REAL ACADEMIA DE FARMACIA DE BARCELONA SESIONINAUGURAL 1977 Artículo 45 del Feglamento La Acadetnia no se hace solidaria de las opíniones cientificas expuestas en s¿s publicaciones, específicandose esta norma en la contraportada de lo's tnismas. DISCURSOINAUGURAL por el Muy lltre. Sr. Dr. JOSE LUIS GOMEZ CAAMAÑO Académico Numerario a ñ ñ l..! v F t-¡ -Y a lTr, v iTl '., -Y 7 Fi- r 0 ft (L_1 d ) N l-t r t¡ a' Excmo. Sr. Presidente, Excmas. e Iltmas. Autoricl¿rdes, Muy Iltres. Sres. Acaclémicos, Sehorasy Señores: nDE Rtr PHARNIACEUTICA" PREAMBULO n ¡ Paradojas ! ¡ Nuevas paradojas ! ¡ Siempre paradojas ! Pero vend acá, hombres espíritus alcornoqueños; de dura cerví2, venid y decidme: ¿qué entendéis por paradoja y qucréis decir con eso? ¡ Sospecho que os queda otra dentro, desgraciados rutineros del sentido común ! Lo que no queréis es remejar el poso de vuestro espíritu ni que os lo remejen; lo que rebusáis es zahondar en l<.¡s hondones del alma. Buscáis la estéril tranquilidad de quien descansa en institutos exter-nos, depositarios de dogmas, y os divertís con las necedades de Sancho. - nUnamuno: Vida de Don Quiiote Y Sancho ". Madrid, 1938, páe. 121. Hace algunos años tuve la clicha y el alto honor de ingresar en esta Academia y en aquella ocasión terminé mi discurso de (entradaD con el siguiente ptirrafo : nDice Dilthey: Lo que de posibilidadescle existenciahaya en el hombre, nos lo trae a fuz la Flistoria. Al hombre que yo quiero referirme y en re¿rlicladme esto,vreffriendo, es itnicamente ¿rl farrn¿lcéutico,que posiblelnente esté erperimentando en estos momentos su autognosisv pot'esta motivaciín se encuentra en crisis, ya que no ha conseguidoextender al resto de la socieclacl(incluidos gran número de sus compañeros de profesión) este nuevo conocimiento de sí mismo y de su hacer científico, pero de acuerdo con Dilthey creo clue lar I{istoria enmendará estos vellos y nos dará cuenta, al mismo tiempo que de su progr€so, de las enormes posibilidades de existencia que atesora la ciencia farmacéutica y, por consecuencia, la Farmacia misma en todas sus actividades, siemple que se acompasena la marcha de los tiempos.u Hace casi diez años que pronuncié estas palabras y creo, en lo más íntimo de mis convicciones, que son todavía actuales, no porque mis presupuestos esperanzacloresse hayan cumpliclo, sino todo lo contrario, porque la situ¿rciónes casi la mism¿rque describí en aquella ocasión. Como el pltrnteamiento y el conteniclo de aquel discurso me preocupaba y todavía me sigue incluietando, voy a decir ahora lo clue entonces callé, o lo que todavía ni sabía ni pensaba. No hay que olvidar que hace cliez años me consideraba un hombre en plena madurez y hoy evidentemente estoy pisando de manera decidicla v hasta tlaspasando profundamente los peligrosos dinteles de la vejez, donde las ideas se truecan y las perspectivas se hacen cada vez más lejanas y, por tanto, se abarca más espacio. Decía entonces que la F¿rrmaciaestaba en crisis y continúo diciéndolo. Pero además, si leemos los escritos de ilustres antece13 corl sorplesa (lue)lir pirltrbrir crisis, refiriénclosores,conlprob¿rmos se ¿rl¿rFannacirl, ap¿rrccenotori¿ y repeticltrmetttecn tocios ellos. Los motivos pueclenser',o bien el rlesetlamtlrosocle ql¡e ult¿Icos¿t ltricna sea mejor o, por el contrario, la certc'zade quc el eute ¿l r¡uc tlcdicanrostotlos nttcstrosafltrrestiist'urle l)ot'trl) ('amílloe(ltlilas pahlrras pronunciacl¿rs con vocaclo.En este caso, rclaciou¿rnclo clue que la tenemos aceptiu los época, clamores las lealidades de pesimistasestaban plenamente jtrstificttdos, Todas las agrupaciones human¿lsqtle se \¡¿urconstituyenclo por motivaciones eeográficas,moralcs, psicológic¿rs,sociales o plofesionales,tienen, cada una cle eli¿rs,urr objetivo. uu fin cornún 1' un simbolismo, que podríirmos calific¿rlcotno su ¿rutéutica¿rlma. Pues bien, cuanclo consult¿rmoslos tc'xtos, a Ia i¡ez esper¿nz¿lpol los últimos boticarios y los ¡rriclos v pesirnistas, r'ecl¿rct¿rclos meros fannacéuticos.encotrtlrlmosrll cllos mírltiples ex¡rerlientes v bien intencionaclastrrgucíasprrra justificar l¿rincrimoclasituación il" l" F"rtraci¿ de t., Il"ttrp,r, pelo por debajo rle estas soc¿rpas aparcce en todos cilos el ¿rutéuticohorrcltin del problerna, (tlle no es otro clue la auaigtrcla creencia cle rlue la Farmaci¿restaba inanimacla,o que por 1o mcnos no cjercía solrre l¿rcolectivicladarluella atlacción irlesistilrle quc ellos sentí¿rn. Es evidente quc Ia fucrz¿ irtrrrctiva v al misrno tiempo de cxpansión de una enticl¿rclactíra en funcirin directa del ¿inimo de las geutes clue la constituven y qlle estc árrimo sólo es legítimo y eficaz cuanclo c¿rdarlno cle los cntes intcgr¿rntessientc la necesiclacl prirnaria, irresistiblc y vital, clc cjerccr la plofesión p¿]r¿tla rlue se siente elegido. Define Ortegri estc tipo cle nccesiclaclescomo aquello qlre va Iigado a la r.'icl¿r rnisrna dc-.lindivicluo v que se realiza esencialmentcpor un irnpcrratir-obiolírgico (1). Sin embargo, esta potencia simphtica no se manifiesta en las entidades cuyos constituvcntes aceptan el fin comírn cle trgregtrción como una necesicladsecundali¿r.N[c erplicaré mejor concretanclo las ideas anteriormente erplesaclns. Si un hombre siente rrn rleseo incontenilrL' de ¡treparar rneclícamentos, cle estudiar nuevos fhrmacos, de invcstig¿rr'las enfermedacles clue toclaví¿rno tienen rnedicacitirr específica, o cle otra cle las muchas ramificaciones(lue uuid¿rsconstituyen la Fannacia, es evidente clrre esta plofesiril es par¿r él rrna necc.sidaclescnci¿rl y plimordial, v no podrh h¿cer otr'¿lcos¿tque satisfacerla pol toclos los caminos, llegando en algunos casos¿l layar en la manía. Este hombre trallajrr."hablat' sLréñaconstantcmeirtecon lo que l'ellresenta dentro de su orgailismo el motivo cllpital cle su r^lrper'\¡ivencia. Por crl contr¿rrio,tienen cabicl¿ clentlo dcl hmbito farmacéutico otro tipo cle inclivicluos para los rlue Ia F¿rrrnac:iaes serrcill¿rlnente unA nec'esiclacl sccuudari¿ro <luizristcrciaria. Ejemplos cle 14 este tipo cle profesion¿rlesnos los ltriuclan los <1ucbuscan y encuentrán en lá F¿rrm¿lciacl medio cle situ¿rrseen la socieclacl,los ctue ven la posiltilidatl de mtlnterlcr ur] rallgo heredita¡ig v familiar., los ,1u" l"t intercsa ¿ secas entrar en posesiórrclc un títrrftl universitar.ioy otras numclosas circunstatlciasclue de hecho sc Droduceu variada y constantemeute.Como es natttral, en Cuanto el interés por ie satisface l¿ necesidaclprimorclial, se ab¿rndon¿r (lue únic¿rmente. I'iaclucto de servido ha la Farmacia En consecuencia,llegamos a la conclusirln cle qlte ulla entidad será tanto más potente y, sobre toclo,más social si está constitujd¿r por elemcntos clel prirncr g_rupo.Por tanto, Ia casi íntegra-"it" socialmentc y clescleIuego miis eficaz itractiva entidad lerá más de srts constituyentesv tro poclrtln naturaleza la cle acuerdo con ltrs imputacioncs erteriofehaciente m¿lnera una ella de influir en ,,()ue proteja.a rnis arnigos., Dios Bismarckl es y mendaces.Decía razón tenía I solo. vo me entiendo mis enemigos orrá " ¡ Qué "or. por apol,adas no est¿in si confusitin, y la la difamación ia afrenta, eternisuele¡ pero, c'm[:trgo, sin cluración, no tienen la verdad zarse si se basan en cit'cunstanciasv hechos ciertos. Pero aclemlis' creemosque no sólo son los culpaltles de l¿ situación cle tttra etrtidad sus actuales componentes, sino rluc influyen sobre ella, con eviclente certeza, tocloi los predecesores ), tarnbién los divelsos avatar.escie la entidad misma en el transcurso clel tiempo. A este respecto clice Spengler que lt-r glirn histori¿r cs el reflcjo exacto dela vida de cad¿ inclivicluoy que el rcontenido cle toda historia humana se agota en el sino de las culturas particulares, (tue se suceclenLlnas a otras, llue crecen unas iunto O otras, que se tocan, se dan sombra y se oprimen unas contra otras,, (2). Estoy convencido quc la situac'itin_irctual cle la Fann¿lcia estir causada-por error.espietéritos mírltip.lemertte comparticlos y tristemente iceptados por personas que Iir amab¿rnerttrariablemeute. Así vemos córno Hern¿indez de Gregorio la clefine cle la siguiente manera: ul-a Farmacia es una ciencia clue euseña a elegir, preparar.,componer.y reponer medic¿rmelttoscon reglas v principios fttndamenties paia alirrio de los enfermos, (3). Has-ta aquí Ia definición es b¿rstante aceptable, pero luego tr¿rt¿ de profunclizar .1" aclar.arel significado de los vocablos c¡re la componen .v dice asi: nParaelegiies pr-ecisoel conocimerrto de los vegetables,por meclio de la BotZnica, el de los animales por el de la Historia Natural y el de los mineralespor el de la Mileralogía, (4). Pero, sin embargo, no se le ocurre p"ñrn., ni remotamente, clue también convendrí¿t que el farmacéuiico conociera al enfermo y a l¿- enfermcdad. A ttdo lo largo de la obla jam-ásvueh,e a citar al enfermo al rlue cleben dedica-rsetodos sus esfuerzos profesionales' Pero es que li siquiertr las ciencias qtle Herlández clc Glel5 gol'io suponía birsicas ¡tarrirlir Falrnaci¿t sc impirrten con l¿r ertensión que hubier¿rsiclo cle clesear',t¿tl corno r-losinfonn¿r rur hombre tan corrsecuentccomo Y1tñez y qlre nos clel.nrlstrricon hechos su const¿rntepreocuptrción por l¿r F¿rnn¿rcitt,tt la rlue siempre tr¿rtó cle dignificar 1' hasta de rnagnific¿tr.Pues bien. cste homble rlue tantos farmacéuticos creó, fornró y luego supo conducir con extraordinario acicrto, clice en el prólogo de sus Lecciones de FIistoria l,Jatu'¿i; nDedicad¿r-la I]istori¿l N¿rtural- tr los discípulos a su qlre ernprendian la carrer¿rf¿rrmacéutictr,debía ser ¿rclecu¿rd¿l cornprensión, ni poclíir suponer otros conocimierttos clue los de la lengua latina, lógica 1' elementos cle m¿rtemtiticrrs,qtre eran los clue únicamente se erigí¿rtra dichos aspirantes.C¿rlculetrcou estc los inteligentes cuirl fue el poderoso motir.'o(lue mc impidió darle lnavor extensión v preseutar las cloctriu¿tscou tod¿r la elevación .1,-,ór" hubiera podido en arltrelltr époctro (5). Lai fech¿ra la que se refiele Yáñez era cl año 1820, lo que clc'muestraque mirs de vcinte años después de que cmpez¿lse¿ sonar oficialmente la pal¿rbr'¿r farmacéutico y ciuco il partir del dí¿r que el Real Colegio de Farmacia de San Victoriano em¡tezóa otorgar títulos cle Licenciado en F-armacia, todaví¿r se consideraba ¿r estos plofesionales como botictrrios poseeclorescle cicrt¿r ilustraci<in, pero qlle en reaY lo peor lidad sus caletles n<l clebí¿lnscr forzaclos en clem¿tsí¿r. no era clue el vulgo peusaseasí, sino rlue precisarnentecomulgase de que disponía en estas icleas uno ckr los rniis ilustres c¿rtcclr¿iticos por eutonces la Farmacia espirñoltr. Creo que toclos estos antececlelrtes,prt'rrirnos y remotos, han situaciirn cle la Falm¿rci¿r confeccion¿rdoy hecho posible la ¿rct'':¿rl y sus componentes, e incluso sus clirectores serhallan desorientados por tratar vanamente de corregir los efectos sin considerar las causas. S¿inchezAlbornoz se lefiere ¿restos plantc'amientos de una manera más arnplia, cuanclo clice; nPor su cxclusiv¿rconsagración a sus investigaciones los técuicos y ¿rsus lneditaciones los filosóficos,con clesdén total hacia la I{istoria, no suelen comprender ni explicarsc los procesos clentro cle los cuales se hallan inmersosr (6). No obstante, voy ¿r ser realista y ircepto clue el historiador t¿rrnbiénpuede ecluivocarse,sobre todo si supervtrlora el clocumento, pues estoy en total acuerdo con Calr, cuando expresa; nNingún documento puede decirnos rnás de lo que pensaba su autor; lo que él pensaba clue había ocurriclo, lo que él pensaba clue debía haber ocurrido, o quizá lo que él rluería rlue Ios otros supusieran que había pensado,o incluso lo que él mismo pensabaclue había pensado, (7). Con esto no vov ¿l negar la intrínseca importancia del ndocumento¡ en la l{istor:i¿r,pero creo que Ilar¿ que su lectura nos pueda servir cle trasccrtclentalcotrsejela tiene c{Llesolne16 tcrsc il trn proflruclo y cuidadoso análisis la pelsonaliclaclclel ¡edtrctor, cle las cilcunstaucias rlue le roclean y clel pensarniento v conocimientos cle su época. En cousecuencia,opiuo rlue tienc tanta import¿rncia -o tluizás más- el criterio del lector que el documento mismo, y pol tanto vov ¿r establecer una razoltable dud¿ral valorar la documentacióu, que ha cle venir necesariamente avalada por los resultados clue estamosviendo y viviendo y que son consecuencia de l¿r re¿rlidad de aquellos escritos. Concretando, la mayoría de los asertos triunfalistas que ¿luguran un magnífico futuro, se ven desmentidos cuando este ilusolio pon'enir se convierte en presente con todo el peso de su inamovible realidad. Los epopéyicos relatos de l¿r Oclisea se esfuman er) rluimclas homéricas en cuanto nos clamos ur) paseo naval por el climinuto y apacible Mediterráneo, Centrándome otra vez en la Farmacia, podía itcluirla entre aquellas colectividadesen las que una minoría relativamente pequeña de participantes, (constituyendo un círculo social más o menos cerrado, controlan entle ellos una o m¿is de las instituciones de su sociedaci,e incluso de toda la vida de su sociedad, (8). Para determinar si cs legítirno realizar un estudio cle l¿ Farrnacia aceptándola como uu¿r de estas sociedadesclue nos presenttr Toynbee, hemos de repirsar las coyunturas farmacéuticas en sus períodos alboralesdel siglo XVIII, considerandoante todo cu¿ileseran las enticlades y las personas que influían de manera decisiva err el clesirrrollo cle su profesionalid¿rclcientífica. En arluelln época ltrs profund¿s reformas quo el est¿rdoespañol efectuó en el hmbito farmacéutico, no solamente proclucen un cambio administrativo, tlrre aparece a plimera vista, sino clue alcanza a sus cstructuras más íntimas e incluso cambia la manera de pensar individual de cada nuevo farmacéutico, aparte del conocido salto ascendenteen la esc¿rlasocial. Esta metamorfosisindividual trueca por completo el carhcter de la colectivid¿rd,sobre todo en Cataluña, donde el obligatorio y atávico relevo anual de los cónsules de los Colegios cle Boticarios hacían que toclos se sintieran protagonistas por lo rnenos una vez en su vida. Con las nuevas nol'mas desaptrlece la importancia y la uniformidad del grupo y, por el contrario, se destaca la irtdividualidad, apareciendo los cargos 'i'italicios o tempolales, pero lturlca rotatorios, ya que por otra parte los av¿rncesde Ia ciencia no pueden ser seguidos más que por contados farrnacéuticos, mientras que la mayoría permanece encerrada entre las paredes ilusorias de una bofica que ya no existe. Y _esprecisamente la élite creada por estas cl&tacadas personalidades la que va a regir en lo sucesivo a toda la grey farmacéutica a la que enaltecen, pero, sin embargo, no repiesentan, dando en consecuencia una equivocirda ima- gen de la Farmaci". No obstante, esto.shombr.es,con legítimo y 'oble orgullo, tratan de elevar h¿rstaeilos .;;;; ;;',;J compa"r escritos, ñeros de profesión,-loqu9 se,manifiestaen sus crue arabar-l 'ü o fustigan según el estado de áni'ro clel escritor rr""ii colecti_ vidad, pero en ambos.casos aparece ura maniffesta auolia*a q,r" se estabiliza y patentiza en todos los avatares y coyunturas que sie'te la Farmacia durante todo el siglo XIX. coíviverr, pues, dos farmacias: la representada por el grupo eminente, cient'ífico, ^pero batallador y progresivo y auténtico rectór, de número "r"áro de componentes y- poco conocido fuera dJ mundo á"i -"ai"amento, y la formada. por otr.o grupo que es numer.osoy, por tanto, muy-conocidt al exterior,-y que es tl q.," influye opinión que la .sociecladtiene de la Farmacia o,- mejor ái"ho, "í'f"á" lo, f"._ macéuticos. Decía sócrates que el ripice de ra sabiduría consiste en conoce.se a sí mismo y lo. r'ema_chaKant, siglos después,-bas/rnclose en el esoterismo hermético de la conóien"cia; por' ,=r.rlt" peranzadora mi cree'cia de que los fa.macétitiios estamás "ro "ren período,.de arrtognosis,pu"s ef propio co.ocimiento es er camino más directo hacia Ia perfección. eüizás Ia perfecciórr,-árr-"rt" s_up_onga acompasarsea las necesidadesv exigenciai cle la socie_ "nro, dad, pues no- basta con que nos conozcamosa nosotros mismos, sino que también hemos de rograr clue los (otrosD ror'"uror"", como nosotrosdeseamos,como dice sartre; nvivir el otro y seguir siendo uno mismoo (g). LAS REVOLUCIONES FARMACEUTICAS DEL SIGLO XWII 1".que.¡rasó en el siglo XVIII? Desde el punto de . .¿Qué."r vista legal, todos sabemosque márced a una r"ri" d" brd*nar,zas se reconoció a la Farmacia comcl cic.ncia o, mejor clicho, como profesión científica lo l¿"dicina. .inclependiente v equip"r"dr. La casi totalidad de loi farmacéuiicni ..¡r" recuer.dan "d" esta serie de circunstancias coyunturales, las rememo'an con la erevación de la Farmacia al_puesio que mer:ecíaentre ras ciercias prtt"iiorrnt"r. ma1er," d" pensar es aparentemente, y a primera vista, la !1ta a:er,tada,¡rero a nacla que analicemos-el pio""ro seguidb y Tls sobre toclo las personasque r.igieron la transfoimación y sus intenciones,nos surgen algunas dudas sobre ro beneficioso i"r DIo' Estas hesitaciones "a-.que al p'incipio e.an rigeras, posteriormente fueron creciendo hista trairsfo.rirarseen certeza. voy, pues, a plantear la cuestión de rnejor manera p.rifri" y -la cia declaro que, si.bien la o"nriór, "r, "oirr""r"rr_ p.ópi"ia, Iá forma en que "." se realizó la revisión fue equivocacla. l8 Enumeremos, ante todo, quiénes eran rrrs personas que promovieron, llevaron a cabo y áceptaron proclro l"ár"ii"o; -rru, ros "l ?armacéoticos políticos, los médicol y los boticários. Los por_ que toclavía no eristían. ¿Quiénes y cómo eran los políticos? Los cle más elevada categoría ocupaban las secretarías clel Estado y-IV. clel Despacho, cle los monarcas ilustr¿rdos carlos III y carlos Destaian e¡rtrc ellos Aranda, caracterizado-represeniante del partido (ar.agonés)), y como tal ilustrado v deciclido .eformista; Flóridablanca v cam_ pomanes, regalistas de pro -¡11¿i5prudente el primero v ln,is cle_ c_ididoel últirno-; el afrancesadr-¡cabarrús, ei r.evisioriistaJovellanos y finalme'te-Godoy, de actitud muv pe'sonar, pero oi,l.," tampoco err l-ruenaley se Ie puc<lc Acus¿lrcle-retrógradó.Tenienclo en cuenta clue todos ellos eran, más o rnenos, de"cididosparticlarios del enciclopedismo y de las 'eformas, los propug'adbres de la creación de la Farmaci¿r moderna no debierón e'óontr¿rr obstáculo alguno en la alt¿r política del país, la clue tampoco clebió de oponer ningún juicio crítico. E' co'secuencia, la culpabilidacl ^qr" o el n-rérito de la reforma -segírn se considere- hav b.,rcarlo en los otros protagonist¿rs : médicos y boticarios. Entre estos otros protago'ist¿ls que ejercían Ia ciencia cre curar hay que tener más en cuenta a los que habitaban en la vill¿r y Corte, ya que es-evidente c1.e durante el despotismo ilustrado -de de los últimos Carlos se gobernó cl país dentro los muros de Madrid. Sin embargo, no hay que olvidar a Barcelon¿I,que si bien estaba algo_alejadade las decisionesinternas de la política y de la cultura de Esptrña, por su privilegiacltr situ¿rción y el carícter especial de sus ciudadanos. recibía de primera mano las jdeas europeas iluministas, merced a Ia ¿rctuaciónde vedette clestacad¿r que desempeñaba la vecina Francia. En consecuencia,voy a comc.nzarpor Madrid el estudio de las relaciones interprofesionales entre médicos y boticarios, relaciones que, teniendo en cuenta los fines de ambas profesiones,habí¿rnde soportar, necesariamente, una gran carga científica y cultural. Pues bien, lamentablemente, estas relaciones rro eran en ningún momento de camar¿rderíao de colabor¿rción, v distaban mucho, .maestro incluso, de parecerse a la convivencia entre y discípulo, y más bien ieguían las nonnas estableciclaspara rl traio entri las personas componentes de un estamento superior hacia las que se encuentran en otro más bajo. Esto se ve muy clalo en el clocumento oficial más representativo cle esta dependencia médico-farmacéutica, que es la Pharnacopoeia Matritensis. En el Decreto de su publicación, firmado entre otros por las dos grandes figuras del Prolomedicato, Cervi (10) V Suñol (ll y 12), se dice ' neótandoa nuestro cuidado la Salud Pública, y precaver los graves inconvet9 nientes que se siguen de que los P¡ofesores Boticarios trabaiasen los Medicamentossin el constanternéthodo clue es neces¿rrio"(13). O sea, que no se trata de una concorclia a la antigua usanza, sino que es sencillamente irna normativ¿r dirigida a indivirluos que traltajan nsin el constante méthoclo clue es necesirriooy aclemiis se tiene tan poca confianza en ellos i1.re t.' les plohibe toda opinión o posible mejora de los proceclimieutos \¡ se les conmina <1ue use arreglen en toclo a las disposicionesy méthodos que en ella están dispuestospara l¿relaboracióucle los Medicamentosassí Galénicos, como Chymicos, sin apartarsede irlguna de sus leglas en la composiciónde ellos, ó clel méthodo particular rlue ticne, pen¿r, de lo contrario haciendo, incurrirán por el hecho mismo.., (14). ¿Pero quiénes eran estos méclicos que tan en baja estima tenían a los botic¿rriosy tanto clesconfi¿rban de ellosP Creo que en el fondo eran buenos médicos, pero precisarnente por tratar de introducirse en el r'rmbito leserv¿rcloa la Farmaciir, o sea en el del medicamento, sin ¿rbandonarla práctica cle ltr medicina interna, y al dar prioridad ¿r ésta y al no encarg¿lr a otro facultativo consciente v preparado de l¿r parte farmacéutic¿r,no se sintió l¿rnecesidaclcle una auténtic¿rFalmacología y en consecuencia los medicamentos erAn inocuos, cuando no francamente perjudiciales. La situación sanit¿rrianos l¿r describe contunclentemente el padre Feijoó en uno de sus manifiestos de la siguiente manera: ,,Aun cuando al convalecer el enfellno, se supiese con evidencia, que el Médico había acertaclo con la cura, no se inffere que antes tuviese conocimiento de córno se le debía curar. Pudo acertar por meras conjeturas, v ¿nrnpor pura casualidad. Lo que, pues, se debe creer que sucede ir los N{édicos en la curación, es Io que sucede á todos los que obran por pura conjetura, ó probabilidad; esto es, que unas veces aciertan, v otras yerran; por consiguiente unas veces curan, otras matan; y otras ni matan ni curan, porque la natulaleza resiste el ,verro de la cura, y vence la enfermedad" (15). Esta manera de pensar de Feijóo en aquellos tiempos la avala en nuestro siglo lti autorizada voz de Marañón, al referirse al dogmatismo que rsup€r'r en malignidad a todos los anteriores conocidos, incluso al de los tristes años del colapso univer'sitario del siglo XVIII, cuando el padre Feijoó, sin ser médico, hubo de arremangarse los hábitos v salir a la plaza pírblica err busca del sentido común -que es como decir el antidogmatismocontra las demasías teóricas cle los cloctores, (16). La engolada manera de expresarse acluellos dogmáticos y su afán de entusiasmar al enfermo con un torrente de silogismos, acompañado en muchos casos de otro no menos caudaloso de drogas no comprobadas, aparecen con definitiva claridad en las obras del cauto y sensato Dr. N{artín Martinez, sobre todo en su oFilosofia scépticao (L7) V quizás con más concreción en su nCartar escrita pala paliar, de cierta manera, el efecto qtre el uTeat¡o Crítico, de Feijoó había produciclo en la sociedad española. EI Dr. Martínez clice así: nEn desterrar este dañoso error privadamente, quisiera yo (lue vuestra reverendísima emplease su incomdesterrándo]e oarable 'Orimeroelocuencia é inexhausto caudal de noticias, clesterrarle modo de que el de es vulgo los médicos, del que N{a-rtínez tanto, por (18). Cree, hombresn los de áel vulgo brindan sieficaces que a falta de remedios vulgares estosmédicos la incultura médica de directos culpables los-más son loqismos, de" sus enfermos. Más adelante, en esta misma carta, se muestra más duro todavía: uCo¡ la ocasión cle ser examinaclor clel proto-medicato, y nedir razón á algunos de la economía animal y de los metastases i otros fenómenós morbosos, tro he podido oír sin pudor, que los áue pretenden ser médicos responden,que de eso no saben, porq,r" rro han leído ni visto anatomía, ni se enseña en su universiáad: y si alguna se esfue'za á tlar alguna noticia, apenas pasa de saber que-el hígado est¿ial lado derecho y el bazo al izquierdo: en elios es disculpable, porque no se les puecle p-edir más cuenta que de los talentos q.ró r- les e,ntlegaron: el defecto está en la edircación, porque (ya se ve) los débiles maestros no pueden cria¡ robustos discípulos, (19). Aunque las discusiones'entre rnéclicosde las distintas escuelas se hacíair interminables, sin embargo, las drogas de que clisponían eran tan poco eficaces que en el ñromento de poner en práctica sus corrocimientosterapduticos tenían que agl'uparse toclos alrededor de los escasosr"rn"dior que reunían alguna posibilidad curativa. En consecuellcia, la disparidad de criterios era irllicamente dialéctica y se tornaba en unidad en el momento de su aplicación, también de esto nos da noticias el gran censor de la medicina dogmática: nEstamosviendo a cada paso' que los Autores Médiós, que llevan muy opuestas sentencias en estas questiones la práctica de la curación: luego no especulátivas,convienét "" te}ricas para las operaciones práctir"^ dirig"tr pó, ,,r, opinio'es cas...r (20). No obitante, con el paso del tiempo, sobre todo por relacionarse más con Europa, se van modiffcando las maneras de pensar y los médicos, sin aLandonar definitivamente su actitud de paterdejan de emplear los.imperativos_despóticos al ;"f ;"ñ;i"-ri.iad, dirigid" a los boticários. Así vemor cómo en el Decreto de la EdiÉo Secunda de la Farmacopoeia Matritensis se dice: uY aora por parte áel Real Colegio de Boticarios de esta Corte (á-quien ir"*ó, cedido el usufruóto de la Pharmacopea, procurando sus mayores adelantos y progresos)... Nos suplicó le concediéssemos 21 licencia para la reimpressión, con ciertas correcciones, que juzgaban necessariaspara su perfección..., concedimosal Reál Colegio de Boticarios la Iicencia clue pedía, con calidacl que la nr¡ta cle adiciones y correcciones que hiciesse nos la pressentasepara su ¿lplobación, (21). Entre los redactoresclel r,Decreto'rse encontr¿rbael Dr. Andrés Piquer, del que se dijo, ul-a vida y escritos de este médico revelan un gran espíritLr filosófico, una moralidad envidiable, una copia tan profunda de conocimientos que con raz<in pudiéramos llamarle el Hipócrates español, (ZZS.No es de extrañar', pues, el tono moderacloy comediclo del escrito. No obstante, los médicos obligan a los boticarios que sus escritos, r'eferentes a medicamentos, los sometan a su superior criterio. Pero los tiempos van cambiando y paralelamente se transforman las actitudes de los que gobiernan y -lo que es más importante- de los gobernados, y la verdad de la Farmacia se va abriendo paso, o lo que es más cierto, la necesidad de urra Farmacia racionalmente estructurada, lejos de las agremiaciones medievales a las que durante siglos estuvieron som"etidoslos menestrales titulados maestros boticarios. Estas nuevas maneras de comportarse Ja sociedad ilustrada hace que las autoridades decidan y procedan a dar un nuevo cauce a la ciencia de curar, en cuyo torrente va a ser integracla la Farmacia. Aparte de las uOrclenanzasrde todos conocidas, vamos a ver lo que manifiesta la nueva nPharmacopoea Hispanan y por boca de quién lo clice. o mejor, por c1uéplumas está redactada. Esta nPharmacopoe.lremplea un idioma tan autoritario como las anteriores al dirigirse a los boticarios : uMandamos á todos los mencionados Boticarios la tengan clentro de seis meses -la Farmacopea- contados desdc la-publicación de este Despacho, ffrmada del infrascripto Escribano de Cámara, y se arreglen á ella exáctamente, sin contravenir en manera alguna á lo resuelto por el Tribunal,, (23), pero los que así hablaban eran precisamente los propios boticarios, más ciertamente los de Madrid. Esto ha sido posible porque pou entonces ya se había creado el oFarmaceuticator, y el que dirige esta publicación es ]uan Díaz, famoso boticario de Carlos III y que ostenta el título de nProtofarmacéuticor, p€ro, sin embargo, las autoridades borbónicas, aunque no seguian la legla del primitivo Protomedicato ;' no se limitaban a las cinco leguas alrededor de la Corte, sí, siguienclo Ias normas de la monarquía francesa y de su centralismo a ultranza, ignoraron en este momento decisivo a los boticarios de provincias, v aunque entre los consultados había figuras de tanta significación como Casimiro Gómez Ortega y Pedro Gutiérrez Bueno, resulta evidente que (no estaban todos los Qu€ €r'?rll y que quizás alguno de estos rnarginados tendría mucho que decir. habría sucedido si Lo que nos conduce a preguntarnos: ^los-boticarios ¿Qué No cabe cortesauos? no hubieseir siclo consultaclos que enhistórico, la menor duda que estas preguntas de carácter cle üfíciles son_muy ínversa, de prófecla a la lrañan,..ra "tp"óie pero, hechos, los acaecidos de desprrés ctntestar casi dos siglos sin embargo, est¿ misma perspectiva cronológica nos permite cono"",. la tiascendencia de ciertas circunstancias y sobre todo lo acertado del pensamiento de alguno de sus p-rotagonistasy acompensamiento rJ tror viene a los puntos de la plunasado con "ite nombre dá Francisco Carbonell y Bravo. Este boticario exIr" "l ceocional clue trató de incorporar a la Farmacia las ciencias clue b'eneficiosaspara ella (24), se doctoró en Medicina pre"rti.n"U" iándiendo ser un hombre que fuera capaz de conocer en toda su la Ciencia de curar, como dice C. Rof: trcor] una eviper"*t"rrsión dente clarividencia que le permite darse cuenta que p-ara ser i""to ¡oti"ario habíi que conocer lo más posible _el organismo t,r*"no, meta ineludibie de todos los preparados f-armacéuticos, ," *"tri",tla en este mísmo año en la Universidad de Huesca, donde, tras crratro años de esfudio, Iogra cloctorarseel 12 de agosto de 1795, (25). Resulta evidente que Carbonell, cuando-se.publicó la Farmacopea a que me estoy reffriendo, -no era todavíá cJoctoren Medisin embargo, era mucho más que una promesa en el ;il;-ñt;, en 179-f' fecha de esta publicación, de Ia Farm^"iá,'pn", ;;il -Maestro boticario por Barcelona y N{aosteitaba los títulos de en drid (1789-1791);había eshrdíado Maclrid, obteniendo nPremion Gómez ortega, ¡' el título cle Botánico; Mineraen Botánicu, "o" eonález de la Vegl y, por últilogía con Ciravanau; Física ""on (1790-1791)(26). Sin,embargo, Buen-o q,tí*ica con Gitiérrez -á, como boticario de la Real fecLas, mismas po, las ; f":;"piado, Botica. Tolo lo refeddo indica que en 1795, aunque muy joven' Carbonell no era un desconocido. Es justiffcado y cornprensible que los encargados de redactar la Pharmacopea irr"r"rr-p."cisamente los que ostentaban carg-os en el organisino rector dá la Fatmacia, peró, sin embargo, resulta totalmerite inexplicable que estas personalidades no solicitasen consejo de otros farmacériticos cle fuera de Madrid. He citado a Carbónell solamente como un ejemplo de Boticario que_estima, ya utt uqo"llo. lejanos tiempos, que Jl Farmacia no puede.ejercerse conoúmiento del cuerpo humano y de str padig"a';;"t" si, "l tología. que_siÉ,rbo en Madrid otro boticario ilustre,_Félix Palacios, -nunca de hatrató carüonell de al guiendo ,rn ca-irro distinto del médicas las discusiones en activaparte cerse médico- tomó a los meque Boix, de suponían teorías aias ;tgl i^yry y frente dicamentos, ell su mayol' parte, como enemigos de l¿rs cloctri'¿rs del ncorpus hippocraticumo (27), defiende ñrillñ"-"rrt" Io., remedios oficiales v reta a contienda dialéctica al Dr. Boir " (2g.), Esta actitud resultó tan inconcebible que Morejón, trei't¿r y siete años despuésde esta co'troveriia, escribe: nAl "i",rtn ver la crítica mordaz de este farm¿rcéutico asalta ri la imagi'ació' l¿r des_ consoladora idea, de que no sólo son enemigos de"los rnéclicossus Til*gr_ compañeros, sino tambié. los regos e' L'ra profesión ta.' clifícil de conocer y profundiz¿r como Io ás Ia mecliciira.H"u más ridicula que reta_r.n boticario á pública lid á rrn médic.o "nr,, ¿rrciano y experimentado como lo era D. Marcelino Boix" l2g). 'd"ípe.. voy a pe'mitirnre, analizar este piirrafo, q'e no tiene dicio, y que_r'esume de manera deciiiva Ia'r.eiación cle clepenáencia que.también en el siglo XIX tenían los farmacéuticos r.especto a los médicos, lo que tesl,rltamás bochornoso por el hecho .lá qt e Ia Farmacia ya era facult¿d universitaria. Moreión, e' este escrito, usa indistintamente las calificaciones cle boticario y farmacéutico, dando a entender que homologaba al Licenciado en Farmacia,,tifulado por la universidad coñ er N{aestroboticario, diplomado por el Protomedic-atoo por los colegios gremiales. También se horroriza Morejón de que irn boticar.io -faimacéutico dice asimismo- se entrometa en las discusiones que sobre la manera de curar sostenían Ios médicos, puesto q.,r lego en la materia, "rila Fármacia fue una sin tener en cuenta en ningún mome'to que parte import_antedel uarte de curaru y pósteriormente una de las cienc-ias -médicas,y considera -por úlúmo- como el colmo de la ridiculez que un boticario pudíera retar a dírilogo científico na<l¿r Inenos que ná un médico anciano y experimentaáor. EI otro historiador-médico de la é!oca, chinchilla, ignora a Palacios y sólo dice: .Apenas salió á fuz el "Hipócrates áefendido",_se publicaro' muchos escritos contra é1, traündo sus autores de desvirfuar el g'a' crédito clue el Dr. Boix se había aclcluirido,, (30). Por su parte, chiarlone y Mayaina, los historiacloreJf¿rrmacéuticos,no citan a Boix; únicamente dicen. npublicó -p¿rIacios- también Ia "Farmacopea triunfante de ias cal.,mnias cle Hipócrates defendido"" (81). otros boticarios del siglo XVIII se relacionaron arnpliamente con la Medici_na,o gon loj médicos, pero siguiendo una dirección inversa a la de carbonell, o sea, que no p"retenciieronaportar a la Farmacia-ningún conocimiento ile fisiofatorogía, si'o lue llevaron a la Medicina, en calidacl de especialistai sirs ,,',"-¡riio, beres en química y botánica. Quizás ü personificaciórlmris rrrillante de esta m¿nera de pensar fuera Casimiro Gómez Or.tega, pues así como Calbonell se hizo primero boticario 1, clespuésniédico para conoce' el cue.po huira,ro, ortega sieiclo rrié.ri"o ," hizo boticario, posiblelnetrtepara extettclercotr trlcla amplitucl strs conocimientos clc bothnic¿r,r'ecogiclosen su Jllrgtr peregrinación por todos los centlos m¿is calificados cle Europir (32-33). Se pueile decir ctue uhereclóncle s¡ tío Josó Ortega l¿ Acacle¡ri¿rcle Meclicina 1r declicó todos st¡s esfuerzos ¿rla irtvestigaciírnv clocctlcia cle su ciencia Preferida. Se consideraque la primela reunión de carácter científico rlue tener cieita semejanzacon las famosas Academi¿lsitaliaDuclier¿r las inglesasy francesas,fue precisarnenteiniciacla en l¿r iro, u ",r,r r"boii"o de Tosé"Ortegá; sin embargo, parece ser que con carácter circrtttstancial hullo anteriol'mente en España reesnorádico y-más alto interés científico celebraclastambién en un¿r ,rriior", clel pertenecía a uno de los miembros de la familia S¿rlrebotica que -este^respecto dicen Chiarlone v Mallaina: nCuanclollevador. A qó a Bar.celona,dL vuelta de sus gloriosasexpecliciones,se hallaba itli t" cor.te del archiducltre C¿rrlós,clue luego fue empertrrlor clc: -Jttg" Salvador' 1' Alemania, y se sorprendió truestro D. JuanRiera- al v"r convér.tido el museo cle su padre -Taime Salvaclor v Pedrol- en un liceo, doncle se discutían por los facult¿rtivos que collcurrían á é1,punáel archicluque y cle las naciones ¿rliacl¿rs tos cle farmacia, de medicina, cle bot¿inica, de literatura v de matemáticas,produciéndosecada uno en su idr'oma.En estas discusiones prolió el recién llegado la profundidad cle sus ctlnocimientos, y iesde entonces siguieron los Salvacloreslluena corl'esponclencia literaria con los fácultativos de Felipe V, habiendo me[e(34). cido ser consultadosen cierto casocrítico de la salud de S. M., gIureduciclísirno Con la familia Salvaclorse nos presenta otro científipo cle boticarios que altelnaban sui salleres-y discusioles los más élevados facultativos e incluso elan conslrlt¿rclos i", "on en cuestionesmédicas. La presencia de estas élites cle bnticarios clel Barroco y cle la Ilustraóión nos oltliga a pregunt¿unos: -ent'si¿'Ls¡ro ¿.Por r: indisqué estas ffgíras señer.asno pus]'eron todo s. ¿rlcauz¿ser.l p¡ofesión de compañeros cutible itflu"encia en que sus los conocimientos sufiiientes para- poclet' alternar en toclo el ¿imbito de la ciencia cle curar? [nr qi no se da6¿rncueuta de ello " en rur reino dc ciegos? o es que querían ser lumbretir d"ito",l<las se clieroll internacionales e científicas Creelios .].r" ,r, r'elaciones clue Salvaclor familia la de miembros los entre facilidacl con tanta no repararon que el trato clue recibían no se pi'rrecía en nacla al clue tlnían c1uésufrir la m$oría de sus compañeros de plofesión. Hemos darcac{o el siglo XVIII como la época cruci¿rl o rnejor' per'o, no obstante, creo 1111 clicho inicial de la ¿ruténticaFarm¿rci¿r, cleber citar al botic¿rriosevillano Alorrso de los Reyes, clue en el regiit año 1697 fundó, ttniclo a llrl grupo de méclicos, lir usociecl¿rcl (35). de medicina y clemáscienci¿lscle Sevilla" Volviendo otra vez al siglo XVIII y a Cataluña, nos encontralnos con el deciclido grupo de profesionales de la ciencia y cle la cultura que en una rebotica barcelonesacrearon en L764la nConferencia Físico-matemática experimeutalr, en cuyo acto intervinieron de manera decisiva los botícarios Francisco Sala, Joseph MoIlai'y Juan Sardeñons,los que parece que se limitaron en aquella nConferenciar a opinar de rluimica y de botánica (36). Precisamente este trío fue el posible catalizador de la creación de los estudios de Farmacia; no los crearon ellos, pero sí iniciaron la inquietud. Durante siglos la N{edicina y la Farmacia fueron artes complementarias practicadas por un mismo individuo, que no acierta a diferenciarlas, hasta que. por su complejidad, se diviclen y se jerarquizan, pasando la preparación de medicamentos a manos de unos hombres de técnica poco menos que rudimentaria, a los que se llama botica¡ios. Estos hombres se acostumbran a obedecer ciegamente durante las épocas renacentista y barroca, no sólo al Protomédico y sus tenientes, sino también a todos los médicos titulados, aun en materia tan farmacéutica como era el medicamento. El tiernpo transcurre v la mayoría de los boticarios se encuentran satisfechos con slr estado y sifuación, aunque a veces se quejen de sus escasosemolumentos; pero, sin embargo, un grupo reducido de nirmero pero compuesto de hombres de gran preeminencia intenta romper este posible yugo, para lo que solicita de los poderes públicos la institución de unos estudios oficiales de Farmacia acompañándolos cle la correspondiente profesionalidad. Se suman años y vicisitudes, pero al fin, puestos de acuerdo politicos, médicos y boticarios, consiguen crear la Farmacia y sus Licenciados, dando a aquélla la calidad de ciencia independiente. De este hecho, ocurrido a finales del siglo XVIII, es de donde parte el gran erlor cle las ciencias médicas, porque Ia Farmacia debía haber surgido como la primera gran especialización de la Medicina, pero nunca como saber independiente, por lo menos sin haber creado al mismo tiempo un ambiente coloquial entre ambas que hubiese posibilitado la cooperación a ultrarrza. En realidad, se llevó a cabo una operación quirúrgica para separar a dos hermanas siamesasy después del éxito clínico a cada una de ellas se le enseñó un idioma diferente y se le impartió distinta educación. Aparentemente ambas mejoraron, sobre todo la Farmacia, pero resultaron altamente perjudicados los fines comunes a los que solidariamente habían de dirigirse: la cura y prevención de las enfermedades. En consecuencia, entre los políticos, bien dispuestos pero indoctos en la materia, los médicos, que a falta de remedios contra la enfermedad se enzarzaban en disquisiciones teóricas a las que estolbo' y' po{ último' los el boticario, más que aryucla,-resultaba misrno dc scsuir hLrc1en1f1.lo boticarios que t'ielon tí -pot;t-'itiAad -o, 'o' lo menos' eso creían ellos;J';;;"i"t'rn"nd"," ""tü"ÁL f" Éai-acia, ir la que se le ro'<i cl e.f, ,"^f)"1" "*pnfi^"iJ" Los flam¿utes farmacé'ticos cntr¿tn etr l;#"-;'i;.-",rá.-"docl. c.on los oios veilque se les h¿r asignaclo,cle-espalclas, con los cleclos naliz la "]'r=",ía ro, ;id; ? ap"rátá"dos" .üá;;,-,;d;¿á, se-r'onforclicbo' mejor ínclice y pulgar, n ;; i;;tt'co'iformisttrs' como obstinaclo tan hombre ttn incluso man con uEst¿r " F¿rrmaci¿r: l¿r ¿r "l "ortto.t'li"'-o, refiriéndose ¿"i" il;;;;')'clice ffiñ;.il;" por stl i'fluro ,r"rrárntri" ,ro, .., Antigiiedad, ta'r útil ;;;rJ;;. por habcr aprecia}le más aún en el cultivo ¿" otrni tí""n"¡ i¡^"tí relaciótt con amerta tan i"'b"imica)' sido cuna y t.rt,i.i"tto-tü ciertamente exigía fin, su á á sus medios, tan necesaria respecto slr en. stls grados' en su exercicio' v eu '''az6t, una reforma en su estuclio, de qianto la solicléz y fomento gobierno; con tanta- más y la exte'sió' clc sus ¿ri.rxiliares, i;l.o lu doctrina, lu "orl"i;;" áí ttttnt -límites mucho conocimientos la pt"táttt^tt actttalme"t" era necesario clarla ír conoccr' "áif;;rtJ más dilatados; y pá,"o"'"qiien-cia á"1 que se había contemplarlo sufibaxo un ptor, -,ry en^las époóas utt¡s¡ie¡s5n (37)' "i""t" bása la importancia-.de la FarCarbonell, mismo tienpo cloc"*""il;;-;ttímico,' p"to ^creaclorrr macia, en haber g";;t'dó^l;-Química' "i de medicamelrtos tor en Medicina, ,o i" "ontid"ia "orno enfermeclacl'tal la i ""i"ocamente con relacionado, di.""tlÁe"ü en rercluirie.clo l¿r irct.aliclacl' p"r""ffi r-"t;como "",-ótr"exigíu "nttil"ita nos Lrrinda Her;i"-pr" p"rpiiárt" d" marlsaconformidad sentidos, pero los todos en arlmiLable nándezcle Gregori;lh;J;r" De Gregorio compañeros' como slrs 0"" ,"-¡i¿n se"deiá enl'olver los méó-ptofesores s exoresa ¿rsí' "Oáii" ttabl"' tl" tttt"'t'os 'cvoi.- he vistotres Je existencia primitir"T ";Iil;"-il"-,; y cloctlinas. *' iustituciones ciones esenciales il"llir"r*;; :*t;" ",t il los otros como clsm¿rel arte de curar, proscribiéndose los unos Srunlos humoristas' los L"'lipo"t'iti"os' ticos ó de falsa comba¿rrclorosos ";;;;' mantienen nianos y los fisiólogos de Brou-ssais' de bemos carta qué ir á" i";;iá tes, sin q.t" ,"p"-",iJ;" "i""t" dismió p"ititto que más ha aurncntado quedarnos, ^i;; ,ri ".,ui'á,*"t ó há poblado m¿1so menos ntrest'os iJln, ilfd" """-lógicas, cementerios, (38). deditlue alguna atencíón' CoEste párrafo melece que se le (co'''pl'ofesoresD mécli"ós mienza Gregorio ;;irfr*nár -a los "o-o inclica, slrponemos, c1.c si bien los -sár, cle los f*r-""¿rrti"o.r.'i;^-;.,"i propuestos deben set los nrismos' o dirti,rto, los fines ;;ái;, grupos, de científicos que_tie'en 'na palabr-as,so. dos ;;il cle este ercede intereses profesionales. Pero clespués ;;-;;;á"'d 27 lente principio termina diciendo que los farmacéuticos están en la rparte de afuerao de las discuiiones médicas. ¿.Cómopodían los farmacéuticos considerarse extraños a una cueitión tan integrada en la ciencia de curar y en la Farmacia misma, como era el estudio de los métodos terapéuticos? Comprendemos que en 1833, cuando se publicó la obra. que contenía la cita a la que trludinos, estaban todavía en su apogeo las r:uriosas teorías cle B-roussais,y también que De Gregorio no pudiese opinar sobre ellas con claro conocirniento de causa, pero 1ra resulta menos explicable eludir la polémica sobre los métodos de Brown, puesto que Ios sedantesque habíar de luchar cont.a el excesivo neitímulou y los estim.lantes que combatían el (contraestímulor, 'ecesariamente tenían que sel preparados por los farmacéuticos. pero lo peor de todo consistía en que un farmacéutico excepcionar escribiese, en una obra dirigida a sus compañeros,que la ciencia de curar era extraña para ellos. Sin embargo, en esta misma obra y en páginas posteriores (Bg), se queja de que ciertos médicos sigan las teoríai de Broussais, porque no recetan medicamentos y los farmacéuticos salen perjudicados er sus intereses,pero, no obstante, y e. ho'or a la vérdád, hemos de afirmar que también defiende a los médicos y critica duramente haber ovisto á boticarios cu'andear públicamente en Madrid y cobrar a un mismo tiempo las medicinas" (40). _ Por último, saliendo al paso de los que creen que los farmacéuticos están tratados injustamente y que no ocupan el lugar -externas, que debieran a calrsa de malcluerencias cl-ice: nNo es Ia ignorancia y la injusticia lá que absolutamente mantiene el prestigio de honor de ciertas clases del estado, y de abatimiento de otros : no crea Vd. que ésto es tan gratuíto ni tan arbitrario Vd I l" parece: Ios hábitos y costumbres arraigados, según "g--o ellos, á los demás hombres que les creen inferiores, suelen tener un origen bien ftrndado" (41). Por último, en razón de la unidad de la ciencia médica. vov a acudir nuevamente a Ia autorizada pluma del padre Feijoó, él que con su clarividencia acostumbrada nos informa: nl-a voz Chirurgus n9 se opone a la voz Medicus, antes la explica. La Medicina se divide únicamente en Pha¡macéutica y Chirúr8ica; / assí tan propiamente son Médicos los Cirujanos, como los clue llamamos doctores" (42). Y ahora digo yo: iNo se puede suponer implícitamente de lo clicho por Feijoó, que los médicos dictaminan y luego han de ¿rctuar, en cada caso, Ios cirujanos y los farmacéuticosi Otro camino hubiela recorrido la Farmacia si en aquella época se hubiese entendido así, y los farmacéuticos, igual que ocurrió con los ciruja- nos, se consiclel'asencomo méclicos terelpeutasrluc empleab¿rnel métoclo farmacéutico. Desgraciaclamente el concepto cle l¿r Farmaci¿r corlo cienci¿'r y profesión inclependiente se afirma y consolida-en el siglo XIX, ad(uiriendo consistencia roqueñl con - los estudios utriversitarios de Farmacia. Primero en los Reales Colegios de Farmacia v luego e¡ Facultad, se enseña al alumtro con atrteojeras,para evitar clue en caso rrlguno ponga sus ojos eu escritos que traten clel enfermo v cle Ia enfennedad, y ptrralelameltte se erttottan largas letiurías iaudatorias de Ia mucha química y botánica clue saben los farmacéuticos,lo que, si bier-res cierto y meritorio, no clejan cle ser conocimientos auxiliares de la auténtica cienci¿rfarmacéutica. EN EL SIGLO XIX En los albores clel siglo, por Real Decreto de 23 cle agosto de 1801, se restableceel Protomeclictrto,pero subsiste,indepencliente de é1, la Junta Superior Gubeln¿rtiva clc F¿rrmacia('{3), con lrr que la separación cle la Farmacia se hace mhs evidente. Pet'o, siu embargo, los médicos no están dispuestosa renunciar a sns corlocimieÑos de farmacia. En el seguncloperíodo constitucion¿tldc 1820, los diputaclosmédicos consiguenque en 29 de junio-de 1B2l aprobaran Tlas cortes orditutrias un regl¿rmento tle estuclios mécficcrsdividido en cuatro clases, á saber: estuclios inrli,spensables, necesaríos.titílcs g accesorios, (44). Pues bien, en el grupo de los conocimielrtos,unecesarios,se encuentra en quinto lt gár la Farmacia v en scrto la Química médica, con preláción sobre la materja médic¿r y el arte cle recetar que ocupa el séptimo pttesto. Por este tiempo se-crea en Rarcelóna la llamada ,,EscuelaEspecial de la Ciencia de Curaro, siendo una de las EscuelasEspecialesque entoncesse inicialon, qtle no tuvo éxito ni continuiclád y que, cle seguir en vigencia por alde _Farmacia gunos años, hubiera podido ser el germen aglutina_nte_ y Medi"lua, pero la llegada cle los cien mil hijos cle San Luis, q-uo ianto iba a áeshuir y,1o qrr" es peor, tanto iba a permitir, echó por tierra este interesante ensayo (15). ^ Toclavía a[tes de incorporaise la farmacia a la Universidad se procedería por los _poderespúblicos ¿t otro intento cle uniffcacióir de las ciincias de curar, creando en 1843 la Facultad de Ciencias Médicas, que tampoco tuvo larga vida (46). De toclas formas el destino de la prtictica farmacéutica estab¿r iusado co¡ mucha antelación. Los hombres del siglo XVIII hatíXr, -ot""do los senclerosa seguir, y después de la Guerra de lir InJep"rr,t"rrcia quedan perfectamente deffnidos, Balcells, en su (liscursointrugural clel Re¿rlColcgiclcle F¿rrm¿rcia cle San Victoriano, clice r1ue,el nnevo plarr cle cstucliosse va a basar en que el falmacéutico debe conocer proftnrclamente Ia Flistori¿rNatural, la Física y la Química, va (ltle pot rnedio cle modific¿rcionescle los procluctos naturales pueclen oligitrrrrse compuestos ntlevos muy irtiles ¿rl hombre (47). Pregunto: ¿Cr'rmclc'studiandoúnic¿rmenteesas tres disciplinas podían los farmacéuticos españoles determinar qué compuestos prreden ser írtiles para ulr ser vivo que desconocen ell su totalidad? Lo clue ocurría sencillamente es que los profesores del Colegio de Farmacia, a trasrn¿no, ibilu lanz¿rnclosobre sus alumnos ciertos conocimientos elementtrles clue les servían par"a irse clefendiendo en las fhciles alteluatir''as que se presentaban en l¿r Oficin¿r de Farmacia y (lue clespuésla crperiencia se enc¿rgaba cle' perfeccionar. Parece natural, o rnejor, p¿rrece hurnano, pues no conviene confundir lo nattu'al con lo humltro, y¿r clue la naturalezir puecle estar deshumanizad¿ry tarr-rbiénc'l vocablo humanid¿rclclebe colrtener todo el significrrdo rlue integre las cualidades supremas v cxclusivas del hornbre; pues bien, com<l clecía, parece humano que todo profesional tienclit recta v velozn'rcnte,clrrtuto mhs rírpicl¿rmenternejor, a alcalrz¿lr'y cumplir cl clestino primordial y clefinitivo para el <1uefuelorr cleadas, y persisten, su cietrcia )' profesilln. Precis¿lmentc',a mi entenclcl',éstc es el error rlue an'astrn la Farmacia clesdeel siglo XVIII, rlue colrsiste,priictictrtnente,ert el clesconocimiento de su met:r plirnorclial, clue no es otra cosa ¿r la curación de los etrfermos que contrilluil de rnanela dlecisir.-a y en la prevencirin cle las erilelmedacles. Porque la preparacirin de medicamentos es sol:rmente el vehículo cle clue se vale la Farmacia paril clesempeñarsu papel eu el coro terapéutico, va qlrc incluso, en determinadas circunst¿rncias.el farm¿rcéuticopuecle curar precisemente negáuclose a claborar ciertos remeclios. Pero p¿rr¿rposeer este superiol criterio t-lebeconocer al enfermo y a lrr enfermeclad,y no cle un¿rm¿tnerasolapaclae intimista, sino a bombo y platillos desde las ciiterlr¿rscle la F¿,rcultad. Con los ¿rlboresclel positivismo se clean l¿rsFacultades cle farm¿rcir totnlmente inclepenclicntes, ,v sus planes cle estudios se acoplan y acomp¿rsar]con el pensamiento que l¿r sociedad tiene cle la Farmacin y del farmacéutico. ¡IJale, a estudiar química y bot¿inica! , clue ¡rara lo que sirven los medicamentos ya habrh otros entes superiores que se lo ir¿in dict¿rndo en el momento oportuno. Años después del ingreso de la Farrnacia en la lJnivelsidad, concretamentc doce, se produce la gran organización de Ia instlucción pública, que se clenorniuóley lv{oyano,o nPlan lv,foyanor. Refiriéndorros concretamente a las antigtras ciencias de curar y 30 procurando hacer un estudio paralelo cntre ell¿rs,s€:nota cue el concepto qlre se tiene cle ambas plofesiones en el ámbito riniversitario no difiere en nada de l¿r opinión popular. Posiblemente, como dijo Gabriel y Galán, mis ojos se¿rnlentes de aurnento en estas cuestiones (48), pero, rlo obstante, voy a efectuar un somero repaso de estos planes de estudio de hace más de cien años. Ante todo quiero presentar una aparente minucia pero qne, sin emltargo, estimo como definitiva. En los planes de estuclio se exigía Lengua y Literatura gliega para podel alcanzal el título de licenciaáo etr Medicina; sin embargo,ni se mencion¿rbaeste conocimiento en Ia carrera de Farm¿rcia.Lo que inclica claramente que Ia etimología. los orígenes y la epistemología, entre otros cónocimientos, eran de suma importancia para los futuros practicantes de Ia Medicina, pero, sin embargo, les importaba un comino a los farmacéuticos. Hay que tener en clrenta, también, clue estas posibilidades filosóffcasy teoréticas marcaban la calidad de las personas en aquellos calamitosos tiempos de medi¿rdosdel diecinireve. Si vamos comparando curso por curso de ambas facultades veremos cómo las direcciones son bastante divergentes, puesto que mientras en la N'{edicina se manifiesta nna tendencia de alta ciencia y de especialización profesional, en la de Farmacia se insiste machaconamente en ciencias de carácter general a las que se adjetiva de farmacéuticas. Veamos el primer año. Los estudiantes de Farmacia han dc estudiar Química e Flistoria Natural en la Facultad de Cielcias; mientras los de Medicina cursan en esa misma facultad Física, Química y Mineralogía. O se¿rque la Farmacia no necesita la Física, ciencia por entonces considerada como la encargaclade estudiar las Ieves naturales y de corrvertir a la c1uímicaen una auténtica disciplina científica. Pero no para ahí la cosa: los estudiantes médicos estudiaban además, en los locales de su facultad, Anatomía descriptiva hasta abril y después estudio de piezas anatómicas, ejercicios de osteología y ejercicios de disección. En los segundo, tercero y cuarto años, se estudia en Farmacia su aplicación a la Mineralogía, la Zoologia y la Botánica, con las nmaterias, correspondientes,que pueden simultanearse con dos ¿rñosde práctica en farmacia privadtr, que se consideraban como los años cluinto y sexto, se graduaban de bachiller y tenían capaciclad para ejercer como nFarmacéuticohabilitado,. Esta monstruosidad que autorizaba para ejercer la Fannacia en pueblos de menos de cinco mil habitantes sin haber estudiado, lo que entonces se llamalra Práctica de las operaciones farmacéuticas y que hoy conocemos como Farmacia galénica, no duró más que un año, pero demostró suficientemente por dónde ib¿rn los tiros. Por su parte los médicos, para alcaniar la calificación de habilitado y el correspon3t cliclrtc título dc nB¿rchiller.r, tcní¿rurlrrc h;rber crrrs¿rclo cinco crlr_ sos er] lrrgtrl dc cu¿rtro-pero lo cle menos es l¿rcluracirin,Io jmpoltantc es el conte¡¡jde-, (lue comprerrrlí¿rn : Fisiología hurnarur,_IIigic'rrc' Patologíe gencnrl, rlrrír.rir.gica ¡rrir-adar'.11últlic.a, r méclic¿r;Autrtomía quirírrgica 1' patoltigicrr; preliminir.es cl]nicoi, clíuica, N{éclicav Quirrirgica, Elernentos cle Terapéutictr,m:lteria nédic¿ y trrte de recetiu, Obstetrici¿i,Patología de la mujcr ,v clel uiño, con su corlespondiente clílica, y como complementos mhs ejercicíosde disección,clperaciones,trpósitosv vendajes,y Zoología ¡, Bothnicas, rlue estudiaban el la F¿rcultaclcle Ciencias. Era. pues, un ¿ruténticomédico, teórico v práctico, al clue no le faltalla ninguna asignatura funcl¿rmentalpara ¿rlcanzarla licenciattrra, rnient'irs rlue al farmacéutico h¿rbilitaclono se le exigía la teoría v el cstucliode la cienci¿rfunclament¿rlcn srr profesitin, ni t¿mpoco el anhlisisc1uímico.Decía trntesrlue se veía por dónde iban los tiros y me lefería cn el consenso cle plopios y extraños ¿r encerral. al firrrn¿rcéuticoc'n lir rel>otica,convi'tiénclole cada vez coD mirs insistenci¿ren nn cpistzrclorrlue veucle medic¿rmentos. Por.csta causa, cnanclo por acluellasépocas se inici¿rnern toda Europa los estudios falmacológicos y rnicrobiológicos, apenils si el far-ilracéutico -en colporacit'xr- se entela cle que existcn, o los recil¡e como novedadeslejanas que quiziis con cl tiempo habr-íande moclificar su técuica operatoria (49). Est¿,rf¿rlta cle consistenci¿ oficia.l cle ios estuclios de Farmaci¿r clic lugar a rnúrltiplessucc)soscles¿rgr¿rcl¿rbles, en irlguno cle los cu¿rles fueron precisarne.te los rnéclicoslos r¡rc ubogaron a favor dc: los farm¿rcéuticos.El Ayuntarniento cle Sevilla ieníil que crear una plaza cle F¿rrmacéutico titular c1uímico que se riiega a sultvencionar el Gobernaclor Civil y se remitiri ¿rconsult¡r clel Colrseio cle Sanidacldel Reino, el que, despuéscle escucl¿rrse cn r¡rre todavía no estaba confeccionadoel corresponclienteReglamento, aconsejtr clue (no llav necesiclaclde autorizar al Avunt¿lmiento clc Sevilla para la c¡eacilln de urra plirzrr cle Químico o farmacéutico titular, encargado de ejecutar los análisis de alimentos y'"nbebidas, pucliendo encomendarse este servicio rrl profesor ,1.," la Facultad de filosofía desempeñel¿rcátedra cle r1uímicao a cualquier otra persona pelita en c'sta cieuci¿r.Que el Ayuntamiento de Sevill¿t se vtrlga de los médicos, irnicos r¡re estudian la higierier v ir quienes exclusivamente competc, trsí parn el reconocimiento cler los alimentos y bebidas, como para todo lo demás rlue conciernc ¿t la salubridtrd, pudienclo tan sólo recurrir a los quírnicos como ¿ruxiliaresde acluéllos,va se¿n fann¿rcéuticoso no, para el anhlisis clue haya cle ejecutarse, cuando le juzguen los ¡rrirner-osinclis^pcnsables..."(50). Convjene an¿rlizalcstir respucst¿rrle un olganismo tan impor- t¿rntev tan viuculado con la Falm¿rcia c-onlo era, o por lo menos c'mc¡ clebía scr, el Consejo de S¿rnidaclclel Reino. En su info¡me clelnuestr¿rclirrarnente el alto orgrrnismo qtle llo considerlr al f¿rr'm¿¡céutic<tcomo sanititrio, como lo clemuc.stracu¿rncloaconscjil al Avuntirmiento clc Sevill¿rque use cle los médicos, pttes además -verclacl irrebatible ,lá ,r*" son los únicos clue estudian higiene tarde clue si éstos se m¿rmás (1862)-, expone en n?luellasfechas reculla a los quími¿ur¿ilisis se ciertos en incornpetentes nifiesi¿ur no)). o (seau farmacéuticos cos, en,el -Colsejo de- Sanidad Segírn la Ley Olgrinica de S¿rniclad, cle la F¿rcultaclde F¿rrprofesores er¿tn habí¿r"tres "ottté¡"toique la séptima cract¿rmente representab¿r nltmcro este Aunclue rnaci¿r. parte de loi componentes de dicho consejo, resulta inexplicable irue estos tres farlnacéuticos tolerasen no solamente el hecho en ,í, ,irrn también el tono despectivoque se empleó con sus compañeros y en conseclrenciacon ellos mismos. Pero no deltemos iuzqarlos con clureza; es segulo que sll manera_de pensar difiere de ia uuestr¿ sol¿unentepor los ¿rñostranscurridos. Lo que sí se demuestra claramente el concepto tan baio que la sociedad positivista tenía de la Farmacia. Posiblemente esté descendierrdoa minucias, más propias de una comunicación científica que de un discurso académico, pero par.a llegar a donde quiero me son imprescindibles, pues no se p.,".1* ¿rmar.a nadtr giande si 'o conocemos y estimamos las pequeRaspartículas .1.,éla constituycn. Decía Unamuno: nDe antar clc tomO clrre se rlos Van corno se nos vinie¡Ou, siu "oiillas "rt1r tenernos apego alguno, pasamos a amar las cosas-permanentesv que no p"éaJn agárrarse con las manos, de amar los bienes pasaáo, u ,ri''ar el BIen, de las cosas bellas a la Belleza, de Io verdaclero a la verclacl, cle amar los goces a amar la Feliciclad, y por último ¿r amar al Amor. Se sale uno de sí mismo para adentrarse más en su Yo supremo, la conciencia hclividual se nos sale a sutotal de que forma parte, pero sin dimc.gi.se en la C-^onciencia (51)' ella, solvórse en Lo que picle Unamuno a cacla uno de rrosotros es qu-e nos inpto""so vital y en la marcha de la sociedad como t"gr=r"o'; "l ", pero clue se acompasan y actúan rítmicaprE""t i"a"pend^ientes al gran mente con el lesto clc la miicluirla, y digo- yo, imitando amar a de maestro, clue de preocupantos v en .resumiclascuentas t¡ánsito sin casi pasamos farmácéuticas, estas pequeñas cluisicos¿is la epopeya de la curación' ir¿rcia ^-o'. oi ;i¿;;t; y ¿r-pes¿rrd," i", rnentalidad imperante qye iT: Sir. a mediados de] "rrrbnrgo, nulsaba a u'a estípicla y estéril lucha, se oyeron mavor u.ión' por ulra <1ue clirmaball uo""t-f"r*acéútícas i';i;'Xif que representaba a la mayor f¿rnnacéutic¿1, ;i;;';;tlica"ión parte de los far¡nacénticos españoles,y 'd"r.efiriéndosea los oAnaresr, obra póstuma del ilustre Heinández G;;s;;, al"iá nEn estos anales no se desdeñó en h¿rbrar.r" Iu .ñ"ál;i";-;;" "ri, Ia cir.ujía, como lo han hecho los últimos historiadore, á" iu-.,,"clicina, prescindiendo en un todo de Ia fal.macia, sienclo a.í q,r" la medi_ cina -y la farmacia 'acieron en una mrsma cuna, que siempre han estado enlazadasu'a con otra y -queno se pueclá t aá Ia una sin -pon-erseen contacto con la otra, (52). Este artícuro "ulá. no va firmado, lo clue nos hac.e suponer. .1r", i" irata de una ápinión ge_ neral compartida con la mayoría de ros conrponente, dÉ lo ,edic_ ción. Pero e' historia no se-puede. hacer generalizaciones,pues en el mismo pe'iódico, por iii misma épociy también co' categoría de editorial, aparece un escrito en el qúe se critica a la, en_ tonces en. vigencia, Facultad de cie'cias N4édicas,e' el qul se te'nina diciendo: nconvendrá subsa.a-r los g.urid", perjuicios ^lor' ocasionados a la farmacia por la caprichosa fu"sión d" -"rr_ cionados e.studios,reponiendo Ias cosás de las ciencias méclicas al ser y estado en.que se hallaban antes de la última ,efo.-a y procediendo a mejorar la enseñanza farlnacéutica, previo--"1 ai"t"_ men de sus más celosos e instruídos profesorer, 6S¡. ^ voy. a hacer me.ció. ahora a un irtícuro que, firmado por el farmacéutico Ramón_Ruiz, apareció en n'"rta".aáá, pur-""nl qgqti:g", y qug ouede considerarsecomo porturro, á".,r, *"t "t adivinar., dirigido resentimiento-profesional y que dejf fácilmen_ te, el cornplejo de inferioridad que átacabá a lo, far-acéuticos . con resabio de boticarios. Este autor ataca la creación de la Facultad de ciencias mé_ dicas y después de enaltecer ra obra de Agustin M";*, a nuestro juicio con todo merecimiento, dice que dicho ilustre farma_ d: r:r esfuerzos,no.pudó .lor-oirrrt;s qr," :i:,tf:,_1,p"r"r nan ""it* sima de hundrdo a esta protesión e' la insondable donde Ie será muy difícil salir, (b4). Es evidente la equivocación-de con_ cepto _que encierran estas palabras: la Fa¡macia no estaba en sima alg.un3r3 puesto-que pgi primera yez er',r, hirtáriu lt" urr_ trar en la universidad, codeai'se con lo que antiguamente " se llamaban Facultades Mayores, pero esto le ar.iarece ;"r;;;;rho ticulista, que dice,^ aparte li ridícuia y--ufrurr""ruao :y-iE3ldo nomenclatura de FACULTAD usaáa en contraposici'ón de coLE_ qIO" (q5). Ng nos podemos explicar de dónde'su"u¡u que la clá_ sica palabra latina ufacultaso er.a un ridiculo Pero sigamos, en un párrafo siguiente se afirma, "r.""ér"-iento. ;ñ; ,r;;e efec_ tivamente en él una razón, uná indicación siquilra c1uá-¡ustifique la reunión de la enseñanzafarmacéutica rr"¡á ái ü"rró'Je'üs ot as dos facultades, que demuestre la utiricrad h"-¡";;;; ,ri, de protesores heterogéneos,en er que o habrá "t",rrt.o de tener la defe- rencia de dcjar a los respectivos c¿rtedriiticosla resolución cle l<-¡s asuntos peculiares a cada profesión, o habrán de chocar necesariamente ullos con otros en muchos casos' (56). No nos podemos explicar por qué necesariamente habrían de rrchocar¡r los catedráticos de las diferentes plofesiones, si como debía sel todos tendieran a la mejor docencia de las ciencias médicas y todavía más si tenemos en cuenta que no debían considerarse estas profesiones como fundiclas arbitrariamente, sino como dos ramas de un mismo tronco y los prcfesores como compañeros de idéntica facultad. r Potra parte, en un ensayo de unificación realizado anteriormente, con let cre¿rciónde la uEscuela especial clc la Ciencia de Curar, allá por los años IB20-I822, se pudo observar que las discusiones violenttrs siempre surgierou entre profesoles quc provenian de la misma facultad (57). También es difícil que podamos comprender el proceso mental seguido por Ramón Ruiz, cuaudo dice que se pretencle situar a la aenseñanzafarmacéutica bajo el techo de las otras dos facultadesr. ¿Por qué tenían dos c¡re servir de techo y la otra de suelo? Sólo se puede explicar esto teniendo en cuenta que todavía estaba muv reciente la vigencia cle los boticarios con su enorme complejo de inferioridad que siempre manifestaron. Esta especial postula de sumisión aceptada nos Ia manifiesta Hernández de Gregorio en uno de sus diálogos entre un licenciado en farmaci¡,r y un doctor de la misma facultad: nPero mi padre y todos los boticarios antiguos de su cltrse, ningún beneficio ni consideración pública adquirieron, pues sus títulos _no eran documentos dignos de presentarse a nadie, pues les faltaba el tratamiento de Don, y de consiguiente los ayuntamientos, como no veían en ellos esta distinción honorífica, nos empadronaban del mismo modo que a cualquier vecino del estado llano, (5S). Más- adelante remacha todavía más el clavo: nl-a botica de S. M., desde el señor Felipe V, estaba montada en el mismo pie y forma en que se hallaban los demás oficios de palacio, con quien estaba injustamente nivelada" (59). Como estimamosa De Gregorio como el crouista más agudo'entre los siglos XVIII y XIX, creemos que sus escritos son uñ fi"I trasunto de las opiniones más generalizadas, vemos con clariclad cómo a finales clel Romanticismo todavía los farmacéuticos españolescstaban muy- preocupaclospor el trato que lecibían. Sii embargo, no todos los farrnacéuticos piensan así'-y refiriéndose concretamente al debatido tema de la unificación de estudios sanitarios, vamos a aportar la autorizada opinión de Juan José Lnzizu, simpático farmacéutico nacido en Hernani, en 1802, y que ocupó áiferentes elevados cargos,-entre ellos el decanato de la Facultacl Farmacia de Barcelona, desde 1857 hasta 1865, que .á h,rbi"r" prolongado más, puesto que la causa que determinó 35 el fin de una effcaz gestíórr fue la prematura muerte del Decano. Esta gran figura de la Farmacia esptrñola se exprestr así : rEn Espaíra era necesario cambiar el plan de enseiranzarnéclic¿,va que por sus clefectos era poco apropiaclo para logral el firi al que estaba destinado, para lo cual se creó un nuevo plan, clue lige desde el 10 de octubre dc 1843. Pero esta refo¡ma radical (lue se ha verificado no es clel agrado de todos, pues adolece clel clefecto de precipitación con que fue redactaclo,siendo la consecuencia inevitable su sometimiento al juicio clel Consejo de Ilustr¿-¿ción Pública. Pero, pese a sus defectos, nosotros prestaremos nuestro apoyo y sostendremosla nueva situación cread¿rel 10 cle octubre de 1843, porque por este medio lograremos tener pronto l¿r reorSanización completa de la enseñanza médica. Es más fricil mejorar una situación creacle que planteal' Llna nueva; no estamos de acuerdo con las person¿rsque sugiererr la vuelta al plan anterior>, y sigue más adelante insistierrdo con más rotunclídad en su deseo de unidad: nVamos a exponel unirs ligeras observacionessobre la reunión, verificada en virtud del decreto orqánico del 10 de octubre de 1843, de la Facultad cle Meclicina y Cirugía con la de Farmacia para formar un solo crrerpo moral: Unión que quisiéramos verla cimentacla sobre principios de equidad y de justicia, para que, destruidas las rivalidades de ambas, que hasta ahora nos han dividido por este rnal espíritu de Corporación, podamos sustituir en su lugar la buena arrnorría clue clebe reinar entre todos los facultativos en el arte de curar. Nuestras observacionessólo pretenden robustecel más esta unión, (60). Estas notas t\e Anzizu tienen gran valor, pues se trata de un individuo que, además de farmacéutico, había sido profesor del Real Colegio de San Victoliano y lo era a la sazón de la nueva facultad, y por tanto hay que suponerle con gran conocimiento de causa. Pero el hecho cierto es que las facultades de Medicina y Farmacia se sepalan y parece ser que con cierto éxito de públióo. En un peliódico, publicado por aquellos años, se dice refiriéndose a las nuevas tendencias estudiantiles provocadas pol' el reciente plan de estudios: nl-a eclesiásticaera antes la predilecta, pero clesde el fuerte soplo de la revolución desapalecieron los eclificios ocupados por las órdenes religiosas, han disminuído el nirmero cle prosélitos y se han visto más ol>sequiadaslas facultades de [urisprudencia, Medicina y Farmacia,, (61). Ordenanzas de Farmacia Al publicarse la Ley Orgánica de Sanidad cle 1855, se clecía promulgedas unas Ordenanzas que dentro de breve plazo serían el eiercicio piofesional y corregir'ían de Farmacia que r."!tt'i*i"" c-inco añós después aparecen las todos sus clefectos.Én efecto, mirs v defraudan al ó,,i"to"'i''n"J- '"ti'fn""n a los ;ñ;"á;; *tit,cle ellas' Ya el título resulta srupo escosrcroq";;;:;;u^ el ejercicio de la Farmacia áesconsolador' "" Jt 'i entremezcla plantas medicin¿les(62)' y de y u"nt" con el comercio,l";t;É; ucl¿sificación de los géneros pri-"ro"i" l"'air.,lo: al capítrrlo quienes compete su ventan' Y digo yo: medicinalesy personasa otra pirte' en el capitulo II' que ¿* q-*éniror il;;;;;t;"ili", y erl su Art' 4'"' se establece tratá nDel ejercicio áe la Farmacia" que este, ejercicio .profesional de una marrera crara y termin_arrte -eI Dede la ofi"i'l" de Farmacia ;;1".s; il;d";";ii;;;'d;t.; con 1o que' queriendo evicreto la titula de "¡"ti"l pJblican-' consiguen es end" ingerenciás e intntsismos, lo que ;;;;;á; y l" im-piden la reivindicación "1"r"lic"n"ia?'o;;'ñ;;;"i" claustrar la ne"l como veremos-más adelante' clug cqn o"tvi¿".t"', #i"¡;; ámbito el mát vez se recluce cada gación cle una *"üf"t-*iapevor-ativamente,en'un venle consicler.a, se i""1"* 3r"i"ri"""r " r'oi'táhente anrmanlas ordei"i;;;; ilá;;'á;;;.ii;;;"""ñ, 'distantes nanzas' r r^-*^^:!ili^^a muestran equl Algunos grupos de farmacéuticos se de Madrid, Qü€ colegio a", ello-s es_el d" ;"r'ü;;-;"?it"-a"r,*i"o da un claro nos con las Orclenanzás aunque parece ¿""i"""¿" ha tenido todo de nEn medio fl-oja: i" eiemblo del baile orntrevas """t¿a unas año "r, este -nñbad", ei Cóleeio lu fortrr.,,'iJ;ñ;bticadas clebieran, si como. cierto por ii".-l"li'"" á"iJÍr"¿l .1"^-esperar'pero tampoco desto, reunieran "ro "onái"]*"r-q"" a la muestra de iecueráo que manifiestan preciables ,i ," "ii",,de hacia el principio facultativo' comd" l* t"p"'ild"d ;;;;;.ü lilrre, míts afibatido por unos cuintos extravios de Ia'inteliigencia y de las supuestasvenlio"u¿o'al aparato fascinador de la moda ;"j* á; l" iitd"tt.ia independiente' (63)' comienc-en'ya de una Jto época Posiblement" ;;; ""a"do "" entre los licenciados de Farmamanera efectiva, io, t"td"tcás -entonces it"ai"io"ufts,-apegados a las colegiaciones oftcina de ;i;;;; la de no era obligatoría"'i*los otros' aman"óf"üi"óiíl'-',"""-o'"áos magistral; fórmula la de i"t*""1" I Z"ftiuu¿ot"t ni al colegio ni tes de todas las üü"ti"¿át, no quieren soñreterse en que farmacéutico campo a la Farmacopea y sueñan 9on u]) espe(medjcamentos estén en competencia fórmulas offciales-yLa no' otros los al Cólegio' cíficosn' Lo, ,"to]^"'áf"" pertenecer ocupar a va variaciones' débiles lucha entre estos clos gtt'tpós' con durante lo que restaba del iu"ñu"i" la la historia cle "tP"¡911 XX' del ;;gb iI.x Y-el Primet cuarto 31 Ya a primeros del año 1861 se inicia una terrible campaña contra los innovadores, en Ia que no se detienen ante el insirlto, vieja t_retaque repiten todos los sistemas amenazados de refor.m" o á" desaparición. A los partidarios de las nuevas ideas Ies b"rt" señalar los errores de sus antecesores,pero los conservaciores "o' no tienen materia censurable donde agarrarse y recurr-en a anatemas precautelares, en Ios que slr rencor. p"rrot ál es el dato principal. son muchos Ios a.tículos que podríamos citar e innumerlabl"r'lo, discursos pronu'ciados en éste-sentido, pero para botón á" -rr"rtra elegimos una lamentación referente a la^ división q.,! ," taba produciendo entre los farmacéuticos.Dice así: "rdirri_ sión que lamentamos ostenta dos banderas, la blanca y"trto pura, que repre_senta, a la ciencia y_tqdo pa'a Ia ciencia y el deiecho proi"sional; y la_del color indefinibie que cobijó a"ros que proclaman el negocio, la ganancia ante todo, él oro, adquirido áún iuando va a costa o en pag-o4e Ias rentas de la casa c1üeles vió nacer.o nl-as especialidades, los remedios ,""rétor, el charlatanismo, . Ias instrucciones, Ia moda, dice la _pequeñasecta de renegados que combatimos,-se va a apoderar del iiglo, y antes que los ex_ tranjeros nos exploten hagamos nosotr.oslJque ellos, v ilevémonos el dinero que ellos han de llevar. Razonamiento lógiáo, si se tratara de materia merca'til, de productos industriaies;' pero ¿se halla la farmacia en este casop, f co*"r"io, es indurtrior i.lo .,, ", que mil veces no, es una de las ciencias er mundo ilustrado reconoce como úül a los pueblos, es su misión la más noble y leal que pueda imaginarse, la conservación de Ia salud, y toclo cuanto atañe a su estudio, su ejercicio y su porvenir, debe ser noble, leal, Iegal v desinteresado"(64). Con Ia ventaja que nos da la perspectiva histórica, vamos a permitirnos hacer un juicio_crítico de eite párrafo, pues el triunfo Iogrado por los escritores de este artículo y r,rr páriidarios es una Io: causas gen_eradorasde Ia situación a"t,ai áe lu- rá.*""iu. 99 Mezclan los citados escritores indiscriminadamente las especialidades, los remedios secretos y el charlatanismo, sin darse cuenta de que el charlatan$qo lo mir-o puede ,". p"á avivar.-que pa.a retrasar y que en definiti'a su mismo escritó podía "oniid"ü.r" como una muestra evidente. Por otra parte, la e.specialidad farmacéutica sólo podía confundirse remedio^secreto en unas "otr "l mentes nacidas para albergar lucubraciones de gran ambigüedad, sin comprender -exactamente que el remedio sár.eto tamf,ién se estaba elaborando en la oficin.i d" f"r-"cia y que aunque todavía no. estaba reglamentada la especialidad poclíá e^-star compuesta por principios activos conocidos y declarados en sus etiquetaes, Támpoco demuestran altas dotes de zahori cuando Ia especialidad es cosa de moda. El concepto cle moda".""rr'que al obilto "on""á" 38 un carácter pasajero y lábil, y la especialidad farmacéutica, todavía en cuarto creciente, tiene ya más de cien años de existencia. Cobijan también a los que no piensan y actúan como ellos baio una bandera de ncolor indefinible)),pero que es símbolo de toda corrupción y granjería. Es posible, o mejor dicho, es seguro, que la mayor parte de los famacéuticos innovadores fuesen auténticas ovejas negras dentro del redil profesional>pero no es nenos cierto que si se hubiese estado esperanclola llegaclade hombres prudent-es.honrados, sesudosy meditativos, todavía estaría América sin descubrir. Pero también hay que tener en cuenta que la revolución que venía desde fuera se estaba inicianclo en España y que entre estos díscolos y vividores se encontraban también estttdiosos cltle iban siguiendo los trabajos de Pasteur y de otros autores que dejaban éntrever que el medicamento se reformaría en fechas no lejanas (65). El planteamiento del Colegio era totalmente equivocatlo, debido a la falta de profundidad con que eshrdiaba la situación y el afán de mezclar las ideas con las personas.No se dieron cuenta que aunque posiblemente la especialídad farmacéutica estaba defendida por hombres díscolos, sin ernbargo, Ia idea podía ser buena, y así se perdió la industria farmacéutica en el seno de los colegios profesionales, que debían haberse dedicado a encAuzar, pero de ninguna manera a prohibir. Es lógico que los repudiados tomasen otro camino para encontrar la puerta que sustituyese a la que les había sido cerrada tan violentamente. En este mismo año de 1861 se pierde otra gran ocasión de integrarse oficialmente en el seno de las ciencias médicas. Aunclue en realidad no se puede culpar en esta ocasión a los farmacéuticos de una manera directa y sí únicamente a las circunstancias, a la opinión pública y a las autoridades que no estaban suficientemente imbuidas de la categoría sustancial de la Farmacia, consicleradacomo ciencia de curar. El 6 de noviembre de 1860, el Gobierno español crea en La Habana una Academia de Ciencias Médicas, coyuntura que aprovecha el Colegio de Farmacéuticos de Madrid para dirigirse al Ministro de la Gobernación, pidiendo que se constituyera en Ia capital de España otla Academia similar, pu€s r<nosería justo ni equitativo que la Academia central de las profesiones médicas, cuyos estatutos están en curso de aprobación, desmerecieseen su forma constitutiva de la que ha se¡vido para establecer una corporación de orden subalterno, aunque no de menos importancia en el Reino" (66). En consecuencia, desea el Colegio que si se llegase a crear esta pretendida Academia se instaurase en ella una sección de Farmacia. Esto no se consigue, pero sí influye para que en los nuevos Estatutos de la Real Academia de Medicina de N4adrid, 39 importancia a la Fannacia, lo que en reahclaclno era :.9"^-1: mas qrre una compensación de Ia serie dJ atrir;uciotre.r-q.,e '.ü a ln Academia de Medicina se otorgaban en las orclenarrr", io,macia' En er Regramento pubrióado en nl¿ryo .t" rsor ,.. integran siete académicos doctores ó Iicenciados en Farmacia ------*"-v'r se "\ Iest¿rbJece también una sección de Farmacia (67). . .Ll,sifración podría.haberse me¡oracro,no obstarte, si hubriese' i'sisticlo los farmacéuticos de e'tonce, ro una Aca_ demia de Farmacia, ya_que no se llevaba ",, a",;;i¿;,ü feliz término la de ciencias Médicas que hu-biesesido Io más-rógi";,'üJ (rue en L847,se había consfituido por Real Decret. r"-i""¿#],, ¿" ci",r_ cias Exactas, Físicas y Nat.rares (68), y a 'adie se Ie ocurrió c¡ue debía llamarse Academia de MateÁ7iióo, dotarla .1" .,r.,, p.,"r_ tos de académicosocupados po,' fíri"o, 1, v naturaristas: si había va¡ias ciencias agrupadas, todás debía' ort"nta, *ir;, rango. En consecuelcja, r"?,ríu ár"rid;t¿;áJr" "i r" Farmacia cc)mo una ciencia que- debía integrarse con Ia Meclicina, " a" t;;;-;;'üia"a invítada pobre. Por aquellos años e'contramos otro clato de interés, por- estimarle como uno de_Ios antecede.t"r-r"-oto, clel -de-iu trato o;^";'i; acfualidad recibe er farmacéutico con noficina, -ó.re;;"-"F-;;"rr"tivo s'"g.,ria".l social' se trata d",l?, reorganíza.cióndel de Ia Beneficencia madrilena i_ en ér se inscriben er número cre facultativos que ha de haber'de cada ,o sus emorumentos, menos a los veinte farmacéuticos acrmitiJo., "ro_r" n ü' señara ñ;;"; sueldo ni gratificación alguna (6g). Por otra parje, el intirrsismo -édi"o se acrecienta fa'oreciclo en grado superlativo por ra aceptación J"-r.;"il;;;io.i", q.," hacía posible tra,sp-orio, .,ra fainacia compreta en una cartera de mano, Io que o6rig"ba q"" i" -nyoríu cle ros farmacéuticos se preocupasen en demasía" dé asuntos 'económicos con ilanifiesta desazón por parte de los más puros. úna muestra cre esta-pr-eocupación nos brinda el farmacéuiico cre l.r"ari¿ l"r¿1L"É'J.,r"r, yas palabras transcribimos: oAsí existieran hóy ".,_ ¡rrrJ¡" tro varones esforzados, gue esquivando Ja lu"há p"rrorrá-i,'t.,,n"n"r, ".,"_ do de determinadas sugestrlor,er,y con el ánimo u"" irr".""-i" concÍencia del deber y. Ia_segu'id,id de ros conocími"ral, -qt atac¿ran de frente los ob^siáculos e evitan nuestr-a restaur.aciónge-que comercial, 1tí11, que es científica antes algo decirlon (70). Como se ve a primera vista, no";"qi;;:;;;;te hay ni fu._ ".,otru capaces de actuai como es .I"úido u .t"rp.,", (cuest. ll1:é"rj"o: algoD decir la ve'dad. pi.,"r senciila¿pero po. qué ocurría mente po_rIas mismas cáusas q.r" jho.u. porque"ito? cuando se conoce aparece con tal vio'lencia q.r" ol i"e, ñ"r}""tn" pu".l"n 11 l.rd"d, alcanzar las salpicadurasv Dor eso llo co'viene tirar pieclrnsa la 40 charca. Segurarnente,clebido a esto, es por.lo tltrc Poutc:sllrrsc¿rira a cltatro (varones esforzaclos,), L)erono ¿rél ,v otros tres' Pero lo Poutes es la testificacióll cle-r1uc cle que nos interesa del escrito positivistas se clirigían-co¡ ba.farmacéuticos ir¿¡ parte de los y que este tlocrtme¡to melcantilismo el hacia ñ"r*r'.l"rplegaclas a otro escrito, cle más \a tazón y clar no hací¿r-á, q.t" confirmar publicado l{elrlltucicz hallí¿r ¿urtes años treinta altura literalia,-que 'uü"r"-os parecell en lrrs mi] que si á" Gr"go.in. _boticariosse Don caballero al corteies Quijote- dc Ia \'Iari-u""tní clelicadas.v tres mil se pareccll pensamientos, caballerescos ch¿ en sus altos 1' (71)' Panza" Sancho esctltlero srt a en los suyos Aunclue cn esta publicación, póstuma, d-e-De -Gt"-g-?-'ose lcfi"r"- o lts viejos bciicarios cle plinci_pios del siglo- XIX, el m.l no se corrige, sino clue se plolongtr cluralrte el siglo-XX, por kr alerta a los médicos, [.r"-V"r"nó'", "l darju' grilo de tingustiada la tan repetida seguir, no a ejemplo cornó Jor" d" manifiesto, las palabras Entresaco farmacéutico. clel mercantilismo il;"t" cotno españoñla: Medicin-a la de maestro pol el gran escrítas .nAsí recet¿rs las de arte el olvidar de ya en trance está el farmaiéutico" donde mezc]ab¿ los simples mar¿vil]osos,pal'ft convel'til'seen ull más clue cleipacha sus específicos,así t¿rmbiéDel mé"o-"r"io"te clico está a punto de pe.de. su prestigio- de experto en la, nattlrttiár" ¿"f hoirlr.e, estd es, su prestigió de artista, o quizá mejor' de artesano del mecanismo nuéstro, para pasar ¿rser un l'rrócrata que propone, casi automáticamente,ius recetas,las cuales son disJ"tiaTt pot át paciente, enterado de los últimos pro-grcsos,no cle otro moáo de óomo se cliscuten los platos diversos cle la cart¿rclc un restaurante" (72). Si tenemos en cuenta que la de¡uncia de }Ie¡¡ánclez clc Grc(llrc gori,o se referia a botic¿rriós anteriores al mil ochocientos y la a llegamos XX, siglo clel el escrito cle lr{¿rrafón es cle medi¿-rdos la socieaños cincuenta ciento conclusión de que durante mirs cle consiclerancloal farmacéutico como '' ficl há á;l;;p;;"I" "ri"Jo y consiante seguidor de-los pies alados del dios Mercttrio' Est¿'t consideraria como cierta, .va q_ueentre el gri;p;;i¿;i h";or"d" i"-rí" ;;p;1", se_escuchantambién voces destacaclasen el campo de las ciencias de curar. XIX Al tratar de sintetizar'. nos encontramos a fiuales del siglo farmacéutica enfrentada a serios problemas qtrc qtte "o"implacablementea su estabiliclad.Estos.pro[lemas ;;;;t. ""n "fose finisecugran intranq*ilidad a los farmacéuticos ;ü;;ir;.ár,;ía ni siquiera eran sospechadospor, ellos' aunquc otros lai"r, péro más o menos los estab¿rnlatentes y casilvidentes, son ioll'e poco que cito ¿r continuación: la offcina de F¿rr1) pr.esagiosdel ffnal cle la monarrluía de 4l macia, sin que apareciese ningún organismo capaz de sustituirla ventajosamente en esta labor de dirección. 2) Uso de nuevos lnedicamentos, o mejor de nuevas estructuras en Ia medicación, que obligaban a pensar en otras técnicas. 3) Falta de un organismo coherente de tipo profesional que aglupase a los farmacéuticos, Ios guiase y aconsejase. 4) Separación, y a veces enemistad, con los médicos y con Ia Medicina, y desconocimiento del enfermo y de Ia enfermedad. 5) Los estudiantes de Farmacia recibían unos esfudios inadecuados para Ia labor que habrían de eiercer en el futuro. 6) Una opinión pública que, equivocada o certeramente, estaba en contra de la acfuacíón del farmacéutico y le atacaba empleando las formas más demoledoras: la murmuración y la burla. Voy a tratar de analizar, someramente, estas encrucijadas que posibilitaron Ia gran maraña. 1) Según las entonces recientes y no muy acertadas Ordenanzas de Farmacia, el medicamento tenía que prepararse necesariamente dentro del recinto de la Oficina, donde el farmacéutico titular ejercía su señorío indiscutido. Algo le inquietaban los drogueros y los herbolarios, pero eran individuos de poca monta que siempre terminaban derrotados. Sin embargo, resultaba altamente preocupante el crédito que recibían los medicamentos específfcos y los remedios secretos,a pesar de estar, estos últimos, prohibidos por Ia Ley Orgánica de Sanidad (73) V las Ordenanzas de Farmacia (74). Aunque al Ley Orgánica de Sanidad obligaba igualmente ¿r médicos que a farmacéuticos, se seguían recetando y administrando los remedios secretos,a pesar de que la mayoría representaba una estafa y, lo clue era peor, un producto atentatorio contra la salud del paciente. No obstante, en algunos casos mostraban una eficacia muy superior a la conseguida con las fórmulas magistrales, pues se trataba de productos extranjeros, todavía poco conocidos o en trance de ser estudiados, pero que luego sentaron ffrmemente sus reales entre los medicamentos de elección. Sin embargo, como esto se sabía despuésde haber administrado el medicamento, los enfermos españoles-o de otra nacionalidad- actuaban inconscientemente como animales de laboratorio. ¡Tenían, pues, sobrada raz6n los farmacéuticos españolespara oponerse a esta clase de remedios! pero equivocaron totalmente Ia estrategia a seguir. Los llamados medicamentos específicos, que tenían poco de especificación, en el sentido paracelsiano de un medicamento para una enfermedad, se presentaban de forma mucho más atractiva que las fórmulas magistrales y además aureolados y envueltos de cierto prestiSio mágico, que suponían estar elaborados por seres superiores que habitaban en lejanas tierras o eran producto del famoso médico ha tiempo testamento cle clesconocidoy a la vez fallecic{o. se escrtdan Frente a esta situación los farDracéuticosesparioles p'eparaclos los analiiar cle tr"t^n l;;;i-1, ,,n '* r. , "' l;"o.áfriUi"i¿" 'eñtostiar científicamente su jneficacia o p¿rra "" perse$rri¡[6s. Para cl interesantes' Sigtren aceptarlos sr encontrasen en ellos productos sus fórmulas mapresentando y emnleando la táctica del avestruz elaboraclas. cbncienzudamente burda aunque i;;;; ;il,i'"ff;, rlue selecta minoría esa aparece fechás "-'i;r; t.r-Ui¿r, qtte proceso el qrte """"rt"r d^ '" que ,i"-pt" ürro ]a Farmacia, Ia "tt"nta y qge. fatalmerrte medicamenio es irreversible -r"b"ru,. ;;'';;iti;táo Ftrr"1 los límites marcados para la oficina de ;;;"il;-]" macia e incluso para la Farmacopea' qué no Este grupo avanzado y progrésistase pregunta: ¿Por especifihemos de preparar también-noiotros estos^mJdicamentos varios entonces empiezan a aparecer en España ;;;i"Á;;tii;'d" al del licenciado o docremedios q.," Esta iniciativa' Que "ro"iuri;;;ü;"lenéricó tor en Farmacia q,t" los creó- y-los elaboró' la gran Farmacia a'ierta a todas porlría habe*iao Jig;il;é no;d'p;;tp:::X-l i;;';;;;á;des, hJil:I,':nÍ""tTHll'::' ll; cos, con miope perspectiva, prefinerol clel profesoradottnivelsit¿rio v. lo que es peor, i";il,lirti"g"ido empresa' íÉ p"io de sir parte y les.animó en su q"e trataban de Por otra parte,lo', ^¿al"os ,más ptog'úitt"s' los. pr-oducprefirieron r,"- i".itif"t rácgt-Is, abrir nuevo, principalmen""r""r"á eriraniero, clel ili'il;;t" ;_-;;ii; il;;" il"¿aban debido entusiasmo.el inciel y Francia, te de ";;;;il"-"nn Farmacología.Como auténtica p"i""i" a"r"á aL 1r"". en hspaña_una se re-¿n[s5 grupo consecuenciade toáo eilo el selecto "1li{- a actttar empieza cómponentes de sus dirgrega' y ;ü;;tt" "lgtrrto p"tf"ttu áuenta' va- cimentando Io y, individualmente "hd;;ti; farmacéutica. pero f-ue-rf Ya de los oue lueso se llam'ó "r"'T-tt" hasta enro,,"é, '" había sometido l*-;;" :;j"# #"f*1"""É'; gustosamente. antes he citado' ya 2\ Pero esta atrténtica Farmacología' -que notablemente por la había aparecido en Euro-pa, inc'emeintada preco- ffi;; inmuniclad' ;fi;-b;"l"si; ;?Ji'"¡'v l" t"o'ía de Iaera la avalancha de nizada por eI g",tio d" nfttlióft; en realidacl la' preparación masiva de sueros v la medicino p,"'""iti*,1o"la ofrciria de Farrnacia, tal como esil;;;;;.,"'¿"-orir:J'qg" t a b a c o n c e b i d a y r e a l i z a . d a , e . r a u n r e c i n t o d e mbiológicos' a s i a d o e s clondc trechoe instihrtos inadecuado. S" especí"-i"rJtlon'"-i".'*tttar preventivas que *"ái"i"as se llfiticosa. dispensar ":"" empezó "ff elaborabn" Falrmacia de la ifi "ina sido preparados en su rebotica. habían "r;,;;;"r*riu*i"i" q,,á-"o medicamento, 3) Pero ¿.cómoel'an y cómo ¿rctuabanlos f¿rrmacéuticospositivistas? Eran profesionales libres, clue actuaban individualmente v además no tenían más remedio que hacerlo así. trl proccjsoque se siguió para llegar a esta situación era otra muestrá más cle-la dejadez falmacéutica en los momentos trascendentales. Los Colegios de Boticarios habían ¿rsumido durante toda srr existencia una autoriclad total sobre sus colegiados, aunque en realidad era una autoridad derivada del Protomedicato desde el año 7477 en Castilla, y que se extendió a Aragón cuando ambos reinos se unielon a l¿rmuerte del rey Cattilico, las relaciones entre ambas autoridades no fueron siempre muy cordiales (75), pero el hecho cielto es que clurante un largo período de tiempo que se acerca hasta el 1800 los colegios glemiales, sobre todo los catalanes, procedían a impartir enseñanzas,dar títulos y luego -y esto a mi ver es lo más importante- regían la vida profesional de los boticarios aglemiados de acuerdo con una durísima democracia. Cuando al final del siglo XVIII se creó la Real Junta Superior Gubernativa de Farmacia, con el subsiguiente establecirniento de los Reales Colegios, en 1804, pielden los Colegios gremiales su autoridad para impartir docencia,y para otorgar los títulos corl'espondientes. Pelo la acción de las Reales Colegios terminaba con la entrega de los títulos de lícenciado o de doctor, deiando libre de su tutela la actuación social y profesional de los titulados. Esto precisamente es lo que no supieron comprender ni los colegios en corporación ni los colegiados individualmente (76). No apareció jamás clisposición gubernamental alguna derogatoria de la vigencia de los viejos colegios, pero éstos, por falta de asistencia y de voluntad de vivir, fueron desapareciendo o arrastraron una existencia inopelante y llena cle remembranza. A este estado de cos¿rscontribuvó. de manera decisiva. el deseo de los rruevos licenciaclos,,-,o en el reducto gremial, cle acfuar sin trabas ni cortapisas"duó*dos colegiales. Cada uno de eilos sentía la necesidad de ser el monarca absoluto de su minírscula célula farmacéutica, tanto es así que cuando en 1898 se crearon por Real Decreto los Colegios oficiales,comunes a médicos y farmacéuticos (77), la mayoría de los farmacéuticos opusieron seria resistencia a la colegiación, lo que unido al poco interés que manifestaron las autoridades, tanto estatales como profesiorrales,dio por resultado clue la colegiación obligatoria no pasase de ser un intento. Como conclusión hemos de aceptar rlue durante casi todo el siglo XIX los farmacéuticos españolesno quisieron? o no supieron aliarse entre ellos de forma unitaria y, po¡ consecuencia,calecícron de representatividad colectiva, Lrnasveces por exceso de individualismo v otras por pluralidad de ¿rsociaciones. 4) No deseo extertderrne en considerar la absr,r'dasepartrci(ln de méd;cos y farmacéuticos, que necesariartente debían de haber I¿borado unidos en pos de un fin común, polque allnque l¿r secesión es bien patente tlerltro cle l¿ vida cotidiarra del ejcrcic'íopr'ofesional, sin embargo, no aPalecen documentos oficiales tlue demuestreir de manerá positivtr esta separacióu, por lo cluc' Ilcces¿riamente tendría que entrtrl en el campo cle la c¿rsuístical' * I" anécdota. Pero sí debo manifest¿rrclue lo más grave fue l¿r falta cle respeto interprofesional, hasta el punto clue fueron precisas algunas disposicionesgubemltivas prrla tratar dc impedil rlue los iar*a"énti"os recomendasen los medicamentos por ellos elabo¡aclos y que los médicos propolcionasc'n dilectamente ¿rl enferno los r'émedios que recetaban (78). 5) Los rectores cle la instrucción públicar española tení¿rnun concepto de lo que debia se¡ un farmacéutic-o cornpletame¡te de acuerdOcOn las llormas cOntenidaseu las Orden¿rnzas,qtle Se acomodaba, según el patrón oficial. ¿run hombre encerrado en su lebotica, preparando fórmulas magistrales de acuerdo con un arte que ya lba siendo consider¿rdocorro ciettcia experimental, pero sin especulaciones teoréticas. De acuerdo con este prototipo se planificaron los estuclios cle Farmacia. Galeno, auténtico creaclor del ¿rrte de Ia farmacia, había enseñado a mezclar una serie de productos natulales, clue sabiamente combinados iban peldienclo su simpliciclad ,v se corlvertían en auténticos medicamentos, alguno de gran complejidrrd. Estos eran los medicamentos considerados como galénicos, clue seqún las Ordenanzas habían de prepararse neccsrn'iantentepot ellarmacéutico dentro de su oficina o rebotica, Como también Galeno y sus seguidoreshabían est¿blecido-c1uelos sirnples del reino ariimal eran demasiado ptrrecidos a los compg¡e¡tes clel organismo humano Y, Por tanto, sus acciones medicameutosas inocuas y, por contr_a,que los derivados del eran prácticamente ^mineral eran tan diferentes que podrían ejercer efectos clr¿isreino ticos indeseables, se consideraban como drogas de elección las pertenecientes al reino vegetal y, en consecuencia, el farm¿céutióo debía ser un gran botánico, lo que se logró trmpliamerlte, v los farmacéuticos españolesfuelon los botánicos más consideradosdentro del país, c incluso hubo un catedrático-de,química, Fedelico Tremohl que se dedicó íntegramente a la botánica' Pero támbién decían las Ordenanzas que en la rebotica se habian de preparar medicamentos químicgs qu-e, en la- mayoría de las o"atñtt"t, había clue adquirir ya ftrbricados, po. lo menos sus componentes elementales.-Ela, pues, necesa¡ia la química, tanto para iaber mezclar y, en algunos casos,-comhinar los principios activos, como para poder atralizar su calidacl. Co¡secue¡temente, 45 44 el farmacéutico se hace quírnico, con tal acierto e intensidacl clue casi llegan a ser sinónimos los vocablos químico y farmacéutióo; por tanto, se incrementa la química en los estudios de Farmacia, ¿runque sea -una química para andar por casA, ya que ninguna figura, no sólo farmacéutica sino española, se incorpora con óxito a las corrientes investigadoras europeas.Solamente podemos apuntar clue algunos catedr'áticos de Farmacia, de buena voluntácl y decidida intención, marchan a Alemania, en calidad de alumnoi. para poder alcanzar, apoyándo-sesobre la punta de los pies, el nivel europeo. Flonrosos-ejemplos de sencillez y entusiasmo son los profesores de la Facultad de Farmacia de Barcelona, Casares. Murrra y López Capdepón (79). En consecuencia,en la Universidacl española de ffnales del siglo XIX, se forman unos galénicos que son, al cincuenta por ciento, botánicos y químicos_,pero que siguen sirr complicaise en el problema del enfermo y la enferrnedad. No sabemosii Ia sociedacl de aquella época hubiese permitido esta integración, pero el hecho cielto es que tampoco se intentó por la clase farmacéutica. Cuando se leen los discursos pronunciados en las grandes solemnidacles y los artículos publicados en la plensa profesional, se puede observar c.¡uetratan de las ciencias naturales, de las cuestiones profesionalesde.más palpitante interés, pero nada del complejo enfermo-enfermedad y, lo que es peor, muy poco de medicamentos. También a finales del siglo se va confirmando de una manera definitiva el empleo del análisis clínico como pieza fundamental del diagnóstico y tampoco se hace grarl caso en las facultacles cle Farmacia a esta nueva tendencia de la ciencia de cur.ar. 6) No es mi intención profundiz?r en este apartado y .sola_ mente l_o-quiero mencionar como un hecho cierto, pues sería in_ terminable relacionar Ia serie de chistes, epigramas, orlas v hasta sonetos satíricos v burlescos dirigiclos hacia Iá persona del'farmacéutico, clue sin consistencia coiporativa no tenía la fuerza suficient-e para opon-ersecon cierta eficacia; por el contrario, alguno de ellos _ap-rovechaba esta desgraciada coyuntura para e'contrar popularida$ y reclamo comercial anunciándose con una especie cle automofa. como resultado de la acción corrosiva de estos problemas no resueltos,la clase farmacéutica, independieute y mult-icelular, tiende a agruparse nuevamente como en el siglo ivtlr, pero esta vez resulta dividida en dos fracciones: una, la de siem'pre,trata cle conselvar y revalorizar únicamente con abundante oiatoria la offcina de Farmacia, sin asomos de evolución y atacanclo duramente a toclo el que se saliesede su ámbito. El oiro grupo, también en este caso poco numeroso, considera a la offcina como una rama 46 del ejercicio profesionaly la va'convirtiendo, poco a poco, en un laboratorio creador 9e espg:ífico¡ y a veces sé rearizin procesos de análisis clínicos. Los análisis de-aguas y otros de tipo ianit¿rrio hacía ya muchos años.que los practióaban farmacéutióos muy selectos -codi'a Langlín nos puede servir-de ejemplo-, a lor q.," siguieron con indudable acierto otros muchos entre los que es dlgno de destacarOliver Rodés, a principios del siglo XX. Este .grupo, que a lo largo de los años se manifestó siempre como más ecléctico que su oponente, se fue acercando de maner¿r decidida a Ia clase méclica, pero desgraciadame'te este acercamiento, al no ser seguido por la mayoría, produjo una fuerrte escisión farmacé_utica,que en el primer tercio clel siglo XX se fue rcforzando, sobre todo cuando personas ajenas a la farmacia avistaron en ella un buen negocio. vemos, pues, que estos problemas farmacéuticos, al no encontrar una solüció' iatisfactoria. se enquistan y desaparecen para erguirse nuevamente y ser gérmenes de otras situaciones inextricables. La primera cuestión, que considerábamoscomo el tambaleo de lalregemonía de Ia coficina>,se resuelve con las disposiciones Ie-farmacéutica, gales de 1919 y fq24 (80), regulando la industria que arrastra hacia España los medicamentos químicos, ya conocidos en otras naciones europeas, que se unen óon los --"di"u-".rtos preventivos y de extracción, calificando definitivamente a esos remedios indeterminados que se habían llamado, sucesivamente, remedios_secretos, específicos, medicinas industriales, etc., par.a ya con documentación propia y legal clenominarse nespeciaiiclades farma-céuticaso,que primero tímidamente y despuér= "or,hasta "-puje arrollador van enseñoreándosedel campo farmacéutico convertirse en el medicamento cle elección, imprescindible, para los médicos españoles. Los farmacétrticos comprenden que su individualismo a ultranza les ha llevado demasiado lejos y la Unión Farmacéutica Nacional, iniciada en 1913 y confirmada oficialmente dos años después, es una clara muestra de evolución de pensamiento. Cuando él Zg de marzo de 1913 se reúnen varios farmacéuticos en el Colegio de Madrid, indican que el objeto de la convocatoria res el formar una Asociación que, iniciada por la juventud farmacéutica de Madrid, sirva para unirse en defensa de los prestigios de Ia clase, terminando con las rencillas y diferencias que existen entre Ios farmacéuticos y buscando nuevas orientaciones para conseguir acabar con las corruptelas y vicios de que hoy adolece el ejércicio profesional y que, como es. consiguiente, vienen en perjuicio y desdoro del farmacéutico, (81) En este escrito de constifución se manifiesta clararnente como cuestión acuciante de acabar con alas rencillas y diferenciasD que 47 rc¿rlmentcc'xistíanentrc los f¿rmacéuticosv se pl'opone como rcrneclio ir ubuscauclonuevas orienttrcionesr; sin embargo, en Ias con (lucl en su bases de la nueva organizaciórl,rtos encotrtr'¿unos ¿rltículo3.", íruico clue trata de la actuacit'ma segttir, las refornras evolutivas v progresistasno aparecen por ninguna partr'. En este flente ¿rl Gobic.r'no: ¿lltículo se propone como nol'rnas intnecli¿-ttas 1." La reforma clel Código civil y melcantil en rel¿rcirincon la Farmacia. 2.o Inviolabiliclad de la propieclad f¿rrmacéutica. 3.o Vigencia absoluta de las Ordenanzas de Farm¿rci¿r,(82). Como se ve, los propósitos eralr por encirna cle todo afianz¿rr como col' me1'orara lrr persona clel farmacéutico consideritr-rclole tle l¿rsOrnrcrci¿rntev propietario, acogiéndosea irrs clisposiciones clenanzas,que ya tenían cincuenta y tles años cle vigertcitr y que se preocupaban más de l¿rventa cle rnedic¿rmentostlrre cle clar normas pal'a su elaboración. Pero de todas fonnas y¿r ela clemasiaclo ttrrcle para recoger al grupo disidente', creador cle l¿r inclustria f¿rrmircéutica, y totalmente imposible tratar de regular est¿riuclustri¿l con un criterio esenci¿rlmentefarmacéutico. Por otra pirrte, los cre¿rdolesde la intlustri¿rfirrmacéutic¿rfuuclaron sus f¿rrm¿rcéuticos (83), que aun(lr,leal principio ftreron estrictapropias ¿rsociaciones mente f¿rrmacéuticas,luego se fue abriendo la mano lentrtrneute, hasta-el punto de que para llegar a una total clc'spersonaliz¿rcióu, fueron las emprelos miembros numerarios de estas ¿tsociaciones sASerl lugal cle los farmacéuticos. La empresa farmacéutica, igual qtre stl pt'ecedeute, el fat'nracéutico industrial, mantiene estrechoscont¿rctoscon la c'laseméclica v cada vez se aleia m¿is del iunbito galénico de la farmacia. O sea, tlue Ios fltrmacéuticos(lll(' ," ,tgr,,1i,t,ell l¿t (Jlri,'r¡rF¿t'm¿icéutica Nacional sólo son los cluc actiran, de una u otra manera, en la oficina cle Farmacia, precisarnetttecuando ésta va perclienclo gran parte cle su influencia. Con esta situación el cogollo f¿rm¿rcéutico,todavía b¿rstante florido, no sólo clueda alejado cle l¿rsdernás plofesiones sanitalias, sino que r'¿r perdiendo, cle Llna manera clefiuitiva, lil preparación clel medicamento, va rlue la auténtica creación no la hallía c'iercido nunca. El problema de los estudios en la Facultad tle Farmirci¡-rse complica mucho más todavía. Antes, con un criterio decidid¿rmente simplista, se supone que al farmacéutico, culto naturalist¿r-v experto c1uímico,le son suficientes unos conocitnientos de prtictica farmacéutica -así se denominaba entonces a 1¿ Farmacia galénica- p¿rraregentar, con l¿rdebicla autoridad, la oficin¿rde Farmacia. el farm¿'Lcéuticova no es solamente Pero las cosashan c¿rmbi¿rdo, rlue justiprecia ho¡est¿tmelrtc un hombre científicoy eficirzartes¿uro que acomodar los remeclios por él elabolaclos, sino que se tiene no ha topreparación entuya medicame'tos de ;i"';;;;;""áto Pero' jueSo.mercantil' el en cle.lleno entra <1ue maclo paite, o sea, tur'Ord"r"rras o5ligtrn al farmacéutico al análisis ""rná-to¿or' "i"-#, que haya de dispensar, tendría necesari¿mente á" f", productos estos nuevos fár'macos. Sin embarrgo, en las ;;";":;Éá, apay Éo""ltoa", de Farmacia ignor_anambas circrtnstancias _no oficina de la o cle sus átuclios, ni la economía de ;;;;;;t-;irr!.tt ffnales a ni"el análisis de medicamentos. Unicamente, i"";;"i", aparece una monstruosa asignatura qtte, lle'a por XIX, áel sielo prácticas ,v de _Análisis üi"f" I "1'i"tri"u'-fiti"a aplicacla, con sus y Venenos órri-i"o y en partic.,la. áe Alimentos, Medicarnentos c'on p.áctlcat d" Laboratorio" (84)' -""p:;;;;;i,, f"" tomando consistenciala-nueva.figrtu del nDid" esa incipiente industria fa'macéutica, que ne,""t--i¿""i"o, qtte tamcesitaba ciertos conocimientos técnicos y farmacológicos., Cuando Farmacia. de universitarias impartían e' las aulas ;;;;; de Io exacta noticia va teniendo se XIX tigtu ffi;;;#Jo exclusi"i en ciencia, esta integ'a se il:f ,l"i; ;"t lo r'"t'i"ac.ología, u^u, la F¿rcultadde Medicina' "n consecuencia,-los estudiosque se realizaban en la Facultad En pero no facilitaban, d" ñurrio"i" .lub"rr'cierta cultura^ cie'tífica, e inmediata auténtica de necesarios conocimíentos ,trrn"n, los ""ri práctica en el ejercicio profesional' "pii*"i0" se refiere a'la relaclón con la sociedad' se puecle que En lo casi en su totaliunrñ"r. {,_,É-f,,"iutinaÁe"te van desapareciendo, como protaf¿rr.macéutico y sirtiras que tenía' al ;;¡, l;rir".iu, desinmaniffesto por u¡r se sustituyen go;irt", pelo, siir "nrbutgo, medicación la recibida t"i tt"o i."r", otr- o"rte del enfeilo, que JJ fur-u"éúti"o, clue se encuentra olvidado, so;-;"";;,i;;e; y muy pocas Iiintio v roto, y alguna vez es teceptor de censuras los ciertos de boca cle sea no -portavocesde de alabanzur, que.sería "o-3frase, conocida una con u".,"r.lo á""ii á" ;;;;;áríu al costo de lo que realmente valen y muy venta¡oro "o.nprarles venderles al precio de lo que creen ser' 4g (Entre las innumerables pobrezas que hoy día entristecen y doblesan a los hombres, la más injuriosa es la pobreza de esperanza. A nosotros toca remediar esta cobarde indigencia, amasar de nuevo la herencia dilapidada. u PeprNr(Obras, T. III, pág. 885) ACTUALIDAD PROMETEDORA Y FUTURO ESPERANZADOR Digo que el presente es prometedor, pero no nos engañemos, es también clifícil y sombrío, como consecuencia de un equivocado pretérito, que ha sido aceptado casi unánimemente como muy bueno clurante más de un siglo. Pero el presente debemos considerarle como consecuencia del pasado sólo en un cincuenta por ciento, y la otra mitad hemos de aceptarla como nuestra en tanto que nos va a servil para elaborar el porvenir. Creo que esto es lo realmente interesante, si el pasado no nos ha sido propicio a causa de errores de concepto y de estructttra, algunos imprevisibles y hasta inevitables, no perdamos el futuro cayendo en las mismas u otras equivocaciones. En este sentido soy optimista, lo soy por naturaleza, y hago mías las palabrasde Papini: uEl pesimismoes pecado contra Dios y contra el espíritu; pecado que nace del pecado y lo multiplica" (85). Pero además de este optimismo de mis adentros, que carecer'ía de valor si lo exteriorizase en solitario, se me aparece otro motivado pol la reflexión a que nos obligan determinados sucesosen la actual coyuntura de la Farmacia. Estos sucesosestán valor ados y alentaclospor ciertas actitudes en las que se manifiesta el deseo de una inmediata renovación y que si no tienen la fierza que hubiera de desear no es por falta de intención y de entusiasmo, sino porque las estructuras por donde se encaminan son muy angostas,sinuosasy desprovistasde elasticidad. Pero Io importante es el deseor eu€, si se afirma como incontenible, obligará a ceder a la estructura. Posiblemente en esta deficiencia estructural se base la falta de respeto de que acusamos a las jóvenes generaciones,respeto que quizás no merezcamos, por estar agarrados con desusada firmeza al clavo ardiente de nuestra conveniencia personal. En mis continuadas conversacionescon alumnos de la Facultad de Farmacia he podido apreciar que no est¿incarentes de icleas y de propósitos, aunque sí faltos de conocimientos, y plesentan, con esperanzadora frecuencia, sus inquietudes, criticanclo con la dureza propia de la juventud la situación presente. En consecuencia,al tiem50 DO Oue procure¡1os remecliar su perruria cle conocimientos, debe-ns^euitar, por toclos los medios posibles, que se conviertan en ,,t"ti""ror dél sentido comúnu y se contagien corr la manera de o"rrru. de otros compañeros que, jóvenes o no' suelen tener Ia mente emPaPadade viejas ideas' -quizá.s lo soy sin darme cuenNo deseo pecar de dogmático pero posiblemente ta, fero la vérdad et qné no quiero serlo-;. de ientido sino esbozaseideas correccliscurso iohá ""r""-i"t" o meior mis esperanzas.creo que pueden-aplicarse a_)Protoras."rt" las-palabr.asque Hcsse,r empleó refir'iéndosea ;;;i;;;Éé,rti"o sobre el nconocimienton: nEstamos ahora en situación ,rr, posiu"", la crítica del realismo y del idealismo y de tomar ál t"rtrdios anteriormente, la disputa entre ambos. Como hemos visto "" "i¿" ,r^ologr" demostrar que la posición del realismo sea ái"ii""ifr-o por otra parte' tamcántradictoria !, llor ende, imposible' Mas, a su adversadefinitivamente abátir ;;;;-;i-;""úráb^"o"sieue - (86). -rio, üuráhundo por una senda equidistante entre el idealismo-y 9l hacer de la ,"utir*o, h"*oi de aceptar quá frente al deseo de y altamente intelectualizada Farmacia una enticlad p^erfectimente emsentido' cierto en social, realidad ." ulru la ciuda ¡;;;;á;, F¿rrmacia. veldadera la ser debe que lo ne^ñada 'A;i;;ü erl no entender enfrenta?niento, el camino a seguir no puede "rrt"rrti"o mentalmente ser, de ninguna manera, el cle una lógica elaborada, actualidad. la conforman que n i" ár'-ffiu, ^ las circunstanciasfenomenalismo un abándonando que, -á, Lr-;;;ñ; en "onu"nicnte a ultranza, nos apreste-ot i una lucha larga pero metódica' tradi¿orfroni"r, nuestras voliciones con las resistencias ü;;;;; para conseguir, por-lo menos, una vivencia espelanzadocioiales, lo ierdad. La victoria, si se consigue, debe ;;^u-"-jrñ;urnáu "o? un liser'considérada como un alto en el camino' o meior-como episteidealismo el,triunf' total de un á"." l=.pfto, hasta lograr con nuestros deseosy quereres. realidad a-la iguale que irológicó a ocasioDurante esta exposición me he referido varias veces procoyunturales' ,r"r1"iaiau, po, lu'Farrnacia en circunstancias y^prgfyn; detenida estucliamos si positiva^situación, ilt"", ;;;;i"'*oí""i¿n comprenderemos con facilidad damente nuestra "Lt"ul queestamosvir,iendomomentosextraordinariamentefavorablesy habremos perdido la última posibilidad ü;; ;il;; d"rp"rdi"iomos pertenecemos los que estacomún a tres generaciones: a- la que por -los t1 i pi" mos va con un ,o"p gstá integradá "'t'ibo, ""-"frigen-la.actualidád farmacéutica y la forq"" #"ili;J*í p"t los comionentes de la r-ruevaola' ;;Jprcvia a toda acción' es imprescindiCreo que, comá cuestión el cacareo estrepitoso hechi<lo de ,ün.ritit'"-entJ bl";;;;;; 51 triunfalismo que manifiestan reiteradamentc algunos farmacéuticos, que no- convence a nadic 1' solamente es cieído pol los propios vocingleros y escuchado por oídos complacientes o cómplices, con el consiguiente pe{uicio para los inteteses cle la ¿ruténtiica Farmacia; como dijo un famoso médico español clel siglo XVIII: (pues todas estas cosasnos h¿u de tener desconfiacloscle sus aserciones, haciéndonos entender, <1uenuestr'¿rcrecncia sólo se ha de dar á sus pruebas, y á las razones en que se fund¿rn lo que afirman" (87). Sí dejarnosde c'onsiclr.r'alnos c'ornomiirtires y cómo héroes, no pretenderemos tampoco sel preclicadores v apr.ove¡charemos la actual coyulltura-tlabajando intensamentepara lograr una nueva y ventajosa situación por meclio de la unidacl v la autonomía. A plimera vista pucde p¿lrecerc¡ue unidad v autonornía son principios antinómicos, ltero no sucecle¿lsísi concebin-losa la uuidad farmacéutica en el concepto cle enticlad y consideramosa la autonomía únicamente como un letotlne regional. Para poder consiclerala la Falmacia conro una entidad, habría que conseguir uniclad cle acc.i<iny, cle clitc.rio entr.e todas las cor--oficil¡as cle F¿l'mtrcia,laboratorios de poracionesfarm¿rcclrrticas faunacéuticas, especialidade,s analist¿rs,Facultacles urriversitarias, Colegios profesionalesv Re¿les Ac¿clcrnj¿rs-,ya que el fin de todas ellas es común por clefinición: prevenil v cuiar las enfermedades. Resulta evidente clue cuando varias colectividades tienden a un fin único les debe ser rel¿rtivamentefácil llegar a unificarse.si no se siente cada nna dr, cllrrs c,ir¡ltrrd¿ pol. algún inter.ésparticular que_actúe de rémora o de impedimento. Cr-eo, sin emba.go, que todos estos inteleses secund¿rrios deben ser limados. corregidominados en beneficio del enfer.rno, hasta tal punto qire 9or { la Administración pública tendria (lue per)sar muy ser.iamentesi deben permitirse activicladr:s falrnacéuticas o parafarmacéuticas en las que el interés sanitario esté subordinadoá otras preocupaciones. si esta unicl¿rdfar'racértica se lograse sin reseña., r"ltí" un gran paso er] pro de la salud pública, per.o Ia auténtica perfección no se logrará hasta que no se unifiquen decididameñte los servicios médicos v farmacéuticos. En algunas naciones, concretamente en la URSS, están reunidos los estudios de medicina, farmacia, veterinaria y otros servicios auxili¿rresen la Facultad de Ciencias Médicas, eye- depende del N{inister.iode Sa'idad, lo que demuestra que en dicha nación no se pe'mite ingerencia algüna en los dominios sanitarios. son más numeroros dJlo clue se cree los médicos y farmacéuticos que desean esta unión de ias ciencias médicas, y la mejor muestra <1uepudiera dar la Administracjón de que comparte este deseo sería la creación en España de un 52 Ministerio de Sanidad. Quizás valiera la pena que entonces se intentala nuevamente la creación cle una facultad de ciencias médicas, que ya tuvo precedente en España en los años 1821 y 1843 (88). ¿,Quela realización de todo esto es fácil? Creo_que no. Como difíóif lo presento y como ardua su puesta en marcha' Pero sí estimo que es muy conveniente, y me atrevo a profetizar que dentro de algunos años será indispensable. Está universalmente aceptado el consiclerar a la sanidad internacional como una lucha sin cuartel contra la enfermedad, la veiez y el hambre, que también la desntrición y la senectud son enfermedades. Aceptada esta premisa, v sabiendo que todo ejército es más eficaz cuando está más unido y todos sus componentes participan de la misma estrategia, Io que pretendo sencillamente es que, por los organismos competentes,creados o por crear, se posibilite una Iogística sanitaria capaz no sólo de resolver los problemas del momento, sino también de plantearse otros nuevos, que con las estructuras actuales no nos podemos ni imaginar. Est¿i fuera de toda discusión que el protagonista único de la sanidad v de las ciencias de curar es el ser humano, enfermo o no; por tanto, los intereses particulares de los comparsas deben armonizarse y someterse al interés general de la especie humana, en este caso representada por el hombre español. En esta unidad que preconizo, estimo como partes más importantes del todo unificado, a las siguientes corporaciones: Reales Academias de Medicina y Farmacia; Facrrltades universitarias de Medicüra y Farmacia; Colegios oficiales de Medicina y Farmacia y Agrupaciones empresariales de los Laboratorios de esp-ecialidadet Tar-*"éuticas, y, como es natural, por encima de todas ellas, como director y árbitro, a Ia Sanidad Nacional. Todas estas corporaciones tienen misiones específic-asmuy diversas, pero si sus óaminos son confluentes se puede-llegar a una unidad áe acción que, aunque diversiforme' sea unldqd por encima de todo. Esta ünidad dé acción ¿es ahora realidad? Rotundamente, no. Entre los diferentes organismos pertenecientes a la Farmacia y los de la misma categoríá y nombr:e que conciernen ¿ la Mediáir.", .ro existe la enemiitad áe antaño, p".o- sí una to_talindiferencia; pero la cuestión se hace más inexplicable cuando esa indifer".r"li cunde entre los diversos estamentos de una misma profesión sanitaria. Concretándome a la Farmacia, quizás el planteamiento correcto debiera realizarse en el seno de una gran asociación farmacéutica que, integrada por Academias, Colegios, Facultades y a8rupacio'nesempresariales,fuese el gran órgano consultivo y rector' 53 que sin carácter ejecutivo oficial tuviera suffciente fuerza moral y disuasiva para que sus consejos tuvieran la casi consistencia de un mandato legal. De esta manera se podrían salvar las barreras reglamentarias que impiden colegiarse a los no farmacéuticos y que hace que Ia voz de éstos no pueda ser escuchada directamente ni en las asociacionessindicales de laboratorio ni, por supuesto, en las academias, ni en las facultades. En realiclad este organismo podría ser el cousultor de la Sanidad nacional en asuntos referentes a la Farmacia, con lo que se evitarían consejos tendenciosos e interesados. Por otra parte, es mucho más fácil llegar a conclusiones válidas en coloquios alrededor de la misma mesa donde se conoce mejor al interlocutor, que no cuarrdo se llevan conclusiones pleconcel>idasa las que se trata de defender a toda costa, aun a riesgo de desoír voces sensatasque manifiestan contrarias opiniones, creo que el espíritu de convivencia podría ahorrar a los organismos estatales escuchar pareceres encontrados de personas o corporaciones portadoras de ideas fijas e irreconciliables. De esta manera se expresó Leibniz, al justíficar sus estuclios sobre la naturaleza ¡ nA ello me he resuelto principalmente para aprovechar los juicios de las personas expertas en estas materias; porque sería demasiado embarazoso allegar y sumar todas las opiniones particulares de aquellos que se encontrasen dispuestos a darme instrucciones, que yo aprovecharía desde luego, siempre que en ellas resplandeciese el amor a la verdad, y no la pasión por las opiniones preconcebidas, (89). Esto de las opiniones preconcebidas se puede aplicar a las relaciones entre farmacéuticos y médicos, que van recibiendo por tradición oral de siglos una variada serie de infundios, que generalmente son bien aceptados sin posterior investi8ación. Generalizar es muy difícil y hacerlo sin la debida preparación es un pecado imperdonable, y más en este caso, en que la mayoría de los profesionales de la ciencia de curar actúan dentro de su misión particular con honradez, sinceridad y acierto; por eso creo firmemente que si esa mayoría se pone de acuerdo y vence obstáculos atávicos, la relación médico-farmacéutico será muy intensa y no tendrá más límite que la conveniencia del ejercicio profesiorral en su acepción más pura. Es verdad, y en eso se basa mi optimismo, que en algunos hospitales españoles el farmacéutico forma parte del pequeño consejo del que ha de salir la medicación adecuada y que también algunas asociacionesmeritísimas agrupan juntos a médicos y farmacéuticos, pero no es suffciente la presencia de estos casos aislados, sino que debe ser considerado como nafural y corriente que el farmacéutico, de una manera u otra, esté siempre presente donde se trate del medicamento, de forma teórica, experimental o profesional. Se comenta, con exceso, que la labor del falmacéutico en la oficina de Farmacia es más mercantil que técnica o científfca, y también el absentismo de estos profesionales, sin darse cuenta que una de estas aseveracioneses consecuencia de la otra. Si al fármacéutico no se le hubiera limitado al mínimo su intervención en el medicamento y se le consiclerasecomo el auténtico técnico en esta materia y en consecuencia el supremo juez de la dispensación, le sería totalmente imposible ausentarse de su oficina de Farmacia. También influye que los farmacéuticos suelen gfaduarse estando en posesión de bastantes conocimientos de Farmacia, pero casi ninguno de lo que debe ser el farmacéutico. creo en Lorrr""t"r,"ia que si la unidad interprofesional llegara a ser un hecho cierto, se resolverían muchos problemas' A lo largo de este discurso he expresado la importancia deffnitiva que tiene en las ciencias de curar el ser humano, que desea su salud por encima de todos los demás deseos; deb-e "orrr"-r\rul. también ser tenido en cuenta al organizar la sanidad nacional, maner-ade intervenir en los procesos técnicos, pero sí de ninguna "hacerlo en los planteamientos generales, en una palabra, ha de la sanidad debe politizarse v la sociedad dar su opinión. En anteriores párrafos indiqué clue al lado cle la uniclad debía paralelamente una autonomía de ámbito regional, y practicarse ^uhoru affr-o^ que es considerablemente precisa a los Colegios profesionalesy a las Facultades universitarias. Todos iabemos que la región es 'na entidad geográfica e histórica, que, limitada por ¿rccidentesnaturales, mantiene en su ,"no ,rná cierta ideología y, lo que es más importante en este caso, unas costumbres. Es conveniente, por-ta-nto, q."e-a los colegios profesionales se les conceda la capacidad legal de organizaóión ientro del coshrmbrismo de srr región e incluso de su zona y, por ende, los planes de estudios universitarios deben también regionales. Se pueá"o,op"rutre a lainecesidades y cara_cterísticas que los títulos de licenciado en Farmacia de¡e' ampad" rar "r:gtii, unos mismos conocimientos en todo el país, pero creo que es un argumento muy clébil, ya q,ue el tiempo se encarga de variar los esírrdios continuamente-y el título sigue siendo el mismo. y Afortunaclamente lo que estoy diciendo no es una novedad mi optimismo se basa fundamentalmente en que son muchas las p"rrJrru, que piensan en una incoercible renovación de las estruciuras sanilarias, pero indudablemente es una actualidad de la que y hasta sl rporquér, p€ro, sin embargo, el ;;;;-;i"q,t3, ocómou es todávía un ente de razón' Vuelvo otra vez al principio para affrmar que la Faimacia está p"ríodo avanzado de autognosis y que s" va conociendo a sí "r, misma con bastante celeridad, pero todavía no ha conseguido que Ios odemás, Ia conozcan en süs auténti"", áir"Ár-io""rl-Por último, pido perdón porque quizás h"t""i; á;l dogma_ tismo me haya co_nvertido,sin darme óuenta, uo ,r., propagarráirta de las doctrinas de Tomás Moro. 56 NOTAS (l) Ortega y Gaset,José.- "Unas leccionesde Metafísica".Madrid, 1966. (2) Spengler,Osrvald.- "La decadenciade Occidente". Trad. Manuel G. Morente.T. I. Madlid, 1923,pág. f66. (3) Hernández de Gregorio, N{anr¡el.- "Diccionario elemental de Farmacia. Botánica v M¿teria Médica". I\,f¿drid.1803. Discurso preliminar. (4) Hernánciezde Gregorio.- Op. cit.. 1803. (5) Yáñez Girona, Agustín. - "Lecciones de Historia Natural". Barcel o n a .1 9 4 4 .p á e . 5 . (6) SánchezAlbornoz, Claudio. - "Testamentohistórico-político".Barcelona,1975, pág.71. "What is History?". Nerv York, 1961, (7) Carr, Edward Hallet. pág. 16. "Reconsiderations,A Study of History", (8) Toynbee, Arnold J. vol. XII, Lóndon, pág,.L22. (9) Sartre, J. P. - "L'étre et le néant". París, 1943. (10) Dr. D. JosephCervi. - Primer médico de la Real Personay de la Reina; Presidentev Proto-Médicodel Real Protomedicatode C¡stilla, Cataluña y de los Eiéróitos del Conseiode S. M. (ll) Dr. D. loseph Suñol1'Piñol. - Médico de Cámarode Ia Real Persona y Proto-Médico.-VerHernández Moreión, Antonio. - "Historia Bibliográftcá de Ia lr{edicina Española". T. \rII,'Neu.York & London, 1967, página 382. (12) Ver Chinchilla, Anastasio.- "Anales Históricos de la Medicina en generaly Biográfico-Bibliográffcos de la Españolaen particular". T. III, Nerv York & London, 1967, pág. 36I. (13) PHARN,ÍACOPOEIAMATRITENSIS. - Primera edición. N,ladrid. 1739.Ver páginasdel Decreto. (14) Pha-rmacopoiea. Ve¡ páginas del Decreto. (15) Feijoo y Montenegro,Fray Benito. - "ft65p¡¡s5taal Disculso Physiológico Méáico'del Doctoi Don Francisco Dorado, por el Rmo. P. Ir,Iro. D. Fr. Benito Feyjóo, que la dedica a los GloriososN{ártwes San }ulián v SantaBasilisa".Mádrid,-1781,pág. 148. (16) Marañón, Gregorio. - "La Medicin¿ry nuestro tiempo". Madrid, 1957,pág. 19. (17) Martínez Pérez, Martín. - "Filosofía sceptica,extlacto de la física antigua y moderna, recopilada en diálogos entre un aristotélico,cartesiano y sceptico,para instrucciónde la curiosidadespañola;por el Mr. M. Martín Martínez; dedictrdo á Ia ilustre docta sociedadde Sevilla y á su dignísimo presidenteel Dr. M. ToséCervi, caballeroparmense,catedrático eñ la emindnte de aquella insigne universídad. primaiio del rev y reina, protomédico primero de Castilla,Cataluñay los elércitosdel conseiode S. M,, etc.", lvladrid.-1740. (18) Mafiínez Pérez, Martín. - <'Cartadefensiva,que sobre el primer tomo del Teatro crítico universal que dió á luz el ¡everendísimooadre maestro Fr. Benito Feijoó, le escribió sü más apasionadoamigo el docior D. Martín Martínez". Nfadrid, 1723. (Ver Chinchilla, T. III, pág. 150.) (tg) Mat'tínez Pérez, Martí¡. - "{¡"¡omía completa". Madrid, 1730. (Ver Chinchilla, T. III, Pág. 160.) (20) Feijóo y N{ontenegro,_FrayBenito. - "Apología del Scepticismo Médico". Madrid, 1781,Pág. 87. (21) PHARIVÍACOPOEIAMATRITENSIS. Editio Secuncla.1762. páginas del Decreto. 57 _- (2?)-- Herruíndez Morejón._-_-Op. cit. T. VII, pág. 135. Ver también C h i n c h i l l aT. . I U , p á g . 4 2 i y T . I V , p á e . g . pHAR\.fÁC-opOEiA HISpAi",. \tadrid, 1791. páginas det Des_ !zS) pacho. (24) Rof Carballo, N{.a Concepción.* "Biografía y labor docente de FranciscoCa¡bonell y Bravo". La Ilisbal, 1975, pág. 176. (25) Rof Carballo. - Op. cit., pág. 45. (26) Rof Carballo. - Op. cit., pá!. 40. (27) Boix y Moliner, lv{arcelino.- "Hipócrates defendido de las im_ postrrrasy,calumniasque_algurros médicospoco cautos le imputan, en particular en la curación ile las enfermedadeságudas,pues hasta ahora todiuía se ignora cómo las curaba: con la sola exposiciónó comento del primer aforismo;vita brevis,ars vero longa". Madrid, t7ll. (28) Palacios,Félix. - '-La farmacopeatriunfante de las calumnias é i-pq:tqrgr-qu-e 9q el Hipocratesdefendido ha publicado el Dr. D. Marcelino Boix". Madrid. 1713. (?9) lI:rná_ndezMorejón, Antonio. - Op. cit. T. VI, pág. 366. (30) Chinchilla. - Op. cir. T. III, pás.. LZ. {31) chiarlone v Mallaina. - "Ensáyó sobre Ia Historia de la Farmacia". Madrid, 1847: pág. 350. También' en la obra antes citaáa de los mismos au_tores, 1865, pág. 425. (l?) 9l'i"'l"lg y Mal-laina.- 9p. cit., 1865, pág. 457. - Op cit. Valencia, 1846, p-ag.'t+9. {q) Chinchilla. - Op. cit.. 1846, pág. a30. Chiarlone y_Mallaína. fl3) (35) Hernández Morefón. - Or¡. cit. T. IV. iaql SZ. (36) Iglesies -. "La'Real Academiaáe CienciasNaturalesy . . Iqt_J"*. Artes en el siglo XVIII". Bar.celona,1g64, pág. 52. - (37)- carbonell v Bravo, Francisco.-^ "Elementos de Famacia fundaql los principios de la Química moderna". Barcelona,lg05, pág. 2 de la 9g "Dedicatoria". - (38) Hernández de_Gregorio.-,Manuer. - "Anales histórico-políticos -- -de la Medicina,Cirugía y Farmácia';.Madrid, 1g33, pág. fOg.(39) Hernández de Cregorio. - Op. cit., pá!. 164 y siguientes. ' ' o (40) Hernándezde Gregorio.- Oi. cit., dág: 175. (41) Hernández de Grelorio. - O^p cit., pi-g. fSO. "Respueita". op. rzér, p?g.163. l1?l l:ijóg._-_ "Real c&ula d¿ s.M. y sáñores (43) "it.,der ioirsel-o por ra qual se manda geslr ]1 J'nta general de_gobieino de la facultad i""i¡d", se ,erábr"ce froto-Medicato; y que subsis-tala Junta s'perior gubernativa de Farmacia, "l con Io ctemásque se expresa". lr{adrid, 1801. 2SS. \44) Chinchilla. - Op. cit. T. IV. páx. (4fl G6mez caamaño. José Luis. -i 'PReseña histórica de Ia Escuela especial de Ia ciencia de curai''. Medicina e Historia. sur""lo",-igilá, g-za. ¿'Breve (46) cómez caamaño, José Luis. hisroria áL lu rut"tu¿ ¿u ^ciencias Médicas". circular" Farmacéutica.sur"Lto";, iésg, ;;. 1g7, página 79. yS"Tp^r,.José Antoni6. - "e¡¿sión inaugural que leyó 'Bur""Ío^_ la_ f11_ l:lcellsde[ en apertura Rea] colegio de Farmacia de San victoráno". na, 1815. Gabriel y Calán, Jos.éM.a - ..Castellanas',. Del vieio el consejo= ^,.^(njl a la,oración,- y h"y gentesmurmuradoras_ ojos a estas S::_to""tr, noras - cnstalesde aumento son. "rryo, (49) "Cuaderno que contiene los Decretos, Ia Ley y Reslamentos _ . de rnstrucciónPública expedidospor las cortes y el Gobiernóen el áio de lg5z". Págs.75; 122;147. (50) "El RestauradorFarmacéutico". Madrid, 16, III, f862, pág. (51) Unamuno, Miguel. - "Del sentimiento trágico de la vida"' Madrid, 1938, pág. 186. "Ell RestauradorFarmacéutico". Madrid, I, XII, 1844, pág. 19. 6 (Sg) "El RestauradorFarm¿rcéutico''.Madrid, 1_5,IV, 1845' pág. 94' farmacéuticos iSl) Ruiz, Ramón. - "Sobre el plan vigente de estttdios-. y necesidad de su reforma". "El RestauradorFarmacéutico"' 1' I' 1835' páe. 33. - "(55) Ruiz. - Op. cit.. pág. 34. (56) Ruiz. - Op. cit., -pá9. 34. "Historia del Real Colegio de iSl\ Gómez Caimaño, Tós¿ luis. Farmacia de San Victoriano". Gerona, 1958, pág. 44 y siguientes. (58) Hernándezde Gregorio, Iv{anuel.- Op. cit., 1833, pág. 69. (59) Hernándezde Greforio, Manuel.- Op. cit.. 1833'pí,g 70 iooj Anzin y Yarza, Júan fosé. - "Reorganizaciónmédica". "El Repertorio maizo de 1844. médico".'Barceloná, ^ (61) "La Universidad",23, XI, 1848, núm' 6' iAZj "Ordenanzas para el ejercicio de la Farmacia, comer-ciode drogas v' venta de plantas medlcinales".-RealDecreto de 18 de abril de 1880' "Memoria del ejer-cicio (63) Cólegio de Farmacéuticosde Madrid. de está corpoáción en 1860, que presenta la Junta de Cobierno de dicho a la C'eneralde 29 de dici,embre".Madrid, 1860. año, '(M\ "EI año 186l ante Ia Farmacia española".- "El RestauradorFar' macéutico". Madrid, enero de 1861. (65) Pasteur,Luis. - "Mémoire sur les corpusculesorganisésqui existent dans I'atmosphere".París, 1861. (66) Documento dirigido al Ministro de la Gobernacióndel Reino, por el Colegio de Farmacéuticosde Madrid, en 12 de diciembre de 1860' Firmado pór Nemesio de Lallana, Presidente, y Germán Martínez, Secretario. rc7\ Reslamento de la Real Academia de lt{edicina de Madrid. - TITUiO IIL :- De las seccionesy comisionespermanentes. 4tt. 14. Se dividirá la Academia en Ias seis siguientesseccionesy estarán distribuidos en ellas los socios de nírmero en la proporción que en seguida se expresai Socíos Secciones 10 De anatomíay ffsiología l.a L4 2.8" De medicina..'... '.. 12 3.a De cirugía 7 4.e De higiéne pública 6 De filósofía y literaturir médica 5.^ 7 De farmacia 6.s 168) Real Decreto. - Artículo l.o se crea en Madrid una Academia Real de ciencias Exactas,Físicas y Naturales,que declaro igual en categoría v Drerroqativasa las Academiai Española.de Ia Historia y de San Fer.rr.táo].. Daáo en Palacio a 25 de febrero de 1847. (69) Reglamento del Cuerpo Facultativo de leneficencia Municipal de PriCapítulo Pli de 1864' - Stpfll: de iulio Orden de de 9 de Real Orden por Real Madr¡d. itid,--'-ó;g;;iradi¿" ap.o*b^do por apro*bado iulio de-.t{Oa' facultativo de 1 El cuerpo Cuerpo facultativo Artículo Artícdlo 1.o Cuerpo. cuerpo. del brg".rir"óión ;;; -"ro. Beneffcenciamunicipal de Madrid se compondráde los profesoressiguientes: 8.000 rs. vn. Veinte médicosnumerariosprimeros con ... 6.000 Treinta y dos médicossegundoscon ... 2.000 y veinte supemumerarioscon ... Tres esf.recialistas Veinte farmacéuticos 3.000 Cinco cirujalos numerariosprimeros con .'. ... ". con ... 2.000 Quince cirújanos segundos 5oo ñi", ..rpet.rumerarioscon .. ' 59 "Ensa;'o Biográfico v Bibliográkco - (70) Poutes y Rosales, ]osé de. -1863, 'XVI". de Fray Be¡naldlno Laredol farmacéutico del' siglo Madrid, pág. 14. (71) Hernández de Gregorio. Olr. cit. "Anales". Madrid, 1833, página 194. (72) Marañón, Gregorio. - Op. cit. Madrid, 1957, pág. f6. (73) Ley Orgánica de Sanidad. 28 de noviernbre de 1855. Capítulo XIII. Sobre expendición de medicamentos. Art. 84; Art. 85; Art. 86; Art. 87: Art. 88 v Art. 89. (74) Ordenaízas para el ejercicio de Ia plofesión de farmacia, comercio de drogas y venta de plantas medicinales. 18 de abril de 1960. - Capítulo IL - Del ejercicio de la Farm¿rcia. Art. 16; Art. 17 y Art. 18. (75) Jordi González, Ramón. "Relaciones de los [¡oticarios catalanas con las instituciones centrales". La Bisbal, 1960. (76) Cómez CaamaÍro. - Op. cit. Geronir, 1958, págs. 32 a 34. "Estatutos para el régi(77) Real Decreto de 17 de abril de 1898. men de los Colegios de Médicos v Farmacéuticos". '<Hace (78) Real Orden de 19 de' diciembre de 1867. ya mucho tiempo que de diversas provincias de la Península se elevan numerosas que¡as sobrtJ la insuficiencia o falta de observancia de las disposiciones legislativas que tienen por objeto el prevenir los abusos a que puede dar lugár la venta de medicamentos. Hace algún tiempo ya que Ias quejas son más concretas y que se vienen determinando y denur.rciando infracciones de la Ley de Sanidad y trascendentales intrusiones que verifican algunos profesores d'e Medicina en la de Farmacia, dando con tal conducta un eiemplo lamentable que por desgracia sigue esa infinidad de intrusos que ejerce sin ninguna clase de títulos que cohonestan su intlusión. ,.,". (79) Carmona Cornet. Ana M.a y Cómez Caamaño, José Luis. "Influence de la Chemie Allemande dans I'Ensignement de la Pharmacie Espagnole". Inter. Kongress f. Geschichte d. Pharmazie. Bremen, 1975. (80) Real Decreto-Ley de 9 de febrer ode 1924 (Gaceta de 13 de fe"Reglamento de las especialidades farmacéuticas", brero). (81) "El Restaurador Farmacéutico". Barcelona, 1913, núm. 7, pág. 129. (82) "El Restaurador Farmacéutico". Barcelona, 1913, núm. 7, pág. i3L (83) Se creó una en Madrid, con la denominación de "Asociación de productores de especialidades farmacéuticas" y, por lo menos, otras dos, una en Barcelona y otra en Yízcaya. (84) Real Decreto de 24 de septiembre de 1886. Gaceta de 26, pág. 9I0. "Obras". T. III, pág. 882. (85) Papini, Giovanni. (86) Hessen, Juan. - "Teoría del Conocimiénto". Méfico, 1956. pág. 85. "Lógica", N{adrid, 1781, pág. 111. (87) Piquer, Andrés. (88) Ver notas 45 y 46. "Nuevo sistema de la natura(89) Leibniz, Godofredo Guillermo. Ieza". Madrid, 1929, pá9. 6.