Dirigentes Cristianos

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Seminario
para la formación de
Dirigentes
Cristianos
BREVE COMPENDIO
DEL MAGISTERIO SOCIAL DE LA IGLESIA
SOBRE DIVERSOS TEMAS
Recopilación a cargo de:
Lic. Inés Franck
“Para animar cristianamente el orden temporal —en el sentido
señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles laicos de
ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es
decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa,
administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e
institucionalmente el bien común”.
Juan Pablo II, Christifideles laici, N° 42
Dimensiones de la actividad humana
EL TRABAJO
“El trabajo tiene como característica propia que, antes que nada, une a los
hombres y en esto consiste su fuerza social: la fuerza de construir una
comunidad”1.
El hombre en primer lugar se dirige hacia las cosas a través del trabajo. Mediante
el trabajo, el hombre expresa su dignidad, su dominio sobre la naturaleza, sobre lo
exterior a él mismo. El trabajo es “el camino por el que el hombre realiza el
‘dominio’, que le es propio sobre el mundo visible ‘sometiendo’ la tierra”2. Es una
herramienta de comunicación por la cual transforma la tierra y le imprime su sello.
Esta realidad, que es tan primaria y necesaria para el hombre, y que responde no
sólo a su identidad más profunda sino al mandato que recibió del Dios, es, a la
vez, muy compleja en nuestros días.
Vemos que es así hoy en día, en los medios, en persona, cuando vemos que no es
lo mismo un trabajo que otro, que no todos están igualmente remunerados, que la
problemática de los trabajadores no es siempre la misma, que los reclamos
difieren. Esto es así porque hay muchas cuestiones implicadas en el tema del
trabajo. Para un cristiano hoy resulta a veces muy difícil juzgar las diversas
situaciones y defender los principios de la justicia y de la paz social en tantas
circunstancias que involucran a tantos actores, intereses y derechos
contrapuestos.
Por eso el Magisterio de la Iglesia nos recuerda ciertos principios que son válidos
universalmente y que son esenciales a la hora de asumir una postura, dar un
consejo o actuar en un conflicto.
a) El destino común de los bienes terrenales
Es el primer principio involucrado. Significa que “Dios destinó la tierra y todo lo que
ella contiene al uso de todos los hombres y pueblos, de manera que los bienes
creados deben equitativamente llegar a cada uno, presididos por la justicia y
animados por la caridad. (...) El hombre, al usar de esos bienes, no debe
considerar las cosas exteriores que legítimamente posee solamente como propias,
sino también como comunes, en el sentido de que no aprovechen exclusivamente
a él sino, además, a otros. Por otra parte, corresponde a todos el derecho de tener
bienes suficientes para sí y su familia” 3.
Este principio está en la base de toda la doctrina social cristiana. Es inconcebible
que haya quienes no posean lo esencial para sobrevivir y que no tengan acceso a
los beneficios mínimos que la cultura proporciona.
1
Juan Pablo II; Laborem exercens; Nº 20
Juan PabloII; Laborem exercens, N° 9.
3
Concilio Vaticaon II; Gaudium et spes, Nº 69
2
Si entendemos bien este principio, encierra un desafío enorme para los dirigentes
políticos, sociales y económicos. El ordenamiento de la sociedad que los dirigentes
promuevan, debe ser tal que combata la pobreza extrema como a un crimen. Y
toda la distribución de los bienes debe ser analizada a la luz de este principio.
Y también exige de quienes no tenemos cargos dirigenciales una actitud de
comprensión y de compasión hacia quienes menos tienen, hasta llegar a compartir
con ellos lo que se tiene, en la medida de lo posible y de la especial vocación de
cada uno. Pero una cosa es segura: todos estamos llamados a compartir algo con
el prójimo, de un modo u otro.
b) El trabajo es un bien del hombre
Además de ser el instrumento por el cual el hombre ‘domina’ objetivamente a la
naturaleza y la ‘somete’, el trabajo es ocasión para la dignificación subjetiva del
hombre que trabaja. Al dominar la naturaleza, el hombre está siendo
verdaderamente hombre, cumpliendo y obedeciendo el mandato de Dios Padre.
Haciendo esto, el hombre es plenamente hombre. Por lo tanto, podemos decir que
el trabajo es un bien del hombre.
“El trabajo es un bien del hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante
el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias
necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto
sentido ‘se hace más hombre’”4.
c) El trabajo es fundamento sobre el que se forma la vida familiar
Pero no solamente el trabajo dignifica y es esencial a cada hombre en particular,
sino que además es clave en la formación de una familia. No debemos olvidar que
la falta de trabajo repercute entonces directísimamente en la conformación de las
familias de un país.
El trabajo “es, en cierto sentido, una condición para hacer posible la fundación de
una familia, ya que ésta exige los medios de subsistencia”5.
d) El empleo
En esta línea expositiva, podemos decir que la dirigencia debe siempre buscar
incrementar el empleo, ya que éste es necesario para la manutención de la familia.
“El desempleo (...) es en todo caso un mal (...) que, cuando asume ciertas
dimensiones, puede convertirse en una verdadera calamidad social”6.
e) Principio de la justa remuneración por el trabajo realizado
El trabajo se remunera con el salario. “El problema clave de la ética social es el de
la justa remuneración por el trabajo realizado (...). A este respecto volvemos de
nuevo al primer principio de todo el ordenamiento ético-social: el principio del uso
común de los bienes (...). La remuneración del trabajo sigue siendo una vía
4
Juan Pablo II; Laborem exercens, Nº 9
Juan Pablo II, Laborem exercens, Nº 10
6
Juan Pablo II; Laborem exercens; Nº 18
5
concreta, a través de la cual la gran mayoría de los hombres puede acceder a los
bienes que están destinados al uso común”7.
“Por eso creemos que es deber nuestro afirmar una vez más que la retribución del
trabajo, como no se puede abandonar enteramente a la ley del mercado así
tampoco se puede fijar arbitrariamente; sino que ha de determinarse conforme a
justicia y equidad. Esto exige que a los trabajadores le corresponda una retribución
tal, que les permita un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente con
dignidad a sus responsabilidades familiares”8.
f)
Primacía del trabajo sobre el capital
Otra cuestión que muchas veces se plantea es la de la relación entre el trabajo y el
capital. En ningún caso los medios materiales deben primar por sobre la dignidad
del trabajador. El capital está al servicio de la empresa y de las personas y no al
revés.
“El trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el capital, siendo el
conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o la causa
instrumental”. “Todos los medios de producción, desde los más primitivos hasta los
ultramodernos, han sido elaborados gradualmente por el hombre: por su
experiencia y la inteligencia del hombre” (...). “Así, todo lo que sirve al trabajo (...)
es fruto del trabajo humano”9.
g) El derecho a las prestaciones sociales
“Además del salario, aquí entran en juego algunas otras prestaciones sociales que
tienen por finalidad la de asegurar la vida y la salud de los trabajadores y de su
familia. Los gastos relativos a la (...) asistencia sanitaria (...), el derecho al
descanso (...), vacaciones (...), a la pensión, al seguro de vejez (...), el derecho a
ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la
salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral”10.
h) Los sindicatos
“Sobre la base de todos estos derechos, junto con la necesidad de asegurarlos por
parte de los mismos trabajadores, brota aún otro derecho, es decir, el derecho a
asociarse; esto es, a formar asociaciones o uniones que tengan como finalidad la
defensa de los intereses vitales de los hombres empleados en las diversas
profesiones (...). Sin embargo, esta ‘lucha’ debe ser vista como una dedicación
normal ‘a favor’ del justo bien (...); pero no es una lucha ‘contra’ los demás”11.
i)
7
El trabajo en función del hombre
Juan Pablo II; Laborem exercens, Nº 19
Juan XXIII; Mater et magistra, Nº 12
9
Juan Pablo II; Laborem exercens, Nº 12
10
Juan Pablo II; Laborem exercens, Nº 19
11
Juan Pablo II, Laborem exercens; Nº 20
8
“Es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el
trabajo está ‘en función del hombre’ y no el hombre ‘en función del trabajo’”12.
LA ECONOMÍA
Expresa la materialidad y corporeidad del hombre, sus necesidades más
concretas.
a) Aporte de la economía
“Siendo necesaria, la actividad económica puede, si está al servicio del hombre
‘ser fuente de fraternidad y signo de la Providencia’; ella da ocasión a intercambios
concretos entre los hombres, a reconocimiento de derechos, a la prestación de
servicio y a la afirmación de la dignidad en el trabajo. Frecuentemente terreno de
enfrentamiento y de dominio, ella puede dar origen al diálogo y suscitar la
cooperación”13.
b) La solidaridad
“En el camino hacia (...) la superación de los obstáculos morales para el desarrollo,
se puede señalar ya, como un valor positivo y moral, la conciencia creciente de la
interdependencia entre los hombres y entre las Naciones. Ante todo se trata de la
interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en el mundo
actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida como
categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su
correspondiente respuesta, como actitud moral y social, y como ‘virtud’, es la
solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de
tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y
perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos
y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos.
Esta determinación se funda en la firme convicción de que lo que frena el pleno
desarrollo es aquel afán de ganancia y aquella sed de poder de que ya se ha
hablado. Tales ‘actitudes y estructuras de pecado’ solamente se vencen —con la
ayuda de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la
entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a ‘perderse’, en sentido
evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’ en lugar de oprimirlo
para el propio provecho.
(...) El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando
sus miembros se reconocen unos a otros como personas. Los que cuentan más,
al disponer de una porción mayor de bienes y servicios comunes, han de sentirse
responsables de los más débiles, dispuestos a compartir con ellos lo que poseen.
Estos, por su parte, en la misma línea de solidaridad, no deben adoptar una actitud
meramente pasiva o destructiva del tejido social y, aunque reivindicando sus
legítimos derechos, han de realizar lo que les corresponde, para el bien de todos.
Por su parte, los grupos intermedios no han de insistir egoísticamente en sus
intereses particulares, sino que deben respetar los intereses de los demás (...). A
la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las
12
13
Juan Pablo II; Laborem exercens; Nº 6
PabloVI; Octogessima advenienens; Nº 46
dimensiones específicamente
reconciliación”14.
cristianas
de
gratuidad
total,
perdón
y
c) El derecho a la propiedad privada
Es un derecho “subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los
bienes”15, “o, para hablar de manera aún más sencilla, del derecho a la vida y a la
subsistencia” que es “el principio fundamental del orden moral en este campo”16.
Este es el sentido de la función social de la propiedad.
d) El principio de subsidiaridad
“Como es ilícito quitar a los particulares lo que con su propia iniciativa y propia
industria pueden realizar, para entregarlo a una comunidad, así también es injusto
y al mismo tiempo de grave perjuicio y perturbación del recto orden social, confiar
a una sola sociedad mayor y más elevada lo que pueden hacer y procurar
comunidades menores e inferiores”17.
e) Las diferencias económico-sociales
“A fin de satisfacer a las exigencias de la justicia y la equidad, se debe procurar
enérgicamente que, respetados los derechos personales y la índole propia de cada
pueblo, sean suprimidas, lo más rápidamente posible, las enormes y crecientes
desigualdades económicas actuales, que van acompañadas de la discriminación
individual y social”18.
14
Juan Pablo II; Sollicitudo rei socialis, N° 38 y 39
Juan Pablo II; Laborem exercens; N° 14
16
Juan Pablo II; Laborem exercens; N° 18
17
Pio XI; Quadragesimo anno; N° 5
18
Concilio Vaticano II; Gaudium et spes; N° 66
15
EL DERECHO
Expresa la voluntad del hombre de enderezar lo que está torcido, e impedir que se
tuerza más todavía. Expresa también y sobre todo, la necesidad de resguardar y
promover todo lo que favorezca el bien del hombre.
a) El sentido de la ley:
“Ciertamente, el cometido de la ley civil es diverso y de ámbito más limitado que el
de la ley moral. Sin embargo, en ningún ámbito de la vida la ley civil puede sustituir
a la conciencia ni dictar normas que excedan la propia competencia, que es la de
asegurar el bien común de las personas, mediante el reconocimiento y la defensa
de sus derechos fundamentales, la promoción de la paz y de la moralidad pública.
En efecto, la función de la ley civil consiste en garantizar una ordenada
convivencia social en la verdadera justicia, para que todos ‘podamos vivir una vida
tranquila y apacible con toda piedad y dignidad’ (1 Tm 2, 2). Precisamente por
esto, la ley civil debe asegurar a todos los miembros de la sociedad el respeto de
algunos derechos fundamentales, que pertenecen originariamente a la persona y
que toda ley positiva debe reconocer y garantizar. Entre ellos el primero y
fundamental es el derecho inviolable de cada ser humano inocente a la vida”19.
b) La exigencia de la justicia
“El derecho nace de una profunda exigencia humana, que está presente en todos
los hombres y que no puede resultar ajena o marginal a ninguno de ellos: se trata
de la exigencia de justicia, que es la realización de un orden equilibrado de las
relaciones interpersonales y sociales, aptas para garantizar que cada uno reciba
lo que le corresponde y nadie sea privado de lo que le pertenece (...). El orden
de la justicia no es un orden estático, sino dinámico, precisamente porque la vida
de las personas y de las comunidades es dinámica (...). La posibilidad de dar lo
debido no sólo al familiar, al amigo, al compatriota y al correligionario, sino también
a todo ser humano, simplemente porque es una persona, simplemente porque lo
exige la justicia, honra al derecho y a los juristas”20.
c) La armonización de los derechos
“Armonizar y regular los derechos con que unos hombres están vinculados a
otros en la sociedad, con tal cuidado y precisión que, en primer lugar, los
ciudadanos, al defender su derecho, no obstaculicen el ejercicio del de los demás;
luego, que el que defiende su derecho no dificulte a los demás la práctica de sus
deberes; por fin, que habiendo de lograrse un efectivo equilibrio de los derechos de
todos, apenas haya lugar a una violación se haga la inmediata y total reparación”21.
d) El principio de la igualdad entre todos los seres humanos
19
Juan Pablo II; Evengelium vitae; N° 71
Juan Pablo II; Discurso a los asambleístas de la Unión Internacional de Juristas Católicos; 24 de noviembre
de 2000.
21
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 62
20
“El derecho (...) no puede excluir a nadie de su horizonte, pues de lo contrario
alteraría su identidad específica”22.
e) El compromiso por proclamar, defender y promover los derechos
humanos fundamentales
“Los juristas deben ser siempre los primeros en comprometerse en la defensa de
los derechos del hombre, dado que a través de ellos se defiende la identidad
misma de la persona humana” 23.
“En la época moderna se considera realizado el bien común cuando se han
salvado los derechos y los deberes de la persona humana. De ahí que los deberes
principales de los Poderes públicos consistirán sobre todo en reconocer, respetar,
armonizar, tutelar y promover aquellos derechos, y en contribuir por consiguiente a
hacer más fácil el cumplimiento de los respectivos deberes”24.
f)
La denuncia de todas las situaciones en las que se menoscaba la
dignidad de la persona o en las que, aunque en apariencia se busque su
defensa, en realidad se la ofende gravemente
g) La apertura a la realidad integral del hombre
“Si más allá de las reglas jurídicas falta un sentido más profundo de respeto y de
servicio al prójimo, incluso la igualdad ante la ley podrá servir de coartada a
discriminaciones flagrantes, a explotaciones constantes, a un engaño efectivo. Sin
una educación renovada de la solidaridad una afirmación excesiva de la igualdad
puede dar lugar a un individualismo donde cada cual reivindique sus derechos sin
querer hacerse responsable del bien común”25.
22
Juan Pablo II; Discurso a los asambleístas de la Unión Internacional de Juristas Católicos; 24 de noviembre
de 2000
23
Juan Pablo II; Discurso a los asambleístas de la Unión Internacional de Juristas Católicos; 24 de noviembre
de 2000
24
Juan XXII; Pacem in terris; N° 60
25
Pablo VI; Octogessima adveniens; N° 23
LA POLíTICA
Expresa la sociabilidad del hombre, su vocación a la comunión, su búsqueda del
bien para todos, del Bien Común. “Todos y cada uno tienen el derecho y el deber
de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas,
niveles, tareas y responsabilidades. Las acusaciones de arribismo, de idolatría del
poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del
gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también
la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no
justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en
relación con la cosa pública. Son, en cambio, más que significativas estas palabras
del Concilio Vaticano II: ‘La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio
del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan el peso de las
correspondientes responsabilidades’”26.
a) La política como servicio
“La política es un aspecto, aunque no el único, que exige vivir el compromiso
cristiano al servicio de los demás. Sin resolver ciertamente los problemas, ella se
esfuerza por aportar soluciones a las relaciones de los hombres entre sí”27.
“La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran
al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio”28.
“En el ejercicio del poder político es fundamental aquel espíritu de servicio, que,
unido a la necesaria competencia y eficiencia, es el único capaz de hacer
‘transparente’ o ‘limpia’ la actividad de los hombres políticos, como justamente,
además, la gente exige. Esto urge la lucha abierta y la decidida superación de
algunas tentaciones, como el recurso a la deslealtad y a la mentira, el despilfarro
de la hacienda pública para que redunde en provecho de unos pocos y con
intención de crear una masa de gente dependiente, el uso de medios equívocos o
ilícitos para conquistar, mantener y aumentar el poder a cualquier precio”29.
b) La participación en la vida pública
“Es una exigencia de la dignidad personal que los seres humanos tomen parte
activa en la vida pública, aún cuando las normas de participación en ella están
necesariamente condicionadas al grado de madurez humana alcanzado por la
comunidad política de la que son miembros”30.
“A través de la participación en la vida pública se les abren a los seres humanos
nuevas y vastas perspectivas de obrar el bien; los frecuentes contactos entre los
ciudadanos y funcionarios públicos hacen a éstos menos difícil el captar las
exigencias objetivas del bien común, y el sucederse de titulares en los Poderes
26
Juan Pablo II; Christifideles laici, N° 42
Pablo VI; Octogessima adveniens; N° 46
28
Concilio Vaticano II; Gaudium et spes; N° 75
29
Juan Pablo II; Christifideles laici; N° 42
30
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 73
27
públicos impide el envejecimiento de la autoridad; antes bien le confiere la
posibilidad de renovarse; en correspondencia con la evolución de la sociedad”31.
c) La idea de Bien Común
“Todos los hombres y todas las entidades intermedias tienen obligación de aportar
su contribución específica a la prosecución del bien común. Esto comporta que
persigan sus propios intereses en armonía con las exigencias de aquél y
contribuyan al mismo objeto con las prestaciones –en bienes y servicios- que las
legítimas autoridades establecen, según criterios de justicia, en la debida forma y
en el ámbito de la propia competencia, es decir, con actos formalmente perfectos y
cuyo contenido sea moralmente bueno, al menos ordenable al bien”32.
“Una política para la persona y para la sociedad encuentra su criterio básico en la
consecución del bien común, como bien de todos los hombres y de todo el
hombre, correctamente ofrecido y garantizado a la libre y responsable aceptación
de las personas, individualmente o asociadas. ‘La comunidad política —leemos en
la Constitución Gaudium et spes— existe precisamente en función de ese bien
común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido, y del que deriva su
legitimidad primigenia y propia. El bien común abarca el conjunto de aquellas
condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las
asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección’”33.
d) Efectivo respeto y promoción de la justicia y de los derechos de todos
“Reconózcanse, respétense y promuévanse los derechos de las personas, de las
familias y de las asociaciones, así como su ejercicio, no menos que los deberes
cívicos de cada uno. Entre estos últimos es necesario mencionar el deber de
aportar a la vida pública el concurso material y personal requerido por el bien
común. Cuiden los gobernantes de no entorpecer las asociaciones familiares,
sociales o culturales, los cuerpos o las instituciones intermedias, y de no privarlos
de su legítima y constructiva acción, que más bien deben promover con libertad y
de manera ordenada. Los ciudadanos por su parte, individual o colectivamente,
eviten atribuir a la autoridad política todo poder excesivo y no pidan al Estado de
manera inoportuna ventajas o favores excesivos, con riesgo de disminuir la
responsabilidad de las personas, de las familias y de las agrupaciones sociales”34.
“Una política para la persona y para la sociedad encuentra su rumbo constante de
camino en la defensa y promoción de la justicia, entendida como «virtud» a la que
todos deben ser educados, y como «fuerza» moral que sostiene el empeño por
favorecer los derechos y deberes de todos y cada uno, sobre la base de la
dignidad personal del ser humano”35.
e) La política y la búsqueda de la paz
31
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 74
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 53
33
Juan Pablo II; Christifideles laici; N° 42
34
Concilio Vaticano II; Gaudium et spes; N° 75
35
Juan Pablo II; Christifideles laici; N° 42
32
“El fruto de la actividad política solidaria —tan deseado por todos y, sin embargo,
siempre tan inmaduro— es la paz. Los fieles laicos no pueden permanecer
indiferentes, extraños o perezosos ante todo lo que es negación o puesta en
peligro de la paz: violencia y guerra, tortura y terrorismo, campos de concentración,
militarización de la política, carrera de armamentos, amenaza nuclear”36.
36
Juan Pablo II; Christifideles laici; N° 42
LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL
Expresan la vocación del hombre por compartir, por transmitir a otros verdades y
experiencias.
a) Los medios de comunicación social al servicio de las personas y de las
culturas
“Paralelamente a todo el bien que hacen y que son capaces de hacer, los medios
de comunicación pueden ser a la vez eficaces instrumentos de unidad y
comprensión mutua y transmisores de una visión deformada de la vida, de la
familia, de la religión y de la moralidad -según una interpretación que no respeta la
auténtica dignidad ni el destino de la persona humana-. Es necesario que los
medios de comunicación respeten y participen en el desarrollo integral de la
persona que comprende la dimensión cultural, trascendente y religiosa del hombre
y de la sociedad”37.
b) Los medios de comunicación al servicio del diálogo con el mundo actual
“Si la Iglesia ha de comunicar su mensaje, adaptándolo a cada época y también a
las particulares culturas de las diferentes naciones y pueblos, hoy en día debe
hacerlo de forma especial con la cultura de los nuevos medios de comunicación.
He ahí una condición fundamental si se quiere dar una respuesta a una de las
preocupaciones esenciales del Concilio Vaticano II: que todos los hombres, que
hoy están más íntimamente unidos por múltiples vínculos sociales, técnicos y
culturales, consigan también la unidad completa en Cristo. Juzgando el importante
papel que pueden desempeñar los medios de comunicación en sus esfuerzos por
favorecer esta unidad, la Iglesia los mira como logrados "por providente designio
de Dios" para el desarrollo de las comunicaciones y la comunión entre los
hombres”38.
c) Los medios de comunicación al servicio de una nueva evangelización
“Además de los medios tradicionales en vigor, como el testimonio de vida, la
catequesis, el contacto personal, la piedad popular, la liturgia y otras celebraciones
similares, la utilización de los medios de comunicación se ha hecho esencial para
la evangelización y la catequesis (...). Es muy importante (...) tener siempre
presente en el espíritu que no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el
Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta
"nueva cultura" creada por la comunicación moderna con nuevos lenguajes,
nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos”39.
d) Libertad de expresión y comunicación
“La libertad de expresar la propia opinión, es factor y elemento necesario en la
formación de la opinión pública. Y así ocurre que las opiniones expresadas
37
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales; Aetatis novae; N° 7
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales; Aetatis novae; N° 8
39
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales; Aetatis novae; N° 11
38
públicamente revelan a los demás el estado de espíritu y el criterio de importantes
grupos, en un determinado contexto de lugar, tiempo y costumbres”40.
“La libertad, por la que cada uno puede expresar sus sentimientos y opiniones, es
necesaria para la formación recta y exacta de la opinión pública”41.
e) La publicidad y las campañas publicitarias
“Podemos identificar varios principios morales de especial importancia en
referencia a la publicidad. Mencionamos tres: veracidad, dignidad de la persona
humana y responsabilidad social”42.
- Veracidad: “Incluso hoy, se dan tipos de publicidad simple y deliberadamente
inexactos. Generalmente hablando, sin embargo, el problema de la verdad en la
publicidad es algo más sutil: no es que la publicidad señale lo que es abiertamente
falso, sino que puede distorsionar la verdad sobreentendiendo cosas ilusorias o
silenciando datos o hechos pertinentes”43.
- La dignidad de la persona humana: “Un requisito imperativo de la publicidad es
que respete la persona humana y su derecho-deber a hacer una elección
responsable, su libertad interior; se vulneran todos estos bienes cuando se
explotan las bajas inclinaciones del hombre, o se disminuye su capacidad a
reflexionar y decidir. Estos abusos no son simplemente posibilidades hipotéticas,
sino realidades, hoy en día, en mucha publicidad. La publicidad puede violar la
dignidad de la persona humana tanto a través de su contenido —lo que se publica,
la forma en que se publica— como a través del impacto que ella pretende para
aumentar su audiencia”44.
- Publicidad y responsabilidad social: “La responsabilidad social es un concepto tan
amplio que podemos señalar aquí sólo algunos de sus muchos problemas y
preocupaciones relacionados con el tema de la publicidad.
La cuestión ecológica nos indica una de ellas. La publicidad que fomenta un estilo
opulento de vida, que derrocha recursos y daña el medio ambiente infringiendo
importantes preocupaciones ecológicas (...). Se trata ciertamente de una cuestión
esencial: el auténtico e íntegro desarrollo humano. La publicidad que reduce el
progreso humano a la adquisición de bienes materiales y cultiva un opulento estilo
de vida expresa una visión falsa, destructiva, de la persona humana, igualmente
perjudicial, tanto para individuos como para sociedades.
Cuando las personas dejan de practicar un riguroso respeto hacia la moral, la
cultura y las necesidades espirituales, basado en la dignidad de la persona y en la
propia identidad de cada comunidad, comenzando por la familia y las sociedades
religiosas, a pesar de la abundancia material y las comodidades que la tecnología
proporciona probaremos insatisfacción y al final desprecio. Los publicitarios, así
como las personas que se ocupan de otras formas de comunicación social, tienen
la seria obligación de expresar y fomentar una auténtica visión del desarrollo
humano en sus dimensiones material, cultural y espiritual”45.
40
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Communio et progressio; N° 25
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Communio et progressio; N° 26
42
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Etica en la publicidad; N° 14
43
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Etica en la publicidad; N° 15
44
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Etica en la publicidad; N° 16
45
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Etica en la publicidad; N° 17
41
“Sólo será lícita la propaganda o "campaña publicitaria" cuando su finalidad y
métodos sean dignos del hombre, cuando intente servir a la verdad y aproveche al
bien común, tanto nacional como universal, sea de los individuos o de las
colectividades”46.
“Para que la opinión pública surja de la forma que le es propia, es necesario que,
en primer lugar, se conceda a todos los miembros de la sociedad la posibilidad de
acceso a las fuentes y a los canales de información, así como la posibilidad de
exponer libremente su pensamiento. La libertad de opinión y el derecho a
informarse y a informar, son inseparables”47.
46
47
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Communio et progressio; N° 29
Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social; Communio et progressio; N° 33
LAS ACTIVIDADES EMPRESARIALES:
Expresan la capacidad del hombre de asociarse con otros hombres para perseguir
un objetivo concreto.
a) Concepto integral de “empresa”
“Muchos bienes no pueden ser producidos de manera adecuada por un solo
individuo, sino que exigen la colaboración de muchos. Organizar ese esfuerzo
productivo, programar su duración en el tiempo, procurar que corresponda de
manera positiva a las necesidades que debe satisfacer, asumiendo los riesgos
necesarios: todo esto es también una fuente de riqueza en la sociedad actual (...).
En este proceso están comprometidas importantes virtudes, como son la
diligencia, la laboriosidad, la prudencia en asumir los riesgos razonables, la
fiabilidad y la lealtad en las relaciones interpersonales, la resolución de ánimo en la
ejecución de decisiones difíciles y dolorosas, pero necesarias para el trabajo
común de la empresa y para hacer frente a los eventuales reveses de fortuna”48.
a) La finalidad de la empresa
“Finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más
bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de
diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y
constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera”49.
48
49
Juan Pablo II; Centesimus annus; N° 32
Juan Pablo II; Centesimus annus; N° 35
LAS RELACIONES INTERNACIONALES:
Expresan la acción humana en el campo más amplio de relación entre los
hombres.
a) Respeto de la identidad de cada pueblo
“En el orden internacional (...) es necesario el pleno respeto de la identidad de
cada pueblo, con sus características históricas y culturales”50.
b) La paz
“La paz en esta tierra no puede ser obtenida sin la salvaguardia del bien de las
personas y sin que los hombres puedan confiadamente comunicar entre sí, con
libertad, las riquezas de su espíritu y de su inteligencia. La decisión firme de
respetar la dignidad de los demás hombres y pueblos y el ejercicio esforzado de la
fraternidad, son absolutamente necesarios para la paz. De este modo, la paz será
fruto también del amor, el cual supera a la justicia”51.
c) La paz y el desarrollo de los pueblos
“Las diferencias económicas, sociales y culturales demasiado grandes entre los
pueblos provocan tensiones y discordias, y ponen la paz en peligro”52.
d) Subsidiaridad
“Así como en cada nación es menester que las relaciones que median entre la
autoridad pública y los ciudadanos, las familias y las asociaciones intermedias, se
rijan y moderen con el principio de subsidiaridad, con el mismo principio es
razonable que se compongan las relaciones que median entre la autoridad pública
y mundial y las autoridades públicas de cada nación”53.
e) El bien común universal y los derechos de la persona
“Como no se puede juzgar el bien común de cada nación sin tener en cuenta la
persona humana, lo mismo se debe decir de las conveniencias generales de todas
las naciones, por lo cual la autoridad pública y universal debe mirar principalmente
a que los derechos de la persona humana se reconozcan, se tengan en el debido
honor, se conserven indemnes y realmente se desarrollen. Esto lo podrá llevar a
cabo o por sí mismo, si el asunto lo consiente, o estableciendo en todo el mundo
condiciones con cuya ayuda los jefes de cada nación puedan desempeñar su
cargo con mayor comodidad”54.
50
Juan Pablo II; Sollicitudo rei socialis; N° 33
Concilio Vaticano II; Gaudium et spes; N° 78
52
Pablo VI; Populorum progressio; N° 76
53
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 140
54
Juan XXIII; Pacem in terris; N° 139
51
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