X CONGRESO ANUAL DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS "Regionalización e internacionalización de las redes de organizaciones" San Luis Potosí 3 al 5 de mayo de 2006 CULTURA ORGANIZACIONAL ENTRE MÚLTIPLES FRONTERAS Ma. Elena Camarena Adame y Clotilde Hernández Garnica ADMINISTRACIÓN MULTICULTURAL División de Investigación Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria, México, D.F. 56 22 84 65 y 75 olverah@avantel.net y mcamarena_adame@hotmail.com CULTURA ORGANIZACIONAL. ENTRE MÚLTIPLES FRONTERAS RESUMEN El propósito de este trabajo es analizar los diferentes enfoques (funcionalista, funcionalista-estructuralista, adaptacionista, histórico difusionista, cognoscitivo, estructuralista y simbólico) de la cultura dentro de una organización humana para construir una estructura conceptual capaz de explicar la realidad en las organizaciones. Partimos de que la cultura se presenta en todo organismo donde existen interacciones humanas y la comunicación entre sus miembros, lo que genera una construcción social de vínculos que se comparten a través de una serie de ideas y significados que conforman el constructo cultural. El tema de la cultura organizacional es muy complejo, ya que se trata de un fenómeno en el que convergen diversos factores y con repercusiones, a veces, impredecibles, por este motivo consideramos que todo grupo, es decir, por lo menos dos personas van a presentar múltiples fronteras culturales, tanto al interior del individuo, como hacia la organización y fuera de ella. Para comprender mejor la cultura llegamos a la conclusión que debemos dejar de considerarla en el plano de esquemas de comportamientos concretos como las costumbres, los usos, las tradiciones y los hábitos y comenzar a concebirla también en función de mecanismos de control, como son los proyectos, las reglas, directrices y programas que establecen formal o informalmente los grupos sociales para regir su comportamiento. 2 CULTURA ORGANIZACIONAL ENTRE MÚLTIPLES FRONTERAS ANTECEDENTES La generación de un concepto que sea capaz de delimitar un tema tan amplio y complejo como es la cultura dentro de una organización humana, que a la vez sea capaz de describir la realidad y pueda aplicarse a una amplia variedad de situaciones sociales, mismas que son el origen y sobre el que recae cualquier esfuerzo teórico que se intente para su comprensión. Es por lo que se hace necesario realizar un repaso por algunas de las concepciones sobre la cultura organizacional, con la finalidad de encontrar por un lado los vacíos o debilidades y por otro lado sus ventajas o fortalezas para llegar a una construcción más completa que sea capaz de estudiar de manera más precisa lo que sucede en la realidad. El interés por estudiar la cultura organizacional surge desde la administración, esta disciplina influirá de manera importante en el desarrollo de la teoría organizacional y en el concepto mismo de cultura organizacional, porque representa una de las piezas clave para entender claramente este concepto, sobretodo porque refiere a un territorio donde el saber y el actuar se entrelazan casi desapareciendo sus límites. Esta situación puede acarrear riesgos como la manipulación de la información, pero también puede ofrecer grandes y atractivas ventajas al incidir directamente en la realidad social. Como campo de las ciencias sociales, existen antecedentes del estudio de la cultura organizacional a partir de la sociología como posteirormentge lo dicen 3 Para comprender el concepto de cultura organizacional debemos hacer una breve semblanza de su aparición en el campo de las ciencias sociales y su aplicación en las organizaciones, por lo que nos debemos remitir a la teoría organizacional, en la que nos podemos dar cuenta de un cambio fundamental en la mentalidad del conocimiento, lo que a su vez nos revelará también un aspecto muy importante en el devenir del concepto de cultura organizacional. Dentro de la primera veta de estudios organizacionales se encuentra, en las primeras décadas del siglo XX, a la administración científica, la que da por entendido que la organización sólo depende de los aspectos materiales y, por lo tanto, deberá estar centrada en las fábricas y compañías. (Goldhaber, 1989: 38). Esta escuela clásica se centraba en la administración de las actividades y los tiempos efectivos de trabajo, los espacios entendidos como la conformación física que permitiera acrecentar la productividad y los salarios o las recompensas que se pueden otorgar derivadas del trabajo. Esta fue la primera vez en que se constituyó una forma sistemática que permitiera estudiar y regular el comportamiento dentro de una organización en busca de un determinado objetivo. Los estudios de la administración científica del trabajo se limitaban a ciertos aspectos de la constitución del lugar de trabajo, considerando a los trabajadores como seres controlados únicamente por valores racionales, es decir, que sólo decidían y actuaban con base en argumentos destinados a maximizar el producto del trabajo. Sin embargo, existían situaciones donde esta forma de ver y de concebir a los miembros de una organización claramente era superada por los fenómenos de la vida real, tales como las revanchas internas entre los empleados que detenían la 4 producción. Para poder explicar de una forma más clara lo que se suscitaba en las organizaciones, sus miembros y su desempeño, se comenzó a considerar que además de las variables físicas intervenían otro tipo de variantes en la configuración de la vida cotidiana en los lugares de trabajo que podían verse reflejadas en los niveles de desempeño de los trabajadores. Mayo, Roethlisberger y Didrikson y fue una fecha mayor Es así que, por medio de la serendipia1 durante la realización de una investigación en una planta de la Electric Western Company en Estados Unidos de América, realizada por Mayo entre los años de 1927 y 1932, se dio paso a lo que se conoce dentro de la teoría organizacional como la escuela de las Relaciones Humanas (Goldhaber, 1989: 67). Se dice que por medio de la serendipia se pudo contar con pruebas realizadas científicamente por las que se conocía que los factores físicos no eran los únicos sobre los que recae la construcción de un ambiente organizacional, sino que había otros como la interacción o las formas de contacto humano, las cuales podían determinar algunas de las circunstancias de la producción. Sin llegar a una respuesta satisfactoria en los términos planteados de investigación, lo que Mayo buscaba originalmente era comprobar los efectos que ejercía sobre la producción el hecho de modular la luz en el espacio laboral, el resultado fue que existían variables que hasta entonces habían sido ignoradas u obviadas y que se relacionaban con los aspectos sociales. Esto nos permite ver el cambio de una visión operacional y ciertamente restrictiva a una visión que 1 Por serendipia nos referimos a la actitud de constante alerta en el momento de la investigación, en caso de presentarse circunstancias alternas que pueden ser de particular relevancia. 5 contempla los factores de constitución social dentro de una organización, y representó el momento específico en que el interés por las relaciones sociales se magnifica, principalmente en la administración, lo que dio un giro sustancial a la comprensión de las organizaciones. La teoría de las organizaciones se ha centrado en el estudio de las actividades en los espacios laborales, por lo que casi todo su desarrollo teórico se hace con el referente inmediato de la administración y de los lugares de trabajo. Dado que no es nuestro propósito, en este momento, hacer una extensa revisión de la teoría organizacional en sí, sino del concepto de cultura organizacional, sólo resta hacer hincapié en la importancia que tuvo dicha teoría en el desarrollo teórico del concepto de cultura organizacional, a raíz de la inclusión de variables que enfatizaban el aspecto cultural en las organizaciones. ¿QUÉ ES LA CULTURA ORGANIZACIONAL? El estudio de la cultura organizacional, así como muchas referencias de la teoría organizacional, surgen a partir de la necesidad de conocer cómo operan las organizaciones en ámbitos laborales en función de sus rendimientos en la producción, por lo que su definición no puede escaparse de este fin. Lo que en realidad se busca al comprender la manera en que se constituye una pequeña sociedad con un sistema cultural al interior de las organizaciones, es facilitar el control de los procesos sociales y agilizar los niveles productivos. 6 Para Schein esta es una tarea que puede identificarse entre los administradores y los líderes (Schein, 1992: XV); argumenta por una parte, que los administradores se dedican, desde el punto de vista de la cultura organizacional, a trabajar con las condiciones que su medio social les presenta y sólo pueden aspirar a controlar de manera efectiva algunas de las variables que le exige el contexto cultural al interior de la organización. Por otra parte, los líderes son capaces de generar y/o modificar la cultura existente dentro de una organización y de esa manera lograr un manejo más eficiente de las condiciones sociales al interior de una organización. Al hacer esta distinción de las formas prácticas del concepto de cultura organizacional, Schein parece obviar una circunstancia de vital importancia, y es que la cultura la comparte un grupo social, es decir, un grupo de seres humanos, y no tiene una estructura definida de una vez y para siempre, sino que está en perpetuo cambio y evolución. Es verdad que se puede influir en su desarrollo; sin embargo, no se puede modificar la conciencia de una forma determinante por una sola persona, ya no digamos orientarla de forma completamente racional, ya que es en si un producto-productor de lo social, y por ende, sólo la sociedad misma puede tener ingerencia en su constitución aunque sólo de forma inconsciente. En este contexto es que se comienzan a considerar a las organizaciones como entidades más trascendentes que una simple conglomeración de personas con un objetivo común en un espacio, para pasar a ser consideradas una sociedad pequeña en la que se presenta una serie más compleja de características que son inherentes a un sistema social tal como una cultura propia (Abravanel, et al., 1987: 4). 7 El concepto de cultura incluye una serie de elementos formales e informales que regulan la vida social humana, es decir, se refiere a toda una serie de circunstancias que pueden estar explicitadas en normas y reglamentos que son compartidos y forman parte de la existencia, o bien que pueden estar escondidas en la inmediatez de la cotidianidad y ser el centro invisible de los comportamientos humanos. Esta aproximación a la cultura difiere de aquella de uso popular que iguala a la cultura con el bagaje de conocimientos propios de las personas y que para fines de este trabajo no tiene relevancia. Así, podemos decir que la cultura es un sistema de conocimiento que nos proporciona un modelo de la realidad a través del cual damos sentido a nuestro comportamiento. Este sistema está formado por un conjunto de elementos interactivos fundamentales, generados y compartidos por el grupo al cual identifican, por lo que son transmitidos a los nuevos miembros, dichos elementos son además eficaces en la resolución de los problemas. De manera más precisa, se puede entender a la cultura como un patrón de suposiciones básicas compartidas con las que el grupo aprendió al resolver sus problemas de adaptación externa e integración interna y que han funcionado suficientemente bien como para ser consideradas válidas y, por tanto, pueden enseñarlas a los nuevos miembros como la manera correcta de percibir, pensar y sentir en relación con dichos problemas. 8 En cuanto a la cultura específicamente organizacional, Chiavenato dice que es un modo de vida, un sistema de creencias y valores, una forma aceptada de interacción y de relaciones típicas de determinada organización; una atmósfera psicológica constituida por características que distinguen a una organización de otra y que influyen en el comportamiento de las personas en la organización, y el resultado de aspectos formales e informales de la estructura como los sistemas de control, las reglas, las normas y las relaciones interpersonales (Chiavenato, 2002: 174). Este modo de ver a la cultura se acerca a la perspectiva etnometodológica, en tanto que nos permite ver que las personas, al pertenecer a una forma social, conocen la manera de ser o de hacer propia una estructura social, y en caso de agregarse a una forma distinta, deben entender y adentrarse en los nuevos métodos que según la perspectiva se refleja en el uso del lenguaje y la comunicación (Coulon, 1988). Es importante tener en cuenta que el manejo de un concepto como cultura debe llevarse a cabo con cuidado, ya que considera circunstancias de índole amplia que pueden incluir las actividades normales y cotidianas. Por su parte Katz y Kahn, en el marco de la Teoría de Sistemas, señalan que el clima o cultura refleja las normas y valores del sistema formal tanto como su representación en el sistema informal, como también las disputas internas y externas de los tipos de personas que la organización atrae, de sus procesos de trabajo y distribución física, de las modalidades de comunicación y del ejercicio de la autoridad dentro del sistema, además afirman que así como la sociedad tiene una 9 herencia cultural, las organizaciones sociales poseen estándares distintivos de sentimientos y creencias colectivas que son trasmitidos a los nuevos miembros del grupo (Katz y Kahn, 1989). Avanzando en la definición anterior, se puede aseverar que también la cultura organizacional es un sistema de significados compartidos y, por tanto, los individuos en ella, independientemente de su formación o nivel, tienden a describir a la cultura en términos semejantes; sin embargo, el que existan propiedades comunes no significa que no puedan existir subculturas dentro de una cultura determinada, ya que en la organización se constituye una cultura dominante y varias subculturas. Ver a Hofstede que ya dice esto Para la organización, la cultura puede ser útil porque aminora la ambigüedad y le indica lo qué es importante, además de señalarle el camino sobre cómo hacer las cosas; sin embargo, la cultura organizacional también puede ofrecer una desventaja cuando los valores compartidos no coinciden con aquellos que favorecen el progreso de la organización, lo cual ocurre cuando el ambiente de ésta es dinámico. Cuando el ambiente está pasando por un cambio rápido, la cultura predominante ya dejó de ser adecuada. En este sentido, la cultura representa una carga y puede dificultar la adaptación a los cambios del ambiente, es por esto que algunos aseveran que el concepto de cultura organizacional busca explicar que la única manera viable de cambiar a las organizaciones es cambiar su cultura y, para que las organizaciones puedan sobrevivir, desarrollarse, revitalizarse y renovarse se debe cambiar la respectiva cultura organizacional (Bekhard, 1972) .2 Ver institucionalización cultural 2 Véase: Bekhard, R. y W. Pritchard (1992), Cambiar la esencia: El arte de crear y de conducir el cambio fundamental en organizaciones, San Francisco, Jossey-Jossey-Bass, 1-138. 10 Hay otras posturas que aseveran que la cultura organizacional es el conjunto de valores, creencias y entendimientos importantes que los integrantes de una determinada organización pueden llegar a compartir en común.3 Hablar de cultura organizacional nos remite al conjunto de códigos compartidos al interior de una organización que le permiten lograr una identidad propia y diferenciarse del resto de las organizaciones existentes en su entorno. La cultura, entendida bajo estos parámetros, permite una cohesión interna y una capacidad de respuesta frente al entorno. La cultura ofrece formas definidas de pensamiento, sentimiento y reacción que guían la toma de decisiones y otras actividades de los participantes en la organización. Los enfoques y acepciones anteriormente presentados proporcionan una cantidad de nociones diferentes que sirven para examinar y ubicar los conceptos de cultura presentes en la teoría organizacional y en las obras que tratan sobre la gerencia. Queda claro que un gran número de escritos, incluso varios de los clásicos de la teoría organizacional, suponen que los aspectos sociales y estructurales están totalmente integrados, sincronizados y cohesionados con las dimensiones ideacional4 y simbólica de la organización. El punto de vista anterior es muy parecido a los conceptos antropológicos de una época anterior en donde a las organizaciones se les considera, de manera más o menos explícita, como sistemas socioculturales. Sus componentes ideacionales, se 3 4 (http://www.avantel.net/*rjaguado/cultura.html, fecha de última consulta: 7 de marzo de 2005) . Es decir esquemas colectivos de significados y valores, sus sistemas de conocimientos y creencias 11 funden y no se pueden disociar de su componente estructural, formando así un todo integrado, según una concepción holística de la organización. Para Schein la cultura organizacional está compuesta por una serie de categorías compartidas por las personas al interior de un grupo social, de entre las que destacan: i) los comportamientos regulares en el momento de la interacción; ii) las normas implícitas de un grupo; iii) los valores y principios que se busca obtener; iv) la filosofía e ideología que motiva a los miembros de una organización; v) la sensación que es comunicada por la forma de comportamiento que presentan los integrantes para consigo y con los extraños; vi) las habilidades con que cuentan los miembros de una determinada organización; vii) las formas instituidas del lenguaje que se comparten en un circulo constituido; viii) las creencias que son compartidas, y ix) las metáforas y simbolismos que desarrollan los miembros de una organización (Schein, 1992: 8). Asimismo, podemos decir que estos aspectos reflejan y/o constituyen lo que los individuos comparten como miembros de un grupo u organización, y es precisamente este aspecto de la colectivización de los conocimientos, de las formas de ser y de hacer que se conforman, lo que nos importa y será el centro en torno al que giran las perspectivas teóricas que se revisan a continuación, ya que es en ellas donde se demuestra el carácter de una organización. Siguiendo la perspectiva desarrollada por Allaire y Firsirotu,5 Gómez asevera que los elementos que guían a una organización son: i) los individuos que se conforman 5 Véase: Allaire, Y. y M. Firsirotu (1992), “Teorías sobre la cultura organizacional”, en Cultura organizacional. Aspectos teóricos, prácticos y metodológicos, Colombia, Fondo Editorial Legis, 1-196. 12 en miembros; ii) una comunidad establecida a la que los posibles miembros se van a unir, y iii) el cúmulo de información que deben compartir los miembros para poder ser considerados como tales (Gómez, 2004: 99). En términos generales, podemos sistematizar el concepto de cultura en: i) el enfoque Funcionalista, en el que el individuo se une a un grupo para lograr sus propias metas personales; ii) desde la visión Funcionalista-Estructuralista, en la que el individuo debe mantenerse dentro de la estructura que le brinda un lugar; iii) la perspectiva Adaptacionista, en la cual el individuo, mediante esquemas de comportamiento se adapta, logrando así la integración de las comunidades humanas con el medio; iv) la vertiente Histórico-Difusionista, que percibe a la cultura como una configuración históricamente determinada; v) la escuela Cognoscitiva, que percibe a la cultura como una serie de conocimientos que se transmiten; vi) la escuela Estructuralista, parte del supuesto de que se comparte a niveles inconscientes una serie de procesos mentales que componen la cultura, y vii) la escuela Simbólica, en la que se comparte una serie de valores, de significados y de símbolos. FRONTERAS EN LAS ORGANIZACIONES HUMANAS La cultura se presenta en todo organismo donde existen interacciones humanas. No es una condición restrictiva para los grandes grupos,6 lo que nos abre una perspectiva aún mayor para el análisis, pero hay que hacer notar que la importancia para poder considerar a una conglomeración de personas como un grupo social es que debe existir el factor de la interacción que suponga la comunicación entre los 6 Nos referimos al hecho de que el número no sea un impedimento para considerar a un grupo como factor en la concepción social. 13 miembros que componen dicha organización, lo cual a su vez implicará un intercambio de información, es decir, el surgimiento de una construcción social de vínculos que se comparten a través de una serie de ideas y significados que conforman el constructo cultural. Es importante también decir que, para considerar a un grupo humano como una organización debemos asumir que ésta se encuentra diseñada y construida con el fin de alcanzar un objetivo específico (Goldhaber, 1987: 35), es decir, que además de compartir un conjunto de ideas y de significados, debe perseguir una serie de objetivos comunes, tales como la producción. Dentro de la teoría organizacional existe una gran tendencia que considera a las empresas dedicadas a actividades productivas como las únicas instancias que pueden asumirse como organizaciones. Esto se debe al contexto en que surgió la teoría organizacional, era en las empresas donde se buscaba acrecentar los niveles productivos, por lo que era importante conocer las formas en que se desarrollaba el trabajo. Así, el concepto de cultura organizacional no puede dejar de leerse en este contexto, ya que su uso teórico implica funciones prácticas. Es frente a esta aparente cerrazón teórico-práctica que nuestra tarea debe consistir en crear un concepto que no se estructure en torno a una serie de características constituidas de una forma tan rígida, ya que hay fenómenos sociales reales de cultura organizacional en funcionamiento que no responden a una lógica empresarial ni están referidos especialmente a espacios de trabajo, aunque sí se ubica una serie de características compartidas por los miembros de un grupo que 14 buscan la consecución de un objetivo, sin importar el número de integrantes que la conforman. Frente a la realidad, la teoría debe buscar maneras de responder con los argumentos necesarios para la consecución de un conocimiento que aporte nuevos elementos a la discusión de los tópicos trabajados, por eso, en busca de un concepto más amplio de cultura organizacional que pueda ser capaz de responder a situaciones organizacionales fuera de un ámbito laboral, se propone concebir a una organización trascendiendo la barrera de la administración. Hay mas de 250 concepto de cultura y posiblemente Algunos De ellos puedan llenar las perspectivas del estudio FUNCIONES DE LA CULTURA ORGANIZACIONAL El papel que desempeña un grupo humano cualquiera, transciende el ámbito de las organizaciones. Los grupos humanos son vastos en cantidad e importancia, en tanto que son un componente sustancial que se considera constituyente del propio ente social. Hablando desde una visión más específica, la cultura organizacional integra una serie de valores, principios y lineamientos que definen el comportamiento de las organizaciones y de sus integrantes, que se ve reflejada en sus funciones que van desde: i) transmitir un sentimiento de identidad a los miembros de la organización; ii) facilitar el compromiso por encima de aspectos estrictamente individuales; iii) reforzar la estabilidad del sistema social para lograr que las fricciones entre los miembros se atenúen de tal forma que los objetivos de la organización se cumplan; 15 iv) ofrecer premisas reconocidas y aceptadas para la toma de decisiones; v) hacer que el flujo de información se presente de una manera mas ágil; vi) reforzar el apego a una determinada causa u objetivo, y vii) ser el principal motor que permite la socialización de las personas. Asimismo, la cultura organizacional debe brindar una ideología que esté encaminada a lograr la consecución de los objetivos planteados por la organización, ya que ésta es parte fundamental de la motivación en la búsqueda de los mencionados objetivos (Abravanel, et al., 1987: 49). Es entonces que la motivación también es una de las funciones de la cultura organizacional, la cual puede ser rastreada en la identidad propia de los individuos inmersos dentro de una organización. Se trata de un factor que se comparte por una serie de individuos y que genera una sensación de inclusión a un grupo en particular y de diferenciación con respecto a los que no lo incluyen, por supuesto que esto implica un abandono de las contemplaciones individualistas que son sustituidas por otras referentes a la organización. Al compartir una serie de formas de pensar, de actuar y de sentir, los miembros generan una identidad con respecto a las personas que no son incluidas, este aspecto hace que las fricciones internas aminoren debido a ese sentimiento de pertenencia y diferencia que se genera, ya que no se va a considerar a un personaje extraño, que no comparte las formas de pensar, sentir, hacer y hablar que se han desarrollado al interior de una organización.7 Así podemos observar que la cultura 7 Véase: Lewis, A. C. (1988), Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura Económica, 1-214. 16 organizacional, como cualquier tipo de cultura, no es homogénea para todos los seres humanos, debido a la propia naturaleza humana y a la gama tan amplia de interpretaciones de un mismo concepto que siempre generará subgrupos y suborganizaciones con sus propios rasgos identidad y culturales. Al proveer de una serie de estándares conductuales, los individuos pertenecientes a una organización, pueden generar una serie de respuestas a los estímulos externos que se identifican como propios de una forma de organización. Es así que el intercambio de información se da gracias a que la cultura organizacional se puede constituir como un sistema de códigos verbales y de distintos órdenes compartidos por los miembros, lo que hace que los mensajes estén codificados de manera que, alguien que conozca la forma específica de decodificarlos, tenga ventaja sobre los que no lo saben; esto implica una serie de estandarización en las formas de comunicar, pensar y hacer, que sólo se pueden dar mediante la interacción social y cotidiana desde el interior del grupo. Evidentemente, la cultura organizacional tiene una amplia gama de funciones dentro del entretejido social, y es por lo anterior que su estudio nos puede ayudar a analizar la composición y la conformación de las formas sociales específicas de una determinada organización, lo cual a su vez nos permitirá controlar, de alguna manera, los procesos de socialización encaminados a la consecución de cualquier objetivo planteado. SUBCULTURAS Y CULTURAS EXTERNAS 17 Como ya se mencionó, existe una característica que es inherente a la naturaleza humana y que, por consiguiente, se va a revelar en la forma de construcción de la cultura, dado que ningún ser humano es igual a otro ni piensa e interpreta la información de igual manera, es decir, la composición cultural será determinada de distinta forma por cada actor social. Por ello, insistimos en que la cultura no es homogénea y extensiva para todo ser humano, ya sea por el hecho de no estar dentro de su área de influencia, por diferir intencionalmente o por el carácter identitario que ésta brinda. Es entonces que, dentro de una organización, la cultura establecida como la dominante puede no ser considerada como la única forma cultural existente, en tanto que ésta coexiste con otras de un nivel de inclusión mayor como la cultura regional o nacional. Las subculturas al interior de una organización o grupos sociales se pueden explicar por el hecho de que las organizaciones están conformadas por otras organizaciones, lo que implica una división de actividades y de situaciones diferenciadas que llevan a conductas distintas. Lo anterior creará una serie de formas específicas en los modos de vida, en significados y en formas diferenciadas de cultura que tendrán las características y funciones propias de la cultura organizacional. Es en este sentido que podemos considerar a la cultura organizacional como una forma específica de cultura al interior de otras culturas dominantes que pueden diferir en algunos aspectos con ésta, esto implica la posibilidad de que los individuos que pertenecen a una organización no compartan con ésta los ideales, valores, formas de ser y de hacer, en tanto que están anteponiendo una identidad cultural 18 más amplia como lo puede ser la cultura nacional. Es así que para Alvesson existe una serie de huecos en el comportamiento cotidiano que nos permite entender que la cultura no puede ser un elemento fácilmente controlable y que tampoco puede ser dirigido, debido a su compleja imbricación en el corazón mismo de la red social (Abravanel, et al. 1987: 26). Siguiendo la clasificación propuesta por Alvesson,8 existen seis niveles de observación cultural: i) la cultura nacional; ii) la cultura regional; iii) la cultura corporativa; iv) la cultura profesional; v) la cultura departamental, y vi) la cultura del trabajador. Al respecto, Schein señala una serie de consideraciones para hacer una evaluación de las condiciones culturales exteriores e interiores para tomar medidas que permitan a una organización sobrevivir a las presiones externas.9 En términos generales, podemos decir que el tipo de perspectivas que reducen la importancia y complejidad de los fenómenos culturales a una serie de patrones controlables, tienen una perspectiva un poco limitante, además de hacer un aporte en términos científicos bastante trunco. También Barba y Delgado describen a los niveles culturales EL NUEVO DENTRO Cuando un individuo entra en un grupo social constituido, las actitudes, las situaciones y los gestos son analizados para poder comprender y hacer que el 8 Citado por: Gómez, E., (2004), (Tesis), La cultura organizacional y su influencia en la empresa integradora: un caso de estudio, México, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad-Iztapalapa, p. 89, 1-268. 9 Véase: Schein, E. (1992), Organizational culture and leadership, San Fransisco, Jassey-Bass Publishers, 1-430. 19 círculo de la interacción se cierre y se pueda formar parte, lo que se puede reducir a la expresión: “para poder saber cómo se hacen las cosas aquí”, esto es lo que se puede llegar a considerar como etnométodos, es decir, las formas en que se acoplan los individuos a la forma de vida (Coulon, 1988: 32). Para cualquier persona que se integra por primera vez a un ambiente completamente nuevo es necesario ese tiempo y ese escenario de transición en el que se hace un diagnóstico de la situación presente, con la finalidad de recabar información que será puesta a prueba mediante la interacción con los demás miembros, que puede ser desde las formas de comportamiento normales, hasta la forma en que se codifica el lenguaje para formar parte del cúmulo de conocimientos que se crea alrededor de un grupo social. Lo anterior sucede cotidianamente con cada situación social nueva, toda persona pasa este tipo de “bienvenidas”, sólo que la diferencia es que un investigador social se detiene a teorizar y comprender desde una perspectiva más completa el fenómeno que sucede, con lo que asume el reto de encontrar en el entretejido cultural la constitución del mundo social en el lugar de mayor dificultad: los lugares obvios y comunes. Esta perspectiva etnometodológica es la que nos brinda una forma de conocer las partes en que se constituye la cultura organizacional en un caso específico, ya que se pueden reconocer las formas en que éstas se presentan para los actores sociales en la realidad vivida, en el entorno cotidiano de la vida de una organización y su cultura. Explicar la etnometodologia 20 A MANERA DE CONCLUSIÓN Con base en lo analizado estamos en posibilidad de asumir que la cultura es un componente del sistema social que se manifiesta en el comportamiento, en las maneras de vivir y en los productos derivados de éste. Asimismo, concebimos que la cultura se construye con concepciones del mundo y con productos simbólicos, por tanto, llega a ser un contexto dinámico cargado de símbolos y de un conjunto de cogniciones funcionales que se estructuran mental, profunda y subconscientemente. Al considerar a la cultura como un sistema ideacional, surge la interrogante sobre si las presiones internas o externas ejercidas sobre la organización pueden causar discontinuidades entre la cultura de una organización y sus estructuras, fines y procedimientos. La respuesta es que para comprender mejor la cultura hay que dejar de considerarla en el plano de esquemas de comportamientos concretos como las costumbres, los usos, las tradiciones y el conjunto de hábitos, y comenzar a concebirla también en términos de sistemas de mecanismos de control en los que intervienen proyectos, reglas, directrices y programas que sirven para regir el comportamiento. La propuesta es analizar la dimensión cultural desde sus aspectos formales e informales, asumiendo que no se trata de dos esferas separadas, sino que ambas se encuentran coexistiendo. Como hemos podido observar, el tema de la cultura organizacional resulta muy complejo al tratarse de un fenómeno multifactorial y con repercusiones, a veces, impredecibles. Sin duda alguna, se trata de un terreno resbaladizo y que constantemente amenaza con irse de las manos, pero también resulta innegable que 21 es necesario incluirlo en los estudios culturales si se quiere caracterizar, comprender y explicar el fenómeno organizacional. Podemos decir que, la cultura organizacional se constituye en un instrumental indispensable que logra enriquecer la discusión y las propuestas teóricas, ante escenarios que se tornan cada vez más difíciles y que son producto del modo de acumulación global. Finalmente, tenemos que decir que el concepto de cultura debe usarse con pinzas a la hora de trasladarlo al estudio de las organizaciones, ya que éste tiene grandes limitaciones que generalmente se asocian con el supuesto ontológico de la dicotomía objetividad/subjetividad y al rango de la naturaleza humana, particularmente asociado con el binomio determinismo/voluntarismo. Evidentemente, a los estudios culturales para las organizaciones se les puede relacionar con ciertas metáforas organizacionales, que llegan a suponer que la organización es una máquina, un teatro o una arena política, olvidando que se trata de un constructo social de dimensiones inequiparables. Seria conveniente después explorar la tangibilidad cultural BIBLIOGRAFÍA Abravanel, H. et al. (1987), Cultura organizacional, Colombia, Fondo Editorial Legis, 1-202. Allaire, Y. y M. Firsirotu (1992), “Teorías sobre la cultura organizacional”, en Cultura organizacional. Aspectos teóricos, prácticos y metodológicos, Colombia, Fondo Editorial Legis, 1-196. Bekhard, R. y W. Pritchard (1992), Cambiar la esencia: El arte de crear y de conducir el cambio fundamental en organizaciones, San Francisco, Jossey-JosseyBass, 1-138. 22 Coulon, A. (1988), La etnometodología, Madrid, Ediciones Cátedra, 1-141. Chiavenato, I. (2002), Administración en los nuevos tiempos, Colombia, Mc Graw Hill, p. 1-711. Goldhaber, G. (1989), Comunicación organizacional, México, Diana, 1-423. Gómez, E., (2004), (Tesis), La cultura organizacional y su influencia en la empresa integradora: un caso de estudio, México, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad-Iztapalapa, 1-268. Katz, D. y R. L. Kahn (1989), Psicología social das organizaciones, Brasil, Scielo, 1-315. Lewis, A. C. (1988), Las funciones del conflicto social, México, Fondo de Cultura Económica, 1-214. Schein, E. (1992), Organizational culture and leadership, San Fransisco, Jassey-Bass Publishers, 1-430. http://www.avantel.net/*rjaguado/cultura.html, fecha de última consulta: 7 de marzo de 2005 23