deseo que una vez que se forman regresen con ese conocimiento con esa formación al interior y que ese conocimiento se multiplique en las jóvenes, en las más chicas y que también sigan en esa carrera. Que se termine de achicar esa brecha entre la mujer afrodescendiente del interior y la mujer del capital. “Lo que encontramos en la mujer afro del interior es esa riqueza espiritual, ese conocimiento de vida, ese sufrimiento que la enriquece y que es un manantial de sabiduría, de amor, de bondad, de humildad. ” ¿Cuál es tu percepción sobre el liderazgo de la mujer afrouruguaya en las asociaciones civiles afrodescendientes e instituciones comprometidas a la temática afro? Logramos tener compañeras ocupando algunos cargos de decisión producto de la lucha de las organizaciones civiles. Las organizaciones civiles uruguayas siempre fueron lideradas por mujeres que lucharon por la libertad y por la de sus compañeros, de sus hombres, de sus hijos y hoy actualmente el liderazgo permanece en las mujeres. Y es muy bueno destacar el liderazgo de la mujer joven, liderazgo de la mujer joven civil en la sociedad hoy está en todos los rincones, principalmente en nuestra capital. Es decir que la mujer afro es quien ha llevado adelante, el crecimiento, los avances que tenemos hoy y que todas y todos podemos disfrutar y tener el derecho de hablar sin ese temor de ser juzgadas, de ser calladas. Es producto del trabajo de la mujer al frente de la organización civil. “Tenemos que fortalecernos y tener muy presente a aquellos que nos antecedieron, que nos abrieron el camino a continuar en esta lucha.” ¿Cuál es el mensaje que te gustaría transmitir a las mujeres afrodescendientes de Uruguay y de la región? Quiero realizar un homenaje a las mujeres, a las mujeres negras, a mis hermanas negras de ayer, de hoy y de siempre. A mis hermanas negras de la región, esas luchadoras por sus derechos civiles. Y no me quiero olvidar de la madre de esta lucha, de esta resistencia; Rosa Parks. De esa lucha silenciosa, esa resistencia silenciosa que a nosotros nos ha llevado a lograr avanzar. Rosa dijo: “no”, no al atropello, no al abuso. Nosotras decimos no al desparpajo racista y sexista. Tenemos que continuar diciendo no. Tenemos que fortalecernos y tener muy presente a aquellos que nos antecedieron, que nos abrieron el camino a continuar en esta lucha. Nosotras las mujeres negras que encontramos siempre las piedras en el camino pero que siempre miramos a las estrellas porque allí está la luz. Hermanas a continuar la lucha! [173] Testimonio oral | Grupo Ansina de la Pastoral Afro 13 de Octubre 2012 Tacuarembó, Uruguay El Grupo Ansina de la Pastoral Afro se formó en el año 2003 con el objetivo de que los y las afrouruguayos católicos del departamento de Tacuarembó se identifiquen con la lucha por la inclusión social junto con su identidad Cristiana. Junto con su contraparte, el grupo San Baltasar del pueblo Villa Ansina se organiza actividades que tratan del rescate de la memoria y la cultura afrodescendiente en Tacuarembó y el mejoramiento de las condiciones vulnerables en que vive la mayoría de los afrodescendientes de la zona. Nos juntamos un sábado por la tarde en la Diócesis Católica en el centro de la cuidad de Tacuarembó, donde las integrantes del grupo estableció un centro de memoria y cultura afrodescendiente. Conversación con Tamara Rodríguez Mi nombre es Tamara Rodríguez, Libia Tamara Rodríguez, porque Libia es el nombre de mi madre, que no la tengo más. Estamos acá en Tacuarembó, yo nací acá en Tacuarembó. Viví en un barrio cerca del ferrocarril hasta los 15 años, después de ahí pasé hasta donde vivo hoy en día, en el barrio Montevideo que está cerca de la playa que le decimos nosotros “Las tosquitas”, que es una continuación del Río Tacuarembó Chico, que está cerca de mi casa. ¿Cómo llegaste a formar parte del grupo Pastoral Afro? Comencé aquí en la Pastoral Afro por una invitación hecha por el Obispo y Miriam Ramos, que fundó con él la Pastoral. Todo fue a través de una inquietud que tuvo el Obispo después de participar en un encuentro en Ecuador. Entonces, vino con la idea de hacer algo, era un encuentro que tenía que ver con lo afro y lo escogieron a él para ir. Entonces de ahí, de todo lo que escuchó y se informó, vino con esa inquietud. Después, conocía a Miriam que era catequista y de allí me invitó. La propuesta que hicieron ellos me interesó más allá de lo que yo tenía definida mi identidad, pero me gustaban los objetivos que tenían que era rescatar lo que tiene que ver con los valores en nuestra cultura. A partir de ahí conocí a otras personas afro, también lo que ellos vivían, que a veces sufríamos las mismas cosas, respecto a lo que tiene que ver con la discriminación y el racismo, que capaz que lo sufríamos y no sabíamos qué era eso tampoco. Después de ahí conocimos a Beatriz Ramírez, que en ese momento era directora de la secretaría de afrodescendientes. La invitamos a participar acá con nosotros en el grupo: ella vino e hizo un taller sobre la resistencia de la mujer afro y también nos brindaba materiales. De ahí nos comenzó a invitarnos a talleres, a encuentros de mujeres afro y ahí conocimos a otra gente de otros grupos de otros departamentos. Veíamos que coincidíamos en muchos puntos, más allá de la realidad por la parte que se ubicaban territorialmente que era distinta. A mí me sirvió. Me sirvió para valorarme más, saber cuáles eran mis derechos y también para ser más decidida, que a veces eso también nos cuesta a los afrodescendientes. Después comenzó lo que es la lucha y ayudar a otros a también descubrir su identidad. [174] ¿Cómo crees que tu y los miembros del grupo están apoyando a la reivindicación de la herencia afrodescendiente en Tacuarembó? Nosotros realizamos una misa afro, que siempre vamos rotando por distintas parroquias. Siempre la preparamos antes y vemos quién la va a celebrar, nos ponemos de acuerdo en eso en el grupo y también las ofrendas y a veces invitados especiales que tenemos. Seguimos participando en distintos lugares y asambleas y eso nos va proporcionando herramientas para seguir en lo que son nuestros objetivos y también plantearnos otros para el futuro, estando al servicio de la comunidad como pastoral y para cualquier afrodescendiente que lo necesite, más allá de si está en nuestro grupo o no, sea católico o no, porque nuestra lucha es por todos. “Cuando voy a la iglesia participo como afrodescendiente, con mi cultura, con todo. Y cuando voy, eso lo vivo.” Eso de participar, yo, en la iglesia me siento incluida. No sé si a otros en particular les pasa lo mismo que a mí. Cuando voy a la iglesia participo como afrodescendiente, con mi cultura, con todo. Cuando voy, yo eso lo vivo. Me pasa por ejemplo cuando hacemos las misas afro. O sea, la misa es nuestra. Ese día que hacemos la misa, la misa es nuestra. Nosotros lo hacemos todo. Lo único que necesitamos es un padre que la celebre que es lo que pedimos, lo demás lo hacemos todo nosotros. En un principio, me acuerdo cuando participé en la primera que me tocó a mí, yo decía: “¿Cómo lo aceptarán? ¿Qué pensarán?” Porque nosotros usamos el tambor como signo y tenemos la virgen aparecida. Ese día para nosotros es un día de fiesta, de celebración. Cada año que lo hacemos, vemos qué pasa con la gente que va y nos dice que ojalá otras misas fueran tan animadas como las nuestras, o sea, que eso tiene algo que nos identifica. Siento profundamente que nosotros tenemos un apoyo, que no se puede descartar, que es la del obispo, que nos apoya en todas las cosas que hacemos, contamos con el aval de él. También fue un logro conseguir un fondo que lo creó Juan Pablo II y ese fondo lo usamos para capacitar afrodescendientes que vivían en vulnerabilidad, en la pobreza, porque queríamos que ellos tuvieran una herramienta para tener algo más. ¿Cuál mensaje querías transmitir a las mujeres afrodescendientes de la región? Si ya se identifican bueno, que sigan en la lucha. Siempre está en nosotros lo que queramos hacer y aprender. Y también a veces nos pasan cosas en la vida que capaz que hacen desviarte del camino, pero nunca es tarde para volver a comenzar y seguir ese camino. A mí, a partir de estar acá y el camino que he hecho, se me han dado otras oportunidades, he hecho cosas que capaz que nunca pensé en mi vida que las iba a hacer o que podría lograr hacerlas. Tuve oportunidad a raíz de que empecé a trabajar acá, en la casa diocesana, conocí al Padre con el que hoy trabajo también junto a él, que hace un programa en Radio María, que es una radio católica. Un día me dijo que necesitaba a alguien para que lo acompañe en el programa. Yo en principio lo miraba y yo le digo, “¿usted me cree capaz? ¿Cree que pueda?” Yo no recordaba que después de un encuentro, habíamos [175] ido a una entrevista en Radio María, que él mismo nos había convocado, entonces de ahí fue que decidió convocarme para participar en el programa de él. Le pidió al Obispo permiso, porque yo era su empleada. De ahí estuvimos como dos años en el programa. Hacíamos una hora y media, una vez a la semana. El programa se llamaba “Sobre la Mesa” y se trataba sobre temas sociales de todo tipo, que tenía que ver con la sociedad de acá, del departamento. El Padre me brindaba un espacio, cada vez que teníamos que promocionar algo que tenía que ver con nuestra etnia, yo le avisaba y me daba un espacio para yo poder hacerlo. Entonces ahí tuve el placer de salir a nivel nacional, en un programa y decir las cosas que quería decir y pensar y también ser voz de otras mujeres. Eso fue muy lindo y muy grato para mí. La respuesta que tenía, porque como era con comunicación, también había gente del otro lado escuchando mi voz, a una mujer afro, porque yo lo decía. Como no me veían, lo decía y el Padre también lo decía, que tenía una afrodescendiente que lo ayudaba. Fui por mi grupo porque creí que era necesario. A donde voy represento a mi grupo, a las mujeres. También todo lo que absorbo a donde voy, lo multiplico. Me parece que es eso lo que tenemos que hacer todas, multiplicar aquello que recibimos y llegar a otros. Y también ayudar a otros, porque si nosotros recibimos ayuda, también tenemos que devolver en otras personas, ¿no? Conversación con María Luz Viera Me llamo María Luz Viera, nací en Tacuarembó. Hace más o menos unos 30 años que salí del lado de mis padres y me tomó esta familia en la cual estoy viviendo, y son excelentes personas. Iba a la escuela y la verdad es que no terminé primaria, porque no pude terminar. Yo estaba con esa familia que la señora era excelente pero era muy rígida. Llegó un momento en que hubo un problemita en la escuela, esas cosas de chiquilines, y la maestra le da un billetito chiquitito a otra chica para que se lo entregue a mi patrona que era mi madrina. Nunca me olvidé de ese día, fue un 23 de Abril. Bueno, desde ese problemita fue cuando mi madrina dijo: “Bueno, a partir de este momento no vas más a la escuela.” ¿Por qué? ¿Qué pasó? Porque claro, había pasado eso y por ideas que ella tenía…porque en esa época, si mandabas a los niños a la escuela, los mandabas, pero si no los mandabas era lo mismo. No había exigencias de parte de los maestros, directores, nada. ¿En qué año fue eso? Más o menos fue en el año 50 y algo… ¿Y tú querías seguir en la escuela? Ah, sí yo quería ir a la escuela, claro. Bueno, a partir de ahí, continué trabajando en la casa. Después me llevó para el campo y trabajaba allá. Ahí pasamos como tres o cuatro meses y yo empecé a ayudar a las otras muchachas y colaborar. Después vinimos para acá y ella me empezó a enseñar labores. Ya me había adaptado a no ir a la escuela. Prácticamente aprendía a leer y escribir porque un señor, no sé si era el yerno de ella o qué, compraba diarios y yo pude empezar a leer, a deletrear. [176] ¿Cuántos años tenías en ese momento? En ese momento tenía como 10 años. Entonces, ¿hasta qué grado de estudios llegaste? Yo no terminé primaria. Fueron pocos meses que participé a la escuela que fui. Después de ahí me llevo tres o cuatro meses al campo, volvimos, y seguí trabajando acá donde estoy. Después que nacieron los nietos, un varón y una nena, y ahí seguí yo; así que vengo de generación en generación. Prácticamente que estoy en la tercera generación. Ya nacieron los hijos de ella también y bueno, siempre ahí con ellos. Así que soy una integrante más de la familia. ¿Conociste a tus padres? Sí, a mi madre la conocí y la extrañé muchísimo cuando me despegué de al lado de ella. Sufrí horrible, hasta ahora. El caso fue que, no sé qué pasó de que mi padre no quiso que yo viviera donde estaba viviendo. Yo la verdad que era muy chiquita y no sé qué pasó. Me sacó de ahí y justo esta familia quería una persona para acompañar a la señora y que iba a ser mi madrina. Yo no era bautizada, así que me bautizó por la iglesia. “Yo quisiera tener mi espacio con mi gente. Gracias al obispo hemos podido integrarnos y formar un grupo para poder conversar, para poder salir. Es la manera en que he salido, parece mentira pero es así.” ¿Cuántos años tenías cuando cambiaste de casa? Tenía siete años cuando me sacaron de al lado de mi madre y yo lloraba. A veces me escapaba porque quedaba cerquita de acá, como a tres o cuatro cuadras, pero me iban a buscar. Y bueno, esto pasó hasta que me acostumbré a vivir con ellos. Ahí seguí en la lucha con el trabajo. Yo siempre estaba limpiando y aprendí corte y confección. Siempre estaba con la aspiración de progresar. No fue muy grata mi niñez. Me hubiera gustado estar con mi madre porque uno no quiere salir de al lado de su madre, y del padre tampoco. ¿Cómo fue crecer con otra familia? Ah, sí, horrible. Sufrí y sigo. A veces me dicen: “¡Ah, que bárbara que estás!” Y sí, porque sigo adelante, pero me hubiera gustado vivir de otra forma. Sigo con la aspiración de algún día salir, ¿verdad? Porque son buenos, todo bárbaro. Más de lo que me han dado no me pueden dar. Pero siempre uno aspira a tener algo de uno, ¿verdad? Un espacio, todos necesitamos un espacio para salir, para vivir. No es que me siento presionada pero llega un momento que…ya a mi edad, un poco no es de mi agrado, pero algo tengo que hacer, ¿verdad? Y como estoy ahí, no tengo más remedio. [177] ¿Cómo te sientes como integrante del grupo Pastoral Afro? Cuando estábamos en la reunión, yo realmente estaba con mi gente. Yo siempre digo que la raza llama. Es impresionante, una fuerza. Yo quisiera tener mi espacio con mi gente. Gracias al obispo hemos podido integrarnos y formar un grupo para poder conversar, para poder salir. Es la manera en que he salido, parece mentira pero es así, porque sino estaría siempre…porque ella, la patrona es de la iglesia. Entonces, esas personas, esas mujeres son un apoyo de no bajar los brazos, de seguir adelante, de que hay algo más allá. Conversación con Miriam Ramos Me llamo Miriam Ramos y soy afrodescendiente. Tengo 53 años, soy casada y tengo hijos y nietos. Soy de la ciudad de Tacuarembó. ¿Qué te inspiro a crear el grupo Pastoral Afro? Pertenezco a la Iglesia Católica y cada encuentro que tenía yo veía a los afrodescendientes que integrábamos la iglesia. Veía que no había una organización que juntara a las mujeres afrodescendientes dentro de la Iglesia Católica, y pensaba, “¿no sería importante formarlo?” Y un día, mirando la tele, vi que nuestro Obispo participó en un encuentro de Pastoral Afro en Ecuador, y ahí le comenté a él que me gustaría formar un grupo, si me daba el apoyo. Me dijo que sí, que tenía el apoyo de él y así empezamos a trabajar. Muchos dicen que nosotros nos discriminamos al formar el grupo, porque nos apartamos, pero a mi me parece que no. Entonces formé eso de mujeres afrodescendientes y ahora estamos integrando hombres también. Ahí empezamos en el 2002 a invitar a familiares, a las personas que yo veía en la calle, les comentaba el proyecto, lo que íbamos a hacer y bueno, aceptaron. ¿En qué condiciones se encuentra la mujer afrodescendiente en Tacuarembó? Yo he salido a hacer trabajos de barrio y he notado que las mujeres no están en conocimiento de muchas leyes que las favorecen a ellas y de los derechos que tienen las mujeres. Entonces, por eso mismo estoy también trabajando con mujeres que son empleadas domésticas. Porque vi la necesidad que tienen ellas como de reunirse, no solo de trabajo sino que nos reunimos para informarles los derechos de ellas, de los hijos, ¿no? Sobre la violencia doméstica, tratamos también esos temas. ¿Es cierto que la gran mayoría de las mujeres afrodescendientes en la zona trabajan como empleadas domésticas? Sí, la mayoría de las mujeres afro en Tacuarembó son. He hablado con la coordinadora de las empleadas domésticas y son afrodescendientes. Son las que trabajan y ganan menos. En la parte de oficinas y todo eso, veo muy poca gente afrodescendiente. Es como el legado que le dejaron a las mujeres de que tienen que ser solo empleadas domésticas, parece, ¿no? Trabajando como empleadas domésticas no conocen sus derechos tampoco. Derechos como por ejemplo, hacerse una mamografía, que no sabían que tenían ese derecho. [178] Este año Pastoral Afro fue galardonado con el premio Amanda Rorra a través del Departamento de la Mujer Afrodescendiente en el Instituto Nacional de Mujeres. ¿Cómo fue el sentimiento del grupo por ser reconocido por sus esfuerzos? ¿Cuáles son los planes futuros que tiene? Hay muchas mujeres luchadoras que desde chiquitas han salido a luchar, a mantener a su familia. Me parece que eso es importante porque te da fuerzas para seguir luchando. Bueno, ya hemos tenido logros en el grupo, hay compañeras que se han superado, aunque siguen todavía atadas a los patrones, pero eso es un logro, que muchas compañeras están de a poquito saliendo, conociendo sus derechos. Al conocer sus derechos les da más fuerzas para seguir luchando por ellas mismas. Quiero que la Pastoral sea un escalón para que las mujeres puedan superarse. La meta del grupo es esa, ayudar a todos los que nos necesiten y yo personalmente, seguir luchando en lo que esté en mi alcance para superarme y que las mujeres se superen. [179] Testimonio oral | Alicia Saura 20 de Agosto 2012 Montevideo, Uruguay Alicia Saura es la coordinadora de políticas públicas para afrodescendientes en la Dirección de Derechos Humanos en el Ministerio de Educación y Cultura en Montevideo, Uruguay. En esta instancia nos reunimos en su oficina y conversamos sobre su compromiso y lucha por la inclusión social de los y las afrodescendientes en la sociedad uruguaya a través del derecho. Conversación con Alicia Saura Mi nombre es Alicia Saura. Nací aquí en Montevideo en una familia que en realidad, dentro de los estratos es mediana pobre. Mi mamá era ama de casa y mi papá tuvo una empresa que él dirigió solo. Él también venía de una familia muy pobre y bueno, logró superar esa pobreza y logró un status que le permitió apoyarme en los estudios. Tengo cuatro hijos, estoy casada y bueno, soy abogada. ¿Cómo llegaste a interesarte por los derechos humanos? ¿Cuál es el papel de la educación en la lucha por la inclusión social del pueblo afrouruguayo? Mira, yo resalto algo que es la educación. Yo soy abogada y gracias al apoyo de mi familia, logré ser abogada. Y así como abogada me contacto con la organización Mundo Afro, que en realidad me llamó para trabajar y es allí dónde se me abre la perspectiva de los derechos humanos. Ellos me dieron la posibilidad de conocer el mundo de los derechos humanos. Es diferente trabajar en los derechos humanos siendo abogada que trabajar en los derechos humanos no siendo una profesional. Esto es porque te da otro estatus y otras posibilidades, sino porque uno tiene y conoce las herramientas necesarias. Entonces, resulta más fácil para uno incidir, reclamar, presentar si uno tiene una base educativa bien importante que te permite luchar. Esto, obviamente sin desmerecer a los demás militantes, ¿verdad? Porque son muy importantes, son muy ricos y han aportado muchísimo, hasta mucho más que yo. Pero sí, la educación es fundamental para la lucha de los derechos humanos y logro de objetivos concretos. Háblame de tu experiencia de llegar a ser abogada. Cuando yo comencé a estudiar, parecería que todo alrededor tuyo te decía que no te esfuerces demasiado porque no vas a llegar a una profesión. También es válido decir que hubo maestros y profesores que siempre me apoyaron y me dijeron “¡Tú podés! ¡Tú tenés que seguir!” pero en realidad, la sociedad te muestra que no vas a llegar, para que uno se esfuerce si no va a llegar. Una vez, siendo abogada, también te das cuenta de otra realidad en la que existen algunas elites o algunas familias que como son ya de generaciones de abogados, para los chicos que nacen ya en esas familias es mucho más fácil que una persona que es la primera en la familia que es profesional, entonces es mucho más difícil. Sin embargo, ahí depende mucho de la constancia que uno tenga y la suerte que yo tuve de que una sociedad civil me abra las puertas, me muestre una realidad y un mundo nuevo por el cual luchar para mí es y fue [180] fundamental. A mí me dijeron: “Tú como mujer y abogada afro, tenés una carga importante de responsabilidad. Porque tú sos el ejemplo para otros que pueden decir, ‘Bueno, si ella llegó, yo también puedo llegar.’ Tú tienes la responsabilidad de luchar por los derechos de ellos.” Eso en realidad es una carga hermosa, pesada, pero hermosa y en el sentido también de tratar de motivar a los jóvenes, a los niños, niñas, a las otras mujeres. Tratar de luchar por el que se puede. No es igual de fácil o nos resulta más difícil que al resto de la población, pero bueno también nosotras tenemos que mostrar que se puede. Y está en nosotras también que tal vez podemos incidir en tratar de buscar políticas públicas que logren allanar los caminos a otras generaciones. “A mí me dijeron: “Tú como mujer y abogada afro, tenés una carga importante de responsabilidad. Porque tú sos el ejemplo para otros que pueden decir, ‘Bueno, si ella llegó, yo también puedo llegar.” Reconociendo las diferencias históricas y contextuales entre los Estados Unidos y Uruguay con respecto a los pueblos afrodescendientes y su distintas luchas por las políticas publicas, ¿qué crees que podemos aprender, uno del otro? Me parece que la lucha de los afroestadounidenses ha servido como un modelo a seguir por parte de la comunidad afrouruguaya. Nosotros nos inspiramos, por ejemplo, en las acciones afirmativas que se implementaron allá para tratar de implementar acciones afirmativas acá, obviamente que hay que modificarlas porque los contextos son diferentes. Pero a veces son como un modelo a seguir, y muchas veces hemos visto la forma en que se ha avanzado por parte de los derechos civiles y políticos de los afros. Tuve la oportunidad de ir al parlamento en [Washington DC] y fue súper interesante tener una reunión con el caucus afro y ver cómo, a pesar de que hubo integración y todo es necesario todavía que haya un caucus afro para tratar de ponderar y luchar por los derechos de los afrodescendientes. Esa realidad debería trasladarse acá. Es necesario todavía que hagamos un cuerpo en común para luchar por nuestros derechos. Digo, si allá en Estados Unidos, donde el avance es bien interesante, donde también se muestra muchas veces una realidad más dura que la nuestra, o diferente que la nuestra, es necesario que hay un caucus afro. Un caucus de diputados, de parlamentarios afro. Bueno, acá también es necesario que lo haya para tratar de implementar efectivamente las políticas públicas y tratar que los derechos sean hechos. En tu opinión, ¿cuáles son los aportes de la mujer afrodescendiente a la sociedad uruguaya? Los aportes de la mujer afro en nuestro país me parece que ha sido fundamental, desde el nacimiento de nuestra patria, en el cual eran unas personas fundamentales dentro de las familias, de sus esclavizadores. Eran aquellas que, de acuerdo a la historia, llevaban un poco adelante en el sentido de apoyar a la familia y a las amas de leche, ¿verdad? Hay algunos aportes también que nos dicen que hubo un escuadrón de lanceras, que también iban a la guerra, entonces el aporte de la mujer afro es bastante vasto. Por eso, hay que cambiar las perspectivas para ver en qué más la mujer afro ha influenciado y ha contribuido, no solo de un aporte meramente doméstico, sino lo que en lo demás ha aportado, a la cultura, a la lengua de nuestra nación. Es decir que esta ampliación de la perspectiva me parece fundamental para reconocer quienes somos, [181] porque si no sabemos de dónde venimos, solo sabemos una parte de donde viene la población que la conocemos bien a fondo, por qué la otra parte que es descendencia de afrodescendientes no la conocemos tanto. Fíjate que en las escuelas, la historia de África misma no la damos, sin embargo la historia de España e Inglaterra sí la conocemos muchísimo. Entonces, bueno, tratar de ampliar esa perspectiva para lograr buscar y conocer nuestras raíces y la diversidad de la cual está construida nuestra nación, me parece que es fundamental. ¿Cuál mensaje quieres transmitir a las mujeres afrodescendientes de la región? En Uruguay, la población afro es matriarcal, entonces está en nosotras la responsabilidad de sacar adelante nuestras familias. En esto yo insisto las mamás tienen que tratar que sus hijos terminen los estudios. En el estudio, en la educación está una de las herramientas fundamentales para lograr los objetivos y lograr la superación y tratar de quebrar ese círculo vicioso y esos techos de vidrio que parece que todavía existen para la población afro. También, es cierto que la familia necesita un apoyo y para eso están las políticas afrodescendientes. Me parece fundamental que las mujeres conozcan las políticas afrodescendientes para usarlas, están ahí para usarlas. Están las becas de educación media--por favor, presenten a sus chicos para que sus chicos puedan terminar sus estudios--y todas otras políticas que sean de promoción de la población afrodescendiente que nos den un aporte. Digo de la población afrodescendiente porque está en un estado de vulnerabilidad y por lo tanto son necesarias estas políticas. Mi mensaje es el de se puede. Se puede a pesar de lo que la sociedad nos muestre a nosotros. Obviamente que somos capaces, solo que estamos en una condición especial de vulnerabilidad, pero lo que les quiero decir es que no somos vulnerables. No somos vulnerables y se puede. [182] Testimonio oral | Chabela Ramírez Montevideo, Uruguay 13 de Agosto 2012 Históricamente, los barrios Sur y Palermo fueron considerados el sector con mayor concentración de la población afrouruguaya en Montevideo. Hoy en día la gran mayoría de los afrouruguayos no viven más en la zona sur del capital donde aún se respira su cultura. Después de un largo proceso de desalojos durante la dictadura, en que una generación entera de familias afrodescendientes fue desplazada hacia la periferia de Montevideo, un grupo de mujeres afrouruguayas decidió volver a sus orígenes e impulsar la creación de una cooperativa de viviendas en el barrio Sur. Chabela Ramírez fue criada en el barrio Sur y actualmente reside en la cooperativa UFAMA, la cual consiste en viviendas para familias de mujeres afrouruguayas que son jefas de hogar. Conversación con Chabela Ramírez Soy una mujer afrouruguaya y montevideana. Me dicen Chabela, me llamo Isabel Ramírez. Nací en el barrio Palermo de Montevideo, un barrio donde la cultura africana a través del tambor es un poco lo que todo el mundo ha hecho. Nací en una época en la que al Uruguay se le llamaba la ‘Suiza de América’ pero cuando nací ya empezaba a perder peso la Suiza. Ser afrodescendiente en este país es decidir sobre la pobreza y el progreso. Yo decidí algo al igual que mis hermanos: ser parte de este colectivo, integrarme al colectivo desde muy niña porque vivía en un barrio de negros y después cuando llega la dictadura tiró todo abajo y nos quedamos sin nada. Decidí ser activista, lo que no tiene jubilación. Es lo mejor que uno puede decidir en la vida porque nadie sabe lo que pueda pasar en el futuro y me importaba que lo que pasábamos los afrodescendientes y se pudiera saber y solucionar. ¿Cómo expresas tu activismo a través del canto y el candombe? Entre otra cosa soy cantante. Soy cantante de candombe específicamente. Justamente porque cuando uno nace con la sangre caliente por el barrio en el cual uno vive y decide ponerle letra a la música maravillosa que uno vive por dentro y hacerlo una herramienta para convencer a otro de que la igualdad y la inequidad no sirven para nada, hay que hablar de candombe. Candombe es una forma de vida, de sentir y pensar de manera comunitaria porque para hablar de candombe hay que hablar de tres tambores. Con uno solo no se hace candombe, son tres. Hay un diálogo que hay que entender y eso te enseña de los diferentes diálogos que hay en nuestro colectivo y que lo que nos une es el tambor, es como una religión. A nosotros nos une para compilar identidades y a nosotras las mujeres nos ha tocado una tarea en toda América y es de armar redes, comunicarnos y ser el soporte ideológico en la transmisión de valores, de conocimiento, en la de códigos. Para nosotros candombe es una cuestión muy subjetiva, pero vivida desde lo personal. Es el arma que tenemos para poder hablar de las cosas que precisamos hablar. Porque [183] este país hablaba de desigualdades sociales, pero las desigualdades de nosotros vienen desde mucho tiempo y no empezaron con la dictadura. Vinieron con la esclavitud en una ciudad fortificada como fue Montevideo, porque nació de la puja de dos imperios que querían tener estas tierras, los imperios españoles y portugueses. Este país por eso tiene ciertas características; algunos hablan de inferioridad y otros de la grandeza celeste. La garra celeste creo que tiene que ver con la necesidad que tenemos los uruguayos de salir a ganar las cosas que nos corresponden, nuestros derechos. “A nosotras las mujeres nos ha tocado una tarea en toda América y es de armar redes, comunicarnos y ser el soporte ideológico en la transmisión de valores, de conocimiento, en la de códigos.” Eres la directora del Coro Afrogama, una agrupación de mujeres que utiliza el candombe y canto como forma de tratar de ciertas problemáticas--como la discriminación de raza y género y la violencia doméstica--que afectan muchas mujeres en la comunidad afrouruguaya. ¿Puedes hablar sobre el grupo y el mensaje que quiere transmitir? Afrogama es un grupo que hoy tiene 17 años en Montevideo. Nosotras somos mujeres de diferentes etnias desde todos los puntos de vista y diferentes clases sociales. Podemos convivir porque tenemos un objetivo claro: luchar por los derechos de los afrodescendientes y por las responsabilidades desde la cultura afro. Tuvimos un proceso de organización hace años y como grupo independiente hemos podido establecer una forma de comunicación (para un grupo que no tiene financiación o casa propia), hemos estado en diferentes lugares pero siempre con el objetivo claro de lo que queremos: trabajar en la música, contar nuestras problemas de género y étnicos que han sido la necesidad constante desde siempre. Nosotras somos un coro solidario. Cantamos lo que nos parece, tenemos la potestad porque somos dueñas de nuestros propios actos porque no lo hacemos por plata. Somos una cooperativa aunque entendemos que la palabra cooperar no sea la más indicada. Me planteo mucho el tema solidario porque es el que mueve a nuestro mundo. Salimos a cantar y contar nuestras verdades, realidades a trabajar sobre la violencia por ejemplo. Las canciones son de gente con la que nos identificamos más. Algunas son de nosotras, lo mismo con la danza que la hacemos según el lugar en el que estemos. Para entrar en Afrogama no es necesario ser una gran cantante, pero se habla de que tenemos la necesidad de ser personas que hagamos un aporte. Ser una hormiga es importante, y somos un montón de hormiguitas tremendas pero entendemos que en la sociedad hay que trabajar y avanzar, pero juntas. Quien crea que puede lograr algo sólo está equivocado porque somos interdependientes y hay que negociar principios básicos. Yo no puedo querer cambiar una sociedad para que haya equidad si no nos hermanamos y en el mejor sentido de la palabra con el resto de las mujeres. Al hablar de hermanarse hay que hablar de equidad y eso no depende solamente de nosotras las afro. Afrogama es un ejemplo de que juntas las mujeres podemos trabajar. A mí me encantaría que hubiera muchos grupos de mujeres cantando y fue mi primera intención: armar varios a lo largo del país pero al ser una organización sin recursos no [184] pudimos lograrlo aún. Pero sí nos toman como referencia las mujeres de hoy, que se ponen su túnica y salen a bailar. “Ser una hormiga es importante, y somos un montón de hormiguitas tremendas pero entendemos que en la sociedad hay que trabajar y avanzar, pero juntas…Afrogama es un ejemplo de que juntas las mujeres podemos trabajar.” ¿Cómo ves el rol de la mujer afrouruguaya en mantener vivo el candombe y la cultura afrouruguaya? Cuando nosotras participamos en una actividad con candombe entendemos que la mujer también tiene que estar presente, porque el candombe no se hace solo con hombres. Quien piensa esto está muy equivocado. No es solamente desde la ejecución porque el candombe tiene ritmo y son herramientas necesarias en esa trilogía para que se mantenga vivo. Cuando el candombe empezó, no empezó con la vedette para que salga a bailar. La vedette no existía. Era para comunicarse con dios, para buscar la libertad. Era para comunicarse por un pedido religioso. No era lo que es ahora. Hay que tener otro tránsito para que sobreviva y eso tiene que ver con las mujeres con las redes permanentes que hacemos con otras de diferentes lugares y como la música nos ayude a comunicarnos. El tambor es un arma maravillosa de comunicación junto con la danza. Nos ayuda a mantenernos al día de lo que pasa allá y acá. En la forma de bailar, a mí no me preocupa que una persona baile bien o mal, lo que me interesa es que hasta en la forma de organizarse influye la danza. Ahora el candombe es nacional con la transformación de la dictadura y como elemento de integración en Uruguay. A mí me parece bárbaro que lo bailen todos los uruguayos, pero que entiendan que para nosotros el candombe es un arma de lucha, más allá de mostrar nuestros cuerpos. El tema es respetar a la música y al canto y danza como herramientas. Más allá de todo entiendo que hay una tarea social y mis hermanos y yo entramos por ese camino al igual que otras amigas de otras generaciones para que la sociedad sea otra. Yo he dedicado gran parte de mi vida al canto, danza, ritmo como forma de comunicación con los demás. No sé si voy a lograr mucho más pero sé que no muero en el intento y junto con las compañeras estamos creando cosas permanentemente. [185] Conclusión La historia nos ha enseñado que el camino hacia una transformación social y un mundo más justo no puede ser cruzado individualmente, sino tiene que ser forjado a través de acciones concretas y una lucha colectiva. Una intervención social no se basa solamente en las intenciones benevolentes de las personas que las llevan a cabo sino que su riqueza y eficacia se centra en el debate que se genera y en el nivel en que la gente se siente reflejada. Va más allá de su capacidad de enfrentar y repensar nociones colectivas sobre estructuras ideológicas, con su base en el grito guerrero que resuena en los esfuerzos de todos los involucrados, su potencial revolucionario de "nombrar y reclamar las conexiones que nos enseñaron a ignorar y las dinámicas que nos dicen que no existen.”8 Reflexionar sobre el proceso de armar esta publicación me pone a pensar en la valentía de las mujeres negras que colaboraron para llevarlo acabo: el compromiso que todas comparten en transformar la manera en que la mujer afrodescendiente está representada y el hecho de intercambiar experiencias para enriquecer el conocimiento acerca de esta temática poco tratada. Pienso en la audacia de cada mujer de asumir el rol de protagonista y sujeto en la transmisión de conocimiento en vez de objeto de investigación y el potencial que todas llevan en democratizar la manera en que la historia está formada y transmitida. Este acto de tomar las riendas de su propio discurso es un acto de sobrevivencia, de dejar una huella en la historia que nunca volverá a borrarse. El rescate de la memoria oculta y el poder transformador de la palabra La tradición oral y la narrativa escrita son un fenómeno histórico y social en las comunidades afrodescendientes en las Américas. Tienen un rol fundamental en mantener viva la memoria y el discurso de comunidades históricamente marginalizadas que han sufrido un proceso sistemático de ocultamiento, negación y exclusión, llevado a cabo por las clases dominantes. 9 La mujer afrodescendiente constituye un símbolo vivo de la lucha por el progreso social y el derecho a la vida con dignidad; ha sido una activa protagonista de la historia de libertad y la construcción económica, cultural, social, y política de las sociedades surgidas en los países americanos.10 La oralidad y la palabra escrita está vinculada dinámicamente a nuestras realidades sociales y su uso es un derecho inalienable. Históricamente, la palabra ha sido un punto de partida para profundizar la lucha hacia la reivindicación y la visibilidad de la mujer afrodescendiente y todo su aporte cultural y social en la conformación de los países en las Américas. Ha sido herramienta fundamental para mujeres negras como Sojourner Truth, esclava liberada y abolicionista en los Estados 8 Levins-Morales, Aurora. Medicine Stories: History, Culture and the Politics of Integrity. Cambridge, South End Press, 1999: 5 9 Rachid, María. “Proyecto del ley: Declárase el 25 de Julio el Día de la Mujer Afro en el ámbito de la Provincia del Neuquén,” 24 de Julio de 2012. 10 Mosquera, Juan de Díos. “Los grandes compromisos de la mujer afrocolombiana en nuestro tiempo.” Revista Cimarrón: Bogotá, 2003. [186] Unidos a principios-mediados del siglo XIX que a pesar de no saber leer ni escribir, llegó a pronunciar su discurso ¿Acaso no soy una mujer? en la Convención de Derechos de la Mujer en el Estado de Ohio, conocida hoy como pionera del feminismo de mujeres afrodescendientes. 11 La palabra había sido utilizada para transformar realidades, como fue el caso de la poeta afroestadounidense y ex esclava Phyllis Wheatley y la poeta afrouruguaya Virginia Brindis de Salas, quienes enfrentaron obstáculos socioeconómicos para publicar lo que entendimos son los primeros libros de poesía de mujeres afrodescendientes en los Estados Unidos y Sudamérica.12 Tanto por su transmisión oral como su formato escrito, la palabra es fundamental en la reivindicación de las mujeres negras que lucharon por la independencia de los países en el Cono Sur, como María Remedios del Valle, 13 mujer afroargentina nombrada “Madre de la Nación” por su rol fundamental en el Batallón Andaluz que formó parte de la Guerra de la Independencia de la Argentina y la legendaria lancera Soledad Cruz, una de la mujeres afrouruguayas que acompañaron y combatieron en la Gesta Artiguista.14 Las huellas de esas mujeres y la cantidad de heroínas afrochilenas y afroparaguayas anónimas que contribuyeron a la formación de los países en la región del Cono Sur han sido lamentablemente borradas y olvidadas en la historia. 15 Investigar y salvaguardar la memoria de ellas permitirá una comprensión más integral y crítica de la realidad social del ayer y hoy y como consecuencia la aceptación de la pluriculturalidad y diversidad que se componen. Muchas veces el concepto de silencio está asociado a la inexistencia. Se considera una verdad indiscutible, sin tener en cuenta los actos de silenciamiento y los protagonistas que lo habían perpetuado. La conformación de las narrativas históricas populares que conocemos hoy tienen su base en la aceptación de verdades dominantes y se reflejan una hegemonía social que privilegia ciertas experiencias, voces y perspectivas por sobre otras.16 La contestación de la herencia africana en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay está vinculada directamente a la negación sistemática de la representación de sociedades pluriculturales que remontan al período de descubrimiento, conquista, colonización y evangelización que recorre a lo largo de la historia republicana y sus procesos de integración social y cultural.17 La omisión de reconocimiento que atraviesan los y las afrodescendientes en la región por parte de los estados y sociedades dominantes forma parte de un proceso de subordinación iniciado 11 Davis, Ángela Y. Mujeres Raza y Clase. Madrid, Ediciones AKAL, 2005:69 Valdes, Ildelfonso Valdes. Antología de la poesía negra Americana. Montevideo, Biblioteca Uruguaya de Autores:1953 13 Duncan, Quince. El Pueblo Afrodescendiente: Diálogos con el Abuelo Juan Bautista Yayah. Bloomington, Palibro, 2012:137 14 Ramírez, Tania. “Las mujeres afrodescendientes: el motor de la lucha colectiva” Boletín de la Casa de la Cultura Afrouruguaya. Año 2, Edición Especial, Mayo 2011:3 15 En Febrero 2013, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo en Argentina lanzó el concurso de revisión histórica “La vida de María Remedios del Valle,” el cual abre la convocatoria a la producción de investigaciones históricas sobre la biografía de María Remedios del Valle. 16 Gaztambide-Fernández, Ruben A., Switzer, Sarah. “Excluded/Marginalized Voices” in Encyclopedia of Curriculum Studies, Vol 1. Edited by Kridel, Craig. Thousand Oaks, SAGE Publications, 2010:360 17 Hopenhayn, Martín. “El reto de las identidades y la multiculturalidad.” Pensar Iberoamérica. Número 0, Feb 2002 12 [187] por la trata transatlántica de esclavos y el propósito de minimizar la presencia negra a finales del siglo XIX. Fue en esa época que la esclavitud había sido abolida y las sociedades de la región intentaban a escapar del legado de la esclavitud <blanqueándose>, atrayendo millones de inmigrantes europeos alterando así su composición racial.18 Este proceso de blanqueamiento no era basado solamente en las olas de inmigrantes europeos que vinieron a la región por motivos económicos y socio-políticos, sino que fue sistemáticamente justificada por las políticas nacionales y los pensadores sociales de la época que interpretaban la llegada de europeos a la región como la única respuesta al mejoramiento de las poblaciones ‘salvajes’ de indígenas y negras.19 Las consecuencias de este proceso incluyen el ocultamiento y borradura de los y las afrodescendientes, un proceso irónicamente contado tanto por su negación en los cuentos históricos como en las estadísticas poblacionales de las naciones de la región. Tal era el caso en Paraguay, en donde el censo de 1782 indico que el 54,7% de la población en Asunción era negra o mulata, libre o esclava, un porcentaje que en el censo de 1799 se reduce al 42,7%; sin embargo, desde los principios de siglo XX a la hora de reflexionar sobre la identidad del Paraguay, los afrodescendientes son considerados un grupo que desapareció en la guerra contra la triple alianza (Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay, 1864-1870).20 Hoy por hoy, enfrentando el constante ocultamiento de los y las afrodescendientes en la nación, se contaron 7,637 personas que se identifican como afroparaguayos quienes provienen de tres comunidades (Emboscada, Kamba Cua, Kamba Kokue) donde se concentra un porcentaje significante de personas con raíces negras en el país. 21 También en el caso de Chile, hay una necesidad de explicar "el silenciamiento de la presencia afro en Chile durante la época republicana si, por ejemplo, según el Censo de 1777-78, la población negra ascendía a un 12% en promedio, llegan hasta un 40% en algunos corregimientos [municipios].” 22 En el 2013, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en Chile medirá por primera vez la población afrochilena y a partir de sus resultados, las comunidades afrodescendientes buscan reactivar el proyecto de ley que las reconocerían como etnia en Chile. 23 El INE no reconoció la variable afrodescendiente en el censo nacional del 2012, así que este estudio será el primer paso hacia el reconocimiento de los afrodescendientes como una etnia en lo social y político frente el gobierno chileno.24 18 Andrews, George Reid. Afro-Latinoamérica, 1800-2000. Madrid. Iberoamericana Editorial 2007:27 19 Hernández, Tanya Katerí. Racial Subordination in Latin America: The Role of the State, Customary Law, and the New Civil Rights Response. New York, Cambridge University Press, 2013:24 20 Telesca, Ignacio. “Paraguay,” Huellas e identidades: Sitios de Memoria y culturas vivas de los afrodescendientes, Argentina, Paraguay y Uruguay--tomo I. Montevideo, UNESCO, 2012:84 21 Análisis de Género de la Población Afroparaguaya-Serie Género. Asunción, ONU Mujeres y Red Paraguaya de Afrodescendientes, 2012:2. 22 Cussen, Celia L. Huellas de África en América: Perspectivas para Chile, Editorial Universitaria, Santiago, 2009:10 23 Bertin, Ximena. “INE medirá por primera vez la población afrodescendiente.” La Tercera, Santiago, 12 de Marzo 2013 24 Gil, Magdalena. “Censo en Chile. ¿Un País, Una Raza?” El Dínamo, Santiago. 14 de Abril 2012 [188] El ocultamiento histórico de las comunidades afrodescendientes en el Cono Sur de Sudamérica es una historia en sí misma que merece un estudio más detenido. Consiste de una complejidad que se conforma a los distintos contextos sociohistóricos de cada nación. A pesar de sus peculiaridades nacionales, históricamente Argentina y Uruguay habían sido conocidos como países racialmente homogéneos, donde la imagen de una sociedad completamente europea y blanca ha sido reforzada por una negación sistemática y la dispersión forzada de los afrodescendientes.25 Entre las teorías y argumentos controversiales que hoy siguen estando generados sobre la eliminación total de los descendientes de los argentinos negros esclavizados (atravesadas por su participación y eliminación masiva en las guerras del siglo XIX, su alta mortalidad causada por la fiebre amarilla de 1871, y la desaparición sutil de los afroargentinos a través del mestizaje),26 muy pocos dan referencia al peor impulso de su desaparición pretendida: la indiscutible implementación de un mandato nacional que exigió la modernización de la Argentina a través del blanqueamiento de la nación y la eliminación de las razas indígenas y afrodescendiente como medio de progreso.27 Hay una idiosincrasia que existe entre la historia popular y lo que se había borrado de la memoria colectiva en las naciones rioplatenses que se ven reflejada en el hecho de que las ciudades de Buenos Aires y Montevideo no solamente fueron puertos importantes para el ingreso de los y las esclavizados negros en el Cono Sur28 sino también eran sitios importantes para la producción literaria y periodística de los afrodescendientes en América Latina. 29 Es importante destacar el hecho de que incluidos en estos periódicos afrouruguayos30 y afroporteños31 del siglo XIX y XX existieron cartas, poesía y artículos realizados por mujeres afrorioplatenses. Estas contribuciones escritas se demuestran la manera en que la palabra escrita había sido Rodríguez, Romero Jorge, “The Afro Populations of America’s Southern Cone: Organization, Development, and Culture in Argentina, Bolivia, Paraguay and Uruguay.” Traduc. Lisa Sánchez González. African Roots/American Cultures: Africa in the Creation of the Americas Ed. Sheila S. Walker, Lanham: Rowman & Littlefield, 2001. 316-317 26 Molina, Lucia Dominga y Luis, Mario Luis. “Afro-Argentineans: ‘Forgotten’ and ‘Disappeared’—Yet Still Present.” Traduc. Lisa Sánchez González. African Roots/American Cultures: Africa in the Creation of the Americas Ed. Sheila S. Walker, Lanham: Rowman & Littlefield, 2001:340. 27 Andrews, George Reid. The Afro-Argentines of Buenos Aires, 1800-1900. University of Wisconsin Press: 1980. 105 25 28 Los puertos de Montevideo y Buenos Aires eran el paso obligatorio de aquellos [esclavizados] que serían destinados a otros puntos de la región. Los destinos finales podían ser Santa Fe, Corrientes, Tucumán, Santiago del Estero, Misiones, en Argentina; el Potosí, en Bolivia; Asunción, en Paraguay. El trayecto más largo era el viaje por tierra hasta Mendoza, de allí hasta el puerto de Valparaíso en Chile, para luego ser transportados por mar hasta El Callao, Perú. Fuente: Silva, Mario Ángel. Reseña de la esclavitud en la región sur. Memoria del simposio, La ruta del esclavo en el Río de la Plata: su historia y sus consecuencias. Montevideo: Oficina UNESCO de Montevideo, 18 Oct 2004, 35 29 Lewis, Marvin. Afro-Uruguayan Literature: Postcolonial Perspectives. Cranbury, Bucknell University Press, 2003:154 30 Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad. Montevideo: Departamento de las Mujeres Afrodescendientes, Instituto Nacional de las Mujeres, Ministerio de Desarrollo Social 2011 31 Geler, Lea. “Nuestro sexo está de pie. Voces afrofemeninas en la Buenos Aires de 1876-78” Claroscuro, Revista del CEDCU, no 6, 2007 [189] tomada como medio de difundir un pensamiento y perspectiva critica sobre eventos nacionales e internacionales de la época y dejar una huella visible en la historia. Estos hechos y las historias que acabamos de leer ofrecen una mirada del proceso histórico y violento del silenciamiento de los afrodescendientes en los países del Cono Sur y el legado de testimonio que transciende generaciones de mujeres afrodescendientes periodistas, escritoras, activistas, abogadas, empleadas domésticas y las descendientes de mujeres negras una vez esclavizadas y liberadas en la región. Construyendo puentes de unión entre teoría y práctica, la reflexión y la acción Sin duda, fue un viaje el llegar a realizar este trabajo de manera colectiva, ya que fue necesario cruzar fronteras, tanto ideológicas como geográficas. Se precisaba cierto nivel de solidaridad para acortar las distancias y el compromiso de todas de asumir la responsabilidad de contar lo que se han negado a mencionar en los cuentos históricos populares. Por mi parte, fue necesario reconocer las implicaciones políticas de mi participación en este espacio como mujer afroestadounidense debido al alto nivel de confianza y diálogo necesario para que esa alianza sea constructiva, horizontal y sólida. Además del hecho de recoger historias tanto personales como políticas se precisaba una examinación crítica de mi rol en este proceso y la necesidad de combatir el riesgo de homogeneizar la diversidad de las experiencias de mujeres afrodescendientes que han sido en gran medida generalizados, formando un sujeto de “mujer negra” y "nosotras" indiferenciado según contextos históricos.32 Al investigar sobre el pensamiento y la acción que han emprendido las mujeres afrodescendientes de la región sobre sus propias realidades, era necesario que la metodología detrás del proceso fuera uno en que las colaboradoras eran coinvestigadoras, dado que la persona que adquiere la habilidad de profundizar conciencia sobre su propia realidad puede tomar posesión de ella. 33 Se basa en un proceso particular de auto-reflexión, centrada en las colaboradoras como protagonistas conocedoras, quienes son las personas más adecuadas en identificar y comunicar sus propias realidades, necesidades y pensamientos. Por esa razón fue necesario tomar el papel de facilitadora en lugar de 'directora autoritaria' del proceso de investigación. Tal posición, muchas veces tomada con buenas intenciones refleja una tradición de investigación autoritaria en la cual está aceptado hablar de y en el nombre de individuos sin tener en cuenta su propia representación y autodeterminación; de esta manera se reproducen las prácticas sistemáticas exclusivas que irónicamente se buscan combatir.34 Es cierto cuando dice Graciela Leguizamón, “nadie puede contar la vida de otros, ni sus circunstancias, salvo que haya vivido la misma situación.” Por ello, era tan natural como necesario realizar este trabajo de manera colectiva para incluir las voces de un público que ha sido el sujeto de diversos estudios e irónicamente excluido de tener una voz activa en la misma discusión por cuestiones políticas. Existe un debate popular sobre la importancia de conformar a las normas institucionales y 32 Curiel, Ochy, “Los Aportes de Las Afrodescendientes a la Teoría y la Práctica Feminista: Desuniversalizando el sujecto ‘Mujeres,’ Perfiles del Feminismo Iberoamericano, Vol. III, Catálogos. 2007:15 33 Freire, Paulo. Pedagogy of the Oppressed. New York, Continum, 1970: 87 34 Morton, Stephen. Gayatri Spivak: Ethics, Subalternity and the Critique of Postcolonial Reason. Malden, Polity Press, 2007:92 [190] realizar estudios en inglés ya que “al escribir en español significa permanecer al margen de debates teóricos contemporáneos.”35 Este argumento intenta justificar una hegemonía lingüística que disminuye la posibilidad de democratizar el terreno en donde estos debates pueden ocurrir, para quiénes son realizados y cuáles personas pueden participar. Por ello, es necesario reconocer las implicaciones de las políticas y prácticas que influyen en la accesibilidad al conocimiento. Diálogo y solidaridad entre los pueblos afrodescendientes en las Américas El proceso detrás de este trabajo se inició en Los Ángeles, mi ciudad natal, a través de un vínculo inesperado con una escritora afrouruguaya y su relacionamiento con la cuidad de Los Ángeles. Al estar cerca de la frontera con México, la ciudad mantiene las características de los tiempos no tan lejanos cuando era parte del territorio mejicano. Hoy en día en las comunidades importantes de inmigrantes y descendientes de México, América Central y Sudamérica se mantiene vivo el vínculo entre la ciudad de Los Ángeles y América Latina. Estos elementos demográficos y culturales combinados con una historia familiar sobre su migración a la ciudad desde el sur de los Estados Unidos como tantos millones de afroestadounidenses durante la Guerra Segunda y el legado de activismo de las comunidades afrodescendientes en el Estado de California (donde se inició el partido de las Panteras Negras y los estudios afroamericanos en las universidades) despertó mi interés en la memoria y la resistencia en la diáspora africana. Este interés creció en un compromiso después de trabajar de reportera para revistas y periódicos afroestadounidenses y aprender de la importancia de investigar, conocer y difundir la palabra escrita y oral en las comunidades afrodescendientes que muchas veces no están incluidas en los medios de comunicación populares. Después de tiempos de estudio en Costa Rica y Ecuador llegué a vincularme con la temática de las narrativas de mujeres escritoras afrolatinoamericanas, y de encontrar la antología de Miriam DeCosta-Willis, “Daughters of the Diaspora: Afra-Hispanic Writers,” me funcionó como una introducción a los trabajos de las escritoras afrouruguayas Beatriz Santos-Arrascaeta, Cristina Rodríguez Cabral y Virginia Brindis de Salas. Esa obra me generó una curiosidad sobre el pensamiento y activismo de otras mujeres afrodescendientes de la región y las ganas de investigar sobre la temática crecieron al encontrar copias originales de la poesía de Virginia Brindis de Salas en la biblioteca central de la ciudad de Los Ángeles. Una cosa que subrayó el hecho fue que años atrás, la escritora chilena y galardonada al Premio Nobel, Gabriela Mistral, escribió sobre la influencia de la poeta afrouruguaya en el movimiento afroamericano en la ciudad de Los Ángeles.36 La manera en que la solidaridad y diálogo transnacional se manifiesta entre los pueblos afrodescendientes de los Estados Unidos y el Cono Sur es un fenómeno capturado en narrativas escritas y en el boca a boca de personas que a pesar de sus diferencias idiomáticas están vinculados dinámicamente a una esperanza y lucha para vivir en un mundo más justo e inclusivo. Esa esperanza trasciende fronteras y fortalece los vínculos a nivel local y global; los periódicos afrouruguayos del siglo 35 Mignolo, Walter, The Darker Side of the Renaissance: Literacy, Territoriality, and Colonization, Ann Arbor, University of Michigan Press, 2006: viii 36 Decosta-Willis, Miriam. Daughters of the Diaspora: Afra-Hispanic Writers. Ian Randle Publishers: 2003, 18 [191] XX representan un puente importante en la transmisión de solidaridad del pueblo afrouruguayo con los y las activistas, escritores y políticos afroestadounidenses de la época. Se publicaron traducciones de la poesía de Langston Hughes, editoriales sobre el activismo de Martin Luther King y Malcolm X y comentaron sobre la visita de la cantante afroestadounidense Marion Anderson a Montevideo en 1937. Estos intercambios tuvieron el potencial de movilizar multitudes para generar acción de solidaridad internacional, como pasó con el caso Scottsboro en 1931, cuando nueve adolescentes afroestadounidenses fueron acusados injustamente de violar a dos mujeres blancas; justamente en Montevideo se formaba el Comité por la Liberación de los Jóvenes de Scottsboro en Uruguay.37 Hoy en día este espíritu de solidaridad entre los pueblos afrodescendientes en las Américas se mantiene vivo a través de conferencias y organizaciones internacionales, literatura e investigaciones, las nuevas tecnologías y sobre todo, el diálogo intercultural. Este libro fue en gran parte posible gracias al fondo Fulbright-Hays de la Embajada de los Estados Unidos de América en Montevideo y la beca Fulbright que me permitió instalarme en Uruguay en 2011, año proclamado por la ONU como el año internacional de los afrodescendientes y también el mismo año de la conmemoración del bicentenario de Uruguay y Paraguay. Este trabajo es el resultado de numerosas conversaciones que pasaron en salones, centros comunitarios, plazas, oficinas de trabajo e iglesias, muchas veces acompañadas por una generosa invitación a compartir un mate o tereré con diversas mujeres afrodescendientes de la región. Las escritoras y mujeres entrevistadas que aparecen en este trabajo son las que respondieron a una convocatoria amplia que fue difundida a través de redes sociales, presentaciones y sitios web. Es importante destacar que durante el proceso de la confección de esta publicación, dos mujeres que colaboraron con sus historias han comenzado a escribir sus propios libros y otra ya se encuentra en el proceso de publicar su segunda publicación. Para concluir, quiero agradecer a todas y todos los que apoyaron y participaron en este proceso y terminar con las siguientes palabras de la poeta afrocostarricense, Shirley Campbell Barr quien tuve el honor de conocer durante las Jornadas de Arte y Letras Afro en Uruguay en 2012 y tuvo un rol importante en el proceso de realizar esta publicación. Danielle Brown 8 de Mayo 2013 Los Ángeles, California, EE.UU 37 “El Comité Scottsboro,”Nuestra Raza No. 10, Mayo 1934: 15 [192] Recuperando la palabra Por Shirley Campbell Barr Porque me da la gana Porque me da la gana Porque es la sola razón de mis palabras Porque ya no es mi boca la que habla Porque yo ya no mando sobre esta lengua Endemoniada Y escupo malas palabras y se me acabó el Respeto que mis abuelas guardaban Porque habla el cerebro a través de estos dos labios y Porque me da la ganaY hablo en canciones y en danzas y en maldiciones y hablo en poesía y en lenguas y en putrefacciones. Que porque canto como yo canto… Porque me da la ira y me da la gana Porque me cansé de callarme la lengua y la piel y el alma Y se me cansó la nuca de tanto llevarla arqueada De tanto mirar al suelo Y se me cansó la espalda de tanto trabajo duro Y se me cansó el sexo de tanto maldito juicio de tantos odiosos nombres… De tanto llevarlo puro… A pesar de los malditos que le llamaron impuro, y hasta salvaje Que porque Porque me da la gana y porque me ronca la puta y la reputa gana… Y me da la regalada gana Porque se me cansó la piel y los ojos y el alma Y me cansé de recordar a mi abuela doblegada Y me cansé de volver la mirada y encontrar la misma fotografía esclavizada… Que porque… Que porque… Es porque me da la gana… [193] Los artistas somos el rostro y el alma de los pueblos. Somos instrumentales en el proceso de relatar e interpretar la historia, somos responsables de dibujar los rostros en sus diferentes facetas, de escribir, describir y rescribir formas corporales y, lo más importante, somos los llamados a rescatar y recrear la voz y el sentir de nuestros pueblos. Es a través de los artistas que se reconstruyen espíritus, y se repara la historia. Y son los artistas quienes les dan alma y aliento a algunos de los más importantes movimientos de liberación. Los artistas, junto con los sanadores del espíritu, han sido los llamados a mantener vivos a los muertos, a transmitir la historia a través de la creación e interpretación de canciones, danzas, imágenes, historias y ceremonias para alumbrar el camino de los que todavía quedamos en el mundo de los vivos. Para los pueblos negros, las múltiples manifestaciones artísticas están profundamente ligadas con la vida misma y la cotidianidad. Estas manifestaciones van mucho más allá de expresiones puramente estéticas: tienen una relación directa con el nacimiento, con la muerte, con las diferentes etapas de la vida, con el descubrimiento y la convivencia con la naturaleza, con la vida cotidiana de nuestros pueblos y con las relaciones que entre estos elementos se establecen. En nuestras tradiciones más arraigadas, los artistas son miembros integrales de la comunidad, y su creación se nutre del sentimiento del grupo. Sus obras, por lo tanto, son más objetivas que perfectas en términos estéticos. Su creación tiende a ofrecer una representación artística comprensible porque es, en cierto sentido, una obra de creación comunitaria. El artista es vocero y representante del sentir de su comunidad. La historia de los pueblos negros, tanto en África como fuera de ella, está marcada profundamente por la tradición oral. Los pueblos negros relataron su historia, reprodujeron su trayectoria y contenidos culturales y espirituales principalmente a través de la palabra hablada. Por esa razón, nuestras culturas están llenas de leyendas, cuentos, fábulas, canciones, etc., que hablan de una historia que data de miles y miles de años. Y tuvieron que pasar miles de años para que muchas de estas historias, después de viajar de generación en generación, pudieran ser recogidas en libros y documentos. La literatura tiene una historia larga como instrumento de reivindicación y lucha política. Fue primero transmitida de forma oral; fue así como fueron transmitidos los principales contenidos culturales y religiosos, así como también las principales herramientas de lucha política y cultural para la preservación de la integridad de los pueblos tradicionales. La literatura de origen africano es una literatura única, porque fue construida a partir de la memoria. Los saberes ancestrales, la preservación de la cultura y la historia han sido efectuados siempre de forma oral. Las mujeres han sido determinantes en este proceso de relatar y transmitir las historias a través de generaciones y generaciones. Es a través de las voces de las mujeres que las más sagradas tradiciones han logrado pasar de generación en generación y han jugado un papel determinante en el proceso de dibujar, redibujar, construir y reconstruir la vida e historia de los pueblos negros. Las artes, son espacios favorables al encuentro simbólico de los tiempos y permite reflejar los conflictos y encuentros entre posiciones particulares. La literatura ha sido llamada a mostrar no solamente grandes ausencias históricas, sino también las presencias desdibujadas y maltratadas de los africanos alrededor del mundo. [194] Estas imágenes turbias y alejadas de la realidad se reflejaron por años en las literaturas de occidente. Imágenes que aún hoy persisten, aunque en menor escala, en algunos de nuestros países. Fueron otros quienes primero intentaron darnos forma y recapturar nuestra imagen a través de sus percepciones y su lente saturado de ideas preconcebidas, satíricas imágenes, animalísticas figuras seudo humanas que no reflejaron, entonces, nuestra realidad. En este proceso, las imágenes de los negros fueron imágenes que promovieron y contribuyeron a la creación de estereotipos y comportamientos racistas; imágenes que fueron desarrolladas con el propósito de justificar el racismo estructural imperante. Años de activismo silencioso, enfrentando nuestros propios fantasmas que no cesaron nunca de acechar, trabajo comunitario arduo acompañando o llevando la bandera de movimientos a menudo liderados por hombres, generaron una conciencia y niveles de organización que entonces han permitido escuchar las voces de las mujeres negras. En nuestras comunidades y nuestras ciudades, las mujeres negras siguen trabajando y estudiando y reuniéndose entre ellas y con los jóvenes y con hombres y siguen siendo madres y compañeras y trabajadores de las oficinas y del campo y las empleadas domésticas de siempre, en fin sigue la vida, las comunidades no se detienen. Y es que este trabajo inicia desde tiempos inmemorables, inicia con la humanidad, desde siempre, desde el origen, cuando sembramos los campos y recogimos la cosecha. Cuando construimos caminos y comunidades y reinamos y dominamos pueblos e imperios. Cuando juntas, nos convertimos en guardianas de espíritus y de almas, en las cuidadoras de lo más eterno, nos hicimos hermanas en la fe y en la necesidad de guardar la historia para los otros. Cuando desde siempre parimos y criamos a los hijos y a los hijos de las otras y los hijos de las hijas. Hoy, las letras de las mujeres se escuchan con más fuerza. Los procesos de organización y la consolidación de nuevos espacios de participación para las mujeres han permitido que otorgar más voz a mujeres que durante mucho tiempo les fueron vedados. A pesar de que las mujeres negras continuaron ocupando algunos sitios dentro de las comunidades, las culturas dominantes transformaron muchos de los espacios tradicionales ocupados por las mujeres y las relegaron a espacios de categorías muy inferiores. Las mujeres negras estamos llamadas a asumir la palabra. Y en este sentido los autores y autoras estamos llamados a superar el nivel de la comunidad, el nivel de la caricatura, para de esta forma construir verdaderos personajes que contribuyan a la reconstrucción de nuestra historia. Contribuir a la reconstrucción de esa memoria simbólica y dotar de voz propia a nuestras comunidades. En el año 2013, Uruguay me recibió de brazos abiertos y celebró la poesía y las diversas artes negras mostrándolas por escuelas y ciudades. Una vez más, me reencontré con amigas de hace tiempo y volví a encontrarme con mi “Rotundamente Negra” impreso en los rostros y en sus sonrisas y en camisetas y en bolsos e instalado en el alma de muchas mujeres que me encontraron. Con poetas y artistas negros recorrimos escenarios diversos y variados públicos, asombramos y fuimos también asombrados por estudiantes, profesores, amantes de la poesía o simples curiosos. Sorprende que una vez más, como a los propios les cuesta reconocer su propio prejuicio e ignorancia cuando temas como prejuicio y discriminación son abordados. De cualquier forma, estos mismos públicos disfrutaron de las artes ante sus ojos y se permitieron hacer preguntas y de esa forma cuestionar sus propios prejuicios. [195] El movimiento negro en Uruguay, sus voces y organizaciones se levantan poco a poco al lado del movimiento negro del resto de América Latina. Se reconocen entre el resto de la población, intentan identificarse, definirse y diferenciarse y ser parte integrante con personalidad propia y plena ciudadanía. Los artistas tenemos una responsabilidad en el proceso de dar voz y denunciar y cantar para hacer escuchar nuestra propia historia. [196] Índice Palabras Preliminares....................................................................................................... 5 Agradecimientos................................................................................................................ 7 3DUWH,5HÀH[LRQHVHVFULWDV ............................................................................................. 9 Toscas del Caraguatá........................................................................................................ 10 Las historias que se escriben bajo mi piel ........................................................................ 16 La casa de té de Paula ...................................................................................................... 21 Gregoria Sánchez, parda liberta....................................................................................... 26 Quién fui, quién soy y quién seré: una mujer afrodescendiente de Chile ............................................................................... 42 Realidades y perspectivas de las mujeres afro ante educación, formación y mercado laboral ............................................................................................ 47 Es mucho más que un color .............................................................................................. 51 Voz negra de Toubal .......................................................................................................... 55 La fe originaria pone de pie la cultura afro ..................................................................... 60 Memoria ancestral y herencia africana ............................................................................ 69 Del delantal a la pluma..................................................................................................... 72 La literatura afro-hispana: sus escritoras, contexto y compromiso social y literario ........................................................................................ 75 Parte II: Testimonios orales ........................................................................................... 80 Argentina Karen Fleitas ..................................................................................................................... 82 Lucia Dominga Molina ..................................................................................................... 86 María Gabriela Pérez ........................................................................................................ 89 Integrantes de ‘Mi Bandera es Mi Piel’ ............................................................................ 91 Sandra Chagas................................................................................................................... 94 Silva Roxana Mónico........................................................................................................ 98 Integrantes de La Casa de la Cultura Indo-afroamericana .............................................. 102 [197] Paraguay Fátima Zaracho ............................................................................................................... 106 Susana Arce..................................................................................................................... 110 Araceli Medina y Dolly Medina Benítez ........................................................................ 113 María Selva García Núñez .............................................................................................. 115 Chile Marta Salgado Enríquez.................................................................................................. 119 Guillermina Flores Corvacho.......................................................................................... 122 Azeneth Báez Rio ........................................................................................................... 126 Alejandra Sandoval ......................................................................................................... 129 Milene Molina................................................................................................................. 132 Uruguay Alicia Esquivel y Beatriz Ramírez................................................................................. 137 Luz Marina Sosa Silva .................................................................................................... 141 Marita Souza ................................................................................................................... 144 Amanda Díaz .................................................................................................................. 147 Cristina Rodríguez Cabral............................................................................................... 151 Solange Moreira .............................................................................................................. 155 Isabel Oronoz y Solange Moreira ................................................................................... 158 Mujeres integrantes de Mundo Afro Salto ...................................................................... 161 Adelina Carballo ............................................................................................................. 164 Mujeres integrantes del Cooperativo Alero .................................................................... 166 Mirna Giménez ............................................................................................................... 168 Gloria Rodríguez............................................................................................................. 171 Grupo Ansina de la Pastoral Afro ................................................................................... 174 Alicia Saura..................................................................................................................... 180 Chabela Ramírez ............................................................................................................. 183 Conclusión Danielle Brown y Shirley Campbell Barr ....................................................................... 186 [198] Danielle Brown nació en la ciudad de Los Ángeles, California, EE.UU. En 2011 obtuvo una beca del programa Fulbright que le dio la oportunidad de instalarse en Uruguay y realizar una investigación sobre mujeres escritoras en los periódicos afrouruguayos del siglo XIX y XX. Este libro surge del trabajo que se realizó y los acontecimientos históricos del mismo año en que se conmemoraron el bicentenario del Uruguay y Paraguay, y las Naciones Unidas declaró al 2011 como el año internacional para conmemorar los pueblos afrodescendientes. Danielle recibió su licenciatura en literatura de Pitzer College y ha escrito para periódicos afroamericanos y diarios independientes en California. [199]