AÑO XXXltì.— NÚM . XXXVIII. r k i.' ' i o s Di: s r s c R i n o v . ASO. M a d rid . . P r o v in c ia » .............. E x tr a n je r o . . . . . . . . . . . . . . . . 40 JO «. ÚL | s E M ^ r n ,. TIU JtlS TR >R pesetas. a 1 W. ;6 id . 10 pu vcn ií u 14 P R E C I O S D E S t 'S C R I C I Ù N , P A i . A D I 'R O S E X O R O . ASO. A 1i.MIXISTRAC-ION : Tj c .-v X. Á , a M. t'.i. Madrid, SUMARIO. T i v r o .— C i. n k i i ge n i a l . p o i D . J'i..c f e m a n ile :: B re ra n .— N a ie ,ito .-m i-. ■I d - . p o i !) P ii- 1ni) M m i n i * ,! V . Ih - u i , P o i:', i n A », p u r 1) J i. è .li C .IM l.l V S 1 C la R eal A .-ni im a E m a n a la E - . T .a lit o . . | . 1 ,| . M a n u e l C ..,n tiL , a » la K i-al A . a l . u n E -p a .:u la K* * ’.a t i ., di- u n n a jo 1 - i R ío 1!. la 1‘ l. iin . li or 1) lìd u a n lo M ii- U ll" . - T i p " - m..-! ■■■ il pii 1) C arli a- 1 I .n t'n n - 1 C t mi-, a 1'" la l-,Mpn,i. 'in il« l ' i i i - , ' p. r i lo h , — > 1 1 - -1 p re - in l 'I o , n .• n R ed .... m i. p. i y. de Octubre de 15 «•j Ai Pi;-1-0 ikn w . . : V' TiirH > T ilov ), lin i f l o t t il i i n lo. E .-il. l i n a — R o !s l 1 : ■II') can al - k 1 " i r r i d i .i n i ! ì r e " c t - ic i f t c Id c n p i t u l. • im p o tn A ;t»cfu t n un u h i: 1889 . .1 J / l R i a A . p o tu to . T r- p n « le c n r T M .i> « C u r i '- t n o ilo e: im i «ri — l 'u l iìc i o t f i t ic li'i ) V e 'tm itrn tln i f rl*?l C’o t _4*t*?iO tiíjA ll- uni.! 1Y«>!r»kT n .tir* -t.v C Mùtui" •!* L'. h' litui -N ,1 1um'It * tl< I1 |umt I !tt . » / ,/ o.o . ( ut ,/. Ai/ C t . • .— Pareo N i:« v a / • « / / - j i i ' 1 fu adii «I- n Ón ■ — S a liila «I* I I il ■ C u b n , P u e r to R ic o y F ilip in a s .. 1)im á > K .*.aiio> d e A m é r ic a y Ftiirri'i. . t; F u UttTi Oì — l-!rt ili C a m p ili.:, v puf e M1-.U :«» a . E NOS A l R E s. i 1r i P i i d i : 1) S aniU i 1 I • S' - | . \ -, !. y liru jjU ' - (tJvrc a m<»nu ; ; SEMESTRE. 7 pese» fuertts. fiO pOclüS d«r In / l i i t r i l u i ' i .n «le .-Cfimp» r w i* t n Pnln * ! 1. In d u r ii in D c 'filv ile I '.- ( \ < m i > M h t ! M e x tra n itr o - , l D ib u jo k l nani» 1. 1 in l i L u i ■ .lim é n c / ) - In te r io r d i i P abu li! n ile l.i R a p iib lii a A rg i-n iir ■ ( p u la ce n tra l y ga Iv iia .Iv i p rim i r p ia . - P a M o In c x .!.• In K -p iiW K i - . I S im ili D o m in g o y diretto) d i X ica ra g u a . (»<■- lo to . S rr'L i:: 1 fin to a r t is t ic o . V in ta ce n e ra i d e liu e n o - A n i » tom ada .lesile cl R i, . iP la P ia la . \lu a k .le P a.m ero» V ( upnanli i M p u e rto , v i-to ., desile i l P iata.— I.a C ati'.li-»l y f i P ulncn ' e p i - c o p ili. f . i la p la / .i de l i V ic to ria .— 1 l ! ..IO !' 1 t i " l ' l : 111'» N .a e io iu l,— I m i t i " . di- lu ;ij l,i de :vu i.t 1 elicila*.. (E o li.e r-ilia . . U r l i l o . .!• U . S am u el I l o - I l , (lv B u i no - A ire - , re m itid a s p» t ■I l ) r . R oO rieuva ; 210 LA ILU STRA CIÓ N E SP A Ñ O L A Y AMERICANA. CRÓNICA GEN ERAL. t o — Es muy sencillo: cargarán de tabaco los cañones y fu­ marán los artilleros. — V si el humo es cosa mala, ¿nadie podrá fumar en los ejércitos? — Habrá tabaco sin humo, ó tendrán los fumadores la obligación de tragárselo. ; A persecución de partidas de juego en los c reñios de recreo de Madrid ha continuado. :lunílUB t'" " JTiiuMirj menos ardor, en estos ['¡iCA Q ü c C dias, ya porque la autoridad judicial á quien — Se llama pólvora sorda á la que no produce ruido: ¿es i encomendada no pueda, por sus rnúlpropia la expresión? tJI tiples funciones y escaso personal, dedicarse — N o, señor. L ? ' continuamente a esta tarea, ya, y es lo más pro— ¿Cómo la deberían llamar? hable, porque los circuios se hayan abstenido — Pólvora muda. de continuar las partidas, limitándose a juegos com­ — ¿Y á la que no hace humo? pletamente lícitos. — Pólvora rasa, porque no obscurece el cielo. La inesperada v repentina salida de Bulgaria del prin­ Sucede con el juego lo (pie con el duelo: ambrs cipe Fernando, su aparición en Viena y su entrevista en son delitos penados por el Código, pero delitos artificiales — Mamá, ¿no son aquéllos los moros de la Embajada? Munich con su madre, están dando ocasión á murmuracio­ en que no rechaza la opinión la cosa en si misma, sino por — Tienes razón : son ellos. nes, cálculos y todo género de conjeturas acerca de tan mis­ las circunstancias en que se verifica. Nadie queda deshon­ — ¿Cómo salen en un día de lluvia: Se están mojando. terioso viaje. Se ha hablado de asuntos matrimoniales, de rado por jugar lo suyo lealmente, ni por buscar en e! azar la necesidad de hacer un empréstito, v basta se ha relacio­ Ya son moros bautizados. ganancias rápidas con que se trata de cubrir necesidades nado con la visita del Czará Berlín esta salida, que parece apremiantes, ni tomarle por diversión costosa, ó buscar ! una escapatoria de estudiante. Algunos periódicos france­ — ¿Oué hicieron los moros cuando llegaron á la fonda? en él lo (pie el trabajo, aquí tan problemático y poco re­ — Preguntaron cuál era el Norte para hacer sus oracio­ ses han supuesto que era una salida definitiva del princi­ munerado, no produce. Pero es indudable que el acto de nes mirando hacia la Meca. pado la del ¡oven soberano, y respecto de Bulgaria, por jugar se presta á estafas, abusos y crímenes materiales y — ¿Y cuando no tienen á quien preguntar? mucho (pie se invente, nada iguala á la realidad novelesca morales que caen bajo la sanción penal. no ya de! Cndigo, — Rezan con brújula. de su historia contemporánea. hablamos en otro sentido, sino de la conciencia pública, que rechaza, por lo tanto, noel juego mismo, sino los de­ José F ernández B rf. món. sastres que el juego puede ocasionar. Viene á ser el juego Volviendo á la entrevista del Czar, si ha parecido vaso como esos abismos abiertos (pie convidan al suicidio, pero el brindis del emperador Guillermo por referirse á la amis­ al lado del cual pasan otros sin riesgo: si la sociedad tu­ tad tradicional de las dos casas reinantes, lo ha sido aún | N U E S T R O S GRABADOS. viera rnedii s de impedir que haya rios donde uno pueda más la contestación del Soberano de Rusia, que no lia he­ ahogarse, torres desde donde precipitarse, armas y venenos cho sino repetir cortésmcnte la salutación. El Czar brindó BUENOS AIRES. con que darse la muerte, nadie se opondría á su adopción. después p r el Principe de Bismarck. que escuchó el brin­ Perosi esto es tan imposible como evitar el juego, y si éste Antes de explicar los grabados que publicamos en el presente dis levantado, vació su copa, y se inclinó profundamente. número, dedicados en su mayoría á la próspera ciudad de Bue­ no es un crimen repulsivo á la conciencia, sino un vicio (pie Entonces el Emperador brindó por el Embajador ruso en nos Aires, crceíñns oportuno un roneiso bosquejo histórico, geo­ se condena por el abuso que de él se cometa, y en el cual Alemania, que hizo la misma ceremonia. En la recepción hav tantas lases y categorías como se comprenden desde oficial que hubo después del banquete, el Czar habló lar­ gráfico y estadístico de la República Argentina, sirviéndonos de guia recientes publicaciones oficiales que se han dignado facili­ comprar un décimo de la Lotería basta robar con barajas gamente con el Principe de Bismarck, y teniendo en cuenta tarnos los Sres. Castellanos, cónsul v vicecónsul de aquella na­ preparadas, y tantos medios de jugarse la fortuna, como la su salud, que no le permite estar de pie mucho tiempo, le ción en esta corte, y a cuya fina galantería quedamos sincera­ Bolsa, los negocios arriesgados; si en la sociedad depende hizo sentar en un sillón, mientras él permanecía de pie, mente recoma idos. del azar basta la vida: si todo en ella está sometido á com­ acto de consideración (pie suaviza la rigidez de aquellas Buenos Aires, situada en fértil llano á la orilla austral del Río de la Plata, á los 3+0 30' latitud Sud y 38" 23' longitud binaciones misteriosas tan obscuras como las leyes con qué fiestas diplomáticas. Oeste, debió su fundación al capitán español Mendoza, en 1333, las cartas se mezclan entre si barajadas ácapricho.¿no hay y habiendo sido destruida por los indios, no fue colonizada hasta algo de pueril en perseguir un fantasma intangible que se Conviene, para lijar el estado de los ánimos en Alema­ el año 1580: en aquel periodo de conquista y población de los burla de las persecuciones, v cuanto más se oculta más países llamados Del /‘/nía, se crearon y organizaron en primer nia. tomar nota y hacerse cargo de algunos párrafos que libremente comete sus excesos: lugar los tresgobiernos de Paraguay, Córdoba del Tucuman y dedica f.tt (irtivYrf < /r Cnl<>nin a la entrevista. No defendemos el juego, porque sabemos que apasiona Buenos Aires, que dependían del Virrey del Perú, el cual tenía "El Czar no obtendrá del pueblo de Berlín la misma y seduce, basta el punto de que para alimentar esa pasión entonces potestad administrativa hasta el Cabo de Hornos; y acogida que los monarcas de Italia y Austria-1 lungria. El posteriormente el Gobierno español, atendiendo a los progresos se roba y se cometen acciones vituperables: aunque, si huésped de nuestro Emperador será recibido, iniUnlablede la: nucías colonias, y a la gian distancia que las separaba de por las malas consecuencias que puede producir se fuese á perseguir todo lo tentador, temida la autoridad que* ex­ meiito . con respeto, pero no con aquel caluroso entusias­ la capital del Peni, constituyo el virreinato de Buenos Aires, in­ mo que se expresó en el verano último de una manera tan corporándole vastísimos territorios, v confirió el titulo de virrey pulsar del mundo á las mujeres, por las niales se juega, se al capitán general 1*. Pedro de Zeballos. natural, grandiosa y espontánea. roba y so asesina. Pero también hay un hecho indudable: Fáciles segtiii desde entonces la historia de la formación y "Y es que la situación política se lia transformado por si se roba por jugar, también se deja de robar por haber progre os de la actual República Argentina : la Real cédula de completo despilé:, de la entrevista de Skiernicwíce. No ganado al juego. creación del virreinato de Buenos Aires tiene la fecha de 8 de existe aquella triple alianza que terminó con la retirada de Agosto de 177b, reinando Cario- III; la Provincia de Cuyo, con La persecución de estos (lias: el dualismo que existe, acerca de sus limites, entre la autoridad judicial y la g u ­ Rusia, y en lodos los circuios políticos se tiene la convic­ sus límites hasta el Estrecho de Magallanes, que formaba parte ción de que la visita del Czar sólo es un acto de cortesía de la Capitanía General de Chile, filé separada de esta para bernativa, ha puesto sobre el tapete la eterna cuestión de hacia un soberano pariente y amigo, pero que no ha do agregarse a la nueva demarcación ; la del Paraguay se unió tam* principios respecto del juego. Y como parece que se trata híén al Virreinato de Buenos Aires, constituyéndose en provin­ conducir a arreglos ni tratados políticos.» de adoptar decisiones trascendentales, nosotros manifes­ cia. y por la Real ordenanza de Intendentes, que era la constiEntretanto las correspondencias de Alemania nos ha­ taremos nuestra opinión. tucb 11 administrativa del Virreinato de Buenos Aires, así romo El juego es irremediable: la persecución no es sino i blan de. la excelencia de la pólvora sin humo de (pie se ha 1 por diversas Reales cédulas expedidas por los monarcas españoles, esta dilatadísima colunia estal a dividida en ocho gobiernos ó in­ echarle de un lado para que se coloque en otro más octil- 1 dotado al ejército de aquel país, y de la táctica creada para las modificaciones que introduce en las maniobras tendencias, a cargo de oíros lautos gobernadores nombrados di­ t o : y si es irremediable, nos parece menos malo vigilado rectamente por el Rey ¡dichas intendencias eran : ¡a de Buenos que oculto y sin vigilar. Entre la avaricia, que esconde aquella nueva forma de combate, La nube protectora que antes envolvía las masas de tropa y haterías después de Aires, que comprendía la capital y ten Eolio de la provincia improductivamente un capital , acto licito, y el jugarle y hasta el Estrecho de Magallanes. Santa fe, Entre-Ríos. Corrien­ roto el fuego, ya no existirá para los alemanes; pero en devolveije á la circulación, paia la sociedad es preferible tes, .Montevideo y toda su campiña hasta el ruar, y los treinta cimillo tampoco sus disparos dejarán como rastro y blanco jugarle. La libertad de la usura y la persecución del juego nucidos de Misiones sobre el Uruguay, porque Montevideo y las son incompatibles. Contra éste hav la defensa social de columnas de humo que atraigan los proyectiles enemigos. Misiones tenían gobernadores militares que también se hallaban No nos dicen si esa pólvora huele, cotiv la que nosotros subordinados a la autoridad de Buenos Aires; la intendencia de declarar a un hombre pródigo: contra aquélla, nada : todo conocemos, o si es inodora y sin ruido. Pero desde luego Córdoba comprendía la provincia de su nombre v las de Mendo­ el organismo judicial se pone a sus órdenes, para que el robo moral, en forma de contrato que arruina á una fami­ so comprende que las batallas del porvenir serán silencio­ za, San Juan del Pico, San Luis de I.oyola y Rioja: la de Salta, su provincia y las de San Miguel del Tucumán. Santiago del Es­ lia, se efectúe con solemnidad. Conque no seamos hipócri­ sas y cada vez menos animadas. Desaparecerán millares de tero, Jujuv, Catamarón y Tarija ; la del Paraguay, los limites de soldados sin saber que el combate ha empezado, y saldrán tas basta el punto de lingir que velamos con tanto em­ la antigua gobernación de la Guaira; la de Cochabamba, esta ilesos otros sin sospechar que se han batido. pello por el dinero que cada cual lleva en su bolsillo. ¿Se ciudad y toda la prov incia de Santa Cruz de la Sierra: la de la o trata de hombres independientes que pueden hacer lo que Paz se extendía a las provincias Lampa, Caral aya y Azangaro; « o gusten de esos fondos, sin más responsabilidad que lo li­ Entre las victimas que ha producido en Madrid el cam­ la de la Plata, era toda la provincia de Charcas, v finalmente, la cito o ilícito de sus acciones: No podemos evitar que mal­ bio brusco de temperatura, pues hemos pasado repentina­ de Potosí comprendía las provincias de Porro, Chayanta, Atacania, Lipes y Chichas, habiendo sido separada Tanja de esta gasten y arruinen. ¿Se trata de hitos de familia y jóve­ mente del verano al invierno, recordamos las siguientes nes inexpertos: Pues dése á los padres facilidad de vigi­ desgracias, ocurridas áqueridos amigos nuestros: D. Gus­ intendencia en ISO" para agregarla á la de Salta: existían, por último, en esta región, sobre el Chaco, los gobiernos militares de larlos. tavo Reina, hijo del general del mismo apellido y here­ Moxos y Chiquitos, que estaban, como los de Montevideo y Mi­ Si el juego no -,e puede evitar, lo más práctico sería siones. subordinados al Virrey de Buenos Aires, en quien se dero de su titulo, lia tenido la desgracia de perder á su convertirle en una r uta del Estado, ampliación de otra ya joven y bella esposa. concentraban la superior autoridad y omnímodas facultades. El 9 de Julio Je 1S16 quedo consumada la revolución, decla­ existente. Con la circunstancia d equ e, cuando c-1 Estado El aplaudido autor dramático D. Vital Aza , y el repu­ rándose la independencia de la nación eri el Congreso de Cór­ no admite esa renta, uclen no rechazarla para si algunos tado periodista, mayor del Congreso. D. Manuel Fernan­ doba del Tucuman. funcionarios. dez Martin, han sufrido respectivamente la pérdida de sus Antes de esta declaración, el Gobierno de Montevideo se ha­ señoras madres. bía desligado de Buenos Aires, en 1809; después, la provincia del Paraguay se constituyó en Estado independiente, en 1812; Y nuestro amigo D. Pedro Muchada ha tenido el senti­ Ha llegado á Madrid la Embajada del Sultán de Marrue­ las cuatro provincias del Alto Perú, autorizadas por una ley del miento de perder á su padre, el Excmo. Sr. D. Juan Pedro cos. después de haber desempeñado ante el Gobierno Congreso Argentino, de 1825, se organizaron en gobierno pro­ Muchada , senador del reino y persona querida y respe­ francés las mismas funciones diplomáticas. No hay sino pio con la designación de República Boliviana ; la misma pro­ motivos para que obtengan de nosotros una acogida afec­ tada. vincia de Montevideo, después de largas discusiones con el Go­ En tan breves y tristes lineas tenemos que dirigir nada tuosa. Las baterías moras han saludado a nuestra bandera, bierno del Brasil, fué también declarada independiente por el y debemos honrar su representación, ó somos menos cor­ menos que cuatro pésames á personas á quienes profesa­ tratado de 1S2S, 3- hoy constituye la República Oriental del Uruguay. teses. Nuestra política tradicional lia tenido, á decir ver­ mos verdadera estimación. Resumiendo: la República Argentina, formada por catorce o dad, miras belicosas respecto de nuestros vecinos: pero o o provincias en que fueron subdivididas las tres primeras intenden­ los tiempos varían, v seria ridiculo querer la inmovilidad Los niños de muchos colegios de Inglaterra se han de­ cias. constituyóse políticamente en 1853, bajo el sistema federal, de los procedimientos donde todo varia, llo v se invade á después de largo período de luchas intestinas y de haber sufrido clarado en huelga, si no nos engaña un colega en donde los pueblos, mejor que con soldados, con productos: se les una sangrienta dictadura por espacio de diez y siete años. acabamos de leer esta noticia. Su petición es la siguiente: domina económica y no militarmente: la buena amistad Esas uroyinc ias son : Buenos Aires, la más extensa, poblada y más juego, menos clase v supresión de los castigos. asimila unos países á otros, y lo que necesitamos boy en rica de (a nación, compuesta especialmente de grandes llanuras A nuestro juicio, no hay inconveniente en conceder lo Marruecos no son provincias, sino extender nuestro idio­ denominadas ftuñ/uts; Santa Fe, lindando con aquélla y la más (pie desean, toda vez que una vez concedido, viene una adelantada en colonias agrícolas, con un magnífico puerto en la ma. crear vínculos é intereses, y españolizar poco á poco consecuencia irremediable que todo I >recompensa. ciudad del Rosario, sobre el rio Paraná; Entre-Ríos, a la cual la costa fronteriza. A menos clase y más juego y ningún castigo correspon­ se ha dado el nombre de Mt-sf/'otanii.t argentina, por su pinto­ resco suelo, sus ríos de agua dulce entre las grandes corrientes de, naturalmente, más años de escuela. del Paraná v del Uruguay, sus bosques dilatados de palmeras y La visita hecha por el Czar al Emperador de Alemania O o o arbole - espinosos; Corrientes, continuación hacia el trópico de la en su coite de Berlín ha producido una impresión de provincia de Entre-Ríos, en territorio conveniente para la gana­ — ¿Oué me dice usted de la nueva pólvora sin humo? frialdad ctt toda Europa : á decir verdad, los berlineses no dería; Córdoba, cuya capital, una de las mas antiguas del país, ¿(Juéefecto liaran sin él ios cañonazos? habían recibido ai Cz.ai menos fríamente, y la prensa ale­ fundada por españoles en 1373, fué cabeza del gobierno de Cór­ — Serán como una tempestad en un cielo sereno. Habrá mana habla preparado esa glacial acogida, manifestando doba del Tucumán. y tiene celebre universidad literaria, en cu­ truenos y rayos : sólo se suprimirán las nubes. yas aulas se han formado muchos hombres públicos argentinos, ser indiferente a Alemania que el Soberano de Rusia co­ — ¿Y no puede convenir el humo en un momento dado? y aun españoles ; Santiago del Estero, en la margen derecha del rrespondiese " no a la visita que le hizo el emperador Gui­ rio Dulce, ganadera y agrícola, con buenos campos donde se llotino ; bien que cuando asi se expresaba, había temores ¿qué harán entonces los ejércitos? f w de que no se cumpliese con el deber de cortesía, según se iba retrasando. Como sucede siempre en estos casos, han contribuido todos á (pie se produzca la tirantez, apenas disimulada por las solemnidades de la etiqueta, y á que se haya interpretado el uso del idioma francés que empleó el Czar para su brindis, como una indirecta demostración de su simpatía por Francia y una cortés mortificación á la corte v al pueblo alemanes. Larga b:t debido parecer á éstos la visita, v penosa la obligación de obsequiar ¡i un huésped tan molesto. Si los reyes pudieran, como los particulares, evitar estos malos ratos con un cambio de tarjetas.... N.° X S X V I 1 I N.° X X X V I I I 211 L A ILUSTRACIÓN E SP A Ñ O L A Y AMERICANA. cultiva la caña de azúcar: Tucumán, el Jardín d( la República, que si tiene cerros coronados de nieve, tiene también colinas y valles de vegetación exuberante (hay allí cedros y laurele? cuyo tronco mide ocho metros de circunferencia), y llanuras siempre verde? y floridas, donde se cultiva la caña de azúcar, el tabaco, el maíz', el arroz, etc.: las provincias de Salta. Jtijuy, Calamar­ es, Rioja, San Juan, Mendoza, y San Luis, y además extensos territorios nacionales en la Pampa, Neuqucn, Rio Negro, ( im­ buí, Santa Cruz, ‘I ierra del Fuego, etc., regidos por gobernado­ res dependientes del Gobierno general del país, según lu ley de Í6 de Octubre de 1884. ; Cuál es el estado actual de la República Argentina: El de una de las naciones más prosperas del inundo. «A los que duden (escribe el entusiasta argentino Si. Olleros, en su interesante (.'aria al Presidente de la sociedad C a n IberoAmericana'), les presentaré el ejemplo que mi patria ■ frece ; les diré que con 4.000.000 de habitantes tiene 5. 1c-o escuela? gratui­ tas. 15 colegios superiores, dos univor-idades, 54 escuelas nór­ male'; v tres observatorios astronómicos; les presentaré el sober­ bio espectáculo de la ciudad de La Plata, maravilla hecha en tre? años que enorgullecería a cualquier nación curopct: les diré que en los dos últimos años se ha votado la construí ción de 12.COO kilómetros de ferrocarriles; les diré que Buenos Aires y cualquiera de la- ciudades Argentinas no ceden en 1 iv ili/a. ion a ningún pueblo del mundo; les diré que las rentas federales su­ peran en .jo.coo.oco de pesetas al cálculo de recursos.« A lo cual se puede añadir, por vía de práctica demostración, y romo testimonio universal de casi iodo* los pueblos de Europa y América, el resumen estadístico del movimiento inmigratorio durante el quinquenio de t $.85-87: los inmigrantes fueron 463.728, y los pasajeros, convertidos muchos en inmigrantes, 92.729, for­ mando un total de 556.457. de los cuales pertenecían á España 40.772, o sea el 10.46 por 100. La historia de Buenos Aires merece párrafo aparte, aunque la bosquejemos a grande? rangos. «La muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, puerto de Santa Alaria de Buenos Aires« (que tal se la denomina en los antiguos documentos ofi­ ciales) , fué fundada por el adelantado O. Pedro de Mendoza, que partió de las costas de España, con una escuadra de caiorcc nai ¡os, 2.000 hombre? destinados á la colonización y muchos ca­ ballos y yeguas, el 24 de Agosto de 1534, y arribo al Río de la Plata ¿n los comienzos del 1535, colocand ola primera piedra de la ciudad el 2 de Febrero de este ultimo año; pero lo- indios Ouevandie1, moradores de las bandas del Riachuelo, donde los es­ pañoles desembarcaron, aunque en los primeros dias ?e sometie­ ron dócilmente al general, le atacaron luego esforzadamente, dando muerte á O. Diego de Mendoza, á seis hidalgos y 20 seddados, aunque ellos perdieron más de 1.000 hombres. Más tarde, reunidos lo- indios Oueramliet con los llartene.s, ('harina', y Timbar*, asaltaron la nueva ciudad el 2| de Junio, incendiaron cuatro buques surtos en la rada interior, y obligaron al Gobernador á embarcarse en las naves salvadas, con su gente, la cual, por las enfermedades y la guerra, estaba reducida a 560 hombres, quedando á bordo 400, con el capitán luán Romero, para cuidar de la población, y dirigiéndose Mendoza con los restantes por el rio Paraná, en busca de non ¡ jones; mas an­ dando el tiempo, el capitán Domingo de líala \ el \eedor Ca­ brera, muerto va D. Pedro de Mendoza en su viaje de regreso á España, y derrotado el capitán Juan de Avolas en las rqgione deí Chaco, dispusieron la despoblación y el abandono de la ciu­ dad, é incendiaron la nave que les -ervía de fortaleza, la capilla y las casas de madera. La segunda fundación de Buenos Aires filé debida al ilustre D. Juan de Claray, fundador de Santa Fe. que ejercía el cargo de teniente gobernador por el adelantado D. luán Torres de Vera y Aragón . y repobló la ciudad, con españoles que le ai mnnañaron desde la Asunción del Paraguay, el 11 de Junio de 13S0: bizme reparto de tierras en sedares para la población, en quin­ tas y estancias para la agricultura y la ganadería, destinándose los terrenos necesarios para iglesia-;, plazas, y denuis servicios de carácter público y general, result indo la nueva ciudad en un plantel de diez y -cis manzanas Je Norte á Sur y nueve de Este á Oeste, más las quintas de las márgenes del Riachuelo v del Río de la Plata, y las estancias de las riberas del Paraná, desti­ nadas al ganado. Tal es el origen de Buenos Aires, que fué progresando len­ tamente, pero con gran ventaja soi>re las otras ciudades del Vi­ rreinato. como [Hiede juzgarse por reseñas escritas en los si­ glos xvu y x v lll. entre clias la del viajero francés A. I)u Biscay, que residió en aquella capital en 16G4, y la del jesuíta italiano Cananco, que la visito en r, 30. Erigida en capital del Virreinato, como dicho queda, por el rey D. Carlos 111. el Marqués de Sobremonte era virrey en l8o6¡ cuando España, por desaciertos políticos bien conocidos y ya juzgados, aliada de Napoleón I. estaba en guerra con la Gran Bretaña; y esta nación envió al Rio de la Plata una poderosa escuadra con el intento de conquistar el Virreinato español. Hallábase el Marqués de Sobremonte en el teatro, con su fa­ milia y rodeado de aduladores cortesanos , cuando recibió la no­ ticia de haber llegado la escuadra británica, mandada por Heresíord, al puerto de Santa María, y «como el grito de ¡A nlbalad portas! no encontró en aquel Virrey el corazón de un romano« (dice con gran verdad un escritor argentino), el Marques, sin consultar más que sus cervales instintos, huyó de Buenos Aires y se refugio en la ciudad de Córdoba, la noche del 24 de Junio de 1806; frente á la dudad, en la rada, había nueve buques in­ gleses, y el fuerte enarboló la bandera española, mientras el ve­ cindario y las milicias se reunían y armaban al toque de gene­ rala; el día 26 desembarcaron los ingleses, y el 27, después de débil resistencia que les opuso un pequeño destacamento, entra­ ron en la fortaleza, que se rindió sin disparar un tiro ; los vale­ rosos Liniers en Montevideo, y Puevrredon en la campaña de San Isidro, organizaron una ecuadrilla con artillería y gente de desembarco, y un cuerpo de caballería, el cual fué batido en los caseríos de Perdrie!, no obstante la bizarra conducta de los gau­ chos voluntarios y de su jefe; Liniers desembarcó en San Fer­ nando con 1.030 hombres y algunos cañones, y reunido con Fueyrredún, lo? dos valientes avanzaron hacia la ciudad, bajo el azote de grandes temporales, y el 12 de Agosto , después de he­ roicos y sangrientos combates enrre el fango de las calles, to­ maron sus posiciones á la legión británica que ocupaba la forta­ leza, y arriaron la bandera del leopardo para izar sobre ella la gloriosa de Castilla. Y aunque los ingleses, anonadados por la reconquista, se repu­ sieron luego y volvieron contra Buenos Aires, con más elemen­ tos de guerra y mayores bríos, á tiñes de Junio de 1807. man­ dando la escuadra el contraalmirante Murray y bis tropas de desembarco, en número de 1 i.coo hombres, el general Vhiteloke, los diversos cuerpos de milicia organizados por el general Liniers, patricios, húsares, artilleros , pardos y morenos, grana­ deros de Terrada, arribeños y otros, que en junto formaban 8.500 hombres con 100 piezas de artillería, rechazaron vigorosa­ mente á los invasores é hicieron prisionero al general Crawford ron ?u división, que se había encerrado en la iglesia Je Santo Domingo, dando ocasión a los periódicos oficiales de Londres para escribir, poco después, queseada cata Je Buenos Aires era una fortaleza y cada calle un atrincheramiento«, y que «un pue­ blo semejante era invencible«. Terminaremos esta reseña histórica recordando que la revolu­ ción de 25 de Mayo de 1810. siendo virrey de aquella- lejanas provincia? españolas D. Baltasar Hidalgo de Cisncros, lué el primer grito de la independencia ar gentina, la cual lué declarada solemnemente por el Congreso de Tucumán, el 9 de Julio de 1816. Empezamos á describir losgrabados del presente número por los del Sup¡emento artístic, que le acompaña, en atención á su importancia. — La Vista general de liarnos Aire- aparece tomada desde la extremidad del Muelle de Pasajeros, sobre el Rio de la Plata, y presenta en magnífico panorama el bellísimo conjunto de la ciu­ dad : ésta vcupu una superficie de 18.142 hectárea?, aproximada­ mente ; su extensión de Norte á Sud es de 18 kilómetros, y de Este a ( >e-te, de 25 ; su perímetro se extiende a 62 kilómetros. Es Buenos Aire?, por lo tanto, según su extensión territorial, tina de las mas grande? capitales del mundo culto: mayor que Parí?, la cual ocupa 7.802 hectáreas; que Berlín, con 6.326; que Edimburgo, Dublln, llamburgu. Buríleos, etc. El Muelle de Pasajeros arran. .1 desde la Capitanía del puerto y el Resguardo, y se extiende por el Río de la Plata, que tiene en aquel sitio una anchura de 40 leguas. La Catedral ocupa el mismo lote de tierra que destino el fundador Juan de Garay. en 15SO, para la edificación de la igle­ sia mayor; la primitiva fábrhn, que tenia paredes de adobe y techo de paja, fué renovada á expensas del obispo Fr. Pedro de Carranza, en 1618. y otro obispo posterior, Azcona Imbeno, acometió con satisfactorio resultado la empresa de reconstruirla, costando la obra So.oco pesos oro; esta nueva fábrica no tuvo, sin embargo, mucha duración. porque ?e derrumbó en la mañana del 24 de Mayo de 1755, sin causar, felizmente, ninguna desgra­ cia personal. La Iglesia mayor actual fué comenzada en 1791, con arreglo á planos del arquitecto Sr. Rocha, y las obras duraron más de cuarenta años; cu 1822, durante la administración del general Rodríguez, se aceptaron las modificaciones que propuso al pri­ mitivo proyecto el arquitecto francés M. Prospere Catelin, cons­ truyéndose la columnata simbólica de la fucilada principal que sostiene el tímpano, en el cual -e colocó, en 1860. el retablo bí­ blico que labró en aito relieve el artista Duburdiett; el interior del templo mide una longitud de lio varas, por una anchura de 30, y 47 de elevación hasta el remate de la linterna. Está situada cu la plaza de la Victoria, y á su lado se levanta el palacio episcopal, que no ofrece nada digno de mención. — En la misma plaza de la Victoria se levanta el Palacio de! G<bienio ¡Misional, <>sencillamente Casa de Gobierna, construc­ ción dirigida por el arquilla 10 Francisco Tambtnini : está termi­ nal lo el cuerpo de edificio queda a la • .elle de Rivmlavia y el arco ile unión entre la antigua Casa de Correos y la residencia del Gobierno, que se utilizan cu el nuevo proyecto, y se trabaja activamente en la construcción de la parte que falta para com­ pletar el edificio, o sea el ángulo correspondiente a las calles Victoria y pu-eo de Colón. Hasta el 20 de Agosto de 188S el Tesoro nacional había in­ venido en las obras terminadas la cantidad de 951.868 pesos. — La capilla de Santa Felicitas, situada en la av enida Montes de U. a, e? un edificio moderno, que nmincmoia un triste drama acaecido pocos año- haré en la capital argentina: construyóla a sus expensa?, en 1872. el capitalista español D. Carlos Guerrero, en honra y memoria de una hija suya que pereció trágicamente, el 50 ile Enero del mismo año, en el sitio donde ahora se levanta el templo. La lachada principal de éste mide 26 metros de longitud, y 50 la nave, por 6 de anchura, y sus dos gallardas torres laterales tienen una elevación de 45 metros. E11 el interior resalla gran lujo y riqueza de ornamentación . v según el parecer de viajeros ilustrado?, no existe en el conti­ nente amerirano otro oratorio de propiedad particular que ¡guale á esta bella iglesia en esplendor y abundancia de artísticos de­ talles. Fué construida en I-reve tiempo, cotí sujeción al proyecto pre­ sentado por el arquitecto 1). Ernesto Bunge y bajo la dirección de este mismo maestro, y su coste se elevo a la respetable suma de 500.000 pesos fuertes. El primer grabado del número representa el puerto denomi­ nado Bota del Riachuelo, Allí fondean lo? vapores o paquetes de Ultramar, lo mismo que los destinados á la navegación fluvial por el Plata, el Paraná y otros ríos, y los de cabotaje; allí mi­ mo acontecí'1, en 1535. el primer ataque de los indios Oaerandies á los españoles mandados por D. Pedro de Mendoza; allí tam­ bién el capitán Domingo (le Itala dispuso la despoblación de la primitiva ciudad , en 1541. incendiando la nave que se hallaba en tierra y sera ia de fortaleza, así corno la capilla y las casas de madera. Precisamente en el año último, practicándose en el Riachuelo algunas obras de dragaie, se lian encontrado restos de aquella nave, y balas de piedra que usaban los españoles del siglo XVI para los cañones llamados pedreros. — Palermo es uno de los sitios más pintorescos de Buenos Ai­ res : pertenece a la Vil.* división parroquial, y esta situado en la margen «leí Plata; le cruza el ferrocarril a Tigre, con estación, y algo más lejos pasa también el ferrocarril a Campana; tiene espaciosa avenida, anchó paseo de carruajes, lindos jardines y arboledas, y le rodean magnificas posesiones y villas modernas. Nuestro primer grabado de la pág. 212 representa la avenida de! 3 de Febrero. — La isla de Carapachay (Tigre), de la que riamos una vista en la misma pág. 212, e? otro pintoresco sitio de recreo, cerca de Buenos Aires, muy frecuentado por los porteños. Está poblada de soberbios frutales, y tienen lama sus melocotones, peras y dátiles. _— Los cuatro grabados de la pág. 213 reproducen populares tipos del país: el primero es una tropa de carretas argentinas que conducen frutos á Buenos Aires ; el segundo retrata al hom­ bre del campo, en un potrero, con el rebenque ó látigo suspen­ dido de la mano izquierda, y apoyada la derecha en el cuello de su caballo : el tercero representa á varios gambos carreteros en el momento de comer el asado y disponiéndose á tomar el mate, hierba paraguaya que produce en infusión una bebida semejante al té-, muy estimada de las gentes del campo; el cuarto figura varios lecheros vascos, robustos inocelones de nuestras montañas vasco-navarras, emigrados después de la última guerra carlista, y dedicados a transportar cántaros de leche a Buenos Aire?. Al hablar del gancho es preciso recordar las pampas de aquel lejano país, que miden una extensión de más Je quinientas le­ guas cuadradas : inmensos espacios de terreno casi ?in limites determinados. ?in arboles, sin ríos, sin montañas, sin variedad alguna, poblados únicamente en ciertos meses de una hierba alta y gruesa que se llama paja brava o pampa, de donde viene el nombre a las grandes llanuras donde brota espontáneamente. Sabido es que el caballo V las re-es vacunas y lanares eran desconocidas en América antes Jel descubrimiento y conquista del país por los españoles, p?ro que se aclimataron y propagaron rápidamente, en virtud de los grandes cuidados que empleó para conseguirlo el libre indio, dueño absoluto de 1as pampas; en éstas se apacientan y viven casi en libertad numerosos rebaños de ga­ nado caballar y vacuno, y el gaucho, descendiente de los domi­ nadores y de los primitivos indios, ?e sirve del lazo para cazar la? reses’ron admirable destreza. Este laso es una rorrea de cuero que se sujeta por un extremo en la -illa del jinete, y termina por el otro en un nudo corredizo; perMgtrese á los caballos salvajes, y se les encierra en un círculo que ~e va estrechando poco á poco; luego, en ocasión oportuna, el gamA-arroja su l a al cuello ó á las palas del animal, y se apodera de é l, lo embrida y ?e da principio á la lucha, que suele ser larga, entre el amo y el que ha de ser su esclavo. Lo? gauchos forman una raza diversa y por completo indepen­ diente de todas las que viven en las soledades de las pampas.son altos, gallardos, de mirada penetrante t inquieta, rostro hue­ sos" y curtid", cabello negro y áspero ; su traje consiste en una combinación de vestido? europeos y detalles indígenas: poncho de lana de guanaqne, pantalón blanco y bordado, sombrero de fieltro adornado con un pañuelo rojo, botas altas cotí espuelas largas y agudas; las mujeres, que -aben también domar un eabnllo ron igual destreza que sus compañeros, constituyen el tipo más hernioso de! país, y visten traje de percal y pañuelo de seda al cuello. — El primer grabado de la pág. :2o reproduce la fachada del palacio que actualmente ocupa la Representación nacional argen­ tina: ese palacio fué construido bajo la dirección del ingeniero I). Joná? T.argüía, en 1863, es decir, cuando aun no se había manifestado en Bueno- Aires el sorprendente progreso que hoy se nota en la edificación ; asi es que por ley de 28 de Octubre de 1887 (ley nUm 2.204). c' Poder Ejecutivo ha sido autorizado para construir un nuevo Palacio con destino a Congreso Nacio­ nal, llamando á conctir-o público a los ingenieros y arquitectos del mundo culto, sin distinción de nacionalidad ni de escuela, y consignando para la construcción seis millones de pesos nacio­ nales, ó sean treinta millones de pesetas, sin incluir en esta suma el costo de la pintura decorativa tii el de! mobiliario. - En el grabado inmediato fimira la Bolsa del Comercio, y cti el central, una Escuela graduada ¡le niñas. La educación y la instrucción primaria y de segunda ense­ ñanza 1lienta con muchos edificio? propios que son verdaderos palacios : la Escuela Sarmiento, situada en la calle del Callao, es un edificio monumental de 44 metros de frente por 53 de fondo, y su total coste ascendió á más de medio millón de pesos; la Escuela Pe/ivnila Rodrigues, construida con fondos legados por la señora cuyo nombre tiene, es acaso el mejor monumento ar­ quitectónico de su clase, con 94 metros de frente, y salones de 20 metros, clases, bibliotecas, museos, etc., y en la cual pueden recibir educación é instrucción más de ~oo niñas; la Escuela de ¡as (.'meo E quinas, que forma ángulo en las calles Recoleta y Libertad, con 56 metros de frente a la primera y 49 á la segun­ da, ha costado inris de 300.000 pesos. — El último grabado de la misma pág. 220 es complemento del que liarnos en 11 primera, y representa la salida del canal de la Boca del Riachuelo al Rio de la Plata — En la sierra del Tandil, al Sud de la provincia de Buenos Aires, esta el portentoso fenómeno geológico que reproducimos en nuestro grabado de la pág. 224: es la Piedra movediza, famo­ sa en toda la América del Sud. Aquel enorme peñasco aparece sostenido en u base por un eje invisible, y presenta movimiento oscilatorio de Este á Oeste, ó sea de dentro á lucra de la ierra, bastando la fuerza de un hombre para imprimírselo; mide ocho varas de altura, trece de longitud y seis de latitud, representando un volumen de 216 v a­ ras cubicas, ron peso (según cálculo aproximado) de 46.440 arro­ bas ; su figura es cónica irregular, y también su base, ó punto de apoyo en la sierra, tiene forma cónica, y presenta un diámetro de diez, pulgadas, calculado á la simple vista; cuando sopla el viento Sudoeste la Piedra ■ -llovediza -e inclina y se levanta á la manera de la copa de un árbol frondoso. < ututo-e que un hombre muy rico (pero más estúpido que rico) se empeño en destruir esa maravillosa obra de la Natura­ leza, y al efecto rodeo de gruesas maromas la liase, asegurándo­ las á varias yuntas de bueyes, que fueron brutalmente hostiga­ dos ; mas la piedra no se movió de su asiento, y continuó balan­ ceándose majestuosamente. Todos los grabados referentes á Buenos Aires han sido hechos sobre fotografías directas de D. Samuel Boote, fotógrafo en aquella capital, remitidas a la Dirección de este periódico por nuestro distinguido compatriota el Dr. Rodríguez, entusiasta admirador de los progresos de aquella culta República, y a cuya atención rendimos testimonio de agradecimiento. CERTAMEN IJE «J.A II.tJSTKACIÓN ESTAÑOLA V AMERICANA» Colón en ia Rábida. cuadro de I). frían Llimona y liruguera. El Jurado del certamen artístico de La Ilustración E spa ­ V A mericana, en fallo dictado el 3 de Noviembre de 18S8, acordó que fuese concedido el primer premio tercero al cuadro núm. 5, lema Plus Ultra, de los presentados al concurso ; y ese cuadro, cuyo autor resulto ser D. Juan Llimona y Bruguera, es el que reproducimos en el grabado de la pág. 216, con el titulo Colín en ¡a Rábida. Anteayer, 12 de Octubre, cumplióse el 307.0 aniversario del descubrimiento de América por el inmortal Cristóbal Colon : a las dos de la madrugada del 12 de Octubre de 1492 retumbo un cañonazo de la Pinta, y los tripulantes de la? tres carabelas, des­ cubriendo á lo lejos las costas de la isla de Guanahani, lanzaron el anhelado grito de ¡ Tierra! El pintor Llimona representa á Colón en el monasterio de Santa María de la Rábida, en el momento de explicar su gran­ dioso proyecto al prior Fr. Juan Pérez de Marchena. ñola EXPOSICIÓN UNIVERSAL PE PARÍS. Ceremonia <!••■ la 'ü-irihiición de recompensa? en el Palacio de la Industria.— Interior del pabellón dr la República Argentina.—Pabellones de la- liepúIdicas dr Santo Domingo y de Nicaragua Tres grabados publicamos en este número referentes á la Ex­ posición Universal de París. El de la pág. 217. hecho sobre dibujo del natural por el distin­ guido artista D. Luis Jiménez, representa la ceremonia de la distribución de recompensas á los expositores, en el Palacio-de la Industria, en ei acto de empezar el desfile de los comisioratos extranjeros por el de la República Argentina, siguiendo rigoroso orden alfabético. (Véase la Crónica ele la Exposición de París en el número precedente, pág. 199.) Los tres grabados Je la pág. 221, que representan el interior del Pabellón de la República Argentina (cúpula central y gale­ ría del primer piso), y el exterior Je los Pabellones de la Repú­ blica Dominicana y de la República de Nicaragua (según foto­ grafías directa- ), han sido umllen descrito? ampliamente en números anteriores(núms. X X I, pág. 324, y X X IV , pág. 3S1). E usebio Martínez de V elasco. 9 212 LA I L U S T R A C I Ó N ESPAÑOLA Y AMERICANA. N.° X X X V I II < B U E N O S A I R E S . 1' A I» K HA \ < A K UC A M 1 T ! r, R lA . KX «ITIO I. A A V E X 1 1>A D T-. R E C R E O ,5 C í: K C A I) K I'F 1' !•. Il I; h R i i , I A ( ' A l ' ] 1 V¡ KX r a T i r o s D E r. A R E P V B L I C A A R G E X T I N A . TKOI’A DE CARRETAS CON ERUTOS DEL PAÍS.— HOMBRE DEL CAMPO EN I N POTRERO.— CAKKETEKOS «G A U C H O S » COMIENDO EL ASADO. LECHEEOS VASCOS, EN TRAJE DE CAMPO 214 «i ) PO R D. JO SÉ DK C A S T R O V S E R R A N O . II. I. A T O R R I '. r^jl^.rKSTO que desde la Torre de Eiffel se lia < ' convocado al mundo para la ExposijC-v ción Universal de Paris, principiemos <L\:K^x Pj P por ella. f orre E ifiel es un monumento _ ___ erigido al hierro, — En la niñez de la ge¿¡f p neración actual, y no mucho antes, el hierro era una materia ordinaria y de escasas, si no vulgares, aplicaciones. En la vida do­ méstica estaba concretado >u uso á tenazas, llaves y sartenes; en la vida rural, al arado, la trilla, llantas de ruedas y fleje» de tonel ; en el servicio pu­ blico, á fusiles, sables, rejas y balcones; en las indus­ trias, á herramientas del trabajo, y en lo demás, á nada. Para elaborar, pues, el hierro bastaban los g i­ tanos. y si algún artífice labraba ó cincelaba un can­ cel. loqu e menos se encarecía era el metal de que estaba hecho. Pero viene la locomotora, v el hierro se hace hombre. Es de hierro, y anda sobre hierro también ; vive en casas de hierro ; perfecciona con »u potencia las máquinas de hierro sus hermanas; se apodera del barco y lo impulsa, cubre la nave y la defiende, blinda la fortaleza y la hace inexpugnable; se monta sobre el rio, conduce el agua, desarrolla el cañón, abulta el proyectil; entra en el campo pura ejecutar toda clase de labores, y ara, siega, trilla, aventa, pulveriza el grano, pisa la uva, muele el aceite, corta el forraje; se traslada al hogar, y cose, guisa, escribe, lava y plancha la ropa. ;Oué sabemos ya en la época presente lo que no es de hierro! V el cuso es que el origen deesa pasmosa transfor­ mación se hallaba á la vista de todos, sufriendo el sueño de la indiferencia. Las verjas de las catedrales corrían sobre una barra curva y á beneficio de una sencilla ruedezuela, en términos de que cualquier monaguillo, una devota, abrían y cerraban las enor­ mes cancelas con leve impulso, á pesar de su inmensa pesadumbre. Allí estaba el camino de hierro, en plena Edad Media, ó antes quizá; el camino de hierro perfeccionado de hoy, al cual sólo le faltaba que otro ingenio observase el movimiento de la ta­ padera de la marmita, á impulsos del vapor de agua, para que adquiriera el mundo la soberbia y activa locomotora. Con ella se ha convertido el globo en una planicie; con ella se va á todas partes: ella en­ gendró la locomóvil que agita todos los mecanismos, es madre de todos los aparatos de la manufactura, dueña del espacio y del tiempo, propulsora incansa­ ble de la actividad humana, y , en suma, ella nos ha traído como por la mano la Torre Eiffel. o o o Sucédele á esta torre lo contrario que á todos los monumentos. Cualquier edificio, cualquier arco, cual­ quier emblema arquitectónico, embellecen cuando se­ les achica; pero la Torre Eiffel, que puede ser hasta fea en sus reducciones, contemplada cara á cara es sublime. No vale ante ella volver los gemelos del re­ vés para formar del palco de un teatro canastilla de flores y hermosuras; ni vale fotografiarla en reduci­ do cristal para que pierda deformidades y conquiste encantos; ni mucho menos agujerear un papel y ha­ cerlo cámara obscura de la vista: la Torre Eiffel no es grande sino en sí misma, bajo sí misma y sobre sí m ism a; la Torre Eiffel abruma con su pesadumbreios ojos que la contemplan. Hemos dicho m al: no hay pesadumbre en esa torre; la sorpresa que ocasiona el mirarla procede precisamente de su endeblez. Hasta ahora las torres de los castillos, de los templos y de los faros se dis­ tinguían por la grosura de su base y el espesor de sus muros, sin cuyos requisitos se consideraba impo­ sible que dominasen la altura. Eiflel coloca todas esas fuerzas en las profundidades del suelo, y al modo de la encina que desde la superficie del bosque mues­ tra su esbelta caña como nacida allí, ocultando las extensas raíces que permiten su elevación, él afecta que su torre nace sobre informes pedruscos, hallados al acaso en una planicie, y coloca sus garras sobre 3 N.° X X X V I I I LA I L U S T R A C I Ó N E S P A Ñ O L A Y A M E R I C A N A . Véase L a Ilustración E spañola actual. y A m ericana del ellos cual si bastasen para soportar el enorme des­ arrollo de una columna que se pierde en las nubes. Y hace más todavía. Hasta ahora loque iba á ser muy alto necesitaba ser muy derecho, y vi cartabón y la plomada jugaban un papel principal en el arranque de torres ó minaretes, Pero la torre de que hablamos nace torcida, es zamba; los primevos so­ portes que brotan de la superficie se inclinan hacia fuera amenazando romperse ; hay algo en ellos de lacuatro patas de un elefante, que las abre y arquea para recibir el colosal castillo donde ha de hacer su viaje un soberano de la India. Todo en la torre apa­ renta endeblez. y . sin embargo, inspira confianza. ¿Habéis visto al muchacho que de sobremesa coge el palillero de los dientes, y cuatro sobre cuatro palillos los superpone en disminución hasta que concluye por colocar encima el mismo palillero? Pues una en­ deblez muy parecida y una fortaleza semejante fingen las estrechas viguetas, las cintas de enlazar, los cla­ vos de costura y las tornapuntas y los flejes que cons­ tituyen el alambrado de la construcción, parecido de cerca á las ramas de un bosque que combatiesen con el huracán, y desde lejos á una pagoda china de fili­ grana. Después, cuando se sube á la torre v aparecen al pie de ella, la gran ciudad como cuadriculada en calco de ingeniero, la multitud hormigueando sin dirección y »iu ruido, el sol poniente vecino v no tirano del que ocupa la altura, las torres más altas sirviendo de contraste á lo que se tuvo por gigan­ tesco y hoy es liliputiense; entonces el que lia sido elevado por las máquinas asc.eus.oras ó que gateó por las innumerables escaleras, cree participar en algún modo de la gloria del hombre á quien si en un prin­ cipio piulo amargarle la envidia, hoy no puede me­ nos de sonreirle la fortuna. S í ; la torre no habría de cimentarse, decían, con seguridad, el hierro no re­ sistiría balumbas y pesos tan crecidos, el vendaval abatiría el último tercio de la construcción, las co­ rriente' magnéticas producirían qué sabemos cuán­ tas misteriosas catástrofes ; y . sobre todo, ¿para qué iba á servir la torre? ¿quién iba á subsanar los dis­ paratados gastos de su presupuesto? l odo ha sucedido ;il revés. 1.a torre fué construida con arreglo a un programa del que no se ha variado una tilde; las previsiones del ingeniero se confir­ maron sin excepción ; las gentes suben v bajan con la confianza que presta el instinto humano de lo se­ guro; los capitales se reembolsaron a los tres meses de concluida: y , sobre todo, decimos nosotros, si la torre no sirve para lo que se pensó, servirá para otra cosa. Cuando Iírunel hizo el (irá n Oriental creyó que serviría para abaratar los algodones de América, y Y no sucedió asi, sirvió después para conducir v tender el cable transatlántico, que puso en relacione» instantáneas el antiguo mundo con el nuevo. Si la Torre Eiffel no sirve para observatorio, servirá quizá para que sus estudios se utilicen, como ya se asegura, en la realización de ese soñado puente sobre el Canal de la Mancha que une á Inglaterra con Europa. Por el pronto servirá para torre. O Gustavo Eiffel tiene ahora cincuenta y siete años, y no es esta la primera obra suya que le lia conquis­ tado celebridad. Antes de elevar una torre de tres­ cientos metros, había tendido un puente de quinien­ tos sobre dos montañas para hacer practicable un abismo. No ha hecho ahora, por lo tanto, más que poner aquel puente de pie. Sus trabajos sobre el hie­ rro y sus estudios acerca de las construcciones metá­ licas son tan numerosos como encomiados por hom­ bres de ciencia, hasta el punto de que su cooperación ó su dictamen se han creído necesarios en todas las obras contemporáneas de atrevido vuelo. Prescindi­ mos aquí de su enumeración, por temor de no saber­ nos explicar y de que el público no nos comprenda. Antes de Eiffel se había pensado ya en erigir altí­ simas torres; pero, aunque ingleses y anglo-ámericanos se lo propusieron, ninguno acertó á proyectar­ las con el prestigio indispensable para su ejecución. Más allá de ciento cincuenta metros de altura no hay material de los usuales que resista la pesantez de su propia sustancia, v el hierro mismo exigía en su empleo uñarte singular, si había de sustraerse á las condiciones ordinarias Je su elasticidad y de su fuer­ za. Este arte es el que encontró Eiffel con el feliz re­ sultado de sus estudios, en que pocos creyeron. Necesitóse un ministro entusiasta para grandes em­ presas, M. Lockroy, para que el proyecto triunfase de la oposición terrible que se le hacía. En vano de­ mostraba el autor que su torre llegaría sin peligro alguno al limite ideado; que su presupuesto se cu­ briría con la curiosidad de la ascensión : que satisfe­ cha ésta, quedaría de atalaya estratégica en un radio de sesenta kilóm etros; que serviría para faro, telé­ grafo de señales, simple apoteosis del progreso indus­ trial; y, sobretodo, que la ciencia podría sacar par­ tido de su altura en las observaciones meteorológicas, astronómicas, termométricas y fotográficas, comba­ tida» hasta boy por no hallarse los observatorios en región libre del influjo que ejercen las construcciones que los cercan. La guerra continuó, sin embargo, y la torre se debe á que en los tiempos actuales la es­ peculación ayuda lo mismo á las locuras que á los negocios lógicos y seguros. El pueblo de París ve cimentarse la torre con cierta novedad; los países extranjeros miran con in­ terés los principios de la construcción ; Eiffel no usa procedimientos vulgares, ni »e sirve de las materias corrientes en esta clase de obras: todo allí va pare­ ciendo raro, y más que raro, sencillo. Uno de los por­ menores más curiosos ele la campaña era que nin­ guno ile los trabajos de fábrica se hiciese en el lugar donde se alzaba el monumento. La torre venía hecha desde los talleres, y si alguna de las piezas discrepaba en su ajuste un solo milímetro, volvía al taller para ser rectificada, aunque hubiera podido corregirse en el acto No había, por consiguiente, confusión, ni se necesitaban numerosos obradores, ni que los opera­ rios fuesen más de los precisos para recibir las piezas, elevarlas y colocarlas en su puesto. No había gran­ des empalizadas, ni temerosos andamio», y al modo con que se fabrican las elevadas chimeneas de los ta­ lleres movidos por el vapor, en que un hombre va subiéndose por dentro del circuito que elabora, hasta llegar á la altura proyectada. a»í algunos, pero no mucho» hombres, subidos cu una primera pieza ar­ maban la segunda, ascendiendo ellos propios sobre la que acababan de poner, hasta llegar al límite de los trescientos metros de su encargo. Locomóviles y grúa» de extraordinaria potencia iban facilitando la erección de la torre, cuyas sucesivas plataformas con­ vertían en suelo de operaciones el espacio. Para obra tan colosal no hubo nunca arriba de trescientos trabajadores; escasez notable, Conside­ rado el perímetro del monumento y la complicada armazón de su altura. Donde estaba la muchedum­ bre, no de mecánicos, sino de peritos, no de manu­ factureros. »¡no de artistas, era en otro lugar lejano, en que cuarenta ayudantes calculaban, proyectaban y dibujaban sobre tres mil hojas de papel, de á me­ tro cada una, la» doce mil piezas de que consta la torre; donde estaba la actividad era en aquel estado mayor de inteligencias que Eiffel movía para surtir ilv trabajo al ejército de lerreteros que en veinte me­ ses iba á terminar la obra más insigne del siglo. Y la torre se alzó. El mundo se pone en movi­ miento para subir á ella, con pretexto de una Expo­ sición Universal. Todos lo» franceses, entonces, se creen que la han construido; la reproducen en pin­ tura, escultura y grabado; la hacen de oro, plata, co­ bre y demás metales; la ponen en relojes, petacas, Gaitera», platos y abanicos; forman de ella tijeras, navajas, candcleros, morillos de chimenea, tapones de botellas y toda clase de extravagancias, desde una torre cubierta de brillantes para recreo sin duda de damas de coturno, hasta la peonza de diez céntimos para que la bailen sobre la mesa los hijos de los po­ bres. Lo único que los franceses no han dicho aún, es que les ha servido de campanilla de rabo largo para llamar gentes á París y sacarles el dinero. • <* * Apenas iniciada la celebridad de Eiffel, ya se le está creando su leyenda. Cierto joven ingeniero agre­ gado al estudio del gran constructor, se dice que tuvo el pensamiento de proyectar una torre tan alta como jamás se hubiera conocido. Escogió el hierro entre los materiales que para el logro de su idea pudieran ele­ girse, y estudiando fuerzas y resistencias, ductilida­ des y elasticidades, cimentación y corrientes atmos­ férica», creyó llegado el caso de participar á su jefe el delirio que le embargaba. Eiffel comprendió al instante, no sólo la lucidez del pensamiento, sino la facilidad relativa de ejecutarlo; y haciéndolo suyo, como nacido en su gabinete, aplicó á él su ciencia y experiencia, dando en pago á su hábil discípulo nada menos que la mano de su hija. Tal es la murmura­ ción del vulgo, en la cual parece que no hay de posi­ tivo sino que Eiffel es padre, que casó el año pasado á su hija con un ingeniero joven, y que entre ambos lo acaban de hacer abuelo. E-ta conseja, y otras muchas que seguirán inven­ tándose, contribuye á la gloria de Eiffel ; pues no existe invención en el mundo que después de comba­ tida y ridiculizada por utópica, consiguiera al triun­ far verse libre del anatema de falsario para el inven­ tor. ¿No se le niega á Guttenberg la imprenta, á Franklin el rayo, la fotografiad Daguerre, y á Stephenson la locomotora?— T esto consiste en la vulgar creencia de que las invenciones nacen ó deben nacer espontáneamente como las florecí lías de los campos, lo cual hasta cierto punto puede ocu rrir; pero las florecí lias de los campos, que viven un día, suelen ser pisadas por hombres y animales con rudo menos- N.° XX XVI I I LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. precio: hasta que vienen el herborizador y el botá­ ras, ni por la verosimilitud de los sucesos que forman nico. que recogiendo la simiente esparcida en la tie­ el conjunto de la fábula. Cuanto pasa en ellas se rra. transplantándola, in,¡¿criándola, cultivándola, aparta de lo que vemos en la realidad, sin que com­ tomando de ésta el color, de aquélla el perfume, de pensen este capital defecto dotes y prendas que in­ la otra la gallardía, consiguen una de esas rosas que duzcan á tolerarlo. E l premio gordo, sobre todo, es admiran en los concursos públicos, que encantan en un tejido de absurdos que se hace inaguantable por los jardines, y que constituyen el ornamento del sa­ su ingénita falsedad; y aunque esta mal fraguada lón de una dama, ó el casto tesoro de los amores de producción aspira á ser tenida por graciosa, carece hasta del chiste que sirve de escudo á la nulidad ó una doncella. Todos vamos pisando la simiente de los descubri­ extravagancia de ciertas caricaturas. Para curarnos del mal sabor que dejan en palada­ mientos que han de venir: muchos herborizan, otros elaboran, alguno apunta; pero hasta que viene el ge­ res medianamente delicados obras tan disparatadas é nio y reúne el trabajo común, dándole forma útil, insulsas como E l premio gordo, .se puso en escena á trascendencia social ó simbolismo artístico, los ala­ continuación la preciosa joya, compuesta por el in­ mortal García Gutierre/ y esmaltada con deliciosas nés anteriores han sido estériles, y . en una palabra, piezas musicales del insigne maestro A rriela, nomi­ hasta que viene Eiffel no hay torre. Claro es que si se escudriñan orígenes se encontra­ nada /:/ (inunde. ; Oué diferencia lan grande entre rán muchas invenciones precursoras de la gran in­ lu uno y lo otro! A l oir los primeros compases y los vención : mas si el descubrimiento era tan fácil, ¿por primeros versos de ese delicado poema, diríase que qué no lo hallaron? si la cosa era tan sencilla, ¿poi­ entrábamos en mundo distinto del anterior; que tro­ cábamos la esterilidad y aridez de un desierto lleno de qué no la hicieron ? Ahora van á salir torres por todas partes, más al­ abrojos, por el grato frescor y amena frondosidad de tas. más esbeltas, más artísticas que la de E iffe l: sal­ apacible oasis poblado de olorosas plantas v hermo­ gan, pues, y encarámense las gentes en ellas, que por sas flores. Contraste singular, que acredita lo mucho artísticas, esbeltas y elevadas que las construyan, que hemos descendido en la esfera de la inspiración siempre podrá decirse con la frase popular aludiendo dramática. Cuando se estrenó E l Grumete pareció á lodos lo que es: un cuadro sencillo formado con ele­ á E iffel: «Ese lué el que nos trajo las gallinas.» mentos naturales, en el cual se pintan afectos since­ J o s é m-' C a s t r o y S e r r a n o . ros y caracteres simpáticos, y cuyos interlocutores se expresan, tanto al hablar como al cantar, en el len­ guaje y con el seductor atractivo de la verdadera poe­ sía. Esta circunstancia, de gran valor en todos tiem­ LOS T E A T R O S . pos, no era rara entonces, porque algunos de nuestros ESI. AVA I n . i u e i t r a c t . ' n . APOl.O F u n c i ô n i u i i u g u t 'a l . = E r i t e s d e s d i más preclaros; ingenios y de nuestros músicos más ex­ c h a d o s .->i ,7 ru//,vu d e U i AI. HAMBRA = >i d e t a u m f c r a d a celentes enriquecían el repertorio de la zarzuela con e n e t T RAT RO DE LA COMEDIA J -tttr e n -' d e u m i .< n a c tr i. . la PRtMRK cikk-i b , . .m i e d i t t n i t e v . i en t ’ e s net a . - Mas inaugura. /<*»« • piezas de cortas dimensiones perfectamente imagina­ das y primorosamente escritas. ¡Cómo no dolemos y . , , ... \TKS que cerrara sus puertas, como ya avergonzarnos de lo que hoy sucede, -i confrontamos *° l,cc^0< Teatro del Príncipe el carácter literario y el mérito artístico de aquellas piezas con las monstruosidades antiartísticas y antili­ ■ 1 *’ * ' Alfonso, abrió las suyas el de Eslava terarias que la osadía de los unos, la ignorancia de con numerosa compañía dirigida por los otros, el espíritu meramente mercantil de casi to­ /áfcVCAilA Julio Rui/., que ha sido uno de los dos vomita hoy día, con desastrosa fecundidad. para \7wT/(n principales mantenedores de aquél durante abastecer de novedades los teatros de función por la temporada veraniega. Las obras escogihora! T*. das para la función inaugural eran ya conociRefiriéndose á la ejecución de E l Grumete, decía '■ oj das del público; pero esta circunstancia no imel critico de E l Globo, al día siguiente de la inaugu­ ' pidió que el teatro estuviese concurridísimo en ración del Teatro de A polo: «N o tenemos inconve­ las cuatro secciones en que allí se dividen los espec­ niente en declarar que deseamos muchas prosperida­ táculos. Efectuóse la apertura el sábado 2 ¡S de s e p ­ des á la empresa; pero quisiéramos que, conociendo tiembre, y se ejecutaron las siguientes piezas: Pepito el alcance de sus armas, abandonara el poco medi­ Parts, / Cómo está la saciedad! y L a s hijas dtd Zetado propósito de ofrecer al público obras que son hedeo, desempeñada por actores distintos de los que superiores á las escasas fuerzas de la compañía, que á su estreno la interpretaron en Maravillas. Todas si puede Sálir airosa representando juez v parte , E l fueron muy aplaudidas, sobresaliendo particularmen­ premia gordo y Lucifer, no le sucede lo mismo cou te en la ultima la señorita Montes. obras como E l Grumete, cuyos hermosos versos de­ Dada la situación lastimosa de la escena patria, e:ben decirse bien ó no decirse, y cuya inspirada mude buen augurio que un actor como Julio Rui/ (que sica debe cantarse por quien sepa hacerlo ó dejarla hasta ahora no ha sido escrupuloso en la elección de piezas, pero cuyo talento y cuya gracia son innega­ para mejor ocasión, si es que esa mejor ocasión vuelve bles) haya formado el propósito de desterrar del coli­ á presentarse, que por ahora no es ese el camino. La seo de que es empresario y director el género cómico música hoy en uso basta con que se oíga para que de verdor subido, que parecía ser el predilecto de los llegue á conocimiento de las mozas de sen icio, y la habituales concurrentes al Teatro Eslava. Esto indi­ letra basta con que se recite para que puedan rete­ ca, no solamente la buena intención de aquél y su nerla y repetirla en sus chistes los concurrentes al deseo de conquistarse el favor de las personas poco café de Madrid ; pero la música y la letra de E l aficionadas á espectáculos de cierta índole, sino tam­ Grumete necesitan actores y cantantes de veras, que bién que las representaciones teatrales que cifran el sepan lo que se cantan y lo que se declaman.» Este éxito en desnudeces ó en chilladas á propósito para dictamen de un escritor cuyos juicios son comun­ halagar los malos instintos del vulgacho inculto, em­ mente acertados, corrobora de una manera implícita piezan á perder el pleito y á fatigar á los mismos que lo que dejo expuesto sobre la calidad de las piezas có­ han estado sosteniéndolas y alimentándolas. En que micas que ahora se escriben, y viene á demostrar in­ así sea ganarán mucho la moral y el arte, degradado directamente una cosa que. por ser lógica y natural, y prostituido en el fangal de producciones desnudas era en cierto modo inevitable: esto es, que á medida que el arte se ha ido degradando y que á los ingenios de toda especie de pulcritud y belleza. Como los asiduos espectadores del Teatro Eslava que le rendían culto con respetuoso amor han susti­ no estaban acostumbrados á gustar manjares tan tuido en el abastecimiento de la escena copleros obs­ bien preparados ni de tan sabroso condimento como curos ó poetastros ramplones (convirtiéndose la lite­ L a s hijas del Zebedeo, se deleitaron grandemente ratura dramática más ó menos elevada, pero literatura saboreando el culto gracejo y la bella música de una al cabo, en una especie de industrialismo para cuya obra que se diferencia mucho de casi todas las que práctica no se necesitan ni ingenio, ni inspiración, han solido aparecer en las tablas de aquel escenario. ni saber, ni ninguno de los atributos peculiares de la Eso prueba que hasta el más depravado gusto se verdadera poesía escénica) era indefectible que se re­ deja cautivar por el atractivo de lo que es mejor, y bajase y disminuyese la buena calidad artística de los evidencia la exactitud con que decía nuestro célebre actores llamados á interpretarla. Lo milagroso es que fabulista, defendiendo en cierto modo á la plebe in­ aún haya algunos educados en esa novísima escuela de perversión teatral capaces, por virtud de sus in­ docta : génitas condiciones y especial talento, de ascender un Pues st en ciándote paja come paja, tanto en la escala del buen gusto y de sobreponerse Siempre que le dan grano come grano. al desvarío de lo grotesco y de lo falso. A este nú­ mero pertenece el Sr. Ripoll, único de cuantos ejecu­ taron E l Grumete que estuvo, como actor y como Pocos días después que Eslava, ha dado principio á sus tareas el Teatro de Apolo con espectáculos di­ cantante, á la altura de su papel. A sí y todo, pre­ fiero y preferiré siempre (disintiendo en esto del vididos también en secciones, y con una compañía formada y dirigida por el apreciable actor D. R i­ ilustrado parecer del critico de E l Globo) ver en las cardo Morales. Nada menos que de cinco piezas, to­ tablas piezas tan lindas como la amena creación de das ellas representadas en otros coliseos multitud de García Gutiérrez y de A rríela, aunque las desfigure algo una mediana ejecución. á soportar disparatorios veces, se compuso la función inaugural: j a e z y harte , E l premio gordo, E l grum ete, E l plato del alusivos semejantes á E l plato del dia ó humoradas dia y Lucifer. No se distinguen las dos primeras tan poco halagüeñas como Lucifer. por el interés de la acción, por la verdad de las figu­ 21 ó Mala suerte ha tenido hasta ahora el Teatro de la Albambra con la- piezas que ha estrenado. El desas­ troso éxito de la que ofreció al publico en la función de apertura, debiera haber hteno á los directores de la compañía más precavidos y escrupulosos para lo futuro. Desgraciadamente no ha sido asi. I-'.l segundo estreno ha ocasionado al coliseo de la calle de la L i­ bertad un nuevo fracaso, mayor -i cabe que el ante­ rior. No merecía otra cosa la revista titulada E li p r i­ mer premio. ; Apenas se concibe que personas discre­ tas, se figuren cosa posible interesar en el teatro con una fábula alegórica donde se aspira unicamente á simbolizar, mediante personificaciones absurdas auxi­ liadas por la desnudez de las coristas, las reglas y operaciones de la Aritmética! El auditorio no quiso premiar con su aquiescencia idea tan descabellada, y rechazó indignado E l prim er preme.. Scale la tierra leve. l ’ero el mayor de los escándalos que de algún tiempo á esta parte lian presenciado los coliseos de orden inferior (que suelen ser lo- más concurridos y se prestan mucho á ellos) ha sido el que la noche del sábado 5 del actual produjo en el teatro áque me refiero la primera representación del juguete còmicolirico, titulado D im a s el buen ladrón. La pelazga que se armó al final de esa obrilla entre varios espec­ tadores, hartos va de aguantar escena- grotescas y sin sustancia, y los implacables alabarderos, empe­ ñados en sacar á flote á toda costa engendro tan las­ timoso, filé realmente ile marca mayor. De sentir es que en lugares destinados á recrear el ánimo, á los que concurren personas bien educadas, en los cua­ les se debiera formar idea de la cultura de nuestras costumbres, se den ejemplos tan degradantes para todos. Las empresas ó los directores que aceptan esa clase de producciones son los principales culpados en tales desastre-. Sea por falta de conocimiento y de gusto, sea por espíritu de compadrazgo, sea por la causa que fuere, no hay duda en que admitir y sacar á luz partos monstruosos de imaginaciones entecas o extraviadas, equivale punto menos que á hurlarse de la sensatez del publico. De otro modo 110 le juzgarían capaz de -at i.-facerse y deleitarse con lo-de-atino- en que abundan algunos de los engendros que le pro­ pinan. En medio del disgusto que causa la broza que suele constituir el repertorio habitual de los teatros de función por hora, respiramos con más holgura, corno quien despierta fatigado de una pesadilla , cuando pe­ netramos en uno de los contad i.-¡ m< templos donde todavía se rinde culto á la dramática formal. Tan grata impresión recibi la noche del miércoles ¿ del corriente asistiendo á la retardada apertura del Tea­ tro de la Comedia. Inauguró sus funciones el simpá­ tico y elegante coliseo de la calle del Principe (que al decir de un periódico parecía por la brillantez de su concurrencia una sucursal del rielo) con la aplau­ dida comedia de D. Enrique Gaspar titulada Lola, estrenada por la compañía que dirige Mario cuando años atrás funcionaba en el Teatro de la Princesa. A l­ terami«.) su costumbre de dar principio á la tempo­ rada de invierno con la representación de una obra de Moratin, de Bretón de los Herreros ó de algún otro ingenio español de los que gozan el privilegio envidiable de ser tenidos por autores clásicos, el ilustre actor que procura con incansable actividad mantenerci brillo de la escena patria ha escogido esta vez. para comenzar sus tareas, una produción de autor que ha conseguido justo renombre, pero que no ha logrado aún. á pesar de su buen talento, aquel honroso dictado. ¿Ha sido caprichosa esta determi­ nación, ó ha tenido Mario para adoptarla razones atendibles? E l entusiasta director del Teatro de la Comedia ¿ha mudado de bisiesto en el presente caso por haberse cansado ya de rendir homenaje á los in­ signes maestros del género cómico de buena ley. al que él ha mostrado siempre decidida predilección, ó le han movido á ello las circunstancias en que hoy se encuentra respecto al estado del teatro en nuestro país, y consideraciones nacidas de su amor al arte que profesa con tanta gloria? Indudablemente lo último. Ni merecería disculpa, tratándose de un artista de las condiciones de Mario, sospechar que pudiera ser de otro modo. • Desde que Elisa Mendoza Tenorio decidió aban­ donar definitivamente la escena. Mario, á quien no se puede ocultar cuán escaso es el número de buenos actores con que ahora contamos, y cuánto importa acrecentarlo abriendo camino y guiando con acierto á jóvenes de felices disposiciones, pensó más ahincada­ mente que nunca en realizar tan laudable empeño. Conociendo las excelentes dotes que reúne la distin­ guida joven D.J Remedios López Egea (discípula de Teodora Lamadrid, digna rival de las mejores actrices de este siglo propias y extrañas ) ; creyendo que esa señorita, que no había pisado jamás las tablas ni aun en teatros de aficionados, podría presentarse al público en la obra de Gaspar de un modo adecuado C E R T A M E N DE «T.A « C O L {TAD.RU DK D. J l'A N II.I'ST R A C IÓ N O N I.LIM ONA E N L A E S P A Ñ O L A R A B I D Y A M E R IC A N A » A .» V BRUGL-FRA. — (PRIM ER PREMIO T K HC R R O . I E CKKE MU XI A V K 1- A X P O . S I C I O N D IS T K IIim Ù N DESFir. E DE r X T V F. R S A I. DE K E C O M I' K N S A S I. O S « C OMIS A E I A T O S » »ARIS. D I I-: N E I. 1* A L A C I U F X T K A X JE KO S, t ,U i'u ;u del iiM u ra i, por L>. l.u is lim ó n e ;:.) DE LA 1N DU STRI A 218 LA ILU ST RA CIÓ N E SP A Ñ O L A Y AMERICANA. á sus condiciones, resolvió desde lu ego abrir la tem ­ porada con L 'ila . E l éxito lia correspondido á tan buen propósito. A pesar de su inexperiencia y del terror que em bargaba sus facultades, la señorita L ó ­ pez E g ea logró hacerse aplaudir repetidas veces en el curso de la representación, dando á conocer que no eran infundadas las esperanzas que sus cualidades artísticas habían hecho concebir ;i un hom bre de los conocim ientos y de la experiencia teatral de Mario. ¡ Y cuidado si la em presa era difícil 1 E n estas colum nas he m anifestado antes de ahora lo que pienso acerca de la com edia de G a sp a r, y pol­ lo tan to fuera ocioso repetirlo. R ecordaré, no obs­ ta n te , para que se pueda apreciar m ejor hasta dónde llega el esfuerzo de la nueva a c triz, que esa obra, dialogada con peregrino in g en io , Maquea por su base, falsa hasta el extrem o de no ser ni parecer ve­ rosím il. E sa falsedad esencial, que trasciende al ca ­ rácter de los diversos personajes (y m u y en p articu ­ lar al de la protagon ista, interpretado por la señorita E gea), exig e en los actores que los ejecutan algo que req u iere, no solam ente m ucho estudio, sino gran dom inio de la escena. Dar color de realidad á lo m e­ ram ente im a gin a tivo : salvar á fuerza de arte y de sinceridad en la expresión el peligroso escollo de que los espectadores caigan en la cuenta de que todo aquello que está pasando á su vista carece du funda­ m ento lógico y pugna con la verdad d é la naturaleza y de las pasiones, es cosa cuyos graves incon venien­ tes no necesito encarecer. 1.a Srta. E g ea , que en la noche de su presentación al público supo captarse la benevolencia del au d ito rio, aunque no logró vencer por com pleto las dificultades de que está erizado el papel de L u la , consiguió salvarlas en las representa­ ciones sucesivas, m atizándolo con persuasiva in ge­ nuidad en térm inos que arrancaron lágrim as á los espectadores. T en em o s, pues, una nueva actriz en quien se pueden fundar legitim as esperanzas, porque une á su agradable figu ra, á su aire m odesto, á su voz sim pática y flexible, á sus finos m odales, verda­ dera vocación artística y la sensibilidad y el talento indispensables para sobresalir dignam ente en la re­ presentación teatral. M ario ejecuta su papel con -an­ g u la r m aestría; y tan to la S r a . B ern al com o Sánchez de L eó n , dan á los suyos respectivos el tin te que les co n vien e para form ar un con jun to que disim ula ti obscurece el vicio fundam ental ilei poema. A continuación de L ola se representó la comedia en un acto del Sr. E strem erà titulad a L a cast a ra am arga, que el año pasado se estrenó en L a ra con éxito m u y satisfactorio. L o ingenioso del plan; la naturalidad con que se desenvuelve y term ina ; la bien sostenida variedad característica de los perso­ n a jes; la am enidad del diálogo y los chistes que lo sazonan, bastarían para d enunciar y acreditar la ri­ sueña inspiración cóm ica del autor. Julia M artínez y M aría G u e rrero ; R o seli, B alagu er, M endiguchía, M o n te n e g ro , todos, en fin, se hacen dignos en esa com edia de los aplausos que el público les tributa. O ch o días después de haber principiado sus ta­ reas el teatro en cu estión , h a enriquecido su reper­ torio con la com edia nueva en tres a cto s, original de D . A n to n io Sánchez P é rez, titulada E l prim er choque. E sta producción de un ingenio que sobresale por la discreta m esura de sus creaciones, ha propor­ cionado al au to r y á sus intérpretes un triunfo tan notable com o m erecido, á pesar de la diferencia que existe entre la índole moral y literaria de tal poema y la m ayo r parte de aquellos que parecen h o y más en arm onía con el gu sto que prevalece en la m u lti­ tud. Sem ejante circunstancia m e induce á consignar aquí algunas observaciones, que acaso no se conside­ ren inoportunas, al tiem po m ism o que procuro aqui­ latar im parcialm ente las calidades y el m érito de la obra. M anuel C a ñ ete. (Concluirá.) RECUERDOS DE UN VIAJE AL RIO DE LA PLATA. I. i Porqué los recuerdos:—El Potas/.—El Iberia.—I.a realidad dé un sueno.— Diez aflús lia.—Desde Lisboa.—Ultimo saludo.—Rio Janeiro.—Montevi­ deo.—En la otra banda. ^ como que artistas y escritores compatriotas vienen ahora a despertarme de uu sueño con esos diarios anuncios de eniigracion á la República Argentina. La prosperidad creciente de ésta, sobre - •} todo, y las noticias de fortunas más ó me• nos hiperbólicamente ponderadas, han contri buido á sacar de sus casillas á soldados del arte Cju: v del periodismo en España. ¿ Y ' Las fabulosas empresas financieras del poeta es^ pañol Retís y Bahamonde; el paso breve por Madrid de López Gomara' director acaudalado del Correa Español de Buenos Aires; el triunfal regreso del malogrado Rafael Calvo de los teatros de aquellas repúblicas; todo ha con­ tribuido á que artistas tan celebradas como María I ubau v Julia Cirera, y periodistas tan inteligentes como Atienza ar e c e y Malagarriga, escuchasen las seductoras voces que, desde ¡as orillas del Plata, los llamaban al festín ofrecido por el tentador ejemplo; y á fe que no han sido voces de engaña­ dora sirena. cumulo otros acarician también la idea de con­ tribuir ;i la emigración intelectual española. 1 'ñas v ot ras despedidas de artistas admirados y de com­ pañeros queridos han despertado y avivado los recuerdos de mi viaje ;vl rio de la Plata, que hoy ofrezco á los lecto­ res de L a I lustración E spañola v A m ericana . Les ofrezco mis impresiones con la sinceridad de quien hoy las siente como entonces , y de quien las expresa con la viveza de color que anima los recuerdos de un parénte­ sis de la vida en lucha con inesperados azares. Para nada entran en mis apuntes ideas ni propósitos contrarios ni favorables ;i la emigración, objeto de discu­ siones trascendentales y de estudios serios de economistas y políticos, que lo primero que han de pensar es lo más sencillo: que para el hombre que lucha por la existencia ó ambiciona en ella los mayores goces, todo el mundo es patria. Oo Q Me parece que era ayer mismo cuando tocaba en un puertccillo de Francia, de regreso de mi expedición, des­ pués de veintitrés ellas de casa á flote en el Atlántico. Aquella casa pertenecía a la famosa Compañía inglesa ilcl Pacifico, que tiene sus oficinas centrales en Liverpool {Pacific Stcam Karigution Company). Se llamaba el vapor /V/ 'ó , nombro que apenas puede significar hoy un vago recuerdo de la> riquezas que ofrecieron los montos del Perú á gentes más prácticas que los que nos entusiasmamos ante las maravillas celestes con más facilidad que ante el polvo brillante de los positivos tesoros que guarda la tierra. En el Polosi, como en el Iberia, del que hablaré después, gran seguridad en el pasaje, pero pocas garantías para el estómago latino, sólo conforme con las cocinas que ilus­ traron el célebre Punías y el dulcísimo Rossini. Comprén­ danlo bien las Compañías inglesas, y liarán más consolador el sacrificio del buey ett la proa del buque. ¡Ah! ¡con qué satisfacción nos trasbordamos del inmenso Potosí al vaporcillo que, desde el puerto de Pauillac, en medio de un festín sobre cubierta, nos llevó en cuatro ho­ ras á Burdeos. alegrándonos la vista y el corazón con las graciosas y pintorescas márgenes del Garona!.... Apenas nos acordábamos va de la extraña función de pantomima y canto, organizada por la tripulación inglesa en la popa riel Polos}, á beneficio del Asilo de huérfanos de marinos de Liverpool; de aquella fiesta nocturna presidida, glltre banderas de lodos los países, por el silencioso capitán Barr, con cuyo grave aspecto de lobo marino contrastaba cómicamente la movilidad maliciosa y epigramática del rostro del contramaestre, director artístico de la eompañia 1¡rico-bula de á bordo, que se hacia obedecer al son del pito de plata, como si estuviese mandando una maniobra. Llegamos a Burdeos en pleno Agosto de 1X78, cuando la capital de Francia tenia espléndidamente abierto aquel gran certamen internacional en que nuestra España lucia representación tan brillante. Y en Burdeos, como en París, me parecía un sueño toda mi vida de once meses en las orillas del rio de la Plata. De ese sueño ha venido d sacarme ahora la voz amiga del compatriota Dr. Alonso Criado, mi mejor compañero del Pdosi, que, al regresar á su casa de Montevideo, estre­ chando conmigo las manos de los nuevos emigrantes. ar­ tistas v escritores, me decía; — Despierte y consigne sus recuerdos de aquel viaje que emprendió usted desde Lisboa á bordo del lfinia ; sus re­ cuélalos de entonces servirán de algo á muchas esperanzas ele ahora. o o » Diez años hace ya, y veo y siento toda la realidad dulce­ mente melancólica de aquel sueño extraño. Desde un balcón del gran hotel que se levanta enfrente de los muelles de Lisboa, contemplaba yo con cierto te­ mor supersticioso el ligero balanceo del magnifico vapor Iberia, que había de ser mi casa durante el viaje á SudAm érica, desde las aguas del caudaloso Tajo. Se respiraba en la Felicitas Julia de los romanos la tris­ teza producida en todo Portugal por la reciente pérdida del inmortal escritor Herculano, de que yo acababa de oir hablar, entre los 180.000 volúmenes de la Biblioteca Na­ cional portuguesa, á Luciano Cordeiro, el principe de la critica literaria y científica de la patria de Camoens. Con la impresión producida por sus palabras, habla re­ corrido yo el Passcio de lisldlo, admirando después aquel abierto magnifico anfiteatro que forman la antigua v la nueva Mejo, sentadas arrogantemente sobre siete colinas. Desiertas estaban las calles do Ouro, da Prata y Augusta cuando, ya fatigado, me retiré á comer en el hotel dos ho­ ras antes de la señalada para el embarque de los pasajeros en el Iberia, donde se hallaba ya mi modesto equipaje. Tan preocupado estaba con los recuerdos de España al despedirme del dueño del hotel para dirigirme al muelle, que la abreviatura de reís que hallé eu la cuenta, me hizo dar un salto, figurándome, alarmado, qué eran de reales to­ llos aquellos miles que importaban los gastos de mi breve hospedaje en Lisboa. Por fin pisé la cubierta del gran vapor Iberia, cuyo nom­ bre me recordaba mis modestas campañas de periodista. El buque lucia banderas y gallardetes con los colores nacio­ nales de la Gran Bretaña, y ya el humo de dos grandes chimeneas se arremolinaba entre los palos á impulso de una suave brisa del Noroeste, que se hizo más dura cuando las corrientes de la torpe barra se resistían á dar paso ha­ cia el Atlántico á nuestro magnifico palacio flotante. Habíamos dejado ya atrás los graciosos paisajes de Be­ lén y del Lazareto, en cuyas alturas se movían con el N or­ ueste las aspas de innumerables molinos, trayendo á la memoria la descomunal aventura del Hidalgo Manchego, eternamente vivo por nuestro inmortal Cervantes, genio infortunado como el cantor de Os Lusiadas, de cuya ilus­ tre cuna me despedia con veneración supersticiosa. N.° X X X V I I I Durante los primeros movimientos del gran Iberia, za­ randeado por las corrientes como una cáscara de nuez, distrájeme sobre cubierta de una manera bastante triste, con el hormigueo de miseros portugueses que se embarcaban en busca de trabajo para las costas del Brasil, y arrastra­ ban hacia las bodegas del buque sus pobres hatillos, mos­ trando la nostalgia en los ojos antes de perder de vista la hermosura de su tierra. Españoles no faltaban á bordo, y entre ellos, v vecino mío de camarote, D. Enrique Pujol, (jue iba también á Buenos Aires representando á lina rica casa de comercio de Barcelona. Fué en inda la larga travesía mi más intimo compañero, por su carácter alegre y expansivo. Tras largas noches tranquilas amanecieron deliciosos dias del otoño. Pasábamos en uno de los primeros entre la Gran Cana­ ria y Santa Cruz de Tenerife. Al naciente fulgor de un sol que empezaba á disipar la bruma marina, enviábamos los españoles de todas las clases de abordo nuestro último saludo de despedida á la tierra de la patria, representada á nuestros ojos por aquel elevado pico que habla perenne­ mente de ios prehistóricos desahogos del fuego volcánico. Aristides Roger , con su interesante libro Viaje por de­ bajo de las ola <, nm sus descripciones de la hirviente base submarina del volcán famoso, me acompañaba en aquella muda contemplación, y las gasas de ascendente bruma me parcelan allá arriba espirantes vapores acuosos que se ex­ halaban desde el fondo invisible como recuerdo de impo­ nentes maravillas. Perdida de vista la culminante eminencia de Santa Cruz, empezó nuestra sería preocupación de la vida interior con los ascos del estómago latino ante ios servicios de la co­ cina británica. El Imperio de la necesidad y la fuerza de la costumbre no nos impidieron la protesta alegre en una especie de diario Clónico, puramente español, que ideamos Pujol y vo para consolarnos de las imposiciones del gobierno y la administración del Iberia. El paso de la Linea, anunciado mil veces, nos tuvo pre­ ocupados con su acompañamiento de neblinas y rociadas, que había de traernos algunas horas de ameno estudio de fenómenos de la Naturaleza. Con esa preocupación , con los indispensables libros para lectura de día sobre cubierta, y ios juegos de ios peces vo­ ladores y las nocturnas fosforescencias de la mar salada, distraíamos nuestras tristezas de larga prisión forzosa. o0« ¡ El Pan de azúcar! Allí está. El dulce pilón cónico se ve perfectamente representado por aquel peñón inmenso, que parece tallado allí á pico como un gigante que vigila la entrada de la maravillosa bahía de Rio Janeiro. Entramos en aquella incomparable bahía, escoltados por rebaños de juguetones delfines, y lo que es más, salu­ dados por cañonazos de buques de guerra, que lucían en las vergas banderas y gallardetes con los colores de distin­ tas naciones. Aquel saludo estrepitoso era una lisonjera equivocación. Hablan tomado las escuadras á nuestro Iberia por el vapor que, detrás de nosotros, conducía á la capital del imperio al ilustre soberano D. Pedro de Braganza, de vuelta de un viaje por Europa. Pronto enmudecieron desengañados los marinos de gue­ rra, y nosotros, como humildes huéspedes de los brasile­ ños, entramos estudiando y admirando aquellas lujosas orillas, que a la izquierda empezabau con el Pan de azúcar, continuando hasta ios muelles con una creciente v her­ mosa vegetación, cuyos vivos colores herían alegremente la vista insaciable. Aquel hermoso panorama, con las casitas diseminadas caprichosamente entre los árboles, recortados como á ti­ jera , representaba un inmenso nacimiento, de esos que la industria ofrece como juguete á los niños en los alegres dias de la Pascua. El desencanto vino luego, cuando los botes nos llevaron á pisar el muelle, donde hormigueaba gente de color, en­ frente de los mercados, cuyas pilas inmensas de plátanos y naranjas del pais obstruían nuestro paso á la ciudad ame­ ricana. Allí todo aparecía desordenado y sucio; e! terreno en que se asienta la ciudad es bajo y pantanoso: un calor tro­ pical nos asfixiaba, y se comprende que, á pesar de la in­ fluencia de las frecuentes lluvias y de la brisa marina, que los naturales llaman rirajao, la terrible Jiebreamarilla constituya allí una verdadera enfermedad endémica. La policía urbana tampoco hace honor á la grandeza de algunos monumentos, tales como la catedral de San Se­ bastián y la hermosa iglesia de la Candelaria. L'na de las calles más céntricas estaba completamente abandonada al dominio vergonzoso y desvergonzado del comercio de la prostitución. El miserable amor venal de la carne se exhibía en abiertos camarines bajos, desde los cuales la Venus abyecta tocaba en el hombro al transeúnte, que percibía ios penetrantes insufribles perfumes artificiales mezclados con el suave aroma de las llores de los jardines. Huyendo del asqueroso chilombo, profanador de las gra­ cias de la Naturaleza, recorrimos Pujol y yo la rúa Direita, y en el tranvía buscamos atmósfera más pura y sana, cruzando el inacabable paseo llamado fíatapago, bordeado de preciosas y ricas casas de campo, visitando después aquel Jardín Botánico, admirable á pesar del abandono de la mano del hombre, y las maravillas de Petropoli, encan­ tador refugio del Jefe del Estado durante las fieras inva­ siones de la fiebre amarilla. Antes de volver á bordo del Iberia , quisimos conocer el rico centro comercial, la rúa do Ouz idor, la Carrera de San Jerónimo de Rio Janeiro, y tuvimos otro desencanto. Allí las más lujosas tiendas de joveria no dan al viajero la menor idea de la preciosidad proverbial de las piedras del Brasil. Pensamos, por no hallar otra explicación, en el re­ frán aquel de En casa del herrero , y acudimos á nuestra casa flotante, ya con la proa hacia el Pan de azúcar. N.° XXXYI I1 LA ILUSTRACIÓN Dejábamos la capital del Brasil vestida con sus meiores adornos para recibir dignamente al ilustrado D. Pedro de Braganza. Nuestra salida la hicimos también á cañonazo limpio, porque coincidía con la entrada, con retraso, del augusto viajero, que volvía llevando nuevos conocimientos de la vida social y política de la vieja Europa. Pujol y yo habíamos hecho provisiones de naranjas, plá­ tanos y otras frutas del país, para neutralizar con su dulce frescura los amargos efectos de la alimentación cotidiana con que ofendía á nuestro paladar la administración anglomaritima. Los delfines y peces voladores también nos hicieron los honores de despedida con su graciosa escolta durante las primeras y gratas emociones de aquella tarde inolvidable v espléndida, en que la comandancia del buque parecía querer ganar tiempo y adelantar millas. El mar se presentaba tan sosegado como el estanque del Retiro, y ni el más ligero cabeceo nos hacía vacilar en nuestros ejercicios á todo lo largo de la cubierta. ( on aque­ lla tranquilidad y apacible bonanza y marcha segura, se­ guimos viendo varios días el cruento sacrificio de la res para el alimento del pueblo flotante. Nuestro periódico satírico titulado ¡ 1.a Mar! salía re­ gularmente en un solo ejemplar para torios, y el gobierno inglés, extraño por desgracia a nuestro idioma, era el único que asistía impasible y serio á las lecturas públicas de nuestras diatribas en prosa y verso contra la administra­ ción económica y antipática. Así llegamos tan distraídos á aquella caída de hermosa tarde en que se nos ofreció á la vista con sus brillantes tocas verdes, d manera de turbante, la hermosa sultana que se recuesta con gracia v abandono en la ribera. ¡ Montevideo ! Ya hablaré de esta oriental señora cuantío llegue el momento de la especial visita que le hice por gracia de un distinguido caballero de la marina española. Porque nuestro paso por la capital del Uruguay fué tan breve, que apenas pudimos enterarnos de que las calles estaban muy bien adoquinadas y de que el Jefe supremo de la República era el coronel Latorre. Y ya se verá más adelante la estrecha relación que había entre la fuerza del poder de aquel soldado y la limpia firmeza del pavimento de aquella ciudad americana. A las cuatro horas estábamos trasbordados al Sílex, que al amanecer del día siguiente nos dejaba cu ¡a otra banda, pisando la tierra argentina con nuestros equipajes, después de pasar del vapor a los botes y de éstos á los carros, por gracia del escaso fondo de aquel famoso río que, por mi ar­ cilloso color, más tenia del oro que de la plata. También fué aparentemente triunfal nuestra entrada en Buenos Aires. Pero allí no se esperaba ni se despedía al Jefe del Estado. Tronaba el cañón, y la hermosa ciudad, á los fulgores de un sol de Octubre, que allí era de primavera, se engala­ naba con vistosas banderolas y colgaduras y se aprestaba á alegres fiestas, para celebrar los albores de la paz y la conciliación de los partidos políticos, término dichoso de una guerra civil desastrosa. ¿Cómo podíamos dudarlo? Entrabamos con buen píe en la capital de la República Argentina, y aquel regocijado estruendo ora buen presagio para el humilde y pacifico soldado de la república de las letras. E duardo B l s i i l i .o . TIPO S M ADRILEÑO S. E S P IN IL L A , -SEÑORA t HIJAS EX PAR ÍS ( l ) . (Continuación.) C r a c i a s á su privilegiada naturaleza, ásus anA- chas tragaderas, como de concejal, y á su costumbre de atracarse enormemente, ha­ bría podido, á no dudar, el insigne D. G u­ mersindo digerir sin consecuencias el alr — inuerzodel restaurant Alsacia y Lorena, con r aquellas salsas picantes que le dejarían la boca lo mismo que si hubiera blasfemado, y aquella peligrosa mezcla de granéis vins que pidió el amigo convidado: pero el sablazo que de éste reci­ bió en lo alto de la torre, no acertando á evitarlo, él tan práctico en huir e! bulto, influyó por tan vio­ lento modo en su organismo, que cuando descendimos dé­ la altura el pobre hombre, bajo la pesadumbre del golpe de 500 francos, mostraba con toda claridad en el nublado sem­ blante el profundo trastorno que súbitamente había expe­ rimentado en su economía. Con decir que D.3 Presentación, enojadísima con su ma­ rido, se alarmó viéndole en tan mala disposición, basta para que el lector imagine qué aspecto presentaría el ex concejal. — Y o estoy muy malo, me he puesto muy malo— decía, y un color sé le iba y otro se le venia, v sudaba y se agi­ taba como quien siente gravísima molestia. Por suerte, recordé que en la Exposición había varios postes de secones, v llamando á un chino adolescente, aun­ que feo, que tiraba de un futtcuil rou/ant desocupado, hice que lo ocupara el paciente, é indiqué al conductor adonde era preciso llevarle, escoltándole su mujer, sus lujas y yo, en medio de la muchedumbre, por entre la que dilicilmente se abría camino el chino. Si éste hubiera sabido hablar en castellano, y los que nos rodeaban lo hubiesen entendido, habría podido gritar: «Paso, que mancho», diciendo Ja verdad, porque el ex concejal.... Doña Presentación, en medio de su inquietud por el es­ tado alarmante de su marido, exclamaba : — ¡Anda, anda! bien empleado te está por convidar al amigóte. ¡Y ese es un diputado! ¡Válgame Dios, qué di­ putados cria la Naturaleza! ¡ Qué vergüenza! ¡ Venir á Pa­ rís un hombre formal, un padre de familia, para que le (1) Véanse ios números X X V II. X X X . XXXIV , XXXV y XXXVI. ESPAÑOLA 219 Y AMERICANA. lleven á la Casa de Socorro en un carretón tirado por un adefesio!.... ¡ Si yo no enfermo del susto y del sofoco será milagro! — Calla, mamá, que nos re la gente— observaba una dé­ las hijas. No apures á papá más de lo que está— anadia la otra. Rcgardez, un <unirs el dnnns— decía un chusco— c'est un allmiand avine. — // faut l'ahimer, ¡' allemánd— agregaba otro. — C'est un cspagnol— me apresuré á decir á los que se acercaban— pas oriné, inessiatrs, ina/ade, malade.... •— A h ! ah! ah! esfagno!. — Voilá /'hidalgo de las As/urriás! — C'est le grhnd papó di I). Lagartijo— gritó otro chusco, más chusco qué el otro. Y la gente se arremolinaba y no dejaba andar al chino. Por suerte, un par de individuos de la policía bastó para se­ parar á los curiosos, y que pudiéramos llegar al poste de secottrs, donde un doctor joven, muy risueño, se hizo cargo del que ya todo el mundo llamaba el abuelo de Lagartijo. Véase un número de la edición del Fígaro, impreso en la segunda plataforma de la Torre Eiílél, en que se refiere el suceso con pelos y señales. Mientras el doctor prestaba solicito los auxilios de la ciencia al fardo que le hablamos llevado, fuime á dar una vuelta por la Exposición, prometiendo á mis amigas volver dentro de hora y media, tiempo que creyó el esculapio bascante para poner á D. Gumersindo en disposición de trasladarse al hotel. Llego á los primorosos jardines bajo la torre, y cansado del viaje que hice escoltando á D. Gumersindo, me dirijo á sentarme en un banco, en el que, por suerte, encuentro personas conocidas, una pareja muy interesante, los dos seros más venturosos , á no dudar, entre la multitud que se halla en aquel momento en el anchuroso recinto de la E x­ posición. El es un joven madrileño, pintor, que empieza su carrera, y ella hija de cierto banquero vicioso y extra­ vagante. Conozco mucho al joven , y siempre me ha interesado por su gran inteligencia , su entusiasmo por el arte á que se consagra, v su carácter alegre. Después de los saludos de costumbre, me dice, com­ prendiendo mi sorpresa: ¿Se asombra usted de verme tan bien acompañado?.... Sepa usted que somos marido y mujer. — ¡ Ah! felicito á usted , amigo mió. — Gracias— contesta ella, con una sonrisa encantadora. — No sabia— digo á Pérez, fi- llamaré Pérez-— que hu­ biera usted alcanzado la felicidad tan pronto. — Amigo, querer es poder. Pues de mi boda se ocupa­ ron los periódicos.... -¿ S i? no be leído nada. S i, señor, los periódicos anunciaron que una señorita, hija del opulento banquero R.... . se había fugado de la casa paterna con un joven artista. Esta es ella, y yo sov el joven aspirante de aprendiz de artista.... Si 110 tiene usted prisa, le contaré nuestra odisea, y acaso le pueda servir de asunto para un artículo. — Con mucho gusto. — Sepa usted que vi :i ésta una noche en Lara, y el cora­ zón me dijo: «Esa es tu media naranja». En su semblante, siempre bello, pero más bello ahora que entonces, había una sombra de melancolía, de tristeza, que me interesó profundamente. Rosell decía en escena los más graciosos disparates, que hadan reir á carcajadas al público, y ella, sólo esta picara, 110 se reía, con lo que me pareció evi­ dente que algún grave pesar la atormentaba. Estaba con un señor, que era su padre, y con una señora muy maja. Cuando se acabó la función salieron del palco , yo esperé abajo, y salí detrás. Pero el señor, la señora y la señorita se metieron en un coche, y me quedé allí con la boca abierta. Volví á entrar en el teatro y pregunté al acomo­ dador de los palcos, quien me dijo el nombre y apellido del banquero, por donde ya me fué fácil saber en que sitio residía la que desde aquella noche era señora de mis pen­ samientos. Seria muy largo contar cómo llegué á ponerme en comunicación escrita y telefónica después con mi ama­ da. Al mes de conocernos ya nos habíamos jurado amor eterno quinientas veces, y había pedido yo esta mano, que ahora es ni ¡a, al opulento banquero, que me la negó boni­ tamente á pretexto de que un artista es un ser inferior, con muchas ilusiones y ningún dinero. »Si mi hija— me dijo— quiere casarse con usted, allá se las avenga, yo 110 le doy un cuarto; usted verá cómo la mantiene, vella verá si tiene fortaleza bastante para cambiar todas las ventajas que disfruta á mi lado por la miseria que la espera con un aprendiz de pintor, dueño de un gran caudal de amor y de ninguna otra cosa....» En fin, que ésta tiene mucho carác­ ter, que 110 podia tolerar más tiempo á la madrastra, una mujer de borrascosa historia, y que había hecho sufrir grandes amarguras :i la madre amantisima, que fué una santa, y seguramente murió más pronto por el amor del infiel marido, de quien era entonces manceba la que es hoy legitima esposa.... Y' nos fuimos, y nos casamos, y con el poco dinero que tenia yo reunido nos vinimos á pasar la luna de miel en Paris, con billetes de ida y vuelta en tercera clase, valederos por doce dias. ¡Qué viaje en tercera, tan delicioso, el que hicimos de Madrid á Paris! El coche venia lleno de gente, y puedo asegurar á usted que ni vimosá nadie, ni nadie nos estorbó, ni siquiera no­ tamos la incomodidad de cuarenta y ocho horas de duro asiento.... Y o estaba ya acostumbrado á todo linaje de molestias y estrecheces, pero esta valiente y animosa mujercita mía, que ha tenido coche y viajado siempre en sleeping-cars, lia demostrado una fortaleza tan grande, que sólo el amor la puede prestar á una criatura tierna y de­ licada como es ella. 1.legamos á Paris con poco equipaje v con mi caja de colores y pinceles y cuatro ó cinco cua­ draos en la cartera, y , ¡ asómbrese usted ! d los seis dias ya había vendido ¡os cuudritos por muy poco, eso si, pero el que me los compró, un viejo que debe ser muy ladino, ine dijo, mirándome por encima de los cristales de sus an- t iparras : «.Voir irez loin, mon jeune-homme, zi vous aimez le travail.» Ese mismo traficante en cuadros me ha proporcio­ nado un cuartito en un sexto piso, pero muy alegre y con mucho sol, por tíos francos al dia.... Y , en fin, sepa usted que he vendido los billetes de vuelta y nos quedamos en Paris. En cuanto pueda, que no tardaré mucho, liaré venir de Madrid la única persona que allí me interesa, mi ma­ dre, una víejecita que no ha soñado jamás ver Paris, y aseguro á usted que entonces no habrá en el mundo nadie más feliz que esta compañera mia, mi madre y yo. Tengo juventud, buena salud , amor á mi mujer y á mi madre, y entusiasmo por el arte, y estoy seguro de llegar á ser algo, con la ayuda de Dios, en este gran pueblo, donde el que tra­ baja con inteligencia no se muere de hambre y donde el arte siempre es apreciado y comprendido. En Madrid tuve 1res meses expuestos en una tienda céntrica los cuadraos que he vendido aquí, los vio todo el mundo y nadie los compró. E l autor era desconocido. Alli se pierde la fe; no hallando estimulo, el ánimo decae y la más fuerte voluntad desespera y se confiesa vencida. A q u í, en la lucha por la existencia, se puede lograr el triunfo, que es el bienestar de la vida, el pan seguro, la ancianidad reposada y rodeada de respeto; alli, en esa lucha, si no se sucumbe en la obs­ curidad, en medio de la indiferencia ó perseguido por la en­ vidia, se vive siempre pobre, siempre con la angustia de hoy y la incertidumbre de mañana, y se llega á la vejez siri pan, sin fortuna que dejar á los hijos, y solamente cuando se muere es cuando los demás prorrumpen en alabanzas y loores en derredor del muerto, y saca la prensa á relucir todos los clichés de costumbre en tales circunstancias, y se le cuelgan del féretro unas coronas, con que luego se da bombo el florista que las hizo, y acaso se le paga el entierro y se echa un guante para la familia, que produce tres ocha­ vos y medio. Aquello es una miseria.... — Algo exagera usted , amigo mió -observé al animoso joven tan entusiasta por el Arte como por su mujer:— pero vivamente deseo que realice todas sus esperanzas halagüe­ ñas: tiene usted talento y voluntad, y con estas dos cuali­ dades se va lejos, como dice el viejo que le compra los cuadritos. Tendré mucho gusto en que, andando el tiempo, sea usted un Pradilla. ó un Madrazo, ó un Moreno Carbo­ nero, y sobre todo un Rico, quien sobre ser un grande ar­ tista, popularisimo en Francia y en Italia y en todo el mundo artístico por sus incomparables talcntos.es el único de los artistas que jamás podra dejar de ser Rico. Muy agradablemente pasé una hora con este joven ma­ trimonio, envidiando su alegría, sus esperanzas y sus ilu­ siones generosas. Dijome el artista que ganaba un dia con otro seis francos y gastaba cinco. — Con cinco francos vivimos en Paris como unos prin­ cipes sin otra diferencia que la de no tener coche ni coci­ nero. Dos días cada semana venimos á la Exposición y todo lo examinamos minuciosamente, todo menos aquello que cuesta dinero, que eso ya lo veremos cuando podamos hacer alguna mayor economía. ¿Sabe usted como hemos subido á la Torre Eiffel? Mediante un permiso especial de este señor ingeniero. Le envié una tarjeta, en laque pinté la Torre, y al pié un muñeco y una muñeca que la con­ templaban, y puse debajo: «Hommage à M. Eiffel d'une couple espagnole t/uc vomirait monter la-haut, et ne possède les dt vfratu s.« Y no olvidé añadir las señas de nuestro do­ micilio, creyendo firmemente que el famosísimo Eiffel me contestaría, porque, modestia aparte, el dibujo que hice de la Torre resultaba muy bonito, ¿no es verdad, mujercita?.... En efecto, el dia siguiente recibí el permiso que verá usted, porque siempre le llevo conmigo, con el autó­ grafo del grande hombre, con cuyo permiso subimos á la Torre cuando queremos. Por supuesto que ya nos hemos presentado á M. Eiffel para darle gracias , y nos ha reci­ bido con el mayor agrado, ofreciéndonos su amistad y ex­ citándome á trabajar, utilizando mis buenas disposiciones. — Mire usted— dijo la encantadora esposa— cortos de genio no somos.... — Ya lo veo. — Ahora estamos discurriendo— añadió el joven p in to r porqué vo todo lo discurro con ésta, qué alegoría le voy á pintar á M. Carnot, para regalársela, sin pedirle nada, por supuesto , por ahora. — Si, esa es la mejor manera de hacer regalos. Y siendo ya hora de ir á cumplir mi promesa á la fami­ lia Espinilla, me despedí del pintor y su mujer, contento y satisfecho de haber saludado á los seres más dichosos de la tierra en aquellos momentos. Carlo s F ro x tau r a. (Continuará.) CRÓNICAS DE LA EXPOSICIÓN DE PARÍS. París, i ’ de Octubre de 1889. Sumario: « Esio s» va.»— Las última-, expediciones británicas. — Las en­ tradas en la Exposición.—Marcha de los cenegaleses.—Regreso de los ame­ ricanos— Lo que han venido á representar en la Exposición— Idea equivo­ cada que en Europa había de los suramericanos.—Sus últimas evoluciones pacificas— Sus progresos materiales. El instinto popular.—Ptincipio de las emigraciones en Europa - El terrible problema Cuadro de comparación entre las emigraciones últimas.—Las dos lenguas y las dos razas superiores en América.—Supremacía de España sobre los demás emigrantes europeos. ~ T ^ - to se va. Á los fríos repentinos y extremaS,; dos, han sucedido las lluvias pertinaces é incómodas. Vuelven los parisienses elegan­ tes que pasaron el estío en las alegres pla­ yas y en los encantados chotean.17 pero se M rv van los extranjeros, y Paris torna de nuevo C' :isPecto fiue 'e es peculiar y propio durante Ni ~ esta estación del año. Octubre no tiene como ha tenido Septiembre 47.843 ingleses que nos visiten y viniendo por la via de Calais-Douvres, 35.524 por la de Díeppe-Newhaven, y 18.405 por la de BoulogneFolkestone, es decir, más de roo.000 súbditos de una sola nación , que durante el tiempo que la Exposición ha du­ rado, ha dado á Francia por si sola un contingente de 8 220 L A I L U S T R A C I O N E S P A Ñ O L A Y A ME R I CAN A . RL E X O S A 1R E S . - ki . p a l a c i o RI K N O S AIRES. l u i . c o x o r í N r i. \ a l - S. - I i- i . \ GKADCAIlA DK NINAS. N.° XX XVI I I N.° XXXVIII LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA E X P O SI C IÓ X r A li K L L 0 N ES D ii LAS U X 1V E R S A L K E I* I B I. PC A S Db SANIO DE P A R I S. DOMI NGO (D e fo t .■’ "»»fias d ir e * :» ' ) •» Db MCAKAGfA. ¡¿21 222 LA ILU ST RA CIÓ N ESPA Ñ O LA Y AMERICANA. cerca de medio millón de visitantes. Hoteles y colonias van quedando ó desiertos ó reducidos poco más que á las proporciones habituales de la vida ordinaria, y por las puertas de ingreso que conducen al Campo de Marte, al Trocad ero, á la larga sección de los productos alimenticios en el Oitay y á la Explanada de los Inválidos, desde el di» de la distribución de las recompensas, que fué el máxi­ mum, en que se recogieron más de 300.000 tiquetes, no han vuelto á recibirse sino de 80 ó 90.000 diariamente, lo que acusa un descenso considerable, á pesar de que todas las compañías ferrocarrileras han anunciado viajes á precios reducidos de ida v de retorno para visitar la Exposición, y de que pronto comenzará á hacerse uso del producto de la tómbola. La administración de la torre K i fiel ha tenido que fijar anuncios limitando las horas de su servicio, y aunque hay quien dice que ahora, por mas que los visi­ tantes son menos, siendo otra su calidad, como lo demues­ tra el servicio de carruajes que los transporta, ha aumen­ tado ei tráfico ventajoso en los despachos de las instala­ ciones, la realidad se impone y se justifica que ya no se piense sino en cerrar. A pesar de que aquí se abrigaba el propósito de retener hasta el lin á las colonias exóticas de la Explanada de los Inválidos, el desfile habría comen­ zado ya por la de los senegaleses, que llevan á su rey Dinah-Salifu la medalla de oro que para él lia discernido el Jurado Internacional. Estos, conducidos por el coman­ dante X o iro t, estuvieron el dia 4 en el Elíseo á despedirse del presidente M. Carnot, pero hasta el 20 no saldrán de Paris, pues avisados de que en ci paquebot de Burdeos no había suficientes pasajes para tan numerosa comitiva, y habiendo esperado la salida de otro vapor de Marsella, el Ttiums, que hace el servicio de la linea occidental del Africa, se han encontrado con el mismo inconveniente. Irán cargados de distinciones honoríficas, de regalos y de agasajos, habiéndose concedido la cruz de Caballero del Cambodgc al ¡inrifice Samba-Cambé, que ha hecho aqui alhajas que verdaderamente lo son por su extremada ori­ ginalidad, y al joven Bubtta, á quien so debe principal­ mente la organización pintoresca de la ranchería senegalesa en la Explanada. El que ha salido con dirección á Marsella es el Rey de 1Hindú, Usman Cansí, condecorado con la cruz de Comendador de la Orden de Cambodgc, acampanado de su intérprete Datnba y de M. Eleury. Tras de los senegaleses desfilarán las demás colonias, aunque todavía el martes último se recibió aqui al Príncipe de Siam , con toda su familia. Los primeros que se han apresurado á atravesar los ma­ res v á regresar á sus respectivos países, han sido los visitantos americanos. Algunas de estas Repúblicas van muy satisfechas, y con justo motivo, de los resultados obteni­ dos en el gran concurso, y hoy hay ya quien seriamente piensa v discurre sobre la verdadera conveniencia que haya habido en traer al teatro de Europa, donde las fuer­ zas productoras que dan garantía á la existencia se van ex­ tinguiendo lentamente á pesar de los titánicos esluerzos del trabajo y del saber, la poderosa competencia que.i este mundo espirante hace en todo esc otro inundo donde al parecer cada dia se concentra más la vida del universo. En Europa no se sabía bien á fondo el movimiento creciente de estimulo y actividad que por todo el Nuevo Mundo se viene desenvolviendo de medio siglo á esta parte. Sólo aqui se estudiaba v se temía el excesivo desarrollo de tuerzas propias, de que daban brillante y deslumbrador espectáculo esos gigantescos Estados Unidos, donde la raza anglo­ sajona había llevado basta limites inconcebibles y casi hi­ perbólicos los maduros y útiles esfuerzos de su espíritu práctico v emprendedor. Imbuidos en la leyenda tenaz formada respecto á los Estados de origen español por las largas v anárquicas juchas de equilibrio que. habían sido la consecuencia inmediata de las luchas de su emancipación, pocos habían seguido en sus admirables detalles las co­ rrientes fructuosas de sus últimas pacificas evoluciones, á cuva conquista nobilísima sucedió inmediatamente y se impúsola necesidad de organización. Impreso el primer impulso á la magnifica obra pacifica y regeneradora, el movimiento reconstructivo se acelera en proporción de las conquistas benéficas que realiza. El espectáculo de floreci­ miento efectivo que han alcanzado en pocos años algunos pueblos ha estimulado á los demás, y hoy puede decirse que en toda la América antes española el progreso es tan rápido como uniforme. El primer jalón lo constituyó la estabili­ dad del derecho en la estabilidad de las instituciones y de los magistrados que las representan. A este beneficio siguie­ ron inmediata y paralelamente los del planteamiento de la instrucción pública sobre bases de generalidad y bajo prin­ cipios de utilidad positiva indestructible, y de las obras úblicas con adelantos que revelan un estimulo entusiasta. Or medio de la instrucción, no sólo se levanta cada dia más la moral de esos pueblos, sino se logran las ventajas prácticas en la producción , en la industria, en el cambio y en el comercio, que son los caracteres indelebles de la ci­ vilización contemporánea ; por medio de las obras públi­ cas se multiplican hasta el infinito los medios y las seguri­ dades de la producción, de la concurrencia y del tráfico. Todos estos beneficios cayendo sobre una tierra virgen y fértil, ¿qué resultados no dará en breves años? Esto es lo que ha revelado á la vicia y esquilmada Europa la presen cía de las repúblicas hispano americanas en la Exposición de París, donde los numerosos pabellones americanos co­ locados á la sombra de la torre Eitlel no han dejado de ser una de sus principales maravillas. Y , sin embargo, el hecho no debía ser imprevisto. El instinto y la conciencia de 1<s pueblos, que. aunque razo­ nan poco, están dotados por la Naturaleza de la clarividen­ cia de la realidad, se bailaba de largo tiempo bien pene­ trado de ello. De aqui el secreto de las emigraciones. de este pavoroso problema que trae desconcertados á todos los estadistas, que constituye una seria alarma para el porvenir de nuestro continente, y que á una sola de las Repúblicas hispano americanas, la Argentina, ha dado en los veinticinco últimos años un 154 por too de aumento de población, mientras que en igual tiempo, los Estados N.° X X X V I I I Unidos, á donde confluye una parte de esta misma emi­ Buenos Aires: los franceses tienen su Inmortcl, v basta su gración, la anglosajona, no han tenido más que el 79 por Ulustratian; los ingleses su The Buenas A ¡yes Hcrald y su 100. Pero ¿dónde hallar en el globo, sin exceptuar la mis­ Standar,/; los alemanes su IIandéis Zeilnng, su Deútsch ma Australia, países como el Uruguay, un nombre que Blata Zeilunjr y su Argcnliniselle Tagblatí; mas para los apenas se conocía hace algunos años al Este del Atlántico, hijos de los fundadores de estos mismos periódicos ya son donde por cada habitante so cuentan cuarenta cabezas de exóticos ios idiomas en que sus padres los escriben , y si ganado lanar, diez y seis bueyes y cuatro caballos? ¿A que acaso la primera generación los posee, es como adorno de codicias de bienestar y opulencia no ha de invitar un país cultura, no ya como lenguaje natural y materno. Solamente dotado de tal venero de riquezas? Buenos Aires, capital hay una suerte de periódicos que son comunes para la in­ de la República Argentina, con una población de 500.000 teligencia. la ilustración y c! recreo, asi de una parte de la habitantes, en donde todos los refinamientos de la civiliza­ emigración como para los nacionales del país y j-ara los de ción echan hondas raíces, donde existen diez teatros siem­ las otras numerosas Repúblicas hermanas: los españoles, pre abiertos}- más de cuarenta periódicos diarios, posee ahora sean de carácter general, como BJ Carreo Español en la actualidad mayor número de tranvías, de lineas te­ ahora aspiren al dictado de regionales, como E l Gallega ó lefónicas . y sobre lodo de luces eléctricas, asi para el alum­ E l Faro Asturiana. Estos se confunden con iodos los indí­ brado público como para el doméstico, que Paris, Lon­ genas, ya se llamen La .Vacian, en el cual los nombres de dres, Nueva York y Boston. En el fastuoso palacio que nuestros escritores peninsulares Castclar, Ortega Manilla este país se ha hecho edificar en el Campo de Marte, se y García Lavedesc son familiares en sus columnas : ahora ha expuesto tni cúmulo de riquezas, que dan envidia á los La Tribuna, en el que Xúñcz de. Arce y Y alera sen como pueblos más adelantados del antiguo continente. Méjico, de la casa. La Nación que menciono tiene por director no sólo ha presentado en su soberbio palacio azteca mues­ nada menos que al general Bartolomé Mitre, presidente tras de una opulencia análoga en productos de la Natura­ que ha sido de aquella República. I.a Tribuna al general leza, sino ha llevado su plausible vanidad á competir con Julio A. Roca, que también ha ejercido el mismo elevado Europa en muchas obras de arre de un mérito incontras­ cargo. table. Chile. Guatemala y Bnlivia han mostrado esfuerzos I odas las cuestiones que entrañan los más abstrusos pro­ semejantes, y Venezuela’y Colombia, los gérmenes fecun­ blemas políticos de influencia y preponderancia para los dos de una prosperidad y una cultura que reproducen las grandes Estados de Europa se han puesto ahora de relieve maravillas del Paraíso sobre la tierra. Si estos progresos con motivo de la asistencia de las Repúblicas americanas no se habían vulgarizado en libros y periódicos por la a la Exposición centenaria de Paris, v son muchos los pu­ gente culta (pie está al frente del movimiento de la civi­ blicistas v los pensadores franceses que, ame e! espectáculo lización en Europa, les pueblos lo habían adivinado, v en de la riqueza que éstas han desplegado y ante la realidad las grandes crisis de la subsistencia porque nos han hecho de los vínculos naturales que se han tenido que reconocer y hacen pasar en este carcomido continente la densidad de entre aquellos pueblos y España, reanudados felizmente la población, los desequilibrios de la producción, la indus­ desde que el ilustre , sabio y austero Presidente de la Real tria y el comercio, la enormidad de los impuestos, la de­ Academia Española, Sr. Conde de Oheste, los renovó glovastación de las revoluciones y de las guerras frecuentes, riosamenie por virtud de la pulcritud y limpieza del habla el cansancio de las tuerzas de la Naturaleza, siempre en común, y Zorrilla, Ni'iñez de Arce y Campoamor por la activa explotación, sin descanso alguno con que refrige­ del medio literario, han tenidoque confesar que la domina­ rarlas y reponerlas, las necesidades crecientes v los esca­ ción que Francia pudo ejercer por algún tiempo, aprove­ sos medios de satisfacerlas, y tocias las demás concausas chando las querellas mutuas de la separación, se ha extin­ para cuyo remedio hasta aqui han resultado casi comple­ guido, que la lógica impone sus leyes, y que España ha I tamente estériles los ineficaces arbitrios de los filósofos, reivindicado sus derechos de supremacía en lo que neta­ de los políticos, de los economistas y de los sociólogos: mente le corresponde. ¡Ojalá que estos vínculos ¡pie la co­ | ellos, con su habitual instinto, comenzaron á ensayar los munidad del habla y del origen sostiene, puedan robuste­ tópicos, emprendiendo el camino de las emigraciones bajo cerse algún dia no lejano, estableciendo sobre sólidas bases el estimulo de las franquicias que se les ofrecían y de los nuevas relaciones que los estrechen, por medio del cambio recursos que se les prestaban por los agentes venidos de recíproco de productos de la Naturaleza. la industria y el arle, fuente también poderosa de amistad inextinguible 1 los Estados de la Unión, del Brasil, de la Argentina y de otras repúblicas inas ó menos pudientes. I .1 emigración entre los pueblos civilizados y hermanos! comenzó, facilitando estas agencias los transportes v pasa­ Estas y otras enseñanzas para Europa han traído á la jes a ha,o precio, y aun gratuitos, y sembrando por todas Exposición de Paris las Repúblicas suramcricanas tan dig­ namente representadas en ella. La fórmula más radical de | partos seductoras promesas y fascinadoras perspectivas. I as comarcas donde la población era más densa, la .Saesta convicción se expresa diciendo que, al paso que las ionia, las provincias rhinnnas, el Norte ele Portugal v de luchas, los intereses, los sucesos y la emigración sobre España, y casi lodos los antiguos Estados de Italia, fueron todo llevan .dentro de cien años América se habrá tragado los primeros que sintieron d contagio, el cual, desde 1880, á Eurojia, y que antes de doscientos la colonizará. llegó á un verdadero desbordamiento' Hubo un periodo, | de 188.4 á 1886, en que, en general, la emigración sufrió Ion. un notable descenso, que parcela iniciar una paralización más permanente. Pero a partir de 1S87 se recrudeció la l a s P ild o r a s I t r s l anrailoraM E nrm iguoru contienen manía emigradora, coincidiendo con el recrudecimiento dé­ hierro, manganeso y pepsina, elementos indispensables para en­ la crisis general económica porque Europa atraviesa, siendo verdaderamente desconsolador el espectáculo de la emigra­ riquecer la sangre y corregir los desarreglos del estómago. ción en los dos últimos años de 1888 y 1889, En 1883 toda la emigración europea, excepción hecha ¡fjurw'T. Q uiniurn L a b a rra q u e , única prepnde la de los Impcrics austro-húngaro v moscovita,, sólo j-ál+.v. ración de este género A p r o b a d a por la se elevó á 680.000 individuos, según losregistro.soficiales: 1 A c ad em ia de Me d ic in a de Pa r ís , e s el cu 1885 descendió esta cifra á 490.000; pero en 1887 se gZXzzt . vino de (juina en su más alto grado de elevó de nuevo á 672.000, y en 1888 \- en 1889 fia pasado coticent ración y de potencia. I de r.000.000 de individuos por ano, principalmente de las _« h l Q u in iu m L a b a r r a q u o es uno de los m e jo re s nacionalidades italiana, española, francesa, suiza, alemana y tónicos que pueden emplearse pura combatir la debilidad I británico-irlandesa. El contingente que á la emigración ha de constitución ó aquella que es consecuencia de diversas dado Italia sola en 1888 asciende a la considerable suma de enfermedades » ; 207.795 individuos: de España salieron cerca de 60.000; *5 ba administración del Qninium seguida durante 24.000 de Francia; 18.000 de Portugal; 8.000 de Belgiquince días, un mes y aun idus, según el grado de j ca, etc. Para todos estos países estas cifras son pavorosas, deterioro físico <1 que los enfermos habían llegado, ha hasta para la propia Francia, donde el incremento d éla producidi, una t o n ific a c ió n g r a d u a l , un aumento emigración aumenta de una manera tan enorme, cuanto de p o t e n c ia d i g e s t i v a , y por consiguiente una que sólo en 1(884 tuvo 6.100 emigrantes, y 6.063 en 1885. mejoría tan rápida que no era posible dudar de la a, ción En 1886 ascendió ya la suma á 7.314: á 11.170 en 1887, y dd Quintum. n d- wahu á 23.339 en 188S. ¡Y Francia pasa por el país más próspero Médico principal d ' los Hospitales de Argelia. Nata. — En razón á su energía y á la caiaeiií.ul de del Continente ! En el reparto de estas grandes transmuta­ los fraseos, este vino es de un precio moderado v más ciones de hombres y de patrias, á la República Argentina barato que la mayor parte de los productos similares. ha tocado la mayor parte en el año de tSS8, como en to­ Basta en general, tomar una copa de las delito: después cios los anteriores. En 1888 ha aumentado su población ile caria com da. con unas 250.000 familias ; el Brasil, con otras 150.000: el Uruguay, con 25.000; la América del Norte, con 500.000, y las 75.000 restantes hasta un millón, se lian disemi­ E l vino doble d ig e s t iv o de Cliassnliig- fué objeto en nado por los demás países hispanoamericanos, en diver­ 1864 de informe favorabilísimo en la Academia de Medicina de París, y desde aquella época se halla universalmente prescrito sas proporciones. Divididas por mitad estas grandes masas contra las digestiones difíciles, la dispepsia y enfermedades del de hombres entre las dos lenguas y las dos razas que desde estómago. Devuelve el apetito y repara las fuerzas, facilitando el descubrimiento y la ocupación obtienen la supremacía de aquel mundo anlcs resconocido, la lengua de Cervan­ la asimilación de lo« alimentos. Desconfíese de las falsificaciones. París, 6, Avenue Victoria, y en todas las farmacias. tes y la lengua de Shakespeare serán las únicas que en el espacio de cien años se hablen en la parte que ya entonces será tal vez la más poblada del planeta entre los centenares P A S T A DE N A F É D E D E L A N G R E N IE R . de millonesde hombres que la ocupen. Porque aunque to­ Cincuenta médicos de los hospitales de París han demostrado davía el recuerdo de la patria primitiva haga sostener entre su pederosa eficacia contra los Resfriados, G rip p e . Bronquitis. las primeras generaciones de los emigrantes el culto del Irritaciones delpecho y de la garganta. No conteniendo ni opio, ni idioma nativo, y asi en Nueva York como en Buenos Aires morfina, ni coJcina, puede darse sin temor á los niños que pade­ cada nación sostenga un número de publicaciones periódi­ cen de tos. Depósitos en las farmacias dei mundo entero. cas que sean corno los últimos ecos de la patria á que se ha renunciado, los hijos de estos mismos emigrantes ya no n iU n r íR T Í lA N T mu>’ aPreciaJa para el tocador hablan, ni escriben, ni estudian, ni raciocinan sino dentro U ÜU UD l u A l l 1 y para los baños. H o u b I g a n t, de las condiciones del habla para ellos nacional: inglés, en perfumista, Paris, 19, Kaubourg S‘ Honoré. los Estados Unidos : castellano, en los demás Estados del Sur. excepción hecha dei Brasil, donde prevalece la lengua de Camoens. lodos los demás idiomas latinos, germáni­ Perfumería exótica SEN ET, 35, rue du Quatre Septembre, Paris. ( Véanse los anuncios.) cos ó eslavos van á la tumba con el postrero aliento de los que los llevaron. En la capital de la República Argen­ tina la emigración italiana devora su Patria Italiana y su Perfumería Ninon. Ve LECOMTE et O*, 31. rue du Quatre Na.io.tic Italiana, que diariamente salen de las prensas de Septembre, París. ( Véanse ios anuncios.) M 223 LA ILUSTRACIÓN ESPA Ñ O LA Y AMERICANA. N.° X X X V I I I G. K. COOKE&WEYLANDT YIGOR del CABELLO del Dp . AYER B E R L I N S. W . 4 8 . MEDALLA DE 0K0 EN LA EXPOSICION DE BARCELONA Fábrica premiada, primera en Europa, de de cautchnuc y metal. Se solicitan repiesentantes. PIANOS FOCKÉ FILS A ÎN É Rue Morand. 'J, Paris M E D A L L A S D E O R O Garantizados p or diez años. C A B E L LO S NO T I E N E R I V A L para impedir la calvicie y caída del cabello. 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N I N O N DE L E Ñ O L O S Reíase de las arrugas, que no :-c atrevieron nunca á señalarse en su epidermis, y se conservó jo­ ven y bella hasta mas allá de sus 8o años, rompiendo una vez y otra su acta de nacimiento á la faz del tiempo, que en vano agitaba su guadaña delante de aquel rostro seductor sin poder mortificar­ le.— liste secreto que la gran coqueta egoísta no quiso revelar á ninguno de sus contemporáneos, ha sido descubierto por el doctor L.econte entre las hojas de un tomo de la Historia amorosa de las Guian, de Bussy-Rabutin, perteneciente á la biblioteca de Voltaire y actualmente propiedad ex­ clusiva de la P e rfu m e ría .linón (Maison decente), 31, rué du 4 Septembre, 31, París. Dicha casa entrega el secreto á sus elegantes clientes bajo el nombre de lérilalil«* Kau d« .'linón v de lli m 'i «l<* .lin ó n , polvo de arroz que Ninon de Léñelos llamaba «la juventud en una caja».— lis necesario exigir en la etiqueta el nombre y la dirección de la Casa, para evitar las falsificaciones.— La Parfumcrie A'inon expide á todas partes sus prospectos y precios corrientes. Depósitos en Madrid: Pascual, Arenal,, 2; Artaza, Alcalá, 23, prc.L izq.¡ A guirre y Molino, perfume­ ría Oriental, Preciados, 1; Federico Gros, perfumería Cromóla, Mayor. 1; Romeroy Vicente, perfu­ mería Inglesa, Carrera de San Jerónimo, 3 , y en Barcelona, Vicente Ferrcr y en casa de José t a . font, 22, calle del Cali. A R A B E ^ U lt - A L S E S P f ^ PRESCRITOS POR IOS MÉDICOS CELEBRE PÁTE AGNEL * AMIDALINA Y GLICERINA E->tr excelente Cosmético blanquea y suaviza la piel y !a preserva de cortaduras, irrita­ ciones, picazones, (laudóle un aterciopelado agradable. 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Forma un volumen de 3«1 paginas en 8.", y se vende, a 4 pesetas, en las principales libre­ rías de Madrid y las Provincias. 1.1 \ m u n C ó d ig o C iv il al alcance Je míos, por el ilustrado periodista y abogado I). José Aparicio Vázquez,con una cartaprologo del P.x m i. Sr. IV Ma­ nuel Alonso Martínez. Esta ebra, perteneciente á la Biilioteca Andaluza, se recomienda por si sola, puesto que llena la necesidad de exponer breve y compendiosamente todo lo in­ dispensable para la realización de los actos civilesconcemientes a la personalidad, tales como el matrimonio, el testamento, la herencia, etc.— Véndese, á 1,50 pesetas, en las principales libre­ rías, y en la Administración, Madrid (Obelisco, 8).—-Y. A T R E S. A E M A RK>.VO- : V POR AUTORES Ú EDITORES Iii-liliu -io n e - •»•»•eni i a les, -ii origen i erg nutación en Yoleti­ cia. por D. I.uis Tramoyeres Blasco: con un prologo 'leí exi tlentí-imo Sr. D. hduardo Pé­ rez Pui' J. I.l Ayuntamiento de Valencia ofreció premiar en los Iliegos Florales de 1SR2, cele­ brados por la sociedad Lo Rat/’nía/, el mejor trabajo que se presentase fohre la historia de los Gremios en aquella ciudad; y la ot ra premiada es la del se­ ñor Tramoyero; Blasco, para la nial lia escrito un eruditísimo prologo., por encargo de la mi?iim forpora, ióu municipal, el dot 10 jurisconsulto Sr. Pérez Pu­ jol. I-.- un libro de estudio y con­ sulta. que figur ara en la fibli >teca Je toda persona amante do las ciencias históricas y del pi ­ gre.-o social de nuestra patria, horma un vltimcn de. .\x1v-444 paginas en 4." menor, que com­ prende 27 capítulos y una T¡. ; a’fa'ciit 1 .le Oficien. Valencia, imprenta del señor Domenech (Mar. 4S). Tratsuli» <U- V i>;il i -.i ipiimi ca cttaiiMa/ii'fi, por el F)r. (. . Re­ migio Fresenius, director del Laboratorio fjutmno de \Y¡ -bailen, catedrático de (Julmua. 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