Systematic Study of Spiritism Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Estudo Sistematizado da Doutrina Espírita Clase 26 y 27 ESPERANZAS Y CONSUELOS Capitulo II – Penas y Goces Futuros Estudio Fundamental: Parte 2 El Libro de los Espíritus Libro Cuarto Preguntas 958 a 1018 La Nada - Vida Futura Intuición de las Penas y Goces Futuros Intervención de Dios en las Penas y Recompensas Naturaleza de las Penas y Goces Futuros Penas Temporales Expiación y Arrepentimiento Duración de las Penas Futuras Resurrección de la Carne Paraíso, Infierno y Purgatorio La Nada - Vida Futura La nada no existe. Todo hombre tiene el sentimiento instintivo de la vida futura. Creer en Dios sin admitir la vida futura sería un contrasentido. La vida futura implica la conservación de nuestra individualidad después de la muerte. El sentimiento de una existencia mejor se encuentra en el foro interior de todos los hombres, y Dios no lo puede haber puesto allí en vano. La consecuencia de la vida futura surge de la responsabilidad de nuestras acciones. La duda en los escépticos, el temor en los culpables y la esperanza en los hombres de bien La razón y la justicia nos dicen que, en el reparto de la dicha a que aspira todo hombre, no pueden ser confundidos los buenos y los malvados. La idea que Dios nos da de su justicia y de su bondad, por la sabiduría de sus leyes, no nos permite creer que el justo y el malvado están en el mismo plan, tampoco dudar que no reciban un día, la recompensa y el castigo del bien o del mal que hayan hecho. Es por sentimiento eso que innato el de justicia nos da la intuición de las penas y recompensas futuras. Intervención de Dios en las Penas y Recompensas Dios tiene sus leyes que arreglan todas vuestras acciones; si las violáis, culpa vuestra es. Es indudable que, cuando un hombre comete un exceso, Dios NO pronuncia un fallo contra él para decirle, por ejemplo: has sido un glotón, voy a castigarte; pero ha trazado un límite. Las enfermedades y con frecuencia la muerte son consecuencia de los excesos; este es el castigo, que resulta de la infracción de la ley. En todo sucede lo mismo. Todas nuestras acciones están sometidas a las Leyes de Dios. No hay ninguna acción, por insignificante que nos parezca, que NO pueda ser violación de semejantes leyes. Si sufrimos las consecuencias de esa violación, no debemos quejarnos más que de nosotros mismos, que nos constituimos en artífices de nuestra dicha o desdicha futura. Naturaleza de las Penas y Goces Futuros Las penas y goces del alma después de la muerte, no pueden ser materiales, puesto que el alma NO es materia. Esas penas y goces nada tienen de carnal, y sin embargo, son mil veces más agudas de las que experimentáis en la tierra, porque el Espíritu, una vez desprendido, es más impresionable. La Felicidad de los Espíritus Buenos La felicidad de los Espíritus Buenos es conocer todas las cosas; en no tener ni odio, ni celos, ni envidia, ni ambición, ni ninguna de las pasiones que hacen desgraciados a los hombres. El amor que los une es para ellos origen de suprema felicidad. No experimentan ni las necesidades, ni los sufrimientos, ni las angustias de la vida material; son felices por el bien que hacen. El recuerdo de las faltas que el alma haya podido cometer, cuando era imperfecta, ¿no perturba su dicha aun después que se ha purificado? No, porque ha redimido sus faltas y salido victoriosa de las pruebas a que con este fin se había sometido. El Sufrimiento de los Espíritus Inferiores Son tan variados como las causas que los han producido, y proporcionados al grado de inferioridad como los goces lo son al de superioridad. Pueden resumirse así: envidiar todo lo que les falta para ser felices sin poder obtenerlo; ver la dicha sin poder alcanzarla; pesar, celos, rabia y desesperación producidos por lo que les priva de ser felices; remordimientos y ansiedad moral indefinibles. Desean todos los goces sin poder satisfacerlos, lo cual los atormenta. La Influencia que Ejercen Unos Espíritus en Otros Siempre buena, de parte de los Espíritus buenos. Los Espíritus perversos procuran alejar del camino del bien y del arrepentimiento a los que creen susceptibles de dejarse arrastrar, y a quienes, durante la vida, han arrastrado al mal con frecuencia. ¿La muerte no nos libra de la tentación? No, pero la acción de los Espíritus malos es mucho menor en los otros Espíritus que en los hombres, porque no tienen por auxiliares a las pasiones materiales. ¿De qué medio se valen los Espíritus malos para tentar a los otros no teniendo el auxilio de las pasiones? Si éstas no existen materialmente, existen aún en el pensamiento de los Espíritus atrasados. Los malos fomentan pensamientos, arrastrando esos a sus victimas a los lugares, donde se les presenta el espectáculo de esas pasiones y de todo lo que puede excitarlas. ¿Cuáles son los mayores sufrimientos que pueden experimentar los Espíritus? Es la creencia de estar eternamente condenado. La diversidad de semejantes consecuencias es infinita: cada uno es castigado por donde ha pecado. Así es que unos lo son por la vista incesante del mal que han hecho; otros por los pesares, el temor, la vergüenza, la duda, el alejamiento, las tinieblas, el alejamiento de los seres queridos, etcétera. El Espíritu sufre por todo el mal que ha hecho, o cuya causa voluntaria ha sido, por todo el bien que hubiera podido hacer y no hizo, y por todo el mal que resulta del bien que no ha hecho. ¿Hay, en el estado futuro del Espíritu, alguna diferencia entre el que, durante la vida, temía la muerte, y el que la ve con indiferencia, y hasta con alegría? La diferencia puede ser muy grande, pero desaparece ante las causas que engendran ese temor o ese deseo. Puede uno ser movido a ello por muy diversos sentimientos, y éstos son los que influyen en el estado del Espíritu. El lazo simpático que une a los Espíritus de un mismo orden, ¿es para ellos origen de felicidad? La unión de los Espíritus que simpatizan para el bien es para ellos uno de los mayores goces; porque no temen ver perturbada esa unión por el egoísmo. Forman, en el mundo completamente espiritual, familias de un mismo sentimiento, y en esto es en lo que consiste la dicha espiritual. El afecto puro y sincero que experimentan y de que son objeto es origen de felicidad, porque no hay en ella amigos falsos e hipócritas. Mostrándose a descubierto todo nuestro pasado, cuando estamos en el mundo de los Espíritus, el bien y el mal que hayamos hecho serán igualmente conocidos. En vano querrá el que ha hecho mal sustraerse a la mirada de sus victimas: la inevitable presencia de éstas serán para él un castigo y un remordimiento incesante hasta que haya expiado sus culpas. El hombre de bien, por el contrario, no encontrará por doquiera más que miradas amigas y benévolas. Entre los malos y los perfectos hay una infinidad de grados en que los goces son relativos al estado moral. La felicidad de los Espíritus es siempre proporcionada a su elevación. Sólo los Espíritus puros gozan de la felicidad suprema, pero todos los otros no son desgraciados. Penas Temporales Con frecuencia decís del que ha muerto que ya no sufre, y esto no siempre es cierto. Como Espíritu, no experimenta dolores físicos; pero, según las faltas que haya cometido, puede sentir dolores morales más agudos, y en una nueva existencia puede ser más desgraciado aún. Todas las penas y tribulaciones de la vida son expiación de faltas de otra existencia, cuando no son consecuencia de las de la actual. Las vicisitudes de la vida, son consecuencia de las infracciones a las Leyes de Dios. La reencarnación del alma en un mundo menos grosero, es consecuencia de su purificación; porque, a medida que los Espíritus se depuran, se rencarnan en mundos más y más perfectos, hasta que se hayan desprendido de toda clase de materia y lavado de todas sus manchas, para gozar eternamente de la felicidad de los Espíritus Puros. El hombre que, sin hacer mal nada hace para sacudir el yugo de la materia, permanece estacionario. Sabed también que cada uno habrá de dar cuenta de la inutilidad voluntaria de su existencia. Esa inutilidad es siempre fatal para la dicha venidera. La suma de ésta, está en razón de la suma del bien que se ha hecho, y la del mal está en razón del mal y de las desgracias causadas. Expiación y Arrepentimiento ¿Tiene lugar el arrepentimiento en estado corporal o espiritual? En estado espiritual, pero puede también tener lugar en el corporal cuando comprendáis bien la diferencia entre el bien y el mal. ¿Qué consecuencia produce el arrepentimiento en estado espiritual? El deseo de una nueva encarnación para purificarse. ¿Qué consecuencia produce el arrepentimiento en estado corporal? Progresar desde la vida presente, si hay tiempo de reparar las faltas. Cuando la conciencia acusa y señala una imperfección, puede uno siempre mejorarse. El hombre perverso que no ha reconocido sus faltas durante la vida, ¿las reconoce siempre después de la muerte? El arrepentimiento, sin embargo, no siempre es inmediato, hay Espíritus que se obstinan en el mal camino a pesar de sus sufrimientos, pero tarde o temprano reconocerán el falso camino en que se han internado, y vendrá el arrepentimiento. El Espíritu, después de la muerte del cuerpo, no se transforma súbitamente; si su vida ha sido reprensible, débese a que era imperfecto, y la muerte no le hace inmediatamente perfecto. Puede persistir en sus errores, en sus opiniones falsas, en sus preocupaciones, hasta que el estudio, la reflexión y el sufrimiento le ilustren. El arrepentimiento favorece el mejoramiento del Espíritu, pero ha de expiarse el pasado. ¿Podemos redimir nuestras faltas en esta vida? Sí, reparándolas; pero no creáis redimirías con algunas pueriles privaciones, o haciendo donaciones para después de vuestra muerte, cuando ya no necesitáis lo que dais. El arrepentimiento apresura su rehabilitación, pero no le absuelve. Sólo con el bien se repara el mal, y ningún mérito tiene la reparación, si no afecta al hombre, ni en su orgullo ni en sus intereses materiales. Duración de las Penas Futuras ¿En qué se basa la duración de los sufrimientos del culpable? En el tiempo necesario para su mejoramiento. Siendo el estado de sufrimiento o de felicidad proporcional al grado de purificación del Espíritu, la duración y naturaleza de sus sufrimientos dependen del tiempo que emplea en mejorarse. Ésta puede ser más o menos tardía, pero tarde o temprano se despierta por la irresistible necesidad que experimenta el Espíritu de salir de su inferioridad, y de ser feliz. La duración de los sufrimientos del culpable en la vida futura, está subordinada a Leyes Naturales – leyes que revelan la sabiduría y bondad de Dios. La ley que rige la duración de las penas es, pues, eminentemente sabia y benévola, puesto que subordina esta duración a los esfuerzos del Espíritu. Jamás le priva de su libre albedrío, y si hace mal uso de él, sufre las consecuencias. Penas eternas: sería la negación de la bondad de Dios. El Dios de los cristianos coloca el amor, la caridad, la misericordia y el olvido de las ofensas, en el número de las principales virtudes. "A cada uno según sus obras." Resurrección de la Carne El dogma de la resurrección de la carne, es en lenguaje figurado la consagración del de la reencarnación enseñado por los Espíritus. En efecto, la ciencia demuestra la imposibilidad de la resurrección según la idea vulgar. No se puede, pues, admitirse racionalmente la resurrección de la carne más que como una figura que simbolice el fenómeno de la rencarnación. Paraíso, Infierno y Purgatorio ¿Existe en el universo un lugar circunscrito afecto a las penas y goces de los Espíritus, según sus méritos? Las penas y los goces son inherentes al grado de perfección de los Espíritus; cada uno toma de sí mismo el principio de su propia felicidad o desgracia. Los Espíritus de un mismo orden se reúnen por simpatía, pero cuando son perfectos, pueden reunirse donde quieran. ¿Qué debe entenderse por purgatorio? Dolores físicos y morales; el tiempo de expiación. El estado de los Espíritus imperfectos, que están expiando, hasta la purificación completa que ha de elevarlos a la categoría de Espíritus bienaventurados. Operándose semejante purificación en las diversas encarnaciones, el purgatorio consiste en las pruebas de la vida corporal. Estaba reservado al Espiritismo el dar de todas esas cosas la explicación más racional, más grandiosa, y al mismo tiempo, más consoladora para la humanidad. Así, pues, podemos decir que en nosotros mismos llevamos nuestro infierno y nuestro paraíso; nuestro purgatorio lo hallamos en nuestra encarnación, en nuestras vidas corporales o físicas. Hoy que la ciencia ha demostrado que la Tierra sólo es uno de los más pequeños mundos, sin importancia especial, entre otros tantos millones; que ha trazado la historia de su formación y descrito su constitución, probado que el espacio es infinito, que en el universo no hay alto ni bajo; ha sido necesariamente forzoso desistir de colocar el cielo encima de las nubes, y en los lugares bajos, el infierno. En cuanto al purgatorio, ningún sitio se le había señalado. El bien reinará en la tierra, cuando entre los Espíritus que vengan a habitarla, los buenos se sobrepondrán a los malos, y entonces harán reinar en ella el amor y la justicia que son el origen del bien y de la felicidad. Por el progreso moral y por la práctica de las leyes de Dios atraerá el hombre a la tierra los Espíritus buenos, y alejará a los malos; pero éstos no la abandonarán; hasta que el hombre no destierre el orgullo y el egoísmo. Vosotros todos, hombres de fe y buena voluntad, trabajad, pues, con celo y ánimo en la gran obra de la regeneración, porque recogeréis centuplicado el grano que hayáis sembrado. San Luis Clase 28 REVISIÓN GENERAL