Mansilla. La memoria sumergida

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COLECTIVO 7 VILLAS DEL ALTO NAJERILLA
Casa de las Islas
Calle del Bendito Cristo s/n.
26329 Mansilla de la Sierra
Contacto:7villas@7villas.org
www.7villas.org
Ayuntamientos de BRIEVA, CANALES, MANSILLA, NEILA, VENTROSA,
VILLAVELAYO, VINIEGRA DE ABAJO Y VINIEGRA DE ARRIBA.
EL “VIEJO”
MANSILLA DE LA SIERRA
Su historia
Mansilla, el antiguo pueblo, el de siempre, aún
ahora pasados más de cincuenta años desde su
desaparición bajo las aguas, constituía una joya
arquitectónica. Calles empedradas, puentes que
flanqueaban el río Gatón, que atravesaba el pueblo
de norte-sur; el pueblo, una iglesia impresionante
y majestuosa, su palacio, el río Najerilla, que
como un torrente bañaba sus pies, y mas allá,
entre puentes que daban paso al ganado y a las
personas, el río Cambrones, que bañaba huertas,
y daba espacios de remanso para el ganado y los
hombres.
Pero de esta estampa hace ya mucho tiempo...
En 1900 el pueblo contaba con 600 habitantes, era
cabeza de comarca en la Sierra y entre sus tierras
vivían más de 10.000 cabezas de ganado. Su
prosperidad e importancia era tal que tenía servicio
de farmacia, médico, cuartel de la Guardia Civil,
Juzgado, escuela y la Casa de Islas, lugar donde se
reunían los alcaldes de las villas, presididos por el
párroco mayor, según un edicto Real de Juan II.
Incluso, el Palacio de Mansilla llegó a acoger a
Fernán González, conde de Castilla, y al Rey Juan
II, en una visita que éste realizó a Silos desde
Nájera.
02
Ya desde el siglo XI, las Cinco Villas y el valle
de Canales, decidía, a través de decretos reales,
la jurisprudencia en materia ganadera, pastos,
trashumancia, aprovechamiento de huertas, etc...
una señal más de la hegemonía que reinaba.
Sus casas señoriales eran un ejemplo del linaje
y grandeza. Casonas repletas de historia, una
historia a caballo entre La Rioja y Burgos, y donde
la trashumancia y las cañadas reales eran el motor
que movía la economía de la zona.
Si nos fijamos en su escudo, pueden apreciarse los
ríos y las huertas en la parte izquierda, y los lobos
acechantes sobre un roble en la parte derecha, que
además está coronado por el sombrero Mariano y
con la “M” de Mansilla.
Arellano por el apoyo que éste le había prestado en
su lucha contra Pedro I el Cruel.
Más tarde, perteneció al señorío de los condes de
Aguilar, señores de Cameros. E incluso llegó a
formar parte, como villa eximida, de la provincia de
Soria hasta la creación de la provincia de Logroño
por Real Decreto de 30 de noviembre de 1833.
Pero tanta belleza, tanta historia y tanta cultura,
no fueron capaces de disuadir a las autoridades de
que este pueblo debía seguir en pie, y de que no
podía acabar sus días sumergida bajo un manto de
agua que ocultara toda su vida.
Detrás de la historia del viejo pueblo probablemente
estuvieran los romanos, con un asentamiento
cuya actividad principal era la minera. Como así
lo demuestran las monedas y restos arqueológicos
hallados de instalaciones relacionadas con la
explotación minera. Conservándose esta actividad
hasta el siglo XIX, cuando llegaron a contabilizarse
más de cuarenta minas de cobre y algunas de
plomo y plata.
El nombre de Mansilla se cita en la variante de
“Mansiella”, entre los pueblos comprendidos en
el señorío de Cameros que donó, en 1366, el rey
Enrique II de Trastamara a don Juan Ramírez de
03
EL “NUEVO”
MANSILLA DE LA SIERRA
Un lugar por descubrir
A 72 kilómetros de Logroño y 950 metros de
altitud, en la subcomarca del Alto Najerilla, se
encuentra el actual municipio de Mansilla de la
Sierra.
Se trata de un municipio reconvertido en ganadero
y forestal, al haber inundado el gran pantano
de Mansilla la mayor parte de sus terrenos
cultivables. En consecuencia, la agricultura es
mínima y su patrimonio forestal inmenso; pinos,
hayas y robles nos acompañarán en nuestro
caminar.
Una agudizante crisis en la ganadería
trashumante y, posteriormente, la construcción
del embalse provocaron una notable disminución
demográfica en el municipio, pasando de 606
habitantes en el año 1900 a 71 en 2010.
Aunque se trata de un pueblo nuevo, que data de
los años 60, se emplaza en un entorno natural
de gran riqueza y belleza. Entorno propicio para
el campismo, para practicar la pesca o la caza,
así como un lugar de encuentro para multitud
de micólogos, que atraídos por la variedad y
abundancia de algunas de las setas más preciadas,
se acercan hasta Mansilla.
Destacar como visitas de interés la Iglesia de la
Concepción, donde se conserva una valiosa cruz
procesional de tradición mozárabe del año 1109
que pertenecía a la antigua iglesia, y la Ermita
de Santa Catalina, único vestigio importante del
pasado de Mansilla que todavía se conserva en pie.
04
En la actualidad, los mansillanos y todo aquel que
se quiera acercar, celebran el Bendito Cristo de la
Victoria el primer sábado de agosto y la exaltación
de la Cruz, el 14 de septiembre. 05
MANSILLA,
LA MEMORIA SUMERGIDA
La exposición fotográfica
“Mansilla, la memoria sumergida” pone de
manifiesto un proceder que ha sido una constante
en la historia de la Humanidad, el permanente
enfrentamiento entre grupos humanos.
06
de leyenda fue inundada por la soberbia de sus
habitantes, la historia de Mansilla de la Sierra
fue algo más trágica y violenta.
Los pueblos cazadores lucharon para
controlar los recursos naturales, las antiguas
civilizaciones se engrandecieron por las
acciones de sus ejércitos, la Edad Media fue
fundamentalmente guerrera y caballeresca,
y ya en nuestros tiempos, los hombres nos
hemos caracterizado por luchar por intereses
económicos y territoriales. Un ejemplo de ello,
lo encontramos en el “viejo” Mansilla.
Corría el año 1935 cuando el Gobierno de la
República, en su estudio del plan hidrológico,
había elegido este punto, por la confluencia de
varios ríos, para la construcción de una presa
que embalsara el agua para riego y electricidad
de los pueblos del Alto-Najerilla, ya que suponía
el punto energético más apropiado para
construir un nuevo pantano. Es, en ese punto,
donde se situaba “el viejo” Mansilla de la Sierra,
el protagonista de nuestra historia.
Su historia, tan trágica como verídica, se asemeja
a la de la mitológica Atlántida, ciudad sumergida
en las aguas. Sin embargo, aunque esta ciudad
Sin embargo, la consiguiente Guerra Civil y su
larga posguerra paralizaron el proyecto que,
con el nuevo régimen político establecido tras la
contienda, volvería a retomarse ignorando una
posible variante que evitara tal suceso. Variante,
que según el gobierno de Franco, implicaba un
nuevo trazado de carretera, y por tanto, un
mayor coste.
Muchas voces se alzaron entonces a favor y en
contra del proyecto. Surgieron alternativas,
como unir el pueblo con Villavelayo o hacer un
pueblo nuevo; luchas internas y divisiones de
los vecinos, que debido a las malas condiciones
políticas de la época dieron al traste no sólo
con el pueblo, sino también con las tradiciones
y formas de vida del municipio, provocando el
consiguiente éxodo de población a lugares con
mayores perspectivas de futuro.
Lo que si es cierto es que el embalse debía hacerse.
Daría riqueza a la zona, y sobre todo a Mansilla,
pero con el paso de los años, más de cincuenta,
poco o nada de aquello se ha cumplido. El pueblo ha
perdido población, actividad y sobre todo la alegría
que reinaba por cada esquina de sus calles.
Después de muchas reuniones, debates y plenos
en los que reinaba la tristeza y la desilusión,
y tras una mayor división, si cabía, de los
habitantes del “viejo” Mansilla, se consideró
la construcción de un nuevo pueblo. Gracias
a la colaboración del gobernador, José Elorza
Aristorena, y las influencias de Marcelino Antón
González, un mansillano que encontró fortuna
en Argentina, se planteó la construcción del
nuevo Mansilla. Serían casas alineadas, de
tres plantas, siguiendo las quebradas curvas
naturales del terreno y con dos accesos que
comunicasen el pueblo.
Las indemnizaciones fueron otro cantar. Se planteó
que se indemnizara con un máximo de 60.000
pesetas a todo aquel que tuviese una casa con seis
cuartos y una huerta. En total, “calderilla” si lo
comparamos con el precio que los mansillanos
tenían que pagar por sus nuevas casas, en un
lugar en el que no querían vivir, del que no tenían
recuerdos y del que nunca hubiesen querido
escuchar.
07
Un precio “justo” por sus nuevos hogares que
alcanzaba las 300.000 pesetas, eso sí, a pagar en
cincuenta años; si, si, un precio justo.
Pero tanta injusticia no se quedó ahí. Sus casas,
las del viejo Mansilla, fueron tasadas en el año
1940, pero no fueron pagadas hasta el año
1955 bajo esa misma tasación, por lo que, como
algunos de ellos comentaron, “nos tasaron las
casas cuando no valían nada”. Además, a la hora
de comprar sus casas nuevas, los mansillanos
que decidieron quedarse pagaron unas 300.000
pesetas, mientras que comprar un piso en
Logroño les costaba 100.000 pesetas. Si señor,
una comparación que se podría extrapolar hasta
nuestros días, ¿cuánto nos costaría comprar hoy
una casa en Mansilla? ¿y en Logroño?.
08
Muchos han sido los relatos de los mansillanos
que vivieron en el “viejo” Mansilla y que hoy
viven en el nuevo Mansilla de la Sierra y que
recuerdan como un domingo de Ramos de 1960,
con el agua a la altura de los tobillos y la Guardia
Civil mosquetón en mano, los habitantes del
Viejo Mansilla abandonaban atropelladamente
su pueblo, su vida y una etapa de su historia
forzados a trasladarse a una nueva población
extraña e inacabada, falta de luz y de agua
corriente, sin pajares para cobijar sus ganados,
con el uso de barcas como único medio de acceso a
la zona de pastos del ganado; mientras, echando
la vista hacia atrás, observaban expectantes la
progresiva inundación de su viejo hogar.
Gracias a su lucha y tesón, los pocos mansillanos
que decidieron vivir en su nuevo pueblo, pusieron
en marcha este Mansilla de ahora, un moderno
pueblo serrano, de una belleza inmensa, donde
el embalse ha sido un espejo colocado entre las
montañas, para que el paisaje, coqueto, se refleje
en él. Sus calles asfaltadas con gusto serrano,
y sus casas de tres plantas, significan un hoy,
unido a un ayer, que da un signo de distinción con
respecto al resto de los pueblos del Alto Najerilla.
Hoy, Mansilla se ha convertido en el Mar de La
Rioja y principalmente, en el Océano de las Siete
Villas.
La exposición fotográfica sobre “el viejo”
Mansilla pretende echar una mirada al
pasado, enseñándonos, a través de los propios
recuerdos de sus protagonistas, la sociedad, la
vida cotidiana, costumbres y tradiciones de un
pueblo que hoy en día, sin duda alguna, podría
presumir de ser uno de más bellos de La Rioja.
Una sucesión de documentos, imágenes y
textos sobre su majestuosa iglesia y su ermita
románica, sus palacios, su frontón, su escuela o
su templete, sus calles empedradas, sus puentes
y sus ríos o sus huertas y eras nos aproximan a
un pueblo vivo que intentó evitar, siempre desde
un entendimiento no correspondido por parte de
las autoridades del régimen político existente, la
inundación de su pasado.
La exposición recoge 25 fotografías antiguas
que nos transportarán a la vida del “viejo”
Mansilla entre los años 20-60, y 16 fotografías
estereoscópicas contemporáneas sobre los
restos y ruinas del “viejo” Mansilla cincuenta
años después de su inundación. Fotografías
que adquieren un excepcional realismo, y
que nos transportan al Mansilla inundado
al ser observados en relieve gracias a unas
gafas anaglíficas. Encontraremos también 2
documentos históricos sobre la expropiación
forzosa ejercida para el abandono del pueblo y un
acta de Asamblea Extraordinaria del 15 de abril
de 1935, además de todas las citas y recuerdos
que los propios protagonistas supervivientes
cuentan sobre la cultura y sociedad en “el Viejo”
Mansilla.
Y es que, la inundación de Mansilla de la
Sierra no sólo supuso la desaparición física de
un pueblo sino también ha sumergido bajo sus
aguas tradiciones, formas de vida y el inicio de
un sentimiento de arraigo de una población que
se vio, en gran parte, obligada a una inevitable
emigración.
09
REFLEXIONES SOBRE MANSILLA
Muchos son los textos que encontramos en la exposición que denotan el sentir de unas gentes que vieron
como les arrebatan su forma de vida primero y sus casas después. Gente anónima que luchó con uñas
y dientes para permanecer en sus hogares, en su pueblo, y que poco pudieron hacer contra las ordenes
de los gobernantes de entonces.
Uno de ellos, Antonio Matute Guardia, expresaba sus sentimientos a través de estos versos.
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Inspírame musa mía
y llévame de la mano
a las regiones empíreas
a llorar en este día
las desdichas del pantano
Mansilla patría querída,
que te quieren inundar
y aunque me vaya muy lejos
yo siempre te he de amar
y nunca te he de olvidar.
Santo Cristo de la Victoria
a parar dónde yo iré? ...
Donde quiera que yo vaya
nunca te olvidaré
y siempre te rezaré.
A sus padres enterrados,
a sus hijos muy amados,
a parientes muy queridos,
a sus amigos y deudos,
y a sus mejores recuerdos.
Allí dónde yo jugué,
allí donde yo corrí,
la escuela a que concurrí
la Iglesia dónde recé,
y el cementerio que amé.
Una gran presa harán
donde llaman “Pie Launero”.
Las compuertas cerrarán
y las aguas subirán,
subirán al sobradero.
Cuando me tenga que ir
gran suspiro yo daré,
como el moro Boadil,
y en el suelo me incaré
y de esa manera diré:
Virgen de la Concepción
de esta Parroquia Patrona
y de mi mayor devoción
yo me despediré de ti
con una devota oración.
Y muy triste ha de ser
el dejar estos recuerdos,
pero yo me acordaré
y jamás olvidaré
a tan queridos deudos.
Y todos estos recuerdos
se podrán de mi borrar?...
Imposible es olvidar
en esta vida el recuerdo
de lo que siempre he de amar.
Y las aguas contenidas
del Gatón y Najerilla,
del Cambrones y Portilla,
subirán hasta Mansilla
y todo lo inundarán.
Adiós casa de mis amores
adiós mis huertas mis flores
adiós Gatón, Najerilla,
adiós querido Mansilla
adiós bellas ilusiones.
Iglesia en que yo recé
y Campo Santo sagrado
deudos allí enterrados
y amigos con quien jugué,
nunca os olvidaré.
Y todo buen Mansillano
cuando visite el Pantanto
dirá con melancolía:
allí estuvo la casa mía,
allí jugué con mi hermano.
No faltará Mansillano
que cuando visite el Pantano
ponga lápida en la orilla
en recuerdo de Mansilla
con el siguiente epitafio:
Y las aguas subirán,
nuestras casas cubrirán
y hasta la Iglesia bendita.
Solamente la ermita
quedará sobre las aguas.
Y como el sultán Bereber
con lágrimas en los ojos
puesto en el suelo de hinojos,
yo me despediré:
Mansilla no te volveré a ver.
Grande mi dolor será
cuando hagan el pantano,
y el de todo Mansillano
cuando tenga que marchar
y tenga también que dejar.
¡Ermita de Santa Catalina,
que sola vas a quedar!...
Y en tan grande soledad
triste contemplarás
del lago la inmensidad.
Adiós Pico Culilla,
montes altos y bajos,
Soto, Barruelo, Eravilla
adiós querido Mansilla,
Castejón, Peña Navajos.
La casa que él heredó,
el solar de sus mayores,
la casa que construyó,
tierra que su sudor regó...
sus afecciones mejores.
Viajero:
aquí yace Mansilla
de la Sierra, noble Villa,
en este lago profundo.
Sus hijos emigraron
y llorando van por el mundo.
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