LAS REGIONES MEDITERRANEAS EUROPEAS Y EL NUEVO ENTORNO COMPETITIVO Europa Mediterránea y Arco Mediterráneo Español López-Bazo, Enrique Universitat de Barcelona Robert Leonardi London School of Economics Resumen: El objetivo de la comunicación es analizar el comportamiento económico del conjunto de regiones que configuran el área mediterránea de la Unión Europea, en las últimas dos décadas. Las regiones del mediterráneo europeo han sufrido en ese tiempo importantes transformaciones socio-políticas y económicas, en las cuales los procesos de democratización e incorporación en la actual UE de Grecia, España y Portugal han jugado un papel fundamental. Por otra parte, el proyecto europeo requiere un aumento de la cohesión de los diversos territorios de la Unión. En el plano económico la misma exige convergencia en términos reales, y en este sentido el objetivo básico de la política regional europea está siendo el de potenciar la actividad en aquellas regiones menos desarrolladas. Los resultados de este trabajo muestran como el área mediterránea en su conjunto ha respondido favorablemente a los citados procesos, alcanzando estándares comunitarios en productividad y en niveles de vida. Sin embargo, los resultados evidencian una dualidad en la respuesta y en los niveles alcanzados. Esta situación plantea interrogantes acerca de los mecanismos de difusión de la actividad en el espacio europeo. LAS REGIONES MEDITERRÁNEAS EUROPEAS Y EL NUEVO ENTORNO COMPETITIVO INTRODUCCIÓN El análisis de las desigualdades regionales ha experimentado recientemente un auge importante, tanto desde la perspectiva académica como de la política y social. En nuestro ámbito territorial más próximo se han producido numerosas aportaciones de crecimiento y convergencia regional, tanto para diversos países como para el conjunto de la UE. La incorporación de Grecia, España y Portugal (y la posibilidad de nuevas incorporaciones de países con niveles de desarrollo económico bastante inferiores a los medios) acentuó el nivel de las desigualdades regionales en el seno de la UE, a la vez que propició la consolidación de una política de desarrollo regional a nivel comunitario, que actualmente supone un volumen importante de su presupuesto global. Asimismo, junto a la presencia de Francia e Italia, ha consolidado un importante bloque de cinco estados mediterráneos en la UE. Este bloque se ha caracterizado por un importante dinamismo tanto político-social como económico en las últimas décadas, que nos lleva a cuestionar su tradicional clasificación como área periférica. Pero asimismo, la importante heterogeneidad del área mediterránea puede haber provocado reacciones diferentes tanto frente a los procesos acontecidos en sus economías como a aquéllos de carácter más general, como podría ser el impacto de la crisis económica de mediados de los setenta y principios de los ochenta, el agotamiento de las formas de producción tradicionales y de un ciclo de producto o la aparición y consolidación de nuevas actividades caracterizadas por incorporar tecnología avanzada y por su desmaterialización (Rodriguez-Pose 1994; Stenberg 1996; Quah 1997). De esta forma, el objetivo de este trabajo es el de mostrar los hechos estilizados del crecimiento económico relativo de las regiones mediterráneas europeas, destacando su contribución a la dinámica de las desigualdades en la UE, a lo largo de las últimas dos décadas. EL ÁREA MEDITERRÁNEA DE LA UE Los países del sur de Europa --Portugal, España, Grecia y las regiones del sur mediterráneo francés y del Mezzogiorno italiano-- han sido consideradas tradicionalmente como periféricas, frente a un centro situado en torno al triángulo Londres-París-Ruhr. Las últimas décadas parecen haber sido testigos de un destacado acercamiento de los sistemas socio-políticos y económicos de los países mediterráneos, básicamente de Portugal, España y Grecia pero también de la Italia menos desarrollada, hacia la de los países del norte. Los tres primeros países estuvieron gobernados hasta la década de los setenta por regímenes dictatoriales, mientras que su economía estaba caracterizada por estructuras oligárquicas y autárquicas. En los setenta todas ellas abordaron una transición no traumática hacia sistemas políticos democráticos y hacia una progresiva liberalización, desregularización y apertura de sus economías. En la década de los ochenta se produce su acceso a la UE, acelerándose el proceso de homogeneización con las del resto de miembros en las estructuras político-administrativas y económicas. De forma sintética podríamos señalar que estas economías se han enfrentado en los últimos años tanto a las oportunidades derivadas del proceso de integración y del afianzamiento de la liberalización de sus economías como, simultáneamente, a los riesgos inherentes a ese proceso (vulnerabilidad de economías inicialmente más débiles). A grandes rasgos, el objetivo de la política regional de la UE es el de favorecer el despegue económico de las regiones menos favorecidas y con ello facilitar la convergencia o cohesión territorial en su seno. De esta forma, si el objetivo es potenciar la capacidad productiva de las regiones menos favorecidas (en su mayor parte pertenecientes al área mediterránea) para que su tejido productivo llegue a ser competitivo, no sólo en el entorno de la UE sino también a nivel de una economía globalizada, se nos plantean diversas cuestiones de interés: ¿hasta qué punto el mediterráneo europeo ha sido y está siendo capaz de aprovechar esas oportunidades para compensar su exposición a un entorno competitivo y a su vez modernizar sus estructuras productivas?, ¿están siendo capaces esas regiones de acortar distancias y aproximarse a los estándares comunitarios en niveles de productividad y de actividad? y ¿existen respuestas heterogéneas por parte de esas regiones a los procesos en curso y a los estímulos ofrecidos? Estas cuestiones motivan el análisis efectuado en las siguientes secciones de este trabajo, aunque previamente conviene delimitar explícitamente el área objeto de atención: el de las regiones mediterráneas europeas. Se ha considerado una amplia franja costera mediterránea europea que se extiende desde el sur de Portugal (Valle del Tejo, Alentejo y Algarve) hasta Grecia y que incluye aquellas regiones por debajo de una imaginaria diagonal que dividiría España de noreste a sudoeste, las del sur mediterráneo francés y todas las italianas. En total 53 regiones del total de 109 de la UE12 que han sido consideradas. Se ha utilizado la base de datos elaborada en el Economic and Social Cohesion Laboratory del The European Institute de la London School of Economicsi . En este trabajo utilizamos información para el periodo 1975-92, centrándonos en las magnitudes producto por habitante y producto por ocupado. LA CONTRIBUCIÓN DEL ÁREA MEDITERRÁNEA A LA DINÁMICA REGIONAL EN LA UE Evolución del Área Mediterránea En el periodo considerado, el conjunto del área mediterránea ha sido capaz de mejorar su situación tanto en producto per capita como en productividad del factor trabajo. En conjunto, mejoró su situación en casi cinco puntos relativos en producto per cápita entre 1975 y 1992, mostrando un valor para este último año sólo siete puntos por debajo de la media de la UE12. Esta evolución destaca aún más cuando es comparada con aquélla de otras macro-áreas. Por ejemplo, el conjunto de regiones atlánticas perdió tres puntos relativos en el periodo, mientras que un grupo de regiones tradicionalmente industriales pasó de posiciones sobre la media a mostrar valores sensiblemente por debajo de los medios, perdiendo casi quince puntos. En relación a la productividad, la evolución del área mediterránea es más sorprendente. Desde niveles un 20% por debajo de los medios, fue capaz de alcanzar prácticamente los estándares comunitarios en 1992. En este caso, además, el proceso parece haber sido continuo a lo largo del periodo. En cualquier caso, se debe tener en cuenta que una parte del crecimiento relativo en la productividad (aparente) del trabajo se debió a la disminución en el número de ocupados, lo que podríamos calificar como crecimiento negativo en la productividad. Éste estuvo probablemente asociado al cambio en la composición sectorial de la actividad, acontecido en muchas de esas economías en ese periodo. A su vez, algunas de esas economías hicieron frente a importantes procesos de capitalización (véase Mas et al., 1996), que supusieron ahorro adicional del factor trabajo. Estas tendencias generales para el área mediterránea no deben ocultar la importante heterogeneidad existente entre las regiones que la integran. Así, centrándonos en los valores de 1992, nos encontramos con un numeroso grupo de regiones que se encuentra muy por debajo de la media europea, mientras que otro grupo, cada vez mas numeroso, alcanza esos valores e incluso los sobrepasa. Esta circunstancia nos advierte de una importante dualidad en el seno de las regiones mediterráneas, que podría confirmar la respuesta diferenciada a los cambios y a los estímulos producidos en el periodo, y en la que vamos a tratar de profundizar a continuación. Disparidades regionales en el seno del Área Mediterránea La estimación de la ecuación de β convergencia para las regiones mediterráneas nos revela una velocidad de convergencia en el periodo de casi un 3% anual en el caso del producto per cápita y de un 2.2% en el de la productividad. Es decir, resultados en la línea de los obtenidos en otros trabajos para el caso regional (por ejemplo para el conjunto de la UE véase López-Bazo et al 1997), con convergencia de tipo absoluto a velocidad lenta. Cuando estimamos introduciendo efectos fijos regionales (posibilidad de estados estacionarios distintos para cada región), los resultados cambian ostensiblemente. No se rechaza la hipótesis de diferencias entre estados estacionarios y la velocidad a la que las economías están convergiendo (ahora a estados estacionarios distintos) es muy elevada. En el caso del producto per capita es casi del 42% anual, lo que supone una vida media de la distancia que separa a las regiones de sus estados estacionarios de menos de dos años. Esto implica que en cada momento del tiempo las economías no deben encontrarse muy alejadas de dichos estados estacionarios. Por lo que respecta a la productividad la velocidad es más lenta (15.5%), aunque todavía significativamente superior a la obtenida en el caso de convergencia absoluta. En resumen, estos resultados parecen indicar que las regiones mediterráneas (y de forma equivalente el conjunto de las europeas) convergen muy rápidamente pero a estados estacionarios significativamente diferenciados. Por lo que respecta a la dispersión en el seno de las regiones mediterráneas, para el producto per capita la evolución de la desviación estándar es paralela a la observada para todas las regiones europeas, con el estancamiento, e incluso repunte, desde principios de los ochenta. Pero para el caso de la productividad laboral las cosas son bastante distintas. Mientras para el conjunto de la UE el descenso en la disparidad era continuado, en las regiones mediterráneas apreciamos una caída entre 1975 y 1980, un repunte importante desde 1980 a 1985 y una nueva caída desde entonces, que sitúa el nivel de desigualdad en 1992 en niveles similares a los observados a principios de la década de los ochenta. Con el objetivo de profundizar en el análisis de la dinámica de la distribución de las variables analizadas en las regiones mediterráneas y esclarecer si cabe su aportación a las disparidades en el conjunto de la UE, se han estimado las funciones de densidad para 1975, 1985 y 1992. La Figura 1 presenta, para el caso del producto per capita, en un primer bloque la forma externa de la distribución para el conjunto de regiones europeas y en el bloque inferior el de las mediterráneas. Las regiones mediterráneas presentaban en 1975 una distribución dispersa, que se extendía desde valores del 50% hasta el 120% de los medios europeos. En 1985 la distribución se concentra en torno a dos polos: uno situado en niveles próximos al 70% y otro alrededor del 110%. No obstante, la progresiva transición de regiones desde niveles bajos a medios en la segunda parte del periodo hace que la distribución vuelva a “abrirse”, dando lugar a la imagen que apreciamos para 1992. Observando lo sucedido en el conjunto de regiones de la UE, concluimos que la contribución de las regiones mediterráneas a la evolución de la desigualdad global en Europa ha sido destacada. Se puede apreciar como en 1975 existía una importante masa de probabilidad en niveles muy por debajo de los medios (40 a 70%), resultado de la posición ocupada por las regiones mediterráneas mas pobres. Los movimientos de éstas hacia posiciones más avanzadas junto a la transición de regiones mediterráneas hacia el nivel medio hace que al final del periodo la distribución en el conjunto de la UE sea bastante más concentrada, a pesar de persistir una masa de probabilidad destacada en niveles alrededor del 60%. Por lo que respecta a la productividad, la imagen es todavía mas impactante. La distribución en las regiones mediterráneas pasa de estar relativamente concentrada en 1975 en torno a valores del 75% a mostrar una clara polarización en dos grupos. La conclusión que se puede entonces extraer es clara: un gran número de regiones mediterráneas ha sido capaz de alcanzar los niveles de productividad europeos e incluso superarlos en un número importante de casos, pero otras regiones no han sido capaces de seguir el mismo comportamiento, al menos con igual contundencia. La comparación con lo sucedido para el conjunto de la UE nos desvela como las regiones mediterráneas han tenido un papel destacado. La evolución de la distribución en este caso pasó de estar polarizada en 1975 a estar básicamente concentrada en una única moda en 1992. Es evidente que el comportamiento anteriormente señalado de las regiones mediterráneas explicaría en su mayor parte esa circunstancia. Una vez observada cuál ha sido la evolución de la distribución en el periodo y cuál es su forma en el último año del que disponemos de información, cabe preguntarse cuál puede ser la forma a la que tiende esa distribución si la dinámica observada persiste en el futuro. Ésta es recogida en la Figura 5 para ambas magnitudes. Comparando la forma externa de esta distribución con la observada al final del periodo, podemos esperar una ligera disminución de la dispersión en el producto per capita por una pequeña mejora de las regiones con niveles mas bajos y por el tránsito de más regiones a niveles próximos a los medios comunitarios. Mucho mayor margen para convergencia puede esperarse a partir de la distribución de largo plazo de la productividad. Se aprecia como la distribución bimodal de 1992 es de esperar que desaparezca progresivamente hasta dar lugar a una distribución fuertemente concentrada en niveles medios europeos. Evidentemente, la clave para que esto realmente haya sucedido, y continúe sucediendo, es que aquellas regiones con niveles mas bajos (griegas y portuguesas) sean capaces de imitar el comportamiento que previamente han mostrado otras regiones (españolas e italianas básicamente). CONCLUSIONES En las últimas dos décadas las economías regionales europeas han afrontado importantes procesos de adaptación a cambios en el entorno económico, tanto europeo como mundial. Muchas de las regiones del área mediterránea han experimentado, además, rápidos cambios sociopolíticos y la incorporación a la UE. Los resultados obtenidos nos indican que, en su conjunto, la respuesta de esta macro-área ha sido positiva, habiendo experimentado una considerable aproximación a los niveles medios comunitarios en términos de producto por habitante y, especialmente, en productividad (aparente) del factor trabajo. Los resultados también muestran como las regiones mediterráneas han sido protagonistas de lo acontecido con la evolución de las disparidades regionales en la UE. Asimismo, los niveles alcanzados por el área en su conjunto, y sobre todo por un grupo cada vez más numeroso de sus regiones, lleva a cuestionar la tradicional consideración del sur de la UE como periferia. Pero esta visión positiva global no debe esconder una importante dualidad en el seno del área mediterránea. Las condiciones de partida existentes en las economías más periféricas junto a la mayor distancia que las separa del Core, nos recuerda el papel que el espacio puede estar jugando en el proceso de difusión de la actividad y con ello en el de convergencia regional. Siendo optimistas, cabe esperar que, en las próximas fases del proceso, éste reporte nuevas posibilidades a esas regiones. No obstante, ello no es óbice para que las acciones de política regional continúen aproximando a esas regiones a los estándares comunitarios, cuanto menos en lo que respecta a la dotación de factores necesarios para garantizar una producción competitiva. BIBLIOGRAFIALópez-Bazo E., Vayá E., Mora A.J. y Suriñach J.: (1997) “Convergencia regional en la Unión Europea ante el nuevo entorno competitivo”, ICE. Revista de Economía 762: 25-41 Pérez F., Goerlich F.J. y Mas M. (1996): Capitalización y crecimiento en España y sus regiones, 1955-1995 Fundación BBV, Madrid Quah D.(1997):“Increasingly weightless economies”, Bank of England Quarterly Bulletin February Rodriguez-Pose A. (1994):”Socioeconomic restructuring and regional change: rethinking growth in the European Community”, Economic Geography 70: 325-343 Sternberg R. (1996):”Regional growth theories and high-tech regions”, International Journal of Urban and Regional Research 20: 518-538 NOTAS 1 La base de datos ha sido financiada por el Gobierno Regional de Toscana (1994-95) y por los Fondos de Cohesión de la Comisión Europea (1995-96). E. López-Bazo agradece la financiación recibida de la Comisión Europea para la realización del proyecto “Regional Economic Disparities in the European Mediterranean Regions (Special Attention to the Spanish Case)” a través de una beca Marie Curie TMR ERB4001GT951646. Figura 1. Funciones de densidad del GDP per cápita. (Nota: ventana seleccionada según Silverman, 1986 p. 48 para un kernel gaussiano) REGIONES EUROPEAS 1975 1985 1992 1985 1992 REGIONES MEDITERRÁNEAS 1975 Figura 2. Funciones de densidad del GDP por ocupado. (Nota: ver Figura 1) REGIONES EUROPEAS 1975 1985 1992 REGIONES MEDITERRÁNEAS 1975 1985 1992 Figura 3. Distribuciones ergódicas (largo plazo) para las regiones mediterráneas. GDP per cápita Productividad del trabajo Nota: Distribuciones resultantes de la iteración de un kernel estocástico (intérvalo de 5 años) estimado para cada una de las variables en el periodo analizado.